jueves, 22 de septiembre de 2016

Anecdotario histórico argentino: El indio y sus ollas

El correo indio de San Martín 

En el campamento de Huara el general San Martín se hallaba abocado al serio problema de comunicarse con sus agentes de Lima pues las numerosas avanzadas del general José de la Serna ha casi imposible el acceso a la plaza.


Recorría una mañana sus posiciones cuando se encontró con indio alfarero que, con una mula vieja y cansada cargada de charros, atravesaba el campo como ignorando todo lo que lo rodea. Lo mandó llamar el vencedor de Maipú y le preguntó:
—¿Quieres ser libre y que tus hermanos también lo sean?
—Sí, usía, cómo no he de quererlo —le respondió sumiso el ir.
—¿Te animas a fabricar doce ollas, en las cuales puedan esconderse doce mensajes?
—Sí, mi general.
Como el indio asintiera le ordenó poner manos a la obra. Diaz que así se llamaba este modesto servidor de la libertad, trabajó afanosamente y poco después se encontraba camino de la ciudad de los incas con la misión de vender su mercancía al canónigo Luna Pizarro.
Grande fué el asombro de este decidido patriota al ver cómo el indio insistía en colocarle sus ollas, pero como una de éstas cayera al suelo y viera el diminuto papel que estaba escondido entre el barro preguntó:
—¿Cuánto quieres por todas?
—Un cortado de cuatro reales —le respondió el indio, dándole - contraseña que el canónigo esperaba aún, para comprobar que este era un enviado de San Martín.
En homenaje a este leal servidor de la causa de América el Capitán dió la siguiente señal de reconocimiento:
“Con días y ollas venceremos”.

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