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lunes, 27 de febrero de 2012

Militaria: ¿Por qué ser militar?

Peter van Uhm, comandante militar de los Países Bajos, sobre por qué ser militar en una democracia




Transcripción

Como el más alto comandante militar de los Países Bajos, con tropas apostadas en todo el mundo, me siento honrado de estar hoy aquí. Si miro alrededor, en esta sede de TEDxÁmsterdam, veo un público muy especial. Uds. son la razón por la que acepté la invitación a venir aquí hoy.

Si miro alrededor, veo personas que quieren contribuir, veo personas que quieren construir un mundo mejor haciendo trabajos científicos pioneros, creando obras de artes impresionantes, redactando artículos críticos o libros inspiradores o creando empresas sustentables. Todos Uds. han elegido los instrumentos propios para cumplir esta misión de crear un mundo mejor. Algunos eligen el microscopio como instrumento. Otros eligen bailar, pintar o hacer música como acabamos de escuchar. Algunos eligen la pluma. Otros emplean el dinero como instrumento.

Damas y caballeros, yo elegí otra cosa. Gracias. Damas y caballeros... (Risas)(Aplausos) Comparto sus objetivos. Comparto los objetivos de los oradores que me precedieron. Yo no elegí enarbolar la pluma, el pincel, la cámara. Yo elegí este instrumento. Elegí un arma.

Para Uds., y lo que han oído, estar tan cerca de esta arma puede incomodarlos o incluso infundirles temor. Un arma verdadera a pocos metros de distancia. Detengámonos un momento a sentir esta incomodidad. Casi puede oírse. Apreciemos el hecho de que quizá muchos de Uds. nunca han estado cerca de un arma. Eso significa que los Países Bajos son un país pacífico. Los Países Bajos no están en guerra. Significa que no hace falta que los soldados patrullen nuestras calles. Las armas no son parte de nuestras vidas. En muchos países la historia es diferente. En muchos países las personas hacen frente a las armas. Están oprimidos, son intimidados por los señores de la guerra, por terroristas, por criminales. Las armas pueden hacer mucho daño. Son la causa de mucha angustia.
Entonces, ¿por qué estoy frente a Uds. con un arma? ¿Por qué elegí un arma como instrumento? Hoy quiero contarles la razón. Hoy quiero contarles por qué elegí un arma para hacer un mundo mejor. Y quiero contarles cómo puede ayudar esta arma.

Mi historia empieza en la ciudad de Nijmegen en el este de los Países Bajos, mi ciudad natal. Mi padre era un panadero muy trabajador pero cuando terminaba la faena en la panadería a menudo nos contaba historias a mi hermano y a mí. Casi siempre me contaba esta historia que ahora voy a compartir. La historia de lo que le ocurrió cuando era recluta forzoso en las fuerzas armadas holandesas al principio de la Segunda Guerra Mundial. Los nazis invadieron los Países Bajos. Sus sombríos planes eran evidentes. Apuntaban a gobernar mediante la represión. La diplomacia no logró detener a los alemanes. Sólo quedó la fuerza bruta. Era nuestro último recurso. Y mi padre estaba allí para ejercerla.

Como buen hijo de granjero que sabía cazar, mi padre era un excelente tirador. Cuando apuntaba, nunca fallaba. En ese momento decisivo de la historia holandesa mi padre estaba apostado en la ribera del río Waal cerca de la ciudad de Nijmegen. Tenía bien en la mira a los soldados alemanes que venían a ocupar un país libre, su país, nuestro país. Él disparaba, pero no ocurría nada. Disparaba otra vez, pero no caía ningún soldado alemán. A mi padre le habían dado un arma vieja que ni siquiera llegaba a la vera opuesta del río. Las tropas de Hitler avanzaron y no hubo nada que mi padre pudiera hacer al respecto. Hasta el día en que murió, mi padre se lamentó de haber errado esos tiros. Podría haber hecho algo. Pero con un arma vieja ni siquiera el mejor tirador de las fuerzas armadas podría haber dado en el blanco. Así que viví con esta historia.

Luego en la secundaria me atraparon las historias de los soldados aliados que dejaron la seguridad de sus propios hogares y arriesgaron sus vidas para liberar a un país y a unas personas que no conocían. Liberaron mi ciudad natal. Fue entonces que decidí abrazar las armas por respeto y gratitud a esos hombres y mujeres que vinieron a liberarnos... por ser consciente de que a veces sólo las armas pueden plantarse entre el bien y el mal.
Por esa razón abracé las armas; no para disparar ni para matar ni para destruir, sino para detener a quienes hacen el mal, para proteger a los vulnerables, para defender los valores democráticos, para defender la libertad que tenemos y hablar aquí hoy en Ámsterdam de cómo podemos hacer del mundo un lugar mejor.

Damas y caballeros, no he venido aquí hoy a contarles maravillas de las armas. No me gustan las armas. Y si uno ha estado bajo fuego vuelve a casa teniendo más claro que un arma no es un instrumento de machos del que presumir. Hoy vengo aquí a contarles del uso de las armas como instrumento de paz y estabilidad. Las armas quizá sean los instrumentos más importantes para la paz y la estabilidad que existen en el mundo.

Tal vez esto pueda sonarles contradictorio. Pero no sólo lo vi con mis propios ojos durante mi despliegue en el Líbano, en Sarajevo y, a nivel nacional, como jefe del ejército holandés sino que está sustentado por fríos datos estadísticos. La violencia ha disminuido drásticamente en los últimos 500 años. A pesar de las imágenes que vemos a diario en las noticias, las guerras entre países desarrollados ya no son comunes. La tasa de homicidios en Europa se ha reducido 30 veces desde la Edad Media. Y los casos de guerra civil y de represión han mermado desde el fin de la Guerra Fría. Las estadísticas muestran que estamos viviendo en una era relativamente pacífica.

¿Por qué? ¿Por qué ha disminuido la violencia? ¿Ha cambiado la mente humana? Bueno, estuvimos hablando de la mente humana esta mañana. ¿Perdimos ese impulso animal de venganza, de rituales violentos, de mera rabia? ¿O hay algo más? En su último libro, Steven Pinker, profesor de Harvard, (y muchos otros pensadores antes que él) concluye que uno de los motores principales de las sociedades menos violentas es la propagación del estado de derecho y la introducción a gran escala del monopolio estatal en el uso legítimo de la violencia, legitimado por un gobierno electo democráticamente, legitimado por pesos y contrapesos y por un sistema judicial independiente. En otras palabras, un monopolio estatal que mantiene a raya el uso de la violencia.

Este tipo de monopolio de la violencia ante todo sirve como promesa. Elimina el incentivo a una carrera armamentista entre grupos potencialmente hostiles de nuestra sociedad. En segundo lugar, las desventajas de usar la violencia sobrepasan sus beneficios y así inclinan aún más la balanza. Abstenerse de la violencia reporta más beneficios que iniciar una guerra. La no violencia empieza a funcionar como un volante de inercia. Fortalece la paz un poco más. Si no hay conflicto, florece el comercio. Y el comercio es otro incentivo importante contra la violencia. Con el comercio se crea una interdependencia recíproca y un beneficio mutuo entre las partes. Y si hay beneficio mutuo, todos entienden que, de comenzar una guerra, se perdería más de lo que se ganaría. La guerra ya no es la mejor opción porque la violencia ha disminuido.

Esto, damas y caballeros, es la razón de ser de mis fuerzas armadas. Las fuerzas armadas materializan el monopolio estatal de la violencia. Lo hacemos de manera legítima sólo porque nuestra democracia nos lo pide. Es este uso legítimo y acotado de las armas lo que ha contribuido en gran medida a mejorar las estadísticas de la guerra, el conflicto y la violencia en todo el mundo. Es esta participación en las misiones de paz que ha propiciado la resolución de muchas guerras civiles. Mis soldados usan las armas como instrumentos de paz.

Y es por esto mismo que los estados fallidos son tan peligrosos. Los estados fallidos no hacen uso legítimo y acotado democráticamente de la fuerza. Los estados fallidos no ven las armas como instrumentos de paz y estabilidad. Por esa razón los estados fallidos pueden arrastrar a toda una región al caos y al conflicto. Por eso propagar la noción del estado de derecho es un aspecto tan importante de nuestras misiones en el exterior. Por eso estamos tratando de construir un sistema judicial en Afganistán. Por eso instruimos a oficiales de policía, capacitamos a jueces y formamos a fiscales en todo el mundo. Y por eso -en los Países Bajos somos especiales en esto- la Constitución holandesa establece que una de las principales tareas de las fuerzas armadas es defender y promover el imperio internacional de la ley.

Damas y caballeros, al mirar este fusil, nos enfrentamos al lado oscuro del género humano. Siempre abrigo la esperanza de que políticos, diplomáticos, trabajadores humanitarios, transformen los conflictos en paz y las amenazas en esperanza. Y espero que algún día se disuelvan los ejércitos y encontremos la manera de vivir juntos sin violencia ni opresión. Pero hasta que llegue ese día tendremos que hacer que los ideales y los errores humanos encuentren un punto medio. Hasta que llegue ese día, pensaré en mi padre que trataba de dispararle a los nazis con un arma vieja. Defenderé a mis hombres y mujeres que están dispuestos a arriesgar sus vidas para que tengamos un mundo menos violento. Estaré con esta soldado que ha perdido parcialmente la audición y sufrió lesiones permanentes en la pierna cuando fue alcanzada por un cohete en una misión en Afganistán.

Damas y caballeros, hasta el día en que podamos deshacernos de las armas, espero que estemos de acuerdo en que la paz y la estabilidad no son gratis. Requieren un arduo trabajo que a menudo no se ve. Hace falta un buen equipamiento y soldados dedicados y bien entrenados. Espero que apoyen los esfuerzos de nuestras fuerzas armadas para formar soldados como esta joven capitana y dotarla de buenas armas en vez de viejos fusiles como el de mi padre. Espero que apoyen a nuestros soldados cuando vayan al exterior, cuando vuelvan a casa y cuando estén heridos y necesiten nuestra atención. Ellos ponen sus vidas en juego por nosotros, por ti, y no podemos defraudarlos.

Espero que respeten a mis soldados, a esta soldado y su fusil. Porque ella quiere un mundo mejor. Porque ella contribuye activamente a crear un mundo mejor igual que nosotros hoy aquí.

Muchas gracias.

(Aplausos)

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