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viernes, 2 de marzo de 2012

PGM: Taxonomía y evolución aeronáutica

El Mundo en Guerra 

Paralelamente al desarrollo de la I Guerra Mundial aumentaba la necesidad de mejorar, además del aspecto técnico, el operativo y las especializaciones de los aviones. Nuevas aeronaves comenzaban a fabricarse para satisfacer estas demandas. Nacían por esos años, las fuerzas armadas del aire, en otras palabras nacía la aeronáutica militar. 

Es fácil advertir la importancia que prometía la utilización de los aviones en una guerra como la que se desencadenó en 1914. Ya las tareas de reconocimiento los hacían vitales para brindar información del frente de batalla, no sólo para la ubicación del enemigo sino también para conocer las proporciones de sus ejércitos. Pero además, podían ser capaces de convertirse en un instrumento de transporte y descarga de explosivos tal como lo habían demostrado algunas acciones improvisadas por pilotos de aviones. Comenzaba a generarse la idea de utilizarlos como bombardeo no sólo en los campos de batalla, sinó también a todo lo que represente la logística del oponente, como fábricas de armamentos o aprovisionamiento de cualquier índole, en otras palabras usarlos para el bombardeo táctico y también estratégico, dependiendo de los objetivos. 
Para agosto de 1914, la mayoría de los países intervinientes en el conflicto, habían aceptado la idea de entrar en la guerra e incluso habían diseñado planes de cómo participarían. Las potencias europeas más importantes estaban en el campo de batalla, mientras que países como Italia, Japón y los Estados Unidos, se declaraban inicialmente neutrales, aunque luego cambiarían su posición. 
En Europa las operaciones militares comenzaban en varios frentes: el occidental, el oriental y el meridional, y numerosas batallas se produjeron entre los países enfrentados. Algunas potencias contaban con aviones que habían sido utilizados con fines deportivos por lo que una adaptación para la guerra era imprescindible. Por otra parte, se toma conocimiento de hechos acontecidos en los campos de batalla en donde pilotos de aviones se habían enfrentado con los mínimos medios, utilizando incluso escopetas comunes. Hasta ese momento ningún ejército había advertido las posibilidades que ofrecía el avión. 
Por esos años, Francia contaba dentro de su aviación militar con monoplanos Blériot XI y los Morane Saulnier H, con la posibilidad de lograr velocidades máximas de entre 75 y 115 km/h respectivamente. 
Los talleres Blériot fabricaban aviones para las fuerzas armadas francesas, y para los escuadrones del Royal Flying Corp y la Royal Naval Air Service inglesas, aunque también fueron utilizados por países como Rusia, Italia, Suiza, Serbia y Bélgica. El mayor inconveniente era la limitación en su carga útil y por ello, no permitían el traslado de armamento. 
Otros aviones conformaban la flota francesa e inglesa: los Maurice Farman MF.7 y MF.11 y los Caudron G.3. El primero de ellos fue adoptado por otros países, como Italia, utilizándose además para actividades de experimentación como fotografías o tiro con ametralladoras. Un avión MF.11 fue el primer aparato que realizó un vuelo nocturno en la guerra descargando bombas sobre objetivos alemanes. 
“En 1914, Francia exigía de los monoplanos monomotores biplazas una autonomía de tres horas, una carga útil de 150 kilos (restando el combustible) y una velocidad de 110 a 120 km/h, con capacidad de ascender 1000 m en 14 minutos. Los alemanes, en cambio, demandaban seis horas para la autonomía, 250 kg de carga útil (80 más la tripulación), 120 km/h y ascenso a 1000 m hasta 12 minutos 30 segundos. El decolaje y aterrizaje debía ser para los franceses en 80 metros mientras que para los alemanes en menos de 120. Los Blériot por sus características satisfacían las exigencias de maniobras, mientras que el Taube era superior para operaciones de mayor distancia, con más carga”. (Perfiles –Historia de la Aviación Ed. Viscontea– 1981) 
Gran Bretaña contaba además con aviones como los Sopwith Tabloid utilizados también para atacar dirigibles; los biplanos RAF B.E.2 de la Royal Aircraft Factory, los Avro 504 y los Bristol Boxkites fabricados por la British and Colonial Aeroplane Company, que luego produciría, ya entrada la guerra, los Bristol Fighter. Un avión Avro que integraba el 5o escuadrón inglés, fue el primer aparato derribado en combate por la artillería, en Bélgica, el 22 de agosto de 1914. 
Alemania, por su parte, tenía aeronaves importantes como los biplanos Aviatik B.1 biplaza para reconocimiento (reemplazados más adelante por los B.II); los Albatros B. II y los monoplanos Taube LE 3 de gran estructura alar. De este último, la aviación del ejército alemán disponía de un importante número al inicio de la guerra, tanto mono como biplazas. Fue con un Taube que el teniente von Hiddeson lanzó sobre París, en agosto de 1914, bombas con la mano. 

En el gráfico Nº 1 se percibe la correspondencia entre potencia y velocidad y también el rendimiento aerodinámico. Predominaban los motores franceses. Francia y Gran Bretaña disponían aproximadamente de 250 aeronaves militares mientras que Alemania, superaba escasamente esa cifra, pero contaba además con una decena de dirigibles Zeppelin. 
 

El inicio del combate aéreo 
Las acciones bélicas eran inicialmente improvisadas utilizando el avión. A medida que trascurría el tiempo, mejoraban las condiciones y las capacidades no sólo de las máquinas sino de los pilotos. La necesidad de incorporarle armamento llevó a la Morane-Saulnier a reforzar las palas de las hélices para resistir los disparos que realizaba el mismo piloto desde su ametralladora. Fue un Morane-Saulnier N el primer avión de caza que permitió al piloto Roland Garros abatir el 1 de abril de 1915 un avión enemigo utilizando una ametralladora. A partir de este antecedente todos los aviones que se construirían posteriormente tendrían esta capacidad, es decir, podrían, con este mecanismo, utilizarse para el combate. 

El gráfico Nº 2 muestra cómo en un año las velocidades aumentaron notablemente. Aparecen los multimotores y las ametralladoras sincronizadas con la hélice. 
 

La aparición de los caza monomotor Fokker E.III, apodados “látigo”, en 1915, fue importante para Alemania, por darle una notable ventaja al comienzo de la guerra. Este avión rápido y maniobrable era una versión mejorada del Fokker E.I y contaba con una ametralladora fija en la parte posterior, sincronizada con las hélices. 
El biplano Nieuport 11 Bebé, muy veloz y ágil, fue utilizado en este período en la batalla de Verdún en febrero de 1916, por pilotos extremadamente hábiles que infringieron a los alemanes pérdidas importantes. Fue fabricado bajo licencia por Italia y Rusia. 

El gráfico Nº 3 muestra cómo sigue aumentando la velocidad y se percibe el predominio de los motores alemanes. 
 

El Nieuport 17, que aparece en 1916, era un reflejo del avance de los aviones para el combate. Muchos ases de la aviación de este período lo prefirieron por su eficacia y sus prestaciones. 

El gráfico Nº 4 muestra que se mantuvieron las velocidades máximas y la potencia de los motores pero se generaliza el armamento sincronizado. Ingleses y franceses compartían marcas de motores, mientras que los alemanes fabricaban sus propias plantas de poder. 
 

Modelos avanzados de caza hicieron su aparición en 1917 con importantes modificaciones que los hicieron más veloces y mejores en su maniobrabilidad; aunque muchos de ellos requerían mucha habilidad por parte del piloto. 

El gráfico Nº 5 muestra el significativo crecimiento en la potencia de las plantas de poder y comienzan a utilizarse los motores en línea, no giratorios. Irrumpen los cazas italianos. 
 

El Fokker D.VII, considerado uno de los mejores cazas, fue fabricado y distribuido entre las escuadrillas alemanas. El modelo F, que apareció a mediados de 1918, mantenía buena potencia a 6 000 m de altura por su motor BMW de 185 HP. 
La tecnología evolucionaba constantemente, con motores que permitían velocidades impensadas al principio del conflicto bélico. 
La guerra duró más de cuatro años y dejó importantes pérdidas económicas y de vidas humanas. El conflicto trajo aparejado el desarrollo de instrumentos bélicos como ametralladoras, fusiles y tanques; el surgimiento de la guerra química por la utilización de gases tóxicos; el uso de la artillería más poderosa y la utilización del avión. Se había comprendido la importancia de las aeronaves, sus capacidades y su potencial. Existían fuerzas armadas especializadas en el arte de volar y pilotos debidamente entrenados, muchos de los cuales “pilotearon” las más inolvidables epopeyas. 
El Tratado de Versalles no logró la paz definitiva ya que no fue acatado en todos sus puntos por las potencias vencedoras, haciendo resurgir el militarismo y el nacionalismo de Alemania. Las consecuencias fueron terribles y se verían más adelante, cuando estalla la II Guerra Mundial. 

Revista Aeroespacio

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