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martes, 3 de abril de 2012

El poder nuclear británico y la desesperación

El oscuro panorama de la defensa británica y el porqué de la conservación de sus submarinos nucleares

28.03.2012 19:14 

Tal como lo adelantáramos en una nota del 1 de marzo, Gran Bretaña anunció la firma de un contrato de 350 millones de libras (unos US $ 560 millones) para el “reacondicionamiento complejo” del submarino portador de misiles nucleares (SSBN) HMS Vengeance. Los trabajos insumirán unos 42 meses y unos 2,5 millones de horas-hombre. La renovación incluirá la instalación de un nuevo núcleo del reactor nuclear, el Mk2. 

Entre ayer y hoy se conocieron más datos sobre cuáles serán los trabajos concretos que se realizaran en el submarino. 

Entre las reformas a realizar se mencionan la mejora del sistema de lanzamiento de misiles y la actualización de los sistemas informáticos. También se efectuarán estudios y ensayos no destructivos del estado del casco y de la estructura y la revisión de todos los componentes principales del submarino. 

HMS Vanguard (S28)
El lugar que deja en el servicio activo este SSBN lo tomará uno de sus tres buques gemelos, el HMS Vigilant, después de haber sido sometido a reacondicionamiento. El costo del reacondicionamiento del Vigilant superó los 300 millones de libras. El Vengeance es el cuarto y último de los submarinos de la clase Vanguard construidos para la Royal Navy. 

A esta altura de las circunstancias cabe preguntarse por qué Gran Bretaña, en medio de lo que posiblemente sea la mayor crisis económica europea de la historia, sigue dilapidando dinero que no tiene, para mantener activos sus submarinos de misiles balísticos

Se afirmó que después de los recortes impuestos por la Revisión Estratégica de la Defensa y de la Seguridad del 2010, Gran Bretaña incrementaría su presupuesto de defensa el 1% anual en términos reales a partir del año 2015. En las circunstancias económicas mencionadas eso es un hecho dudoso. Pero aún si se cumpliera con el aumento, el dinero adicional no significaría una mejora en las capacidades operativas de las fuerzas armadas británicas. Los incrementos de los costos de los proyectos en marcha crece muy por arriba de esa cifra y lo que se avecina son recortes de capacidades, no incremento de las mismas. Debería ocurrir algo extraordinario para que no fuera así. 

¿Por qué no prescindir de los SSBN y preservar otras capacidades? La respuesta a la pregunta es compleja, pero podemos esbozar algunos intentos por responderla. 

HMS Triumph (S93)
En primer lugar hay que destacar que, en el plano militar, Gran Bretaña es muy dependiente de los Estados Unidos de Norteamérica. El problema es que a Estados Unidos Gran Bretaña ya no le sirve. Fueron claros cuando hace semanas un portaaviones norteamericano y su escolta cruzaron el Estrecho de Ormuz. Gran Bretaña tuvo que “suplicar” que se la dejara participar con un buque. El argumento de los militares americanos para la negativa inicial fue que el Reino Unido no tenía nada que aportar al poder estadounidense. 

En segundo lugar, a los EEUU Europa dejó de interesarles. Terminada la guerra fría, el centro de atención se fue desplazando hacia Asia y el Pacífico. No es necesario explicar por qué. “Europa debe invertir en su propia defensa” fue la sentencia americana. ¿Es por eso que Gran Bretaña y Francia firmaron un acuerdo de cooperación militar? Es probable. 

La política sobre el arsenal nuclear occidental la siguen fijando de facto los norteamericanos. Y Gran Bretaña se siente indefensa. Su principal hipótesis de conflicto convencional, Malvinas, se resuelva casi por si sola. Hace décadas que los sucesivos gobiernos argentinos no hacen inversiones significativas en defensa. 

“Conservemos los submarinos nucleares, el poder de disuasión”, parecen decir los políticos británicos. Los contribuyentes tendrán que pagarlos. La industria militar anglo-americana está de parabienes. El mantenimiento de los arsenales nucleares absorbe dinero como esponja. El problema no es nuevo, data de los siniestros días de la conferencia de Potsdam, cuando Harry S. Truman ordenó devastar Hiroshima, asegurándose, para deleite de unos pocos, de que el mundo no alcanzara la paz tan ansiada. 

Geoestrategia Atlántico Sur

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