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jueves, 25 de octubre de 2012

Historia argentina: Carrera naval entre Argentina y Chile, 1890-1905 (6/13)

La escuadra de Py en la Patagonia


El incidente del Devonshire y su impacto en las relaciones argentino-chilenas
Tensiones con Chile

Parte 6
Viene de Parte 5

Transcurre el último trimestre de 1878; el doctor Nicolás Avellaneda hace cuatro años que ejerce la presidencia de la república, asistido por el general Julio A. Roca en el tratamiento de las cuestiones militares, desde el cargo de ministro de Guerra y Marina.

Con Chile la República Argentina mantiene unas relaciones muy tensas debido a cuestiones limítrofes que datan desde 1843, época en que los trasandinos se han instalado en el Estrecho de Magallanes. Esta situación se ha agravado con la presencia de buques de la marina de guerra chilena en aguas del río Santa Cruz.

En 1876 la barca francesa Jeanne Amélie se encontraba en la desembocadura de ese río, dedicada a cargar guano, operación que estaba autorizada por el cónsul argentino en Montevideo. El 20 de octubre de ese año apareció en el lugar la corbeta de guerra chilena Magallanes y apresó a la nave gala. Las autoridades chilenas con asiento en Punta Arenas dispusieron que el buque francés y su tripulación, en calidad de detenida, fueran trasladados a ese puerto y durante la navegacion el Jeanne Amélie varó sobre una restinga del Cabo Vírgenes y se fue a pique.

Ese apresamiento, que representaba un desconocimiento de nuestra soberanía sobre aquella región, provocó gran indignación en las autoridades nacionales y en el pueblo argentino; se entablaron protestas ante el gobierno trasandino, que se negó a dar satisfacciones además de afirmar que la jurisdicción de Chile alcanzaba hasta la ribera sur del río Santa Cruz. Con el transcurso de los meses se fueron apaciguando los espíritus, mientras se llevaban a cabo gestiones diplomáticas para poner término a la cuestión.

El 19 de junio de 1878 Augusto M. Ventury, un comerciante de Buenos Aires, notificó a E.L. Baker, el agente consular norteamericano en dicha ciudad, que había alquilado un barco mercante norteamericano, el Devonshire, con el propósito de cargar el guano acumulado en las islas ubicadas en la boca del río Santa Cruz. Pero el 11 de octubre de dicho año, la corbeta chilena Magallanes llegó al área y su comandante exigió a la tripulación del Devonshire -anclado en la isla de Monte León- la autorización del gobierno chileno para realizar la operación de cargar guano. Como los hombres del Devonshire no poseían tal autorización, el comandante de la Magallanes decidió capturar el barco y a su tripulación y conducirlos a Punta Arenas, con el agravante deshonroso hacia el mínimo decoro de los militares chilenos que dejaron abandonado en tierra a su capitán. (1)

El entonces teniente de Marina don Carlos María Moyano, que se desempeñaba como subdelegado de Marina en Santa Cruz, envió una comunicación a la Comandancia General de Marina en la que informaba sobre el atropello cometido por la nave chilena, lo que motivó nuevamente que la situación alcanzase un límite por demás delicado, la mínima cuestión podía forzar el casus belli.

Los diarios de Buenos Aires dieron la voz de alarma y enfervorizaron a la opinión pública, que reclamaba poner coto a la intro- misión chilena en la zona santacruceña. Esta reiteración del agravio por parte de Chile, decidió al gobierno argentino a enviar un buque de guerra a Santa Cruz para expulsar de allí a los chilenos. El doctor Avellaneda, en su mensaje al Congreso Nacional, expresaba: [ ... poniéndose en el caso de legítima defensa el Poder Ejecutivo ha dispuesto estacionar un buque de guerra en la boca del río Santa Cruz, levantar una fortificación a la entrada del mismo y sobre su margen norte, dotándola con cañones y guarnición correspondiente ...

Las autoridades argentinas interpretaron este incidente como un ultraje a un país amigo. Las chilenas obviamente adoptaron otro punto de vista. Ya en septiembre de 1878 el canciller Alejandro Fierro había informado al representante norteamericano en Chile, Thomas A. Osborn, que un barco norteamericano estaba cargando guano en forma ilegal al sur del río Santa Cruz. Ocurrido el incidente, el ministro aclaró al diplomático norteamericano que las acciones del gobierno chileno no debían ser consideradas como una provocación al gobierno de Estados Unidos, ya que cualquier barco que violase territorio chileno sería capturado de la misma manera. (2)


Isla Monte León, provincia de Santa Cruz (República Argentina)

El incidente, como en el caso de los "criminales de Santa Cruz", estaba vinculado a la irresuelta jurisdicción territorial. Chile reclamaba todas las tierras ubicadas al sur del río Santa Cruz, reclamo que incluía, por cierto, la isla de Monte León donde la cañonera chilena Magallanes había capturado al Devonshire. Este incidente, lejos de constituir un hecho aislado, respondía a una línea definida de la política exterior chilena tendiente a consolidar su dominio al sur del mencionado río. Así, y con el objetivo de despejar toda posible duda sobre la cuestión de la soberanía chilena en esta área, el gobierno trasandino ya había emitido una declaración el 26 de octubre de 1873, la cual iba dirigida a todos los gobiernos extranjeros y establecía que la autoridad de Chile debía ser respetada al sur del río Santa Cruz. El gobierno chileno agregó peso a esta declaración cuando el 27 de abril de 1876 capturó al barco francés Jeanne Amélie por cargar guano ilegalmente, aproximadamente en el mismo sitio que el Devonshire. Para el gobierno chileno, la cuestión en torno al Devonshire era simplemente la de reafirmar una ley establecida desde hacía tiempo. (3)


Cañonera chilena Magallanes

En esta nueva instancia de la disputa entre Buenos Aires y Santiago, la exagerada reacción de ambos países casi llevó a la guerra. El ministro de Guerra y Marina, general Julio A. Roca, con una profunda comprensión del problema patagónico -demostrado al año siguiente con el inicio de las operaciones contra el indio para dominar el Desierto- estimó que lo propuesto por Avellaneda no era de suficiente poder y convenció al primer magistrado de que lo conveniente era enviar al río Santa Cruz una división naval. Prevaleció el criterio de Roca y fue así como se designó al cornodoro Luis Py, por entonces jefe de nuestra Escuadra, para llevar a cabo la delicada misión.

El presidente Nicolás Avellaneda y su entonces ministro de guerra y marina, Julio Argentino Roca, decidieron ocupar Santa Cruz y despachar hacia el área austral barcos de guerra. El comodoro Luis Py, de la marina argentina, recibió órdenes de organizar y conducir la división naval que debía zarpar hacia Santa Cruz, con el objetivo de proteger el río homónimo de las incursiones chilenas. A la vez, según informaba el ministro norteamericano en Buenos Aires general Thomas O. Osborn el 18 de noviembre de 1878, el gobierno de Chile había enviado dos o tres cañoneras a la Patagonia, con peritos para ocupar el estrecho de Magallanes. (4) Para la Argentina la captura del Devonshire era un insulto personal a su gente y una cuestión de honda preocupación. El 24 de octubre de 1878, Augusto Ventury protestó contra el gobierno de Chile ante el ministro norteamericano en Buenos Aires Osborn, y ante el cónsul norteamericano en esta ciudad, Baker. Ventury sostuvo que la cañonera chilena Magallanes había violado la ley internacional ya que intervenía en aguas que estaban bajo jurisdicción de la República Argentina y además había capturado al Devonshire y abandonado al capitán en la isla de Monte León sin provisiones. Ventury demandaba también que el gobierno de Chile reembolsara la suma suficiente para cubrir los costos de la captura y prisión del barco y de su tripulación. Osborn inmediatamente transmitió estas protestas del comerciante porteño al gobierno argentino y telegrafió las mismas a Santiago. También informó al comandante de la flota norteamericana del Atlántico sur. Las protestas de las autoridades argentinas más la insinuación de represalias militares por parte de las norteamericanas forzaron al gobierno chileno a moderar su posición. El canciller chileno Alejandro Fierro se entrevistó con el representante en Chile Osborn, informándole acerca de la disposición del gobierno chileno de liberar al Devonshire y su tripulación a cambio de la promesa de atenerse a la acción judicial de los tribunales. Pero la respuesta de Buenos Aires casi lleva a la guerra. No sólo rechazó la propuesta chilena, sino que reafirmó sus reclamos de indemnización por parte del gobierno chileno, a fin de cubrir las pérdidas sufridas por la captura del Devonshire. (5)

Afortunadamente, según Willett, la moderada reacción de los ministros norteamericanos en Santiago y Buenos Aires, y la desinteresada acción de Warren Lowe, ciudadano norteamericano y editor del prestigioso Buenos Aires Herald, evitaron la guerra. Con el propósito de otorgar una salida a la delicada situación, Lowe se reunió con el ministro norteamericano en Buenos Aires y luego pasó a la capital chilena donde se contactó con el cónsul argentino, Mariano de Sarratea, y con el canciller chileno, Alejandro Fierro. Según Willett, Fierro quedó gratamente impresionado con los argumentos expuestos por Lowe. El editor del Buenos Aires Herald descartaba la idea de un arreglo forzado, que sólo sería garantía de una guerra entre la Argentina y Chile. Era mejor arbitrar y evitar la guerra, que luchar y arbitrar más tarde. (6)

Lowe sugirió una y otra vez al canciller chileno Fierro la liberación incondicional del Devonshire y su regreso a Estados Unidos como paso previo para desactivar la presión diplomática norteamericana en la Argentina, y la incidencia negativa de la opinión pública argentina sobre sus autoridades, factor este último que paralizaba cualquier avance en la negociación con Chile. Fierro adujo que la real amenaza de guerra con la Argentina impedía que el gobierno chileno actuase sobre las válidas recomendaciones del editor del Herald. Tras varias idas y vueltas, el ministro de relaciones exteriores chileno confirmó la decisión de su gobierno de liberar voluntariamente al Devonshire y devolverlo a Estados Unidos. Esta resolución tuvo un impacto positivo en los círculos oficiales en Buenos Aires, y finalmente, el 15 de noviembre de 1878, el canciller chileno envió una carta al gobernador de Magallanes autorizando a zarpar al Devonshire, poniendo punto final al incidente. (7)


La Armada chilena en su versión oficial reza: "En 1878, el sistemático avance de Argentina hacia el sur de Río Negro, en la Patagonia, estuvo a punto de provocar la guerra entre ambas naciones. La barca norteamericana "Devonshire" cargó guano en la caleta Monte León con licencia de autoridades argentinas, en territorio chileno. La "Magallanes" al mando del Comandante Latorre cumplió órdenes del gobierno chileno y apresó la barca y la condujo a Punta Arenas. Esto produjo reclamos de Argentina, que en ese entonces pretendía esos territorios y los ánimos se caldearon a punto de romper relaciones diplomáticas. La cordura se impuso y se llegó a un acuerdo a través del Pacto Fierro-Sarratea."


La escuadra argentina

Un 1 de Diciembre de 1878, el Comodoro Luis Py de la Armada Argentina izó la bandera nacional en el paraje denominado Cañadón Misioneros a las 17 horas de ese histórico día. En sí, fue un acto simple y rápido, pero cuyas implicancias perdurarían en el tiempo hasta nuestros días.
Como sabemos, era de larga data el enfrentamiento no muy solapado entre Argentina y nuestros vecinos chilenos, en torno a la posesión definitiva de la Patagonia, que ellos reclamaban como propia. El conflicto internacional no se hizo esperar y el Ministro de Guerra del Presidente Avellaneda, general don Julio A. Roca, envió a Py al mando de una escuadra rumbo a los mares australes para evitar más intromisiones de los trasandinos, entre cuyos buques se hallaba uno que cumpliría días de gloria futuros: la entonces cañonera y posterior corbeta “Uruguay” (hoy Museo expuesto en Puerto Madero, Ciudad de Buenos Aires). El 27 de Noviembre remontó el río Santa Cruz y por fin ese primer día de Diciembre reafirmó los derechos argentinos sobre tan vasto territorio.
No es casual que este sublime acto heroico, coincida con la campaña militar del mismo Roca hacia el Desierto y cuyo objetivo era terminar definitivamente con el imperio de saqueos y robos descarados a las poblaciones pampeanas por parte de los mapuches, quienes eran apañados por el gobierno chileno. Abiertamente Chile no podía ocupar nuestra tierras del sur por hallarse enfrascado en una guerra contra Perú y Bolivia, la llamada “Guerra del Pacífico” y no era adecuada estratégicamente hablando abrir otro Teatro de Operaciones y un enemigo más.

Es por ello, que hombres como Roca, Py, Piedrabuena, Levalle, Villegas o Vintter deben ser recordados con respeto y con la debida distancia histórica, sin anacronismos absurdos, ni torceduras de brazo a Clío, musa de la Historia, porque la Historia, al igual que la Verdad, no necesita de nuestras mentiras...

Este territorio "en disputa" forma parte integral de la actual República Argentina.

NOTAS


1. Dipl. Desp., (M69), reel 20, T.A. Osborn to Evarts, 30-10-1878, cit. en D. E. Willett, op. cit., p. 72.

2. Dipl. Desp., (M 70), reel 16, Baker to Hunter, 22-10-1878; (M10), reel 29, T.A.O. to Evarts, 25-10-1878, fuentes citadas en ibid., p. 72.

3. R. Burr, op. cit., p. 134, cit. en ibid., p. 73.

4. Osborn to Evarts, Telegram Nº 207, November 18, 1878, U.S. National Archives, Washington D.C., RG 59, citado en G.V. Rauch, op. cit., pp. 63-64.

5. Dipl. Desp. (M 10), reel 29, T.A.O. to Evarts, 7-11-1878, cit. en D.E. Willett, ibid., p. 76.

6. Ibid., p. 78.

7. Dipl. Desp., (M 10), reel 29, T. A.O. to Evarts, 12-11-1878, (M69), reel 20, 12-12-1878; (M 70), reel 16, Baker to Hunter, 21-11-1878, fuentes citadas en ibid., p. 81.

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