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domingo, 2 de marzo de 2014

Fuerzas Especiales: Operación Chavín de Huántar



Operación Chavín de Huántar

La Operación Chavín de Huántar fue una operación militar del gobierno del Perú presidida por el entonces presidente Alberto Fujimori para rescatar rehenes de manos de miembros del MRTA durante la Crisis de la Residencia del Embajador del Japón en el Perú en el año 1997. Dicha operación está considerada como una de las más exitosas en el rescate de rehenes, aunque ha recibido críticas por la supuesta ejecución extrajudicial de algunos de los terroristas.

La toma de la residencia del embajador japonés

La toma de la embajada japonesa en Lima comenzó a 8:19 de la noche del 17 de diciembre de 1996, cuando 14 miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) tomaron como rehenes a cientos de diplomáticos, oficiales del gobierno y militares de alto rango y hombres de negocios que asistían a una celebración con ocasión del 63º aniversario del nacimiento del Emperador de Japón Akihito organizada en la residencia oficial del embajador de Japón en Perú, Morihisha Aoki. La toma se realizó por la parte posterior a la residencia, por los jardines, a través de un forado en una de las paredes, ocasionado por una fuertisima explosión que desconcertó a todos los invitados. Luego de una balacera, el embajador Aoki se tiró al piso de un salón conducido por el encargado de su seguridad, mientras el resto de invitados corría también a refujiarse dentro de los salones, pero eran demasiados al mismo tiempo y no lograban entrar todos. El resto se tiró donde pudo. Los emerretistas ubicaron al embajador Aoki entre la masa aterrada del salon y lo empujaron hacia la puerta para que, a través de un megáfono, pidiera a la policía que dejára de disparar mientras un emerretista lo apuntaba con su fusil.


Pasados unos minutos la balacera se calmó, pero esta calma duró poco, porque instantes después un olor ardiente se expandió en el interior y acrecentó el pánico. La policía había lanzado bombas lacrimógenas sin calcular que los terroristas contaban con máscaras antigás. Michel Minning, representante de la Cruz Roja en el Perú y que estaba entre los rehenes, tomó el megáfono para alerta que estaba a punto de ocurrir una tragedia si continuaba la policía. Solo entonces el contrataque policial se detuvo.

En los minutos siguientes los rehenes pudieron observar al hombre grueso y enérgico que comandaba la operación terrorista. Se presentó como el comandante Hemigidio Huerta, pero uno de los militares el general Carlos Domínguez, tuvo que recordar que aquella noche en La Molina, en que una operación apresurada bajo su mando, lo había dejado escapar. Era Nestor Cerpa que soltó otra de sus arengas que parecían enardecer su voluntad de combatiente y anunció que su objetivo era canjear a los presentes por los mandos presos del MRTA.

Dentro de los rehenes se encontraban el canciller Francisco Tudela, la madre y hermana del presidente Alberto Fujimori, entre otros.
Los integrantes del grupo armado emerretista que tomaron la residencia del embajador japones eran:
Néstor Fortunato Cerpa Cartolini (c) “Evaristo”
Roli Rojas Fernández (c) Arabe”
Eduardo Nicolás Cruz Sánchez (c) “Tito”
Luz Dina Villoslada Rodríguez (c) “Gringa”
Alejandro Huamaní Contreras
Adolfo Trigoso Torres
Víctor Luber Luis Cáceres Taboada
Iván Meza Espíritu
Artemio Shigari Rosque (c) “Alex” o “Cone”
Herma Luz Meléndez Cueva (c) “Cynthia”
Bosco Honorato Salas Huamán
Salomón Víctor Peceros Pedraza
Y otros dos que hasta la fecha no han sido identificados.

La noche del secuestro, una vez tuvo la residencia bajo control, cedió al razonamiento humanitario del representante de la Cruz Roja para que liberase a las mujeres y ancianos. Minutos antes, Cerpa pregunto varias veces si entre los presentes se encontraba algún familiar del mandatario y el propio anfitrión le había asegurado que no. Cuando los dos grupos de mujeres salieron y la prensa anunció en vivo y en director los nombres, Cerpa estallo en rabia cuando las cámaras enfocaron a la madre y a la hermana del presidente Fujimori, entonces recriminó a gritos al embajador Aoki acusandoló de mentiroso y en represalia, canceló las liberaciones en medio de los lamentos de las personas que esperaban salir de esa traumatica situación.

En la primera mañana del secuestro, el jefe de los terroristas se acercó al general Domínguez con la actitud de quien ha burlado a la justicia, después de una larga persecución y le recordó el último episodio en que había estado a punto de ser atrapado, un año atrás, en una vivienda del distrito de La Molina. "Si usted hubiera vigilado la casa una semanita, no estaríamos acá, porque allá íbamos a llegar todos nosotros", dijó el líder del comando emerretista. Era mediados de diciembre de 1996 y faltaban 126 días para su muerte.

Según comentarios recogidos de los rehenes en el libro "Sombras de un Rescate" por David Hidalgo, Cerpa parecía excitado por el contundente éxito del ataque a la residencia del embajador japonés: tenía en sus manos a los más altos jefes policiales del país, a ministros, embajadores, empresarios peruanos y extranjeros y, aunque ya había dejado escapar a la madre y a la hermana del presidente, podía suponer que con los rehenes que tenía podía cumplir su cometido de canjearlos por prisioneros terroristas en las carceles peruanas, entre ellas su esposa Nancy Gilvonio.

El MRTA y Néstor Cerpa

Expertos opinan que la toma de rehenes realizada por los terroristas del MRTA fue la operación más perfecta que realizó dicho grupo armado en sus quince años de historia. Sin embargo, la operación que el grupo terrorista tenía como principal objetivo, erá la toma del palacio legislativo con la mayor cantidad de parlamentarios posibles. El objertivo era canjearlos por emerretistas presos.

Una noche de noviembre de 1995, la policía inició la observación de una casa en el exclusivo distrito limeño de La Molina, una zona de residencias y condominios custodiados por vigilantes particulares. Un emerretista arrepentido la señalaba como una de las escuelas del MRTA.

La policía comenzo a realizar el seguimiento a un hombre maduro de apariencia distinguida y a una muchacha joven, alta, de bellos rasgos caucásicos que habitaban dicha casa. Resultaba evidente que ambos erán extranjeros. Los agentes policiales siguieron de cerca a la mujer blanca, que se encontró en un centro comercial con una mujer más baja y trigueña, que se dirigía a la sede del Congreso de la República.  En los días siguientes la rutina de las mujeres, quienes se presentaban como una periodista extranjera y su fotógrafa local, se repitió con una frecuencia inusual. Días después los agentes policiales detuvieron al ciudadano panameño Pacífico Castrillón, quien no tardó en confirmar que la casa era una base del MRTA. La alerta corrío rápido y media hora después la policía detuvo en un ómnibus de transporte público a la norteamericana Lori Berenson y a su compañera peruana, Nancy Gilvonio, la esposa de Néstor Cerpa, quién le había asignado el papel de fotógrafa asistente de Lori Berenson.

Dentro de la casa de La Molina se encontraban unas 25 personas, todas armadas con unos sesenta fusiles AKM y municiones, y ya para entonces, se encontraba sitiada por varios patrulleros inclusive con el apoyo de más contingentes de la Marina y el Ejército. Luego de toda una noche de fuerte lucha entre las fuerzas del orden y los subversivos, se entregaron a las 8 de la mañana 22 militantes emerretistas y Miguel Rincón, otro miembro de la cúpula del MRTA.

En la base emerretista se encontró un mapa del Congreso de la República y una maqueta en la que aparecían señalados los accesos más importantes, según los datos que traía Lori Berenson de sus visitas como supuesta periodista. Ella proveía toda la información necesaria para que la operación de la toma del palacio legislativo sea un exito, pero esta fue frustrada por la intervención de la policia y fuerzas armadas. La policía quiso presentar esa captura como un golpe duro contra el MRTA, pero fue una operación apresurada ya que dentro de una semana, tal como lo había comentado Cerpa, todos los terroristas que participaron de la toma de la embajada llegarían a esa casa. De esta manera, el comandante de los emerretistas se escapo por segunda vez, la última que estuvo realmente de caer.

La primera vez que estuvo a punto de caer, fue en una mañana de junio de 1993 cuando varios agentes de la DINCOTE montaron guardia cerca de una casa en el distrito de San Miguel, según lo informado por una persona que brindo información que hacía tiempo que en esa casa se realizaban reuniones de militantes del movimiento revolucionario. Durante transcurrido el día, por la tarde, los agentes apresaron a dos mujeres que hábían salido de esa casa. Una de ellas era Teodora Rodriguez, una mujer que había escapado de una balacera en 1991 en un barrio de Miraflores. Cuando los agentes le preguntaron como había conseguido las claves para entablar contactos y un cuaderno con instrucciones para manejar la radio, ella respondió que se lo había entregado un compañerop al que decía conocer como "El Gordo". Dicho sujeto había estado ese mismo día en la casa hasta la hora del almuerzo, en que se retiró sin mayores señas, antes de que ellas salieran a tomar el ómnibus. Cuando los agentes sospecharon de su descripción y le mostraron una foto, ella aceptó que el hombre era Néstor Cerpa Cartolini. Había escapado por muy poco.

De esta manera, luego de haber escapado por segunda vez, Cerpa reaparecería con otras armas y otros hombres, más decidido y más obsecado que nunca ya que habían desbaratado su importante operación para la toma del congreso y también aprisionado a su esposa. Una revista estadounidense publicó por esos días de la toma de la residencia del embajador japonés, una portada que sugería la toma como un acto de amor guerrillero, un reportaje ingenuo y amarillista que, sin embargo, mostraba una de las dimensiones en que acaso debía estar funcionando el cerebro del jefe emerretista.

Uno de los garantes que participaba en esos días de la mesa de negociación con los subversivos, dijo que Cerpa estaba cada vez más preocupado por su mujer y que el terrorista tenía ese flanco conmovido. Si Nancy Gilvonio estaba presa en ese momento era en gran parte su responsabilidad.

Durante el transcurso de los días que mantuvieron secuestrada la embajada, Cerpa se veía cada vez más desgastado y sus reacciones eran cambiantes, es decir, podía ser amable o soberbio por momentos, pero a veces se mostraba más razonable y otras volvía a la ciega intransigencia inicial: estaba acorralado entre sus propias intenciones y las exigencias de sus mandos. Mientras algunos secuestradores del MRTA permanecían optimistas sobre la salida de la crisis, otros se estaban volviendo pesimistas y eso originaba ciertos roces entre Cerpa y sus altos mandos dentro de la toma.

Hacía la quincena de abril de 1997, el Monseñor Cipriani, que erá la única persona en que parecía confiar de entre todos los personajes de la crisis, le mostró una carta que Nestor Gabriel, el hijo mayor de Cerpa de diez años, había escrito al religioso desde Nantes, Francia, para pedirle que intercediera por una solución pacífica. Cerpa, conmovido, escribio una carta de respuesta que enviaría igualmente a tráves de Cipriani. Era una misiva como lo señala el libro de David Hidalgo, de una ternura extraña en un hombre con varios asesinatos en su historial.

A continuación, una transcripción de dicha carta hecha de Néstor Cerpa a su hijo Néstor Gabriel:

"Hijito, te cuento que el monseñor Juan Luis Cipriani me ha mostrado la carta que le enviaste. De verdad, mi osito, me ha conmocionado esa madurez de tus palabras y el deseo de tus sentimientos. Mira, yo te puedo decir que desde que nos conocimos con monseñor Juan Luis Cipriani (...) está haciendo todo lo humanamente posible para buscar una solución buena como a la que tú aspiras; entonces te digo, mi pequeño, que ha sido una gran idea de tu parte escribirle a él. Es tu granito de arena para contribuir a una solución y además es algo de enorme importancia para mí, porque comprendes perfectamente por qué ocurrió todo esto. Créeme, ni yo ni tu mamita jamás olvidaremos este gesto de luchar por tus padres y tenerlos algún día nuevamente cerca, sobre todo a tu mamita porque tanto ustedes como yo la necesitamos muchísimo (...). Siempre te dije que la solidaridad es la mayor virtud de los hombres. Yo soy solidario con mis compañeros en prisión y especialmente solidario con tu mamita, porque al ser solidario con ella lo soy con ustedes porque la necesitan a su lado y no hay otra forma de sacarla de la cárcel (...). En conclusión, hijito, sigue confiando en mí, no los defraudaré jamás y si algún día salgo de esta residencia japonesa será porqie conseguí lo que ustedes esperan y sueñan con que se haga realidad: tener a su mamita fuera de prisión y volver a verla, tocarla, jugar con ella y engreírse en sus brazos."

Evidentemente, este gesto solo podía permitirse en privado, porque ante sus seguidores mantuvo sus gestos radicales, que fueron acentuándose  a medida que se intensificaba la guerar de declaraciones con el gobierno.

Nestor Cerpa Cartolini, había comandado a inicios de los noventa las llamadas Fuerzas Especiales del MRTA, encargado de secuestrar a empresarios y políticos de la época. El inicio de su prontuario delincuencial fue en 1978 cuando encabezo una agitada huelga en una fábrica que dejó un policía y tres trabajadores muertos, fue en la toma de una fábrica textil en la carretera central llamada Cromotex durante más de un mes.

El secuestro, los negociadores y el final de la toma

Las noticias del secuestro del MRTA a la residencia del embajador causaron que la Bolsa de Valores de Lima cerrara tres horas más temprano, dado que las acciones locales se desplomaron. El sentimiento de la población peruana en general puede ser resumido con un comentario de un editorial del periódico peruano más importante: "Es un revés de al menos cuatro años. Hemos regresado a ser un país sujeto al terror."

Por su parte, a una semana de la toma de la residencia japonesa, el 22 de diciembre, el presidente Fujimori anuncio oficialmente la situación sobre la toma de rehenes por parte del MRTA e indicó públicamente que no aceptaría ayuda de otros gobiernos para enfrentar dicho problema. Mientras tanto, Néstor Cerpa Cartolini anuncio que iba a liberar gradualmente a los rehenes si cumplían con todas sus exigencias. Como se mencionó líneas arriba, comenzó a liberar a las mujeres y ancianos y luego liberó a unos 225 hombres que serían liberados la primera noche del secuestro. A cada nombre que pronunciaba en voz alta una silueta se desprendía de la muchedumbre nerviosa: era un primer grupo de académicos, empresarios, cuatro embajadores latinoamericanos y europeos, un vocal supremo, algunos abogados y gente que el líder emerretista consideraba no involucrada con el Gobierno o la coyuntura política.

Los terroristas interpusieron una serie de demandas:
  • La liberación de 465 de sus miembros de las prisiones en todo el país (incluyendo a la terrorista estadounidense recientemente condenada Lori Berenson y a la esposa de Cerpa).
  • Una revisión de las reformas gubernamentales neoliberales de libre mercado.
  • Señalaron al programa de asistencia extranjera de Japón en Perú como motivo de crítica, bajo el argumento de que esta ayuda beneficiaba solo a un estrecho segmento de la sociedad.
  • También protestaron contra lo que denunciaron como condiciones crueles e inhumanas en las cárceles peruanas.
Los pocos rehenes que fueron liberados, que entre ellos estaban el político de izquierda Javier Diez Canseco y Alejandro Toledo entre otros, manifestaron que los terroristas eran jóvenes entre 17 y 20 años y que daban la impresión de querer vivir más que sacrificarse por ideales revolucionarios. El grueso de emerretistas tenía entre 20 y 24 años en promedio. Algunos casi adolescente  como Marcos, un muchacho de quince años a quien Cerpa solía mantener de guardaespaldas, y una de las chicas, Melissa, quien aparentaba estar por los dieciséis. Mucho rehenes tenían la impresión de que era un combinado irregular, por las actitudes que sus integrantes mostraron desde los primeros días: antes de que el grupo electrógeno desfalleciera, en la primera cresta de la crisis, las mujeres emerretistas se interesaban más en ver las telenovelas que los noticiarios de la noche; los valores parecían entusiarse demasiado con la cantidad y variedad de provisiones que les llevaba la Cruz Roja, como cabría esperar de alguien que solo ha pasado provisiones; y, sin embargo, había un muchacho apenas de 22 años que todo el tiempo se mostraba ansioso por ejecutar a alguien.

Además, comentaron que cualquier intento de rescate a la fuerza, podría ser perjudicial para los rehenes ya que los terroristas estaban armados "hasta los dientes". Los subversivos estaban armados con fusiles AKM y un lanzagranadas RPG, de los que se usan para eliminar tanques en combate.

Los negociadores estaban conformados por el embajador canadiense Anthony Vincent, quien había sido brevemente rehén él mismo, el arzobispo Juan Luis Cipriani y un funcionario de la Cruz Roja. Mientras que Fujimori trataba de buscar asilo político para los emerretistas en Cuba, pero al 17 de enero las negociaciones se truncaron, ya que los emerretistas se percataron de ruidos extraños que provenían del suelo y además de un hueco en el jardín que no estaba antes.

En febrero, el periódico peruano La República informó la existencia de un "plan de intervención" secreto del gobierno, que involucraba la participación directa de fuerzas militares estadounidenses. El plan fue supuestamente concebido por la Agencia de Inteligencia Militar peruana y fue presentado al presidente Fujimori. El 17 de febrero, The New York Times escribió: "La participación de los Estados Unidos en el asalto es crucial, según el plan, que dice que los comandos provendrían de la Escuela de Comandos del Ejército Peruano y del Comando Sur de los Estados Unidos, con base en Panamá. En efecto, se acordó una cita con el presidente Fujimori y el primer ministro japones Ryutaro Hashimoto el 1ro de febrero en el hotel Sheraton de Toronto, Canadá para encontrar una salida rapida y sin muchas pérdidas. El primer ministro japones estaba preocupado por las noticias de constantes tensiones propiciadas por los policías alrededor de la residencia, que podían dar lugar a un desenlace indeseable. Hashimoto insistió en el pedido oficial japonés de que no se tomara ninguna acción violenta, por el elevado costo que arrojaban todas las predicciones. Por su parte, la respuesta de Fujimori fue que las provocaciones era parte de una estrategia para conocer la reacción y el estado en que se encontraban los terroristas dentro de la mansión. El primer ministro japonés vio sutilmente rechazado un nuevo ofrecimiento de ayuda en equipos o asesoría militar, a lo que Fujimori insistió en que tenía todo bajo control.

En marzo, el MRTA suspendio las conversaciones luego que manifestaran que escucharon ruidos debajo del piso de la residencia mientras que una parte de la prensa confirmaba dichos comentarios. La policía por su parte, movilizo tanques por la zona para encubrir los ruidos del a operación que estaban realizando, mientras que en las calles también colocaban parlantes a todo volumen con música para aminorar los ruidos. En la primera semana de enero se comenzaron a construir los túneles que se iban a usar para la operación de rescate  Para entonces, ya habían fracasado hasta tres planes para intervenir la residencia. La confusa información que se tenía desde dentro de la residencia y la altisima proyección de muertos hicieron desechar dichos planes.

A fines de abril, el embajador canadiense que estuvo en la mesa de negociaciones comento que daba la impresión que ya estaban por llegar a un acuerdo el MRTA y el gobierno peruano, pero todo fue una táctica para que Fujimori coloque elementos físicos y políticos necesarios para un asalto.  A través de algunos objetos que la Cruz Roja dejaba en la residencia, se habían enviado micrófonos para que algunos rehenes pudieran comunicarse con el exterior y brindar información necesaria sobre la situación de los rehenes y también información sobre la ubicación de los emerretistas.

A continuación, se podrá apreciar entrevistas exclusivas difundidas por el programa periodístico dominical Panorama, emitido el 6 de junio del 2010.

Famosos secuestrados

Alejandro Toledo, Ex-Presidente del Perú
Francisco Tudela, en aquellos momentos era el Ministro de Relaciones Exteriores.
Javier Diez Canseco, Congresista.
Luis Giampietri Rojas, Vicepresidente de la República del Perú en el segundo gobierno no consecutivo de Alan García (2006-2011).
Luis Peirano, ex Ministro de Cultura del Perú

Foco de atención del mundo entero

Durante el tiempo que duró la crisis, el Perú fue el centro de la atención del mundo entero. Periodistas de todo el planeta acamparon en las afueras de la residencia durante 4 meses. Algunos corresponsales internacionales arrendaron departamentos cerca de la zona para realizar seguimientos desde las ventanas

Decisión del gobierno

Durante la crisis, que se prolongó hasta abril del año 1997, el gobierno no podía arriesgarse a efectuar un movimiento militar que pudiera poner en riesgo la vida de los secuestrados por las presiones nacionales e internacionales. Durante los 126 días que duró la toma de la Residencia, el gobierno mostró una apertura para negociar. El entonces Ministro de Educación, Domingo Palermo Cabrejos fue nombrado negociador durante la crisis y actuó en busca de una salida pacífica, visitando a los rehenes y negociando con su líder Néstor Cerpa Cartolini. El entonces arzobispo de Ayacucho Juan Luis Cipriani Thorne fue parte de la comisión negociadora y administraba los sacramentos a terroristas y rehenes.


Los comandos

Presionados por los acontecimientos y por el ridículo que habían hecho las fuerzas de seguridad, Fujimori y su "general victorioso" Hermoza Rios ordenaron la organización de una fuerza militar capaz de hacer frente a esta crisis.

Los hombres elegidos fueron seleccionados rigurosamente. Debían tener entrenamiento comando, de preferencia con experiencia en combate real y expertos en su especialidad.
Así, se unieron varios FOES de la marina de guerra, algunos de ellos veteranos de la guerra del Cenepa, en la que participaron con miembros del ejército y la FAP en la exitosa toma de Base Sur y de Cueva de los tallos, ademas de sostener duros enfrentamientos en Coangos y Tiwinsa sin recibir una sola baja.
También estaban los integrantes de la DIFE del ejército con toda una pleyade de héroes y casi 20 años de experiencia en acciones de guerra, desde la nítida victoria de Paquisha contra Ecuador, pasando por la guerra del Cenepa, y la derrota de Sendero Luminoso. Ahora con sus compañeros de la GRUFE de la fuerza aérea se prepararon minuciosamente para dar la estocada final al MRTA.

Los entrenamientos, la preparación, el análisis de inteligencia y la excavación de los túneles fueron minuciosamente planeados. Después de muchos días de ensayar cada paso del ataque en una réplica de la residencia del embajador japones, los comandos rivalizaban en hacer cada vez más rápido y mejor sus movimientos. Este entrenamiento permitió probar decenas de formulas de ataque y ensayar la manera perfecta de rescatar a los rehenes sin sufrir bajas.

Poco a poco estos 140 oficiales, resueltos a "vivir venciendo o morir matando" adoptaron a sus compañeros como su segunda familia, compartiendo profesionalismo y sacrificio.

A las 2:30 de la tarde del 22 de abril de 1997 los comandos tomaron posiciones de combate en los túneles esperando la explosión que daba inicio al asalto final . Intercambiaron miradas deseándose suerte. Agazapados en el más absoluto silencio, ninguno de ellos dudo en la victoria final.

La estrategia

La vida de los rehenes era la prioridad absoluta.
No solo se sorprendería a los terroristas, se sorprendería al mundo. El secreto por tanto sería absoluto.
Sólo se asaltaría la residencia de fracasar la negociaciones con los subversivos. Se buscaría sin embargo la participación de los rehenes hasta donde fuera posible para labores de inteligencia, tanto pasiva como activa.Se construiría una réplica de la casa del embajador para ensayar una hipotética solución militar.Se "infiltraría" y se sembraría la residencia con micrófonos  así como se vigilaría de día y de noche a los terroristas para conocer sus rutinas.



Se asaltaría el objetivo desde todos los puntos posibles, incluyendo el asalto subterráneo y el aerotransportado ( Se cambió después por un ataque menos complicado usando escaleras )
Para agotar psicológicamente al grupo terrorista y camuflar el sonido de las excavaciones se usarían parlantes y música a todo volumen  según modelo tomado del asedio y captura al dictador panameño Manuel Antonio Noriega.
Sólo se usarían granadas de estruendo no letales, pistolas reglamentarias del ejército Browning 9mm BDA, subfusiles Herstal P-90, y Heckler&Koch MP-5, fusiles AK-47, Uzis, y Galils, según el arma que acomode mejor a cada oficial. Adicionalemente cada comando estaría equipado con máscaras antigas, chalecos blindados, gafas protectoras, y en el casco una cinta adhesiva color verde intenso para distinguirse en un golpe de vista.
Se ordeno repartir entre los rehenes camisas blancas, enviadas discretamente "por los familiares". En realidad las enviaban los estrategas militares.



Armamento de los comandos

Casco de combate israelí de acero y fibra de vidrio.
Fusil de asalto Galil de origen israelí.
Anteojos de protección Uvex.
Subametralladora israelí Mini Uzi
Subametralladora alemana HK MP5 de 9 mm.
Chaleco antifragmentario de origen israelí fabricado con fibras de kevlar y de diseño flexible.
Pistola Beretta 92 9mm de fabricación italiana.
Uniforme de camuflado.

Armas de los terroristas

En general este grupo terrorista estaba tan bien equipado como cualquier soldado regular de un ejército latinoamericano común, y estas armas estaban pensadas no sólo para soportar un largo asedio, sino además para rechazar el hipotético ataque de un vehiculo blindado.

Cada uno de los integrantes del MRTA poseía :
Un fúsil Kalashnikov AK-47/AKM
Pistolas de cacerinas de distintos tipos
Grandas Tipo "piña" y "palta".
Cuchillos de combate
Equipos de comunicación "walkie talkie"
Una máscara antigas
Por lo menos un RPG-7 (Rocket Propeled Granade) "bazooka" antitanque rusa.
Minas para sellar puertas.
Trampas improvisadas "cazabobos" para ventanas.
Uno de los objetivos del asalto sería entonces impedir mediante la sorpresa y la velocidad, el uso de estas armas en espacios tan restringidos como el interior de una vivienda. Pocas cosas sobreviven a la explosión de un proyectil RPG, mucho menos, dentro de una habitación.

Operación "Chavín de Huantar"

El gobierno peruano mantenía una negociación con la banda terrorista al mismo tiempo que entrenaba a soldados del Ejército del Perú, y la Marina de Guerra del Perú en una réplica de la Residencia, cavando túneles subterráneos. Se aseguró que varios mineros de la sierra peruana fueran llevados a Lima para construir estos laberintos con muchas salidas. Durante la planificación de la operación se comentó que los túneles tenían una similitud a los templos de una ancestral cultura peruana preinca Chavín de Huantar, los cuales fueron realizados bajo tierra y estaban compuestos de diferentes accesos y pasillos subterráneos.
Durante la mañana el ejército propalaba marchas militares con megáfonos en los alrededores de la casa. Los medios de comunicación especularon que era una maniobra para bajar la moral de los terroristas. El estruendo de las marchas militares alteró los nervios de quienes permanecían en la Residencia de la Embajada del Japón; sin embargo, el verdadero motivo de estas maniobras era evacuar la tierra extraída durante la noche por medio de camiones que salían de una casa ubicada en la calle posterior de la residencia.

El 22 de abril de 1997, después de varios fracasos en la negociación y ante la perspectiva de que por este motivo los secuestradores empiecen a negar la atención médica a los rehenes, el Gobierno toma la decisión de enviar al Comando Chavín de Huantar. Tras comprobar que los terroristas estaban distraídos por medio de cámaras de video introducidas de forma secreta desde los túneles y micrófonos introducidos por personal militar de sanidad por medio de los cuales se comunicaban algunos rehenes de rango militar, se decide iniciar la operación. A las 15:23 una fuerte explosión dio inicio a la operación, con la voladura del piso del salón principal, en donde un grupo de terroristas jugaba fútbol de salón. 142 comandos irrumpieron por ese y otros accesos disparando sus ametralladoras. Todos los terroristas fueron abatidos durante la operación, lo que generó entre familiares y un testigo denuncias de ejecuciones extrajudiciales por parte de los comandos peruanos.



Uno de los rehenes  el magistrado Carlos Giusti, fue herido en una pierna, lo que le causó una violenta hemorragia que le provocó la muerte; fue el único rehén muerto en la acción. Dos comandos también murieron, uno de ellos, según algunos testimonios, protegió al Canciller Tudela mientras este escapaba por la azotea.




El fin de un terrorista





La operación Chavin de Huantar
Wikipedia




1 comentario:

  1. Los artículos pierden seriedad cuando el contenido es tendenciosamente inexacto..el planeamiento y ejecución de la operación especial conjunta de rescate de rehenes denominada chavin de huantar, estuvo a cargo de los comandos de la unidad especial de combate de la fuerza de infantería de Marina de la Marina de guerra del Perú y de los comandos del Ejército del Perú.......

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