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viernes, 16 de diciembre de 2022

La necesidad de un servicio militar obligatorio en una democracia

Reclutamiento universal: un imperativo democrático

Jesús Alberto García Riesco  ||  Fuente





Las autocracias son una seria amenaza para Occidente. Ante tal peligro, el factor discriminatorio en un próximo conflicto no son las fuerzas de voluntarios –cuando llega la guerra se necesitan conscriptos–; ni la técnica –ambos bandos dispondrían de ella–; sino la conciencia colectiva y la cultura de Seguridad que implementen un reclutamiento universal de ciudadanos, con carácter y capacidad, dispuestos a morir y causar bajas.

Sin embargo, la mayor parte de la población occidental desconoce el conflicto bélico y no es consciente de la rareza histórica que supone el prolongado período de paz que disfruta, por lo que no está preocupada ante la posibilidad de una guerra próxima. Élites y ciudadanos -confiados en que los ejércitos de voluntarios y la técnica solucionan per se los problemas de seguridad- están lejos de asumir que la democracia se defiende con todas las mentes y voluntades dispuestas a realizar los máximos sacrificios. (…)

«La única justificación del servicio militarobligatorio es la defensa de la libertad».
John Rawls[1]

Definición, origen y legitimidad

El reclutamiento universal determina quién, cómo y dónde realizan los alistados -relación nominal de nacionales que cumplen la mayoría de edad- la prestación personal preceptiva por un tiempo determinado, bien en las fuerzas armadas -servicio militar o conscripción- o en otras instituciones de interés para la defensa -servicio público o social- al objeto de defender a la comunidad.

El modelo ciudadano-soldado tiene sus raíces en la «virtud» clásica que lleva a la participación activa del ciudadano en la vida pública; dicha cualidad demanda la disposición a morir y a causar bajas cuando peligra la soberanía de la comunidad. Está fuertemente vinculado a la ciudadanía activa; es fruto del patriotismo responsable -no instintivo, sino consciente y meditado- que vincula al individuo con la comunidad; para Santis, la «eudaimonia aristotélica -el bien sólo se busca por sí mismo- se logra a través de la polis y la conscripción es una responsabilidad de los individuos que los hace autosuficientes como parte ella»[2]. El enraizamiento social de la virtud permite, en consecuencia, una actitud colectiva que desarrolla soldados dispuestos a responder a las necesidades éticas colectivas.

El reclutamiento universal lo crea la Convención en 1793 cuando decreta que «los hombres jóvenes luchen, los hombres casados forjen armas y transporten provisiones, las mujeres fabriquen tiendas y ropas y los niños trabajen el lino»[3]; lo perfecciona Prusia con el «principio» -dice Waiter- «de que todo ciudadano está sujeto al servicio militar obligatorio»[4]; y llega a su cenit -salvando dos veces la democracia- en las guerras mundiales del siglo XX.

Es genuinamente democrático: lo establece un gobierno representativo con la participación de toda la población, la cual está dispuesta a arriesgar la vida para defender los derechos civiles. Si el reclutamiento no es universal, la defensa de la sociedad queda en manos de una parte de la misma: Roma acaba con la prestación del servicio militar porque los conscriptos propietarios de tierras -comprometidos con la defensa- son sustituidos por mercenarios reclutados en las clases bajas que defienden a quien les paga; Brand ve en Catón el Joven «un icono, amante de la libertad y el deber, que representa las virtudes del ciudadano-soldado frente a la avaricia -destructora de la república- de los mercenarios de César»[5].

Kant, en la misma línea, señala que «en una sociedad justa hay una distribución equitativa de las cargas políticas, incluidas las militares»[6] y Rousseau precisa que «los ciudadanos de la república virtuosa, lejos de pagar por la exención de sus deberes los cumplirían con entusiasmo en persona»[7]. Así lo entienden las élites aliadas en las guerras mundiales del siglo XX al persuadir a la ciudadanía para realizar los mayores sacrificios en defensa de la libertad: «El servicio militar obligatorio» -señala Flynn- «sirvió bien a las tres principales democracias occidentales en un duro contexto histórico»[8].

Condicionantes

Es condición indispensable que los jóvenes alistados tengan conciencia nacional y cultura de Seguridad, lo cual surge de una esmerada educación y de un entorno social en el que todos los ciudadanos aporten lo mejor de sí mismos.

La educación

El reclutamiento universal no es eficaz sin una educación nacional adecuada; la derrota austríaca ante los prusianos en 1870 es un claro ejemplo de su importancia. Prusia ve al educando como futuro soldado y, en consecuencia, desarrolla la unidad de doctrina desde la escuela; sus soldados son autónomos y su interpretación adecuada de las órdenes no es consecuencia de la coerción, sino fruto de una esmerada educación obligatoria que «entrelazada con el reclutamiento universal» -dice Becker- «garantiza un ejército victorioso»[9].

Al contrario, los soldados austríacos tienen peor educación. La falta de esfuerzo del alumno, el alto ratio por aula y la baja cualificación de los profesores resultan fatales; Peschel precisa que «la victoria prusiana fue de los maestros prusianos sobre los maestros austriacos»[10].

El entorno social; la nación

No hay ejército sin nación a quien defender, ni auténtica conscripción sin nación sólida; una nación fuerte crea un ejército eficaz y viceversa: los ejércitos conscriptos no sólo son instituciones coercitivas, sino también sociales porque unen a los ciudadanos con la identidad común. El nacionalismo es esencial para implementar la conscripción, Merom sostiene que «el nacionalismo empoderó a los gobernantes para justificar el reclutamiento»[11] y Beukema señala que «el imperialismo expansionista japonés lleva a la conscripción»[12].

Estados Unidos, por ejemplo, en los años previos a la Primera Guerra mundial, asume la conscripción debido a la fortaleza de la administración federal y al compromiso de las élites con la sociedad. En este entorno social, el presidente Wilson -la figura central del enfoque nacionalista que lleva la implementación del reclutamiento universal- logra en 1917 que el Congreso apruebe la Selective Service Act por la cual todos los hombres entre veintiún y treinta años son alistados para realizar el servicio militar. En un discurso posterior a la citada aprobación, dice: «No es un ejército al que debemos instruir para la guerra, sino la entera nación, en la que cada ciudadano desempeña el papel para el que esté mejor preparado y mayor servicio preste al interés general; la conscripción de los reacios no tiene sentido pues es la fuerza de la nación quien aporta el voluntariado en masa»[13].

En Israel, en cambio, el ejército crea la nación. Desde 1948 las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han desarrollado -mediante el servicio militar obligatorio y la reserva- el espíritu nacional en la mayor parte de la población. La batalla es un símbolo del valor nacional y la guerra conforma a la sociedad israelí de tal modo que las FDI están en el centro de la experiencia vital por lo que en el espíritu social prevalece la obligación de servir al Estado.

La conscripción en las autocracias

China

China es una sociedad -disciplinada por la coerción- que está dispuesta a dar todo en defensa de los intereses patrios y se prepara concienzudamente para la guerra. Xi Jinping, en una dura intervención con motivo del centenario del Partido Comunista chino, reiteró el «compromiso inquebrantable del partido para unificar el país» y enfatizó que «la batalla es necesaria para mejorar la capacidad de los soldados»[14].

La Ley de Ciberseguridad de 2017 permite al gobierno chino -con la colaboración de las firmas conocidas por el acrónimo BATX (Baidu, Alibaba, Tencent y Xiaomi)- mantener a los ciudadanos controlados. El «Sistema de Crédito Social» (Sesame Credit) conoce las capacidades y la conducta de los ciudadanos; «cada persona» -dice Kobiebusiness- «recibe su propio código digital que se usa para medir su puntuación de crédito social en tiempo real»[15].

En consecuencia, es probable que tenga pocos problemas para reclutar, en el momento adecuado, al personal con las necesarias capacidades y actitudes para cada puesto de combate de los más de dos millones de efectivos. El servicio militar en el Ejército Popular de Liberación (EPL) de China es obligatorio para todos los ciudadanos, pero no se implementa materialmente porque las necesidades de reclutamiento se cubren con voluntarios; el esfuerzo se está realizando en el reclutamiento de los estudiantes universitarios para responder a la demanda de unas fuerzas armadas altamente tecnificadas.

Rusia

La percepción de que Rusia es una amenaza ha aumentado desde la anexión de Crimea y la crisis de Ucrania, por lo que muchos países están reconsiderando sus estrategias sobre el reclutamiento y la defensa nacional. La resistencia histórica de los rusos y el legendario valor de sus soldados incrementan el peligro; Dragomirov precisa que «la peculiaridad esencial del soldado ruso radica en la capacidad de luchar y morir, la cual le lleva en combate al predominio de la abnegación sobre la autoconservación… el soldado occidental está contaminado por una modernidad decadente»[16].

El reclutamiento se mantiene en Rusia como escuela de la nación para la transmisión de valores patrióticos. El servicio militar obligatorio es de doce meses de servicio activo y el apoyo social de la población ha aumentado del 47 al 58 por ciento entre 2011 y 2017. Aunque la tasa de reclutamiento no supera el 37 por ciento, la movilización de más de siete millones de jóvenes varones cubre las necesidades militares.

La debilidad de Occidente

La democracia no sintoniza con la conscripción

El liberalismo -cuya esencia son los derechos individuales- es contrario a la organización de los ejércitos -necesariamente autocrática- por lo que es inevitable una tensión entre el enfoque liberal y comunitario de la democracia; ante la necesidad de prepararse para el conflicto, la democracia se enfrenta al dilema de la conscripción en una sociedad libre.

Al final de la Guerra Fría, Occidente considera que la amenaza militar se desvanece y que -al garantizar las organizaciones internacionales la seguridad colectiva- la conscripción pierde su principal razón de ser (la defensa territorial) por lo que en la mayoría de los países europeos es suspendida o abolida; Ajangiz resume: «El final del reclutamiento se debe al nuevo escenario geoestratégico que hace innecesaria la defensa del territorio nacional»[17]. El discurso oficial enfatiza que «con el arma nuclear y la tecnología, el reclutamiento universal está superado» porque se precisan capacidades tecnológicas que no pueden realizar los conscriptos.

Sin embargo, la justificación técnica para abolirlo oculta un proceso de gran calado que debilita desde hace tiempo a Occidente: el declive del reclutamiento universal se debe fundamentalmente a que los valores posmodernos imperantes se alejan de las dificultades que plantea la ética social. La supeditación de la razón de Estado a la presión social debilita la necesaria defensa democrática que exige el máximo esfuerzo de todos; Janowitz precisa: «La mayor responsabilidad de la abolición de la conscripción se debe a la movilización social»[18].

A las democracias occidentales les cuesta enviar soldados a misiones expedicionarias en el extranjero, lo que lleva al empleo de la tecnología en guerras lejanas con pocas bajas propias que apenas vulneran la conciencia pública. El problema radica en que la distribución asimétrica de la muerte en la guerra posmoderna frustra el debate democrático sobre la defensa y, en consecuencia, plantea una revisión de los desafíos morales y políticos de Occidente; evitar el sufrimiento de los propios soldados desplazándolo a las poblaciones locales lleva a una deriva autoritaria de la democracia que victimiza a quienes están en el extremo receptor de la violencia.

El ciudadano está alejado de la cultura de Seguridad

Las nuevas identidades culturales -consecuencia de los profundos cambios sociales que comienzan en la década de los setenta del siglo pasado- han fragmentado la sociedad, «lo que ha ocasionado» -señala Sánchez Mazo- «una transformación evidente de los rasgos de sociabilidad, vinculación y expresión colectiva»[19]. El soldado ha de adoptar papeles contrapuestos para cumplir su función y sintonizar con la sociedad porque la ciudadanía está cada vez más alejada del sentimiento patriótico; «el proceso de globalización» -dice López- «conlleva una crisis de la identidad nacional»[20].

La compulsión entre libertad y seguridad repercute en el reclutamiento del capital humano que precisa la defensa de la democracia; al contrario que el coercitivo BATX, el persuasivo GAFAM -acrónimo de Google, Amazon, Facebook, Apple y Microssoft- desarrolla ciudadanos débiles y adictos a las pantallas digitales que no responden a las necesidades del reclutamiento. Peirano señala que «China es ‘1984 de Orwell’ y Estados Unidos ‘Un mundo feliz de Huxley’; encierro en su habitación a mi hijo si no hace lo que yo quiero, o le distraigo para que haga lo que quiero yo»[21]. Mientras el «yo quiero» chino (BATX) se identifica con las necesidades de la defensa, el «quiero yo» occidental (GAFAM) desea consumidores inermes al servicio de un colosal beneficio empresarial sin la adecuada conexión con la seguridad comunitaria.

Falta de apoyo de las grandes corporaciones

Recopilar información de calidad sobre los jóvenes en edad militar ya no requiere costosas encuestas y entrevistas. La técnica permite actualmente que los jóvenes alistados -ya preparados mentalmente para el combate por la educación y el entorno social- sean clasificados con gran precisión utilizando la tecnología big data; esta clasificación implica asignarles, en función de sus capacidades, un «puesto de combate» en el que serán instruidos durante el servicio activo y posteriormente, de forma periódica, como reservistas. Los procesos de clasificación e instrucción se actualizan continuamente, pues «no tiene sentido» -señala Benton- «recopilar información sobre las capacidades de un ciudadano a los dieciocho años que son totalmente distintas diez años después»[22].

El tratamiento de datos implica la cooperación en la movilización de las grandes corporaciones estadounidenses (GAFAM) porque conocen casi todo de los ciudadanos occidentales. Schmidt, exdirector ejecutivo de Google, precisa que «saben dónde está el usuario, dónde ha estado y pueden adivinar en qué está pensando»[23] y Kramer señala que «Facebook puede realizar predicciones precisas e influir en el comportamiento del usuario analizando sus palabras en la plataforma»[24].

El problema radica en que -salvo Estados Unidos- los países occidentales no tienen la capacidad de regular adecuadamente a las citadas corporaciones para que participen activamente en su Seguridad porque éstas monopolizan los servicios en línea, imprescindibles para el funcionamiento de Occidente.

Problemas para instruir a combatientes con capacidad y actitud

En consecuencia, a los jóvenes occidentales les costará ser buenos soldados en caso de conflicto bélico. El Departamento de Defensa estadounidense, por ejemplo, estima que el 98 por ciento de los 20,6 millones de jóvenes de 17 a 21 años «no tienen la capacidad o actitud adecuadas para ingresar en las Fuerzas Armadas»[25] (figura 1).

Figura 1. Porcentaje de juventud de Estados Unidos no capacitada para el servicio militar.Elaboración propiaFuentehttps://www.bloomberg.com/opinion/articles/2021-07-12/joining-the-military-doesn-t-appeal-to-enough-young-americans

En Taiwán, aumenta el apoyo al servicio militar obligatorio, Horng-en señala que «se ha pasado del 60 al 81 por ciento entre 2015 y 2016, y en 2017 se ha llegado al 86 por ciento»[26] (figura 2).

Figura 2: Aumenta el apoyo de la opinión pública taiwanesa al Servicio Militar Obligatorio.Elaboración propia. Fuente: https://thediplomat.com/2021/10/what-do-people-in-taiwan-think-about-their-military

Sin embargo, en 2017 se redujo de un año a sólo cuatro meses (figura 3), lo que impide a los soldados participar eficazmente en las maniobras de fuego real.

Figura 3: El gobierno taiwanés acorta la duración del Servicio Militar ObligatorioElaboración propia. Fuente: https://thediplomat.com/2021/10/what-do-people-in-taiwan-think-about-their-military

La espina dorsal de las Fuerzas Armadas la forman voluntarios con compromiso de cuatro años que «no cubren» -dice Huang- «las necesidades de combate en primera línea»[27]. Es preocupante la mala preparación y la baja moral entre los aproximadamente 80.000 soldados en servicio activo y los casi 2,2 millones de reservistas que son reclutados cada año; Wang señala que «los soldados están dispuestos a luchar, pero dudan que haya muchas posibilidades en una guerra contra China»[28].

Israel -país referencia en la conscripción- tiene problemas similares: la tasa de reclutamiento es del 50 por ciento y sólo el 35 por ciento de la población lleva la carga de defender el país. La motivación para combatir también disminuye; Jager señala que «la disposición para servir en unidades de primera línea se redujo del 90 al 80 por ciento entre 1990 y 2010, y fue sólo del 67 por ciento en 2018»[29] (figura 4).

Figura 4: La motivación para combatir de los ciudadanos israelíes decaeElaboración propia. Fuente https://www.jpost.com/opinion/the-myth-of-compulsory-military-service-in-israel

En consecuencia, se reducen los efectivos el 30 por ciento en pro de sistemas de defensa antimisiles y medios cibernéticos porque se considera que las principales amenazas -la creciente preponderancia de Hamas y Hezbollah y las aspiraciones de Irán de desarrollar un arma nuclear- son asimétricas. Sin embargo, estas decisiones son para Benett «un grave error que influirá en la instrucción y capacidad de los soldados en la próxima guerra»[30]; el Defensor del Pueblo enfatiza: «Las FDI se encuentran actualmente en su peor crisis y no podrán hacer frente a las amenazas actuales»[31].

Los Países escandinavos tampoco están bien preparados para responder a la imprevista amenaza convencional rusa, la cual encontraban improbable en el mundo globalizado posterior a la Guerra Fría. Ante la presión rusa en sus fronteras apoyan el reclutamiento universal, pero la educación de los jóvenes está muy alejada de las demandas bélicas, por lo que no resulta fácil reclutar soldados en la cantidad y calidad necesarias. Después de casi una década sin conscripción la población apenas ha contribuido a la defensa, cuyo peso ha recaído en una pequeña fuerza de profesionales poco representativa de la sociedad.

La situación en Suecia es representativa. Cuando es abolido el servicio militar obligatorio en el año 2010, no se piensa en la amenaza rusa y los datos demográficos sugieren que hay suficientes soldados para cubrir los puestos del nuevo ejército voluntario, pero la realidad muestra que pocos jóvenes quieren ser soldados profesionales. La situación empeora en 2016 cuando, ante la nueva situación, se precisan cien mil soldados voluntarios más por lo que «se necesita» -dice Neretnieks- «algún tipo de servicio militar obligatorio»[32]; en 2018 el gobierno sueco reanuda el reclutamiento universal: de trece mil alistados (jóvenes nacidos en 1999) son clasificados cuatro mil mujeres y hombres para servir durante once meses.

Conclusiones

La guerra como constante histórica y el nuevo entorno geopolítico global muestran que las sociedades libres han de estar preparadas para defender la democracia. Los ciudadanos han de interiorizar la necesidad de aportar su mejor esfuerzo, bien sea combatiendo o trabajando; «la cohesión social resulta prioritaria» -dice Kramp-Karrenbauer- «y es profundamente cívico devolver algo al país y a la sociedad»[33].

Servicios nacional y social como preámbulo del reclutamiento universal

Los servicios nacionales de Francia y Estados Unidos, aunque no han movilizado adecuadamente a sus respectivas sociedades, son un primer paso en el necesario compromiso con la Seguridad.

Francia -clave en la defensa europea- se prepara para un conflicto de alta intensidad (HEM) -cuyos probables adversarios son Rusia, Turquía y los países del Magreb- que requiere espíritu militar de los soldados y resiliencia de la sociedad; Burkhard reclama «un endurecimiento del ejército y un reclutamiento más exigente… los soldados deben poder continuar luchando cuando la tecnología no funcione»[34]. En 2018 se crea el Servicio Nacional Universal (Service National Universal) para fortalecer el vínculo entre la nación y quienes la protegen, fomentar la cohesión republicana y desarrollar un espíritu común de defensa, al objeto de aliviar parte de la carga que soportan las fuerzas militares y policiales. Según el Instituto Montaigne «el 72 por ciento de los franceses están dispuestos a apoyar una reanudación del servicio militar obligatorio»[35].

Estados Unidos, en la misma línea, crea en 2016 la Comisión Nacional del Servicio Militar, Nacional y Público (National Commission on Military, National and Public Service) con el objeto de aumentar la participación ciudadana en funciones públicas mediante el servicio nacional obligatorio -alternativa al servicio militar- en las administraciones públicas o en AmeriCorps, una organización que ofrece a los ciudadanos la posibilidad de desarrollar sus capacidades en pro de la comunidad.

Trascendencia de la educación y del entorno social en la guerra

Sin embargo, el servicio nacional no basta; Occidente precisa el máximo esfuerzo de todos para responder a la amenaza autocrática con «la cohesión social anímica» que permita implementar el necesario reclutamiento universal.

La disposición a morir -combatiendo o no- es condición necesaria de los ciudadanos para enfrentarse al conflicto, aunque no es suficiente; «sólo los que están convencidos de que deben causar bajas» -dice Moskos- «tienen posibilidades de vencer»[36]; ante la escasa disposición a morir por el propio país, especialmente en el centro y sur de Europa (figura 5), Occidente ha de solucionar éticamente la cuestión de «quién muere».

Figura 5. Porcentaje de la población dispuesta a morir por su paísElaboración propia. Fuente: https://brilliantmaps.com/europe-fight-war/

El reclutamiento universal demanda la disposición a morir de todos, pero las actitudes no se improvisan; se precisa una educación y un entorno social que aporten al ciudadano reclutable las virtudes que le permitan enfrentarse al conflicto. Movilizar a soldados sin preparación mental para el combate lleva a una muerte probable y a una derrota segura.Jesús Alberto García RiescoCoronel del ET. (R)Licenciado en Ciencias PolíticasAsociación Española de Militares Escritores

 

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