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sábado, 19 de julio de 2025

Guerra Antisubversiva: El asesinato del Contraalmirante Hermes Quijada


Operación "Mercurio": ERP asesina al héroe nacional Contraalmirante Hermes Quijada


Por Alberto N. Manfredi (h)





El lunes 30 de abril de 1973, a las 08:35 de la mañana, el cabo primero Rufino Ocampo puso en marcha el Dodge Polara blanco, con techo vinílico negro, propiedad del contraalmirante Hermes José Quijada y tras un par de minutos de calentamiento, salió lentamente del garaje situado frente al edificio de Arenales 1974, para estacionar junto a la vereda, donde apagó el motor y se dispuso a esperar.
Arriba, en el 6º piso, el alto oficial, héroe de la Aviación Naval Argentina, veterano de las campañas antárticas, terminaba de desayunar, mientras leía con atención las últimas novedades en el periódico.
A las 9 en punto se puso el saco, agarró su portafolio, saludó a su esposa y salió al palier, para tomar el ascensor.
Afuera la mañana transcurría como siempre, el tránsito circulaba por Arenales, numerosos peatones hacían lo propio en ambas veredas, su chofer aguardaba dentro del automóvil y a 20 metros de distancia, la fuerte custodia del ministro Mor Roig (asesinado poco después) hacía guardia en la entrada del edificio donde vivía (1).



Al ver al contraalmirante, Ocampo descendió del auto, saludó con su habitual corrección, abrió la puerta delantera derecha y esperó que se sentase.
Siguiendo la costumbre, Quijada dejó el portafolio en el asiento de atrás y apoyó la pistola-ametralladora sobre sus rodillas mientras el cabo primero ponía el vehículo en marcha y echaba a andar por Arenales, en dirección a Junín. Ignoraban ambos que varios ojos seguían su desplazamiento y que una motocicleta negra con rayas amarillas se desplazaba detrás, a escasos metros de distancia. Eran las 09:10 de la mañana.
Los movimientos del marino venían siendo estudiados desde principios de mes, cuando el escalón de Inteligencia del ERP-22 de Agosto recibió la orden de estudiar sus hábitos para su eventual ejecución. Quijada había sido escogido por el alto mando militar para justificar por la TV pública los procedimientos de Trelew y eso decidió a los guerrilleros a poner en marcha el operativo destinado a eliminarlo.
Confirmada la información, se pasó a la etapa de planeamiento del atentado, el cual fue denominado Operación Mercurio, el mismo nombre que los nazis utilizaron para la invasión de Creta.
En los días previos, los terroristas hicieron el reconocimiento del terreno, ubicando en la primera inspección la custodia del ministro Mor Roig, el cercano supermercado y el garaje. Un segundo registro, les permitió establecer los movimientos que tenían lugar en el estacionamiento, la presencia de un agente de consigna en su puerta y la existencia del Dodge Polara, conducido por un hombre de civil, posiblemente un suboficial naval.



En los días siguientes, se apostaron observadores en las inmediaciones y de esa manera, se pudo establecer que el contraalmirante acostumbraba salir entre las 08:30 y las 09:30, para abordar su automóvil en la vereda de enfrente y partir en dirección oeste, doblando dos cuadras después por Junín y seguir por ella hacia el sur de la ciudad.
Una acción sobre el lugar de residencia fue descartada, debido a la presencia de la custodia de Mor Roig y el agente de consigna; por esa razón, los estrategas se concentraron en tres recorridos posibles:

  1. Arenales hacia el norte.
  2. Doblar a la derecha por Ayacucho.
  3. Hacer lo propio hacia la izquierda por Junín.

Cualquiera de ellos, requería de al menos dos móviles de apoyo y un puesto de observación (PO), razón por la cual, se alistó un comando de doce efectivos, dos de los cuales tendrían a su cargo la ejecución, Víctor José Fernández Palmeiro (“Gallego”), el mismo cuadro que encabezó el secuestro de Héctor Ricardo García y el platense Raúl Argemí, recién llegado de Cuba.
Después de mucho deliberar, se decidió apostar dos vehículos a lo largo del recorrido, el primero sobre Ayacucho y el segundo -de color rojo-, en Junín, además de una posta mixta en las puertas del supermercado, para dar la señal a la sección de ataque ni bien el auto del militar arrancase.
Las tareas de seguimiento arrojaron resultados desalentadores. El tránsito a esa hora era intenso y apenas permitía seguir al rodado dos o tres cuadras; incluso en una oportunidad, el auto frenó bruscamente y obligó a sus perseguidores a acelerar y perderse de vista. Era imperioso seguir practicando y estudiar los detalles, a efectos de no cometer errores.
Para llevar a cabo la acción, los atacantes utilizarían una motocicleta Harley-Davidson patente 2051 de la Municipalidad de Morón, con Argemí al volante y el “Gallego” Palmeiro a cargo de la acción. Los ejercicios y las maniobras se intensificaron en los días siguientes, con prácticas de tiro, ensayando el salto de la moto una y otra vez, la corrida hasta el auto, los disparos desde la derecha y el desplazamiento a gran velocidad por la calle, esquivando los vehículos.
El viernes 28 de abril todo estaba listo. A las 08:30 de esa mañana, las unidades móviles se apostaron en sus respectivos puntos, la pareja encargada de impartir la señal ingresó en el supermercado (el hombre se paró en la puerta para indicar la salida del Dodge) y la Harley-Davidson se ubicó en Ayacucho y Av. Santa Fe, esperando atentamente la señal.
Tal como estaba previsto, Quijada salió a las 08:45 y tomó por Arenales, hacia Junín.
El vigía apostado en la puerta del comercio hizo la señal correspondiente, pero los ocupantes del auto situado en Ayacucho, equivocaron el código de señales y enviaron a la motocicleta por una ruta diferente. El Dodge Polara siguió de largo y los atacantes doblaron hacia Juncal y Av. Las Heras.
Sin saberlo, el alto oficial naval había salvado su vida por un simple error de transmisión.
El lunes 30 de abril los terroristas estaban allí, ocupando las mismas posiciones.
Quijada salió del edificio a las 09:00, saludó al cabo Ocampo y subió al vehículo. El chofer puso primera y arrancó, cruzó Ayacucho y dobló a la izquierda por Junín, para seguir hasta Santa Fe.
En esta ocasión, las señales se emitieron bien, por lo que Argemí y el “Gallego” pudieron aproximarse y colocarse a unos 15 metros del objetivo (tal vez más), intentando no llamar la atención.



El semáforo de Santa Fe y Junín detuvo el tránsito, lo mismo el de Av. Córdoba; al Corrientes lo cruzaron en verde, pasando junto a dos motocicletas policiales detenidas y el de Cangallo (hoy Perón), los volvió a parar, dejando al auto de Quijada al 224 de Junín, la arteria por la que transitaban.

-¡Acá! – gritó Palmeiro.
Argemí redujo la velocidad y el “Gallego” saltó de la moto para correr hacia el Dodge, que aguardaba 15 metros delante.
Mientras lo hacía, la Harley-Davidson lo sobrepasó por el costado derecho y frenó unos metros delante, con el conductor mirando hacia atrás.
El contraalmirante recién se percató de la presencia de Palmeiro cuando lo tuvo junto a la puerta. Se sobresaltó al ver a aquel hombre morocho, de anteojos obscuros y campera azul apuntándole con una ametralladora pero cuando quiso reaccionar fue demasiado tarde. Su primer impulso fue tomar el arma que llevaba sobre las rodillas pero su atacante no le dio tiempo.
Sujetando con firmeza la Halcón ML-63, Palmeiro oprimió el gatillo, volando el vidrio de la ventanilla en pedazos.
Numerosas balas alcanzaron al marino, hiriéndolo de muerte. Una segunda ráfaga perforó la puerta e hirió al conductor en la mano derecha, pero la octava bala se trabó, obligando al asesino a huir a la carrera.



La gente sorprendida, corrió en diversas direcciones intentando ponerse a cubierto; un Fiat 1500 aceleró a gran velocidad y escapó por Cangallo, haciendo sonar sus neumáticos en el pavimento y una mujer aterrada se estrelló contra un kiosco de revistas, tumbando varios estantes.
El “Gallego” saltó sobre el asiento trasero de la moto, cuando el cabo Ocampo, que se había arrojado al pavimento, se incorporó y efectuó varios disparos, alcanzando al agresor en la espalda. Un policía que apareció en esos momentos también abrió fuego aunque sin dar en el blanco.

-¡Me dieron en el estómago! – gritó el terrorista haciendo un gesto de dolor que muchos de los testigos interpretaron como una sonrisa.

Eso alegró a Argemí porque pensó que su compañero le estaba diciendo que le había dado a Quijada en esa parte del cuerpo, pero enseguida notó que se aferraba a él con menos fuerza. Para peor, al intentar escapar, la palanca de cambios de la motocicleta pegó contra un automóvil y cuando intentó enderezarla se le partió en la mano, dejándola en segunda y por consiguiente, imposibilitada de acelerar.
En esas condiciones, Argemí huyó por Cangallo y al llegar a Av. Pueyrredón, dobló a la derecha, rumbo a Libertador; entonces notó con preocupación que su compañero estaba a punto de caer al pavimento.

-¡¡Agarrate más fuerte!! – le gritó girando instintivamente la cabeza.

Un embotellamiento de tránsito en Pueyrredón y Libertador dificultó algo el desplazamiento, por lo que decidió dejar la motocicleta en la plazoleta Dante, frente al Museo Nacional de Bellas Artes, bajo el gran arbusto al que todo el mundo supone un ombú y cargando a su compañero sobre un hombro, cruzó la segunda de aquellas avenidas y caminó hasta la playa de estacionamiento de la Facultad de Derecho donde la sección de apoyo había dejado un automóvil.
Escaparon hacia una de las casas operativas que la organización tenía en el barrio de Palermo, más precisamente en Charcas 3679, piso 5º, departamento 12, donde llegaron pasadas las 10 a.m.
En el lugar del atentado, todo era agitación. El cuerpo del contraalmirante yacía sobre el asiento delantero, desangrándose y el cabo Ocampo, a quien se le acercaron varios transeúntes para socorrerlo, pedía ayuda a los gritos en el local de la Asistencia y Previsión para Ferroviarios, que se encontraba en la vereda opuesta. Uno de los médicos corrió hasta el vehículo y tras una rápida revisión, indicó que era necesario trasladar urgentemente al herido porque el cuadro era extremadamente grave.



Una ambulancia acudió al lugar y en ella partió el oficial moribundo, para fallecer camino al quirófano, a poco de ingresar en el Hospital Naval, ubicado en el cercano Parque Centenario.
La consternación se adueñó una vez más del gobierno y de la población en general.
Las primeras en acudir al nosocomio fueron la esposa e hija del contraalmirante, seguidas inmediatamente después por su hermana y personal médico de la asistencia ferroviaria donde ella trabajaba. Cuarenta minutos después lo hizo el almirante Coda, a bordo de un Dodge negro, fuertemente escoltado, escena que registraron reporteros y camarógrafos de diferentes medios de prensa que se encontraban allí, cubriendo la noticia. Mientras tanto, el vehículo de la víctima fue remolcado hasta una dependencia de la Policía Federal, para realizarle los peritajes correspondientes.
Para entonces, el “Gallego” Palmeiro había fallecido. La idea era evacuarlo hacia un hospital de campaña de la organización, donde se lo pensaba someter a una intervención quirúrgica, pero murió desangrado menos de una hora después de arribar.
A Claudio Parrota, encargado del edificio, le llamaron la atención las coronas de flores que comenzaron a llegar cerca del mediodía.
Ni bien se dio a conocer el hecho, las Fuerzas Armadas y de seguridad iniciaron pesquisas para dar con los autores. Una partida, a bordo de un patrullero, halló la motocicleta en la plazoleta Dante, en tanto versiones recogidas en el lugar de los hechos pudieron determinar que el Fiat 1500 que salió haciendo chirriar sus neumáticos era, al parecer, un vehículo de apoyo; que los tripulantes de la motocicleta vestían camperas obscuras y el conductor un casco blanco; que escaparon por Cangallo y que quien viajaba en la parte posterior, había sido alcanzado por los disparos del cabo 1° Ocampo.







Horas después, se supo que había un cadáver en Charcas al 3600 y movimientos extraños parecían confirmar que se lo estaba velando.
En vista de ello, una patrulla integrada por cinco efectivos de la Federal se hizo presente en el lugar (ya había algunos periodistas en la vereda), quienes de manera resuelta se dirigieron al quinto piso para golpear la puerta del departamento 12. Al no obtener respuesta, ordenaron desalojar del área y dispusieron todo para franquear la entrada, trayendo a la Brigada de Explosivos y un cerrajero particular que tenía su negocio en las inmediaciones.
  Mientras eso sucedía en el interior del edificio, continuaban llegando ofrendas florales. “Tus Padres”, se leía en la primera, “Tu esposa”, en la que llegó después, “Tus compañeros”, “Tus compañeros de tareas”, “Familia Aviompla”, “Tu último compañero de tareas”. Otras tres volvieron a las florerías porque eran contra rembolso y no había nadie para pagarlas y a las 13:15 llegó por error una cuarta, al edificio de enfrente, porque en su dirección habían anotado Charcas 3687. Las restantes fueron cargadas en una pick-up policial y conducidas a la comisaría 21ª, como pruebas para la investigación.



La policía interrumpió el tránsito entre Salguero y Julián Álvarez, desplegando un centenar de hombres fuertemente armados.
El edifico donde fue reportado el cuerpo fue clausurado y el de enfrente, a donde había llegado por error la última corona, inspeccionado.
Recién a las 14:00, el cerrajero pudo abrir el departamento. Cuando lo hizo, las fuerzas de seguridad hallaron el cadáver de un hombre de 24 años tirado sobre un pasillo y cerca de él lo que parecían ser explosivos. La noticia fue confirmada por el cerrajero cuando fue abordado por el periodismo fuera del inmueble.
-Estaba en el suelo, en uno de los pasillos. Vestía pantalón y camisa y presentaba una herida en la espalda, de la que había emanado abundante sangre.
Ante una nueva requisitoria, el trabajador respondió:
-Estaba cubierto por un diario de la mañana de hoy, totalmente rapado.

La policía revisó minuciosamente los ambientes y el mobiliario, en tanto personal de la Brigada intentaba dar con algún artefacto explosivo.



Los primeros sondeos pudieron determinar que la propiedad había estado habitada hasta hacía poco tiempo por un matrimonio joven, de apellido Núñez Palacios, que tenía dos hijas pequeñas. Según informó el portero, ninguno de los dos superaba los 30 años, alquilaban allí desde hacía cuatro años, el propietario era el Dr. Miguel Coronado, ministro de Economía de la provincia de Santa Fe hasta el año anterior y la última vez que vio a los moradores fue el lunes anterior, a las 7 de la tarde, cuando el marido llegó con una guitarra. Para los vecinos del 4º piso, se trataba de gente muy rara “que andaba en cosas no muy claras”.
A las 16:00 se hizo presente el juez que entendía en la causa, Dr. Mario Antonio Fernández Badessich, acompañado por personal de su juzgado, para inspeccionar el lugar. Una hora después, llegó una ambulancia de la morgue judicial, que procedió a retirar el cuerpo.
A las 14:00 horas de ese mismo lunes, el general Sánchez de Bustamante se reunió con el jefe de la Policía Federal, general Jorge Cáceres Monié, quien manifestó en la sala de periodismo de la dependencia, que su par le había hecho una visita relacionada con sus funciones, que la motocicleta utilizada por los atacantes tenía la patente adulterada y pese a que aún no se había confirmado, se sospechaba que el cadáver hallado en la finca era el de Víctor Fernández Palmeiro (2).



En las primeras horas de la tarde, el comando superior de la Armada emitió el siguiente comunicado:
"Siendo las 9.10 aproximadamente, fue asesinado por criminales terroristas el señor contraalmirante (RE.) Hermes J. Quijada.
No debe confundirse la ciudadanía. Esta no es una guerra entre la Armada o las Fuerzas Armadas y el terrorismo. Es la lucha entre dos sistemas de vida. El totalitarismo apátrida, donde la muerte es un medio para alcanzar objetivos utópicos, y la democracia. Por ello este crimen cerca del cual se buscan justificaciones personalistas es, en realidad, un atentado contra el pueblo argentino todo. "




Averiguaciones permitieron establecer que el matrimonio estaba integrado por Alberto Núñez Palacios, músico y publicista, la modelo Margarita Silvestre y sus hijas Valeria de 6 años y Natalia de 3; que un extraño policía se hizo presente en el departamento a primeras horas de la tarde del lunes y tras una serie de preguntas, abandonó la morada, seguido diez minutos después por la pareja y las pequeñas, quienes escaparon a toda prisa, escaleras abajo, sin usar el ascensor.
El miércoles 2 de mayo la policía allanó el estudio de grabación Audion, situado en Ayacucho al 600, con el cual Alberto Núñez Palacios tenía relaciones. Antes de irrumpir en el inmueble, efectivos fuertemente armados rodaron la manzana y cortaron el tránsito, para sacar del interior a una veintena de jóvenes de ambos sexos, los cuales fueron subidos a un ómnibus de la fuerza y conducidos al Departamento Central de Policía, sobre la calle Moreno.
La ciudadanía seguía expectante el desarrollo de los acontecimientos, en tanto los medios de información emitían noticias a cada momento.

Notas

1 Por una casualidad del destino, en ese mismo lugar trabajaba habitualmente la hermana del contraalmirante Quijada.
2 La información fue confirmada durante la noche, luego de realizadas las pericias dactiloscópicas.


sábado, 8 de febrero de 2025

Guerra Antisubversiva: Las efectivas tácticas que dieron la victoria en el Operativo Independencia

Argentina, radiografía de una técnica contraguerrilla

Ayer noticia

Basado en el trabajo de Alberto Carbone || Defensa.com


El inicio del conflicto

En 1972, el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo, de ideología trotskista-guevarista) estableció un foco de guerrilla rural en Tucumán, a 1.000 km de Buenos Aires. Para erradicarlo, el Ejército Argentino (EA) lanzó el 9 de febrero de 1975 la “Operación Independencia”, la cual duró 21 meses, concluyendo oficialmente el 24 de noviembre de 1976 con la eliminación total de la guerrilla.

Desde una perspectiva militar, la operación no incluyó grandes batallas. El EA adaptó su estrategia a la del enemigo, abandonando la rigidez táctica y empleando pequeñas unidades móviles, pero conservando la ventaja de su estructura regular.

El éxito no solo fue militar, sino también ideológico: al aislar al ERP del apoyo campesino, este quedó vulnerable. Contrario a la estrategia de Mao Tse-tung, que comparaba a la guerrilla con un pez en el agua, el EA logró lo contrario: un pez sin agua no sobrevive.


Guerrilla urbana

A fines de los años 60, surgieron en Argentina diversas organizaciones clandestinas, aprovechando un contexto político y socioeconómico favorable para la lucha armada.

Entre ellas, el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), de línea trotskista, rompió en 1970 con la Cuarta Internacional y creó su brazo armado, el ERP.

Hasta 1972, el ERP actuó en el ámbito urbano, al igual que otras organizaciones clandestinas. Argentina se convirtió en un foco de guerrilla urbana sin precedentes en Sudamérica.

En 1973, se registraron 190 secuestros, generando a los grupos insurgentes ganancias por 38 millones de dólares. En 1974, el ERP obtuvo 14,2 millones de dólares por el rescate del director de Esso Argentina, Víctor Samuelsson.

Sin embargo, el rescate más alto lo lograron los montoneros (peronistas de izquierda), que en julio de 1975 obtuvieron 60 millones de dólares por los hermanos Juan y Jorge Born, empresarios del sector agrícola.

La guerrilla urbana en América Latina tomó experiencia de los Tupamaros en Uruguay y de los grupos radicales brasileños, influidos por Carlos Marighela, autor del primer manual del guerrillero urbano.

Tras el fracaso de la guerrilla rural en Bolivia, Venezuela y Perú, la lucha armada se trasladó a las ciudades, donde la mayor parte de la población se concentraba.

No obstante, el ERP decidió cambiar su estrategia, sumando a la lucha urbana la creación de focos rurales, buscando generar “zonas liberadas”, inspirados en la experiencia maoísta.

Una ceremonia en un campo guerrillero. Frente a la guardia formada, un miembro del ERP, armado con un fusil, se apresta a estrecharle la mano a uno de sus jefes.

El objetivo del foco rural

El plan de establecer un foco rural fue ideado por Roberto Santucho, líder del ERP y secretario general del PRT. Pese a la oposición interna, logró imponerse con el siguiente esquema estratégico:

  • Convertir la guerrilla en un ejército revolucionario popular.
  • Formar cuadros político-militares reclutados en la zona.
  • Obtener reconocimiento y apoyo internacional.
  • Crear un poder paralelo al Estado.

Se eligió el suroeste de Tucumán como la región inicial para desarrollar la estrategia.

Localización de la provincia de Tucumán en el inmenso mapa argentino.

El escenario: Tucumán

La provincia de Tucumán, en el centro-norte de Argentina, tiene 34.000 km² y 800.000 habitantes, cifra que crece en la zafra azucarera (mayo-noviembre) con trabajadores migrantes de Bolivia y Paraguay.





El clima cálido y lluvioso, junto con su geografía, la dividía en dos zonas:

  1. Llanura, con las principales ciudades, industrias y cultivos (especialmente caña de azúcar).
  2. Zona montañosa, con bosques densos y terrenos propicios para la guerrilla.

El ERP consideró que las condiciones socioeconómicas favorecían el reclutamiento local, siguiendo los métodos establecidos por Mao Tse-tung:

  • Terror selectivo.
  • Propaganda ideológica.
  • Jerarquías paralelas.
  • Adoctrinamiento revolucionario.




La producción más importante de la provincia, y particularmente en los dos departamentos seleccionados por Santucho, es la azucarera, con grandes establecimientos (ingenios) para la industrialización de la caña. Existen, asimismo, otras industrias, destacándose en Famaillá una fábrica textil, con 1.800 obreros.
En general, la zona elegida favorece las actividades guerrilleras foquistas, tanto por las características del terreno como por la idiosincrasia de la población. Por otra parte, el ERP consideró que las condiciones socio-económicas le otorgaban un elemento —población— potencialmente proclive para su captación y reclutamiento.
Los métodos para la captación y reclutamiento de la población tienen vigencia universal desde que los codificó Mao Tse-tung.
Un experto español (Andrés Cassinello Pérez, Operaciones de Guerrillas y Contraguerrillas”) enumeró esos métodos así: terror selectivo; exhibición y empleo de fuerzas; propaganda ideológica; establecimiento de jerarquías paralelas; identificación con las aspiraciones populares; crítica y autocrítica de la actuación personal; estudio en grupos de las ideas revolucionarias.

Entrega de un banderín.

El foco guerrillero debe desarrollarse en tres etapas:
• Asentamiento: Un escaso contingente inicial debe comenzar a reconocer el terreno y clima, al par que se va montando el aparato logístico. Esto debe realizarse con el máximo secreto y aislamiento de la población. Esta etapa culmina con la construcción mínima de una zona de operaciones y el comienzo de pequeñas acciones.
• Desarrollo: Formación del foco guerrillero y expansión del mismo a otras áreas; formación y coordinación de guerrillas urbanas; creación del poder dual.
• Ofensiva: Creación del ejército popular revolucionario; generalización de la insurrección de masas; operaciones clásicas contra las fuerzas armadas; toma del poder.

Compañía de Monte RRJ

En 1972, el ERP intentó establecer una base en la zona con un grupo liderado por Ramón Rosa Jiménez, pero fue detectado por la policía y su líder murió en el enfrentamiento.

En 1973, se inició un segundo intento, completando un reconocimiento del terreno y estableciendo una unidad de monte en marzo de 1974 con 20 hombres.

Para mayo de 1974, el ERP consideró completada la primera fase y pasó a la acción abierta, creando la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez (Ca. RRJ), que el 30 de mayo tomó la localidad de Acheral, logrando un éxito propagandístico.

Simultáneamente, el ERP intensificó su actividad urbana, con atentados y ataques contra destacamentos policiales y militares.

El 20 de enero de 1974, un comando de 60-70 guerrilleros atacó el Regimiento Blindado 10 en Azul, matando a su jefe y secuestrando al Tte. Cnel. Igarzábal, quien luego fue asesinado.

Tres hombres del ERP. De das Taconas, a la izquierda,


El desarrollo del foco guerrillero

A lo largo de 1974, el ERP llevó a cabo una serie de atentados y ataques, operando con sus compañías urbanas en Gran Buenos Aires, Córdoba y Rosario. Estas unidades lograron ejecutar diversas acciones, incluyendo asaltos a destacamentos policiales y cuarteles militares.

El golpe más impactante ocurrió el 20 de enero de 1974, cuando un comando de 60 a 70 guerrilleros atacó el Regimiento Blindado 10 en Azul, a 350 km al sur de Buenos Aires. Durante el asalto, los insurgentes asesinaron al jefe del regimiento, a su esposa y a un soldado. Además, secuestraron al Tte. Cnel. Roberto Igarzábal, jefe de un grupo de artillería blindada, quien posteriormente fue ejecutado por sus captores.

Sin embargo, pese a la intensificación de su actividad urbana, la dirigencia del ERP, liderada por Santucho, decidió priorizar la consolidación del foco guerrillero rural en Tucumán. Con este objetivo, concentraron sus recursos en la reorganización y mantenimiento de la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez (Ca. RRJ), lo que debilitó progresivamente sus estructuras urbanas.

Este traslado de esfuerzos provocó una pérdida sostenida de personal y recursos en las células urbanas, un factor clave que contribuyó a la derrota final del ERP.

Foco en Catamarca

El 11 de agosto de 1974, el ERP lanzó una serie de ataques coordinados. En Tucumán, un grupo de guerrilleros se desplazó hacia el este con la intención de tomar el Regimiento de Infantería Aerotransportado 17, ubicado en la provincia vecina de Catamarca. Simultáneamente, una compañía urbana del ERP, que operaba en Córdoba, atacó un polvorín en Villa María.

Ambos intentos fracasaron. En Catamarca, los insurgentes fueron detectados por la policía antes de llegar al cuartel, lo que frustró su plan.

Al día siguiente, tropas del Ejército Argentino, que perseguían al grupo que intentó tomar el Regimiento 17, lograron emboscarlos y derrotarlos en el combate de Piedra Blanca, a 12 km al noreste de la ciudad de Catamarca.

Estos enfrentamientos resultaron en graves pérdidas para el ERP, tanto en efectivos como en armamento y pertrechos, debilitando aún más su capacidad operativa.

Cadáver de un guerrillero muerto en combate en campo abierto. El ERP estuvo, durante algún tiempo, seguro de su triunfo.

Santucho, en persona, se trasladó al foco guerrillero con el objetivo de reorganizar la unidad de monte. La nueva compañía, compuesta por 60 a 80 combatientes, fue estructurada en tres sectoresNorte, Centro y Sur— que operarían de manera semiindependiente.

Tras un breve período de asentamiento y adaptación, el ERP comenzó a actuar abiertamente, tomando pequeñas localidades y eliminando a los pocos efectivos policiales presentes en la zona.

Esta estrategia se intensificó a finales de 1974 y principios de 1975, cuando parte de los efectivos de la unidad de monte fueron trasladados a Tucumán, con el fin de reforzar la guerrilla urbana en la capital provincial.




El aumento de la actividad guerrillera llevó al ERP a ejercer un control casi total sobre la zona. Como parte de su estrategia para establecer un poder paralelo, la guerrilla implementó una serie de medidas simbólicas y operativas, incluyendo:

  • Distribución de tierras.
  • Cobro de impuestos y peajes a vehículos de pasajeros.
  • Adoctrinamiento de la población mediante sesiones propagandísticas.
  • Desfiles y ceremonias en los pueblos, donde izaban sus propias banderas.
  • "Juicios revolucionarios" para condenar y ejecutar a policías y pobladores que se les oponían.

Una crisis política y un país al borde del colapso

En paralelo, Argentina vivía un contexto de profunda inestabilidad. El 1° de julio de 1974, tras la muerte de Juan Domingo Perón, el poder pasó a manos de su esposa y vicepresidenta, Isabel Perón. Su ineficaz conducción aceleró un proceso general de descomposición.

La inflación alcanzó el 400% anual, con devaluaciones de la moneda hasta dos veces por semana. Mientras tanto, la actividad de los grupos terroristas se intensificó, provocando una escalada de violencia en todo el país.

A la acción de la extrema izquierda, se sumó la aparición del terrorismo de extrema derecha, representado principalmente por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina).

El país quedó sumido en un clima de violencia permanente, con secuestros, atentados con explosivos, asesinatos, huelgas y copamientos de localidades, transformándose en una crisis sin precedentes.

Jefes del ERP, con el rostro enmascarado, en el curso de una rueda de prensa dada en el propio Buenos Aires desvergonzadamente con la imagen de San Martín detrás.

El contexto general del país favorecía el crecimiento sin obstáculos de la guerrilla rural. El gobierno, por razones políticas, subestimó el conflicto en Tucumán, tratando los ataques y atentados del ERP como simples asuntos policiales.

En consecuencia, la responsabilidad de combatir a la guerrilla recayó en la policía, cuyo accionar indiscriminado y descoordinado terminó generando un efecto opuesto al esperado.

Lejos de debilitar al ERP, la situación hizo que muchos pobladores rurales se sintieran más seguros en las zonas bajo control guerrillero que en aquellas donde operaban las fuerzas policiales.



Operación Independencia

Con el país en crisis tras la muerte de Perón el 1° de julio de 1974, la violencia se incrementó. El gobierno de Isabel Perón, inicialmente, trató el conflicto como un problema policial, pero la situación se volvió insostenible.

El Ejército Argentino exigió intervenir, iniciando la Operación Independencia el 9 de febrero de 1975.

El plan contemplaba:

  1. Aislar la zona guerrillera: La guerrilla vive de la población civil de la zona afectada. De esta población, que la protege por simpatía o por temor, se abastece, se informa y se sirve para ocultarse. Conclusión: es preciso arrebatarle el apoyo de la población civil.
  2. Cortar los suministros y refuerzos: La guerrilla opera en combate condicionando sus acciones a las del ejército regular, en acecho de sus fallos, debilidades, descuidos o rigideces, para golpear con sus fuerzas en puntos vulnerables. Conclusión: es preciso volverse irregular, apartarse de la rutina, aligerar el equipo, condicionar la propia acción a la del enemigo, y todo esto conservando las ventajas de las unidades regulares.
  3. Hostigar hasta su aniquilación: La guerrilla no es una razón, sino una resultante. Luego hay que descubrir su causa y hacerla desaparecer.


Soldado del 10 Regimiento de Caballería Motorizada, montando guardia tras un ataque del ERP, en el que resultó muerto un coronel y heridos varios soldados.

Tres Frentes de la Operación Independencia

La Operación Independencia se desarrolló en tres frentes simultáneos:

  1. Acción psicológica sobre la población.
  2. Acción cívica para consolidar el control territorial.
  3. Operaciones militares directas contra la guerrilla.

La acción psicológica se basó en el uso de propaganda para influir en emociones, opiniones y actitudes de diversos sectores —tanto favorables como neutrales o enemigos— con el objetivo de generar apoyo a la estrategia nacional. Según la doctrina de la Escuela de Guerra Especial del Ejército de EE.UU., el blanco de estas operaciones era el individuo.

El Ejército Argentino centró su discurso en un eje ideológico claro: presentar a la guerrilla como una fuerza extranjera, que intentaba imponer violentamente una ideología ajena a la identidad nacional.

Este mensaje apelaba al nacionalismo, reforzándolo con el fuerte sentimiento religioso de la población tucumana, lo que ayudó a desvincular a la comunidad del ERP y debilitar su influencia.



La acción psicológica fue reforzada con una serie de medidas destinadas a consolidar el control sobre la población, entre ellas:

  • Identificación y documentación obligatoria.
  • Puestos de control en caminos y carreteras.
  • Registros domiciliarios.
  • Creación de una red de informantes dentro de la población civil.

Estas acciones tenían un objetivo claro: quebrar el dominio del ERP y reducir el temor de la población hacia la guerrilla.

Según un oficial del Ejército Argentino, estas estrategias fueron determinantes para fomentar la colaboración de la población:

"La presencia del Ejército marcó un cambio. Cuando la gente vio que imponíamos el orden y alejábamos la presión de la guerrilla, comenzó a denunciarlos voluntariamente."

Uno de los resultados clave de esta táctica fue la creación de una red de informantes espontáneos, con un rol fundamental desempeñado por las mujeres:

"Las madres, esposas y novias fueron el principal objetivo de la acción psicológica. En los hospitales, al hablar con los médicos o incluso en consultas con dentistas, muchas de ellas proporcionaban información clave para sorprender a los guerrilleros."

Posteriormente, los hombres también comenzaron a colaborar, consolidando la estrategia de inteligencia militar contra la insurgencia.


La acción cívica se basó en una serie de principios fundamentales, orientados a fortalecer el sentido comunitario y fomentar la autogestión local. Entre sus ejes principales se encontraban:

  • Apoyo a proyectos impulsados por la propia población.
  • Implementación de planes adaptados a las necesidades locales.
  • Promoción del trabajo comunitario en el campo y las aldeas.

Esta estrategia buscaba atacar las causas subyacentes que facilitaban el reclutamiento guerrillero.

A diferencia del ERP, que intentaba captar apoyo mediante obsequios y asistencialismo, el Ejército Argentino optó por una política de autosuficiencia, enseñando a la población a asumir sus propias responsabilidades y a mejorar sus condiciones de vida sin depender de actores externos.


Fin del ERP y muerte de Santucho

El 10 de octubre de 1975, en el combate de San Gabriel del Acheral, el foco guerrillero colapsó. En noviembre, la lucha antisubversiva se extendió a todo el país.

El 23 de diciembre de 1975, el ERP intentó asaltar el Batallón de Arsenales 601 en Monte Chingolo, pero fracasó, sufriendo más de 100 bajas.

El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas tomaron el poder. El ERP, debilitado, perdió su última estructura en 1976, con la muerte de Santucho el 19 de julio en un enfrentamiento con el Ejército en Buenos Aires.

El 24 de noviembre de 1976, la Operación Independencia finalizó oficialmente, marcando el fin del ERP en Argentina.




El 10 de octubre de 1975, el combate del arroyo San Gabriel del Acheral marcó el desenlace de las operaciones iniciadas dos días antes y fue el punto de quiebre del enfrentamiento militar. A partir de esta batalla, el foco rural del ERP comenzó a desintegrarse.

La zona de combate se ubicaba al este de la Ruta Nacional 38, la principal vía de comunicación que conecta la capital tucumana con Córdoba. Este sector había sido el núcleo de operaciones del ERP, con bases establecidas en el cordón del Aconquija, desde donde descendían hacia la ruta para llevar a cabo sus incursiones.

La localidad de Acheral, situada junto a la carretera, era un punto estratégico en la región. A unos 4 km al este, se encontraba el ingenio Santa Lucía, un enclave donde trabajaban y residían alrededor de 4.000 personas, entre obreros agrícolas y sus familias.


El asesino Roberto Santucho, a la izquierda, uno de los jefes y teóricos  principales de la guerrilla hasta su muerte.

El 8 de octubre de 1975, a unos 2 kilómetros del ingenio Santa Lucía, en una quinta naranjera del paraje Las Mesadas, el Ejército Argentino (EA) abatió en combate a Jorge Carlos Molina, uno de los jefes del ERP.

Al día siguiente, en la misma zona, el EA emboscó y eliminó a Asdrúbal Santucho, hermano del líder guerrillero Roberto Santucho, junto con el jefe y segundo jefe de la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez (Ca. RRJ). En la misma acción también cayó el técnico de comunicaciones del ERP.

Finalmente, el 10 de octubre, con su estructura de mando prácticamente desmantelada, la unidad de monte del ERP fue atrapada en una encerrona en un cañaveral cercano al arroyo San Gabriel del Acheral. El enfrentamiento y el posterior rastrillaje causaron un elevado número de bajas entre los guerrilleros.

El 24 de octubre, el EA informó que desde el inicio de la Operación Independencia habían sido abatidos 104 combatientes del ERP.

Para noviembre de 1975, el panorama para el ERP se tornó aún más crítico. La lucha antisubversiva se extendió a nivel nacional con la participación activa de todas las Fuerzas Armadas.

Ante esta situación, Roberto Santucho decidió lanzar una ofensiva en el Gran Buenos Aires, con el objetivo de recuperar prestigio y obtener un importante botín de armas y material bélico mediante el asalto a una unidad del EA en el conurbano bonaerense.



Para ejecutar esta operación, el ERP adoptó una estrategia contraria a la habitual, trasladando gran parte de la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez (Ca. RRJ) desde Tucumán hacia la zona urbana del Gran Buenos Aires.

El 23 de diciembre de 1975, el ERP lanzó un ataque masivo contra el Batallón Depósito de Arsenales 601 "Domingo Viejobueno", en Monte Chingolo. Sin embargo, la guardia resistió el asalto hasta la llegada de refuerzos de varias unidades militares, lo que convirtió la operación en una emboscada letal para los insurgentes, quienes sufrieron más de 100 bajas.

Posteriormente, la propia publicación del ERP, El Combatiente, reveló que el Ejército Argentino (EA) conocía de antemano los detalles del ataque, gracias a la infiltración de un espía dentro de la organización. Si bien la infiltración era una táctica común tanto en la guerrilla como en la contraguerrilla, el fracaso en Monte Chingolo marcó el inicio del colapso definitivo del ERP y aceleró la desintegración de la Ca. RRJ.

El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas derrocaron a la presidenta Isabel Perón y asumieron el poder. Para entonces, la Compañía de Monte ya estaba severamente debilitada, perdiendo estructura y cohesión.

El incremento de las deserciones obligó a sus miembros a dispersarse, operando en pequeños grupos de dos o tres personas. En lugar de llevar a cabo acciones armadas, comenzaron a infiltrarse en organizaciones laborales y movimientos de masas. No obstante, con el tiempo, estos células reducidas fueron detectadas y eliminadas.

Finalmente, el Ejército Argentino dio por concluida la Operación Independencia el 24 de noviembre de 1976. Para ese entonces, el líder del ERP, Roberto Santucho, ya había muerto junto a varios de sus compañeros, el 19 de julio de 1976, en un enfrentamiento con el Ejército en un suburbio del norte de Buenos Aires.



Los adversarios

La Operación Independencia estuvo bajo la responsabilidad del III Cuerpo de Ejército del Ejército Argentino (EA), con sede en Córdoba, mientras que la unidad operativa principal fue la Quinta Brigada, con base en Tucumán.

En la campaña participaron fracciones de casi todas las unidades del III Cuerpo, aunque en su momento de mayor despliegue, el EA solo contó con un máximo de 1.500 a 2.000 soldados en la zona de operaciones.

A diferencia de otros conflictos, las unidades no fueron rotadas desde todo el país. Solo oficiales y suboficiales de diversas guarniciones argentinas fueron enviados temporalmente al área, con el objetivo de adquirir experiencia en combate y luego transmitirla a sus subordinados en sus respectivas unidades.




Los combatientes

El Ejército Argentino (EA) basó su fuerza en soldados conscriptos, la mayoría provenientes de la misma región norteña donde operaba la guerrilla. En los primeros meses, la lucha fue particularmente difícil, ya que la guerra contraguerrillera hasta entonces solo había sido un tema teórico de estudio para los mandos militares.

Con el tiempo, la experiencia adquirida transformó la estrategia del EA. Un alto oficial reconoció que la insurgencia "nos dio nuestra razón de ser a los militares argentinos, que hacía un siglo que no peleábamos una guerra".

Por su parte, la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez (Ca. RRJ) del ERP osciló entre 60 y 80 combatientes, siendo reabastecida con nuevos reclutas tras cada enfrentamiento.

Sus filas estaban compuestas por universitarios, pequeños burgueses de clase media urbana y algunos habitantes de la zona, además de extranjeros, entre ellos chilenos, cubanos, bolivianos y paraguayos. Mientras que algunos combatían por convicción ideológica, otros habían sido atraídos por el espíritu de aventura.

"Cuando estaban bien adoctrinados, se defendían con todo", admitió un oficial que los enfrentó en Tucumán.

Sin embargo, a medida que el ERP se debilitaba y perdía apoyo entre la población, surgieron problemas de disciplina. Uno de los líderes guerrilleros, el "capitán Santiago", adoptó una postura distante e impopular, lo que generó tensiones en la unidad hasta su muerte en combate.

El Ejército Argentino capturó correspondencia en la que Santucho criticaba duramente su desempeño y le exigía mayor compromiso con la estrategia general.

Armamento y logística

El ERP obtenía su armamento de ataques a cuarteles y compras en el extranjero. Su arsenal incluía:

  • Morteros y fusiles FAL.
  • Gran cantidad de municiones y armas cortas.
  • Trampas cazabobos, granadas y lanza-granadas de fusil.

Para las comunicaciones, el ERP utilizaba radios de fabricación casera, consideradas de buena calidad técnica, y sus combatientes poseían un gran conocimiento del terreno, lo que les otorgaba una ventaja en la lucha en la selva tucumana.



A diferencia del ERP, el Ejército Argentino (EA) nunca subestimó a su enemigo en el monte tucumano. Siempre consideró a esta guerrilla la más coherente políticamente, lo que la convertía en el grupo más peligroso militarmente entre todas las organizaciones insurgentes que operaban en Argentina.

Por esta razón, la eliminación del foco rural —y con ello, la desarticulación total del ERP— se convirtió en la máxima prioridad del Ejército Argentino.

Cuando la lucha contra la subversión dejó de ser una tarea policial para convertirse en una operación militar a nivel nacional, el EA enfocó sus esfuerzos en aniquilar la estructura rural del ERP, asegurando así su colapso definitivo.


sábado, 22 de julio de 2023

Guerra Antisubversiva: Combate de Acheral

Combate de Acheral





Los argentinos no quieren recordarlo pero hubo una guerra en Tucumán. Se luchó en la ciudad y en el monte.
Puedo ver una foto de la capilla ardiente en la que se vela a un soldado.
El general Edgardo Adel Vilas rezando ante el cuerpo de un soldado muerto es la prueba de una realidad dolorosa.



Uniforme de combate, fusil terciado en la espalda apuntando hacia el suelo, los dos solos, general y soldado ante la imagen de San Martín y el Cristo en la cabecera del féretro.
Releo relatos, testimonios, experiencias de dos periodistas de medios que entre septiembre y diciembre de 1975 estuvieron en el frente.



Es curioso, los que se autodenominan corresponsales de guerra hoy parece que la hubieran olvidado, pero en esa época contaban que había guerra y como en todas las guerras, las cosas sucedían rápido.
A mediodía, cuenta el corresponsal, cuando el sol es una gota de plomo fundido sobre las calles de la ciudad, cuando una muchedumbre desfila entre vendedores de abanicos mágicos, pilas, fósforos, cordones e indescriptibles costureros hechos de caracoles, un helicóptero los lleva a Acheral, donde ha estallado un combate. Nadie habla a bordo. Miran hacia abajo, hacia los cañaverales verdes y amarillos, hacia los campos prolijos e interminables.
Y tienen miedo, mucho miedo.



De pronto, otros ruidos inconfundibles los ubican de una vez por todas: a menos de 500 metros hay tableteo de ametralladoras, secos estampidos de fusiles FAL, disparos de pistola, humo de cohetes que parten de un helicóptero y revientan en los surcos. Están cara a cara con el horror de la guerra.
Los helicópteros vuelan sobre los surcos y los abren como una maestra revisando piojos entre los pelos de sus alumnos. Los camiones Unimog se bambolean por el terreno irregular y dejan a los soldados en posiciones estratégicas. El cerco se cierra sobre la patrulla subversiva, sorprendida una hora antes…
Uno de los helicópteros sufre una emergencia alcanzado por una bala de FAL en su sistema eléctrico y ha tenido que bajar en el centro mismo de la patrulla enemiga. El piloto ha salvado la máquina pero ha perdido al artillero, una bala le perforó el pecho. El hombre caído era un suboficial y justo ese día se iba de licencia. Fue su última misión.
La danza de los helicópteros no termina, arrojan bombas incendiarias y de demolición sobre los surcos.
  • Ramón Pío Fernández, nacido en Palma Sola, Jujuy.
  • Rogelio Ramón Espinoza, nacido en Caimancito, Jujuy.
  • Juan Carlos Castillo, nacido en Aguaray, Salta.
  • Enrique Ernesto Guastoni, nacido en Córdoba.
  • Freddy Ordoñez (desertor incorporado por su propia voluntad) nacido en Salta.
Todos estos soldados tenían 21 años y murieron en batalla de monte. Eran argentinos. Tanto como nosotros o más porque combatieron en Acheral el viernes 10 de octubre de 1975.




Tenían el rostro aindiado, la piel morena. Sus gestos no sabían de grandilocuencias y sus respuestas eran cortas y seguras. Luchaban por la Patria y tenían las manos acostumbradas al monte. Eran un símbolo, un poco cortados con el mismo molde con el que estaban hechos todos los jóvenes argentinos que pelearon en Tucumán.
No sé cual es la razón por la que nadie habla de ellos. Nadie cuenta sus historias. Nadie hace películas ni escribe libros sobre sus hazañas como han novelado en romance con la historia de los otros muchachos… “los idealistas” que pretendieron hacerse del poder a punta de fusil contra un gobierno constitucional.



Que concepto raro de verdad y justicia que tenemos los argentinos. ¡Que selectivos!.
Para unos el honor y para otros… ni justicia!
Un suboficial va cantando los nombres. Algunos están, otros se fueron de patrullaje. Otros murieron y su carta no tendrá destinatario. Todos abren sus sobres, leen y después… los comentarios: “Tengo un hermanito enfermo” “Mi señora está bien, esperamos un hijo para diciembre” “Mi hermano consiguió trabajo en Salta” “Mi papá me está levantando una piecita en el fondo para mí solo”. “Soy tío de una nena” Y muchos más. Eran cosa de todos los días. Días de guerra en los que una noticia simple de una carta era un canto a la esperanza para los que cumplían con el deber encomendado.
Esto que les cuento no son inventos míos, son crónicas de guerra escritas por corresponsales para las revistas de época extrañamente desterradas al olvido.
Me da asco tanta injusticia.
Por eso escribo y seguiré escribiendo por más que me repudien.
Juan Martin Perkins


NOTA: El Combate de Acheral se desarrolló en Tucumán en el Operativo Independencia, en octubre de 1975 durante el gobierno justicialista de María Estela Martínez de Perón.