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miércoles, 27 de agosto de 2025

El engaño de la inteligencia soviética en la guerra de Vietnam

Cómo la inteligencia soviética engañó a colegas estadounidenses para que subieran a un avión


Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética no solo dominó el ajedrez y los cohetes: también jugó una partida magistral de desinformación aeronáutica.

  1. Contexto histórico:
    Tras Vietnam, los EE.UU. comenzaron a sospechar que los aviones soviéticos no eran simples fierros voladores. El MiG-21 humilló a muchos Phantoms. Se desató el pánico en el Pentágono.

  2. Desinformación Soviética:
    En lugar de cazar espías, la KGB alimentó a los agentes descubiertos con documentos falsos, datos inventados y cálculos fantasmas. Era una operación psicológica de ingeniería inversa: que los gringos reaccionaran a una amenaza que no existía.

  3. Resultado inmediato:
    El Secretario de Defensa Robert McNamara, traumatizado por la Crisis de los Misiles y obsesionado con los costos, impulsó el diseño de un “súper avión” único para marina y ejército: el F-111B, que se estrelló más en pruebas que en combate.

  4. El "monstruo" que nació del engaño:
    El fracaso del F-111B llevó al desarrollo urgente del F-14 Tomcat, un avión con motores defectuosos, sobrepeso y problemas aerodinámicos... pero muy fotogénico (gracias, Top Gun).

  5. Conclusión amarga:
    Los soviéticos jamás necesitaron ganar una batalla aérea: sembraron dudas, generaron paranoia y llevaron a EE.UU. a precipitar el desarrollo de aviones caros, defectuosos y, al final, insostenibles. Grumman, el fabricante del F-14, quebró.
    La guerra la ganó la inteligencia, no la ingeniería.





En general, la creación de cualquier avión es la historia de una lucha de inteligencia. Basta con añadir propaganda, rumores y especulaciones a esta mezcla, y se obtiene una obra maestra, aunque con mucho trabajo rutinario.

Nuestra historia de hoy no trata exactamente sobre la carrera armamentista, pero también jugó un papel importante en lo que ocurrió al otro lado del mundo.

En realidad, todo empezó durante la Guerra de Vietnam. Creo que fue entonces cuando la Unión Soviética se declaró superpotencia aeronáutica. Es justo, porque durante la Segunda Guerra Mundial, los avances soviéticos en aviación, por decirlo suavemente, no fueron valorados por los Aliados, quienes consideraban seriamente que su tecnología era más avanzada.

Sí, existían ciertas condiciones para ello: los estadounidenses se dejaban llevar por la arrogancia a costa de sus "Airacobras" y "Kingcobras", que realmente nos dieron muy buenos resultados, pero los estadounidenses, que consideraban estos aviones una basura evidente, por alguna razón no tenían ningún mérito. Los británicos también guardaron silencio, modestamente, porque lo que nos enviaban no se valoraba más. Y los "Spitfires" llegaron a la Unión solo al final de la guerra, cuando ya había muchos aviones propios.



¡Pero intenta demostrarle a un piloto estadounidense que su P-51 Mustang no es la cumbre de la perfección! Sí, al principio también era un fenómeno bastante soso, pero los británicos lo retomaron, rediseñando la aerodinámica y equipándolo con un motor normal. Si tuviéramos algo así con 2000 caballos de potencia, también tendríamos colibríes huyendo de los Yaks.

Bueno, eso es todo, la guerra ha terminado, llega la era de los reactores, todo el mundo empieza a trabajar en aviones de nueva generación, y los rusos están desenterrando algo de los motores alemanes capturados, ya que para entonces no habían adquirido los suyos.

Y así, estalla la guerra, primero en Corea, luego en Vietnam. Y los mejores pilotos estadounidenses del mundo, en los mejores aviones estadounidenses del mundo, empiezan a ser derrotados. Y los derrotan dolorosamente, a menudo con los pies. Sí, puede que hayan utilizado a los ases de la guardia de la división de Kozhedub para esto, pero, disculpen, ¿quién obligó a los estadounidenses a enviar novatos a la batalla? Y, en general, ¿quién dijo que en la guerra todo debería ser fácil y tranquilo para Estados Unidos?


"Mi Phantom, era rápido como una bala... era..."

En general, los MiG-17 y MiG-19 nos hicieron pensar que con los rusos no todo es tan sencillo y claro como quisiéramos, y el MiG-21 creó un auténtico Pearl Harbor en Vietnam. Después de eso, Estados Unidos comenzó a analizar seriamente lo que hacían tras el Telón de Acero.


Los años setenta fueron el apogeo de la ciencia militar. Fue durante esta época que surgieron las armas más efectivas y letales , que aún hoy siguen en servicio: MiG-31, Su-27, F-15, F/A-18. Tanques . Artillería . Barcos. Helicópteros. Y casi todo lo desarrollado en aquellos años se usa en diversos conflictos en todo el mundo.

En aquel entonces, Estados Unidos contaba con diseñadores impresionantes, que inmediatamente se pusieron a trabajar en la creación de un avión que se convertiría en rival del MiG-21.

Naturalmente, los "caballeros de la capa y la daga" también salieron a la caza, con el objetivo de obtener información sobre los nuevos trabajos de los diseñadores aeronáuticos soviéticos. Y esto es bastante normal, después de todo, necesitamos saber a qué se enfrentarán mañana los nuevos aviones que se desarrollan hoy.

Y en una batalla entre bastidores, representantes de los servicios de inteligencia estadounidenses y soviéticos se enfrentaron.

Es poco probable que conozcamos todos los detalles de esta historia en los próximos años, pero para gran deleite de los lectores, diré que esta vez los agentes de inteligencia soviéticos superaron por completo a sus colegas estadounidenses. Sí, la activación de los agentes no pasó desapercibida; los nuestros comprendieron de inmediato la trama y también se pusieron manos a la obra.

Pero la tarea no consistía en capturar y arrestar a todos los agentes identificados. Había muchos rondando las oficinas de diseño y fábricas de aviones, así que incluso arrestar a la mayoría no habría servido de nada. Como mínimo, habrían aparecido nuevos agentes, aunque no en tal cantidad.

Es evidente que no todos fueron identificados; también hubo organismos que obtuvieron información y la proporcionaron a sus contactos en la CIA. Pero también hubo quienes llamaron la atención de la contrainteligencia soviética y fueron "expuestos". Y fue a través de estas personas que comenzaron a desinformar a Estados Unidos. En una ocasión, me encontré con un pequeño libro de memorias de Alexander Seryshev, jefe de departamento de la oficina de diseño de VASO. Allí, literalmente en cinco líneas, se informaba de que entre 10 y 12 personas de la oficina de diseño participaban constantemente en la creación de "medidas de cobertura". Es decir, en la elaboración de documentación ficticia y cálculos falsos que, como comprenderán, se utilizaron posteriormente.

Algunos podrían pensar que todo esto no parece muy serio, pero... Cabe recordar las desagradables sorpresas que se llevaron los del otro bando cuando, de hecho, descubrieron que los tanques soviéticos tienen un blindaje ligeramente superior, una velocidad ligeramente superior y una reserva de energía ligeramente superior. Se ha escrito un poco más sobre esto que sobre los aviones, pero ¿quién dijo que en el ámbito de la aviación todo era más tranquilo?

Y ríos de desinformación fluyeron por el océano. Bueno, no ríos ni arroyos, sino ríos de buen tamaño. Y aquí influyó en gran medida el hecho de que la URSS, en los años 60, desarrollaba una gran cantidad de aviones. Y todos ellos, como es habitual aquí, eran extremadamente clasificados.

Y lo principal era la diversidad de modelos. Aquí tienes un cazabombardero con ala de barrido variable (MiG-27), un avión interceptor/reconocimiento (MiG-25), un caza con ala de barrido variable (MiG-23), un bombardero con ala de barrido variable (Su-24), y un bombardero muy pesado, también con ala de barrido variable (Tu-22M).


Bueno, y en los rincones más recónditos, se trabajaba en lo que se convertiría en el Su-27 y el MiG-31. Pero hablaremos más sobre ellos más adelante.

En general, la opinión contraria era que los rusos pronto inundarían los cielos con sus nuevos y sin duda letales aviones. Y si bien la Fuerza Aérea estadounidense lo estaba haciendo más o menos bien, trabajaba arduamente en el F-15, en la Armada estadounidense no reinaba precisamente el caos, pero todos tenían claro que era hora de abandonar el Phantom, que era el F-4. El aparato estaba tan anticuado que solo podía usarse contra países con un atraso total en aviación, e incluso entonces, los rusos (soviéticos) comenzaron a invadir el mundo con sus MiG. Y el mundo empezó a comprar; a todos les gustaba cómo los aviones soviéticos se oponían a los estadounidenses en las dos últimas guerras.

Había que hacer algo, y tenía que hacerse como ayer. Y entonces, una persona muy importante jugó un papel importante: Robert Strange McNamara.


McNamara fue el hombre más inteligente de su época. Él y su equipo salvaron a Ford de un final triste y se convirtieron en el primer presidente de la junta directiva de la compañía que no pertenecía a Ford. Y fue sacado de esa cómoda silla por nada menos que John Kennedy, el 35.º presidente de Estados Unidos. Así, McNamara se convirtió en el Secretario de Defensa de EE. UU., y no en un secretario cualquiera, sino en quien ocupó este puesto durante dos días bajo dos presidentes. En resumen, nadie ha sido Secretario de Defensa de EE. UU. por más tiempo que McNamara.

Durante la Crisis de los Misiles de Cuba en octubre de 1962, McNamara fue miembro del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional y desempeñó un papel fundamental en la resolución de la crisis. Fue un firme defensor del bloqueo en lugar de la línea dura. Ataque con cohetes y ayudó a persuadir al Estado Mayor Conjunto para que aceptara la opción del bloqueo, una decisión brillante que ayudó a evitar bajas en ambos bandos. Con tacto, guardamos silencio sobre la guerra nuclear.

La única pregunta es cuánto coraje le costó. En nuestro caso, McNamara jugó un papel importante en nuestra historia. Y precisamente porque McNamara tenía sus propias impresiones sobre las capacidades rusas tras la Crisis de los Misiles de Cuba, se tomó la información recibida con mucha seriedad.

McNamara decidió responder preventivamente a la Unión Soviética desarrollando el avión. Pero, al mismo tiempo, le preocupaban mucho los crecientes costos militares, de la flota y de la Fuerza Aérea estadounidense. Cabe mencionar que la Armada y la Fuerza Aérea estadounidenses presionaron seriamente al Secretario para que reemplazara el F-4 Phantom. La motivación es clara: ¿para qué necesita Estados Unidos un avión al que los rusos atacan tanto en la cola como en las alas?


McNamara tuvo la brillante idea de un solo avión para el Ejército y la Armada. Lo que se ha implementado hoy con la familia F-35, McNamara quería implementarlo ya en 1961.

En aquel entonces, McNamara pensó que era una gran idea: crear un diseño único que funcionara para ambos operadores, ahorrando potencialmente millones de dólares en investigación y desarrollo. El F-111 le pareció una buena opción al secretario, pero, por desgracia, como caza pesado embarcado, no era la mejor opción. El

Ejército sopesó el Boeing y el F-15, pero su versión naval no funcionó. El avión resultó ser demasiado pesado incluso para los estándares de la Fuerza Aérea, y una base naval era impensable. Además, ya se había informado de que los rusos estaban trabajando en aviones con un sistema de barrido variable, así que la tarea se planteó en ese sentido: el avión debía tener un ala de barrido variable. Esto se justificaba básicamente por lo siguiente: con el ángulo de flecha mínimo, el ala garantizaba el despegue y el aterrizaje en la cubierta de un portaaviones, y con el máximo, vuelos supersónicos. Además, un avión con un ala en el ángulo de flecha máximo ocupaba mucho menos espacio que uno con un ala convencional, lo cual resultaba muy útil para los hangares y elevadores de un portaaviones. Esto se aprecia claramente en la foto.


Además, el ala de barrido variable suponía un compromiso en cuanto a la aerodinámica del vuelo a velocidad supersónica, las patrullas a largo plazo en la zona y las maniobras vigorosas durante un combate aéreo.

Así pues, los rusos están volando, se necesita un nuevo avión, mejor que el ruso, que se necesita de forma rápida y económica. Así es aproximadamente como McNamara formuló la tarea. Además, para McNamara, la opción ideal sería el F-111, que podría producirse en todas las versiones posibles: caza, bombardero, hidroavión. Pero no todo lo deseado es posible.

Como se sabe históricamente, el diseño del avión Grumman con el CIS fue aprobado y puesto en funcionamiento. ¿

Cómo fabricar un avión de forma rápida y económica? Bueno, la forma más sencilla es aprovechar lo ya inventado y mejorarlo para adaptarlo a las condiciones requeridas. Y los chicos de Grumman siguieron precisamente ese camino.

En general, el avión que se construyó para la Armada de los EE. UU. en el pasado reciente fue... Se trata de una creación del avión General Dynamics F-111B, que recibió el merecido apodo de "Marsopa".


Por cierto, Grumman colaboró ​​con General Dynamics en la creación de este avión (sección de cola con unidad de aterrizaje y chasis), ya que Grumman entendía la aviación de portaaviones. Sin embargo, no despegó, o mejor dicho, el F-111B despegó y voló, pero de tal manera que a la Armada no le pareció un placer luchar contra los rusos sobre el océano en el "Sea Pig".

Sin embargo, el diseñador jefe de la compañía (y posteriormente presidente) de Grumman, Mike Pelehach, tuvo una idea que dio lugar al "Proyecto 303", cuya esencia era la construcción de un nuevo caza aprovechando al máximo los resultados del fallido F-111B.

Cabe destacar que, desde finales de la década de 1940, Grumman se dedicó a la investigación en el campo de las alas de barrido variable. Tras la guerra, tras recibir más desarrollos alemanes en este sentido, los estadounidenses se pusieron manos a la obra y finalmente crearon el F-10F-1 Jaguar, el primer avión de combate completo con un sistema de coordenadas geográficas (CIS). Es cierto que el Jaguar no llegó a producirse debido a la complejidad del diseño, pero la experiencia adquirida por Grumman les permitió ir más allá.


Y, en general, con todas las posibilidades, no había otra alternativa al KIS. Se necesitaba un avión realmente pesado que pudiera resolver una amplia gama de tareas de combate, desde patrullar el AUG hasta interceptar aeronaves y (especialmente importante) misiles antibuque enemigos. Y que también pudiera despegar y aterrizar en la cubierta de un portaaviones.

Una amplia gama de misiones de combate genera capacidad multimodo tanto para motores como para aerodinámica. En ese nivel de desarrollo de ambos, no había una alternativa real al KIS, ni podía haberla. Ofrecer en un solo paquete un despegue/carrera corto, velocidad de vuelo supersónica, gran autonomía y, además, alta maniobrabilidad a velocidades subsónicas, es dudoso que en cualquier lugar del mundo, dentro de las paredes de una oficina de diseño de aviación, se pudiera resolver tal problema.

Además, los estadounidenses tenían que superar no solo al MiG-21, que en aquel entonces era un bombazo, sino también a lo que vendría después... Y había algo extraño en general, y era muy difícil comprender lo que se estaba desarrollando en la URSS. Por lo tanto, Pelekhech, sin más dilación, comenzó a trabajar en el programa "Contra-MiG-21". Afortunadamente, Pelekhech tenía los datos geométricos; estudió el MiG-21 en la exhibición aérea de Le Bourget.

Y el trabajo comenzó... Empezaron a moldear el F-111B en lo que se convertiría en el F-14.


A la extrema izquierda está Michael Pelehache, seguido por sus dos ingenieros y la mitad de un general de la Fuerza Aérea que pretende entender (no es así) lo que se está discutiendo.

En general, la fabricación de un avión, a menudo mejor, basado en uno ya es práctica mundial. Lo hicieron los nuestros (LaGG-3 - La-5), los alemanes (FW-190A - FW-190D), los británicos lo hicieron con el Mustang estadounidense. Se podría decir: "¿Qué pasa? Solo cambiaron el motor", pero detrás de este "solo" hay una enorme cantidad de trabajo, ya que reemplazar un motor refrigerado por agua por uno refrigerado por aire (el nuestro) y viceversa (el alemán) implicó una gran cantidad de modificaciones, mejoras en la aerodinámica, el centro de masas, etc.

Y mientras la competencia continuaba, se desarrollaban proyectos y, en general, llegó 1969, con la entrada en servicio del MiG-23 en la URSS.


"¡Ajá!", exclamaron los estadounidenses y continuaron su trabajo. Para entonces, McNamara ya había dimitido, pero eso no cambió nada.

Cabe mencionar que, una vez más, no se hizo sin trabajo de inteligencia. Mucha gente hoy señala que el MiG-23 se diseñó claramente con la vista puesta en el F-111, pero: el MiG-23 realizó su primer vuelo en 1962, y el F-111, en 1964, e incluso entonces, con un ala convencional. ¡Y la versión con el KIS despegó por primera vez en 1965! Así que, ¿quién copió qué de quién? La pregunta sigue abierta. Pero el hecho de que el F-111 entrara en servicio dos años antes que el MiG-23, en 1967, ¿qué dice? Bueno, dice que a menudo la prisa hace reír a la gente. Al menos 1996 fue el año del fin del F-111, y el MiG-23 sigue volando. Sí, en el tercer mundo, pero esto no disminuye las capacidades de este avión; al contrario, demuestra su sólida construcción.

Al menos, en muy poco tiempo quedó claro que el F-111 no sería un avión embarcado. Inicialmente, el problema residía en su peso de despegue, bastante decente, y en sus motores, francamente débiles. Considerando que los motores migraron del F-111 al F-14, merece la pena dedicarles un homenaje aparte.

Este es el mismo caso cuando "lo moldeé con lo que tenía disponible". Los motores Pratt & Whitney TF30 no estaban pensados ​​para un caza, ni siquiera para uno pesado. Se distinguían por su eficiencia, que, junto con el CIS, permitía volar durante mucho tiempo a velocidad de crucero, pero lo cierto era que el TF30 nunca fue concebido para ser utilizado como motor de caza. No estaban diseñados para cambios constantes y rápidos de empuje, ni para las elevadas cargas típicas del combate aéreo de la época. El vuelo suave y tranquilo de un bombardero... sí, pero las maniobras...

El TF30 era propenso a fluctuaciones bruscas de velocidad y titubeos al operar en ángulos de ataque altos, o a guiñadas si el piloto accionaba las palancas de aceleración bruscamente, algo perfectamente normal en maniobras de combate.

Además, como los motores no cumplían con los requisitos de potencia, o mejor dicho, eran extremadamente débiles, los ingenieros de Grumman los separaron unos tres metros para dejar espacio para misiles y una gran superficie de sustentación entre ellos. En cuanto a la sustentación, francamente, funcionó: más de la mitad de la sustentación total del F-14 proviene de lo que Grumman llamó la "panqueque", la superficie entre las góndolas de los motores.


Pero si un motor fallaba (sobre todo por sobretensión), la sacudida de cabeceo resultante podía causar una barrena incontrolable. El fallo del compresor fue responsable de la pérdida de más de 40 F-14. Si los primeros Tomcat hubieran entrado en combate serio, se habrían perdido más por fallos del compresor que por acción enemiga.

Los pilotos de los Tomcat describían su avión como "una buena máquina que funcionaba con dos piezas de chatarra".

¿Sabían los estadounidenses que el TF30 no era pan comido? Sí, lo sabían. Pero el problema es que el TF30 nunca se consideró el motor principal del F-14. Se utilizó únicamente para impulsar el proyecto Tomcat, realizar pruebas de vuelo y entrar en servicio. Se suponía que el TF30 sería reemplazado por el último motor de tecnología avanzada, desarrollado por Pratt & Whitney bajo el nombre F401. El ATE nunca llegó, así que los Tomcats volaron con el TF30 hasta casi el final de la producción, hasta que llegó el buen motor General Electric F110, que sirvió de base al F-14D, pero ya era demasiado tarde.

En 1984, el secretario de la Marina, John Lehman, exaviador naval, declaró que la combinación TF30/F-14 era «probablemente la peor combinación de motor/avión en muchos años. El TF30 es simplemente un motor terrible...».

No había otra opción. Tenían prisa por alcanzar y superar a los rusos.


De hecho, todo es lógico. El MiG-23 se desarrolló desde 1961, despegó en 1967 (es decir, el prototipo "23-11", no el fallido E-8/2, que voló en 1962) y entró en servicio en 1969. Se dedicaron cuatro años al F-14, y en 1974 el avión ya estaba en producción y entró en servicio. En 2006 fue retirado, lo que no puede decirse del MiG-23/27, que aún está en desarrollo.

El Tomcat, si ignoramos sus pocas pero significativas deficiencias (peso, coste, motores débiles y poco fiables), fue un avión excepcional. Y si lo comparamos con cualquier otro, el análogo más cercano y único es el MiG-31. Pero este es un tema para otro artículo próximamente.

Se ha escrito mucho sobre lo que era el F-14 Tomcat, y resulta bastante monótono. Principalmente, por supuesto, recibe elogios. Moderno, bien equipado con electrónica, con los misiles Phoenix más potentes y de mayor alcance, etc.

Al igual que el Aston Martin de James Bond, el Tomcat se ha hecho más famoso en las películas que en la vida real. Top Gun y Tom Cruise... bueno, todos saben que son ases que no fallan. Pero seamos sinceros. A veces es más útil que contar los millones recaudados en taquilla por una película taquillera, incluso una muy buena.

El programa se cerró en 1991 tras la producción de 712 aviones de todas las modificaciones.
El predecesor del F-4 se produjo en 5195 unidades, y su sucesor, el F/A-18 Hornet, en 1480, y también se exportaron activamente.
De hecho, aquí está...


El F-14 estaba destinado a proteger la flota; su principal misión era obtener superioridad aérea, pero en combate (salvo varias batallas aéreas en Libia en 1981 y 1989) participó principalmente como bombardero; afortunadamente, la carga lo permitió. La guerra entre Irán e Irak es otra historia de detectives.

Curiosamente, 712 aviones condenaron definitiva e irrevocablemente a la compañía Grumman al colapso y a ser absorbida por Northrop.

Y ahora podemos afirmar con seguridad que los estadounidenses perdieron miserablemente la "guerra de inteligencia", porque:
  • se creó un avión apresuradamente que no cumplía con los requisitos de la época;
  • se pospusieron proyectos prometedores que podrían haber proporcionado a EE. UU. aviones más avanzados;
  • a pesar de las deficiencias, gracias a los cabilderos de Pratt & Whitney, el F-14 se prolongó lo mejor posible durante bastante tiempo, lo que no tuvo el mejor efecto en la capacidad de defensa del país.
La empresa, el mejor fabricante de aviones portaaviones de la época, con una larga trayectoria, quebró y se retiró de la fabricación de aeronaves. Grumman fue adquirida por Northrop y dejó de operar en la aviación portaaviones.

En resumen, fue un golpe muy duro, ¡pero no acabó ahí! En 1981, el MiG-31 y el Su-27 surcaron los cielos, y a partir de ese momento, el mundo de la aviación comenzó a vivir con estándares ligeramente diferentes. El F-14 comenzó su paso a la historia.

A veces, la desinformación bien inventada puede ser más efectiva que tres regimientos de bombarderos.

sábado, 29 de marzo de 2025

Malvinas: La inteligencia del campo del batalla, el punto de inflexión.

Un punto de inflexión en Malvinas: El rol de la inteligencia en la campaña de las islas Malvinas de 1982

Basado en el artículo “A Fulcrum in the Falklands: The Role of Intelligence in the 1982 Falkland Islands Campaign” escrito por Matthew A. Hughes, Military History Chronicles 1(1): 93-125. Año 2023.
doi: 10.18278/mhc.1.1.7





Se examina cómo el proceso de inteligencia impactó directamente el desarrollo de la campaña de las Malvinas. El segmento analiza desde la invasión argentina hasta el despliegue inicial de la fuerza británica, enfocándose en los errores de cálculo estratégicos, la capacidad logística, las ventajas tecnológicas y los apoyos externos que influyeron en el uso y eficacia de la inteligencia por ambos bandos.

El texto inicia con la invasión sorpresa de Argentina a las islas el 2 de abril de 1982. Los líderes argentinos creían que esta acción desencadenaría negociaciones diplomáticas con el Reino Unido, basándose en antecedentes como la Ley de Nacionalidad Británica de 1981 y la retirada planificada del HMS Endurance. Sin embargo, se equivocaron al no anticipar una respuesta militar británica, que comenzó solo tres días después, el 5 de abril, con el despliegue de una fuerza de tarea desde Portsmouth.

La inteligencia jugó un papel clave en estas primeras fases. Argentina esperaba un bloqueo prolongado, por lo que organizó una defensa en torno a Puerto Argentino, mientras que el Reino Unido, centrado hasta entonces en amenazas soviéticas, había descuidado la recolección de inteligencia sobre Argentina, clasificándola como una prioridad baja. Esto generó brechas significativas en su comprensión de las capacidades y disposición argentinas.


Tropas británicas luego de la batalla de Monte Longdon. Diversos reconocimientos previos fueron mapeando el terreno para el avance del 3 Para.

A nivel operativo, la campaña involucró cerca de 10.000 soldados británicos y 13.000 argentinos. El Reino Unido enfrentaba dificultades logísticas por la distancia (13.000 km), mientras que Argentina, al estar solo a 480 km, tenía ventajas en reabastecimiento y movilidad aérea. No obstante, el profesionalismo y entrenamiento británico contrastaban con una fuerza argentina compuesta en gran parte por conscriptos, lo que impactó en moral y desempeño.

En el ámbito de la inteligencia, el Reino Unido tenía ventajas notables, especialmente gracias a sus submarinos equipados con sistemas de inteligencia de señales (MASINT), capaces de detectar salidas de aeronaves argentinas. Por el contrario, Argentina disponía de radares limitados, concentrados en Puerto Argentino y algunos puntos costeros, lo que restringía su capacidad de detección.

El mal tiempo en junio obligó a ambas partes a depender más de interceptaciones de señales y patrullas pequeñas para inteligencia actualizada. Las fuerzas especiales británicas como el SAS y SBS realizaron reconocimientos que mejoraron significativamente la planificación de misiones. En cambio, las tropas argentinas permanecieron en posiciones defensivas sin realizar exploraciones activas, lo que limitó su conocimiento situacional. Una de las pocas misiones de patrulla de reconocimiento (las fracciones Basualdo y Pereyra) para obtener información de primera mano del desembarco en San Carlos fue un fracaso. No por la misión, sino porque fue un caso aislado y no parte de un conjunto más grande, interconectado y planeado de ir observando el avance de las tropas enemigas.

Figura 1. Comparación de fuerzas principales – Guerra de las Malvinas

CategoríaReino Unido (~10.000 tropas)Argentina (~13.000 tropas)
Fuerzas terrestres- 2 brigadas (BDE)
 • 3 batallones de infantería de marina (MARINE BN)
 • 2 batallones aerotransportados (AIRBORNE BN)
 • 3 batallones de infantería (INFANTRY BN)
   ~5.200 tropas
- 5 baterías de artillería (ARTY BTRY)
- 1 batería de artillería antiaérea (ADA BTRY)
- 2 pelotones de tanques (TANK PLT)
- 2 escuadrones de helicópteros (31 helicópteros)
- 9 regimientos de infantería (INFANTRY REGT)
- 1 batallón de infantería de marina (MARINE BN)
   ~8.000 tropas
- 6 baterías de artillería (ARTY BTRY)
- 1 unidad de caballería blindada (ARMD CAV TROOP)
Fuerzas navales- 2 escuadrones de cazas (33 aviones)
- 9 destructores
- 8 buques anfibios
- 12 buques de apoyo
- 3 submarinos nucleares (SSN)
- 1 portaaviones ligero
- 1 crucero ligero
- 8 destructores/fragatas
- 3 submarinos diésel (SS)
Fuerza aérea(Incluida en escuadrones navales)- 3 escuadrones de caza/bombardeo (60 aviones)
- 5 escuadrones de caza (60 aviones)
- 1 escuadrón COIN (10 aviones)
- 1 escuadrón de helicópteros (10 helicópteros)
- 1 escuadrón de transporte (10 aviones)

Abreviaturas clave
ADA: Artillería de defensa aérea
ARMD: Blindado
ARTY: Artillería
BDE: Brigada
BN: Batallón
BTRY: Batería
CAV: Caballería
PLT: Pelotón
REGT: Regimiento
SQN: Escuadrón
SS: Submarino (diésel)
SSN: Submarino (nuclear)




La cooperación internacional también fue determinante. Mientras que países como Estados Unidos y Chile apoyaron encubiertamente al Reino Unido con recolección de inteligencia y operaciones de engaño, la Unión Soviética no ofreció ayuda sustancial a Argentina. La colaboración con Chile fue especialmente eficaz: se usaron maniobras de desinformación y aumentos en el tráfico radial y despliegue naval chileno para sembrar dudas en el alto mando argentino sobre una posible invasión desde el sur. Esto llevó a Argentina a retener en el continente la mayoría de sus fuerzas (90 %), debilitando así la defensa de las islas.

En suma, las páginas analizadas muestran que las deficiencias en el ciclo de inteligencia —especialmente en recolección y análisis— fueron fundamentales para el fracaso argentino. La combinación de recursos limitados, subestimación del enemigo, dependencia de supuestos erróneos y desinformación exitosa por parte del Reino Unido, permitió que los británicos consolidaran su posición antes del combate terrestre. Así, estas secciones establecen cómo la inteligencia fue no solo un apoyo, sino un factor decisivo en la evolución del conflicto.



Fase 0

La primera fase de movilización británica tras la invasión argentina a las Islas Malvinas es conocida como Fase 0, y enfatiza los retos y métodos de recolección de inteligencia, así como los engaños y errores analíticos que definieron los movimientos iniciales de ambas fuerzas.

El 5 de abril de 1982, apenas tres días después de la ocupación argentina, zarpó desde Portsmouth la fuerza de tarea británica, iniciando así la respuesta militar del Reino Unido. Sin embargo, los británicos partían con una clara desventaja: contaban con muy poca información sobre el despliegue argentino en las islas. Se apoyaban en mapas sin cuadricular, reportajes periodísticos, almanaques militares y testimonios de personal previamente asignado a las Malvinas. A pesar de estas limitaciones, la inteligencia británica logró elaborar estimaciones bastante precisas de las posiciones y capacidades argentinas, gracias a métodos ingeniosos como la interceptación de comunicaciones entre soldados argentinos y sus familias, imágenes de reconocimiento, y el uso de fuentes abiertas.

Las unidades especiales británicas —SAS y SBS— jugaron un rol esencial al realizar reconocimientos que guiaron decisiones clave, como el sitio del desembarco anfibio. Mientras tanto, las fuerzas argentinas, que no preveían una respuesta militar británica, tampoco habían desarrollado una estructura sólida de recolección de inteligencia. Carecían de plataformas para rastrear la flota enemiga y subestimaron la posibilidad de una contraofensiva. Como resultado, debieron recurrir a métodos improvisados, como el uso de embarcaciones y aeronaves civiles para detectar movimientos británicos. Un ejemplo claro fue el buque pesquero *Usurbil*, al que se le encomendó monitorear la flota británica con una tripulación mixta de argentinos y españoles. Sin embargo, estos reportes civiles resultaron escasos e imprecisos, y facilitaron que el Reino Unido llevara a cabo acciones de engaño exitosas.


Estimación británica de las fuerzas argentinas, fechada el 15 de mayo de 1982. La precisión de esta estimación, comparada con la disposición real de las fuerzas, refleja la gran fiabilidad de los métodos de recopilación de inteligencia entre las fuerzas británicas. [van der Bijl, Mis amigos el enemigo, 101] Licencia Creative Commons.

En paralelo, la percepción argentina sobre la amenaza chilena condicionó su estrategia. Desde el comienzo, la inteligencia argentina consideraba a Chile como un posible agresor en caso de guerra, dada una disputa limítrofe previa. Aunque no había pruebas concretas de un ataque chileno, los mandos militares aceptaron este riesgo bajo la creencia de que el Reino Unido no respondería militarmente. No obstante, la situación cambió: la inteligencia argentina empezó a recibir señales de una posible ofensiva chilena, lo cual obligó al alto mando a dividir sus fuerzas y dejar solo el 10 % de su ejército en las islas.

Este temor fue avivado por una estrategia de engaño británica concertada con Chile. Como parte del acuerdo, el Reino Unido ofreció armamento a cambio de cooperación en inteligencia. El ejército chileno aumentó su tráfico radial y desplegó unidades navales bajo silencio radial, simulando un inminente ataque. Esto llevó a Argentina a mantener a sus mejores unidades —incluyendo cuatro de cinco batallones de infantería de marina— en el continente, debilitando notablemente su postura defensiva en las islas.

En resumen, esta sección demuestra cómo los británicos, a pesar de comenzar con información limitada, compensaron con creatividad, uso de fuentes abiertas, reconocimiento especial y apoyo extranjero. En contraste, la inteligencia argentina, afectada por suposiciones erróneas y falta de medios eficaces, tomó decisiones que afectaron negativamente su capacidad de respuesta ante el avance británico.



Fase 1

Se analiza luego cómo la lucha por el control aéreo y marítimo fue profundamente influenciada por la inteligencia, tanto en su uso eficaz por parte del Reino Unido como en sus fallos críticos en el lado argentino. Dos elementos principales estructuran esta fase: la amenaza de los misiles Exocet y los bombardeos a buques británicos.

El Reino Unido identificó desde el inicio que los cinco misiles Exocet franceses en posesión de Argentina, lanzados desde cazas Super Étendard, representaban un riesgo existencial para su flota. Un solo impacto sobre alguno de los dos portaaviones británicos podría arruinar toda la operación. Consciente de ello, el gobierno británico adoptó una estrategia proactiva basada en inteligencia: persuadió al presidente francés François Mitterrand para que suspendiera la venta de más misiles y emprendió operaciones encubiertas para comprar o sabotear cualquier Exocet disponible en el mercado internacional, incluso con una inversión de 50 millones de dólares. Estas acciones lograron interrumpir los planes argentinos de reabastecimiento, frustrando sus intentos de adquirir más misiles a través de Libia, Irán y Perú.

El impacto psicológico de esta amenaza fue notable. Las fuerzas británicas hablaban del “síndrome Exocet”, una actitud de extrema cautela que condicionaba las decisiones tácticas. Por ejemplo, evitaban exponer sus portaaviones innecesariamente. Solo cuando se confirmó que Argentina no podría reabastecerse de *Exocets*, los británicos comenzaron a asumir mayores riesgos operacionales.

Por otro lado, aunque Argentina logró impactar con bombas alrededor del 75 % de los buques británicos atacados, aproximadamente el 50 % de estas no detonaron debido a errores en la técnica de lanzamiento. Aviadores navales desarrollaron una solución (lanzamiento en parábola), pero no la compartieron con la Fuerza Aérea. Además, Argentina dispersó a los pilotos tras sus misiones para ocultar pérdidas, lo que impidió debriefings eficaces. Este fallo en la diseminación de inteligencia redujo significativamente el impacto de los ataques aéreos, permitiendo a los británicos consolidar su superioridad naval y aérea. Así, el control del aire —clave para la campaña— fue definido más por el manejo de la inteligencia que por la cantidad de medios disponibles.



Fase 2. Desembarcos
La sección se centra en cómo la inteligencia —su uso, fallos y manipulaciones— fue determinante en el éxito del desembarco británico en San Carlos y las operaciones previas, como el ataque a Isla Bordón (Pebble Island). Esta fase muestra cómo las decisiones tácticas clave, tanto acertadas por parte del Reino Unido como erróneas del lado argentino, estuvieron profundamente influidas por evaluaciones de inteligencia incompletas o equivocadas.

La etapa comienza con el primer gran error de interpretación argentina. El 1 de mayo, ante bombardeos británicos y desembarcos de fuerzas especiales (SAS y SBS), los defensores argentinos reportaron lo que interpretaron como un desembarco masivo en el norte de la Isla Soledad. Esta percepción coincidía con evaluaciones previas argentinas que preveían un ataque británico en esa área hacia finales de abril. La Armada argentina, actuando en base a esta información, desplegó unidades navales para interceptar la supuesta invasión. Sin embargo, a falta de actualizaciones posteriores y ante la ausencia de combates sostenidos, el almirante Lombardo canceló la operación seis horas después. Durante la retirada, el crucero General Belgrano fue hundido por el submarino británico Conqueror, causando 368 muertes, la mayor pérdida argentina en toda la guerra. Este fracaso fue el resultado directo de una interpretación errónea de los indicios iniciales, derivada de análisis circular y falta de verificación independiente de reportes.


Comando del SAS (identificado tácitamente por portar la carabina M4)

El siguiente episodio clave fue la Operación en Pebble Island, ejecutada el 15 de mayo por el SAS. Guiados por un único informe de inteligencia sobre la posible existencia de un radar argentino en esa ubicación —capaz de alertar sobre cualquier desembarco en San Carlos—, los británicos decidieron lanzar un ataque preventivo. El riesgo fue alto: incluso expusieron un portaaviones fuera de la protección de sus escoltas para apoyar la operación. Finalmente, aunque el radar no fue hallado, se destruyeron diez aeronaves Pucará, reduciendo así la capacidad argentina de contraataques aéreos durante el desembarco real. El éxito táctico fue acompañado de un fallo estratégico argentino: su inteligencia no interpretó este ataque como una operación de preparación (shaping operation) previa a un desembarco mayor.

El desembarco en San Carlos (21 de mayo) marcó un punto de inflexión. Los británicos eligieron ese sitio en gran parte gracias al trabajo previo del Mayor Ewen Southby-Tailyour, quien, durante una asignación anterior en las islas, había cartografiado detalladamente la zona. Sus notas resultaron cruciales para planear la operación. En contraste, los argentinos desestimaron esa área como apta para un desembarco, basándose en un estudio naval que la consideraba inviable por su geografía. Esperaban una invasión en Puerto Argentino (Stanley) o al noreste de Isla Soledad. Por tanto, distribuyeron sus defensas en hasta diez puntos posibles, debilitando su capacidad de respuesta.


El fin de una misión de reconocimiento argentina: oficial Dante Camiletti de la IMARA, parte de la patrulla Pereyra, capturado en San Carlos observando el desembarco de tropas británicas.

Además, el Reino Unido desplegó una operación de engaño (deception operation) días antes del desembarco real: el HMS Glamorgan bombardeó posiciones cerca de Puerto Argentino y emitió mensajes falsos para simular un desembarco inminente allí. Esto alimentó los sesgos existentes en la inteligencia argentina. Así, incluso cuando el 21 de mayo un teniente argentino observó el desembarco real en San Carlos y lo reportó, sus superiores lo interpretaron como una distracción. Un oficial naval argentino aseguró que, por la profundidad de la bahía, un desembarco masivo era “imposible”.

El resultado fue que las tropas británicas desembarcaron sin oposición significativa. Esta falta de reacción en un punto tan crucial —identificado por los británicos como el “último momento en el que la campaña podría haber fracasado”— se debió a la persistencia de valoraciones erróneas y a la falta de flexibilidad analítica del mando argentino. Según el autor, si el general Menéndez hubiera reaccionado con rapidez, habría podido extender el conflicto y posiblemente alterar el equilibrio estratégico.


Acciones significativas, 15 de mayo - 8 de junio de 1982. La ubicación de los eventos clave revela el papel vital de las operaciones conjuntas y la planificación de inteligencia (p. ej., los puntos de desembarco costero previstos frente a la ubicación elegida por las fuerzas británicas). [Hastings y Jenkins, La batalla de las Malvinas, 201] Licencia Creative Commons.

En conjunto, esta fase ilustra cómo el Reino Unido, con recursos limitados y poco conocimiento inicial, logró construir un panorama confiable gracias a la explotación de fuentes abiertas, el uso de inteligencia humana (HUMINT), señales interceptadas (SIGINT), y reconocimiento previo. Además, aplicó técnicas de engaño eficaces y tomó decisiones arriesgadas basadas en información parcial pero procesada con mayor rigor.

Argentina, por su parte, cometió errores reiterados: sus análisis partían de supuestos inflexibles; el procesamiento de inteligencia era lento y afectado por “información circular” (repetida sin verificación independiente); y las evaluaciones no se ajustaban ante nueva evidencia. Este conjunto de fallos, combinado con la sobrestimación de amenazas externas (como una invasión chilena), debilitó la defensa y facilitó el avance británico. Así, la inteligencia, o su ausencia efectiva, volvió a inclinar la balanza de la campaña.

Fase 3. Operaciones terrestre y fin de la guerra

La sección expone cómo la fase final de la campaña en las Malvinas estuvo profundamente marcada por la calidad de la inteligencia táctica recolectada por ambos bandos. Esta etapa, que culminó con la rendición argentina el 14 de junio de 1982, revela cómo la inteligencia a nivel de unidad, la cooperación con civiles locales y las lecciones derivadas de fallos anteriores fueron determinantes para el éxito británico en el terreno.

Tras el exitoso desembarco en San Carlos, las fuerzas británicas comenzaron una marcha terrestre de más de 80 kilómetros en dirección a Puerto Argentino (Stanley), dividiéndose en dos ejes: uno por el norte y otro por el sur. Esta fase coincidió con condiciones meteorológicas adversas, que limitaron las capacidades de reconocimiento aéreo de ambos bandos. Como resultado, se intensificó el uso de inteligencia basada en señales (SIGINT), informes de patrullas, y particularmente en los testimonios de civiles isleños, quienes proporcionaron información valiosa sobre la localización de tropas argentinas. Esta dependencia en inteligencia humana local resalta el componente informal y a la vez crucial de la recolección de información durante operaciones militares.

En el eje sur, el 2.º Batallón del Regimiento de Paracaidistas británico (2 Para) se preparaba para atacar la posición argentina en Wireless Ridge, una elevación clave al oeste de Puerto Argentino. El comandante del batallón inicialmente contaba con inteligencia muy limitada sobre el enemigo. Sin embargo, tras una postergación de 24 horas, él y sus oficiales ascendieron el cercano Monte Longdon para obtener observación directa del terreno y las fuerzas enemigas. Este ejemplo ilustra la importancia de la inteligencia generada directamente por los mandos tácticos, a falta de información suministrada por estructuras superiores. A partir de estas observaciones, pudieron planificar una ofensiva más precisa, que resultó en una victoria con bajas mínimas propias y una fuerte pérdida argentina (hasta 100 muertos y 17 capturados según no siempre confiables fuentes británicas). La desmoralización posterior en las fuerzas argentinas en Puerto Argentino fue un factor directo que aceleró la rendición.

Otro episodio decisivo fue el ataque aéreo argentino sobre Pleasant Bay (Bahía Agradable) el 8 de junio, cuando la inteligencia argentina detectó correctamente el desembarco británico de refuerzos. Utilizando una táctica de engaño, enviaron cuatro cazas Mirage como señuelo hacia San Carlos para atraer a los Harrier británicos en patrulla aérea de combate (CAP), mientras una segunda oleada principal atacó sin oposición en Port Pleasant. Sin embargo, aunque el submarino británico HMS Valiant detectó a tiempo el despegue argentino y envió un aviso vía satélite al cuartel general en Northwood (Reino Unido), este mensaje no llegó a la fuerza de tarea en las Malvinas por “problemas de comunicación”. Como resultado, los británicos no pudieron anticipar el ataque ni evacuar rápidamente, lo que causó la mayor pérdida humana británica en un solo incidente de la guerra: 50 muertos y 54 heridos. Este caso ilustra una de las pocas fallas significativas del sistema de inteligencia británico, directamente asociada a fallos en la diseminación de inteligencia entre niveles estratégicos y tácticos.

En las conclusiones bajo el título “The Fulcrum of Intelligence”, el autor sintetiza cómo la campaña fue moldeada, en cada fase, por el desempeño en el ciclo de inteligencia. Gran Bretaña, a pesar de sus limitaciones iniciales, aprovechó con gran eficacia los recursos disponibles: inteligencia de señales, colaboración con civiles y países aliados (notablemente Chile y EE. UU.), y una actitud proactiva para suplir carencias mediante reconocimiento táctico y fuentes abiertas. El análisis también destaca la capacidad británica para usar la inteligencia no solo como herramienta de recopilación, sino como base para operaciones de engaño y decisiones de riesgo calculado.

Por contraste, Argentina padeció una serie de deficiencias sistémicas en todo el ciclo de inteligencia: recolección insuficiente, análisis sesgado (incluyendo dependencia de suposiciones erróneas), deficiente diseminación de información, y una marcada incapacidad para adaptar evaluaciones ante nueva evidencia. La percepción constante de una amenaza chilena —reforzada por operaciones británicas de desinformación— condicionó decisiones estratégicas clave, como mantener la mayoría de sus fuerzas en el continente.


Batalla de Wireless Ridge, 13-14 de junio de 1982. Las fuerzas británicas dependían de la recopilación orgánica de datos mediante observación directa (patrullas) debido a las limitaciones de otros métodos de recopilación. [«Parte 47: Aproximación de los 2 Paracaidistas a la Batalla de Wireless Ridge: 13/14 de junio de 1982», Naval History Homepage, 31 de mayo de 2013, https://www.naval-history.net/F57wireless.htm] . Licencia Creative Commons.

El autor argumenta que, de haber contado con una estructura de inteligencia más robusta, Argentina podría haber desplegado más tropas en las islas, planificado mejores ataques aéreos, ocupado terreno clave, y neutralizado activos británicos cruciales como los portaaviones. Tales acciones, sugiere, podrían haber alterado el resultado del conflicto.

En conclusión, la inteligencia no solo apoyó las operaciones militares: fue el punto de equilibrio sobre el cual se inclinó el conflicto. El Reino Unido, mediante su enfoque adaptable y centrado en la explotación máxima de la inteligencia disponible, logró superar la ventaja numérica y geográfica argentina. El título del artículo —“A Fulcrum in the Falklands”— cobra pleno sentido: el éxito británico no se debió únicamente a su fuerza militar, sino a cómo supieron posicionarse estratégicamente en el eje decisivo de la guerra: la inteligencia.


Principales recursos de inteligencia en la Campaña de las Islas Malvinas (Figura B-1)

DisciplinaArgentinaReino Unido
Inteligencia Humana (HUMINT)Fuerzas: 15 civiles isleños argentinos
Notas: La población residente argentina en las islas (15 personas) sirvió como fuente.
Fuerzas: Isleños de las Malvinas
Notas: Reportaron movimientos argentinos a través de radio banda ciudadana.
(Limitaciones por falta de hispanohablantes; solo el intérprete del comandante de fuerzas terrestres hablaba español).
Inteligencia de Señales (SIGINT)Fuerzas:
– Buques pesqueros (Narwal)
– Submarino (ARA San Luis)
– Isleños de las Malvinas
Notas:
– Los pesqueros tenían capacidades ELINT; buena producción de inteligencia.
– El submarino se posicionó cerca de la fuerza británica; inteligencia limitada.
– Los argentinos monitoreaban radio de banda ciudadana, usada por los isleños y aprovechada para interceptar comunicaciones británicas abiertas (ventaja por número de hablantes de inglés).
Fuerzas:
– Avión de vigilancia Nimrod
– Estación de escucha en Isla Ascensión
– Lingüistas en Cheltenham, Reino Unido
Notas:
– La estación (a más de 6.400 km) interceptaba comunicaciones argentinas.
– Especialistas trabajaban 24/7 para “monitorear, analizar y descifrar miles de mensajes operativos y de otro tipo”.
Inteligencia de Medición y Firmas (MASINT)Fuerzas: Radares costeros
Notas: Detectaban buques y aviones británicos a lo largo de la costa.
Fuerzas: Submarinos cerca del continente argentino (incluyendo HMS Valiant)
Notas: Los radares detectaban despegues; alertaban a la fuerza de tareas sobre ataques aéreos inminentes.
Inteligencia de Imágenes (IMINT)Fuerzas: Varias aeronaves
Notas: El mal tiempo y la nubosidad en junio redujeron la capacidad de recolección.
Fuerzas: Varias aeronaves y satélites
Notas: También afectadas por el mal clima; disponibilidad limitada de imágenes satelitales.
Inteligencia de Fuentes Abiertas (OSINT)Fuerzas: Servicio Mundial de la BBC
Notas: Revisión diaria de noticias revelaba información útil sobre fuerzas y planes británicos, pero los argentinos solían considerar erróneamente que se trataba de desinformación.
Fuerzas: Analistas de inteligencia
Notas: Recolectaban información de diversas fuentes como Military Balance 1978/79, Jane’s, International Defense Reviews, revistas de reconocimiento, fotografías periodísticas y transmisiones televisivas.



ContrainteligenciaFuerzas: (No especificadas)
Notas: Mal ejecutada y poco controlada. Intentaron censurar la prensa pero tuvieron dificultades con la Secretaría de Información Pública.
Fuerzas: (No especificadas)
Notas: Luchas constantes con la prensa para limitar la difusión de información sobre las operaciones.
Fuerzas EspecialesFuerzas: Unidades de comando
Notas: Utilizadas para establecer contacto y recolectar inteligencia.
Fuerzas: SAS, SBS
Notas: Realizaron reconocimiento de sitios de desembarco y defensas argentinas; ejecutaron la incursión en Isla Pebble.
Unidades de ManiobraFuerzas: Puestos de observación
Notas: Reportaron movimientos de la fuerza de tareas británica, principalmente a lo largo de la costa.
Fuerzas: Fuerzas de patrulla / puestos de observación
Notas: Proporcionaron la mayor parte de los informes en junio, a medida que se acercaba el final del conflicto.
Guerra Psicológica (*)Fuerzas: (No especificadas)
Notas: Operaciones mal ejecutadas y controladas en las islas.
Fuerzas: (No se disponía de unidad de guerra psicológica para esta campaña)
Notas: El Ministerio de Defensa no contaba con una unidad dedicada a estas operaciones.
Facilitadores ExtranjerosFuerzas: Unión Soviética
Notas:
– Lanzó el satélite Kosmos 1365, posicionado sobre el Atlántico Sur; usado para ubicar al HMS Sheffield.
– Usó aeronaves TU-95 para recolectar información sobre la fuerza británica cerca del ecuador.
Fuerzas:
– Chile
– Estados Unidos
Notas:
– Chile brindó alerta temprana y colaboró en operaciones de engaño.
– EE. UU. apoyó con SIGINT satelital (VORTEX) y aviones de reconocimiento de largo alcance SR-71.
Análisis de Fuentes Combinadas (All-Source Analysis)Fuerzas: Células o personal de inteligencia en unidades de maniobra y servicios.
Notas: Cada servicio procesaba su propia inteligencia, pero no la compartía con otros.
Fuerzas:
– Célula de inteligencia a nivel de batallón y superiores
– Célula de Inteligencia Aérea
Notas:
– Realizaban análisis a partir de informes primarios.
– Ni SBS ni unidades de guerra ártica/montañosa tenían apoyo de inteligencia.
– La célula aérea fue creada durante el conflicto para evaluar amenazas aéreas.

Definiciones

MASINT (por sus siglas en inglés: Measurement and Signature Intelligence) es un tipo de inteligencia utilizada por fuerzas militares y agencias de seguridad que se basa en la medición y análisis técnico de firmas físicas o químicas asociadas a objetos, actividades o fenómenos.

En criollo: es la inteligencia que no se basa ni en fotos (IMINT) ni en comunicaciones (SIGINT), sino en detectar cosas como radiación, vibraciones, calor, sonidos, emisiones electromagnéticas raras, partículas, etc.

¿Qué analiza MASINT?

  • Firmas térmicas (calor de un motor o explosión)

  • Emisiones de radar no estándar

  • Radiación nuclear o química

  • Vibraciones de túneles subterráneos

  • Huellas acústicas o sísmicas

  • Análisis espectral de gases o materiales

Ejemplo real:

Un misil es lanzado → MASINT puede detectar el calor, la trayectoria, el sonido, y hasta la firma química del combustible para saber de dónde salió, qué tipo era, y quién lo fabricó.

Es clave en vigilancia estratégica, detección de armas ocultas o no convencionales, y verificación de tratados internacionales.

IMINT significa Inteligencia de Imágenes (en inglés, Imagery Intelligence), y es una disciplina del mundo de la inteligencia que se basa en el análisis de imágenes —tanto fijas como en movimiento— obtenidas desde plataformas aéreas, espaciales o terrestres.

En lenguaje común: es ver y entender desde arriba, ya sea con satélites, drones, aviones espía o cámaras instaladas en tierra.

¿Qué analiza IMINT?

  • Ubicación de unidades militares

  • Movimientos de vehículos o barcos

  • Cambios en infraestructura (bases, pistas, radares, lanzadores)

  • Construcciones ocultas o ilegales

  • Patrones de actividad humana o logística

Tipos de imágenes usadas:

  • Fotografía aérea convencional

  • Satelital óptica (como Google Earth, pero con mejor resolución y espectros)

  • Infrarroja (detección de calor)

  • Radar de apertura sintética (SAR) (ve a través de nubes o de noche)

  • Multiespectral e hiperespectral (analiza materiales, vegetación, actividad química)


OSINT, que significa Open Source Intelligence o, en castellano, Inteligencia de Fuentes Abiertas.

¿Qué es OSINT?

Es la obtención, procesamiento y análisis de información pública y accesible legalmente, con fines de inteligencia. Es decir, todo lo que está “ahí afuera”, pero requiere saber dónde buscar, cómo analizar y qué extraer.

En criollo: es como armar un rompecabezas solo con piezas que cualquiera puede ver... si sabe dónde mirar.

¿Qué fuentes usa OSINT?

  • Medios de comunicación (TV, radio, diarios)

  • Redes sociales (X, Facebook, TikTok, Telegram, etc.)

  • Sitios web y foros

  • Bases de datos públicas

  • Documentos académicos o gubernamentales

  • Fotos y videos publicados online

  • Imágenes satelitales comerciales

  • Registros civiles, comerciales, licitaciones, etc.

Ejemplo real:

En plena guerra, un soldado sube una foto a Instagram con el fondo de un edificio. OSINT permite geolocalizarlo, cruzarlo con mapas e imágenes previas, y detectar la posición exacta de una unidad militar. Así lo hacen grupos como Bellingcat.



lunes, 17 de marzo de 2025

Malvinas-Taiwán: Indicadores de inteligencia en común



La Guerra de Malvinas: Indicadores de inteligencia para el Estrecho de Taiwán

Por el Teniente Anthony Iavarone, Marina de los EE.UU. || Naval Institute

Una revisión de las Islas Malvinas (Falklands para las fuerzas de ocupación británicas) revela similitudes con la disputa de soberanía entre China y Taiwán. Las Islas Malvinas son un grupo de islas rocosas en el Atlántico Sur. Similar a China con Taiwán, Argentina ha reclamado durante mucho tiempo el dominio sobre el territorio y sus habitantes. Al igual que en Taiwán, la gente en las Islas Malvinas (n.r. población implantada por la Corona británica para cuidar este posición colonial que luego ha sido puesto como excusa para no descolonizar el territorio) ha rechazado las reclamaciones del continente; los (poquísimos) malvinenses están orgullosos de ser ciudadanos del Reino Unido (UK), dado que ganan muchísimo financiamiento a punta de pistola. El control del Reino Unido sobre las Malvinas fue firmemente reforzado por su derrota de la invasión militar argentina en 1982.

Similitudes iniciales

La Guerra de Malvinas fue el mayor conflicto aeronaval desde la Segunda Guerra Mundial. El orden de batalla de ambos beligerantes contenía portaaviones, cruceros, destructores y submarinos. Los argentinos y los británicos tenían aeronaves y barcos armados con misiles Exocet. La Royal Navy tenía que mantener líneas de comunicación marítima que se extendían casi 7.500 millas desde su país. Sin embargo, la Royal Navy podía ser reabastecida mediante suministros transportados por avión a la isla Ascensión, una remota isla británica utilizada desde hace tiempo como un centro estratégico de abastecimiento en el Océano Atlántico, aproximadamente a mitad de camino entre Gran Bretaña y las Malvinas. Las largas líneas de abastecimiento, divididas en dos por un territorio remoto de ultramar, son inquietantemente similares a lo que Estados Unidos tendría que enfrentar durante un conflicto en Taiwán.

Aunque las imágenes satelitales estaban disponibles en 1982, el Reino Unido afirmó que en gran medida estaba luchando sin ellas. Más tarde, Argentina acusó a Estados Unidos de proporcionar al Reino Unido inteligencia valiosa sobre sus activos críticos, como el General Belgrano. Sin embargo, esto fue refutado por Estados Unidos, ya que las imágenes eran "de tan mala calidad que Washington las mostró a los argentinos para probar que no estaban ayudando a los británicos". Argentina no tenía acceso a equipos de recolección de inteligencia espacial. Por lo tanto, ambas naciones estaban localizando y rastreando objetivos más allá del horizonte con capacidades similares a las de la Segunda Guerra Mundial, como el radar, el sonar y la vectorización visual. Un gran conflicto entre Estados Unidos y China también podría presenciar un dominio espacial degradado, con herramientas del siglo XXI como el GPS, la recolección de inteligencia satelital y las comunicaciones satelitales en gran medida no disponibles.

La invasión argentina de las Islas Malvinas no ocurrió en un vacío. Fue la culminación de casi 20 años de iniciativas diplomáticas fallidas, más de 150 años de desacuerdo y representó el acto final de la debilitada junta militar en control político de Argentina. Cualquier acción militar sobre, en o adyacente a Taiwán será simplemente una evolución de eventos diplomáticos, políticos e históricos.

Aquí hay seis indicadores de inteligencia de la guerra de 1982 que pueden usarse para evaluar las intenciones de China hacia Taiwán.

Seis indicadores

1. Una crisis interna. Obtener soberanía sobre las Malvinas era un imperativo nacional para la mayoría de los argentinos. Para unir al país y distraer de los problemas económicos en deterioro, la junta buscó la distracción definitiva: una guerra que rectificara un agravio histórico de larga data. Además, los argentinos todavía estaban recuperándose de un brutal conflicto interno conocido como la Guerra Sucia. La junta creía que recuperar las Malvinas "purificaría" al país y otorgaría legitimidad a largo plazo al régimen.

2. Escuchar a la prensa. Un año antes de la invasión, un prominente periódico de Buenos Aires escribió: "Lo único que puede salvar a este gobierno es una guerra". Ese mismo periódico, La Prensa, dejó en claro las intenciones de Argentina: "Si el intento argentino de resolver las negociaciones con Londres fracasa, Buenos Aires tomará las islas por la fuerza".

3. Una capacidad armamentística próxima. La invasión de la junta, originalmente programada para ocurrir entre julio y octubre de 1982, estaba ligada a la capacidad de Argentina de desplegar aviones de ataque franceses Super Étendard adicionales. Equipados con misiles Exocet de vuelo rasante, los aviones estaban programados para llegar alrededor de julio de 1982 y habrían acercado a Argentina a la paridad militar con el Reino Unido.

4. Un último esfuerzo diplomático o un ligero calentamiento de relaciones en una tendencia de deterioro. Se observaron relaciones cordiales entre los negociadores del Reino Unido y Argentina hasta las conversaciones bilaterales de febrero de 1982 sobre soberanía. Esta actitud positiva fue una distracción para los británicos. Argentina quería que las relaciones diplomáticas se deterioraran antes de su invasión planificada para fin de año. Algunos funcionarios argentinos estaban molestos por la actitud pública cordial entre los negociadores a principios de 1982. Sin embargo, un análisis de las dos décadas previas a la invasión revela la creciente impaciencia argentina por la falta de soluciones a la disputa de las Malvinas. En enero de 1982, el canciller argentino Nicanor Costa Méndez comunicó "una condición absoluta" al Reino Unido sobre la soberanía argentina en las Malvinas y enfatizó que "no podría haber más retrasos". Además, en 1982, Argentina comenzó a solicitar reuniones mensuales con la Oficina de Relaciones Exteriores del Reino Unido para discutir la soberanía de las islas y fijó un plazo de un año.

5. Una crisis regional no relacionada. La Guerra de Malvinas comenzó en otra isla disputada del Atlántico Sur llamada Georgias del Sur. El 19 de marzo de 1982, trabajadores argentinos de chatarra izaron la bandera argentina en territorio soberano británico. El izamiento de la bandera, presenciado coincidentemente por científicos británicos, llevó al envío del HMS Endurance para retirar a los trabajadores y disuadir más acciones de provocación por parte de los argentinos. Anticipando una respuesta británica más amplia, la junta inició sus planes de invasión meses antes de lo originalmente previsto.

6. Desviación de activos militares críticos de un compromiso previamente anunciado. Durante el incidente en Georgias del Sur, la Armada Argentina estaba realizando un gran ejercicio bilateral con la Armada de Uruguay. Sin embargo, el despacho del HMS Endurance llevó a la Armada Argentina a desviar corbetas misilísticas de los ejercicios con Uruguay.

Estos eventos ocurrieron o estaban programados para ocurrir dentro del año previo al 2 de abril de 1982. Desde el nivel táctico hasta el estratégico, las acciones argentinas fueron consistentes con la retórica de sus líderes. La incapacidad del Reino Unido para deducir con precisión las intenciones argentinas llevó a una guerra evitable.

Indicadores en el Pacífico Occidental

Considerando los seis indicadores de la Guerra de Malvinas, el más peligroso que podría aplicarse al Estrecho de Taiwán sería la aparición de una crisis regional no relacionada. Por ejemplo, un conflicto que involucre a China en el Mar de China Meridional podría convertirse en un casus belli que escale hasta el Estrecho de Taiwán.

Los seis indicadores de inteligencia aprendidos retrospectivamente de la Guerra de Malvinas pueden aplicarse a los eventos actuales en el Mar de China Meridional y el Estrecho de Taiwán. Para seguir disuadiendo las acciones chinas contra Taiwán, es importante evaluar con precisión sus intenciones y reaccionar en consecuencia.



Referencias

1. Max Hastings and Simon Jenkins, The Battle for the Falklands (New York: W.W. Norton & Company, 1983), 48.
2. Hastings and Jenkins, The Battle for the Falklands, 115–16.
3. Hastings and Jenkins, 58.
4. Hastings and Jenkins, 48.
5. Hastings and Jenkins, 65.
6. Hastings and Jenkins, 49.
7. Hastings and Jenkins, 49–52.
8. Hastings and Jenkins, 49–52.
9. Fritz L. Hoffman and Olga M. Hoffman, Sovereignty in Dispute: The Falklands/Malvinas, 1493–1982 (Boulder, CO: Westview Press, Inc., 1984), 148.
10. Hoffman and Hoffman, Sovereignty in Dispute, 148.
11. Hastings, 58.
12. Hastings, 36.
13. Hastings, 36