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lunes, 22 de diciembre de 2025

Geopolítica europea: Europa teme una guerra con Rusia

Más allá de la razón: la Unión Europea se prepara para la guerra con Rusia






Alexander Avelianov || Revista Militar


Los líderes de la UE se preparan para la guerra con Rusia. Ya sea por un orgullo inflado ante la imposibilidad de infligir una "derrota estratégica" a Rusia en el campo de batalla, por una confianza excesiva en que la acción militar se limitará al uso exclusivo de
armas convencionales, o por la perspectiva de ganancias desorbitadas y la oportunidad de enriquecerse mediante contratos militares, los políticos temporales de la UE se están embarcando en esta aventura mortal. Por ello, los principales países europeos, sin escatimar en gastos, han comenzado a rearmar sus fuerzas armadas.

Algunos economistas occidentales ven la carrera armamentística como la panacea para la inminente crisis económica de la UE. Tradicionalmente, el tono de la rusofobia occidental desenfrenada lo marca Londres, que, junto con París, se prepara para proteger a Europa con un "paraguas nuclear".

Así, el 25 de marzo de 2024, se publicó un documento del Ministerio de Defensa del Reino Unido titulado "Hacer de la disuasión nuclear del Reino Unido un objetivo nacional". Este documento afirma abiertamente que la carrera armamentística:
 
“…creará oportunidades económicas en toda nuestra cadena de suministro en el Reino Unido, incluyendo:
- construcción de submarinos en BAE Systems en Barrow-in-Furness,
- mantenimiento de submarinos en Babcock International en Devonport,
- desarrollo de reactores nucleares en Rolls-Royce Submarines Ltd en Derby y
- diseño y producción de ojivas en AWE en Berkshire”.

El Ministerio de Defensa británico también declaró que:
 
Estamos invirtiendo 31.000 millones de libras (incluido un fondo de contingencia de 10.000 millones de libras) en nuevos SSBN de clase Dreadnought, y está previsto que el primer barco comience a patrullar a principios de la década de 2030;
desarrollando un reemplazo para la ojiva Sovereign del Reino Unido, al tiempo que mantenemos nuestro arsenal existente;
y recapitalizando la infraestructura crítica para modernizar nuestras bases navales y procesos de fabricación.
Según analistas del Centro de Estudios de Guerra y Paz, todos los indicios de preparación material para la guerra son evidentes. Esto explica la verdadera razón del despliegue de nuevas instalaciones de producción militar y el aumento de los presupuestos militares de los países euro-OTAN.

Los líderes de Gran Bretaña y Francia son los más activos en este sentido, siendo su principal objetivo la creación de nuevas fuerzas nucleares estratégicas navales. Los británicos construyen un nuevo SSBN clase Dreadnought, los franceses un nuevo submarino misilero clase SNLE-3G, así como un nuevo portaaviones nuclear clase PANG, y desarrollan el misil de crucero nuclear aéreo ASN-4G para las futuras generaciones del Rafale, cuarta y quinta. Sin embargo, estos son portadores de armas nucleares, y son las municiones nucleares las que, en última instancia, destruyen al enemigo. Por lo tanto, se está prestando especial atención al perfeccionamiento y la creación de nuevas armas nucleares y al reequipamiento de las fuerzas nucleares navales con nuevas ojivas. Los franceses, por ejemplo, han estado desarrollando una nueva ojiva para el SLBM clase M51.3 TNO-2 desde 2013, que se espera que sea adoptada en 2035.

El Reino Unido completó la modernización de su ojiva nuclear para sus misiles balísticos lanzados desde submarinos en 2023, pasando del Mk 4 al Mk 4A mediante la sustitución de componentes no nucleares.
— afirma el nuevo libro blanco "nuclear" del Ministerio de Defensa del Reino Unido.
Sin embargo, los británicos también intentan seguir el ritmo de sus socios principales de la OTAN. Desde mayo de 2022, Estados Unidos ha estado desarrollando una nueva ojiva W93 para equipar sus fuerzas nucleares estratégicas avanzadas. Se han asignado 19.800 millones de dólares a este proyecto para el año fiscal 2025. Los británicos, siguiendo la tradición establecida, han decidido inspirarse en el trabajo de sus colegas estadounidenses para crear su nueva ojiva A21 para los misiles balísticos de los SSBN avanzados de la clase Dreadnought.

Referencia: la ojiva A21, o Astraea («doncella estrella»), es el nombre de la antigua diosa griega de la pureza y la justicia.

Londres cree que el Reino Unido debería tener una ojiva «soberana», que «ayudará al Reino Unido a mantener la capacidad nacional de producción de armas nucleares y a garantizar la independencia del único elemento de disuasión nuclear del país».

Para confirmar las características de las nuevas armas nucleares, deben ser probadas. Anteriormente, se realizaron pruebas de detonación de ojivas nucleares a gran escala para este propósito. Sin embargo, en 1995, el gobierno del Reino Unido anunció el cese de las pruebas de armas nucleares, y en 1996, el Reino Unido firmó el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE), que ratificó en 1998.

Sin embargo, la operación (almacenamiento) de armas nucleares requiere una monitorización constante de su condición, estado de reparación y preparación para el uso previsto. Al eliminar las pruebas de detonación de ojivas nucleares a gran escala del proceso de verificación, predecir su condición se volvió significativamente más difícil. Esto requirió el uso de todo el potencial científico, así como la experiencia y el conocimiento de los aliados, los últimos avances en física nuclear, cibernética y tecnología de ojivas electrónicas, así como los datos de telemetría acumulados previamente durante las pruebas de ojivas nucleares. Todos estos datos forman la base para modelar los procesos que ocurren durante las detonaciones de ojivas nucleares. Este enfoque ahorra tiempo y dinero en el desarrollo de nuevas armas nucleares.

Sin embargo, la teoría es la teoría y la práctica es el criterio de verdad. Los estadounidenses lo saben bien: el 29 de octubre de 2025, el presidente estadounidense Donald Trump anunció su intención de realizar pruebas nucleares subterráneas a gran escala mediante el método de detonación directa. Según informes de prensa, el coste de las pruebas ya se ha incluido en la lista de gastos del Departamento de Guerra de EE. UU. para el año fiscal 2026.

Pero, a diferencia de los estadounidenses, que pueden realizar dichas pruebas en su centro de pruebas nucleares de Nevada, los británicos no tienen esta opción. Su única esperanza reside en los científicos nucleares. Por lo tanto, los británicos participan activamente en un programa de investigación conjunto con sus colegas estadounidenses, prefiriendo ahorrar en todo. Al fin y al cabo, realizar pruebas subterráneas a gran escala no es barato.

Referencia: el coste medio de una prueba nuclear subterránea en marzo de 1988 era:
- 20-30 millones de dólares para un eje vertical;
- 40-70 millones de dólares para una galería horizontal debido a soluciones de ingeniería más complejas. La preparación para una sola prueba tardó aproximadamente 18 meses. Normalmente, se realizaban múltiples experimentos durante una sola prueba para ahorrar costos.


El trabajo en la nueva ojiva A21 requirió inversiones de capital multimillonarias para modernizar la industria nuclear británica en su conjunto. Solo en 2024, el gobierno del Reino Unido planeó invertir casi 3.800 millones de dólares en su proyecto nuclear. Esto incluyó gastos para modernizar la base científica y técnica y construir estructuras permanentes en la planta AWE, así como en la base naval de Clyde y el campo de pruebas hidrodinámicas EPURE en Francia.

Cómo los británicos estudian las propiedades y capacidades de combate de las armas nucleares sin detonar prototipos

Los detalles sobre la nueva ojiva nuclear británica, la A21 (Astraea), son escasos y se desconoce su rendimiento estimado. El Ministerio de Defensa del Reino Unido informa que la A21 se montará en los vehículos de reentrada del SLBM Mk 7 de nuevo diseño, que también se utilizará con la ojiva W93 que se está desarrollando en EE. UU.

Los británicos pretenden evaluar teóricamente todas las características de rendimiento de la nueva ojiva nuclear, sin detonarla.

Afirman haber desarrollado una tecnología única y líder mundial para verificar el arsenal de ojivas del Reino Unido.

Esta metodología generalmente implica el uso del sistema láser ORION, la supercomputadora VALIANT y el complejo hidrodinámico francés EPURE para evaluar el estado y las características de salida de la ojiva.

Herramientas de investigación para físicos nucleares británicos


Español La instalación láser Orion es propiedad del Reino Unido y está ubicada en el centro de producción de armas nucleares del Atomic Weapons Establishment (AWE) en Aldermaston, Berkshire.

La construcción de Orion comenzó en 2006 y su primer lanzamiento tuvo lugar en 2010. La instalación fue puesta en servicio oficialmente en 2013. Orion reemplazó a la anterior instalación HELEN, que había estado en funcionamiento durante casi 30 años.

Orion se utiliza para la investigación de física de alta energía, incluyendo el modelado de las condiciones que surgen durante las explosiones nucleares. Esto permite el estudio de fenómenos físicos sin realizar pruebas de detonación reales.

En esta instalación láser, los científicos nucleares del Reino Unido colaboran con universidades británicas y equipos de físicos nucleares estadounidenses.

Orion desempeña un papel clave en el centro de investigación en las instalaciones de AWE, estudiando la seguridad, la fiabilidad y el rendimiento de las ojivas nucleares.

Su uso permite:
  • Simular condiciones extremas de temperatura, presión y densidad que ocurren en el centro de una explosión nuclear para estudiar fenómenos físicos bajo estas condiciones;
  • Estudiar la física del plasma de alta temperatura, importante para comprender los procesos que ocurren durante las explosiones nucleares;
  • Probar los diseños y materiales de las ojivas nucleares sin detonarlas (explotarlas).
Estos estudios recopilan datos estadísticos para su posterior análisis y generalización de los resultados de la investigación realizada.

Supercomputadoras


La prensa británica señala: «AWE adquirió recientemente la supercomputadora Valiant, una de las más potentes del Reino Unido. Se utiliza para probar el diseño, el rendimiento y la fiabilidad de nuevas ojivas nucleares como parte del Programa de Reemplazo de Ojivas».

Valiant se utiliza para modelar por computadora los procesos físicos que ocurren durante una explosión nuclear. Con su ayuda, científicos e ingenieros:
  • Analizan el comportamiento de los materiales en condiciones extremas de altas temperaturas y presiones;
  • Evalúan el impacto del envejecimiento de los componentes de las ojivas en su rendimiento;
  • Verifican la fiabilidad y seguridad de nuevos diseños sin realizar pruebas reales;
  • Simulan ojivas nucleares y el proceso de fusión nuclear inercial.
Por cierto, la supercomputadora El Capitán realiza una función similar en Estados Unidos. También se utiliza para entrenar inteligencia artificial. Los estadounidenses estudian problemas de ciencia de los materiales en su supercomputadora Frontier.

El uso de supercomputadoras permite reemplazar las explosiones nucleares subterráneas con simulaciones digitales. Científicos de ambos países han organizado el intercambio de datos y resultados de investigación, lo que ayuda a acelerar el desarrollo de nuevas ojivas nucleares.

Para estudiar la fiabilidad y la eficacia en combate de las ojivas nucleares, los físicos británicos también confían en las capacidades de sus colegas franceses, incluido su complejo hidrodinámico EPURE
(Cámara de Física de Radiación y Electro-Alta Presión). El complejo desempeña un papel clave en el mantenimiento y desarrollo del arsenal nuclear francés, en el marco de la prohibición de realizar pruebas de armas nucleares a gran escala.



EPURE es un complejo hidrodinámico de alta tecnología ubicado en Valduc, Francia, cerca de Dijon.


Comprende tres potentes unidades de imágenes de rayos X, incluyendo el acelerador de inducción lineal AIRIX, que genera rayos X de alta energía. Permite el estudio de alta precisión del movimiento de materiales durante las voladuras.

Antes de formar parte del complejo hidrodinámico EPURE, el acelerador AIRIX se ubicaba en Moronvilliers, Valduc. Otras unidades del complejo proporcionan imágenes de rayos X multieje para obtener datos tridimensionales sobre los procesos que ocurren durante la investigación.

AIRIX está equipado con equipos para registrar imágenes de rayos X y cambios en muestras experimentales en tiempo real.

Entre otras cosas, EPURE permite:
  • Estudiar el comportamiento de los materiales y medir sus propiedades bajo presiones y temperaturas extremadamente altas. Esto permite evaluar el comportamiento de los materiales en condiciones típicas de una explosión nuclear, lo cual es importante para garantizar la seguridad y la fiabilidad de las ojivas;
  • Simular los procesos hidrodinámicos que ocurren durante la fase prenuclear del funcionamiento de un arma nuclear;
  • Confirmar la precisión de los modelos matemáticos utilizados para mantener la seguridad y la fiabilidad del arsenal nuclear sin realizar pruebas a gran escala.
El valor del complejo también reside en que sus potentes sistemas de imágenes de rayos X permiten obtener imágenes a alta velocidad de los procesos de compresión y deformación de muestras en condiciones similares a las de una explosión nuclear.

El complejo es utilizado conjuntamente por científicos británicos y franceses, lo que facilita la coordinación y el intercambio de datos entre ambos países, facilitando una experimentación y un modelado más eficientes.

Aunque el Reino Unido y Francia conservarán su independencia operativa, el complejo será gestionado conjuntamente y ambos países realizarán experimentos sofisticados para modelar el rendimiento y la seguridad de las armas nucleares sin probar explosivos nucleares.
— declara el documento oficial sobre el uso de los recursos científicos de ambos países.

El complejo se utiliza en virtud del acuerdo franco-británico TEUTATES de 2010, en virtud del cual las partes intercambian los resultados obtenidos durante la investigación conjunta sobre la física de los procesos que ocurren en las ojivas nucleares durante las simulaciones de detonación.

EPURE colabora con otros centros nucleares franceses, como CESTA (Centro de Investigación Científica y Técnica de Aquitania) y el láser de megavatios LMJ, que se utiliza para probar modelos teóricos de detonación.



Como vemos,
los líderes militares y políticos de Gran Bretaña y Francia, bajo el pretexto de una retórica rusófoba, no escatiman gastos y se esfuerzan al máximo para mejorar sus arsenales nucleares.

El peligro de esta política reside en que podría infundir falsas esperanzas de lograr una victoria estratégica sobre Rusia, una superpotencia nuclear, arrastrando a la humanidad al abismo de una tercera guerra nuclear mundial.

El uso de métodos avanzados en física nuclear, radiología, ciencia de materiales, matemáticas y física de altas energías permite realizar la investigación necesaria para evaluar el estado y las características de las ojivas nucleares sin necesidad de realizar pruebas a gran escala.

Sin embargo, el desarrollo de nuevas ojivas nucleares y la evaluación práctica del grado de degradación de sus componentes requieren pruebas a gran escala. Esto contraviene el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares. No obstante, Estados Unidos no es ajeno a incumplir tratados internacionales que restrinjan de cualquier manera su libertad de acción. Por lo tanto, Estados Unidos se prepara para realizar pruebas subterráneas de sus ojivas nucleares. Como ha declarado el presidente Putin, Rusia debe estar preparada para dar una respuesta adecuada a las acciones estadounidenses. Y sin duda lo hará.

sábado, 4 de octubre de 2025

Crisis del Beagle: ¿Y si...? Conjeturas sobre la guerra del fin del Mundo

Soldados argentinos ocupan Puerto Natales en 1978.

Y si hubiésemos ido a la guerra: El conflicto no desatado entre Argentina y Chile en 1978 y sus consecuencias



Por EMcL - FDRA


Hubo mapas, hubo planes, hubo órdenes escritas. Hubo tropas listas para cruzar la frontera, armamento cargado, y miras puestas en el canal Beagle. En diciembre de 1978, Argentina y Chile estuvieron a horas —quizás minutos— de iniciar una guerra de consecuencias imprevisibles. Y, sin embargo, no ocurrió.

Este artículo se sumerge en ese conflicto no desatado, en ese capítulo borrado de la historia por la intervención de último momento del papa Juan Pablo II. Pero la pregunta persiste: ¿qué habría pasado si no mediaba nadie? ¿Quién tenía más chances de ganar? ¿Qué papel habrían jugado Perú, Bolivia o Brasil? ¿Y si Chile se rendía? ¿Y si resistía con éxito?

"Y si hubiésemos ido a la guerra"
no es solo un ejercicio de historia contrafactual. Es una reconstrucción detallada y argumentada de escenarios reales que estuvieron a punto de concretarse. Con base en fuentes documentales, estudios militares y análisis geopolíticos, proponemos una línea de tiempo crítica y múltiples hipótesis sobre el desenlace de una guerra que no fue, pero pudo ser.

Lo invitamos a recorrer uno de los mayores “¿y si?” estratégicos del Cono Sur. Lo que sigue no es ficción: es el pasado que casi fue historia.


0. El Beagle como epicentro: contexto, cronología y escenario hipotético

Línea del tiempo esencial

  • 1881 – Se firma el Tratado de Límites entre Argentina y Chile, que fija el canal de Beagle como frontera, pero no delimita con precisión la jurisdicción de las islas al sur del canal. (Wikipedia)

  • 1958 – Incidente del islote Snipe: enfrentamiento menor entre fuerzas argentinas y chilenas en el canal. (Wikipedia)

  • 1971 – Argentina y Chile acuerdan someter el diferendo del Beagle a arbitraje internacional. (Wikipedia)

  • 2 de mayo de 1977 – Se publica el laudo arbitral favorable a Chile sobre las islas de Picton, Lennox y Nueva, y derechos marítimos adyacentes. Siniver (2024)

  • Enero de 1978 – Argentina declara “nulo e írrito” ese laudo. Secretaría de Estado

  • 20 de febrero de 1978 – Acuerdo de Puerto Montt (Chile y Argentina acuerdan seguir negociando). (ONU)

  • 12 de diciembre de 1978 – Reunión de ministros exteriores prevista en medio de fuerte tensión. (CIA)

  • 22 de diciembre de 1978 – Argentina lanza la Operación Soberanía, una acción militar planeada para invadir las islas en disputa y medir la reacción chilena. La operación es abortada pocas horas después. (Wikipedia)

  • 9 de enero de 1979 – Acta de Montevideo: los dos países aceptan la mediación papal. (ONU)

  • 1982 – Guerra de Malvinas: Chile respalda diplomáticamente a Reino Unido, lo que influye en las relaciones regionales. (Wikipedia)

  • 29 de noviembre de 1984 – Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina: acepta el laudo arbitral y fija fronteras marítimas y derechos de navegación. (Fuente)

Esta cronología refleja cómo, en los hechos, la guerra fue evitada. Pero al imaginar que el conflicto realmente se hubiera desatado, abrimos múltiples líneas hipotéticas.




1. ¿Quién tenía más probabilidades de ganar?

En la literatura especializada encontramos un consenso matizado. Argentina partía con ventajas cuantitativas: mayor número de tropas, armamento más abundante y capacidad de movilización en varios frentes. Según estudios estratégicos contemporáneos de esa época, su Ejército patagónico ya estaba preparado para operaciones ofensivas sobre las islas en disputa. (CIA)

Por otro lado, Chile contaba con dos factores defensivos cruciales: la difícil geografía (cordillera y zonas inhóspitas) que dificultaba el avance argentino, y una línea logística relativamente corta dentro de territorio nacional, lo que favorecía su capacidad de resistencia. Además, la cohesión militar chilena bajo Pinochet resultaba más estable que la de la junta argentina, inmersa en divisiones internas. Siniver (2024)

Algunos análisis de teoría de crisis (“brinkmanship”) aplicados al caso del Beagle concluyen que una guerra rápida y relámpago podría favorecer a Argentina en los primeros movimientos; pero que una guerra prolongada revertiría esa ventaja inicial. En esos modelos se considera que el desgaste logístico, el costo humano y la presión internacional tienden a favorecer al defensor cuando el terreno favorece esa estrategia. Corbacho (2003)

Por lo tanto, en un escenario ideal (ofensiva rápida bien coordinada, sorpresa y falta de reacción efectiva chilena), Argentina podría haber conquistado las islas y algunas zonas del sur chileno. Pero la probabilidad de una victoria estratégica total era baja. En una guerra extendida, Chile tenía mayores chances de revertir posiciones. Estos temas los hemos investigado a lo largo de diversos posteos en este blog.



2. Intervención de Perú o Bolivia: ¿posible cerco andino?

Una de las grandes incógnitas de este conflicto hipotético es el rol que hubiesen desempeñado los vecinos del altiplano. Perú, por entonces bajo el gobierno militar de Francisco Morales Bermúdez, mantenía una relación ambigua con Chile, marcada por las secuelas de la Guerra del Pacífico. Bolivia, aún con heridas abiertas por la pérdida de su litoral en ese mismo conflicto, tenía un interés histórico en recuperar acceso soberano al mar.

Existen documentos y declaraciones posteriores que indican que Argentina sondeó informalmente a ambos países sobre una eventual alianza. Algunos sectores del Ejército boliviano veían en el conflicto una oportunidad para presionar a Chile. En el caso de Perú, las relaciones eran frías con Chile, pero no lo suficiente como para justificar una entrada automática en la guerra.

La situación hubiese sido difícil para Chile. En 1978, Argentina sumaba un contingente de +132.000 hombres; Perú disponía de 89.000 y Bolivia de 22.500. Distribuir los 85.000 hombres con que contaba Chile para tal número de enemigos, parece altamente difícil. Hubo, además, una serie de escándalos de espionaje que involucraron a Chile en el Perú, y algunas decisiones de los países del entorno revelaban que todos estaban tomando posiciones, de alguna manera, ante la proximidad de la crisis.

La mayoría de los estudios coinciden en que una intervención directa de Perú o Bolivia era improbable al inicio del conflicto. Sin embargo, si Argentina lograba avanzar con éxito sobre el sur chileno, una victoria parcial podría haber incentivado una ofensiva coordinada desde el norte. No por alianzas explícitas, sino por intereses convergentes. Esta posibilidad, aunque baja, no era descartable. El cerco andino pudo haber sido una realidad si el conflicto se prolongaba.

Sin haberse decidido jamás por un compromiso concreto con Buenos Aires, y viendo milagrosamente como zafaba el país de la debacle en la Patagonia sobre el extremo sur de Chile, Lima no tuvo más remedio que quedar expectante. En editorial del diario peruano "El Correo" del 2 de abril de 2005, el director del medio, Aldo Mariátegui, recordaría:
    

"Si la guerra estallaba, era casi seguro que nuestro país se hubiera visto arrastrado a ella junto a Bolivia, mientras que los chilenos hubieran movido a sus aliados ecuatorianos".
    

"Por ello, la intervención papal evitó una muy probable guerra generalizada en Sudamérica, un horror insano que nos ahorró Juan Pablo II y que debemos agradecerle para siempre".


De este modo, al posponerse el problema del Beagle con esta oferta de mediación papal, la más calurosa hoguera de hacer justicia peruana frente al robo de territorio por parte de Chile comenzó a extinguirse a partir de ese año de 1979, aún cuando las tensiones persistían. 

Las relaciones históricas entre Chile, Perú y Bolivia aportan pistas interesantes. Bolivia, aún resentida por la pérdida de su costa en la Guerra del Pacífico, y Perú, que históricamente ha tenido tensiones con Chile, podrían haber visto en el conflicto una oportunidad regional.

Sin embargo, los estudios que revisan ese escenario coinciden en que la intervención abierta de Perú o Bolivia al inicio del conflicto habría sido muy improbable. Los costos políticos, militares y diplomáticos eran enormes. Además, ambos países enfrentaban limitaciones internas y no contaban con fuerzas desplegables de largo alcance para sostener una guerra en el extremo austral.

Dicho esto, si Argentina hubiese tenido éxito en sus primeras operaciones (por ejemplo, ocupando las islas o parte del sur chileno), un apoyo táctico desde el norte podría haber emergido. Un “cerco andino” podría haber sido viable en fases posteriores, no al comienzo. La ayuda probable habría sido logística, apoyo diplomático, incluso presiones sobre Chile desde el frente altiplánico, más que envíos masivos de tropas.




3. ¿Intervención de Brasil, EE. UU., Reino Unido u organismos multilaterales?

Una de las hipótesis de escalamiento del conflicto del Beagle recae muchas veces en la intervención de actores del tercer nivel. Analistas, sobre todo trasandinos, confiaban en que si el conflicto se prolongaba sería aprovechada por terceros actores para intervenir, siempre sospechando en ayuda de Chile. El primer corazoncito se depositaba en Brasil. Así como Perú y Bolivia aprovecharían la guerra para recuperar el territorio indignamente robado por Chile un siglo antes, Brasil podría cobrárselo con Argentina. Del mismo modo, el Reino Unido anticiparía que el conflicto se extendería a Malvinas e intervendría contra Argentina. Estados Unidos también tal vez podría intervenir para desalentar el conflicto entre dos socios regionales, como lo hace muchas veces para desactivar otros conflictos entre socios, como el caso de Turquía y Grecia. Finalmente, otra opción sería la intervención activa de la ONU al final como en el caso de la guerra de Corea.

Brasil

Brasil observaba el conflicto con preocupación. En plena dictadura militar y aliado de Estados Unidos en la Guerra Fría, el régimen brasileño tenía razones para evitar una alteración del equilibrio regional. Aunque públicamente neutral, Brasil mantenía mejores relaciones con Chile que con Argentina y tenía acuerdos tácitos de cooperación con las Fuerzas Armadas chilenas.

Una intervención brasileña directa era improbable, pero no imposible. Lo más probable es que, frente a una ocupación prolongada del sur chileno o una guerra abierta en todo el territorio andino, Brasil hubiese presionado diplomáticamente a favor de una solución rápida. En el escenario más extremo, podría haber desplegado tropas en su frontera para contener cualquier desborde, aunque sin cruzar a territorio enemigo.

Brasil, en 1978 bajo régimen militar, observaba el deterioro del equilibrio regional con preocupación. Mantenía relaciones más fluidas con Chile que con Argentina, lo que lo inclinaba a actuar como mediador o contenedor antes que como agresor directo. Una intervención militar brasileña sobre territorio chileno era extremadamente poco plausible. Lo más probable era una presión diplomática fuerte o despliegues en su frontera para evitar contagios o flujos de refugiados. Asimismo, sería probable que, si pudiese, Brasil proveería de armas a Chile si es que pudiese lograr una ruta logística segura. Asimismo, debe destacarse que para el momento de la crisis Brasil carecía de diferendos limítrofes con Argentina, es decir, no tendría excusa válida para iniciar una conflicto.

Estados Unidos

En plena Guerra Fría, EE. UU. jugaba un rol central en América Latina. Su prioridad habría sido evitar que un conflicto local escalara en una crisis mayor que afectase sus intereses estratégicos. Como muchas fuentes diplomáticas señalan, EE. UU. probablemente hubiese emitido condenas a la agresión, impuesto sanciones o bloqueos diplomáticos al agresor, y presionado por negociaciones y ceses del fuego. En el mejor de los casos, podría haber ofrecido mediación bajo auspicios de la OEA o la ONU. No hay indicios claros de que hubiese enviado tropas, salvo en escenarios extremos o bajo mandato internacional. Del mismo modo de controlar que se eviten conflicto entre sus socios políticos, la intervención cumpliría un rol apaciguador.

Estados Unidos habría jugado un rol determinante, aunque complejo. Washington mantenía canales con ambos regímenes militares y habría buscado evitar un conflicto que desestabilizara su "patio trasero" durante la Guerra Fría. Lo más probable habría sido una presión fuerte, quizás en el marco de la OEA, junto con sanciones diplomáticas o comerciales.

Reino Unido

El Reino Unido tenía un vínculo indirecto con el conflicto, principalmente vía su relación con Argentina (sobre todo por el tema de las Malvinas) y el reconocimiento del laudo arbitral. Es improbable que hubiese intervenido con fuerza militar en América del Sur en ese momento, salvo como apoyo simbólico diplomático o a través de presiones internacionales. El gobierno de ese momento todavía era laborista en el país, es probable que una intervención militar directa no hubiese ocurrido pero sí una movilización precautoria de la Royal Navy (con su grupo de portaaviones) a las islas Malvinas para prevenir cualquier aventura militar de nuestro país. 

El Reino Unido mantenía una relación distante en lo diplomático con Argentina pero cercana en lo militar: la proveía de armas navales (sus mejores destructores Tipo 42 y bombarderos Canberra), especialmente en temas de soberanía (como las Malvinas), y hubiese evitado tomar partido. 

ONU / organismos multilaterales

La ONU podría haber adoptado resoluciones para condenar la agresión, imponer sanciones o desplegar fuerzas de observación o paz en un escenario extremo. Pero en 1978 no existía un mecanismo automático para enviar fuerzas de intervención en conflictos interestatales sin acuerdos amplios. En un conflicto prolongado y sangriento, la presión para un cese del fuego y supervisión externa habría sido intensa.

En suma, la intervención extranjera directa en combate era poco probable salvo escalaciones dramáticas. La intervención diplomática activa y la mediación internacional eran mucho más probables.

La ONU, si bien podría haber condenado el conflicto, difícilmente habría actuado militarmente. No obstante, una guerra prolongada y sangrienta podría haber motivado la creación de una fuerza de paz para supervisar un cese al fuego.

4. Si Chile se hubiese rendido: ¿Que exigencias máximas podía solicitar Argentina?

¿Quién tenía mayores probabilidades de ganar una guerra entre Argentina y Chile en 1978?

La literatura especializada, tanto argentina como internacional, ha analizado largamente los escenarios potenciales del conflicto. En términos estrictamente numéricos, Argentina contaba con una ventaja considerable en tropas, blindados, aviación y recursos logísticos. Su Ejército era el más grande del Cono Sur y se encontraba desplegado en varias zonas del país con capacidad de rápida movilización. Además, la Armada argentina era, al menos en cantidad, superior a la chilena, mientras que la Fuerza Aérea contaba con más unidades operativas en ese momento.

Sin embargo, la superioridad numérica no garantiza la victoria. Chile, aunque más limitado en recursos humanos y materiales, tenía ventajas defensivas clave. Primero, su geografía: la Cordillera de los Andes es una formidable barrera natural. Segundo, una doctrina militar orientada a la defensa territorial con líneas logísticas más cortas y eficientes en su propio territorio. Tercero, el factor de cohesión interna: mientras que Argentina tenía fricciones entre sus distintas ramas militares y una dictadura inestable, Chile, bajo el mando férreo de Pinochet, mostraba una cadena de mando más cohesionada.

Los estudios de estrategia militar concluyen que en caso de una guerra corta, con ofensivas rápidas, Argentina podría haber ocupado territorios chilenos en el sur —especialmente el área de Punta Arenas— e incluso capturar las islas disputadas. Pero en una guerra prolongada, las limitaciones logísticas argentinas, la geografía hostil y una probable reacción internacional habrían revertido esa ventaja inicial. La victoria rápida era improbable. La victoria total, inverosímil. 

¿Qué hubiese ganado Argentina si Chile se rendía?

Si se hubiese producido una rendición chilena —escenario extremo aunque no improbable— Argentina habría impuesto condiciones territoriales y geopolíticas. El objetivo inmediato habría sido asegurar la soberanía de las islas del Canal Beagle (Picton, Lennox y Nueva), además de zonas estratégicas en el sur patagónico. Algunas proyecciones incluso mencionan la ocupación del Estrecho de Magallanes, dándole a Argentina control completo sobre la navegación entre el Atlántico y el Pacífico.

Además del territorio, se habrían exigido concesiones diplomáticas y comerciales: control de rutas marítimas, tratados favorables para la navegación y quizás acuerdos sobre explotación pesquera y recursos marítimos. En un escenario más ambicioso, Argentina podría haber intentado establecer una zona desmilitarizada en el sur chileno o imponer restricciones al rearme chileno.

Sin embargo, la ocupación prolongada del territorio chileno habría sido inviable en términos políticos y logísticos. La resistencia local, la presión internacional y los costos humanos y económicos habrían transformado una victoria táctica en un problema estratégico.

Aún obteniendo estas conquistas, debe tenerse en cuenta que como ha sido tradición en la cultura chilena, no perderían un segundo hasta fin de los tiempos de realizar reclamos diplomáticos de cualquier tipo, marca y color. Los reclamos infundados (Lago del Desierto) o mágicamente creados (Hielos Continentales) han sido una constante en el patrón cultural chileno. 

Finalmente, viendo a más largo plazo, la mejor victoria que hubiese podido tener Argentina hubiese sido la cesión de la Antártida chilena (nombrada Antártica en Santiago). Eso hubiese dejado el tratado Antártico con la región en disputa sólo por dos naciones, el Reino Unido y Argentina. La liberación del sur del canal de Beagle del yugo chileno hubiese dado un paso natural desde el sector continental Atlántico hacia las bases del continente blanco y hubiésemos ahorrado tener que jugar la actual farsa de un país jugando pequeños juegos de mezquindades como ya nos tiene acostumbrado el país lateral. Bien valía la pena ir a la guerra por sólo este objetivo de largo plazo.

Si Chile se hubiese rendido: exigencias máximas de Argentina

En el escenario más favorable para Argentina—una rendición chilena—las condiciones de paz que Buenos Aires podría haber exigido hubiesen sido ambiciosas:

  1. Soberanía plena sobre las islas del Canal Beagle — Picton, Lennox y Nueva, con definición clara del canal como frontera.

  2. Control parcial o total del Estrecho de Magallanes, para asegurar la soberanía sobre rutas marítimas interoceánicas de extremo sur.

  3. Zonas costeras del sur chileno (por ejemplo en toda la isla de Tierra del Fuego) con bases navales argentinas o zonas bajo administración argentina.

  4. Derechos de navegación asegurados para buques argentinos en aguas del Pacífico adyacentes, con tratados favorables de libre paso.

  5. Compensaciones económicas: reparaciones por daños de guerra, indemnizaciones, acceso preferencial a recursos marítimos (pesca, potenciales hidrocarburos).

  6. Limitaciones militares para Chile, como restricciones al rearmamento en el sur o creación de zonas desmilitarizadas, supervisadas internacionalmente.

  7. Cláusulas diplomáticas y de reconocimiento que obligaran a Chile a reconocer formalmente la victoria argentina, declarar vacíos ciertos tratados y aceptar una redefinición de fronteras marítimas favorables a Argentina. Cesión de todo el espacio antártico chileno a Argentina.

     

No obstante, mantener una ocupación extensa del territorio chileno hubiese sido extremadamente costoso y políticamente inviable en lo más mínimo a mediano plazo, por la resistencia interna, la presión internacional y el desgaste logístico humano y militar.

5. ¿Qué hubiese ganado Chile si rechazaba el ataque argentino?

En caso de un contraataque exitoso chileno, o al menos una defensa que frustrara el avance argentino, Chile habría obtenido no sólo la legitimidad internacional sobre su soberanía en el Beagle, sino un fortalecimiento simbólico y político de gran calibre. El mejor resultado posible sería la consolidación de sus derechos sobre las islas en disputa, acompañado de un reforzamiento militar y diplomático en la región.

En un escenario de victoria parcial o total, Chile podría haber presionado por concesiones argentinas en áreas fronterizas donde aún existían ambigüedades, además de reforzar alianzas regionales. Incluso es plausible imaginar que Chile hubiese solicitado compensaciones económicas o logísticas por los daños sufridos, o promovido una condena regional a la agresión argentina.

Políticamente, una victoria chilena habría reforzado al régimen de Pinochet, dándole mayor margen interno y externo. Por contraste, una derrota argentina habría debilitado aún más a una Junta ya dividida, acelerando el desgaste del régimen militar y probablemente alterando el curso que llevaría a la guerra de Malvinas cuatro años después.

Si Chile rechazaba el ataque: ganancias máximas para Chile

En el escenario de una defensa exitosa con contraataques efectivos, Chile podría reclamar condiciones ventajosas al final del conflicto:

  1. Confirmación y reforzamiento de su soberanía sobre Picton, Lennox y Nueva — el reconocimiento internacional de su propiedad sobre las islas disputadas.

  2. Concesiones territoriales menores en zonas limítrofes donde hubiese disputas poco claras o franjas terrestres limítrofes que pudieran ser negociadas.

  3. Compensaciones económicas por daños de la agresión argentina, indemnizaciones por destrucción de infraestructura, pérdidas civiles o militares.

  4. Obligación argentina de reconocer tratados de navegación favorables a Chile o cesión de derechos en algunas rutas marítimas limítrofes.

  5. Garantías de no agresión y limitaciones militares argentinas en el sur, tal vez supervisión internacional en ciertas zonas.

  6. Reparaciones políticas: apoyo chileno en foros internacionales, condenas de agresión argentina y un reforzamiento de la posición diplomática de Chile.


Además, políticamente sería una victoria simbólica de gran magnitud, fortaleciendo el régimen de Pinochet y debilitando la legitimidad de la junta argentina. Una derrota argentina —pese a sus recursos— habría acelerado el desgaste de su gobierno militar.

 

6. Finalizando

En diciembre de 1978, el Cono Sur estuvo a un suspiro de presenciar un enfrentamiento bélico que pudo haber cambiado el rostro geopolítico de Sudamérica. La tensión entre Argentina y Chile por la soberanía de las islas del Canal Beagle alcanzó un punto álgido, al borde de la guerra abierta. La intervención diplomática del papa Juan Pablo II evitó el estallido final. Pero, ¿qué habría pasado si esa mediación no hubiese llegado a tiempo? ¿Qué escenarios se habrían desplegado si el primer disparo hubiese sido respondido? Eso hemos estado intentar responder en este blog en diversos posteos.

Este conflicto no desatado sigue siendo uno de los mayores "y si" de la historia sudamericana reciente. Las condiciones estaban dadas, las tropas movilizadas, y las órdenes redactadas. Sólo una inesperada mediación papal evitó que el fuego se abriera en la Patagonia. El análisis de sus posibles consecuencias nos recuerda cuán delgada es, a veces, la línea entre la paz y la guerra.

¿Quién habría ganado? Es posible que nadie. Es posible que Argentina. Es imposible que Chile.

miércoles, 1 de octubre de 2025

Malvinas: Reino Unido podría perder las islas en 20 años

¿Por qué Gran Bretaña perderá las Malvinas en los próximos 20 años?


Este hilo explica por qué es probable que Gran Bretaña pierda las Islas Malvinas, probablemente en los próximos 25 años, pero a más tardar en 2065. En teoría, podríamos evitarlo, pero probablemente no tomaremos las medidas necesarias, así que las perderemos.



Fuente

Primero lo primero: es improbable que nos enfrentemos (en un plazo estratégicamente relevante) a la posibilidad de perder las islas militarmente. Puede que seamos débiles militarmente, pero desde la guerra de 1982, hemos reforzado las defensas de las islas, centradas en la base de la RAF Mount Pleasant.



Estas defensas incluyen cuatro cazas Typhoon estacionados permanentemente, además de un avión cisterna de reabastecimiento en vuelo; transporte aéreo estratégico; cabezas de radar remotas; misiles antiaéreos de alcance medio Sky Sabre; una lancha patrullera clase River de la Royal Navy, así como destructores/fragatas que se instalarán en la base periódicamente.





Un batallón de infantería también está estacionado allí. Abajo, el oficial al mando de 2 fusiles habla como compañía de reclutamiento con un oficial de 2 PARA, típicamente ágil. Un batallón puede no parecer mucho, pero los soldados británicos son de élite; superan a la infantería argentina.



Buenos Aires está a décadas de igualar esto, especialmente considerando que cualquier aumento de poderío militar argentino podría contrarrestarse reforzando la presencia británica en las islas y sus alrededores, incluso sin el gasto militar adicional que aparentemente tenemos planeado. Pero ¿y si Argentina se organizara económicamente. ¿Y si comprara de China el tipo de avión de combate de quinta generación con sistema AWACS que aparentemente estaba al alcance de Pakistán? ¿Y si expandiera significativamente su ejército y comprara equipo moderno para él? ¿Y si...




...aprovechara la democratización del ataque de precisión y la vigilancia, posibilitada por misiles y drones de diversos tipos? Si los hutíes pueden conseguir tales misiles, y los ucranianos fabrican tales drones en su país, en teoría, también podrían hacerlo los argentinos.





El estado británico no se está tomando este riesgo lo suficientemente en serio. El uso masivo de misiles y drones degradaría rápidamente la posición en Mount Pleasant y, en última instancia, desbordaría la capacidad de la RAF para disputar el aire, abriendo el camino para que los cazabombarderos de la Fuerza Aérea Argentina comiencen a deambular.





Sin embargo, si Argentina comenzara a desarrollar un arsenal de este tipo, Gran Bretaña podría responder estacionando allí más activos defensivos, así como una defensa puntual contra drones recientemente desarrollada, y distribuyendo activos alrededor de las islas. Finalmente, podría desplegar sistemas capaces de...




...suprimir los fuegos argentinos en tierra firme. Además, un desembarco disputado de marines es una de las cosas más difíciles que un ejército puede intentar. Los argentinos podrían desarrollar toda la tecnología de drones y misiles que quisieran, pero ¿llevar soldados a través de 480 kilómetros de mar abierto?




Esto sería imposible sin superioridad aérea, pero incluso si se lograra, superar el fuego antibuque terrestre del Reino Unido no sería un hecho. Además, es dudoso que Argentina pueda detectar los submarinos nucleares cazadores-asesinos de la Marina Real, que son los mejores del...




...mundo después de los submarinos más avanzados de la Armada estadounidense, en un futuro próximo. Mientras no puedan, enviar una fuerza marítima a las Islas es una tarea difícil (siempre y cuando Gran Bretaña tenga tiempo de desplegar activos allí antes del Día D).

Entonces, ¿cómo podríamos perder las Malvinas?




Probablemente desde 2014, el orden mundial ha pasado de ser unipolar (como lo había sido desde 1991 a más tardar) a multipolar. Las grandes potencias en este sistema son Rusia (con diferencia la más débil de las tres), China y Estados Unidos (los dos últimos aportan sus pares).



Eso significa el regreso de una despiadada competencia por la seguridad entre las grandes potencias. Sudamérica no será inmune a esta competencia. Si no sabe quién es el almirante Alvin Holsey (abajo), debería saberlo. Es el comandante del Comando Sur de EE. UU., responsable de toda Latinoamérica.




El poder de Estados Unidos, por supuesto, se basa en sus enormes recursos naturales, su impresionante tamaño económico, fuerza y ​​profundidad, y su poderoso ejército. Sin embargo, también se basa en su independencia de rivales cercanos. Siempre ha comprendido la importancia de esto.

Por eso proclamó la Doctrina Monroe —que establecía que las potencias extranjeras no podían interferir en el hemisferio occidental— en 1823, mucho antes de tener la capacidad de aplicarla. Y, desde entonces, ha librado guerras, anexado territorios, fomentado golpes de Estado, apoyado revoluciones...



...y dictadores, financiado guerrillas, traficado drogas y bloqueado naciones para asegurar que Latinoamérica se comporte bien. Nada ha cambiado, ni tampoco el deseo de Washington de controlar los recursos naturales cruciales de Sudamérica, como el petróleo, el mineral de hierro, el cobre, el litio, el niobio y el uranio.

Pero hay un problema. China es ahora el principal socio comercial de la mayoría de los países sudamericanos. También está construyendo redes 5G, puertos, corredores logísticos y, lo peor de todo, invertir en todos esos recursos naturales y enviarlos a China, no a Estados Unidos.




Con toda esta inversión, comercio y suministro de equipos, viene la influencia. Si un país es tu mayor socio comercial, te proporciona tu red nacional de telecomunicaciones y construye y opera infraestructura crucial, eso le da cierta ventaja, ¿no?

No hace falta decir que Washington detesta esto y ha decidido competir, tan despiadada y despiadadamente como siempre. Lo más destacado es que Estados Unidos está intentando fomentar un golpe de estado contra el gobierno venezolano en este momento. O quizás se esté preparando para invadirlo.




Está castigando a Brasil con sanciones porque el presidente Lula, de tendencia izquierdista y pro-BRICS/sur global, ha procesado al expresidente derechista y pro-estadounidense Jiar Bolsonaro. Está presionando a México y ayudó a instalar una administración ultrapro-estadounidense en Ecuador y Perú.




Argentina es una pieza importante del rompecabezas. Exporta productos agrícolas, petróleo y gas, y, crucialmente, forma parte del Triángulo del Litio. Argentina también controla las salidas del sistema fluvial Paraná-Paraguay, por donde transita un gran volumen de las exportaciones de la región.



El reciente rescate financiero de 20.000 millones de dólares a Argentina demuestra la importancia del país para Washington. El presidente Javier Milei es un firme partidario de Estados Unidos. Ha buscado conectar a Argentina con la órbita estadounidense mediante la compra de F-16 y la cooperación militar en el río Paraná.



Es evidente que Washington desea mantener un régimen proestadounidense en Argentina; es evidente que seguirá compitiendo por influencia en Sudamérica de forma más amplia. A estas alturas, debería haber empezado a hacerse evidente cómo Gran Bretaña podría perder las Malvinas "diplomáticamente".

Corre el año 2045. La economía argentina ha experimentado un fuerte crecimiento durante más de 15 años, gracias al gas de Tierra del Fuego, el litio y un gobierno que supo no solo gestionar la economía, sino también competir con Estados Unidos y China, asegurándose la inversión de ambos.

Con este crecimiento económico llegó la reforma militar. El país se centró en una amplia y variada fuerza de drones y misiles, complementada con un pequeño número de cazas chinos de quinta generación y un ejército moderno con capacidad expedicionaria. El Reino Unido ha seguido estos acontecimientos con alarma.

Ha tenido que comprar y desplegar más sistemas de defensa A2/AD y de punto, construir pistas austeras en la isla para distribuir sus aviones de combate y desplegar muchos más activos. El equilibrio de poder sigue estando del lado del defensor, pero los gastos para mantener las Malvinas aumentan.

En este punto, Argentina da un gran impulso para iniciar negociaciones sobre la soberanía de las Malvinas. Los países del Sur Global apoyan este esfuerzo "anticolonial". También lo hace China, ahora la mayor economía del mundo y un poderoso actor diplomático. Pekín ve una oportunidad de lograr una victoria fácil contra EE. UU., que naturalmente estará dividido al respecto (como lo estuvo Washington en 1982 hasta que Galtieri jugó un juego diplomático estúpidamente). Alguien más que ve una oportunidad de lograr una victoria es España, que presiona con fuerza para ganar que la UE apoye el caso de Argentina. Madrid espera que el precedente conduzca a la obtención de la soberanía sobre Gibraltar. Públicamente, Washington se mantiene neutral al respecto. En privado, sin embargo, le dice a Buenos Aires que utilizará su relación especial con Londres para argumentar el caso de Argentina. En Londres, le dice a un Primer Ministro con el rostro pálido que EE. UU. no apoyará al Reino Unido; el coste estratégico para Estados Unidos sería simplemente demasiado alto, y que, en opinión de la Administración, ha llegado el momento de transferir la soberanía.

Whitehall (la casa de gobierno británica) no está disgustado con este giro de los acontecimientos. No se ha hecho nada para desarrollar las islas ni explotar sus potenciales recursos naturales. El gasto de mantener estas rocas sin valor es simplemente demasiado alto, opina el Tesoro. Mientras tanto, el Ministerio de Asuntos Exteriores está igualmente complacido. Le disgusta la forma en que estas disputas sobre remanentes imperiales sin valor consumen capital diplomático. Si Gran Bretaña se librara de ellos, podríamos tener una posición moral más sólida y desempeñar un papel más importante en el fomento de la cooperación internacional.

Con el país diplomáticamente aislado, las habituales traiciones dentro del establishment dificultarían la vida. Para 2045, quedarían pocos veteranos de la Guerra de 1982 que pudieran expresar su desaprobación o influir en la opinión pública: incluso los más jóvenes que lucharon en las Malvinas serían octogenarias. Las historias del Yomp, la tragedia del HMS Sheffield, el hundimiento del Belgrano o la heroica carga del coronel H. Jones en Goose Green simplemente se habrán desvanecido de la memoria pública.

Y así es como perdemos las Malvinas.

FIN

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