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miércoles, 26 de marzo de 2025

Bélgica: La resistencia a la ocupación nazi

Por qué la resistencia belga merece más atención

La importancia de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial no forma parte de la memoria colectiva belga. El legado político y moral de quienes resistieron al ocupante alemán ha sido en gran medida olvidado. Esto es notable, ya que la resistencia representa un logro impresionante. Merece un lugar más destacado en el recuerdo de la guerra.

En 1942, Mayer Gulden vive con su esposa Pescha y sus dos hijos, Dyna y Mozes, en De Berlaimontstraat 14 en Deurne, Amberes. La policía local arresta a la madre y a sus dos hijos la noche del 28 al 29 de agosto de 1942. A principios de septiembre son asesinados en Auschwitz. El propio Mayer escapa y se esconde con otro judío en la casa de Emiel Acke y Valerie Duerinckx, sus vecinos. Emiel y Valerie arriesgan sus vidas por este acto de resistencia. Después de la guerra no reciben ningún reconocimiento. Los policías que arrestaron a Pescha y a sus hijos fueron arrestados por el ocupante en enero de 1944.

Una parte de la policía de Deurne entró en la organización de resistencia de las Brigadas Blancas después de las redadas de judíos. Cuarenta y tres agentes fueron deportados, treinta y cinco de los cuales murieron en campos de concentración alemanes. Después de la guerra, algunos de los nombres de los agentes fallecidos se convirtieron en nombres de calles y en 2017 se erigió un gran monumento en memoria de los policías deportados. Esto ilustra inmediatamente el hecho de que la historia de la resistencia es compleja: diversa y contradictoria. El recuerdo de la posguerra a menudo no hace justicia a esa historia. Un acto de resistencia ocupa un lugar destacado, mientras que otro permanece invisible hasta el día de hoy. Desde una perspectiva más amplia, existen diferentes recuerdos de la resistencia a ambos lados de la frontera lingüística. Pero examinemos primero la historia de la resistencia misma.

Un comienzo difícil

Como en los Países Bajos y Francia, el contexto entre mayo y septiembre de 1940 no era favorable para organizar en secreto la resistencia contra los alemanes. La guerra parecía haber terminado y colaborar con los nuevos gobernantes alemanes parecía lo mejor. En Bélgica, la administración alemana también se comportó inicialmente de manera más moderada que la administración radical de las SS en los Países Bajos. Bélgica no contó con la colaboración estatal como la tuvo la Francia de Vichy. El hecho de que el rey Leopoldo III estuviera presente en la Bélgica ocupada también generó confusión: mucha gente esperó durante meses para ver si el jefe de Estado desempeñaría un papel.

Por lo tanto, la resistencia clandestina organizada tardó algún tiempo en ponerse en marcha. Las primeras huellas las encontramos en las clases medias francófonas, un grupo social que participó activamente en la resistencia en la Bélgica ocupada durante la Primera Guerra Mundial y que, además de un recuerdo activo, también conservó su virulento sentimiento antialemán y sus redes aliadas de aquella época.

El Partido Comunista de Bélgica, con su ADN antifascista, fue un segundo entorno lógico de resistencia, pero tenía las manos atadas por el pacto de no agresión entre Alemania y la Unión Soviética (septiembre de 1939). Sólo la invasión alemana de la Unión Soviética (junio de 1941) cambió eso para que los comunistas en Bélgica, como el resto de Europa, bajo el liderazgo de Moscú, pudieran comenzar su resistencia.

A partir de septiembre de 1940 vemos los primeros signos de cambio. Gran Bretaña se mantuvo firme, por lo que la guerra no había terminado después de todo. Más personas vieron la resistencia organizada como una opción viable. Pero siguió siendo una opción excepcional para pequeños grupos de personas. Alemania y sus aliados continuaron prevaleciendo en la mayoría de los frentes y cometer actos de resistencia era peligroso. En enero de 1941 fue ejecutado el primer combatiente de la resistencia condenado a muerte en Bélgica. Era necesario actuar con cautela a la hora de encontrar partidarios fiables, estructuras sólidas y un enfoque viable.

Por eso no sorprende que la resistencia casi siempre surgiera de estructuras y redes que ya existían antes de la guerra. En 1940 y 1941 se trataba principalmente de redes de personas con los mismos perfiles socioprofesionales. Cuando el profesor de Amberes Marcel Louette creó la Brigada Blanca a finales de 1940, reclutó principalmente en los círculos del movimiento juvenil liberal que presidía y en la escuela donde enseñaba. Sólo a partir de 1943 su organización penetró aún más en otros grupos y regiones. Otro ejemplo fue la Legión Belga, fundada en el otoño de 1940 y una de las primeras organizaciones de resistencia, que reclutaba exclusivamente soldados y se preparaba para poner al rey en el poder si fuera posible. A partir de 1941, la Legión Belga surgió como una organización de resistencia.

Es imposible ofrecer una visión general de todas las organizaciones. A partir del otoño de 1941 surgieron dos grupos distintos. En primer lugar, estaba el recién fundado Frente Independiente, que se formó a partir del ahora clandestino Partido Comunista de Bélgica, pero que pronto comenzó a reclutar en círculos antifascistas más amplios y que también contaba entre sus filas con socialistas, liberales y católicos progresistas. El Frente Independiente creció hasta convertirse en un movimiento de masas, pero era particularmente fuerte en Bruselas y las regiones industriales de Valonia y débil en las zonas rurales y en Flandes. Apoyó a los escondidos o a los familiares de los combatientes de la resistencia arrestados y también organizó la creación e impresión de alrededor de 150 periódicos clandestinos. Además del Frente Independiente de izquierda, también estaba el Ejército Secreto, surgido de la muy derechista Legión Belga, una de las mayores organizaciones de resistencia. La misión más importante del Ejército Secreto era estar dispuesto a apoyar militarmente a las fuerzas aliadas en la liberación.

La división de la resistencia belga en bloques de izquierda y de derecha fue en parte un análisis de posguerra. La realidad durante la ocupación fue más compleja. La resistencia creció desde abajo hacia arriba. El liderazgo nacional estuvo a menudo ausente. Decenas de pequeños grupos de resistencia locales surgieron de estructuras de antes de la guerra, como clubes deportivos locales o movimientos juveniles.

En 1942 surgieron en toda Bélgica cientos de pequeños grupos, principalmente en las grandes ciudades y en las regiones industriales de Valonia. Por lo general, sólo se vincularon a organizaciones de resistencia nacional más adelante en la guerra y, a veces, incluso después de que terminó. Emprendieron acciones concretas con un puñado de personas del distrito o pueblo, o a través de una organización familiar y de confianza. Muchas personas y grupos también combinaron diferentes formas de resistencia: sabotaje, trabajo de inteligencia, prensa clandestina, apoyo a los escondidos, resistencia administrativa y, en ocasiones, ataques. Después de la guerra se crearon varios estatutos oficiales de resistencia separados, lo que potencialmente dio la impresión de que esta actividad de resistencia se produjo por separado en organizaciones individuales.

Una nueva fase después de octubre de 1942

El comienzo de las deportaciones judías, con varias grandes redadas en el verano de 1942, no condujo a una expansión sustancial de la resistencia. Sin embargo, en este momento se fundó el Comité para la Defensa de los Judíos, que tenía vínculos con el Frente Independiente. Junto con muchos ciudadanos comunes y organizaciones religiosas, este comité organizó el rescate de miles de judíos, incluidos más de 2.000 niños.

No fue la persecución de los judíos sino la introducción del empleo obligatorio en Alemania el 8 de octubre de 1942 lo que condujo al avance de la resistencia. Decenas de miles de familias se vieron afectadas y los hombres se escondieron en masa, volviéndose dependientes de la ayuda para sobrevivir en secreto. Este momento decisivo coincidió con el cambio de suerte en la guerra. Las dos batallas de El Alamein (julio de 1942, octubre-noviembre de 1942), Stalingrado (principios de 1943) y la invasión aliada de Sicilia (julio de 1943) dejaron claro que el Tercer Reich no ganaría la guerra.

Esto significó un enorme impulso a la resistencia. Entre otras acciones, el Frente Independiente se dedicó ahora a organizar ayuda para los que se esconden, proporcionando documentos y cartillas de racionamiento falsos, apoyo material y financiero, en colaboración con el grupo de resistencia Sócrates, una iniciativa del gobierno belga en Londres para apoyar a los negarse a trabajar. A medida que más y más personas escondidas y combatientes de la resistencia abandonaban las ciudades y las redes de resistencia formaban cadenas cada vez más largas para permanecer en contacto, las regiones rurales también se integraron. Pero con la cambiante suerte militar, la represión alemana también aumentó. Hubo grandes oleadas de detenciones desde el verano de 1942 hasta abril de 1943, y nuevamente desde principios de 1944.

El gobierno belga en Londres dudó durante mucho tiempo de la resistencia. El gobierno no confiaba en los comunistas ni en los soldados realistas. Sólo en 1942 la resistencia obtuvo apoyo, y aun así sólo de forma gradual y no sin dificultades, como tensiones internas entre las divisiones militares y gubernamentales, incluida la división por la seguridad del Estado. El apoyo de Londres no comenzó realmente a despegar hasta 1943. Las rutas de escape se profesionalizaron y hubo diversas transmisiones de operadores de radio destinadas a ayudar a las redes de inteligencia y ofrecer apoyo material y financiero. En 1944 también se arrojaron armas y municiones.

Alrededor del 2,5% de la población belga de entre 16 y 65 años participó en la resistencia.

Más de 150.000 belgas participaron en la resistencia. No se dispone de cifras precisas porque los procedimientos de reconocimiento de posguerra no siempre fueron fiables y muchos belgas que efectivamente cometieron actos de resistencia no fueron reconocidos. En cualquier caso, la resistencia era asunto de una pequeña minoría. Participaba alrededor del 2,5% de la población belga de entre 16 y 65 años. Alrededor de 40.000 combatientes de la resistencia fueron arrestados, más de la mitad de ellos en 1944. Casi 15.000 murieron en acción, ejecutados o encarcelados.

La resistencia belga fue pluralista pero fragmentada. Nunca se formó una organización nacional global, ni durante la guerra ni después. Los tipos de resistencia en Bélgica no diferían fundamentalmente de los de otros países ocupados. Estaban los servicios de inteligencia: en Bélgica estaban activas 37 redes con 18.716 miembros oficialmente reconocidos. En segundo lugar, había rutas de escape para los belgas que querían desertar a Gran Bretaña, así como para los soldados ingleses y franceses fugitivos, los judíos, los agentes que habían sido "quemados" y los pilotos aliados que habían sido derribados.

En Bélgica se publicaron alrededor de 700 periódicos clandestinos, lo que le dio a Bélgica la densidad más alta de toda la Europa ocupada a este respecto (después de la liberación, 12.132 belgas recibieron el título de "weerstander van de sluikpers", o "miembro de la resistencia de la prensa clandestina"). La mayoría de los periódicos eran de centro derecha y tres de cada cuatro estaban escritos en francés, con concentración geográfica en Bruselas y Lieja. La más inspiradora fue la resistencia armada (en total unos 140.000 miembros conocidos).

Las organizaciones más importantes fueron el Ejército Secreto, antes mencionado, y los Partisanos Armados. En junio de 1944, el Ejército Secreto tenía alrededor de 54.000 miembros, apoyados por un cuadro militar pero reclutando a personas de todos los niveles de la sociedad, aunque notablemente menos de las clases trabajadoras.

La organización conservadora de derecha también se expandió significativamente en Flandes a partir de 1942. A partir del verano de 1943 recibió apoyo material y financiero de Londres. Los Partisanos Armados se fundaron después de la invasión alemana de la Unión Soviética en el verano de 1941 a partir del Partido Comunista de Bélgica. Al principio cometieron pequeños actos de sabotaje, pero a partir de la primavera de 1942 comenzaron también a asesinar a colaboradores. La mayoría de los aproximadamente 850 ataques contra personas en Bélgica fueron cometidos por los partisanos armados. El impacto del grupo, dado su apoyo relativamente limitado, fue significativo.

Además de esta gran organización nacional, había decenas de grupos específicos centrados en áreas específicas. El Syndicale Strijdcomités (fundado a principios de 1942), por ejemplo, combinó la lucha social por mejores condiciones laborales con la lucha contra el ocupante (y al mismo tiempo contra los sindicatos socialistas rivales). El grupo de sabotaje Groupe G, que surgió en el entorno ideológico antifascista de la Universidad Libre de Bruselas, estaba formado por personas con formación técnica que saboteaban los ferrocarriles, las vías navegables y el suministro de energía, principalmente a partir de 1943.

Después de la guerra: resistencia olvidada

La resistencia no quedó anclada en la memoria colectiva belga, a diferencia de la de sus vecinos, Francia y los Países Bajos. Incluso se ha olvidado en gran medida el legado político y moral de la resistencia. Hay varias razones para esto. En primer lugar, la resistencia no está vinculada a las elites belgas tradicionales. El recuerdo de la guerra surgió de abajo hacia arriba y, en retrospectiva, ha resultado perjudicial para la resistencia. Después de todo, la memoria de la resistencia está fusionada con la fuerte cultura del recuerdo establecida después de la Primera Guerra Mundial. Esta tenía una tradición predominantemente militar y ritual que rápidamente le da a la memoria de la resistencia una sensación bastante anticuada y pierde conexiones con los mensajes más modernos de paz y derechos humanos que puedan atraer a las generaciones más jóvenes.

En segundo lugar, estaba la división interna ya mencionada entre facciones de izquierda y derecha que surgió inmediatamente después de la liberación. El estado no creó una memoria nacional. La competencia por el reconocimiento y el controvertido papel del rey Leopoldo III (la Cuestión Real) ampliaron las divisiones en una única comunidad de resistencia nacional.

Después de la batalla entre izquierda y derecha, hubo oposición entre Flandes y la Bélgica francófona, lo que se remonta a la implantación significativamente más débil de la resistencia en Flandes. Aproximadamente el 42,5% de los combatientes de la resistencia procedían de Valonia, el 31,5% de Bruselas y sólo el 25,5% de Flandes. Esto se debió a una combinación de factores. El antifascismo de izquierda no era políticamente tan fuerte en Flandes. Por orden de Hitler, las fuerzas de ocupación fueron proflamencas en sus políticas, por ejemplo liberando a prisioneros de guerra flamencos y derivando poder político del nacionalismo flamenco antibelga. El patriotismo belga no fue tan fuerte en Flandes, en parte también como resultado de que las demandas del idioma flamenco no fueron concedidas después de la Primera Guerra Mundial.

Aproximadamente el 42,5% de los combatientes de la resistencia procedían de Valonia, el 31,5% de Bruselas y sólo el 25,5% de Flandes.

El nacionalismo flamenco contaba con un apoyo considerable (en 1939, alrededor del 15% del electorado en Flandes) y mantenía estrechas conexiones con el ala proflamenca del Partido Católico. A medida que Flandes y la Bélgica francófona continuaron separándose en la década de 1960, este fue el golpe mortal a un recuerdo de la resistencia que mantenía la idea de una Bélgica unitaria e indivisible. En Flandes, el recuerdo de la resistencia quedó totalmente relegado al olvido.

El débil recuerdo de la resistencia también facilitó minimizar el significado real del movimiento. Sin embargo, la resistencia belga fue un logro impresionante. Particularmente importantes fueron los miles de documentos suministrados a Gran Bretaña, los miles de hombres y mujeres que permitieron escapar de la Bélgica ocupada y la ayuda humanitaria que llegó a decenas de miles de belgas escondidos y a sus familias, así como a rusos y polacos. prisioneros y judíos perseguidos.

La resistencia belga fue un logro impresionante.

Desde una perspectiva militar, hubo actos de sabotaje (100-250 actos por mes de septiembre de 1943 a mayo de 1944, y 400-600 por mes de junio a agosto de 1944). La ayuda para la liberación en sí fue más limitada, ya que se desarrolló inesperadamente rápidamente, pero todavía hubo un importante apoyo operativo en la liberación del puerto de Amberes, esencial para los suministros aliados a partir de noviembre de 1944. Los ataques y, sobre todo, la fuerte distribución de prensa clandestina Sin duda tuvo un efecto a la hora de disuadir a la población de apoyar a los alemanes y la colaboración. Se trata de un historial importante que merece un lugar más destacado en la memoria belga de la guerra.


sábado, 4 de enero de 2025

Guerra contra la Subversión: ¿Podría repetirse la historia en Argentina hoy?

La Guerra Antisubversiva en Argentina: Tácticas antiterroristas y descentralización operativa y evolución al presente

Por Esteban McLaren



Control de rutina durante la guerra antisubversiva: Conscriptos realizan el control de documentación.


¿Se podría repetir la intervención militar para combatir a la guerrilla o el terrorismo como en los 70s en Argentina? La respuesta es con alta probabilidad no. La evolución de las formas de combatir, no solo a la guerrilla sino a fuerzas convencionales, a evolucionado de modo que pocas tropas altamente especializadas a nivel de la policía con una logística específica y muñidos de inteligencia y análisis pueden desarrollar esa tarea que comprometió a todas las fuerzas armadas en su momento. El compromiso política y judicial, en todo caso, siempre será el responsable final de la eficiencia de todas las operaciones.

Parte 1: Doctrina y operatividad de la Guerra Antisubversiva

La denominada Guerra Antisubversiva en Argentina (1976-1983) marcó un período de intensa actividad militar y de seguridad interna orientada a combatir organizaciones insurgentes consideradas terroristas por el régimen militar. Esta etapa, impulsada por la Junta Militar, se caracterizó por la adopción de tácticas antiterroristas que buscaban neutralizar a grupos armados como los Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). A diferencia de otros países que adoptaron modelos más centralizados de coordinación, las operaciones argentinas se destacaron por una descentralización operativa significativa, permitiendo una autonomía notable a las unidades militares y policiales locales.

Tácticas antiterroristas en el terreno

Las tácticas antiterroristas implementadas en Argentina pueden analizarse desde tres ejes principales.

El modelo táctico argentino en la lucha contrainsurgente se construyó sobre un enfoque dual: reactivo y proactivo. Este diseño buscaba identificar, localizar y neutralizar objetivos insurgentes mediante una combinación de inteligencia precisa, operaciones directas y métodos coercitivos. La inteligencia humana (HUMINT) jugó un rol crucial en esta estrategia, con un amplio uso de informantes infiltrados y agentes dobles que penetraron las estructuras insurgentes. Gracias a estas operaciones, se lograron resultados significativos, como frustrar ataques planificados o desarticular acciones insurgentes críticas, incluyendo el conocido asalto al batallón de arsenales de Monte Chingolo, donde la anticipación y la información obtenida demostraron ser determinantes.

Sin embargo, no toda la información se obtuvo mediante infiltración. Los interrogatorios coercitivos se convirtieron en un componente oscuro pero central del esfuerzo contrainsurgente. Realizados en detenciones clandestinas, muchas veces fuera de cualquier registro oficial, estos interrogatorios emplearon métodos de tortura para extraer datos estratégicos. Este enfoque, aunque efectivo en términos operativos, permitió la identificación y neutralización de miembros clave dentro de las organizaciones insurgentes, incluidos altos mandos. Las consecuencias éticas y legales de estas prácticas siguen siendo objeto de debates históricos y políticos, pero su impacto operativo fue innegable en la desarticulación de redes rebeldes.

En los centros urbanos, la acción directa adquirió una forma particularmente agresiva con los denominados "grupos de tareas". Estas unidades, pequeñas pero altamente móviles, fueron desplegadas para llevar a cabo operaciones de asalto directo. Con precisión quirúrgica, se dedicaron a capturas, ejecuciones extrajudiciales y la desmantelación de células urbanas. Entre sus logros más destacados se encuentra la eliminación del jefe máximo del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), un golpe que desarticuló significativamente la capacidad operativa de esta organización. Estas operaciones urbanas, aunque polémicas, fueron el punto culminante de una estrategia diseñada para erradicar la insurgencia con eficacia implacable.

La combinación de inteligencia, coerción y acción directa formó un esquema táctico que resultó devastador para las fuerzas insurgentes. Aunque cuestionable desde una perspectiva ética y legal, este enfoque logró su propósito operativo: desmantelar las estructuras insurgentes y neutralizar su capacidad de amenaza. No obstante, dejó un legado de tensiones sociales y dilemas morales que continúan resonando en la memoria histórica de Argentina.







En las áreas rurales de Argentina, la lucha contrainsurgente tomó un cariz implacable, modelado por tácticas que evocaban las empleadas por Estados Unidos en Vietnam. Tucumán se convirtió en el epicentro de estas operaciones durante el Operativo Independencia, un despliegue militar que, más allá de los montes tucumanos, se extendió a otras regiones rurales del país en un intento de sofocar las insurgencias. Las patrullas móviles emergieron como uno de los recursos tácticos más eficaces, pequeñas unidades que se adentraban en la espesura de la selva y los montes, rastreando a los guerrilleros y llevando la guerra hasta el corazón de sus escondites. Este enfoque, diseñado para minar la capacidad de las fuerzas insurgentes de moverse y operar con libertad, resultó devastador en muchos aspectos.

Paralelamente, la destrucción de la infraestructura logística de los insurgentes fue clave para debilitar sus capacidades operativas. Campamentos enteros eran desmantelados, redes de abastecimiento desarticuladas y arsenales clandestinos destruidos. Incluso las imprentas, símbolo de la resistencia y herramienta propagandística, eran objetivos prioritarios en esta guerra asimétrica. Cada armería destruida y cada línea de suministro cortada representaban un golpe que buscaba aislar a las fuerzas insurgentes, empujándolas al colapso operativo.

El aislamiento era una constante en esta estrategia de contrainsurgencia. Los cercos operativos se erigían como murallas invisibles pero letales alrededor de las áreas en las que los insurgentes encontraban refugio y apoyo civil. Estas operaciones, desplegadas con precisión luego de atentados, secuestros y otras acciones insurgentes, buscaban cortar todo vínculo entre los guerrilleros y las comunidades locales. En un entorno rural donde el apoyo civil era vital para la supervivencia de las fuerzas rebeldes, estos cercos demostraron ser una herramienta tan contundente como las patrullas móviles o las operaciones directas.

No obstante, la lucha no se limitó a las acciones en el terreno. El gobierno desplegó una maquinaria de propaganda y guerra psicológica que complementaba las acciones cinéticas con un sofisticado arsenal de mensajes destinados a desmoralizar a los insurgentes y consolidar el apoyo social. A través de mensajes intimidantes, exhibiciones de fuerza y narrativas diseñadas para justificar la represión, el Estado buscaba erosionar la moral de las fuerzas rebeldes mientras reforzaba el relato de la "guerra contra el terrorismo". Este esfuerzo no solo apuntaba a legitimar las operaciones militares, sino también a obtener el respaldo de sectores específicos de la sociedad, apelando a sus miedos y alineando su percepción con los objetivos del régimen.

La combinación de tácticas rurales y operaciones psicológicas en Argentina se convirtió en un ejemplo emblemático de contrainsurgencia multidimensional, donde cada patrulla en el monte y cada mensaje difundido desde los medios formaban parte de un entramado destinado a sofocar la rebelión a cualquier costo. Sin embargo, este modelo dejó un legado de lecciones y controversias, especialmente en cuanto al balance entre eficacia táctica, impacto social y respeto por los derechos humanos.


Descentralización operativa: Autonomía y fragmentación del mando

Argentina, a diferencia de otros países que optaron por enfoques centralizados como el modelo francés en Argelia, adoptó una estrategia descentralizada en su lucha contra las guerrillas. Este método otorgaba a las unidades locales la responsabilidad de planificar y ejecutar las operaciones, lo que resultó en una notable eficacia táctica. En cuestión de meses, las organizaciones guerrilleras quedaron al borde de la desarticulación operativa, un logro sin parangón en escenarios donde se emplearon estrategias más centralizadas.

La autonomía regional fue uno de los pilares de esta estrategia. Las zonas militares se dividieron en regiones estratégicas, cada una bajo un comando regional que gozaba de amplia libertad para diseñar y llevar a cabo operaciones. Este enfoque, basado en el principio militar de la Auftragstaktik, permitió respuestas rápidas y adaptadas a las necesidades locales. Sin embargo, esta descentralización también dio lugar a una falta de uniformidad en las tácticas empleadas y en los métodos de recolección de inteligencia, lo que debilitó la cohesión estratégica.

Otro elemento distintivo fue el uso de grupos de tareas compuestos por efectivos de diversas fuerzas, como el Ejército, la Policía Federal y Provincial, y la Gendarmería. Estos grupos operaban con una independencia considerable y sin una supervisión central constante. Si bien esta flexibilidad facilitó decisiones rápidas en el terreno, también incrementó los riesgos asociados a la falta de controles superiores.

La fragmentación, si bien eficaz en el nivel táctico, tuvo consecuencias de gran alcance. Aunque las acciones específicas, como capturas y eliminaciones de insurgentes, fueron ágiles y precisas, la coordinación estratégica quedó relegada, dificultando una evaluación integral de las operaciones. Además, la descentralización exacerbó los niveles de abuso de autoridad y discrecionalidad, lo que llevó a violaciones sistemáticas de los derechos humanos.

Este modelo argentino, con sus logros y controversias, ilustra el delicado equilibrio entre autonomía táctica y supervisión estratégica, dejando lecciones clave para futuras operaciones de contrainsurgencia.


Evaluación de la eficiencia militar

Desde un enfoque estrictamente militar, la estrategia argentina de contrainsurgencia logró resultados magníficos hacia el final del conflicto, desmantelando gran parte de las capacidades operativas de los grupos insurgentes. Sin embargo, esta eficacia táctica estuvo acompañada de serias limitaciones y costos que dejaron un impacto profundo en las Fuerzas Armadas y en el país.

Operativamente, la estrategia cumplió con muchos de sus objetivos. Los principales líderes insurgentes fueron neutralizados, debilitando gravemente la capacidad ofensiva de organizaciones como los Montoneros y el ERP. Las operaciones urbanas, rápidas y contundentes, se adaptaron con eficacia a los entornos complejos de las ciudades, donde la insurgencia intentaba consolidar su presencia. Estas acciones reflejaron una capacidad táctica que, en el plano inmediato, logró frenar la amenaza insurgente.

Sin embargo, a nivel estratégico, el enfoque descentralizado mostró serias fallas. La falta de coordinación centralizada limitó la capacidad de consolidar los logros operativos en un marco nacional coherente. Esta fragmentación, aunque útil en el nivel táctico, impidió articular una estrategia unificada que capitalizara las victorias locales en un resultado estratégico definitivo. Además, la autonomía otorgada a los grupos operativos fomentó un clima de impunidad y corrupción interna. Recursos valiosos se desviaron, y los esfuerzos perdieron eficacia debido a la falta de supervisión y control central.

Los costos internos de esta estrategia también fueron profundos y duraderos. El enfoque descentralizado multiplicó los abusos y ejecuciones sumarias, lo que dañó gravemente la legitimidad de las Fuerzas Armadas. Este impacto negativo se vio exacerbado tras la derrota en la guerra de Malvinas, cuando la imagen institucional ya estaba seriamente deteriorada. Además, la carencia de tropas especializadas en tácticas no convencionales obligó a emplear a conscriptos, suboficiales y oficiales con un entrenamiento limitado y muchas veces improvisado. La falta de preparación adecuada dejó brechas operativas que pudieron haberse mitigado con una fuerza más capacitada.

Los recursos dedicados a la contrainsurgencia también debilitaron otras áreas críticas de la defensa nacional. Al embarcar a las tropas en una guerra no convencional, se comprometió su preparación para enfrentar conflictos convencionales, dejando vulnerabilidades estratégicas en el ámbito militar. Además, el abandono de una legislación que permitía combatir a los insurgentes con respaldo legal socavó la legitimidad de las acciones y contribuyó a un marco operativo que, aunque efectivo a corto plazo, resultó perjudicial en el largo plazo.

En definitiva, la estrategia argentina alcanzó su objetivo inmediato de desarticular la insurgencia, pero lo hizo a un costo significativo. La falta de coordinación estratégica, los abusos cometidos y el desvío de recursos erosionaron tanto la capacidad militar como la confianza social en las Fuerzas Armadas. Este legado, a la vez eficaz y controvertido, sigue siendo una lección de los dilemas inherentes a las guerras de contrainsurgencia.


Análisis legal: Costos nacionales e internacionales

La Guerra Antisubversiva dejó un legado de costos legales y éticos para los militares argentinos. A medida que las democracias volvieron a consolidarse, tanto a nivel nacional como internacional, las tácticas utilizadas fueron condenadas.

1. Impacto nacional

  • Juicios por delitos de lesa humanidad: Con el regreso de la democracia en 1983, comenzó una serie de procesos judiciales contra oficiales y agentes involucrados en desapariciones forzadas, torturas y ejecuciones extrajudiciales.
  • Reputación institucional dañada: La descentralización, que facilitó excesos y abusos, contribuyó a una deslegitimación pública de las Fuerzas Armadas.


2. Repercusiones internacionales

  • Condenas en foros internacionales: Organismos como las Naciones Unidas y la OEA señalaron que las tácticas empleadas constituían violaciones graves de derechos humanos.
  • Impacto diplomático: Argentina enfrentó aislamiento internacional durante la dictadura, lo que limitó su acceso a apoyo militar y económico.

3. Lecciones estratégicas:

La descentralización, aunque útil para responder rápidamente a amenazas insurgentes locales, demostró ser contraproducente en términos legales y éticos. En retrospectiva, un enfoque más centralizado y regulado podría haber mitigado los abusos, reduciendo los costos legales y diplomáticos a largo plazo.


Preliminares de la guerra antisubversiva

La Guerra Antisubversiva en Argentina fue un ejemplo de cómo un enfoque descentralizado puede ofrecer ventajas tácticas a corto plazo, pero generar graves consecuencias legales y éticas a largo plazo. Aunque se lograron los objetivos de neutralizar a los grupos insurgentes, las tácticas utilizadas dejaron profundas cicatrices en la sociedad argentina y comprometieron la legitimidad de las Fuerzas Armadas tanto dentro como fuera del país. La experiencia ofrece lecciones críticas para el diseño de estrategias antiterroristas modernas, donde el balance entre eficacia operativa y respeto por los derechos humanos es esencial.



Parte 2. Combatir la amenaza del terrorismo urbano en el Siglo XXI: ¿Cómo enfrentar el fantasma de los años 70?

Imaginemos por un momento un escenario que resucita las sombras de un pasado turbulento: grupos insurgentes operando en ciudades y zonas rurales, ataques selectivos contra objetivos civiles y militares, y una nación atrapada entre la necesidad de mantener el orden y el riesgo de caer en excesos. Los escenarios hoy se acercan más al narcoterrorismo (Rosario, Gran Buenos Aires, frontera con Paraguay y Bolivia), los grupos radicalizados araucanos en la Patagonia (alentados desde Chile), tal vez un amenaza del extremismo islámico (ya hemos tenido ataques del terrorismo islámico). Este escenario podría parecer arrancado de la Argentina de los años 70, pero ¿cómo enfrentaríamos hoy un desafío similar?

En ese entonces, la lucha contra el terrorismo y la guerrilla urbana en Argentina fue un torbellino de tácticas improvisadas, inteligencia fragmentada y acciones muchas veces llevadas al límite de la ley. Hoy, sin embargo, vivimos en un mundo donde la tecnología, las redes sociales y las fuerzas especiales han revolucionado la manera en que las naciones enfrentan las amenazas internas. Si una situación como la de los años 70 ocurriera hoy, la respuesta sería diferente: más precisa, más controlada, pero también más visible para el escrutinio público.

Del mismo modo, los 70s presentaron parte importante de la solución al desafío del terrorismo actual: Los equipos SWAT (Special Weapons and Tactics). La creación de fuerzas especiales comprimieron el tamaños de las secciones necesarias para combatir efectivamente elementos de insurgencia o terrorismo en el ámbito urbano.


La inteligencia, el nuevo campo de batalla

En los años 70, la inteligencia se basaba en agentes infiltrados, informantes y, tristemente, interrogatorios brutales. Era una lucha casi artesanal, donde la información se obtenía a través de redes humanas y operativos clandestinos. Hoy, la inteligencia ha evolucionado hasta convertirse en un arte dominado por algoritmos y análisis de datos.

Las herramientas modernas permiten a los gobiernos vigilar redes sociales, interceptar comunicaciones cifradas y rastrear movimientos con una precisión inimaginable hace décadas. Los analistas de inteligencia no solo dependen de espías y operativos, sino también de sistemas avanzados como Palantir, que cruzan millones de datos en tiempo real para detectar patrones de actividad sospechosa. Las redes sociales, que en los 70 ni siquiera existían, ahora son tanto una herramienta para los insurgentes como un arma para las fuerzas de seguridad. Plataformas como Twitter y Facebook pueden revelar reclutadores, simpatizantes y posibles objetivos con solo pulsar unas teclas.

Sin embargo, no se trata solo de observar; la guerra moderna también se libra en el ámbito psicológico. Las fuerzas de seguridad emplean estas mismas plataformas para sembrar desinformación entre los insurgentes, desacreditar sus narrativas y, en algunos casos, desactivar células antes de que actúen.

Las Fuerzas Especiales: Guerreros del Siglo XXI

En el pasado, Argentina dependía de "grupos de tareas" que, aunque efectivos a corto plazo, operaban con una descentralización que favoreció abusos y excesos. Hoy, los estándares han cambiado. La lucha contra el terrorismo urbano y rural recae principalmente en unidades especializadas altamente entrenadas y disciplinadas.

Equipos como el Grupo Halcón de la Policía Bonaerense o las unidades tácticas de la Policía Federal Argentina han evolucionado para convertirse en los escudos contra estas amenazas. Inspirados en modelos internacionales como los SWAT estadounidenses o el GIGN francés, estas fuerzas operan bajo estrictos protocolos y con una precisión quirúrgica. Cada policía provincial cuenta con un grupo de fuerzas especiales análogo.

El enfoque entonces ya no es lanzar una red amplia, sino realizar operaciones específicas, basadas en inteligencia sólida y con un claro objetivo: neutralizar amenazas con el menor daño colateral posible. En casos extremos, donde el terrorismo supera la capacidad de estas fuerzas—como cuando hay armas pesadas involucradas—la Gendarmería o incluso el Ejército pueden apoyar, pero siempre bajo un marco legal claro.

Ejemplos de grupos especiales provinciales

Como ya mencionó, el Grupo Halcón, formalmente denominado División de Seguridad Especial Halcón, es la unidad de operaciones especiales de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. Fundado en 1986 como el Grupo de Operaciones Especiales (GOE), su creación estuvo a cargo del comisario Julio César y el oficial principal Claudio Rafael Pereyra. Inicialmente, sus miembros fueron entrenados con estándares internacionales, incluyendo formación con equipos SWAT en el extranjero.

 

El grupo tuvo su bautismo de fuego en el copamiento del cuartel de La Tablada, evento que consolidó su reputación. En 1996, se renombró formalmente como División Especial de Seguridad Halcón (DESH). Con una estructura compuesta por 75 comandos divididos en equipos tácticos de 15 miembros, cada grupo incluye especialistas en francotiradores, explosivos, negociación, medicina táctica, inteligencia y comunicación, además de personal de asalto.

Reconocido como una de las fuerzas especiales de mayor nivel en América Latina, el Grupo Halcón mantiene una rigurosa selección y capacitación de su personal, reflejada en su distintivo brevet azul de comando. Esta unidad sigue siendo un referente en la resolución de situaciones de alto riesgo, como tomas de rehenes y operaciones tácticas complejas.

 

La Compañía de Tropas de Operaciones Especiales (TOE) es la unidad de élite de operaciones especiales de la Policía de la Provincia de Santa Fe, Argentina. Su origen se remonta a 1987, cuando se llevó a cabo el primer Curso de Adiestramiento Policial Especial (CAPE). Posteriormente, el 4 de mayo de 1990, se formalizó la creación de la unidad bajo la denominación de Tropas de Operaciones Especiales (TOE).

Esta fuerza depende directamente del Jefe de la Policía de la Provincia y se desarrolló a partir de un análisis exhaustivo de reglamentos y tácticas utilizadas por unidades de operaciones especiales de renombre internacional. Entre estas se encuentran la GSG-9 (Alemania), RAID (Francia), GEO y BBT (España), FBI y SWAT (Estados Unidos), SAS (Reino Unido) y BOPE (Brasil). Los miembros de la TOE han recibido una capacitación intensiva en centros internacionales destacados, como el NCIS del Reino Unido y el Yamam de Israel, así como formación especializada en múltiples países de América Latina.

El alto nivel de organización e instrucción logrado permite a la TOE ejecutar una amplia gama de operaciones, que incluyen misiones de seguridad, investigaciones científicas, resolución de situaciones con rehenes, custodia de personalidades VIP, operaciones en montes, islas y mediante transporte aéreo, además de manejo de atentados con explosivos. Su versatilidad y preparación la posicionan como una de las unidades más completas y especializadas en su ámbito.

El Equipo de Tácticas Especiales Recomendable (ETER) de la Policía de la Provincia de Córdoba, creado el 19 de febrero de 1985, es una unidad de élite destinada a garantizar la custodia y seguridad de dignatarios provinciales, así como de funcionarios y personalidades nacionales e internacionales. Su labor se extiende a la resolución de situaciones de crisis como atentados terroristas, tomas de rehenes, secuestros, tiradores activos y sujetos parapetados.

Entre sus principales funciones también se encuentran la ejecución de allanamientos de alto riesgo y misiones especiales encomendadas por la Jefatura de Policía. Su misión central es resolver situaciones críticas manteniendo el orden público y la seguridad ciudadana, con un enfoque prioritario en la protección de la vida y la integridad física de todos los involucrados.

El ETER dispone de un equipo de Negociadores especializado para abordar incidentes de crisis y cuenta con personal altamente entrenado y equipado con recursos adaptados a cada tipo de operación. Su rápida respuesta y profesionalismo lo convierten en un pilar fundamental para enfrentar emergencias que demandan intervención táctica especializada.

El Grupo de Operaciones Especiales (GOE) de la Provincia de Misiones fue creado en 1993 por iniciativa del Ministerio del Interior Nacional y bajo disposición del Ministerio de Gobierno, con respaldo de la Jefatura de Gobierno. Su misión principal es intervenir en la provincia de Misiones cuando las fuerzas policiales regulares, como comisarías y comandos radioeléctricos, no pueden manejar situaciones de alto riesgo.


El GOE está diseñado para actuar en escenarios complejos que requieren técnicas y tácticas especializadas, como rescates de rehenes, recuperación de buses, aeronaves o instalaciones, y operaciones en entornos urbanos o selváticos. Su personal está altamente capacitado en áreas como buceo táctico, manejo de explosivos, tiro especializado, rescate en altura, andinismo y supervivencia en el monte, entre otras.

La doctrina de instrucción del GOE se basa en métodos internacionales adquiridos a través de cursos realizados en Argentina y países vecinos. Su personal ha recibido formación en fuerzas de élite como el GATE de Brasil, la FOPE de Paraguay, y el GOPE de Chile, además de un entrenamiento especializado con el equipo SWAT del Departamento de Policía de Los Ángeles, en Estados Unidos. Esta preparación internacional asegura su capacidad para enfrentar las más diversas y exigentes situaciones.

Israel: Un modelo para aprender

Pocos países han enfrentado el terrorismo con tanta intensidad como Israel. Su experiencia contra grupos como Hamas y Hezbollah ha marcado el camino para las naciones que buscan perfeccionar sus estrategias.

Israel combina la tecnología más avanzada con una táctica clásica: la anticipación. Sus drones vigilan sin descanso, sus satélites identifican movimientos sospechosos, y sus unidades especiales, como Yamam, actúan con velocidad y precisión en los entornos más desafiantes. En Gaza, por ejemplo, los ataques quirúrgicos combinan bombardeos de precisión con incursiones terrestres para minimizar el impacto en la población civil.

En el sur del Líbano, Hezbollah ha construido túneles y escondites armados con cohetes de largo alcance. Israel responde con una mezcla de inteligencia satelital y fuerzas de comando para destruir estos puntos antes de que se conviertan en una amenaza real. El éxito de esta estrategia radica en su enfoque integrado, donde cada operación está respaldada por datos, tecnología y entrenamiento superior.


¿Cómo prepararnos para el futuro?

El mundo actual nos enseña que combatir el terrorismo no se trata solo de fuerza bruta. Requiere planificación, tecnología y, sobre todo, una clara delimitación de responsabilidades. En Argentina, una estrategia moderna debe priorizar:

  1. Fortalecer unidades especializadas:

    • Expandir y equipar grupos como el Grupo Halcón y otras fuerzas especiales así como a las fuerzas tácticas de la Policía Federal.
    • Entrenar a la Gendarmería y Prefectura para manejar entornos rurales y fronterizos, donde las células terroristas podrían refugiarse. El grupo Alacrán y Albatros, respectivamente, ya tienen experiencia en tareas de golpes de mano y acciones complejas.
  2. Inversión en inteligencia:

    • Crear un centro nacional para analizar redes sociales, interceptar comunicaciones y coordinar información en tiempo real.
    • Incorporar sistemas avanzados de análisis como Inteligencia Artificial y Big Data para detectar amenazas emergentes.
  3. Rol militar limitado:

    • Reservar el uso del Ejército para escenarios excepcionales donde las fuerzas policiales sean insuficientes, como en el caso de amenazas con armamento pesado.
    • Mantener un mando centralizado y transparente para evitar los errores del pasado.
  4. Colaboración internacional:

    • Aprender de los modelos israelíes y europeos, participando en programas de entrenamiento conjunto.
    • Integrar a Argentina en redes internacionales de intercambio de inteligencia para anticiparse a posibles amenazas globales.

Un futuro en guardia

Si algo nos enseñan los conflictos pasados y presentes es que la lucha contra el terrorismo nunca se detiene. Sin embargo, hoy contamos con las herramientas y el conocimiento para enfrentar estas amenazas de manera más efectiva, respetando los derechos humanos y limitando el impacto social y político. No es necesario la intervención directa de las fuerzas militares en un conflicto antiterrorista salvo que estas fuerzas ilegales adquieran equipamientos y tácticas que superen a las fuerzas especiales de las fuerzas de seguridad. Lo que sería necesario es ampliar la creación y disposición de unidades de fuerzas especiales provinciales para control local de estos conflictos.
Otro camino paralelo y necesario es la creación de unidades de combate del crimen especializadas, en áreas muy puntuales como la inteligencia (digital y de campo), equipos antisecuestro, policía científica, entre otros.
Argentina tiene la oportunidad de aprender del pasado y construir una estrategia que proteja a su población sin repetir los errores de épocas oscuras. El enemigo puede cambiar, pero la clave siempre será adelantarse a sus movimientos.



lunes, 10 de octubre de 2022

Carabina: LWRCI PSD MKII 6.8x43mm

La carabina LWRCI PSD MKII 6.8x43mm

Damon Bolding / Small Arms Defense Journal , V8N2 , Volumen 8





El autor disparando el M6 PSD MKII con cámara en calibre SPC de 6,8x43 mm. Observe el cargador patentado Magpul diseñado para una alimentación óptima del cartucho de calibre SPC de 6,8 mm. ¡Sin un supresor hay un gran disparo de boca!

La primera venta a gran escala de un rifle calibre 6,8x43 mm a un militar

En 2001, el MSG del 5º Grupo de Fuerzas Especiales, Steve Holland, ideó un nuevo concepto de cartucho. Deseaba aumentar la potencia de fuego del soldado de Operaciones Especiales proporcionando una bala mucho más efectiva que la de 5,56 mm. Sintió que carecía del poder de frenado y penetración que necesita un rifle de batalla. Comenzando con vainas de cartuchos .30 Rem, MSG Holland creó un cartucho wildcat que funcionaría en un rifle de plataforma AR/M16 y solo requeriría cambiar el cañón, el cerrojo y el cargador. Este cartucho prototipo fue entregado a la Unidad de Puntería del Ejército de los Estados Unidos encabezada por Troy Lawton. Este producto sería financiado por Sean Dwyer de Remington, quien afirmó que Remington quería hacer su parte en la Guerra Global contra el Terrorismo. Remington comenzó el desarrollo final del cartucho en el otoño de 2001 utilizando el concepto de cartuchos wildcat creado por MSG Holland, que en realidad se acortó .30 Rem latón. Cris Murray de la Unidad de Puntería del Ejército preparó dibujos CAD automáticos de la caja del cartucho. La tarea final de Remington fue estandarizar las dimensiones. La primera producción del nuevo cartucho Rem SPC de 6,8x43 mm fue en 2002 y la producción completa comenzó en 2003. Hasta el período de 2004, todas las empresas involucradas mantuvieron este cartucho en secreto. Algunos de los primeros rifles fueron fabricados por David Dunlap de Precision Reflex, Inc. En SHOT Show 2005, muchos fabricantes se apresuraron a producir rifles con recámara para el nuevo cartucho antes de que la munición estuviera disponible. Sin embargo, incluso después del lanzamiento inicial, el cartucho aún estaba en desarrollo para maximizar su potencial. SAAMI aceptó el nuevo cartucho y algunos otros fabricantes se sumaron a la fabricación. El Rem SPC de 6,8x43 mm finalizado requería una cámara ligeramente modificada que la original, de ahí la cámara Spec 2. Se encontró con la munición completamente optimizada, no era seguro cargarla en la cámara Spec 1 original. La carga principal era un proyectil de fósforo de punta abierta Sierra de 115gr a una velocidad de alrededor de 2,650 pies por segundo. Las cargas disponibles son de 77 a 135 granos de peso. no era seguro cargarlo en la cámara Spec 1 original. La carga principal era un proyectil de fósforo de punta abierta Sierra de 115gr a una velocidad de alrededor de 2,650 pies por segundo. Las cargas disponibles son de 77 a 135 granos de peso. no era seguro cargarlo en la cámara Spec 1 original. La carga principal era un proyectil de fósforo de punta abierta Sierra de 115gr a una velocidad de alrededor de 2,650 pies por segundo. Las cargas disponibles son de 77 a 135 granos de peso.


Muchos fabricantes decidieron quedarse con la cámara de especificaciones SAAMI, que era la Spec 1 original. Otros siguieron adelante y actualizaron a la Spec 2. Los fabricantes de municiones realmente no querían hacer un cartucho que no fuera seguro en algunas armas que existían, así que en su mayoría se quedaron con la cámara SAAMI Spec 1. Podían estar seguros de que su munición sería segura para disparar en todos los rifles existentes. Una compañía tomó la carga de Spec 2 y esa fue Silver State Armory. Sería seguro decir que Silver State Armory ha realizado más desarrollo de productos de municiones de 6.8x43 mm que cualquier otro que no sea Remington. Su munición de cámara Spec 2 está marcada específicamente.

Se muestra el lado izquierdo completo del SIX8-UCIW. Observe la empuñadura de pistola Magpul y el cargador de 6,8x43 mm. El rifle está equipado con miras de respaldo plegables LWRCK Skirmish.

La ruta del cartucho Rem SPC de 6,8x43 mm es bastante decepcionante, por decir lo menos. USSOCOM lo miró y no estaban tan emocionados, probablemente no debido a sus capacidades de rendimiento sino a la compatibilidad de las municiones. Esta sería también la introducción de un cartucho estandarizado no OTAN. La alimentación era un problema. Diseñar un cargador que encajara en un receptor inferior M16/M4 resultó ser una tarea difícil. El cartucho consiguió seguidores en el mercado comercial. Varias empresas fabrican rifles de este calibre. El cartucho es ideal para la caza mediana y es bastante popular para ciervos y cerdos. Pocas compañías de municiones realmente lo aceptaron. Por supuesto, Remington ofrece una buena línea de municiones. Como se indicó anteriormente, Silver State Armory se especializa en el cartucho Rem SPR de 6.8x43 mm y ofrece más cargas que cualquier otra compañía.

Se muestra el lado derecho del rifle PSD M6 con cámara SPC de 6,8 mm. Esta es la configuración del rifle que fue a la unidad de operaciones especiales del Medio Oriente. Lo único que falta es la mira EOTech. Fíjese en el cerrojo ambidiestro y la palanca selectora.

De todos los fabricantes de armas militares modernas, LWRCI ha llegado a ser mejor conocido por producir rifles de grado militar con recámara en el cartucho Rem SPR de 6.8x43 mm, lanzando su rifle en 2007. La compañía es conocida por producir rifles con su pistón patentado de carrera corta. 2 que adaptó un cañón de 6,8, cerrojo y cargador modificados. Los cargadores son producidos principalmente por CProducts Defense y Precision Reflex, Inc. Ahora también son fabricadas por D&H Tactical. En una industria que prácticamente había renunciado al calibre, LWRCI siempre creyó en su potencial y continuó mejorando sus rifles. LWRCI también está en el mercado internacional y vende armas en todo el mundo. Por supuesto, sus ventas principales son todas de 5,56 x 45 mm y 7,62 x 51 mm. Sin embargo, en 2010, LWRCI se reunió con un grupo de operaciones especiales de un país del Medio Oriente. Debido a acuerdos contractuales, no tienen la libertad de divulgar el nombre de esta unidad. Este grupo estaba buscando un rifle de cañón corto que tuviera un gran impacto. LWRCI analizó sus requisitos y pensó que esto sería ideal para el Rem SPC de 6,8x43 mm. Era del mismo tamaño en su mayor parte que un rifle corto de 5,56 mm, pero tenía mucho más impacto. El cliente estaba bastante interesado. LWRCI importó algunos de sus rifles de 6,8 x 43 mm al país para hacer demostraciones. Durante las negociaciones, se le dijo a LWRCI que el pedido sería de más de 30.000 armas. Con ese tipo de número decidieron hacer un movimiento realmente audaz. Comprendieron los posibles problemas de alimentación y el entorno arenoso podría complicar las cosas, por lo que decidieron asociarse con Magpul y crear un cargador adecuado que estaría optimizado para el cartucho Rem SPC de 6,8x43 mm. Lógicamente, esto significa que el pozo de el cargador debe ensancharse, lo cual hicieron. El cargador se parece al familiar PMAG con ventanas Maglevel y tiene capacidad para 30 cartuchos.

Se muestra el lado izquierdo completo del SIX8-UCIW producido comercialmente. Observe la empuñadura de pistola Magpul y el cargador de 6,8x43 mm. El rifle está equipado con miras de respaldo plegables LWRCK Skirmish, así como una mira holográfica EOTech.

El rifle presentado a la unidad de Operaciones Especiales de Medio Oriente fue el PSD MKII. El rifle tiene una culata telescópica corta que es de diseño LWRCI. Con la culata extendida la longitud total es de 26,73 pulgadas y con la culata cerrada es de 23,97 pulgadas. El peso del rifle sin cargador es de 6,39 libras y completamente cargado con 30 balas de 7,71 libras. El cañón mide 8,5 pulgadas de largo con un apagallamas instalado hasta el final. El rifle es de fuego selectivo (semiautomático y totalmente automático) y alimentado por cargador. El rifle tiene rieles cuádruples Mil-Std-1913 y viene con miras de respaldo plegables LWRCI Skirmish. El rifle es totalmente ambidiestro con selector ambi, liberación del cargador y cerrojo. Sin supresor, la velocidad cíclica es de aproximadamente 700 balas por minuto y con supresor de aproximadamente 1000 balas por minuto.

Antes de profundizar en las características específicas del rifle, hay un componente muy importante en este sistema de armas en particular, la munición. Debido al cañón corto de 8,5 pulgadas, hubo problemas de confiabilidad en condiciones adversas. En cargas normales de 6.8, la presión del puerto no está en su punto máximo hasta que está alrededor de las 8 o más pulgadas. Esto significa que el cañón de 8,5 pulgadas tiene una presión de puerto baja cuando se usa munición estándar. Además, la munición actual es de grado comercial y carece de los inhibidores de destello en la pólvora de la munición de grado militar. Entonces, LWRCI, en asociación con ATK Federal, desarrolló una bala que sería óptima para usar en un barril de 8.5 pulgadas. Básicamente, un propulsor que se quemaba más rápido que haría que las presiones del puerto volvieran a donde deberían estar para que el rifle funcionara de manera confiable. Al probar el PSD MKII, este autor probó más de 9 cargas diferentes. El rifle solo funcionaría correctamente con la carga especificada. Toda la munición comercial disponible provocó que el rifle tuviera un recorrido corto. La carga utilizada se llama XM68GD. El proyectil es un proyectil Speer Gold Dot de 90 granos con una velocidad inicial aproximada de 2420 pies por segundo y con una energía inicial de 1181.6 lbs-pie. Impresionantemente, el alcance máximo del rifle es de 500 metros en un objetivo puntual. Actualmente, toda la munición fabricada para el cliente de Medio Oriente es ATK. La munición LWRCI ha sido obtenida y probada por Seller & Bellot, Hornady, ATK y Silver State Armory. El PSD MKII es el único rifle que requiere esta munición. El Six8-UCIW, que es el rifle comercial disponible actual, funcionará con munición estándar. Se han realizado modificaciones en el sistema de gas para que funcione de manera confiable.

Examinando el sistema de armas, la única diferencia entre el PSD MKII militar y el SIX8-UCIW será la compatibilidad de las municiones. Todas las demás características son las mismas.

El cargador patentado Magpul está diseñado para este sistema de armas. Este cargador fue diseñado específicamente para alimentar el cartucho de 6,8x43 mm de manera adecuada y confiable.

Comenzando con el ensamblaje del receptor inferior, el rifle está equipado con la culata corta producida por LWRCI. Hay 4 posiciones. Hay dos enchufes de montaje de desmontaje rápido en la culata, uno a cada lado. El amortiguador y el resorte están diseñados específicamente para el cartucho Rem SPC de 6,8x43 mm. El receptor inferior en sí es propietario y no es compatible con los receptores estándar de la industria. Está fabricado con una forja de aluminio de grado aeronáutico 7075-T-6. El receptor tiene una capa dura anodizada según Mil-Spec a un color negro mate. La principal diferencia es como mencionamos, el cargador. El esfuerzo conjunto de LWRCI y el cargador Magpul parece un PMag estándar pero con esteroides. Tiene capacidad para 30 balas completas y tiene un seguidor de cargador naranja de alta visibilidad y una placa de bloqueo. La geometría del cargador es óptima para este cartucho. Entonces el cargador es más ancho que el cargador estándar. Por lo tanto, el receptor es más ancho. La palanca selectora es ambidiestra y también fabricada por LWRCI. La palanca es fácil de agarrar y manipular incluso con guantes. La empuñadura de pistola es la muy cómoda Magpul MOE. El receptor inferior es totalmente ambidiestro. En el lado derecho, justo encima del gatillo está el pestillo del perno ambi. Tiene el mismo aspecto que el del lado izquierdo y se acciona de la misma manera. El pestillo del cargador está en la ubicación normal en el lado derecho del receptor. En el lado izquierdo, la captura del ambi mag se encuentra justo detrás de la captura y es fácilmente manipulable por un tirador zurdo o diestro. El martillo, el gatillo, el seccionador y el fiador automático están recubiertos de níquel boro. El gatillo es Mil-Spec de 5.5 a 8.5 libras. La palanca selectora es ambidiestra y también fabricada por LWRCI. La palanca es fácil de agarrar y manipular incluso con guantes. La empuñadura de pistola es la muy cómoda Magpul MOE. El receptor inferior es totalmente ambidiestro. En el lado derecho, justo encima del gatillo está el pestillo del perno ambidiestro. Tiene el mismo aspecto que el del lado izquierdo y se acciona de la misma manera.



El receptor superior también está fabricado con una forja de aluminio de grado aeronáutico 7075 T6 y es propiedad del receptor inferior PSD MKII 6.8x43mm SPC. Tiene la tradicional asistencia de cerrojo delantero, deflector de caja de cartucho disparado y puerto de expulsión. Los guardamanos tienen rieles cuádruples Mil-Std-1913. El guardamanos inferior está sujeto por un collar sobre la tuerca del cilindro. El guardamanos superior se quita para el mantenimiento del sistema de gas mediante dos tornillos de empuje. La tuerca de bloqueo en sí no es indexable. La tuerca cilíndrica es autoubicable y guía la varilla de operación a través del receptor superior.

El cañón de 8,5 pulgadas está forjado con martillo en frío en LWRCI. Justo en el momento en que el PSD MKII entró en producción, LWRCI compró su propia máquina forjadora de martillos. LWRCI siempre ha estado muy convencida de los beneficios que ofrece el proceso de forja con martillo. Aleación de acero 41V45 y luego tratado con tecnología de conversión de superficie NiCorr™. Este proceso se considera superior al uso de cromado estándar. El cañón tiene un giro a la derecha de 1 vuelta en 10 pulgadas.

El proceso de perforación y fijación de los bloques de gas en los barriles. LWRCI hace un uso extensivo de accesorios de ensamblaje personalizados en todas sus líneas de producción de rifles.

El portador del cerrojo es un portador de una sola pieza con una "lápida" mecanizada que es el área de impacto de la varilla de operación. La parte trasera del portador del cerrojo son flautas que logran dos cosas. Uno, trata y elimina la inclinación del portador del cerrojo causada por el movimiento fuera del centro del portador del cerrojo a su vez causado por la barra de operación golpeando la parte superior de la lápida. El segundo es con la salida de suciedad, incrustaciones y cualquier otra cosa que pueda entrar en el mecanismo. Está recubierto de níquel boro.

El perno tiene mejoras sobre el estándar. El extractor, similar al del LMT Enhanced bolt, tiene un extractor en forma de cuento de ballenas que utiliza un resorte extractor doble con una garra extractora más agresiva. La garra del extractor ocupa más del área superficial del borde de la caja del cartucho que la norma. La cara del cerrojo soporta completamente la parte trasera de la caja del cartucho. Esto ayuda a evitar fallas en el cabezal de la caja, a diferencia del perno estándar M16/M4 que tiene un corte grande para permitir la inserción del extractor. Esto ayuda a prevenir fallas en la cabeza de la caja en situaciones de alta presión, como disparar con agua en el cañón. La geometría de las orejetas 1 y 7 se ha rediseñado para hacer que estas orejetas sean mucho más resistentes y alivie la tensión, evitando que se rompan. Además, la cara del perno tiene un corte de ranura "crud" alrededor del perímetro del interior de la cara del perno.

El sistema de gas está hecho de 4 componentes. Fijado al barril está el bloque/boquilla de gas, luego se instalan la varilla intermedia, la copa del pistón y la varilla de operación. Una vez que el proyectil pasa por el puerto de gas, el gas sube por el puerto de gas y entra en la boquilla, empujando la copa del pistón, la varilla intermedia y la varilla de operación hacia atrás. La varilla de operación da un golpe similar a un martillo a la lápida en el portador del cerrojo empujando el portador del cerrojo hacia atrás. El cerrojo se desbloquea y comienza el proceso de extracción y expulsión. El resorte en la varilla de operación devuelve la varilla de operación, la varilla intermedia y la copa del pistón hacia adelante, listos para el siguiente disparo. Los gases calientes escapan por la parte delantera del sistema de gas. Esto elimina las incrustaciones calientes y sucias que ingresan al grupo portador. El portador del cerrojo también se mantiene frío.

Una caja de receptores listos para ensamblar en carabinas PSD MKII para el cliente de Medio Oriente. Observe el uso de etiquetas de código UID. Estos receptores son totalmente ambidiestros.

Para el contrato de Oriente Medio, el PSD MK11 se sometió a una serie de pruebas. Esto incluye lodo, arena, agua, niebla salina y temperaturas extremas. El arma fue probada hasta 40.000 balas. Tenga en cuenta que las pruebas de aceptación Mil-Spec para la carabina M4 son solo 6,000 balas. Los primeros rifles se entregaron en 2012/13. Esta venta es un hito en la historia del cartucho SPC de 6,8x43 mm. Documentó el primer pedido de venta grande (más de 30 000 rifles) en la industria. El cartucho fue diseñado por MSG Holland como un cartucho de Fuerzas Especiales. Aunque nunca vio el servicio militar de los EE. UU., fue adoptado en el extranjero. El cliente parece estar muy satisfecho con el rendimiento del rifle. Poseen la mayor potencia de fuego de cualquier ejército para un rifle de ese tamaño. Para el entorno del desierto, el rango de 500 yardas también es una ventaja. Parte del requisito del rifle es que dispara sub MOA a 100 metros. Este es un excelente ejemplo de la calidad del sistema (rifle y munición), especialmente para un cañón de 8,5 pulgadas. Cada rifle vendido al cliente está listo para instalar un supresor de sonido también.

El autor recibió 500 balas de munición Federal XM68 de LWRCI junto con un PSD MK11 y un SIX8 con un cañón de 16 pulgadas. También se incorporó a la gama la munición Rem SPC de 6,8 mm fabricada por Silver State Armory, Remington y Hornady. El proyectil varió de 90 a 115gr. El rango se limitó a 25 yardas, por lo que las pruebas de precisión fueron limitadas. La óptica elegida fue la mira holográfica EOTech, que es la que se proporciona con el PSD MKII al cliente de Oriente Medio. Con el PSD MKII, la precisión era trébol a 25 yardas, lo que se esperaba con la munición XM68. Todas las demás municiones probadas en el PSD MKII no funcionaron correctamente. El rifle tendría un recorrido corto continuo. Esto era de esperar debido a todo el razonamiento en torno al desarrollo de la munición XM68 en ese cañón corto de 8,5 pulgadas. Cuando se instaló el cañón Six8 de 16 pulgadas en la parte inferior, todas las municiones funcionaron perfectamente, incluido el XM68. Entre los cañones de 8,5 y 16 pulgadas se dispararon más de 800 balas. Debo decir que este autor ha probado rifles SPC de 6,8x43 mm en el pasado y nunca ha experimentado este tipo de confiabilidad. Con todas los cargadores estándares probados, nunca fueron confiables en combate. El rifle LWRCI que utiliza el PMag diseñado correctamente para este cartucho funcionó sin problemas. La LWRCI realmente se arriesgó al diseñar una plataforma de receptor "No estándar de la industria" para optimizar el uso de este calibre y ciertamente valió la pena. Este autor está bastante sorprendido de que la industria no haya seguido construyendo rifles de este calibre. Barriles de 5 y 16 pulgadas se dispararon más de 800 balas. Debo decir que este autor ha probado rifles SPC de 6,8x43 mm en el pasado y nunca ha experimentado este tipo de confiabilidad. 

La venta de LWRCI a Oriente Medio es un verdadero hito en el libro del cartucho SPC de 6,8x43 mm. ¿Es este el calibre militar ideal? Podría ser. La estandarización de la OTAN siempre será un factor importante en todo lo que se adopte. Esto siempre puede tener y continuar impidiendo que este cartucho llegue al horario de máxima audiencia. A veces, ser mejor no es lo suficientemente bueno. Siempre tienes la política que se interpone en el camino. Para las unidades de operaciones especiales que pueden solicitar y comprar su propio equipo, esta es una opción muy viable para un arma de fuego de alto rendimiento. Esta venta a este país no revelado de Medio Oriente es un ejemplo perfecto de esto. Los cazadores, tiradores al blanco y entusiastas estadounidenses utilizan este calibre todos los días. No hay duda de que el calibre tiene seguidores.

Montaje del cañón, apagallamas y sistema de pistón.
El cerrojo del PSD MKII con cámara Rem SPC de 6,8x45 mm. Observe el extractor mejorado en forma de cola de ballena, así como los dos resortes del extractor.
El grupo portacerrojos recubierto de níquel-boro del PSD MKII con cámara Rem SPC de 6,8 x 45 mm. Observe que el transportador en sí es de una sola pieza y las flautas en la parte trasera del transportador.
Así se embalaron todos y cada uno de los rifles enviados al cliente de Oriente Medio. Sobre esta estación había una cámara de video que tomaba una foto de cada caja completa. Esto era si faltaba algo en la caja, LWRCI podía buscar el número de serie y ver la imagen para verificar si faltaba el producto en el momento del embalaje.