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sábado, 30 de agosto de 2025

Incidente de Golfo Nuevo en 1960: Cuando la ARA poseía una fuerza ASW efectiva


El incidente en Golfo Nuevo en 1960


Adaptado de  Sean Eternos los Laureles

El 30 de enero de 1960, unidades de la Armada Argentina detectaron un contacto submarino en el Golfo Nuevo, dando inicio a una cacería que se prolongaría por casi un mes para expulsar a los intrusos. En la operación se emplearon medios aéreos y navales que hoy ya no existen en una Armada transformada en una fuerza de guardia costera.




(Del libro "Testimonios de Tiempos Difíciles", e imágenes de Benjamin Cosentino y archivo Histarmar, publicado por el prestigioso sitio Fundación Histarmar y que se puede conseguir en el Instituto de Publicaciones Navales)

 


A principios de 1960, un incidente naval de gran magnitud tuvo lugar en el Golfo Nuevo, en la Península de Valdés, provincia de Chubut, Argentina. A diferencia de otros episodios previos relacionados con avistamientos y contactos de diversa índole, este caso involucró la detección de un submarino desconocido, desencadenando una operación de gran escala.


Desde el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa, en 1945, se habían registrado varios episodios vinculados a submarinos en aguas argentinas. En abril de ese año, la flota submarina alemana remanente recibió la orden de autohundimiento, conocida como "Regenbogen" (arco iris), aunque días después se revocó para ordenar la rendición ante las fuerzas aliadas. Sin embargo, los submarinos alemanes U-530 y U-977 optaron por entregarse a las autoridades argentinas, arribando a Mar del Plata el 10 de julio y el 17 de agosto de 1945, respectivamente.

Durante los años siguientes, en plena Guerra Fría, se denunciaron varios avistamientos y detecciones de posibles submarinos en aguas argentinas, destacándose los casos en el Golfo Nuevo (1958), San Jorge (1959) y nuevamente el Golfo Nuevo (1960). De estos, los dos incidentes más relevantes ocurrieron en el Golfo Nuevo, en la Península de Valdés.

El primer episodio significativo, registrado el 21 de mayo de 1958, fue analizado por el Contraalmirante Pablo Arguindeguy en su obra Apuntes sobre los buques de la Armada Argentina (Tomo VI, Buenos Aires, 1972) y posteriormente publicado en el prestigioso sitio Histarmar. A esta operación se la ha denominado "Golfo Nuevo I", para diferenciarla de la que se desarrollaría en 1960, cuya descripción se abordará con mayor detalle en este capítulo.


  
La fragata antisubmarina P-31 ARA "Hércules" originalmente era la PF-1USS "Asheville" de la US Navy botada durante la Segunda Guerra Mundial, y sirvió con la Armada Argentina de 1946 a 1961, para pasar a operar como guardacostas en la Prefectura Naval Argentina bautizada GC-11 PNA "Juan B. Azopardo" entre 1961 a 1973.

 

Operación Golfo Nuevo II: Un relato testimonial

La segunda operación, conocida como "Operativo Comodoro Rivadavia", tuvo lugar entre el 20 y el 29 de octubre de 1959 e inauguró el uso de los aviones P2V Neptune en tareas antisubmarinas.

En el caso que aquí desarrollaré, la "Operación Golfo Nuevo II" (enero de 1960), las detecciones y contactos realizados por unidades de la Armada Argentina dieron lugar a un operativo prolongado que involucró numerosas unidades de la Flota de Mar, la Aviación Naval, la Infantería de Marina y la Escuadrilla de Instrucción de la Escuela Naval.

Mi participación en estos eventos se debió a mi rol como asesor antisubmarino del Oficial en Comando Táctico (OCT), en ese entonces Capitán de Navío Mario Lanzarini, quien se desempeñaba como Comandante de la Fuerza de Destructores de la Flota de Mar. Lanzarini operaba embarcado en la fragata ARA "Hércules", donde enarbolaba su insignia.

Finalizada la operación, fui destinado a la Escuela de Guerra Naval para redactar el informe final bajo las órdenes del Almirante Lanzarini, quien había sido nombrado su director. Dicho informe fue posteriormente elevado al Estado Mayor General Naval. Basándome en mis apuntes, en los testimonios de muchos protagonistas aún vivos y en diversas consultas realizadas, he podido reconstruir los hechos de la manera más fiel posible.

Al leer este informe, puede llamar la atención la magnitud de las fuerzas desplegadas y la cantidad de ataques realizados, tanto desde la superficie como desde el aire, con pocos o nulos resultados visibles. Para un observador sin experiencia en la materia, esto podría generar una percepción errónea sobre la efectividad de los esfuerzos o la calidad de las fuerzas intervinientes.

En aquellos años, tras haber realizado un curso de Oficial de Guerra Antisubmarina en Gran Bretaña, era consciente de que el nivel tecnológico de la época estaba mucho más avanzado que el disponible en nuestro país. En lo que respecta a los avances de la posguerra, tanto en submarinos como en los medios para su detección y destrucción, nuestra Armada tenía un retraso estimado de al menos 20 años en medios de superficie y 10 en medios aéreos. No obstante, persisten muchas incógnitas que merecen ser aclaradas.

Cincuenta años después, este informe busca dimensionar correctamente los eventos y explicar las razones detrás de los aparentes resultados limitados. Apelo a la responsabilidad y sentido común del lector, recordando que para juzgar hechos del pasado de manera justa, es fundamental situarse en su contexto histórico y comprender su entorno y circunstancias.

El peso inicial de las operaciones recayó en una escuadrilla de adiestramiento para cadetes de la Escuela Naval, integrada por:

  • ARA "Cervantes" (D-1): un antiguo destructor de origen español, botado en Cádiz en 1925, carente de los sistemas de detección modernos.
  • ARA "Murature" (P-20) y ARA "King" (P-21): dos patrulleros construidos en Río Santiago en 1943 y 1945, de baja velocidad y con medios mínimos para la guerra antisubmarina.
  • ARA "Ingeniero Iribas" (Q-21): un buque taller que permaneció en Puerto Madryn durante toda la operación.

Las tripulaciones estaban compuestas mayoritariamente por cadetes, salvo en los puestos clave, que requerían la presencia de personal especializado de la Armada. Además, muchos de estos cadetes eran jóvenes inexpertos, realizando su primer embarco.

Este es el contexto en el que se desarrollaron los eventos que seguirán en este relato.



Destructor (origininalmente clasificado como torpedear en la Armada Argentina) Clase "Churruca" de origen español D-1 ARA "Cervantes". Botado en 1925, fue asignado en 1928 y operó hasta 1961.

Desarrollo de la Operación Golfo Nuevo II

A medida que las operaciones se prolongaban, todas las unidades disponibles de la Armada Argentina fueron incorporadas al operativo. Los detalles completos sobre las dotaciones de los tres buques iniciales, así como la lista de las unidades navales y aeronavales intervinientes, sus características y sus respectivos comandos, se encuentran en el apartado 3.1.

La acción antisubmarina en Golfo Nuevo II se llevó a cabo entre el 30 de enero y el 26 de febrero de 1960, desarrollándose en cuatro fases bien diferenciadas:

Primera fase: Contacto inicial

El 30 de enero de 1960 a las 09:10, los patrulleros de la Escuadrilla de Instrucción detectaron un submarino desconocido en aguas interiores del Golfo Nuevo, cerca de su boca. Pese a los intentos de comunicación y los reiterados pedidos de identificación, no hubo respuesta alguna.

Autorizada la persecución, el submarino fue atacado por los patrulleros ARA "Murature" y ARA "King". Durante la maniobra, la nave enemiga aparentó facilitar el contacto, pero exhibió una notable superioridad en maniobra y velocidad, arrastrando a sus perseguidores mar adentro. La persecución llevó a los patrulleros más allá de las 12 millas de la costa.

(Nota del Autor: En 1960, Argentina establecía el límite de sus aguas territoriales en 3 millas náuticas. Según las normativas internacionales, el "paso inocente" de submarinos exige navegación en superficie, y el ingreso a aguas interiores está prohibido salvo en circunstancias excepcionales.)

Al salir el submarino del mar territorial argentino, las autoridades navales ordenaron suspender la persecución y regresar al Golfo Nuevo.

Esa misma noche, mientras la escuadrilla navegaba de regreso a Puerto Madryn, se obtuvo un nuevo contacto dentro del golfo, lo que generó sospechas de la presencia de otro submarino. En respuesta, se realizaron varios ataques, con apoyo de un avión P-2V Neptune, que fue enviado en respaldo de los patrulleros. Durante estos enfrentamientos, la embarcación detectada pareció perder capacidad de maniobra, lo que indicaría que sufrió daños ya sea en persecuciones anteriores o en los ataques recientes.

En ningún momento el submarino utilizó sus armas ni intentó identificarse.

Tras perder el contacto, la escuadrilla retomó el patrullaje en la boca del golfo durante la noche, con el apoyo de un avión PBM-Martin Mariner. En este punto se registraron nuevos contactos y ataques, marcando el inicio de la siguiente fase.

Segunda fase: Maniobras evasivas

En esta etapa, el operativo se intensificó con la incorporación de mayor cantidad de unidades de superficie y aéreas. Se registraron numerosos contactos de corta duración, lo que llevó a los comandantes de los patrulleros a suponer la presencia de dos submarinos.

Uno de ellos parecía averiado, intentando por todos los medios romper el contacto y evadir a las fuerzas argentinas. El otro realizaba maniobras de distracción, aparentemente con el propósito de aliviar la presión sobre el primero.

Los comandantes interpretaron esta fase como una operación evasiva, posiblemente con el objetivo de recuperar al submarino dañado o permitirle permanecer en aguas protegidas hasta encontrar el momento propicio para su escape.

En varias oportunidades, el submarino emergió parcialmente a la superficie, permitiendo su clasificación como un contacto positivo.

Tercera fase: Intento de escape

Durante esta fase, las acciones se trasladaron fuera de la zona utilizada en la Segunda Fase. La actividad registrada sugiere un intento de escape del incursor, lo que llevó a un reajuste en las estrategias de persecución.

Cuarta fase: Ausencia de contacto

Hacia el final del operativo, los contactos fueron cada vez más esporádicos, hasta volverse indeterminados o nulos. Se realizaron extensos rastrillajes en la zona para confirmar la ausencia de submarinos en el Golfo Nuevo.

El Teatro de Operaciones: Golfo Nuevo

El Golfo Nuevo es un cuerpo de agua protegido, con fuertes mareas patagónicas que afectan las aguas superficiales, pero impactan poco en las profundidades.

Su forma es elíptica, con una extensión este-oeste de 37 millas náuticas, entre Puerto Madryn y su boca, que lo conecta con el Océano Atlántico a través de un estrecho de apenas 8,5 millas náuticas.

El ancho máximo del golfo es de 26 millas náuticas, presentando una geografía similar a una gran batea plana. En su centro, alcanza una profundidad máxima de 159 metros, mientras que en su boca el fondo marino tiene aproximadamente 50 metros de profundidad, coincidiendo con las profundidades de la zona costera mar afuera.

Debido a las fuertes mareas de 4 a 5 metros, las aguas del golfo suelen ser turbulentas y difíciles de navegar, especialmente en superficie.




Patrullero P-20 ARA "Murature", cabeza de serie de la Clase homónima.

Los fondos marinos son en general favorables para el asentamiento de submarinos (limo, arcilla y pedregullo). En el centro del golfo, la zona de más de 100 mts. de profundidad ocupa alrededor del 75% de la superficie navegable. Posee tres grandes cañadones (o valles) submarinos en el extremo oeste de la zona y un cuarto sobre la boca, que permiten -no sin riesgo- el ocultamiento de unidades submarinas y su salida al exterior. Este dato permitiría interpretar el porqué de las zonas preferidas por el submarino para ocultarse y la concentración de contactos, ataques y avistajes en superficie cercanos a la costa oeste. Los he bautizado como cañadones ALFA, BRAVO, CHARLIE Y DELTA.


Patrullero P-21 ARA "King" Clase "Murature" navegando en aguas del Río de La Plata.

Características del fondo marino y zonas de ocultamiento

El lecho marino del Golfo Nuevo presenta condiciones favorables para el asentamiento de submarinos, con una composición de limo, arcilla y pedregullo que facilita la maniobra y el ocultamiento.

En el centro del golfo, las áreas con profundidades superiores a 100 metros abarcan aproximadamente el 75% de la superficie navegable, proporcionando un amplio espacio para operaciones submarinas.

El golfo cuenta con tres grandes cañadones submarinos en su extremo oeste y un cuarto cañadón en la boca del golfo, los cuales ofrecen posibles rutas de escape y zonas de ocultamiento, aunque su uso no está exento de riesgos.

Estos accidentes geográficos explicarían la predilección del submarino por determinadas áreas para ocultarse, así como la concentración de contactos, ataques y avistamientos en superficie en las proximidades de la costa oeste del golfo.

Para una mejor referencia operativa, he designado estos cañadones con los nombres:
ALFA, BRAVO, CHARLIE y DELTA.




Lockheed P-2V-5 Neptune de la Primera Escuadrilla Aeronaval de Exploración del Comando de Aviación Naval de la Armada Argentina, que operó 16 unidades de diferentes subtipos.

Evaluación de contactos y medios de combate

Finalizadas las operaciones, y ante la gran cantidad de contactos registrados en un contexto donde la persecución antisubmarina fue llevada a cabo inicialmente por buques poco aptos y tripulados por personal sin adiestramiento especializado, se decidió establecer en tierra una Oficina de Evaluación de Contactos A/S.

Este equipo estuvo compuesto por oficiales con amplia experiencia en guerra antisubmarina, quienes definieron los criterios para clasificar los contactos detectados durante la operación:

  • POSITIVO: Confirmación visual del submarino mediante la observación de parte de su superestructura, snorkel, periscopios o mástiles.
  • PROBABLE: Datos sónicos o electromagnéticos que indican con alta certeza la presencia de un submarino.
  • POSIBLE: Contacto que, tras descartar fenómenos de transmisión subacuática (ejemplo: cardúmenes, ballenas, accidentes geográficos submarinos), podría corresponder a un submarino.
  • NO-SUB: Contactos descartados debido a la falta de evidencia concluyente.

Medios de detección

El SONAR fue el principal sistema de detección empleado. El equipo utilizado emitía ondas sonoras subacuáticas de 2.000 ciclos de frecuencia, generadas por un transductor orientable protegido por un domo retráctil, diseñado para minimizar la interferencia de los flujos de agua.

El principio de operación se basaba en la medición del tiempo transcurrido entre la emisión de las ondas y la recepción de su eco, lo que permitía calcular la distancia del blanco. La orientación del transductor proporcionaba el azimut del objetivo, es decir, su dirección relativa.

Además, los equipos contaban con capacidad de escucha de ruidos subacuáticos (hidrofonía), aunque su efectividad era muy limitada.

Para la planificación y ejecución de los ataques, la posición del submarino se representaba en una mesa de ataque (plotting), donde se actualizaba en tiempo real la ubicación del blanco.

El modelo de sonar estándar utilizado por los buques intervinientes fue el QCTA/SA, de fabricación estadounidense. Posteriormente, algunos equipos fueron equipados con un indicador electrónico de azimut, cuya fiabilidad era baja y que, en la mayoría de los casos, no estaba instalado en los buques participantes.

Armamento antisubmarino: Cargas de profundidad

Las cargas de profundidad fueron el armamento principal utilizado en la operación. Estas armas, empleadas desde la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y ampliamente utilizadas en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), consistían en tambores con aproximadamente 100 kg de explosivo que podían ser lanzados de dos maneras:

  • Por la popa, mediante rampas o rieles.
  • Por los costados, mediante lanzadores fijos con morteros de carga.

Los buques de la época solían contar con dos o más lanzadores por banda.

Cada carga de profundidad estaba equipada con una espoleta hidrostática ajustable, permitiendo su detonación a profundidades programadas en intervalos de 50 pies (aproximadamente 15 metros), con un máximo de 300 pies (aproximadamente 100 metros).

Sin embargo, considerando que el 75% del área navegable del Golfo Nuevo tenía profundidades superiores a 100 metros, gran parte de la zona operativa quedaba fuera del rango efectivo de estas armas. (Cabe recordar que la profundidad central del golfo alcanzaba los 150 metros.)

Las cargas de profundidad eran más efectivas cuando explotaban por debajo del submarino, ya que la onda expansiva se combinaba con la formación de una burbuja de gases, generando un efecto de martinete que podía colapsar el casco del objetivo.




Buque Taller Q-21 ARA "Ingeniero Iribas".

Limitaciones de las armas antisubmarinas y uso de tecnología aérea

Es importante destacar que los submarinos convencionales de la Segunda Guerra Mundial tenían una profundidad máxima de inmersión de aproximadamente 130 metros. Sin embargo, los modelos más avanzados desarrollados en la posguerra superaban ampliamente esta cifra, lo que reducía significativamente la efectividad de las cargas de profundidad utilizadas en la operación.

Para complementar estos medios, se incorporó un arma más moderna: el "Erizo", que entró en acción tras la llegada al teatro de operaciones de las fragatas ARA "Hércules", ARA "Sarandí" y ARA "Santísima Trinidad", que contaban con este sistema.

El "Erizo" era una plataforma metálica instalada en la proa del buque, capaz de lanzar simultáneamente 24 cargas explosivas de aproximadamente 35 kg, con una forma hidrodinámica que facilitaba su trayectoria bajo el agua. A diferencia de las cargas de profundidad tradicionales, estas detonaban por contacto directo con el blanco.

Al impactar el agua, las cargas formaban un patrón circular de aproximadamente 60 metros de diámetro. El alcance máximo del sistema era de 120 metros, lo que permitía al atacante disparar desde la proa, aumentando las posibilidades de impactar un submarino detectado.

Armamento y tecnología aérea

Los aviones navales que participaron en la operación disponían de sistemas de armas más modernos que los buques.

Los PBM Mariner y P-2V Neptune, recién incorporados a la Aviación Naval Argentina, estaban equipados con:

  • Radar de exploración: más eficaz en la detección de periscopios y schnorkels debido a su menor longitud de onda.
  • Sistema de sonoboyas con receptor: permitía detectar sonidos subacuáticos y transmitir la señal al operador en la aeronave.
  • Sistema de detección magnética (MAD): capaz de registrar anomalías en el campo magnético terrestre, indicando la posible presencia de un submarino.

No obstante, una limitación clave de estos aviones era la ausencia de torpedos buscadores, indispensables para aprovechar al máximo sus sistemas de detección.

En cuanto al armamento, podían lanzar bombas antisubmarinas de 200 libras equipadas con espoletas hidrostáticas, diseñadas para detonar a cierta profundidad bajo el agua. (1 libra = 0,450 kg).

Por su parte, los F4U Corsair estaban equipados con:

  • Radar de navegación.
  • Miras para lanzamiento de bombas antisubmarinas de 200 libras.
  • Cohetes de 5” con espoletas retardadas, cuya efectividad bajo el agua era limitada a 10-15 metros de profundidad.

Estos aviones eran guiados por radio desde los buques que contaban con capacidad de detección submarina, optimizando la coordinación en el ataque.

Sonoboyas: Tecnología de detección acústica

Las sonoboyas fueron otro recurso clave en la operación. Estos dispositivos consistían en equipos flotantes con receptores hidrofónicos, lanzados desde aeronaves para detectar ruidos subacuáticos, incluyendo las señales acústicas de submarinos en movimiento.

Una vez desplegadas, las sonoboyas transmitían señales de radio con la información captada, permitiendo a los operadores aéreos monitorear y triangular la posición del objetivo.

A pesar de la tecnología empleada, las limitaciones en armamento y detección hicieron que la operación se desarrollara en un contexto de alta incertidumbre táctica, con un enemigo evasivo y con tecnología potencialmente superior.




Martin PBM-5 Mariner de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Patrulla del Comando de Aviación Naval de la Armada Argentina que llegó a operar 8 aeronaves de este tipo.

Desarrollo de la Primera Fase y evaluación de contactos

El uso de sonoboyas permitió obtener una ubicación aproximada del blanco, suficiente para realizar ataques con torpedos buscadores lanzados desde el aire. Sin embargo, los torpedos recién fueron provistos hacia finales de la Fase III, gracias a una operación de asistencia de los Estados Unidos.

En esta instancia, se lanzaron dos torpedos Mk-43, aunque sin resultados concluyentes. A pesar de ello, las sonoboyas fueron clave para guiar a los buques de superficie, permitiéndoles intentar obtener contacto con sus sonares y confirmar detecciones del sistema MAD (Magnetic Air Detection, detección magnética aérea).

El MAD fue empleado con éxito por los P-2V Neptune, aunque su efectividad se vio limitada por la falta de experiencia y entrenamiento del personal en su uso. Se carecía de cartas de falsos blancos, lo que dificultaba la diferenciación entre contactos reales y anomalías naturales, como concentraciones de hierro en el lecho marino o restos de buques hundidos.

A pesar de estas dificultades, el MAD generó varios contactos posibles, que a su vez facilitaron la detección y confirmación de blancos mediante los sonares de los buques de superficie.

Duración y desarrollo de la Primera Fase

La Primera Fase se extendió por 36 horas y 40 minutos, desde las 09:10 del 30 de enero de 1960 hasta las 21:50 del 31 de enero.

Durante este período se registraron aproximadamente 40 contactos de sonar, tanto activo como pasivo (escucha hidrofónica), lo que derivó en 21 acciones antisubmarinas por parte de los patrulleros ARA "Murature" y ARA "King".

En estas acciones se realizaron:

  • 6 ataques con rosa completa de cargas de profundidad.
  • 4 ataques con rosa reducida.
  • 5 lanzamientos de cargas intimidatorias.

Adicionalmente, intervinieron un avión antisubmarino P-2V Neptune y un PBM Mariner, que realizaron 11 ataques con bombas antisubmarinas.

La Armada de los EE.UU. envió un avión de transporte Globemaster, con una comisión de 13 expertos en guerra antisubmarina y equipamiento especializado. Lamentablemente, esta misión tuvo un desenlace trágico: en su viaje de regreso, el avión colisionó con una aeronave comercial a la entrada de Río de Janeiro, causando la muerte de 8 de sus ocupantes. El jefe de la misión, el Capitán USN Ray Pitts, logró sobrevivir.

Situación táctica y fuerzas intervinientes

Los contactos y ataques registrados en la mañana del 30 de enero llevaron a la escuadrilla fuera del Golfo Nuevo, más allá de las 12 millas náuticas, lo que hizo suponer que el submarino había abandonado la zona. Sin embargo, durante la noche, las detecciones se reanudaron dentro del golfo, lo que indicaba la posible presencia de otro submarino o el regreso del mismo.


Durante toda esta fase operaron las unidades que habían realizado la primera detección:

  • Patrulleros: ARA "Murature" y ARA "King".
  • Destructor: ARA "Cervantes".
  • Aeronaves:
    • PBM Mariner.
    • P-2V Neptune de la Base Aeronaval Comandante Espora.
    • Escuadrilla de F4U Corsair, incorporada al final de la fase.

Los cadetes que participaron en estas acciones enfrentaron condiciones adversas, operando con equipamiento deficiente y sin entrenamiento especializado en guerra antisubmarina. A pesar de ello, lograron obtener mejores resultados en la fase siguiente, a medida que se optimizaban los procedimientos y se reforzaban los medios disponibles.




La fragata antisubmarina P-33 ARA "Sarandí", era una unidad Clase "Tacoma", la PF-65 USS Uniontown ex-US Navy que operó brevemente al servicio norteamericano, entre 1944 y 1945, antes de ser transferida a la Armada Argentina en 1947 para permanecer operativa hasta 1967.

 

Aquí tienes el texto reescrito con una redacción más clara, objetiva y estructurada, eliminando juicios de valor y manteniendo el enfoque técnico e histórico.

Desarrollo de la Fase III y evaluación de contactos

La tercera fase de la operación tuvo una duración de 9 días, desarrollándose entre las 07:58 del 11 de febrero y las 06:00 del 19 de febrero de 1960. Durante este período, se registraron aproximadamente 35 contactos submarinos, la mayoría en las mismas dos áreas clave de la fase anterior:

  • Costa sur del Golfo Nuevo, entre Punta Este y Punta Ambrosetti.
  • Boca del golfo, con algunas detecciones dudosas en la zona norte.

Se llevaron a cabo 31 acciones antisubmarinas, que incluyeron:

  • 17 ataques con cargas de profundidad.
  • 5 ataques con "Erizo" (armamento antisubmarino de proa).
  • 1 ataque con artillería Bofors 40/60.
  • 4 ataques con bombas antisubmarinas lanzadas desde el aire.
  • 2 ataques con torpedos buscadores Mk-43.

Unidades que Intervinieron en la Fase III

Durante este período, la Fuerza de Tareas 23 quedó conformada por un importante refuerzo de unidades de superficie y aeronaves antisubmarinas:


Unidades de superficie:

  • Patrulleros: ARA Murature, ARA King.
  • Corbeta: ARA República.
  • Fragatas: ARA Azopardo, ARA Hércules, ARA Sarandí, ARA Santísima Trinidad.
  • Destructores: ARA Buenos Aires, ARA Entre Ríos, ARA Santa Cruz, ARA San Juan, ARA San Luis.
  • Buque de abastecimiento: ARA Punta Ninfas.

Unidades aeronavales:

  • Aviones de patrulla marítima:
    • P-2V Neptune (2-P-102, 103, 105, 107).
    • PBM Mariner (2-P-302, 304).
    • PBY Catalina (2-P-202).
  • Aviones de combate:
    • F4U Corsair (2-A-203, 205, 206, 211, 212, 215, 217, 221).
  • Helicópteros:
    • S-55B (2-H-12).

Evaluación de contactos y efectividad operativa

Durante esta fase, la incorporación de buques más modernos y mejor equipados para la guerra antisubmarina permitió realizar un análisis más preciso de los contactos y de la efectividad de las acciones llevadas a cabo.

Sin embargo, se mantuvieron algunos factores negativos que ya habían afectado la evaluación en la fase anterior:

  • Acción en zonas de baja profundidad, lo que dificultaba la maniobra y el uso de ciertos equipos.
  • Poca precisión cartográfica y desconocimiento detallado del relieve submarino.
  • Condiciones batitérmicas adversas, con una napa térmica entre 15 y 42 metros de profundidad, lo que afectaba la propagación del sonido.
  • Fenómeno de "canalización" acústica, que limitaba la efectividad de la detección por sonar. (Nota: La canalización del sonido ocurre cuando las ondas acústicas quedan atrapadas en una capa de agua debido a diferencias de temperatura o la presencia de fondos marinos duros, dificultando la localización precisa del blanco.)

Debido a estas limitaciones, la mayoría de los contactos fueron clasificados como "POSIBLES", con pocos registros "PROBABLES". No obstante, se confirmaron cuatro contactos "POSITIVOS", lo que sugiere que varios de los "POSIBLES" podrían haber sido efectivamente submarinos.

Uno de los eventos más relevantes de la fase fue la Acción N° 37, en la que se observaron impactos de artillería en la torreta de un submarino, lo que podría haber causado daños en su snorkel, periscopios, radar o antenas de contramedidas.

Análisis estratégico de la Fase III

La fase se caracterizó por:

  1. Refuerzo de las unidades de la Flota de Mar, con la incorporación de fragatas modernas.
  2. Cambio en la distribución de contactos, con un aumento en la boca del golfo, posiblemente debido a ecos de fondo o maniobras evasivas del submarino.
  3. Aumento de detecciones en aguas someras, lo que sugiere que el submarino buscaba autoprotección en cañadones submarinos. (Aunque esta táctica es poco común, ya que operar en bajas profundidades representa un alto riesgo para un submarino, según expertos en la materia.)
  4. Reducción de la velocidad en inmersión, pasando de más de 17 nudos a alrededor de 10 nudos, lo que podría indicar averías en el sistema de propulsión o en el snorkel.
  5. Incorporación de sistemas de detección más avanzados, como:
    • Sonoboyas.
    • Detección magnética (MAD) en aviones P-2V Neptune y PBM Mariner.
    • Lanzadores "Erizo" en las fragatas.
  6. Primeras señales de posibles averías en el submarino, incluyendo:
    • Manchas de aceite en la superficie.
    • Burbujas de aire o "falsos blancos", que podrían haber sido resultado de averías o una estrategia para confundir a los atacantes.

Las detecciones en zonas de poca profundidad, descartando la presencia de cetáceos, reforzaron la hipótesis de la presencia de dos submarinos:

  • ALFA: Detectado repetidamente cerca de Puerto Madryn, operando a 10 nudos.
  • BRAVO: Maniobrando en la boca del golfo, con una velocidad de 17 nudos.

Si bien esta hipótesis nunca fue confirmada con certeza, la distribución de los contactos y las maniobras evasivas sugerían la posibilidad de dos unidades trabajando en conjunto.

Logística y sostenimiento de la operación

El alto consumo de combustible y municiones obligó a reforzar la logística de la Fuerza de Tareas 23. Se adoptaron las siguientes medidas:

  • Incorporación del buque tanque ARA "Punta Ninfas" para el reabastecimiento de las unidades navales.
  • Puente aéreo con la Base Naval de Puerto Belgrano para el reabastecimiento de cargas de profundidad.
  • Abastecimiento de víveres y agua en Puerto Madryn.

Como anécdota, ante la escasez de alimentos, los cadetes idearon un improvisado método para hacer más comestibles las galletas marineras, mojándolas en agua salada y tostándolas. (Según el testimonio de un cadete de la época, hoy almirante retirado, el resultado era sorprendentemente bueno.)



Conclusión de la Fase III

El esfuerzo sostenido de los patrulleros Murature y King, junto con la fragata Sarandí, requirió reparaciones de emergencia, lo que los obligó a retirarse momentáneamente de la acción.

A partir del análisis de la operación y la concentración de contactos en ciertas áreas, se definieron tres prioridades tácticas:

  1. Patrullar la boca del Golfo Nuevo ante una posible evasión del submarino.
  2. Cubrir la costa sur y oeste del golfo, en las proximidades de Puerto Madryn, con dos buques.
  3. Reforzar con la fragata Hércules a los patrulleros Murature y King, debido a sus limitaciones de armamento.

El conocimiento actual sobre los cañadones submarinos refuerza la validez de estas decisiones tácticas.

La operación continuaría con la Fase IV, la cual marcaría el desenlace de esta compleja y extensa cacería antisubmarina en aguas argentinas.







viernes, 3 de enero de 2025

Lockheed P-2 Neptune, el detector del HMS Sheffield

Cazador de submarinos de la Guerra Fría Lockheed P-2 Neptune

Jo Ferris || Plane Historia


El Lockheed P-2 Neptune, inicialmente conocido como P2V hasta un cambio de nomenclatura por parte de la Armada de los Estados Unidos en septiembre de 1962, es un avión especializado diseñado para patrulla marítima y operaciones de guerra antisubmarina (ASW).

Lockheed desarrolló este avión para la Marina de los EE. UU. como sucesor del Lockheed PV-1 Ventura y del PV-2 Harpoon, y posteriormente fue reemplazado por el Lockheed P-3 Orion.

Aunque se trata principalmente de una plataforma terrestre, un número selecto de Neptunes fueron adaptados para lanzamientos desde portaaviones utilizando tecnología de despegue asistido por chorro (JATO).

Estas versiones modificadas sirvieron como bombarderos nucleares provisionales, capaces de despegar desde portaaviones, pero que debían aterrizar en pistas terrestres o en el océano después de las misiones. El P-2 Neptune también alcanzó un éxito considerable en el mercado internacional, siendo utilizado por varias fuerzas militares extranjeras.

Desarrollo y primeros años (década de 1940-1950)

Este período vio la transformación del Neptune desde un prototipo a una piedra angular de la flota de aviones de patrulla de la Armada de los Estados Unidos, lo que refleja avances significativos en la tecnología de la aviación y la estrategia militar en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial.


P2V-2 del VP-18 sobre la base aérea de Jacksonville, 1953


El origen del P-2 Neptune se remonta a las urgentes necesidades de la Segunda Guerra Mundial. La Armada de los Estados Unidos, reconociendo las limitaciones de los aviones de patrulla existentes, como el Consolidated PBY Catalina, frente a amenazas submarinas cada vez más sofisticadas, buscó un avión terrestre más capaz para tareas de patrulla marítima de largo alcance.

Lockheed, con su reputación de diseño innovador de aeronaves, respondió con la propuesta del P2V Neptune. El primer prototipo despegó en 1945, pero el final de la guerra significó que no entró en combate en la Segunda Guerra Mundial.

En los años inmediatamente posteriores a la guerra, el Neptune fue objeto de importantes mejoras. El diseño se modificó para incorporar nuevas tecnologías y satisfacer las cambiantes demandas de la era de la Guerra Fría.

Una característica notable del Neptune era su tren de aterrizaje triciclo, que se alejaba de los diseños con tren de aterrizaje de cola habituales en la época. Esto proporcionaba un mejor manejo y visibilidad en tierra, algo importante para los grandes aviones de patrulla.

El motor del Neptune fue otro de los aspectos innovadores. El avión estaba equipado inicialmente con dos motores radiales Wright R-3350, conocidos por su fiabilidad y potencia. Sin embargo, Lockheed no se detuvo allí.

Motores a reacción Westinghouse J34

En un movimiento pionero, los modelos posteriores del Neptune fueron equipados con motores a reacción bajo las alas. Estos motores a reacción Westinghouse J34 proporcionaban empuje adicional para el despegue y los vuelos a alta velocidad, lo que convirtió al Neptune en uno de los primeros aviones en utilizar de manera efectiva un sistema de propulsión mixto que combinaba motores a reacción y de pistón.


El Westinghouse J34, designación de la empresa Westinghouse 24C, fue un motor turborreactor desarrollado por la división de turbinas de gas de Westinghouse Aviation a fines de la década de 1940.

La aviónica y el armamento del Neptune también eran de vanguardia para la época. El avión estaba equipado con avanzados sistemas de radar para vigilancia marítima y podía transportar una importante carga de armas en su bodega de bombas interna y en pilones subalares. Esto lo convertía en una formidable plataforma para la guerra antisubmarina, capaz de desplegar cargas de profundidad, torpedos y, más tarde, bombas nucleares de profundidad.

Bombardero nuclear

Al concluir la Segunda Guerra Mundial, la Armada de Estados Unidos reconoció la necesidad estratégica de contar con capacidad de ataque nuclear para preservar su influencia política global. Mientras tanto, la opción más viable era desplegar aviones embarcados para este propósito.

El desafío era que las grandes bombas nucleares “Fat Man” de la época eran demasiado voluminosas para la mayoría de las aeronaves, por lo que era necesario un avión portaaviones significativamente más grande para su transporte.

Para abordar este problema, la Oficina de Artillería de la Armada de Estados Unidos produjo 25 unidades del diseño de bomba nuclear “Little Boy”, más antiguo pero más compacto.


Vista lateral del RB-69A, el primer P2V-7U reconvertido

Estos eran compatibles con el compartimiento de bombas más pequeño del P2V Neptune. En 1948, había un suministro suficiente de material fisionable para construir diez proyectiles y objetivos de uranio completos. Sin embargo, solo había suficientes iniciadores disponibles para ensamblar seis de ellos.

En un intento de crear un avión de ataque nuclear improvisado con base en portaaviones, la Armada de los Estados Unidos modificó el P2V Neptune. Esta modificación incluyó la incorporación de cohetes propulsores de despegue asistido por chorro (JATO), lo que le permitió despegar desde portaaviones. Las pruebas iniciales comenzaron en 1948.

Sin embargo, el Neptune no estaba diseñado para desembarcar en portaaviones, por lo que, tras un ataque, la tripulación se enfrentaba a dos opciones: navegar hasta una base terrestre amiga o atracar en el mar cerca de un buque de la Armada estadounidense.

Submarino soviético

Este arreglo improvisado duró poco. El North American AJ Savage, que se unió a la Flota del Pacífico en octubre de 1952, pronto reemplazó al Neptune en esta función de ataque nuclear de emergencia.

El AJ Savage fue el primer avión capaz de despegar y aterrizar en portaaviones, diseñado específicamente para misiones de ataque nuclear. Sin embargo, su permanencia en esta función también fue breve, ya que la Armada de los EE. UU. comenzó a utilizar aviones totalmente propulsados ​​por reactores para operaciones de ataque nuclear.

Los primeros años operativos del Neptune estuvieron marcados por su creciente importancia en la estrategia de la Armada de los EE. UU. para la patrulla marítima y la guerra antisubmarina.


Un Lockheed SP-2H Neptune del Escuadrón de Patrulla 23 (VP-23) de la Marina de los EE. UU. volando sobre la popa del carguero soviético Metallurg Anosov frente a Cuba en junio o julio de 1964.

A medida que aumentaban las tensiones durante el comienzo de la Guerra Fría, las capacidades de largo alcance del Neptune lo convirtieron en una herramienta esencial para monitorear los movimientos de los submarinos y la marina soviética. Su capacidad para cubrir vastas áreas del océano, combinada con su sofisticado equipo de detección, lo convirtió en un activo clave en los esfuerzos de la Armada de los Estados Unidos por mantener el control de los mares y proporcionar una alerta temprana de posibles amenazas.

Durante este tiempo, el Neptune también prestó servicio en otras naciones, lo que refleja su condición de avión de patrulla marítima de primera clase. El avión se exportó a varios países aliados, donde a menudo recibió modificaciones para adaptarse a los requisitos nacionales específicos. Estas exportaciones no solo ampliaron el alcance operativo del Neptune, sino que también consolidaron su papel en la configuración de las estrategias globales de patrulla marítima durante mediados del siglo XX.

Historial operativo

La trayectoria operativa del Neptune se caracteriza por su participación crítica en algunos de los acontecimientos militares y geopolíticos más importantes de mediados del siglo XX, particularmente durante la Guerra Fría.

En los años posteriores a su introducción, el P-2 Neptune se convirtió rápidamente en un pilar de las capacidades de patrullaje marítimo de la Armada de los Estados Unidos. Su misión principal era la guerra antisubmarina (ASW), una función que cobró una enorme importancia con el inicio de la Guerra Fría.

El Neptuno estaba equipado con sensores de última generación, incluidos radares y detectores de anomalías magnéticas (MAD), que eran esenciales para detectar y rastrear submarinos soviéticos.


Un P2V despega del USS Franklin D. Roosevelt en 1951

Esta capacidad fue vital para mantener el delicado equilibrio de poder durante esta era, ya que proporcionó a la Armada de los EE. UU. la capacidad de patrullar vastas áreas oceánicas y monitorear actividades submarinas. La versatilidad del P-2 Neptune quedó demostrada aún más durante la Guerra de Corea. Se empleó tanto para misiones de reconocimiento marítimo como terrestre, recopilando inteligencia crucial detrás de las líneas enemigas.

El largo alcance y la alta resistencia del Neptuno lo convertían en una plataforma ideal para estas misiones, ya que podía cubrir áreas extensas sin necesidad de reabastecimiento frecuente.

Recopilación de inteligencia

En la guerra de Vietnam, el papel del Neptune se expandió más allá de la patrulla marítima tradicional. Fue fundamental en la Operación Market Time, una operación naval destinada a cortar las líneas de suministro del Viet Cong.

El Neptune patrullaba la costa de Vietnam, identificando e interceptando buques sospechosos de transportar armas y suministros. Su capacidad para transportar una amplia gama de armamentos, incluidas bombas y cohetes, le permitía lanzar ataques directos cuando era necesario.



OP-2E Neptune, ex VO-67, en almacenamiento AMARC en la Base de la Fuerza Aérea Davis-Monthan, alrededor de 1971. El camuflaje es verde para operaciones de bajo nivel sobre Vietnam.

El Neptune también desempeñó un papel importante en la recopilación de inteligencia electrónica (ELINT) y la vigilancia. Equipado con un sofisticado equipo electrónico, era capaz de interceptar las comunicaciones enemigas y las emisiones de radar, proporcionando información valiosa para la planificación y las operaciones militares. Esta función se volvió cada vez más importante a medida que la guerra electrónica emergió como un elemento clave en la estrategia militar moderna.

Fuera de los Estados Unidos, el P-2 Neptune sirvió en las fuerzas armadas de más de una docena de países, adaptándose a una variedad de roles y entornos.


La vetustez del P-2 Neptune

Este despliegue mundial subrayó la adaptabilidad y eficacia de la aeronave en diversos escenarios operativos. En muchos de estos países, el Neptune siguió operando en funciones de patrulla marítima y ASW, lo que refleja su valor permanente en estas funciones.

A medida que pasaban las décadas, el P-2 Neptune comenzó a mostrar su edad, particularmente a medida que se desarrollaban aviones más nuevos y avanzados como el Lockheed P-3 Orion.

Sin embargo, su larga vida útil es un testimonio de la solidez de su diseño y de las actualizaciones continuas que recibió. Incluso cuando fue retirado del servicio de primera línea en los Estados Unidos, el Neptune continuó prestando servicios en funciones secundarias y en las fuerzas aéreas de otras naciones.

Guerra de las Malvinas

La Aviación Naval Argentina adquirió una flota de al menos 16 Lockheed P-2 Neptunes, abarcando varios modelos, a partir de 1958. Esto incluía ocho unidades previamente operadas por la Royal Air Force, todas destinadas a la Escuadrilla Aeronaval de Exploración.



El SP-2H de la Armada Argentina que rastreó al HMS Sheffield

Estos aviones fueron utilizados activamente durante la Operación Soberanía en 1978, un período de mayor tensión con Chile, con misiones que se extendieron al Océano Pacífico.

Durante la Guerra de las Malvinas en 1982, los dos Neptunes restantes de la Armada Argentina, identificados como 2-P-111 y 2-P-112, fueron desplegados para operaciones de reconocimiento sobre el Atlántico Sur.

El 4 de mayo, estos aviones desempeñaron un papel crucial en un importante enfrentamiento naval. Tras detectar un grupo naval británico, proporcionaron orientación para un ataque ejecutado por dos Dassault Super Étendards. Este esfuerzo coordinado condujo al hundimiento del destructor británico HMS Sheffield.

Sin embargo, la vida útil de los Neptunes en servicio en Argentina se vio acortada por la falta de repuestos, consecuencia de un embargo de armas impuesto por los Estados Unidos en 1977 como respuesta a las violaciones de los derechos humanos durante la Guerra Sucia en Argentina.

Como consecuencia de ello, los P-2 Neptune fueron retirados del servicio antes de finalizar la Guerra de las Malvinas. La tarea de realizar misiones de reconocimiento para la adquisición de objetivos para los aviones de ataque fue asumida posteriormente por los Lockheed C-130 Hércules de la Fuerza Aérea Argentina.

Variantes

La evolución del P-2 Neptune en múltiples variantes fue impulsada por las necesidades cambiantes de la patrulla marítima y la guerra antisubmarina. Cada variante incorporó mejoras en tecnología, rendimiento y capacidad de misión.

Entre los más destacados se encuentra el P2V-5, que introdujo importantes avances en materia de radar y contramedidas electrónicas. Esta variante supuso un gran avance en cuanto a capacidad de vigilancia, permitiendo un seguimiento más eficaz de submarinos y buques de superficie enemigos.


En 1952, utilizando únicamente la energía de los reactores con sus motores Turbo-Compound apagados y las hélices en posición de bandera.

Otra variante importante fue el P2V-7, la versión final de producción del Neptune. Contaba con motores más potentes y una mayor autonomía, lo que mejoraba su eficacia operativa.

Esta variante también vio la introducción de aviónica actualizada y la capacidad de transportar una gama más amplia de armas, incluidas bombas de profundidad nucleares, lo que subraya la importancia estratégica del Neptune durante el apogeo de la Guerra Fría.

Más allá de los Estados Unidos, el Neptune fue utilizado por más de una docena de países, cada uno de los cuales adaptaba el avión a sus necesidades específicas de defensa. La Fuerza Aérea Australiana, por ejemplo, utilizó ampliamente el Neptune para vigilancia marítima y operaciones antisubmarinas en la región del Pacífico.

Brasil y Argentina

De manera similar, la Fuerza de Autodefensa Marítima japonesa empleó al Neptune para patrullar sus extensas aguas costeras, una tarea crucial dada la ubicación estratégica y los intereses marítimos de Japón.

En Europa, países como Francia y los Países Bajos utilizaron el Neptune, utilizando sus capacidades de largo alcance para patrullar sus territorios y las aguas circundantes. La versatilidad de la aeronave también atrajo a países de América del Sur, como Brasil y Argentina, donde se utilizó tanto para la defensa costera como para la vigilancia marítima en general.


SP-2H Neptune de la Flotilla 25 Aeronavale, Armada Francesa, en 1973

La diversidad de usuarios del P-2 Neptune es un testimonio de su adaptabilidad y eficacia. Cada operador modificó y actualizó a menudo el avión para adaptarlo a sus requisitos operativos específicos. Estas modificaciones incluyeron cambios en la aviónica, el armamento e incluso en la configuración de los motores en algunos casos, lo que demuestra la capacidad de personalización del Neptune.

El Neptune también se utilizó en aplicaciones civiles, en particular en la lucha contra incendios desde el aire. Algunos Neptunes retirados se convirtieron en aviones cisterna capaces de arrojar grandes cantidades de agua o retardante de fuego sobre incendios forestales. Esta segunda vida del Neptune en el servicio civil destaca aún más su diseño robusto y su versatilidad.

Avances tecnológicos y legado

Como uno de los primeros aviones construidos específicamente para patrulla marítima y guerra antisubmarina, el Neptune introdujo varias innovaciones tecnológicas que tuvieron un impacto duradero en la aviación militar.

Uno de los avances tecnológicos más significativos del P-2 Neptune fue su sistema de propulsión híbrido, que combinaba los motores de pistón tradicionales con los motores a reacción, lo que supuso un avance revolucionario.

En patrulla marítima

El Neptune voló inicialmente con dos potentes motores radiales Wright R-3350, pero versiones posteriores incorporaron pods de reacción Westinghouse J34 bajo sus alas. Esta disposición proporcionaba empuje adicional, crucial para despegar con cargas pesadas y para vuelos a alta velocidad sobre áreas objetivo.

El sistema de propulsión mixta del Neptune sentó un precedente en el diseño de aeronaves, influyendo en los futuros aviones militares y comerciales multimotor. Otra característica tecnológica clave del Neptune fue su avanzado equipo de aviónica y vigilancia. El avión fue uno de los primeros en estar equipado con un Detector de Anomalías Magnéticas (MAD), una herramienta revolucionaria en la guerra antisubmarina.

Esta tecnología permitió al Neptune detectar submarinos al identificar variaciones en el campo magnético de la Tierra causadas por grandes objetos metálicos. Además del MAD, el Neptune llevaba sofisticados sistemas de radar y sonoboyas, lo que mejoraba su capacidad para rastrear y monitorear objetivos tanto en la superficie como en el subsuelo.
soviet

El Neptune también desempeñó un papel importante en el desarrollo de la inteligencia electrónica aerotransportada (ELINT) y el reconocimiento. Algunas variantes estaban equipadas con equipos especializados para interceptar y analizar las señales de radar y comunicación del enemigo.

Este papel del Neptuno fue crucial durante la Guerra Fría, ya que proporcionó información valiosa sobre las actividades navales y las capacidades electrónicas soviéticas.

Más allá de sus aplicaciones militares, el diseño del Neptune demostró una notable versatilidad. Tras su retiro del servicio militar, algunos Neptunes fueron reconvertidos para uso civil, sobre todo en la lucha contra incendios desde el aire.

Estas aeronaves fueron adaptadas para transportar grandes cantidades de agua o retardante de fuego, lo que desempeñó un papel crucial en la lucha contra los incendios forestales. Esta adaptación del Neptune de una función militar a una función civil es un testimonio de la robustez y versatilidad de su diseño.

El legado del Lockheed P-2 Neptune es evidente en las generaciones de aviones de patrulla marítima que le siguieron. Su influencia se puede ver en el diseño y las capacidades de su sucesor, el Lockheed P-3 Orion, y otros aviones de patrulla marítima desarrollados posteriormente. El énfasis del Neptune en el alcance, la resistencia y la capacidad multimisión estableció nuevos estándares en el campo, dando forma al futuro de la patrulla marítima y la guerra antisubmarina.

lunes, 12 de agosto de 2024

ASW: ¿Cómo detectan los aviones a los submarinos?



Submarino clase Los Ángeles a profundidad de periscopio

Muy por encima de la superficie del océano, la búsqueda aérea de un enemigo invisible debajo de las olas es extremadamente compleja y difícil. Encontrar submarinos enemigos en una situación del mundo real es como "encontrar una aguja en un pajar". Las misiones antisubmarinas pueden implicar mucho descubrir dónde no está un enemigo y luego acercarse al objetivo, como jugar al clásico juego de mesa Battleship, excepto que, en este caso, tu oponente puede ver ambos lados del tablero.

Una breve historia del uso de aeronaves en ASW

En respuesta a la gran amenaza que representaron los submarinos enemigos en la Primera Guerra Mundial, en la que se destruyeron más de 5.000 barcos y perdieron la vida 15.000 marineros, la Junta Británica de Invenciones e Investigación (BIR) ideó múltiples contraestrategias.

Trabajando "para iniciar, investigar y asesorar en general sobre propuestas con respecto a la aplicación de la ciencia y la ingeniería a la guerra naval", el BIR incluía a físicos de primer nivel como William Bragg y Ernest Rutherford. Al cambiar su enfoque durante la guerra de la radiactividad y la estructura atómica a la acústica submarina, Rutherford hizo contribuciones significativas para mejorar la detección submarina del sonido de los submarinos.

Por otro lado, durante la Segunda Guerra Mundial algunos aviones terrestres se convirtieron en los primeros aviones de patrulla marítima (MPA) y han iniciado patrullas aéreas de guerra antisubmarina (ASW). Desde entonces, la mayoría de las AMP se han derivado de aviones civiles, ya que pueden volar largas distancias, permanecer en el aire durante mucho tiempo y tener mucho espacio interior para la tripulación y el equipo de la misión.

Dos primeros ejemplos de AMP de aviones de pasajeros reconvertidos fueron el Nimrod de la RAF (originalmente el Cometa de Havilland), que fue retirado en 2010, y el P-3 aún activo de la Marina de los EE. UU. (originalmente el Lockheed Electra). El MPA desarrollado más recientemente, el Boeing P-8A Poseidon, está basado en el Boeing 737.

British Aerospace Nimrod MR.2

Todos estos aviones están diseñados para aprovechar el hecho de que es posible encontrar submarinos mediante la física. Durante una misión ASW, la tripulación de un avión utiliza una serie de sensores de alta tecnología para encontrar cualquier rastro dejado por un submarino.

Los sensores acústicos buscan ondas de presión sonora bajo el agua, mientras que los sensores electromagnéticos identifican varias partes del espectro electromagnético. En cuanto a los sensores activos, emiten un pulso de energía con forma, o un ping, y recogen cualquier señal de retorno que se haya reflejado en parte del submarino. Mientras tanto, los sensores pasivos “escuchan” y recogen cualquier ruido del entorno, que con suerte incluye una emisión del objetivo. Veamos los detalles de estos sensores que utilizan los aviones para detectar submarinos.

Sonoboyas

Las sonoboyas son botes cilíndricos que se lanzan en paracaídas desde un avión. Contienen un hidrófono (micrófono especial) sintonizado con el agua y un transceptor de radio para enviar la información al avión. Cuando golpea el agua, la sonoboya despliega inmediatamente el hidrófono a una profundidad preestablecida y erige una pequeña antena flotante para que una simple radio a bordo transmita la señal a la aeronave. El alcance de las sonoboyas y el lugar donde deben colocarse depende del objetivo y del entorno local y es una de las áreas más clasificadas en las operaciones ASW.

Un avión P-8 Poseidon desplegando sonoboyas

Las sonoboyas vienen en dos variedades básicas: activas y pasivas. La sonoboya pasiva es un hidrófono bastante sencillo y económico; su única función es recoger toda la energía acústica del agua y convertirla en una señal de radio, que se transmite a un procesador de computadora en el avión. La sonoboya activa (sonar), por otro lado, funciona como un radar submarino, pero en lugar de ondas de radio, transmite ondas sonoras de alta frecuencia (los pings) que la tripulación puede controlar de forma remota.

Los vehículos aéreos no tripulados se utilizarán antes en ASW

Los submarinos están muy tranquilos hoy. Muchos rangos de detección de sonoboyas pasivas son extremadamente cortos (<100 m). Algunos submarinos están recubiertos con material que absorbe el sonido, por lo que es muy difícil detectarlos con sonoboyas activas contra este tipo de submarinos.

Detector de anomalías magnéticas (MAD)

Un instrumento MAD detecta variaciones mínimas en el campo magnético de la Tierra. Un submarino sumergido representa una masa de material ferromagnético que crea una perturbación detectable en el campo magnético de la Tierra. El equipo militar MAD es un descendiente de los instrumentos de reconocimiento geomagnético o aeromagnético utilizados para buscar minerales detectando su alteración del campo terrestre normal. Para reducir la interferencia de equipos eléctricos o metales en el fuselaje de la aeronave, el sensor MAD se coloca al final de una pluma o en un dispositivo aerodinámico remolcado. Aun así, el submarino debe estar muy cerca de la posición de la aeronave y cerca de la superficie del mar para detectar la anomalía, porque los campos magnéticos disminuyen con la inversa del cubo de la distancia. El tamaño del submarino, la composición y orientación del casco, así como la profundidad del agua y la complejidad del campo magnético natural determinan el alcance de detección.


Pluma trasera MAD en P-3C (Imagen: Wikipedia)

Requiere que los aviones vuelen muy bajo sobre la superficie (aumentando la fatiga del fuselaje y el consumo de combustible). Descender desde una altitud de crucero también lleva tiempo. El equipo es grande y pesado. Por estas razones, un brazo MAD no está incluido en el actual USN P-8, el avión de patrulla marítima de largo alcance más nuevo de la marina.

Contramedidas: el submarino puede sumergirse más profundamente para reducir sus posibilidades de ser detectado. Las profundidades operativas típicas del SSN son 400 m. Las armadas están tratando de reducir la firma magnética haciendo pasar corrientes a través del casco y utilizando materiales de casco no magnéticos. Los rusos han construido submarinos con titanio no magnético, y la nueva clase sueca A26 se construirá parcialmente con vinilo reforzado con fibra de carbono que no es magnético (y 5 veces más resistente que el acero).

Radar

El radar puede detectar un snorkel o un periscopio submarino y la estela que crea. Históricamente, eran más útiles para detectar submarinos en la superficie, lo que los obligaba a pasar más tiempo bajo el agua, donde eran menos efectivos (más lento, resistencia limitada, alcance limitado del sensor). Durante gran parte de la Segunda Guerra Mundial, los submarinos alemanes fueron esencialmente torpederos sumergibles. La mayoría de sus ataques en realidad se realizaron en la superficie.

Hoy en día, nuestros radares mejorados pueden detectar periscopios submarinos (y sus estelas) a distancias significativas, lo que obliga a los submarinos a echar sólo vislumbres muy breves. En realidad, el periscopio es bastante útil para identificar objetivos y obtener alcances y rumbos mucho más rápido que acechar solo con el sonar.

Sistema de radar Poseidón P-8

Las tecnologías de radar se están desarrollando más rápido que los sonares. La Marina de los EE. UU. está probando un  nuevo módulo de radar  que puede detectar submarinos.

La Marina de los EE. UU., rompiendo con la detección tradicional de submarinos, está trabajando para reemplazar el sonar y la detección magnética por radar. El sensor aéreo avanzado (AAS) AN/APS-154 detectará las estelas invisibles dejadas por los submarinos bajo el agua, pistas reveladoras de que algo grande acecha bajo las olas. El AAS será transportado por el avión P-8 Poseidon, que luego podrá atacar a los submarinos con torpedos antisubmarinos lanzados desde el aire.

Según  Forbes , la cápsula montada hacia abajo cuenta con un radar avanzado de escaneo electrónico (AESA). A diferencia de los radares parabólicos tradicionales que utilizan un módulo de radar grande y potente, los radares AESA utilizan muchos módulos más pequeños. Estos módulos pueden operar colectivamente en múltiples frecuencias, lo que significa que pueden superar interferencias o ampliar o enfocar su campo de detección, especialmente contra objetos pequeños e invisibles para el ojo humano.


Un dron volador detecta objetivos submarinos utilizando el sonar PASS: pulsos láser producen ondas sonoras bajo el agua, que son captadas por los transductores del dron (Imagen: Universidad de Stanford)

 

Intercepción de señal, ESM

Es posible que detecte un submarino comunicándose por radio. También puedes detectar un submarino si utiliza su radar con sistemas ESM. Una transmisión de radio, aunque sólo tarda una fracción de segundo en enviarse, puede captarse y indicar la orientación del submarino.

Visual

Si estás directamente encima de un submarino a poca profundidad, podrás verlo. No hace falta decir que esto es  extremadamente  raro, pero es una de las razones por las que operar en aguas litorales poco profundas es peligroso. Si tienes suerte, es posible que veas una estela de periscopio. También es poco probable que veas una estela en la superficie. A la profundidad del periscopio, los submarinos se mueven muy lentamente. Y a profundidades operativas, las estelas de la superficie son extremadamente diminutas, probablemente indetectables incluso mediante radar y procesamiento avanzado, aunque se han hecho intentos.


El submarino australiano clase Collins, HMAS Rankin (SSK 78) navega mar adentro a una profundidad de periscopio (Foto de la Marina de EE. UU.)

EO/RI

Un submarino diésel-eléctrico sin AIP (Air Independent Propulsion) tiene que levantar el snorkel para hacer funcionar los diésel y cargar las baterías. Los sistemas EO/IR pueden detectar gases de escape o periscopios/estelas.

Otros métodos no acústicos

  • Químico (por ejemplo, sensor de hidrocarburos): para detectar submarinos que practican snorkel recargando sus baterías.
  • LIDAR: potencialmente más rápido que MAD. Profundidad y banda de búsqueda limitadas. Menos eficaz en aguas costeras turbias. No se utiliza operativamente.
  • Radar para detectar las diminutas térmicas del agua caliente calentada por reactores. (Afirmado por los rusos, no demostrado por Estados Unidos).