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sábado, 12 de abril de 2025

Malvinas: Las visitas a la URSS para analizar material de guerra en 1983

 

La visita a la Unión Soviética en 1983


 Mariano Sciaroni
@MarianoSciaroni




En junio de 1983, cuando la Argentina aún lamía las heridas de la Guerra de Malvinas, una misión singular partió hacia la Unión Soviética. Cuatro oficiales de la Fuerza Aérea Argentina (FAA), encabezados por el brigadier Roberto Camblor, Jefe del Estado Mayor del Comando Aéreo de la Defensa, viajaron al corazón mismo del bloque comunista para explorar la posibilidad de adquirir material aéreo y antiaéreo. El objetivo era claro: reequipar a la FAA tras las duras pérdidas sufridas en el conflicto del Atlántico Sur.



La comisión permaneció seis días en territorio soviético, recorriendo aeródromos y bases en las inmediaciones de Moscú. A su llegada, fueron recibidos por el comodoro “Cholo” Destri, quien había desempeñado un papel destacado durante la guerra y que ya había participado de una comisión similar en 1979, cuando se analizaron misiles portátiles SA-7 Strela. Esta nueva misión, sin embargo, era más ambiciosa: se trataba de evaluar alternativas reales y factibles para reforzar la defensa aérea argentina.



El 8 de junio, los oficiales fueron conducidos a una demostración de sistemas de misiles superficie-aire. Se les presentó el sistema Pechora (SA-3) y el Volga-3 (SA-2), ambos de amplio uso en los países del Pacto de Varsovia. Al día siguiente, en la base aérea de Kubinka —una de las más importantes de la URSS—, la delegación fue testigo de una exhibición estática y en vuelo de una variedad de aeronaves: los cazabombarderos Su-22 M3, los interceptores MiG-23ML y MiG-25PD, y los temidos helicópteros artillados Mi-25. También se mostraron uniformes y equipamiento para climas fríos, anticipando un interés por dotaciones adaptables a condiciones geográficas extremas.



Durante su estadía, los oficiales mantuvieron reuniones de alto nivel con autoridades militares soviéticas, entre ellos un general de dos estrellas. A pesar del hermetismo característico del régimen, la delegación fue tratada con notable cortesía. No se les entregó documentación alguna —como era de esperarse—, pero se les permitió tomar notas, y se les facilitó una lista de precios estimados, siempre dentro del contexto de negociaciones estrictamente gobierno a gobierno.



El análisis técnico de los visitantes fue prudente. Si bien se consideró que parte de la tecnología exhibida era anticuada en relación con los estándares occidentales, también se destacó el valor de ciertas piezas por su relación costo-beneficio. El sistema Pechora (SA-3) fue señalado como una opción viable para la defensa aérea por su alcance y versatilidad. En cuanto al MiG-23ML, su maniobrabilidad, velocidad y costo competitivo lo convertían en un candidato interesante para un eventual reequipamiento.




Transcripción


IV - OPINIÓN ACERCA DEL MATERIAL PRESENTADO

7. La Comisión tuvo algunas dificultades para la total comprensión de los sistemas expuestos, ya que a la diferente concepción tecnológica debieron sumarse las dificultades propias de una comunicación vía intérprete, que no era técnico en la materia.

8. En cuanto a los sistemas de defensa aérea, se aprecia que son aptos para el empleo operativo previsto; no obstante llama la atención la profusión de uso de sistemas valvulares, aunque existen indicios de empleo mixtos con sistemas transistorizados.

9. De los dos sistemas observados, se considera que el "PECHORA" responde en grado suficiente a las demandas generadas por el problema operativo de la Fuerza Aérea Argentina. Un sistema similar en Occidente, estaría constituido por el misil HAWK, también de dos etapas, que lo supera en alcance (40 km), siendo inferior en altura (16000 mts).

10. Si bien ésta Comisión no tuvo la oportunidad de evaluar el misil SAM-7 "STRELA", se aprecia que el mismo constituye un adecuado complemento defensivo del "PECHORA".

11. Del material aéreo observado, se considera el más apto para la Fuerza Aérea Argentina el MIG-23 ML, teniendo en cuenta sus performances y sus condiciones de polivalencia. Asimismo su costo lo coloca en situación ventajosamente competitiva con sus equivalentes del mercado occidental.

12. El MIG-25 PD constituye un sobresaliente caza-interceptor al que le corresponden iguales consideraciones que las efectuadas anteriormente.

13. En cuanto al vestuario, si bien responde a las necesidades de climas extremadamente fríos, se aprecia no es de interés para la Fuerza Aérea Argentina.

14. Considerando que el material observado pertenece a un mercado totalmente desconocido para la Fuerza, se aprecia que los posibles sistemas a adquirir en primera instancia debieran ser aquellos cuya operación no se viera penalizada por una línea de abastecimiento y/o confiabilidad no probada. En tal sentido se considera que la incorporación de un sistema misilístico de defensa, se vería menos comprometido en la operación que un sistema aéreo.


Se trató muy bien a la comisión, aún cuando no se le proveyeron documentos (tuvieron que anotar todo). Se les dijo que cualquier trato era gobierno a gobierno y se les alcanzó la lista de precios. Algo más baratos que los equivalentes occidentales por cierto. Se aseguró soporte.




El rublo no tenía una cotización como cualquier otro tipo de cambio en el mundo, pero para 1983 había una coincidencia general que el rublo cotizaba oficialmente (junio 1983): 1 USD ≈ 1.35 rublos y en el mercado negro: 1 USD ≈ 4–10 rublos (estimado). En cifras —ajustadas a valores estimados en dólares de 1983 usando el tipo de cambio oficial de 1 USD ≈ 1.35 rublos—, el sistema Volga 3 costaba alrededor de 34,8 millones de dólares por tres unidades de fuego más una unidad técnica, sin radar ni misiles. Cada misil tenía un valor de unos 215.000 dólares y el radar P-18 se estimaba en 370.000. Por su parte, el sistema Pechora M-1A, también con tres unidades y sin complementos, se ofrecía por unos 7,8 millones de dólares, con misiles a 107.000 cada uno y radar P-19 a 259.400. En comparación con sus equivalentes occidentales, los precios eran sin duda más bajos, un atractivo no menor para una Argentina con dificultades económicas y con urgencias estratégicas.

SistemaDescripciónCosto (Dólares 1983)
Volga 3Tres (3) unidades de fuego y una unidad técnica, con equipo auxiliar, sin radar de búsqueda y sin misiles34.815.000

Costo por misil214.815

Radar P-18370.000
Pechora M-1ATres (3) unidades sin radar, sin equipos auxiliares y sin misiles7.777.000

Unidad técnica2.666.667

Costo por misil107.407

Radar P-19259.400


Aun así, como tantas veces en la historia argentina, el esfuerzo terminó en un informe y nada más. Ninguna compra se concretó. Los documentos redactados por la comisión —algunos con información reservada para la época— pasaron al archivo. Los oficiales regresaron, la Guerra Fría siguió su curso, y la Fuerza Aérea continuó navegando entre restricciones presupuestarias, embargos y soluciones improvisadas.



La comisión anterior a la URSS había sido en 1979, donde se vieron misiles SA-7 (Strela-2). Desde Malvinas se pedían misiles como el SA-2 / SA-6 (Destri era parte también de esa comisión). El viaje a Moscú de 1983 no fue el primero, ni sería el último intento argentino por mirar hacia el Este en busca de equipamiento militar. Pero tuvo lugar en un momento especialmente sensible: a un año de Malvinas, con la dictadura tambaleando y el regreso de la democracia en el horizonte. Fue, quizás, una muestra silenciosa de la capacidad de reacción y planificación estratégica que aún latía dentro de las Fuerzas Armadas, incluso en tiempos de incertidumbre política y económica.


 

 Transcripción

COMANDO DE OPERACIONES AÉREAS
Departamento Comunicaciones y Electrónicas
Estación Teleimpresora

NRO 123
"0" 181830 MAY 82
FM MLVOBJF
TO CPVOBJF (X)
INFO (XX)
GR SC
BT.-

(X) CFAS - CODASUR (XX) COMFAER

POSTERIOR ANALISIS QUINTO DIA BOMBARDEO ZONA PUERTO ARGENTINO CON MANIOBRAS FUERA ALCANCE PROPIAS DEFENSAS SE CONSIDRA UNICO MEDIO POSIBLE DEATENUAR CONTINUACIÓN HOSTIGAMIENTO OBTENCION Y PROVICIÓN EFE DIVISION MISILES MEDIANO ALCANCE TIPO SA-6 O SA-2
BT.-

TTIO AESA 0080
COOPERAER KK


En retrospectiva, este capítulo menor de la historia aeronáutica nacional refleja un rasgo persistente de la Argentina: su búsqueda incansable por afirmarse en el escenario internacional, por dotar de medios modernos a sus instituciones, por no resignarse a la precariedad impuesta por las circunstancias. Aquel junio de 1983, en medio del hermetismo soviético y las memorias aún frescas del conflicto austral, una pequeña comisión llevó consigo algo más que un listado de precios o una evaluación técnica: llevó la voluntad de reconstruir con dignidad una capacidad perdida, de recuperar el aire propio.

miércoles, 9 de febrero de 2022

MANPADS: Grom (Polonia)

Misil de defensa aérea portátil Grom





País de origen Polonia
Servicio ingresado 1995
Longitud del misil ~ 1,57 metros
Diámetro del misil
~ 0,07 metros
Lapso de aleta ~ 0,3 metros
Peso del lanzador con misil 16,5 kg
Peso del misil 10,5 kg
Peso de la ojiva 1,27 kg
Tipo de ojiva Fragmentación de explosión de alto explosivo
rango de fuego 5,5 kilometros
Altitud de fuego 3,5 kilometros
Guia Localización por infrarrojos



 










El Grom ( Trueno ) es un arma de defensa aérea portátil. Es una versión polaca de la Igla soviética . Desde la década de 1970, Polonia produjo Strela-2M soviético misiles bajo licencia, que se conocía localmente como Strzala-2M. A fines de la década de 1980, Polonia adquirió la licencia de producción del misil Igla, más moderno. Sin embargo, en 1991 la Unión Soviética colapsó y el Pacto de Varsovia se disolvió antes de que Polonia pudiera adquirir la licencia de producción de Igla. Esto dejó a Polonia sin misiles de defensa aérea modernos. En 1992, las oficinas de investigación y desarrollo militares locales comenzaron a trabajar en un nuevo diseño similar a Igla. También la inteligencia polaca adquirió planos del misil Igla de las obras LOMO en Leningrado (ahora San Petersburgo). Esto ayudó a desarrollar el nuevo misil, conocido como Grom. Polonia ya tenía todas las capacidades necesarias para producir este misil, por lo que se estableció brevemente la producción del nuevo misil. El nuevo misil entró en servicio con las fuerzas armadas polacas en 1995. El misil de producción inicial se conocía como Grom-1. A fines de la década de 1990, la producción cambió al misil Grom, que usaba solo componentes de fabricación polaca. Se produjeron un total de 400 lanzadores con 2 000 misiles para las fuerzas armadas polacas. Polonia exportó estos misiles a Georgia (30 lanzadores con 100 misiles), Indonesia (152 misiles) y Lituania. Estados Unidos compró 120 misiles Grom de Polonia para su evaluación. Para 2021 se produjeron un total de 3 000 misiles Grom. Este número podría incluir la producción de mejores A fines de la década de 1990, la producción cambió al misil Grom, que usaba solo componentes de fabricación polaca. Se produjeron un total de 400 lanzadores con 2 000 misiles para las fuerzas armadas polacas. Polonia exportó estos misiles a Georgia (30 lanzadores con 100 misiles), Indonesia (152 misiles) y Lituania. Estados Unidos compró 120 misiles Grom de Polonia para su evaluación. Para 2021 se produjeron un total de 3 000 misiles Grom. Este número podría incluir la producción de mejores Piorun.



El Grom polaco utiliza la misma tecnología que el misil soviético Igla, que fue adoptado en 1981. A pesar de eso, sigue siendo un arma capaz, que puede atacar aviones y helicópteros en vuelo bajo. Puede que no sea eficaz contra los UAV, ya que el objetivo debe emitir radiación infrarroja. El Grom demostró ser un arma eficaz. En 2007, Georgia compró 30 lanzadores Grom con 100 misiles. Durante la guerra ruso-georgiana de 2008, se lanzaron un total de 12 misiles Grom contra aviones y helicópteros rusos y 9 misiles alcanzaron sus objetivos. Hay especulaciones de que uno de los aviones de ataque a tierra Su-25 de Rusia fue derribado por el misil Grom. Durante la guerra, los misiles georgianos Grom fueron capturados por los rusos. Más tarde, los rusos entregaron algunos de estos misiles capturados a los separatistas respaldados por Rusia en Ucrania.



Lanzador Grom listo para disparar con peso de misil 16,5 kg. El misil en sí pesa 10,5 kg. El misil tiene una ojiva de fragmentación de explosión de alto explosivo de 1,27 kg. El misil tiene un sistema de guía por infrarrojos. Se fija en las superficies calientes del objetivo, como un motor a reacción o el escape de una turbina, y es capaz de predecir el movimiento del objetivo. El misil tiene un mecanismo de detonación por contacto y detona una vez que alcanza su objetivo. Puede alcanzar objetivos a una distancia de hasta 5,5 km y a una altitud de 3,5 km. El rango de detección fue de 7 km.



Curiosamente, el misil ruso Igla tiene una probabilidad de impacto del 30-48% contra un caza desprotegido. Si el objetivo usa contramedidas, la probabilidad de acierto se reduce al 24-30%. Entonces, el Grom polaco debería tener un rendimiento bastante similar.



El Grom MANPADS es operado por un soldado. Se tarda de 5 a 10 segundos en preparar el arma para disparar. Para operar, el misil necesita una fuente de suministro de energía que alimente la unidad de adquisición de objetivos y el propio misil. También se requiere gas refrigerante para el cabezal del buscador. El cabezal del buscador se enfría a -200˚C para una mejor sensibilidad. El Grom se puede lanzar contra objetivos aéreos visuales. Se puede equipar un sistema de identificación de amigo o enemigo y un sistema de imágenes térmicas.



El mecanismo de puntería y activación está integrado en el conjunto de la empuñadura. El lanzador con misil es de un solo uso, sin embargo, la empuñadura y la unidad de ensamblaje de refrigerante de la batería térmica son reutilizables. Una vez que se lanza el misil, el ensamblaje de la empuñadura se retira y se conecta a otro misil.



El funcionamiento del Grom es similar al de otros sistemas MANPAD como el US Stinger.

En el servicio del ejército polaco, el Grom se usa normalmente como arma independiente. Aunque en algunos casos también se adjunta a los cañones antiaéreos para crear sistemas de armas/misiles de defensa aérea. Por ejemplo, el montaje del cañón antiaéreo ZUD-23-2KG tiene dos lanzadores de misiles Grom. Estos misiles también se utilizan en el cañón antiaéreo autopropulsado ZSU-23-4MP Biala. El sistema de misiles de defensa aérea Popard utiliza paquetes de estos misiles.


Variantes

  • Grom-1 es una versión de producción temprana del Grom. Entró en servicio en 1995. Este misil utilizaba una serie de componentes importados de Rusia. 
  • Grom-M es una versión mejorada del Grom. El desarrollo de una versión modernizada del Grom se prolongó en 2010-2015. Inicialmente, esta versión modernizada se conocía como Grom-M, aunque finalmente el nombre de esta arma se cambió a Piorun. 
  • Piorun es una versión mejorada del Grom. El desarrollo de una versión modernizada del Grom se prolongó en 2010-2015. Inicialmente, esta arma se conocía como Grom-M. Tiene un buscador más sensible y un nuevo motor cohete. Esto permite alcanzar objetivos a una distancia de 6 km y a una altitud de 4 km. La ojiva tiene un fusible de proximidad y puede destruir el objetivo incluso si no lo alcanza. Esta arma se puede identificar por un mini teclado en un ensamblaje de empuñadura. En 2016, el Ministerio de Defensa polaco emitió un contrato por 420 lanzadores Piorun y 1 300 misiles. Las entregas comenzaron en 2019. En 2022, Polonia aprobó la entrega de misiles Piorun a Ucrania para disuadir una posible agresión rusa. 
  • Popard es un sistema polaco de misiles de defensa aérea de corto alcance que utiliza varios misiles Grom. 
  • Kobra es un sistema de defensa aérea de corto alcance de Indonesia, que utiliza misiles Grom. Indonesia ordenó este sistema a Polonia en 2005. Las entregas iniciales se realizaron en 2007. El sistema pasó las pruebas de aceptación durante el mismo año y entró en funcionamiento en 2008.

 

 Military Today




miércoles, 19 de junio de 2019

Malvinas: La ayuda militar libia y peruana con SA-7 Grails


Malvinas, documentos desclasificados: Perú y Libia ayudaron a la Argentina con misiles soviéticos

Por Mariano Sciaroni || Infobae


 

A partir del bombardeo de Aviones Vulcan, seguido por ataques de aviones Sea Harrier, del 1° de mayo de 1982, las fuerzas argentinas en las Islas Malvinas tomaron conciencia que la cobertura antiaérea debía, de alguna forma, mejorarse.

Es que, si bien zonas puntuales de las islas se encontraban protegidas por un buen número de cañones y unos pocos lanzadores de misiles (Roland y Tiger Cat), gran parte de las tropas desplegadas en el terreno no contaban con medios para hacer frente a los aviones y helicópteros británicos.

En el país solo existía un tipo de misil antiaéreo portátil, el Blowpipe, del cual solo había pocos ejemplares y, para peor, su uso requería un gran entrenamiento ya que el misil era guiado al objetivo por un pequeño joystick.

La solución más accesible estaba dada por un arma soviética: conocida en occidente como SA-7 (Código OTAN "Grail") y cuyo nombre original era 9K32 Strela, era un misil tierra – aire de muy corto alcance y guiado calórico (en este caso, busca los gases de escape de los motores de los medios aéreos) que era cargado en el hombro y disparado por un único operador.

De primera generación, daba una probabilidad de derribos modesta, agregándose que permitía atacar principalmente aviones en alejamiento o helicópteros. Había sido utilizado por primera vez por fuerzas egipcias, que el 19 de agosto de 1969 derribaron a un avión A-4 Skyhawk israelí, 12 millas al Oeste del canal de Suez.

Sin embargo, se lo consideró útil para Malvinas, en tanto daría finalmente aquella protección misilística a las tropas desplegadas por las islas. En especial, a aquellas fuera del poderoso paraguas defensivo en la zona de Puerto Argentino y el aeropuerto militar.

Un país amigo tenía este tipo de armas: Perú. Y, contactos de las más altas esferas mediante, comenzaron las gestiones para que un lote de estos misiles llegara a Malvinas.

 
Un militar peruano opera un misil SA-7 durante la Guerra del Cénepa, en 1995

Poco después, a principios de mayo (el día 6) llegó a la Base Aérea El Palomar -ubicada en territorio bonaerense- un cargamento de 120 de estos misiles con alrededor de 40 lanzadores, provenientes de stock peruanos y en un avión carguero L-100 de la misma Fuerza Aérea Peruana (FAP).

En el mismo vuelo arribaron dos oficiales que cruzarían a Malvinas, así como un tercero quedaría en Comodoro Rivadavia para adiestrar a los argentinos en el uso de estos equipos.

El 7 y 8 de mayo, en dos vuelos de C-130 Hércules de la Fuerza Aérea Argentina, fueron trasladadas a Malvinas una cantidad limitada de lanzadores y misiles. Los oficiales peruanos cruzaron recién el 9 y fueron llevados rápidamente a la zona de Darwin / Pradera del Ganso para dar un curso acelerado de estos misiles a las tropas aeronáuticas allí desplegadas. Cumplida la tarea, silenciosamente como habían llegado, los militares peruanos volvieron a su patria.

También hubo otro proveedor de estas armas: un día después de la recuperación de Malvinas, el 3 de abril, concurrió el encargado de negocios de Libia en Argentina, el Sr. Alsharushi Albarrani a la Casa Rosada, a los fines de ofrecer armamento de todo tipo, así como dinero y petróleo "sin condicionamientos de ningún tipo, comisiones ni intermediarios". Agregó que la oferta "era de gobierno a gobierno".

Si bien la propuesta, basada en las convicciones ideológicas del líder libio Muamar El Gaddafi, fue considerada, no fue profundizada en el momento, cuando todavía se especulaba que Inglaterra no combatiría por las islas.

Vale agregar que la inteligencia naval brasileña consideraba (dando a esa información un elevado grado de certeza) que la Unión Soviética había pedido a Gaddafi este acercamiento con Argentina, para que el país "no fuera visto como responsable de esta entrega de armas". Es más, indicaba que la visita del embajador cubano a Buenos Aires (que había sucedido poco tiempo antes) había sido motivada para orquestar un puente aéreo entre Libia y Buenos Aires que tuviera su escala en Angola, país en el cual se encontraban luchando tropas cubanas.

La CIA también consideraba que la Unión Soviética podría encontrarse detrás del ofrecimiento libio. Sin embargo, ninguna de estas especulaciones constaba al gobierno argentino.

Recién el 15 de mayo de 1982 a las 20:00 hs arribó a Trípoli, capital de Libia, una comitiva integrada por un miembro de cada fuerza: el Brigadier Teodoro Waldner, el Coronel José Dante Caridi y el Capitán de Navío Juan Carlos Marengo, a fines de requerir finalmente la ayuda militar de aquel país africano.

Luego de una reunión formal apenas aterrizaron el día 16 a las 10:00 hs, los representantes de las tres armas se reunieron con quien se presentó como el vicepresidente libio, Abdul Salam Ahmed Jalub y tres coroneles (de aviación, de defensa y de marina). Todos se encontraban bien predispuestos para ayudar a la causa argentina.

Los militares argentinos se sorprendieron cuando, sin demasiados preámbulos, sus anfitriones libios les solicitaron que hicieran una lista de lo que necesitaban. Sin embargo, les advirtieron de entrada (entre otras cosas), que no había problemas en entregar armamento portátil, pero que en lo que hacía a armamento pesado occidental iba a resultar complicado. Y respecto del soviético, necesitaban "conseguir autorización para entregar armamentos significativos".

A todo evento, pidió tres días para contestar que podía o no entregarles. En lo que hace a los misiles SA-7, puede leerse en el requerimiento entregado a Libia, que el Ejército Argentino solicitó 50 lanzadores y 150 misiles. La Armada, por su parte, pidió 30 lanzadores y 100 de los misiles. Hay que recordar que la Fuerza Aérea ya contaba con dichos misiles, en tanto Perú se los había facilitado.

Con todo ello, con una respuesta casi totalmente positiva de Libia (entre las negativas se encontraron aviones Mirage y misiles antisuperficie AS-30), se firmó un convenio y, desde fines de mayo, en un número de vuelos de aviones Boeing 707 de Aerolíneas Argentinas y de la Fuerza Aérea Argentina, fue llegando a Buenos Aires un cargamento que totalizó la cantidad de 50 misiles y 10 lanzadores. No obstante, otras versiones hablan de 60 misiles con 20 lanzadores.

Obviamente, la Unión Soviética no había vetado la entrega de aquellos misiles a la Argentina. Hay que agregar que desde 1973 a 1986 Libia había recibido unos 20.000 misiles Strela-2, por lo que tenía una gran cantidad de estas armas. Muchos de estos misiles se tornaron luego en un dolor de cabeza para las agencias de inteligencia occidentales al caer el gobierno de Gaddafi (en el 2011) y quedar accesibles los depósitos militares de Libia para grupos terroristas de Medio Oriente.

Como nota, desde Puerto Argentino no estaban tan interesados en los misiles de corto alcance, sino que, cansados de los ataques fuera del alcance de las armas antiaéreas desplegadas consideraron como "único medio posible de atenuar continuación hostigamiento" el conseguir misiles soviéticos "mediano alcance tipo SA-6 o SA-2".

 
Soldados de Vietnam del Norte posan frente a un misil SA-2. Una batería de estos misiles requería de decenas de operadores entrenados y muchos equipos asociados. Hubiera sido imposible operar estos misiles en Malvinas

Claro que hubiera sido casi imposible transportar dichos sistemas a las islas (siendo el SA-2 especialmente voluminoso para ser transportado: se hubiera necesitado a un buque entero para mover una batería), que hubieran requerido una gran cantidad de operadores, no solo para los misiles, sino también para los sensores asociados.

Más allá del pedido de Puerto Argentino (efectuado el 18 de mayo), no hay constancias concretas que siquiera se intentaran conseguir este tipo de lanzadores de misiles durante el conflicto (aun cuando si existieron gestiones en la inmediata postguerra con la Unión Soviética, que terminaron en nada).


 
Mensaje de Puerto Argentino hacia el continente: manden misiles “mediano alcance” soviéticos

El 28 de mayo, en otro C-130 de la Fuerza Aérea Argentina, se cruzaron otros 60 misiles SA-7 a las islas, los cuales habían arribado a Comodoro Rivadavia el día anterior. Los mismos fueron repartidos entre los Regimientos de Infantería del Ejército Argentino, el Batallón de Infantería de Marina (BIM) 5 de la Armada Argentina y otras unidades militares.

La inteligencia británica había para entonces escuchado rumores acerca que Libia podía estar entregando armas a Argentina. Un diplomático británico que operaba desde Libia, sin embargo, había recibido el 30 de mayo de "una fuente confiable" la afirmación que "Libia no estaba entregando armas a Argentina".

La fuente seguía diciendo que "una delegación argentina de tres hombres había llegado a Trípoli diez 10 atrás, pero que solo los habían recibido porque los acompañaba alguien de la Cruz Roja. Los argentinos habían pedido ayuda financiera y militar, pero los libios les dijeron que tenían problemas financieros y, en lo que hace a las armas, las necesitaban" y no las podían entregar. La "fuente confiable" (claramente, muy poco confiable) siguió diciendo que Gaddafi estaba especialmente molesto con los argentinos.



 
En una foto de reconocimiento británica, se puede ver un soldado argentino apuntando un misil SA-7 y, detrás y en una zona de carpas, otro con un misil Blowpipe

Más allá de las presunciones del mundo de los espías, el 31 de mayo un piloto civil británico había observado un Boeing 707 con colores de Aerolíneas Argentinas en el aeropuerto de Trípoli, detenido en la zona militar. El civil británico, quizá con intenciones de emular a James Bond, había contactado entonces a un ciudadano sueco que se encontraba en el lugar, quien le dijo que trabajaba asesorando militarmente al gobierno libio y que en el avión argentino se habían cargado 400 misiles "ERM", equivalentes a un "mini – Exocet". Obviamente, dicha información era (nuevamente) enteramente falsa.

Pero ya había sido suficiente de rumores y luego de informar al Foreign Office, el embajador en Libia se puso directamente en contacto personal con Gaddafi, quien "negó categóricamente" (en concordancia con la "fuente confiable") que estuviera entregando material a nuestro país.

Sin embargo, los británicos no le creyeron. Un par de días más tarde, un espía en Brasil les revelaría la existencia del puente aéreo que unía Trípoli con Buenos Aires (vía Recife). Pero ya era tarde, la ayuda de Libia seguiría llegando.

Para el 1° de junio, el alto mando militar señalaba que no se podían enviar más misiles portátiles antiaéreos a Malvinas (y, con ello, cumplir un pedido desde las islas) ya que "no hay más en existencia en el país".

Sin embargo, al muy poco tiempo llegó otra parte del cargamento de misiles desde Libia, cruzando el 12 de junio (en otro vuelo de Hércules) los últimos 6 lanzadores y 24 misiles. La guerra terminaría dos días después.

 
Misiles SA-7 capturados por los británicos luego de la rendición argentina

Si bien fueron lanzados una cantidad apreciable de misiles (que, vale la pena aclarar, pareciera fueron todos de la versión ligeramente mejorada "Strela-2M" o SA-7b para la OTAN), no hay derribos confirmados atribuibles a este sistema de armas.

Más allá que el misil tenía una efectividad limitada, el conocimiento del arma que recibieron las fuerzas de Ejercito y de la Armada, en algunos casos, fue un panfleto con las instrucciones más básicas de como mantenerlo y dispararlo. Y, hasta parte de esos panfletos ¡estaban en ruso!

Aún sin conseguir derribos, su mera presencia limitó el accionar de los aviadores británicos sobre nuestras tropas. Una cuestión no menor que ayudó a que no se perdieran vidas argentinas.