
La visita a la Unión Soviética en 1983
Mariano Sciaroni
@MarianoSciaroni
En junio de 1983, cuando la Argentina aún lamía las heridas de la Guerra de Malvinas, una misión singular partió hacia la Unión Soviética. Cuatro oficiales de la Fuerza Aérea Argentina (FAA), encabezados por el brigadier Roberto Camblor, Jefe del Estado Mayor del Comando Aéreo de la Defensa, viajaron al corazón mismo del bloque comunista para explorar la posibilidad de adquirir material aéreo y antiaéreo. El objetivo era claro: reequipar a la FAA tras las duras pérdidas sufridas en el conflicto del Atlántico Sur.
La comisión permaneció seis días en territorio soviético, recorriendo aeródromos y bases en las inmediaciones de Moscú. A su llegada, fueron recibidos por el comodoro “Cholo” Destri, quien había desempeñado un papel destacado durante la guerra y que ya había participado de una comisión similar en 1979, cuando se analizaron misiles portátiles SA-7 Strela. Esta nueva misión, sin embargo, era más ambiciosa: se trataba de evaluar alternativas reales y factibles para reforzar la defensa aérea argentina.
El 8 de junio, los oficiales fueron conducidos a una demostración de sistemas de misiles superficie-aire. Se les presentó el sistema Pechora (SA-3) y el Volga-3 (SA-2), ambos de amplio uso en los países del Pacto de Varsovia. Al día siguiente, en la base aérea de Kubinka —una de las más importantes de la URSS—, la delegación fue testigo de una exhibición estática y en vuelo de una variedad de aeronaves: los cazabombarderos Su-22 M3, los interceptores MiG-23ML y MiG-25PD, y los temidos helicópteros artillados Mi-25. También se mostraron uniformes y equipamiento para climas fríos, anticipando un interés por dotaciones adaptables a condiciones geográficas extremas.
Durante su estadía, los oficiales mantuvieron reuniones de alto nivel con autoridades militares soviéticas, entre ellos un general de dos estrellas. A pesar del hermetismo característico del régimen, la delegación fue tratada con notable cortesía. No se les entregó documentación alguna —como era de esperarse—, pero se les permitió tomar notas, y se les facilitó una lista de precios estimados, siempre dentro del contexto de negociaciones estrictamente gobierno a gobierno.
El análisis técnico de los visitantes fue prudente. Si bien se consideró que parte de la tecnología exhibida era anticuada en relación con los estándares occidentales, también se destacó el valor de ciertas piezas por su relación costo-beneficio. El sistema Pechora (SA-3) fue señalado como una opción viable para la defensa aérea por su alcance y versatilidad. En cuanto al MiG-23ML, su maniobrabilidad, velocidad y costo competitivo lo convertían en un candidato interesante para un eventual reequipamiento.
Transcripción
IV - OPINIÓN ACERCA DEL MATERIAL PRESENTADO
7. La Comisión tuvo algunas dificultades para la total comprensión de los sistemas expuestos, ya que a la diferente concepción tecnológica debieron sumarse las dificultades propias de una comunicación vía intérprete, que no era técnico en la materia.
8. En cuanto a los sistemas de defensa aérea, se aprecia que son aptos para el empleo operativo previsto; no obstante llama la atención la profusión de uso de sistemas valvulares, aunque existen indicios de empleo mixtos con sistemas transistorizados.
9. De los dos sistemas observados, se considera que el "PECHORA" responde en grado suficiente a las demandas generadas por el problema operativo de la Fuerza Aérea Argentina. Un sistema similar en Occidente, estaría constituido por el misil HAWK, también de dos etapas, que lo supera en alcance (40 km), siendo inferior en altura (16000 mts).
10. Si bien ésta Comisión no tuvo la oportunidad de evaluar el misil SAM-7 "STRELA", se aprecia que el mismo constituye un adecuado complemento defensivo del "PECHORA".
11. Del material aéreo observado, se considera el más apto para la Fuerza Aérea Argentina el MIG-23 ML, teniendo en cuenta sus performances y sus condiciones de polivalencia. Asimismo su costo lo coloca en situación ventajosamente competitiva con sus equivalentes del mercado occidental.
12. El MIG-25 PD constituye un sobresaliente caza-interceptor al que le corresponden iguales consideraciones que las efectuadas anteriormente.
13. En cuanto al vestuario, si bien responde a las necesidades de climas extremadamente fríos, se aprecia no es de interés para la Fuerza Aérea Argentina.
14. Considerando que el material observado pertenece a un mercado totalmente desconocido para la Fuerza, se aprecia que los posibles sistemas a adquirir en primera instancia debieran ser aquellos cuya operación no se viera penalizada por una línea de abastecimiento y/o confiabilidad no probada. En tal sentido se considera que la incorporación de un sistema misilístico de defensa, se vería menos comprometido en la operación que un sistema aéreo.
Se trató muy bien a la comisión, aún cuando no se le proveyeron documentos (tuvieron que anotar todo). Se les dijo que cualquier trato era gobierno a gobierno y se les alcanzó la lista de precios. Algo más baratos que los equivalentes occidentales por cierto. Se aseguró soporte.
El rublo no tenía una cotización como cualquier otro tipo de cambio en el mundo, pero para 1983 había una coincidencia general que el rublo cotizaba oficialmente (junio 1983): 1 USD ≈ 1.35 rublos y en el mercado negro: 1 USD ≈ 4–10 rublos (estimado). En cifras —ajustadas a valores estimados en dólares de 1983 usando el tipo de cambio oficial de 1 USD ≈ 1.35 rublos—, el sistema Volga 3 costaba alrededor de 34,8 millones de dólares por tres unidades de fuego más una unidad técnica, sin radar ni misiles. Cada misil tenía un valor de unos 215.000 dólares y el radar P-18 se estimaba en 370.000. Por su parte, el sistema Pechora M-1A, también con tres unidades y sin complementos, se ofrecía por unos 7,8 millones de dólares, con misiles a 107.000 cada uno y radar P-19 a 259.400. En comparación con sus equivalentes occidentales, los precios eran sin duda más bajos, un atractivo no menor para una Argentina con dificultades económicas y con urgencias estratégicas.
Sistema | Descripción | Costo (Dólares 1983) |
---|---|---|
Volga 3 | Tres (3) unidades de fuego y una unidad técnica, con equipo auxiliar, sin radar de búsqueda y sin misiles | 34.815.000 |
Costo por misil | 214.815 | |
Radar P-18 | 370.000 | |
Pechora M-1A | Tres (3) unidades sin radar, sin equipos auxiliares y sin misiles | 7.777.000 |
Unidad técnica | 2.666.667 | |
Costo por misil | 107.407 | |
Radar P-19 | 259.400 |
Aun así, como tantas veces en la historia argentina, el esfuerzo terminó en un informe y nada más. Ninguna compra se concretó. Los documentos redactados por la comisión —algunos con información reservada para la época— pasaron al archivo. Los oficiales regresaron, la Guerra Fría siguió su curso, y la Fuerza Aérea continuó navegando entre restricciones presupuestarias, embargos y soluciones improvisadas.
La comisión anterior a la URSS había sido en 1979, donde se vieron misiles SA-7 (Strela-2). Desde Malvinas se pedían misiles como el SA-2 / SA-6 (Destri era parte también de esa comisión). El viaje a Moscú de 1983 no fue el primero, ni sería el último intento argentino por mirar hacia el Este en busca de equipamiento militar. Pero tuvo lugar en un momento especialmente sensible: a un año de Malvinas, con la dictadura tambaleando y el regreso de la democracia en el horizonte. Fue, quizás, una muestra silenciosa de la capacidad de reacción y planificación estratégica que aún latía dentro de las Fuerzas Armadas, incluso en tiempos de incertidumbre política y económica.
Transcripción
COMANDO DE OPERACIONES AÉREAS
Departamento Comunicaciones y Electrónicas
Estación TeleimpresoraNRO 123
"0" 181830 MAY 82
FM MLVOBJF
TO CPVOBJF (X)
INFO (XX)
GR SC
BT.-(X) CFAS - CODASUR (XX) COMFAER
POSTERIOR ANALISIS QUINTO DIA BOMBARDEO ZONA PUERTO ARGENTINO CON MANIOBRAS FUERA ALCANCE PROPIAS DEFENSAS SE CONSIDRA UNICO MEDIO POSIBLE DEATENUAR CONTINUACIÓN HOSTIGAMIENTO OBTENCION Y PROVICIÓN EFE DIVISION MISILES MEDIANO ALCANCE TIPO SA-6 O SA-2
BT.-TTIO AESA 0080
COOPERAER KK
En retrospectiva, este capítulo menor de la historia aeronáutica nacional refleja un rasgo persistente de la Argentina: su búsqueda incansable por afirmarse en el escenario internacional, por dotar de medios modernos a sus instituciones, por no resignarse a la precariedad impuesta por las circunstancias. Aquel junio de 1983, en medio del hermetismo soviético y las memorias aún frescas del conflicto austral, una pequeña comisión llevó consigo algo más que un listado de precios o una evaluación técnica: llevó la voluntad de reconstruir con dignidad una capacidad perdida, de recuperar el aire propio.