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sábado, 22 de marzo de 2025

Argentina: Un potencial mercado perdido de los MP-1000/AS-25K


Imaginando un F-5F iraní portando dos MP-1000 Martín Pescador bajo sus alas en la Primera Guerra del Golfo

Mercados perdidos de armas argentinas: El caso del MP-1000 Martín Pescador

 Esteban McLaren

 


El MP-1000 Martín Pescador, un misil aire-tierra (ASM) argentino guiado por radio comando, tuvo un ciclo de vida operativo desde mediados de los 70 hasta 1990. Sin embargo, a pesar de su potencial como exportación militar, Argentina no logró insertarlo en el mercado internacional de armas. ¿Por qué pudo ser valorado en el mercado internacional? Unas primeras razones se pueden asociar al hecho que era un misil de baja tecnología, el cual permitía a un avión atacar a la distancia (10-15km) blancos ligeros, sin ser afectado por la artillería antiaérea. No era ningún producto de tecnología compleja y sus capacidades eran aproximadas a las del AGM-12 Bullpup americano. De todos modos, era un arma que podría haber jugado un rol importante en conflictos de baja intensidad.

Tengamos en cuenta siempre que la venta de armas es una venta política. Muchas variables se combinan para que un arma no sea un bien transable cualquiera. Los efectos de proveer y adquirir armas tienen implicaciones más allá de cambiar dinero por cosas. Alteran las capacidades de proyección de fuerza de los participantes en la transacción y esa alteración extienden el efecto de la transacción a otras dimensiones más allá de las comerciales. Este tema será ampliado más adelante.



Para evaluar los mercados potenciales perdidos y las oportunidades que podría haber capitalizado Argentina, es esencial considerar los conflictos en curso durante ese período, los competidores y los posibles compradores interesados en un misil de estas características. 

Las primeras evaluaciones se llevaron a cabo en 1975 disparándose alrededor de 60 misiles de prueba en el lapso de dos años. La Fuerza Aérea Argentina se bajó del proyecto, aduciendo absurdamente como lo demostraría la Guerra de Malvinas, que no estaba para "hundir barcos", y la Armada lo ralentizó, aunque hay fotos que muestran que fueron desplegados en el Conflicto del Beagle de 1978, al menos una docena, sobre todo para utilizar desde los Aermacchi de la Aviación Naval. No obstante, no fueron utilizados en la Guerra de las Malvinas, aduciendo entre otras cosas, la naturaleza de las defensas antiaéreas británicas. ¡Qué interesante hubiese sido que Owen Crippa hubiese podido atacar un par de barcos con MP-1000 sobre el estrecho de San Carlos! Finalmente, fueron homologados tras realizarse disparos desde aviones T-28P Fennec, y el primer disparo relacionado fue realizado por el capitán Rodolfo Castro Fox (primero desde la derecha en la foto debajo) de la Armada Argentina.


¿Qué escenarios/mercados existían en en los 1970s y 80s para intentar vender este producto? Repasemos someramente a quienes se podría haber enfocado la venta de este producto.


Aproximadamente así era disparar y guiar un MP-1000 viendo cómo se lo hacía con un AGM-12 Bullpup. La cabeza de guerra del misil norteamericana era de 110 kg comparado con los 40kg del modelo argentino.


Otro ejemplo de un Bullpup disparado desde un A-4 Skyhawk en Vietnam


Contexto geopolítico y mercados potenciales

Entre 1975 y 1990, el mundo experimentó una serie de conflictos y tensiones geopolíticas que generaron demanda de armamento aire-tierra. Entre ellos se destacan:

  1. Guerra Irán-Irak (1980-1988): Ambos países buscaron constantemente mejorar sus capacidades militares. Irak, en particular, adquirió misiles aire-tierra de diversas fuentes, incluyendo Francia (AS-30) y la Unión Soviética (Kh-25). Irán, por su parte, tenía un acceso limitado a tecnología occidental debido al embargo, por lo que podría haber sido un cliente potencial del MP-1000 si Argentina hubiera ofrecido acuerdos favorables. Si Chile con Cardoen proveyó a Irak con bombas cluster, ¿por qué no pudimos venderles ASM?

  2. Conflictos en América Latina: Durante los 80, países como Perú y Ecuador estaban en procesos de modernización militar debido a sus disputas fronterizas. Perú, que ya había adquirido armamento argentino, podría haber sido un comprador natural.

  3. Sudáfrica y conflictos en África: Sudáfrica estaba en conflicto con Angola y necesitaba armamento sofisticado debido a su aislamiento internacional. La Fuerza Aérea Sudafricana podría haber estado interesada en un misil aire-tierra como el MP-1000.

  4. India y Pakistán: Ambos países estaban en una constante carrera armamentista. India, con una relación positiva con Argentina en ciertos ámbitos militares, podría haber considerado el MP-1000 como una opción si el precio era competitivo.

  5. Países del Pacto de Varsovia: A pesar de la predominancia de los sistemas soviéticos, algunos países del bloque socialista buscaron diversificar su armamento en los años 80. Argentina podría haber intentado vender su misil a países como Yugoslavia, que tenía una industria militar independiente.



Factores de competencia y precio

Uno de los problemas más serios que enfrentó el MP-1000 fue su alto costo unitario, estimado en 2,5 millones de dólares por unidad (la fuente de este dato es Wikipedia), lo que lo hacía significativamente más caro que alternativas como el AS-30 francés (aproximadamente 500.000 dólares por misil) o el Kh-25 soviético (entre 100.000 y 200.000 dólares por unidad). Para ser competitivo, Argentina habría necesitado subsidiar el costo del MP-1000 o buscar acuerdos de financiamiento militar con compradores potenciales. Los competidores era técnicamente buenos y competitivos en precios, mucho trabajo debía enfocarse en esas dimensiones del producto.

AS-25K

El AS-25K fue la reconversión de los MP-1000 Martín Pescador devueltos por el COAN a CITEFA para su overhauling. Reconvertidos, se les agregó cabezas buscadoras de guiado por radiocomando, láser, infrarrojo o televisión con un alcance de 25 kilómetros. El Bullpup se convirtió en un Penguin. Ese cambio de capacidades les permitió nuevos horizontes, que ni siquiera fueron adoptados por los aviadores navales nacionales debido a la desmalvinización de las fuerzas armadas por parte de los gobiernos del período. Otro caballo de carreras muerto.



Posibles estrategias de reducción de costos

Para mejorar la competitividad del MP-1000, Argentina podría haber aplicado varias estrategias:

  • Producción en serie: Un ejemplo directo para reducir el costo unitario de producción es el aumentar la escala de producción. Algo que puede favorecer el aumento de la producción es ampliar la base de plataformas capaces de operar el misil. En el caso inicial, podría haber sido adaptado para ser empleado por la mayor cantidad de tipos posibles de aviones en servicio en las fuerzas armadas argentinas. Para la época, las plataformas que podían o podrían haber portado el misil en Argentina eran:
    • Aermacchi MB326/339 (en servicio ya para la crisis del Beagle)
    • North American T-28P Fennec (en servicio para la crisis del Beagle)
    • FMA IA-58 Pucará (probado para la guerra de Malvinas) 
    • Toda la línea Mirage (Mirage 3, 5/Finger, IAI Nesher/Dagger) (factible).
    • Toda la línea de A-4 Skyhawk (B,C y P así como Q) (factible).
    • Morane-Saulnier MS-760 Paris (factible) 
    • Aviones de transporte (C-130 Hercules, DC-3, entre otros) y MPA (Lockheed L-188 Electra) para uso COIN o ataque a embarcaciones ilegales: Factible.
    • Helicópteros ligeros/medianos en servicio (UH-1H Huey, SA330 Puma, SH-3 Sea King): Adaptable.
  • Acuerdos de coproducción: Ofrecer licencias de fabricación a países interesados como Irak, Irán, Perú o Egipto. Otra excelente opción para apalancar los costos de producción. Asimismo, dentro del plano nacional, la producción debiera hacerse licenciado a empresas locales o emprendimiento híbridos privado-estatal, con mayor experiencia ingenieril en producción en masa, para producir y montar las armas en instalaciones sin uso. De hecho, Argentina proveyó con diversos productos de producción nacional (TAM, ATGM CIBEL 2K y Mathogo, entre otros) a Irán pero por diversas razones nunca se concretó ninguna operación.
  • Venta con financiamiento flexible: Similar a lo que hacía Francia con sus misiles aire-tierra. Aquí debieran aparecer tasas subsidiadas o extensión de períodos de repago.
  • Subsidios estatales: Reducir el precio de venta para facilitar la exportación, absorbiendo costos a través de otras partidas del presupuesto militar.

Si Argentina hubiera subsidiado el MP-1000 para alinearlo con el costo de sus competidores, el precio objetivo habría estado entre 500.000 y 1.000.000 de dólares por unidad. A este precio, habría sido más atractivo para países con presupuestos militares limitados, sujetos tal vez a sanciones o restricciones de los principales productores la cual podía saltearse de manera legal o vía mercado negro.

Estimación de ventas perdidas

Dado el número de conflictos activos y la demanda de misiles aire-tierra en la época, se puede hacer una estimación conservadora de ventas perdidas. Supongamos que Argentina hubiese logrado captar una porción mínima del mercado, con ventas aproximadas a los siguientes países:

PaísPotencial de compra (misiles)Precio ajustado por subsidio (USD)Ingreso potencial (USD)
Irak50750,00037,5 millones
Irán30750,00022,5 millones
Perú20600,00012 millones
Sudáfrica20800,00016 millones
India/Pakistán50700,00035 millones
Otros (Egipto, Yugoslavia, Ecuador, etc.)30750,00022,5 millones

Total estimado: 200 misiles vendidos, con un ingreso de aproximadamente 145 millones de dólares.

Es fundamental considerar que esos ingresos representarían una fuente directa de financiamiento para las Fuerzas Armadas, permitiéndoles continuar con proyectos de investigación, desarrollo y perfeccionamiento de los sistemas ya diseñados. A partir de este punto, inevitablemente surgirán una infinidad de factores condicionantes —desde la dinámica de la geopolítica internacional hasta las particularidades de la política interna pasando también por la meramente anecdótica— que ayudarán a explicar, en parte, los vaivenes y limitaciones del desempeño argentino en el mercado global de armamento.



Conclusión preliminar

El MP-1000 tenía el potencial de convertirse en un producto de exportación viable, pero su elevado costo y la falta de una estrategia comercial agresiva, pudieron ser las principales causas de condenar su destino al fracaso. No iba a ser un camino fácil pero si nunca se da el primer paso, el camino se hace imposible. Argentina, lejos de diseñar un plan para posicionar su industria de defensa en el mercado internacional, se limitó a producir armamento con un enfoque autárquico, basado en los preceptos de Savio, sin contemplar que la ampliación de la escala productiva, sustentada en exportaciones, habría reducido costos y permitido mayor competitividad. Si el país hubiera adoptado un modelo similar al de naciones con tradición exportadora en materia de defensa, como Francia, podría haber subsidiado el MP-1000 inicialmente y luego ajustado su precio según la demanda y las circunstancias del comprador. En términos prácticos, esto habría significado atraer clientes con un precio accesible en tiempos de paz y luego elevarlo en situaciones de conflicto o sanciones, como ha sido la práctica habitual de las potencias exportadoras de armas. Pregunten a la FACH cuánto pagó por sus primeros Mirage 50 en épocas de plena sanciones políticas o también a cuánto cotizaba el misil Exocet antes y después de la Guerra de Malvinas.

Sin embargo, la industria militar argentina siempre ha carecido de una verdadera visión comercial. Una actitud que comenzó a mostrar sus exponenciales desatinos cuando una industria aeronáutica rezagada como brasileña entró al mercado con una clara visión comercial y desbarrancó en muy pocos años los acervos de producción de la empresa estatal argentina. En general, las empresas de armamento, lejos de operar con una lógica de mercado, han sido administradas como organismos burocráticos o depósitos de favores políticos. En lugar de contar con gestores que comprendieran la dinámica del comercio internacional de armas, muchas veces han estado dirigidas por militares retirados sin formación en negocios o políticos con una visión pacifista ingenua, incapaces de entender que vender armas no es un acto ideológico sino una cuestión estratégica y económica. La falta de una política de exportación consistente ha hecho que Argentina sea un gran comprador de armas extranjeras, pero un pésimo vendedor de su propia producción. 

La falta de apoyo del Estado ha sido otro factor determinante en la imposibilidad de insertar productos como el MP-1000 en el mercado internacional. Ni los gobiernos militares, que supuestamente debieron haber impulsado la industria bélica como una prioridad estratégica, ni los gobiernos democráticos posteriores promovieron activamente la exportación de armamento argentino. En el caso de los regímenes militares, su aislamiento internacional y la falta de visión comercial impidieron la construcción de alianzas sólidas para colocar productos en el exterior. Pero el golpe de gracia lo dio la democracia con decisiones que rozan lo absurdo. El mejor ejemplo de esta miopía lo protagonizó Raúl Alfonsín, quien, en su afán de debilitar a las Fuerzas Armadas, declaró con orgullo que "Argentina no vende armas a zonas calientes", como si una farmacéutica decidiera no vender medicamentos a personas enfermas. Esa postura, más ligada a un discurso ideológico que a una política de Estado pragmática, condenó aún más a la industria militar local al ostracismo comercial.  

Por si fuera poco, la Cancillería argentina nunca tuvo una estrategia proactiva para insertar la producción de defensa en mercados internacionales. Mientras otros países han sabido mover sus piezas diplomáticas para colocar su industria militar en conflictos ajenos, Argentina se ha destacado por hacer exactamente lo contrario. Se ha mostrado sumamente activa en la compra de material extranjero, incluso en condiciones desventajosas, como demuestra la adquisición de los tanques SK-105 ex-chilenos, pero prácticamente ausente en términos de éxitos de ventas a la hora de promover sus propios desarrollos. Cuando se han dado intentos de venta de material bélico argentino, la reacción de ciertos sectores políticos y mediáticos ha sido de rechazo inmediato, como si la exportación de armas fuera un pecado capital que conllevara una sanción moral internacional. 

Un problema de fondo es que la producción militar en Argentina ha estado siempre dirigida por personas ajenas al mercado. Primero, han sido en muchos casos militares retirados que vieron la administración de empresas estatales como un premio de jubilación, sin interés en la expansión comercial, reducir costos o ampliar la oferta de productos atentos únicamente a los requisitos de fuerzas nacionales y no de clientes extranjeros. En segundo lugar, hemos sufrido de políticos empapados en una moral pacifista culposa, temerosos de que vender armas genere reacciones adversas en la izquierda local o represalias de organismos internacionales. En tercer lugar, la misma cultura desmalvinizadora hizo que desmantelara todo el sistema de producción de armas en el país haciendo fracasar potenciales negocios como la venta del TAM VC a Ecuador o de los TR-1700 a Taiwán. Esta falta de pragmatismo ha condenado a la industria militar argentina a la irrelevancia en el comercio global de armamento, perpetuando la paradoja de un país que ha desarrollado tecnología bélica sofisticada pero que nunca ha sabido —o querido— venderla.

Entonces, por ejemplo, ¿cuál debería ser el camino lógico para la bomba inteligente FAS-850 Dardo 3? Una vez superadas las pruebas que validen sus especificaciones técnicas, su comercialización debería activarse de inmediato. Se necesita un paquete de presentación profesional, con dossier técnico, videos promocionales y plataformas digitales dedicadas, listo para ser distribuido a clientes potenciales. Cada embajada, consulado y agregado militar argentino debe convertirse en un punto de contacto clave para su promoción, generando interés antes incluso de su adopción oficial por la Fuerza Aérea Argentina.



Para consolidar su valor en el mercado, la Dardo 3 debe demostrar su capacidad en combate real. Mediante canales oficiales o acuerdos estratégicos discretos (mercado negro), una cantidad limitada de unidades debería ser utilizada en un conflicto activo—como el de Ucrania, Yemen o cualquier otro escenario donde la demanda por armamento de precisión esté en auge. La etiqueta "Combat Proven" no solo multiplica el atractivo del producto ante compradores internacionales, sino que fija un precio premium que eleva su rentabilidad y posiciona a la industria de defensa argentina en un nuevo nivel de competitividad global. ¿O vamos a seguir en la mediocridad medieval de ver con desdén a quiénes tienen éxito en los negocios y pensando que las armas se producen por un amor sanmartiano desinteresado a la Patria?

Descargo de responsabilidad: Las opiniones expresadas en este texto son exclusivamente del autor y no representan necesariamente la postura de ninguna organización o entidad con la que esté vinculado.

viernes, 21 de julio de 2023

ARA San Juan: La razón por la que el buque estaba condenado desde su MLU



jueves, 5 de julio de 2018

Delirio argentino: No se puede mantener un SSK y quieren armar un SSN

Evalúa el Gobierno la construcción de un submarino nuclear




Se analizó en el Congreso un proyecto para colocar un reactor en la estructura vieja del ARA Santa Fe Crédito: http://defonline.com.ar

Mariano De Vedia | La Nación


Tras la tragedia del ARA San Juan y casi un año después de que la Armada se quedara sin submarinos, el Gobierno analiza la posibilidad de diseñar y construir un submarino nuclear. El objetivo es ponerlo en el agua en el año 2025.

El proyecto prevé el desarrollo de un reactor nuclear compacto para la propulsión de un submarino y se aprovecharía la estructura del ARA Santa Fe, el sumergible tipo TR-1700, similar al ARA San Juan y cuya construcción fue abandonada hace 25 años, cuando se había completado en un 70 por ciento.

El armazón de este submarino se encuentra, desde mediados de los 90, en los astilleros del Complejo Industrial y Naval Argentino (Cinar), y para el avance del proyecto se deberían destinar 5 millones de dólares en los próximos tres años.



La iniciativa tomó estado público anteayer en la Cámara de Diputados, en un plenario de las comisiones de Defensa y de Ciencia y Tecnología, en el que se resolvió pedir informes al Poder Ejecutivo para que explique la viabilidad y ejecución del proyecto.

La posibilidad de que la Argentina construya un submarino nuclear, en momentos en que Brasil impulsa desarrollar uno propio, sorprendió en las Fuerzas Armadas, que aún esperan del Gobierno una respuesta a los reclamos por el magro aumento salarial anunciado el mismo día en que el proyecto del reactor nuclear se analizaba en el Congreso.

El encuentro fue encabezado por las titulares de ambas comisiones, las diputadas Sandra Castro (FPV-San Juan) y Nilda Garré (ex terrorista Montonera del FPV-Capital). "Con el aporte de varios expertos invitados, los diputados que integramos las comisiones de Ciencia y Tecnología y Defensa, analizaremos la factibilidad de que la Argentina cuente con un submarino con propulsión nuclear, basado en tecnología nacional", anticipó por Twitter la exministra de Defensa, al anunciar la convocatoria.



Pedido de informes 


Como resultado, ambas comisiones acordaron requerir al gobierno de Mauricio Macri que informe si "se prevé utilizar los estudios realizados y concluidos en el Centro Atómico Bariloche para el desarrollo de la ingeniería conceptual y básica de una planta de propulsión nuclear para un submarino tipo TR-1700".

Entre los marinos expertos fueron consultados los contraalmirantes retirados José Luis Pérez Varela, gerente del Proyecto Submarinos de Tandanor, y Carlos Castro Madero. Además expusieron sus opiniones el historiador naval Ricardo Burzaco, especialista en submarinos y director de la revista Defensa y Seguridad-Mercosur, y Horacio Calderón, exrepresentante del astillero Domecq García, que había participado en la construcción del ARA Santa Fe y fue desmantelado en los años 90.

Respecto del submarino inconcluso, se estima que hay partes suficientes para terminarlo y que podrían importarse otros componentes, además de actualizar los sistemas de sensores pasivos y activos.

El diputado Carlos Gastón Roma (Tierra del Fuego-Pro) recomendó incorporar el proyecto al presupuesto para "permitir un desarrollo de las condiciones de factibilidad". En dialogo con LA NACION, explicó que, básicamente, se analizará si es viable utilizar la estructura del ARA Santa Fe para transformar el diseño de propulsión diésel eléctrica a nuclear. Se trataría, sin embargo, de una propulsión híbrida: eléctrica y nuclear. "El reactor puede servir, además, para un rompehielos y para cualquier otro tipo de buque", añadió.

La idea, según pudo saber LA NACION, es que en el desarrollo del proyecto y en la construcción intervengan el Invap y la Armada, teniendo en cuenta el modelo brasileño.

La discusión no es menor en materia de costos. Los 5 millones de dólares que se requieren para el avance del proyecto serían para completar el estudio de factibilidad.

Luego llegará el turno de inversiones mayores. "Para ponerlo en el agua habrá que pensar en una inversión de US$500 millones", graficó a LA NACION una fuente especializada.

En el plenario de comisiones se indicó que Australia firmó un acuerdo para la compra de submarinos franceses -no nucleares- por US$3100 millones. En ese sentido, al citar un artículo del ingeniero José Converti, investigador y profesor del Instituto Balseiro, se explicó que Rusia apunta a desarrollar un nuevo submarino nuclear por US$500 millones. Y, entre otros planes más ambiciosos, se mencionó el caso de Francia, que desarrolla "el proyecto Le Triomphant, con un presupuesto calculado en US$3800 millones".

Al margen del empeño de Brasil, que ya tomó una decisión política para avanzar en esta tecnología, los países que cuentan con submarinos nucleares son China, Rusia, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la India. La Argentina aspira a sumarse a este selecto grupo, en medio de las fuertes restricciones presupuestarias que limitan a las Fuerzas Armadas.

 Un proyecto ambicioso

Objetivo: Un grupo de ingenieros del Centro Atómico Bariloche trabajó en el desarrollo de un reactor nuclear para incorporarlo al ARA Santa Fe, un submarino que quedó inconcluso
Costos: Las primeras estimaciones indican que poner un submarino nuclear en el agua en 2025 requeriría una inversión de US$500 millones. Y el avance inmediato del proyecto exigiría US$5 millones en los próximos tres años
Homónimo: El ARA Santa Fe lleva el mismo nombre que el sumergible clase S-21 utilizado en la Guerra de Malvinas y capturado por los británicos.
Antecedente: El proyecto del submarino a propulsión nuclear fue impulsado en la gestión de la exministra de Defensa Nilda Garré. Se opuso el entonces canciller Jorge Taiana porque el proyecto podría generar irritación en el gobierno de EE.UU.

viernes, 19 de mayo de 2017

ARA: OPV Godwind para la protección de la ZEE

Argentina se prepara para construir dos OPV que eviten la pesca furtiva en Tandanor
Fundación Nuestro Mar




Tras la reciente restauración del emblemático rompehielos ARA Almirante Irízar (Q-5) de la Armada, Argentina se ve ahora preparada para construir dos OPV (patrulleros oceánicos) con el objetivo de que los recursos del espacio marítimo del país suramericano no sean explotados por buques extranjeros sin autorización.

El equipo de Talleres Navales Dársena Norte (Tandanor), un astillero y taller de reparaciones navales de propiedad estatal y de sus trabajadores, confía en tener la capacidad de construir dos buques de patrullas offshore de 90 metros de eslora para evitar la pesca furtiva en la Zona Económica Exclusiva Argentina.

Según adelantó el titular del astillero, Jorge Arosa, en recientes declaraciones a los medios locales, ya han recibido la visita de empresarios franceses, españoles, ucranianos y de países vecinos con la mirada puesta en iniciar trabajos en ese sentido "próximamente".

Argentina pierde hasta 800 millones de dólares al año debido a la pesca furtiva del calamar por buques extranjeros. Para evitarlo y favorecer las exportaciones nacionales, la Armada necesita aumentar su presencia y vigilancia en alta mar con estos OPV.

El proyecto llega justo después de que hace unas semanas el Almirante Irízar realizara su primera navegación (en este caso, para probar su propulsión) después de permanecer diez años inactivo por un incendio que costó 153 millones de dólares en reparaciones.

Esto fue posible gracias al propio Tandanor, que asumió el compromiso en 2010 de devolverle el simbólico buque al Estado argentino, a quien pertenece desde finales de 1978. Ahora, tras realizar las últimas comprobaciones, podrá ser entregado a la fuerza naval antártica de la Armada y volver a su uso original.

Según contó Arosa, el rompehielos es ahora un buque "multipropósito y científico de última generación", sin perder sus funciones de logística y rescate en el continente blanco. Para lograrlo, en los últimos años atravesó un extenso proceso de "reconstrucción y modernización, a través del cual incorporó tecnología de última generación, duplicó su capacidad de transporte Gas Oil Antártico y aumentó la cantidad de espacio dedicado específicamente a la investigación científica en un 600%.

Volviendo a la clase Godwind, es una familia de buques que se ofrecen al mercado en dos versiones, una de 1400 toneladas de desplazamiento y 85 mts de eslora del tipo OPV y otra de 102 mts y 2500 toneladas de desplazamiento. El Godwind 1000 u OPV-90 es una corbeta que dispone de un cañón de 76mm, dos cañones Narwall de 20mm, también puede embarcar 8 VLS Mica antiaéreos, 4 MM-40 Exocet y 1 mástil integrado para vigilancia.



Su puente panorámico de 360 grados y el mástil integrado dan a la tripulación del L'Adroit confiables recursos de adquisición de informaciones. La superestructura del buque deja un espacio sustancial disponible para las operaciones aéreas (helicópteros, vehículos aéreos no tripulados) y para el lanzamiento y la recuperación de los activos de superficie (RHIBs o USVs).

Sus misiones son gestionados por el sistema de combate Polaris, que proporciona información detallada esencial sobre el medio ambiente de la nave, adquirida por diversos detectores, sensores desplegados y otros buques integrados en la red de vigilancia. El sistema también puede incluir un sistema de vigilancia marítima MATRICS® capaz de detectar automáticamente el curso de embarcaciones sospechosas. (Irene Valiente - INFO DEFENSA / DESARROLLO Y DEFENSA / FNM)