
Sur en llamas
Un libro de Peter J. Bush
‘Sur en llamas’ es una novela de ficción histórica sobre el conflicto del Beagle de 1978. Una guerra entre países hermanos, donde familias unidas por el amor se dividen para defender sus propias banderas.
Capitulo 1. A modo de prólogo
La falta de acuerdo llevada a cabo con honestidad, es un claro signo del progreso.
Mahatma Gandhi
El hecho fundamental y casi indiscutible de que naciones como Argentina y Chile, compartieron, comparten y van a compartir una raíz común que abarca el idioma y cultura española, parentesco familiar en muchos casos en ambos países, un origen independentista común y por sobre todo; una religión común: La Católica Apostólica Romana; además del judeo-cristianismo como base, cultural e histórica; ha funcionado como una póliza de seguro o un freno capaz de retardar y hasta frenar un pico de conflicto, tal como sucedió en el caso del año 1978. De haberse llevado a cabo este conflicto u otras hipótesis de conflicto históricos, sin duda el precio en sangre y el daño al espíritu nacional de ambos países; hubiese sido casi irreparable.
No es difícil ir más allá de la evidencia con nuestra imaginación; cuando las fotos de época mostraban a militares de ambos bandos rezando el rosario o celebrando misa. Esos hechos, ciertamente aunaron de una manera invisible y sobrenatural a las fuerzas militares de ambas partes; que en su gran mayoría, tenían el solo objetivo de defender la soberanía nacional y los límites que ellos racionalmente comprendían sobre la misma.
También sería ‘naive’ el negar que la Argentina perdió en su historia más territorios de los que ganó; la razón de esto se podría observar claramente en la falta de población y por sobre todo de unidad interna capaz de enhebrar la territorialidad de manera eficiente. Caso contrario; Chile siempre tuvo más unidad nacional; y su territorio se ha expandido desde su mapa inicial, de acuerdo al Chile original; originado en territorios previamente españoles. Vale la pena aclarar, que, hoy en día, gran parte de la riqueza económica de Chile se basa en la minería del cobre; que es extraído directamente de territorio conquistado por Chile a Bolivia durante la sangrienta y heroica, ‘Guerra del Pacífico’.
La hermandad argentino-chilena; o viceversa; bajo la paternidad de Dios Padre, y su pontífice; el Papa; se confirmó históricamente, aquella misma mañana del día 22 de diciembre de 1978, cuando el hoy San Juan Pablo II, hizo su llamado ante el Colegio Cardenalicio de Roma, declarando lo siguiente. ‘Confirman la urgencia de la necesidad de luchar a favor de la paz, las tristes noticias llegadas recientemente del continente sudamericano. Es motivo de profundo dolor y de íntima preocupación el enfrentamiento que se ha ido agudizando en este último período entre Argentina y Chile, a pesar del vibrante llamamiento de paz hecho a los responsables, por parte de los Episcopados de los dos países, vivamente apoyados por mi predecesor Juan Pablo I’.
Esta declaración; fue una formalización de una hermandad, teñida de rencillas innecesarias, como también apoyada por una geografía llena de desafíos.
Hermandad de origen
Luego de la pequeña y heroica desobediencia de O’Higgins hacia San Martín en la batalla de Chacabuco; nadie osó en dudar del liderazgo y valentía de Bernardo O’Higgins; quien el mismo San Martín; impulsó para que se convirtiera en el primer Director Supremo de Chile; luego de la renuncia de San Martin de ocupar dicho cargo; otorgado a él inicialmente, por los mismos chilenos.
Bernardo O’Higgins fue luego herido en la batalla y sorpresa de ‘Cancharayada’, donde heroicamente defendió una posición indefendible cerca de Talca, antes de replegarse hacia las líneas argentinas. ‘Cancharayada’ fue una pequeña derrota, sin mucho valor estratégico ni histórico; pero claramente marcó que los ‘Realistas’ defendían sus colonias en serio.
Posteriormente, durante la batalla de ‘Maipo’, una hora antes de que este hecho histórico finalizara con el triunfo del ejército libertador a las 18hs del 4 de abril de 1818; justo a las 17hs; apareció el General O’Higgins todavía herido y con el brazo en cabestrillo.
En aquel momento el ejército patriota se aprestaba el último asalto contra las tropas realistas en la hacienda de Lo Espejo; hecho no definitorio; pues la batalla ya estaba resuelta; entonces, se produjo el famoso e icónico ‘abrazo de Maipo’, ocurrido en los ‘Cerrillos de Errázuriz’; donde más allá del abrazo; O’Higgins dijo a San Martín: ‘Gloria al Salvador de Chile’, respondiendo San Martín al aquel entonces Director Supremo de Chile: ‘General, Chile ni olvidará jamás el hecho que se haya presentado herido en el campo de batalla’. Dicho abrazo, significó muchísimo; puesto que ambos generales compartieron desde siempre; la visión de hermandad latinoamericana, además de una amistad de carácter claramente fraternal; lo cual implica per se, la abundancia de rencillas, casi de carácter familiar.
La férrea y real relación entre San Martín y O’Higgins; se vio particularmente reflejada cuando el General Argentino solicitó el sobreseimiento de los hermanos Carrera; acusados de delinquir contra el estado Chileno, y contra el mismo O’Higgins. Vale la pena reafirmar que el mismo Bernardo O’Higgins solicitó indulgencia contra sus propios enemigos, corroborando el pedido de San Martín.
Este ejemplo de unión, amistad y confianza entre San Martin y O’Higgins, debería ser quizás, el marco de cualquier diálogo y relación entre Argentina y Chile; que sin duda alguna; de estar unidos; el CONOSUR se convertirá en un bastión sudamericano; con capacidad de contrarrestar cualquier interés opuesto a la región; debido al claro control territorial de ambas naciones; con costas en el Atlántico y el Pacífico; además de la proyección a los Mares y territorios Australes.
Capitulo 6. De tibio a caliente
Si todos hicieran la guerra por convicción, no habría guerra.
La guerra y la Paz. León Tolstoi
6 de noviembre de 1978, SS-21 Simpson. Órdenes directas: Guerra
Aquella noche, ya en la superficie del mar; el ‘Simpson’ que se mecía ante el ondulado y maternal oleaje Bahía Tekenika, el oeste de la Isla Hoste; recargó sus baterías mientras recibía mensajes cifrados de la Flota Chilena. La tripulación yacía calma bajo la cubierta; solo dos marineros sondeaban, desde la torreta del submarino; el horizonte brumoso y con demasiadas crestas espumosas a lo lejos.
A eso de las 10 en punto de la noche; el Teniente Primero Orozco, operador de radio del submarino; un vasco temucano, de seriedad inmaculada; recibió un mensaje cifrado desde el crucero ‘Latorre’, que leía: ‘Comienzo de operaciones bélicas inmediatas, dirigirse al este de las Islas Wollaston, ejercer patrulla y atacar transportes argentinos como prioridad. Se informó alta actividad enemiga en la zona. Suerte y valor’. Orozco quedó helado al leer el papel, y mirando el documento se dirigió al Teniente Segundo Raúl Pérez a los ojos, diciéndole:
‘Pérez, iré yo mismo a comunicar esto al Capitán. Esto es serio, él duerme; y quiero darle tiempo para que reaccione’.
Fuera del submarino, las estrellas se
escondían ante el rumor de guerra; el ruido predominante era el mar del Sur;
que golpeaba la cercana costa; en donde se escuchaban algunas pocas aves
marinas; quizás ya alertadas del desorden humano acercándose: ‘La Guerra entre dos países hermanos’.
Orozco tardó 5 minutos, antes de golpear la puerta del pequeño habitáculo del Capitán Kremsher. ‘Toc-toc’, escuchó el apacible superior de la embarcación chilena; quien se puso en pie como un resorte, colocándose su gorra de Capitán, mientras contestaba: ‘Adelante’. Con parsimonia Orozco abrió la puerta y vio a su Capitán calmo y de pie junto a su cucheta. ‘Señor, disculpe la molestia, tenemos ordenes de la Flota, es el ‘Latorre’. Señor, vamos a la guerra nomás’; dijo de manera directa el Teniente originario de Temuco. Kremsher tardó 2 minutos en leer el sucinto mensaje de proveniente del mismo puente de mando, del buque del cual su primo Cote Kross era su comandante. Levantando su mirada fijó su mirada firmemente en Orozco para luego ordenar:
‘Teniente, a esta altura las baterías deben estar recargadas. Prepare a la tripulación, llévelo a 8 nudos mostrando torreta, navegaremos por el canal Franklin entre las islas Wollaston, para salir hacia el este de las mismas; donde nos sumergiremos a profundidad de periscopio. Carguen 6 torpedos MK-27, todos a sus puestos de combate. Hablaré brevemente con la tripulación, gracias Orozco’.
Acto seguido Kremsher tomó firmemente el micrófono y comenzó un claro mensaje, de un líder sin tapujos:
‘Buenas noches marineros. Buenas noches valientes compatriotas. Vamos a la guerra. La situación es difícil y desigual; Uds. Lo saben. Nuestro Simpson está herido; pero no así nuestro valor. Vamos a hundir mínimo a tres de ellos; si es preciso nos iremos al fondo con una sonrisa. Les pido valor y honor. ¡Viva Chile!’.
Inmediatamente, el eco del grito patriótico recorrió y fue repetido por los casi 80 bravos tripulantes.
7 de noviembre de 1978: ataque a Talcahuano
A las 430am de aquella tan triste mañana, la claridad matinal a esa hora en el Sur ya hablaba de otras latitudes. Los primeros en picar desde unos 4500 metros, fueron 2 cazabombarderos A4C Skyhawk de la FAA, que arrojaron sendas bombas tipo MK 117 [1] sobre los tanques de combustible naval ubicados en el área de San Vicente, al oeste de la península de Tumbes, donde se hallaba la ciudad de Talcahuano. El ataque había sido planeado casi a la perfección, las prácticas habían sido exhaustivas y hasta obsesivas. Cuatro oficiales habían sido relevados por errores de coordinación, en los entrenamientos de ataque en las bases de Espora y Tandil.
Segundos después, cuando ya los tanques de
combustible comenzaron a bramar humos negros y blancos; otros 2 A4C de la FAA
lanzaron cohetes ‘Zuni’ hacia los buques anclados en la Base Naval chilena, al
otro lado de la península. Siguiendo a los A4 de la FAA, aparecieron 3 ‘A4-Q’
de la ARA que ahora con precisión arrojaron bombas antibuque contra los buques
anclados o en los diques secos de la base. El débil fuego antiaéreo de los
chilenos, de solo ametralladoras de 12.7 mm, no alcanzó ni a subir la
adrenalina de los pilotos argentinos, que huyeron culpables pero indemnes. Los
que si pagaron con algo de la culpa, fueron los ‘Mentor’ y Aermacchi MB-226 [2] navales, que segundos después terminaron el ataque
aplastante, que destruyó a dos submarinos en dique seco, al destructor
transporte de tropas ‘Riquelme’ y 3 patrulleras navales, además de haber dañado
seriamente infraestructura naval y lo principal, el preciado combustible naval
de la marina chilena.
El ataque a Talcahuano destruyó los submarinos chilenos ‘Hyatt’ y ‘Thomson’; armas letales de gran capacidad de fuego naval. En el informe final del ataque elevado por la FAA preocupó a Estado Mayor Conjunto, que no estuvo conforme con el resultado del ataque, puesto que el crucero ‘O’Higgins’ [3] no se hallaba en puerto; además, los aviones argentinos también informaron de un submarino sumergiéndose al momento del ataque. Probablemente, este fue el submarino SS22 ‘O’Brien’ en clara huida. Ahora los argentinos supieron como hecho cierto, que ambas unidades navales chilenas estarían operativas y potencialmente en zona de conflicto.
La primera baja de la guerra fue el Teniente de Corbeta Pettirozi, quien fuera derribado por fuego antiaéreo chileno, cayendo su avión ‘Mentor’ en las heladas aguas del Pacífico. Pettirozi murió de hipotermia, según el informe chileno.
En las próximas horas, durante los días siguientes, la FAA, atacaría duramente a todas las bases de la FACh, incluyendo aeródromos secundarios; desde Santiago hacia el Sur. Para ello emplearía toda su fuerza, incluyendo aviones ‘Mirage’, ‘Dagger’, ‘Canberra’ y ‘Skyhawk’. Durante los ataques; la FAA perdió solo 5 ‘Skyhawk’ y 1 ‘Canberra’; pero asimismo, destruyó todos los objetivos asignados para la primera semana de guerra.
En un inicio; los ‘Hawker Hunter’ y pocos F5 ‘Freedom Fighter’ que la FACh despachó desde ‘Cerro Moreno’ como interceptores contra los aviones argentinos que atacaron las pistas de Santiago y Valparaíso llegaron tarde debido a la distancia de vuelo, siendo totalmente inefectivas sus misiones. Además, la FACh, mayoritariamente, no se adentró en territorio argentino de manera ofensiva. Por una cuestión de supervivencia, la Fuerza Aérea Chilena; luego de haber perdido todas sus bases del centro y sur, y al no recibir ataque argentinos en el norte; decidió preservar sus ‘F5’ y ‘Hawker’ en el lejano norte, para un seguro ataque peruano-boliviano que se venía.
Cielos de Tierra del Fuego
Hacia las 11 de la mañana del 7 de noviembre, y ya habiendo comenzado las hostilidades; los 8 aviones ‘Hawker Hunter’ chilenos, del grupo ‘Panteras Negras’ fue ordenado por la comandancia de la FACh a despegar, con máximo combustible y armados con bombas antibuque y cohetes; al efecto de atacar buques argentinos en la zona de conflicto. La FACh al conocer el ataque de Talcahuano comenzó a movilizar sus unidades aéreas a rutas pavimentadas o aeródromos ocultos.
Los ‘Hunter’ se dirigieron a 500 nudos hacia la zona del Beagle, despegando desde Chabunco, Punta Arenas. El objetivo era atacar la flota argentina en el área de las Wollaston.
Los Panteras Negras fueron detectados brevemente por el radar de Río Gallegos, y luego confirmados por el radar de Río Grande. En minutos cazas ‘Sabre’ y ‘Mirage’, argentinos, con base en ‘Gallegos’ corrieron a interceptar a los aviones chilenos.
El resultado fue el esperado; los ‘Hunter’ no iban armados con misiles aire-aire; estando solo preparados para atacar buques. Desde las alturas los ‘Sabre’ picaron disparando sus ametralladoras de 12.7 mm y desde unos 2000 metros de altura; los ‘Mirage’ dispararon sus misiles ‘Shafir’. El resultado del ataque sorpresa fue una masacre. En la primera barrida de misiles y ametralladoras; 4 ‘Hunter’ explotaron en el aire. Los 4 restantes ‘Hunter’ soltaron sus bombas y cohetes; así como su combustible y tomaron altura. Ya a 9000 metros, entre maniobras evasivas; los bien preparados pilotos chilenos, pudieron derribar 4 ‘Sabre’ de la FAA e incluso dañar un ‘Mirage’ que tardo demasiado en virar cuando lo perseguía un demasiado maniobrable ‘Hunter’.
Pasados los minutos; todos los aviones chilenos fueron derribados. Los chilenos pelearon hasta lo último. Los interceptores de la FAA volvieron lastimados a su base.
De ahora en más la superioridad aérea en el Sur Austral, sería absolutamente argentina. La FACh no movilizo un solo avión más hacia el Sur, a fin de no descuidar por sobre todo la amenaza Peruano-boliviana.
Murciélagos
Justo cuando a la tarde, el grupo ‘Lima’ de
la FAA, compuesto por 10 ‘Skyhawk’, 4 Mirage III y 3 bombarderos Canberra
comenzaba sus pasadas por las bases de la FACh de Pudahuel, Cerrillos y El
Bosque; con el objetivo de destruir hangares, aeronaves y lo más importante las
pistas; el ataque argentino encontró pocos aviones en tierra, destruyendo solo
2 Vampire, 16 ‘Tweet Bird’, 5 ‘Mentor’ y 10 viejos ‘A-26’. Lo más importante
fue el bombardeo e inutilización de las pistas mencionadas.
La FAA no perdió un solo avión en dichos ataques; pero para sorpresa de todos; 8 aviones tipo ‘Vampire’ de la FACh, que se suponían ya retirados; atacaron en reprimenda y por sorpresa la base del Plumerillo’, con bombas de 225 kg y cohetes, destruyendo 5 aviones ‘Morane Saulonier’ en tierra.
Posteriormente, los 8 ‘Vampire’ fueron derribados por ‘Dagger’ de la FAA, cuando estos regresaban de su incursión mendocina.
7 de noviembre de 1978: SS22 O’Brien
Desde el interior del submarino chileno, bajo las profundidades del Pacífico; a unos 5 kilómetros de la ahora destruida base naval de Talcahuano, el Capitán de Navío Rodolfo Alemparte (h) observó con odio e impotencia el ataque argentino. La humareda marcó el desastre y pintó una clara tragedia. El primer combate de la guerra había sido una clara victoria para Argentina, y el Capitán Alemparte lo incorporó con dolor doble: dolor como nacional chileno, y también dolor por el resentimiento visceral hacia los argentinos. En su necesaria huida hacia las profundidades, Alemparte sintió ante todo, impotencia. Se sintió un espectador atado a una silla y amordazado por las circunstancias.
Luego recorrer todo el horizonte con el periscopio, Alemparte, dio su última orden seca:
‘Profundidad 150, máxima velocidad, todo hacia mar abierto’.
Rodolfo visualizó con el periscopio a unos 2 aviones argentinos dirigiéndose hacia su posición. El Capitán chileno no quiso arriesgar nada, y por ello ordenó que el submarino hiciera lo que mejor sabía hacer: desaparecer bajo las azules aguas del océano Pacífico.
En silencio, Rodolfo Alemparte, caminó por un pasillo incómodamente estrecho del longilíneo submarino, con una cara casi de estatua; haciendo la venia a sus hombres que inevitablemente se cruzaban a su paso a través del buque. Con miradas cortas, pero profundas, sus hombres parecieron hacerle miles de preguntas.
Aquel día, Alemparte no encontró aun respuestas. Ya en su camarote, y en máxima soledad, habló con el segundo a cargo, el Capitán de Corbeta Vidal; a quien le dio la orden de que no se lo moleste hasta llegar al punto de reabastecimiento, miles de kilómetros al sur. En el silencio del opaco camarote para oficiales, Alemparte abrió su vieja biblia, y como todos los días luego de leerla sollozó pidiendo explicaciones a un cielo por ahora demasiado lejano. Alemparte era el único familiar que se había convertido en ‘evangelista’; de entre tanto otro miembros familiares con formación y cultura ciertamente católica.
El ‘O’Brien’ comenzó a navegar en silencio, en un navegar limitado a dos tercios de su velocidad máxima, al igual que su profundidad de operación. El navío, se había escapado de su turno de mantenimiento en dique seco; por lo tanto, sus capacidades de combate y operatividad se verían de ahora en más limitadas.
Capitulo 9. La batalla del Mar de Drake
Este triunfo y cien más serán insignificantes sino dominamos el Mar.
Advertencia del General Bernardo O’Higgins al pueblo chileno luego de la batalla de Chacabuco.
Media mañana, 8 de noviembre: Artillería costera, Isla Hermite
El suboficial Ojeda, en su posición en la batería costera en Hermite, fue el primero en divisar a la ‘división acero’ a unos 14 kilómetros de distancia. El viento helado, ahora se estaba convirtiendo en una nevisca salada, que irritaba los ojos de los observadores de la Armada Argentina. El horizonte estaba tapizado de nubes y el ondulado océano hacia aparecer y desaparecer los buques chilenos que avanzaban decidida y furiosamente hacia las Wollaston.
Al recibir la información, el Capitán Bonomí, que también había recibido por radio el movimiento de la flota chilena, ordenó alerta máxima y atacar a los blancos más grandes. Luego de su primera orden en apuro, Bonomí, también comunicó a su radio-operador con una voz vivaz:
‘Solicite apoyo aéreo, avise a las otras baterías, y al ‘Belgrano’, inmediatamente’. El crucero ARA ‘Belgrano’ comenzó a preparar sus 15 y letales cañones navales de 152 mm, con un alcance mayor a los 20 km.
Justo cuando el Comodoro chileno José Juan Kross, ordenó fuego desde el ‘Latorre’; una simple andanada sin objetivo ni propósito hacia la Isla Hermite, a los efectos de provocar a sus ocupantes; la isla Hermite misma pareció cubrirse se llamas. 17 cañones argentinos dispararon a mansalva, 15 del crucero ‘ARA Belgrano’, que se hallaba al norte de la Isla, anclado y protegido; y dos de la posición de los obuses tipo ‘Schneider’ bajo el comando de Bonomí, primo hermano y amigo del mismo Kross.
Los proyectiles parecieron desafiar y también faltarle el respeto al viento polar; volaron a sus blancos grises, allá hacia el también gris horizonte.
De la primera andanada de 17 proyectiles argentinos; 2 hicieron impacto, el primero destruyendo parte de la proa y completamente la torreta doble de proa de 150 mm del ‘Latorre’, y el segundo, mucho más drásticamente, en el puente de mando del destructor ‘Cochrane’, que detuvo su marcha en seco, al recibir un golpe directo en su pañol de municiones. Una segunda andanada argentina, no fue más benigna; a pesar de que los buques chilenos ya torcían su curso hacia el Sur; otros nuevos 17 proyectiles se elevaron elípticamente, para impactar nuevamente en el ‘Cochrane’, en el ‘Zenteno’, que también quedó paralizado en medio del combate, y en el crucero ‘Prat’, que, como macho campeón, siguió navegando a 25 nudos e indemne. Ante tanto fogonazo, los chilenos también dispararon, pero a ciegas, golpeando una trinchera en el centro de la isla Hermite, y matando a unos 12 infantes de Marina argentinos.
Dos golpes de gracia finales, vinieron uno desde el aire y otro desde el mar; pero desde la entrada oeste, entre las islas Hermite y Hoste; por donde se coló desde el norte la lancha torpedera ARA ‘Alakush’, que pasó por el único pasadizo sin minar hacia el Pasaje de Drake, lamiendo la costa este de la Isla Hoste, y finalmente descargando sus 4 torpedos antes de volver a su escondrijo en las Wollaston. De esos 4 torpedos disparados, uno terminó en un arrecife rocoso al norte de la Isla Hermite, levantando demasiada espuma, otro falló, otro no encontró blanco y el ultimo impactó en el timón del crucero ‘Latorre’ inutilizándolo por completo; que sin control comenzó a navegar humeante y casi como un fantasma directamente hacia el Sur la Isla Hermite.
Desde el aire; y entrando en vuelo rasante sobre el canal que separa la Isla Hermite y la Isla Hoste; 3 ‘A4-Q’, de la ARA, provenientes del ‘25 de Mayo’; lanzaron sendos cohetes tipo ‘Zuni’, impactando en los ya humeantes ‘Cochrane’ y ‘Zenteno’. Otro cohete pegó en la zona de las chimeneas del ‘Prat’, que ahora también comenzó a vomitar humo, pero sin dañar gravemente al coloso chileno. Otros 3 ‘Skyhawk’ ‘A4-Q’ navales también lanzaron bombas antibuque terminando con los dos destructores y averiando seriamente al destructor ‘Blanco Encalada’; que comenzó a navegar tocado hacia el oeste; seguramente buscando refugio en los fiordos del Drake.
El comandante del ‘Prat’, el Vicealmirante Bresser Gómez, ordenó a su buque alejarse de las Wollaston haciendo ahora forzados 20 nudos hacia el Sur, previo el disparo de varias salvas fumígenas que cubrieron su huida, junto con el destructor ‘Portales’, el único buque chileno que no había sido tocado aún. Bresser Gómez, mantuvo la máxima velocidad posible, y su idea fue la de realizar un círculo y penetrar por el Sur y por la entrada al este de las Wollaston e islotes; hacia la Bahía Nassau, donde atacaría con todo a los intrusos argentinos.
El Vicealmirante Bresser Gómez, miró un cuadro del héroe chileno Arturo Prat; en el puente de mando del buque bajo su comando y del mismo nombre. Los ojos del valientísimo Capitán Prat parecieron despertar una valentía absoluta y bien chilena, en el comandante del ‘Prat’; que con mirada de depredador habló por el micrófono de mando, inundando el buque con su recia vos:
‘Señores, esto recién empieza. Aquí vinimos a defender la patria. Lo haremos con todo. Haremos honor a este buque y al héroe que le diera el nombre’. De todas las cubiertas del ‘Prat’, esta vez surgió un menos serio ‘Viva Chile mierda’, que compitió con el rugido de los mares australes. Bresser Gómez, en su precaria simpatía, y con una mueca dura y parcial; sonrió por milésimas de segundo. Minutos después, del Vicealmirante, se encerraría en su camarote donde rezo por los fallecidos, entre ellos; su hijo Mauricio, tripulante del destructor ‘Cochrane’. En su interior Bresser Gómez, vio con claridad, que el destino celestial de su hijo era el Cielo; El Capitán Mauricio Bresser Gómez había muerto dando la vida por el prójimo, por su Patria, un camino seguro y directo al descanso eterno.
11 am, 8 de noviembre: enfrentando a la División Bronce
Una hora y media luego de haber detectado la división acero; el ‘Santiago del Estero’ todavía no pudo acortar distancias con sus presas, el lento submarino construido durante la segunda guerra mundial, seguía siendo demasiado lento para alcanzar buques de guerra en superficie a máxima velocidad; de modo tal, que la División Acero, se le escapó de las manos al ‘Santiago del Estero’ en poco tiempo.
Arriba el mar se estaba empezando a picar, creando ruidos de mar gruesa lo que disminuía la posible detección vía sonar. ‘Señor, escucho ruidos de explosiones tenues hacia el este, el rendimiento del sonar no es bueno; 10 a 20 km de distancia. Explosiones superficiales… Fuertes explosiones’, informó el Capitán de Corbeta Guede al Capitán Etchart, que demasiado ocupado estudiaba una carta de profundidad del Pasaje de Drake y zonas aledañas. ‘Gracias Guede, espero que sean ellos los que están explotando; llévelo a la superficie para ver que hay’; contestó el comandante del navío argentino.
Ya en superficie, el periscopio fue tomado por el Capitán Etchart, que entre las olas- montañas que subían y bajaban; limitando así su visibilidad. Justo, antes de sumergirse y de insultar a la nada por el bajo rendimiento del periscopio y el sonar; debido a la mar gruesa imperante; Etchart alcanzó a divisar con el periscopio un punto lejano acercándose rápidamente por los cielos, desde el sudoeste. ‘Todo abajo, un helicóptero. Mas buques chilenos en la zona, llévelo a 80 metros, máxima velocidad. Rápido’, gritó Etchart.
El Comandante del buque argentino, al ver el helicóptero que se acercaba a su posición, por una lógica básica y no necesariamente marina; con un simple y directo sentido de supervivencia, tomó la decisión más lógica ante la amenaza alada y letal que se acercaba rápidamente.
Veinte minutos después; el submarino argentino detectó otros buques chilenos en aproximación hacia el Cabo de Hornos. ‘Señor, detecto… buques tamaño medio… deben ser destructores, haciendo 25 nudos… Espere, otros buques detrás del primer grupo… navegando más lento… distancia más de 7 millas detrás del primero’. Informó el Capitán de Corbeta Marcelo Guede. ‘Bien…’; rascándose su barba con su mano derecha, ‘… suban a profundidad de periscopio, suban la antena, vamos a informar a la Armada de estos buques; tubos delanteros, 4 con los viejos M 14 y 2 con Mk 37, también carguen 2 Mk 37 en los de popa. Preparen solución para el primer grupo. Profundidad 40, llévelo lento’, ladró Etchart.
8 de noviembre: la división bronce se desparrama
Veinticinco minutos después y con ya con 6 torpedos en carrera hacia la escuadra chilena, disparados por el ‘ARA Santiago del Estero’, la división bronce; compuesta por los destructores ‘Williams’ y ‘Riveros’, más las fragatas ‘Condell’ y ‘Lynch’; los buques más modernos de la escuadra chilena; comenzaron a dispersarse al detectar a los torpedos argentinos; además de comenzar una búsqueda activa con todos sus medios del submarino atacante. Etchart, Capitán del ‘Santiago del Estero’ aulló con nerviosismo:
‘Máxima velocidad, hacia el norte, de nuevo a los fiordos, llévelo a 120 metros’.
De los 6 torpedos disparados por el ‘Santiago del Estero’, solo 3 impactaron en los buques chilenos. Un Mk 37 pegó en medio del casco de la ‘Condell’, inmovilizándola por completo y partiéndola al medio. Su gemela la ‘Lynch’ en un acto de caballerosidad y también riesgo detuvo sus motores colocándose a estribor, a fin de salvar a la tripulación de la ‘Condell’. Para desgracia del heroísmo naval de la historia de la humanidad; nada pudo detener al frío y calculador sensor de otro torpedo Mk 37 argentino que siguió navegando en aburridos círculos en búsqueda de presa fácil. Este torpedo, sin reconocer valentía en la fragata ‘Lynch’ que cubría y socorría a su gemela; también impactó en el centro del casco de dicho buque. El último torpedo del ataque del submarino argentino, un Mk 14, de corrida directa, alcanzó la proa del ‘Williams’, que emprendió rengueando su vuelta hacia el oeste, a unos 15 nudos de velocidad.
ARA Santiago del Estero: golpe y escape
En franca huida, el submarino argentino se arrastró bajo las profundidades del helado mar polar, haciendo a penas 8 nudos. ‘Señor tres explosiones, muchas corridas; y un buque acercándose a 25 nudos, distancia 6000 metros… Señor otras explosiones, varias explosiones… no son nuestros torpedos… alguien más ataca’, informó el sonarista Guede.
Arriba en la superficie, todo fue condena para los buques chilenos; 4 ‘Skyhawk’ navales aparecieron lanzando cohetes y descargando bombas antibuque; surgieron, desde nubes negras y grises en altura; que empezaban a cubrirlo todo. De nuevo los buques chilenos fueron impactados; para sellar su destino.
Los chilenos lucharon como leones, y en la desesperación alcanzaron a lanzar un misil antiaéreo ‘Sea Cat’ que dejó humeante a un avión argentino. El avión del piloto Poch; alcanzó con suerte las alturas de las Wollaston, donde se eyectó y cayó en territorio amigo; luego de un heladísimo chapuzón en la costa norte de la Isla Hermite, a escasos 40 metros de donde se hallaba el crucero ‘Belgrano’.
‘Llévelo a la cueva y ahí nos vamos abajo y esperamos’, ordenó con absoluta tranquilidad Etchart. El ‘ARA Santiago del Estero’, había practicado ya varias veces, el refugiarse en una suave cama de arena en el fondo del mar, a menos de un km al oeste de la Isla Henderson, entre esta y la Isla Morton. Allí posándose en el fondo del mar, podría desaparecer y esperar lo necesario hasta que los cazadores de la superficie se alejaren.
Luego de una búsqueda infructuosa de unas dos horas; donde el destructor ‘Riveros’ utilizó su sonar activo de búsqueda, mientras que dos helicópteros de la flota chilena dejaban caer cargas de profundidad Mk-11 a mansalva. El único aun buque indemne de la división bronce, el ‘Riveros’, se dirigió a toda máquina hacia el Sur, alejándose de las Islas hacia el área del Cabo de Hornos y del peligro, a toda máquina, con el fin de apoyar a la maltrecha ‘División de Acero’, gravemente golpeada.
Pasadas las horas, la fuerza aérea Argentina y la Aviación Naval, se vieron severamente limitadas por una serie de ventarrones, nubes bajas y un mar que elevaba sus olas a más de 4 metros en el área de Drake.
Llamas en el Drake
Desde la Isla Hermite, solo se festejó como un gol de Boca, el primer impacto en el ‘Latorre’; luego; con respeto la batería al mando de Bonomí, siguió el silencio profesional de su líder; de quien todos sabían, tenía parientes en la Escuadra Chilena.
El pasaje de Drake estaba cubierto de humo, hacia el oeste y a escasos 7 kilómetros, los destructores ‘Cochrane’ y ‘Zenteno’ vomitaban humo y fuego. Hacia el este, el humo blanco provocado por las efectivas granadas fumígenas [4] del ‘Prat’ ocultaba la huida del crucero insignia y su escolta, el destructor ‘Portales’.
Justo en frente de la batería costera de la Isla Hermite, Bonomí gritó sorprendido y olvidándose de su primo, amigo y comandante del crucero chileno:
‘Señores, el ‘Latorre’ se dirige hacia acá, herido, pero está virando para mostrar su popa, donde tiene armamento pesado. Preparen fuego inmediatamente’. Fue demasiada lenta la orden de Bonomí, el ‘Latorre’ disparó con sus torretas dobles de 150 mm en popa, y cuatro granadas cayeron sobre una de las posiciones de artillería naval argentina, dejando humo y un cráter sin vida. El mismo Bonomí quedó ciego y sordo por un tiempo y con una pierna rota, volviendo a repetir, con lo último que le quedaba de fuerza; la orden ‘Fuegoooo, se nos viene encima’.
Desde el puente de mando del ‘Latorre’ ahora a escasos 2000 metros de la costa, donde su Comodoro, Jose Kross, se mantenía aun de pie; se vio claramente el humo del impacto de la granada chilena sobre la posición argentina, y, además, como la Isla Hermite volvió a encenderse, ante el fuego de la batería costera argentina todavía indemne y del crucero ‘Belgrano’, que también vomitó fuego contra el crucero chileno.
El ‘Latorre’ pareció detenerse en seco, un
proyectil de 155 mm y 3 de 152 mm, impactaron al unísono en el puente de mando
y en la mitad del buque. El emblema naval chileno ahora quedó en silencio y
casi sin vida. Un sinnúmero de explosiones en cadena terminaron con el buque
que luego de encallar en los arrecifes al norte de la Isla Hermite, a escasos
metros de la costa, comenzó a escorarse rápidamente. José Juan Kross dejó de
existir como un héroe; y su primo hermano y amigo Pedro Bonomí, ahora lo sabía
con total clarividencia. El mismo lo había visto volar por los aires, el mismo había
dado la orden de disparo de su último obús ‘Schneider’ de 155 mm.
El Capitán Pedro Bonomí, inmediatamente, dejando escapar lagrimones de amor y odio, ordenó el alto del fuego y el rescate de los supervivientes; mientras el ‘Latorre’, encallado, agarrado a su tierra como rasguñando su tierra amada, aún se batía contra las olas que desde lejano Sur querían llevarse al buque, a su tumba en las profundidades del Océano.
Si bien la batalla del ‘Drake’ continuó millas más hacia el Sur y hacia el este. Helicópteros argentinos y varios buques, entre ellos los barreminas ‘Neuquén’, ‘Río Negro’ y ‘Formosa’, comenzaron a retirar supervivientes y cadáveres.
De los casi 2000 marineros chilenos embarcados, solo llegaron con vida a la Isla Wollaston, a donde se había establecido una precaria carpa-hospital, unos 300 chilenos. La muerte lo había copado todo, el fuego, el humo, el agua y por sobre todo las heladísimas aguas; poco habían perdonado.
El cuerpo de José Juan Kross nunca fue recuperado. El puente de mando del ‘Latorre’ fue incinerado por completo.
Su primo hermano y amigo; se retiró rengueando
con muletas y con el pelo chamuscado hacia el norte de la Isla Hermite, donde
en un punto de la costa y mirando hacia el norte, hacia el crucero ‘Belgrano’
que ahora parecía inocente y rodeado de gaviotas y skúas. Allí permaneció en
silencio por más de una hora; recordando a su primo, sonriendo ante los
recuerdos gratos de la juventud; y por sobre todo pidiendo explicaciones al
Altísimo.
Ahora el clima Austral, como pregonando misericordia; comenzó a soplar y a encrespar el Mar, definitivamente agraviado por una disputa entre hermanos. Durante las siguientes horas, las operaciones desde el portaviones ’25 de Mayo’ se verían restringidas debido el oleaje, a pesar de estar bien resguardado su integridad, al norte de la Isla de Los Estados.
Pasado el mediodía del 8 de noviembre: más hombres el agua
El submarino ‘ARA Santa Fe’, que navegaba a 10 km al oeste de la Isla Waterman en Bahía Cook, también recibió órdenes, al igual que todos los submarinos argentinos operando en el área; el ‘ARA San Luis’, en la Boca del estrecho de Magallanes y Río Grande; ‘ARA Salta’, en Bahía Nassau y ‘ARA Santiago del Estero’, entre falso Cabo de Hornos y Bahía Cook. La orden recibida por los submarinos argentinos decía: ‘atacar cualquier buque chileno en el área, ya sea militar o de apoyo naval’.
El ‘ARA Santa Fe’, el submarino argentino más adentrado en territorio enemigo; fue el primero en comunicar, días atrás, a la ARA de los movimientos de los buques chilenos, particularmente, de la división bronce y acero; cuando entraron y salieron de sus refugios en los inescrutables fiordos chilenos.
Ahora el ‘Santa Fe’, al quedar un poco rezagado del entrevero naval en el área de Hornos; salió a mar abierto en búsqueda de contactos. Allí, a unos 7 km al sur de su posición, detectó a los destructores-transporte ‘Serrano’ y ‘Orella’, que junto a la barcaza de transporte de tropas ‘Hemmerdinger’ se dirigía toda máquina hacia el ‘Cabo de Hornos’, transportando tropas.
En un ataque casi perfecto, el ‘Santa Fe’ disparó 4 torpedos Mk 14 y 2 Mk 37; de los cuales 2 impactaron en dos buques chilenos, el ‘Hemmerdinger’ y el ‘Serrano’. El ‘Orella’, también recibió un impacto, pero no de torpedo, sino de un misil ‘Exocet’; lanzado diez minutos después, por la corbeta ‘ARA Guerrico’ que apareció por sorpresa total desde el Sur, disparando a más de 30 kilómetros de distancia un misil antibuque, para luego, volver a alejarse en dirección hacia el Polo.
La ‘Guerrico’, que operaba inicialmente con
el ‘GT1 [5]’;
como escolta del portaviones argentino; tuvo la orden estricta de navegar
subrepticiamente desde la Isla de los Estados, hacia el Sur, para luego retomar
hacia el oeste a una distancia de 50 km al sur del Cabo de Hornos con su radar
apagado, para volver hacia el norte y atrapar en maniobra pinza, a cualquier
buque de la armada chilena navegando en el Pasaje de Drake. La ventaja de la
‘Guerrico’, era no solo sus letales misiles ‘Exocet’, sino también su bajísimo
perfil al radar, que la hacía casi indetectable hasta los 15 kilómetros de
distancia desde un radar embarcado.
Como ángeles de la guarda; unos 4 buques transandinos salieron de sus refugios en los fiordos, y comenzaron el rescate de los abundantes marineros chilenos en peligro de muerte. El ‘ARA Santa Fe’ permaneció observante y distante a una distancia de 5 km de los eventos. En sus adentros, el Capitán González Moreno, comandante del ‘Santa Fe’ observó con su periscopio las tareas de rescate, mientras comunicaba por radio los eventos, por radio abierta y poniendo en peligro su propia embarcación; a fin de solicitar auxilio inmediato.
El ‘Santa Fe’, finalmente se vio obligado a abandonar el área, perseguido por la corbeta ‘Papudo’, que valientemente trato de espolonear su periscopio, además de arrojarle cargas de profundidad.
Después de aquel evento, en que el ‘Santa Fe’ quedó averiado y por lo tanto terminó su cacería en los mares australes; dos cargas de profundidad de la ‘Papudo’ explotaron más cerca de lo deseado de su proa. El ahora herido sumergible argentino, comenzó su lento y largo retorno hacia Río Gallegos; su primera parada antes de llegar a Mar del Plata; a donde evaluarían los dañó profundamente.
[1] Bomba de propósito general de origen norteamericano, de 340 kg.
[2] Avión de entrenamiento y ataque a tierra operado por la ARA. La Marina Argentina operaba 12 de estos aparatos.
[3] Crucero de la clase Brooklyn, de origen norteamericano. De la misma clase que el ‘Prat’, y los ARA ‘Belgrano’ y ‘9 de Julio’.
[4] Ingenio militar por el cual se produce humo y cubre la huida y/o maniobra.
[5] Grupo de Tareas número 1.
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