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sábado, 21 de junio de 2025

Crisis del Beagle: Libro "Sur en llamas" por Peter J. Bush


Sur en llamas




Un libro de Peter J. Bush






‘Sur en llamas’ es una novela de ficción histórica sobre el conflicto del Beagle de 1978. Una guerra entre países hermanos, donde familias unidas por el amor se dividen para defender sus propias banderas.

 


 

 Capitulo 1. A modo de prólogo

La falta de acuerdo llevada a cabo con honestidad, es un claro signo del progreso.

Mahatma Gandhi

El hecho fundamental y casi indiscutible de que naciones como Argentina y Chile, compartieron, comparten y van a compartir una raíz común que abarca el idioma y cultura española, parentesco familiar en muchos casos en ambos países, un origen independentista común y por sobre todo; una religión común: La Católica Apostólica Romana; además del judeo-cristianismo como base, cultural e histórica; ha funcionado como una póliza de seguro o un freno capaz de retardar y hasta frenar un pico de conflicto, tal como sucedió en el caso del año 1978. De haberse llevado a cabo este conflicto u otras hipótesis de conflicto históricos, sin duda el precio en sangre y el daño al espíritu nacional de ambos países; hubiese sido casi irreparable.

No es difícil ir más allá de la evidencia con nuestra imaginación; cuando las fotos de época mostraban a militares de ambos bandos rezando el rosario o celebrando misa. Esos hechos, ciertamente aunaron de una manera invisible y sobrenatural a las fuerzas militares de ambas partes; que en su gran mayoría, tenían el solo objetivo de defender la soberanía nacional y los límites que ellos racionalmente comprendían sobre la misma.

También sería ‘naive’ el negar que la Argentina perdió en su historia más territorios de los que ganó; la razón de esto se podría observar claramente en la falta de población y por sobre todo de unidad interna capaz de enhebrar la territorialidad de manera eficiente. Caso contrario; Chile siempre tuvo más unidad nacional; y su territorio se ha expandido desde su mapa inicial, de acuerdo al Chile original; originado en territorios previamente españoles. Vale la pena aclarar, que, hoy en día, gran parte de la riqueza económica de Chile se basa en la minería del cobre; que es extraído directamente de territorio conquistado por Chile a Bolivia durante la sangrienta y heroica, ‘Guerra del Pacífico’.

La hermandad argentino-chilena; o viceversa; bajo la paternidad de Dios Padre, y su pontífice; el Papa; se confirmó históricamente, aquella misma mañana del día 22 de diciembre de 1978, cuando el hoy San Juan Pablo II, hizo su llamado ante el Colegio Cardenalicio de Roma, declarando lo siguiente. ‘Confirman la urgencia de la necesidad de luchar a favor de la paz, las tristes noticias llegadas recientemente del continente sudamericano. Es motivo de profundo dolor y de íntima preocupación el enfrentamiento que se ha ido agudizando en este último período entre Argentina y Chile, a pesar del vibrante llamamiento de paz hecho a los responsables, por parte de los Episcopados de los dos países, vivamente apoyados por mi predecesor Juan Pablo I’.

Esta declaración; fue una formalización de una hermandad, teñida de rencillas innecesarias, como también apoyada por una geografía llena de desafíos.

Hermandad de origen

Luego de la pequeña y heroica desobediencia de O’Higgins hacia San Martín en la batalla de Chacabuco; nadie osó en dudar del liderazgo y valentía de Bernardo O’Higgins; quien el mismo San Martín; impulsó para que se convirtiera en el primer Director Supremo de Chile; luego de la renuncia de San Martin de ocupar dicho cargo; otorgado a él inicialmente, por los mismos chilenos.

Bernardo O’Higgins fue luego herido en la batalla y sorpresa de ‘Cancharayada’, donde heroicamente defendió una posición indefendible cerca de Talca, antes de replegarse hacia las líneas argentinas. ‘Cancharayada’ fue una pequeña derrota, sin mucho valor estratégico ni histórico; pero claramente marcó que los ‘Realistas’ defendían sus colonias en serio.

Posteriormente, durante la batalla de ‘Maipo’, una hora antes de que este hecho histórico finalizara con el triunfo del ejército libertador a las 18hs del 4 de abril de 1818; justo a las 17hs; apareció el General O’Higgins todavía herido y con el brazo en cabestrillo.

En aquel momento el ejército patriota se aprestaba el último asalto contra las tropas realistas en la hacienda de Lo Espejo; hecho no definitorio; pues la batalla ya estaba resuelta; entonces, se produjo el famoso e icónico ‘abrazo de Maipo’, ocurrido en los ‘Cerrillos de Errázuriz’; donde más allá del abrazo; O’Higgins dijo a San Martín: ‘Gloria al Salvador de Chile’, respondiendo San Martín al aquel entonces Director Supremo de Chile: ‘General, Chile ni olvidará jamás el hecho que se haya presentado herido en el campo de batalla’. Dicho abrazo, significó muchísimo; puesto que ambos generales compartieron desde siempre; la visión de hermandad latinoamericana, además de una amistad de carácter claramente fraternal; lo cual implica per se, la abundancia de rencillas, casi de carácter familiar.

La férrea y real relación entre San Martín y O’Higgins; se vio particularmente reflejada cuando el General Argentino solicitó el sobreseimiento de los hermanos Carrera; acusados de delinquir contra el estado Chileno, y contra el mismo O’Higgins. Vale la pena reafirmar que el mismo Bernardo O’Higgins solicitó indulgencia contra sus propios enemigos, corroborando el pedido de San Martín.

Este ejemplo de unión, amistad y confianza entre San Martin y O’Higgins, debería ser quizás, el marco de cualquier diálogo y relación entre Argentina y Chile; que sin duda alguna; de estar unidos; el CONOSUR se convertirá en un bastión sudamericano; con capacidad de contrarrestar cualquier interés opuesto a la región; debido al claro control territorial de ambas naciones; con costas en el Atlántico y el Pacífico; además de la proyección a los Mares y territorios Australes.


 

 Capitulo 6. De tibio a caliente

Si todos hicieran la guerra por convicción, no habría guerra.

La guerra y la Paz. León Tolstoi

6 de noviembre de 1978, SS-21 Simpson. Órdenes directas: Guerra

Aquella noche, ya en la superficie del mar; el ‘Simpson’ que se mecía ante el ondulado y maternal oleaje Bahía Tekenika, el oeste de la Isla Hoste; recargó sus baterías mientras recibía mensajes cifrados de la Flota Chilena. La tripulación yacía calma bajo la cubierta; solo dos marineros sondeaban, desde la torreta del submarino; el horizonte brumoso y con demasiadas crestas espumosas a lo lejos.

A eso de las 10 en punto de la noche; el Teniente Primero Orozco, operador de radio del submarino; un vasco temucano, de seriedad inmaculada; recibió un mensaje cifrado desde el crucero ‘Latorre’, que leía: ‘Comienzo de operaciones bélicas inmediatas, dirigirse al este de las Islas Wollaston, ejercer patrulla y atacar transportes argentinos como prioridad. Se informó alta actividad enemiga en la zona. Suerte y valor’. Orozco quedó helado al leer el papel, y mirando el documento se dirigió al Teniente Segundo Raúl Pérez a los ojos, diciéndole:

‘Pérez, iré yo mismo a comunicar esto al Capitán. Esto es serio, él duerme; y quiero darle tiempo para que reaccione’.

Fuera del submarino, las estrellas se escondían ante el rumor de guerra; el ruido predominante era el mar del Sur; que golpeaba la cercana costa; en donde se escuchaban algunas pocas aves marinas; quizás ya alertadas del desorden humano acercándose: ‘La Guerra entre dos países hermanos’.

Orozco tardó 5 minutos, antes de golpear la puerta del pequeño habitáculo del Capitán Kremsher. ‘Toc-toc’, escuchó el apacible superior de la embarcación chilena; quien se puso en pie como un resorte, colocándose su gorra de Capitán, mientras contestaba: ‘Adelante’. Con parsimonia Orozco abrió la puerta y vio a su Capitán calmo y de pie junto a su cucheta. ‘Señor, disculpe la molestia, tenemos ordenes de la Flota, es el ‘Latorre’. Señor, vamos a la guerra nomás’; dijo de manera directa el Teniente originario de Temuco. Kremsher tardó 2 minutos en leer el sucinto mensaje de proveniente del mismo puente de mando, del buque del cual su primo Cote Kross era su comandante. Levantando su mirada fijó su mirada firmemente en Orozco para luego ordenar:

‘Teniente, a esta altura las baterías deben estar recargadas. Prepare a la tripulación, llévelo a 8 nudos mostrando torreta, navegaremos por el canal Franklin entre las islas Wollaston, para salir hacia el este de las mismas; donde nos sumergiremos a profundidad de periscopio. Carguen 6 torpedos MK-27, todos a sus puestos de combate. Hablaré brevemente con la tripulación, gracias Orozco’.

Acto seguido Kremsher tomó firmemente el micrófono y comenzó un claro mensaje, de un líder sin tapujos:

‘Buenas noches marineros. Buenas noches valientes compatriotas. Vamos a la guerra. La situación es difícil y desigual; Uds. Lo saben. Nuestro Simpson está herido; pero no así nuestro valor. Vamos a hundir mínimo a tres de ellos; si es preciso nos iremos al fondo con una sonrisa. Les pido valor y honor. ¡Viva Chile!’.

Inmediatamente, el eco del grito patriótico recorrió y fue repetido por los casi 80 bravos tripulantes.

7 de noviembre de 1978: ataque a Talcahuano

A las 430am de aquella tan triste mañana, la claridad matinal a esa hora en el Sur ya hablaba de otras latitudes. Los primeros en picar desde unos 4500 metros, fueron 2 cazabombarderos A4C Skyhawk de la FAA, que arrojaron sendas bombas tipo MK 117 [1] sobre los tanques de combustible naval ubicados en el área de San Vicente, al oeste de la península de Tumbes, donde se hallaba la ciudad de Talcahuano. El ataque había sido planeado casi a la perfección, las prácticas habían sido exhaustivas y hasta obsesivas. Cuatro oficiales habían sido relevados por errores de coordinación, en los entrenamientos de ataque en las bases de Espora y Tandil.

Segundos después, cuando ya los tanques de combustible comenzaron a bramar humos negros y blancos; otros 2 A4C de la FAA lanzaron cohetes ‘Zuni’ hacia los buques anclados en la Base Naval chilena, al otro lado de la península. Siguiendo a los A4 de la FAA, aparecieron 3 ‘A4-Q’ de la ARA que ahora con precisión arrojaron bombas antibuque contra los buques anclados o en los diques secos de la base. El débil fuego antiaéreo de los chilenos, de solo ametralladoras de 12.7 mm, no alcanzó ni a subir la adrenalina de los pilotos argentinos, que huyeron culpables pero indemnes. Los que si pagaron con algo de la culpa, fueron los ‘Mentor’ y Aermacchi MB-226 [2] navales, que segundos después terminaron el ataque aplastante, que destruyó a dos submarinos en dique seco, al destructor transporte de tropas ‘Riquelme’ y 3 patrulleras navales, además de haber dañado seriamente infraestructura naval y lo principal, el preciado combustible naval de la marina chilena.

El ataque a Talcahuano destruyó los submarinos chilenos ‘Hyatt’ y ‘Thomson’; armas letales de gran capacidad de fuego naval. En el informe final del ataque elevado por la FAA preocupó a Estado Mayor Conjunto, que no estuvo conforme con el resultado del ataque, puesto que el crucero ‘O’Higgins’ [3] no se hallaba en puerto; además, los aviones argentinos también informaron de un submarino sumergiéndose al momento del ataque. Probablemente, este fue el submarino SS22 ‘O’Brien’ en clara huida. Ahora los argentinos supieron como hecho cierto, que ambas unidades navales chilenas estarían operativas y potencialmente en zona de conflicto.

La primera baja de la guerra fue el Teniente de Corbeta Pettirozi, quien fuera derribado por fuego antiaéreo chileno, cayendo su avión ‘Mentor’ en las heladas aguas del Pacífico. Pettirozi murió de hipotermia, según el informe chileno.

En las próximas horas, durante los días siguientes, la FAA, atacaría duramente a todas las bases de la FACh, incluyendo aeródromos secundarios; desde Santiago hacia el Sur. Para ello emplearía toda su fuerza, incluyendo aviones ‘Mirage’, ‘Dagger’, ‘Canberra’ y ‘Skyhawk’. Durante los ataques; la FAA perdió solo 5 ‘Skyhawk’ y 1 ‘Canberra’; pero asimismo, destruyó todos los objetivos asignados para la primera semana de guerra.

En un inicio; los ‘Hawker Hunter’ y pocos F5 ‘Freedom Fighter’ que la FACh despachó desde ‘Cerro Moreno’ como interceptores contra los aviones argentinos que atacaron las pistas de Santiago y Valparaíso llegaron tarde debido a la distancia de vuelo, siendo totalmente inefectivas sus misiones. Además, la FACh, mayoritariamente, no se adentró en territorio argentino de manera ofensiva. Por una cuestión de supervivencia, la Fuerza Aérea Chilena; luego de haber perdido todas sus bases del centro y sur, y al no recibir ataque argentinos en el norte; decidió preservar sus ‘F5’ y ‘Hawker’ en el lejano norte, para un seguro ataque peruano-boliviano que se venía.

Cielos de Tierra del Fuego

Hacia las 11 de la mañana del 7 de noviembre, y ya habiendo comenzado las hostilidades; los 8 aviones ‘Hawker Hunter’ chilenos, del grupo ‘Panteras Negras’ fue ordenado por la comandancia de la FACh a despegar, con máximo combustible y armados con bombas antibuque y cohetes; al efecto de atacar buques argentinos en la zona de conflicto. La FACh al conocer el ataque de Talcahuano comenzó a movilizar sus unidades aéreas a rutas pavimentadas o aeródromos ocultos.

Los ‘Hunter’ se dirigieron a 500 nudos hacia la zona del Beagle, despegando desde Chabunco, Punta Arenas. El objetivo era atacar la flota argentina en el área de las Wollaston.

Los Panteras Negras fueron detectados brevemente por el radar de Río Gallegos, y luego confirmados por el radar de Río Grande. En minutos cazas ‘Sabre’ y ‘Mirage’, argentinos, con base en ‘Gallegos’ corrieron a interceptar a los aviones chilenos.

El resultado fue el esperado; los ‘Hunter’ no iban armados con misiles aire-aire; estando solo preparados para atacar buques. Desde las alturas los ‘Sabre’ picaron disparando sus ametralladoras de 12.7 mm y desde unos 2000 metros de altura; los ‘Mirage’ dispararon sus misiles ‘Shafir’. El resultado del ataque sorpresa fue una masacre. En la primera barrida de misiles y ametralladoras; 4 ‘Hunter’ explotaron en el aire. Los 4 restantes ‘Hunter’ soltaron sus bombas y cohetes; así como su combustible y tomaron altura. Ya a 9000 metros, entre maniobras evasivas; los bien preparados pilotos chilenos, pudieron derribar 4 ‘Sabre’ de la FAA e incluso dañar un ‘Mirage’ que tardo demasiado en virar cuando lo perseguía un demasiado maniobrable ‘Hunter’.

Pasados los minutos; todos los aviones chilenos fueron derribados. Los chilenos pelearon hasta lo último. Los interceptores de la FAA volvieron lastimados a su base.

De ahora en más la superioridad aérea en el Sur Austral, sería absolutamente argentina. La FACh no movilizo un solo avión más hacia el Sur, a fin de no descuidar por sobre todo la amenaza Peruano-boliviana.

Murciélagos

Justo cuando a la tarde, el grupo ‘Lima’ de la FAA, compuesto por 10 ‘Skyhawk’, 4 Mirage III y 3 bombarderos Canberra comenzaba sus pasadas por las bases de la FACh de Pudahuel, Cerrillos y El Bosque; con el objetivo de destruir hangares, aeronaves y lo más importante las pistas; el ataque argentino encontró pocos aviones en tierra, destruyendo solo 2 Vampire, 16 ‘Tweet Bird’, 5 ‘Mentor’ y 10 viejos ‘A-26’. Lo más importante fue el bombardeo e inutilización de las pistas mencionadas.

La FAA no perdió un solo avión en dichos ataques; pero para sorpresa de todos; 8 aviones tipo ‘Vampire’ de la FACh, que se suponían ya retirados; atacaron en reprimenda y por sorpresa la base del Plumerillo’, con bombas de 225 kg y cohetes, destruyendo 5 aviones ‘Morane Saulonier’ en tierra.

Posteriormente, los 8 ‘Vampire’ fueron derribados por ‘Dagger’ de la FAA, cuando estos regresaban de su incursión mendocina.

7 de noviembre de 1978: SS22 O’Brien

Desde el interior del submarino chileno, bajo las profundidades del Pacífico; a unos 5 kilómetros de la ahora destruida base naval de Talcahuano, el Capitán de Navío Rodolfo Alemparte (h) observó con odio e impotencia el ataque argentino. La humareda marcó el desastre y pintó una clara tragedia. El primer combate de la guerra había sido una clara victoria para Argentina, y el Capitán Alemparte lo incorporó con dolor doble: dolor como nacional chileno, y también dolor por el resentimiento visceral hacia los argentinos. En su necesaria huida hacia las profundidades, Alemparte sintió ante todo, impotencia. Se sintió un espectador atado a una silla y amordazado por las circunstancias.

Luego recorrer todo el horizonte con el periscopio, Alemparte, dio su última orden seca:

‘Profundidad 150, máxima velocidad, todo hacia mar abierto’.

Rodolfo visualizó con el periscopio a unos 2 aviones argentinos dirigiéndose hacia su posición. El Capitán chileno no quiso arriesgar nada, y por ello ordenó que el submarino hiciera lo que mejor sabía hacer: desaparecer bajo las azules aguas del océano Pacífico.

En silencio, Rodolfo Alemparte, caminó por un pasillo incómodamente estrecho del longilíneo submarino, con una cara casi de estatua; haciendo la venia a sus hombres que inevitablemente se cruzaban a su paso a través del buque. Con miradas cortas, pero profundas, sus hombres parecieron hacerle miles de preguntas.

Aquel día, Alemparte no encontró aun respuestas. Ya en su camarote, y en máxima soledad, habló con el segundo a cargo, el Capitán de Corbeta Vidal; a quien le dio la orden de que no se lo moleste hasta llegar al punto de reabastecimiento, miles de kilómetros al sur. En el silencio del opaco camarote para oficiales, Alemparte abrió su vieja biblia, y como todos los días luego de leerla sollozó pidiendo explicaciones a un cielo por ahora demasiado lejano. Alemparte era el único familiar que se había convertido en ‘evangelista’; de entre tanto otro miembros familiares con formación y cultura ciertamente católica.

El ‘O’Brien’ comenzó a navegar en silencio, en un navegar limitado a dos tercios de su velocidad máxima, al igual que su profundidad de operación. El navío, se había escapado de su turno de mantenimiento en dique seco; por lo tanto, sus capacidades de combate y operatividad se verían de ahora en más limitadas.

 Capitulo 9. La batalla del Mar de Drake

Este triunfo y cien más serán insignificantes sino dominamos el Mar.

Advertencia del General Bernardo O’Higgins al pueblo chileno luego de la batalla de Chacabuco.

Media mañana, 8 de noviembre: Artillería costera, Isla Hermite

El suboficial Ojeda, en su posición en la batería costera en Hermite, fue el primero en divisar a la ‘división acero’ a unos 14 kilómetros de distancia. El viento helado, ahora se estaba convirtiendo en una nevisca salada, que irritaba los ojos de los observadores de la Armada Argentina. El horizonte estaba tapizado de nubes y el ondulado océano hacia aparecer y desaparecer los buques chilenos que avanzaban decidida y furiosamente hacia las Wollaston.

Al recibir la información, el Capitán Bonomí, que también había recibido por radio el movimiento de la flota chilena, ordenó alerta máxima y atacar a los blancos más grandes. Luego de su primera orden en apuro, Bonomí, también comunicó a su radio-operador con una voz vivaz:

‘Solicite apoyo aéreo, avise a las otras baterías, y al ‘Belgrano’, inmediatamente’. El crucero ARA ‘Belgrano’ comenzó a preparar sus 15 y letales cañones navales de 152 mm, con un alcance mayor a los 20 km.

La isla que escupió fuego.

Justo cuando el Comodoro chileno José Juan Kross, ordenó fuego desde el ‘Latorre’; una simple andanada sin objetivo ni propósito hacia la Isla Hermite, a los efectos de provocar a sus ocupantes; la isla Hermite misma pareció cubrirse se llamas. 17 cañones argentinos dispararon a mansalva, 15 del crucero ‘ARA Belgrano’, que se hallaba al norte de la Isla, anclado y protegido; y dos de la posición de los obuses tipo ‘Schneider’ bajo el comando de Bonomí, primo hermano y amigo del mismo Kross.

Los proyectiles parecieron desafiar y también faltarle el respeto al viento polar; volaron a sus blancos grises, allá hacia el también gris horizonte.

De la primera andanada de 17 proyectiles argentinos; 2 hicieron impacto, el primero destruyendo parte de la proa y completamente la torreta doble de proa de 150 mm del ‘Latorre’, y el segundo, mucho más drásticamente, en el puente de mando del destructor ‘Cochrane’, que detuvo su marcha en seco, al recibir un golpe directo en su pañol de municiones. Una segunda andanada argentina, no fue más benigna; a pesar de que los buques chilenos ya torcían su curso hacia el Sur; otros nuevos 17 proyectiles se elevaron elípticamente, para impactar nuevamente en el ‘Cochrane’, en el ‘Zenteno’, que también quedó paralizado en medio del combate, y en el crucero ‘Prat’, que, como macho campeón, siguió navegando a 25 nudos e indemne. Ante tanto fogonazo, los chilenos también dispararon, pero a ciegas, golpeando una trinchera en el centro de la isla Hermite, y matando a unos 12 infantes de Marina argentinos.

Dos golpes de gracia finales, vinieron uno desde el aire y otro desde el mar; pero desde la entrada oeste, entre las islas Hermite y Hoste; por donde se coló desde el norte la lancha torpedera ARA ‘Alakush’, que pasó por el único pasadizo sin minar hacia el Pasaje de Drake, lamiendo la costa este de la Isla Hoste, y finalmente descargando sus 4 torpedos antes de volver a su escondrijo en las Wollaston. De esos 4 torpedos disparados, uno terminó en un arrecife rocoso al norte de la Isla Hermite, levantando demasiada espuma, otro falló, otro no encontró blanco y el ultimo impactó en el timón del crucero ‘Latorre’ inutilizándolo por completo; que sin control comenzó a navegar humeante y casi como un fantasma directamente hacia el Sur la Isla Hermite.

Desde el aire; y entrando en vuelo rasante sobre el canal que separa la Isla Hermite y la Isla Hoste; 3 ‘A4-Q’, de la ARA, provenientes del ‘25 de Mayo’; lanzaron sendos cohetes tipo ‘Zuni’, impactando en los ya humeantes ‘Cochrane’ y ‘Zenteno’. Otro cohete pegó en la zona de las chimeneas del ‘Prat’, que ahora también comenzó a vomitar humo, pero sin dañar gravemente al coloso chileno. Otros 3 ‘Skyhawk’ ‘A4-Q’ navales también lanzaron bombas antibuque terminando con los dos destructores y averiando seriamente al destructor ‘Blanco Encalada’; que comenzó a navegar tocado hacia el oeste; seguramente buscando refugio en los fiordos del Drake.

El comandante del ‘Prat’, el Vicealmirante Bresser Gómez, ordenó a su buque alejarse de las Wollaston haciendo ahora forzados 20 nudos hacia el Sur, previo el disparo de varias salvas fumígenas que cubrieron su huida, junto con el destructor ‘Portales’, el único buque chileno que no había sido tocado aún. Bresser Gómez, mantuvo la máxima velocidad posible, y su idea fue la de realizar un círculo y penetrar por el Sur y por la entrada al este de las Wollaston e islotes; hacia la Bahía Nassau, donde atacaría con todo a los intrusos argentinos.

El Vicealmirante Bresser Gómez, miró un cuadro del héroe chileno Arturo Prat; en el puente de mando del buque bajo su comando y del mismo nombre. Los ojos del valientísimo Capitán Prat parecieron despertar una valentía absoluta y bien chilena, en el comandante del ‘Prat’; que con mirada de depredador habló por el micrófono de mando, inundando el buque con su recia vos:

Señores, esto recién empieza. Aquí vinimos a defender la patria. Lo haremos con todo. Haremos honor a este buque y al héroe que le diera el nombre’. De todas las cubiertas del ‘Prat’, esta vez surgió un menos serio ‘Viva Chile mierda’, que compitió con el rugido de los mares australes. Bresser Gómez, en su precaria simpatía, y con una mueca dura y parcial; sonrió por milésimas de segundo. Minutos después, del Vicealmirante, se encerraría en su camarote donde rezo por los fallecidos, entre ellos; su hijo Mauricio, tripulante del destructor ‘Cochrane’. En su interior Bresser Gómez, vio con claridad, que el destino celestial de su hijo era el Cielo; El Capitán Mauricio Bresser Gómez había muerto dando la vida por el prójimo, por su Patria, un camino seguro y directo al descanso eterno.

11 am, 8 de noviembre: enfrentando a la División Bronce

Una hora y media luego de haber detectado la división acero; el ‘Santiago del Estero’ todavía no pudo acortar distancias con sus presas, el lento submarino construido durante la segunda guerra mundial, seguía siendo demasiado lento para alcanzar buques de guerra en superficie a máxima velocidad; de modo tal, que la División Acero, se le escapó de las manos al ‘Santiago del Estero’ en poco tiempo.

Arriba el mar se estaba empezando a picar, creando ruidos de mar gruesa lo que disminuía la posible detección vía sonar. ‘Señor, escucho ruidos de explosiones tenues hacia el este, el rendimiento del sonar no es bueno; 10 a 20 km de distancia. Explosiones superficiales… Fuertes explosiones’, informó el Capitán de Corbeta Guede al Capitán Etchart, que demasiado ocupado estudiaba una carta de profundidad del Pasaje de Drake y zonas aledañas. ‘Gracias Guede, espero que sean ellos los que están explotando; llévelo a la superficie para ver que hay’; contestó el comandante del navío argentino.

Ya en superficie, el periscopio fue tomado por el Capitán Etchart, que entre las olas- montañas que subían y bajaban; limitando así su visibilidad. Justo, antes de sumergirse y de insultar a la nada por el bajo rendimiento del periscopio y el sonar; debido a la mar gruesa imperante; Etchart alcanzó a divisar con el periscopio un punto lejano acercándose rápidamente por los cielos, desde el sudoeste. ‘Todo abajo, un helicóptero. Mas buques chilenos en la zona, llévelo a 80 metros, máxima velocidad. Rápido’, gritó Etchart.

El Comandante del buque argentino, al ver el helicóptero que se acercaba a su posición, por una lógica básica y no necesariamente marina; con un simple y directo sentido de supervivencia, tomó la decisión más lógica ante la amenaza alada y letal que se acercaba rápidamente.

Veinte minutos después; el submarino argentino detectó otros buques chilenos en aproximación hacia el Cabo de Hornos. ‘Señor, detecto… buques tamaño medio… deben ser destructores, haciendo 25 nudos… Espere, otros buques detrás del primer grupo… navegando más lento… distancia más de 7 millas detrás del primero’. Informó el Capitán de Corbeta Marcelo Guede. ‘Bien…’; rascándose su barba con su mano derecha, ‘… suban a profundidad de periscopio, suban la antena, vamos a informar a la Armada de estos buques; tubos delanteros, 4 con los viejos M 14 y 2 con Mk 37, también carguen 2 Mk 37 en los de popa. Preparen solución para el primer grupo. Profundidad 40, llévelo lento’, ladró Etchart.

8 de noviembre: la división bronce se desparrama

Veinticinco minutos después y con ya con 6 torpedos en carrera hacia la escuadra chilena, disparados por el ‘ARA Santiago del Estero’, la división bronce; compuesta por los destructores ‘Williams’ y ‘Riveros’, más las fragatas ‘Condell’ y ‘Lynch’; los buques más modernos de la escuadra chilena; comenzaron a dispersarse al detectar a los torpedos argentinos; además de comenzar una búsqueda activa con todos sus medios del submarino atacante. Etchart, Capitán del ‘Santiago del Estero’ aulló con nerviosismo:

‘Máxima velocidad, hacia el norte, de nuevo a los fiordos, llévelo a 120 metros’.

De los 6 torpedos disparados por el ‘Santiago del Estero’, solo 3 impactaron en los buques chilenos. Un Mk 37 pegó en medio del casco de la ‘Condell’, inmovilizándola por completo y partiéndola al medio. Su gemela la ‘Lynch’ en un acto de caballerosidad y también riesgo detuvo sus motores colocándose a estribor, a fin de salvar a la tripulación de la ‘Condell’. Para desgracia del heroísmo naval de la historia de la humanidad; nada pudo detener al frío y calculador sensor de otro torpedo Mk 37 argentino que siguió navegando en aburridos círculos en búsqueda de presa fácil. Este torpedo, sin reconocer valentía en la fragata ‘Lynch’ que cubría y socorría a su gemela; también impactó en el centro del casco de dicho buque. El último torpedo del ataque del submarino argentino, un Mk 14, de corrida directa, alcanzó la proa del ‘Williams’, que emprendió rengueando su vuelta hacia el oeste, a unos 15 nudos de velocidad.

ARA Santiago del Estero: golpe y escape

En franca huida, el submarino argentino se arrastró bajo las profundidades del helado mar polar, haciendo a penas 8 nudos. ‘Señor tres explosiones, muchas corridas; y un buque acercándose a 25 nudos, distancia 6000 metros… Señor otras explosiones, varias explosiones… no son nuestros torpedos… alguien más ataca’, informó el sonarista Guede.

Arriba en la superficie, todo fue condena para los buques chilenos; 4 ‘Skyhawk’ navales aparecieron lanzando cohetes y descargando bombas antibuque; surgieron, desde nubes negras y grises en altura; que empezaban a cubrirlo todo. De nuevo los buques chilenos fueron impactados; para sellar su destino.

Los chilenos lucharon como leones, y en la desesperación alcanzaron a lanzar un misil antiaéreo ‘Sea Cat’ que dejó humeante a un avión argentino. El avión del piloto Poch; alcanzó con suerte las alturas de las Wollaston, donde se eyectó y cayó en territorio amigo; luego de un heladísimo chapuzón en la costa norte de la Isla Hermite, a escasos 40 metros de donde se hallaba el crucero ‘Belgrano’.

‘Llévelo a la cueva y ahí nos vamos abajo y esperamos’, ordenó con absoluta tranquilidad Etchart. El ‘ARA Santiago del Estero’, había practicado ya varias veces, el refugiarse en una suave cama de arena en el fondo del mar, a menos de un km al oeste de la Isla Henderson, entre esta y la Isla Morton. Allí posándose en el fondo del mar, podría desaparecer y esperar lo necesario hasta que los cazadores de la superficie se alejaren.

Luego de una búsqueda infructuosa de unas dos horas; donde el destructor ‘Riveros’ utilizó su sonar activo de búsqueda, mientras que dos helicópteros de la flota chilena dejaban caer cargas de profundidad Mk-11 a mansalva. El único aun buque indemne de la división bronce, el ‘Riveros’, se dirigió a toda máquina hacia el Sur, alejándose de las Islas hacia el área del Cabo de Hornos y del peligro, a toda máquina, con el fin de apoyar a la maltrecha ‘División de Acero’, gravemente golpeada.

Pasadas las horas, la fuerza aérea Argentina y la Aviación Naval, se vieron severamente limitadas por una serie de ventarrones, nubes bajas y un mar que elevaba sus olas a más de 4 metros en el área de Drake.

Llamas en el Drake

Desde la Isla Hermite, solo se festejó como un gol de Boca, el primer impacto en el ‘Latorre’; luego; con respeto la batería al mando de Bonomí, siguió el silencio profesional de su líder; de quien todos sabían, tenía parientes en la Escuadra Chilena.

El pasaje de Drake estaba cubierto de humo, hacia el oeste y a escasos 7 kilómetros, los destructores ‘Cochrane’ y ‘Zenteno’ vomitaban humo y fuego. Hacia el este, el humo blanco provocado por las efectivas granadas fumígenas [4] del ‘Prat’ ocultaba la huida del crucero insignia y su escolta, el destructor ‘Portales’.

Justo en frente de la batería costera de la Isla Hermite, Bonomí gritó sorprendido y olvidándose de su primo, amigo y comandante del crucero chileno:

‘Señores, el ‘Latorre’ se dirige hacia acá, herido, pero está virando para mostrar su popa, donde tiene armamento pesado. Preparen fuego inmediatamente’. Fue demasiada lenta la orden de Bonomí, el ‘Latorre’ disparó con sus torretas dobles de 150 mm en popa, y cuatro granadas cayeron sobre una de las posiciones de artillería naval argentina, dejando humo y un cráter sin vida. El mismo Bonomí quedó ciego y sordo por un tiempo y con una pierna rota, volviendo a repetir, con lo último que le quedaba de fuerza; la orden ‘Fuegoooo, se nos viene encima’.

Desde el puente de mando del ‘Latorre’ ahora a escasos 2000 metros de la costa, donde su Comodoro, Jose Kross, se mantenía aun de pie; se vio claramente el humo del impacto de la granada chilena sobre la posición argentina, y, además, como la Isla Hermite volvió a encenderse, ante el fuego de la batería costera argentina todavía indemne y del crucero ‘Belgrano’, que también vomitó fuego contra el crucero chileno.

El ‘Latorre’ pareció detenerse en seco, un proyectil de 155 mm y 3 de 152 mm, impactaron al unísono en el puente de mando y en la mitad del buque. El emblema naval chileno ahora quedó en silencio y casi sin vida. Un sinnúmero de explosiones en cadena terminaron con el buque que luego de encallar en los arrecifes al norte de la Isla Hermite, a escasos metros de la costa, comenzó a escorarse rápidamente. José Juan Kross dejó de existir como un héroe; y su primo hermano y amigo Pedro Bonomí, ahora lo sabía con total clarividencia. El mismo lo había visto volar por los aires, el mismo había dado la orden de disparo de su último obús ‘Schneider’ de 155 mm.

El Capitán Pedro Bonomí, inmediatamente, dejando escapar lagrimones de amor y odio, ordenó el alto del fuego y el rescate de los supervivientes; mientras el ‘Latorre’, encallado, agarrado a su tierra como rasguñando su tierra amada, aún se batía contra las olas que desde lejano Sur querían llevarse al buque, a su tumba en las profundidades del Océano.

Si bien la batalla del ‘Drake’ continuó millas más hacia el Sur y hacia el este. Helicópteros argentinos y varios buques, entre ellos los barreminas ‘Neuquén’, ‘Río Negro’ y ‘Formosa’, comenzaron a retirar supervivientes y cadáveres.

De los casi 2000 marineros chilenos embarcados, solo llegaron con vida a la Isla Wollaston, a donde se había establecido una precaria carpa-hospital, unos 300 chilenos. La muerte lo había copado todo, el fuego, el humo, el agua y por sobre todo las heladísimas aguas; poco habían perdonado.

El cuerpo de José Juan Kross nunca fue recuperado. El puente de mando del ‘Latorre’ fue incinerado por completo.

Su primo hermano y amigo; se retiró rengueando con muletas y con el pelo chamuscado hacia el norte de la Isla Hermite, donde en un punto de la costa y mirando hacia el norte, hacia el crucero ‘Belgrano’ que ahora parecía inocente y rodeado de gaviotas y skúas. Allí permaneció en silencio por más de una hora; recordando a su primo, sonriendo ante los recuerdos gratos de la juventud; y por sobre todo pidiendo explicaciones al Altísimo.

Ahora el clima Austral, como pregonando misericordia; comenzó a soplar y a encrespar el Mar, definitivamente agraviado por una disputa entre hermanos. Durante las siguientes horas, las operaciones desde el portaviones ’25 de Mayo’ se verían restringidas debido el oleaje, a pesar de estar bien resguardado su integridad, al norte de la Isla de Los Estados.

Pasado el mediodía del 8 de noviembre: más hombres el agua

El submarino ‘ARA Santa Fe’, que navegaba a 10 km al oeste de la Isla Waterman en Bahía Cook, también recibió órdenes, al igual que todos los submarinos argentinos operando en el área; el ‘ARA San Luis’, en la Boca del estrecho de Magallanes y Río Grande; ‘ARA Salta’, en Bahía Nassau y ‘ARA Santiago del Estero’, entre falso Cabo de Hornos y Bahía Cook. La orden recibida por los submarinos argentinos decía: ‘atacar cualquier buque chileno en el área, ya sea militar o de apoyo naval’.

El ‘ARA Santa Fe’, el submarino argentino más adentrado en territorio enemigo; fue el primero en comunicar, días atrás, a la ARA de los movimientos de los buques chilenos, particularmente, de la división bronce y acero; cuando entraron y salieron de sus refugios en los inescrutables fiordos chilenos.

Ahora el ‘Santa Fe’, al quedar un poco rezagado del entrevero naval en el área de Hornos; salió a mar abierto en búsqueda de contactos. Allí, a unos 7 km al sur de su posición, detectó a los destructores-transporte ‘Serrano’ y ‘Orella’, que junto a la barcaza de transporte de tropas ‘Hemmerdinger’ se dirigía toda máquina hacia el ‘Cabo de Hornos’, transportando tropas.

En un ataque casi perfecto, el ‘Santa Fe’ disparó 4 torpedos Mk 14 y 2 Mk 37; de los cuales 2 impactaron en dos buques chilenos, el ‘Hemmerdinger’ y el ‘Serrano’. El ‘Orella’, también recibió un impacto, pero no de torpedo, sino de un misil ‘Exocet’; lanzado diez minutos después, por la corbeta ‘ARA Guerrico’ que apareció por sorpresa total desde el Sur, disparando a más de 30 kilómetros de distancia un misil antibuque, para luego, volver a alejarse en dirección hacia el Polo.

La ‘Guerrico’, que operaba inicialmente con el ‘GT1 [5]’; como escolta del portaviones argentino; tuvo la orden estricta de navegar subrepticiamente desde la Isla de los Estados, hacia el Sur, para luego retomar hacia el oeste a una distancia de 50 km al sur del Cabo de Hornos con su radar apagado, para volver hacia el norte y atrapar en maniobra pinza, a cualquier buque de la armada chilena navegando en el Pasaje de Drake. La ventaja de la ‘Guerrico’, era no solo sus letales misiles ‘Exocet’, sino también su bajísimo perfil al radar, que la hacía casi indetectable hasta los 15 kilómetros de distancia desde un radar embarcado.

Como ángeles de la guarda; unos 4 buques transandinos salieron de sus refugios en los fiordos, y comenzaron el rescate de los abundantes marineros chilenos en peligro de muerte. El ‘ARA Santa Fe’ permaneció observante y distante a una distancia de 5 km de los eventos. En sus adentros, el Capitán González Moreno, comandante del ‘Santa Fe’ observó con su periscopio las tareas de rescate, mientras comunicaba por radio los eventos, por radio abierta y poniendo en peligro su propia embarcación; a fin de solicitar auxilio inmediato.

El ‘Santa Fe’, finalmente se vio obligado a abandonar el área, perseguido por la corbeta ‘Papudo’, que valientemente trato de espolonear su periscopio, además de arrojarle cargas de profundidad.

Después de aquel evento, en que el ‘Santa Fe’ quedó averiado y por lo tanto terminó su cacería en los mares australes; dos cargas de profundidad de la ‘Papudo’ explotaron más cerca de lo deseado de su proa. El ahora herido sumergible argentino, comenzó su lento y largo retorno hacia Río Gallegos; su primera parada antes de llegar a Mar del Plata; a donde evaluarían los dañó profundamente.



[1] Bomba de propósito general de origen norteamericano, de 340 kg.

[2] Avión de entrenamiento y ataque a tierra operado por la ARA. La Marina Argentina operaba 12 de estos aparatos.

[3] Crucero de la clase Brooklyn, de origen norteamericano. De la misma clase que el ‘Prat’, y los ARA ‘Belgrano’ y ‘9 de Julio’.

[4] Ingenio militar por el cual se produce humo y cubre la huida y/o maniobra.

[5] Grupo de Tareas número 1.




Libro Sur en llamas

Formato: ebook.
Autor: Peter J. Bush
‘Sur en llamas’ es una novela de ficción histórica sobre el conflicto del Beagle de 1978. Una guerra entre países hermanos, donde familias unidas por el amor se dividen para defender sus propias banderas.


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sábado, 7 de junio de 2025

Libro: Extracto del libro "Hermano contra hermano" (Peter J. Bush)


Hermano contra hermano

por Peter J. Bush 


Hermano contra hermano es, probablemente, una historia paralela a la ficción histórica de Sudamérica, o también un retrato de lo que pudo pasar o podría llegar a pasar.

La obra puede ser considerada un techno-thriller lleno de descripciones tecnológicas, geográficas y, lo más importante, humanas e históricas.

Los personajes son verdaderos estereotipos sacados de los lugares mismos de la acción.

El libro mantiene buen ritmo y adrenalina, y permite al lector la pausa necesaria para la meditación y la imaginación.
 

 

Usurpación aérea

Para la mayoría de los hombres la guerra es el fin de la soledad. Para mí es la soledad infinita.

Albert Camus

Estancia La Ventosa, Tierra del Fuego

Era ya la tercera vez en el mes que don Luciano Sarastegui, encargado y dueño de la Estancia La Ventosa, ubicada a unos setenta y cinco kilómetros al noroeste de Río Grande, provincia de Tierra del Fuego, se espantaba hasta la taquicardia por el increíble ruido de los Mirage Pantera chilenos, que rompían la barrera del sonido sobre su propiedad. “Otra vez los chilotes, tus compatriotas”, dijo don Luciano al joven mensual Diego Ibáñez, trabajador oriundo de Puerto Montt, Chile. “Sí, son los milicos, que no tienen nada que hacer aquí en el sur”, contestó Diego, mientras encerraba las ovejas en un corralón para que pasaran a resguardo la fría y ventosa noche.

Saliendo de la casa principal, apuradas y a los gritos, dos mujeres alcanzaron a ver dos puntos que se alejaban velozmente hacia el oeste. “Son los chilenos otra vez”, gritó Marisol Errondo, un poco asustada y también enojada por el espantoso estruendo, que en cierta manera tapaba el silbido del viento, que era un sonido respetuoso al oído de los fueguinos. Al mismo tiempo, miró ofuscada a su novio, Diego Ibáñez, que trabajaba a pocos metros de allí, y que parecía cargar sobre sus espaldas con toda la responsabilidad del asunto.

Las pasadas rasantes de los cazas chilenos no solo asustaban a los trabajadores en suelo argentino, sino que ya varias veces habían provocado que las ovejas aplastaran a un corderito recién nacido o que incluso rompieran el remendado cerco de madera del corral principal.

Además, esos juegos aéreos representaban una clara violación del espacio aéreo argentino.

Don Luciano esa vez se propuso llevar el tema a las autoridades de Río Grande. Primeramente, hablaría por teléfono con su amigo personal, el capitán de fragata Hugo Kempel, comandante de la BIM5 [1], brigada que estaba ubicada en esa zona. Ambos habían sido compañeros en el colegio Don Bosco de la Orden Salesiana de Río Grande.

A pesar de que Kempel había optado por las Fuerzas Armadas como carrera y vocación, su carácter se había rendido a los grises de la política más que al crudo campo de batalla. Kempel había peleado en Malvinas y había perdido allí a cinco de sus mejores amigos. Por su lado, don Luciano no dio tregua a su carácter decisivo y allí, en su estancia, alejado de los grises políticos, forjó un imparable deseo de trabajar y progresar, como si hubiera sido tallado por el incansable viento polar.

Para su desconcierto, Kempel le contestó que las pasadas de los Pantera chilenos eran rutinarios, y que el hecho había sido informado a Buenos Aires meses atrás. Las autoridades argentinas habían estado siguiendo esos vuelos ilegales a través de la estación de radar en el aeropuerto de Río Grande, y más precisamente mediante el nuevo sistema chino de detección de vuelos rasantes, YLC-6 [2], comprado a China un año atrás. El sistema había sido trasladado a Tierra del Fuego por la Fuerza Aérea, ante el pedido del mismísimo Kempel. La idea era compilar pruebas suficientes para que Buenos Aires tuviera peso en su potencial pedido diplomático a Santiago. “¡Pero, che! ¿Qué están esperando entonces? ¿Que nos tiren bombas?”, dijo don Luciano a Kempel, quien, con la cabeza baja, contestó: “Perdóname, Colorado, tengo las manos atadas, aunque no lo creas”. “Muy bien, llevaré esto a la prensa yo mismo, ¡no puede ser! Estos chilotes ya me mataron dos corderitos y me rompieron un corral, ¿y todo para qué? Para que esos pendejos de la Fuerza Aérea se sientan más viriles…”, replicó don Luciano.

Pantera

A la mañana siguiente, el viento hacía saltar las dos aeronaves como si fuesen por un camino de tierra. Vistos desde arriba, el gris hacía que los Pantera se confundieran completamente con el paisaje casi incoloro de la parte norte del Tierra del Fuego. “Rojo Bravo a Rojo Charlie, iniciando vuelo rasante y mach, ¿me sigue?”, dijo el alférez Pérez a su compañero, el Chelito Yáñez, que lo seguía solo dos mil metros atrás. “Afirmativo”, confirmó Yáñez.

El viento polar soplaba del sudeste a unos ochenta kilómetros por hora, exactamente en el sentido opuesto donde se ubicaba la puerta principal del chalet de don Luciano.

Estancia La Ventosa, Tierra del Fuego

Como todas las mañanas, don Luciano abrió la puerta a las cuatro y cuarto, cargando esta vez envases de vidrio vacíos, que esperaba llevar a Río Grande esa tarde. Simplemente, no los vio venir; los dos Pantera volaban a más de Mach 1,2 y venían del noroeste. La explosión de sonido provocó que el gaucho tirara todas las botellas al piso de cemento de su galería, además de hacer reventar literalmente el vidrio principal del ventanal. Era habitual que el viento entrara y saliera apresurado como un ladrón, pero esta vez lo hacía como dueño de casa. Segundos después, los gritos de reproche de su mujer acabaron con su paciencia. Ahora sí hablaría con la prensa.

Dos días después, cuatro periodistas, dos internacionales, uno de un diario local y otro del diario Clarín, llegaron a La Ventosa en un descolorido Land Rover.

Luis Trucco, periodista del medio porteño, fue el que sufrió la bienvenida patagónica. Al abrir distraídamente la puerta del vehículo y mirar a don Luciano con la intención de saludarlo, fue duramente golpeado por la puerta, que se bamboleó como si fuera de papel. “¡Cuidado con la puerta!”, dijo tardíamente don Luciano. Luis había sufrido las consecuencias de las famosas ráfagas patagónicas.

Un cordero asado a la manera local y un buen vino tinto sirvieron para contrarrestar la no muy amigable bienvenida del viento incesante. Aquella noche, los periodistas durmieron gracias al vino y al cordero, pero fueron despertados por el zumbido y los crujidos producidos por el viento, que nunca dormía en aquellas latitudes.

Como todas las noches, en un galpón lleno de fardos, semilla y herramientas de trabajo, a unos cincuenta metros de la casa principal de donde dormían los patrones y los periodistas invitados, Diego y Marisol se juntaron amorosamente a matear, mirar el cielo y a simplemente hablar de la vida en común que estaban planeando.

Medios

El documental fue grabado y editado en pocos días. Canal 9 puso por primera vez los hechos en el aire, seguido por CNN y Al Jazeera, todo esto ante la sorpresa del Gobierno argentino. Un titular de tono amarillista en Clarín decía: “Se despierta un viejo conflicto con Chile”. La noticia del diario de tirada nacional, además, publicaba la historia completa de don Luciano, e incluía fotos y un informe acabado de la modernísima base aérea de la Fuerza Aérea chilena en Punta Arenas.

La Cancillería argentina no tuvo otra opción que la de enviar un comunicado oficial a la República de Chile, que decía así: “El Gobierno argentino solicita a la hermana República de Chile que cese vuelos violatorios de la soberanía argentina sobre el espacio aéreo de la Isla de Tierra del Fuego. Nuestro pedido se basa en pruebas fehacientes, y esperamos el Gobierno chileno actúe de conformidad”.

Horas después, el Gobierno transandino contestó con celeridad informando que se tomarían “todas las medidas necesarias”.



Estancia La Ventosa, Tierra del Fuego

Dos días después, don Luciano llamó de nuevo a su amigo Kempel. “Los vuelos no han cesado, Hugo, ¿qué hacemos?”. Esta vez, dos Pantera y un F-16 habían volado rápido y más bajo que nunca.

Relaciones Exteriores

El segundo mensaje de la Cancillería argentina, con copia a las Naciones Unidas, no tardó más de cinco horas en llegar. Corto, simple y directo: “Referencia: Mirage Pantera volando sobre suelo argentino. Ante la evidencia y queja formal interpuesta días atrás al Gobierno chileno y la falta de acción de su parte, el Gobierno argentino se reserva el derecho de defender su soberanía ejerciendo los medios necesarios para ese fin”.

Estancia La Ventosa, Tierra del Fuego

Dos horas después, una vieja pero fiel camioneta Ford F 150 gasolera perteneciente a la Infantería de Marina argentina, llegó a los saltos por el intransitable camino de ripio hacia La Ventosa. El vehículo transportaba a seis infantes de marina, visores infrarrojos, equipos de comunicaciones y dos lanzadores de misiles antiaéreos portátiles de fabricación rusa (SAM -24) [3] .

En otro encuentro nocturno entre Marisol y el chileno Diego Ibáñez, la presencia de soldados argentinos había desatado una controversia de carácter hasta natural entre los dos enamorados. “¿Para qué más milicos? Pucha, ¿qué hacen estos milicos aquí?”, dijo alterado Diego. Marisol, quien se hallaba recostada junto a él sobre una manta en una parva de fardos, contestó con amor: “Chilenito, estamos en Argentina, es mejor que haya soldados argentinos y no chilenos. Hoy también te quejaste cuando viste volar a los aviones de tus compatriotas. Es solo un poco más de lo mismo”.

Un silencio interrumpido solo por el viento constante y una sonrisa de Diego pareció contestar todo. “Diego, ¿qué pasaría si hubiese una guerra? ¿Qué sería de nosotros?”, dijo Marisol. “No sé, Mari, no sé, sería terrible. Yo tengo hermanos en la base Chabunco”, contestó apesadumbrado Diego Ibáñez.

El silencio volvió y las estrellas, que anunciaban helada, terminaron de separar a los enamorados, al menos por otra noche.

Un día después, a media mañana, los infantes de marina, ya parapetados y cubiertos con una red de camuflaje, tuvieron que cortar la mateada, que los mantenía despiertos y calientes. La radio del capitán Girado abrió el juego: “Alerta. Alerta. Chino informa. Dos pájaros NO [4]. Tiempo: cinco minutos”. Girado, inmediatamente, ordenó: “Preparen fuego”.

Pantera

La soberbia e inflada confianza de los pilotos chilenos fue su peor enemigo, quizás Yáñez y su compañero habían visto y ahora estaban encarnando en sus propias fantasías la película Top Gun, donde Tom Cruise personifica a un rebelde y un poco desprolijo piloto de un caza F-14 Tomcat durante la Guerra Fría.

El Pantera 2 alcanzó a ver uno de los fogonazos provocados por el lanzamiento del pequeño misil. A pesar de ello, no estuvo seguro de su origen y causa. La verdad era que nunca se hubiera imaginado que los argentinos abrirían fuego con armas antiaéreas. Los misiles Grinch [5] no dejaban estela de humo una vez lanzados, eran muy difíciles de detectar a simple vista.

La duda de un piloto en vuelo, por mínima que fuera para un hombre en tierra firme, significaba una muerte segura en el siempre indómito reino del aire. Los tiempos de reacción para un piloto de guerra son cien veces más rápidos que los de un terrestre común.

La aeronave perseguida viró bruscamente a la izquierda, y justo cuando estaba por tirar un señuelo de calor, el misil de origen ruso explotó y envió esquirlas a su aleta de cola. El Pantera se alejó herido y dubitativo. Vibraciones, otro giro para la izquierda y un último giro para la derecha condenaron a aquel caza diseñado por Francia durante los años cincuenta. A pesar de todo, el piloto alcanzó a eyectarse en territorio chileno.

Solo el orgullo de mármol del escuadrón, puro y blanco pero estancado, había sido tocado. El paracaídas del piloto derribado aterrizó sin problema cerca de las aguas heladas del Estrecho de Magallanes. Los vientos, indomables para cualquier soldado, sin importar su nacionalidad, habían empujado peligrosamente más de veinte kilómetros cerca de las aguas del estrecho, al joven piloto de la FACh. Yáñez, ya recuperado, cruzó la frontera rengueando y fue recuperado veinte minutos después por un helicóptero de rescate de su base de origen.

Base Chabunco, Punta Arenas

Al recibir la noticia del destino del piloto Yáñez, el comandante Raúl Miralles, jefe de la Base Aérea Chabunco, en Punta Arenas, puso a todo su destacamento en alerta máxima. El radar fue potencializado, lo que aumentó su alcance de detección al máximo, los sistemas antiaéreos fueron activados e inmediatamente unos cuatro F-16 y seis Pantera volaron como avispas alrededor de un panal, pero esta vez, siempre sobre territorio chileno.

Menos de una hora después, el comandante de la base chilena recibió una llamada directa del presidente Barros Gómez, quien le pedía explicaciones y calma. Miralles, ya en su despacho y a solas, tomándose la cabeza como queriendo agarrar su resentimiento, su orgullo y su venganza, se dijo: “Estos argentinos culeados me van a pagar hasta la última monea”.

Relaciones Exteriores

Veinticuatro horas después, un comunicado oficial chileno sentenció: “El ataque argentino a una aeronave chilena que volaba sobre territorio chileno constituyó una clara violación a las normas del Derecho Internacional”.

Cuarenta y cinco minutos después, su contraparte argentino respondió: “El hecho ocurrió sobre territorio nacional argentino y, asimismo, constituyó un acto de defensa ante las reiteradas intromisiones de la FACh en el espacio aéreo argentino. La Nación Argentina acompaña en su dolor al piloto derribado y a su familia, esperando que estos hechos no se vuelvan a repetir”. La realidad era que el Gobierno argentino desconocía el paradero del piloto.

La Cancillería argentina mandó documentos y evidencia a las Naciones Unidas y a la OEA [6]. En el mismo sentido, envío documentos, pruebas y demás evidencias a varios medios periodísticos internacionales. La SIDE [7] alcanzó incluso a subir un video en YouTube sobre los hechos, que fue publicado en varias versiones: español, inglés, árabe, chino e Hindú. Una obra maestra de inteligencia y gestión de información, en la que, en pocos minutos, la República de Chile fue pintada globalmente como un agresor indomable.

La segunda Guerra del Pacífico

Está prohibido matar, por lo tanto, todos los asesinos serán castigados, a no ser que maten muchos al son de las trompetas.

Voltaire

Entorno

Los ejércitos boliviano y peruano ya tenían estacionadas unas ocho mil tropas desde Iquique hasta la Cordillera. La coalición peruano-boliviana había creado una larga línea de defensa de trincheras desde el Pacífico hacia la Cordillera, compuestas de campos minados, pequeños pelotones antitanque y con morteros como primera línea defensiva. Tras la primera línea, se hallaban dos brigadas móviles mecanizadas, conformadas por tanques peruanos T55, blindados BRDM y tanques bolivianos Scorpion.

Arica, más al norte, mucho menos expuesta al esperado contraataque chileno, se encontraba calma y controlada por el ejército del general peruano Oribe Urdillera. Las poblaciones de ambas ciudades se hallaban en orden y bien vigiladas por las tropas extranjeras, el único problema habían sido los abusos a mujeres por parte de los ocupantes de Iquique. Esta cuestión incrementó el resentimiento del pueblo chileno y su ejército, que, a través de los medios, pedía la cabeza de los culpables. El alto mando peruano ejecutó a dos imputados, un cabo y un teniente, en la plaza principal de Iquique. Esto pareció calmar los ánimos, al menos por un tiempo.

El combate aéreo en los cielos del norte era parejo. Hasta el momento, la FACh había perdido dos F-5 y dos F-16, mientras que la FAP había perdido solo dos MIG-29 [8]. Ninguna nación había obtenido todavía el dominio total de los cielos.

La visita de la presidenta argentina a Brasil sorprendió a todos, lo mismo que su comunicado, esta vez redactado conjuntamente entre varias naciones, que una vez más fue enviado con copia a la prensa mundial, a las Naciones Unidas y a la OEA. El público conoció el contenido de la estrategia de paz, promovida principalmente por Argentina y Brasil, una vez que la presidenta Kugler aterrizó en el aeroparque metropolitano en una noche de invierno lluviosa y con mucho viento.

Los pocos periodistas que salieron a la pista se fueron totalmente sorprendidos por la declaración y, también, mojados por el terrible aguacero. Varios gobiernos americanos habían condenado el ataque peruano-boliviano a Chile, además de insistir en el cese de acciones ofensivas chilenas a la Argentina.

Los Estados Unidos y algunos países europeos, todavía muy focalizados en la potencial crisis nuclear entre Israel e Irán, volvieron su mirada al Sur, al observar la expansión del conflicto. Su accionar quedó en la nada al ver como los países latinoamericanos y otras naciones ya habían tomado las riendas del asunto.

El comunicado conjunto, firmado por la presidenta Kugler y los presidentes de Brasil, Uruguay y Paraguay, decía: “La República Argentina, la República Federativa del Brasil, la República Oriental del Uruguay y la República del Paraguay condenan el ataque peruano-boliviano a tierras chilenas. Asimismo, se insiste en que la República de Chile deje la guerra ofensiva en contra de la República Argentina. A efectos de ejercitar nuestras voluntades unidas, nuestras naciones crearán un bloqueo aéreo militar a toda aeronave militar peruana o boliviana que vuele más allá del sur del paralelo 20. Para esto, se establecerá una base aérea en la ciudad de Jujuy, donde operarán aviones brasileros y de otras naciones, con apoyo argentino desde tierra”.

El bloqueo aéreo de la “alianza” terminó por restringir casi por completo los choques aéreos entre la FAP y la FACh. La Fuerza Aérea brasilera envió a Jujuy doce de sus recientemente adquiridos cazas Rafale y dos aviones de reabastecimiento KC-135, además de aviones de alerta temprana Embraer y unos trescientos paracaidistas. Los uruguayos enviaron ocho aviones de ataque a tierra Pucará IA58, y, finalmente, la FAA envió una brigada aerotransportada con equipo completo e instaló sistemas modernos de radares móviles y misiles Halcón 2 y SAM-11 para la defensa de la base.

Lo que aún sorprendió más a todos fue que Australia y China también enviaron apoyo aéreo, a fin de defender sus intereses mineros en el norte de Chile y de la Argentina. El aeropuerto de El Cadillal estaba atosigado de tropas y aeronaves, entre ellos seis cazas Hornet F-18 y un avión de alerta temprana Wedgetail [9] australianos y seis interceptores Shenyang J-11 chinos.

A partir de ese momento, dos aviones “radar” volaban en línea recta entre el Pacífico y el pueblo de Rinconada, en Jujuy. Cada avión de alerta temprano iba acompañado por tres interceptores de primera línea.

En el Pacífico la cuestión era totalmente distinta, como repitiendo la sangrienta Guerra del Pacífico, al final de 1800. Ambas Marinas, la chilena y la peruana, parecían guiadas a una confrontación indefectible por los héroes ya muertos, que hablaban desde los libros de historia a los tripulantes actuales de los buques de guerra.

Disfrazado de submarino

El primer buque chileno en llegar a la altura de Iquique fue el submarino tipo Scorpene, SS24 Manuel Rodríguez, que, tal como el nombre del héroe escurridizo indicaba, llevó a cabo el primer golpe salvaje a la Armada peruana.

Durante la Independencia chilena, Manuel Rodríguez fue un héroe distinto no solo por ser pujante, sino por ser activista en contra de la Corona hispánica, pero, más aún, se caracterizó por aparecer siempre en situaciones disímiles y usualmente utilizando disfraces para acrecentar el nivel de sorpresa en el enemigo. Cuenta la historia que, alguna vez, durante la época de la lucha por la Independencia, llegó incluso a presentarse disfrazado de mendigo frente su perseguidor, el mismísimo gobernador español Marcó del Pont.

 

BAP Crucero Almirante Grau

El viejo BAP Almirante Grau, buque estandarte de la marina peruana, se dirigía de vuelta a su base en El Callao, Perú, junto con una fuerte escolta compuesta por tres fragatas tipo Lupo: la BAP Montero, la BAP Carvajal y la BAP Villavicencio. Del mismo modo, aviones antisubmarinos patrullaban el área en búsqueda de navíos y sumergibles enemigos. El convoy navegaba demasiado cerca de la costa y bastante rápido, a unos veinticinco nudos. Ciertamente, cerca de la costa, el ruido de las rompientes y la menor profundidad daban menos chances para el ataque de un submarino. Además, la geografía costera también creaba imágenes falsas para los misiles antibuque disparados por los chilenos contra los buques de la BAP.

Disfrazado de submarino 2

Sin embargo, estas estrategias disuasivas no hicieron mella en el submarino chileno SS24 Manuel Rodríguez, que navegaba silenciosamente a unos quince kilómetros al oeste del convoy y a unos ciento veinte metros de profundidad.

Media hora antes, un avión CASA C-295 de la Armada chilena había detectado y comunicado la presencia del convoy peruano al submarino chileno, que se aproximaba como un depredador letal y sediento de sangre hacia sus presas.


Ya bajo el Pacífico azul, el capitán de fragata Javier Prat, descendiente directo del legendario capitán Prat, héroe de la Guerra del Pacífico, ordenó: “Profundidad de periscopio: veinte nudos. Carguen tubos uno a seis con torpedos. Preparen para disparar”. Minutos después, el sonar pasivo submarino terminó de dar una clara solución de ataque para sus cuatro blancos. Segundos después, seis torpedos Blackshark corrían apresurados a unos cincuenta metros de profundidad, a efectos de ser detectados lo más tarde posible por sonares de los buques peruanos.

Cuando los sonares de los buques peruanos detectaron a los letales torpedos, las armas chilenas aceleraron a unos cuarenta y siete nudos, lo que hizo imposible el escape. Para complicar las cosas, los buques peruanos tenían a su derecha la rocosa y traicionera costa chilena, por lo tanto, su capacidad de maniobra era muy limitada. Por desesperación, se tiraron señuelos de acústicos, que no hicieron mella en las decisiones de la fría computadora de los torpedos atacantes.

Los impactos fueron sordos y brutales.

BAP Crucero Almirante Grau

El comandante del Grau, almirante Farfán Suárez, era un enamorado del mar, de su Marina y también de su historia. Si bien era todo un sonador, conocía perfectamente la mayor debilidad de su nave estandarte: su gran tamaño y su alta silueta eran dos características que la volvían demasiado vulnerable para la guerra moderna. 

Dentro en el espacioso puente del Grau, con su uniforme impecable, el almirante barría el horizonte con un par de binoculares. Cuando su nave de comando recibió el primer impacto con una fuerza equivalente a doscientos cincuenta kilogramos de TNT, Farfán Suárez golpeó su cabeza contra una mampara y perdió el conocimiento, quizás para seguir con sus sueños de una historia que él no había podido cambiar.

El Grau y la Montero recibieron dos torpedazos cada uno, otro torpedo pegó en la popa del BAP Carvajal. El último de los seis torpedos lanzados por el SS24 Manuel Rodríguez se estrelló en la roquería, donde finalmente terminó por encallar la fragata BAP Villavicencio, que navegaba a demasiada velocidad tratando de esquivar el ataque, dada la presencia de filosos arrecifes de roca.

Ahora el humo blanco lo cubría todo. Avalentonado y aprovechando la confusión, el SS24 Manuel Rodríguez volvió a lanzar, esta vez cinco misiles Harpoon, antes de sumergirse hacia el sudoeste a unos ciento setenta metros de profundidad.

El resultado fue de pérdida total. El colosal Grau y las tres fragatas fueron completamente destruidos. La mitad deformada del buque estandarte peruano, increíblemente, todavía salía del agua, puesto que no había alcanzado a hundirse, debido a la poca profundidad de la costa. Unos doscientos treinta y tres marineros peruanos habían muerto. A pesar de las pérdidas humanas, siempre invaluables, este número fue bajo, gracias a Dios y a que los buques peruanos se hallaban muy cerca de la costa.

SS24 Manuel Rodríguez en huida

Ahora la cabeza del SS24 Manuel Rodríguez pendía de un hilo. Aviones navales y buques peruanos habían comenzado la caza con odio e intensidad. En las siguientes dos horas, el submarino peruano BAP Huáscar [10] detectó al Manuel Rodríguez en rápida huida, e intentó un fallido ataque con torpedos filoguiados. Según los primeros informes recibidos, ambos submarinos habían disparado torpedos recíprocamente. Por suerte para todos, los torpedos del submarino peruano fueron hábilmente esquivados por el siempre aceitoso y huidizo hombre del SS24 Manuel Rodríguez. Por otro lado, como dos de los novísimos torpedos Blackshark no funcionaron, el BAP Huáscar resultó indemne.

Entorno

La suerte de los peruanos siguió todavía en picada. En un ataque clandestino y magistral, hombres del grupo de comando Lautaro atacaron y hundieron con minas al gigante buque BAP Mollendo, que se hallaba en el puerto de Iquique. Y por si esto fuera poco, Ecuador inició un ataque con tropas y helicópteros en la Cordillera del Cóndor, territorio aún en disputa con el Perú.

A raíz de estos últimos hechos, la alianza sudamericana por la paz incrementó su cantidad de miembros. En este caso, fueron Venezuela y Brasil los que crearon una zona de bloqueo aéreo sobre el área en disputa entre Perú y Ecuador. El presidente Tévez de Venezuela, siempre militarista y orgulloso de sus fuerzas armadas, envió diez modernísimos cazas SU-33, que se sumaron a los aviones brasileros y a las tropas mexicanas que fueron enviadas a la zona de conflicto.


Más al sur, a la altura de Antofagasta, el ejército chileno se preparaba para contragolpear en dos frentes, uno claramente hacia Iquique y otro hacia la cordillera norte, para cortar la llegada de tropas bolivianas.



[1] Brigada de Infantería de Marina 5 compuesta por setecientos infantes de marina, equipada con doce vehículos AML Panhard, cinco anfibios blindados SAGIAE ERC 60-20 (mortero de 60 mm y cañón de tiro rápido de 20 mm), seis tanques livianos anfibios PT71 105 mm Nutria, doce aviones de ataque Pucará IA58, dos helicópteros Huey 2, obuses livianos LG-1, SAM-24 antiaéreos y antitanques Spike.

[2] Argentina había comprado a China cuatro radares de este tipo, capaces de detectar, a ciento cincuenta kilómetros de distancia, aeronaves que volaran muy bajo.

[3] Misil portátil antiaéreo de detección infrarrojo de origen ruso, con un alcance de seis kilómetros.

[4] Noroeste.

[5] Nombre atribuido por la OTAN al sistema de misiles antiaéreos SAM-24.

[6] Organización de Estados Americanos.

[7] Secretaría de Inteligencia del Estado Argentino.

[8] La FAP operaba 32 MIG-29P Fulcrum.

[9] Avión Boeing 737 de alerta temprana y control aéreo operado por la RAAF (Royal Australian Air Force).

[10] El Huáscar era uno de los submarinos tipo Kilo operado por Perú.



Libro Hermano contra hermano - Una Guerra Evitable

Formato: 21 x 15 cm x 210 Págs.
Autor: Peter J. Bush
Reseña: ´Novela. Hermano contra hermano es, probablemente, una historia paralela a la historia real de Sudamérica, o también un retrato de lo que pasó o puede pasar. Esta obra puede ser considerada un techno-thriller lleno de descripciones tecnológicas, geográficas y, lo más importante, humanas e históricas. Los personajes son verdaderos estereotipos sacados de los lugares mismos de la acción. Odios históricos se unen con una pequeña escaramuza fronteriza que juntos, gatillan una serie de conflictos a nivel continental, que ponen en vilo a una realidad historia común: Lenguaje, religión y cultura. El libro mantiene buen ritmo y adrenalina, y permite al lector la pausa necesaria para la meditación y la imaginación. Las tensiones Peru - Chile - Bolivia - Argentina llevadas al extremo!


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