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martes, 1 de abril de 2025

Guerra naval: El legado del Exocet

 

El legado del Exocet

Por Steven Iacono || Naval Institute

En 1982, Gran Bretaña se encontró en guerra con Argentina, y las lecciones aprendidas del conflicto impactarían enormemente el futuro de la guerra naval mundial. En la superficie, las fuerzas aéreas navales argentinas parecían limitadas, teniendo solo cuatro aviones de ataque Super Etendard de fabricación francesa operativos, varios venerables A-4 Skyhawks y un puñado de ligeros Aermacchi MB-339. Sin embargo, también poseían cinco misiles antibuque AM39 Exocet, que emplearon con efecto devastador.

El 4 de mayo, el destructor HMS Sheffield estaba en servicio de patrulla protegiendo la flota británica cuando fue atacado por dos Super Etendard, cada uno disparando un Exocet a un rango de aproximadamente 12 millas. Los misiles de 1.500 libras viajaron a altitud rasante con una velocidad de casi 10 millas por minuto. Debido a una variedad de razones, la nave no estaba al tanto de su aproximación y no inició ningún esfuerzo de autodefensa. Uno de los misiles golpeó en el centro del buque, su ojiva de 364 libras encendiendo un incendio que pronto se volvió incontrolable y eventualmente llevó al hundimiento del Sheffield. Veinte marineros murieron y 26 resultaron heridos—casi el 17 por ciento de toda la tripulación.

La Royal Navy de repente se encontró enfrentando una amenaza importante—y una capacidad defensiva limitada para contrarrestarla. Solo sus dos portaaviones estaban armados con el sistema de misiles Sea Wolf, diseñado para derrotar objetivos de baja altitud y alta velocidad. Sin sistemas de armas de proximidad (CIWS) guiados por radar, los británicos tendrían que depender de los valientes esfuerzos de sus jóvenes marineros operando ametralladoras en posiciones expuestas en la cubierta para defender sus barcos. Irónicamente, al final de la guerra, se acreditaría a los cañones navales y al fuego de armas ligeras haber derribado más aviones que el Sea Wolf.

Tres semanas después, otro Exocet golpearía el buque de carga SS Atlantic Conveyor. Su pérdida cambió literalmente el curso de la guerra porque transportaba una cantidad desproporcionada de material. Se hundió con tres helicópteros Chinook y seis Wessex de transporte pesado a bordo. Esto estiraría enormemente los esfuerzos para proporcionar reabastecimiento a las fuerzas terrestres británicas y llevaría a que tuvieran que caminar hacia la batalla a través de las Malvinas en lugar de ser transportadas por aire—todo esto en condiciones climáticas difíciles. Junto con la muerte de 12 tripulantes, también se perdieron enormes cantidades de queroseno, tiendas de campaña, generadores, equipos de desalinización, bombas de racimo y municiones. El Atlantic Conveyor también transportaba 14 aviones Harrier de despegue y aterrizaje vertical/corto, que constituían una parte sustancial del total de aviones de ala fija disponibles para el combate, pero afortunadamente estos habían sido trasladados a los portaaviones unos días antes.

Mientras los británicos intentaban desarrollar tácticas para minimizar la amenaza de los misiles mediante ataques aéreos, los argentinos demostraron ser ingeniosos y lograron retirar un lanzador Exocet de uno de sus buques de guerra (el Seguí) y adaptarlo a una plataforma móvil basada en tierra. El 12 de junio, el destructor HMS Glamorgan fue alcanzado por este misil, resultando en 14 muertes y la destrucción de su helicóptero Wessex.

La amenaza que el Exocet representaba para la Royal Navy era inmensa. Según la mayoría de los relatos, si uno de sus dos portaaviones se perdía, entonces no era probable que las Malvinas pudieran ser recuperadas. Los Servicios Especiales Aéreos y de Botes Especiales de las fuerzas británicas fueron asignados con misiones para asaltar bases aéreas en el territorio continental argentino con el fin de destruir los misiles y las aeronaves que los transportaban. Se planearon tres audaces operaciones (Plum Duff, Mikado y Kettledrum). Sin embargo, para el 30 de mayo, el suministro de Exocets se había agotado, y la guerra terminaría dos semanas después. Además, el servicio de inteligencia británico MI6 hizo que sus agentes intentaran obstaculizar la venta de estos misiles en el mercado global a Argentina durante la guerra.

El mundo tomó nota de los éxitos militares argentinos. Un informe desclasificado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) señaló que muchas naciones en desarrollo comenzaron a ver las armas de alta tecnología como un medio para compensar las ventajas militares de posibles adversarios, así como un medio para aumentar su propio prestigio. La Guerra de Malvinas impulsó una proliferación de armas en Sudamérica, y Francia vendió extensamente su armamento a múltiples compradores en la región. Un funcionario dentro de la compañía que produjo el Exocet señaló en junio de 1982 que el fabricante estaba recibiendo muchas consultas de todo el mundo sobre su adquisición. Para 1985, las ventas de la división de misiles de la compañía se habían cuadruplicado en comparación con los diez años anteriores, y el Exocet generaba casi tanto dinero como toda la línea de aviones de pasajeros Airbus de la empresa.

Se podría decir que el Exocet francés creó una industria artesanal para misiles antibuque a lo largo de la década posterior a la Guerra de Malvinas, con 182 vendidos a Argentina, 40 a Egipto, 24 a Perú y 24 a los Emiratos Árabes Unidos, solo por nombrar algunos. Sin embargo, el mayor comprador fue Irak. Un informe de RAND señala que entre 1983 y 1988, aproximadamente 734 Exocets fueron entregados a Irak, con otros 18 en 1989—junto con 60 más que habían sido comprados en 1979. En total, Irak había adquirido 812 Exocets en un período de diez años. Francia también alquiló cinco aviones Super Etendard a los iraquíes y entrenó a sus pilotos como parte del acuerdo.

A lo largo de la década de 1980, Irán e Irak estuvieron en guerra, lo que incluyó ataques contra 451 petroleros y otros barcos en un esfuerzo por incapacitar económicamente al enemigo. El conflicto de diez años se convertiría en una auténtica época dorada para el Exocet. Su primer uso exitoso fue en octubre de 1981 contra el petrolero Al Tajdar, y el último ocurriría en julio de 1988 contra el Star Ray. El uso de esta arma se volvió tan ubicuo que las rutas de navegación del Golfo Pérsico ganaron el apodo de "Exocet Alley".

En mayo de 1987, la fragata USS Stark (FFG-31) estaba en patrulla en el Golfo Pérsico cuando fue atacada por dos Exocets disparados por un avión iraquí. Los impactos resultantes y el incendio causaron la muerte de 37 marineros junto con 21 heridos. El informe oficial de la Marina de los EE.UU. señaló que uno de los misiles no detonó, pero aún así causó daños extensos porque inyectó cientos de libras de combustible sin quemar en llamas dentro del barco.

El éxito del Exocet durante la década de 1980 no solo llevó a una proliferación de la adquisición y desarrollo de misiles, sino que también impulsó el crecimiento extensivo de las defensas navales para contrarrestar la amenaza. Sistemas de armas de proximidad guiados por radar (CIWS) con altas tasas de disparo ahora son ubicuos en las flotas navales modernas. La corporación Raytheon ha construido más de 1.000 cañones Phalanx, que ahora arman barcos pertenecientes a 22 naciones.

El Exocet ha estado en servicio por casi 50 años y ha sido modificado numerosas veces. Ahora hay variantes lanzadas desde aire, barcos, tierra y submarinos. Ha sido comprado por al menos 38 países y todavía está en producción. Su capacidad para hundir o dañar buques multimillonarios lo convierte en un poderoso equilibrador en la guerra—proverbiales matadores de gigantes.

Incluso después de casi medio siglo de servicio, el Exocet sigue siendo relevante. En junio de 2022, el Ministro de las Fuerzas Armadas de Francia señaló que estaba siendo considerado como parte de un paquete de asistencia a Ucrania en su guerra en curso con Rusia. Hoy en día, decenas de países poseen el Exocet, y su presencia sigue sintiéndose en regiones estratégicamente importantes, incluyendo el Mar de China Meridional y el Golfo Pérsico.


Referencias

  1. David Brown, The Royal Navy and the Falklands War (Annapolis, MD: Naval Institute Press, 1987).
  2. The Falklands Campaign: The Lessons (London: British Ministry of Defence, 1982).
  3. Steven Iacono, “A Failure in the Falklands,” Naval History 36, no. 2 (April 2022), 20–27.
  4. Brown, The Royal Navy and the Falklands War.
  5. Ewen Southby-Tailyour, Exocet Falklands: The Untold Story of Special Forces Operations (Barnsley, UK: Pen & Sword Books, 2017).
  6. Nigel West, The Secret War for the Falklands: SAS, MI6 and the War Whitehall Nearly Lost (London: Time Warner Books UK, 1998).
  7. Central Intelligence Agency, “The Changing High-Technology Arms Market in the Aftermath of the Falklands and Lebanon Conflicts.,” https://www.cia.gov/readingroom/document/cia-rdp85t00176r000900070001-0.
  8. Jozef Goldblat and Victor Millán, “In the Wake of the Falklands/Malvinas War: A New Cycle of the Arms Race,” Bulletin of Peace Proposals 14, no. 3(1983): 253–61.
  9. David R. Francis, “French Company Sees Sales Boost for Exocet Missiles, The Christian Science Monitor, 25 June 1982, www.csmonitor.com/1982/0625/062545.html.
  10. Richard Evans, “Arms Sales Mean Big Business for France,” The Christian Science Monitor,  15 July 1985, www.csmonitor.com/1985/0715/ffren-f1.html.
  11. William M. Despain, “The French Navy: Friend or Rival?” Naval War College Review 44, no. 1 (Winter 1991): 62–75.
  12. Rachel Schmidt, Global Arms Exports to Iraq, 1960–1990 (Santa Monica, CA: RAND, 1991).
  13. Bernard Gwertzman, “French Agree to Lend Iraq Planes to Use in Firing its Exocet Missiles,” The New York Times, 28 June 1983.  
  14. Ronald O’Rourke, “The Tanker War,” U.S. Naval Institute Proceedings 114, no. 5 (May 1988): www.usni.org/magazines/proceedings/1988/may/tanker-war.
  15. Martin Navias and E. R. Hooton, Tanker Wars: The Assault on Merchant Shipping During the Iran-Iran Conflict, 1980–1988 (London: I. B. Tauris & Co., 1996).
  16. U.S. Department of the Navy, “Formal Investigation into the Circumstances Surrounding the Attack on the USS Stark (FFG-31) on 17 May 1987,” https://stjececmsdusgva001.blob.core.usgovcloudapi.net/public/documents/USS_STARK_BASIC.pdf.
  17. “Phalanx Weapon System,” Raytheon, www.rtx.com/raytheon/what-we-do/sea/phalanx-close-in-weapon-system.
  18. “Exocet Missile Threat,” Center for Strategic & International Studies Missile Defense Project, https://missilethreat.csis.org/missile/exocet/
  19. John Schulte, “An Analysis of the Historical Effectiveness of Anti-ship Cruise Missiles in Littoral Warfare,” Naval Postgraduate School thesis, 1994.
  20. “Russia-Ukraine News,” CNN, 28 June 2022, https://edition.cnn.com/europe/live-news/russia-ukraine-war-news-06-28-22/h_7ea43ee9673957a79390ce311f31861b.



sábado, 29 de marzo de 2025

Malvinas: La inteligencia del campo del batalla, el punto de inflexión.

Un punto de inflexión en Malvinas: El rol de la inteligencia en la campaña de las islas Malvinas de 1982

Basado en el artículo “A Fulcrum in the Falklands: The Role of Intelligence in the 1982 Falkland Islands Campaign” escrito por Matthew A. Hughes, Military History Chronicles 1(1): 93-125. Año 2023.
doi: 10.18278/mhc.1.1.7





Se examina cómo el proceso de inteligencia impactó directamente el desarrollo de la campaña de las Malvinas. El segmento analiza desde la invasión argentina hasta el despliegue inicial de la fuerza británica, enfocándose en los errores de cálculo estratégicos, la capacidad logística, las ventajas tecnológicas y los apoyos externos que influyeron en el uso y eficacia de la inteligencia por ambos bandos.

El texto inicia con la invasión sorpresa de Argentina a las islas el 2 de abril de 1982. Los líderes argentinos creían que esta acción desencadenaría negociaciones diplomáticas con el Reino Unido, basándose en antecedentes como la Ley de Nacionalidad Británica de 1981 y la retirada planificada del HMS Endurance. Sin embargo, se equivocaron al no anticipar una respuesta militar británica, que comenzó solo tres días después, el 5 de abril, con el despliegue de una fuerza de tarea desde Portsmouth.

La inteligencia jugó un papel clave en estas primeras fases. Argentina esperaba un bloqueo prolongado, por lo que organizó una defensa en torno a Puerto Argentino, mientras que el Reino Unido, centrado hasta entonces en amenazas soviéticas, había descuidado la recolección de inteligencia sobre Argentina, clasificándola como una prioridad baja. Esto generó brechas significativas en su comprensión de las capacidades y disposición argentinas.


Tropas británicas luego de la batalla de Monte Longdon. Diversos reconocimientos previos fueron mapeando el terreno para el avance del 3 Para.

A nivel operativo, la campaña involucró cerca de 10.000 soldados británicos y 13.000 argentinos. El Reino Unido enfrentaba dificultades logísticas por la distancia (13.000 km), mientras que Argentina, al estar solo a 480 km, tenía ventajas en reabastecimiento y movilidad aérea. No obstante, el profesionalismo y entrenamiento británico contrastaban con una fuerza argentina compuesta en gran parte por conscriptos, lo que impactó en moral y desempeño.

En el ámbito de la inteligencia, el Reino Unido tenía ventajas notables, especialmente gracias a sus submarinos equipados con sistemas de inteligencia de señales (MASINT), capaces de detectar salidas de aeronaves argentinas. Por el contrario, Argentina disponía de radares limitados, concentrados en Puerto Argentino y algunos puntos costeros, lo que restringía su capacidad de detección.

El mal tiempo en junio obligó a ambas partes a depender más de interceptaciones de señales y patrullas pequeñas para inteligencia actualizada. Las fuerzas especiales británicas como el SAS y SBS realizaron reconocimientos que mejoraron significativamente la planificación de misiones. En cambio, las tropas argentinas permanecieron en posiciones defensivas sin realizar exploraciones activas, lo que limitó su conocimiento situacional. Una de las pocas misiones de patrulla de reconocimiento (las fracciones Basualdo y Pereyra) para obtener información de primera mano del desembarco en San Carlos fue un fracaso. No por la misión, sino porque fue un caso aislado y no parte de un conjunto más grande, interconectado y planeado de ir observando el avance de las tropas enemigas.

Figura 1. Comparación de fuerzas principales – Guerra de las Malvinas

CategoríaReino Unido (~10.000 tropas)Argentina (~13.000 tropas)
Fuerzas terrestres- 2 brigadas (BDE)
 • 3 batallones de infantería de marina (MARINE BN)
 • 2 batallones aerotransportados (AIRBORNE BN)
 • 3 batallones de infantería (INFANTRY BN)
   ~5.200 tropas
- 5 baterías de artillería (ARTY BTRY)
- 1 batería de artillería antiaérea (ADA BTRY)
- 2 pelotones de tanques (TANK PLT)
- 2 escuadrones de helicópteros (31 helicópteros)
- 9 regimientos de infantería (INFANTRY REGT)
- 1 batallón de infantería de marina (MARINE BN)
   ~8.000 tropas
- 6 baterías de artillería (ARTY BTRY)
- 1 unidad de caballería blindada (ARMD CAV TROOP)
Fuerzas navales- 2 escuadrones de cazas (33 aviones)
- 9 destructores
- 8 buques anfibios
- 12 buques de apoyo
- 3 submarinos nucleares (SSN)
- 1 portaaviones ligero
- 1 crucero ligero
- 8 destructores/fragatas
- 3 submarinos diésel (SS)
Fuerza aérea(Incluida en escuadrones navales)- 3 escuadrones de caza/bombardeo (60 aviones)
- 5 escuadrones de caza (60 aviones)
- 1 escuadrón COIN (10 aviones)
- 1 escuadrón de helicópteros (10 helicópteros)
- 1 escuadrón de transporte (10 aviones)

Abreviaturas clave
ADA: Artillería de defensa aérea
ARMD: Blindado
ARTY: Artillería
BDE: Brigada
BN: Batallón
BTRY: Batería
CAV: Caballería
PLT: Pelotón
REGT: Regimiento
SQN: Escuadrón
SS: Submarino (diésel)
SSN: Submarino (nuclear)




La cooperación internacional también fue determinante. Mientras que países como Estados Unidos y Chile apoyaron encubiertamente al Reino Unido con recolección de inteligencia y operaciones de engaño, la Unión Soviética no ofreció ayuda sustancial a Argentina. La colaboración con Chile fue especialmente eficaz: se usaron maniobras de desinformación y aumentos en el tráfico radial y despliegue naval chileno para sembrar dudas en el alto mando argentino sobre una posible invasión desde el sur. Esto llevó a Argentina a retener en el continente la mayoría de sus fuerzas (90 %), debilitando así la defensa de las islas.

En suma, las páginas analizadas muestran que las deficiencias en el ciclo de inteligencia —especialmente en recolección y análisis— fueron fundamentales para el fracaso argentino. La combinación de recursos limitados, subestimación del enemigo, dependencia de supuestos erróneos y desinformación exitosa por parte del Reino Unido, permitió que los británicos consolidaran su posición antes del combate terrestre. Así, estas secciones establecen cómo la inteligencia fue no solo un apoyo, sino un factor decisivo en la evolución del conflicto.



Fase 0

La primera fase de movilización británica tras la invasión argentina a las Islas Malvinas es conocida como Fase 0, y enfatiza los retos y métodos de recolección de inteligencia, así como los engaños y errores analíticos que definieron los movimientos iniciales de ambas fuerzas.

El 5 de abril de 1982, apenas tres días después de la ocupación argentina, zarpó desde Portsmouth la fuerza de tarea británica, iniciando así la respuesta militar del Reino Unido. Sin embargo, los británicos partían con una clara desventaja: contaban con muy poca información sobre el despliegue argentino en las islas. Se apoyaban en mapas sin cuadricular, reportajes periodísticos, almanaques militares y testimonios de personal previamente asignado a las Malvinas. A pesar de estas limitaciones, la inteligencia británica logró elaborar estimaciones bastante precisas de las posiciones y capacidades argentinas, gracias a métodos ingeniosos como la interceptación de comunicaciones entre soldados argentinos y sus familias, imágenes de reconocimiento, y el uso de fuentes abiertas.

Las unidades especiales británicas —SAS y SBS— jugaron un rol esencial al realizar reconocimientos que guiaron decisiones clave, como el sitio del desembarco anfibio. Mientras tanto, las fuerzas argentinas, que no preveían una respuesta militar británica, tampoco habían desarrollado una estructura sólida de recolección de inteligencia. Carecían de plataformas para rastrear la flota enemiga y subestimaron la posibilidad de una contraofensiva. Como resultado, debieron recurrir a métodos improvisados, como el uso de embarcaciones y aeronaves civiles para detectar movimientos británicos. Un ejemplo claro fue el buque pesquero *Usurbil*, al que se le encomendó monitorear la flota británica con una tripulación mixta de argentinos y españoles. Sin embargo, estos reportes civiles resultaron escasos e imprecisos, y facilitaron que el Reino Unido llevara a cabo acciones de engaño exitosas.


Estimación británica de las fuerzas argentinas, fechada el 15 de mayo de 1982. La precisión de esta estimación, comparada con la disposición real de las fuerzas, refleja la gran fiabilidad de los métodos de recopilación de inteligencia entre las fuerzas británicas. [van der Bijl, Mis amigos el enemigo, 101] Licencia Creative Commons.

En paralelo, la percepción argentina sobre la amenaza chilena condicionó su estrategia. Desde el comienzo, la inteligencia argentina consideraba a Chile como un posible agresor en caso de guerra, dada una disputa limítrofe previa. Aunque no había pruebas concretas de un ataque chileno, los mandos militares aceptaron este riesgo bajo la creencia de que el Reino Unido no respondería militarmente. No obstante, la situación cambió: la inteligencia argentina empezó a recibir señales de una posible ofensiva chilena, lo cual obligó al alto mando a dividir sus fuerzas y dejar solo el 10 % de su ejército en las islas.

Este temor fue avivado por una estrategia de engaño británica concertada con Chile. Como parte del acuerdo, el Reino Unido ofreció armamento a cambio de cooperación en inteligencia. El ejército chileno aumentó su tráfico radial y desplegó unidades navales bajo silencio radial, simulando un inminente ataque. Esto llevó a Argentina a mantener a sus mejores unidades —incluyendo cuatro de cinco batallones de infantería de marina— en el continente, debilitando notablemente su postura defensiva en las islas.

En resumen, esta sección demuestra cómo los británicos, a pesar de comenzar con información limitada, compensaron con creatividad, uso de fuentes abiertas, reconocimiento especial y apoyo extranjero. En contraste, la inteligencia argentina, afectada por suposiciones erróneas y falta de medios eficaces, tomó decisiones que afectaron negativamente su capacidad de respuesta ante el avance británico.



Fase 1

Se analiza luego cómo la lucha por el control aéreo y marítimo fue profundamente influenciada por la inteligencia, tanto en su uso eficaz por parte del Reino Unido como en sus fallos críticos en el lado argentino. Dos elementos principales estructuran esta fase: la amenaza de los misiles Exocet y los bombardeos a buques británicos.

El Reino Unido identificó desde el inicio que los cinco misiles Exocet franceses en posesión de Argentina, lanzados desde cazas Super Étendard, representaban un riesgo existencial para su flota. Un solo impacto sobre alguno de los dos portaaviones británicos podría arruinar toda la operación. Consciente de ello, el gobierno británico adoptó una estrategia proactiva basada en inteligencia: persuadió al presidente francés François Mitterrand para que suspendiera la venta de más misiles y emprendió operaciones encubiertas para comprar o sabotear cualquier Exocet disponible en el mercado internacional, incluso con una inversión de 50 millones de dólares. Estas acciones lograron interrumpir los planes argentinos de reabastecimiento, frustrando sus intentos de adquirir más misiles a través de Libia, Irán y Perú.

El impacto psicológico de esta amenaza fue notable. Las fuerzas británicas hablaban del “síndrome Exocet”, una actitud de extrema cautela que condicionaba las decisiones tácticas. Por ejemplo, evitaban exponer sus portaaviones innecesariamente. Solo cuando se confirmó que Argentina no podría reabastecerse de *Exocets*, los británicos comenzaron a asumir mayores riesgos operacionales.

Por otro lado, aunque Argentina logró impactar con bombas alrededor del 75 % de los buques británicos atacados, aproximadamente el 50 % de estas no detonaron debido a errores en la técnica de lanzamiento. Aviadores navales desarrollaron una solución (lanzamiento en parábola), pero no la compartieron con la Fuerza Aérea. Además, Argentina dispersó a los pilotos tras sus misiones para ocultar pérdidas, lo que impidió debriefings eficaces. Este fallo en la diseminación de inteligencia redujo significativamente el impacto de los ataques aéreos, permitiendo a los británicos consolidar su superioridad naval y aérea. Así, el control del aire —clave para la campaña— fue definido más por el manejo de la inteligencia que por la cantidad de medios disponibles.



Fase 2. Desembarcos
La sección se centra en cómo la inteligencia —su uso, fallos y manipulaciones— fue determinante en el éxito del desembarco británico en San Carlos y las operaciones previas, como el ataque a Isla Bordón (Pebble Island). Esta fase muestra cómo las decisiones tácticas clave, tanto acertadas por parte del Reino Unido como erróneas del lado argentino, estuvieron profundamente influidas por evaluaciones de inteligencia incompletas o equivocadas.

La etapa comienza con el primer gran error de interpretación argentina. El 1 de mayo, ante bombardeos británicos y desembarcos de fuerzas especiales (SAS y SBS), los defensores argentinos reportaron lo que interpretaron como un desembarco masivo en el norte de la Isla Soledad. Esta percepción coincidía con evaluaciones previas argentinas que preveían un ataque británico en esa área hacia finales de abril. La Armada argentina, actuando en base a esta información, desplegó unidades navales para interceptar la supuesta invasión. Sin embargo, a falta de actualizaciones posteriores y ante la ausencia de combates sostenidos, el almirante Lombardo canceló la operación seis horas después. Durante la retirada, el crucero General Belgrano fue hundido por el submarino británico Conqueror, causando 368 muertes, la mayor pérdida argentina en toda la guerra. Este fracaso fue el resultado directo de una interpretación errónea de los indicios iniciales, derivada de análisis circular y falta de verificación independiente de reportes.


Comando del SAS (identificado tácitamente por portar la carabina M4)

El siguiente episodio clave fue la Operación en Pebble Island, ejecutada el 15 de mayo por el SAS. Guiados por un único informe de inteligencia sobre la posible existencia de un radar argentino en esa ubicación —capaz de alertar sobre cualquier desembarco en San Carlos—, los británicos decidieron lanzar un ataque preventivo. El riesgo fue alto: incluso expusieron un portaaviones fuera de la protección de sus escoltas para apoyar la operación. Finalmente, aunque el radar no fue hallado, se destruyeron diez aeronaves Pucará, reduciendo así la capacidad argentina de contraataques aéreos durante el desembarco real. El éxito táctico fue acompañado de un fallo estratégico argentino: su inteligencia no interpretó este ataque como una operación de preparación (shaping operation) previa a un desembarco mayor.

El desembarco en San Carlos (21 de mayo) marcó un punto de inflexión. Los británicos eligieron ese sitio en gran parte gracias al trabajo previo del Mayor Ewen Southby-Tailyour, quien, durante una asignación anterior en las islas, había cartografiado detalladamente la zona. Sus notas resultaron cruciales para planear la operación. En contraste, los argentinos desestimaron esa área como apta para un desembarco, basándose en un estudio naval que la consideraba inviable por su geografía. Esperaban una invasión en Puerto Argentino (Stanley) o al noreste de Isla Soledad. Por tanto, distribuyeron sus defensas en hasta diez puntos posibles, debilitando su capacidad de respuesta.


El fin de una misión de reconocimiento argentina: oficial Dante Camiletti de la IMARA, parte de la patrulla Pereyra, capturado en San Carlos observando el desembarco de tropas británicas.

Además, el Reino Unido desplegó una operación de engaño (deception operation) días antes del desembarco real: el HMS Glamorgan bombardeó posiciones cerca de Puerto Argentino y emitió mensajes falsos para simular un desembarco inminente allí. Esto alimentó los sesgos existentes en la inteligencia argentina. Así, incluso cuando el 21 de mayo un teniente argentino observó el desembarco real en San Carlos y lo reportó, sus superiores lo interpretaron como una distracción. Un oficial naval argentino aseguró que, por la profundidad de la bahía, un desembarco masivo era “imposible”.

El resultado fue que las tropas británicas desembarcaron sin oposición significativa. Esta falta de reacción en un punto tan crucial —identificado por los británicos como el “último momento en el que la campaña podría haber fracasado”— se debió a la persistencia de valoraciones erróneas y a la falta de flexibilidad analítica del mando argentino. Según el autor, si el general Menéndez hubiera reaccionado con rapidez, habría podido extender el conflicto y posiblemente alterar el equilibrio estratégico.


Acciones significativas, 15 de mayo - 8 de junio de 1982. La ubicación de los eventos clave revela el papel vital de las operaciones conjuntas y la planificación de inteligencia (p. ej., los puntos de desembarco costero previstos frente a la ubicación elegida por las fuerzas británicas). [Hastings y Jenkins, La batalla de las Malvinas, 201] Licencia Creative Commons.

En conjunto, esta fase ilustra cómo el Reino Unido, con recursos limitados y poco conocimiento inicial, logró construir un panorama confiable gracias a la explotación de fuentes abiertas, el uso de inteligencia humana (HUMINT), señales interceptadas (SIGINT), y reconocimiento previo. Además, aplicó técnicas de engaño eficaces y tomó decisiones arriesgadas basadas en información parcial pero procesada con mayor rigor.

Argentina, por su parte, cometió errores reiterados: sus análisis partían de supuestos inflexibles; el procesamiento de inteligencia era lento y afectado por “información circular” (repetida sin verificación independiente); y las evaluaciones no se ajustaban ante nueva evidencia. Este conjunto de fallos, combinado con la sobrestimación de amenazas externas (como una invasión chilena), debilitó la defensa y facilitó el avance británico. Así, la inteligencia, o su ausencia efectiva, volvió a inclinar la balanza de la campaña.

Fase 3. Operaciones terrestre y fin de la guerra

La sección expone cómo la fase final de la campaña en las Malvinas estuvo profundamente marcada por la calidad de la inteligencia táctica recolectada por ambos bandos. Esta etapa, que culminó con la rendición argentina el 14 de junio de 1982, revela cómo la inteligencia a nivel de unidad, la cooperación con civiles locales y las lecciones derivadas de fallos anteriores fueron determinantes para el éxito británico en el terreno.

Tras el exitoso desembarco en San Carlos, las fuerzas británicas comenzaron una marcha terrestre de más de 80 kilómetros en dirección a Puerto Argentino (Stanley), dividiéndose en dos ejes: uno por el norte y otro por el sur. Esta fase coincidió con condiciones meteorológicas adversas, que limitaron las capacidades de reconocimiento aéreo de ambos bandos. Como resultado, se intensificó el uso de inteligencia basada en señales (SIGINT), informes de patrullas, y particularmente en los testimonios de civiles isleños, quienes proporcionaron información valiosa sobre la localización de tropas argentinas. Esta dependencia en inteligencia humana local resalta el componente informal y a la vez crucial de la recolección de información durante operaciones militares.

En el eje sur, el 2.º Batallón del Regimiento de Paracaidistas británico (2 Para) se preparaba para atacar la posición argentina en Wireless Ridge, una elevación clave al oeste de Puerto Argentino. El comandante del batallón inicialmente contaba con inteligencia muy limitada sobre el enemigo. Sin embargo, tras una postergación de 24 horas, él y sus oficiales ascendieron el cercano Monte Longdon para obtener observación directa del terreno y las fuerzas enemigas. Este ejemplo ilustra la importancia de la inteligencia generada directamente por los mandos tácticos, a falta de información suministrada por estructuras superiores. A partir de estas observaciones, pudieron planificar una ofensiva más precisa, que resultó en una victoria con bajas mínimas propias y una fuerte pérdida argentina (hasta 100 muertos y 17 capturados según no siempre confiables fuentes británicas). La desmoralización posterior en las fuerzas argentinas en Puerto Argentino fue un factor directo que aceleró la rendición.

Otro episodio decisivo fue el ataque aéreo argentino sobre Pleasant Bay (Bahía Agradable) el 8 de junio, cuando la inteligencia argentina detectó correctamente el desembarco británico de refuerzos. Utilizando una táctica de engaño, enviaron cuatro cazas Mirage como señuelo hacia San Carlos para atraer a los Harrier británicos en patrulla aérea de combate (CAP), mientras una segunda oleada principal atacó sin oposición en Port Pleasant. Sin embargo, aunque el submarino británico HMS Valiant detectó a tiempo el despegue argentino y envió un aviso vía satélite al cuartel general en Northwood (Reino Unido), este mensaje no llegó a la fuerza de tarea en las Malvinas por “problemas de comunicación”. Como resultado, los británicos no pudieron anticipar el ataque ni evacuar rápidamente, lo que causó la mayor pérdida humana británica en un solo incidente de la guerra: 50 muertos y 54 heridos. Este caso ilustra una de las pocas fallas significativas del sistema de inteligencia británico, directamente asociada a fallos en la diseminación de inteligencia entre niveles estratégicos y tácticos.

En las conclusiones bajo el título “The Fulcrum of Intelligence”, el autor sintetiza cómo la campaña fue moldeada, en cada fase, por el desempeño en el ciclo de inteligencia. Gran Bretaña, a pesar de sus limitaciones iniciales, aprovechó con gran eficacia los recursos disponibles: inteligencia de señales, colaboración con civiles y países aliados (notablemente Chile y EE. UU.), y una actitud proactiva para suplir carencias mediante reconocimiento táctico y fuentes abiertas. El análisis también destaca la capacidad británica para usar la inteligencia no solo como herramienta de recopilación, sino como base para operaciones de engaño y decisiones de riesgo calculado.

Por contraste, Argentina padeció una serie de deficiencias sistémicas en todo el ciclo de inteligencia: recolección insuficiente, análisis sesgado (incluyendo dependencia de suposiciones erróneas), deficiente diseminación de información, y una marcada incapacidad para adaptar evaluaciones ante nueva evidencia. La percepción constante de una amenaza chilena —reforzada por operaciones británicas de desinformación— condicionó decisiones estratégicas clave, como mantener la mayoría de sus fuerzas en el continente.


Batalla de Wireless Ridge, 13-14 de junio de 1982. Las fuerzas británicas dependían de la recopilación orgánica de datos mediante observación directa (patrullas) debido a las limitaciones de otros métodos de recopilación. [«Parte 47: Aproximación de los 2 Paracaidistas a la Batalla de Wireless Ridge: 13/14 de junio de 1982», Naval History Homepage, 31 de mayo de 2013, https://www.naval-history.net/F57wireless.htm] . Licencia Creative Commons.

El autor argumenta que, de haber contado con una estructura de inteligencia más robusta, Argentina podría haber desplegado más tropas en las islas, planificado mejores ataques aéreos, ocupado terreno clave, y neutralizado activos británicos cruciales como los portaaviones. Tales acciones, sugiere, podrían haber alterado el resultado del conflicto.

En conclusión, la inteligencia no solo apoyó las operaciones militares: fue el punto de equilibrio sobre el cual se inclinó el conflicto. El Reino Unido, mediante su enfoque adaptable y centrado en la explotación máxima de la inteligencia disponible, logró superar la ventaja numérica y geográfica argentina. El título del artículo —“A Fulcrum in the Falklands”— cobra pleno sentido: el éxito británico no se debió únicamente a su fuerza militar, sino a cómo supieron posicionarse estratégicamente en el eje decisivo de la guerra: la inteligencia.


Principales recursos de inteligencia en la Campaña de las Islas Malvinas (Figura B-1)

DisciplinaArgentinaReino Unido
Inteligencia Humana (HUMINT)Fuerzas: 15 civiles isleños argentinos
Notas: La población residente argentina en las islas (15 personas) sirvió como fuente.
Fuerzas: Isleños de las Malvinas
Notas: Reportaron movimientos argentinos a través de radio banda ciudadana.
(Limitaciones por falta de hispanohablantes; solo el intérprete del comandante de fuerzas terrestres hablaba español).
Inteligencia de Señales (SIGINT)Fuerzas:
– Buques pesqueros (Narwal)
– Submarino (ARA San Luis)
– Isleños de las Malvinas
Notas:
– Los pesqueros tenían capacidades ELINT; buena producción de inteligencia.
– El submarino se posicionó cerca de la fuerza británica; inteligencia limitada.
– Los argentinos monitoreaban radio de banda ciudadana, usada por los isleños y aprovechada para interceptar comunicaciones británicas abiertas (ventaja por número de hablantes de inglés).
Fuerzas:
– Avión de vigilancia Nimrod
– Estación de escucha en Isla Ascensión
– Lingüistas en Cheltenham, Reino Unido
Notas:
– La estación (a más de 6.400 km) interceptaba comunicaciones argentinas.
– Especialistas trabajaban 24/7 para “monitorear, analizar y descifrar miles de mensajes operativos y de otro tipo”.
Inteligencia de Medición y Firmas (MASINT)Fuerzas: Radares costeros
Notas: Detectaban buques y aviones británicos a lo largo de la costa.
Fuerzas: Submarinos cerca del continente argentino (incluyendo HMS Valiant)
Notas: Los radares detectaban despegues; alertaban a la fuerza de tareas sobre ataques aéreos inminentes.
Inteligencia de Imágenes (IMINT)Fuerzas: Varias aeronaves
Notas: El mal tiempo y la nubosidad en junio redujeron la capacidad de recolección.
Fuerzas: Varias aeronaves y satélites
Notas: También afectadas por el mal clima; disponibilidad limitada de imágenes satelitales.
Inteligencia de Fuentes Abiertas (OSINT)Fuerzas: Servicio Mundial de la BBC
Notas: Revisión diaria de noticias revelaba información útil sobre fuerzas y planes británicos, pero los argentinos solían considerar erróneamente que se trataba de desinformación.
Fuerzas: Analistas de inteligencia
Notas: Recolectaban información de diversas fuentes como Military Balance 1978/79, Jane’s, International Defense Reviews, revistas de reconocimiento, fotografías periodísticas y transmisiones televisivas.



ContrainteligenciaFuerzas: (No especificadas)
Notas: Mal ejecutada y poco controlada. Intentaron censurar la prensa pero tuvieron dificultades con la Secretaría de Información Pública.
Fuerzas: (No especificadas)
Notas: Luchas constantes con la prensa para limitar la difusión de información sobre las operaciones.
Fuerzas EspecialesFuerzas: Unidades de comando
Notas: Utilizadas para establecer contacto y recolectar inteligencia.
Fuerzas: SAS, SBS
Notas: Realizaron reconocimiento de sitios de desembarco y defensas argentinas; ejecutaron la incursión en Isla Pebble.
Unidades de ManiobraFuerzas: Puestos de observación
Notas: Reportaron movimientos de la fuerza de tareas británica, principalmente a lo largo de la costa.
Fuerzas: Fuerzas de patrulla / puestos de observación
Notas: Proporcionaron la mayor parte de los informes en junio, a medida que se acercaba el final del conflicto.
Guerra Psicológica (*)Fuerzas: (No especificadas)
Notas: Operaciones mal ejecutadas y controladas en las islas.
Fuerzas: (No se disponía de unidad de guerra psicológica para esta campaña)
Notas: El Ministerio de Defensa no contaba con una unidad dedicada a estas operaciones.
Facilitadores ExtranjerosFuerzas: Unión Soviética
Notas:
– Lanzó el satélite Kosmos 1365, posicionado sobre el Atlántico Sur; usado para ubicar al HMS Sheffield.
– Usó aeronaves TU-95 para recolectar información sobre la fuerza británica cerca del ecuador.
Fuerzas:
– Chile
– Estados Unidos
Notas:
– Chile brindó alerta temprana y colaboró en operaciones de engaño.
– EE. UU. apoyó con SIGINT satelital (VORTEX) y aviones de reconocimiento de largo alcance SR-71.
Análisis de Fuentes Combinadas (All-Source Analysis)Fuerzas: Células o personal de inteligencia en unidades de maniobra y servicios.
Notas: Cada servicio procesaba su propia inteligencia, pero no la compartía con otros.
Fuerzas:
– Célula de inteligencia a nivel de batallón y superiores
– Célula de Inteligencia Aérea
Notas:
– Realizaban análisis a partir de informes primarios.
– Ni SBS ni unidades de guerra ártica/montañosa tenían apoyo de inteligencia.
– La célula aérea fue creada durante el conflicto para evaluar amenazas aéreas.

Definiciones

MASINT (por sus siglas en inglés: Measurement and Signature Intelligence) es un tipo de inteligencia utilizada por fuerzas militares y agencias de seguridad que se basa en la medición y análisis técnico de firmas físicas o químicas asociadas a objetos, actividades o fenómenos.

En criollo: es la inteligencia que no se basa ni en fotos (IMINT) ni en comunicaciones (SIGINT), sino en detectar cosas como radiación, vibraciones, calor, sonidos, emisiones electromagnéticas raras, partículas, etc.

¿Qué analiza MASINT?

  • Firmas térmicas (calor de un motor o explosión)

  • Emisiones de radar no estándar

  • Radiación nuclear o química

  • Vibraciones de túneles subterráneos

  • Huellas acústicas o sísmicas

  • Análisis espectral de gases o materiales

Ejemplo real:

Un misil es lanzado → MASINT puede detectar el calor, la trayectoria, el sonido, y hasta la firma química del combustible para saber de dónde salió, qué tipo era, y quién lo fabricó.

Es clave en vigilancia estratégica, detección de armas ocultas o no convencionales, y verificación de tratados internacionales.

IMINT significa Inteligencia de Imágenes (en inglés, Imagery Intelligence), y es una disciplina del mundo de la inteligencia que se basa en el análisis de imágenes —tanto fijas como en movimiento— obtenidas desde plataformas aéreas, espaciales o terrestres.

En lenguaje común: es ver y entender desde arriba, ya sea con satélites, drones, aviones espía o cámaras instaladas en tierra.

¿Qué analiza IMINT?

  • Ubicación de unidades militares

  • Movimientos de vehículos o barcos

  • Cambios en infraestructura (bases, pistas, radares, lanzadores)

  • Construcciones ocultas o ilegales

  • Patrones de actividad humana o logística

Tipos de imágenes usadas:

  • Fotografía aérea convencional

  • Satelital óptica (como Google Earth, pero con mejor resolución y espectros)

  • Infrarroja (detección de calor)

  • Radar de apertura sintética (SAR) (ve a través de nubes o de noche)

  • Multiespectral e hiperespectral (analiza materiales, vegetación, actividad química)


OSINT, que significa Open Source Intelligence o, en castellano, Inteligencia de Fuentes Abiertas.

¿Qué es OSINT?

Es la obtención, procesamiento y análisis de información pública y accesible legalmente, con fines de inteligencia. Es decir, todo lo que está “ahí afuera”, pero requiere saber dónde buscar, cómo analizar y qué extraer.

En criollo: es como armar un rompecabezas solo con piezas que cualquiera puede ver... si sabe dónde mirar.

¿Qué fuentes usa OSINT?

  • Medios de comunicación (TV, radio, diarios)

  • Redes sociales (X, Facebook, TikTok, Telegram, etc.)

  • Sitios web y foros

  • Bases de datos públicas

  • Documentos académicos o gubernamentales

  • Fotos y videos publicados online

  • Imágenes satelitales comerciales

  • Registros civiles, comerciales, licitaciones, etc.

Ejemplo real:

En plena guerra, un soldado sube una foto a Instagram con el fondo de un edificio. OSINT permite geolocalizarlo, cruzarlo con mapas e imágenes previas, y detectar la posición exacta de una unidad militar. Así lo hacen grupos como Bellingcat.



lunes, 17 de marzo de 2025

Malvinas-Taiwán: Indicadores de inteligencia en común



La Guerra de Malvinas: Indicadores de inteligencia para el Estrecho de Taiwán

Por el Teniente Anthony Iavarone, Marina de los EE.UU. || Naval Institute

Una revisión de las Islas Malvinas (Falklands para las fuerzas de ocupación británicas) revela similitudes con la disputa de soberanía entre China y Taiwán. Las Islas Malvinas son un grupo de islas rocosas en el Atlántico Sur. Similar a China con Taiwán, Argentina ha reclamado durante mucho tiempo el dominio sobre el territorio y sus habitantes. Al igual que en Taiwán, la gente en las Islas Malvinas (n.r. población implantada por la Corona británica para cuidar este posición colonial que luego ha sido puesto como excusa para no descolonizar el territorio) ha rechazado las reclamaciones del continente; los (poquísimos) malvinenses están orgullosos de ser ciudadanos del Reino Unido (UK), dado que ganan muchísimo financiamiento a punta de pistola. El control del Reino Unido sobre las Malvinas fue firmemente reforzado por su derrota de la invasión militar argentina en 1982.

Similitudes iniciales

La Guerra de Malvinas fue el mayor conflicto aeronaval desde la Segunda Guerra Mundial. El orden de batalla de ambos beligerantes contenía portaaviones, cruceros, destructores y submarinos. Los argentinos y los británicos tenían aeronaves y barcos armados con misiles Exocet. La Royal Navy tenía que mantener líneas de comunicación marítima que se extendían casi 7.500 millas desde su país. Sin embargo, la Royal Navy podía ser reabastecida mediante suministros transportados por avión a la isla Ascensión, una remota isla británica utilizada desde hace tiempo como un centro estratégico de abastecimiento en el Océano Atlántico, aproximadamente a mitad de camino entre Gran Bretaña y las Malvinas. Las largas líneas de abastecimiento, divididas en dos por un territorio remoto de ultramar, son inquietantemente similares a lo que Estados Unidos tendría que enfrentar durante un conflicto en Taiwán.

Aunque las imágenes satelitales estaban disponibles en 1982, el Reino Unido afirmó que en gran medida estaba luchando sin ellas. Más tarde, Argentina acusó a Estados Unidos de proporcionar al Reino Unido inteligencia valiosa sobre sus activos críticos, como el General Belgrano. Sin embargo, esto fue refutado por Estados Unidos, ya que las imágenes eran "de tan mala calidad que Washington las mostró a los argentinos para probar que no estaban ayudando a los británicos". Argentina no tenía acceso a equipos de recolección de inteligencia espacial. Por lo tanto, ambas naciones estaban localizando y rastreando objetivos más allá del horizonte con capacidades similares a las de la Segunda Guerra Mundial, como el radar, el sonar y la vectorización visual. Un gran conflicto entre Estados Unidos y China también podría presenciar un dominio espacial degradado, con herramientas del siglo XXI como el GPS, la recolección de inteligencia satelital y las comunicaciones satelitales en gran medida no disponibles.

La invasión argentina de las Islas Malvinas no ocurrió en un vacío. Fue la culminación de casi 20 años de iniciativas diplomáticas fallidas, más de 150 años de desacuerdo y representó el acto final de la debilitada junta militar en control político de Argentina. Cualquier acción militar sobre, en o adyacente a Taiwán será simplemente una evolución de eventos diplomáticos, políticos e históricos.

Aquí hay seis indicadores de inteligencia de la guerra de 1982 que pueden usarse para evaluar las intenciones de China hacia Taiwán.

Seis indicadores

1. Una crisis interna. Obtener soberanía sobre las Malvinas era un imperativo nacional para la mayoría de los argentinos. Para unir al país y distraer de los problemas económicos en deterioro, la junta buscó la distracción definitiva: una guerra que rectificara un agravio histórico de larga data. Además, los argentinos todavía estaban recuperándose de un brutal conflicto interno conocido como la Guerra Sucia. La junta creía que recuperar las Malvinas "purificaría" al país y otorgaría legitimidad a largo plazo al régimen.

2. Escuchar a la prensa. Un año antes de la invasión, un prominente periódico de Buenos Aires escribió: "Lo único que puede salvar a este gobierno es una guerra". Ese mismo periódico, La Prensa, dejó en claro las intenciones de Argentina: "Si el intento argentino de resolver las negociaciones con Londres fracasa, Buenos Aires tomará las islas por la fuerza".

3. Una capacidad armamentística próxima. La invasión de la junta, originalmente programada para ocurrir entre julio y octubre de 1982, estaba ligada a la capacidad de Argentina de desplegar aviones de ataque franceses Super Étendard adicionales. Equipados con misiles Exocet de vuelo rasante, los aviones estaban programados para llegar alrededor de julio de 1982 y habrían acercado a Argentina a la paridad militar con el Reino Unido.

4. Un último esfuerzo diplomático o un ligero calentamiento de relaciones en una tendencia de deterioro. Se observaron relaciones cordiales entre los negociadores del Reino Unido y Argentina hasta las conversaciones bilaterales de febrero de 1982 sobre soberanía. Esta actitud positiva fue una distracción para los británicos. Argentina quería que las relaciones diplomáticas se deterioraran antes de su invasión planificada para fin de año. Algunos funcionarios argentinos estaban molestos por la actitud pública cordial entre los negociadores a principios de 1982. Sin embargo, un análisis de las dos décadas previas a la invasión revela la creciente impaciencia argentina por la falta de soluciones a la disputa de las Malvinas. En enero de 1982, el canciller argentino Nicanor Costa Méndez comunicó "una condición absoluta" al Reino Unido sobre la soberanía argentina en las Malvinas y enfatizó que "no podría haber más retrasos". Además, en 1982, Argentina comenzó a solicitar reuniones mensuales con la Oficina de Relaciones Exteriores del Reino Unido para discutir la soberanía de las islas y fijó un plazo de un año.

5. Una crisis regional no relacionada. La Guerra de Malvinas comenzó en otra isla disputada del Atlántico Sur llamada Georgias del Sur. El 19 de marzo de 1982, trabajadores argentinos de chatarra izaron la bandera argentina en territorio soberano británico. El izamiento de la bandera, presenciado coincidentemente por científicos británicos, llevó al envío del HMS Endurance para retirar a los trabajadores y disuadir más acciones de provocación por parte de los argentinos. Anticipando una respuesta británica más amplia, la junta inició sus planes de invasión meses antes de lo originalmente previsto.

6. Desviación de activos militares críticos de un compromiso previamente anunciado. Durante el incidente en Georgias del Sur, la Armada Argentina estaba realizando un gran ejercicio bilateral con la Armada de Uruguay. Sin embargo, el despacho del HMS Endurance llevó a la Armada Argentina a desviar corbetas misilísticas de los ejercicios con Uruguay.

Estos eventos ocurrieron o estaban programados para ocurrir dentro del año previo al 2 de abril de 1982. Desde el nivel táctico hasta el estratégico, las acciones argentinas fueron consistentes con la retórica de sus líderes. La incapacidad del Reino Unido para deducir con precisión las intenciones argentinas llevó a una guerra evitable.

Indicadores en el Pacífico Occidental

Considerando los seis indicadores de la Guerra de Malvinas, el más peligroso que podría aplicarse al Estrecho de Taiwán sería la aparición de una crisis regional no relacionada. Por ejemplo, un conflicto que involucre a China en el Mar de China Meridional podría convertirse en un casus belli que escale hasta el Estrecho de Taiwán.

Los seis indicadores de inteligencia aprendidos retrospectivamente de la Guerra de Malvinas pueden aplicarse a los eventos actuales en el Mar de China Meridional y el Estrecho de Taiwán. Para seguir disuadiendo las acciones chinas contra Taiwán, es importante evaluar con precisión sus intenciones y reaccionar en consecuencia.



Referencias

1. Max Hastings and Simon Jenkins, The Battle for the Falklands (New York: W.W. Norton & Company, 1983), 48.
2. Hastings and Jenkins, The Battle for the Falklands, 115–16.
3. Hastings and Jenkins, 58.
4. Hastings and Jenkins, 48.
5. Hastings and Jenkins, 65.
6. Hastings and Jenkins, 49.
7. Hastings and Jenkins, 49–52.
8. Hastings and Jenkins, 49–52.
9. Fritz L. Hoffman and Olga M. Hoffman, Sovereignty in Dispute: The Falklands/Malvinas, 1493–1982 (Boulder, CO: Westview Press, Inc., 1984), 148.
10. Hoffman and Hoffman, Sovereignty in Dispute, 148.
11. Hastings, 58.
12. Hastings, 36.
13. Hastings, 36


lunes, 3 de marzo de 2025

Producción y desarrollo de misiles en Gran Bretaña

Desarrollo y producción de misiles antiaéreos en Gran Bretaña

Weapons and Warfare




Misil Bloodhound

La industria de armas guiadas del Reino Unido tuvo sus orígenes en una serie de experimentos tempranos realizados durante la Segunda Guerra Mundial por varios establecimientos. El progreso en este trabajo fue ayudado por un acuerdo sobre la transferencia de datos clasificados de diseño de armas estadounidenses que fue el resultado de la Misión Tizard, que visitó Washington en 1940.

El primer requisito formal del personal para armas guiadas emitido por el Establecimiento de Señales del Almirantazgo a fines de 1943 proponía un misil tierra-aire (SAM) que sería guiado por un haz de radar. El Comité de Proyectiles Antiaéreos Guiados, un comité interservicios, se formó en marzo de 1944 para controlar y dirigir la investigación de proyectiles antiaéreos. Los requisitos operativos del Comando Antiaéreo del ejército (posteriormente transferido a la RAF) y el Almirantazgo eran lo suficientemente compatibles como para ser investigados conjuntamente, y el trabajo preliminar finalmente dio lugar a los sistemas de misiles Sea Slug, Bloodhound y Thunderbird. Hacia el final de las hostilidades, Estados Unidos revisó el Acuerdo Tizard y se redujo el flujo de nueva información científica, lo que tuvo un grave efecto en el progreso del desarrollo de armas guiadas por los británicos.


Misil Sea Slug


Misil Thunderbird


Al final de la Segunda Guerra Mundial, la economía británica estaba al borde del colapso y la terminación repentina del programa de Préstamo y Arriendo obligó a una reevaluación inmediata de un gasto sustancial en defensa. Los jefes de Estado Mayor asumieron que no habría guerra durante los siguientes diez años. Sin embargo, se iniciaron varios proyectos de investigación de armas guiadas. En vista de la amenaza percibida de las armas atómicas y la comprensión de que el país densamente poblado podría no ser capaz de sobrevivir a un conflicto nuclear, se dio prioridad al Comando de Cazas y a la defensa antiaérea. En 1948, el Ministerio de Suministros decidió reducir la investigación sobre misiles de largo alcance para concentrarse en el programa de misiles defensivos.

En enero de 1950, la transferencia de tecnología de armas guiadas entre Estados Unidos y el Reino Unido se formalizó mediante el Acuerdo Burns-Templer, que preveía el intercambio pleno y franco de información militar y tecnología de armas guiadas. El primer lote de información sobre nuevos proyectos de armas estadounidenses llegó durante la segunda mitad de 1950, y se evaluaron armas como los misiles Terrier II, Hawk y Sparrow para determinar si podían incluirse en el programa de armas guiadas del Reino Unido.

El estallido de la Guerra de Corea en junio de 1950 fue una sorpresa desagradable para los planificadores estratégicos. Se inició un programa drástico de rearme y el presupuesto de defensa se duplicó aproximadamente, con la ayuda de Estados Unidos. Aunque se trató de una precaución prudente a la luz de los acontecimientos internacionales, ejerció una presión sobre la economía que tendría consecuencias desafortunadas antes de que terminara la década.

En 1955, Sir Anthony Eden inició una amplia revisión de la estrategia de defensa para reducir el gasto en defensa. Duncan Sandys continuó la revisión hasta 1957, cuando se publicó un famoso libro blanco sobre defensa. En él se hacía gran hincapié en la disuasión nuclear, inicialmente lanzada por los bombarderos V y más tarde por el misil Blue Streak disparado desde silos subterráneos. Las bases de los bombarderos V debían estar protegidas inicialmente por defensas de cazas y más tarde únicamente por un sistema de misiles tierra-aire. Esta doctrina quedó desacreditada en pocos años, cuando quedó claro que Gran Bretaña no podía permitirse pagar la investigación y la tecnología necesarias para que la disuasión fuera lo suficientemente segura frente a los ataques.

A finales de los años 50, los proyectos que se habían iniciado en los años 40 comenzaron a entrar en servicio. El Fairey Fireflash fue la primera arma guiada aire-aire que desplegó la RAF, aunque a una escala muy limitada en agosto de 1957. El Fireflash era un radar que se desplazaba por el haz y tenía una capacidad limitada contra los bombarderos con motor de pistón.


AAM Fairey Fireflash

El primer misil guiado completamente operativo que se desplegó fue el Bristol Bloodhound SAM en 1958. Utilizaba un sistema de guiado por radar Doppler semiactivo y se desplegaba normalmente con cuatro lanzadores móviles controlados por un radar de iluminación de objetivos. Un Bloodhound Mk.II mejorado entró en servicio en 1964. El Thunderbird SAM debutó con el ejército británico en 1960 y tenía un rendimiento similar al Bloodhound.

El primer misil aire-aire efectivo fue el de Havilland Firestreak. Era un arma de aspecto trasero desplegada por la Royal Navy y la RAF en agosto de 1958. El Red Top posterior se basaba en el Firestreak Mk. IV. Era más rápido, tenía un mayor alcance y era capaz de dirigirse en todos los aspectos contra objetivos supersónicos. Entró en servicio en 1964.


AAM de Havilland Firestreak


El Armstrong-Whitworth Sea Slug era un SAM naval. Su guía era por haz de radar y tenía propulsores de combustible sólido acoplados y un sustentador de combustible sólido. Después de un prolongado período de desarrollo, entró en servicio en 1962 a bordo de destructores de la clase County.

El misil nuclear Avro Blue Steel entró en servicio en diciembre de 1962 y fue transportado por los bombarderos Vulcan y Victor V. Fue diseñado para lanzar una ojiva nuclear a un objetivo a 100 millas del punto de lanzamiento utilizando guiado inercial.

El de Havilland Blue Streak estaba destinado a ser un misil balístico de alcance intermedio. Su desarrollo dependió en gran medida de la ayuda de Estados Unidos, ya que el diseño se basó en el Atlas. Tras una presión extrema del Tesoro, el programa Blue Streak se canceló en abril de 1960 en favor del misil estadounidense Skybolt (que posteriormente fue cancelado por el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert McNamara, en noviembre de 1962).

En 1977, concluyó un largo período de fusión industrial con la formación de British Aerospace (BAe), una gran entidad que incluía a todas las empresas aeroespaciales británicas restantes, excepto Short.

El misil BAe Skyflash fue el único misil aire-aire guiado por radar que entró en servicio con éxito en el siglo XX y fue una adaptación del Raytheon AIM-7E2 Sparrow con un nuevo buscador semiactivo monopulso. Entró en servicio en la RAF en 1980.

Muchos otros sistemas de misiles se desarrollaron y entraron en servicio entre finales de los años 1960 y 1980, incluyendo el SAM naval Sea Dart (1967), el SAM naval Sea Wolf (1979), el Rapier de defensa puntual con base en tierra (1970) y el antibuque Sea Skua (1982). Todas estas armas se utilizaron durante la Guerra de las Malvinas de 1982 con un éxito razonable.

En 1996, BAe Dynamics y Matra Defense unieron sus fuerzas para crear una nueva empresa de defensa. Matra BAe Dynamics tiene una amplia y muy competente cartera de productos y capacidad de investigación y a principios de siglo desarrolló el misil convencional de largo alcance Storm Shadow y el misil aire-aire Meteor, que supera el alcance visual, para la RAF.


sábado, 1 de marzo de 2025

C-321: Desde Cuba al HMS Invincible y más tarde su trágico final


Historia del A-4C Skyhawk C-321: Del Bloqueo de Cuba a la Guerra de Malvinas






El A-4C Skyhawk C-321 tuvo una trayectoria excepcional, operando en dos fuerzas aéreas y participando en dos crisis militares clave. Inicialmente en servicio con la Armada de los Estados Unidos (USN), tuvo un papel destacado en la Crisis de los Misiles en Cuba (1962). Más tarde, fue adquirido por la Fuerza Aérea Argentina (FAA), participando en la crisis del Canal de Beagle (1978) y en la Guerra de Malvinas (1982), donde integró la escuadrilla que atacó al portaaviones HMS Invincible.

1. Servicio en la US Navy (1960-1971)

El BuNo 147741, fabricado para operaciones en portaaviones, fue asignado a varias unidades de la US Navy. En 1962, se desplegó en el portaaviones USS Shangri-La en el Mediterráneo y participó en el bloqueo de Cuba.


El BuNo 147741 haciendo «toque y motor» abordo del portaaviones USS John F. Kennedy (CVA-67) mientras volaba con el escuadrón VA-83 Rampagers (foto: US Navy, 1967)

A diferencia de otros A-4 utilizados en Vietnam, su actividad operativa se concentró en misiones en el Atlántico y el Mediterráneo, sirviendo en los escuadrones VA-46 "Clansmen" y VA-83 "Rampagers", entre otros. En la Base Naval Cecil Field, Florida, fue parte del primer escuadrón en lanzar misiles aire-superficie AGM-12 "Bullpup".

En 1971, tras 11 años de servicio y 3.824 horas de vuelo, el A-4C fue retirado y almacenado en la Base Aérea Davis Monthan (Arizona), donde permanecería hasta su venta a Argentina.


El BuNo 147741 con las distintivas marcas escocesas del escuadrón VA-46 «Clansmen» en el plano de la deriva, fotografiado en la pataforma de NAS Cecil Field, Florida (foto: USN, circa 1960).

2. Transición a la Fuerza Aérea Argentina (1974-1978)

La Fuerza Aérea Argentina (FAA) compró el avión en diciembre de 1974, en el contexto de una modernización de su flota. Antes de su envío, fue despojado de tecnología sensible en Lockheed Aircraft Services (California).

Una vez en Argentina, fue restaurado y puesto en condiciones operativas en el Área Material Río Cuarto (ARMACUAR), realizando su primer vuelo el 29 de marzo de 1978.

A diferencia de su versión original, el avión recibió equipamiento británico y israelí, incluyendo:

  • Sistema de tiro Marconi para misiones aire-aire y aire-tierra.
  • Sistema de navegación OMEGA.
  • Misiles aire-aire IAI Shafrir I de origen israelí.

Perdió, sin embargo, tecnologías clave de su versión estadounidense, como:

  • Sistema de bombardeo a baja altitud (LABS).
  • Radar APG-53.
  • Misiles AIM-9 Sidewinder.
  • Sistemas de alerta radar y contramedidas electrónicas.

El C-321 entró en servicio el 19 de mayo de 1978 en la IV Brigada Aérea (Mendoza), participando en entrenamientos y pruebas con los misiles Shafrir I en Bahía Blanca.


En la plataforma de El Plumerillo (Mendoza), el día que entró en servicio operativo con la Fuerza Aérea Argentina (foto: Vía Jorge Núñez Padín, 19/05/1978).

3. Crisis del Canal de Beagle (1978)

El A-4C C-321 fue desplegado a Puerto San Julián (Santa Cruz) el 13 de diciembre de 1978, junto a otros once Skyhawks, en el contexto del conflicto con Chile por el Canal de Beagle.

El avión estuvo en estado de alerta para misiones de ataque, aunque la guerra no se produjo debido a la mediación papal.


Equipado con misiles IAI Shafrir I en sus pilones subalares exteriores, el C-321 fue uno de doce A-4C Skyhawk desplegados en Puerto San Julián por la crisis del Canal Beagle (foto: vía Fernando Benedetto, circa 12/1978)

4. Guerra de Malvinas (1982): El ataque al HMS Invincible

En abril de 1982, al estallar la Guerra de Malvinas, el C-321 regresó a Puerto San Julián, completando siete salidas de combate.

La misión más audaz: El ataque al HMS Invincible

El 30 de mayo de 1982, el C-321 integró la escuadrilla "Zonda", en un ataque conjunto entre la FAA y la Armada Argentina contra el portaaviones británico HMS Invincible.

Orden de batalla:

  • Cuatro A-4C Skyhawk (FAA).
  • Dos Super Étendard (COAN) armados con un misil AM-39 Exocet.
  • Dos KC-130H Hércules como aviones cisterna.


Primer plano de la trompa que muestra las marcas de unidad y misión usadas por el C-321, como se observaron en la ceremonia de las 100.000 horas de vuelo del A-4 Skyhawk en la Fuerza Aérea Argentina (foto: Carlos Ay, Villa Reynolds, 29/11/1985)

Fase de ataque:

  1. La formación despegó desde la Base Aeronaval Río Grande (Tierra del Fuego) y voló a baja altura para evitar la detección británica.
  2. El Super Étendard disparó un misil Exocet contra el portaaviones, seguido por el ataque de los A-4C con bombas de 250 kg.
  3. Según fuentes británicas, el portaaviones no fue alcanzado, aunque la fragata HMS Avenger recibió impacto de bombas.
  4. Dos Skyhawks fueron derribados por misiles Sea Dart británicos, pero el C-321 (pilotado por el 1er Teniente Ernesto Ureta) y el C-318 lograron escapar tras maniobras evasivas.

El C-321 aterrizó en Río Grande tras 3 horas y 40 minutos de vuelo, en lo que sigue siendo una de las misiones más audaces de la FAA.


Detalle de la instalación del misil Matra Magic II durante su pruebas de certificación (foto: Matra vía Carlos Ay, El Plumerillo, 05/1983).


5. Últimos años y modificaciones (1983-1995)

Tras la guerra, el C-321 continuó operando en la V Brigada Aérea (San Luis), junto con otros Skyhawks supervivientes.

Modernización y nuevos armamentos:

  • 1983: Se realizaron pruebas con el misil francés Matra R550 Magic II y bombas Matra Durandal BLG-66 Belouga en Mar del Plata y Mendoza.
  • 1987: Recibió la actualización "Halcón I", reemplazando sus cañones Colt de 20 mm por DEFA 553A-4 de 30 mm, aumentando su poder de fuego.

Esta modernización lo convirtió en un A-4C "Variante Halcón", mejor adaptado a la guerra moderna.


El C-321 con la actualización “Halcón I” (foto: Paolo Rollino, Villa Reynolds, 26/11/1990).

6. Fin del C-321: Accidente fatal (1995)

El 10 de marzo de 1995, el C-321 sufrió una falla de motor mientras volaba cerca de la ciudad de San Luis.

El piloto, Primer Teniente Mario Bordagaray, intentó recuperar el control, pero la aeronave se estrelló, resultando en su fallecimiento.

Restos del avión fueron preservados en el Museo de los Veteranos de la Guerra de Malvinas en Villa Mercedes (San Luis), como tributo a su historia.


Restos de la cola del C-321 en el Museo de los Veteranos de la Guerra de Malvinas en Villa Mercedes (foto: Guillermo Canosa, 09/10/2022).

Conclusión

El A-4C Skyhawk C-321 fue uno de los aviones más emblemáticos de la Fuerza Aérea Argentina, con un historial de servicio que abarcó más de tres décadas y dos conflictos internacionales.

Desde su participación en la Crisis de los Misiles (1962) hasta el ataque al HMS Invincible (1982), su historia refleja el papel clave de la aviación de combate argentina.

A pesar de su trágico final en 1995, el C-321 sigue siendo un símbolo de coraje y determinación en la historia de la aviación militar argentina.


Perfil del C-321 que con el esquema de pintura utilizado por la escuadrilla “Zonda” para el ataque al portaaviones británico HMS “Invincible” el 30/05/1982 (Arte: Javier “Javo” Ruberto).

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La mayoría de las fotos y un resumen del texto proviene de este artículo de Gaceta Aeronáutica