Mostrando las entradas con la etiqueta Dante Camiletti. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Dante Camiletti. Mostrar todas las entradas

sábado, 29 de marzo de 2025

Malvinas: La inteligencia del campo del batalla, el punto de inflexión.

Un punto de inflexión en Malvinas: El rol de la inteligencia en la campaña de las islas Malvinas de 1982

Basado en el artículo “A Fulcrum in the Falklands: The Role of Intelligence in the 1982 Falkland Islands Campaign” escrito por Matthew A. Hughes, Military History Chronicles 1(1): 93-125. Año 2023.
doi: 10.18278/mhc.1.1.7





Se examina cómo el proceso de inteligencia impactó directamente el desarrollo de la campaña de las Malvinas. El segmento analiza desde la invasión argentina hasta el despliegue inicial de la fuerza británica, enfocándose en los errores de cálculo estratégicos, la capacidad logística, las ventajas tecnológicas y los apoyos externos que influyeron en el uso y eficacia de la inteligencia por ambos bandos.

El texto inicia con la invasión sorpresa de Argentina a las islas el 2 de abril de 1982. Los líderes argentinos creían que esta acción desencadenaría negociaciones diplomáticas con el Reino Unido, basándose en antecedentes como la Ley de Nacionalidad Británica de 1981 y la retirada planificada del HMS Endurance. Sin embargo, se equivocaron al no anticipar una respuesta militar británica, que comenzó solo tres días después, el 5 de abril, con el despliegue de una fuerza de tarea desde Portsmouth.

La inteligencia jugó un papel clave en estas primeras fases. Argentina esperaba un bloqueo prolongado, por lo que organizó una defensa en torno a Puerto Argentino, mientras que el Reino Unido, centrado hasta entonces en amenazas soviéticas, había descuidado la recolección de inteligencia sobre Argentina, clasificándola como una prioridad baja. Esto generó brechas significativas en su comprensión de las capacidades y disposición argentinas.


Tropas británicas luego de la batalla de Monte Longdon. Diversos reconocimientos previos fueron mapeando el terreno para el avance del 3 Para.

A nivel operativo, la campaña involucró cerca de 10.000 soldados británicos y 13.000 argentinos. El Reino Unido enfrentaba dificultades logísticas por la distancia (13.000 km), mientras que Argentina, al estar solo a 480 km, tenía ventajas en reabastecimiento y movilidad aérea. No obstante, el profesionalismo y entrenamiento británico contrastaban con una fuerza argentina compuesta en gran parte por conscriptos, lo que impactó en moral y desempeño.

En el ámbito de la inteligencia, el Reino Unido tenía ventajas notables, especialmente gracias a sus submarinos equipados con sistemas de inteligencia de señales (MASINT), capaces de detectar salidas de aeronaves argentinas. Por el contrario, Argentina disponía de radares limitados, concentrados en Puerto Argentino y algunos puntos costeros, lo que restringía su capacidad de detección.

El mal tiempo en junio obligó a ambas partes a depender más de interceptaciones de señales y patrullas pequeñas para inteligencia actualizada. Las fuerzas especiales británicas como el SAS y SBS realizaron reconocimientos que mejoraron significativamente la planificación de misiones. En cambio, las tropas argentinas permanecieron en posiciones defensivas sin realizar exploraciones activas, lo que limitó su conocimiento situacional. Una de las pocas misiones de patrulla de reconocimiento (las fracciones Basualdo y Pereyra) para obtener información de primera mano del desembarco en San Carlos fue un fracaso. No por la misión, sino porque fue un caso aislado y no parte de un conjunto más grande, interconectado y planeado de ir observando el avance de las tropas enemigas.

Figura 1. Comparación de fuerzas principales – Guerra de las Malvinas

CategoríaReino Unido (~10.000 tropas)Argentina (~13.000 tropas)
Fuerzas terrestres- 2 brigadas (BDE)
 • 3 batallones de infantería de marina (MARINE BN)
 • 2 batallones aerotransportados (AIRBORNE BN)
 • 3 batallones de infantería (INFANTRY BN)
   ~5.200 tropas
- 5 baterías de artillería (ARTY BTRY)
- 1 batería de artillería antiaérea (ADA BTRY)
- 2 pelotones de tanques (TANK PLT)
- 2 escuadrones de helicópteros (31 helicópteros)
- 9 regimientos de infantería (INFANTRY REGT)
- 1 batallón de infantería de marina (MARINE BN)
   ~8.000 tropas
- 6 baterías de artillería (ARTY BTRY)
- 1 unidad de caballería blindada (ARMD CAV TROOP)
Fuerzas navales- 2 escuadrones de cazas (33 aviones)
- 9 destructores
- 8 buques anfibios
- 12 buques de apoyo
- 3 submarinos nucleares (SSN)
- 1 portaaviones ligero
- 1 crucero ligero
- 8 destructores/fragatas
- 3 submarinos diésel (SS)
Fuerza aérea(Incluida en escuadrones navales)- 3 escuadrones de caza/bombardeo (60 aviones)
- 5 escuadrones de caza (60 aviones)
- 1 escuadrón COIN (10 aviones)
- 1 escuadrón de helicópteros (10 helicópteros)
- 1 escuadrón de transporte (10 aviones)

Abreviaturas clave
ADA: Artillería de defensa aérea
ARMD: Blindado
ARTY: Artillería
BDE: Brigada
BN: Batallón
BTRY: Batería
CAV: Caballería
PLT: Pelotón
REGT: Regimiento
SQN: Escuadrón
SS: Submarino (diésel)
SSN: Submarino (nuclear)




La cooperación internacional también fue determinante. Mientras que países como Estados Unidos y Chile apoyaron encubiertamente al Reino Unido con recolección de inteligencia y operaciones de engaño, la Unión Soviética no ofreció ayuda sustancial a Argentina. La colaboración con Chile fue especialmente eficaz: se usaron maniobras de desinformación y aumentos en el tráfico radial y despliegue naval chileno para sembrar dudas en el alto mando argentino sobre una posible invasión desde el sur. Esto llevó a Argentina a retener en el continente la mayoría de sus fuerzas (90 %), debilitando así la defensa de las islas.

En suma, las páginas analizadas muestran que las deficiencias en el ciclo de inteligencia —especialmente en recolección y análisis— fueron fundamentales para el fracaso argentino. La combinación de recursos limitados, subestimación del enemigo, dependencia de supuestos erróneos y desinformación exitosa por parte del Reino Unido, permitió que los británicos consolidaran su posición antes del combate terrestre. Así, estas secciones establecen cómo la inteligencia fue no solo un apoyo, sino un factor decisivo en la evolución del conflicto.



Fase 0

La primera fase de movilización británica tras la invasión argentina a las Islas Malvinas es conocida como Fase 0, y enfatiza los retos y métodos de recolección de inteligencia, así como los engaños y errores analíticos que definieron los movimientos iniciales de ambas fuerzas.

El 5 de abril de 1982, apenas tres días después de la ocupación argentina, zarpó desde Portsmouth la fuerza de tarea británica, iniciando así la respuesta militar del Reino Unido. Sin embargo, los británicos partían con una clara desventaja: contaban con muy poca información sobre el despliegue argentino en las islas. Se apoyaban en mapas sin cuadricular, reportajes periodísticos, almanaques militares y testimonios de personal previamente asignado a las Malvinas. A pesar de estas limitaciones, la inteligencia británica logró elaborar estimaciones bastante precisas de las posiciones y capacidades argentinas, gracias a métodos ingeniosos como la interceptación de comunicaciones entre soldados argentinos y sus familias, imágenes de reconocimiento, y el uso de fuentes abiertas.

Las unidades especiales británicas —SAS y SBS— jugaron un rol esencial al realizar reconocimientos que guiaron decisiones clave, como el sitio del desembarco anfibio. Mientras tanto, las fuerzas argentinas, que no preveían una respuesta militar británica, tampoco habían desarrollado una estructura sólida de recolección de inteligencia. Carecían de plataformas para rastrear la flota enemiga y subestimaron la posibilidad de una contraofensiva. Como resultado, debieron recurrir a métodos improvisados, como el uso de embarcaciones y aeronaves civiles para detectar movimientos británicos. Un ejemplo claro fue el buque pesquero *Usurbil*, al que se le encomendó monitorear la flota británica con una tripulación mixta de argentinos y españoles. Sin embargo, estos reportes civiles resultaron escasos e imprecisos, y facilitaron que el Reino Unido llevara a cabo acciones de engaño exitosas.


Estimación británica de las fuerzas argentinas, fechada el 15 de mayo de 1982. La precisión de esta estimación, comparada con la disposición real de las fuerzas, refleja la gran fiabilidad de los métodos de recopilación de inteligencia entre las fuerzas británicas. [van der Bijl, Mis amigos el enemigo, 101] Licencia Creative Commons.

En paralelo, la percepción argentina sobre la amenaza chilena condicionó su estrategia. Desde el comienzo, la inteligencia argentina consideraba a Chile como un posible agresor en caso de guerra, dada una disputa limítrofe previa. Aunque no había pruebas concretas de un ataque chileno, los mandos militares aceptaron este riesgo bajo la creencia de que el Reino Unido no respondería militarmente. No obstante, la situación cambió: la inteligencia argentina empezó a recibir señales de una posible ofensiva chilena, lo cual obligó al alto mando a dividir sus fuerzas y dejar solo el 10 % de su ejército en las islas.

Este temor fue avivado por una estrategia de engaño británica concertada con Chile. Como parte del acuerdo, el Reino Unido ofreció armamento a cambio de cooperación en inteligencia. El ejército chileno aumentó su tráfico radial y desplegó unidades navales bajo silencio radial, simulando un inminente ataque. Esto llevó a Argentina a mantener a sus mejores unidades —incluyendo cuatro de cinco batallones de infantería de marina— en el continente, debilitando notablemente su postura defensiva en las islas.

En resumen, esta sección demuestra cómo los británicos, a pesar de comenzar con información limitada, compensaron con creatividad, uso de fuentes abiertas, reconocimiento especial y apoyo extranjero. En contraste, la inteligencia argentina, afectada por suposiciones erróneas y falta de medios eficaces, tomó decisiones que afectaron negativamente su capacidad de respuesta ante el avance británico.



Fase 1

Se analiza luego cómo la lucha por el control aéreo y marítimo fue profundamente influenciada por la inteligencia, tanto en su uso eficaz por parte del Reino Unido como en sus fallos críticos en el lado argentino. Dos elementos principales estructuran esta fase: la amenaza de los misiles Exocet y los bombardeos a buques británicos.

El Reino Unido identificó desde el inicio que los cinco misiles Exocet franceses en posesión de Argentina, lanzados desde cazas Super Étendard, representaban un riesgo existencial para su flota. Un solo impacto sobre alguno de los dos portaaviones británicos podría arruinar toda la operación. Consciente de ello, el gobierno británico adoptó una estrategia proactiva basada en inteligencia: persuadió al presidente francés François Mitterrand para que suspendiera la venta de más misiles y emprendió operaciones encubiertas para comprar o sabotear cualquier Exocet disponible en el mercado internacional, incluso con una inversión de 50 millones de dólares. Estas acciones lograron interrumpir los planes argentinos de reabastecimiento, frustrando sus intentos de adquirir más misiles a través de Libia, Irán y Perú.

El impacto psicológico de esta amenaza fue notable. Las fuerzas británicas hablaban del “síndrome Exocet”, una actitud de extrema cautela que condicionaba las decisiones tácticas. Por ejemplo, evitaban exponer sus portaaviones innecesariamente. Solo cuando se confirmó que Argentina no podría reabastecerse de *Exocets*, los británicos comenzaron a asumir mayores riesgos operacionales.

Por otro lado, aunque Argentina logró impactar con bombas alrededor del 75 % de los buques británicos atacados, aproximadamente el 50 % de estas no detonaron debido a errores en la técnica de lanzamiento. Aviadores navales desarrollaron una solución (lanzamiento en parábola), pero no la compartieron con la Fuerza Aérea. Además, Argentina dispersó a los pilotos tras sus misiones para ocultar pérdidas, lo que impidió debriefings eficaces. Este fallo en la diseminación de inteligencia redujo significativamente el impacto de los ataques aéreos, permitiendo a los británicos consolidar su superioridad naval y aérea. Así, el control del aire —clave para la campaña— fue definido más por el manejo de la inteligencia que por la cantidad de medios disponibles.



Fase 2. Desembarcos
La sección se centra en cómo la inteligencia —su uso, fallos y manipulaciones— fue determinante en el éxito del desembarco británico en San Carlos y las operaciones previas, como el ataque a Isla Bordón (Pebble Island). Esta fase muestra cómo las decisiones tácticas clave, tanto acertadas por parte del Reino Unido como erróneas del lado argentino, estuvieron profundamente influidas por evaluaciones de inteligencia incompletas o equivocadas.

La etapa comienza con el primer gran error de interpretación argentina. El 1 de mayo, ante bombardeos británicos y desembarcos de fuerzas especiales (SAS y SBS), los defensores argentinos reportaron lo que interpretaron como un desembarco masivo en el norte de la Isla Soledad. Esta percepción coincidía con evaluaciones previas argentinas que preveían un ataque británico en esa área hacia finales de abril. La Armada argentina, actuando en base a esta información, desplegó unidades navales para interceptar la supuesta invasión. Sin embargo, a falta de actualizaciones posteriores y ante la ausencia de combates sostenidos, el almirante Lombardo canceló la operación seis horas después. Durante la retirada, el crucero General Belgrano fue hundido por el submarino británico Conqueror, causando 368 muertes, la mayor pérdida argentina en toda la guerra. Este fracaso fue el resultado directo de una interpretación errónea de los indicios iniciales, derivada de análisis circular y falta de verificación independiente de reportes.


Comando del SAS (identificado tácitamente por portar la carabina M4)

El siguiente episodio clave fue la Operación en Pebble Island, ejecutada el 15 de mayo por el SAS. Guiados por un único informe de inteligencia sobre la posible existencia de un radar argentino en esa ubicación —capaz de alertar sobre cualquier desembarco en San Carlos—, los británicos decidieron lanzar un ataque preventivo. El riesgo fue alto: incluso expusieron un portaaviones fuera de la protección de sus escoltas para apoyar la operación. Finalmente, aunque el radar no fue hallado, se destruyeron diez aeronaves Pucará, reduciendo así la capacidad argentina de contraataques aéreos durante el desembarco real. El éxito táctico fue acompañado de un fallo estratégico argentino: su inteligencia no interpretó este ataque como una operación de preparación (shaping operation) previa a un desembarco mayor.

El desembarco en San Carlos (21 de mayo) marcó un punto de inflexión. Los británicos eligieron ese sitio en gran parte gracias al trabajo previo del Mayor Ewen Southby-Tailyour, quien, durante una asignación anterior en las islas, había cartografiado detalladamente la zona. Sus notas resultaron cruciales para planear la operación. En contraste, los argentinos desestimaron esa área como apta para un desembarco, basándose en un estudio naval que la consideraba inviable por su geografía. Esperaban una invasión en Puerto Argentino (Stanley) o al noreste de Isla Soledad. Por tanto, distribuyeron sus defensas en hasta diez puntos posibles, debilitando su capacidad de respuesta.


El fin de una misión de reconocimiento argentina: oficial Dante Camiletti de la IMARA, parte de la patrulla Pereyra, capturado en San Carlos observando el desembarco de tropas británicas.

Además, el Reino Unido desplegó una operación de engaño (deception operation) días antes del desembarco real: el HMS Glamorgan bombardeó posiciones cerca de Puerto Argentino y emitió mensajes falsos para simular un desembarco inminente allí. Esto alimentó los sesgos existentes en la inteligencia argentina. Así, incluso cuando el 21 de mayo un teniente argentino observó el desembarco real en San Carlos y lo reportó, sus superiores lo interpretaron como una distracción. Un oficial naval argentino aseguró que, por la profundidad de la bahía, un desembarco masivo era “imposible”.

El resultado fue que las tropas británicas desembarcaron sin oposición significativa. Esta falta de reacción en un punto tan crucial —identificado por los británicos como el “último momento en el que la campaña podría haber fracasado”— se debió a la persistencia de valoraciones erróneas y a la falta de flexibilidad analítica del mando argentino. Según el autor, si el general Menéndez hubiera reaccionado con rapidez, habría podido extender el conflicto y posiblemente alterar el equilibrio estratégico.


Acciones significativas, 15 de mayo - 8 de junio de 1982. La ubicación de los eventos clave revela el papel vital de las operaciones conjuntas y la planificación de inteligencia (p. ej., los puntos de desembarco costero previstos frente a la ubicación elegida por las fuerzas británicas). [Hastings y Jenkins, La batalla de las Malvinas, 201] Licencia Creative Commons.

En conjunto, esta fase ilustra cómo el Reino Unido, con recursos limitados y poco conocimiento inicial, logró construir un panorama confiable gracias a la explotación de fuentes abiertas, el uso de inteligencia humana (HUMINT), señales interceptadas (SIGINT), y reconocimiento previo. Además, aplicó técnicas de engaño eficaces y tomó decisiones arriesgadas basadas en información parcial pero procesada con mayor rigor.

Argentina, por su parte, cometió errores reiterados: sus análisis partían de supuestos inflexibles; el procesamiento de inteligencia era lento y afectado por “información circular” (repetida sin verificación independiente); y las evaluaciones no se ajustaban ante nueva evidencia. Este conjunto de fallos, combinado con la sobrestimación de amenazas externas (como una invasión chilena), debilitó la defensa y facilitó el avance británico. Así, la inteligencia, o su ausencia efectiva, volvió a inclinar la balanza de la campaña.

Fase 3. Operaciones terrestre y fin de la guerra

La sección expone cómo la fase final de la campaña en las Malvinas estuvo profundamente marcada por la calidad de la inteligencia táctica recolectada por ambos bandos. Esta etapa, que culminó con la rendición argentina el 14 de junio de 1982, revela cómo la inteligencia a nivel de unidad, la cooperación con civiles locales y las lecciones derivadas de fallos anteriores fueron determinantes para el éxito británico en el terreno.

Tras el exitoso desembarco en San Carlos, las fuerzas británicas comenzaron una marcha terrestre de más de 80 kilómetros en dirección a Puerto Argentino (Stanley), dividiéndose en dos ejes: uno por el norte y otro por el sur. Esta fase coincidió con condiciones meteorológicas adversas, que limitaron las capacidades de reconocimiento aéreo de ambos bandos. Como resultado, se intensificó el uso de inteligencia basada en señales (SIGINT), informes de patrullas, y particularmente en los testimonios de civiles isleños, quienes proporcionaron información valiosa sobre la localización de tropas argentinas. Esta dependencia en inteligencia humana local resalta el componente informal y a la vez crucial de la recolección de información durante operaciones militares.

En el eje sur, el 2.º Batallón del Regimiento de Paracaidistas británico (2 Para) se preparaba para atacar la posición argentina en Wireless Ridge, una elevación clave al oeste de Puerto Argentino. El comandante del batallón inicialmente contaba con inteligencia muy limitada sobre el enemigo. Sin embargo, tras una postergación de 24 horas, él y sus oficiales ascendieron el cercano Monte Longdon para obtener observación directa del terreno y las fuerzas enemigas. Este ejemplo ilustra la importancia de la inteligencia generada directamente por los mandos tácticos, a falta de información suministrada por estructuras superiores. A partir de estas observaciones, pudieron planificar una ofensiva más precisa, que resultó en una victoria con bajas mínimas propias y una fuerte pérdida argentina (hasta 100 muertos y 17 capturados según no siempre confiables fuentes británicas). La desmoralización posterior en las fuerzas argentinas en Puerto Argentino fue un factor directo que aceleró la rendición.

Otro episodio decisivo fue el ataque aéreo argentino sobre Pleasant Bay (Bahía Agradable) el 8 de junio, cuando la inteligencia argentina detectó correctamente el desembarco británico de refuerzos. Utilizando una táctica de engaño, enviaron cuatro cazas Mirage como señuelo hacia San Carlos para atraer a los Harrier británicos en patrulla aérea de combate (CAP), mientras una segunda oleada principal atacó sin oposición en Port Pleasant. Sin embargo, aunque el submarino británico HMS Valiant detectó a tiempo el despegue argentino y envió un aviso vía satélite al cuartel general en Northwood (Reino Unido), este mensaje no llegó a la fuerza de tarea en las Malvinas por “problemas de comunicación”. Como resultado, los británicos no pudieron anticipar el ataque ni evacuar rápidamente, lo que causó la mayor pérdida humana británica en un solo incidente de la guerra: 50 muertos y 54 heridos. Este caso ilustra una de las pocas fallas significativas del sistema de inteligencia británico, directamente asociada a fallos en la diseminación de inteligencia entre niveles estratégicos y tácticos.

En las conclusiones bajo el título “The Fulcrum of Intelligence”, el autor sintetiza cómo la campaña fue moldeada, en cada fase, por el desempeño en el ciclo de inteligencia. Gran Bretaña, a pesar de sus limitaciones iniciales, aprovechó con gran eficacia los recursos disponibles: inteligencia de señales, colaboración con civiles y países aliados (notablemente Chile y EE. UU.), y una actitud proactiva para suplir carencias mediante reconocimiento táctico y fuentes abiertas. El análisis también destaca la capacidad británica para usar la inteligencia no solo como herramienta de recopilación, sino como base para operaciones de engaño y decisiones de riesgo calculado.

Por contraste, Argentina padeció una serie de deficiencias sistémicas en todo el ciclo de inteligencia: recolección insuficiente, análisis sesgado (incluyendo dependencia de suposiciones erróneas), deficiente diseminación de información, y una marcada incapacidad para adaptar evaluaciones ante nueva evidencia. La percepción constante de una amenaza chilena —reforzada por operaciones británicas de desinformación— condicionó decisiones estratégicas clave, como mantener la mayoría de sus fuerzas en el continente.


Batalla de Wireless Ridge, 13-14 de junio de 1982. Las fuerzas británicas dependían de la recopilación orgánica de datos mediante observación directa (patrullas) debido a las limitaciones de otros métodos de recopilación. [«Parte 47: Aproximación de los 2 Paracaidistas a la Batalla de Wireless Ridge: 13/14 de junio de 1982», Naval History Homepage, 31 de mayo de 2013, https://www.naval-history.net/F57wireless.htm] . Licencia Creative Commons.

El autor argumenta que, de haber contado con una estructura de inteligencia más robusta, Argentina podría haber desplegado más tropas en las islas, planificado mejores ataques aéreos, ocupado terreno clave, y neutralizado activos británicos cruciales como los portaaviones. Tales acciones, sugiere, podrían haber alterado el resultado del conflicto.

En conclusión, la inteligencia no solo apoyó las operaciones militares: fue el punto de equilibrio sobre el cual se inclinó el conflicto. El Reino Unido, mediante su enfoque adaptable y centrado en la explotación máxima de la inteligencia disponible, logró superar la ventaja numérica y geográfica argentina. El título del artículo —“A Fulcrum in the Falklands”— cobra pleno sentido: el éxito británico no se debió únicamente a su fuerza militar, sino a cómo supieron posicionarse estratégicamente en el eje decisivo de la guerra: la inteligencia.


Principales recursos de inteligencia en la Campaña de las Islas Malvinas (Figura B-1)

DisciplinaArgentinaReino Unido
Inteligencia Humana (HUMINT)Fuerzas: 15 civiles isleños argentinos
Notas: La población residente argentina en las islas (15 personas) sirvió como fuente.
Fuerzas: Isleños de las Malvinas
Notas: Reportaron movimientos argentinos a través de radio banda ciudadana.
(Limitaciones por falta de hispanohablantes; solo el intérprete del comandante de fuerzas terrestres hablaba español).
Inteligencia de Señales (SIGINT)Fuerzas:
– Buques pesqueros (Narwal)
– Submarino (ARA San Luis)
– Isleños de las Malvinas
Notas:
– Los pesqueros tenían capacidades ELINT; buena producción de inteligencia.
– El submarino se posicionó cerca de la fuerza británica; inteligencia limitada.
– Los argentinos monitoreaban radio de banda ciudadana, usada por los isleños y aprovechada para interceptar comunicaciones británicas abiertas (ventaja por número de hablantes de inglés).
Fuerzas:
– Avión de vigilancia Nimrod
– Estación de escucha en Isla Ascensión
– Lingüistas en Cheltenham, Reino Unido
Notas:
– La estación (a más de 6.400 km) interceptaba comunicaciones argentinas.
– Especialistas trabajaban 24/7 para “monitorear, analizar y descifrar miles de mensajes operativos y de otro tipo”.
Inteligencia de Medición y Firmas (MASINT)Fuerzas: Radares costeros
Notas: Detectaban buques y aviones británicos a lo largo de la costa.
Fuerzas: Submarinos cerca del continente argentino (incluyendo HMS Valiant)
Notas: Los radares detectaban despegues; alertaban a la fuerza de tareas sobre ataques aéreos inminentes.
Inteligencia de Imágenes (IMINT)Fuerzas: Varias aeronaves
Notas: El mal tiempo y la nubosidad en junio redujeron la capacidad de recolección.
Fuerzas: Varias aeronaves y satélites
Notas: También afectadas por el mal clima; disponibilidad limitada de imágenes satelitales.
Inteligencia de Fuentes Abiertas (OSINT)Fuerzas: Servicio Mundial de la BBC
Notas: Revisión diaria de noticias revelaba información útil sobre fuerzas y planes británicos, pero los argentinos solían considerar erróneamente que se trataba de desinformación.
Fuerzas: Analistas de inteligencia
Notas: Recolectaban información de diversas fuentes como Military Balance 1978/79, Jane’s, International Defense Reviews, revistas de reconocimiento, fotografías periodísticas y transmisiones televisivas.



ContrainteligenciaFuerzas: (No especificadas)
Notas: Mal ejecutada y poco controlada. Intentaron censurar la prensa pero tuvieron dificultades con la Secretaría de Información Pública.
Fuerzas: (No especificadas)
Notas: Luchas constantes con la prensa para limitar la difusión de información sobre las operaciones.
Fuerzas EspecialesFuerzas: Unidades de comando
Notas: Utilizadas para establecer contacto y recolectar inteligencia.
Fuerzas: SAS, SBS
Notas: Realizaron reconocimiento de sitios de desembarco y defensas argentinas; ejecutaron la incursión en Isla Pebble.
Unidades de ManiobraFuerzas: Puestos de observación
Notas: Reportaron movimientos de la fuerza de tareas británica, principalmente a lo largo de la costa.
Fuerzas: Fuerzas de patrulla / puestos de observación
Notas: Proporcionaron la mayor parte de los informes en junio, a medida que se acercaba el final del conflicto.
Guerra Psicológica (*)Fuerzas: (No especificadas)
Notas: Operaciones mal ejecutadas y controladas en las islas.
Fuerzas: (No se disponía de unidad de guerra psicológica para esta campaña)
Notas: El Ministerio de Defensa no contaba con una unidad dedicada a estas operaciones.
Facilitadores ExtranjerosFuerzas: Unión Soviética
Notas:
– Lanzó el satélite Kosmos 1365, posicionado sobre el Atlántico Sur; usado para ubicar al HMS Sheffield.
– Usó aeronaves TU-95 para recolectar información sobre la fuerza británica cerca del ecuador.
Fuerzas:
– Chile
– Estados Unidos
Notas:
– Chile brindó alerta temprana y colaboró en operaciones de engaño.
– EE. UU. apoyó con SIGINT satelital (VORTEX) y aviones de reconocimiento de largo alcance SR-71.
Análisis de Fuentes Combinadas (All-Source Analysis)Fuerzas: Células o personal de inteligencia en unidades de maniobra y servicios.
Notas: Cada servicio procesaba su propia inteligencia, pero no la compartía con otros.
Fuerzas:
– Célula de inteligencia a nivel de batallón y superiores
– Célula de Inteligencia Aérea
Notas:
– Realizaban análisis a partir de informes primarios.
– Ni SBS ni unidades de guerra ártica/montañosa tenían apoyo de inteligencia.
– La célula aérea fue creada durante el conflicto para evaluar amenazas aéreas.

Definiciones

MASINT (por sus siglas en inglés: Measurement and Signature Intelligence) es un tipo de inteligencia utilizada por fuerzas militares y agencias de seguridad que se basa en la medición y análisis técnico de firmas físicas o químicas asociadas a objetos, actividades o fenómenos.

En criollo: es la inteligencia que no se basa ni en fotos (IMINT) ni en comunicaciones (SIGINT), sino en detectar cosas como radiación, vibraciones, calor, sonidos, emisiones electromagnéticas raras, partículas, etc.

¿Qué analiza MASINT?

  • Firmas térmicas (calor de un motor o explosión)

  • Emisiones de radar no estándar

  • Radiación nuclear o química

  • Vibraciones de túneles subterráneos

  • Huellas acústicas o sísmicas

  • Análisis espectral de gases o materiales

Ejemplo real:

Un misil es lanzado → MASINT puede detectar el calor, la trayectoria, el sonido, y hasta la firma química del combustible para saber de dónde salió, qué tipo era, y quién lo fabricó.

Es clave en vigilancia estratégica, detección de armas ocultas o no convencionales, y verificación de tratados internacionales.

IMINT significa Inteligencia de Imágenes (en inglés, Imagery Intelligence), y es una disciplina del mundo de la inteligencia que se basa en el análisis de imágenes —tanto fijas como en movimiento— obtenidas desde plataformas aéreas, espaciales o terrestres.

En lenguaje común: es ver y entender desde arriba, ya sea con satélites, drones, aviones espía o cámaras instaladas en tierra.

¿Qué analiza IMINT?

  • Ubicación de unidades militares

  • Movimientos de vehículos o barcos

  • Cambios en infraestructura (bases, pistas, radares, lanzadores)

  • Construcciones ocultas o ilegales

  • Patrones de actividad humana o logística

Tipos de imágenes usadas:

  • Fotografía aérea convencional

  • Satelital óptica (como Google Earth, pero con mejor resolución y espectros)

  • Infrarroja (detección de calor)

  • Radar de apertura sintética (SAR) (ve a través de nubes o de noche)

  • Multiespectral e hiperespectral (analiza materiales, vegetación, actividad química)


OSINT, que significa Open Source Intelligence o, en castellano, Inteligencia de Fuentes Abiertas.

¿Qué es OSINT?

Es la obtención, procesamiento y análisis de información pública y accesible legalmente, con fines de inteligencia. Es decir, todo lo que está “ahí afuera”, pero requiere saber dónde buscar, cómo analizar y qué extraer.

En criollo: es como armar un rompecabezas solo con piezas que cualquiera puede ver... si sabe dónde mirar.

¿Qué fuentes usa OSINT?

  • Medios de comunicación (TV, radio, diarios)

  • Redes sociales (X, Facebook, TikTok, Telegram, etc.)

  • Sitios web y foros

  • Bases de datos públicas

  • Documentos académicos o gubernamentales

  • Fotos y videos publicados online

  • Imágenes satelitales comerciales

  • Registros civiles, comerciales, licitaciones, etc.

Ejemplo real:

En plena guerra, un soldado sube una foto a Instagram con el fondo de un edificio. OSINT permite geolocalizarlo, cruzarlo con mapas e imágenes previas, y detectar la posición exacta de una unidad militar. Así lo hacen grupos como Bellingcat.



sábado, 19 de marzo de 2022

Malvinas: Pictorial de 28 fotos

La detención de un comando argentino y otras 28 impactantes fotos del Museo Imperial de Guerra británico sobre Malvinas

Las imágenes son parte de las distintas exhibiciones que comenzó a hacer esa institución como parte de cumplirse los 40 años del conflicto del Atlántico Sur
Por Hugo Martin || Infobae
El portaaviones HMS Invincible, parte de la Task Force británica, se recorta contra el horizonte mientras navega hacia el Atlántico Sur. El Invincible partió de Portsmouth el 5 de abril de 1982 y llegó a las Islas Malvinas a principios de mayo. El Task Force estaba compuesto por 127 buques en total. (© IWM FKD 543)

Entrenamiento con armas de los Royal Marines durante el viaje al Atlántico Sur. A las Islas Malvinas fueron transportados alrededor de 9.000 efectivos, 5.000 toneladas de equipo y 70 aviones. (© IWM FKD 2200)
Una víctima del HMS Sheffield es trasladada en camilla a Sick Bay a bordo del HMS Hermes. El HMS Sheffield fue alcanzado por un misil Exocet lanzado desde un avión Súper Etendard argentino el 4 de mayo y se hundió el mismo día. Veinte miembros de la tripulación perdieron la vida. Dos días antes, el submarino nuclear británico HMS Conqueror había torpedeado y hundido al buque argentino ARA General Belgrano en un controvertido ataque. Al momento del atentado, en el que murieron 323 argentinos, el Belgrano estaba fuera de la Zona de Exclusión Total. (© IWM FKD 534)
Un avión Sea Harrier despega del portaaviones HMS Hermes mientras varios misiles, helicópteros y vehículos llenan la cubierta de vuelo. El armamento incluía bombas GP (General Purpose, de Uso General) de 1000 libras, misiles aire-aire Sidewinder y misiles aire-tierra Sea Skua (© IWM FKD 127)
Hombres del 2º Batallón del Regimiento de Paracaidistas a bordo del ferry MV Norland antes de los desembarcos en la Bahía San Carlos en las Islas Malvinas el 20 de mayo de 1982. La Operación Sutton de desembarco se llevó a cabo desde el 21 al 23 de mayo. Alrededor de 4.000 soldados británicos desembarcaron en San Carlos y Bahía Ajax en la Isla Soledad. (Foto: Sgt. Ronald Hudson © IWM FKD 851)
Un Royal Marine de 3 Commando Brigade ayuda a otro a aplicar pintura facial de camuflaje en preparación para el desembarco de San Carlos el 21 de mayo de 1982. (© IWM FKD 178)
Hombres del 3er Batallón del Regimiento de Paracaidistas durante el desembarco en San Carlos. Los desembarcos de la tropa de infantería casi no tuvieron oposición, pero los helicópteros y buques de guerra británicos en San Carlos Water y Falkland Sound fueron atacados por los aviadores argentinos. El HMS Ardent fue hundido al día siguiente y varios helicópteros británicos fueron derribados. (Foto: Sgt. Graham Colbeck, © IWM FKD 2744)
Después de desembarcar en San Carlos, un efectivo del 2° Batallón del Regimiento de Paracaidistas camina el 21 de mayo de 1982 rumbo al sur con todos sus pertrechos. Su destino es el Monte Sussex, desde donde atacaron a Goose Green. (Foto: Sgt. Ronald Hudson © IWM FKD 856)
Las secciones de proa y popa del HMS Antelope flotan sobre la superficie en el estrecho de San Carlos después de que el barco comenzara a hundirse el 24 de mayo de 1982. Dos bombas fueron lanzadas sobre el HMS Antelope por aviones argentinos que volaban a un nivel extremadamente bajo el 23 de mayo. Las bombas, que no explotaron, se alojaron en la sala de máquinas del buque. Una detonó mientras estaba siendo desactivada. La explosión atravesó el barco, que se partió por la mitad y se hundió. (Foto: Rick Toyer, © IWM FKD 192)
Un efectivo del Batallón 40 de Comandos de la Royal Marine patrulla cerca de San Carlos en mayo de 1982. (Foto: Alistair Campbell, fotógrafo oficial de la Royal Navy, © IWM FKD 427)
El Teniente Dante Camiletti, comando de la Infantería de Marina es arrestado el 27 de mayo de 1982. El y su grupo, llamados luego de ser detenidos e interrogados “Los 12 del Patíbulo”, hacía observaciones de los movimientos de los navíos británicos desde una posición oculta en el Estrecho de San Carlos. (© IWM FKD 2024)
Un helicóptero Sea King HC4 del Escuadrón Naval Aéreo despega con comandos de la Compañía J de los Royal Marines desde San Carlos a Darwin el 28 de mayo de 1982. En la noche lanzaron el ataque contra las unidades argentinas en Darwin y Goose Green. (Foto: Paul Haley, Soldier Magazine, © IWM FKD 264)
Prisioneros argentinos capturados en Tumbledown caminan bajo vigilancia. En el combate del 28 de mayo participaron alrededor de 600 hombres del 2º Batallón del Regimiento de Paracaidistas (Foto: Paul Haley, Soldier Magazine, © IWM FKD 363)
El 3er Batallón del Regimiento de Paracaidistas británico avanza a campo abierto desde Teal Inlet hacia Estancia House el 30 de mayo de 1982. Habían asegurado Teal Inlet el día anterior y continuaban su avance sobre la capital de las Islas Malvinas (Foto: Sgt. Graham Colbeck, © IWM FKD 2755)
Un cañón ligero L118 de 105 mm del 29º Regimiento de Comandos de la Artillería Real ubicado bajo una red de camuflaje en Fitzroy y Bluff Cove en la Isla Soledad, en junio de 1982. (© IWM FKD 170)
El operador de una batería de misiles tierra-aire Rapier FSB 1, parte de la línea defensiva de los barcos de la Task Force en el estrecho de San Carlos en junio de 1982. Se desplegaron doce lanzadores Rapier FSB1 durante la guerra, pero tuvieron un pobre rendimiento contra aviones que volaban al ras del suelo y lejos de la plataforma de lanzamiento. Dijeron que produjeron 14 bajas, pero informes posteriores revelaron que derribaron sólo un avión (© IWM FKD 168)
Un tanque ligero FV101 Scorpion del Escuadrón B -los Blues and Royals-, en junio de 1982. El Scorpion fue uno de los pocos vehículos británicos capaces de operar en el accidentado terreno de las Malvinas. Dos grupos del Escuadrón B sirvieron en las Malvinas. Operaron los únicos vehículos blindados utilizados por los británicos durante la campaña, con un total de cuatro Scorpions, cuatro Scimitars y un Sansom (© IWM FKD 167)
La silueta de un soldado del 3er. Batallón del Regimiento de Paracaidas se recorta en el atardecer de Windy Gap, en la Isla Soledad (Sgt. Graham Colbeck, © IWM FKD 2750)
Pleno combate del incendio desatado a bordo del RFA Sir Galahad en Bluff Cove, cerca de Fitzroy, después de un ataque aéreo argentino el 8 de junio de 1982. Tanto Sir Galahad como RFA Sir Tristram resultaron gravemente afectados en el ataque. El Sir Galahad fue alcanzado por varias bombas, que incendiaron el barco. Hubo 48 muertos, 38 de los cuales eran miembros de la Guardia Galesa. El HMS Plymouth también resultó dañado en un ataque aéreo argentino ese día. Sir Galahad fue remolcado mar adentro y hundido por el HMS Onyx el 25 de junio de 1982. Hoy ese sitio, para los británicos, es una tumba de guerra oficial (© IWM FKD 109)
Un miembro del 1er Batallón del 7.º Regimiento de Rifleros Gurkhas maneja una ametralladora de 7,62 mm en una defensa antiaérea, probablemente en el área de Bluff Cove el 8 o 9 de junio de 1982. Ese batallón fue la única unidad Gurkha en tomar parte en la Guerra de las Malvinas (Foto: Ronald Hudson, © IWM FKD 933)
Miembros del Batallón 42 de Comandos de los Royal Marines rumbo a la batalla de Monte Harriet del 11 de junio de 1982 (© IWM FKD 165)
Una víctima de la Guardia Escocesa es trasladada en camilla a un helicóptero Gazelle para su evacuación en Goat Ridge. El 2.º Batallón de la Guardia Escocesa llevó a cabo el asalto a Tumbledown entre el 13 y 14 de junio (Foto: Paul Haley, Soldier Magazine, © IWM FKD 165)
Soldados británicos del pelotón 11, Compañía D, del 2º Batallón del Regimiento de Paracaidistas esperan para trepar a un helicóptero en Fitzroy. En la foto, de izquierda a derecha, el soldado Dave Parr, el cabo Neil Turner y el soldado Terry Stears. Es la última fotografía conocida del soldado Parr, que murió en el combate de Wireless Ridge la noche del 13 al 14 de junio. Anteriormente había sido herido durante la Batalla de Goose Green (© IWM FKD 2124)
Hombres del 7º Pelotón, Compañía G del 2do. Batallón de Guardias Escoceses celebran la noticia del final de la guerra el 14 de junio en Monte Tumbledown (Foto: Paul Haley, Soldier Magazine, © IWM FKD 314)
Royal Marines del Regimiento 40 de Comandos iza la bandera británica en la isla Gran Malvina tras el fin del conflicto armado el 14 de junio de 1982 (Foto: Alistair Campbell,© IWM FKD 435)
La estampita de la Virgen María y el Niño Jesús en medio de la montaña de fusiles entregados por soldados argentinos el 14 de junio de 1982 luego del cese de fuego (Foto: Paul Haley, Soldier Magazine, IWM)
Prisioneros argentinos, la mayoría con sus mantas, esperan para entregar sus armas y otros equipos en Puerto Argentino después del final de la guerra. (Paul Haley, Soldier Magazine, © IWM FKD 303)



martes, 25 de diciembre de 2018

Malvinas: El glorioso 25 de Mayo (2/2)

Aguas de San Carlos 

Parte I | Parte II
Weapons and Warfare




Llegó la noche y trajo alivio de la acción y el peligro. El trabajo de descarga de los barcos británicos avanzó lo suficiente como para permitir la liberación del Canberra y otros tres barcos grandes, y estos se enviaron de vuelta a la seguridad comparativa de la fuerza de tarea en el mar. El destructor dañado Antrim también partió como su escolta. Los cruceros de estos barcos proporcionaron espacio en las aguas de San Carlos para los buques de guerra que habían quedado fuera en el Estrecho de San Carlos expuestos al ataque aéreo el día anterior. En menos de veinticuatro horas, los británicos desembarcaron todas sus unidades de combate: más de 3.000 de infantería, 24 cañones de campaña, 8 tanques ligeros y una batería de lanzadores de misiles antiaéreos Rapier.

Los comandantes argentinos en Puerto Argentino habían discutido la posibilidad de que los británicos pudieran desembarcar lejos de Puerto Argentino y habían reconocido que un ataque directo contra tal movimiento británico sería difícil de lograr. La primera acción del brigadier general Menéndez fue solicitar un ataque aéreo desde el continente, y esto se había concedido claramente. Menéndez y su personal siempre habían creído que las primeras cuarenta y ocho horas después de un desembarco serían críticas; después de eso, los británicos estarían demasiado bien establecidos en tierra para que un ataque tuviera alguna posibilidad de éxito. La gran pregunta que debía decidirse en Puerto Argentino era si este era el desembarco británico principal o solo una desviación. No había tropas argentinas en contacto con la cabeza de playa o incluso observándola desde la distancia. Los futuros vuelos aéreos sobre el área tendrían pocas posibilidades de obtener detalles confiables de cuántas tropas británicas estaban en tierra.



Menéndez ordenó dos estudios inmediatos de personal, el primero combinado por su propio personal y el del general de brigada Parada, porque el desembarco había tenido lugar en el área de Parada, y el segundo por el personal del general de brigada Jofre, quien, como responsable del área de Puerto Argentino no estuvo directamente involucrada, pero su opinión por separado podría ser útil. Luego se llevó a cabo una última conferencia conjunta bajo el mando del Coronel Cervo, jefe de inteligencia de Menéndez. La conclusión a la que se llegó fue que los británicos habían desembarcado menos que una brigada de tropas en San Carlos y que la mayor parte de una segunda brigada todavía estaba disponible para otro desembarco en otro lugar. Se decidió no lanzar la reserva en helicóptero; la única compañía de infantería disponible habría tenido un momento difícil de todos modos contra un desembarco tan sustancial. El único movimiento directo ordenado fue que se enviarían unos cañones de 105 mm por mar a Goose Green; La guarnición de allí no tenía artillería. Dos cañones del 4º Regimiento Móvil Aéreo fueron desmantelados y cargados en el barco de la Prefectura Naval Argentina Rio Iguazú, que zarpó de Puerto Argentino a las 4:00 a.m. del día siguiente.

Pero a la mañana siguiente, el 22 de mayo, comenzó con un revés inmediato argentino. Debido a su navegación tardía, el Río Iguazú estaba en el mar cuando llegó la luz del día, aún a 13 millas de su destino. En un ejemplo de pura mala suerte para los argentinos, los dos primeros Sea Harriers del día que despegaron de Hermes pasaron por el barco, y uno de ellos bajó y lo dañó gravemente con cañones de fuego. Dos marineros de la PNA resultaron heridos, y uno de ellos murió más tarde. El barco encalló, pero más tarde se montó una misión desde Goose Green para salvar las dos armas y otras tiendas. Un helicóptero bajó a un bote a un oficial de la fuerza aérea, un joven oficial del ejército y varios hombres, y estos fueron a la bodega de carga inundada y recuperaron las armas, que fueron llevadas a Goose Green a tiempo para la batalla allí; Una de los cañones fue dañado, pero la otra fue reparada. El joven oficial del ejército se reunirá de nuevo. Su nombre era teniente segundo Juan Gómez Centurión.

El hombre herido de la Prefectura Naval Argentina fue la única persona que murió el 22 de mayo. El resto de ese día fue un anticlímax. El mal tiempo en la Argentina continental impidió las operaciones aéreas desde sus bases durante la mayor parte del día. Sólo dos Skyhawks llegaron a la zona de desembarco en la noche; sus bombas no causaron daños, y regresaron sanos y salvos a su base.

Los dos días siguientes, 23 y 24 de mayo, constituyeron otro período de golpes diversos y contraataques. Estos empezaron con el pequeño Monsunen (230 toneladas) siendo atacada. Este fue uno de los dos barcos locales tomados por los argentinos. La británica se había enterado, probablemente de las interceptaciones de radio, que navegaba de noche desde Goose Green a Puerto Argentino, y dos helicópteros Lynx la atraparon en las primeras horas del 23 de mayo. La tripulación de los Monsunen se defendió bien con ametralladoras, pero el barco finalmente fue forzado a tierra. Más tarde la remolcaron de regreso a Goose Green, pero estaría fuera de uso hasta que los británicos capturaran a Goose Green y pusieran a la nave a trabajar de su lado. La pérdida para el servicio argentino de Monsunen ahora hace un total de cinco barcos utilizados por los argentinos para trabajos de suministro local inhabilitados por buques o aeronaves navales británicas: Isla de los Estados, Bahía Buen Suceso, Río Carcaraña, Río Iguazú y Monsunen. . Esto dejó solo a la gran e incómoda Formosa y los pequeños barcos Forrest, Islas Malvinas y Yehuin para llevar a cabo el peligroso trabajo de transporte de suministros a las guarniciones periféricas. De hecho, no hubo mucho más movimiento, y esas operaciones menores de la Royal Navy fueron una causa importante de la falta crónica de maniobrabilidad sufrida por las fuerzas argentinas en las Malvinas en las últimas semanas de la guerra.

El daño de Monsunen fue seguido inmediatamente por otro golpe a la movilidad argentina. Dos Sea Harriers en patrulla sobre la Gran Malvina vieron a un grupo de cuatro helicópteros del ejército argentino, tres Pumas y un Augusta, que transportaban municiones a la guarnición de Port Howard. Los Harriers atacaron con cañones de fuego, y dos Pumas y Augusta fueron destruidos, aunque sorprendentemente nadie fue asesinado. La fuerza de helicópteros del ejército argentino en Malvinas ahora se redujo a diez aviones útiles, de los diecinueve originalmente disponibles.

Pero el foco principal de atención durante esos dos días continuó siendo en el área de San Carlos, donde la acumulación de la cabeza de playa británica se vio interrumpida por muchos ataques aéreos argentinos. Estas incursiones todas vinieron del continente; las unidades aéreas con base local se redujeron a un número muy bajo de aviones útiles, y no se arriesgaron contra el área ahora fuertemente defendida. La peligrosa tarea de atacar los desembarcos británicos se dejó a los Skyhawks y Daggers de los Grupos de combate 4, 5 y 6 con un poco de ayuda de los pocos pilotos de Skyhawk navales restantes. No se sabe cuántas salidas se enviaron desde el continente durante esos dos días, pero se cree que solo treinta y tres llegaron al área de San Carlos. Los ataques argentinos se volvieron más irregulares ahora bajo la presión constante y la tensión de las operaciones; más aviones se volvieron inservibles; Los enlaces con los camiones cisterna Hercules no siempre tuvieron éxito. Pero los pilotos argentinos no mostraron falta de coraje y presionaron sus ataques con tanta valentía como siempre. Cuatro barcos fueron alcanzados por bombas durante estos dos días; de nuevo, los ataques eran de una altitud demasiado baja, y ninguna de las bombas explotó al golpear los barcos. Pero la fragata Antelope, golpeada por dos bombas lanzadas por los Skyhawks del 5º Grupo de Combate el 23 de mayo, explotó la noche después del ataque mientras se intentaban desactivar una de las bombas. La mayor parte de la tripulación del barco ya había sido evacuada, y solo dos hombres murieron, pero Antelope se hundió más tarde, el primer gran éxito para la Fuerza Aérea Argentina. Las bombas en los otros tres barcos que fueron alcanzados fueron retiradas de manera segura, y no estuvieron fuera de combate por mucho tiempo.



Por estos éxitos, los argentinos perdieron seis aviones más, cuatro Daggers y dos Skyhawks, aunque los barcos británicos y las defensas terrestres reclamaron muchos más. Los argentinos nombraron el área "Valle de la Muerte"; los británicos lo llamaron 'callejón de las bombas'. Cuatro de los seis pilotos derribados murieron. El 3er Escuadrón de Caza y Ataque Naval y el tuvieron que retirarse de la acción después del 23 de mayo. Envió cuatro Skyhawks en ese día; dos fueron dañados por San Carlos, y un tercero sufrió una calamidad en su regreso a Río Grande. Las cuatro bombas de 500 lb se habían "colgado" sobre San Carlos, y el piloto, el teniente comandante Carlos Zubizarreta, no pudo deshacerse de ellas. Un fuerte viento cruzado en la única pista de Río Grande hizo que el Skyhawk se desviara durante el aterrizaje. Probablemente temiendo la explosión de las bombas, Zubizarreta salió eyectado, pero el Skyhawk estaba inclinándose y no fue lanzado lo suficientemente claro como para que el paracaídas se abriera y murió. Las bombas no explotaron, y el Skyhawk fue reparado más tarde, pero las víctimas en este día dejaron a esta pequeña unidad con solo un avión útil de los ocho disponibles tres días antes, y el escuadrón fue retirado temporalmente de las operaciones ofensivas. Este fue un gran revés para el esfuerzo aéreo argentino porque estos pilotos navales fueron los mejor calificados para el ataque de barcos.

La muerte del teniente comandante Zubizarreta hizo que el número de pilotos argentinos muriera en esos dos días a cinco. Sólo otros dos argentinos perdieron la vida en ese momento. Un conscripto del 12, Regimiento en Goose Green murió de enfermedad; el diario de un miembro de su unidad menciona la desnutrición, pero probablemente fueron las privaciones de la campaña al aire libre lo que causó la enfermedad y la muerte del joven. La otra muerte fue en el aeródromo de Puerto Argentino, donde un artillero antiaéreo tuvo la desgracia de ser golpeado en la cabeza por un trozo de roca cuando una bomba de acción demorada explotó justo cuando caminaba desde su zanja hasta la cocina de campo para almorzar; murió a la vez.

Las muertes británicas durante los dos días fueron dos hombres en HMS Antelope y un piloto de Sea Harrier que murió cuando su avión explotó y se estrelló en el mar poco después de despegar del HMS Hermes en la tarde del 23 de mayo.

El martes 25 de mayo fue el Día Nacional de Argentina, y una combinación de circunstancias casuales y la habilidad de los pilotos argentinos lo convertirían en uno de los mejores días de la guerra por su causa, un día de gloria comparable solo al 2 de abril cuando ocuparon las Islas Malvinas.

La acción temprana del día se debió a la decisión del contraalmirante Woodward de arriesgar a dos de sus naves de defensa aérea en una posición expuesta hacia adelante para dar alivio del ataque aéreo a las naves y unidades terrestres en el área de San Carlos. Los dos barcos eran Coventry, equipados con Sea Dart, y Broadsword, que estaba equipado con Sea Wolf. Trabajando desde una posición de mar abierto frente a isla Bordón, a 40 millas al noroeste de San Carlos, el papel principal de los barcos era dar una alerta temprana de las incursiones entrantes a las defensas de San Carlos. Pero la combinación de misiles y radares en los barcos podría involucrar directamente a los aviones argentinos en rangos de hasta 12 millas y transportar a los Sea Harriers a otros aviones a mayores rangos. El plan estaba funcionando bien. Los Sea Harriers habían sido atacados en una redada el día anterior, y tres aviones argentinos habían sido derribados. Pero los barcos eran claramente detectables por los radares argentinos en la isla Bordón e incluso podían ser vistos visualmente por los "observadores del aire" en las colinas allí. El comando aéreo argentino decidió atacar a estos barcos.

La primera oportunidad de atacar a los barcos fue entregada al 5º Grupo de Combate en Río Gallegos. Se hicieron cuidadosos preparativos. El despegue de los cuatro Skyhawks involucrados fue antes del amanecer, y todos los aviones fueron reabastecidos con combustible por un petrolero Hércules, también durante la oscuridad, para darles suficiente tiempo para configurar su ataque en el área de combate. Otro Hércules hizo un reconocimiento preliminar, establecido por radar la ubicación exacta de los dos barcos y transmitió por radio esta información al vuelo Skyhawk. Pero esta operación bien preparada terminó en un desastre para el lado argentino. El vuelo del Skyhawk probablemente dejó su descenso al nivel del mar demasiado tarde, y Coventry detectó los aviones y disparó un dardo marino que golpeó al Skyhawk del líder del vuelo, el capitán Hugo del Valle Palaver. El Skyhawk se estrelló; el piloto murió y los tres aviones restantes decidieron abandonar la operación. (Una primera versión de la posguerra, que los artilleros antiaéreos argentinos en Goose Green derribaron por error al Skyhawk del Capitán Palaver en Goose Green).

Otra incursión contra el área de la cabeza de playa siguió poco después. Cuatro Skyhawks del Cuarto Grupo de Combate de San Julián hicieron un buen acercamiento indirecto por tierra, pero cuando atacaron el anclaje, las bombas de dos aviones no se lanzaron y los ataques de los otros Skyhawks no lograron anotar ningún impacto. El avión del teniente Ricardo Lucero fue derribado, pero Lucero logró expulsarlo y fue rescatado del agua por los británicos. Sus amigos en San Julián vieron cómo sus heridas eran tratadas en el HMS Fearless en un programa de noticias de televisión esa noche. Fue el único piloto de una unidad aérea continental que los británicos hicieron prisionero durante la guerra. La mala suerte de la formación continuó cuando el avión del líder de vuelo, el capitán Jorge García, fue derribado por otro de los Sea Darts de Coventry; Este fue el segundo líder de la formación Coventry derribado ese día. Nadie vio el Accidente Skyhawk de García, pero debió haber sido expulsado y sobrevivió temporalmente, porque su cuerpo fue encontrado en un bote en una playa remota en West Falkland más de un año después. Los dos Skyhawks restantes llegaron a su base, aunque uno de ellos resultó gravemente dañado y perdió combustible todo el camino a casa. Algunos reclamos extravagantes se hicieron más tarde en nombre de este vuelo. Uno de los aviones que regresaba tenía el símbolo de una fragata Tipo 21 y la fecha del día pintada en su nariz, y al Capitán García muerto se le acreditó erróneamente que obligó a un Sea Harrier a volar hacia el suelo en su camino hacia el área objetivo.

Esa tarde se montó una nueva redada contra los dos barcos que se encontraban frente a la isla Bordón, que causaban tantos problemas. Se prepararon dos vuelos de tres Skyhawks del 5º Grupo de caza, pero un avión se retiró antes del despegue y otro tuvo que regresar antes. Así que solo dos pares de Skyhawks procedieron. Fueron ayudados en su enfoque final por varios medios interesantes. Estaban en contacto con dos pilotos superiores de Skyhawk que volaban como pasajeros en un avión de apoyo, probablemente un Hércules, que mantenía una vigilancia lejana por radar en los barcos británicos. También estaban en contacto con el control aéreo de Puerto Argentino, que a su vez recibía información de isla Bordón, donde un piloto naval, el subteniente Daniel Manzella, estaba posado en una colina con un par de binoculares y podía ver ambos barcos y el mar local. Harrier patrulla en este día claro. Un oficial de habla hispana en el HMS Coventry estaba escuchando los informes argentinos. Los cuatro Skyhawks se acercaron en silencio de radio, tomando toda la información transmitida para su beneficio.

Por una vez, la suerte de la guerra osciló a favor de los argentinos. Los dos pares de Skyhawks llegaron casi simultáneamente pero desde diferentes direcciones. Fueron detectados por los radares de los barcos, pero algunas fallas en el equipo de misiles y algunos mal manejo táctico de los barcos mismos impidieron que se lanzaran los primeros Sea Darts de Coventry y también impidieron que Broadsword lanzara cualquiera de sus misiles Sea Wolf de defensa cercana. Peor aún, se advirtió a dos Sea Harriers que habían estado en una posición perfecta para interceptar que se separaran y se mantuvieran alejados para permitir la libertad de acción de los sistemas de misiles de los barcos. Coventry solo logró disparar un Sea Dart, pero estaba demasiado cerca para ese tipo de misil, y los Skyhawks entrantes lo evitaron hábilmente. Los disparos de las dos naves tampoco lograron detener el ataque entrante.

La pareja del capitán Pablo Carballo llegó primero. Carballo había tenido una guerra aventurera pero frustrante hasta ahora. En su primera misión, el 1 de mayo, había atacado a un barco mercante argentino por error. El 21 de mayo, sus aleros habían atacado a otro barco argentino, dejando que Carballo continuara y realizara un ataque en solitario contra el HMS Ardent, pero su bomba casi no alcanzó a ese barco. Dos días después, otro de sus hombres de ala había lanzado las bombas que eran responsables de la posterior explosión y pérdida de Antelope. Ahora Carballo se enfrentaba nuevamente al fuego británico, su tercer ataque cercano a un buque de guerra británico en cinco días, obstaculizado esta vez por una película de sal que se había formado en la parte delantera de la carlinga de su cabina. Un bioquímico de la fuerza aérea había desarrollado una solución anti-sal especial para este trabajo de bajo vuelo, pero un hombre de tripulación demasiado pulido había pulido el toldo de la cabina de Carballo tan vigorosamente esa mañana que se había eliminado la solución. Carballo y su compañero de ala, el teniente Carlos Rinke, comenzaron su carrera de ataque, muy abajo en el agua, corriendo rápido. Esta es el relato de Carballo:

Los dos imponentes buques de guerra estaban rodeados por una ligera neblina, recortada contra el horizonte, lejos de la costa. Me dije a mí mismo: 'Las cosas van a ser difíciles, porque estaremos expuestos a su fuego durante mucho tiempo'. Apliqué toda mi potencia, presioné el botón de mi equipo VHF y grité: '¡Viva la Patria!' Y comencé mi carrera final para atacar. Recuerdo lo pequeño que me sentí cuando, con mi solitario pero robusto wingman, comencé a atacar esas enormes estructuras de acero. Para disuadirnos, comenzaron a disparar tan pronto como bajamos el agua, mucho antes de que estuviéramos dentro del alcance.

Al principio, sus disparos cayeron muy por delante de nosotros, los proyectiles formaban trazadores en el aire y el agua salpicaba, mientras que los barcos estaban cubiertos de humo con cada disparo. Por un momento pensé que estaba viviendo una película de una de esas viejas batallas navales. Nunca podría haber soñado, tres meses antes, con una experiencia tan terrible y fascinante. La cortina de fuego era realmente densa, ya que ambos barcos nos dieron todo lo que tenían. No pude ver qué tan cerca estaban sus disparos porque tenía que mirar por el lado del parabrisas.
El capitán Pablo Carballo (de espaldas) junto a su escuadrilla antes de una misión. Recibió la Cruz al Heroico Valor en Combate y participó de siete misiones durante la guerra de Malvinas, incluyendo los hundimientos del Coventry, Ardent y los serios daños al Broadsword
Mi alero me preguntó: "¿Cuál debemos abordar?" "El trasero; está menos bien protegido ", respondí. Las dos naves habían comenzado a moverse rápido, dirigiéndose hacia el este, navegando aproximadamente 200 metros una de la otra. Cuando pude ver la enorme nave que estaba atacando a través de ambos lados de mi parabrisas parcialmente cubierto, presioné el interruptor de liberación de la bomba, probablemente tardando un poco más de lo normal debido a la dificultad que tenía para ver. Recuerdo que cuando dejé caer mis bombas, el otro barco todavía estaba disparándome. Inmediatamente pregunté: "¿Está usted allí, número dos?" Y con profunda alegría lo escuché gritar: "Sí, señor. Justo detrás de ti.
Puedo verte ". Casi al mismo tiempo, oí otra voz en la frecuencia que decía:" Mi objetivo está a la vista, y voy a entrar ". Fueron los otros dos pilotos que comenzaron su ataque.

Carballo y su wingman habían hecho un buen ataque, pero nuevamente tuvo que ser desafortunado. Una de las bombas saltó del mar y cruzó el costado de Broadsword, cruzó la cubierta, retiró la nariz del helicóptero Lynx del barco y volvió a caer al mar sin explotar. Esta fue una suerte extremadamente mala porque un nuevo tipo de fusible de nariz se ajustó a las bombas que se usaron ese día, y si la bomba hubiera golpeado algo sustancial, habría explotado, al menos causando graves daños al barco británico.

El segundo par de Skyhawks fue llevado por el primer teniente Mariano Velasco, quien también buscaba algún éxito después de varias incursiones decepcionantes, y el joven alférez Jorge Barrionuevo, quien probablemente estaba en su primera misión de guerra. Estos pilotos volaron ilesos a través del fuego británico. Las bombas de Barrionuevo no se lanzaron, pero, en uno de los mejores ataques de barcos de la guerra, Velasco puso todas sus tres bombas en Coventry. Se hundieron profundamente en la nave, explotaron e hicieron que la nave se hundiera. Los cuatro Skyhawks regresaron sanos y salvos al continente y a una gran cena de celebración. La unidad había hundido una nave, dañó otra y eliminó la presencia británica en isla Bordón que había estado causando tantos problemas a los argentinos. Sus compañeros creyeron que el único piloto de la unidad perdido en una redada anterior en el día, el capitán del Valle Palaver, tuvo una buena oportunidad de expulsar con seguridad por tierra, por lo que su ausencia no afectó la celebración. Sus amigos no sabían que estaba muerto.

La historia del segundo gran éxito argentino del día se puede contar más rápidamente, porque no hubo un contacto cercano entre las fuerzas opuestas y porque no hay una cuenta personal disponible del lado argentino; pero era tan importante como el hundimiento de Coventry, probablemente más. El escuadrón de Super Étendard había estado esperando pacientemente en Rio Grande la inteligencia firme que le permitiría llevar a cabo otro ataque de Exocet. Esa mañana, el comando aéreo de Puerto Argentino detectó la ubicación del principal grupo de trabajo británico a unas 100 millas al noreste de Puerto Argentino; la fuerza de tarea se había visto obligada a acercarse más que antes debido a la necesidad de apdesembarcooyar a la fuerza de desembarco bajo un ataque aéreo en San Carlos. El teniente comandante Roberto Curilovic y el teniente Julio Barraza encabezaron la lista y despegaron a media tarde. En una operación perfectamente ejecutada, las dos Super Étendards fueron reabastecidas de combustible y luego se acercaron al grupo de trabajo desde el norte. Detectaron los barcos británicos en su primer intento, lanzaron sus Exocets y se dieron la vuelta, esperando como siempre que los portaaviones británicos fueran alcanzados. Un Exocet encontró un objetivo cuando el gran barco de contenedores Atlantic Conveyor fue golpeado en su lado de babor. El misil penetró profundamente en la nave, explotó y comenzó un feroz fuego. Los pilotos argentinos se habían acercado a golpear a un portaaviones de lo que sabían. El grupo de trabajo siempre se desplegó de tal manera que otros barcos se colocaron entre los portaaviones vitales y el posible acercamiento de Exocets. Atlantic Conveyor estaba en la última fila de esas naves protectoras, y si ella no hubiera atraído el misil, podría haber chocado contra el área de portaaviones.

Así terminó el día nacional argentino más exitoso. A un costo de tres aviones perdidos, con dos pilotos muertos y un prisionero de guerra, las unidades argentinas habían hundido al destructor Coventry, dañaron el Broadsword y causaron la pérdida total a través del fuego del Transportador Atlántico con su inmensamente valioso cargamento de tiendas militares. y helicópteros. Diecinueve marineros británicos murieron en Coventry y doce en Atlantic Conveyor.

Pero los éxitos del 25 de mayo demostrarían ser la marca de agua más alta del esfuerzo aéreo argentino. Solo hubo dos pequeñas incursiones más contra el área de de San Carlos: seis Skyhawks el 27 de mayo y cuatro Daggers dos días después. La primera redada causó siete muertes y algunas lesiones a las tropas británicas cuando las posiciones en la costa fueron bombardeadas por primera vez. Mariano Velasco, el piloto que había hundido Coventry dos días antes, fue abatido en esta incursión, pero fue expulsado y sobrevivió. No se logró ningún éxito en la segunda incursión, pero se perdió otro avión. Esta vez el piloto fue asesinado; era el teniente Juan Bernhardt, el hombre que había puesto la primera bomba en HMS Ardent el 21 de mayo.

Esas redadas concluyeron el esfuerzo aéreo continental contra la zona de  británica. En nueve días de operaciones intensivas, se iniciaron aproximadamente 120 salidas, de las cuales cerca de 90 llegaron al área operativa. Tres barcos de guerra - Ardent, Antelope y Coventry - habían sido hundidos en o cerca del área de . Tres barcos de guerra más y tres barcos anfibios habían sido alcanzados por bombas que no explotaron. Otras naves habían sufrido daños superficiales por cañonazos. Las bajas se habían infligido a unidades de la tierra en una redada. Además, los Super Étendards habían destruido el Transportador Atlántico. Los pilotos de la Fuerza Aérea y la Armada argentinas habían hecho todo lo posible y estaban dispuestos a continuar los ataques, pero las defensas británicas estaban tan bien establecidas que ya no había ninguna posibilidad de lograr un éxito decisivo que influyera en el resultado de la guerra. . Los británicos habían sido gravemente afectados por los ataques aéreos, pero ahora estaban firmemente establecidos en tierra y listos para salir de la cabeza de playa. Las derrotas argentinas habían sido espantosas. Veintiún aviones habían sido derribados, casi una cuarta parte de los que alcanzaron el área operativa. Doce de los aviones fueron derribados por Sea Harriers, ocho por las armas de los barcos o las unidades costeras y uno por una combinación de las tres causas.

Desafortunadamente, el servicio de propaganda argentino manchó los esfuerzos de las unidades aéreas mediante la publicación de reclamos escandalosos en su nombre. La Gaceta Argentina en Puerto Argentino reflejó sin duda la línea de Buenos Aires cuando publicó una lista de todos los éxitos argentinos hasta el 25 de mayo: 5 buques de guerra hundidos (la cifra real era 3); 3 buques de transporte, incluido Canberra hundido (Atlantic Conveyor fue la única pérdida); 14 Sea Harriers destruidos (solo 2 derribados más 3 perdidos accidentalmente); 12 helicópteros destruidos (solo 3 más algunos accidentes); muchos barcos están "gravemente dañados", incluido el HMS Hermes (que no había sido rayado). La Gaceta concluyó: "Todos estos detalles se refieren solo a reclamaciones comprobadas y no a reclamaciones estimadas o no comprobadas".

El ataque aéreo había sido la única amenaza real para el éxito de los desembarcos británicos. La Armada Argentina no apareció, aunque sus escuadrones aéreos Skyhawks y Super Étendard se habían desempeñado con valentía y eficacia. La poderosa guarnición del ejército en las Malvinas no interfirió en los desembarques de ninguna manera, ni siquiera con las operaciones de comando. Después de que el primer teniente Esteban y sus hombres se retiraron de Puerto San Carlos la primera mañana, no hubo un solo contacto entre las tropas británicas y argentinas hasta el 27 de mayo, cuando los infantes de marina reales capturaron a un oficial de la marina argentino que se había instalado en un terreno elevado con vistas a San Carlos y fue presumiblemente reportando los movimientos británicos por radio a Puerto Argentino. El nombre de este valiente hombre era el teniente comandante Dante Camiletti.