domingo, 31 de marzo de 2024

Autodefensa: Rejilla de protección

Rejilla de gallinero


Autor: https://twitter.com/jpartej

Antes de comenzar la invasión ya se vieron en carros rusos lo que luego se denominó “cope cage”. Como no hay semana que alguien no me diga que todo el mundo ha terminado copiando a los rusos voy a tener que hacer un pequeño hilo del tema.



Como decía, los primeros carros rusos que se vieron con montajes metálicos cubriendo las torres intentaban aumentar la protección contra armas que atacaran la parte superior. Fundamentalmente el misil Javelin que había sido suministrado a los ucranianos.



Decir que protecciones parecidas a este tipo de soluciones han existido desde siempre orientadas a amenazas concretas en cada época. Por poner unos ejemplos para ver que esto es más antiguo que el hilo negro.



En la I Guerra Mundial ya hubo algún caso de Mark I británico que montaba una rejilla superior para intentar  evitar la caída de las granadas de mano alemanas.



En la Segunda Guerra Mundial llegó el Panzerfaust alemán. A partir de entonces se desarrollarían las armas con cabeza de carga hueca que podían ser portadas y disparadas por un solo infante contra vehículos blindados/acorazados.



Comenzaron a verse soluciones para protegerse de esta nueva temible arma que no desentonarían mucho hoy en día. De hecho en el abuelo de los que lo montan hoy en día, el T-34. Los Soviéticos intentaban que el Panzerfaust detonase antes de llegar al blindaje del vehículo.



Los franceses también aprendieron en Indochina a protegerse de las granadas de mano que lanzaban los guerrilleros del Viet Minh contra sus vehículos.




En la guerra de Vietnam muchos carros de combate  montaron pesadas protecciones a base de sacos terreros para intentar frenar a los cohetes de los RPG-2 norvietnamitas, los primeros de una larga saga.




También  los vehículos más ligeros como los M113 adoptaron la costumbre de instalar redes metálicas delante  para protegerse contra las granadas impulsadas por cohete.



Por cierto que no todas las protecciones que se montaban eran para frenar acciones enemigas, en muchas ocasiones la lluvia y el sol eran otra incomodidad más a tener en cuenta.



De conflicto en conflicto los ejércitos suelen olvidar las lecciones aprendidas con sangre en guerras anteriores y así  los estadounidenses tuvieron que instalar en muchos de sus vehículos en Irak protecciones contra los RPG con cabeza de carga hueca.




El ejército sirio llevaría la protección de sus vehículos al extremo para intentar frenar a las potentes armas contracarro, muchas de ellas con cabezas dobles en tándem.




Y así llegamos a la invasión de Ucrania. Como digo al principio se vieron sobre todo T-72 con lo que se conocieron como  parrillas anti Javelin. Para este uso su efectividad era prácticamente nula.



Por varios motivos,el javelin tiene una guía terminal infrarroja con lo cual lo habitual es que impacte contra la tapa del motor,la zona más caliente.Además 12Kg de misil llegando a más de 200m/sg con cabeza en tándem de carga hueca de varios kg de explosivo…No es fácil de parar.



Pero este tipo de protecciones si que serían más útiles contra  un arma que llegaría más avanzada la guerra, las pequeñas granadas y municiones  lanzadas por drones sobre la vertical de los vehículos. Estas protecciones se extenderían por ambos bandos.




Con estos proyectiles lanzados sobre la vertical por drones  era difícil acertar a blancos en movimiento. Además solía hacer falta varios ataques e impactos (o un tiro muy afortunado) para asegurarse la destrucción. Contra este tipo de ataques se extendió las cope cage con ERA.




Poco a poco se extendieron otro tipo de drones, los FPV (first person view), con una instrucción de los operadores más larga pero con unos resultados mucho mejores.



La posibilidad de emplearlos contra blancos en movimiento y la elección del lugar exacto del blanco que se quiere atacar los hace mucho más eficientes y destructivos.



Por eso se han extendido las protecciones para poder cubrir la mayor superficie de los vehículos intentado dejar pocos resquicios por donde se puedan colar.En algunos ataques se ve como el 1º dron ataca una zona protegida para reiterar la misma zona de ataque con sucesivos drone



Estas protecciones han crecido hasta llegar a restar movilidad y visión a los vehículos en los que están instalados. Aunque si les evita ser destruidos queda justificado.



Por cierto que otros que emplearon este tipo de protección fueron los israelíes en Gaza al utilizar Hamas unas cuantas veces proyectiles lanzados desde drones.



Por terminar, cuando se vieron al principio de la guerra no tenían mucho sentido contra los misiles contra carro. Ahora  aunque no son ni mucho menos la solución perfecta hace que tripulación y vehículo sobrevivan para combatir un día más en algunas ocasiones.



Y es que vemos multitud de ataques exitosos pero no solemos ver los que fallan el blanco por diferentes motivos, uno de ellos por estas protecciones. Y hasta aquí por hoy.




Malvinas: Vicealmirante Rótolo comenta el ataque a la HMS Ardent

sábado, 30 de marzo de 2024

Malvinas: La interacción de poder aéreo y naval (1/2)

Poder aéreo x poder naval: lecciones del conflicto de las Malvinas

Fuerzas de Defensa



A-4B C-226 siendo repostado en vuelo por un KC-130 en ruta a las Malvinas/Falklands. El avión lleva en su hangar central tres bombas españolas BR-250. Esta fue la configuración más común en la segunda mitad del conflicto. El Skyhawk de la foto fue derribado durante una misión el 8 de junio por un misil AIM-9L mientras atacaba barcos británicos al norte del puerto de Fitz Roy. Su piloto, el teniente Juan Arrarás ("Mazo 2"), salió expulsado, pero murió en la oportunidad.


‘Los pilotos argentinos fueron los héroes que se ofrecieron en holocausto para salvar el honor de la Patria’


Por Fábio Sahm Paggiaro[1]

Hace cuarenta años, el 14 de junio de 1982, las fuerzas argentinas se rindieron a los británicos en las Malvinas[2]. Setenta y cuatro días antes, el 2 de abril del mismo año, Argentina había sorprendido al mundo con la invasión de esas islas. Un país sudamericano desafiaba al poderoso Reino Unido, tercera potencia militar y uno de los siete países más ricos del mundo. También formó parte de la OTAN y fue el mayor aliado de Estados Unidos, en plena Guerra Fría.

Luego de largas e infructuosas negociaciones diplomáticas para la recuperación de las Islas Malvinas, el plan inicial argentino era ocuparlas, asumir la administración respectiva, retirar las tropas y sentarse a la mesa de negociaciones. Sin embargo, el Reino Unido optó por no negociar, comenzó a movilizar su flota, estableció una zona de exclusión de 200 millas náuticas[3] alrededor del territorio insular y exigió la rendición de las tropas de ocupación antes del 1 de mayo.

Así, la situación inicialmente imaginada cambió por completo. La disputa se extendió del ámbito político al militar. En lugar de negociaciones diplomáticas, las fuerzas argentinas se enfrentarían a la famosa, tradicional y poderosa Marina Real. La OTAN y los países europeos, como Francia, como era de esperar, impusieron un embargo al país sudamericano, que también fue condenado a nivel de la ONU.

Argentina, a pesar de haber apostado por la posibilidad de negociaciones diplomáticas, estaba lista para luchar, embriagada por el entusiasmo patriótico y el apoyo popular al gobierno, luego de la invasión. El Reino Unido, por su parte, estimó que la llegada de su flota sería suficiente para una rendición rápida. Ambos cometieron un error y, inesperadamente, surgió el mayor conflicto aeronaval tras la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, además de estos errores de valoración, este conflicto dejó lecciones inequívocas sobre la eficiencia y eficacia de las Potencias Aéreas y Navales en la defensa costera de países con grandes extensiones marítimas. El análisis[4] de estas lecciones se basará en doctrinas de empleo de las fuerzas contendientes, geografía del teatro de operaciones, medios disponibles, principales combates y pérdidas, e identificará los factores que determinan los resultados del conflicto.



Doctrinas de empleo


Fuerzas Argentinas

La doctrina del empleo conjunto de las fuerzas armadas argentinas definió la responsabilidad primordial de la Armada Argentina como el apoyo aéreo directo a las operaciones aeronaval. La Fuerza Aérea Argentina (FAA) sólo era responsable del apoyo indirecto, que se definía vagamente como superioridad aérea, reconocimiento avanzado e interdicción. Este Ejército del Aire tampoco podría adquirir medios específicos para misiones en un entorno aeronaval.

Sin embargo, debido al tamaño del grupo de trabajo contrario y la falta de medios aéreos de la Armada Argentina (AA), cuando la guerra se hizo inevitable, la FAA fue llamada a llevar a cabo todas las misiones aéreas navales. Sin embargo, debido a la mencionada doctrina, no estaba equipado ni entrenado para ello, debiendo improvisar conceptos de empleo y operativos entre la fecha de la invasión (2 de abril de 82) y su bautismo de fuego, ocurrido el 1 de mayo de 82.

Fuerzas británicas

A diferencia de los argentinos, los británicos tenían su doctrina laboral muy bien definida y entrenada. Todos los activos navales, aéreos, anfibios y terrestres estaban subordinados al contralmirante John Woodward (CA Woodward), comandante de la flota. Sus aviones, helicópteros, radares y sistemas antiaéreos le permitieron realizar control del espacio aéreo, misiones antisubmarinas, ataques, reconocimiento, defensa aérea y antiaérea, así como búsqueda y salvamento.

Conclusiones parciales

  1. La doctrina argentina del empleo conjunto relegó al Poder Aéreo a un plano secundario, no permitiendo estructurarlo para la defensa de la costa, de aproximadamente 5 mil kilómetros de longitud.
  2. Los británicos, según los conocimientos de la época y los recursos disponibles, en teoría, estaban muy bien estructurados para la recuperación de las islas.

Sin embargo, independientemente de aciertos y errores, tanto argentinos como británicos tendrían que aplicar y validar sus doctrinas en un amplísimo teatro de operaciones, cuyas acciones se concentrarían en islas alejadas de las bases de apoyo continentales.


Geografía del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur

La base de apoyo británica más cercana a su flota estaba ubicada en la Isla Ascensión, aproximadamente a 6.200 km de las Malvinas (Mapa 1).



Las Malvinas, a su vez, carecían de infraestructura aeroportuaria y de una logística mínima para apoyar las operaciones militares, contando sólo con un aeródromo asfaltado, de 1.250 metros de largo, en Puerto Stanley[5]. Esta condición obligó a la Fuerza Aérea Argentina (FAA) a operar desde aeródromos continentales, estando los más cercanos a las Islas entre 690 km y 1.040 km de distancia.


Conclusiones parciales


a) Las distancias impusieron una limitación inicial a los británicos: sus fuentes de abastecimiento estaban en Ascensión. Por lo tanto, tomaría tiempo recibirlos, además del riesgo de ataques en el camino.

b) Además, su objetivo era desembarcar en las islas, lo que los hacía predecibles, ya que tendrían que acercarse a ellas. Esto, en general, liberó a los argentinos de la necesidad de buscar objetivos, ya que sus adversarios se los presentarían voluntariamente.

c) La FAA, por su parte, debido a la distancia de sus bases y a la capacidad operativa de sus aviones de combate, no contaba con combustible para permanecer sobre las islas más de unos minutos, salvo cuando se realizaba repostaje en vuelo, que era bastante limitado.

d) Las distancias, de diferentes formas, limitaron las capacidades operativas de los activos de ambos contendientes.

Medios de los contendientes


Medios británicos




Para recuperar las Malvinas, el Reino Unido activó la Task Force 317. Contaba con aproximadamente 120 buques entre destructores, fragatas, buques de asalto anfibio, apoyo logístico, dragaminas, 6 submarinos (5 nucleares) y dos portaaviones. También había aproximadamente 213 helicópteros distribuidos entre los buques para misiones de ataque, búsqueda y salvamento, antisubmarinos, apoyo logístico y transporte de tropas.

Los sistemas antiaéreos del Task Force 317 incluían misiles y cañones antiaéreos. Entre los misiles se encontraban: el viejo Seacat de corto alcance; el Sea Wolf de corto alcance, que entró en servicio en 1979; y los Sea Darts de largo alcance y gran altitud, que entraron en servicio en 1973. Los dos últimos se utilizaron por primera vez en las Malvinas.

Los portaaviones eran el HMS Hermes y el HMS Invincible, con 12 cazabombarderos Harrier cada uno[6], que fueron reabastecidos en función de las pérdidas. Estos aviones estaban equipados con misiles AIM-9L (Sidewinder), los más modernos y eficaces en ese momento, capaces de realizar ataques frontales. Sus sistemas de radar y navegación y ataque podrían rastrear y atacar objetivos en el aire (en cualquier momento) y en tierra.



Sea Harriers regresando de una misión en tiempos de guerra. Observa los misiles AIM-9L Sidewinder


Sea Harrier despegando del HMS Hermes en la Guerra de las Malvinas en 1982


Disponían de contramedidas electrónicas para desviar misiles y disparar radares, y es probable que recibieran bibliotecas electrónicas de radares y armas aéreas y antiaéreas importadas por Argentina desde otros países de la OTAN. Sus pilotos se entrenaron previamente en combate contra aviones Mirage, versiones III y V, junto a los franceses[7].

Los recursos británicos no se limitaron a su flota. Desplegaron bombarderos Vulcan, aviones de reabastecimiento de combustible en vuelo y de reconocimiento marítimo en la Isla Ascensión. Los Vulcan llevaban bombas y misiles antirradar Shrike.

El Grupo de Trabajo 317 (FT 317) se posicionó inicialmente al noreste de las islas.

Medios argentinos

Cuando comenzaron las acciones bélicas, el 1 de mayo de 82, la composición de las Fuerzas Armadas Argentinas era la siguiente: Guarnición Militar Malvinas, Fuerza Aérea del Sur, Grupo de Tareas 79 y Fuerza de Submarinos.

En las propias islas se activó la Guarnición Militar de Malvinas y, bajo su subordinación, también se activaron dos Bases Aéreas Militares (BAM): BAM Malvinas (Puerto Argentino) y BAM Cóndor (Goose Green). (Mapa 3)



En términos de Poder Aéreo, fracciones de las tres fuerzas argentinas fueron desplegadas en el Cuartel Militar de Malvinas. La FAA envió un Grupo de Control y Vigilancia Aérea, un Grupo de Artillería Antiaérea (AAAE), helicópteros y aviones. La Armada, aviones. Los sistemas antiaéreos y helicópteros del Ejército Argentino (EA) (Tabla 1).

Tabla 1 – Medios Aéreos y Antiaéreos Argentinos en las Islas Malvinas.

MEDIOS AÉREOS Y ANTIAÉREOS ARGENTINOS EN LAS ISLAS MALVINAS
FUERZA MEDIO CANT
FINALIDAD LOCALIDAD
FAA AVIONES PUCARÁ 10+ ATAQUE AIRE-SUELO BAM CONDOR
FAA HELICÓPTEROS

BELL 212

02 TRANSPORTE

Y RESCATE

BAM MALVINAS
EA HELICÓPTEROS CH-47/UH-1H/

AGUSTA

10+ TRANSPORTE

Y RESCATE

JUNTO ÀS TROPAS BAM MALVINAS
FAA RADAR WESTINGHOUSE TRS 43 02 VIGILANCIA Y CONTROL AÉREO BAM MALVINAS
FAA RADAR SUPERFLEDERMAUS 01 DIRECTOR DE TIRO AAAE BAM MALVINAS
FAA RADAR ELTA 01 DIRECTOR DE TIRO AAAE BAM CONDOR
EA RADAR ALERTA MK 2 01 DIRETOR DE TIRO BAM CONDOR
FAA CAÑONES OERLIKON

CAÑONES RHEINMETTALL

MISILES SAM PORTATILES

02

09

10

DEFENSA AAAE BAM MALVINAS

E CONDOR

EA MISILES SAM PORTATILES ? DEFENSA AAAE JUNTO TROPA
ARMADA AVIONES MENTOR T-34 04 ATAQUE AIRE-SUELO/HELICÓPTEROS BAM MALVINAS
ARMADA AVIONES AERMACCHI MB 339 05 ATAQUE AIRE-SUELO BAM MALVINAS

Fuente: La Guerra Inaudita II y Probado em Combate. Adaptado por el autor.
Nota: estas cifras pueden variar según la fuente, sin embargo, dichas variaciones no son significativas.

Con el objetivo de proporcionar control aéreo y defensa antiaérea de las Malvinas, allí se activó un Centro de Información y Control que fusionó información de los distintos radares, así como de Observadores Aéreos, y coordinó acciones.


Mirage IIIEA, FA Argentina, 1982


IAI Dagger de la Fuerza Aérea Argentina, fotografiada después de la guerra, con marcas de barcos británicos impactados


A-4C del Grupo 4 armado con una bomba británica MK-17 en el hangar central siendo repostado por un KC-130 camino al combate. Probablemente fue tomada el 9 de mayo. Pilotado por el primer teniente Casco (“Truento 3”), el control aéreo argentino en las islas perdió contacto por radar con la aeronave cerca de las islas Sebaldes.


La Fuerza Aérea Argentina, en términos de aviones de combate, contaba, en total, con 9 bombarderos Canberra, 19 Mirage III, 26 Dagger, 68 A-4 Skyhawk y 45 Pucará. Sin embargo, tenían muy pocos misiles aire-aire obsoletos (Matra 530), Matra 550 Magic y Shafrir; no tenían misiles antibuque ni defensas electrónicas (paja y bengalas) contra los misiles. Tampoco disponían de sistemas de navegación inercial, lo que impedía una navegación precisa sobre el mar en condiciones climáticas adversas: nubes, lluvia y fuertes vientos. Los sistemas de ataque no permitían operaciones nocturnas ni en cualquier condición meteorológica.

La FAA no contaba con aviones de Reconocimiento Marítimo ni información satelital que le permitiera localizar embarcaciones a grandes distancias, ni monitorear sus movimientos. Tampoco disponían de aviones de Alarma Aérea Temprana, lo que les impedía detectar en vuelo incursiones enemigas contra sus aviones, ni realizarlas contra los asaltantes.

Otra deficiencia crítica fue la del número de aviones de reabastecimiento de combustible. Sólo disponía de 2 KC-130, lo que no le permitía lanzar muchos ataques más allá de las islas ni mantener patrullas aéreas de combate sobre ellas. De esta forma, y ​​debido a esta deficiencia inicial, ya era imposible que la FAA obtuviera la superioridad aérea.

Para integrar el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS), la Fuerza Aérea del Sur se activó y desplegó sus activos en el continente, en las localidades de Trelew, Comodoro Rivadavia, San Julián, Santa Cruz, Río Gallegos y Río Grande (Mapa 4).



La Armada Argentina, a su vez, lanzó al mar la Task Force 79 y la Fuerza de Submarinos, las cuales se dividieron en Grupos de Tarea (GT) más pequeños y se posicionaron alrededor de la Zona de Exclusión, de la siguiente manera:

  1. GT 79.1, integrado por el portaaviones ARA 25 de Mayo y cuatro destructores, al este de Puerto Deseado y al norte de Malvinas;
  2. GT 79.3, integrado por el crucero ARA Belgrano y dos destructores, al norte de Ilha dos Estados y al suroeste de Malvinas; Es
  3. GT 79.4, compuesto por tres corbetas, al este de Comodoro Rivadavia y al norte de Malvinas.

La Submarine Force tenía un submarino clase Guppy (antiguo) y un Tipo 209 más moderno. El segundo Guppy no estaba operativo y el segundo Tipo 209 estaba en reparaciones.


ARA 25 de Mayo

Pilotos y mecánicos de la 3ª Escuadrilla de Caza y Ataque preparando los aviones a bordo del portaaviones ARA 25 de Mayo para atacar a la flota británica. Observe la bomba “dirigida” al HMS Invincible

El portaaviones ARA 25 de Mayo había embarcado el grupo aeronaval compuesto por 8 aviones A-4Q (caza-bombardero), 4/6 S-2 Tracker (patrulla marítima) y algunos helicópteros. En la base de Rio Grande se desplegaron cinco aviones Super Ètendard recién adquiridos. La Armada también desplegó 5 MB 339 y 4 Mentor en BAM Malvinas. Y también había unos aviones de Reconocimiento Marítimo, P-2V Neptune, también operando desde bases continentales.

Los Super Ètendard eran los aviones más modernos de la Argentina. Estaban equipados con misiles AM-39 Exocet que podían lanzarse más allá del alcance de los sistemas antiaéreos de los barcos. También podrían transportar bombas, otros misiles y cohetes. Sin embargo, sólo había cinco aviones y cinco misiles.


Super Étendard argentino armado con misil Exocet AM39

Los MB 339 también podían transportar misiles aire-aire y aire-tierra, además de bombas y cohetes, pero no hay noticias de que tuvieran alguno de este tipo de misiles.

Dos destructores Tipo 42 estaban equipados con Sea Darts, los mismos que usaban los británicos. Esto fue utilizado por la FAA para entrenar y definir tácticas y técnicas para atacar barcos.

Es importante resaltar que las Fuerzas Armadas Argentinas, a excepción del Pucará y municiones para armas portátiles, dependían de equipos importados, cuyo suministro fue embargado cuando invadieron las Islas.

Conclusiones parciales

  1. En términos cuantitativos, Argentina tenía una ventaja considerable en cazabombarderos, sin embargo, también era considerable la ventaja cualitativa de los Harrier y, presumiblemente, de las defensas antiaéreas de los barcos.
  2. Las ventajas cuantitativas y cualitativas de la Task Force 317 (británica) en relación con la Task Force 79 (argentina) eran insuperables. Si hubiera un enfrentamiento entre ellos, estos últimos serían aniquilados.
  3. Las fuerzas argentinas tendrían que luchar con lo que tenían en stock, ya que no podrían reponer ningún material importado.


Considerando estos medios y sus posiciones, la configuración inicial del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS) fue la del Mapa 5.



Al parecer, al comparar medias, la Task Force 317 vendría al Atlántico Sur para realizar una gira y recibiría la rendición argentina. Sin embargo, los combates demostraron otra realidad.

COMBATES


Vulcan B2 XM607 frente a la costa de Brasil al regreso del Black Buck 2 fotografiado desde un petrolero Victor del Escuadrón 57 | Foto de : Norman Curtis-Christie

Los combates comenzaron el 1 de mayo de 1982, de acuerdo con el ultimátum británico. El primer ataque fue suyo y una sorpresa estratégica. En las primeras horas de la mañana, los bombarderos Vulcan de la Royal Air Force (RAF) lanzaron bombas en el aeródromo de Port Stanley. Despegaron de la Isla Ascensión, a 6.200 kilómetros de las Malvinas, y volaron 17 horas de ida y vuelta. Una operación completamente inesperada y audaz, dados los riesgos inherentes a múltiples repostajes en vuelo.

Esta misión fue una gran demostración de las capacidades de proyección de poder dada la distancia y el tiempo involucrados. De ahí, los argentinos dedujeron la posibilidad de ataques similares contra Buenos Aires y sus alrededores, ya que albergaban su gobierno, así como los centros financieros e industriales del país. Así, parte de los cazas Mirage III y sus escasos misiles regresaron desde bases del sur a la capital del país.

Posteriormente los Harriers atacaron al BAM Malvinas y al Cóndor. En el primero destruyeron poco y, según los argentinos, cuatro de ellos fueron abatidos, lo que los ingleses desmienten. El lunes los argentinos fueron sorprendidos, con muertes y la destrucción de un depósito de combustible y un Pucará.

El mismo día, buques británicos se acercaron a Puerto Stanley para realizar ataques con cañones, además de infiltrar y exfiltrar algunas tropas en helicóptero. Probablemente pusieron a prueba las defensas y la resistencia argentinas o, tal vez, ya hayan intentado iniciar un desembarco, dependiendo de la resistencia.



Mirage IIIEA con dos misiles infrarrojos Matra M-550 encuentra un Sea Harrier del Sqdn 801. Isla Borbón, Malvinas.
Arte de Pablo Albornoz

La FAA, a su vez, tuvo su bautismo de fuego. Hubo combates aéreos y los Harriers derribaron dos Mirage III y un Canberra. Sin embargo, uno de sus escuadrones atacó y dañó gravemente a un destructor y causó daños menores a dos fragatas que bombardeaban Puerto Stanley. Los británicos negaron daños graves.

Ese primer día quedaron claras algunas situaciones: a) los argentinos no se dejarían intimidar por la flota británica y no se rendirían; b) a pesar de la distancia, la FAA podría apuntar a buques en las proximidades de las islas; yc) las defensas antiaéreas argentinas eran letales.

Al día siguiente, 2 de mayo de 82, ocurrieron dos de los hechos más significativos del conflicto: la Armada Argentina se retiró de la zona de combate. En las primeras horas de este día, al conocer que el Task Force 317 había localizado al GT 79.1, integrado por el portaaviones ARA 25 de Mayo, el comando del TOAS decidió retirar a todo su Task Force 79 a aguas someras, donde estarían protegidos. de la amenaza submarina.

En la tarde del mismo día, confirmando esta valoración, el crucero ARA Belgrano fue hundido por el submarino nuclear británico HMS Conqueror, matando a 323 marineros. Hay indicios de que este hundimiento se produjo para quebrar la resistencia argentina y alentar la rendición, ya que las reacciones del día anterior demostraron lo contrario.

El caso es que, al segundo día del conflicto, las fuerzas navales de superficie argentinas abandonaron la guerra que comenzaba a librarse entre aviones con base en el continente y la Royal Navy.


HMS Sheffield tras ser alcanzado por un misil Exocet AM39 lanzado por un jet Super Étendard de la Aviación Naval Argentina

El 4 de mayo del 82, una nueva sorpresa con repercusión mundial. El avión Super Ètendard lanzó dos misiles Exocet contra el destructor Tipo 42 HMS Sheffield, el más moderno de la flota británica. Un impacto y los daños provocados provocaron su hundimiento. Este suceso desencadenó una intensa búsqueda argentina de más misiles de este tipo en el mercado negro y, aún más intensa, una acción de los servicios de inteligencia británicos para neutralizarlo, lo que lograron.

Ese mismo día, por la mañana, dos Harrier fueron abatidos cuando atacaban al BAM Condor. Se confirmó la letalidad de las fuerzas aéreas y antiaéreas argentinas. Por lo tanto, CA Woodward decidió mover su flota al este de las islas – fuera del alcance de la FAA – para atacarlas sólo de noche. También suspendió las operaciones Harrier a baja altitud contra aeródromos defendidos por las AAe. Y así esperó la llegada de refuerzos para la invasión. Hasta el 12 de mayo sólo se produjeron escaramuzas menores.

El 12 de mayo de 82 llegaron y los británicos nuevamente corrieron el riesgo de bombardear Port Stanley durante el día. La FAA respondió. El destructor HMS Glasgow quedó fuera de combate y devuelto al Reino Unido. Su escolta, la fragata HMS Brilliant, derribó tres A-4B con sus primeros misiles Sea Wolf de corto alcance. Fue el segundo destructor inutilizado y Woodward suspendió definitivamente los bombardeos navales diurnos, ya que al hacerlo sus barcos se situaban dentro del alcance de los aviones argentinos. Esta decisión indicó que no podían obtener la superioridad aérea.

Hasta el 21 de mayo poco o nada pasó, debido a la severidad de las condiciones climáticas. En esa fecha se inició el desembarco británico en el Estrecho de San Carlos (Mapa 6), sugestivamente llamado Bomb Alley. Fue el mayor duelo aeronaval desde la Segunda Guerra Mundial. Duró hasta el 29 de mayo, cuando se consolidó la cabeza de playa.



Por aquellos días, la FAA realizó 142 incursiones desde tierra firme y 20 al Pucará estacionado en la Isla, habiendo perdido veinte aviones: 10 Dagger, 6 A-4 y 4 Pucará. La Aviación Naval realizó 13 incursiones desde tierra firme y una desde la Isla, perdiendo cuatro aeronaves: 3 A-4 y 1 MB 339.

La Task Force 317 sufrió pérdidas: un destructor y dos fragatas hundidas; tres fragatas, un buque de desembarco de tropas, un desembarco logístico y un asalto anfibio averiados; y un destructor y una fragata fuera de combate. También perdió un Harrier por un misil tierra-aire.

Los días 26 y 27 las condiciones meteorológicas no permitieron la acción. Posteriormente, los Canberra llevaron a cabo algunos ataques nocturnos contra las tropas, sin resultados significativos.

Parece, por tanto, que la FAA no pudo impedir el desembarco, ni la fuerza aérea naval británica estableció superioridad aérea, ni siquiera local, aun considerando que este desembarco fue el acontecimiento más importante del conflicto.



IAI Dagger en ataque en el Estrecho de San Carlos en 1982

Probablemente, la proximidad entre los buques británicos en Beco das Bombas dificultaba el funcionamiento de sus sistemas antiaéreos, ya que los aviones atacantes circulaban entre ellos. Por lo tanto, un barco podría chocar contra otro al intentar derribar a los cazas atacantes.

Respecto al 21 de mayo de 1982, CA Woodward, en sus memorias, The Hundred Days, escribiría lo siguiente:

Sería inútil sugerir que no me preocupaban los éxitos de aquel 21 de mayo. Habíamos sido atacados ferozmente por cazabombarderos argentinos... De los siete barcos de escolta que habían sido enviados al estrecho la noche anterior, sólo el Plymouth y el Yarmouth habían escapado ilesos... El primer día del desembarco, había hundido una escolta, otras dos fueron puestas fuera de combate y además, otras dos resultaron dañadas... Si los argentinos pueden continuar a este ritmo, por sólo dos días más, mi fuerza de destructores y fragatas quedará devastada... La situación era ahora claro. A esta altura de los hechos se había producido el combate entre la Marina Real y la Fuerza Aérea Argentina. ¿Quién estaría ganando en ese preciso momento? Me temo que no fuimos nosotros.



25 de mayo, Día Nacional Argentino. La Fuerza Aérea Argentina realizó un ataque con A-4B Skyhawks del Grupo 5 de Caza que tenía como tarea atacar al destructor HMS Coventry y a la fragata HMS Broadsword, dos buques británicos en servicio al noroeste de las Islas Malvinas. Malvinas.
Los A-4 Skyhawk volaron unos metros sobre el agua para evitar la detección de los radares, como se muestra en la fotografía histórica de arriba, que muestra al capitán Pablo Carballo (en el avión de la izquierda) y al teniente Carlos Rinke (a la derecha, apenas visible bajo el horizonte). ) atacando al HMS Broadsword.
Tanto el capitán Carballo como el teniente Rinke (que volaba como “Vulcan Flight”) sobrevivieron al ataque (al igual que el HMS Broadsword del que se tomó la foto), supuestamente porque el sistema de misiles Sea Wolf no puede elegir entre sus A-4 cuando se vuelven visibles en el radar. después de esconderse detrás de West Falkland y Pebble Island al sur.
Los dos aviones lanzaron una bomba cada uno, uno de ellos falló el objetivo mientras que el otro logró alcanzar el Broadsword a pesar del intenso fuego antiaéreo. Pero la bomba Mk.17 no explotó.
Pronto siguió el “Vuelo Zeus”, dos A-4 pilotados por el teniente Mariano A. Velasco y Alférez Leonardo Barrionuevo, armados con tres bombas más ligeras. Velasco disparó sus cañones y luego arrojó sus tres bombas que impactaron y dañaron gravemente el destructor HMS Coventry, que se hundió en 20 minutos.
– Crédito de la imagen: Ministerio de Defensa (RN)

El 25 de mayo, Día de la Independencia Argentina, mientras la atención se centraba en el Estrecho de San Carlos, la Armada sorprendió a la Task Force 317. Dos Super Ètendard despegaron de Río Grande, bordearon las Islas y atacaron a la flota por el norte. Recorrieron un recorrido de aproximadamente 1.300 km, repostándose en vuelo (Mapa 7). En esta misión hundieron el Atlantic Conveyor, un buque portacontenedores que traía helicópteros y repuestos para activos aéreos, además de Harriers adicionales, entre otro tipo de suministros.


El 30 de mayo del 82 tuvo lugar la misión más precisa y atrevida del conflicto. El objetivo era atacar el portaaviones HMS Invincible, situado aproximadamente a 160 kilómetros al este de Puerto Stanley. Lo llevó a cabo un escuadrón mixto con 2 Super Ètendard, uno de ellos armado con el último misil Exocet disponible, más 4 A-4 (FAA), armados con bombas. Despegaron desde Río Grande, a 1.560 kilómetros del objetivo. Dos A-4 fueron derribados. Los pilotos afirmaron haber impactado al HMS Invincible, pero los ingleses atribuyeron los daños a una fragata.



Foto tomada durante el ataque al HMS Invincible

Independientemente de las versiones, se caracterizó que las fuerzas aéreas argentinas podían atacar a la flota desde cualquier distancia, siempre y cuando contaran con reabastecimiento de combustible en vuelo.



El último gran enfrentamiento entre la FAA y la Royal Navy se produjo el 8 de junio de 82. Los británicos iniciaron un desembarco anfibio en Port Pleasent (mapa 9) para el asalto final a Puerto Argentino. Una vez más juzgaron mal la determinación y ferocidad de la FAA. Y la respuesta, nuevamente, fue letal. Hundieron un barco de desembarco logístico y una lancha de desembarco; dejaron fuera de servicio otro aterrizaje logístico; y dañó una fragata. También hubo graves bajas entre las tropas que desembarcaron. Los argentinos perdieron 3 A-4.



El 10 de junio del 82, los Pucaras llevaron a cabo su última misión brindando apoyo de fuego a sus propias fuerzas terrestres contra las tropas británicas. Estas misiones, combinadas con el hecho de que, después de la rendición (14 de junio de 82), 10 de estos aviones fueron capturados, demuestran la incapacidad de la Task Force 317 para destruir pistas de aterrizaje y aviones en el aire o en tierra. Esto cobra importancia teniendo en cuenta que los medios aéreos desplegados en las islas eran las amenazas más cercanas a las tropas desembarcadas.

La Armada tuvo su última participación en el conflicto el 12 de junio del 82, con base terrestre. Transportaron a la isla dos misiles Exocet MM38, una versión mar-mar, y los adaptaron para lanzarlos desde tierra. Uno falló y otro impactó a un destructor causando grandes daños y muertes, dejándolo fuera de combate. Este suceso confirma la letalidad de los misiles Exocet, además de reforzar la idea de la eficacia de la defensa costera por medios aéreos terrestres.

El A-4 y el Dagger tuvieron su último combate el 13 de junio del 82, realizando ataques diurnos contra puestos de mando. Estos mismos puestos también fueron atacados, de noche, por Canberras escoltados por Mirages III. Fueron 3 de estos ataques, siendo el último a las 00:02 del 14 de junio de 82, día de la rendición. Uno de los bombarderos fue derribado por un misil antiaéreo. Una nueva confirmación de la incapacidad británica de obtener la superioridad aérea.

Durante el conflicto también hubo algunas otras operaciones aéreas, además de los ataques propiamente dichos, a saber:



Boeing 707 de la FAA

  1. Boeing 707 (aviones de transporte) argentinos fueron utilizados en algunas misiones de reconocimiento visual y utilizando radares meteorológicos -una dudosa improvisación- para localizar la llegada de la flota británica, cerca de Río de Janeiro. En una ocasión, la aeronave fue interceptada por un Harrier, lo que la obligó a cambiar de ruta, sin atacarla. En un segundo, se lanzó un misil Sea Dart. Incluso a gran altura, el avión logró escapar, lo que lleva a cuestionar la eficacia de esta arma, ya que fue lanzada en condiciones ideales.
  2. Desde la invasión de las islas el 2 de abril de 82, se ha establecido un puente de suministro aéreo que las conecta con el continente. Operó hasta la noche del 13 de junio de 82, víspera de la rendición argentina, demostrando, una vez más, la incapacidad de los británicos para obtener la superioridad aérea.
  3. Aviones militares y civiles Lear Jet operaban desde Comodoro Rivadavia realizando incursiones hacia las islas. Su objetivo era simular aviones de combate para desviar ataques reales y saturar las defensas aéreas y antiaéreas. Uno de estos Lear Jets fue derribado por un misil Sea Dart. Nueva demostración de la incapacidad británica para obtener la superioridad aérea.
  4. Los británicos llevaron a cabo algunos ataques contra la pista de aterrizaje de Puerto Argentino y los radares con los Vulcans, desde Ascension, pero los resultados fueron inocuos. La pista permaneció intacta y sólo un radar de disparo fue destruido por un misil Shrike, pero rápidamente reemplazado. Demostraron, sin embargo, una enorme capacidad de proyectar poder, considerando las distancias y el tiempo involucrados.

Al final del conflicto, el balance de pérdidas de ambos bandos era elevado y, lógicamente, las cuentas eran discrepantes. Sin embargo, estas discrepancias no influyeron en los resultados finales del conflicto, por lo que tampoco impactan estos análisis y sus conclusiones.

Según fuentes argentinas las bajas británicas habrían sido las siguientes:

  • 9 buques hundidos o destruidos irreparablemente: 2 destructores, 2 fragatas, 2 desembarcos logísticos, 1 portacontenedores y un petrolero.
  • 12 gravemente dañados y requirieron abandonar la zona de combate para su reparación y posterior regreso: dos portaaviones (los británicos lo niegan), 4 destructores, 4 fragatas y un submarino por accidente.
  • 11 con daños menores, recuperadas en la zona de combate y regresadas al combate: 4 fragatas, 1 de desembarco de tropas y 6 logísticas.

En total son 32 buques, 28 de los cuales fueron alcanzados por ataques aéreos y 4 por otras causas.
En cuanto a los aviones, fuentes británicas informaron de la pérdida de 11 Harriers y 24 helicópteros de diversos tipos. Los argentinos hablan de 14 aguiluchos confirmados y 7 probables.