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viernes, 12 de diciembre de 2025

AWACS: Productos ruso-israelíes

E-2C Hawkeye, IAI Phalcon 707 y proyectos ruso-israelíes en el campo de los aviones AWACS

Revista Militar



El primer avión de vigilancia por radar de largo alcance de la Fuerza Aérea israelí fue el turbohélice bimotor E-2C Hawkeye producido por la empresa estadounidense Grumman. A principios de la década de 1990, las principales empresas de defensa israelíes especializadas en la fabricación de aeronaves y electrónica estaban desarrollando aviones AWACS de alto rendimiento para su propia fuerza aérea y también participaban en proyectos conjuntos ruso-israelíes con China e India.

Avión E-2C Hawkeye

Antes de hablar del servicio de Hawkeye en Israel, vale la pena discutir brevemente qué tipo de máquina es y qué capacidades tenía. A mediados de la década de 1970, los aviones AWACS E-2S comenzaron a ser reemplazados. aviación La generación anterior de radares voladores embarcados de la Armada de los EE. UU. es el E-2B. 

Avión AWACS E-2V

Externamente, el E-2C era similar a la modificación anterior. El "radar volador" actualizado basado en la cubierta se distinguía externamente por una sección frontal de la cabina más aerodinámica y se hizo ligeramente más largo (30 cm). Las diferencias internas eran mucho más significativas. El uso del nuevo radar AN/APS-120 ha ampliado las capacidades de detección de objetivos a baja altitud contra el suelo. La composición del equipo de navegación ha cambiado, su fiabilidad ha aumentado y la precisión en la determinación de las coordenadas a lo largo de la ruta de patrulla ha mejorado. La aviónica incluía una estación de reconocimiento radiotécnico, que permitía detectar aeronaves enemigas en modo pasivo, registrando el funcionamiento de los sistemas radiotécnicos (radar, radioaltímetro, equipos de comunicaciones y navegación) sin encender su propio radar.


Estaciones de trabajo del operador de radar en el avión E-2C

El avión cuenta ahora con equipo funcional para transmitir información de radar al puesto de mando del portaaviones. En este caso, la transmisión se realizó a través de un canal cerrado utilizando una antena de haz estrecho; en caso de interferencias organizadas, se previó una transición a frecuencias de reserva. Además de la nueva aviónica, el avión recibió motores Allison T56-A-425 más potentes con 4910 hp. cada uno, lo que a su vez permitió aumentar el peso de despegue.

El peso máximo de despegue del avión fue de 23556 kg. Envergadura: 24,56 m, longitud: 17,54 m. Velocidad máxima: 598 km/h. Velocidad de patrulla: 450-480 km/h. Techo: 9300 m. Alcance práctico: 2580 km. Tiempo de patrulla: hasta 4 horas. La tripulación está formada por 5 personas, incluidos 3 operadores RTK.

En 1976 se inició la producción del Hawkeye con radar AN/APS-125 (éstos fueron los que se suministraron a Israel). El avión E-2C AWACS, equipado con un radar AN/APS-125, que patrullaba a una altitud de 9000 metros, podía detectar más de 750 objetivos aéreos a una distancia de hasta 450 km y guiar a 30 cazas. Para aumentar la velocidad del procesamiento de datos, la computadora analógica fue reemplazada por una digital.

A principios de la década de 1980, el Hawkeye era un avión de combate con radar muy avanzado, equipado con equipos muy sofisticados. Aunque originalmente fueron diseñados para su uso en portaaviones, países como Israel, Egipto, Japón, Singapur y Taiwán los han operado desde aeródromos terrestres.

Israel siempre ha estado entre los importadores privilegiados de productos armamentísticos estadounidenses, lo que quedó plenamente demostrado durante la entrega de cuatro aviones E-2C Hawkeye. El acuerdo sobre la transferencia de aviones AWACS se firmó en 1978. Alcanzaron la preparación operativa en la Fuerza Aérea de Israel en 1981.



Los aviones con los números de cola: “941”, “942”, “944”, “946” – pasaron a formar parte del 192º Escuadrón, que fue asignado a la base aérea de Hatzerim, ubicada cerca de la ciudad de Beersheba.

El avión E-2C AWACS, apodado localmente Daya (Cometa), tuvo un impacto muy notable en el curso de las batallas aéreas con los cazas sirios durante la invasión israelí del Líbano en 1982. También estuvieron en el centro de los acontecimientos de la Operación Arzav-19, durante la cual la Fuerza Aérea israelí derrotó a las fuerzas sirias en el valle de Bekaa. La Defensa "Feda", coordinando acciones para ganar superioridad aérea y ataques a objetivos terrestres. El alto nivel de conocimiento de la información de los pilotos israelíes les permitió completar la mayoría de sus misiones y mantener las pérdidas al mínimo. 



Los israelíes planearon cuidadosamente sus operaciones de combate y utilizaron una formación de varios niveles de fuerzas aéreas heterogéneas. Aviones de combate y de ataque operaban sobre territorio libanés, controlados desde el E-2C. En los momentos más críticos, había dos “Cometas” en el aire, realizando ochos a una altitud de 8000 m, a 100 km de la costa. Más allá y por encima de ellos patrullaban aviones C-130 y Boeing 707 con equipos de interferencia. Aunque los aviones AWACS patrullaban a una distancia considerable de las áreas donde se desarrollaban los combates aéreos, y la probabilidad de que los cazas sirios abrieran paso hasta el E-2C se consideraba cercana a cero, cada "Kite" estaba cubierto por un vuelo de los entonces más nuevos F-15.

Tras la derrota del grupo terrestre de defensa aérea Feda en el Líbano y los resultados fallidos de las batallas aéreas para los aviones de combate sirios, la defensa aérea de Siria se fortaleció rápidamente. Simultáneamente con la entrega de los entonces modernos cazas MiG-23ML y los sistemas de misiles antiaéreos misil. A 40 kilómetros al este de Damasco y en el noreste del país se desplegaron complejos de diversos tipos y cuatro sistemas de defensa aérea S-200. A estos sistemas de largo alcance, que inicialmente sirvieron a las tripulaciones soviéticas, se asocia una leyenda según la cual un avión AWACS israelí fue derribado a una distancia de 190 km.

Esta información no confirmada ha estado circulando en varias publicaciones impresas y sitios web rusos durante más de 30 años. Es posible que el E-2S, que apareció dentro del alcance del S-200, en realidad fuera atacado con fuego. Pero, después de haber registrado el lanzamiento del misil antiaéreo mediante el sistema de radar, los pilotos del avión israelí tuvieron tiempo suficiente para descender bruscamente y abandonar la zona de destrucción, después de lo cual cesó el seguimiento y la guía del radar. En cualquier caso, se conocen los números de serie y de lado de los "Kites", y el destino de todos los E-2C israelíes se puede rastrear con fiabilidad hasta el día de hoy.

A finales de la década de 1980, se inició un programa para mejorar el rendimiento en combate de los Hawkeyes israelíes. Como parte de este programa, los aviones fueron modernizados, equipados con un sistema de reabastecimiento en vuelo del KC-130 (anteriormente en la Marina de los EE. UU.), nuevos equipos de comunicaciones y guerra electrónica.

El E-2C continuó siendo utilizado activamente por la Fuerza Aérea Israelí hasta 1994, después de lo cual fue retirado a la reserva, con vuelos ocasionales.

A principios del siglo XXI, los estadounidenses aprobaron la venta de E-21C israelíes a México. Posteriormente, tres aeronaves con números de cola "2", "941" y "942" fueron revisadas en las instalaciones de Israel Aircraft Industries, tras lo cual entraron en servicio en la Aviación Naval Mexicana en 946. 


Avión mexicano E-2C AWACS

El avión con el número "944" pasó a ser una exhibición en el Museo de la Fuerza Aérea de Israel en la Base Aérea de Hatzerim. 


Aviones E-2C AWACS en el Museo de la Fuerza Aérea de Israel en Hatzerim

En México se planea utilizar antiguos E-2C israelíes para detectar el narcotráfico en el Golfo de México. La aeronave AWACS, junto con los turbohélices de patrullaje CASA C-212PM, volaron desde la pista de la Base Aérea Naval Las Bajadas.


Imagen satelital de Google Earth del avión E-2C desmantelado en la Base Aérea Las Bajadas

Sin embargo, el servicio de los Hawkeyes en México duró poco. Debido a numerosos fallos en los equipos provocados por un mantenimiento deficiente y un alto nivel de desgaste, los aviones fueron dados de baja en 2010 y luego desguazados en 2013.


Avión AWACS IAI Phalcon 707

A finales de los años 1980, el potencial científico y tecnológico de Israel alcanzó tal nivel que fue posible crear de forma independiente aviones de vigilancia por radar y en 1993, en el Salón Aeronáutico de París, se presentó públicamente un avión con el sistema radiotécnico Phalcon en la plataforma de un Boeing 707-320B reconvertido. 



Este avión AWACS israelí tiene un rendimiento similar al del E-3 Sentry estadounidense, también basado en el Boeing 707. Con un peso máximo de despegue de 160 kg y 800 litros de combustible a bordo, puede patrullar durante 90 horas. Su alcance táctico es de 800 km. Velocidad máxima 10 km/h, velocidad de patrulla – 1200 km/h. Altitud de patrulla: 853 m.

La base del RTK, creado por Israel Aerospace Industries y su filial Elta Electronics Industries, fue el radar de pulso Doppler EL/M-2075 con escaneo de haz electrónico. En el segundo avión con aviónica mejorada, los elementos del radar AFAR, compuestos por 768 elementos agrupados en bloques cónicos, se colocaron en paneles planos a lo largo de los lados en la parte delantera del fuselaje y en el cono frontal.



El radar EL/M-2075, que opera en el rango de frecuencia de 1215 a 1400 MHz, es capaz de detectar grandes objetivos aéreos a gran altitud a una distancia de hasta 500 km. Un objetivo con un RCS correspondiente al caza MiG-21, volando a una altitud de 5000 metros, puede ser detectado a una distancia de 350 km. Los misiles de crucero se detectan contra el fondo de la Tierra a una distancia de 220 km con una precisión de determinación de coordenadas de 300 metros. Se pueden rastrear 100 objetivos simultáneamente. Los folletos promocionales presentados en el salón aéreo de 1993 decían que el radar era capaz de realizar un escaneo azimutal de 4 ​​grados. Sin embargo, en la práctica la visualización de la situación del aire y de la superficie suele realizarse en sectores asignados por el operador. Combinando el escaneo electrónico del haz y computadoras de alto rendimiento, fue posible actualizar la información del radar cada XNUMX segundos.

Además del radar AFAR, la versión final del avión IAI Phalcon 707 recibió estaciones de reconocimiento electrónico e interceptación de radio EL/L-8312 y EL/K-7031 y un conjunto de modernos equipos de comunicaciones que permiten registrar la radiación de los radares terrestres, marítimos y aéreos que operan en el rango de frecuencia de 70 - 18000 MHz, y determinar sus coordenadas con alta precisión a una distancia de hasta 450 km. La estación EL/K-7031 proporciona radiogoniometría e interceptación de mensajes transmitidos desde transmisores de radio que operan en el rango de 3 a 3 MHz. El avión cuenta con 000 estaciones de trabajo automatizadas, una cocina y áreas de descanso para la tripulación. El tamaño máximo de la tripulación es de 11 personas, incluidos 17 tripulantes de vuelo.

En 1995, Israel y Chile firmaron un contrato de 450 millones de dólares para la entrega de un avión IAI Phalcon 707. A diferencia del primer prototipo, probado en Israel, el avión chileno está equipado con una gama más amplia de aviónica y un sistema de reabastecimiento en vuelo.


Avión AWACS IAI Phalcon 707 de la Fuerza Aérea de Chile

En la Fuerza Aérea de Chile, el IAI Phalcon 707 fue designado EB-707 Cóndor. Su base permanente pasó a ser el aeródromo de doble uso Nuevo Pudael, cercano a Santiago. Aquí también se encuentran estacionados de forma permanente los aviones cisterna KC-135, los aviones de transporte de pasajeros Boeing 767 y Boeing 737, los aviones de transporte militar C-130N y, más recientemente, los aviones AWACS E-3D Sentry.


Imagen satelital de Google Earth: Aviones chilenos AWACS E-3D y EB-707 y un avión cisterna KC-135 en la Base Aérea Nuevo Pudael

El Cóndor chileno voló regularmente hasta 2003, año en el que cesó su uso activo y la aeronave quedó "en mantenimiento". En 2013 se puso en servicio, pero no voló con frecuencia. En 2021, Chile adquirió tres aviones AWACS E-3D Sentry (Sentry AEW.1) usados del Reino Unido, tras lo cual se conoció que la Fuerza Aérea de Chile tenía la intención de dar de baja el EB-707 Condor.


Proyectos de exportación de aviones AWACS ruso-israelíes

En la década de 1990, tras el inicio de los suministro a gran escala de cazas y sistemas de defensa aérea rusos, a China se le ofreció el avión A-50E AWACS con un complejo radiotécnico simplificado y sin equipos de comunicaciones cerrados. Sin embargo, después de estudiar las características del RTK del avión A-50E, los especialistas chinos lo rechazaron. Tras las negociaciones, las partes decidieron crear un “piquete de radar volador” basado en el avión Il-76, equipado con modernos equipos radiotécnicos y de comunicaciones occidentales.

En 1997, se creó un consorcio chino-ruso-israelí para construir cuatro aviones de alerta temprana y control aerotransportados para la Fuerza Aérea del EPL. Los contratistas fueron la empresa israelí Elta y la rusa TANTK im. G. M. Berieva. La parte rusa estaba obligada a preparar para la conversión un A-50 de serie del Ministerio de Defensa ruso, y los israelíes debían instalar en él el radar EL/M-2050 Phalcon. En fuentes nacionales, el Il-76 con equipo israelí se denomina A-50I.

A diferencia del RTK del avión soviético A-50, el radar de pulso Doppler israelí EL/M-205 Phalcon, desarrollado para el A-50I chino, tenía una antena no giratoria en forma de hongo con tres AESA formando un triángulo. Un AFAR consta de aproximadamente 800 módulos de transmisión y recepción activos que realizan un escaneo de haz electrónico en dos planos. Tres AESA con un campo de visión de 120° cada uno proporcionan visibilidad panorámica sin rotación mecánica del carenado. Según los expertos israelíes, este diseño simplifica significativamente el diseño del carenado de la antena y reduce el peso.

Según los materiales publicitarios proporcionados por Elta, la frecuencia portadora relativamente baja del radar decímetro (1,2-1,4 GHz), en combinación con herramientas informáticas de alto rendimiento y dispositivos especiales de supresión de ruido, hizo posible detectar aeronaves "difíciles" a baja altitud. objetivos, como misiles de crucero y aviones desarrollados con tecnología de firma de radar baja.

Además, el avión AWACS chino debía llevar un moderno equipo de reconocimiento electrónico que le permitiría espiar las comunicaciones de radio enemigas y monitorear los radares terrestres y navales en la zona de combate. El coste de un avión con equipo de radar israelí fue de 250 millones de dólares.

La implementación práctica del proyecto A-50I comenzó en 1999, cuando el A-50 con el número de cola "44", tomado de la Fuerza Aérea Rusa, después de desmantelar el estándar RTK, voló a Israel para la instalación de un radar, equipo radiotécnico y de comunicaciones. 


La entrega del avión terminado al cliente estaba prevista para el segundo semestre del año 2000. Pero en el verano de 2000, cuando el complejo ya estaba en un alto grado de preparación técnica, la parte israelí anunció su retirada del programa. Esto ocurrió debido a la fuerte presión de Estados Unidos.

La decisión de rescindir el contrato no sólo provocó pérdidas financieras, sino que también tuvo un impacto negativo en la reputación de Israel como proveedor confiable de armas. Al mismo tiempo, los estadounidenses lograron ralentizar sólo ligeramente la implementación del programa de aviones AWACS chinos, pero no lo interrumpieron por completo.

El avión, preparado para la instalación de equipos israelíes, fue devuelto a la República Popular China, después de lo cual el liderazgo chino decidió equipar los vehículos de transporte Il-76TD comprados en Rusia con un complejo radiotécnico desarrollado a nivel nacional. 



Existe una opinión no oficial de que sí se produjo un acuerdo secreto entre Israel y China y que los especialistas chinos recibieron documentación para el radar EL/M-205 Phalcon. Una confirmación indirecta de ello es el hecho de que el equipamiento del avión AWACS, designado KJ-2000 (“Kun Jing” – “Ojo Celestial”), en muchos aspectos repetía el complejo israelí. Tal como estaba previsto desde el principio, el avión estaba equipado con un radar AESA en un carenado fijo en forma de disco.

Los aviones KJ-2000 han sido utilizados intensivamente por la PLAAF durante más de 20 años, participando en numerosos ejercicios y realizando patrullas en el mar y en zonas fronterizas. Para mejorar el rendimiento del RTK, se modernizaron tres aviones de este tipo. La carrera operativa del KJ-2000 está actualmente llegando a su fin y está siendo dado de baja. 



Imagen satelital de Google Earth: Avión AWACS KJ-2000 en el centro del complejo conmemorativo en el aeródromo de la fábrica de Xi'an Aircraft Manufacturing Corporation

El complejo radiotécnico fue desmantelado de un avión y se utiliza como avión de transporte. Otro KJ-2000 ha sido instalado como monumento en el complejo conmemorativo del aeródromo de la fábrica de Xi'an Aircraft Manufacturing Corporation.

Posteriormente, Elta utilizó los desarrollos obtenidos bajo el contrato chino, cerrando en 2004 un acuerdo con la India para el suministro de tres aviones A-50EI. El valor total del acuerdo fue de 1,1 millones de dólares, de los cuales aproximadamente dos tercios del costo correspondieron a equipos israelíes. El Il-2MD con motores PS-3A-50 se utilizó como plataforma para el A-76EI. Inicialmente, la parte rusa se negó a suministrar aviones Il-90MD preparados para la instalación de un complejo radiotécnico sin el radar Shmel. Pero después de que India amenazara con comprar aviones Boeing 76 o Airbus A76, Rusia hizo concesiones.


Avión AWACS A-50EI de la Fuerza Aérea India

La base del RTK del avión AWACS indio era el radar EL/W-2090. A diferencia del IAI Phalcon 707 israelí-chileno, las antenas de radar del A-50EI están alojadas en un carenado en forma de disco no giratorio con un diámetro de 12 metros. Los conjuntos de antenas planas con barrido de haz electrónico, de 8,87 m de largo y 1,73 m de alto, están dispuestos en forma de triángulo isósceles. Un AFAR consta de 864 módulos de transmisión y recepción activos que realizan un escaneo de haz electrónico en dos planos. Tres AESA con un campo de visión de 120 grados cada uno proporcionan visibilidad panorámica sin rotación mecánica del carenado. Según los expertos israelíes, este diseño simplifica significativamente el diseño del carenado de la antena y reduce el peso.

El rango de frecuencia del radar EL/M-2090, que opera en el rango de 1280-1400 MHz, está dividido en 22 frecuencias operativas. El alcance máximo de detección de objetivos aéreos a altitudes medias es de 450 km. En la parte superior del carenado del radar del avión A-50EI se dibuja un triángulo, correspondiente a la ubicación de los paneles planos AFAR.



En A-50EI, se instala una estación de reconocimiento electrónico, que tiene capacidades avanzadas en comparación con equipos de propósito similar en un avión IAI Phalcon 707. El equipo del RTK de la máquina india es capaz de detectar, reconocer y determinar las coordenadas de las estaciones de radar y guía del sistema de misiles de defensa aérea a una distancia de hasta 500 km en el rango de frecuencia 0,5-40 GHz. La dirección a la fuente de radiación se calcula mediante el método interferométrico utilizando cuatro antenas ubicadas en las puntas de las alas, en las partes de la nariz y la cola de la aeronave. Los datos obtenidos se correlacionan con la información del radar, lo que aumenta la fiabilidad y la probabilidad de reconocimiento del objeto. La clasificación de las señales recibidas por frecuencia, coordenadas y tipo de medios se realiza automáticamente. La base de datos para el reconocimiento automático almacena características de hasta 500 de fuentes de radiación de radar. El operador de la estación de inteligencia electrónica identifica la más relevante de las señales recibidas.

El avión AWACS indio A-50EI se ha convertido en un proyecto verdaderamente internacional, junto a los israelíes Elta y TANTK im. Director General. Beriev contó con el apoyo de la empresa europea Thales en la creación del complejo radiotécnico, que suministró el equipamiento para el sistema “amigo o enemigo”. La identificación de la identidad de los objetivos detectados por el radar se logra mediante el envío de una señal de solicitud codificada y el análisis de la señal de respuesta. En caso de que un objeto sea identificado como “propio”, la identificación individual se realiza determinando el número de cola de la aeronave o del barco.

El avión A-50EI es aproximadamente igual al KJ-2000 chino en términos de características de radar, pero tiene equipos de transmisión de datos más avanzados y es superior en términos de sus capacidades para realizar reconocimiento electrónico. Hace unos 10 años, el gobierno indio consideró la posibilidad de adquirir tres aviones AWACS más con un complejo radiotécnico mejorado, construidos sobre la base del Il-76MD. Sin embargo, no se asignaron fondos para esto.

Los aviones indios A-50EI están estacionados permanentemente en la base aérea de Palam, a 150 kilómetros al sur de Delhi.


Imagen satelital de Google Earth: avión indio A-50EI AWACS en la base aérea de Palam

En la base aérea, donde también tienen su base el avión de transporte militar Il-76MD y el avión cisterna Il-78MKI, se han construido hangares de gran tamaño para reparaciones y mantenimiento rutinarios, hay una pista permanente de 3300 m de longitud y amplias zonas de aparcamiento.

El A-50EI indio desempeña un papel importante en la detección temprana oportuna de objetivos aéreos y marítimos, aumentando el conocimiento de la información de los pilotos de aviones de combate y las tripulaciones de defensa aérea terrestres. Los aviones AWACS participan regularmente en importantes ejercicios de aviación y flota. Durante la escalada de la situación en la frontera entre India y Pakistán, los A-50EI, bajo la cobertura de los cazas Su-30MKI, patrullaron repetidamente las zonas fronterizas.

sábado, 6 de diciembre de 2025

Argentina: Kast, el pan-araucanismo y las futuras hipótesis de conflicto


Milei, Kast y un mapa cada vez más chico

EMcL



Las declaraciones de José Antonio Kast sobre que “Argentina ya nos ha robado suficiente territorio a los chilenos”, acompañadas del hashtag “LaAntarticaEsChilena”, no son un exabrupto aislado, sino la expresión política de una línea intelectual que postula a la Argentina como usurpadora sistemática de espacios en la Patagonia, en la Antártida y en la plataforma continental. Esa narrativa, alimentada por su asesor Jorge Guzmán, que propone abandonar la vía política y preparar una larga batalla jurídico–estratégica contra Buenos Aires, instala de hecho una hipótesis de conflicto permanente con nuestro país.


1. Milei y Kast: luna de miel con minas antipersonal
Sobre el papel, Milei y Kast parecen almas gemelas: ambos reivindican a Bolsonaro y Trump, despotrican contra “la izquierda radical”, aman el libre mercado y se saludan en redes con entusiasmo libertario. Kast incluso agradeció públicamente a Milei su apoyo, celebrando que en ambos lados de la cordillera se levantara una “ola” anti–progresista.

El problema es que cuando se pasa del póster ideológico a la geopolítca concreta, la cosa se complica bastante. No es lo mismo coincidir en que “el Estado es gigante e ineficiente” que tener a tu supuesto aliado diciendo, por escrito y sin borrar el tuit, que tu país “ya ha robado suficiente territorio” y que padece “delirios expansionistas”.

Si Kast llegara a la presidencia, Milei se encontraría con un socio que lo aplaude en conferencias liberales pero que, al mismo tiempo, necesita mostrar dureza contra la Argentina para sostener su discurso soberanista frente a su propia opinión pública. El resultado probable es una relación esquizofrénica: foto sonriente para la tapa, comunicados secos y tensos sobre Antártida, los Hielos Continentales (llamados Campos de Hielo Sur en la tierra de Condorito) y plataforma continental. Cada encuentro bilateral sería una combinación rara de think tank libertario y reunión de Estado Mayor. De todos modos, Kast tendría que enfrentar otros frentes geopolíticos internos: la inmigración venezolana, el tráfico en la frontera con Perú y otros temas más.

En el mejor de los casos, Milei intentaría minimizar las diferencias como “debates técnicos” entre cancillerías. En el peor, podría verse tentado a responder con la misma retórica inflamada, alimentando un ping–pong verbal donde ambos presidentes se alaban como cruzados anti–socialistas mientras erosionan, tuit a tuit, la confianza estratégica entre sus países. No sería la primera vez que el ego presidencial pesa más que un mapa.

2. Desbalance militar: cuando la realidad te baja el tonito

En este contexto, el desbalance militar entre Chile y Argentina opera como un silencioso corrector de discursos. Las fuerzas armadas argentinas llegan a esta discusión con décadas de desinversión, sistemas de armas obsoletos y capacidades limitadas en el sur marítimo y antártico. Del otro lado, Chile mantiene desde hace años una política de inversión sostenida y profesionalización de sus fuerzas.

¿Favorecen las declaraciones de Kast ese desbalance? No lo generan —eso lo hizo Argentina solita dejando pudrir su aparato de defensa—, pero sí lo vuelven políticamente relevante. Cuando un candidato con chances reales en Santiago dice que Argentina roba territorio y se alinea con un asesor que niega la utilidad de los arreglos políticos y prefiere una estrategia de largo plazo, sustentada en “el derecho, la historia y la geografía” a favor de Chile, está marcando que ve estos temas como un eje estructural de su política exterior, no como un detalle técnico. Kast viene con la cantinela del post-araucanismo... recomponer el alienado Chile grande que existe en los cerebros más afiebrados del país pasillo.

En otras palabras: mientras Argentina todavía discute si Defensa sirve “para algo” que no sea desfile del 9 de julio, al otro lado de la cordillera hay gente planificando cómo maximizar sus ventajas jurídicas, diplomáticas y, llegado el caso, operacionales en el Atlántico Sur y la Antártida. El desbalance militar, que en Buenos Aires muchos trataban como curiosidad de mesa de café, se vuelve de golpe un factor que condiciona qué tan lejos se puede llegar en cualquier disputa sin quedar en ridículo.



Prestemos atención porque la última vez que Chile estuvo desbalanceado militar a su favor, no dudó en mostrar la hilacha provocando la Guerra del Pacífico, invadiendo Perú y Bolivia, robándoles territorios, humillando cada vez que pudo e intentando hacer lo propio con la Patagonia argentina. Está en el patrón cultural ladino del araucano robar primero y justificar después. Que esa tentación no se haga presente nuevamente en estos momentos.


3. Hipótesis de conflicto: revisar tratados sin decir “revisar tratados”

¿Puede Kast pedir la revisión de acuerdos ya firmados respecto a diferendos limítrofes? En la práctica, no hace falta que lo diga tan brutalmente. El guión ya está escrito por Guzmán y compañía: sostener que existe un “nuevo diferendo limítrofe” por la plataforma continental y la proyección antártica, insistir en que Argentina tiene “pretensiones exóticas”, y empujar, dentro del marco del Tratado de Paz y Amistad de 1984, a mecanismos de solución de controversias que reabran, de hecho, la discusión.

Formalmente se respetan los tratados; políticamente se los vacía de efecto estabilizador. La idea de evitar “arreglos políticos” porque relativizan “nuestros mejores derechos” apunta justamente a eso: endurecer la posición chilena, reducir los márgenes de negociación y alargar el conflicto en tribunales, comisiones técnicas y foros internacionales. No hace falta quemar un mapa en cadena nacional: alcanza con instalar, una y otra vez, que Argentina es expansionista, que roba territorio y que Chile es la víctima responsable que se defiende con paciencia y superioridad moral.

En ese esquema, cualquier gesto argentino de presencia en el sur —un radar en Río Grande, un puente aéreo a Tierra del Fuego, un refuerzo logístico para Antártida— puede ser presentado como confirmación de la “tesis geopolítica de la prolongación natural de su territorio” que tanto obsesiona a los planificadores chilenos. La hipótesis de conflicto no necesita tanques cruzando el Beagle: vive muy cómoda en powerpoints, notas de opinión y discursos de campaña.

Tengamos presente que en los Hielos Continentales, el gobierno chileno ya ha enviado tropas de seguridad (carabineros) y militares haciendo casetas, retenes, helipuertos, etc. creando un hecho consumado, como lo quisieron hacer en Lago del Desierto. Ya sabemos cómo terminó eso. Sin embargo, todo ese territorio está sujeto a delimitación definitiva: NO es parte de Chile. Más aún, la evidencia satelital de sensores (LIDAR) sustentarían mucho más a los reclamos argentinos que a los chilenos. Por lo que no sería raro que toda esa avanzada deba desmontarse y rearmarse en el país de los maremotos y terremotos. ¿Cómo reaccionaría Kast a eso?



4. Cancillería, Defensa y la siesta estratégica

Para el Ministerio de Defensa y la Cancillería argentinos, las declaraciones de Kast son una alarma que suena en una casa donde muchos prefieren seguir durmiendo la siesta. El hackeo de correos del Estado Mayor Conjunto chileno ya mostró que las fuerzas de ese país analizan con detalle los movimientos argentinos en Tierra del Fuego, los radares, los puentes aéreos y la idea de consolidar un polo logístico antártico. Es decir: nos están mirando con mucha más atención de la que solemos mirarnos nosotros mismos.

¿Debe Argentina acelerar su rearme? La respuesta incómoda es sí, pero no en clave de carrera armamentista caricaturesca, sino de mínima racionalidad estratégica. Un país que reclama presencia en la Antártida, que tiene un conflicto irresuelto con el Reino Unido en Malvinas y que comparte con Chile zonas sensibles de soberanía no puede seguir tratando a Defensa como un gasto culposo que se tapa con un plancito logístico cada tanto. Ya las tropas araucanas han estado haciendo un retardado boxeo de sombras invitando a tropas gurkhas, esas que se acobardaron de enfrentar a conscriptos argentinos en Malvinas, junto con marinos británicos para tirar tiros cerca de la frontera argentina. Así también han invitado a autoridades del ministerio de defensa para planear la construcción naval y otras "paiasáas" para mandar el mensaje de que el Califato Unido y la Araucania son un solo corazón. La respuesta argentina fue magnífica: en el aniversario del vergonzoso tratado de paz y amistad que Alfonsín le regaló a Pinochet, nuestro país mandó una buque menor a navegar en conjunto con un par pasillesco. Por suerte, nuestras fuerzas armadas ya gestionan tomando a Perú como un país sanmartiniano, aliado natural de la República Argentina. Chile también debiera ser más sanmartiniano aún pero al que nace araucano es añudo que no traicione.

Acelerar el rearme no significa comprar juguetes caros para alimentar nostalgias de generales aburridos. Significa recuperar capacidades básicas de vigilancia, control, disuasión y apoyo a la política exterior. Sin eso, cualquier canciller argentino que se siente a discutir Hielos Continentales, plataforma continental o Antártida tendrá detrás un aparato estatal que puede imprimir hermosos folletos, pero no sostener presencia efectiva y duradera en el territorio en disputa. Y en geopolítica, quien no está, no cuenta; y el que llega tarde mira el mapa por televisión.

5. Peores escenarios y cómo no llegar a ellos

Si uno estira el hilo de las declaraciones de Kast, de su asesor Guzmán y de los documentos militares chilenos, el peor escenario no es una guerra abierta —eso hoy sería un despropósito monumental para ambos países—, sino algo más sutil y dañino: una erosión lenta de la posición argentina en el sur. No descontemos que la asociación estratégica actual de Milei-Trump va a jugar un rol fundamental para detener cualquier ambición oral del fuhrer chileno.

Ese deterioro podría tomar varias formas: disputas permanentes en organismos internacionales donde Chile, mejor preparado, logre imponer interpretaciones favorables de los tratados; presión diplomática para limitar la proyección argentina en la Antártida; utilización sistemática del discurso de “Argentina roba territorio” para justificar cualquier movimiento de consolidación chileno en áreas grises. Todo envuelto en un relato donde Santiago aparece como defensor responsable del derecho internacional, y Buenos Aires como vecino imprevisible y poco serio.

En un escenario más áspero, un incidente menor —un patrullero marítimo, un vuelo militar, una operación logistica mal coordinada— podría convertirse en crisis política, amplificada por redes sociales, medios y la propia retórica inflamable de ambos lados. Con dos lideres que viven de la polarización, el riesgo de que un episodio técnico se vuelva símbolo identitario no es menor. Allí es donde las bravuconadas en Twitter/X se vuelven peligorsas.

Para prevenir esos escenarios, Argentina necesita tres cosas muy sencillas de describir y muy difíciles de hacer. Primero, una política de Estado clara sobre Patagonia, Atlántico Sur y, por sobre todo, la Antártida, que sobreviva a los cambios de gobierno y no dependa del humor del presidente de turno. Segundo, un fortalecimiento serio de las capacidades de Defensa y presencia efectiva en el sur, con objetivos concretos y plazos realistas, no con powerpoints de ocasión. Tercero, una diplomacia activa y consistente con Chile: firme en los reclamos, pero obsesivamente cuidadosa en bajar la temperatura, aislar a los halcones y construir, cuando se pueda, intereses compartidos.

Kast puede borrar o no su tuit; puede modular su discurso si llega a La Moneda, o redoblarlo si le funciona electoralmente. Eso está fuera del control argentino. Lo que sí depende de Buenos Aires es dejar de comportarse como si todo fuera un malentendido pasajero entre amigos liberales. En el tablero real, detrás de las sonrisas y los chistes sobre la “zurda”, hay mapas, doctrinas, documentos filtrados y asesores que piensan en décadas.

Si la Argentina quiere estar a la altura de los peores escenarios —para que nunca ocurran—, necesita algo más que indignarse en redes cada vez que Kast dice que le “robamos” territorio. Necesita demostrar, en el terreno, en las bases, en las pistas y en los foros internacionales, que está decidida a defender lo que dice ser suyo. Y que, a diferencia de sus tuits, esa decisión no se borra. Por un lado, es hora de definir una política de defensa apuntada a volver a la superioridad militar natural de Argentina frente al pasillo trascordillerano. Para recordarlo, hacia 1978 durante el conflicto del Beagle, la Armada Argentina sola tenía un poder aéreo más grande que todo Chile. La Fuerza Aérea y el Ejército, estaban para temas más serios. Por otro lado, existe un deporte en que los chilenos son campeones del mundo casi sin rival, y es precisamente en la boconería y el lloriloquio de  tamaño industrial. Increíblemente, más alto se asciende en la jerarquía, aparentemente más bocón se necesita ser en Chile. Kast podría ser un fruto más de ese árbol.


Referencias


1. Perfil – Sección Internacional.
«José Antonio Kast, el chileno que está en balotaje y disputa la Patagonia: “Argentina ya nos ha robado suficiente”».
Reproduce el tuit del 25 de julio de 2020 («Argentina ya nos ha robado suficiente territorio a los chilenos…»), el contexto del mapa de la plataforma continental difundido por Cafiero y el hashtag #LaAntarticaEsChilena, además de su alineamiento ideológico con Milei.
URL: https://www.perfil.com/noticias/internacional/jose-antonio-kast-el-chileno-que-esta-en-balotaje-y-reclama-la-patagonia-argentina-ya-nos-ha-robado-suficiente.phtml
2. La Política Online (LPO) / republicado en El Extremo Sur.
«Documento chileno alienta hipótesis de conflicto en la Patagonia por avances de Argentina».
Analiza los correos hackeados del Estado Mayor Conjunto chileno, la preocupación por la narrativa sobre la Patagonia, la tesis argentina de la “prolongación natural de su territorio” y el rol de las FF.AA. de ambos países en el rediseño estratégico de Tierra del Fuego y la Antártida.
URL: https://www.elextremosur.com/nota/39722-documento-chileno-alienta-hipotesis-de-conflicto-en-la-patagonia-por-avances-de-argentina/
3.Página/12.
«El tuit de José Kast en el que acusó a la Argentina de robar territorio».
Recoge el mensaje de Kast contra el mapa argentino, su frase «Argentina ya nos ha robado suficiente territorio» y el hashtag antártico, además de describir su perfil ideológico y su propuesta de una “coordinación internacional antirradicales de izquierda”.
URL: https://www.pagina12.com.ar/384566-el-tuit-de-jose-kast-en-el-que-acuso-a-la-argentina-de-robar/
4. El Destape Web.
«Kast y la Patagonia: la disputa del candidato a presidente de Chile con Argentina».
Nota del 26 de noviembre de 2025 que sistematiza su postura sobre Patagonia y Antártida, recoge que ha sostenido que la Antártida “es chilena” y explica su alineamiento con las tesis de Jorge Guzmán sobre península antártica, plataforma continental, Estrecho de Magallanes y Campos de Hielo Sur.
URL: https://www.eldestapeweb.com/internacionales/elecciones-en-chile/kast-y-la-patagonia-la-disputa-del-candidato-a-presidente-de-chile-con-argentina-20251126141858
5. La Política Online (LPO).
«Kast quiere disputarle a Argentina un sector de la Patagonia y alimenta la hipótesis de conflicto».
Desarrolla el rol de Jorge Guzmán como cerebro de la línea soberanista dura, su rechazo a la “vía política” para los conflictos limítrofes, la idea de un “nuevo diferendo” vinculado a la plataforma magallánico–antártica y la prioridad que ocupan Campos de Hielo Sur, plataforma continental y Patagonia en la agenda militar chilena.
6. Cobertura sobre el hackeo al Estado Mayor Conjunto de Chile (LPO + Elextremosur/BioBioChile).
Artículos que detallan la filtración masiva de correos, la reacción del Ministerio de Defensa chileno y cómo los documentos internos analizan la narrativa argentina sobre Patagonia y la “prolongación natural” del territorio, así como los planes argentinos para robustecer presencia militar en Tierra del Fuego y Antártida.
URL principal del dossier citado: https://www.elextremosur.com/nota/39722-documento-chileno-alienta-hipotesis-de-conflicto-en-la-patagonia-por-avances-de-argentina/

viernes, 28 de noviembre de 2025

Crisis del Beagle: El submarino Simpson solo tenía piedras para tirar

La Fuerza de Submarinos de la Armada de Chile en el conflicto de 1978

El Snorkel




Al mando del "Simpson", el capitán de navío (r) Rubén Scheihing tuvo en 1978 la misión más difícil de su carrera: impedir por las armas la invasión argentina.


Estaba autorizado para romper las hostilidades

Al mando del "Simpson", el capitán de navío (r) Rubén Scheihing tuvo en 1978 la misión más difícil de su carrera: impedir por las armas la invasión argentina.
Para ello debió enfrentar múltiples desventajas y el peso de una tarea en la que no tenía margen de error.
Hace exactamente 30 años, 81 chilenos aguardaban el inicio de la guerra metidos en un viejo tubo de hierro.
La tripulación del submarino "Simpson" tenía una orden perentoria del almirante José Toribio Merino: impedir por las armas cualquier intento de desembarco argentino en las islas del Beagle.
De máximo riesgo, la misión encerraba además dos problemas que la hacían casi suicida: el "Simpson" era un sumergible veterano de la II Guerra Mundial que difícilmente escaparía del contraataque enemigo; y tendría que enfrentar la hora "H", el inicio del ataque trasandino, en solitario. Este adverso escenario convirtió la extenuante patrulla de guerra del "Simpson" -duró casi 70 días- en uno de los capítulos más desconocidos de la tensión que a fines de 1978 estuvo a punto de enfrentar a Chile y Argentina. Treinta años después, el comandante de esa nave, el capitán de navío (r) Rubén Scheihing, revela los secretos de una misión en la que, reconoce, "envejecí algunos años".

Solo y sin snorkel

A comienzos de 1978, la Armada tenía cuatro submarinos, pero sólo tres disponibles. El "Thomson", gemelo del "Simpson", estaba desguazado, y los recién llegados "Hyatt" y "O'Brien" eran de los más modernos de la región.
La Flota de Mar (Flomar) de Argentina también tenía cuatro submarinos, pero todos operativos: dos estadounidenses de la II Guerra Mundial ("Santa Fe" y "Santiago del Estero") y dos 209 alemanes ("San Luis" y "Salta") recién comprados.
A fines de año, la ventaja argentina pasó de leve a mayúscula. El "O'Brien" entró a dique para mantención y al "Hyatt" le falló un motor. Tuvo que regresar a Talcahuano.
La noticia caló hondo en el "Simpson". Durante todo el año, y a medida que las negociaciones diplomáticas con Argentina se empantanaban, la tripulación había entrenado intensamente para repeler una eventual invasión. Ahora tendrían que hacerlo solos.
Y ése no era el único factor en contra. Por su antigüedad, la nave carecía de snorkel, una especie de tubo de escape retráctil que le permite navegar a 20 metros bajo la superficie usando sus motores diésel. Éstos, a su vez, recargan las baterías eléctricas, que son las que pueden llevarlo a silenciosos descensos de hasta 600 pies de profundidad.
Sin snorkel, el "Simpson" estaba obligado a emerger por períodos de hasta ocho horas para recargar baterías, haciéndose detectable para los radares o aviones enemigos.
En la práctica, el buque no podía sumergirse más de 24 horas, y a escasos cinco nudos por hora. Si había que evadir un ataque, las baterías se agotarían antes.
Scheihing recuerda que otra desventaja era el armamento. La "Enmienda Kennedy" había dejado a los submarinos chilenos con antiguos torpedos a vapor MK 14 y MK 27. Los argentinos tenían eléctricos MK 37, de más alcance y confiabilidad. "No había otra cosa. Si había que tirarles piedras, se les tiraban", explica.
Por eso, cuando recibió la orden de Merino, tomó el sistema de comunicación interna, leyó el mensaje a sus hombres y los arengó: "¡Esto significa que estamos viviendo, a partir de este instante, una situación de guerra con Argentina. Como todos sabemos, es posible que nos hundan, pero me comprometo con ustedes a que antes que eso suceda, a lo menos, nos llevaremos a dos de ellos!". Tras un momento de silencio, detalla el comandante, "se escuchó como un rugido en todo el submarino: '¡Viva Chile, m...!'". Más rotos, más patriotas.
Pero si atacaba por error, este oficial dejaría a Chile como país agresor y en una compleja perspectiva de cara a una negociación de paz.

"Fue una situación de guerra (...) Yo estaba autorizado para romper las hostilidades. ¡Imagínese! Era el primer contacto. La responsabilidad era tremenda. Primero, porque rompería las hostilidades, y segundo, porque pondría en jaque la seguridad del submarino, que es lo de menos cuando se trata de hundir al resto", explica.

¿Disparó el "Simpson"?

Ricardo Burzaco, experto argentino en el tema, publicó recientemente una investigación sobre las operaciones submarinas transandinas de 1978 en la revista Defensa y Seguridad.
Allí sostiene que el "Simpson" fue descubierto dos veces por sumergibles argentinos. Primero por el "Santiago del Estero", que lo encontró cargando baterías en la superficie, y luego por el "Salta", justo antes de la hora "H", que también lo divisó a nivel del mar. La máxima tensión reinante llevó a que el capitán argentino ordenara preparar torpedos.
Como no estaban en aguas argentinas, agrega Burzaco, el comandante argentino dudó en atacar. En ese momento el oficial sonarista lanzó una alarma de torpedo enemigo, por lo que ordenó una maniobra evasiva. Luego, el rumor de un supuesto proyectil chileno se desvaneció.
Tajante, Scheihing niega esta versión y asegura que el "Simpson" nunca tuvo contacto con adversarios. "No hubo lanzamiento. Nunca disparamos nada. Estábamos listos, pero le garantizo que no (disparamos)", sostiene.
Hacia el final de la patrulla, la tripulación del "Simpson" ya sentía el rigor de la tensión bélica. Los víveres eran escasos, no quedaban alimentos frescos y el aire dentro del submarino era pesado, mezcla de aceite y gases. Sólo podían bañarse -si limpiarse el cuerpo con una esponja mojada puede considerarse un baño- cada tres días. Sólo querían que el conflicto se zanjara de una vez, por las armas o por la paz.
La providencial conjunción de una tormenta con olas de hasta 15 metros, que retrasó la operación "Soberanía", y la mediación del Papa Juan Pablo II, sin embargo, terminarían por impedir el enfrentamiento. El "Simpson" pudo volver a su base.


El temporal que dilató la "Operación Soberanía"

"Nunca había visto un tiempo tan malo, estaba pésimo. Estaba tan malo que no había posibilidad de operaciones aéreas ni anfibias. De no haber mediado las condiciones de tiempo, y si los argentinos hubiesen cumplido el plan 'Soberanía', esto no se habría podido parar", concluye el vicealmirante (r) Hernán Rivera.
El "Prat", primer objetivo argentino
Si el "Simpson" abría fuego contra una invasión argentina, enseguida sería el turno del crucero "Prat", buque insignia de la Escuadra que debía disparar su artillería contra la flota de desembarco adversaria.
A bordo estaba el ahora vicealmirante (r) Hernán Rivera, por entonces jefe del estado mayor de la Escuadra.
Por su naturaleza, el "Prat" probablemente habría sido el primer objetivo de los ataques argentinos, tanto aéreos como marítimos y submarinos. En el buque insignia lo sabían, pero nadie, dice Rivera, manifestó temor. "En la gente nuestra no había ninguna duda. El espíritu era ir cuanto antes a la guerra y definir esta cuestión", sostiene.
La gran ventaja de la flota argentina, explica, era el portaaviones "25 de Mayo", que le daba supremacía aérea y hacía vulnerables a los buques chilenos.
La Escuadra chilena, agrega, tenía a su favor la cohesión alcanzada por las tripulaciones tras un año de intenso entrenamiento, la eficiencia de la aviación naval -informaba cada cuatro horas la posición de los buques argentinos- y el refugio natural que ofrecían los fondeaderos en los canales.
"Ellos sabían que estábamos en el sur, pero no sabían dónde (...) Los fondeaderos de guerra son lugares absolutamente camuflados donde es imposible ver los buques, ni siquiera sobrevolando", asegura Rivera.
Así, las naves chilenas lograban disimular falencias como la escasez de pertrechos, debido al embargo de Estados Unidos, y el hecho que la iniciativa estaba en manos de los argentinos.
Con todo, admite el retirado oficial, "el 'Prat' habría sufrido daños importantes como consecuencia del ataque de los aviones del '25 de Mayo'. Por eso nos colocamos en una disposición de combate en la que primero estaban los buques misileros, que en el fondo eran los que iban a decidir esta cuestión en el combate de superficie".
Rivera recuerda como el momento más crítico el 20 de diciembre de 1978, cuando recibieron la orden de salir al paso de la flota argentina. El vicealmirante Raúl López Silva, comandante en jefe de la Escuadra, reunió a los capitanes de todos los buques y les advirtió: "Señores, vamos a definir esta situación de una vez por todas. Se acabaron los ejercicios. La próxima vez que toque un zafarrancho de combate significa que estamos enfrentados a los argentinos".
Pocas horas después, cuando la Escuadra aún salía hacia el teatro de operaciones, sonó el citado zafarrancho. "Le prometo que nunca vi tanta rapidez para cubrir los puestos de combate", recuerda Rivera. La alarma, eso sí, resultó falsa. El "contacto" del sonar resultó ser una sonda estadounidense que recolectaba datos atmosféricos.
Así fue que ambas fuerzas llegaron a estar a unas 10 horas de poder atacarse con sus misiles, lo que fue impedido por la mediación papal. Rivera asegura que la Divina Providencia también hizo lo suyo, desatando un temporal que dilató la "Operación Soberanía", que debía comenzar tres días antes de la "Hora H" con la toma de unas pequeñas islas al sur del Beagle.

"Nunca había visto un tiempo tan malo, estaba pésimo. Estaba tan malo que no había posibilidad de operaciones aéreas ni anfibias. De no haber mediado las condiciones de tiempo, y si los argentinos hubiesen cumplido el plan 'Soberanía', esto no se habría podido parar", concluye.



Autor:Iván Martinic
http://diario.elmercurio.cl/

sábado, 4 de octubre de 2025

Crisis del Beagle: ¿Y si...? Conjeturas sobre la guerra del fin del Mundo

Soldados argentinos ocupan Puerto Natales en 1978.

Y si hubiésemos ido a la guerra: El conflicto no desatado entre Argentina y Chile en 1978 y sus consecuencias



Por EMcL - FDRA


Hubo mapas, hubo planes, hubo órdenes escritas. Hubo tropas listas para cruzar la frontera, armamento cargado, y miras puestas en el canal Beagle. En diciembre de 1978, Argentina y Chile estuvieron a horas —quizás minutos— de iniciar una guerra de consecuencias imprevisibles. Y, sin embargo, no ocurrió.

Este artículo se sumerge en ese conflicto no desatado, en ese capítulo borrado de la historia por la intervención de último momento del papa Juan Pablo II. Pero la pregunta persiste: ¿qué habría pasado si no mediaba nadie? ¿Quién tenía más chances de ganar? ¿Qué papel habrían jugado Perú, Bolivia o Brasil? ¿Y si Chile se rendía? ¿Y si resistía con éxito?

"Y si hubiésemos ido a la guerra"
no es solo un ejercicio de historia contrafactual. Es una reconstrucción detallada y argumentada de escenarios reales que estuvieron a punto de concretarse. Con base en fuentes documentales, estudios militares y análisis geopolíticos, proponemos una línea de tiempo crítica y múltiples hipótesis sobre el desenlace de una guerra que no fue, pero pudo ser.

Lo invitamos a recorrer uno de los mayores “¿y si?” estratégicos del Cono Sur. Lo que sigue no es ficción: es el pasado que casi fue historia.


0. El Beagle como epicentro: contexto, cronología y escenario hipotético

Línea del tiempo esencial

  • 1881 – Se firma el Tratado de Límites entre Argentina y Chile, que fija el canal de Beagle como frontera, pero no delimita con precisión la jurisdicción de las islas al sur del canal. (Wikipedia)

  • 1958 – Incidente del islote Snipe: enfrentamiento menor entre fuerzas argentinas y chilenas en el canal. (Wikipedia)

  • 1971 – Argentina y Chile acuerdan someter el diferendo del Beagle a arbitraje internacional. (Wikipedia)

  • 2 de mayo de 1977 – Se publica el laudo arbitral favorable a Chile sobre las islas de Picton, Lennox y Nueva, y derechos marítimos adyacentes. Siniver (2024)

  • Enero de 1978 – Argentina declara “nulo e írrito” ese laudo. Secretaría de Estado

  • 20 de febrero de 1978 – Acuerdo de Puerto Montt (Chile y Argentina acuerdan seguir negociando). (ONU)

  • 12 de diciembre de 1978 – Reunión de ministros exteriores prevista en medio de fuerte tensión. (CIA)

  • 22 de diciembre de 1978 – Argentina lanza la Operación Soberanía, una acción militar planeada para invadir las islas en disputa y medir la reacción chilena. La operación es abortada pocas horas después. (Wikipedia)

  • 9 de enero de 1979 – Acta de Montevideo: los dos países aceptan la mediación papal. (ONU)

  • 1982 – Guerra de Malvinas: Chile respalda diplomáticamente a Reino Unido, lo que influye en las relaciones regionales. (Wikipedia)

  • 29 de noviembre de 1984 – Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina: acepta el laudo arbitral y fija fronteras marítimas y derechos de navegación. (Fuente)

Esta cronología refleja cómo, en los hechos, la guerra fue evitada. Pero al imaginar que el conflicto realmente se hubiera desatado, abrimos múltiples líneas hipotéticas.




1. ¿Quién tenía más probabilidades de ganar?

En la literatura especializada encontramos un consenso matizado. Argentina partía con ventajas cuantitativas: mayor número de tropas, armamento más abundante y capacidad de movilización en varios frentes. Según estudios estratégicos contemporáneos de esa época, su Ejército patagónico ya estaba preparado para operaciones ofensivas sobre las islas en disputa. (CIA)

Por otro lado, Chile contaba con dos factores defensivos cruciales: la difícil geografía (cordillera y zonas inhóspitas) que dificultaba el avance argentino, y una línea logística relativamente corta dentro de territorio nacional, lo que favorecía su capacidad de resistencia. Además, la cohesión militar chilena bajo Pinochet resultaba más estable que la de la junta argentina, inmersa en divisiones internas. Siniver (2024)

Algunos análisis de teoría de crisis (“brinkmanship”) aplicados al caso del Beagle concluyen que una guerra rápida y relámpago podría favorecer a Argentina en los primeros movimientos; pero que una guerra prolongada revertiría esa ventaja inicial. En esos modelos se considera que el desgaste logístico, el costo humano y la presión internacional tienden a favorecer al defensor cuando el terreno favorece esa estrategia. Corbacho (2003)

Por lo tanto, en un escenario ideal (ofensiva rápida bien coordinada, sorpresa y falta de reacción efectiva chilena), Argentina podría haber conquistado las islas y algunas zonas del sur chileno. Pero la probabilidad de una victoria estratégica total era baja. En una guerra extendida, Chile tenía mayores chances de revertir posiciones. Estos temas los hemos investigado a lo largo de diversos posteos en este blog.



2. Intervención de Perú o Bolivia: ¿posible cerco andino?

Una de las grandes incógnitas de este conflicto hipotético es el rol que hubiesen desempeñado los vecinos del altiplano. Perú, por entonces bajo el gobierno militar de Francisco Morales Bermúdez, mantenía una relación ambigua con Chile, marcada por las secuelas de la Guerra del Pacífico. Bolivia, aún con heridas abiertas por la pérdida de su litoral en ese mismo conflicto, tenía un interés histórico en recuperar acceso soberano al mar.

Existen documentos y declaraciones posteriores que indican que Argentina sondeó informalmente a ambos países sobre una eventual alianza. Algunos sectores del Ejército boliviano veían en el conflicto una oportunidad para presionar a Chile. En el caso de Perú, las relaciones eran frías con Chile, pero no lo suficiente como para justificar una entrada automática en la guerra.

La situación hubiese sido difícil para Chile. En 1978, Argentina sumaba un contingente de +132.000 hombres; Perú disponía de 89.000 y Bolivia de 22.500. Distribuir los 85.000 hombres con que contaba Chile para tal número de enemigos, parece altamente difícil. Hubo, además, una serie de escándalos de espionaje que involucraron a Chile en el Perú, y algunas decisiones de los países del entorno revelaban que todos estaban tomando posiciones, de alguna manera, ante la proximidad de la crisis.

La mayoría de los estudios coinciden en que una intervención directa de Perú o Bolivia era improbable al inicio del conflicto. Sin embargo, si Argentina lograba avanzar con éxito sobre el sur chileno, una victoria parcial podría haber incentivado una ofensiva coordinada desde el norte. No por alianzas explícitas, sino por intereses convergentes. Esta posibilidad, aunque baja, no era descartable. El cerco andino pudo haber sido una realidad si el conflicto se prolongaba.

Sin haberse decidido jamás por un compromiso concreto con Buenos Aires, y viendo milagrosamente como zafaba el país de la debacle en la Patagonia sobre el extremo sur de Chile, Lima no tuvo más remedio que quedar expectante. En editorial del diario peruano "El Correo" del 2 de abril de 2005, el director del medio, Aldo Mariátegui, recordaría:
    

"Si la guerra estallaba, era casi seguro que nuestro país se hubiera visto arrastrado a ella junto a Bolivia, mientras que los chilenos hubieran movido a sus aliados ecuatorianos".
    

"Por ello, la intervención papal evitó una muy probable guerra generalizada en Sudamérica, un horror insano que nos ahorró Juan Pablo II y que debemos agradecerle para siempre".


De este modo, al posponerse el problema del Beagle con esta oferta de mediación papal, la más calurosa hoguera de hacer justicia peruana frente al robo de territorio por parte de Chile comenzó a extinguirse a partir de ese año de 1979, aún cuando las tensiones persistían. 

Las relaciones históricas entre Chile, Perú y Bolivia aportan pistas interesantes. Bolivia, aún resentida por la pérdida de su costa en la Guerra del Pacífico, y Perú, que históricamente ha tenido tensiones con Chile, podrían haber visto en el conflicto una oportunidad regional.

Sin embargo, los estudios que revisan ese escenario coinciden en que la intervención abierta de Perú o Bolivia al inicio del conflicto habría sido muy improbable. Los costos políticos, militares y diplomáticos eran enormes. Además, ambos países enfrentaban limitaciones internas y no contaban con fuerzas desplegables de largo alcance para sostener una guerra en el extremo austral.

Dicho esto, si Argentina hubiese tenido éxito en sus primeras operaciones (por ejemplo, ocupando las islas o parte del sur chileno), un apoyo táctico desde el norte podría haber emergido. Un “cerco andino” podría haber sido viable en fases posteriores, no al comienzo. La ayuda probable habría sido logística, apoyo diplomático, incluso presiones sobre Chile desde el frente altiplánico, más que envíos masivos de tropas.




3. ¿Intervención de Brasil, EE. UU., Reino Unido u organismos multilaterales?

Una de las hipótesis de escalamiento del conflicto del Beagle recae muchas veces en la intervención de actores del tercer nivel. Analistas, sobre todo trasandinos, confiaban en que si el conflicto se prolongaba sería aprovechada por terceros actores para intervenir, siempre sospechando en ayuda de Chile. El primer corazoncito se depositaba en Brasil. Así como Perú y Bolivia aprovecharían la guerra para recuperar el territorio indignamente robado por Chile un siglo antes, Brasil podría cobrárselo con Argentina. Del mismo modo, el Reino Unido anticiparía que el conflicto se extendería a Malvinas e intervendría contra Argentina. Estados Unidos también tal vez podría intervenir para desalentar el conflicto entre dos socios regionales, como lo hace muchas veces para desactivar otros conflictos entre socios, como el caso de Turquía y Grecia. Finalmente, otra opción sería la intervención activa de la ONU al final como en el caso de la guerra de Corea.

Brasil

Brasil observaba el conflicto con preocupación. En plena dictadura militar y aliado de Estados Unidos en la Guerra Fría, el régimen brasileño tenía razones para evitar una alteración del equilibrio regional. Aunque públicamente neutral, Brasil mantenía mejores relaciones con Chile que con Argentina y tenía acuerdos tácitos de cooperación con las Fuerzas Armadas chilenas.

Una intervención brasileña directa era improbable, pero no imposible. Lo más probable es que, frente a una ocupación prolongada del sur chileno o una guerra abierta en todo el territorio andino, Brasil hubiese presionado diplomáticamente a favor de una solución rápida. En el escenario más extremo, podría haber desplegado tropas en su frontera para contener cualquier desborde, aunque sin cruzar a territorio enemigo.

Brasil, en 1978 bajo régimen militar, observaba el deterioro del equilibrio regional con preocupación. Mantenía relaciones más fluidas con Chile que con Argentina, lo que lo inclinaba a actuar como mediador o contenedor antes que como agresor directo. Una intervención militar brasileña sobre territorio chileno era extremadamente poco plausible. Lo más probable era una presión diplomática fuerte o despliegues en su frontera para evitar contagios o flujos de refugiados. Asimismo, sería probable que, si pudiese, Brasil proveería de armas a Chile si es que pudiese lograr una ruta logística segura. Asimismo, debe destacarse que para el momento de la crisis Brasil carecía de diferendos limítrofes con Argentina, es decir, no tendría excusa válida para iniciar una conflicto.

Estados Unidos

En plena Guerra Fría, EE. UU. jugaba un rol central en América Latina. Su prioridad habría sido evitar que un conflicto local escalara en una crisis mayor que afectase sus intereses estratégicos. Como muchas fuentes diplomáticas señalan, EE. UU. probablemente hubiese emitido condenas a la agresión, impuesto sanciones o bloqueos diplomáticos al agresor, y presionado por negociaciones y ceses del fuego. En el mejor de los casos, podría haber ofrecido mediación bajo auspicios de la OEA o la ONU. No hay indicios claros de que hubiese enviado tropas, salvo en escenarios extremos o bajo mandato internacional. Del mismo modo de controlar que se eviten conflicto entre sus socios políticos, la intervención cumpliría un rol apaciguador.

Estados Unidos habría jugado un rol determinante, aunque complejo. Washington mantenía canales con ambos regímenes militares y habría buscado evitar un conflicto que desestabilizara su "patio trasero" durante la Guerra Fría. Lo más probable habría sido una presión fuerte, quizás en el marco de la OEA, junto con sanciones diplomáticas o comerciales.

Reino Unido

El Reino Unido tenía un vínculo indirecto con el conflicto, principalmente vía su relación con Argentina (sobre todo por el tema de las Malvinas) y el reconocimiento del laudo arbitral. Es improbable que hubiese intervenido con fuerza militar en América del Sur en ese momento, salvo como apoyo simbólico diplomático o a través de presiones internacionales. El gobierno de ese momento todavía era laborista en el país, es probable que una intervención militar directa no hubiese ocurrido pero sí una movilización precautoria de la Royal Navy (con su grupo de portaaviones) a las islas Malvinas para prevenir cualquier aventura militar de nuestro país. 

El Reino Unido mantenía una relación distante en lo diplomático con Argentina pero cercana en lo militar: la proveía de armas navales (sus mejores destructores Tipo 42 y bombarderos Canberra), especialmente en temas de soberanía (como las Malvinas), y hubiese evitado tomar partido. 

ONU / organismos multilaterales

La ONU podría haber adoptado resoluciones para condenar la agresión, imponer sanciones o desplegar fuerzas de observación o paz en un escenario extremo. Pero en 1978 no existía un mecanismo automático para enviar fuerzas de intervención en conflictos interestatales sin acuerdos amplios. En un conflicto prolongado y sangriento, la presión para un cese del fuego y supervisión externa habría sido intensa.

En suma, la intervención extranjera directa en combate era poco probable salvo escalaciones dramáticas. La intervención diplomática activa y la mediación internacional eran mucho más probables.

La ONU, si bien podría haber condenado el conflicto, difícilmente habría actuado militarmente. No obstante, una guerra prolongada y sangrienta podría haber motivado la creación de una fuerza de paz para supervisar un cese al fuego.

4. Si Chile se hubiese rendido: ¿Que exigencias máximas podía solicitar Argentina?

¿Quién tenía mayores probabilidades de ganar una guerra entre Argentina y Chile en 1978?

La literatura especializada, tanto argentina como internacional, ha analizado largamente los escenarios potenciales del conflicto. En términos estrictamente numéricos, Argentina contaba con una ventaja considerable en tropas, blindados, aviación y recursos logísticos. Su Ejército era el más grande del Cono Sur y se encontraba desplegado en varias zonas del país con capacidad de rápida movilización. Además, la Armada argentina era, al menos en cantidad, superior a la chilena, mientras que la Fuerza Aérea contaba con más unidades operativas en ese momento.

Sin embargo, la superioridad numérica no garantiza la victoria. Chile, aunque más limitado en recursos humanos y materiales, tenía ventajas defensivas clave. Primero, su geografía: la Cordillera de los Andes es una formidable barrera natural. Segundo, una doctrina militar orientada a la defensa territorial con líneas logísticas más cortas y eficientes en su propio territorio. Tercero, el factor de cohesión interna: mientras que Argentina tenía fricciones entre sus distintas ramas militares y una dictadura inestable, Chile, bajo el mando férreo de Pinochet, mostraba una cadena de mando más cohesionada.

Los estudios de estrategia militar concluyen que en caso de una guerra corta, con ofensivas rápidas, Argentina podría haber ocupado territorios chilenos en el sur —especialmente el área de Punta Arenas— e incluso capturar las islas disputadas. Pero en una guerra prolongada, las limitaciones logísticas argentinas, la geografía hostil y una probable reacción internacional habrían revertido esa ventaja inicial. La victoria rápida era improbable. La victoria total, inverosímil. 

¿Qué hubiese ganado Argentina si Chile se rendía?

Si se hubiese producido una rendición chilena —escenario extremo aunque no improbable— Argentina habría impuesto condiciones territoriales y geopolíticas. El objetivo inmediato habría sido asegurar la soberanía de las islas del Canal Beagle (Picton, Lennox y Nueva), además de zonas estratégicas en el sur patagónico. Algunas proyecciones incluso mencionan la ocupación del Estrecho de Magallanes, dándole a Argentina control completo sobre la navegación entre el Atlántico y el Pacífico.

Además del territorio, se habrían exigido concesiones diplomáticas y comerciales: control de rutas marítimas, tratados favorables para la navegación y quizás acuerdos sobre explotación pesquera y recursos marítimos. En un escenario más ambicioso, Argentina podría haber intentado establecer una zona desmilitarizada en el sur chileno o imponer restricciones al rearme chileno.

Sin embargo, la ocupación prolongada del territorio chileno habría sido inviable en términos políticos y logísticos. La resistencia local, la presión internacional y los costos humanos y económicos habrían transformado una victoria táctica en un problema estratégico.

Aún obteniendo estas conquistas, debe tenerse en cuenta que como ha sido tradición en la cultura chilena, no perderían un segundo hasta fin de los tiempos de realizar reclamos diplomáticos de cualquier tipo, marca y color. Los reclamos infundados (Lago del Desierto) o mágicamente creados (Hielos Continentales) han sido una constante en el patrón cultural chileno. 

Finalmente, viendo a más largo plazo, la mejor victoria que hubiese podido tener Argentina hubiese sido la cesión de la Antártida chilena (nombrada Antártica en Santiago). Eso hubiese dejado el tratado Antártico con la región en disputa sólo por dos naciones, el Reino Unido y Argentina. La liberación del sur del canal de Beagle del yugo chileno hubiese dado un paso natural desde el sector continental Atlántico hacia las bases del continente blanco y hubiésemos ahorrado tener que jugar la actual farsa de un país jugando pequeños juegos de mezquindades como ya nos tiene acostumbrado el país lateral. Bien valía la pena ir a la guerra por sólo este objetivo de largo plazo.

Si Chile se hubiese rendido: exigencias máximas de Argentina

En el escenario más favorable para Argentina—una rendición chilena—las condiciones de paz que Buenos Aires podría haber exigido hubiesen sido ambiciosas:

  1. Soberanía plena sobre las islas del Canal Beagle — Picton, Lennox y Nueva, con definición clara del canal como frontera.

  2. Control parcial o total del Estrecho de Magallanes, para asegurar la soberanía sobre rutas marítimas interoceánicas de extremo sur.

  3. Zonas costeras del sur chileno (por ejemplo en toda la isla de Tierra del Fuego) con bases navales argentinas o zonas bajo administración argentina.

  4. Derechos de navegación asegurados para buques argentinos en aguas del Pacífico adyacentes, con tratados favorables de libre paso.

  5. Compensaciones económicas: reparaciones por daños de guerra, indemnizaciones, acceso preferencial a recursos marítimos (pesca, potenciales hidrocarburos).

  6. Limitaciones militares para Chile, como restricciones al rearmamento en el sur o creación de zonas desmilitarizadas, supervisadas internacionalmente.

  7. Cláusulas diplomáticas y de reconocimiento que obligaran a Chile a reconocer formalmente la victoria argentina, declarar vacíos ciertos tratados y aceptar una redefinición de fronteras marítimas favorables a Argentina. Cesión de todo el espacio antártico chileno a Argentina.

     

No obstante, mantener una ocupación extensa del territorio chileno hubiese sido extremadamente costoso y políticamente inviable en lo más mínimo a mediano plazo, por la resistencia interna, la presión internacional y el desgaste logístico humano y militar.

5. ¿Qué hubiese ganado Chile si rechazaba el ataque argentino?

En caso de un contraataque exitoso chileno, o al menos una defensa que frustrara el avance argentino, Chile habría obtenido no sólo la legitimidad internacional sobre su soberanía en el Beagle, sino un fortalecimiento simbólico y político de gran calibre. El mejor resultado posible sería la consolidación de sus derechos sobre las islas en disputa, acompañado de un reforzamiento militar y diplomático en la región.

En un escenario de victoria parcial o total, Chile podría haber presionado por concesiones argentinas en áreas fronterizas donde aún existían ambigüedades, además de reforzar alianzas regionales. Incluso es plausible imaginar que Chile hubiese solicitado compensaciones económicas o logísticas por los daños sufridos, o promovido una condena regional a la agresión argentina.

Políticamente, una victoria chilena habría reforzado al régimen de Pinochet, dándole mayor margen interno y externo. Por contraste, una derrota argentina habría debilitado aún más a una Junta ya dividida, acelerando el desgaste del régimen militar y probablemente alterando el curso que llevaría a la guerra de Malvinas cuatro años después.

Si Chile rechazaba el ataque: ganancias máximas para Chile

En el escenario de una defensa exitosa con contraataques efectivos, Chile podría reclamar condiciones ventajosas al final del conflicto:

  1. Confirmación y reforzamiento de su soberanía sobre Picton, Lennox y Nueva — el reconocimiento internacional de su propiedad sobre las islas disputadas.

  2. Concesiones territoriales menores en zonas limítrofes donde hubiese disputas poco claras o franjas terrestres limítrofes que pudieran ser negociadas.

  3. Compensaciones económicas por daños de la agresión argentina, indemnizaciones por destrucción de infraestructura, pérdidas civiles o militares.

  4. Obligación argentina de reconocer tratados de navegación favorables a Chile o cesión de derechos en algunas rutas marítimas limítrofes.

  5. Garantías de no agresión y limitaciones militares argentinas en el sur, tal vez supervisión internacional en ciertas zonas.

  6. Reparaciones políticas: apoyo chileno en foros internacionales, condenas de agresión argentina y un reforzamiento de la posición diplomática de Chile.


Además, políticamente sería una victoria simbólica de gran magnitud, fortaleciendo el régimen de Pinochet y debilitando la legitimidad de la junta argentina. Una derrota argentina —pese a sus recursos— habría acelerado el desgaste de su gobierno militar.

 

6. Finalizando

En diciembre de 1978, el Cono Sur estuvo a un suspiro de presenciar un enfrentamiento bélico que pudo haber cambiado el rostro geopolítico de Sudamérica. La tensión entre Argentina y Chile por la soberanía de las islas del Canal Beagle alcanzó un punto álgido, al borde de la guerra abierta. La intervención diplomática del papa Juan Pablo II evitó el estallido final. Pero, ¿qué habría pasado si esa mediación no hubiese llegado a tiempo? ¿Qué escenarios se habrían desplegado si el primer disparo hubiese sido respondido? Eso hemos estado intentar responder en este blog en diversos posteos.

Este conflicto no desatado sigue siendo uno de los mayores "y si" de la historia sudamericana reciente. Las condiciones estaban dadas, las tropas movilizadas, y las órdenes redactadas. Sólo una inesperada mediación papal evitó que el fuego se abriera en la Patagonia. El análisis de sus posibles consecuencias nos recuerda cuán delgada es, a veces, la línea entre la paz y la guerra.

¿Quién habría ganado? Es posible que nadie. Es posible que Argentina. Es imposible que Chile.