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martes, 10 de marzo de 2020

PGM: La neurosis de guerra o shell shock


Neurosis de guerra



La neurosis de guerra (en alemán, Kriegsneurose; en inglés, war neurosis o shell shock;​ en francés, obusite o névrose de guerre)​ es un término acuñado en la Primera Guerra Mundial utilizado para describir el trastorno por estrés postraumático que afectó a muchos soldados durante la guerra, antes de que se descubriera dicha patología. Se trata de una reacción ante la intensidad de los bombardeos y la lucha que produce una impotencia que se traduce en pánico, estar asustado, sentir deseos de huir o en una falta de capacidad para razonar, dormir, caminar o hablar.



Durante la guerra, el concepto de «neurosis de guerra» no estuvo bien definido. Ciertos casos fueron interpretados como heridas físicas o psicológicas o simplemente como falta de coraje. El Departamento de Asuntos de los Veteranos de los Estados Unidos aún emplea el término para describir algunas instancias del trastorno por estrés postraumático, pero en general forma parte de la imaginación y la memoria popular; frecuentemente se lo considera la herida característica de la guerra. Durante la Segunda Guerra Mundial y más adelante, el diagnóstico de «neurosis de guerra» se vio reemplazado por el concepto de fatiga de combate, una respuesta similar pero no idéntica al trauma de la guerra y los bombardeos.

Historia y origen del término

Epopeyas y clásicos

La literatura más antigua de la humanidad nos dice que una proporción significativa de las bajas militares son psicológicas y que presenciar la muerte puede dejar síntomas psicológicos crónicos. Como se nos recuerda en Deuteronomio 20: 1-9, los líderes militares han sido conscientes de que muchos soldados deben ser retirados de la línea del frente debido a una crisis nerviosa, que a menudo es contagiosa:
Cuando salgas a la batalla contra tus enemigos, y veas caballos, carros y un pueblo más que tú ... los oficiales dirán: ¿Qué hombre hay que tenga miedo y un corazón débil? Déjalo ir y volver a su casa, para que el corazón de sus hermanos no se desmaye tan bien como su corazón. (Versión del Rey Jame)

La primera gran epopeya de la humanidad, la historia de Gilgamesh, nos da descripciones explícitas tanto del amor como de los síntomas postraumáticos, lo que sugiere que estos últimos también son parte de la experiencia humana fundamental. Después de que Gilgamesh pierde a su amigo Enkidu, experimenta síntomas de dolor, como es de esperar. Pero después de esta fase de duelo, corre de un lugar a otro en pánico, dándose cuenta de que él también debe morir. Esta confrontación con la muerte cambió su personalidad. El primer caso de síntomas mentales crónicos causados ​​por un susto repentino en el campo de batalla se informa en el relato de la batalla de Maratón por Heródoto, escrito en 440 aC (Historia, Libro VI, transi. George Rawlinson):

Un prodigio extraño también sucedió en esta pelea. Epizelus, el hijo de Cuphagoras, un ateniense, estaba en medio de la refriega y se comportaba como un hombre valiente, cuando de repente fue golpeado por la ceguera, sin golpe de espada o dardo; y esta ceguera continuó desde entonces durante toda su vida después de la muerte. El siguiente es el relato que él mismo, como he oído, dio sobre el asunto: dijo que un guerrero gigantesco, con una barba enorme, que sombreaba todo su escudo, se paró contra él; pero la apariencia fantasmal pasó junto a él y mató al hombre a su lado. Tal como entiendo, fue la historia que contó Epizelus.

Es de destacar que los síntomas no son causados ​​por una herida física, sino por el miedo y la visión de un compañero asesinado, y que persisten cada año. La pérdida de la vista tiene el beneficio principal de borrar la visión del peligro, y el beneficio secundario de obtener apoyo y atención. Hipócrates (4607-377 a. C.) menciona los sueños de batalla espantosos, y en el poema de Lucrecio, De Rerum Natura, escrito en 50 a. C. (Libro IV, transi. William Ellery Leonard):

Las mentes de los mortales ... a menudo dormidas lo harán y se atreverán a lo mismo ... Los reyes toman las ciudades por asalto, sucumben para capturar, luchan en el campo, lanzan un grito salvaje como si sus gargantas estuvieran cortadas allí mismo. Y muchos luchan y gimen con dolores, y llenan todas las regiones de gritos poderosos y salvajes, como si luego los royeran los colmillos de pantera o de león feroz.

Este texto muestra muy vívidamente la experiencia emocional y conductual de una batalla en el sueño. Además de los clásicos de GrecoLatin, la literatura islandesa antigua nos da un ejemplo de pesadillas recurrentes después de la batalla: la Saga Gisli Súrsson nos dice que el héroe sueña con tanta frecuencia con escenas de batalla que teme la oscuridad y no puede quedarse solo por la noche.

Jean Froissart (1337? -1400/01) fue el cronista más representativo de la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia. En 1388 residió en la corte de Gaston Phoebus, conde de Foix, y narró el caso del hermano del Comtc, Pierre dc Beam, que no podía dormir cerca de su esposa e hijos, debido a su hábito de levantarse por la noche y tomar un espada para luchar contra enemigos oníricos. El hecho de que los soldados se despierten con sueños aterradores en los que experimentan batallas pasadas es un tema común en la literatura clásica, como, por ejemplo, el relato de Mercutio sobre la reina Mab en Romeo y Julieta de Shakespeare (I, iv):

En algún momento ella maneja sobre el cuello de un soldado.
Y luego sueña con cortar gargantas extranjeras.
De brechas, emboscadas, espadas españolas,
De salud cinco profundidades de fondo; y luego anon
Tambores en su oído, en el que comienza y se despierta,
Y estando así asustado, jura una oración o dos,
Y duerme de nuevo.

Los médicos del ejército presentaron hipótesis etiológicas durante las guerras revolucionarias francesas (1792-1800) y las guerras napoleónicas (1800-1815). Habían observado que los soldados colapsaron en estupor prolongado después de que los proyectiles pasaron rozando a través de ellos, aunque salieron ilesos físicamente. Esto condujo a la descripción del síndrome de "vent du boulet", donde los sujetos estaban asustados por el viento del paso de una bala de cañón. Goethe describió vívidamente el espeluznante sonido de los proyectiles entrantes, en sus memorias sobre el cañonazo en la batalla de Valmy en 17921: "El sonido es bastante extraño, como si estuviera compuesto por el giro de una tapa, el agua hirviendo, y el silbido de un pájaro ”. En el mismo texto, Goethe da cuenta de los sentimientos de desrealización y despersonalización inducidos por este entorno aterrador:
 
En los comienzos de la Primera Guerra Mundial en 1914, los soldados de la Fuerza Expedicionaria Británica reportaron síntomas después del combate tales como tinnitus, amnesia, cefalea, mareos, temblores e hipersensibilidad a los ruidos. Si bien estos signos eran similares a los esperables tras una herida física en el cerebro, muchos de los que se declararon enfermos no presentaban marcas de lastimaduras en la cabeza.​ Hacia diciembre de 1914, un 10 % de los oficiales británicos y un 4 % de los hombres enlistados sufrían de «conmociones nerviosas y mentales».​

El término shell shock se originó a partir de la teoría supuesta de que los síntomas padecidos por sus víctimas estaban relacionados con las explosiones causadas por los obuses, llamados en inglés shell, que alteraban el funcionamiento normal del cerebro.​ La palabra apareció por primera vez en 1915, en un artículo publicado en The Lancet por Charles Samuel Myers. Entre el 60 % y el 80 % de los casos de neurosis de guerra presentaron neurastenia aguda, aunque el 10 % presentó síntomas de lo que se denominaría trastorno de conversión, como mudez y fuga disociativa.



El número de casos de neurosis de guerra creció durante 1915 y 1916, pero no fue objeto de estudios médicos o psicológicos. Algunos médicos consideraron que era resultado de alguna herida cerebral no visible, ocasionada por las ondas de impacto de los obuses y que podría ser potencialmente fatal. Otra explicación es que era producida por intoxicación con el monóxido de carbono de las explosiones. Según otro punto de vista, la neurosis de guerra implicaba una herida emocional, no física. La evidencia para probarlo era que gran parte de los que sufrían de este trastorno no estaban expuestos a los impactos de la artillería. Por eso la explicación únicamente física no era satisfactoria.

Pese a esta evidencia, el Ejército Británico continuó sus intentos de diferenciar aquellos síntomas que eran consecuencia de las explosiones de otros que no lo eran. En 1915 el cuerpo militar en Francia recibió las siguientes instrucciones:
Los casos de shell shock deben tener agregado a su reporte la letra W [de wounded, «herido»] si los ocasionó el enemigo; en ese caso, el paciente llevará la distinción de «herido» y portará en su brazo una wound stripe. Si, por el contrario, la caída de un hombre no fue precedida de una explosión de obús no se considera ocasionada por el enemigo y será calificada como shell shock o S [de sickness, «enfermedad»] y [ese hombre] no llevará una wound stripe ni [recibirá] una pensión.

Sin embargo, muchas veces resultó difícil diferenciar los casos, dado que pocas veces se daba información acerca de si los accidentes sucedían cerca de una explosión de obús o no.8​ Este sistema fue considerado injusto e imposible de practicar, dado que solo se enviaban de regreso a Inglaterra a los casos más graves.​ A comienzos de la Segunda Guerra Mundial, el término shell shock fue prohibido en el Ejército británico, aunque la frase «síndrome posconmoción» se usó para describir respuestas traumáticas similares.

Tratamiento

Neurosis de guerra aguda

Al principio, a los afectados por neurosis de guerra se los evacuaba pronto del campo de batalla, en parte por miedo a su comportamiento impredecible. A medida que crecía en número el Ejército Británico y la mano de obra comenzó a escasear, el número de casos de neurosis de guerra se convirtió en un problema creciente para las autoridades militares. En la batalla del Somme, en 1916, el 40 % de las bajas fue por shell shock, lo que se convirtió en una epidemia psiquiátrica, insostenible militar o económicamente.​

Entre las consecuencias de esto se incluyen la creciente preferencia oficial de una interpretación psicológica para la neurosis de guerra, junto con un intento deliberado de evitar la medicalización de este trastorno. Si los hombres no estaban heridos, era más sencillo devolverlos al frente para que continuaran peleando. Otra de las consecuencias fue el tiempo y el esfuerzo que se invirtió para tratar los síntomas del shell shock.8​En la batalla de Passchendaele, en 1917, el Ejército Británico ya había desarrollado métodos para reducir la neurosis. A un hombre que sufriera de los síntomas se le otorgaba un descanso de unos días en su oficina médica local.6​ El coronel Rogers (RMO, Black Watch) escribió:

Deben enviar a sus casos de conmoción a descansar. Cuando reciban estos casos emocionales, a menos que sean muy graves, si hablan con los hombres y ellos los conocen y ustedes a ellos —y hay mucho más en que el hombre los conozca que en que ustedes conozcan al hombre— [...] pueden explicarle que no le ocurre nada malo, [le pueden] ofrecer un descanso en el puesto de auxilio si es necesario y un día o dos de sueño, vayan con él a la línea de combate y luego, visítenlo a menudo, siéntense con él y háblenle de la guerra y observen con su periscopio y muéstrenle al hombre que a ustedes él les interesa.​

Si los síntomas persistían después de unas semanas en una Casualty Clearing Station, que normalmente estaban lo suficientemente cerca del frente de batalla como para escuchar el fuego de la artillería, los pacientes eran trasladados a alguno de los cuatro centros psiquiátricos ubicados detrás de las líneas, llamados «Not Yet Diagnosed Nervous», donde quedaban a la espera de los análisis por parte de los médicos especialistas.

Aunque la batalla de Passchendaele generalmente es sinónimo de horror, los casos de neurosis de guerra fueron relativamente pocos. En total se reportaron 5346 casos de neurosis de guerra, es decir, el 1% de las fuerzas británicas. Menos del 75%, 3963 hombres regresaron al servicio activo sin pasar por tratamiento médico en un hospital. El número de casos de shell shock se redujo durante la batalla y la epidemia acabó. En 1917 el shell shock se prohibió como diagnóstico en el Ejército Británico y se censuró toda referencia a él, incluso en revistas académicas de Medicina.


Neurosis de guerra crónica

El tratamiento de la neurosis de guerra aguda variaba ampliamente según los síntomas, la opinión de los médicos y otros factores, como el rango y la clase del paciente. Había tantos oficiales y soldados que sufrían de este trastorno que diecinueve hospitales británicos estaban totalmente dedicados al tratamiento de estos casos. Diez años después de la guerra, 65 000 veteranos aún seguían en tratamiento por shell shock en Gran Bretaña. En Francia era posible visitar en 1960 a ancianos víctimas de neurosis de guerra que estaban hospitalizados.​

Causas físicas

Una investigación reciente de la Universidad Johns Hopkins descubrió que el tejido cerebral de veteranos de combate que se habían expuesto a artefactos explosivos improvisados exhibía un patrón de lesiones en las áreas responsables de la toma de decisiones, memoria y razonamiento. Esta evidencia ha llevado a los investigadores a concluir que la neurosis de guerra puede no solo ser un desorden psicológico, ya que los síntomas exhibidos por las víctimas de la Primera Guerra son muy similares a estas lesiones.



Cobardía


Algunos hombres que padecían de neurosis fueron llevados a juicio, y hasta en algunos casos ejecutados, por crímenes militares que incluían la deserción y la cobardía. Si bien se reconocía que el estrés de la guerra podía debilitar a los hombres, un episodio duradero solía verse como un síntoma de falta de carácter. Por ejemplo, en su testimonio a la Comisión Real posguerra que investigaba la neurosis, Lord Gort afirmó que esta era una debilidad y que no se encontraba en «buenas» unidades. La presión constante en evitar que fuera reconocida médicamente significaba que la neurosis no era una defensa admisible.



La ejecución de soldados en el Ejército Británico no fue algo habitual. A pesar de que hubo 240 000 cortes marciales y se dieron 3080 sentencias de muerte, en solo 346 casos se cumplió con ella.​ Un total de 266 soldados británicos fueron ejecutados por desertores, 18 por cobardía, 7 por abandonar su puesto sin permiso, 5 por desobediencia a una orden legítima y 2 por descartar armas. El 7 de noviembre de 2006, el gobierno del Reino Unido les dio a todos un perdón condicional póstumo.19​

En la sociedad y cultura

La neurosis de guerra tuvo un profundo impacto en la cultura británica y la memoria popular de la Primera Guerra Mundial. Durante la época, escritores de la guerra como los poetas Siegfried Sassoon y Wilfred Owen trataron la neurosis en sus obras.​ Sassoon y Owen pasaron tiempo en el hospital de guerra de Craiglockhart, donde se trataban víctimas de neurosis. La autora Pat Barker exploró las causas y efectos de la neurosis de guerra en su trilogía de Regeneración: Regeneración (1991), El ojo en la puerta (1993) y El camino fantasma (1995). Muchos de sus personajes se basaron en figuras históricas reales y en los escritos de poetas de guerra y el doctor William Rivers.​

En la obra de J. D. Salinger el shell shock es un tema relevante, sobre todo en los cuentos «Un día perfecto para el pez banana» y «Para Esmé, con amor y sordidez». En el primero, el protagonista es Seymour Glass, un veterano de guerra que sufre de shell shock y que por eso se suicida en la playa, de vacaciones con su esposa, muchos años después de que la Segunda Guerra Mundial hubiera terminado. Seymour pasa un par de años en el hospital, aparentemente recuperándose de este trastorno, pero existen indicios narrativos que permiten afirmar que su mentalidad era inestable y que no podía concentrarse, algo frecuente en los pacientes con neurosis de guerra.​ En el segundo cuento, se narra la historia del Sargento X, recientemente tratado por síntomas nerviosos, y su encuentro con Esmé, una niña huérfana. Cuando quiere enviarle una carta, la escribe de forma totalmente ininteligible porque sus facultades mentales no funcionan correctamente.​ Este cuento ha sido utilizado también como material didáctico dentro de la psiquiatría para estudiar el trauma con distancia y empatía.






jueves, 17 de mayo de 2018

Sanidad militar: Síndrome de la Guerra del Golfo



El Síndrome de la Guerra del Golfo. 

El síndrome de la Guerra del Golfo (SGG) es un término ampliamente utilizado para referirse a las enfermedades sin explicación que ocurren en los veteranos de la Guerra del Golfo. 

A continuación, se enumeran los síntomas más comunes del SSG. Sin embargo, cada individuo puede experimentar los síntomas de una forma diferente. Los síntomas pueden incluir los siguientes: fatiga, dolor en el sistema musculoesquelético, problemas cognoscitivos, erupciones cutáneas y diarrea, entre otros. 

Los síntomas del SGG pueden parecerse a los de otras condiciones médicas y continúan representando un problema frustrante para los veteranos afectados y para sus médicos. A pesar de las exhaustivas investigaciones, la causa del síndrome permanece sin explicación. 

El impacto del síndrome de la Guerra del Golfo. 

De acuerdo al Instituto Americano de Medicina Laboral y del Medio Ambiente (American College of Occupational and Environmental Medicine), al menos el 12 por ciento de los veteranos de la Guerra del Golfo están actualmente recibiendo alguna forma de compensación por discapacidad debido al SGG. 

 
Entre las causas posibles se incluyen las siguientes: 

Armas químicas, especialmente el gas neurotóxico, o el bromuro de piridostigmina, que se dio como una medida preventiva a los soldados con probabilidad de estar expuestos a armas químicas. 

Factores psicológicos, tales como el desorden de estrés post-traumático. Los veteranos con el síndrome de la Guerra del Golfo tienen mayores índices de enfermedades psiquiátricas acompañantes. 

Otros agentes químicos, tales como el humo proveniente de los incendios de las refinerías de petróleo, pesticidas, uranio agotado o la exposición a disolventes o líquidos corrosivos durante los procesos de reparación y mantenimiento. 

Tratamiento del síndrome de la Guerra del Golfo. 

Aunque no existe tratamiento específico para el SGG, las investigaciones sugieren que una propuesta llamada terapia conductista-cognoscitiva puede ayudar a los pacientes con síndromes sin síntomas específicos a llevar vidas más productivas al controlar activamente sus síntomas. 

El Departamento de Asuntos de los Veteranos (Department of Veterans Affairs) está dirigiendo un estudio de dos años, científicamente controlado, para determinar la efectividad de la terapia conductista-cognoscitiva en los veteranos con estos síntomas. 

Fuente:www.terra.com/salud

martes, 23 de mayo de 2017

Mujeres en combate: Limitaciones físicas

Hay una gran incógnita sobre poner el cuerpo femenino en combate

Paul Szoldra | Business Insider


 
Cadete Sarah McIntosh del U.S. Army 

Hubo mucha emoción acerca de los trabajos de combate militar que se abren a las mujeres cuando el anuncio se hizo público el 24 de enero. Políticos, miembros militares e incluso una mayoría del público estadounidense apoyan la decisión.

Sin embargo, muchos, entre ellos algunas tropas femeninas, están preocupados por cómo se desarrollará el cambio.

La Capitana Katie Petronio sirvió como oficial de ingeniería de combate en los despliegues a Irak y Afganistán, y en su último despliegue con un Equipo de Compromiso Femenino (FET) adscrito a la infantería, obtuvo una idea de cómo podría ser. En el Marine Corps Gazette, escribe:
"... algunos de estos marines [femeninos] pueden sentirse calificados para la posibilidad de asumir el papel de oficial de infantería. Al final, mi principal preocupación no es si las mujeres son capaces de realizar operaciones de combate, como lo hemos hecho Ya demostrado que podemos mantener nuestro propio en algunas situaciones de combate muy difícil, en cambio, mi principal preocupación es una cuestión de longevidad.Puede las mujeres soportar los rigores físicos y fisiológicos de las operaciones de combate sostenido, y estamos dispuestos a aceptar el desgaste y las cuestiones médicas Que van junto con la integración? "
La atleta de una vez estrella de la universidad, en el pico de la condición física antes de desplegarse, y luego pasa a escribir sobre sus problemas después del regreso:
"Cinco años más tarde, físicamente no soy la mujer que una vez fui y mis puntos de vista han cambiado mucho en la posibilidad de que las mujeres tengan exitosas carreras a lo largo de servir en la infantería. Puedo decir de primera mano la experiencia en Irak y Afganistán, , Que ni siquiera hemos empezado a analizar y comprender las cuestiones médicas específicas de género y las operaciones de combate continuo de peaje física general tendrán en las mujeres ".
Y trae a colación un punto interesante que apenas se ha discutido. ¿Cuáles serán los efectos a largo plazo en el cuerpo femenino? He servido en la Infantería de Marina durante ocho años, pero después de perder la cuenta del número de 10 y 15 millas de marcha por carretera he hecho con un paquete de 80 libras, he desarrollado dolor de espalda grave que me afecta a este día.


Capitana Katie Petronio 

El ejército y la infantería marina es una bestia muy diferente del resto de los militares. Es discutible que las tropas de combate más difíciles y difíciles pueden enfrentar (fuera de operaciones especiales).

Aunque este video es de un soldado canadiense, muestra una carga de combate y peso muy típico llevado en unidades de infantería:



Una de las mayores razones para el cambio de política es que la experiencia de combate a menudo factores en las promociones. El razonamiento es que dar a las mujeres la oportunidad de servir en la infantería levantará un "techo de cristal" dentro del ejército, pero Petronio también se opone a esto:
"Incluso si una mujer puede cumplir con los requisitos de liderazgo físico, mental y moral a corto plazo de un oficial de infantería, para cuando ella sea elegible para servir en una posición de liderazgo estratégico, a los 20 años o más, hay una minúscula probabilidad de que sea físicamente capaz de servir en absoluto ".
El sargento de artillería retirado de los Marine Jessie Jane Duff abre su pieza con una comparación de la infantería a la Liga Nacional de Fútbol, ​​preguntando cuándo se levantará la prohibición de las mujeres en la NFL. Ella escribe que no es probable que suceda:
"Hay simplemente una gran disparidad en la masa corporal y la fuerza entre los jugadores de la NFL y las mujeres, y las demandas físicas son demasiado grandes".

Y ella se hace eco de las preocupaciones del capitán Petronio sobre lesiones físicas duraderas:
"En la actualidad, las mujeres tienen mayores tasas de alta por discapacidad médica que les impide terminar su enrolamiento, o el reingreso El estrés y el deterioro muscular en las mujeres viene más rápido y más difícil debido a la pesada artes y coacción física en el entorno de campo.
La atrofia muscular, el desplazamiento de la cadera y la artritis en las rodillas y las articulaciones son dolencias comunes. La compresión espinal se produce a partir de largos períodos de pesadas cargas de combate ".

Mientras los altos estándares de la infantería del ejército y del mar se mantienen de esa manera, no veo personalmente un problema enorme en permitir a mujeres en la infantería. Pero una caída en las normas es el temor de muchos soldados de infantería que siguen siendo escépticos. Especialmente cuando el general Martin Dempsey aludió a esa posibilidad:
"Es importante, sin embargo, si decidimos que un estándar particular es tan alto que una mujer no podría hacerlo, la carga está ahora en el servicio para volver y explicarle a la secretaria, ¿por qué es tan alto?"

lunes, 25 de mayo de 2015

Veteranos: Una mirada descarnada al resultado de la guerra


 Spc del Ejército. Jerral Hancock se sienta para un retrato con su hijo Julio. Se cree que Hancock estuvo atrapado bajo los escombros de su tanque del ejército durante media hora antes de ser rescatado.

No es rudo: Estos retratos de veteranos heridos están destinados a ser mirados
Elizabeth Blair - NPR
 Haga clic debajo para ver la nota extendida

lunes, 16 de marzo de 2015

Sanidad militar: Enfermedades de violencia

La misma enfermedad mental entre los soldados y seguidores de los deportes violentos
Algunos soldados que sufrieron lesiones por explosiones desarrollan una enfermedad mental que afecta especialmente a los seguidores de los deportes violentos como el fútbol americano y hockey sobre hielo.
 

 

Las causas exactas de los síndromes postraumáticos que ponen miles de veteranos de los conflictos violentos a la depresión y otros trastornos psiquiátricos son aún poco conocidos. Investigadores estadounidenses tienen por primera vez un vínculo entre los efectos de las explosiones con una enfermedad degenerativa del cerebro, la encefalopatía traumática crónica (CTE en Inglés). Se asocia sobre todo con los atletas en las disciplinas con el contacto violento como el fútbol y el hockey sobre hielo. 

Esta enfermedad da lugar a una lenta degeneración del cerebro, causando, entre otros trastornos de la memoria, tendencias suicidas, con un aumento en la agresión y la demencia. No hay tratamiento conocido, y los casos de CTE están científicamente diagnosticado sólo por los análisis post-mortem. El equipo del doctor Lee Goldstein, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston encontraron rastros de esta degeneración de las células del cerebro mediante el análisis de cuatro veteranos que estuvieron expuestos a las ondas de choque y cuatro atletas que tenían muchas lesiones en la cabeza, tres jóvenes jugadores aficionados de fútbol americano y luchador profesional. 

Efectos de la explosión en el cerebro 
"Nuestro trabajo muestra de manera clara y definitivamente que hay problemas estructurales en el cerebro de las personas expuestas a explosiones", dijo el doctor Lee Goldstein, autor principal de la publicación publicado en línea esta semana en la revista Science Translational Medecine. Una conclusión que es una ventaja seria en la explicación de los trastornos depresivos y el comportamiento de ciertos veteranos de los cuales todas las baterías de los exámenes médicos no encuentran secuelas físicas evidentes. 

Un estudio de 2008 encontró que el 20% de los veteranos de las campañas estadounidenses en Irak y Afganistán, o 300.000 soldados que sufren de síndrome de estrés postraumático o depresión severa. Una cifra cercana al 19% de los soldados declararon haber sufrido varias lesiones en la cabeza. 

En un intento por comprender mejor el impacto de las explosiones en el cerebro, los investigadores de la Universidad de Boston con la asistencia de especialistas en explosiones han presentado los ratones de laboratorio a las ondas de choque pequeños. Y se encontraron con los mismos efectos fisiológicos en el cerebro de los roedores a los veteranos y atletas. Llegan a la conclusión de que las lesiones son causadas principalmente por el movimiento violento de la cabeza en la explosión, y no por la presión violenta que acompaña a la onda de choque. 

Por la inmovilización de la cabeza durante la explosión de los ratones, no hay efecto de la pérdida de memoria o dificultades de aprendizaje se observaron a partir de entonces. La inmovilización de la cabeza normalmente evitar estos problemas en los seres humanos, pero esto puede ser complicado de aplicar para los soldados y los atletas en acción. 

Cyrille Vanlerberghe 

Fuente del texto: FIGARO.FR 

Threatum Belli

miércoles, 28 de enero de 2015

Sanidad militar: Los asirios también sufrían de TEPT/PTSD

Trastorno de estrés postraumático en los soldados asirios
Past Horizons



Los investigadores han descubierto evidencias de fuentes mesopotámicas, de la dinastía asiria (1300-609 aC) que sus soldados sufrían de trastorno de estrés postraumático (TEPT).

Anteriormente, se pensaba que la instancia primera documentada de TEPT fue por los cuentos de Heródoto siendo "imputable a la compañía lanceros ateniense Epizelus sufriendo de mutismo psicógeno" después de las Guerras de maratón en el año 490 aC.

Espíritus de los muertos

Un documento de acceso abierto titulado Nothing New Under the Sun: Post-Traumatic Stress Disorders in the Ancient World, co-escrito por el profesor Jamie Hacker de la Universidad Anglia Ruskin Hughes y el Dr. Walid Abdul-Hamid, psiquiatra consultor en la Universidad de North Essex Partnership University NHS Foundation Trust, muestra que los mesopotámicos creían que los síntomas eran causados por los espíritus de aquellos enemigos que el paciente había matado en batalla.

Textos descubiertos de la época mencionan que la "mente cambió" del Rey de Elam, lo que significa que se convirtió perturbado, que apunta a la posibilidad de que él sufre de trastorno de estrés postraumático.

El trauma también fue sufrido por los soldados, con la población masculina de Asiria llamados a luchar en batallas cada tres años.

Experiencia aterradora

Los investigadores afirman que mientras que la tecnología moderna ha producido armamento dirigido muy eficaz ", antiguos soldados enfrentaban el riesgo de lesiones y muerte deben haber sido tan aterrorizada de espadas endurecidas y afiladas, oleadas de piedras lanzadas por hondas o puntas de hierro endurecidas de flechas y flechas de fuego. El riesgo de muerte y el testimonio de la muerte de sus compañeros soldados parece haber sido una importante fuente de trauma psicológico ".

"Por otra parte, la posibilidad de muerte por lesiones, que hoy en día se puede tratar con cirugía, debe haber sido mucho mayor en aquellos días. Todos estos factores contribuyeron a trastornos psiquiátricos estrés postraumático u otras derivadas de la experiencia en el antiguo campo de batalla".

martes, 27 de enero de 2015

Francotirador: Emerge Nick Irving del US Army


¿Cómo un francotirador de los Rangers del Ejército se convirtió en "The Reaper"
Por Kyle Smith - The New York Post



Nick "Irv" Irving nunca habían acabado con una vida humana cuando su sargento de pelotón lo llevó a un lado. "Después de matar a un hombre", dijo el suboficial, "no hay otro sentimiento parecido. Recuerda mis palabras. Usted no querrás hacer ninguna cacería de nuevo. La emoción de ello se ha ido. Usted no encontrará ninguna alegría en ella. Una vez que mates a un hombre, no se puede sustituir ese sentimiento ".
Más tarde, en Irak, Irv estaba en la ametralladora calibre .50 en una columna de vehículos blindados Stryker fuera de Ramallah. En la ruta Tampa, el sol se había trepado por encima del horizonte cuando un coche aceleró por delante de ellos a 70 mph. "Si este hombre se da la vuelta y nos acerca a esa misma velocidad", dijo el supervisor de Irv, "elimínalo."

"The Reaper: Autobiography of One of the Deadliest
Special Ops Snipers" por Nicholas Irving con
Gary Brozek (St. Martin’s Press)
Irv se preguntó: ¿Es tan fácil?
El conductor iraquí se detuvo, se dio la vuelta, miró fijamente. Luego aceleró. Se detuvo en el medio de la carretera, frente al convoy estadounidense. Irv le prendió fuego, con una ráfaga controlada en siete tiros. "Vi algo explotó dentro del coche", escribe. "No era un IED, era el hombre dentro de él. Él se convirtió en niebla y pedacitos".
"¡Sí!" "¡Comete esto!" Es lo que los soldados como Irv dicen cuando miraba los videos posteriores a la acción de algunas de sus hazañas, pero tomar una vida es una experiencia fragmentada de la personalidad.
"Más tarde esa noche, la imagen de aquel hombre regresó a mí", Irving dice en su nuevo libro de memorias.
"Tuve un sueño", escribe, "cuando yo estaba en una habitación con un ventilador de techo girando por encima de mí. Las palas del ventilador eran cuatro extremidades del hombre, además de la cabeza y el pecho. Él me miraba con esa misma mirada de ojos muertos, pero a medida que el ventilador giraba más y más rápido, empezó a gritar a mí con la boca abierta. Con el tiempo el ventilador quedó girando tan rápido que sus miembros fueron azotados sale y rociaron la habitación con sangre y vísceras, cubriendo mí también con un líquido gelatinoso".

El sonido de velcro


Foto: Facebook

Irving, el primer francotirador negro en Tercer Batallón de Rangers del Ejército, que había luchado anteriormente en el incidente de la "Caída del Black Hawk" en Somalia, que mató a 33 hombres en menos de cuatro meses. Otros chicos comenzaron a llamarlo "The Reaper" ["El Segador"], que se convirtió en el título de su libro.
El tipo de intensa dedicación y concentración que Irving desplegó todos los días como un Ranger habría sorprendido a la versión más joven de sí mismo. Él describe su infancia como "enojada".
Al crecer el hijo de dos soldados alistados en Fort Meade, Maryland., Él no quería estar en el ejército. No, gracias a una película de Charlie Sheen, que tenían un mal caso de los US Navy SEAL-itis.
No era un gran estudiante - la única A que alguna vez recibió fue en el ROTC junior - y su disciplina necesitaba trabajo. Pero sabía que era un buen tirador dado que toda la práctica que llevó dentro de la casa: El pockmarked las paredes con rondas de un rifle de aire. Afortunadamente, las paredes eran blancas y su hermana tuvieron de blanco Play-Doh. Irving lo utilizó con fines de obturadores, y su padre el sargento nunca descubrió el daño.
Cuando fue mayor, observó las pautas de Internet en busca de armas caseras y se construyó una cerbatana. La ventana de su dormitorio recibió daños colaterales.
A falta de una prueba de daltonismo acabó con las esperanzas del joven para unirse a los SEALs, sino que socorrió a la vida como el equivalente del Ejército, un Ranger. Sirvió en Irak y Afganistán, donde una noche el escuadrón "Freaks and Geeks", como él llama a los analistas, le había dirigido a un edificio que se estima en 25 metros de altura. Desde lo alto, Irving podría tener una línea clara sobre su hombre.
Un equipo de profesionales adecuado para arriba, un sonido sagrado para Irving.
"Me encanta el sonido de velcro", escribe. "No sé lo que hicieron los militares antes de que fuera inventado. Escuchando a 35 o menos chicos fornidos desprendiendo cosas con ese mecanismo de bucle de gancho simple y pegadizo, el sonido de la cinta que se desenrolla a medida que los chicos desaseguran cosas para mantenerse tan silenciosos como sea posible, era como la música que tocábamos en el vestuario [en la escuela secundaria] antes de un partido para animarnos. Ese sonido colectivo señalado que todos teníamos la espalda de uno al otro ".
Como se ve en la película de Clint Eastwood "American Sniper" los francotiradores disfrutan de la vista encima de edificios en entornos urbanos, pero se arriesgan a crear una silueta que los convierte en blancos fáciles.
Además, la escalera equivocada puede arruinar toda la misión: Irving encontró que necesitaba virtualmente cada centímetro de la escalera telescópica que había traído para llegar a la parte superior del edificio. Estaba casi vertical mientras subía. Una pérdida del equilibrio habría significado estrellarse en su espalda, haciendo añicos bajo el peso de su propio equipo.
Irving consiguió una mirada en el objetivo, que resultó ser un terrorista suicida, que corría desde lejos. El primer disparo erró. El segundo lo hizo.
Un jefe de la escuadra más tarde informó al francotirador, "La punta hueca se amplió y empujó todo y fuera de su pecho. Su corazón estaba colgado allí en el exterior de la cavidad de su cuerpo, siendo el bombeo de un par de veces, rociando un árbol y sus hojas ".


Irving escribe que él ama el sonido de velcro, y comparaba el sonido de la música que se está reproduciendo en un alto vestuario escuela gane físico antes de un juego.
Foto: Nicholas Irving

Dirty Diana

Irving había dejado Fort Benning, en un derroche de sentimiento. A pesar de que él estaba abrazando a su esposa, Jessica, le había dicho adiós, y se iba a meter en otra vida con otro sentido, letal como un fantasma, despelada y que la esperaba en otro lugar.
Irving tenía otra chica en su mente: Dirty Diana, su rifle SR-25. Jessica no sabía que la razón por la que a veces se quedaba hasta tarde después del trabajo era porque quería mimar a Dirty Diana. "Me volvería a alojar en el trabajo durante tres, cuatro o cinco horas adicionales sólo pintándole varios colores y patrones", escribe. "Si había un borde que no se pintaba correctamente o se torcía, me gustaría empezar todo el asunto de nuevo."
Pemberton, socio y el observador designado de Irving, tenía un arma de simplemente verde llamada Win Mag. Irving considerado era un feo compañero: "No tenía personalidad para nada."
La preparación para salir contra un fabricante de chalecos explosivos, Irving amorosamente volvía a revisar a Dirty Diana, comprobando la acción para ver si la mancha de grasa pistola que había puesto allí estaba intacta. Irving odiaba cuando otro chico tocaba a su chica.
La relación entre el hombre y el arma nunca es más íntimo que en el momento del disparo. "Apreté el gatillo y experimenté el efecto de cámara lenta", dice Irving. "El olor de la quema de gas fuera del supresor mezclado con el dulce aroma del aceite de armas que uso. Mi ojo todavía se centraron en el punto de mira en el centro del campo, vi como el hombre se derrumbaba, casi como si fuera un globo que se hacía estallar ".
A veces las cosas van un poco menos suaves. Una misión fallida cuando Irving tenía tanto fulgor en su alcance que no podía ver nada. Cuando su amigo Pemberton trató de hacerse cargo, escuchó en cambio lo Irving llama "el clic de la muerte." La cámara se vació.
Pemberton juró que había cargado una munición, y cuando él retiró el cerrojo, un casquillo saltó hacia fuera. "Los dos se miraron con incredulidad," Irving recuerda. El rifle estaba fuera de servicio.
"Es por eso que no me gusta el uso de armas de cerrojo en el extranjero", escribe Irving. "Ese tipo de falla mecánica es bastante típica." Un grano de arena se mete en el mecanismo y quizás el percutor no golpea correctamente.

Sin un paracaídas


Irving practica tiros de largo distancia disparando con un .300 Win Mag, arriba. Pero su rifle, al que llamó Dirty Diana, era un rifle SR-25.

Lo que es peor, a veces se toma como objetivo alcanzar un tanque y descubre que es uno de los tuyos (como Irving hizo una vez en Irak, al darse cuenta de su error justo antes de disparar).
O saltar de un avión y sin paracaídas abierto.
A finales de 2005, antes de implementarse en el extranjero, Irving estaba entrenando en cómo tomar un aeropuerto. Saltando desde un avión C-17, dice: "Yo hice mis cuenta de cuatro. Nada. Cuenta de cinco. Nada todavía. Miré hacia arriba y pude ver mi paracaídas era un rollo de cigarrillos - sólo un largo y delgado hilo de la tela. Eso es lo que llamamos un mal funcionamiento parcial".
Los chicos que pasaban volando iban gritando, "¡Tirá tu reserva!"
Así Irving tiró de su paracaídas secundario, y se encontró que a medida que una cadena se iba, una de sus piernas se fueron con él. Iba suspendido como una marioneta enloquecida, su pie izquierdo cerca de su casco a medida que el suelo se aproximaba rápidamente hacia él. Lo único que podía hacer era tratar de aterrizar en un pie.
"Me golpeó el suelo duro," dice, "y se volcó mientras era arrastrado por el suelo por la rampa. Mi equipo estaba siendo arrojado fuera de mí, podía oler goma de las suelas de mis botas arrastrando a lo largo ".
El pensamiento de Irving: "Mi mamá me va a matar".
A pesar de haber servido brevemente en el Ejército sí misma, antes de salir para criar a sus hijos, la madre de Irving adoptó un enfoque más burlona a hazañas de su hijo. "¿Por qué en el mundo qué tienen que saltar de aviones de todos modos?", Se preguntaba. "Eso no tiene sentido. Eso no es un trabajo muy seguro para usted ".


Irving ahora dirige un centro de formación en San Antonio.
Foto: Nicholas Irving

Qué pasó después

Ahora, Irving está con seguridad afuera de las fuerzas armadas, manejando un centro de formación en San Antonio. Hoy bloguea (en sofrep.com), reflexionando sobre cuestiones tales como eventos en Ferguson, Missouri, y el trastorno de estrés postraumático.
La cuestión PTSD es personal para Irving. El comenta que después que se separó del Ejército en 2010, no era el mismo. Una vez, en un ligero sueño, salió de una portando una Gatorade de Walmart no había pagado (en el interior de la vida del ejército, usted acaba tomando lo que sea necesita y se va). Apretado en la cama con su esposa, él se quedaba con la pistola en la mesilla de noche o en la almohada.
Pasar de la vida como el Reaper, dice, ha significado una cierta cantidad de disociación saludable, de romper el pasado lo mejor que pueda. "En mi mente", dice, "no hay un yo y hay un él. Él hizo esas cosas cuando se despliega ".
Sin embargo, dice, "Eso no quiere decir que una vez que le da la vuelta que el interruptor o lo que sea, todo está bien."

viernes, 16 de enero de 2015

Sanidad militar: El estrés post-traumático en la Guerra de Secesión


Los soldados heridos anteriormente fueron fotografiados en un hospital de Fredericksburg, Virginia, entre 1861 y 1865. (Biblioteca del Congreso, de las impresiones y de las fotografías división)

¿Sufrieron los soldados de la guerra civil de Síndrome de Estrés Post-Traumático (PTSD)?
Ciento cincuenta años más tarde, los historiadores están descubriendo algunos de los primeros casos conocidos de trastorno de estrés postraumático

Por Tony Horwitz - Smithsonian Mag



En el verano de 1862, John Hildt perdió una extremidad. Luego perdió su cabeza.

El soldado de 25 años de edad de Michigan entró en combate por primera vez en la Batalla de los Siete Días en Virginia, donde fue baleado en el brazo derecho. Los médicos le amputaron su extremidad destrozada cerca del hombro, causando una hemorragia severa. Hildt sobrevivió su herida física, pero fue trasladado al Hospital del Gobierno para el insano en Washington DC, sufriendo de "manía aguda."

Hildt, un obrero que había resucitado rápidamente en las filas, no tenía antecedentes de enfermedad mental, y sus hermanos escribieron al asilo expresando sorpresa que "su mente no podía ser restaurado a su estado original." Pasaron meses y luego pasaron años sin mejoría. Hildt permaneció retraído, apático, y a veces tan "excitado y perturbado" que golpeaba a otros pacientes en el asilo. Finalmente murió allí en 1911, víctima de una guerra a la que se había ofrecido como voluntario para luchar medio siglo antes.

La Guerra Civil mató e hirió a más de un millón de estadounidenses, aproximadamente un tercio de todos los que sirvieron. Este recuento sombrío, sin embargo, no incluye las heridas psíquicas del conflicto. Oficiales militares y médicos en la década de 1860 tenían poca comprensión de cómo la guerra puede dejaba cicatrices en la mente, así como cuerpos. Los males mentales eran también una fuente de vergüenza, especialmente para los soldados criados en nociones victorianas de la virilidad y valentía. En su mayor parte, las historias de los veteranos como Hildt han languidecido en los archivos y los archivos de asilo durante más de un siglo, descuidada por historiadores y descendientes.


El reporte de la autopsia sobre Oliver Perry Chappell diagnosticado con "acute mania" [manía aguda] denota su "gran irregularidad" en el cerebro.

Este velo está levantando, de manera dramática, en medio de la creciente conciencia de las condiciones como el trastorno de estrés post-traumático. Hace un año, el Museo Nacional de Medicina Guerra Civil montó su primera exposición en la salud mental, incluyendo pantallas de trastorno de estrés postraumático y el suicidio en la década de 1860. Los historiadores y los médicos se escudriñaban diarios, cartas, archivos de hospitales y de pensiones y poniendo Billy Yank y Johnny Reb en el sofá como nunca antes. Los genealogistas han unido, redescubriendo antepasados olvidados y visitar sus tumbas en los cementerios de asilo.

"Hemos tendido a ver a los soldados en la década de 1860 heroicos-monumentos a deber, el honor y el sacrificio como estoicos y", dice Lesley Gordon, editor de la Historia de la Guerra Civil, una revista académica líder que recientemente dedicó un número especial a traumas de guerra. "Ha tomado mucho tiempo para reconocer a todos los soldados que vinieron a casa roto por la guerra, así como los hombres y las mujeres hoy en día."

Contando estas bajas y el diagnóstico de sus aflicciones, sin embargo, presentan considerables desafíos. La guerra civil se produjo en una época en que aún no existían términos psiquiátricos modernos y comprensión. Los hombres que exhiben lo que hoy se denominan ansiedades relacionadas con la guerra se cree que tienen defectos de carácter o problemas físicos subyacentes. Por ejemplo, la respiración constreñida y palpitaciones, una condición llamada "El corazón de soldado" o "corazón irritable" -era culparon de esfuerzo o de mochila correas dibujadas con demasiada fuerza a través de los cofres de los soldados. En los registros de asilo, un listado con frecuencia "causa" de crisis mental es "la masturbación."

También, mientras que todas las guerras son la cicatrización, las circunstancias de cada uno pueden herir psiques de diferentes maneras. Las guerra de trincheras y de artillería bombardeos implacables de la Primera Guerra Mundial dio lugar a "neurosis de guerra", así como "histeria de gas," un pánico impulsado por miedo a los ataques de gas venenoso. Campañas largas en conflictos posteriores trajeron reconocimiento de que todos los soldados tienen un punto de ruptura, causando "fatiga de combate" y "síndrome del viejo sargento." En Vietnam, la línea entre civiles y combatientes borrosa, el abuso de drogas era rampante y veteranos regresó a su casa a un menudo- público hostil. En Irak y Afganistán, artefactos explosivos improvisados puestos soldados y personal de apoyo en constante riesgo de muerte, desmembramiento y la lesión cerebral traumática de la parte frontal.

EL combate de la Guerra Civil, en comparación, se concentró y personalizó, contando batallas a gran escala en el que las balas en lugar de bombas o misiles causaron más del 90 por ciento de la carnicería. La mayoría de las tropas lucharon de a pie, marchando en formación cerrada y disparando a relativamente corta distancia, como lo habían hecho en tiempos de Napoleón. Pero por los años 1860, que usaban rifles recién precisos y mortales, así como la mejora de los cañones. Como resultado, las unidades fueron a menudo cortados en masa, los sobrevivientes se bañaron con sangre, cerebro y las partes del cuerpo de sus compañeros.

Muchos soldados consideraban las secuelas de la batalla como aún más horribles, describiendo paisajes tan sembrados de cuerpos que uno podía cruzarlos sin tocar el suelo. Cuando más de 5.000 confederados cayeron en un asalto fallido en Malvern Hill en Virginia, un coronel de la Unión escribió: "Un tercio de ellos estaban muertos o moribundos, pero lo suficientemente vivos para dar al campo un efecto singularmente particular al gatear."

Los heridos que sobrevivieron el combate estaban sujetas a la validez de la medicina moderna, incluyendo decenas de miles de amputaciones con instrumentos no esterilizados. Al contrario de estereotipo, los soldados no suelen morder en balas como médicos serrados brazos y piernas. Los opiáceos fueron ampliamente disponibles y generosamente dispensados para el dolor y otros males, provocando otro problema: la drogadicción.

Tampoco eran balas y proyectiles de la única o la mayor amenaza para los soldados de la Guerra Civil. La enfermedad mató el doble de hombres como de combate. Durante largos períodos en campamentos insalubres y de hacinamiento, los hombres fueron perseguidos por la perspectiva de una muerte agonizante y sin gloria lejos del campo de batalla; diarrea fue uno de los asesinos más comunes.


Esta diapositiva del siglo 19, de la colección del St. Elizabeths, muestra una feta del cerebro de una paciente sobre un vidrio.

Aunque geográficamente menos distante de la casa de los soldados en guerras en el extranjero, la mayoría de los soldados de la guerra civil eran muchachos de granja, en la adolescencia o 20 años de edad, que tenían casi nunca viajaron lejos de la familia y alrededores familiar. Alistamientos típicamente duraron tres años y en contraste con la actualidad, los soldados no podían llamar por teléfono o Skype con sus seres queridos.

Estas condiciones contribuyeron a lo que los médicos de la guerra civil llamado "nostalgia", un término de siglos de antigüedad de la desesperación y la nostalgia tan grave que los soldados se volvieron apáticos y demacrado ya veces morían. Funcionarios militares y médicos reconocidos nostalgia como una grave "enfermedad de campamento", pero generalmente atribuyeron a "débil voluntad", "bajeza moral" y la inactividad en el campamento. Pocos enfermos fueron dados de alta o permisos de salida concedidos, y el tratamiento recomendado fue la perforación y avergonzar de soldados, o "nostálgicos", mejor aún, "la emoción de una campaña activa", es decir combate.

Al final de la guerra, la carga emocional de los soldados que regresan a menudo se ve agravado por las heridas físicas y enfermedades persistentes como el reumatismo, la malaria y la diarrea crónica. Mientras que es imposible poner un número en este sufrimiento, historiador Lesley Gordon siguió a los hombres de una sola unidad, el regimiento de Connecticut 16a, desde su casa a la guerra y volver una y encontrado "la guerra tuvo una muy larga y devastadora de la mano."

Los hombres de la 16a acababa de ser reunido en 1862, y apenas entrenados, cuando se les ordenó a la batalla en Antietam, el día más sangriento del combate en la historia de Estados Unidos. Los reclutas se precipitaron directamente en un fuego cruzado de la Confederación y luego rompieron y corrieron, sufriendo 25 por ciento de bajas en cuestión de minutos. "Nos fueron asesinados", escribió un soldado.

En una batalla más tarde, casi todos los hombres de la 16 fueron capturados y enviados a la tristemente célebre prisión confederada en Andersonville, donde un tercio de ellos murió a causa de la enfermedad, la exposición y el hambre. Al regresar a casa, muchos de los sobrevivientes se convirtieron en inválidos, emocionalmente entumecidas, o abusivas de la familia. Alfred Avery, traumatizados en Antietam, fue descrito como "más o menos irracional, siempre y cuando le tocó vivir." William Hancock, que había ido a la guerra ", un hombre joven y fuerte", escribió a su hermana, regresó tan "roto en el cuerpo y la mente "que no sabía su nombre. Wallace Woodford agitó en su sueño, soñando que aún estaba buscando comida en Andersonville. Él murió a los 22 años, y fue enterrado debajo de una lápida que dice: "8 meses una víctima en la cárcel rebelde; Llegó a casa a morir ".

Otros llevaban durante años antes de suicidarse, o estar comprometido con los manicomios. Gordon también fue golpeado por la frecuencia con los veteranos de la 16a devueltos en sus diarios y cartas a los horrores gemelos de Antietam y Andersonville. "Están obsesionados por lo que sucedió hasta el final de sus vidas", dice ella.



El nuevo libro de Gordon en el 16, un regimiento roto, no es sino uno de los muchos estudios recientes que subrayan peaje de la guerra sobre soldados. En otro, Living Hell: El lado oscuro de la Guerra Civil, el historiador Michael Adams afirma en la primera página que su libro describe "la naturaleza viciosa de combate, la terrible infligir heridas físicas y mentales, la miseria de los soldados que viven en medio de los cadáveres, suciedad y moscas ".

No todos los estudiosos aplauden esta tendencia, que incluye nuevos estudios sobre temas como la violación, la tortura y la guerrilla atrocidades. "Todos estos elementos oscuros describen no los márgenes de la corriente principal de la experiencia de la guerra civil", dice Gary Gallagher, un historiador de la Universidad de Virginia que ha escrito y editado más de 30 libros sobre la guerra. Aunque acoge con satisfacción la investigación fresca, se preocupa de que los lectores pueden salir con una percepción distorsionada del conflicto global. La gran mayoría de los soldados, añade, no estaban traumatizados y pasó a tener vidas productivas de la posguerra.

Gallagher y otros también advierten contra visualización 1860 los estadounidenses a través de una lente muy contemporáneo. Como regla general, soldados de la Guerra Civil eran más religiosos que los estadounidenses de hoy, más impregnadas de nociones de honor y gloria, y menos inclinados a compartir su dolor o buscar ayuda para ello. Regresaron a una sociedad sin una Administración o GI Veteranos Bill o la farmacología moderna. Estos y muchos otros factores "hacen que sea muy difícil de aplicar el diagnóstico del siglo 21 a los datos del siglo 19", dice Stephen Goldman, un neuropsiquiatra que ha tratado a los veteranos y está escribiendo un libro sobre el impacto de la guerra sobre soldados en la Guerra Civil y otros conflictos.

Aun así, hay casos llamativos de soldados de la Guerra Civil afectados de maneras que parecen similares a la experiencia de los veteranos de hoy. TEPT no entró en el léxico médico hasta 1980, pero sus síntomas, incluyendo escenas retrospectivas, ataques de pánico, insomnio y pensamientos suicidas-apareció con frecuencia entre los soldados de la Guerra Civil, en especial los que entraban en asilos. En Shook sobre el infierno, el historiador Eric Dean examinó los registros de 291 veteranos de la Guerra Civil ingresados en el Hospital de Indiana para el insano y encontraron casos como Elías Boswell, quien "sollozó y lloró y se imaginó que alguien iba a matarlo," gritando "los rebeldes fue tras él. "

Otros fueron llevados al asilo porque se atrincheraron en las habitaciones, despierto toda la noche con las armas en la mano. Un veterano que sobrevivió por poco a una descarga de artillería sería gritar a su esposa: "¿No oyes el bombardeo?" Otra, un disparo en el lado durante la guerra, fue descrito en la admisión como en vela, suicida y convencido "de que se está desangrando de las heridas imaginarias".



Registros de asilo también dan atisbos dolorosos de familias que luchan por comprender y ayudar destrozadas seres queridos. Expedientes de los pacientes del Hospital del Gobierno para el insano en Washington, ahora conocida como St. Elizabeth, están llenas de cartas al superintendente, como éste de un tendero en Pennsylvania. "Si el hermano es de ninguna manera consciente de los acontecimientos que pasan, me le gusta saber que tengo a su hijo mayor Jimmy conmigo en la tienda, que es un buen chico y elegante." Una mujer de Massachusetts, escribió de su padre, "Si él no sabe nada, a veces por favor decirle que su hija le ha escrito sobre él y también darle mi amor ".

El hermano de Juan Hildt, el soldado Michigan que perdió su brazo y la cordura después de los siete días de batalla, escribió una carta en su alemán nativo, con la esperanza de "que reconocerá cualquier cosa que le digo. Él es Juan Hildt Corporal Co K primero Michigan Vol. "La familia de Hildt también buscó una pensión tanto por su discapacidad física y mental. Esta última afirmación fue negada, la oficina de pensiones escribió, debido a la "falta de pruebas" de que Hildt volvió loco por su servicio durante la guerra y las heridas.

Los médicos fueron más simpático pero no pudo hacer mucho para los veteranos en su cuidado. El tratamiento consistió principalmente en "terapia moral", un régimen de descanso y trabajo ligero en los jardines del hospital, que en lo alto de lo que antes era una colina tranquila y bucólica en Anacostia. Los médicos también administran opiáceos, estimulantes y "tónicos", como un ponche de leche, huevos, azúcar y whisky. Todo esto puede haber proporcionado un alivio temporal a los pacientes. Pero la mayoría de los veteranos de la Guerra Civil que ingresaron al asilo nunca dejaron.

Un archivo incluye una fotografía del paciente, en la vejez, todavía con sus uniformes de cuatro décadas después de ser admitido en el final de la Guerra Civil con "aguda Suicidal Melancholia". A menudo, el último elemento en el expediente de un paciente es un telegrama como el enviado a una mujer de Massachusetts en 1900. "Su marido murió esta tarde. ¿Vamos a enterrar aquí? Respuesta "

Cientos de soldados de la Guerra Civil se encuentran entre las personas enterradas en el St. Elizabeth, en dos cementerios que poco visitadas y se convirtieron cubierto en el curso del siglo 20. Ahora, esto también ha cambiado ya que las familias redescubrir antepasados hace tiempo olvidados y vienen a visitar sus tumbas.



"Una gran parte del viejo estigma se ha ido", dice Jogues Prandoni, un voluntario en St. Elizabeth, que ayuda a las familias investiguen sus antepasados y localizar tumbas. "La gente oye hablar de los veteranos con problemas de Irak y Afganistán y quieren conocer y honrar a los antepasados que pueden haber sufrido de la misma manera."

Entre los muchos genealogistas que ha guiado es Martí Bourjaily, un Coloradan cuyo árbol genealógico incluye un leñador analfabeto desde Maine y joven voluntario en un regimiento de infantería que lucharon en Antietam, Gettysburg y otras batallas importantes. Edward Leard fue herido en el ojo, abandonado varias veces y sufrió un colapso mental después de regresar a Maine al finalizar la guerra. Enviado primero en un hospital del estado, fue trasladado a St. Elizabeth y allí murió a la edad de 54 con $ 18 a su nombre.

Los registros de sobrevivientes no revelan mucho sobre la aflicción de Leard. Pero Bourjaily se pregunta si él era como su propio padre, que pisó una mina terrestre en la Batalla de las Ardenas, vio un amigo muere al intentar salvarlo y se "bombea la morfina", antes de regresar a casa, donde bebía mucho y "vociferado" sobre su experiencia durante la guerra a lo largo de su infancia.

"No tenían frases como" trastorno de estrés post-traumático "en la Guerra Civil, que sólo pensaba que estos chicos estaban destrozadas mariquitas, del tipo que George Patton hubiera abofeteado en la cara", dice ella. "Los soldados regresan a diferentes personas, que era verdad con mi papá y estoy seguro de que era con Edward Leard. Quiero llegar a este hombre y decirle lo mucho que lo siento que tenía que pasar por el infierno ".

Gail Palmer, un periodista jubilado en Florida, también ha llegado a ver la Guerra Civil y su familia a través de nuevos ojos. Ella tomó la genealogía mientras cuidaba a su madre afligida de Alzheimer "Decidí unirme a su espalda donde estaba, en el pasado", y esperaba la investigación de las muchas personas prominentes que le habían dicho sobre, que se remonta a la Revolución. "Nunca nadie ha mencionado Oliver Perry Chappell," dice ella.

Un capitán de infantería de Nueva York, Chappell luchó en varias batallas antes de ser herido y capturado en Chancellorsville y enviado a una prisión de la Confederación. Tras su liberación, vagó y luchó, cambiando de trabajo y de cónyuges y convirtiéndose en indigente antes de ingresar al Hospital del Gobierno para enfermos mentales, donde murió en 1885. Palmer se enteró de su destino sólo después de encontrar una aplicación para la tumba de un soldado en su nombre, que la llevó al asilo.

"Yo estaba aturdida", dice ella. "Todo lo que había oído hablar de mis antepasados eran ricos y exitosos que pertenecían a clubes de yates y el DAR y aparecieron en las páginas de sociedad."

Este linaje incluye tres otros bisabuelos que sirvieron en el ejército de la Unión. Palmer dice todos ellos parecen haber establecido y prosperado, y su investigación la ha llevado a sospechar que la inestabilidad de Oliver Chappell es anterior a la Guerra Civil. "No estoy muy seguro de cómo juntos, él estaba en el primer lugar, pero cómo juntos somos cualquiera de nosotros?", Se pregunta. "Podríamos patinar por la vida si nada terrible sucede, pero nos separaremos si lo hace."

Cualquiera que sea el estado mental de Chappell, Palmer se enorgullece de darle la bienvenida a la familia. Ella ha tomado lo que ella llama una "peregrinación" de St. Elizabeth y el Archivo Nacional de aprender más acerca de su bisabuelo y ha publicado su investigación en Ancestry.com.

"De Oliver es el antepasado más interesante que tengo", dice ella. "Tal vez, finalmente, estamos lo suficientemente lejos de la Guerra Civil para contar las historias dolorosas que familias como la mía encubrieron."