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sábado, 23 de noviembre de 2024

Malvinas: El desembarco secreto de 1966 en bahía Vaca



Desembarco secreto en Bahía Vaca


La Operación Playa Vaca se gestó en las sombras de un tiempo turbulento, un capítulo épico en la historia de la Armada Argentina, donde se conjugaron la determinación y el sigilo para enfrentar un desafío latente desde hacía más de un siglo. Corría el año 1966, y la Argentina, gobernada por una junta militar tras derrocar al presidente Arturo Illia, veía cómo su paciencia ante los reclamos diplomáticos por la soberanía de las Islas Malvinas se agotaba. La sombra de una incursión británica, que se había extendido sobre las islas desde 1833, pesaba sobre las mentes de los estrategas navales.




El incidente del Vuelo 648 de Aerolíneas Argentinas, secuestrado por un grupo de extremistas que lo desvió hacia el archipiélago, había agitado las aguas ya turbulentas. Era un recordatorio claro de que la situación en las Malvinas podría escalar sin aviso, y que la Argentina necesitaba estar preparada para un escenario de confrontación. Así, en los despachos oscuros de Buenos Aires, se trazó un plan que involucraría uno de los submarinos más veteranos de la flota, el ARA "Santiago del Estero", un ex-USS Lamprey de la Segunda Guerra Mundial, reconvertido en el custodio de una misión secreta.


El Vuelo 648 de Aerolíneas Argentinas secuestrado por extremistas argentinos el 28 de septiembre de 1966 y desviado a Malvinas, donde bien mansitos se entregaron a las autoridades coloniales británicas.


El 28 de octubre de 1966, con sus motores diésel rugiendo bajo las olas, el ARA "Santiago del Estero" navegó en silencio por las gélidas aguas del Atlántico Sur. Bajo el mando del Capitán de Fragata Horacio González Llanos y del Capitán de Corbeta Juan José Lombardo, el submarino se acercó sigilosamente a la costa de la Isla Soledad, a tan solo 40 kilómetros de Puerto Stanley, la capital de la colonia británica. A bordo, doce hombres de la Armada, entre ellos el Teniente de Corbeta Oscar Héctor García Rabini, esperaban con tensión el momento de la acción.


Diagrama de la navegación realizada por el submarino S-12 ARA "Santiago del Estero" de la Armada Argentina durante la Operación "Playa Vaca" a finales de octubre de 1966.




Bahía Vaca, Isla Soledad (República Argentina)

El plan era claro: debían desembarcar en una playa remota, a pocos kilómetros al norte de la posición británica, para recolectar información vital para futuros desembarcos. La playa debía ser estudiada a fondo: su gradiente, los posibles obstáculos bajo el agua, las rutas de aproximación, todo debía ser cartografiado sin dejar rastro. En la penumbra de la noche, los hombres armaron sus kayaks sobre la cubierta del submarino apenas emergido, y el silencio se rompió solo por el suave golpeteo de las olas.


Dotación y plana mayor del submarino S-12 ARA "Santiago del Estero" de la Armada Argentina.

Llegada a la Base Naval Mar del Plata del S-12 ARA "Santiago del Estero" (SS-372 USS "Lamprey") desde Estados Unidos, año 1960 (Foto de Enrique Mario Palacio)


Los dos submarinos Clase "Balao", S-11 ARA "Santa Fe" y S-12 ARA "Santiago del Estero", que sirvieron en la Armada Argentina entre 1960 y 1971, no deben confundirse con los submarinos de la misma clase modernizados al estándar GUPPY IA, S-21 y S-22, que los reemplazaron a partir de 1971 y llevaban los mismos nombres. En esta imagen, se puede ver a los veteranos S-11 y S-12 al final de su vida útil en la Base Naval Mar del Plata, mientras que el nuevo S-22 ARA "Santiago del Estero", su reemplazo, se encuentra al fondo, preparado para asumir las tareas que sus predecesores dejaron atrás. El S-12 ARA "Santiago del Estero" se retira después de una década de servicio, habiendo sido protagonista de importantes misiones como la Operación "Playa Vaca", que quedó inscrita en la historia de la Armada Argentina.



El S-12 ARA "Santiago del Estero" de la Armada Argentina amarrado en el muelle de su apostadero en la Base Naval Mar del Plata.

La primera incursión fue un éxito. Los hombres desembarcaron y exploraron la costa, mapeando cada detalle. Sin embargo, la segunda noche trajo un giro inesperado. En la penumbra, García Rabini divisó a un kelper, un colono de las islas, observándolos desde la cima de un risco. Sabían que ser descubiertos podría desatar una crisis diplomática sin precedentes. Rápidamente, capturaron al isleño y lo maniataron mientras debatían qué hacer con él. Matarlo no era una opción; la misión era de inteligencia, no de combate. Pero tampoco podían arriesgarse a que el hombre alertara a las autoridades británicas.

Entonces, surgió una idea tan audaz como insólita: algunos tripulantes regresaron al submarino para buscar una botella de whisky del camarote del capitán. Regresaron al risco y obligaron al kelper a beber hasta dejarlo semiinconsciente, abandonándolo en el mismo lugar donde lo encontraron. Con la misión abortada para evitar mayores complicaciones, el grupo regresó al submarino, llevando consigo la valiosa información que habían recopilado.


El Vicealmirante Juan José Lombardo, nacido el 19 de marzo de 1927 en Salto, provincia de Buenos Aires, fue un protagonista clave en la historia de la Armada Argentina. Siendo Teniente de Corbeta, ocupaba el puesto de Segundo Oficial al mando del submarino S-12 ARA "Santiago del Estero" durante la exitosa Operación "Playa Vaca" en las Islas Malvinas, el 28 de octubre de 1966, una misión que quedó marcada como un hito en las operaciones de inteligencia argentina en el Atlántico Sur. El 15 de diciembre de 1981, ya con el rango de Vicealmirante, fue convocado por el entonces Jefe de Estado Mayor de la Armada, Almirante Jorge Isaac Anaya, a su despacho para recibir una misión que cambiaría el curso de la historia argentina: Malvinas.

La travesía de regreso a Mar del Plata fue tan sigilosa como su ida. A su llegada, se les ordenó un silencio absoluto sobre los eventos ocurridos. Ninguno de los participantes, ni siquiera a sus familias, debía contar lo que había sucedido en esas aguas gélidas del Atlántico Sur. La misión, a pesar de sus imprevistos, había sido un éxito. Los datos recabados quedaron en manos del Estado Mayor de la Armada, una herramienta estratégica que podría haberse convertido en clave si las negociaciones diplomáticas hubieran fracasado.


Los dos submarinos Clase "Balao", S-11 ARA "Santa Fe" y S-12 ARA "Santiago del Estero", que prestaron servicio en la Armada Argentina entre 1960 y 1971, no deben confundirse con los submarinos de la misma clase, modernizados al estándar GUPPY IA, S-21 y S-22, que los reemplazaron a partir de 1971 y portaban los mismos nombres. En esta imagen, se observa a uno de los primeros en plena navegación tras su llegada a Argentina, ya sin la pieza de artillería de proa que había sido desmontada como parte de su proceso de adaptación y modernización para las nuevas misiones en el Atlántico Sur.

Años después, el Capitán de Fragata García Rabini recordaría aquellos días con un orgullo sereno, consciente de la importancia de su misión. Aunque el informe de la Operación Playa Vaca no se utilizó directamente en la recuperación de las islas en 1982, quedó como testimonio del compromiso y la audacia de aquellos marinos, que desafiaron a la historia para mantener viva la llama de la soberanía argentina.



La historia de la Operación Playa Vaca permanece, entremezclada con la leyenda y la realidad, un episodio oculto en la vasta lucha por las Malvinas, donde un puñado de hombres se enfrentó al mar, a la oscuridad y a las sombras de una guerra que, aunque aún no había comenzado, resonaba con la fuerza de lo inevitable. Es un recordatorio de que la lucha por la soberanía no solo se libra en los campos de batalla, sino también en los silencios, las olas y el susurro del viento en una playa solitaria del Atlántico Sur.


El Capitán de Fragata retirado Oscar Héctor García Rabini, hoy con 83 años, es el marino argentino que, en 1966 y con el grado de Teniente de Corbeta, lideró una de las misiones más audaces de la Armada Argentina. Al frente de una incursión de Fuerzas Especiales, desembarcó en las costas de la Isla Soledad el 28 de octubre de aquel año, durante la secreta Operación "Playa Vaca". Desde las profundidades del océano, el submarino S-12 ARA "Santiago del Estero" los lanzó en una misión envuelta en el silencio y la penumbra, con el objetivo de recabar información vital para la defensa de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas.


Plata Vaca, extremo Sur, imagen tomada desde el ARA "Santiago del Estero" por Miguel Salvatierra el 28/10/1966


El submarino Clase "Balao" ex-US Navy SS-372 USS "Lamprey", que había servido a la Marina de los Estados Unidos desde 1944 hasta 1960, fue transferido ese año a la Armada Argentina, donde tomó el nombre de S-12 ARA "Santiago del Estero". En la imagen, se le ve zarpando de la Base Naval Mar del Plata, sede de la Fuerza de Submarinos de la Armada Argentina, donde operó hasta su reemplazo en 1971 por el S-22 ARA "Santiago del Estero", un submarino de la misma clase pero actualizado al estándar GUPPY IA. La llegada de esta nueva unidad marcó el fin de una era para el veterano submarino, que había sido parte de operaciones tan destacadas como la Operación "Playa Vaca", demostrando el compromiso de la Armada en la defensa de la soberanía nacional.


La fragata antisubmarina P-36 ARA "Piedrabuena" en la mira a través del periscopio del submarino ARA "Santiago del Estero" en unas maniobras de combate.


Traspasando carga entre el submarino ARA "Santiago del Estero" y el destructor D-10 ARA "San Luis"

El S-12 ARA "Santiago del Estero" navegando en superficie rumbo a su objetivo. Puesto a que era un Clase "Balao" que no había recibido la modificación GUPPY IA, carecía de snorkel y baterías de alta resistencia, y por lo tanto era un submarino que aún debía operar como los de la Segunda Guerra Mundial, mayoritariamente en superficie, por lo menos en horas de la noche y zonas fuera de peligro



viernes, 16 de junio de 2023

Royal Navy: La capacidad anfibia durante la Guerra Fría

Buques de guerra anfibios

 Naval Encyclopedia


Barcos de asalto de clase Intrepid (1963)


Fearless e Intrepid en Portsmouth, en espera de desactivación

La clase Fearless fueron los primeros muelles de plataforma de desembarco, construidos especialmente como buques de asalto anfibios para la Royal Navy, con HMS Fearless y HMS Intrepid. Al igual que los muelles de plataforma de aterrizaje (LPD) de USN, podrían albergar cuatro Landing Craft Utility (LCU), dos pares uno al lado del otro, en su muelle, u operar helicópteros desde su cubierta de popa. Se accedía al muelle interno a través de la popa en el puerto con una rampa de popa para vehículos y sus propias cubiertas dedicadas a proa. El muelle interno podría inundarse hasta el borde de la cubierta del vehículo. Además de las embarcaciones de muelle, llevaban cuatro lanchas de desembarco más pequeñas sobre pescantes, en la superestructura y tenían alojamiento para 400 soldados hasta 700 cuando no se transportaba ningún vehículo.

Encargado en 1965 y 1967, se movilizó durante la guerra de las Malvinas, y el Intrepid finalmente estuvo en reserva extendida en 1991, utilizado como repuestos para mantener a su hermano Fearless. Intrepid fue descartado en 1999 y Fearless hasta 2002, como los últimos buques de superficie a vapor de la Royal Navy.

Especificaciones

Desplazamiento estándar 16 950 toneladas
Dimensiones: 158,5 x 24,4 x 6,3 m (520 x 80 x 21 pies)
Propulsión: 2 turbinas de vapor 22 000 shp (16 000 kW), 22 nudos (41 km/h)
Carga útil: 4 lanchas de desembarco medianas en muelle, 4 pescantes, 700 tropas, 15 tanques, 27 vehículos
Complemento: 580
Armamento: 2 cañones AA, 16 SAM, 2x Phalanx CIWS
Aeronaves: 5 helicópteros


En planificación: Barcos de asalto clase Ocean (botados en 1995)



En 1989 se planeó reemplazar los LHD de la clase Fearless. Pero recién en 1992 se hizo una licitación. A diferencia de la clase Fearless anterior, que eran "híbridos" y solo se usaba la sección de popa, la nueva clase Ocean se parecía mucho a los LHD modernos, con una cubierta completa y una isla. La cubierta terminaba en una forma ojival gótica como HMS Hermes y Eagle. la vanguardia de una ola de LHD europeos relativamente similares del mismo diseño, como el Mistral francés, el Juan Carlos I español y la clase RAN Camberra, además de nuevos buques en construcción en todo el mundo.

Se planeó que el HMS Ocean fuera un buque de 21.500 toneladas, 203,4 m (667 pies) x 35 m (115 pies) x 6,5 m (21 pies) propulsado por dos cilindros Crossley Pielstick de 12 a 18 nudos en 8.000 millas (13.000 km), con cuatro LCVP Mk5B, 40 vehículos, 830 Royal Marines y opera hasta 18 helicópteros con una gran variedad de modelos. Se completó el 30 de septiembre de 1998, pero se revendió en 2018 a Brasil.


Buques de desembarco logístico clase Round Table (1963)





La clase Round Table (clase Sir Lancelot para algunas fuentes, de la embarcación dirigida) fue una clase de barco británica diseñada en 1959 para misiones de guerra anfibia, designada logística de barcos de desembarco (LSL). La idea del nombre de la clase probablemente vino del acrónimo que se parece fonéticamente a "Lancelot".

Esta fue una clase exitosa con ocho embarcaciones construidas en total, seis para la RN y dos para la RAN, construida por Fairfields Stephens, Hawthorn Leslie y Swan Hunter entre octubre de 1965 y septiembre de 1967 para las embarcaciones británicas y 1978-87 en Australia.

Especificaciones

Desplazamiento: 3270 toneladas estándar/5674 toneladas FL
Dimensiones: 413 pies (126 m) x 59 pies (18 m) x 13 pies (4,0 m)
Propulsión: Dos ejes diésel 9400 bhp (7010 kW) 17,25 nudos, alcance 3000 nm. Capacidad: 12 tanques Challenger, 31 vehículos grandes, 56 Land Rover o 26 contenedores de carga en la cubierta principal más 19 vehículos grandes, 50 Land Rover o 20 contenedores en la cubierta superior de vehículos. Tropas 402, tripulación 65, defensa 2 cañones de 20 mm, cubierta de helicópteros en popa.


Buque logístico de desembarco HMS Sir Galahad (1986)


 

El anterior era parte de la clase Mesa Redonda, famoso hundido durante la batalla de las Malvinas. Fue colocada en Swan Hunter en 1985 en reemplazo. Botado el 13 de diciembre de 1986, completado el 19 de julio de 1987 para entrar en servicio el 7 de diciembre, era un buque más grande, aunque todavía de naturaleza híbrida. Fue vendida a Brasil en el 2007 como García D'Avila.

Con 140,16 m (459 pies 10 pulgadas) de largo en general, desplazó 7400 toneladas largas estándar y estaba propulsado por dos motores diesel Mirrlees Blackstone K9 Major de 13 320 bhp y 18 nudos (21 mph; 33 km / h) con un rango global generoso como resultado , de 13.000 nmi (15.000 mi; 24.000 km). Lo hizo mucho mejor que en la clase anterior de la Mesa Redonda, pero se quedaría sola en su clase. No se ordenó ningún barco gemelo.

Especificaciones

Dimensiones: 140,16 m (459 pies 10 pulgadas) x 19,50 m (64 pies 0 pulgadas) x 4,50 m (14 pies 9 pulgadas)
Desplazamiento: 7400 toneladas largas estándar/ligero, 8541 toneladas largas FL.
Propulsión: 2 ejes K9 Major diesel 13,320 bhp (9,930 kW) 18 nudos (21 mph; 33 km / h), 13,000 nmi (15,000 mi; 24,000 km).
Capacidad: Puertas de proa y popa, dos cubiertas, 400 soldados, 3440 toneladas de suministros
Armamento: 2x Oerlikon 20 mm, 2x 7,62 mm GMPG
Aeronaves: plataforma de popa: Westland Sea King. Plataforma en medio del barco CH-47 Chinook


LST de clase Ardennes (Mark 8) (1944)



Estos barcos eran la versión británica de los LST americanos. Sin embargo, se completaron demasiado tarde para participar en operaciones de guerra, después de 1945. Más de 187 planeados, solo 30 se completaron y el hombre se modernizó. El Mark 8 Landing Craft Tank o "LCT (8)" o "LCT Mark VIII" eran buques transoceánicos diseñados originalmente para participar en operaciones en el Lejano Oriente.

Fuera de los 30 completados para la Royal Navy, 6 se vendieron al mercado civil. A partir de 1957, doce fueron transferidos al ejército británico, Royal Army Service Corps y luego Royal Corps of Transport. En 1958-1966, los 18 restantes fueron transferidos o vendidos a armadas extranjeras, convertidos o enajenados. Su diseño también inspiró a la Marina Real de Malasia, Francia, Singapur y las Comoras.

Participaron en la crisis de Suez, la confrontación de Indonesia y suministraron bases remotas en las Hébridas (Operación Hardrock) e islas a lo largo de su carrera. Fueron reemplazados por los barcos de la clase Round Table, mucho más grandes y modernos.

Especificaciones

Dimensiones: 70,5 x 12 x 1,42 m (231,2 x 38 x 4 pies 8 pulg.)
Desplazamiento: 1017 toneladas FL
Propulsión: 2 ejes, 4 motores Davey Paxman 12TPM de 1600 CV, 8-12 nudos, 4000 nm/8 nudos
Capacidad: 8 x Tanques de 30 toneladas, camiones de 13 x 3 toneladas, 42 personales o carga de 350 toneladas
Tripulación: 33-37 (1968)
Armamento: 4 x 20 mm Oerlikons AA.


Clase Avon (1959)

Avon, Bude, Clyde, Dart, Eden, Forth, Glen, Humber, Itchen, Kennet, Lodden, Medway.



La "clase Avon" es una serie de lanchas de desembarco de tanques, construidas en 1960-62 en White & Saunders-Roe, Isla de Wight. Se completaron en 1960-67. Eran encendedores accionados por rampa, disponibles para recorridos costeros cortos. No vieron acción en las Malvinas;

Técnicamente, se trataba de embarcaciones de 100 toneladas y 22 m de eslora (por 6,20 x 1,20 m) con dos ejes diésel de 870 CV, 9 nudos. Llevaban un tanque de batalla principal o 100 tropas. Estaban equipados con un radar de navegación y tenían una tripulación de 6. Desarmados pero posiblemente 0,5 en Browning HMG. Todos fueron descartados antes de 1994, a partir de 1983.


Clase Arromanches (1981)

Arromanches, Amberes, Andalsnes, Abbeville, Akyab, Aachen, Arezzo, Agheila, Audemer.



Los nueve se construyeron en James and Stone, Brightlingsea, entre 1981 y 1987. Fueron reemplazos de la clase Avon de 1959 y se apagaron entre 1994 y 2013. Uno incluso sirvió hasta 2019. Especificaciones: 165 toneladas estándar, 282/290 toneladas FL. 30,0 m pp (33,3 oa) x 8,30 m, x 1,45 m cargado. Dos ejes Doorman 8JTCWM diesel 660 bhp: 9.2-10 nudos máx., 17 toneladas de aceite, 900 nm/9 nudos. Llevaban 100 toneladas de carga, es decir, un tanque de batalla principal y un vehículo liviano más tripulaciones y personal adicional, con su propia tripulación de 6. Desarmado, equipado con el radar Decca 110 para navegación.


LCM Tipo (9) (1963)



14 Lanchas de Desembarco Mecanizadas, numeradas L700-711 y 3507-3508. Construido en Brooke Marine, Lowestoft (4), R. Dunston, Thorne (6), J. Bolson, Poole (2) y Vosper, Portsmouth (2). Estos últimos fueron el prototipo, lanzado en 1963. Los últimos se completaron en 1966. Fueron transportados por el HMS Fearless e Intrepid y participaron en la guerra de las Malvinas. Descartado a principios de la década de 2000.

Especificaciones: Desplazamiento 88 estándar, 176 otns FL, 27,5 x 6,80 x 1,60 m, 2 ejes Paxman Diesels 624 bhp, 10 nudos, desarmado, capacidad 1-2 tanques o 100 t de vehículos, radar de navegación (1982), tripulación 6.


LCVP Tipo Mk.4 (1982)



Evolución y modernización de la SGM LCVP . Hecho para la Marina Real (L8301, L8403-8408, L8410-8418, L8619-8622) y el Ejército Real (L8402, L8409, L8419-8420). El prototipo fue construido por Fairey Allday Marine, Hamble y la serie por Souter, Cowes. Descartado 2006-2013.

Especificaciones: Desplazamiento 11 toneladas estándar, 16 toneladas FL, 11,9 pp/13,0 m oa x 3,20 x 0,80 m, 2 ejes Perkins T6-3544 diesel o Dorman diesel 440 bhp, 20-22 nudos (15 cargados), 150 nm/14 nudos . Armado con dos LMG de 7,6 mm/90, capacidad 20-35 soldados/5,5 t de carga, radar Raytheon para navegación, tripulación de 3. A partir de 1996 se inició una nueva serie denominada tipo LCVP Mk5. Actualmente están en servicio.


LCU Mk.9R (1986)



Tres lanchas de desembarco utilitarias denominadas L713-16, construidas en McTay Marine, Liverpool en 1986. Desechadas 2003-2005. En comparación con las LCU anteriores, tenían nuevos motores diésel y rampas de proa reforzadas con parrilla.

Especificaciones: Desplazamiento 115/160 toneladas FL, 25,7 x 6,50 x 1,70, 2 motores diésel Dorman 8JTM de 540 CV, 10 nudos (9 cargados) 300 millas náuticas/9 nudos; desarmado, lleva 1 o 2 tanques o 100 t de vehículos. Tripulación 7.

Otros tipos comenzaron después del final de la guerra fría:
-Lanchas de desembarco para vehículos y personal LCVP Mk5 (1996 - 2004)
-Lanchas de desembarco utilitarias tipo LCU Mk10 (1999 - 2005)
-Lanchas de desembarco con colchón de aire PACSCAT (T-1) ) (2010)
-Vehículos con colchón de aire tipo 2400 TD(M) (2011).


sábado, 18 de junio de 2022

Malvinas: El incidente de 1953

Cuando 2 soldados argentinos invadieron Malvinas en 1953






Parte de nuestra historia que pocos conocen:
Debido a esto Churchill envió una fragata para repeler la "invasión"
Para Winston Churchill era una ruptura de la soberanía británica que valía una respuesta- el envío de una fuerza de tareas para reclamar una pequeña isla rocosa en el Atlántico Sur invadida por argentinos.
El Foreign Office (Ministerio de Relaciones Exteriores Británico) ya había enviado un telegrama al gobierno de Buenos Aires quejándose de una "incursión armada en las aguas y territorios Británicos" e informando que la presencia de buques y tropas navales eran un acto de agresión.
Pero mientras un destacamento especial de 32 Royal Marines tomaba la costa por asalto para reclamar la isla Decepción, poco después del mediodía del 15 de febrero de 1953 - unos 30 años antes de que hicieran lo mismo en Malvinas - encontraron que las feroces fuerzas ocupantes consistían en dos suboficiales de marina.
Documentos en los Archivos Nacionales Británicos muestran que, durante su segundo período como Primer Ministro, Churchill estaba tan preocupado de que Argentina tuviera intenciones militaristas en las Malvinas y otros territorios "británicos" en el Atlántico Sur que envió una fragata de la Royal Navy, HMS Snipe, desde Portsmouth. En una nota personal a los jefes de Defensa, Churchill dijo: "Ciertamente una fragata debe ser mantenida en las cercanías de las islas Falklands...
Cuando se supo un poco más tarde, en febrero de 1953 que un aviso Argentino, el ARA Chiriguano, había establecido una cabaña, una tienda de campaña y una bandera en la isla Decepción, parte de las islas Shetland del Sur, a unos 400 yardas de la base británica, era el momento de la acción.
Un informe de la contraofensiva, dirigida por Marines armados con ametralladoras Sten, rifles y gas lacrimógeno, decía: "Sargento y Cabo naval argentinos los únicos ocupantes de la cabaña, "Los dos hombres detenidos" fueron acompañados por el jefe de policía de las islas Malvinas. Los argentinos fueron arrestados y deportados y su cabaña desmantelada por las tropas británicas, junto con un campamento rival dejado por los chilenos.

Introducción

Este es el relato de un episodio ocurrido en la Antártida en febrero de 1953 relacionado con la soberanía nacional en el área por el Cap de Nav Jorge Chihigaren.
En 1952 era Teniente de Fragata con destino en la Base de Submarinos de Mar del Plata integrando la Plana Mayor de la Escuela Antisubmarina, que recién se inauguraba.
Ya había estado en la Antártida como Guardiamarina, a principios del ’48, embarcado en el destructor el A.R.A. Misiones. a pesar de estar en un destino como lo es Mar del Plata, sentí el efecto del magnetismo antártico: Además, era aún una época romántica para estas incursiones, porque tenía en ese entonces mucho de aventura.
Mi idea no era ir a quedarme un año allí; era navegar y explorar los mares del área; Solicité ‘participar en la Campaña Antártica 1952-53 y fui designado a la Fuerza Naval Antártica, integrando un reducido grupo de unos seis oficiales y doce suboficiales que teníamos la tarea de establecer y ocupar refugios temporarios en tierra en los lugares que seleccionaría el Comandante de dicha Fuerza de Tareas, que era el entonces Capitán de Navío D. Rodolfo N. Panzarini, Dr. en oceanografía y meteorología y experto en asuntos antárticos, para afirmar soberanía en el sector antártico argentino.
Me tocó embarcar en el A.R.A. Bahía Buen Suceso nave insignia de la Fuerza de Tareas. Zarpamos poco después de Navidad y ascendí a Teniente de Navío en plena campaña; el 31 de diciembre del 53.
A principios de enero fondeados en la Bahía Media Luna, donde se estaba construyendo el destacamento A.R.A. Teniente Cámara y en plena operación logística de abastecimiento y habilitación del mismo, estando de guardia en el puente, dirigiendo las maniobras de las lanchas, las maniobras del aprovisionamiento etc. me hace llamar el comandante de la Fuerza de Tareas quien me dijo, más o menos, lo siguiente: Lo he designado a usted para lo siguiente:
Va a embarcar en el Bahía Aguirre con dos suboficiales que están en su grupo de refugios y se va a trasladar a con todo su equipo para ocupar un refugio en tierra: El Comandante de ese buque le dará instrucciones sobre la misión a cumplir” Se trataba de instalar un refugio en la Isla Decepción en caleta Balleneros.
Conviene recordar que la caleta Balleneros había sido utilizada, antes de la II Guerra Mundial, por una factoría noruega de procesamiento de las ballenas, abundantes en la zona, la que contaba con grandes tanque donde se almacenaba el aceite de los cetáceos, el que era trasladado a Noruega por buques tanques de esa nacionalidad para su ulterior comercialización.
Al caer Noruega bajo el dominio alemán las instalaciones fueron ocupadas por Alemania, y fue utilizada por ellos como base logística de su flota, sobre todo por los cruceros asignados a la concepción moderna de “guerra de corso” (misión que tenía el crucero Graf Spee) y para submarinos, sobre todo para reabastecimiento de combustible que se almacenaba en los mencionados tanques.
Durante la guerra, anoticiados los británicos de la existencia de esa base, enviaron una División de Cruceros que los inutilizaron.


Para 1953 las instalaciones, es decir la casa que probablemente haya sido el alojamiento de los noruegos, estaba ocupada por el personal de la base británica. A unos 500 metros existe aún el cementerio donde yacen los restos de personal de la factoría y marinos, entre ellos el famoso explorador Capitán Larsen.

Un campamento en el medio de una cancha de fútbol

Informado que cerca de la base británica habían preparado un espacio que servía como cancha de fútbol: allí, donde se para el centro forward, era el lugar apropiado para la instalación de nuestra casilla.
Le sugerí al Comandante de la FT que tratándose que, convendría demostrar que no se trataba de una operación militar sino de un acto de relevamiento topográfico. Que se trataba de una exploración de tipo de estudio geológico para lo cual podríamos agregar algún especialista en geología o topografía que se encontraba embarcado integrando el plantel científico del Servicio de Hidrografía Naval o del Instituto Antártico Argentino. Propuesta que fue aceptada.
También me dijo que, al finalizar la campaña, a fines de abril, un buque de la FT pasaría para embarcarnos de regreso. Aclaró que eso se haría si no se encontraba el agua congelada formando un pack que impidiera la navegación. Esta advertencia fue para mí, lógicamente, muy ‘preocupante”, como mencionaré más adelante. Varios años después siendo Segundo Comandante del A.R.A. Bahía Aguirre comprobé que esta congelación puede ocurrir mucho antes que la fecha mencionada.
Los cabos primeros de mar Acosta y Jiménez, el geólogo y yo trasbordamos al buque mencionado, el trasporte el ARA Bahía Aguirre y zarpamos hacia la Isla Decepción. No pudimos entrar a causa de un témpano que, aunque chico, impedía el acceso. Se envió un equipo de especialistas, para hacerlo volar con carga explosiva. No hubo caso. Entonces, volvimos a Bahía Media Luna y nos transfirieron al Aviso ARA Chiriguano que, como era mucho más chico, podía maniobrar adecuadamente para sortear el impedimento. Entramos y casi enseguida con caída a estribor de 90 grados arribamos al fondeadero de Caleta Balleneros.
Desembarcamos con nuestros enseres y equipos. La tripulación del buque desembarcó la carga necesaria para la construcción de la casilla en que íbamos a habitar, Mientras el grupo de construcciones preparaba el terreno y comenzaba construirla, armamos la carpa que utilizaríamos mientras tanto. La carpa era de las empleadas en las campañas hidrográficas para el personal dedicado a los trabajos topográficos, para la posterior confección de cartas o cuarterones de navegación: Paño doble impermeabilizado, con piso de madera. El equipo de construcciones iba a edificar una casilla de, más o menos, 4 metros por 4, que fue nuestro alojamiento, montada sobre cuatro pilares de unos 60 cm., que abarcaba un pequeño espacio para cocina y otro para baño (sin ducha) y, a la vez, alojamiento, un radio trasmisor y un generador para proveer energía para el mismo y luz eléctrica para la parte habitable. Cerca de la playa se estibó parte de la carga necesaria para utilizar mientras duraba la construcción, es decir algunos víveres, cuatro catres, farolas y combustible. Y lo más importante: el pabellón nacional. La dificultad que tuvimos fue encontrar algo que sirviera como mástil, ya que el pabellón era del tamaño utilizado por buque grandes los días patrios y ceremonias resultaba casi tan grande como el tamaño de la casilla. Probamos una costilla de ballena de las tantas que se encontraban en la costa, restos de la antigua factoría noruega, pero no resultó apta por su curvatura. Al fin el grupo de construcciones utilizó un trozo de madera para transformarlo en lo que necesitábamos, Cuando estuvo listo el improvisado mástil, en una breve ceremonia con todo el personal presente, instalamos el pabellón nacional. (Digo instalamos, y no izado, porque estaba clavado al mástil – en la Antártida el pabellón permanece izado las 24 horas). De inmediato y en previsión a que se levantara mal tiempo, lo que es frecuente allí, almacenamos en la carpa elementos esenciales para la subsistencia. Por suerte, alcanzamos a llevar desde la playa, a unos 60 metros, dos de esas estufas que había antes, que se bombeaban, a kerosén tipo “Volcán”, un tambor de combustible; un cajón con queso y otro cajón con galleta marinera y los 4 catres con su correspondiente ropa de cama pues, efectivamente, se desató un fuerte temporal.
Poco antes del mal tiempo aparece el jefe de la base inglesa que era un ex piloto de la Fuerza Aérea Australiana, ya civil, que había participado en la II Guerra. Vino a presentarme la queja verbal por nuestro desembarco en “Tierra de su Majestad británica” Previamente había entregado una nota de protesta. (Y recibido la nota argentina) al comandante del Aviso; Yo tenía que demostrarles a los ingleses que no era por ellos que estábamos allí, Opté por decirle, únicamente, que estaba en territorio argentino y que sería bienvenido a nuestra casilla cuando estuviera lista. ´ El australiano se retiró sin hacer ningún otro comentario. Me di cuenta que le molestaba nuestra instalación allí.
Pasado el temporal regresa el A.R.A. Chiriguano y desembarca el grupo de construcciones. Finaliza su trabajo y se completa el desembarco de la carga.
La casilla queda construida, sobre cuatro pilotes, es decir elevada un medio metro del suelo para que la nieve no nos dificultara el acceso, pero resultaba muy apta para ser una casilla de fin de semana en el Delta del Tigre pero no para la Antártida donde los vientos son de fuerte intensidad y el mal tiempo frecuente e imprevisto, y obligó no solo a interrumpir las tareas, sino al reembarco, justo a tiempo, del personal del grupo de construcciones y la zarpada del Aviso - por ser en poco apto para mantenerse fondeado- y salir al mar exterior.
Respecto del temporal mencionado, quedamos aislados, dentro de la carpa, durante 3 ó 4 días, porque era imposible salir. El viento blanco. El viento huracanado y la nieve no permitían ver ni a un metro Era un temporal tremendo. Había momentos en que debíamos salir de la carpa, Entonces, nos amarrábamos un cabo a la cintura y el chicote terminal a un parante de la carpa, procedimiento que nos servía de guía para regresar. Por suerte – mejor dicho, por previsión acertada- el queso y la galleta que mencioné, nos sirvió de alimento, aunque el único, durante nuestra obligada permanencia dentro de la carpa. Las estufas, gracias a Dios, funcionaron bien.
En cuanto a las instrucciones recibidas, me preocupaba mucho lo que me había dicho el Comandante respecto a nuestro reembarque al fin de la Campaña. Al principio creí que era una humorada – lo cual no era muy usual en él - pero más adelante me di cuenta que podía darse el caso, me recordaba bien aquello de nos iban a venir a buscar “si se podía”, porque el mar interior, de la Isla Decepción, se congela en invierno entonces no pueden entrar los buques.
Entonces ¿cómo hacíamos para invernar un año en esa casilla, con lo que ocurre en un invierno, nocturno hasta avanzada la próxima primavera, con temporales reiterados que suele haber y mucho más intensos que el mencionado, con la certeza, comprobada, que la casilla no resistiría los embates del viento, sin víveres ni abrigo suficiente? ¿Pedirles apoyo a los ingleses?:

De ninguna manera

El único recurso, si ocurría que no nos podían venir a rescatar sería trasladarnos cruzando a pie todo el mar congelado hasta el Destacamento Decepción, si lográramos llegar, donde, tal vez, podrían darnos albergue durante los largos diez meses que faltaban hasta la próxima campaña. Por tierra en invierno no era factible transitar por la costa debido a glaciares que la ocupan y, aun antes del invierno, por los desprendimientos de grandes trozos de hielo.
Entonces, mi problema era explorar todo el contorno para imaginar por donde evacuar.
Pero había otro problema a resolver: la relación con nuestros vecinos. En búsqueda de la solución me ocurrió otro asunto interesante e inesperado que me ayudó en mi trato con ellos: Resulta que en la época de los noruegos y probablemente antes de la ocupación británica que mencioné al principio y en previsión a lo que podía ocurrirle, y que les ocurrió, supongo, enterraron bajo la lava, que conforma el suelo de la isla, cargas de dinamita, explosivo utilizado en la caza ballenas. Este explosivo es muy sensible a la temperatura. Sabía, por el grave accidente sufrido por un compañero de promoción que años antes había transitado por el lugar y, sin saberlo piso un lugar donde yacía bajo la nieve uno de esos enterramientos, lo cual causó una explosión que lo hirió seriamente. Durante mis exploraciones noté que desde algunos lugares salían desde bajo la lava unos cables conductores que convergían en la casa de los británicos. Esta circunstancia me sirvió para identificar y evitar las mencionadas cargas letales en mi afanosa búsqueda del acceso a las laderas de los Fuelles.
Me di cuenta que se trataba de una acción prevista por los british para ir eliminando esos peligrosos lugares, esto lo menciono para contarle lo que sucedió días después.
Durante un crepúsculo (la noche era muy breve) sentimos varias explosiones que hubieran sonado alarmantes de no haber tenido la experiencia casual mencionada, ya que encontré acertada mi sospecha. Aproveché la circunstancia para trasladarme a la base inglesa provisto de un botiquín de primeros auxilios para ofrecerles ayuda aludiendo que había sentido “extrañas y sorprendentes explosiones” (strange and astonishing explotions) y concurría a ofrecer asistencia anta la posibilidad de que tuvieran algún herido.
El australiano se sintió conmovido y mucho me agradeció mi intención. Me manifestó que se trataba del festejo del cumpleaños de un miembro de la dotación, que así era la costumbre, haciendo desaparecer las cargas mencionadas. Pero no me invitó, a ingresar a su casa.
Encontrándome derritiendo nieve para tener agua, veo acercarse a Mr. Clarke, que así se llamaba el ex piloto Jefe de la Base inglesa, vestido muy prolijamente, y portando un bastón que supuse era la insignia de su mando, pues era joven y no rengueaba, que venía a expresarme su agradecimiento con una botella de whisky. Allí establecimos relaciones. Le entregué, en retribución, un buen trozo de carne que manteníamos en una “heladera natural”
Recuerdo aun los ojos de asombro del australiano quien, seguramente extrañaba desde hacía mucho tiempo, el producto ganadero luego yo, si, lo hice pasar a mi “cabaña”.
A unos cuatro o cinco días de estar ahí, llega una fragata de la Amada Chilena y desembarca un grupo de gente y, a unos 100 metros del refugio nuestro, construyen una casilla.
Terminaron de construir la casilla, pero mucho más chica que la nuestra (apenas tendría 1,50 m de altura) y dejaron víveres, pero no tripulación; sí un gran cartel que decía “Base de la Fuerza Aérea Chilena” y la bandera nacional pintados en el techo. Habrán estado 2 días haciendo esa construcción y se fueron, zarparon. Es decir que establecieron su presencia, pero sin dejar gente.
Pocos días después aparece en la caleta una fragata británica, la HMS “Bighbury Bay” que fondea en Balleneros y, al rato, desembarca de una lancha y viene directamente hacia el refugio, que estaría a unos 200 metros de la costa, un oficial inglés. Golpea la puerta, lo recibo; era un Teniente de Navío inglés vestido correctamente con uniforme “saco naval” en esa época con cuello duro, (no un equipo antártico como vestíamos nosotros) con todas las formalidades victorianas propias de la Royal Navy (cuando no utilizan torpedos desde submarinos nucleares). Lo hago pasar y me dice, en inglés (yo estaba autorizado a hablar inglés), que venía por orden del magistrado (algo así como el gobernador) de las Falklands (Por supuesto mencionó las Falklands, of course), que estaba embarcado en el Bigbury Bay, para invitarme a concurrir a bordo, a tal hora (I don’t remember, now) de Greenwich (primer meridiano) y que me enviaría la lancha para trasladarme a bordo, porque el “magistrate” quería hablar conmigo, para discutir las razones de la ocupación argentina sin autorización de Su Majestad, la Reina, y que me invitaba a desalojar las islas, porque era un inmigrante sin autorización.
Pensé: “Oh! Is that so?” o sea ¡Con esas tenemos! Entonces, le contesté casi textualmente: “Dígale a este señor que se titula ‘magistrado” de Las Malvinas y dependencias que no lo reconozco como autoridad válida porque siendo Las Malvinas e Islas del Atlántico Sur, de soberanía argentina, no pueden tener un gobernador británico y que las Islas a que se refería no se denominan Falklands”. Segundo: Que en todo caso él debería explicarme a mí las causas de su presencia en aguas territoriales argentinas; Tercero: que, si desea hablar conmigo, de cualquier otra cosa, con mucho gusto lo recibiré aquí, en esta casa que es donde reside la autoridad en la zona.
A todo esto, el inglés me miraba con ojos de sorpresa y yo imaginaba lo que él estaría sintiendo sin comprender: que un “southamerican”, (hoy día “sudaca”) !estuviera dirigiéndose en esos términos, nada menos que al gobernador y representante de Su Majestad!
Lo único que quedaba por hacer, era convidarlo con grapa marca ‘El Globo’ que tenía, pero no aceptó. No sé si por lo que estimó sobre la calidad de la bebida ofrecida, o porque se sintió molesto por mi respuesta, Lo acompañé hasta la costa, como cortesía entre hombres de mar, para que se embarcara en la lancha en la que había venido y regresara a su buque. Al embarcar, me dijo: “Señor, le confirmo que a tal hora va a venir la lancha para buscarlo”. Le respondí: “Señor teniente, ratifico lo que le he dicho y le pido que le transmita ese mensaje al titular o magistrado, ¡Good morning, Sir”!. y se fue.
Unos días después entra a la Bahía el A.R.A. Punta Ninfas, buque de reabastecimiento que formaba parte la F.T. comandado en el entonces por el Capitán de Corbeta D. Roberto Arena
Yo tenía una radio, para comunicarme, pero por un problema de antenas, era casi inútil. Cuando el buque entra a la bahía, y pasa por las cercanías me pude comunicar y le di el mensaje al comandante, de que necesitaba ir a bordo. Cuando fondeó el buque, cerca del Destacamento Decepción, me mandó un helicóptero, que era de la Fuerza Aérea, aterrizó ahí cerca del refugio; subí y aterrizamos a bordo, por supuesto en una plataforma donde apenas cabía la aeronave lo que era casi una hazaña ya que unos centímetros de error y se iba al agua. Bueno, le informe al Comandante del buque lo que pasaba; le conté todo para que él informara con los medios de comunicación y las claves correspondientes que disponía, al Comandante de la F. T. lo que había ocurrido.
En ese momento, entra otra vez la fragata inglesa y el comandante del Punta Ninfas manda una lancha con un guardiamarina con la clásica nota de protesta, y la invitación a cenar en su buque. La que no fue aceptada.
Horas después, zarpa el Bighbury Bay y envía al Punta Ninfas un mensaje por foco, que decía: “Au revoir. Remember we shall meet again”; (Hasta pronto. Recuerde que nos volveremos a encontrar”). Regresé al refugio en el helicóptero. Poco tiempo después zarpó el Punta Ninfas.
Esta segunda llagada del buque inglés, a poco de haber entrado el buque argentino, me confirmó la suposición que el Jefe de la base británica de Caleta Balleneros informaba a la autoridad del que él dependía. Y la cercanía del buque ingles en la zona, probablemente, no casual. No volvieron ni los ingleses ni los chilenos, hasta alrededor de un poco más de un mes.
Si entró el ARA Bahía Aguirre el que fondeó cerca del Destacamento Decepción, y recibí la visita del Segundo Comandante el Teniente de Navío D. Reynaldo Tettamantti a quien lo comenté lo acaecido. Aproveché para enviar de regreso al geólogo.
En los días posteriores, sufrimos varios temporales que hicieron temblar peligrosamente la estructura de la casilla
El Jefe del Destacamento Naval Decepción era el entonces Teniente de Navío D. Carlos J. Fraguio, quien iba a permanecer allí todo el año. Me envía, para invitarme y trasportarme, al Destacamento a su mando uno de los dos aviones anfibios Gruman Goose que operaban durante la campaña de verano desde ese Destacamento que oficiaba como su base.
El Comandante del avión era el Teniente de Navío, Rodríguez Blanco quien me invita a trasladarme al Destacamento con la intención de volver esa tarde o al día siguiente. Necesitaba ir porque quería que me explicaran cómo reparar el transmisor y, si era posible, traer al mecánico de radio, y me arreglara el asunto. La cosa es que fuimos, me invitan a cenar, con la intención de volver al día siguiente. Aproveché para comunicarme por radiotelefonía con mi familia y para bañarme como la gente.
No fue posible regresar al día siguiente, como era la intención, ni por dos días más a causa del mal tiempo que no permitía volar. Amainado el fuerte temporal pudimos decolar. Hicimos una gran gira por la Antártida; llegamos hasta el Estrecho de Gerlache, sobrevolamos el Destacamento Naval Almirante Brown, Bahía Esperanza, Melchior etc. En fin, al medio día, llegamos ya de vuelta a Decepción, para desembarcar en mi refugio pero, desde el aire, veía la caleta Balleneros pero no veía mi refugio y no veía la Bandera Argentina que me habían provisto, que era como dije antes casi tan grande como la casa, Y tampoco veía el refugio chileno. No los distinguía porque por que no estaban, como lo supe después del acuatizar.
Bueno, acuatizamos, el anfibio trepa a la costa, desembarco y veo que me esperaban allí, el jefe de la base inglesa con otras personas que no conocía. El que ya era “amigo”, digamos, me dice cuando desembarco:
“Señor, le recuerdo que está pisando tierra de Su Majestad británica”.

Y yo le respondo: a Mr. Clarke “Ma! ¡Qué ‘Su Majestad ni qué Majestad!’ (En castellano)”. Junto a Clarke , un señor alto, de uniforme, que identifiqué por los galones y por la inscripción que tenía bajo su hombro derecho como de la “Royal Marine Corp.”. Se presenta como el Mayor Andrew. Y me dice, en inglés:
“Debo comunicarle que usted está en tierras de Su Majestad británica”; y prosigue “que la casilla que estaba acá ha sido desarmada y ha sido deshecha”. Están allí sus pertenencias las de la gente que lo ocupaba y los elementos de ustedes y sus equipos, que usted puede retirarlos”. “Y le comunico que esta noche, su refugio y la construcción chilena, van a ser incinerados.” Le contesté: “Estoy en territorio argentino y su actitud es delictuosa”:
“Voy a ir hasta mi refugio y no voy a retirar nada”. Le pregunte donde estaba el personal: su respuesta fue: han sido embarcados y trasladados a tierra. Lo mismo los elementos de cierto valor que se encontraban en el refugio que han sido inventariados y los que oportunamente serán remitidos a su país. Insistí en saber dónde llevarían a los dos suboficiales y en que buque estaban, a lo que me contestó que no podía darme ese dato. Sí me dijo que habían sido detenidos por no tener autorización para encontrase en posesiones británicas. Remarcó que se los consideraba ciudadanos civiles y no como militares para no complicar la situación. También se negó a contestarme otras preguntas como el nombre del buque, cuándo había ingresado a la bahía etc. aclarándome que no podía darme ninguna otra información. Insistí en saber dónde estaba el pabellón nacional a lo que me contestó que se encontraba incluido entre los elementos de valor que habían inventariado y que serían devueltos oportunamente.
Le comento que me negaba a retirar algo del refugio como me ofrecía el inglés porque si lo hacía, pensé, estaría reconociendo su autoridad.
Finalizado este diálogo me dirigí, acompañado por Rodríguez Blanco y seguido por el Mayor y Mr. Clarke al refugio. Al hacerlo me percibo que, a una distancia de unos cincuenta metros, en un semicírculo y en posición de cuerpo a tierra se encontraban, con armamento de infantería, apuntándonos a los argentinos y al avión una veintena de infantes de Marina. Nosotros no portábamos armas de ningún tipo y no las había en el avión en el que permanecían el copiloto Teniente de Corbeta D. Eduardo Pérez Tomas y el mecánico.
Llegamos a donde estaba el refugio. Desarmada la casilla y los paños, techo etc. prolijamente apilados y sobre ellos las pertenecían nuestras. También la carpa, los víveres etc. No estaba el pabellón nacional ni el mástil. Tampoco los elementos meteorológicos ni el trasmisor ni el generador. El mismo procedimiento con la casilla chilena. Reiteró el mayor su ofrecimiento de retirar lo que quisiera y reiteré mi negativa explicándole esta vez que él no tenía autoridad para concederme nada puesto que era yo la autoridad en la zona. Guardó silencio.
Bien, en esta situación nada, quedaba por hacer allí. Regresamos a la playa, embarqué al avión., Decolamos y ahora era mi problema era informarle al Comandante de la Fuerza de Tareas. Volamos hacia donde estimábamos que estaba la Nave Capitana y la avistamos en las cercanías de Isla Media Luna navegando rumbo a Decepción. Contactados por radio me comuniqué con el comandante de la FT. Le dije: “Tengo información de carácter secreto: no puedo decirlo por este medio”. Me responde: “Dígala”. Le informé sintéticamente lo acaecido. Me dice: “Recibido. Estamos navegando para Decepción para reunión de toda la F.T. Espérenos allí”. Comprendí que ya tenían conocimiento de lo ocurrido.
Varias horas después arriban al fondeadero todos los buques componentes de la FTA: los 2 transportes: ARA Bahía Aguirre, y el ARA Bahía Buen Suceso, los Avisos ARA Chiriguano y el ARA Diaguita, y además, el ARA Punta Ninfas. Cuando fondean todos los buques, me mandan la lancha.
Llego al Bahía Buen Suceso y me estaba esperando arriba de la escala real un oficial y me conduce hasta la cámara del comandante, por lugares no transitados para que no me viera nadie de la tripulación, sobre todo, los invitados y el personal civil. Así que, medio en secreto, me hace pasar a la cámara del comandante de la Fuerza, donde ya estaban reunidos todos los comandantes subordinados y el jefe del Estado Mayor de la FTA, que era el Capitán de Fragata D. Héctor Etchehebere. Yo interpreté eso como una suerte de consejo de guerra y me decía a mi mismo: “de aquí a Martín García, (prisión militar), en un vuelo sin escalas””.
Ese grupo de comandantes, por supuesto que eran mucho mayores y antiguos que yo, Capitanes de Corbeta Silvio Casinelli, Eugenio Fuenterosa, Roberto Arena, Carlos Brañas, y Ricardo Fitz Simon. Imponía en mí, lógicamente, cierta tensión.
Se aflojó la tensión cuando el capitán Panzarini, quien había sido Jefe del Batallón al que yo pertenecía como cadete en la Escuela Naval me dijo, con su habitual modo de expresarse reposado y preciso, que relatara lo acaecido. Terminada mi exposición me dijo que tenía información de Buenos Aires, que esto iba a ocurrir y por eso estaban ya zarpando hacia Decepción, y concentrando allí toda la FT.
Bueno, se resuelve en esta reunión de comandantes, que al día siguiente o ese mismo día (porque ya era media noche), iba a ir el Capitán Etchebehere, a la base inglesa, a hacer una formal y enérgica protesta. Yo le dije: “Señor permítame que, con el grupo de Infantes de Marina que tenemos embarcado, reconquiste la base que me han quitado”. Me dice: No, no; nada de violencia, porque no vamos a hacer eso, este es un caso que concierne a Cancillería.
La cosa es que se llevó la nota –de la que leí la copia- donde les decía, en muy correctos y diplomáticos términos, que reclamaba muy fuertemente sobre el atropello inglés, y que él se iba a abstener de hacer uso de la fuerza, en virtud de la tradicional amistad argentina británica y que reafirmaba la soberanía argentina; en fin, toda una carta redactada como para no reconocer y abstenerse del uso de la fuerza y transferir el caso a la discusión diplomática. Me autorizó el Cap. Ethebehere a acompañarlo en la lancha.
Bueno, ahí terminó el episodio en la Antártida; quedé embarcado hasta el final de la campaña en el ARA Bahía Buen Suceso, ya como oficial del buque.
Al regresar a Buenos Aires. Me enteré de cómo fue el proceso que se seguía en la Capital Federal. Tuve la oportunidad de conversar mucho con el embajador que, en Cancillería, estuvo a cargo de la parte diplomática y lo que supe también en Marina cuando busqué información de lo que había ocurrido aquí. Y esto es importante: cuando ocupamos la isla, inmediatamente, desde la base inglesa se informó a sus autoridades la ocupación nuestra, a raíz de lo cual vino la Fragata Bigbury Bay con el “gobernador” de Las Malvinas, que ya estaba embarcado y se enconaba en le zona. Y supe que los ingleses, desde mi ocupación, supongo que, a través de su embajada, habían hecho varios reclamos diplomáticos vía Cancillería. Y la contestación argentina fue en términos generales, similar a lo que le mandé decir al magistrado inglés. Y supe que el tercer reclamo que habían hecho, ya tenía forma de ultimátum. Pero ¿qué había ocurrido? Que el ultimátum lo mandaron (después, reconstruyendo los hechos con las fechas) cuando ya habían hecho la operación. Es decir, o por un problema de huso horario (tres horas de diferencia entre la Argentina y Gran Bretaña), o, tal vez, intencionalmente se daba que, cuando recibieron el ultimátum en cancillería, ya estaba concluida la operación que le conté.
Supe también que, enterado el gobierno nacional, ordenó a las Fuerzas Armadas establecer la situación de apresto; se cortaron las licencias y se prepararon las condiciones de alerta, listos a la acción; la Armada estuvo lista a zarpar. Hubo una reunión de gabinete también –según me enteré- donde se consideró un avance. También me dijeron que el ministro de Marina, porque en esa época había ministro de Marina que formaba parte del gabinete, aclaró la situación imperante en base a la información de inteligencia que se tenía en el Servicio de Inteligencia Naval: Se apreciaba que, en Malvinas, Gran Bretaña había concentrado durante ese mes, una flota, – por la interceptación de mensajes y de comunicaciones – y que se estimaba que esa flota sería muy superior a la nuestra la cual podría incluir un portaviones. Además, con un grupo embarcado –no supe de qué magnitud -de infantería de marina (”Royal Marines”).
La conclusión fue, según las fuentes de las que recibí los datos, que el asunto se concretaría mediante un reclamo enérgico a Gran Bretaña, vía cancillería.
También, me dijeron, que esa noche los diarios vespertinos iban a publicar algo de la noticia y se les convenció de no hacerlo. Este episodio de Caleta Balleneros nunca trascendió al público de modo que, oficialmente, no pasó nada.
Al encontrarme nuevamente, ya en Puerto Belgrano, con los dos suboficiales, me relataron lo sucedido en mi ausencia. Vieron que por tercera vez arribaba y fondeaba en Caleta Balleneros la fragata inglesa y que desembarcaba un grupo numeroso de gente, a lo que no le dieron mayor importancia porque ya había ocurrido eso en las anteriores oportunidades. Uno de los suboficiales estaba cocinando y el otro derritiendo nieve hasta que sienten que golpean la puerta del refugio.
***Era un agente de policía con el característico uniforme del policeman inglés (BOBBY). Se presentó como el policía Sullivan, hablando en correcto castellano porque había residido varios años en la provincia de Santa Cruz, y después se había radicado en Malvinas. Les pidió el pasaporte y la visa para estar en territorio británico. Ellos le contestaron que, de ninguna manera, porque estaban en territorio argentino. Entonces, el policeman les dijo:
*Señores, tengo orden del juez de Malvinas, de detener a todos los habitantes extranjeros en la posesión británica que no tengan la visa correspondiente.*
Los argentinos la contestaron algo así como: Nosotros estamos en territorio argentino y usted no tiene aquí ninguna autoridad ni tampoco ningún juez extranjero así que lo mejor que puede hacer es irse de aquí. La respuesta del inglés fue: Desde este momento ustedes están arrestados.
Lo que parece que le contestaron los dos fue un “rosario” en todos los idiomas. Entonces, este policeman, que entendía lo que decían, les dijo: Como ustedes saben, el policeman inglés no lleva armas. Por lo cual he pedido la colaboración de las fuerzas armadas para que apoyen la autoridad civil que yo represento; por favor, asómense”.
Estaban rodeados en un círculo por lo que vendría a equivaler a una sección de Infantes de Marina, me contaron que eran como treinta, los mismos que me rodearon cuando desembarqué del avión un par de días después. Resultaron ser marines que, en viaje de retorno a Inglaterra provenientes de Corea, que al cruzar el canal de Panamá los enviaron a Malvinas para embarcarse en la Bigbury Bay. De modo que actuó una parte de una compañía de Infantería de Marina fogueada veterana de guerra.
En el refugio, ellos no tenían armas; no tenían nada; no llevaban armas. De modo que fueron detenidos por la autoridad civil. Y fue una cosa muy importante porque no era para los ingleses una acción militar, pese a que estaba apoyada por una fragata inglesa, y por una sección de la Infantería de Marina y que, en Las Malvinas, por si acaso, habían concentrado un importante grupo de tareas naval.
La operación coincidía con lo que me había dicho el Mayor Andrews en lo referente que no se consideraba a los suboficiales como militares sino como civiles ilegales, para no complicar la situación y así no crear un conflicto diplomático.
Fueron embarcados en la fragata inglesa y trasportadas a Grietviken, a las islas Georgias hasta que los embarcaron en un buque –el buque tanque Quilmes –de la Compañía Argentina de Pesca que transportaba el aceite de ballena de las Islas Georgias directamente a Noruega, con la orden de desembarcarlos a la entrada del Río de la Plata, es decir que los dejaron en el pontón Recalada del Río de la Plata, el pontón de prácticos argentino frente a Montevideo. Y de ahí fue a buscarlos un barco de la Base Naval Río Santiago.
Al tiempo, ya destinado en el crucero ARA La Argentina recibo una citación del SIN (Servicio de Inteligencia Naval) para recibir una bolsa que contenía las cosas que los ingleses habían rescatado del refugio. Así me reencontré con mi ropa, mis uniformes etc., así como las pertenencias de los suboficiales y, ¡la Bandera Argentina! La tuve un tiempo y le hice hacer un cofre y la doné al Instituto Nacional Browniano, y está ahí, con una inscripción, “Bandera que perteneció al refugio Cándido de la Sala, ocupado por los ingleses en febrero de 1953·”.
El Teniente de Navío Cándido de la Sala fue el primer oficial argentino muerto en combate durante la Reconquista de las invasiones inglesas de 1806 y tiene su pequeño monumento en la plazoleta que está frente el Círculo Militar, en Retiro, consistente en un ancla y abajo la placa, que dice: “En memoria del Teniente de Navío Cándido de la Sala, primer oficial muerto en combate en la Reconquista”, justo en el sitio donde murió en combate. Era Teniente de Navío de la Armada Española (claro, en 1806, era Armada Española), pero él era argentino.
Como corolario de este relato cabe citar lo que expresé a un General, Director de la Escuela de Defensa Nacional con quien tenía una audiencia el 2 de abril de 1982, quien muy molesto me recibió diciéndome: “Vea señor capitán yo, general de la Nación, sé que el país está en guerra”.
Y le dije: “Señor general, le voy a contar una historia y verá que si por tres personas que ocupábamos un refugio en la Antártida movilizaron una flota que triplicaba la nuestra. Haga una regla de 3 simple.
Dicen que hay 3.000 hombres en Malvinas; los ingleses van a movilizar lo que tienen más lo que no tienen”.
Y así fue.
W/65: En memoria de un gran Jefe y amigo el Sr. Cap. Nav. D Jorge Chihigaren

sábado, 30 de abril de 2022

Georgias del Sur: El rol de las FF.EE. británicas

Fuerza de Operaciones Especiales Británica en Conflicto Anglo-Argentino (1982)

Sergey Kozlov
Revista Militar (original en ruso)




Por primera vez en las Islas Malvinas, los británicos llegaron a 1690. Administrativamente, las islas se consideran parte de la Corona británica desde 1833. En 1982, la población de las islas contaba con 2000. Todos hablaban inglés, aunque con un pequeño acento isleño, bebían cerveza oscura, conducían en coches con el volante a la derecha y se consideraban británicos, a pesar de la considerable distancia (13000 km) de la metrópoli.

El conflicto con la vecina Argentina comenzó debido a sus antiguos reclamos a las islas, que los argentinos incluso llamaron a su manera: Las Malvinas. 19 de marzo de1982, un grupo de argentinos disfrazados de recolectores de chatarra, aterrizó en la isla de Georgia del Sur, que pertenecía administrativamente a las Islas Malvinas, a pesar de su considerable distancia. En ese momento, solo un equipo de investigación antártico británico y dos camarógrafos estaban en la isla. Los argentinos tomaron rápidamente la abandonada estación ballenera de Leith y, sin entrar en ninguna negociación con los británicos en la isla, alzaron la bandera argentina. Así que hubo un incidente diplomático.


Buque hidrográfico británico "Endurance"


En marzo, 31, un escuadrón de veintidós marines reales que se encontraban en los Endurans que patrullaban el área del Atlántico fue enviado a la isla para llevar a cabo una presencia militar británica en Georgia del Sur, proteger a los exploradores británicos y monitorear a los argentinos.

Al mismo tiempo, en los 1100 kilómetros al noroeste, en la isla Soledad, una pequeña guarnición británica de unas cuarenta personas se alarmó. En abril, 1, el comandante real de Noruega, Norman, a la espera del aterrizaje de la fuerza de aterrizaje argentina, desplegó sus modestas fuerzas para proteger los puntos clave de las Tierras Populares del Este. Era muy consciente de que durante mucho tiempo no podía hacer frente a una gran fiesta de aterrizaje. El hecho de que los argentinos ciertamente aterrizarían aquí, fue entendido incluso por los lugareños.

Los argentinos se embarcaron a principios de abril en el desembarco de 2, llamando a la operación de invasión de Rosario. Las fuerzas eran demasiado desiguales, pero los británicos se opusieron al enemigo durante tres horas. En 8.30, el gobernador de las islas, Sr. Rex Hunt, para salvar las vidas de los infantes de marina y los defensores civiles de las islas, ordenó que cesara la resistencia.


Reconociendo sombrío noticias De los informes de la Fuerza Aérea, el comandante del regimiento SAS 22, el teniente coronel Michael Rose, de inmediato, dirigió al Escuadrón D en alerta máxima. A pesar del hecho de que la información sobre la crisis en el Atlántico Sur llegó el viernes, cuando la mayor parte del personal estaba en despido y tenía un buen momento, al mediodía del sábado se vestía con ropa y equipo, equipo y armas especiales y ya se han recibido municiones de los almacenes. El domingo por la mañana, todo el personal ya estaba en el RPM y recibió la tarea, y el grupo de avanzada salió volando para organizar un puesto en la isla de Asension, ubicada cerca del ecuador. Al día siguiente, seguido por el resto, así como todo el personal y los especialistas necesarios de otros escuadrones.

Georgias del Sur

Después de desembarcar el 3 de Abril en las Georgias del Sur, los argentinos intentaron convencer al teniente Miles y su pequeño destacamento de que se rindieran, pero fue en vano. Luego aterrizaron dos tandas de infantes de marina desde helicópteros de diferentes lados en las afueras del puerto de Gritviken y abrieron fuego contra las posiciones de los infantes de marina británicos en King Edward Point. A pesar de las fuerzas desiguales, los británicos lograron derribar uno de los dos helicópteros de transporte, así como dañar el helicóptero de reconocimiento. Y cuando la fragata enemiga intentó acercarse a la costa, los británicos abrieron fuego contra él desde lanzagranadas antitanque. Como resultado del disparo de ametralladoras, el barco recibió una lista.


Puerto de Gritviken en Georgia del Sur


Después de completar su tarea y darse cuenta de que ya no pueden influir en el resultado de los eventos, los marines se rindieron.

Se formó un grupo táctico en Asension bajo el mando del comandante del Cuerpo de Infantería de Marina, Guy Sheridan. Incluía la compañía M42 de la división de comando, la segunda sección de la SBS y el escuadrón D del 22º regimiento SAS. El grupo fue hacia el sur en las naves reales de la flota real Fort Austin y Tidespring, acompañados por los destructores Antrim y Plymouth. En el "Antrim" estaba el puesto de comando de la operación, que recibió el nombre en clave "Paraquet". Incluso antes del desembarco, se suponía que el grupo se encontraría con el barco hidrográfico "Endurance" y el submarino nuclear "Conqueror" en el mar. Se suponía que los helicópteros proporcionarían apoyo aéreo y apoyo operativo. Los Wessex y Linxs embarcados, así como el helicóptero Wasp del barco hidrográfico Endurance.

La ubicación solitaria de Georgia del Sur en el Atlántico crea tales vientos que su clima es comparable al clima del norte de Islandia. Las condiciones de vida en la isla están lejos de ser cómodas. Varios asentamientos se aferran a los acantilados de los fiordos. En la segunda quincena de abril, uno de los vientos antárticos más penetrantes comienza a soplar, y el día se reduce a unas pocas horas. Todas estas circunstancias obligaron a los argentinos a pensar que los británicos en ningún caso decidirían aterrizar un aterrizaje. Por lo tanto, su vigilancia fue reducida.

Exploración fallida

El 21 de abril, menos de tres semanas después de la invasión argentina, dieciséis especialistas en entrenamiento de montaña del SAS aterrizaron en la costa helada a seis mil kilómetros de la base británica más cercana. Una tormenta de nieve arrasó la isla. Los pilotos de helicópteros necesitaron mucho trabajo para levantar los helicópteros de la cubierta, pero incluso más mano de obra: en la oscuridad y con fuertes vientos para aterrizarlos en la plataforma no preparada Fortuna Glacier.


A pesar del alto nivel de preparación de los soldados, lograron moverse dentro de cinco horas a no más de un kilómetro del lugar de aterrizaje. Además de la tormenta de nieve, el asunto se complicó por la carga de los soldados. Traje cada uno pesaba alrededor de treinta y cinco kilogramos. Además, arrastraron cuatro trineos, cada uno de los cuales también pesaba hasta noventa kilogramos. Comenzó a amanecer. Con el fin de al menos de alguna manera esconderse del viento, las fuerzas especiales trataron de levantar dos carpas árticas. Pero con una ráfaga de viento, uno de ellos fue arrastrado, y el otro había roto los postes de instalación. La mayoría de los soldados se congelaron.

Bajo tales condiciones, no se podría hablar de un desempeño efectivo de la misión de combate. Era necesario evacuar el grupo a la nave lo antes posible. Debido a las difíciles condiciones climáticas durante la evacuación, dos helicópteros se estrellaron.

Al día siguiente, se decidió llevar a cabo la exploración de Leith y otros asentamientos en el área de Stromness Bay por las fuerzas de la segunda sección de SBS. Actuando en cinco botes inflables, tres personas en cada uno, los nadadores de combate debían aterrizar en la isla. Pero el viernes temprano en la mañana, cuando aún no había luz, a pesar del precalentamiento de los motores, tres de cada cinco se negaron a arrancar. Como resultado, los tres restantes fueron remolcados por dos barcos. En la oscuridad y debido a una fuerte ráfaga de viento cruzado, se perdieron dos botes remolcados. Afortunadamente, más tarde el equipo de uno de ellos logró encontrar el helicóptero de la Royal Navy. La tripulación del segundo bote asomó el cabo de la isla, desde donde durante varios días salió a pie, escondiéndose del enemigo. El resto llegó con éxito a la orilla y organizó la observación de los objetos planificados. Pero ellos mismos no pudieron regresar al barco, ya que los barcos estaban muy helados. Los nadadores de combate fueron retirados de la isla por un helicóptero Wessex en la mañana de abril 25.


Submarino argentino "Santa fe"


Todos los intentos adicionales de desembarcar tropas en la isla se pospusieron temporalmente debido a la aparición en la región del sur de Georgia del submarino argentino "Santa Fe".

Fue descubierta en la superficie del océano por un piloto del helicóptero Wessex, que evacuó a uno de los grupos de SBS. Atacó el bote y dejó caer cargas de profundidad, causándole daños. Y los helicópteros "Lynx" y "Wasp" causados ​​por este golpearon el bote con sus cañones y misiles. Incapaz de bucear, el barco se vio obligado a ir a Gritviken solo.

Los británicos decidieron no perder la iniciativa, por lo que hicieron un asalto de emergencia. Era imposible esperar hasta que se acercaran las principales fuerzas de los marines reales. Por lo tanto, habiendo reunido todas las fuerzas disponibles de SAS, SBS y marines, que suman unas setenta personas, los británicos decidieron aterrizar en el sur de Georgia. Se les opuso al menos el doble de la guarnición más grande del enemigo. Según la doctrina militar, para el éxito de una ofensiva, los atacantes deben ser tres veces más defensivos. Pero las fuerzas especiales británicas y los marines han ignorado este hecho.

CAPTURA DE LAS GEORGIAS DEL SUR

Bajo la cubierta del fuego de artillería de los barcos de Plymouth y Antrima, los primeros grupos de SAS aterrizaron en un terreno desnudo a dos kilómetros de la aldea y se atrincheraron allí. Pronto, los helicópteros entregaron el resto, quienes se habían reunido en la cresta y ahora podían observar a Gritviken. Mientras tanto, uno de los equipos del SAS avanzó hasta el pueblo. Allí los esperaban las sábanas blancas colgadas de las ventanas, y los argentinos que soñaban con rendirse.

La bandera nacional argentina fue sacada del asta de la bandera, y la Union Jack fue devuelta a su lugar habitual.


Al día siguiente, dos equipos de SAS y un equipo de SBS volaron en helicóptero a Leith. Y aquí, un escuadrón de dieciséis de las Fuerzas Especiales Británicas argentinas no ofreció una resistencia seria. En total, el grupo de desembarco capturó a los soldados y oficiales enemigos de 156, así como a los civiles argentinos de 38 en cautiverio.

La dominación argentina en Georgia del Sur, la duración de 23 del día, había terminado. Fue la primera victoria británica en el estallido de la guerra de las Islas Malvinas.

Al día siguiente, el Escuadrón D estaba de nuevo en los barcos que se dirigían a Malvinas. Las fuerzas principales se movían en la misma dirección, entre las que se encontraba el escuadrón S G, así como la sede del regimiento 22 SAS liderado por el teniente coronel Michael Rose.