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lunes, 3 de junio de 2024

EA: Maniobras del GAM 8 en Mendoza


Adiestramiento operacional en la montaña

Ejército Argentino




El Grupo de Artillería de Montaña 8 realizó un adiestramiento operacional en el campo de instrucción de la estancia San Alberto, provincia de Mendoza.



Los ejercicios comenzaron con el alistamiento de las subunidades, seguido de reconocimiento, marcha y ocupación de distintas posiciones de fuego. Además, se practicaron procedimientos de defensa de la posición y evacuación de heridos.



Las condiciones meteorológicas adversas aumentaron la dificultad de las maniobras, las cuales proporcionaron una valiosa experiencia para todo el personal e incrementaron la capacidad de la Unidad para operar en el entorno geográfico de alta montaña.

jueves, 28 de diciembre de 2023

Guerra Fría: Artillería soviética entre 1970-89

Artillería soviética – Guerra Fría 1970-89

Weapons and Warfare


 



Si bien el tanque se convirtió en el símbolo público y político de la destreza militar de un ejército, eclipsando otros sistemas de armas en el campo de batalla, dentro de los ejércitos la importancia del brazo de artillería no disminuyó y, a pesar de la llegada de los misiles y cohetes, el arma siguió siendo el arma preferida en el campo de batalla. tactical battle.fn1 Siempre que los objetivos estuvieran dentro del alcance, las armas eran capaces de producir disparos extremadamente precisos y muy destructivos en prácticamente cualquier lugar seleccionado por los comandantes del campo de batalla. Además, los sistemas de comando y control de artillería permitieron que las armas cambiaran de objetivo rápidamente y aumentaran el peso del fuego al poner en acción baterías adicionales según fuera necesario.


La artillería fue de gran importancia en la Segunda Guerra Mundial, y esto continuó en las muchas guerras menores entre 1945 y 1990, cuando el valor táctico de la artillería se demostró repetidamente, aunque nunca de forma más convincente que en la Batalla de Dien Bien Phu durante la Primera Guerra Indonesia. -Guerra China. Durante ese asedio prolongado, que duró desde diciembre de 1953 hasta mayo de 1954, la artillería del Viet Minh ocupó las colinas que dominan la base francesa y desde allí dominaron totalmente el campo de batalla, cerraron el aeródromo, cortaron los suministros y, finalmente, derrotaron a la guarnición.



A principios de la década de 1950, solo había una pequeña cantidad de cañones autopropulsados, todos en monturas abiertas en chasis de tanques convertidos, que apoyaban a las divisiones blindadas en algunos ejércitos (por ejemplo, el británico y el estadounidense). La gran mayoría de los cañones eran piezas con ruedas, remolcadas por un tractor de artillería especialmente diseñado o, en algunos casos, por un camión ordinario de uso general. En una conferencia del ejército de los EE. UU. celebrada en Washington en enero de 1952, se decidió que la velocidad de la guerra moderna estaba aumentando hasta tal punto, particularmente con la planificación de la infantería para ser montada completamente en vehículos blindados de transporte de personal, que las armas con ruedas ya no podrían mantenerse al día con la velocidad del movimiento. Además, la amenaza de las armas nucleares hizo necesario colocar a las tripulaciones dentro de casas de armas cerradas (torretas) para su protección. Es más, los vehículos con orugas eran más capaces de moverse a posiciones de fuego temporales, entrar y salir de la acción rápidamente, ya que no había necesidad de separar el arma de su tractor y colocarla en una placa base. Luego, después de disparar, podían moverse rápidamente, la llamada táctica de 'disparar y correr', antes de que la artillería enemiga pudiera determinar el origen de los proyectiles y disparar una misión de contrabatería.



La artillería soviética se había labrado una asombrosa reputación durante la Segunda Guerra Mundial, pero durante las siguientes dos décadas experimentó un conservadurismo inusual en las fuerzas armadas soviéticas, que no solo se adhirieron a la artillería remolcada, sino que también la desplegaron invariablemente en filas de seis cañones sin camuflar. posiciones de fuego. Por lo tanto, las armas bien establecidas de la Segunda Guerra Mundial permanecieron en servicio durante la década de 1950, y sus reemplazos en la década de 1960 también fueron remolcados. Solo en la década de 1970 entraron en servicio los cañones autopropulsados, en los que los chasis con orugas existentes se combinaron con versiones modificadas de cañones existentes, produciendo sistemas de calibre 122 mm, 152 mm y 203 mm. Aunque se habían retrasado mucho, demostraron ser de excelente calidad, con la combinación soviética habitual de diseño práctico, simplicidad y largo alcance, y causaron una alarma considerable en Occidente.

Checoslovaquia hizo una contribución notable al diseño de artillería con su sistema DANA, que entró en servicio en 1981. Este presentaba un cañón de 152 mm en una torreta dividida montada en un chasis de camión modificado de 8 × 8 ruedas. Aunque las ruedas redujeron su capacidad de campo traviesa en comparación con un vehículo de orugas, su desempeño fue más que adecuado para el servicio en Europa central con sus excelentes sistemas de carreteras, y cualquier desventaja táctica fue compensada por su alta velocidad en carretera, largo alcance en carretera, considerablemente costo de capital reducido y facilidad de mantenimiento.

Al igual que con los tanqueros, los artilleros persiguieron el objetivo de la precisión en la primera ronda. La precisión en el objetivo dependía de conocer la ubicación precisa de las armas, y los métodos manuales para inspeccionar las posiciones de las armas dieron paso a sistemas electrónicos mucho más rápidos y precisos. Además, los movimientos se hicieron tan frecuentes y el tiempo en cualquier posición tan breve que el método tradicional de determinar las condiciones meteorológicas mediante métodos visuales y manuales ya no era adecuado y se introdujeron sistemas completamente automatizados.

La introducción de los cañones SP con la tripulación alojada en una torreta significó que los métodos visuales de control en la posición del cañón fueran reemplazados por radio. Los sistemas de comunicación de artillería en constante expansión también permitieron a los comandantes de artillería ejercer una coordinación y un control mucho mayores de sus unidades y responder mucho más rápidamente a las solicitudes de apoyo de fuego. Muchas armas de artillería nacionales también se aferraron rápidamente al potencial de los sistemas de control de fuego computarizados.

Fuego de contrabatería

Cada sistema militar se aprovecha inevitablemente de sí mismo y, a medida que la artillería se volvió más efectiva, también se intensificó el duelo entre sistemas de artillería (conocido como fuego de 'contrabatería'). A principios de la década de 1950 había dos métodos bastante primitivos para localizar la artillería enemiga. Uno utilizó el análisis de cráteres para estimar la dirección y el alcance del arma. El otro, llamado 'rango de sonido', usaba micrófonos sensibles colocados a lo largo de una línea (la 'base de sonido') y conectados por radio; el sonido de los disparos fue detectado por los operadores, que utilizaron el tiempo de detección en los diferentes micrófonos para calcular el punto de origen.

En la década de 1970, sin embargo, la escala y la eficiencia de los sistemas de artillería soviéticos, junto con el tiempo cada vez más corto que se pasaba en cualquier posición, obligó a la OTAN a desarrollar sistemas más precisos, más rápidos y con menos mano de obra, como el Firefinder del ejército de EE. UU. que consistía en dos radares: uno para detectar morteros, el otro para detectar armas y lanzamisiles. Al detectar un proyectil, los radares lo rastrearon brevemente y luego usaron la trayectoria para calcular el punto de origen, presentando la ubicación precisa del sitio de lanzamiento al operador antes de que el proyectil entrante tocara el suelo. Luego, el operador pasó las coordenadas de la posición enemiga al centro de dirección de fuego, para que se incluyera en el plan de fuego de la contrabatería.

Artillería: OTAN y Pacto de Varsovia

sábado, 24 de septiembre de 2022

Malvinas: Los artilleros y el desempeño de Grupo de Artillería 3

El ejército argentino y la guerra convencional en la segunda mitad del siglo 20. Reflexiones a partir de la experiencia de la artillería en la guerra de Malvinas

Germán Soprano
IdIHCS-CONICET-UNLP
gsoprano69@gmail.com


  

Resumen:

Este artículo tiene por objetivo analizar dos cuestiones relacionadas con la participación del Ejército Argentino en la Guerra de Malvinas. Por un lado, la diversidad de perspectivas y experiencias vividas por los combatientes argentinos en esa guerra, particularmente, centrándonos en el Grupo de Artillería 3. Por otro lado, una cuestión menos estudiada en la historia reciente de la Argentina: la preparación militar para la guerra convencional. En consecuencia, sin descuidar la importancia de la denominada “Doctrina de la Seguridad Nacional”en las concepciones del conflicto e intervenciones represivas de las Fuerzas Armadas entre 1956-1983, afirmamos que es necesario profundizar complementariamente nuestros conocimientos sobre la educación de los militares y la instrucción, adiestramiento y alistamiento de sus unidades para la guerra convencional, especialmente, en función de hipótesis de conflicto con Chile y Brasil.

Palabras clave:

Guerra convencional, Guerra de Malvinas, Ejército Argentino, artillería, segunda mitad siglo XX


Introducción

Este artículo tiene por objetivo analizar dos cuestiones relacionadas con la participación del Ejército en la Guerra de Malvinas, la única guerra convencional que las Fuerzas Armadas Argentinas libraron en el siglo XX. Por un lado, nos ocuparemos de una cuestión problematizada por antropólogos e historiadores argentinos que comprendieron una pluralidad de perspectivas y experiencias de guerra vividas por los combatientes -oficiales, suboficiales y soldados conscriptosde diferentes unidades militares y de acuerdo con sus emplazamientos en el Teatro de Operaciones Malvinas o el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur. Particularmente nos centraremos en el caso del Grupo de Artillería 3, una unidad conducida por el entonces teniente coronel Martín Antonio Balza que participó en forma decisiva de la defensa perimétrica de Puerto Argentino. Por otro lado, a partir del conocimiento de este estudio de caso reflexionaremos acerca de una cuestión menos transitada en las investigaciones sobre historia reciente de la Argentina: la preparación militar para la guerra convencional. En este sentido, el buen desempeño de algunas unidades tácticas del Ejército –artillería de campaña, artillería antiaérea, compañías de comandos y algunos elementos de infantería- en la Guerra de Malvinas permite reconsiderar los alcances sustantivos de la interpretación dominante acerca de una Fuerza sólo preparada para atender hipótesis de conflicto internas entre 1956 y 1983. En consecuencia, sin descuidar la importancia de la denominada “Doctrina de la Seguridad Nacional” en la definición de las concepciones del conflicto e intervenciones represivas de las Fuerzas Armadas en esos años, afirmamos que es preciso -en forma complementaria- profundizar nuestros conocimientos sobre la formación y el perfeccionamiento de los militares y de la instrucción, adiestramiento y alistamiento de sus unidades operativas (considerando las armas de infantería, caballería, artillería, ingenieros y comunicaciones) para la guerra convencional, especialmente, en función de hipótesis de conflicto con Chile y Brasil.
Para dar cuenta de ambas cuestiones nos serviremos, por un lado,de entrevistas que efectuamos a oficiales, suboficiales y soldados conscriptos veteranos del Grupo de Artillería 3 en el marco de la investigación para la elaboración de una biografía del teniente general VGM (R) Martín Antonio Balza y, por otro, de fuentes como el Libro Histórico y el Diario de Guerrade esa unidad, reglamentos militares y artículos publicados en la Revista de la Escuela Superior de Guerra y otros documentos oficiales del Ejército.

Las Guerras de Malvinas

Algunas investigaciones de científicos sociales han reconocido y comprendido en sus singularidades las perspectivas y experiencias en y sobre la Guerra de Malvinas de oficiales, suboficiales y soldados conforme a la jerarquía, trayectoria y roles que estos cumplían en la cadena de mando castrense, las características orgánico-funcionales de las organizaciones militares en las que aquellos actores sociales se inscribían y los emplazamientos que ocuparon sus unidades en el conflicto bélico. [1]
El precursor estudio antropológico de Rosana Guber De chicos a veteranos. Memorias argentinas de la guerra de Malvinas –cuyo trabajo de campo etnográfico efectuó en 1989 y entre 1991 y 1993- se centró principalmente en las memorias de soldados conscriptos oriundos o radicados en diferentes provincias argentinas y combatieron en distintas unidades militares, pero también incorporó las de oficiales y suboficiales del Ejército, Armada y Fuer za Aérea Argentina.[2 ]
Destaca que una de las consecuencias que tuvo esta guerra fue la conformación de una nueva identidad social definida por su pertenencia nacional, de edad y por su participación directa en el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982: los “ex-soldados”, “chicos”, “ex–combatientes” o “veteranos de Malvinas”. [3]
 Posteriormente continuó sus investigaciones sobre Malvinas enfocándose en las memorias navales de la Armada y en las destacadas experiencias de los pilotos de los aviones de combate A4B de la Fuerza Aérea. [4]
En la historiografía son referencia ineludible los estudios iniciados porFederico Lorenz en 1995, dando cuenta también de esa diversidad de perspectivas y experiencias de los combatientes. Cuando publicó Las guerras por Malvinas propuso comprender las “distintas formas” en que la guerra “fue vivida” y “explorar las relaciones entre la experiencia de los actores, protagonistas y testigos voluntarios o involuntarios de una guerra y sus consecuencias”. [5]

En ese libro se concentró en los conscriptos o “ex–soldados combatientes”. Asimismo en un artículo más reciente Lorenz destacó la singularidad de las perspectivas y experiencias de guerra reconocibles a partir del análisis de los emplazamientos que tuvieron las unidades militares, en particular, abordando el caso de aquellos oficiales del Ejército destinados con sus unidades en la Isla Gran Malvina –el Regimiento de Infantería 5, compañías del Regimiento de Infantería Mecanizado 8 y la Compañía de Ingenieros 9- que quedaron aisladas tras el desembarco británico en el Estrecho de San Carlos el 21 de mayo de 1982 y padecieron hambre por causa del desabastecimiento y el hostigamiento de las fuerzas enemigas prácticamente sin poder entrar en combate. [6]

Por su parte, las investigaciones del politólogo Alejandro Corbacho y los historiadores Andrea Belén Rodríguez y Pablo Melara estudiaron las particulares vivencias de la Guerra de Malvinas del personal la Armada Argentina destinado en el Teatro de Operaciones Malvinas: el Batallón de Infantería de Marina 5, el Apostadero Naval Malvinas y la Agrupación de Buzos Tácticos, respectivamente.[7]
Por último, la antropóloga María Pozzio se ocupó de la original experiencia de las mujeres enfermeras enviadas a las islas como personal de sanidad militar. [8]

En definitiva, las guerras son fenómenos colectivos y, como tales, reconocemos entre ellas similitudes y diferencias históricamente dadas. A su vez, las vivencias de los combatientes de una guerra también revelan similitudes y diferencias colectivas e interindividuales. Una lectura de los trabajos de los científicos sociales mencionados nos permite llamar la atención acerca de las diversas perspectivas, experiencias y memorias producidas en torno de la Guerra de Malvinas conforme a las posiciones y roles sociales ocupados por sus protagonistas en sus organizaciones militares y en relación con el emplazamiento y participación de sus unidades en los combates. Teniendo en cuenta esta hipótesis, buscaré a continuación destacar algunas especificidades de una unidad del Ejército: el Grupo de Artillería 3.

El Grupo de Artillería 3

Su jefe era el teniente coronel Martín Antonio Balza. Desde que ingresó como cadete al Colegio Militar de la Nación a principios de 1952 hasta que asumiócomo jefe del Grupo de Artillería 3 de Paso de los Libres (provincia de Corrientes) en diciembre de 1979, transcurrieron casi veintiocho años en los que se preparó para conducir una unidad militar en una guerra convencional realizando cursos de perfeccionamiento, actividades en distintos destinos operativos y participando en una misión internacional. En ese extenso período fue: 

  • Cadete del arma de artillería en el Colegio Militar de la Nación (1952-1955).
  • Oficial subalterno en unidades operativas: Grupo de Artillería de Montaña de Uspallata (1956  a 1958),  Grupo de Artillería Liviana de Campaña Motorizado “Brigadier General Iriarte”  de  Ciudadela  (1959-1960)  y Grupo  de  Artillería  3  de  Paso  de  los  Libres (1966-1967). 
  • Oficial instructor (1962 a 1964) y jefe de la División Central (1965) del Colegio Militar de
    la Nación. 
  • Cursante  (1958-1959),  oficial instructor (1961-1968-1969) y jefe de la División de Enseñanza y Doctrina en la Escuela de Artillería (1978). 
  • Observador militar en Medio Oriente (1970). 
  • Cursante de la Escuela Superior de Guerra del Ejército (1971-1973). 
  • Oficial de Estado Mayor del Comando de la IX Brigada en Comodoro Rivadavia (1974-1975). 
  • Cursante de la Escuela Superior de Guerra del Perú (1976-1977).
  • Jefe  del  Grupo  de  Artillería  102  de  Junín  en  el  marco  de  la  “Operativo  Soberanía” (octubre de 1978-marzo de 1979) en ocasión de la escalada del conflicto con Chile. 
  • Oficial de Estado Mayor del Comando de Artillería (1979). [9]

Si presento este recuento de hitos en la carrera militar de Balza es para llamar la atención del lector sobre el siguiente presupuesto: disponer de un buen líder militar táctico demanda una inversión de recursos que un Estado y una sociedad sólo alcanza sosteniendo durante años y de modo continuo esfuerzos destinados a su formación básica, perfeccionamiento y actividad profesional operativa. Y aunque el obligado cumplimiento de este presupuesto no garantiza necesariamente el buen suceso de la conducción del líder táctico en la guerra, no es posible desconsiderar su importancia en los resultados de su desempeño. Como el resto de la ciudadanía argentina, Balza tomó conocimiento de la “recuperación” de las Islas Malvinas en la mañana del 2 de abril. [10]

El 6 de abril la conducción del Ejército dispuso que su unidad fuera enviada a San Antonio Oeste en el litoral de la provincia de Río Negro. La decisión no lo tomó por sorpresa, pues contaba con su unidad alistada para el combate. En la noche del 9 de abril partieron en tren desde Paso de los Libres –con armas, municiones, vehículos y provisiones- rumbo al sur. Después de casi un día de viaje hicieron escala en la estación de Martín Coronado en el conurbano bonaerense. Por lanoche trasbordaron a otro tren que los condujo a Ingeniero White donde arribaron el 12 de abril a las seis de la mañana; en una parada en el camino en la estación Coronel Pringles le informaron su nuevo destino: Puerto Argentino. Ese mismo día trasladó a una parte de sus hombres hasta la cercana Base Aeronaval Comandante Espora para embarcarlos en tres aviones de transporte Hércules C-130 de la Fuerza Aérea y dos Boeing 737 de la empresa estatal civil Aerolíneas Argentinas. Seleccionó aquellos que consideraba menos aptos para el combate y los dejó en el continente. Lo acompañaron 3 mayores, 26 oficiales subalternos, 64 suboficiales y 112 soldados conscriptos. En la madrugada del 13 de abril arribaron a Puerto Argentino. Los soldados del Grupo de Artillería 3 que llevó a las Islas Malvinas procedían de las provincias del noreste argentino, pertenecían casi en su totalidad a la clase 1962, y efectuaron su instrucción en esa unidad en el año 1981. Dicha preparación no era una capacidad que dispusieran otras unidades delEjército que acababan de incorporar soldados de la clase 1963.

El Grupo de Artillería 3 arribó a Puerto Argentino con 18 obuses Oto Melara calibre 105 mm con alcance de 10.200 metros que integraban las Baterías de Tiro “A”, “B” y “C”, un carro aguatero, una cocina rodante, dos jeeps y un camión Unimog. Estos últimos medios –así como la munición para los obuses- fueron transportados por orden de Balza junto con su unidad, contraviniendo órdenes superiores que decían que aquellos seríanenviados posteriormente a las islas. Ya en Puerto Argentino ordenó la inmediata construcción de posiciones de las baterías –reales y simuladas- como tarea prioritaria.



Balza tuvo una destacada participación en la guerra de Malvinas como jefe del Grupo de Artillería 3 y como coordinador del Apoyo de Fuego de la Agrupación Ejército que aseguraba la defensa perimétrica en Puerto Argentino. [11]

 Esta última comprendía la participación de su unidad, una batería del Batallón de Infantería de Marina 5 y, posteriormente, incorporó al Grupo de Artillería Aerotransportado 4 y dos piezas de artillería SOFMA del Grupo de Artillería 101 calibre 155 mm –con alcance de 20.000 metros- agregadas a mediados del mes de mayo conformando la Batería de Tiro “D”del Grupo de Artillería 3. [12]

El Grupo de Artillería 3 estaba bien instruido y adiestrado para combatir en una guerra convencional y, por ello, su papel en la defensa perimétrica de Puerto Argentino fue destacado por protagonistas y analistas británicos que ponderaronsu desempeño atendiendo a las desiguales condiciones del poder de fuego argentino respecto de las capacidades del poder aéreo y de la artillería naval y de campaña enemigos. Asimismo –como pude constatar en las entrevistas a oficiales, suboficiales y soldados veteranos- la unidad se mantuvo cohesionada y en buen estado físico y moral durante toda la guerra. [13]

Cuando en la mañana del 14 de junio se produjo el cese el fuego sólo dos hombres del Grupo de Artillería 3 habían perdido la vida en combate -el teniente Alberto Rolando Ramos y el cabo primero Ángel Fidel Quispe- y otros veinticinco resultaron heridos. Las tropas argentinas en Puerto Argentino fueron hechas prisioneras. Los oficiales subalternos, suboficiales y soldados fueron enviados por los británicos a Puerto Madryn donde llegaron con otros combatientes argentinos entre 18, 19 y 21 de junio; en tanto que oficiales superiores y oficiales jefes y unos pocos oficiales subalternos y suboficiales del Ejército, Armada y Fuerza Aérea permanecieron prisioneros de guerra hasta que fueron trasladados a la mencionada localidad donde arribaron el 14 de julio. Entre estos últimos estaba Balza.
Instrucción, adiestramiento y alistamiento de una unidad de artillería de campaña Como otras unidades de artillería, la organización y funcionamiento del Grupo de Artillería 3 era planificada y ejecutada anualmente con vistas a afrontar una guerra convencional, esto es, contra Fuerzas Armadas de otro Estado, considerando especialmente hipótesis de conflicto vecinales. Balza fue designado jefe de la unidad el 31 de octubre de 1979 y asumióel 20 de diciembre. Esa jefatura era la oportunidad que esperaba para modelar un grupode artillería según la idea que se había formado a lo largo de casi treinta años. Se concentró inmediatamente en la instrucción y adiestramiento del personal y el alistamiento de su unidad. El teniente Oscar Martínez Conti era su oficial de personal. Había arribado al Grupo de Artillería 3 a fines de 1980 y recuerda que Balza:

“… siempre estaba muy concentrado en la profesión. Lo normal era que estuviera en actividad entre las siete de la mañana y las diez de la noche. Y los sábados a la mañana nos venía a buscar […] El Grupo de Artillería 3 fue exitoso o tuvo un buen desempeño en Malvinas porque cumplimos con lo que se esperaba de la organización. Hicimos aquello para lo que nos habíamos preparado durante dos años. No hicimos nada por encima de eso. En 1981 tuvimos catorce salidas al terreno. Por eso siempre digo: la explicación de por qué el buen desempeño es el número catorce. La guerra se ejercita en el terreno. Con la salvedad, claro, que ni el aula ni el terreno, logran representar realmente lo que pasa en la guerra. Pero la ecuación del terreno es irreemplazable. Normalmente salíamos al campo de instrucción del cuartel o al Campo Ávalos cerca de Monte Caseros. Esas salidas le dieron una habilidad técnica y táctica al Grupo. En 1981 hubo un recambio de oficiales. Balza armó un equipo de oficiales muy bueno”. [14]

El mayor Carlos Milanese fue designado oficial de operaciones. Cuenta que en el año 1981:
“Teníamos muchísimo trabajo. El Grupo de Artillería 3 era una unidad seleccionada para experimentar la incorporación trimestral de soldados conscriptos. Uno tenía la unidad siempre instruida y operativa. Posiblemente la renovación [de la incorporación de conscriptos] por cuartos [trimestral] se efectuaba al interior de cada batería. El programa de alistamiento de la unidad preveía, por ejemplo, la marcha motorizada con los equipos y víveres hasta el lugar elegido para los ejercicios, entrar en posición, tiro de artillería, todo esto planteado en una operación terrestre. Balza tuvo a la unidad entrenándose todo el año en el terreno. La gente estaba ejercitada. En el país nadie tenía pensada una guerra contra el Reino Unido y tampoco en un territorio insular. Pero igual andábamos todo el tiempo y todo el año, marchas a pie de noche, haciendo adaptación y resistencia a la fatiga. Balza le ponía mucho énfasis a eso”. [15]
En tiempos de paz, además de las Baterías Comando y Servicios, las unidades de artillería tenían dos Baterías de Tiro. En el caso específico del Grupo de Artillería3 cada una disponía de seis piezas de artillería Oto Melara calibre de 105 mm incorporadas enel año 1981 en reemplazo de los obuses Schneider calibre de 105 mm. Al frente de cada batería había un oficial jefe de batería (un teniente primero) y uno o dos oficiales de batería (teniente o subteniente). A su vez, en cada pieza de artillería había un suboficial jefe de pieza (sargento primero o sargento), un suboficial auxiliar (cabo primero o cabo) y seis soldados en el servicio de pieza con funciones como apuntador derecho, apuntador izquierdo, graduador (el que regula la espoleta a tiempo del proyectil) y dos abastecedores de munición. Entre los servidores de pieza uno cumplía el rol de comunicante.

Los soldados de una clase llamados a servir como conscriptos eran convocados mediante una cédula que les ordenaba presentarse en la sede del distrito militar correspondiente a su domicilio declarado en el documento nacional de identidad o el registro de enrolamiento. De acuerdo con Oscar Martínez Conti, a fines de 1981 el Ejército estableció un sistema experimental en la Brigada de Infantería III denominado “por cuartos”, de modo que los relevos se hacían en forma trimestral para disponer de soldados instruidos y a la unidad operativa ciento por ciento durante todo el año. Por ello a fines de dicho año sólo se licenció al 25 por ciento de los soldados de la clase 1962. [16]
Con este sistema “experimental” la primera incorporación del año se producía en febrero-marzo y la última en noviembre-diciembre. De este modo: “Si de los seis sirvientes que tiene un Oto Melara estaban instruidos tres –el apuntador, el cargador y el que dispara- era suficiente; el resto movía las cajas”. [17]
Para Guillermo Castillo:

“El soldado de clase 62 estaba muy bien instruido en el Oto Melara. El observador adelantado sabía hacer bien las apreciaciones del blanco, correcciones. El comunicante tenía el conocimiento del vocabulario específico. En la pieza el apuntador derecho e izquierdo, el graduador de la espoleta de tiempo [del proyectil] eran tipos despiertos. Una vez aprendida la tarea tenía que hacerse en forma rutinaria bajo el control del jefe de pieza y del oficial a cargo. Por eso cuando los soldados de la clase 62 fueron reincorporados en abril del 82 sólo hubo que refrescarles los conocimientos”. [18]

La rutina diaria comenzaba en el cuartel alrededor de las 06:00 horas con la formación en la plaza de armas, práctica de orden cerrado, estudios y prácticas de artillería: conocimientos teóricos y prácticos de tiro de artillería, topografía, comunicaciones, servicio de pieza, reglamentos militares, servicio interno y en guarnición. La instrucción estaba a cargo principalmente de los suboficiales, pero los oficiales de las baterías también intervenían en algunas instancias como cuando efectuaban simulacro de tiro o tiro de artillería. [19]

“Aprendíamos los roles de servicio de pieza, observador adelantado y centro de dirección de tiro [CDT]”. [20]

Hacían entrenamiento en la pista de combate y de atletismo que había en la unidad. Salían a correr por los alrededores o hasta la ciudad. En la cancha de polo lindera al cuartel practicaban tirode artillería con munición de subcalibre que no producía explosión pero servía para batir blancos. [21]

“Balza estaba presente en todo el proceso de instrucción de los soldados como artilleros.
La instrucción era estricta, permanentemente controlada y evaluada. Por ejemplo, el viernes íbamos a tirar a un campo detrás de Zapadores –Lomas Valentina. La zona de blanco y punto base era El Hachazo. Salíamos a tirar [con los obuses]. A la tarde llegaba Balza a controlar el tiro y podía decir: `Tal cosa no está bien, se quedan hasta mañana´… En la semana salíamos a hacer gimnasia y a correr con él. […] La práctica de tiro de artillería era intensiva, permanente, en la instrucción. También íbamos alCampo Ávalos como unidad a hacer ejercicios propios o participando en los de la Brigada. Podíamos tirar 30 o 40 tiros por pieza […] En junio se hizo un ejercicio helitransportadoen Campo Ávalos, sólo con los cuadros y con una pieza de cada batería. Desgraciadamente esto último no pudimos ponerlo en práctica en Malvinas por la falta de medios [helicópteros] y, por eso, teníamos que trasladar las piezas con vehículos”. [22]


La unidad tenía sistematizados y bien incorporados sus Procedimientos Operativos Normales (PON) para realizar diferentes actividades con automaticidad, facilitar “su ejecución, el comando y el control del jefe del elemento de menor nivel” y “superar las exigencias desconocidas” en las contingencias que ocurren durante el combate. [23]

Balza definió los PON como:

“Algo que el hombre aprende en cada actividad. Automatiza todo. Por ejemplo: el procedimiento de tiro… Se evita de este modo dar órdenes innecesariamente para cumplir con tareas rutinarias. Con darse una señala alcanza. Llevábamos un orden para todo. Pero lograr eso lleva tiempo en cualquier unidad. Y continuidad en el trabajo con oficiales, suboficiales y soldados. Yo ya había iniciado eso en 1980 y para el 2 de abril de 1982 llevaba más de dos años ejercitándolo”. [24]

A aquellos soldados que contaban con estudios secundarios completos se les ofrecía la posibilidad de efectuar el curso de AOR-Auxiliar de Oficial de Reserva. En1981 los conscriptos que se sumaron a esa modalidad fueron incorporados a la Batería de Tiro “B”. Su instrucción como soldados y artilleros era más rigurosa, pues finalizaban el servicio militar con el grado de subteniente de reserva. Ese año optaron por esa modalidad entre cuarenta y cinco y sesenta, pero concluyeron unos siete o cinco. La instrucción que efectuabanera como observador adelantado, operador de plano horizontal (que maneja cartografía y realiza cálculos para el tiro de artillería) y oficial de batería. Asimismo, esa modalidad del servicio militar tenía como “beneficio” poder terminar la conscripción en noviembre cuando se producía la primera baja de soldados. [25]

Como mencionara Oscar Martínez Conti, las salidas de la unidad al terreno para ejercitar eran frecuentes –algunos testimonios señalan una vez al mes- pudiendo incluir marchas a campo traviesa con materiales y equipo desde Paso de los Libres hasta la pequeña localidad de Yapeyú distante a unos 75 kilómetros al norte por la costa del Río Uruguay, o trasladarse hasta el campo de instrucción que el Ejército disponía unos kilómetros más al sur en el denominado Campo Ávalos. En este último practicaban tiro con los obuses Oto Melara calibre de 105 mm. El sargento José María González Fernández recuerda que en 1981: “Vivíamos de instrucción en el campo. A cualquier hora había alistamiento. Balza estaba presente todo el tiempo”. [26]

Y el soldado Elías Mango: “En Campo Ávalos hicimos tiro [de artillería] cercano por encima de la tropa [de infantería] a menos de 600 metros. Un tiro muy delicado, riesgoso. En la guerra tuvimos que tirar sobre tropa propia muchas veces y nosotros ya teníamos esa experiencia encima”. [27]

 Asimismo para el sargento mecánico de munición y explosivos Luis María Rodríguez:

“Ese año la instrucción fue intensa porque se recibieron los obuses Oto Melara [de 105 mm], pero cuando entregamos los Schneider [de 105] mm lo hicimos agotando la munición que tenían asignada. Por eso ese año tiramos con los dos obuses. Y si bien cada uno tiene su particularidad, los principios son los mismos. Optimizamos al máximo la instrucción.
Debemos haber tirado el doble de lo que se hace en un año. Yo le digo a los jóvenes que lo que hicimos en Malvinas lo hicimos por lo que habíamos hecho en la instrucción […] Eso es porque teníamos entrenamiento y el equipo preparado. Nos pasaban revista. Había una orden de ingreso y salida con el bolso alistado. Después nos dimos cuenta que no es lo mismo cuando está todo arreglado. Todos teníamos cada uno el casco, el fusil y dotación de munición. Todo listo. Terminaba la formación y se ordenaba alistamiento y cada uno iba a buscar armas, casco, munición y bolsón. Al principio nos costó. No le veíamos la importancia. Después nos cayó la ficha ¿Por qué tengo que poner ese orden? Para que cada uno sepa rápidamente y para que el equipo de uno sirva para otro. La munición de las piezas yo ya las tenía preparadas por batería y pieza de cada batería. Cada una tenía la dotación inicial. En el caso de los Oto Melara [calibre de 105 mm]70% de proyectiles con espoleta instantánea, 20% con espoleta a tiempo y 10% con proyectiles fumígenos. 190 disparos por pieza. Yo había entendido cómo era el sistema”.
[28]

Miguel Ángel Rubio dice que Balza ordenaba cada mes o mes y medio el alistamiento de la unidad para chequear que estuviera pronta para su desplazamiento y eventual empeñamiento en combate. “Cada uno sabía loque tenía que hacer. El alistamiento lo podía ordenar a cualquier hora. Por ejemplo a la madrugada y sin previo aviso. Un sábado también. Una vez lo hizo a las dos de la mañana. Nos reunió en la plaza de armas del cuartel y nos dio la orden de marchar hasta Yapeyú. Nosotros para adentro lo puteábamos, pero eso hizola diferencia en Malvinas”. [29]

Los soldados debían aprender a identificar una cuestión básica y vital para la supervivencia en combate de los miembros de una batería de artillería: reconocer el tiempo que demora un proyectil entre el “estampido de boca” en las piezas del enemigo hasta su caída en la posición propia o sus proximidades. Este fue también un conocimiento práctico clave posteriormente en la Guerra de Malvinas, si bien, como apuntaba un suboficial: “Ahí [en las Islas Malvinas] tuvimos que aprender que las fragatas [británicas] tiraban con marcha cadencia y, por eso, era difícil diferenciar el estampido de boca [en el cañón de la fragata] y el estampido de explosión [en la posición propia]”. [30]

 Es decir, la instrucción en tiempos de paz era fundamental, pero la guerra imponía siempre novedades, contingencias no previstas, que había que comprender y saber lidiar con ellas para ser eficientes en combate y, por supuesto, sobrevivir.

Ese año 1981 el Grupo de Artillería 3 estaba tan bien preparado física, militar y moralmente que enviaron una representación para participar de una competenciade ejercicios de infantería –que comprendía tiro, lanzamiento de granada, pista de combate ymarcha o carrera a campo traviesa- organizada por la Brigada en Curuzú Cuatiá y la ganaron. “El comandante de la Brigada quería matar a los infantes ¡les habían ganado los artilleros en su propia especialidad!”. [31]

Contar con el personal instruido y la unidad alistada en forma permanente fue un factor decisivo cuando el Grupo de Artillería 3 recibió la orden de marchar al sur argentino a principios de abril de 1982 y, obviamente, también en la guerra.

Por último, señalemos que conforme a las “directivas de educación” impartidas por el Ejército el
discurso de la “lucha contra la subversión” estaba presente en las concepciones emanadas de las mismas. Sin embargo, Balza sostiene que ese discurso no tenía consecuencias prácticas en la instrucción y alistamiento del Grupo de Artillería 3, pues era unidad no tenía responsabilidad territorial excepto en lo relativo al control de las rutascercanas al cuartel. En consecuencia, en los años en que estuvo al frente del mismo -1980, 1981 y parte de 1982- se priorizaron las actividades de instrucción y alistamiento propias de una unidad de artillería de campaña. [32]

La artillería en la Guerra de Malvinas

Si la inminente conflagración con Chile había sido el resultado de tensiones acumuladas entre ambos países durante un siglo de hipótesis de conflicto vecinales, la recuperación de las Islas Malvinas por la Argentina el 2 de abril de 1982 y el inicio de la guerra con Gran Bretaña fue un hecho para el cual el Ejército Argentino no se había preparado a lo largo de toda su historia. Federico Lorenz observa que de cada diez combatientes argentinos, en el Ejército siete eran soldados conscriptos de las clases 1962 y 1963 -los de esta última con escasa o nula instrucción militar pues habían sido incorporados a principios de 1982. [33]

 Por el contrario las unidades británicas se integraban en su totalidad por militares profesionales y estaban tecnológicamente mejor equipadas. Estos dos factores no fueron los únicos que decidieron el conflicto en favor de Gran Bretaña, pues a pesar del buen desempeño de muchos oficiales, suboficiales y soldados argentinos, no estaban en condiciones para afrontar una guerra convencional contra una potencia mundial; más aún si se considera que desde mediados del siglo XX el pensamiento y accionar militar argentino se había orientado hacia conflictos internos en el marco de la “doctrina de la seguridad nacional” y que desde 1930 las conducciones castrenses habían intervenido en la política nacional y en los asuntos del gobierno civil del país.

Ahora bien, si bien subscribo la anterior afirmación, considero que es una explicación genérica que no puede aplicarse sin más al desempeño táctico que tuvieron jefes, oficiales, suboficiales y soldados argentinos en la Guerra de Malvinas. Del análisis del Informe de la Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades del Conflicto del Atlántico Sur –conocido como Informe Rattembach- se desprende el destacado papel como jefes tácticos en las operaciones terrestres desplegado por el teniente coronel Antonio Martín Balza –jefe del Grupo de Artillería 3- teniente coronel Mohamed Alí Seineldín –jefe del Regimiento de Infantería Mecanizado 25-, el mayor Aldo Rico –jefe de la Compañía de Comandos 602-, el teniente coronel Carlos Alberto Quevedo -jefe del Grupo de Artillería Aerotransportada 4-, el teniente coronel Héctor Lubín Arias -jefe del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601- y el capitán de fragata Carlos Hugo Robacio –comandante del Batallón de Infantería de Marina 5. [134]

Comparando el poder de fuego de la artillería de campaña de las fuerzas argentina y británica, esa asimetría se expresaba en la disposición por parte de la primera de 18 obuses de 105 mm Oto Melara del Grupo de Artillería 3, 17 obuses de 105 mm Oto Melara del Grupo de Artillería Aerotransportada 4, 3 cañones SOFMA de 155 mm (el cuarto no llegó a estar operativo) procedentes de los Grupos de Artillería 101 y 121 agregados alGrupo de Artillería 3 y 6 obuses de 105 mm Oto Melara de la Batería de Artillería del Batallón de Infantería de Marina 5 (total 44 piezas). Recordemos que los obuses argentinos de 105 mm tenían un alcance de 10.200 metros y los cañones de 155 mm de 20.000 metros. En tanto que la artillería de campaña británica contaba con cañones de 105 mm con alcance de 17.000 metros: 18 piezas el Regimiento 4 Aerotransportado de la Artillería Real, 18 piezas el Regimiento29 de Artillería Real y 18 piezas del Regimiento 66 de la Artillería Real (total 54 piezas). El coronel (R) Horacio Rodríguez Mottino concluye, pues, que la relación de potencia entre ambas artillerías de campaña era favorable a los británicos en proporción de 3/1. [35]

Para Balza esas asimetrías se veían acrecentadas a favor de los británicos por una relación desfavorable para los argentinos entre la extensión del perímetro de Puerto Argentino que debía defender y la cantidad relativamente insuficiente de piezas de artillería que disponían. A su vez, las dificultades se crecentaban toda vez que se disponía de muy pocos proyectiles de iluminación de 105 mm y munición de 155 mm, radares adecuados para la adquisición de blancos y medios de comunicación, ausencia helicópteros para la movilidad del material, y deficientes en las coordinaciones con algunas unidades de infantería del Ejército para reglar el tiro de artillería. [36]

¿Qué factores coadyuvaron al cumplimiento de las misiones del Grupode Artillería 3 y cuáles los limitaron? De acuerdo con la evaluación que Balza efectuó del desempeño de su unidad en combate en la inmediata posguerra en el Informe de Operaciones del Grupo de Artillería 3 del 6 de agosto de 1982, destacaba entre los primeros:

  1. eficiente nivel de instrucción de cuadros y tropa; 
  2. empleo de los soldados de la clase 1962 con sistema de incorporación trimestral y selección de personal de tropa dejando en el continente aquel que no era estrictamente necesaria; 
  3. óptimo estado físico del personal; 
  4. material de artillería y radar Rasit en buen estado; 
  5. eficientes operadores de radar Rasit; 
  6. buen funcionamiento del material de comunicaciones; 
  7. intensificación de la instrucción nocturna antes del inicio de las operaciones; 
  8. eficiente ensamble técnico en el servicio de pieza, observadores adelantados, centro de dirección de tiro y operadores de equipos de comunicaciones; 
  9. operar medios de comunicación con el personal de cuadros; 
  10. supervisión en todos los niveles de los aspectos ordenados relativos al mantenimiento de la moral, favoreciendo positivamente en el “espíritu de cuerpo” y el “índice disciplinario”. [37]

En tanto que los factores que a su juicio los limitaron fueron: 

  1. falta de radares contra-armas (contra-morteros y contra-artillería), radares tipo Ratac para la dirección de tiro de artillería (especialmente para los cañones SOFMA de 155 mm) y computadoras para el tiro (tipo David); 
  2. limitados conocimientos de las posibilidades y limitaciones de la propia artillería por parte de los elementos de maniobra; 
  3. carencia de proyectiles de iluminación para los obuses Oto Melara de 105 mm y la que se disponía para los cañones SOFMA de 155 mm fue provista por la Armada; 
  4. falta de movilidad, especialmente aérea (helicópteros) para el traslado de las piezas, municiones y personal; 
  5. necesidad de más piezas de artillería de 155 mm; 
  6. falta de instrucción integrada entre el elemento de maniobra (principalmente las unidades de infantería del Ejército) y el apoyo de fuego. [38]

 Asimismo Balza resaltó otros factores que también contribuyeron a favor de su misión como el buen estado sanitario de sus hombres al cuidado del oficial médico, el mantenimiento de la moral a cargo del oficial de Personal, la acción integral del oficial de Intendencia. Y otros que la dificultaron como la recepción de los “agregados” –oficiales, suboficiales y soldados de otras unidades incorporados al Grupo de Artillería 3- a escasas horas de partir al Teatro de Operaciones y el hecho de que en términos generales sus conocimientos acerca de la técnica del arma (artillería) no estaba de acuerdo con su jerarquía y en algunos casos no contaban con adecuado estado físico que exige el combate, para lo cual “tuvieron que tomar el ritmo propio de la unidad durante el desarrollo de las operaciones” y “algunos no lo lograron”. [39]

En definitiva, la adecuada performance del Grupo de Artillería 3 en la defensa perimétrica de Puerto Argentino durante la Guerra de Malvinas fue consecuencia de: a) un calificado y experimentado liderazgo militar forjado en un proceso de educación y desarrollo de la carrera profesional de Balza como oficial de artillería y de Estado Mayor que se extendió a lo largo de treinta años desde que ingresara al Colegio Militar de la Nación en 1952 hasta que asumió la jefatura del Grupo de Artillería 3 en diciembre de 1979; b) oficiales, suboficiales y soldados conscriptos de la clase 1962 debida e intensamente instruidos en las operaciones propias de la artillería de campaña y alistados con más de un año de trabajo en el cuartel y en salidas al terreno; c) una unidad cohesionada en tiempos de paz que –que aunque incorporó personal “agregado” poco antes de cruzar a las Islas Malvinas, pasó “disminuida” desde el continente dejando el personal que no estaba preparado para el combate a juicio del jefe de la unidad, y que aunque experimentó en la guerra los conflictos naturales que cualquier grupo humano atraviesa en esas circunstancias extraordinarias no perdió su integración social y su eficacia en combate hasta día del cese del fuego en la mañana del 14 de junio de 1982. Ese destacadodesempeño del Grupo de Artillería 3 se vio refrendado en la posguerra en las condecoraciones otorgadas a su jefe y algunos oficiales, suboficiales y soldados y por un hecho adicional: es una unidad del Ejército en la que sus veteranos de guerra –oficiales, suboficiales y soldados- se reúnen anualmente para conmemorar su “bautismo de fuego” en la Guerra de Malvinas. [40]



Ahora bien, aquí es preciso señalar que la formación básica de un oficial artillero, el desarrollo de sucarrera profesional como oficial subalterno en unidades operativas del arma y en la Escuela de Artillería y como oficial de Estado Mayor, se centraban en la doctrina y actividades específicas que la artillería de campaña o antiaérea tenía en la concepción y despliegue de operaciones del Ejército Argentino en una guerra convencional, esto es, en un conflicto contra un enemigo estatal externo. [41]

En la siguiente sección sintetizaremos algunos de los temas que concentraban la atención de los oficiales artilleros del Ejército Argentino entre la década de 1950 y principios de la década de 1980.

Temas profesionales de los oficiales artilleros: 1950-1982

En un escenario de la defensa nacional y seguridad internacional dominado en el Cono Sur por hipótesis de conflicto vecinales respecto de Chile y Brasil e hipótesis de conflicto internas contra la “subversión comunista” en el marco de la guerra Fría, la formación profesional de los militares argentinos sumó a la tradicional preparación para una guerra convencional contra Fuerzas Armadas de otros Estados, las enseñanzas doctrinarias de la “guerra revolucionaria” de raíz francesa desde la segunda mitad de la década de 1950 y de la “guerra contrainsurgente” norteamericana desde principios de la de 1960. [42]

En la Argentina estas últimas influencias han sido estudiadas procurando comprender su incidencia en las concepciones y prácticas represivas en la seguridad interior y en el recurso al terrorismo de Estado. Sin embargo, la formación profesional de los militares argentinos destinada a una guerra convencional ha sido notablemente desatendida por los científicos sociales. Es por ello que es necesario avanzar en el conocimiento de esta última, enparticular, centrándonos en los oficiales del arma de artillería del Ejército Argentino, quienes como he mencionado más arriba tuvieron un destacado desempeño militar en el nivel táctico durante la Guerra de Malvinas. No es posible, entonces, entender esa eficiente performance en combate entre abril y junio de 1982 sin conocer más en profundidad cómo era la formación profesional de estos artilleros desde la segunda posguerra. Para dar cuenta de ello en un trabajo anterior efectué un relevamiento y análisis sistemático de artículos publicados en la Revista de Informaciones y en la Revista de la Escuela Superior de Guerra del Ejército entre el año 1950 y 1982, esto es, desde el número 287 (enerofebrero de 1950) al 463 (septiembre-diciembre de 1982), sumando 32 artículos referidos a temas de artillería. [43]

¿Quiénes publicaron esos artículos? En ese período y sobre esos temas, 22 oficiales del Ejército Argentino fueron autores, un extranjero y un civil (ingeniero) argentino. De los oficiales argentinos uno era general de división retirado, un coronel, 10 tenientes coroneles y 11 mayores, es decir, se trataba de oficiales superiores u oficiales jefes –en muchos casos se trataba de profesores y cursantes en la Escuela Superior de Guerra que publicaban trabajos resultantes de los cursos administrados por esta institución educativa. Dos artículos solamente fueron escritos en co-autoría y otro no mencionaba autoría pues era reproducción de un Reglamento de Artillería. Del total de autores, uno escribió cuatro artículos, otro tres y tres autores dos artículos cada uno. [44]

Los artículos publicados cuyo objeto general era la guerra comprendían: a) la guerra convencional entre Fuerzas Armadas o fuerzas militares estatales, tópico que constituía la principal temática profesional abordada por los oficiales argentinos en la Revista de Informaciones y luego en la Revista de la Escuela Superior de Guerra; b) la guerra revolucionaria, problematizada desde su introducción en la Argentina en 1956 bajo la influencia de la denominada “doctrina francesa”; c) y la guerra nuclear, tratada desde la Segunda Posguerra Mundial. [45]

En cuanto al contenido específico de los artículos sobre artillería, estos pueden clasificarse como conforme a las siguientes dimensiones objeto de análisis: a) doctrina (principios que orientan la comprensión y acción del arma de artillería en los escenariosde guerra convencional en que se espera sea empeñada); b) táctica de la artillería (empleo de los medios militares del arma en operaciones de guerra); c) materiales de la artillería (principalmente cañones y obuses) y equipos (de radar, comunicaciones, etc.); d) educación de los artilleros. Los artículos referidos a doctrina de la artillería predominaban en el conjunto, seguidos por aquellos enfocados en sus aplicaciones prácticas en la educación del personal. [46]

En definitiva, la interpretación que propongo de estos datos considero que permite avanzar en la puesta a prueba de esa hipótesis escasa o prácticamente no explorada por los científicos sociales en sus análisis del Ejército Argentino para los 1955 a 1983 que invocamos más arriba: que la formación básica y el perfeccionamiento en las academias militares y la planificación anual de las unidades operativas se continuaron concibiendo y desarrollando su instrucción y alistamiento principalmente con vistas a afrontar una guerra convencional. Lo dicho hasta aquí no contraviene sino que complementa los resultados de las investigaciones de los colegas que ha señalado con acierto que desde 1956 comenzó a gravitar en el Ejército Argentino la denominada “doctrina de la escuela francesa de la guerra revolucionaria” y desde principios de la década de 1960 la “doctrina norteamericana de la guerra contrainsurgente”, confluyendo ambas en la denominada “doctrina de la seguridad nacional” que definió como hipótesis de conflicto a un enemigo interno. Y sobre ese tema central para comprender la política nacional y, particularmente, el papel del Ejército en la misma y en la construcción de un orden represivo, disponemos de más detalladas investigaciones. [47]

Reflexiones finales

Por el contrario, no disponemos de estudios de caso sobre unidades operativas ni de trayectorias individuales y colectivas de oficiales y suboficiales del Ejército Argentino que permitan sopesar empíricamente el grado de aplicación -considerando diferentes jurisdicciones castrenses y tipos de unidades- de esta hipótesis acerca del énfasis otorgado a la formación básica y el perfeccionamiento en las academias militares y a la instrucción, adiestramiento y alistamiento de las unidades operativas para la guerra convencional entre 1956 y 1983, es decir, en los años en que las conducciones castrenses se constituyeron en actores decisivos de la política y las Fuerzas Armadas en organizaciones con funciones de represión política y social sobre la sociedad nacional.

No obstante, los indicios y resultados preliminares a los que es posible arribar con arreglo a una renovada interpretación de los estudios sobre las Fuerzas Armadas en esos años (incluyendo su participación en la Guerra de Malvinas) y mediante el recurso a investigaciones históricas y etnográficas como la efectuada para una biografía del teniente general VGM (R) Martín Antonio Balza, convocan a los científicos sociales a no descuidar el análisis de la educación de los militares y su desempeño profesional en torno de las concepciones y prácticas de la guerra convencional en la segunda mitad del siglo XX.

En otras palabras, apoyándonos en los resultados de la labor de otros colegas consideramos que las doctrinas de la guerra revolucionaria y contrainsurgente se enseñaban en la Escuela Superior de Guerra, se efectuaban ejercicios en los que se ponían en práctica sus concepciones, e incluso orientaron la legislación sobre la defensa y la seguridad nacional del período 1956-1983. [48]

Pero al mismo tiempo creemos que la formación básica en el Colegio Militar de la Nación, el perfeccionamiento en las Escuelas de las Armas y el Curso de Estado Mayor de la Escuela Superior de Guerra, así como la planificación anual de la instrucción, adiestramiento y alistamiento de las unidades de infantería, caballería, artillería, ingenieros y comunicaciones , continuaron centrándose en las concepciones y prácticas de la guerra convencional. La trayectoria profesional de Balza y la reconocida performance de la artillería de campaña y antiaérea en la defensa perimetral de Puerto Argentino, confirmarían esa hipótesis; en tanto que podrá alegarse en contrario el predominantemente inadecuado desempeño de las unidades de infantería en las campañas terrestres de la Guerra de Malvinas como un indicador patente de un Ejército más preparado para actuar como fuerza policial de sus conciudadanos –combatiendo a un “enemigo interno”- que como una organización en condiciones de afrontar los desafíos de una guerra convencional.

Por último, quisiera señalar que para continuar profundizando en la indagación empírica de la hipótesis que exploramos en este artículo será preciso, asimismo, reconocer adecuaciones o modulaciones históricas particulares de tiempo, espacio y en relación con los actores castrenses analizados. [49]

Destaco al menos dos. Por un lado, que en las especialidades comola inteligencia militar y en las compañías de comandos el peso específico de las concepciones de la guerra revolucionaria y de la guerra contrainsurgente, seguramente tendrá una gravitación práctica mayor e incluso prevalente en su formación, capacitación y en la planificación anual de sus elementos. [50]

Por otro lado, no debe presuponerse a partir de la hipótesis que enunciamos que los artilleros o el personal de cuadros de las otras armas de combate no tuvieron responsabilidades en el terrorismo de Estado durante el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, pues conforme a las responsabilidades jurisdiccionales que oficiales superiores y jefes asumían como comandantes de área, zona o subzona quedaban orgánicamente involucrados con sus unidades en la represión clandestina. [51]

Es por ello que las influencias teóricas y prácticas comprendidas ampliamente en el concepto de “doctrina de la seguridad nacional”eran conocidas con diferentes formas y grados de apropiación y, eventualmente, ejercidas porlos artilleros.


  1. Esta  sección  del  artículo  no  pretende  ser un estado  del  arte  sobre  la  producción  académica en ciencias  sociales sobre la Guerra de Malvinas sino, como he explicitado arriba, una forma de posicionar mis argumentos en relación con  aspectos  de  la  prolífica  producción  de  colegas  que  se  han  especializado  en  el  estudio  de  esa  guerra  y  las perspectivas,  experiencias  y  memorias  de  sus  combatientes  y  no  combatientes  argentinos.  Por  tal  motivo,  las referencias bibliográficas en modo alguno no son exhaustivas. Asimismo, al establecer una interlocución prioritaria con las investigaciones de científicos sociales que estudiaron el tema desde ese enfoque, no pretendo desconsiderar el aporte  analítico  ofrecido  por  las  perspectivas cultivadas  por otros  estudiosos civiles  y  militares  ni  por  la literatura testimonial producida por veteranos de la Guerra de Malvinas.
  2. Guber, Rosana, De chicos a veteranos. Memorias argentinas de la guerra de Malvinas, Buenos Aires, Antropofagia, 2004.
  3. Las  diversas  experiencias  reconocibles  en  esos  soldados  conscriptos  no  solo  se  asocia  con  su  participación  en distintas unidades militares en el conflicto bélico, sinopor sus heterogéneos orígenes y trayectorias sociales previas y posteriores a la Guerra de Malvinas. Al respecto, Guber sostiene: “Procedían prácticamente de todas las provincias argentinas, de parajes inhóspitos y de áreas metropolitanas, de familias profesionales y obreras, de comerciantes y de peones rurales, de ascendencia indígena, europea, asiática, criolla y latinoamericana. Muchos de estos jóvenes eran ya trabajadores,  otros eran  estudiantes y otros  pretendían  continuar  con  la  carrera  militar,  los  había  empleados y oficinistas, obreros y pastores, labradores  y  desocupados; algunos ya eran activistas o simpatizantes de partidos políticos todavía  prescriptos  o  bajo la veda impuesta  por el  gobierno que llegó al poder desde el 24 de marzo de 1976; y, aunque es difícil saberlo con precisión, es muy probable que una  amplia mayoría no ostentara por entonces militancia política alguna”. Guber, Rosana, De chicos a veteranos… op.cit.p.15.
  4. Guber,  Rosana, “Crucero  ARA  General  Belgrano in memóriam. Linajes político-navales en  las memorias de Malvinas”, Revista de Ciencias Sociales Iberoamericana  vol.30, 2008, Berlín, pp.7-26. Guber, Rosana,  Experiencia de halcón, Buenos Aires, Sudamericana, 2016.
  5. Lorenz, Federico. Las guerras por Malvinas, Buenos Aires, Edhasa, 2006, p.15. Al abordar las distintas formas en que la  guerra fue  vivida,  Lorenz  se  ocupó de  perspectivas y experiencias de  combatientes y  no  combatientes. Así por ejemplo se enfocó en estos últimos en: Lorenz, Federico, “Otras marcas. Guerra y memoria en una localidad del sur argentino (1978-1982)”, en: E. Bohoslavsky, M. Franco, M. Iglesias y D. Lvovich (comps.),  Problemas de historia reciente en el Cono Sur,  vol. 1, Buenos Aires, Universidad Nacional de General Sarmiento / Prometeo, pp.125-146. Al tiempo que en otro trabajo Lorenz señaló el impacto diferencial quela experiencia bélica y la derrota en la guerra impactaron en las identidades profesionales de las tres Fuerzas Armadas y en las apreciaciones públicas sobre aquellas producidas por sus conciudadanos: en el Ejército se produjo una división horizontal entre “malvineros” y “no malvineros”, entre “oficiales de escritorio” y “oficiales con mando de tropa”, que haría su eclosión en la crisis de los “levantamientos carapintada” de abril de 1987, enero y diciembre de 1988 y diciembre de 1990. En la Armada se “cimentó la idea social de una fuerza que no había combatido”, pero tuvo grandes pérdidas humanas con el hundimiento del buque ARA General Belgrano. Y en la Fuerza Aérea los pilotos tuvieron una “excelente imagen social ya durante la guerra” y –posiblemente por ello- no experimentó “confrontaciones internas” tras la derrota. Lorenz,Federico, Malvinas. Una guerra argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 2009, pp.175 y ss.
  6. Lorenz,  Federico,  “Gran  Malvina.  Una  mirada  a  la  experiencia  bélica  desde  los  testimonios  de  sus  oficiales”. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura vol.41 Nº2, julio-diciembre de 2014, pp.225-257. 
  7. Corbacho,  Alejandro, “Factores organizacionales y desempeño en combate: la experiencia de la IMARA  en Malvinas”,  Serie  Documentos  de  Trabajo  Nº255,  Buenos  Aires,  Ucema,  2003,  pp.1-24.  Rodríguez,  Andrea  Belén, “Cotidianeidad y guerra. Experiencias de los integrantes del Apostadero Naval Malvinas en el conflicto del Atlántico Sur”,  Antítese  vol.2  Nº4,  2009,  Londrina,  pp.937-968.  Rodríguez,  Andrea  Belén,  “La  memoria  social  de  los  ex –soldados combatientes en el Apostadero Naval Malvinas en el Conflicto del Atlántico Sur. Un análisis a través de las anécdotas recurrentes del grupo”,  Revista Universitaria de Historia Militar  vol.4 Nº 8, 2015, Cádiz, pp.164-182. Melara, Pablo,  80 días en Malvinas. El accionar de la Agrupación de Buzos Tácticos durante el conflicto bélico del Atlántico Sur,  Mar del Plata,  Tesina  de  Licenciatura en Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata, 2010. De la extensa producción sobre la experiencia y memorias de guerra del personal del Apostadero Naval Malvinas  concretada  por  la  historiadora Andrea Rodríguez, permanece  inédita  su  tesis  de  doctorado. Rodríguez, Andrea  Belén,  Entre  la  guerra  y  la  paz:  la  posguerra  de  los  ex  –combatientes  del  Apostadero  Naval  Malvinas.  Experiencias,
    identidades  y  memorias,  La  Plata,  Tesis  de  Doctorado  en  Historia  de  la  Facultad  de  Humanidades  y  Ciencias  de  la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, 2014. 
  8. Pozzio, María, “La experiencia de las mujeres en Malvinas: dela Sanidad Militar al reconocimiento”,  Cuadernos de Marte. Revista Latinoamericana de Sociología de la Guerra Año 6 Nº8, 2008, Buenos Aires, pp.129-157.
  9. Estos  hitos  en  la  trayectoria  profesional  militar  han  sido  determinados  a  partir  de  entrevistas  al  teniente  general VGM (R) Martín Antonio Balza y mediante el análisis de la siguiente fuente documental oficial: Ejército Argentino. Legajo Personal del Teniente General Martín Antonio Balza(duplicado).
  10. El siguiente relato sobre la historia del Grupo de Artillería 3 es una esquemática síntesis construida a los efectos del presente artículo en base a las entrevistas realizadas a oficiales,  suboficiales y soldados veteranos de guerra de esa unidad entre diciembre de 2015 y mayo de 2016. 
  11. Balza era el oficial del arma de artillería del Ejército demás alta jerarquía destinado en Malvinas. 
  12. El 12 de junio le sería agregado otro cañón SOFMA calibre 155mm del Grupo de Artillería 121 y en los combates finales por la defensa de Puerto Argentino un cuarto cañónese tipo que no llegaría a emplearse. 
  13. El  reconocimiento de esa cohesión grupal no excluye la  existencia de algunos conflictos  interpersonales y sanciones disciplinarias impuestas por Balza a algunos miembros de la unidad, como puede apreciar en entrevistas a veteranos y en la lectura del documento oficial: Balza, Martín. Informe de Operaciones del Grupo de Artillería 3, 6 de agosto de 1982. 
  14. Entrevista al general de brigada VGM (R) Oscar Martínez Conti. 14 de diciembre de 2015. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 
  15. Entrevista al teniente coronel VGM (R) Carlos Milanese. 17 de diciembre de 2015. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 
  16. Martínez Conti, Oscar. “El Grupo de Artillería 3 en Malvinas”.  Revista Santa Bárbara Nº39. Buenos Aires. pp.56-60. 
  17. Entrevista al teniente general VGM (R) Martín Antonio Balza. 23 de marzo de 2016. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 
  18. Entrevista al sargento primero VGM (R) Guillermo Castillo.22 de abril de 2016. Paso de los Libres. 
  19. Entrevista al ex-soldado Julio Palacio. 23 de febrero de 2016. Paso de los Libres. 
  20. Entrevista a ex-soldado Ramón Elías Mango. 23 de febrero de 2016. Paso de los Libres. 
  21. Entrevista a ex-soldado Hugo Mango. 23 de febrero de 2016. Paso de los Libres.
  22. Entrevista al sargento primero VGM (R) Guillermo Castillo.22 de abril de 2016. Paso de los Libres. 
  23. Martínez Conti, Oscar. “El Grupo de Artillería 3…” op.cit. pp.56-60. 
  24. Entrevista al teniente general VGM (R) Martín Antonio Balza.23 de marzo de 2016. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 
  25. Entrevista al suboficial  mayor VGM  (R)  José  María  González  Fernández.  22  de  febrero  de  2016. Paso de los  Libres. 
  26. Entrevista  al  suboficial  mayor  VGM  (R)  José  María  González  Fernández.  22  de  febrero  de  2016. Paso de los Libres.
  27. Entrevista a ex-soldado Ramón Elías Mango. 23 de febrero de 2016. Paso de los Libres. 
  28. Entrevista al suboficial mayor VGM (R) Luis María Rodríguez. 23 de abril de 2016. Paso de los Libres. 
  29. Entrevista al suboficial mayor VGM (R) Miguel Ángel Rubio. 22 de febrero de 2016. Paso de los Libres. 
  30. Entrevista al sargento primero VGM (R) Guillermo Castillo.22 de abril de 2016. Paso de los Libres. 
  31. Entrevista al suboficial principal VGM (R) Jorge Quiroz.23 de febrero de 2016. Paso de los Libres. 
  32. Entrevista al teniente general VGM (R) Martín Antonio Balza. 4 de mayo de 2016. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 
  33. Lorenz, Federico. Malvinas. Una guerra argentina…op.cit. p.70.  
  34. Junta Militar, Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades del Conflicto del Atlántico Sur , Buenos Aires, 1983
  35. Rodríguez Mottino, Horacio. La artillería argentina en Malvinas, Buenos Aires, Clío, 1984, pp.19-20-27-28-56. 
  36. Balza, Martín. Malvinas. Gesta e incompetencia, Buenos Aires, Atlántida, 2003, p.126. 
  37. Balza, Martín. Informe de Operaciones… op.cit. pp.17-18.
  38. Balza, Martín. Informe de Operaciones… op.cit. p.20. 
  39. Balza, Martín. Informe de Operaciones… op.cit. pp.21-22.
  40. El  contraste es elocuente con otras unidades del Ejército que combatieron en la Guerra de  Malvinas cuyos veteranos mantienen históricos conflictos entre oficiales, suboficiales y soldados conscriptos que impiden tales conmemoraciones o reuniones compartidas. 
  41. No obstante ello, como señala Oscar Martínez Conti en el curso de la Guerra de Malvinas también se adquirieron aptitudes extraordinarias  infrecuentes o impensadas en la planificación  del  adiestramiento o en  la  doctrina de la artillería de campaña: “Entre otras, batir hasta tres blancos en simultáneo con una misma subunidad, ejecutar tiro nocturno contra buques de guerra  estacionados o en movimiento con datos de tiro  obtenidos de la información
    proporcionada por un radar de vigilancia terrestre que se volcabansobre la cartografía para luego obtener datos de tiro,  localización, identificación  de  blancos y reglaje  de  tiro  desde un  helicóptero en un  ambiente  sin  superioridad aérea, como así también el empleo de un sistema común de localización de blancos, para sortear las permanentes dificultades de la observación producto del rigor meteorológico imperante y para simplificar los requerimientos de apoyo  de  fuego  de  los  elementos  comprometidos  en  primera  línea  o  de  las  tropas  comando  durante  sus infiltraciones”. Martínez Conti, Oscar. “El Grupo de Artillería 3…” op.cit. pp.56-60. 
  42. Para Esteban Pontoriero no debe considerarse la “doctrina de la guerra revolucionaria” como un corpus uniforme, pudiendo  distinguirse  entre  su  concepción  sobre  la  guerra  contra  el  “comunismo”  y  un  conjunto  de  métodos  y técnicas. Para este historiador la influencia de la vertiente norteamericana se acrecentó como consecuencia de la crisis del Ejército francés tras su derrota en Argelia en 1962, por la renovada política de defensa y seguridad de Estados
    Unidos desde el triunfo de la Revolución Cubana en 1959,  y por la resolución del conflicto interno en las Fuerzas Armadas  Argentinas  entre  las  facciones  de  “Azules”  y  “Colorados” en  1962-1963.  Pontoriero,  Esteban.  De  la conmoción interior a la guerra revolucionaria: legislación de defensa, pensamiento militar y caracterización de la amenaza a la seguridad
    interna en la Argentina (1958-1970), Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional deTres de Febrero, 2012. 
  43. Soprano,  Germán.  “La  formación  profesional  de  los  oficiales  artilleros  del Ejército  Argentino  entre la  Segunda Posguerra Mundial y la Guerra de Malvinas”. Ponencia presentada en el  IX Encontro Nacional da Associaçao Brasileira de Estudos  de  Defesa,  Associaçao  Brasileira  de  Estudos  de  Defesa  /  Universidade  Federal  de  Santa  Catarina, Florianópolis,  2016.  La  Revista  de  Informaciones  y  la  Revista  de  la  Escuela  Superior  de  Guerra  son  publicaciones profesionales  editadas  por  la  Escuela  Superior  de  Guerra,  institución  educativa  castrense  -fundamental  pero  no exclusivamente- destinada a impartir los Cursos de Oficiales de Estado Mayor para oficiales del Ejército con el grado de capitán en los últimos años y de mayor en el primero.La  Revista de Informaciones  fue creada en el año 1912 y  se publicó hasta el número 312 correspondiente a los meses  de marzo/abril de 1954. Desde entonces fue reemplazada hasta la actualidad por la Revista de la Escuela Superior de Guerra dando continuidad a la numeración anterior.
  44. La  selección  de  artículos  recortada  como  unidad  de  análisis  no  comprende  a  todos  los  oficiales  artilleros  que fueron autores durante ese extenso período, pues el personal de esa arma también publicó sobre temas más amplios como  política  de  defensa  nacional,  estrategia  y  doctrina  militar,  historia  militar,  seguimiento  de  conflictos internacionales,  entre  otras.  Los  autores  eran  predominantemente oficiales  del  Ejército  Argentino,  pero  también podían publicar civiles y, ocasionalmente, oficiales de la Armada o Fuerza Aérea Argentina o miembros de Fuerzas Armadas de otros países que enviaban sus trabajos a estas revistas o bien que habían publicado en el extranjero y, traducción  mediante,  eran  reproducidos  en  estas  dos  revistas.  Normalmente  ambas  revistas  publicaban  unos  seis números por año y cada uno tenía una cantidad variable de artículos, pudiendo considerarse estimativamente como promedio  un  total  de  siete,  si  bien  algunos  números  especiales  ofrecían  solo  un  trabajo  o  la  exposición  de  un ejercicio militar. Algunos números incluían discursos deautoridades militares e información institucional del Ejército o la Escuela Superior de Guerra. 
  45. Soprano, Germán. “La formación profesional… op.cit.
  46. Soprano, Germán.  “La  formación  profesional…  op.cit. La  importancia  cualitativa  y  cuantitativa atribuida a los temas de doctrina de la artillería está relacionada con el hecho de que se trataba  fundamentalmente de  trabajos producidos por sus profesores o alumnos en el ámbito de la Escuela Superior de Guerra, o bien artículos enviados especialmente para su publicación por esa institución. Siendo,  asimismo, el tratamiento de los temas relativos a táctica más propios de la Escuela de Artillería y los tópicos referidos a materiales a esta última o bien a la Escuela Superior Técnica. 
  47. Sobre la “escuela francesa” en Argentina: Amaral, Samuel. “Guerra revolucionaria: de Argelia a la Argentina, 1957-1962”,  Investigaciones y Ensayos  Nº48, 2011, Buenos Aires, pp.173-195. Robin, Marie-Monique.  Escuadrones de la muerte. La  escuela  francesa,  Buenos  Aires,  Sudamericana,  2005.  Ranalletti,  Mario.  “La  guerra  de  Argelia  y  la  Argentina. Influencia  e  inmigración  Argentina  desde  1945”,  Anuario  de  Estudios  Americanos 62,  2,  2005,  Sevilla,  pp.  285-308. Ranalletti,  Mario.  “Contrainsurgencia,  catolicismo  intransigente  y  extremismo  de  derecha  en  la  formación  militar argentina.  Influencias  francesas  en  los  orígenes  del  terrorismo  de  estado  (1955-1976)”,  en  D. Feierstein  (comp.), Terrorismo de estado y genocidio en América Latina,  Buenos Aires, Prometeo, 2009, pp. 249-280. Ranalletti, Mario. “Una aproximación  a  los  fundamentos  del  terrorismo  de  Estado  en  la Argentina:  la  recepción  de  la  noción  de  `guerra revolucionaria´ en el ámbito castrense local (1954-1962)”,  Anuario del Centro de Estudios Históricos año 11, Nº11, 2011, Córdoba,  pp.261-278.  López, Ernesto.  El  primer  Perón.  Militar  antes  que  el  político,  Buenos  Aires,  Capital Intelectual,
    2009.  Mazzei,  Daniel.  Bajo  el  poder  de  la  caballería.  El  Ejército  Argentino  (1962-1973),  Buenos  Aires,  Eudeba,  2012. Summo,  Marcelo  y  Pontoriero,  Esteban.  “Pensar  la  `guerra  revolucionaria´:  doctrina  antisubversiva  francesa  y legislación de defense en la Argentina (1958-1962)”,  Revista Universitaria de Historia MilitarNº3 Año 2, 2015, Cádiz, pp.285-305. Más ampliamente sobre la militarización de la seguridad interna:  Calveiro, Pilar.  Poder y desaparición. Los campos de concentración en Argentina, Buenos Aires, Colihue, 2006. Franco, Marina.  Un enemigo para la nación. Orden interno, violencia y `subversión´. 1973-1976,  Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2012.  Franco, marina. “”la represión estatal  en  la  historia  argentina  reciente:  problemas,  hipótesis  y  algunas  respuestas  tentativas”,  en:  G.  Águila,  S. Garaño y P. Scatizza (coords.), Represión estatal y violencia paraestatal en la historia reciente  argentina, La Plata, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP, 2016, pp.15-43. Pontoriero, Esteban. “Estado de excepción y contrainsurgencia:  el  Plan  CONINTES  y  la  militarización  de  la  seguridad  interna  en  la  Argentina  (1958-1962)”, Contenciosa. Revista sobre violencia política, represiones y resistencias en la historia lationamericana  Año III Nº4, 2015, Santa Fe, pp.1-16. Pontoriero, Esteban. “La seguridad interna como teatro bélico: legislación de defensa y contrainsurgencia en la Argentina (1966-1973)”,  Contracorriente. Revista de historia social y literatura de América Latina  vol.13 Nº1, 2015, Raleigh pp.150-170. Pontoriero, Esteban.  “Preparativos de guerra”: Ejército, doctrina antisubversiva y planes represivos en los orígenes del terror de Estado, 1973-1976”,  Revista Universitaria de Historia MilitarNº10 vol.5, 2015, Cádiz, pp.319-339.Pontoriero, Esteban. “En torno a los orígenes del terror de Estado en la Argent ina de la década de los setenta”, Papeles de Trabajo  10 (17), 2016, Buenos Aires, pp.30-50.  Scatizza, Pablo. “Represión  clandestina en la Argentina de los setentas. Algunas reflexiones sobre sus posibles puntos de partida”. Contracorriente. Revista de historia social y literatura de América Latina  vol.12 Nº3, 2015, Raleigh pp.138-177. “Soprano, Germán. “El Ejército Argentino en democracia: de la “doctrina de la seguridad nacional” a la definición de las “nuevas amenazas” (1983-2001)”, Revista Universitaria de Historia Militar Nº7 vol.4, 2015, Cádiz, pp.86-107. Aquí también advierto que no es intención de este trabajo proveer un estado del arte sobre la literatura sobre este tema, sino encuadrar los argumentos de este artículo en diálogo con las investigaciones de indispensable referencia para pensarlo.
  48. Tal como puede constatarse por los análisis de la literatura citada en la nota a pie anterior.
     
  49. Al respecto, Gabriela Águila ha advertido sobre la necesidad de  reconocer “las variaciones y diversidades locales y/o regionales en la implementación de la represión tan importantes como la sistematicidad del accionar represivo diseñado e implementado desde el Estado. Ello obliga a considerar no sólo las relaciones entre el diseño del plan `desde  arriba´  desde  el  aparato  estatal/nacional  y  su  implementación  a  escala  local/regional  sino  también  la disponibilidad de recursos y los variables grados de autonomía en el accionar de las fuerzas intervinientes”. Águila, Gabriela. “La represión en la historia reciente argentina: fases, dispositivos y dinámicas regionales”, en: G. Águila y L. Alonso (coords.), Procesos represivos y actitudes sociales. Entre la España franquista y las dictaduras del Cono Sur,  Buenos Aires,
    Prometeo, 2013, p.99. 
  50. Para  el caso  de  la  inteligencia del Ejército en  la  última  dictadura:  Infojus.  El Batallón  de Inteligencia  601,  Buenos Aires,  Ministerio  de  Justicia  y  Derechos  Humanos  de  la  Nación,  2015.  Para  las  compañías  de  comandos:  Ruiz
    Moreno,  Isidoro.  Comandos  en  acción.  El  Ejército  en  Malvinas,  Buenos  Aires,  Booket,  2007.  También:  Pontoriero, Esteban.  “El  tratamiento  de  los  prisioneros  de  `guerra  subversiva´  en  los  reglamentos  de  contrainsurgencia  del Ejército argentino (1955-1976)”, Revista Izquierdas Nº19, 2014, pp.131-142. 
  51. Esto último puede verificarse con los estudios precursores de: D´Andrea Mohr, José Luis. Memoria debvida Colihue, Buenos  Aires,  1999;  Mittelbach,  Federico  y  Mittelbach, Jorge.  Sobre  áreas  u  tumbas.  Informe  sobre  desaparecedores, Sudamericana, Buenos Aires, 2000. También los avances en losjuicios por crímenes de lesa humanidad reconocen entre procesados y condenados a oficiales y suboficiales de  todas las armas del Ejército Argentino. El  propio Balza fue vinculado en algunas denuncias que trascendieron en la prensa  –sin que se encuentre procesado judicialmente ni existan evidencias para involucrarlo- con el funcionamientoen 1980 del centro de detención clandestina “La Polaca”, próximo a Paso de los Libres, cuando era jefe del Grupo de Artillería 3.


IMARA: El BIM2 ejecutó Tiro de Escuela en el terreno con munición mayor

lunes, 28 de marzo de 2022

EA: Krupp de 75mm en 1910



Foto de parte de la Batería de Artillería hipomóvil integrada por Cadetes del Colegio Militar de la Nación, realizando Instrucción de Tiro con cañones Krupp de Cal 75mm L30 Modelo 1909 en Campo de Mayo - Año: 1910.
(Créditos a quien corresponda)

Cañón Krupp de cal 75mm L30 Modelo 1909:

Características del cañón:
Calibre: 75 mm L / 30.
Peso del cañón: 375 Kg
Peso del carro con cureña: 695 Kg
Peso en acción: 1070 Kg
Peso en orden de marcha: 1770 Kg
Longitud del cañón: 2250 mm (2,25 mts)
Espesor del escudo del cañón: 6 mm
Velocidad de salida del proyectil: 500 m/s.
Alcance máximo del proyectil : 5.500 a 8.000 mts
Angulo de elevación: + 16 ° / - 8 °.
Angulo de deriva: 4 °.
Altura de las ruedas: 1,30 mts
Transporte: Tirado por seis caballos
Municiones: Vagón de Avantren: 24 proyectiles; Vagón de Retrotren: 64 proyectiles; 12 vagones de munición por cada batería.