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sábado, 21 de septiembre de 2024

Confluencia de intereses Reino Unido-Chile: ¿Cómo afecta a Argentina?

Los intereses geoestratégicos de Chile y el Reino Unido: contexto histórico, la guerra de Malvinas y el futuro




Por Esteban McLaren para FDRA

Proyecciones


Introducción

Los intereses geoestratégicos de Chile, particularmente su alineación con el Reino Unido, han sido moldeados por factores históricos, económicos y políticos. Este ensayo explora la confluencia de intereses chilenos y británicos antes de la Guerra de las Malvinas de 1982, identifica los principales actores involucrados y examina cómo el conflicto influyó en esta dinámica. Además, profundiza en proyecciones futuras sobre el Estrecho de Magallanes, Malvinas, Georgias del Sur y la Antártida, considerando las implicaciones para Argentina y el potencial de un cambio en las alianzas.

Contexto histórico de los intereses geoestratégicos chileno-británicos

Antes de la Guerra de Malvinas, Chile y el Reino Unido compartían varios intereses geoestratégicos arraigados en vínculos históricos y beneficios mutuos. Los principales actores en esta relación incluyeron líderes políticos, funcionarios militares y actores económicos de ambas naciones.

La relación económica entre Chile y el Reino Unido se remonta al siglo XIX, y las inversiones británicas desempeñaron un papel importante en el desarrollo de la infraestructura y las industrias mineras chilenas. El comercio de nitratos fue particularmente crucial, con empresas británicas fuertemente involucradas en la explotación y exportación de nitratos chilenos.

La influencia británica sobre el ejército chileno ha sido profunda. La Armada de Chile, por ejemplo, se inspiró en gran medida en la Royal Navy, con oficiales navales británicos entrenando a sus homólogos chilenos. Esta conexión militar fomentó un sentido de camaradería e intereses estratégicos mutuos.

Durante la Guerra Fría, ambas naciones encontraron puntos en común en su postura anticomunista. El Reino Unido veía a Chile como un aliado estable en una región propensa a la agitación política, mientras que Chile valoraba el apoyo británico contra posibles amenazas regionales.

La guerra de Malvinas y su impacto

La Guerra de las Malvinas de 1982 fue un importante punto de inflexión en la relación entre Chile y el Reino Unido, resaltando sus intereses geoestratégicos alineados y dando forma a futuras interacciones. Durante la guerra, Chile brindó un apoyo crucial al Reino Unido, incluido el intercambio de inteligencia y asistencia logística. Este apoyo fue fundamental para la campaña militar británica y consolidó una alianza estratégica entre las dos naciones.

La guerra alteró el panorama de seguridad en América del Sur. El apoyo de Chile al Reino Unido lo posicionó como un contrapeso a Argentina, influyendo en la dinámica de poder regional y los alineamientos militares. Después del conflicto, el Reino Unido y Chile continuaron fortaleciendo sus vínculos. La guerra demostró el valor de su asociación estratégica, lo que condujo a una cooperación más profunda en cuestiones de defensa y seguridad.

Proyecciones futuras: Estrecho de Magallanes, Malvinas, Georgias del Sur y Antártida

De cara al futuro, los intereses estratégicos de Chile y el Reino Unido en áreas clave como el Estrecho de Magallanes, Malvinas, Georgia del Sur y la Antártida seguirán dando forma a su relación. El Estrecho de Magallanes sigue siendo una ruta marítima vital, y el control de Chile sobre este paso subraya su importancia geoestratégica. El Reino Unido reconoce la importancia de mantener relaciones seguras y amistosas con Chile para garantizar la estabilidad de esta vía fluvial crucial.

Las islas Malvinas y Georgias del Sur son fundamentales para los intereses territoriales británicos en el Atlántico Sur. El apoyo de Chile durante el conflicto de 1982 ha llevado a una cooperación continua en estas áreas, y ambas naciones se benefician de estrategias de defensa e inteligencia compartidas. La Antártida representa una región de creciente interés estratégico, particularmente en términos de investigación científica y potencial de recursos. Tanto Chile como el Reino Unido han establecido reclamos territoriales y estaciones de investigación en el continente, lo que ha llevado a esfuerzos de colaboración en exploración científica y conservación ambiental.



Implicaciones para Argentina

La fuerte alineación geoestratégica entre Chile y el Reino Unido tiene implicaciones significativas para Argentina, particularmente en términos de dinámica de poder regional y disputas territoriales. El antiguo reclamo de Argentina sobre las Islas Malvinas sigue siendo un tema polémico. La estrecha relación entre Chile y el Reino Unido complica los esfuerzos de Argentina por afirmar su soberanía e influye en las interacciones diplomáticas en la región.

La alianza chileno-británica afecta el equilibrio militar en Sudamérica. Argentina debe lidiar con las capacidades de defensa mejoradas y los mecanismos de intercambio de inteligencia entre Chile y el Reino Unido, lo que podría afectar su planificación estratégica y su postura de defensa. Los vínculos económicos entre Chile y el Reino Unido, incluidos el comercio y la inversión, refuerzan aún más su asociación estratégica. Argentina puede enfrentar desafíos al competir por influencia económica y oportunidades de inversión en la región.

Desvincular los intereses chileno-británicos y fomentar la cooperación argentino-chilena

Si bien la alianza chileno-británica es sólida, ciertos factores podrían potencialmente cambiar la dinámica hacia una mayor cooperación argentino-chilena. Iniciativas destinadas a fomentar la integración regional, como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), podrían promover vínculos más estrechos entre Argentina y Chile. Los proyectos colaborativos en infraestructura, comercio y energía podrían crear dependencias mutuas e intereses compartidos.

Los esfuerzos diplomáticos para resolver disputas territoriales y mejorar las relaciones bilaterales podrían allanar el camino para una mejor cooperación argentino-chilena. En este sentido, las medidas de fomento de la confianza, el diálogo y los mecanismos de negociación son esenciales. Fortalecer las asociaciones económicas entre Argentina y Chile, incluidas empresas conjuntas y acuerdos comerciales, podría reducir la dependencia de aliados externos y fomentar una relación regional más equilibrada. Los esfuerzos de colaboración en sectores como la agricultura, la minería y la energía podrían ser mutuamente beneficiosos.

Los cambios en el panorama geopolítico global, incluidos los cambios en las alianzas y las potencias regionales emergentes, podrían influir en el cálculo estratégico tanto de Chile como de Argentina. Adaptarse a estos cambios y alinear sus intereses en consecuencia podría facilitar una cooperación más estrecha.

El papel de la élite chilena

El papel de la elite chilena en el mantenimiento de la confluencia de intereses entre Chile y el Reino Unido es multifacético e involucra dimensiones políticas, económicas y militares. Su influencia es fundamental para mantener y fortalecer esta relación bilateral, dar forma a políticas y fomentar un entorno propicio para beneficios estratégicos mutuos.

Influencia política y toma de decisiones

La élite chilena, compuesta por políticos influyentes, diplomáticos y altos funcionarios gubernamentales, desempeña un papel crucial en la dirección de la política exterior del país hacia el mantenimiento de fuertes vínculos con el Reino Unido. Históricamente, los líderes políticos chilenos han reconocido las ventajas estratégicas de alinearse con una potencia global como Gran Bretaña. Este reconocimiento se ha reflejado en decisiones políticas e iniciativas diplomáticas destinadas a fomentar una relación estable y cooperativa con el Reino Unido.

Por ejemplo, durante la Guerra de las Malvinas de 1982, la decisión de apoyar al Reino Unido estuvo influenciada por figuras políticas clave que vieron los beneficios estratégicos de ayudar a un aliado poderoso. Este apoyo no fue sólo un reflejo de vínculos históricos sino también una medida política calculada para reforzar la posición de Chile en la región y ganarse el favor de una importante potencia occidental.

Intereses económicos y conexiones comerciales

La élite económica de Chile, incluidos destacados líderes empresariales y influyentes formuladores de políticas económicas, se ha beneficiado históricamente de fuertes vínculos económicos con el Reino Unido. Las inversiones británicas en industrias chilenas como la minería, la infraestructura y las finanzas han creado una red de intereses económicos mutuos que la élite chilena desea preservar.

La participación de las empresas británicas en el comercio de nitratos en el siglo XIX y principios del XX sentó las bases de esta relación económica. En la época contemporánea, la élite económica continúa abogando por políticas que atraigan inversiones británicas y faciliten el comercio. Estos líderes empresariales a menudo tienen una influencia significativa sobre las políticas gubernamentales y utilizan su influencia para asegurar que Chile siga siendo un destino atractivo para el capital británico, sosteniendo así la dimensión económica de la relación bilateral.

Cooperación militar y de defensa

La élite militar de Chile, incluidos oficiales de alto rango y estrategas de defensa, tiene una larga tradición de cooperación con sus homólogos británicos. La Armada de Chile, en particular, ha sido fuertemente influenciada por la Royal Navy, y muchos oficiales chilenos recibieron entrenamiento en el Reino Unido. Esta conexión militar fomenta un sentido de camaradería profesional y objetivos estratégicos compartidos.

Durante la Guerra de Malvinas, el apoyo del ejército chileno al Reino Unido se vio facilitado por estas conexiones profundamente arraigadas. El intercambio de inteligencia y la asistencia logística brindada a las fuerzas británicas fueron coordinados por élites militares que entendieron la importancia estratégica de mantener una alianza fuerte con el Reino Unido. Esta cooperación ha continuado después de la guerra, con ejercicios militares conjuntos, programas de entrenamiento y acuerdos de defensa que refuerzan la dimensión militar de la relación bilateral.

Vínculos culturales y educativos

La élite cultural y educativa de Chile también desempeña un papel en el mantenimiento de la relación del país con el Reino Unido. Los intercambios culturales, las colaboraciones académicas y las asociaciones educativas contribuyen a una comprensión y apreciación más amplia de la cultura y los valores británicos entre la élite chilena. Muchos miembros de la élite chilena han estudiado en universidades británicas, fomentando redes personales y profesionales que unen a los dos países.

Estos vínculos culturales y educativos crean un entorno favorable para la cooperación bilateral, ya que las personas que han experimentado la cultura y la educación británicas a menudo tienen posiciones influyentes en la sociedad chilena. Sus percepciones positivas del Reino Unido y sus valores pueden influir en la opinión pública y las decisiones políticas, consolidando aún más la relación bilateral.

Implicaciones estratégicas para el futuro

La influencia sostenida de la élite chilena en el mantenimiento de fuertes vínculos con el Reino Unido tiene implicaciones significativas para el futuro. A medida que ambos países sigan navegando por complejos paisajes geopolíticos, el papel de la élite en la configuración de la política exterior y las decisiones estratégicas seguirá siendo crucial.

En áreas clave como el Estrecho de Magallanes, Malvinas, Georgia del Sur y la Antártida, la influencia de la élite será fundamental para determinar la dirección de las políticas chilenas. Su capacidad para equilibrar los intereses nacionales con los beneficios de una alianza fuerte con el Reino Unido dará forma al futuro de esta relación bilateral.

Potencial de cambios en las alianzas

Si bien el actual alineamiento entre Chile y el Reino Unido es fuerte, los cambios en la dinámica regional y global podrían alterar el equilibrio de intereses. El papel de la élite chilena será fundamental para navegar estos cambios y explorar el potencial para una cooperación más estrecha con otras potencias regionales, como Argentina.

Los esfuerzos de integración regional, las iniciativas diplomáticas y las asociaciones económicas podrían crear oportunidades para una relación más equilibrada con Argentina. La voluntad de la élite de participar en el diálogo y la negociación, y su capacidad para adaptarse a las realidades geopolíticas cambiantes, serán clave para fomentar esos cambios.



Conclusión

El contexto histórico y el alineamiento estratégico entre Chile y el Reino Unido, particularmente resaltados durante la Guerra de las Malvinas de 1982, han dado forma a una asociación fuerte y duradera. Esta alianza tiene implicaciones significativas para la dinámica regional, particularmente en relación con Argentina. Sin embargo, posibles cambios en los esfuerzos de integración regional, las iniciativas diplomáticas, las asociaciones económicas y los cambios geopolíticos globales podrían allanar el camino para una relación más equilibrada entre Chile y Argentina. A medida que los intereses estratégicos en áreas clave como el Estrecho de Magallanes, Malvinas, Georgia del Sur y la Antártida continúan evolucionando, el futuro de las alianzas y la cooperación regionales dependerá de la capacidad de estas naciones para navegar en paisajes geopolíticos complejos y fomentar el entendimiento y la colaboración mutuos. .

La élite chilena desempeña un papel central en el mantenimiento de la confluencia de intereses entre Chile y el Reino Unido. A través de su influencia en la toma de decisiones políticas, las políticas económicas, la cooperación militar y los intercambios culturales, aseguran la continuidad y fortaleza de esta relación bilateral. A medida que evolucionen las futuras dinámicas geopolíticas y regionales, las opciones estratégicas y la adaptabilidad de la élite determinarán la dirección y la profundidad de las alianzas de Chile, allanando potencialmente el camino para una relación regional más matizada y equilibrada tanto con el Reino Unido como con Argentina.

viernes, 16 de agosto de 2024

Guerra francoprusiana: El telegrama de Ems

El incidente del telegrama de Ems: La chispa que encendió la Guerra Franco-Prusiana






Era el verano de 1870, un tiempo de tensiones y expectativas en Europa. En el tranquilo balneario de Ems, Alemania, el rey Guillermo I disfrutaba de un descanso. No podía prever que una breve conversación, alterada por manos astutas, desataría una guerra que cambiaría el destino del continente.

Un Príncipe para España

Todo comenzó con la vacante en el trono de España. Los españoles, en busca de un nuevo monarca, habían ofrecido la corona a Leopoldo de Hohenzollern, un príncipe alemán. Esta propuesta alarmó a Francia. Con Napoleón III en el trono, los franceses no querían ver una potencial alianza entre Prusia y España, lo que podría rodearlos y debilitar su posición en Europa.

El embajador francés en Prusia, el Conde Benedetti, recibió órdenes de viajar a Ems para hablar con el rey Guillermo I. Su misión era clara: obtener una garantía de que Leopoldo renunciaría a su candidatura y que ninguna futura candidatura de un Hohenzollern sería considerada.

El encuentro en Ems

En una soleada mañana, Benedetti se acercó al rey Guillermo mientras paseaba. El diplomático expuso su petición, pero Guillermo, educado y respetuoso, le explicó que no podía dar tal garantía permanente. Le aseguró que respetaba la preocupación francesa y que, hasta el momento, no había recibido ninguna noticia oficial sobre la candidatura de Leopoldo.

La conversación fue cortés, pero Benedetti insistió. Guillermo, molesto por la insistencia, se negó nuevamente, aunque siempre mantuvo un tono diplomático. Esta interacción fue reportada a Berlín en un telegrama que describía la conversación con detalle y diplomacia.

El rol de Bismarck

Aquí es donde entra en escena Otto von Bismarck, el astuto y ambicioso canciller de Prusia. Bismarck tenía un objetivo claro: unificar los estados alemanes bajo el liderazgo prusiano, y para lograrlo, necesitaba una guerra con Francia. El telegrama de Ems le proporcionó la oportunidad perfecta.

Bismarck recibió el telegrama original y vio su potencial. Con un toque maestro, lo editó para hacerlo parecer insultante y provocador. En lugar de la descripción detallada y cortés del intercambio, Bismarck presentó un resumen breve y tajante: parecía que el rey Guillermo había tratado al embajador francés con desprecio y había rechazado verlo de nuevo.

El telegrama y su alteración

Este es el telegrama original enviado por el rey Guillermo I de Prusia a Bismarck:

Su Majestad el Rey me ha escrito: “El Conde Benedetti me habló durante el paseo para demandarme, finalmente, de manera muy insistente, que yo le autorizara a telegrafiar inmediatamente que me comprometía para siempre a no dar nunca más mi consentimiento si los Hohenzollern volvieran a presentar su candidatura. Me negué finalmente de manera algo brusca, ya que no es ni correcto ni posible asumir compromisos de este tipo para siempre. Naturalmente, le dije que aún no había recibido ninguna noticia, y como él fue informado antes que yo de la renuncia (de Leopoldo), solo podía atribuir su demanda a un deseo de mantener abierta la cuestión y de extorsionarnos. Luego, le rechacé nuevamente. Él verá en los periódicos que no he recibido ninguna noticia, y solo a partir de esto aprenderá que mi gobierno una vez más recibe noticias directamente de mí.”


Esta es la versión editada que fue publicada por Bismarck:

Después de que los informes de la renuncia del príncipe heredero de Hohenzollern fueron oficialmente transmitidos al gobierno imperial de Francia por el gobierno real de España, el embajador francés en Ems demandó a Su Majestad el Rey que autorizara telegrafiar a París que Su Majestad el Rey se comprometía para siempre a no dar su consentimiento si los Hohenzollern volvieran a presentar su candidatura. Su Majestad el Rey se negó a recibir nuevamente al embajador francés y le informó a través del ayudante de campo de servicio que Su Majestad no tenía nada más que comunicarle al embajador.

 
La publicación del telegrama

El telegrama editado fue publicado el 13 de julio de 1870. Las palabras cuidadosamente elegidas por Bismarck hicieron que pareciera que el rey Guillermo había humillado al embajador francés. La noticia se propagó rápidamente, inflamando el orgullo y la indignación de ambos lados.

En Francia, la reacción fue furiosa. La prensa y el público clamaban por una respuesta enérgica a lo que consideraban una ofensa a la dignidad nacional. Napoleón III, bajo presión y deseoso de restaurar su prestigio, declaró la guerra a Prusia el 19 de julio de 1870.


 

Las consecuencias de la manipulación

La guerra franco-prusiana comenzó con entusiasmo y patriotismo en ambos lados. Sin embargo, Francia, mal preparada y mal liderada, sufrió una serie de derrotas devastadoras. En cuestión de meses, el ejército prusiano marchó hacia París, y en enero de 1871, Francia fue forzada a capitular.

La victoria prusiana no solo humilló a Francia, sino que también permitió a Bismarck cumplir su sueño. El 18 de enero de 1871, en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles, se proclamó el Imperio Alemán, unificando los estados alemanes bajo el liderazgo de Prusia. Guillermo I se convirtió en el Kaiser (emperador) del nuevo imperio.

Reflexiones sobre el telegrama de Ems

El incidente del telegrama de Ems es un ejemplo clásico de cómo una manipulación de la información puede cambiar el curso de la historia. La habilidad de Bismarck para transformar una conversación diplomática en una provocación que llevó a la guerra demuestra el poder de la diplomacia y la comunicación en la política internacional.

Para las familias que escuchan esta historia, es una lección sobre la importancia de la precisión y la verdad en la comunicación. También es un recordatorio de cómo las tensiones y los conflictos entre naciones pueden ser influidos por la percepción y el orgullo nacional.

En un mundo donde la información viaja más rápido que nunca, y donde las palabras pueden ser tan poderosas como las acciones, la historia del telegrama de Ems sigue siendo relevante. Nos enseña a ser críticos y a valorar la paz, recordando que a menudo, las guerras comienzan no solo por grandes acciones, sino también por pequeños malentendidos y manipulaciones.

Un Epílogo para Reflexionar

Hoy, más de 150 años después, el incidente del telegrama de Ems sigue siendo estudiado por historiadores y analizado en las aulas. Es un ejemplo de cómo un solo acto de manipulación puede desencadenar eventos de proporciones épicas.

Para nosotros, como individuos y miembros de la comunidad global, esta historia nos insta a valorar la diplomacia, la comunicación honesta y la resolución pacífica de conflictos. Recordemos siempre que, aunque la historia esté llena de guerras y conquistas, también está llena de oportunidades para aprender, crecer y construir un futuro más pacífico y cooperativo.

sábado, 2 de marzo de 2024

Carrera armamentística Argentina-Chile: El abrazo del estrecho

El histórico abrazo del Estrecho: la muñeca diplomática de Roca cuando estuvimos por ir a la guerra con Chile

En 1899 el presidente Julio A. Roca decidió tomar el toro por las astas y viajar a Chile para coronar las negociaciones que se hacían a contrarreloj. Los reclamos de territorios en disputa habían llevado a ambos países a una carrera armamentística que por poco no terminó en un conflicto armado

 
Ya en su segundo mandato, Roca tenía más experiencia. Los que trabajaron entonces con él, lo encontraron más reflexivo y observador

Martín Rivadavia, un marino de 46 años ascendido a comodoro en octubre de 1896 y ministro de Marina en el segundo gobierno de Julio Argentino Roca, no se movía del puesto de mando del Acorazado General Belgrano, comprado a nuevo a Italia el año anterior. Llevaba un pasajero ilustre, al propio Presidente, que iba a reunirse con su par chileno, Federico Errázuriz.

El encuentro sería en Punta Arenas y el ministro tuvo una idea de la que se arrepintió cuando era demasiado tarde: en lugar de acceder a Chile por el Canal de Beagle y el Estrecho de Magallanes, le propuso a Roca hacerlo por los canales fueguinos, lo que representaba una navegación mucho más complicada y riesgosa, pero que sabía que sorprendería a los chilenos. Aclaró que él mismo respondería personalmente por la decisión tomada.

El Presidente aceptó gustoso y cuando llegaron a destino se enteró de que Rivadavia había sudado a mares y que guardaba una pistola con la que pensaba volarse la cabeza si se hundía el acorazado con el Presidente a bordo, en esos canales que no eran del todo conocidos.

Cuando la tensión con Chile iba en aumento, y muchos imaginaban una guerra, el presidente argentino decidió ir a encontrarse con Federico Errázuriz

Había asumido la primera magistratura el 12 de octubre de 1898. En la carrera hacia la Casa Rosada, asomaban dos candidatos potables: uno era él y otro Carlos Pellegrini. El general Bartolomé Mitre intentó cortar el avance de Roca a la presidencia al proponer una alianza entre radicales y nacionalistas. Pero Hipólito Yrigoyen la rechazó de plano. Él era el líder indiscutido desde el suicidio de su tío Leandro Alem el año anterior.

Lo que primó a la hora de ungir a Roca presidente fue la situación internacional, especialmente con nuestros vecinos los chilenos. Ese país venía de proclamarse triunfador en su guerra contra Perú y Bolivia y ese ambiente de un posible enfrentamiento por cuestiones limítrofes amenazaban la paz. Para algunos políticos, la guerra era un hecho, y quién mejor para conducirla que el único militar que nunca había sido derrotado. Así se afianzó la idea de su candidatura.

Invitación cursada por el gobierno de Chile, para participar de la histórica jornada (Gentileza Museo Roca)

Ya no era un joven de 37 años, sino que a sus 55 años se había convertido, según lo describe Ibarguren, en una persona flexible, tolerante, reflexiva y observadora.

Fue elegido gracias al voto de 218 electores. Su vice era Norberto Quirno Costa, con experiencia en política exterior.

“Felizmente, nos hallamos en paz y concordia con todas las naciones del mundo”, señaló Roca. “Las últimas cuestiones de límites, que heredamos del coloniaje, marchan a su solución, por los medios y procedimientos que presenten los tratados internacionales. La cuestión de Chile, resuelta desde 1891, ha sido entregada al arbitraje y de acuerdo con el tratado de este año y el de 1893. Esperamos tranquilos el fallo del árbitro, confiados en que nada turbará nuestras relaciones internacionales y en que la terminación pacífica de este largo pleito que será una victoria de la razón y del buen sentido, influirá en las relaciones de los estados sudamericanos”.

De etiqueta y ambos con la banda presidencial, en la cubierta del O'Higgins (Archivo General de la Nación)

Era consciente de la situación irresuelta con Chile. Unas de las cuestiones que se resolvería entonces sería la Puna de Atacama, un conflicto que se arrastraba desde el fin de la guerra del Pacífico, cuando Chile ocupó tierras que estaban en disputa entre Argentina y Bolivia. A partir de un laudo celebrado en Buenos Aires entre el 1 y el 9 de marzo de 1899, Argentina terminó quedándose con el ochenta por ciento y Chile con el veinte restante del sector en disputa.

De la mano de su ministro de guerra Pablo Riccheri modernizó el Ejército y adquirió armamento. También se creó el ministerio de Marina, a cuyo frente puso a Martín Rivadavia y compró barcos, en un vasto plan que incluyó la ley 4031 del servicio militar obligatorio.

Devolución de gentilezas. Luego del encuentro en el buque chileno, Errázuriz abordó el acorazado Belgrano. Fotografía revista Caras y Caretas.

El objetivo de Roca era mostrarse fuerte, en el ajedrez del cono sur, frente a Chile y a Brasil.

“Roca fue una figura central del proceso de consolidación del Estado nacional entre fines del siglo XIX e inicios del XX, y por aquellos años sus gobiernos tuvieron que enfrentar delicados conflictos con el Vaticano y con países limítrofes. También se retomaron antiguos reclamos de soberanía sobre las Islas Malvinas. Asimismo, se dio gran importancia a la organización y desarrollo de un cuerpo diplomático, enviado a diversas partes del mundo”, explican desde el Museo Roca.

Como los peritos de ambos países no lograban ponerse de acuerdo, Roca tomó el toro por las astas y decidió concretar un viejo anhelo, el de viajar al sur y cerrar él la cuestión.

A comer. El menú que se sirvió la noche del 16 de febrero (Gentileza Museo Roca)

No fue una decisión apresurada: daba el puntapié inicial de los presidentes argentinos que se involucraban personalmente en la solución de diferendos internacionales. Se la llamó la diplomacia presidencial, algo novedoso para la época. “Era consciente que la guerra había sido un impedimento en los procesos de modernización del Estado y de desarrollo económico”, se explica en un trabajo del citado museo. Sabía que su par chileno opinaba lo mismo.

Junto a su ministro de Marina y secretarios, el 20 de enero de 1899 partió en el ferrocarril del Sud hasta Bahía Blanca, donde abordó el acorazado Belgrano. Luego, el ministro de Relaciones Exteriores Amancio Alcorta lo alcanzó con el Transporte Chaco. Una comitiva de periodistas lo seguía en el crucero liviano Patria.

Junto al menú, se distribuyó el programa musical ejecutado en la cena (Gentileza Museo Roca)

En Puerto Belgrano -entonces se llamaba Puerto Militar- visitó las obras que se estaban realizando. A Puerto Madryn llegaron con lluvia y fueron en ferrocarril hasta Trelew. De ahí se trasladó en carruaje a Rawson y Gaiman.

Nuevamente a bordo, continuaron el viaje bordeando la costa patagónica. En Río Gallegos se hospedó en la casa del gobernador del territorio de Santa Cruz, Matías Mackinlay Zapiola. Cuando los pobladores se enteraron se concentraron y Roca les habló desde el balcón, donde prometió la concreción de obras. Era la primera vez que un Presidente los visitaba. Esa casa se demolió pero se conservó el balcón.

Cuando navegaban hacia Ushuaia, quiso visitar la estancia Haberton, donde fue agasajado por la viuda del dueño. El Presidente aprovechó a conversar con los indígenas onas y yaganes que trabajaban allí.

Debía cumplir con la agenda. Para el 15 de febrero al mediodía el mandatario chileno lo esperaba en Punta Arenas, tramo que cumplieron siguiendo la ruta propuesta por el comodoro Rivadavia. Al anochecer del 14, la comitiva argentina fondeó en Puerto Hambre, donde se sumó la fragata Sarmiento, el buque escuela que había decidido modificar su itinerario para sumarse al viaje.


El acorazado General Belgrano, comprado a Italia. En ese buque viajó Roca. Fue desguazado en el Riachuelo en 1947 (Wikipedia)

Los chilenos apostados en el muelle del puerto se sorprendieron al ver cerca de las dos de la tarde que la flota argentina aparecía por el sur y no por el este, el camino fácil y conocido. Junto al buque insignia O’Higgins, estaban los cruceros livianos Zenteno y Errázuriz y el transporte Argamos.

Apenas se avistó a los buques, en un día soleado en el que soplaba una brisa helada, fueron recibidos con interminables salvas de cañones. Había expectativa y ansiedad entre los funcionarios chilenos.

Errázurriz envió una embarcación con una comisión integrada por el general Vergara y el coronel Quintavalla para arreglar los detalles del ceremonial. El chileno ofrecía ir al buque argentino, pero Roca, vestido de civil y con banda presidencial -dejó a bordo su uniforme militar y medallas- se adelantó y abordó el O’Higgins, junto a sus ministros Alcorta y Rivadavia. Su par chileno estaba acompañado por sus ministros de Relaciones Exteriores, Guerra y Marina, Justicia e Instrucción Pública y por el director de la Armada, Jorge Montt, ex presidente.

Se saludó con Errázuriz con un apretón de manos, no con un abrazo. Igualmente pasó a la historia como “El abrazo del Estrecho”. La banda militar de la marina chilena ejecutó los himnos.

Luego, el chileno abordó el Belgrano y repitieron los saludos.

Hubo una reunión importante entre ellos al día siguiente, por la noche, en la que organizó un banquete. Se imprimió el menú, escrito en francés y con platos que aludían a la jornada, como “pigeons aux a vocats, a la Belgrano” y “soufflé de volaille, a la O’Higgins”. Una orquesta ejecutó diversas piezas musicales a lo largo de la velada.

A la hora de los brindis, el mandatario transandino expresó que “la paz, siempre benéfica, es fecunda entre naciones vecinas y hermanas, armoniza sus intereses materiales y políticos, estimula su progreso, da vigor a sus esfuerzos, hace más íntimos sus vínculos sociales y contribuye a la solución amistosa de sus dificultades y conflictos. La paz es un don de la Divina Providencia”.

Por su parte, Roca dijo que “la paz, como medio y como fin de civilización y engrandecimiento es, en verdad, un don de la Divina Providencia, pero es también un supremo deber moral y práctico para las naciones que tenemos el deber de gobernar. Pienso, pues, como el señor presidente de Chile y confundo mis sentimientos y mis deseos con los suyos, como se confunden en estos momentos las notas de nuestros himnos, las salvas de nuestros cañones y las aspiraciones de nuestras almas”.

Acordaron dirimir las disputas de límites por el camino diplomático. Tres años después se firmarían los Pactos de Mayo, donde ambos países renunciaban a reclamos de expansiones territoriales, que alejaron el fantasma de la guerra. Errázuriz falleció en julio de 1901 en el ejercicio de su cargo, y su sucesor Germán Riesco continuó con la misma política.

Roca permaneció tres días en Punta Arenas. El 22 de febrero ya estaba de regreso en Buenos Aires.

Ese mismo año viajó a Uruguay y Brasil. A este último país lo hizo acompañado, entre otros, por los generales Nicolás Levalle, José Garmendia y Luis María Campos, veteranos de la Guerra de la Triple Alianza.

El objetivo principal del viaje fue el encuentro con el presidente brasileño Campos Salles, con quien estableció muy buenas relaciones y le sirvió a Roca para estrechar lazos y mantener el equilibrio en la región.

Algo ducho en la materia debía ser, ya que cuando ya no era más presidente, le encomendaron dos misiones diplomáticas al Brasil, a fin de aquietar tensiones derivadas de la carrera armamentística y de ocupación de territorios. La última la cumplió en 1912, dos años antes de su muerte.

Tapa de Caras y Caretas del 25 de febrero de 1899, ironizando sobre el viaje del presidente. Roca se había transformado en un clásico en el semanario

Pasaron 124 años del aquel histórico encuentro entre Roca y Errázuriz, donde el sentido común solo estuvo ausente en el comodoro Martín Rivadavia, que sorprendió a propios y a extraños con sus dotes de navegante y experto conocedor de los peligrosos canales fueguinos. Todo lo vale para evitar una guerra.

Fuentes: Museo Roca – Instituto de Investigaciones Históricas; Félix Luna – Soy Roca; Carlos Ibarguren – La historia que he vivido; diario El Mercurio; revista Caras y Caretas



martes, 27 de junio de 2023

SGM: ¿Por qué China no fue considerada la 4ta potencia del conflicto?

¿Los tres grandes o los cuatro grandes? Por qué China no logró ser reconocida como Gran Potencia durante la Segunda Guerra Mundial


HGW Davie  ||  History of Military Logistics






Introducción

La China nacionalista desempeñó un papel importante en la Segunda Guerra Mundial al involucrar al cuerpo principal del ejército japonés. Esto evitó que el ejército japonés atacara a la Unión Soviética por la retaguardia o reforzara su cadena de islas defensivas en el Pacífico y causara grandes bajas en Estados Unidos. En términos de sufrimiento y destrucción, la Unión Soviética encabezó la lista con unos 27 millones de muertos y alrededor del 40% de su economía destrozada.[1] China ocupó el segundo lugar con aproximadamente 20 millones de muertos, 45 millones de refugiados y un nivel igual de destrucción de su economía e infraestructura.[2] Sin embargo, la Unión Soviética fue contada como una de las grandes potencias de los 'Tres Grandes', mientras que China no lo fue, a pesar de que fue el cuarto signatario de la Carta de las Naciones Unidas y el segundo signatario del documento de rendición del Imperio Japonés. firmado en la cubierta del USS Missouri.[3] Esto plantea la pregunta de por qué la China nacionalista se presentó como una gran potencia y, sin embargo, no logró obtener el reconocimiento como tal al final de la guerra. La historiografía de este tema experimentó un cambio importante hace alrededor de una década, alejándose del punto de vista de la década de 1970 de una China nacionalista que era "un régimen incompetente, corrupto y militarista" y una Guerra del Pacífico estadounidense mecanizada.[4] Además, desafía la reinterpretación de la posguerra de los acontecimientos en Estados Unidos en la década de 1950, así como la historiografía japonesa.[5] Una nueva investigación muestra que la guerra interrumpió el proceso de modernización de la China nacionalista, obligándola a librar una guerra de resistencia agraria en tres guerras 'anidadas' separadas, la Guerra Civil China interna (1911-1949), la Segunda Guerra Sino-Japonesa regional (1931 -1945), y la Segunda Guerra Mundial global (1937-1945).[6] Usando este punto de vista, este ensayo primero examinará la razón por la cual China fue promovida como una gran potencia, luego examinará las fuerzas que se oponen a este proceso, primero dentro de Estados Unidos y segundo en el resto del mundo, terminando con una evaluación del efecto sobre el proceso de La situación militar de la China nacionalista. Dadas las limitaciones de espacio que enfrenta este gran tema, la China comunista solo se mencionará de pasada.



El concepto de los cuatro policías

Incluso antes de que Estados Unidos entrara en guerra, el presidente Roosevelt estaba interesado en crear un nuevo orden mundial después de ella, tanto para cimentar alianzas durante la guerra como para asegurar la hegemonía estadounidense al final.[7] Los pasos iniciales fueron la Carta del Atlántico en la cumbre de Arcadia (diciembre de 1941), la Declaración de las Naciones Unidas (enero de 1942) y finalmente Washington otorgando a China Nacionalista el estatus de gran potencia en mayo de 1943.[8] Sin embargo, había límites a esta política, ya que los pedidos de una Carta del Pacífico quedaron sin respuesta.[9] Los objetivos de Roosevelt eran estratégicos, "mantener a China en la guerra" y políticos, al tener un aliado asiático, contrarrestó las afirmaciones japonesas de "Asia para los asiáticos". Además, la estabilización de posguerra de Asia requería un fuerte contrapeso a la Unión Soviética en la región y debilitar el imperialismo británico. [10] Se lanzó el concepto 'Cuatro policías'; 'El 2 de mayo de 1942, el presidente Roosevelt declaró que "en el futuro, una China invencible desempeñará el papel que le corresponde en el mantenimiento de la paz y la prosperidad no sólo en el este de Asia sino en todo el mundo".[11]

El concepto preveía que las Naciones Unidas fueran supervisadas por cuatro grandes potencias, Gran Bretaña y la Unión Soviética en Europa, China y la Unión Soviética en Asia, con Estados Unidos brindando asistencia financiera y económica. Estos policías tenían 'el poder de hacer frente de inmediato a cualquier amenaza a la paz y cualquier emergencia repentina que requiera esta acción' ya sea mediante embargo o acción militar.[12] El razonamiento detrás de esta estructura se basó en dos políticas estadounidenses clave, el aislacionismo y la puerta abierta. Roosevelt no creía que el Congreso le permitiría estacionar tropas estadounidenses en una Europa derrotada por más de dos años y en 1937 en la conferencia del Tratado de las Nueve Potencias, no había logrado obtener el apoyo público o del Congreso para el uso de la acción militar en apoyo. de las obligaciones del tratado.[13] Estados Unidos nunca se había unido a la Sociedad de Naciones. Las Leyes de Neutralidad de 1935, 1936 y 1937 habían significado que Estados Unidos no podía suministrar armas a China, aunque ella podía proporcionar préstamos. Aunque la derrota de la Enmienda Ludlow en 1937 comenzó a revertir la agenda aislacionista, no obstante, hasta 1940, durante la campaña electoral presidencial, Roosevelt se vio obligado a declarar 'No voy a enviar a sus muchachos a ninguna guerra en el extranjero'.[14 ]

Equilibrar el aislacionismo era la necesidad comercial de Estados Unidos. La política de Puertas Abiertas comenzó en 1899 basada en el libre comercio y la libertad de navegación, pero en realidad fue un intento de romper las esferas de influencia del imperio europeo.[15] El comercio con Asia representó solo el 6% del comercio total en 1930, sin embargo, los estadounidenses continuaron considerando a Asia en general y a China en particular como un mercado potencialmente grande para los productos estadounidenses.[16] La política de los Cuatro Policías, incluida la promoción de China como una gran potencia, fue la solución de Roosevelt a los deseos estadounidenses en conflicto de libre comercio y no involucrarse en su defensa. El plan estratégico de Roosevelt para construir China durante la guerra enfrentó una seria oposición dentro de Estados Unidos por parte de varios grupos, el más efectivo de los cuales fue el estamento militar. La verdad incómoda fue al comienzo de la guerra, Estados Unidos tenía unas fuerzas armadas pequeñas y una base industrial militar, por lo que había una competencia feroz por los recursos. Durante la mayor parte de los dos primeros años de la guerra, la baja prioridad de China en la estrategia aliada obligó tanto a Estados Unidos como a Gran Bretaña a librar una guerra de poder, en la que se prometía mucho, se entregaba poco y el simbolismo contaba mucho.[17] El opositor más efectivo a un compromiso en China fue George Marshall, quien estaba comprometido con la política de "Alemania primero" y quería que las potencias occidentales "aprovecharan su posición marítima" para evitar bajas.[18] Promovió un ataque decisivo contra Alemania por parte del pequeño ejército de 90 divisiones de Estados Unidos y se opuso a cualquier desvío de recursos a otros teatros. [19] En una línea similar, se opuso al bombardeo estratégico de las islas de origen japonesas por parte de B-24 y B-29 de China con el argumento de que la Armada de los Estados Unidos (USN) podría hacerlo de manera más económica. Él y el Secretario de Guerra, Stimson, se movieron lentamente para implementar la orden directa del presidente de apoyar la ofensiva.[20] La oposición de Marshall no fue puramente estratégica, después de todo, él fue el fundador del concepto estadounidense de una guerra moderna y mecanizada, la 'Revolución de Benning'. Esto estaba totalmente en desacuerdo con el concepto de guerra agraria y defensiva de Chiang Kai-shek.[21] Junto con el ejército de los EE. UU., la campaña de la USN y Douglas MacArthur en el suroeste del Pacífico reclamó una gran parte de la producción estadounidense tanto antes como durante la guerra.[22]



Madame Chiang Kai-shek


El apoyo a China por parte de la opinión pública estadounidense creció constantemente entre 1937 y 1941.[23] Esto fue alimentado por una visión en gran medida falsa de la China nacionalista, sin embargo, creció con fuerza en 1943 cuando Madame Chiang Kai-shek (Soong Meiling) realizó una gira por los Estados Unidos para una entusiasta recepción.[24] Ella fue solo la segunda mujer y el primer ciudadano privado en dirigirse a una sesión conjunta del Congreso [25] La ironía fue que a medida que la opinión pública y del Congreso se desplazó a favor de los nacionalistas, las actitudes oficiales comenzaron a declinar a partir de 1943 como el Oeste. La situación estratégica de los aliados mejoró y China se agotó más.[26] El apoyo público se vio reforzado por la conexión de los feligreses protestantes con el movimiento misionero de larga data en China. [27] Sus relatos de la incursión japonesa inicial en China darían forma a la opinión estadounidense, aunque esta era a menudo una visión sesgada.[28] China era vista como una democracia incipiente y madura para la conversión al cristianismo, una creencia alentada por el hecho de que tanto el general como la señora Chiang Kai-shek eran metodistas. La mejora en la percepción pública resultó en una reducción de la legislación estadounidense racista y discriminatoria que originalmente se había promulgado en 1882 contra los inmigrantes chinos reclutados para trabajar en los ferrocarriles transcontinentales.[29] En 1924 se introdujeron más leyes para detener por completo la emigración asiática; sin embargo, la gira de Soong Meiling a principios de 1943 desencadenó una campaña para la derogación, encabezada por luminarias como Pearl Sydenstricker Buck (Sai ​​Zhenzhu)[30]. Buck fue un influyente escritor sobre China, ganador de un Premio Pulitzer y el Premio Nobel de Literatura en 1938 y fue un valiente activista por la igualdad racial.[31] No obstante, hubo una oposición considerable de sociedades patrióticas, organizaciones laborales y sindicatos, veteranos e intereses comerciales de la Costa Oeste.[32] Al final, se derogó la Ley de 1924, pero a China solo se le concedieron 105 visas al año para ingresar a los Estados Unidos.33 En realidad, el racismo estadounidense estaba invicto.

Mientras Estados Unidos presentaba un torbellino de puntos de vista opuestos con respecto a China, el Imperio Británico adoptó un enfoque dual, apoyando a la China nacionalista con armas y apoyo financiero a través de Hong Kong y la Ruta de Birmania durante el período de 1937 a 1941, al mismo tiempo que intentaba para apaciguar a los japoneses.[34] Esto se debió en gran medida al interés propio con mil millones de dólares estadounidenses (60% de la inversión occidental) comprometidos en Shanghái, Cantón, Hong Kong y docenas de puestos comerciales más pequeños.[35] Fuera de esto, el Imperio tuvo poco tiempo para los nacionalistas, a pesar de que Chiang Kai-shek hizo una visita a la India en 1942 y convenció a los nacionalistas indios de retrasar su intento de independencia hasta el acuerdo de posguerra.[36] Este fracaso en hacer uso del líder de la mayor nación asiática, 'libre', fue una oportunidad perdida.[37] Sin embargo,

En muchos sentidos, la URSS tuvo una mano más fuerte y jugó mejor. Lenin había reconocido la revolución de Sun Yat Sen en 1923 como socialista, y desde ese momento en adelante la URSS apoyó a la China nacionalista incluso a expensas de los comunistas chinos, a través de una concentración en un 'Frente Unido' antifascista.[39] Este arreglo cesó con el Pacto de No Agresión Germano-Soviético en agosto de 1939 y la negativa de China a vetar la expulsión de la URSS de la Sociedad de Naciones durante la Guerra de Finlandia de 1940.[40] Sin embargo, en este punto, la China nacionalista ya había cumplido su propósito, ya que en 1941, el ejército japonés tenía un millón de hombres y 3.180 millones de yenes (33% del gasto total) empantanados en una guerra de desgaste en China central.[41] Comprometida con el teatro de China, no pudo atacar la retaguardia de la URSS cuando Alemania atacó en junio de 1941. En la Conferencia de Yalta en 1945, Stalin tenía la confianza suficiente para exigir la retención de Mongolia Exterior bajo un régimen de poder soviético y el control del Ferrocarril del Este de China en Manchuria, ambos objetivos clave de la guerra china.[42] Prescientemente, Chiang Kai-shek anotó en su diario: "Esta reunión de los tres líderes ya ha tallado las semillas de la Tercera Guerra Mundial".



Soldado chino entrenado en Alemania


Traicionado por su aliado más cercano, Chiang Kai-shek desconfiaba igualmente de los estadounidenses, en gran parte debido al carácter del hombre que enviaron para ser su Jefe de Estado Mayor, el teniente general Joseph Stilwell.[43] Stilwell empeoró mucho una situación ya delicada con sus invectivas personales y su negativa a considerar las circunstancias de la 'guerra anidada' de China, concentrándose en librar una guerra convencional contra los japoneses.[44] Destruyó los mejores ejércitos de los nacionalistas con su campaña en Birmania en 1942, luego los abandonó para escapar a la India, y nuevamente en 1944 insistió en una campaña en Birmania con las unidades clave restantes del ejército nacionalista.[45] El sur de China quedó expuesto a la 'Ofensiva de Ichigo' japonesa que causó enormes pérdidas militares y territoriales.[46] Stilwell había sido atrapado mintiendo antes en 1943,

La China nacionalista al comienzo de la Guerra Sino-Japonesa se enfrentó al fracaso de la Revolución de 1912 y la Expedición al Norte de 1926 para construir un estado nación unificado. El país siguió siendo pobre, agrario, subdesarrollado, la periferia bajo el control de los señores de la guerra y el comercio bajo el control de los europeos imperialistas.[49] Amenazado con la expansión japonesa en el norte, librando una guerra civil contra los comunistas y tratando de mantener unida una base de poder de seis facciones débilmente alineadas, Chiang Kai-shek no tenía otra opción que luchar en 1937.[50] Con la esperanza de atraer a las potencias occidentales en su ayuda, utilizó a sus mejores tropas alemanas entrenadas en una batalla culminante en Shanghái y, a partir de entonces, trató de sobrevivir a sus enemigos en el interior. Una vez que Estados Unidos se unió a la guerra en 1942, el problema era cuál era la mejor manera de utilizar la ayuda estadounidense para sobrevivir y mejorar la posición de China antes del acuerdo de posguerra.[51] En esto, Chiang se vio obstaculizado por la concentración de EE. UU. en luchar en la guerra global, mientras que también tuvo que luchar en las guerras regionales y civiles. Los planes grandiosos para recuperar Birmania y construir un ejército moderno de 90 divisiones se marchitaron por la falta de apoyo real de Estados Unidos o Gran Bretaña[52] Desde mediados de 1943, los estadounidenses cambiaron al bombardeo estratégico de Japón desde las bases chinas, sin embargo, en un año el El avance de la USN a través del Pacífico hizo que este plan fuera discutible y la ofensiva de Ichigo lo destruyó.[53]

El centro de esta imagen estratégica fue la asignación de los suministros limitados (650.000 toneladas entre 1942 y 1945) que podrían volar sobre la ruta del Himalaya conocida como 'Hump'.[54] Esto tuvo que dividirse entre el 20º Grupo de Bombardeo de EE. UU., comandado desde Washington y que bombardeaba Japón, la 14ª Fuerza Aérea del Ejército de EE. UU. de Claire Chenault, que apoyaba a las tropas terrestres nacionalistas, los ejércitos chinos de Joe Stilwell con base en India y las fuerzas nacionalistas de Chiang en China central.[55] Dado que Stilwell controlaba la mayor parte de esta asignación (toda excepto el 20th Bombardment Group), lo poco que se asignó a los nacionalistas, menos de 500 toneladas por mes o 10,000 toneladas hasta mayo de 1944, en realidad fue a la propia 'Fuerza Y' de Stilwell en Yunnan para Birmania. operaciones. No es de extrañar que los ejércitos nacionalistas que enfrentaban la Operación Ichigo se derrumbaran ante la mayor ofensiva del ejército japonés en la guerra. Los suministros estadounidenses eran tan importantes porque China solo había podido construir una base de fabricación limitada entre 1912 y 1937. Esto se debió en parte a que los imperios europeos desviaron la riqueza a través de fronteras libres de aranceles y la guerra civil constante para establecer el control de China central.[56 ] De manera similar, la reforma agraria se retrasó, ya que entró en conflicto con los partidarios de los terratenientes de Chiang, sin embargo, las reformas limitadas y las buenas cosechas aseguraron un suministro estable de alimentos hasta 1940. Incluso esta pequeña base industrial se perdió en la invasión japonesa de la llanura costera cuando solo el 11% de Shanghai. la industria fue evacuada a Wuhan.57 Los suministros estadounidenses eran tan importantes porque China solo había podido construir una base de fabricación limitada entre 1912 y 1937. Esto se debió en parte a que los imperios europeos desviaron la riqueza a través de fronteras libres de aranceles y la guerra civil constante para establecer el control de China central.[56 ] De manera similar, la reforma agraria se retrasó, ya que entró en conflicto con los partidarios de los terratenientes de Chiang, sin embargo, las reformas limitadas y las buenas cosechas aseguraron un suministro estable de alimentos hasta 1940. Incluso esta pequeña base industrial se perdió en la invasión japonesa de la llanura costera cuando solo el 11% de Shanghai. la industria fue evacuada a Wuhan.57 Los suministros estadounidenses eran tan importantes porque China solo había podido construir una base de fabricación limitada entre 1912 y 1937. Esto se debió en parte a que los imperios europeos desviaron la riqueza a través de fronteras libres de aranceles y la guerra civil constante para establecer el control de China central.[56 ] De manera similar, la reforma agraria se retrasó, ya que entró en conflicto con los partidarios de los terratenientes de Chiang, sin embargo, las reformas limitadas y las buenas cosechas aseguraron un suministro estable de alimentos hasta 1940. Incluso esta pequeña base industrial se perdió en la invasión japonesa de la llanura costera cuando solo el 11% de Shanghai. la industria fue evacuada a Wuhan.57

La situación empeoró constantemente a medida que continuaba la guerra de ocho años, la inundación de la cuenca del río Amarillo en 1938, la imposición de un impuesto a los cereales para alimentar a los ejércitos en 1941, la inflación del 235% y la hambruna de Henan en 1942.[58] El gobierno nacionalista enfrentó una enorme demanda de asistencia social y la crisis de los refugiados cambió para siempre la sociedad china, con la escala del problema medida en millones.[59] Bajo presiones tan enormes, no es de extrañar que el estado nacionalista comenzara a ceder ante la tensión. No es que Estados Unidos se diera cuenta: la mayoría de los estadounidenses se negaron a reconocer los problemas de Chiang o no podrían haberle importado menos el destino de China en la posguerra.

Nuestro principal objetivo era simplemente asegurarnos de que, a pesar de su agotamiento y de los terribles sacrificios y privaciones de su pueblo, debería "desempeñar un papel activo en esta guerra". General Alberto Wedemeyer[60]




Albert Wedemeyer con Chiang Kai-shek


Conclusión

El concepto de las 'Tres Grandes' potencias reflejaba la realidad política, diplomática, económica y militar de los tres principales protagonistas de la guerra contra las Potencias del Eje. Otras potencias más pequeñas u ocupadas, como Canadá, Francia y Polonia, ejercían una influencia limitada, pero participaban poco en las principales decisiones relacionadas con la estrategia o el acuerdo de posguerra. Además, incluso dentro de los Tres Grandes, cada uno tenía su propia esfera geográfica de influencia determinada por su poder militar y los otros dos miembros tenían una capacidad limitada para efectuar cambios en la política dentro de las esferas de otros. Dada esta realidad geopolítica, los esfuerzos de Roosevelt por promover a la China Nacionalista como una cuarta gran potencia parecen extraños y condenados al fracaso. China estaba económicamente subdesarrollada, era agraria, carecía de infraestructura industrial y de transporte, con su comercio comprometido por las potencias coloniales europeas. Los señores de la guerra controlaban las provincias de la periferia y las potencias extranjeras ocupaban las provincias del norte del país. Había estado en medio de una guerra civil cuando estalló la guerra regional chino-japonesa en 1937 y estuvo en gran parte aislada de la ayuda extranjera en la guerra global que comenzó en 1941.

Para entender la decisión de Roosevelt de apoyar la candidatura de China, hay que considerar tres factores clave, uno político, uno social y otro militar. El primer factor fue la falta de compromiso de los Estados Unidos con el mundo exterior antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Ella no había sido miembro de la Sociedad de Naciones y el aislacionismo era una fuerza poderosa entre los votantes estadounidenses. Dado esto, Roosevelt dudó si el Congreso estacionaría tropas estadounidenses en Europa más de dos años después del final de la guerra. Entonces, si bien EE. UU. podría ejercer influencia diplomática y económica, necesitaría ejercer influencia militar a través de un representante. El segundo factor en juego fue la falta de comprensión estadounidense de las realidades de la China nacionalista. Incluso dentro del Departamento de Estado, había un conocimiento limitado y la razón por la que Marshall envió a Stilwell a China, fue que él era el único oficial de campo estadounidense que hablaba chino. Las percepciones públicas de China eran aún más limitadas y se basaban en gran medida en los escritos de misioneros cristianos y visiones de empresarios sobre el comercio potencial. Roosevelt basó su apoyo a China en estos cimientos inestables. El tercer factor era práctico, militar y compartido tanto por los EE. UU. como por la URSS. Ambos necesitaban que continuara la guerra chino-japonesa para que el ejército japonés estuviera atado a la lucha contra China y no pudiera desplegarse contra ellos. militar y compartido por los EE.UU. y la URSS. Ambos necesitaban que continuara la guerra chino-japonesa para que el ejército japonés estuviera atado a la lucha contra China y no pudiera desplegarse contra ellos. militar y compartido por los EE.UU. y la URSS. Ambos necesitaban que continuara la guerra chino-japonesa para que el ejército japonés estuviera atado a la lucha contra China y no pudiera desplegarse contra ellos.

Dado que esta guerra comenzó antes de la guerra germano-soviética o la guerra del Pacífico, había pocos incentivos para apoyar a China en gran medida de manera material. Sin embargo, la perspectiva del estatus de gran potencia tenía un gran prestigio simbólico para Chiang Kai-shek. Teniendo en cuenta estos factores, la decisión de Roosevelt de promover los 'Cuatro Grandes' fue racional porque cumplió con sus objetivos militares a corto plazo, así como con su necesidad de posguerra de un contrapeso a la influencia soviética en el Pacífico. Sin embargo, la política fracasó en última instancia, porque no se basó en la realidad. China estaba muy lejos del camino hacia un futuro moderno, cristiano y democrático, y en cambio era una gran sociedad campesina agraria. La revolución de Sun Yat Sen había fracasado mientras que la de Lenin había triunfado.





La captura de Hong Kong por parte del Ejército Imperial Japonés cortó una importante ruta de importación china

Notas al pie

1 Mark Harrison, ‘Counting the Soviet Union’s War Dead: Still 26-27 Million’, Europe-Asia Studies 76, no. 1 (2019): 1036–47; Mark Harrison, ‘Counting Soviet Deaths in the Great Patriotic War: Comment’, Europe-Asia Studies 55, no. 6 (2003): 939–44, https://doi.org/10.1080/0966813032000123097.

2 Ping-ti Ho, Studies on the Population of China, 1368-1953 (Cambridge, MA.: Harvard University Press, 1959), 250–53; Richard B. Frank, Tower of Skulls: A History of the Asia-Pacific War, Volume I: July 1937-May 1942, Illustrated Edition (New York: W. W. Norton & Company, 2020), 88–89.

3 John W. Garver, ‘China’s Wartime Diplomacy’, in China’s Bitter Victory: The War with Japan, 1937-1945, ed. James Chieh Hsiung and Steven I Levine (Armonk, N.Y.: M.E. Sharpe, 1991), ch. Conclusion, para. 1 and 8. 4 S.C.M Paine, The Wars for Asia: 1911-1949 (Cambridge: Cambridge University Press, 2014), p.187; Mark Peattie, Edward Drea, and Hans van de Ven, eds., The Battle for China: Essays on the Military History of the Sino-Japanese War of 1937-1945 (Bloomington, IL.: Stanford University Press, 2013), p.449. 5 Paine, The Wars for Asia, p.9; Rana Mitter, Forgotten Ally: China’s World War II, 1937–1945 (Boston, MA .: HMH, 2013), p.9-12. 6 Paine, The Wars for Asia, p.xii, 3 ,5; Mitter, Forgotten Ally, p.12.

7 Garver, ‘China’s Wartime Diplomacy’, para. The Formation of China’s Alliance with the United States 1.

8 Jonathan Fenby, Alliance: The inside Story of How Roosevelt, Stalin and Churchill Won One War and Began Another (San Francisco, CA: MacAdam Cage, 2006), p.97; ‘Preparatory Years: UN Charter History’, The United Nations, n.d., https://www.un.org/en/about-us/history-of-the-un/preparatory-years#deco; Xiaohua Ma, ‘The Sino-American Alliance During World War II and the Lifting of the Chinese Exclusion Acts’, American Studies International 38, no. 2 (2000): p.41; Garver, ‘China’s Wartime Diplomacy’, ch. Chiang’s Payoff, para. 4-6.

9 Chan Lau Kit-Ching, ‘The Hong Kong Question during the Pacific War (1941-45)’, Journal of Imperial and Commonwealth History 2, no. 1 (1973): p.58, https://doi.org/10.1080/03086537308582393.

10 Ma, ‘The Sino-American Alliance During World War II and the Lifting of the Chinese Exclusion Acts’, p.55.

11 Ma, p.42.

12 Fenby, Alliance: The inside Story of How Roosevelt, Stalin and Churchill Won One War and Began Another, p.243.

13 Frank, Tower of Skulls, p.101; Mitter, Forgotten Ally, p.214.

14 Mitter, Forgotten Ally, p.232-3; Frank, Tower of Skulls, p.102-3.

15 Charles R. Kitts, The United States Odyssey in China, 1784-1990 (Lanham, MD.: University Press of America, 1991), p.85-87, https://archive.org/details/unitedstatesodys00kitt.

16 Paine, The Wars for Asia, p.171-2.

17 Chan Lau Kit-ching, ‘Symbolism as Diplomacy: The United States and Britain’s China Policy During the First Year of the Pacific War’, Diplomacy & Statecraft 16, no. 1 (2005): p.75, https://doi.org/10.1080/09592290590916149; Franco David Macri, Clash of Empires in South China: The Allied Nations’ Proxy War with Japan, 1935-1941 (Lawrence, KS.: University Press of Kansas, 2015), p37, 341.

18 Paine, The Wars for Asia, p.197-8.

19 Fenby, Alliance: The inside Story of How Roosevelt, Stalin and Churchill Won One War and Began Another, p.168.

20 Jay Taylor, ‘Chapter 5 Chiang and His American Allies’, in The Generalissimo: Chiang Kai-Shek and the Struggle for Modern China (Cambridge, MA.: Belknap Press of Harvard University Press, 2009), p.230.

21 ‘Marshall and the Benning Revolution’, George C. Marshall Foundation, 23 January 2015, https://www.marshallfoundation.org/blog/marshall-benning-revolution/; Peattie, Drea, and Ven, The Battle for China, p.451.

22 Frank, Tower of Skulls, p.138.

23 Frank, p.97; Garver, ‘China’s Wartime Diplomacy’, China’s diplomacy towards the Powers para 7.

24 Kitts, The United States Odyssey in China, 1784-1990, p.84; Jonathan Fenby, Generalissimo: Chiang Kai-Shek and the China He Lost (New York, NY.: Simon and Schuster, 2015), p.191.

25 Mitter, Forgotten Ally, p.296-7.

26 Mitter, p.158 & 298.

27 Kitts, The United States Odyssey in China, 1784-1990, p.58.

28 Frank, Tower of Skulls, p.96.

29 Ma, ‘The Sino-American Alliance During World War II and the Lifting of the Chinese Exclusion Acts’, p.44.

30 Ma, p.47; Pearl S Buck, The Good Earth, 1931; ‘The Nobel Prize in Literature 1938’, NobelPrize.org, accessed 16 December 2021, https://www.nobelprize.org/prizes/literature/1938/buck/biographical/.

31 Mitter, Forgotten Ally, p.51-2.

32 Ma, ‘The Sino-American Alliance During World War II and the Lifting of the Chinese Exclusion Acts’, p.47.

33 ‘Milestones: 1937–1945 - Repeal of the Chinese Exclusion Act, 1943’, Office of the Historian, Foreign Service Institute, United States Department of State, 2016, https://history.state.gov/milestones/1937- 1945/chinese-exclusion-act-repeal.

34 Kit-Ching, ‘The Hong Kong Question during the Pacific War (1941-45)’, p.56.

35 Garver, ‘China’s Wartime Diplomacy’, ch. Chinese Nationalism and the Powers, para. 7.

36 Fenby, Generalissimo, 7–8; K. C. Chan, ‘Britain’s Reaction to Chiang Kai-Shek’s Visit to India, February 1942’, Australian Journal of Politics & History 21, no. 2 (1975): p.58, https://doi.org/10.1111/j.1467- 8497.1975.tb01141.x.

37 Mitter, Forgotten Ally, p.245-6. 38 William Roger Louis and Hedley Bull, The ‘Special Relationship’: Anglo-American Relations Since 1945 (Oxford.: Clarendon Press, 1989), p.265; Kit-Ching, ‘The Hong Kong Question during the Pacific War (1941- 45)’, p.67; Kit-ching, ‘Symbolism as Diplomacy’, p.75. 39 Mitter, Forgotten Ally, p.44-45, 103; John W. Garver, Chinese-Soviet Relations, 1937-1945: The Diplomacy of Chinese Nationalism (Oxford.: Oxford University Press, 1988), p.58. 40 Frank, Tower of Skulls, p.124; Mitter, Forgotten Ally, p.215. 41 Peattie, Drea, and Ven, The Battle for China, p.425-6.

42 Mitter, Forgotten Ally, p.352-4.

43 Garver, ‘China’s Wartime Diplomacy’, ch. The Formation of China’s Alliance with the United States, para. 5 to 6.

44 Garver, ch. The Stilwell Incident, para 1 and 2.

45 Mitter, Forgotten Ally, p.332-3.

46 Mitter, p.318; Paine, The Wars for Asia, p.202-3.

47 Taylor, ‘Chapter 5 Chiang and His American Allies’, p.228; Mitter, Forgotten Ally, p.337-9.

48 Peter Chen-Main Wang, ‘Revisiting US-China Wartime Relations: A Study of Wedemeyer’s China Mission’, Journal of Contemporary China 18, no. 59 (2009): p.246, https://doi.org/10.1080/10670560802576000; John J. McLaughlin, General Albert C. Wedemeyer: The Strategist Behind America’s Victory in World War II, and the Prophet of Its Geopolitical Failure in Asia (Havertown PA: Casemate Publishers, 2012), p.10.

49 Mitter, Forgotten Ally, p.48; Garver, ‘China’s Wartime Diplomacy’, para. Chapter 1 para 1.

50 Frank, Tower of Skulls, 2.

51 Peattie, Drea, and Ven, The Battle for China, p.425; Paine, The Wars for Asia, p.5.

52 Peattie, Drea, and Ven, The Battle for China, p.429-30.

53 Peattie, Drea, and Ven, p.431, 437; Mitter, Forgotten Ally, p.318.

54 Peattie, Drea, and Ven, The Battle for China, p.255.

55 Peattie, Drea, and Ven, p.299-300; Taylor, ‘Chapter 5 Chiang and His American Allies’, p.212.

56 Mitter, Forgotten Ally, p.182.

57 Frank, Tower of Skulls, p.109.

58 Mitter, Forgotten Ally, p.5, 266-7, 271-3.

59 Mitter, p.120.

60 Wang, ‘Revisiting US-China Wartime Relations’, p.246.