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sábado, 22 de febrero de 2025

Argentina: La des-araucanización de las tierras argentinas


La des-araucanización de la toponimia argentina


Propuesta de cambio de toponimia en Argentina: Reivindicación de los pueblos originarios auténticos ante la apropiación Araucana/Mapuche

Resumen

El presente informe analiza la propuesta de modificación de la toponimia en Argentina para reemplazar los nombres de origen mapuche o araucano por denominaciones en lenguas de los pueblos ancestralmente asentados al oriente de la cordillera de los Andes, como los tehuelches o aonikenk. Se fundamenta en la evidencia histórica y lingüística que demuestra que los mapuches son un pueblo originario de la vertiente occidental de los Andes, en lo que hoy es Chile, y que su presencia en la Patagonia argentina es producto de una expansión relativamente reciente, ocurrida a partir del siglo XVII. Se revisarán los estudios del antropólogo Rodolfo Casamiquela sobre este fenómeno, así como la influencia de organizaciones extranjeras, como Mapuche International Links, que sostienen reclamos sin fundamentos históricos sólidos y con un notable sesgo ideológico.

 

1. Introducción

La toponimia en Argentina refleja la historia de los pueblos que han habitado su territorio. Sin embargo, en las últimas décadas ha surgido un movimiento que busca imponer una narrativa en la que el pueblo mapuche es presentado como el único pueblo originario de la Patagonia, lo que contradice las investigaciones arqueológicas, antropológicas y lingüísticas. Dada la importancia de la identidad histórica y territorial, este informe plantea la necesidad de reivindicar los nombres tradicionales vinculados a los pueblos auténticamente preexistentes en la Patagonia argentina, principalmente los tehuelches (aonikenk y gününa küne) y los pampas, desplazando los topónimos impuestos por la expansión mapuche desde Chile.

2. Origen transcordillerano de los araucanos y su expansión hacia el Este

2.1 Evidencia histórica y antropológica

La evidencia arqueológica y etnohistórica indica que los mapuches no habitaban la Patagonia oriental antes del siglo XVII. Rodolfo Casamiquela, en su obra "¿Quiénes eran los Tehuelches? Una etnia en vías de extinción" (1969), refuta la idea de que los mapuches sean los habitantes originarios del territorio argentino y documenta su avance desde Chile a través de un proceso de aculturación y sometimiento de los pueblos indígenas preexistentes. Casamiquela señala que el término "araucanización" define la imposición cultural, lingüística y política de los mapuches sobre los tehuelches y otros pueblos que habitaban la región oriental de los Andes.

Los tehuelches, que incluían a los grupos aonikenk y gününa küne, ocupaban extensas áreas de la Patagonia argentina desde tiempos prehispánicos. Su presencia ha sido confirmada por estudios arqueológicos en la meseta del centro y sur del país. En cambio, los mapuches aparecen en la región en tiempos relativamente recientes, como resultado de migraciones y conflictos interétnicos.

2.2 Pruebas lingüísticas y culturales

Casamiquela también destaca la desaparición progresiva de las lenguas tehuelches debido al proceso de mapuchización. Antes del siglo XVII, la Patagonia argentina estaba poblada por grupos que hablaban lenguas diferentes al mapudungun. Sin embargo, con la expansión mapuche, estas lenguas fueron reemplazadas y hoy solo sobreviven vestigios en la toponimia y en los registros etnográficos.

El lingüista Viegas Barros (1998) refuerza esta idea al señalar que el idioma tehuelche (aonikenk) tiene raíces propias y diferenciadas del mapudungun, lo que refuerza la evidencia de que los aonikenk fueron los habitantes originarios de la región antes de la llegada de los mapuches.

2.3 La presencia histórica de los Aonikenks y la llegada tardía de los mapuches

Los aonikenks, comúnmente conocidos como tehuelches o patagones, fueron los habitantes originales de la región patagónica argentina. Sus primeros registros datan de la llegada de expediciones europeas, como la de Magallanes en 1520 y la de Fitz Roy y Darwin en el siglo XIX. Estudios antropológicos y lingüísticos han confirmado su presencia en el territorio desde tiempos precolombinos.

El antropólogo e historiador Rodolfo Casamiquela (1978) fue uno de los principales exponentes en demostrar la existencia previa de los tehuelches en la Patagonia oriental. En su obra "Las áreas tecno-culturales del sur de Argentina y Chile", argumenta que la migración mapuche hacia el este de los Andes es un fenómeno relativamente reciente y que la araucanización de los tehuelches fue un proceso forzado de asimilación cultural y lingüística (Casamiquela, 1978).

Casamiquela sostiene que los mapuches eran originarios del lado occidental de la cordillera y que cruzaron a territorio argentino en busca de nuevos recursos y oportunidades comerciales, aprovechando la introducción del caballo traído por los españoles. Este proceso, que se intensificó entre los siglos XVII y XIX, generó un reemplazo lingüístico y cultural que, con el tiempo, derivó en la errónea concepción de que los mapuches eran los habitantes ancestrales de la Patagonia.

Por otro lado, registros coloniales y testimonios de viajeros europeos corroboran que hasta mediados del siglo XVIII no se documenta presencia mapuche en la región pampeana y patagónica. En cambio, sí se registran asentamientos tehuelches en vastas zonas del actual territorio argentino (Bridges, 1948; Borrero, 2001).

3. Toponimia y la necesidad de un cambio

La toponimia en Argentina ha sido profundamente alterada por la expansión mapuche. Muchos nombres de origen tehuelche han sido reemplazados por términos en mapudungun debido a la imposición cultural sufrida por estos pueblos. Ejemplos claros son:

  • Chubut, originalmente Tchubut, un término aonikenk que significa "transparente", aunque ha sido reinterpretado bajo una fonética mapuche.
  • Neuquén, un término mapuche que se superpuso a denominaciones previas de los pueblos indígenas del área.
  • Río Negro, cuya región estaba poblada por pampas y gününa küne antes de la llegada de los mapuches.

Un proceso de restitución de nombres ancestrales sería un acto de justicia histórica, permitiendo recuperar la identidad real de los pueblos que habitaron Argentina antes de la expansión mapuche.


Ciudades y regiones de la Provincia de Buenos Aires con nombre araucano que podrían cambiar a su correspondiente aonikenk (o castellano)

4. Interferencia externa: Mapuche International Links y su rol en la distorsión histórica

4.1 Origen y composición de la organización

Una de las principales fuentes de apoyo a la narrativa de la ancestralidad mapuche en la Patagonia es la organización Mapuche International Links, cuya página web (https://www.mapuche-nation.org/) promueve una versión sesgada de la historia. Llamativamente, esta organización tiene su sede en el Reino Unido y está financiada por fuentes británicas, lo que genera interrogantes sobre sus verdaderos intereses en la región.


Además, su composición es altamente irregular: si bien se presenta como una organización defensora del pueblo mapuche, solo uno de sus miembros es de origen chileno, mientras que el resto son ciudadanos británicos. Esta desproporción sugiere que la organización podría estar operando con una agenda geopolítica encubierta más que con un genuino interés por los derechos indígenas.

4.2 Falta de evidencia en sus reclamos

Mapuche International Links basa sus reclamos en la tradición oral sin respaldo arqueológico o documental. Las fuentes históricas argentinas y chilenas, incluyendo las crónicas de misioneros y viajeros del siglo XVIII y XIX, confirman que los mapuches no habitaban la Patagonia oriental antes del proceso de araucanización. Su llegada se debió a una serie de movimientos migratorios que, en muchos casos, implicaron la conquista y absorción de pueblos locales.

La insistencia en una supuesta "ancestralidad" mapuche en la Patagonia argentina carece de fundamento y parece responder más a intereses políticos y económicos que a la realidad histórica.


5. Conclusión y recomendaciones

La revisión de la toponimia en Argentina es una cuestión de justicia histórica para los pueblos realmente originarios del territorio. Dado que la presencia mapuche en la Patagonia argentina es el resultado de una expansión reciente y no de una ocupación ancestral, es necesario restaurar los nombres de origen tehuelche, aonikenk y pampa, en detrimento de las denominaciones impuestas por la influencia mapuche.

Asimismo, es crucial visibilizar la injerencia de organizaciones extranjeras como Mapuche International Links, cuya agenda parece estar más alineada con intereses externos que con la realidad histórica de los pueblos indígenas de Argentina. La identificación y el estudio de estos actores permitirán entender mejor el trasfondo político de la manipulación histórica que buscan imponer.

La restitución de la toponimia auténtica no solo corrige una distorsión histórica, sino que también refuerza la identidad nacional y la memoria de los verdaderos pueblos originarios de la Patagonia argentina. Lamentablemente, la Universidad Nacional de Buenos Aires, auto-proclamada como si fuese una institución privada Universidad de Buenos Aires (UBA), fortalece esta posición de invasión cultural enseñando el idioma del invasor entre sus opciones. La Universidad Nacional del Comahue también participa en esta invasión cultural e indigenismo promoviendo el izamiento de la bandera araucana y adhiriendo a absurdas festividades precolombinas.

Dado el análisis expuesto, es razonable plantear una revisión de la toponimia actual en Argentina con el fin de restaurar nombres que reflejen con mayor precisión la identidad histórica y cultural de la región. Esto implicaría:

  1. Sustituir nombres mapuches por denominaciones aonikenks/tehuelches, en reconocimiento de su presencia anterior en la Patagonia y la Pampa.
  2. Promover estudios históricos y lingüísticos que rescaten los nombres originales de ríos, montañas y localidades antes de la araucanización.
  3. Generar conciencia pública sobre la historia real de los pueblos indígenas argentinos, evitando manipulaciones ideológicas o intereses extranjeros en la construcción de identidades artificiales.

 

Referencias

  • Borrero, L. (2001). Los Tehuelches: Historia y Arqueología de un Pueblo Nómade.
  • Bridges, L. (1948). Uttermost Part of the Earth.
  • Casamiquela, R. (1969). ¿Quiénes eran los Tehuelches? Una etnia en vías de extinción. Buenos Aires: Eudeba.
  • Viegas Barros, J. (1998). Estudios sobre la lengua tehuelche. Universidad de Buenos Aires.
  • Mandrini, R. (2006). Los pueblos originarios de la Argentina: su historia desde los primeros pobladores hasta la conquista europea. Buenos Aires: Eudeba.
  • Crónicas de viajeros y misioneros del siglo XVIII y XIX sobre los tehuelches y mapuches.

Este informe propone una acción concreta para la recuperación de la identidad histórica de la Patagonia, basada en la evidencia arqueológica, lingüística e histórica disponible. Abajo se presentan una serie de lugares nombrados con términos de la lengua araucana/mapuche en columna "Mapuche", luego las columnas "Castellano" y "Aonikenk" traducen de una manera aproximada los términos a cada lenguaje. Se propone realizar la sustitución de la toponimia araucana al castellano o aonikenk. Como parte de la guerra cultural contra el falso indigenismo que victimiza al pueblo araucano, es necesario tomar la senda de la evidencia histórica para reponer la herencia cultural de los pueblos que poblaron realmente la Patagonia.

Lugares con toponimia araucana y su traducción, cuando es factible, al idioma aonikenk

Número Mapuche Castellano Aonikenk
1 Aconcagua Monte que vigila  
2 Aluminé Brillo en el fondo  
3 Angaco Gente de las alturas Chantel Al
4 Anguil Zorro Patnk
5 Añelo Lugar donde se escucha Yaich Aike
6 Aruncohue Lugar de barro Tako Aike
7 Atreucó Agua del trueno Karut Katenke
8 Banderaló Lugar con banderas Bandera Käiken
9 Bariloche Gente detrás de la montaña  
10 Buta Ranquil Corral grande Chaink Uorkenk
11 Caleufú Río verde Jestateltenk Katenke
12 Calfucurá Piedra azul Jeshteltenk Yaten
13 Carhué Lugar verde Jestateltenk Aike
14 Carilafquén Lago verde Jestateltenk Tamle
15 Carirriñe Lugar con piedras Yaten Aike
16 Carrenleufú Río de corral Uorkenk Katenke
17 Chachín Tronco grueso Chaink Majen
18 Chapalcó Agua del barro Katenke Tako
19 Chascomús Laguna salada Jechen Tamle
20 Chimehuin Lugar de encuentro Komuaen Aike
21 Chimpay Lugar de sacrificio Jamenke Aike
22 Chivilcoy Lugar de algarrobos Akel Aike
23 Choele Choel Raza con flor amarilla Guijarro
24 Chos Malal Corral amarillo Uaitenk Uorkenk
25 Claromecó Tres aguas Kaash Katenke
26 Colan Conhué Lugar de paso Kei Aike
27 Colhué Huapi Isla roja Kápenken Sekten
28 Collón Curá Río de piedras Yaten Katenke
29 Comahue Lugar de aguas cristalinas Jechen Katenke
30 Comicó Lugar del agua escondida Kioosh Jechen
31 Copahue Agua de azufre Joche Tamle
32 Cuchillo-Có Agua de cuchillos Páijen Tamle
33 Cura Malal Corral de piedra Yaten Uorkenk
34 Curí Leuvú Río de piedra Yaten Katenke
35 Curruhué Lugar de piedras Yaten Aike
36 Currumahuida Colina de piedras Yaten Yeut
37 Domuyo Que tiembla y retumba Nauneuen 
38 El Nihuil El que brilla Keóken
39 Epecuén Casi quemado Uair
40 Epulafquen Dos lagos Tamle Jauke
41 Epulef Dos ríos Katenke Jauke
42 Epuyén Lugar del remolino Uarrekenk Aike
43 Filo Hua Hum Donde el filo toca el río Katenke Filo
44 Futalaufquen Lago grande Chaink Tamle
45 Futaleufú Río grande Chaink Katenke
46 Ganzú Lauquen Laguna grande Chaink Koi
47 Guaminí Lugar del tordo Kiken Aike
48 Guatraché Lugar del rastro Choiols Aike
49 Huanguelén Aguada amarilla Uaitenk Koi
50 Huechulafquen Lago largo Keikel Tamle
51 Hui Hui Lugar de entrada Aiken Aike
52 Huiliches Gente del sur Aonikenk
53 Huinca Renancó Aguada del huinca Kade Koi
54 Huinganco Lugar de huesos Ko Aike
55 Kilka Dibujo o escritura Ajnun
56 Leubucó Aguada del río Katenke Koi
57 Lihué Calel Sierra de la vida Asher Yeuternk
58 Limay Río cristalino Kuol Katenke
59 Limay Mahuida Cerro del río cristalino Yeut Kuol Katenke
60 Lin Calel Tres cerros Kaash Yeuternk
61 Litrán Aguada de piedra blanca Orrenk Yaten Koi
62 Llao Llao Hierba amarga Jechen Ueicurru
63 Loncopué Cabeza de sapo Ualuelen Teuko
64 Los Coihues Los árboles de coihue Kápenken
65 Los Menucos Los lugares pedregosos Yaten Aiken
66 Loventuel Lugar de los hierros Taam Aike
67 Macachín Lugar de algarrobos Akel Aike
68 Machónico Lugar de agua amarilla Uaitenk Tamle Aike
69 Mainqué Loro barranquero Keke / Chetjarre
70 Maipo Agua de la tierra Jerum Tamle
71 Malargüe Lugar de corrales Uorkenk Aike
72 Meliquina Cuatro montañas Kaaje Yeuternk
73 Moquehue Lugar de agua quieta Tamle Aike
74 Nahuel Huapi Isla del tigre Jaluel Sekten
75 Nahuel Mapá Tierra del tigre Jaluel Jerum
76 Nahuel Pan Tigre de piedra Jaluel Yaten
77 Nahuel Rucá Casa del tigre Jaluel Ku
78 Nahueve Río del tigre Jaluel Katenke
79 Naicó Aguada de fuego Iaik Koi
80 Napaleofú Río de las ciénagas Koluel Katenke
81 Neuquén Aguada atrevida  
82 Nonthué Lugar de encuentro de aguas Tamle Komuaen Aike
83 Ñacuñán Lugar de algarrobos Algarrobo Aike
84 Ñorquín Zorzal Segdep
85 Ñorquinco Aguada del zorzal Segdep Aike
86 Paimún Lugar del remolino Uarrekenk Aike
87 Palantelén Lugar del paso Kei Aike
88 Pehuen-Có Aguada de araucarias Peenkal Tamle
89 Pichi Huinca Pequeño huinca Kade Telenke
90 Pichi Leufú Río pequeño Telenke Katenke
91 Pichi Mahuida Pequeño cerro Telenke Yeut 
92 Picún Leufú Río del norte Penkenk Telenke
93 Picunches Gente del norte Penkenk Al
94 Pigüé Lugar de siembra Kaichelo Aike (trigal)
95 Pilcaniyeu Lugar de cañas amarillas Uaitenk Chank Aike
96 Pilhué Lugar de agua de flechas Shotel Koi Aike
97 Pillahuincó Aguada de las flechas Shotel Koi
98 Pilo Lil Arroyo de ramas Kake Kon
99 Piltriquitrón Cerro colgado de las nubes Kochkoch Kauen Yeut
100 Polcahué Lugar de barro rojo Kápenken Tako Aiken
101 Prahuaniyeu Lugar del cañaveral de fuego Iaik Chank Aike
102 Puan Laguna de agua turbia Epolenk Koi 
103 Puelén Lugar del este Penkoken Aike
104 Puelmapu Tierra del este Penkoken Geute
105 Puelo Agua del este Penkoken Tamle
106 Pulmari Lago gris Temeltenk Tamle
107 Quehué Lugar de juncos Korpen Aike
108 Quemquemtreu Gente de las quebradas Konkashken Al
109 Queñi Aguada escondida Eica Koi
110 Quequén Lugar de barrancas Jono kuinekon Aike
111 Quetrequén Lugar de temblores  
112 Quili Malal Corral de tres puntas Kash Orrka Uorkenk
113 Quillén Lugar de sueños Kotenkesh Aike
114 Quiñihual Lugar de tres montes Kaash Yeuternk Aike
115 Rancul Carrizal Telshen Aike
116 Realicó Lugar de caldenes Calden Aike
117 Renca Caña brava Gankenk Chank
118 Ruca Choroy Casa de loros Keke Uake
119 Salliqueló Lugar de greda amarilla Uaitenk Ko Aike
120 Somuncurá Piedra que habla Aish Yaten
121 Tandil Roca que late Sheg Yaten
122 Tapalqué Aguada dividida Gluen Koi
123 Telén Lugar de barro Tako Aike
124 Traful Unión de aguas Katenke Komuaen



Wikipedia
Pueblos originarios







sábado, 10 de agosto de 2024

Crisis del Beagle: Combate aéreo sobre Santiago

Fuego sobre Santiago

Esteban McLaren



Imagina un mundo donde, el 22 de diciembre de 1978, las negociaciones entre Argentina y Chile fracasan y estalla una guerra feroz por el conflicto del Beagle. Las tropas argentinas lanzan una maniobra en la Patagonia Austral para desviar la atención de las fuerzas chilenas, mientras que el verdadero golpe, un asalto blindado a Santiago, se prepara en las sombras. En esta historia alternativa, se desarrolla una batalla aérea épica que enfrenta a dos titanes de la aviación: el F-5 Tiger II y el Mirage III.

Este ensayo te lleva al corazón de ese conflicto, comenzando con una narrativa ficticia que sigue a dos pilotos imaginarios, sus emociones, decisiones y enfrentamientos en el cielo. A medida que avanzas, te sumergirás en un análisis detallado y técnico de lo que habría sido este duelo aéreo, explorando las capacidades y limitaciones de ambos aviones. Un viaje que mezcla la adrenalina de la ficción con el rigor de la táctica militar.

1. Introducción

Una fresca mañana de diciembre de 1978, el cielo de Santiago estaba despejado y brillante, y los primeros rayos de sol proyectaban largas sombras sobre la bulliciosa ciudad. Sin embargo, bajo la serena fachada, bullía una tensión que amenazaba con desbordarse y convertirse en un conflicto a gran escala. La crisis del Beagle había llevado a Chile y Argentina al borde de la guerra y ahora, cuando las fuerzas militares de ambas naciones se enfrentaban, los cielos sobre la capital chilena pronto se convertirían en un campo de batalla.

Para el capitán Benito Calfukelen, un experimentado piloto de la Fuerza Aérea chilena, el día comenzó como cualquier otro, con el estridente sonido de un despertador que lo despertaba de golpe. Pero hoy era diferente. Mientras sacaba las piernas de la cama y se ponía el traje de vuelo, el peso de lo que le esperaba le oprimía los hombros. El embargo de la administración Carter había dejado a los aviones F-5E Tiger II de su escuadrón en mal estado de mantenimiento y todos los pilotos sabían que sus máquinas no estaban a la altura de las circunstancias. Sólo 3 se hallaban en condiciones plenamente operativas. Sin embargo, no había lugar para la duda. Los informes sobre aviones argentinos que se dirigían a Santiago habían llegado apenas unos minutos antes, y la unidad de Calfukelen se apresuraba a interceptarlos.




Al otro lado de los Andes, en la ciudad argentina de Mendoza, el teniente Joaquín Olazábal estaba sentado en la sala de preparación de la base aérea El Plumerillo, preparándose mentalmente para la misión. A diferencia de su homólogo chileno, el avión de Olazábal, un elegante y poderoso Mirage III, estaba en óptimas condiciones, un símbolo de la industriosidad francesa y la destreza de los mecánicos argentinos. Se le había encomendado una misión crítica: proteger una oleada de A-4 Skyhawks que descendían sobre Santiago para atacar objetivos militares clave. Había mucho en juego, y Olazábal sabía que cualquier falla podría tener consecuencias nefastas para la posición estratégica de Argentina en el conflicto.

2. Los personajes

La historia del capitán Benito Calfukelen comenzó en un pequeño pueblo del sur de Chile, de fuerte ascendencia araucana, donde las montañas y los cielos abiertos lo atrajeron desde una edad temprana. Hijo de un maestro de escuela local, Calfukelen fue el primero de su familia en dejar atrás la vida rural, atraído a la Academia de la Fuerza Aérea por el deseo de servir a su país y su amor por volar. En 1978, ya se había ganado un lugar entre los mejores pilotos de Chile, pero las frustraciones de volar el nuevo pero dificultosamente mantenido F-5E lo agobiaban. A pesar de estos desafíos, la determinación de Calfukelen se mantuvo inquebrantable. Había aprendido a arreglárselas con lo que tenía y hoy, más que nunca, su ingenio se pondría a prueba.



El teniente Joaquín Olazábal, por otro lado, tenía una historia diferente. Nacido en una familia militar en Buenos Aires, su camino hacia la cabina de mando estuvo pavimentado con tradición y privilegio. Su padre, un general condecorado, le había inculcado un profundo sentido del deber y la importancia de mantener la supremacía militar de Argentina. Las habilidades de Olazábal en el Mirage III, un caza de última generación capaz de alcanzar velocidades de Mach 2, lo habían convertido rápidamente en una estrella en ascenso en la Fuerza Aérea Argentina. Mientras se preparaba para la misión que tenía por delante, Olazábal sintió el peso del legado de su familia sobre sus hombros. Su papel hoy era más que una misión; era una continuación del servicio de su familia a la Argentina.




3. Preparativos militares y contexto

A finales de 1978, cuando la situación política entre Chile y Argentina se deterioró, ambas naciones se prepararon para la posibilidad de un conflicto militar por la disputa del Canal Beagle. El canal, rico en potenciales reservas de petróleo y valor estratégico, se había convertido en un punto de conflicto que ninguna de las partes estaba dispuesta a ceder. Para Argentina, la junta militar que había llegado al poder en 1976 veía el control del canal como un medio para reforzar el orgullo nacional y distraer la atención de los disturbios internos. En Chile, el gobierno militar del general Augusto Pinochet estaba igualmente decidido a defender lo que consideraba un territorio soberano.

Ambas naciones comenzaron a movilizar sus fuerzas armadas, y las fuerzas aéreas argentina y chilena desempeñaron papeles cruciales en sus respectivos planes de guerra. La Fuerza Aérea Argentina (FAA) tenía la tarea de establecer la superioridad aérea y proporcionar apoyo aéreo cercano a las fuerzas terrestres. La Fuerza Aérea de Chile (FACh), por otro lado, era responsable de defender el espacio aéreo chileno, en particular alrededor de objetivos estratégicos clave como Santiago.

Fuerza Aérea de Chile

Entre los cazas de primera línea de la Fuerza Aérea de Chile se encontraba un escuadrón de aviones Northrop F-5E Tiger II, adquiridos a principios de los años 1970. Sin embargo, en 1978, estos aviones mostraban signos de desgaste. El mantenimiento de los F-5E se había visto gravemente afectado por las sanciones militares de los EE. UU., como resultado de las preocupaciones de la administración Carter por las violaciones de los derechos humanos en Chile. Las piezas de repuesto eran escasas y la FACh luchaba por mantener la flota operativa. A pesar de estos desafíos, los pilotos chilenos, incluido el capitán Benito Calfukelen, se entrenaron rigurosamente, centrándose en tácticas defensivas y misiones de intercepción.

La estrategia de la FACh se basó en el número limitado de F-5E para contener los ataques argentinos el tiempo suficiente para que las defensas terrestres pudieran actuar. Dado el mal estado de sus aviones, los pilotos chilenos recibieron instrucciones de evitar enfrentamientos prolongados y, en cambio, centrarse en ataques rápidos seguidos de maniobras evasivas.

Fuerza Aérea Argentina

En contraste, la Fuerza Aérea Argentina estaba en una posición relativamente fuerte. La FAA había invertido mucho en la modernización de su flota a principios de los años 70, adquiriendo interceptores Mirage III de Francia. Estos aviones estaban bien mantenidos, equipados con sistemas de radar avanzados y capaces de transportar una variedad de misiles aire-aire, incluidos el Matra R530 y el R550 Magic. Los pilotos argentinos, como el teniente Joaquín Olazábal, se entrenaron intensivamente en misiones de superioridad aérea, perfeccionando sus habilidades tanto en intercepciones de alta velocidad como en combate aéreo.

Para el conflicto que se avecinaba, la FAA desarrolló una estrategia para lograr una rápida superioridad aérea sobre objetivos chilenos clave, incluido Santiago. El plan implicaba utilizar cazas Mirage III para proteger oleadas de A-4 Skyhawks, que lanzarían ataques de precisión sobre aeródromos e instalaciones militares chilenas. El objetivo era paralizar la capacidad de Chile de montar una defensa aérea eficaz, allanando así el camino para una invasión terrestre.

4. La mañana del despegue


Benito Calfukelen

La mañana del 22 de diciembre de 1978 comenzó como muchas otras, con el capitán Benito Calfukelen levantándose antes del amanecer. La base del Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez en Santiago ya era un hervidero de actividad. Los equipos de tierra se apresuraron a preparar los pocos F-5E que todavía estaban operativos, mientras los pilotos recibían sus últimas instrucciones.

Mientras Calfukelen se ponía el traje de vuelo, no podía quitarse de encima la sensación de inquietud. La noche anterior, le habían informado de los últimos informes de inteligencia que indicaban que los aviones argentinos se preparaban para un ataque a primera hora de la mañana. El mando chileno había previsto un ataque de ese tipo, dada la importancia estratégica de Santiago, y el escuadrón de Calfukelen estaba en alerta máxima.

El avión de Calfukelen, aunque desgastado y cansado, había sido reparado a toda prisa para esta misión. Conocía cada peculiaridad de su F-5E, desde el ligero retraso en los controles hasta el chisporroteo del motor izquierdo a altas velocidades. Pero también sabía que en un combate aéreo, cualquier falla mecánica podría significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Cuando sonó la alarma de despegue, el entrenamiento de Calfukelen entró en acción. Corrió hacia su avión, trepó a la cabina mientras el personal de tierra le daba un rápido visto bueno. El rugido de los motores J85 llenó sus oídos mientras rodaba hacia la pista y, en cuestión de momentos, estaba en el aire, ascendiendo hacia el cielo de la mañana.



Joaquín Olazábal

Mientras tanto, al otro lado de los Andes, el teniente Joaquín Olazábal ya estaba en el aire, liderando un vuelo de Mirage III desde la base aérea El Plumerillo en Mendoza. La oscuridad previa al amanecer había dado paso a la primera luz del día mientras su formación cruzaba el espacio aéreo chileno, volando bajo para evitar ser detectado.

La misión de Olazábal era clara: proteger a los Skyhawks a toda costa. Los A-4 llevaban una carga letal de bombas y cohetes, destinados a instalaciones militares alrededor de Santiago. Como piloto principal, Olazábal era responsable de mantener a raya a los interceptores chilenos, lo que permitía que los Skyhawks atacaran sin obstáculos.

El Mirage III, con su potente motor SNECMA Atar, respondió perfectamente a las órdenes de Olazábal. El avión había recibido un mantenimiento meticuloso y él confiaba plenamente en él. A medida que se acercaban a su objetivo, el radar de Olazábal detectó varios contactos: los F-5E chilenos que se apresuraban a interceptarlos.

Su corazón se aceleró. Había llegado el momento. El enfrentamiento para el que todos se habían estado preparando. Hizo una señal a sus compañeros de ala para que cerraran la formación y se prepararan para el combate.



5. Enfrentamiento: el combate aéreo

El cielo sobre Santiago se convirtió rápidamente en una escena caótica a medida que los F-5E chilenos se acercaban a la formación argentina que se acercaba. Para Calfukelen, la visión de los Mirage y los Skyhawks a lo lejos provocó una oleada de adrenalina. Aceleró al máximo su F-5E, sintiendo la tensión en el viejo avión mientras luchaba por mantener el ritmo de los cazas enemigos que se acercaban.

Primer contacto

Los momentos iniciales del enfrentamiento fueron frenéticos. Olazábal, con su radar superior y su avión en mejor estado, tenía la ventaja de detectar primero a los chilenos. Rompió la formación y dirigió su escuadrón en un ascenso pronunciado para ganar altitud, una táctica diseñada para maximizar la velocidad y la maniobrabilidad del Mirage III. Desde esta posición más alta, Olazábal podía lanzarse en picado sobre los F-5E, utilizando la gravedad para aumentar su velocidad y atacar con el elemento sorpresa.

Calfukelen, consciente de las capacidades del Mirage, intentó mantener su F-5E bajo y rápido, con la esperanza de evadir a los aviones superiores utilizando el terreno a su favor. El paisaje urbano de Santiago proporcionaba cierta cobertura, con edificios altos y colinas que podían interrumpir los bloqueos de misiles y los barridos de radar. Sin embargo, el estrés en su avión era evidente. El motor tosía y chisporroteaba mientras maniobraba con fuerza, y Calfukelen sabía que tendría que ser conservador con sus maniobras para evitar una falla catastrófica.



Comienza el combate aéreo

Cuando Olazábal se lanzó en picado hacia el vuelo de Calfukelen, desató una ráfaga de sus cañones DEFA de 30 mm, obligando a los pilotos chilenos a romper la formación y dispersarse. Los primeros momentos del combate aéreo fueron una confusión de advertencias de misiles y maniobras evasivas rápidas. Calfukelen logró evadir el ataque inicial, sus instintos y su entrenamiento tomaron el control mientras hacía girar su avión a través del laberinto del espacio aéreo de Santiago.

Los F-5E chilenos, aunque superados, no estaban indefensos. Calfukelen y sus compañeros de ala confiaron en su menor tamaño y mayor agilidad para esquivar los Mirage más pesados. Uno de los compañeros de ala de Calfukelen, un joven piloto llamado Francisco, logró ponerse detrás de uno de los Mirage, perdiendo un misil Sidewinder en un intento desesperado por derribar al enemigo. El misil se dirigió a toda velocidad hacia su objetivo, pero el compañero de Olazábal, un piloto veterano, lanzó bengalas y realizó un viraje cerrado, evitando por poco la explosión.

Calfukelen se vio envuelto en un duelo con Olazábal, los dos aviones dando vueltas uno alrededor del otro en una danza mortal. La velocidad superior del Mirage III le permitió a Olazábal dictar los términos del enfrentamiento, pero Calfukelen era un oponente astuto. Mantenía sus maniobras ajustadas e impredecibles, lo que dificultaba que Olazábal consiguiera un tiro limpio.

Desafíos técnicos

La disparidad en las condiciones de sus aviones pronto comenzó a notarse. Mientras que el Mirage de Olazábal respondía impecablemente a sus órdenes, el F-5E de Calfukelen tenía problemas. El motor tartamudeaba bajo la tensión del combate aéreo y los controles se sentían lentos. Calfukelen podía sentir el sudor corriendo por su espalda mientras luchaba por mantener su avión en la pelea.

Olazábal, percibiendo la dificultad del piloto chileno, aprovechó su ventaja. Cambió sus cañones por un misil Matra R550 Magic, un arma de corto alcance diseñada precisamente para este tipo de enfrentamiento. Mientras alineaba el disparo, el tono de bloqueo del misil sonó en sus auriculares y apretó el gatillo.

El misil se lanzó y se dirigió hacia el F-5E de Calfukelen. En un movimiento desesperado, Calfukelen hizo que su avión se lanzara en picado, en dirección a la ciudad que se encontraba debajo. El misil lo siguió sin descanso, pero en el último momento, Calfukelen desechó los tanques de combustible que le quedaban y se elevó con fuerza. El misil explotó sin causar daño en el aire, a unos cientos de metros detrás de él y sabía que Calfukelen estaba al límite de sus fuerzas. Las maniobras del chileno se estaban volviendo lentas, las respuestas ágiles del F-5E ahora eran letárgicas. Era solo cuestión de tiempo antes de que Olazábal pudiera alinear el tiro perfecto.

Pero el tiempo se estaba agotando para ambos pilotos. Abajo, los A-4 Skyhawks ya habían comenzado sus bombardeos sobre las instalaciones militares de Santiago. Las explosiones sacudieron la ciudad mientras caían bombas, incendiando depósitos de combustible y hangares. La misión de Olazábal estaba casi completa; solo necesitaba acabar con este interceptor chileno antes de regresar a su formación.

Calfukelen sabía que solo le quedaba una opción. Su avión estaba casi sin combustible y no tenía más opción que intentar una maniobra de alto riesgo o enfrentarse a una destrucción segura. Mientras Olazábal se acercaba para matarlo, Calfukelen tomó una decisión rápida. Niveló a baja altitud, usando el poco combustible que le quedaba para acelerar, dirigiéndose directamente al corazón de Santiago. Su plan era arriesgado: si lograba acercarse lo suficiente a la densa infraestructura de la ciudad, tal vez los sistemas de orientación del Mirage tendrían dificultades para apuntar, lo que le daría una pequeña posibilidad de sobrevivir.

Olazábal, percibiendo la desesperación del chileno, lo siguió, manteniendo su objetivo. Mientras rozaban los tejados, Olazábal armó su último misil, un Matra R530. Sonó el tono de fijación y se preparó para disparar.

Pero justo cuando estaba a punto de apretar el gatillo, una repentina columna de humo surgió de un edificio de abajo: un misil tierra-aire disparado apresuradamente desde una batería de defensa chilena. No estaba dirigido a él, pero la interrupción fue suficiente. El misil pasó a toda velocidad junto a ambos aviones, lo que obligó a Olazábal a desviarse momentáneamente para evitar ser alcanzado.

Un escape por los pelos

La distracción le dio a Calfukelen el respiro que necesitaba. Lanzó su F-5E hacia el centro de la ciudad, los rascacielos y las calles se difuminaron a su paso mientras buscaba desesperadamente un lugar para cubrirse. Olazábal, que aún mantenía la compostura, intentó recuperar el avión chileno, pero la confusión causada por el lanzamiento del misil y el denso entorno urbano lo hicieron difícil. Cuando recuperó la orientación, Calfukelen había desaparecido en el laberinto de la ciudad, con su F-5E alejándose a baja altitud.

Al darse cuenta de que la persecución era inútil y de que su misión de proteger a los Skyhawks era más importante que arriesgar su vida en una persecución prolongada, Olazábal se detuvo a regañadientes. Inclinó su Mirage III hacia su formación y ordenó por radio a sus compañeros de ala que se reagruparan y se prepararan para regresar a la base. Los Skyhawks habían completado sus bombardeos y el ataque a Santiago había logrado sus objetivos.

Mientras tanto, Calfukelen logró llevar su F-5E dañado hasta un aterrizaje de emergencia en una pista de aterrizaje improvisada en las afueras de la ciudad. Su avión, que apenas se mantenía unido, patinó hasta detenerse, con humo saliendo de su motor. Mientras se desabrochaba el cinturón y salía tambaleándose de la cabina, supo lo cerca que había estado de la muerte. La batalla había terminado, pero la guerra apenas había comenzado.

6. Resultado y consecuencias

La batalla aérea sobre Santiago, aunque breve, marcó un momento significativo en el conflicto que se estaba desarrollando entre Chile y Argentina. Para los pilotos involucrados, fue un bautismo de fuego, una prueba de que la guerra no sería un ejercicio teórico sin sangre, sino un conflicto brutal y real en el que habría vidas en juego.

La perspectiva de Benito Calfukelen

Sus camaradas aclamaron la fuga de Calfukelen como una pequeña victoria. A pesar de las abrumadoras probabilidades y la condición inferior de su avión, había logrado sobrevivir a un encuentro con uno de los mejores pilotos de Argentina y regresar a la base. Su habilidad y determinación fueron celebradas, pero Calfukelen sabía que las probabilidades estaban en su contra. La batalla había expuesto las debilidades de la Fuerza Aérea chilena: el mal mantenimiento, la falta de repuestos y el equipo envejecido. También comprendió que su supervivencia se había debido tanto a la suerte como a la habilidad, y temía la idea de enfrentarse de nuevo a los Mirage en circunstancias similares.

El bombardeo de las instalaciones militares de Santiago había causado daños importantes. Los depósitos de combustible ardían y varios aviones habían quedado destruidos en tierra. Sin embargo, la ciudad no había sido devastada y las defensas chilenas habían logrado repeler lo peor del ataque.

A pesar del daño infligido por el ataque argentino, la infraestructura crítica de Santiago permaneció prácticamente intacta, gracias en parte a las respuestas apresuradas pero efectivas de las defensas terrestres chilenas y a los valientes esfuerzos de pilotos como Calfukelen. Sin embargo, el ataque aéreo había dejado en claro al gobierno chileno y a los líderes militares que sus capacidades de defensa aérea estaban gravemente comprometidas. El embargo de la administración Carter había pasado factura y la capacidad de la FACh para sostener operaciones aéreas prolongadas estaba en serias dudas.



Los pensamientos de Calfukelen en los días posteriores al combate aéreo eran una mezcla de orgullo y temor. Había sobrevivido a un encuentro con uno de los mejores pilotos de Argentina, pero sabía que el próximo enfrentamiento podría no terminar tan favorablemente. Las limitaciones del F-5E ahora eran dolorosamente obvias para todos en su escuadrón. Hubo conversaciones susurradas entre los pilotos sobre cómo podrían resistir si el conflicto se intensificaba aún más, pero la moral se mantuvo cautelosamente optimista. Los chilenos estaban luchando en su propio territorio, y eso les daba una ventaja psicológica que tendrían que aprovechar al máximo si querían sobrevivir.

La perspectiva de Joaquín Olazábal:

Para el teniente Joaquín Olazábal, el combate aéreo sobre Santiago fue una mezcla de frustración y satisfacción. Si bien había logrado proteger a los Skyhawks y garantizar que sus bombardeos fueran exitosos, el hecho de que Calfukelen hubiera logrado evadir la destrucción lo carcomía. Olazábal se enorgullecía de su precisión y habilidad, y dejar que un enemigo se escapara lo sentía como un fracaso personal.

Sin embargo, sus superiores vieron la misión como un éxito. Los objetivos principales se habían logrado: las defensas aéreas de Santiago se habían debilitado y se había enviado el mensaje de que Argentina estaba dispuesta y era capaz de atacar profundamente en territorio chileno. Olazábal recibió elogios por su desempeño, pero en privado, analizó cada aspecto del combate aéreo, decidido a mejorar sus tácticas para el próximo encuentro. Sabía que esto era sólo el comienzo de un conflicto potencialmente largo y agotador, y estaba ansioso por demostrar su valía en los cielos una vez más.



El ejército argentino, animado por el exitoso ataque, comenzó a planificar más operaciones aéreas. Reconocieron que las defensas aéreas chilenas eran vulnerables, pero también sabían que el elemento sorpresa no se lograría tan fácilmente en ataques posteriores. Los chilenos estarían más preparados y la Fuerza Aérea Argentina necesitaba adaptarse rápidamente para mantener su ventaja.

Implicaciones estratégicas

El ataque aéreo sobre Santiago tuvo implicaciones de largo alcance tanto para Chile como para Argentina. Para el gobierno chileno, fue una llamada de atención de que sus capacidades de defensa aérea necesitaban atención urgente. A pesar del embargo, se hicieron esfuerzos para buscar fuentes alternativas de repuestos y acelerar los esfuerzos de mantenimiento y producción nacionales. Los chilenos también comenzaron a repensar sus estrategias defensivas, poniendo mayor énfasis en los sistemas de defensa aérea descentralizados y móviles que podrían sobrevivir mejor a una campaña aérea argentina.

En Argentina, el exitoso ataque a Santiago envalentonó al liderazgo militar. Los argentinos creían que podían mantener la superioridad aérea, especialmente si lograban mantener a la fuerza aérea chilena a la defensiva. Sin embargo, también eran conscientes de que los chilenos se adaptarían y que la guerra podría convertirse en un asunto prolongado y costoso si no se manejaba con decisión. La estrategia argentina comenzó a centrarse en una serie de ataques rápidos y abrumadores diseñados para paralizar la infraestructura chilena y forzar una rápida conclusión del conflicto.


7. Conclusión

El combate aéreo sobre Santiago fue un microcosmos de la crisis más amplia del Beagle: un conflicto intenso y de alto riesgo en el que ambos bandos luchaban por el orgullo nacional, la integridad territorial y la supervivencia. Para los pilotos involucrados, fue una prueba de habilidad, coraje y resistencia, que se desarrolló en el implacable entorno del combate aéreo.

El capitán Benito Calfukelen y el teniente Joaquín Olazábal representaban lo mejor de sus respectivas fuerzas aéreas: experimentados, decididos y dispuestos a exigirse a sí mismos y a sus aviones hasta el límite. Sin embargo, su enfrentamiento también puso de relieve las disparidades entre las dos fuerzas: el Mirage III, moderno y bien mantenido, contrastaba marcadamente con el viejo y escaso apoyo del F-5E. La batalla no era sólo entre dos pilotos, sino entre dos naciones, cada una luchando con sus propias fortalezas y debilidades ante una guerra potencialmente devastadora.

A medida que se desarrollaba la crisis del Beagle, las lecciones del enfrentamiento de Santiago se hicieron evidentes. La importancia de un equipo bien mantenido, el valor de la ventaja de jugar en casa y el papel fundamental del entrenamiento y la adaptabilidad de los pilotos quedaron subrayados por este encuentro. Si bien el resultado inmediato no fue concluyente (ninguno de los pilotos fue derribado, ambas fuerzas quedaron ensangrentadas pero intactas), las implicaciones fueron profundas.

Para Chile, el enfrentamiento enfatizó la necesidad de reforzar las defensas aéreas y mejorar la capacidad de respuesta de los pilotos.en el enfrentamiento aéreo entre Calfukelen y Olazábal fue un gran logro para ambas naciones, ya que demostró que sus fuerzas estaban preparadas a pesar de las limitaciones internacionales. Para Argentina, esto reforzó la creencia de que podían aprovechar su tecnología y entrenamiento superiores para mantener la presión sobre las defensas chilenas. Sin embargo, ambas partes también reconocieron que la superioridad aérea por sí sola no decidiría el resultado del conflicto. Las operaciones terrestres, la logística y la diplomacia internacional desempeñarían papeles cruciales en los próximos días y semanas.

El combate aéreo entre Calfukelen y Olazábal sería recordado como uno de los momentos decisivos de la crisis del Beagle: un choque no solo de máquinas, sino de voluntades, en los cielos de Santiago. A medida que la crisis se prolongaba, el espectro del duelo de esa mañana se cernía sobre las mentes de ambas naciones, un recordatorio de la delgada línea entre la victoria y la derrota en el brutal escenario de la guerra aérea.

Finalmente, la crisis del Beagle se resolvió diplomáticamente, evitando una guerra a gran escala que habría traído una devastación incalculable a ambos países. Sin embargo, las experiencias de esa mañana de diciembre de 1978 dejaron una marca indeleble en quienes participaron. Para pilotos como Benito Calfukelen y Joaquín Olazábal, fue un momento de la verdad: un testimonio de su entrenamiento, su coraje y su compromiso duradero con sus naciones.



¿Cómo hubiese sido un combate aéreo entre un Mirage III y un F-5 II sobre Santiago?

En un escenario de historia alternativa en el que la crisis del Beagle de 1978 se hubiera convertido en un conflicto aéreo, un combate de corto alcance (combate aéreo) entre un Mirage III argentino y un F-5E chileno sobre el aeropuerto de Santiago sería un encuentro de alto riesgo con varios factores críticos a tener en cuenta.


Capacidades de la aeronave:

Mirage III:

  • Velocidad y maniobrabilidad: El Mirage III, diseñado para interceptar a gran velocidad y gran altitud, intentaría aprovechar su velocidad superior en este enfrentamiento. Sin embargo, su diseño de ala delta, si bien es beneficioso para la estabilidad y el rendimiento a alta velocidad, limita su capacidad de giro, especialmente a velocidades y altitudes más bajas donde podría tener lugar el combate.
  • Armamento: Armado con dos poderosos cañones DEFA de 30 mm y misiles como el como el Matra R530 o el R550 Magic de corto alcance, el Mirage III intentaría participar en el combate a una distancia ligeramente mayor o en un ataque cortante antes de ascender, utilizando su ventaja de velocidad.
  • Radar y aviónica: El radar Cyrano proporciona una detección adecuada de objetivos, pero podría tener dificultades en el desorden urbano de Santiago. El Mirage III tendría que depender de señales visuales y posiblemente del control terrestre para apuntar con eficacia en un entorno tan complejo.





F-5E Tiger II:

  • Velocidad y maniobrabilidad: El F-5E es muy maniobrable, con una relación empuje-peso que favorece los giros rápidos y la agilidad a baja altitud. Esto permitiría al piloto chileno superar potencialmente al Mirage III en un combate aéreo, particularmente en el espacio aéreo restringido sobre Santiago.
  • Armamento: Equipado con dos cañones de 20 mm y misiles AIM-9 Sidewinder, el F-5E es letal en combate cuerpo a cuerpo, especialmente si puede entrar en el círculo de giro del Mirage III.
  • Radar y aviónica: Si bien el radar AN/APQ-159 es menos potente que el Cyrano del Mirage, es suficiente para el entorno de corto alcance y alto riesgo sobre Santiago. Los sistemas del F-5E permiten tiempos de reacción rápidos, lo que podría ser crucial en un escenario de este tipo.


Consideraciones tácticas


Altitud y entorno urbano:

  • Restricciones urbanas: La lucha sobre Santiago limitaría severamente el uso de maniobras verticales de alta velocidad típicas de los enfrentamientos al aire libre. El paisaje urbano obligaría a ambas aeronaves a un plano de combate horizontal, donde la capacidad de giro y el manejo a baja velocidad se vuelven críticos.
  • Ventaja del F-5E: La agilidad superior a baja velocidad del F-5E sería particularmente ventajosa aquí. La capacidad de girar con precisión podría permitir al piloto del F-5E permanecer en la cola del Mirage III, lo que podría obligar al piloto argentino a adoptar una postura defensiva en la que la velocidad por sí sola podría no ser suficiente para escapar.
  • Tácticas del Mirage III: El piloto del Mirage III necesitaría explotar cualquier ventaja de altitud y posiblemente utilizar tácticas de golpe y fuga. Una maniobra de auge y zoom bien ejecutada podría permitir al Mirage atacar y luego retirarse, evitando un enfrentamiento prolongado en el que las capacidades de giro del F-5E dominarían.


Normas de combate y seguridad civil:

  • Preocupaciones por los daños colaterales: Ambos pilotos deberían ser muy conscientes de los riesgos para las zonas civiles. Esto podría limitar el uso de ciertas armas o maniobras que podrían provocar daños colaterales, lo que enfatiza la importancia de enfrentamientos precisos y controlados.
  • Implicaciones para la estrategia: El F-5E, al ser más adecuado para combates cuerpo a cuerpo, podría tener una ventaja en este aspecto, ya que sus armas son adecuadas para ataques de alta precisión y corto alcance. El Mirage III, aunque potente, podría ver sus puntos fuertes mitigados por la necesidad de evitar sobrevuelos arriesgados y a alta velocidad sobre zonas urbanas.


Consideraciones tácticas

  • Altitud y entorno: El combate sobre el aeropuerto de Santiago estaría limitado por el terreno urbano, lo que limitaría el uso de tácticas de alta velocidad y largo alcance. La mayor agilidad y maniobrabilidad del F-5E podría ser más ventajosa en este contexto, ya que le permitiría explotar su capacidad de girar rápidamente y mantenerse en la cola del Mirage III.
  • Reglas de enfrentamiento: dada la proximidad a Santiago, ambos pilotos tendrían que tener en cuenta la seguridad de los civiles, posiblemente evitando ciertas maniobras o sistemas de armas que podrían causar daños colaterales. Esto podría jugar a favor de las fortalezas del F-5E en el combate cuerpo a cuerpo, donde los cañones y los misiles de corto alcance son más efectivos.
  • Experiencia y doctrina del piloto: el resultado podría depender en gran medida de la experiencia de los pilotos y de sus doctrinas de entrenamiento. Si el piloto chileno está bien entrenado en explotar las capacidades de giro del F-5E, podría superar en maniobras al Mirage III. Por el contrario, el piloto del Mirage III podría confiar en tácticas de subida y picada, lanzándose sobre el F-5E desde arriba antes de ascender fuera de alcance, un método que podría ser más desafiante en un paisaje urbano.


Experiencia y entrenamiento del piloto:

  • Doctrina chilena: Si el piloto chileno es experto en explotar las capacidades de giro y baja velocidad del F-5E, podría obligar al Mirage III a participar en un combate con giros en el que el F-5E tenga la ventaja. 
  • Doctrina argentina: Por el contrario, el piloto del Mirage III podría centrarse en utilizar la velocidad a su favor, intentando atacar al límite del alcance de los misiles o utilizando tácticas de energía para mantenerse fuera del alcance de giro del F-5E. Sin embargo, ejecutar tales tácticas en el espacio aéreo restringido de Santiago sería un desafío.

Posibles resultados

  • Victoria del F-5E: En un combate aéreo prolongado y cerrado, la maniobrabilidad del F-5E podría permitirle obtener la ventaja, manteniéndose detrás del Mirage III y eventualmente preparando un tiro con sus cañones o Sidewinder.
  • Victoria del Mirage III: Si el piloto del Mirage III puede mantener la velocidad y evitar la tentación de participar en un combate en giro, podría ser capaz de ejecutar un ataque rápido con un misil o una ráfaga de cañón y luego ascender fuera del alcance, retirándose efectivamente antes de que el F-5E pueda contraatacar.


Conclusión final

El encuentro sobre el aeropuerto de Santiago sería un choque de doctrinas y capacidades de las aeronaves, donde la velocidad y potencia de fuego superiores del Mirage III se pondrían a prueba frente a la agilidad y la destreza a baja altitud del F-5E. El resultado probablemente dependería de la capacidad de los pilotos para adaptarse a las limitaciones únicas del entorno urbano, con el F-5E teniendo una ligera ventaja en el escenario de combate a corta distancia que sería claves.


Mirage vs Tiger





lunes, 22 de julio de 2024

Patagonia: Araucanos del cacique Ñancucheuque



François Machon: "Indígenas de la tribu del cacique Ñancucheuque" Patagonia (Argentina), 1892 © Museo de Etnografía de Neuchâtel, Neuchâtel (Suiza) MEN P.1926.1.11 Por: Willie Batterolla