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martes, 30 de agosto de 2022

Concepto de avión deportivo: Scaled Composite ARES, Javelin Jet y ZRiPSL-Morgansk Bielik

Scaled Composites ARES

HiTechWeb (original en eslovaco)




El avión ARES (Agile Responsive Effective Support) fue fabricado bajo la marca Model 151 por la compañía estadounidense Scaled Composites bajo un contrato del Ejército de los EE. UU. para el desarrollo de un avión de combate ligero LCBAA de bajo costo. El trabajo comenzó en 1981 bajo la dirección del diseñador jefe Burt Rutan. Originalmente, el avión estaba destinado a ser propulsado por un propulsor, pero luego se decidió utilizar un motor turboalimentado Pratt and Whitney Canada JT15D-5 más potente. Además, el fuselaje se crearía con un cañón rotativo de 30 mm, que eventualmente reemplazó al gatling GAU-12 / U de 25 mm. El tipo principal de misiones de combate consistía en brindar apoyo aéreo a las tropas terrestres a baja altura. El diseño de la máquina fue para permitir la operación desde carreteras normales, así como la reparación de la mayoría de los sistemas en condiciones de campo. En 1986, se inició la construcción de un prototipo a partir de fuentes internas. El vuelo inicial lo realizó el piloto de pruebas Doug Shane el 19 de febrero de 1990. Desde entonces, ha volado un prototipo durante más de 180 horas de vuelo y probado todos los modos de vuelo para los que fue diseñado. En noviembre de 1991, se sometió a pruebas del cañón a bordo bajo un contrato de la USAF y también apareció en la película Iron Eagle III. Sin embargo, no se han realizado pedidos de máquinas en serie, por lo que ARES se almacena actualmente en los hangares de Scaled Composites. También hay una propuesta para una versión civil, pero ha sido rechazada por falta de perspectiva financiera.




Javelin Jet

Javelin es probablemente el aerotaxi más potente del mundo, que además se puede utilizar con dos misiles antiaéreos suspendidos y un cañón de 7,62 mm. Un producto tan poco convencional de la compañía estadounidense Aviation Technology Group podría describirse en una oración. La versión civil está equipada con una cabina climatizada de 88 centímetros de ancho, asientos de cuero y aviónica de última generación, que incluye, entre otras cosas, dos pantallas a color de 20,3 x 25,4 cm. ¡Hay espacio en el casco para equipaje que pese hasta 91 kg, mientras que dos juegos de palos de golf o esquís pueden caber cómodamente allí! Quizás no sorprenda a nadie que también esté presurizado con aire acondicionado sectorial.

 

El avión puede ascender hasta una altura de 13.700 metros para que los pasajeros no se vean molestados innecesariamente por el mal tiempo. El fuselaje de aluminio tiene 10,8 metros de largo con una envergadura de 6,7 metros. Los costos operativos directos son solo $ 417 por hora de vuelo o 50 centavos por kilómetro volado. El equipo opcional incluye una pantalla HUD, traje antigravedad, teléfono satelital a bordo y sistema de cámara. La propulsión corre a cargo de dos motores turboalimentados FJ-33 con un empuje unitario de 6,55 kN, con los que la aeronave puede alcanzar una velocidad máxima de Mach 0,92. El peso máximo de despegue está en el nivel de 2247 kg en un rango de 2315 kilómetros.

 

La versión armada, abreviada AJT, incluye un cañón de 7,62 mm y dos misiles antiaéreos de corto alcance, dependiendo su tipo del equipo de aviónica elegido (si es posible, deben ser con guiado autónomo). Hay asientos eyectables en la cabina. Con su alcance y resistencia en el aire, el Javelin supera al F-16 y, por lo tanto, parece ser el avión ideal para brindar espacio aéreo a los países más pobres. Estonia ya ha mostrado interés en seis aviones a un costo de $ 2,5 millones cada uno.

 



ZRiPSL-Morgansk Bielik

El diseñador polaco Edward Morganski de ZRiPSL diseñó esta máquina como un poderoso avión deportivo y de entrenamiento, diseñado tanto para la Fuerza Aérea como para propietarios privados. Tiene un fuselaje totalmente compuesto de 9 metros de largo con un ala monoviga de perfil supercrítico, borde de ataque y de salida mecanizado y una envergadura de 6,6 metros. La cabina de dos plazas en un arreglo en tándem tiene cubiertas con bisagras separadas. El avión está equipado con un solo tren de aterrizaje delantero de tres puntos y superficies de cola verticales dobles. La propulsión la proporciona un motor a reacción General Electric J85 con un empuje de 13,25 kN, que tiene una entrada de aire de interesante diseño debajo del fuselaje en la zona del ala al fuselaje. Con él se puede alcanzar una velocidad máxima de 1000 km/h. Las máquinas en serie tendrán unidades de potencia más potentes, una de las opciones es un motor doméstico WSK PZL-Rzeszow K-15. 850 kg de combustible transportado en tanques internos y combustible adicional en tanques adicionales permite una autonomía de 2500 kilómetros. El acceso se calculó en 12.000 metros. El primer prototipo realizó su vuelo inicial el 4 de junio de 2003 en el aeropuerto de Mielec, en la cabina del piloto de pruebas Wieslaw Cena. Hasta ahora, hay dos versiones: Bielik A está diseñado para fines de entrenamiento y B está más equipado para clientes deportivos exigentes, también llamados Feniks / Phoenix.






viernes, 5 de noviembre de 2021

viernes, 25 de mayo de 2018

Conflictos americanos: La guerra de las 100 horas (6/6)

La Guerra de las 100 Horas (Parte 6) 

por Mario A. Overall | 20-Apr-04 

Parte 1 | Parte 2 | Parte 3 | Parte 4 | Parte 5 | Parte 6


9. Epilogo 
En la mañana del 19 de Julio, los siete Mustang que el gobierno de El Salvador había adquirido empiezan a llegar a Ilopango y se iniciaba la ardua tarea de militarizarlos. En los frentes de batalla, y pese al cese al fuego, se seguían dando combates de regular intensidad. Sería hasta el día 20 que el cese al fuego se concretaría, cuando las reservas de armamento y municiones de ambos países llegaban a su punto crítico. 
La FAS por su parte, empieza una lenta reactivación y durante el día, se observan varios vuelos de sus C-47 en misiones de abastecimiento a las tropas, utilizando para el efecto la pista de San marcos de Ocotepeque. Estas misiones, que eran una clara violación a la resolución de la OEA, contrastaban con la total inactividad de la FAH, que mantenía sus aviones en tierra siguiendo las disposiciones del cese al fuego. 

En el frente político, El Salvador finalmente era declarado país agresor por la OEA, sin embargo, el gobierno se resistía a toda presión ejercida por esa institución internacional tendiente a producir un retiro de sus tropas de Honduras. Días después, y luego de persuasivas maniobras que incluían la amenaza de imponer fuertes sanciones económicas al El Salvador, el gobierno de éste país ofrecía retirar sus tropas a principios de Agosto, a cambio de que se enviaran observadores internacionales a verificar la situación de los Salvadoreños que aún vivían en las áreas fronterizas de Honduras. Sin embargo, el 24 de Julio, de nuevo los C-47, escoltados por varios Mustang de los recién adquiridos, son vistos sobrevolando las cercanías de la población Hondureña de Sumpul, en el teatro de operaciones de Nueva Ocotepeque. Poco después, en los primeros días de Agosto, se produce el primer retiro masivo de tropas Salvadoreñas de territorio Hondureño. 

En El Salvador, la popularidad alcanzada por las Fuerza Armadas durante la guerra rápidamente se disiparía en las siguientes semanas luego de terminado el conflicto, dando paso a fuertes criticas provenientes de la población, la opinión pública e incluso de los oficiales de bajo rango, que culpaban a sus superiores por los resultados de la aventura militar, muy a pesar de que las tropas Salvadoreñas se habían desempeñado con bastante eficiencia durante el conflicto. Poco después, una severa división en las filas del Ejército se hacía notoria, la cual duraría varios años. 
Con relación a la FAS, su rápida paralización en medio de la guerra obligaría a los oficiales del Estado Mayor y a su propia comandancia a replantearse sus objetivos, lo cual contribuiría en gran medida para que la FAS emergiera poco después convertida en un arma aérea bastante profesional y mucho mejor equipada. Prueba de ello es el desempeño que tendría durante la guerra civil que se desataría a principios de los años 80. 
En Honduras por su parte, la guerra produjo un efecto sin precedentes, ya que el patriotismo se hizo presente y se fortalecieron los lazos de unión entre la sociedad. El hecho de que miles de civiles se acercaran voluntariamente a prestar sus servicios por la defensa de Honduras, muchas veces armados únicamente de palos y machetes, provocaría que las autoridades se preocuparan un poco más por el desarrollo y bienestar económico de la población en claro agradecimiento a esos gestos. También la FAH saldría beneficiada del conflicto, pues su prestigio y profesionalismo serían ampliamente reconocidos, tanto en Honduras como en el resto de la región. Así mismo, el desempeño de la FAH confirmaba lo acertado de confiar la defensa nacional a la aviación militar, lo que dio paso a un impresionante re equipamiento de la FAH, durante el cual se convertiría en la Fuerza Aérea más importante de la región Centroamericana. 

Con relación a las bajas, se contabilizaron más de 2000, la mayoría civiles de ambos países, que habían muerto durante las operaciones militares o a causa de los excesos de los soldados de ambos países. Sin embargo el número exacto quizás no se sepa nunca. 

La guerra como tal había durado cuatro días. Sin embargo tomaría más de dos décadas para que ambos países llegaran a un acuerdo pacífico que los beneficiara a ambos y les permitiera iniciar relaciones bilaterales constructivas. Quizás quien mejor resume los resultados militares de la guerra en general es Dan Hagedorn, quien en su libro Central American and Caribbean Air Forces escribe: De hecho, hay mucha evidencia que sugiere que la FAH estableció casi completo control sobre su propio territorio durante este breve y poco glorioso conflicto, tras la sorpresa inicial de los ataques Salvadoreños. Este fue quizás el único punto brillante en lo que fue, por otro lado, considerada una derrota humillante para las fuerzas armadas Hondureñas como un todo. 

En 1997, casi treinta años después de finalizado el conflicto, el Coronel Fernando Soto Henríquez as de la aviación Hondureña- llegaba a Guatemala para participar en una reunión de directores de Aeronáutica Civil de Centroamérica. Cuando ésta termina, Soto Henríquez regresa a Honduras en un avión de TACA acompañado por su contraparte Salvadoreño, el Mayor José Corleto Andrade. El avión haría escala en el nuevo aeropuerto internacional de Comalapa, ubicado en las afueras de San Salvador, en donde Soto Henríquez debía abordar otro avión que lo llevaría a Tegucigalpa. 

Luego de despegar del aeropuerto La Aurora, en Guatemala, el Mayor Corleto Andrade se levanta de su asiento y se dirige a la cabina del avión. Poco después llama al Coronel Soto Henríquez para que le acompañe. Conoce usted a nuestro capitán? le pregunta Corleto a Soto Henríquez. No, aún no he tenido el gusto replica éste. Entonces, le presento al Capitán Salvador Cezeña, el hombre que saltó en paracaÃ-das luego de que usted le disparara a su avión. 

Soto Henríquez cuenta que a partir de ese momento él y Cezeña entablaron una conversación como si fueran viejos amigos, hablando sobre las características del avión, los nuevos instrumentos de vuelo y las ventajas que éstos representaban en la actualidad. Poco después, y previo al aterrizaje, Soto Henríquez regresaba a su asiento. 
Cuando los pasajeros empiezan a abandonar el avión, luego de aterrizar en Comalapa, Soto Henríquez observa que el Capitán Cezeña esta despidiéndolos en la puerta del avión. Soto Henríquez se le acerca y ambos hombres se estrechan la mano, viéndose directamente a los ojos y sonriendo cordialmente. Poco antes de bajar, el Coronel Soto Henríquez vuelve la vista hacia la cabina de pasajeros, y advierte que el Mayor Corleto los observa, haciendo esfuerzos por no reírse. 
Finalmente, ya no había tensión en el aire...



Foto de La Prensa / Archivo
Monumento al soldado caído en Nueva Ocotepeque, Honduras. La Guerra no fue un juego: Del 14 al 18 de julio de 1969, El Salvador y Honduras libraron la famosa "Guerra del fútbol", pero sus causas trascendían el resultado de una eliminatoria mundialista.



La Fuerza Aérea Salvadoreña contaba con una menor flotilla de aviones en comparación a la hondureña. 


Foto de La Prensa / Archivo
El ex presidente Fidel Sánchez Hernández (centro) durante un descanso en la ciudad de Nueva Ocotepeque. (Ex presidente de El Salvador 1967-1972) murió el 28 de febrero de 2003



Foto de La Prensa / Archivo
La población salvadoreña salió a las calles a recibir al ejército de El Salvador de su regreso de la guerra con Honduras.




Foto de La Prensa / Archivo
El capitán Roberto López posa junto a una pared derrumbada de la antigua guarnición de Nueva Ocotepeque.

lunes, 16 de octubre de 2017

Conflictos americanos: La guerra de las 100 horas (5/6)

La Guerra de las 100 Horas (Parte 5) 

por Mario A. Overall | 20-Apr-04 

Parte 1 | Parte 2 | Parte 3 | Parte 4 | Parte 5 | Parte 6



6. Paralización de la FAS (16 de Julio) 
El día 16 por la mañana marca la ocupación Salvadoreña de Nueva Ocotepeque y de las colinas cercanas, forzando a las tropas Hondureñas a retirarse. Después de haber consolidado las posiciones en Nueva Ocotepeque y alrededores, se le ordena al Primer Batallón del Ejército Salvadoreño continuar avanzando por la carretera hacia Santa Rosa de Copán, siendo cubierto en su flanco derecho por la columna de la Guardia Nacional. Esta columna se había divido en dos, con un grupo de soldados avanzando hasta Llano Largo con el objeto de cortar los refuerzos por carretera desde Santa Rosa de Copán, mientras que el resto se quedaba con el Primer Batallón. De nuevo los aviones de la FAH –que despegan de La Mesa- se hacen presentes y empiezan a hostigar a las tropas Salvadoreñas sin mucho éxito. Por su parte, un C-47 y dos FG-1D de la FAS brindan apoyo cercano a las tropas en el área, golpeando algunas de las posiciones Hondureñas en las colinas circundantes pero sin mayores resultados. 

En Ilopango, dos Mustang –uno de ellos el “FAS-402”- se dirigen hacia el final de la pista. Su misión es bombardear las poblaciones costeras de Honduras en el Atlántico, en especial Puerto Cortés. Sin embargo a uno de los aviones le fallan los frenos y termina colisionando con el otro. Ambos tienen serios daños, por lo que la misión se suspende. 

De nuevo el fantasma de la escasez se hace presente, ya que en menos de tres días la FAS tiene cuatro aviones fuera de servicio (un C-47, y tres Mustang). La pausa es aprovechada por el Señor Baldocchi, quien con la ayuda de los mecánicos de la FAS, inicia la instalación de radios en los Cavalier Mustang restantes (Estos radios, que la Guardia Nacional de Panamá usaba en sus Jeeps, habían sido vendidos a elevados precios por el gobierno Panameño), mientras que se hacen pruebas con miras reflectivas construidas en los talleres de la FAS. Así mismo se inicia la remoción de los tanques de combustible, al tiempo que se les instalan puntas fabricadas de fibra de vidrio a los extremos de las alas de los aviones. 

Ante el avance Salvadoreño en el sector de Nueva Ocotepeque, y aprovechando la escasa cobertura aérea de la FAS, el alto mando Hondureño decide realizar una operación altamente riesgosa pero que muestra el nivel de confianza y operatividad que ha alcanzado en menos de tres días de conflicto: Trasladar –vía aérea- al Batallón Guardia de Honor desde Tegucigalpa a Santa Rosa de Copán, esto con el objetivo de reforzar y apoyar a las Tropas Hondureñas asediadas en dicho sector. Para el efecto, cuatro C-47 de la FAH establecen un puente aéreo durante el cual transportan a más de mil soldados, mientras que los F4U y T-28 basados en La Mesa escoltan a todos y cada uno de los vuelos. 
Mientras las tropas del Batallón Guardia de Honor arriban a Santa Rosa de Copán, cinco F4U-5N, dos AT-6C (en su primera salida de combate sobre el área de operaciones, piloteados por los tenientes Lázaro Urbina y Oscar Servellón), tres T-28A y el C-47 “FAH-306” salen de Toncontín y poco después atacan posiciones Salvadoreñas en el frente de El Amatillo. En el transcurso del día, éstos aviones completan trece salidas que serán determinantes para detener la ofensiva. Simultáneamente, las tropas Hondureñas lanzan un fuerte contraataque contra las fuerzas invasoras en dicho sector, hasta lograr detener el avance luego de varias horas de cruentas batallas. 

El contraataque Hondureño, considerado como el de mayor intensidad de todo el conflicto, forzaría a las tropas Salvadoreñas a consolidar sus posiciones en Alianza, Goascorán, Aramecina, Caridad y Langue, hasta el punto de que las operaciones ofensivas del Ejército Salvadoreño se ven reducidas a unas pocas y cautas salidas exploratorias, abandonando por completo cualquier idea de seguir avanzando dentro de territorio Hondureño, enfocándose más bien en la defensa de sus posiciones. Con estas acciones, el alto mando Hondureño intentaba solucionar la complicada situación de sus tropas en Nueva Ocotepeque, tratando de llamar la atención del Estado Mayor Salvadoreño hacia el sector de El Amatillo, esto mientras se lograba reforzar a las tropas asediadas en el otro teatro de operaciones y detener el avance que claramente buscaba adentrarse hasta alcanzar la ciudad de Santa Rosa de Copán. 

El motivo de la poca actividad ofensiva de la FAS en éste día sigue siendo poco menos que un misterio. Según historiadores Hondureños, la pausa se debió a la falta de combustible de aviación provocado por los ataques a los puertos de Acajutla y Cutuco. Sin embargo, ya hemos visto que existen pruebas de que el gobierno Salvadoreño se había reabastecido durante las dos semanas previas al inicio del conflicto, de tal manera que todas y cada una de las gasolineras del país, así como los depósitos de reservas de gasolina de aviación en Ilopango y en las pistas de dispersión se habían abastecido, y se mantenían abastecidas convenientemente. De esa forma se había logrado evitar cualquier escasez de combustible no sólo en la FAS y el Ejército Salvadoreño sino también para el uso público. 
Otra causa que se ha mencionado –siendo quizás la más probable- es la disminución de la moral de combate de los pilotos Salvadoreños. Durante el conflicto la FAS era comandada por el Mayor Salvador Adalberto Henríquez, quien tenía el grave problema de ser un oficial de grado inferior que el resto de oficiales del Estado Mayor Salvadoreño, lo cual le dificultaba el ser escuchado con respecto a sus requerimientos y necesidades. Por aparte, los oficiales del Estado Mayor tenían una mentalidad totalmente orientada al arma de infantería, lo cual les hacía menospreciar el aporte de la FAS en la guerra, reduciéndola a una mera herramienta de apoyo a las tropas (comentarios como “El Ejército Salvadoreño es autosuficiente” circulaban insistentemente entre los oficiales de infantería), sin que el Mayor Henríquez pudiera hacer algo al respecto. A esto se suma el hecho de que si bien la planificación de las operaciones estratégicas de la FAS los días 14, 15 y 16 fue excelente, su ejecución fue pésima o errática, ya que no se lograron los objetivos establecidos. Sin duda alguna, el choque de los dos Mustang en Ilopango se convierte en la gota que derrama el vaso. El accidente sumado a los malos resultados habrían puesto bajo duro escrutinio a la comandancia de la FAS, hasta el punto de negársele la autorización para efectuar misiones de carácter estratégico dentro de Honduras, limitando sus operaciones a vuelos de apoyo cercano a tropas en los distintos frentes. A lo anterior hay que agregar la sorpresiva falta de Cavalier Mustang disponibles que, finalmente, había dejado la responsabilidad de hacerse cargo de las emergencias a la escuadrilla de FG-1D. Estos aviones por su parte, lejos de estar en óptimas condiciones, sufrían de numerosas fallas que eran atendidas siempre que existía la posibilidad, de manera que los aviones nunca volaban con todos sus sistemas funcionando. 

En el transcurso de éste día, o muy probablemente durante las últimas horas del día 15, llegaría a Ilopango el último Cavalier Mustang que participaría en la guerra, siendo éste el “FAS-406’’ (F-51 Cavalier Mustang 750). Obviamente, el avión no entraría en servicio inmediatamente pues había sido adquirido en configuración civil, y había que instalarle ametralladoras, racks para lanzar bombas, etcétera, lo cual le tomaría por lo menos dos días a los mecánicos de la FAS. 

Relacionado a los rumores y versiones no confirmadas de que durante la guerra la FAS operó mas de 18 Mustang, cabe hacer la aclaración de que esto simplemente no ocurrió. Se había proyectado la adquisición de al menos 14 aviones de éste tipo poco antes de la guerra, pero al momento del inicio de las hostilidades, ninguno había arribado al país. Posteriormente, y luego de curiosísimas maniobras para burlar a las autoridades Norteamericanas, un grupo de pilotos extranjeros inició la entrega de al menos siete aviones al gobierno Salvadoreño. Dichas entregas se iniciaron a partir del 19 de Junio, justo después de que se declarara el cese de hostilidades. 

Fue en este punto que los pilotos extranjeros –a medida que llegaban- eran contratados por la FAS en calidad de instructores. Sin embargo, esto no elimina la posibilidad de que durante el conflicto algunos pilotos mercenarios hayan sido contratados por la FAS para volar misiones de combate, ya que existen versiones –una de ellas vertida por el mismo señor Baldocchi- al respecto de que al menos 5 pilotos foráneos fueron contratados poco después de iniciado el conflicto, estando entre ellos el legendario Jerry Delarm, el británico Red Gray y el no menos misterioso Bobby Coup. 

Igual situación ocurre con la presencia del famoso B-26 “FAS-600.” En algunas narraciones oficiales Salvadoreñas, se menciona que el avión participó en la guerra, llegando a ubicarlo sobre Toncontín o Catacama el día 14 en una arriesgada misión de bombardeo. Sin embargo, el B-26 de la FAS realmente llegó a Ilopango por primera vez poco después de terminado el conflicto, y reportando una gran cantidad de discrepancias con sus sistemas, en especial el de las compuertas de bombas, las cuales exigieron atención de los mecánicos de la FAS a lo largo de un par de semanas. Quizás la declaración más contundente al respecto de la participación del B-26 durante la guerra la escuchó el historiador Marco Lavagnino cuando entrevistaba recientemente a unos de los mecánicos de la FAS que participó en la guerra: “¿Por que demonios cree que usamos los C-47 como bombarderos?” 

De cualquier forma, los hechos del día 16 nos muestran que efectivamente, la actividad de la FAS había cesado de forma abrupta, sólo registrándose dos misiones de apoyo a tropas muy temprano en la mañana sobre el frente de El Amatillo, ejecutadas por un C-47 y dos FG-1D. 

7. El Día más largo (17 de Julio) 
Temprano en la mañana del día 17, es el frente de Nueva Ocotepeque el que se reactiva primero, produciéndose fuertes combates a lo largo de la carretera que conduce de Nueva Ocotepeque a Santa Rosa de Copán. Cómo se recordará, la totalidad del Batallón Hondureño Guardia de Honor había sido transportado a éste frente con el objetivo de reforzar a las tropas que eran asediadas por los Salvadoreños. Así mismo, ya hemos visto que una columna de la Guardia Nacional Salvadoreña avanzaba sobre Llano Largo con el objetivo de cortar las líneas de abastecimiento a las tropas Hondureñas que se retiraban desde Nueva Ocotepeque. 
Durante el transcurso de la mañana, las tropas del Batallón Guardia de Honor inician el despliegue a lo largo del área de operaciones, mientras que los aviones de la FAH basados en La Mesa, inician sus vuelos de apoyo a las tropas, bombardeando y atacando posiciones Salvadoreñas en las colinas en el sector entre Nueva Ocotepeque y Santa Rosa de Copán. Sin embargo los aviones de la FAH empiezan a tener problemas de comunicación con las tropas en tierra. Esta situación hace que la efectividad de los ataques se vea disminuida y la coordinación casi nula. De hecho, en los diarios de guerra Salvadoreños se hace notorio que más que la aviación, fueron las tropas Hondureñas las que presentaron los mayores retos en aquél sector. Por su parte, los F4U de Toncontín también se suman a las misiones de apoyo a tropas en éste frente. A media mañana, cuatro unidades descienden sobre el poblado El Poy, donde atacan posiciones enemigas con rockets y bombas, logrando detener su avance. Poco después se les ordena regresar ya que se les requiere en el otro frente. 

Finalmente, al filo del mediodía, un C-47 de la FAH aterriza en Santa Rosa de Copán cargado de periodistas que vienen a cubrir los incidentes de ese frente. Sin embargo, las acciones que determinarían el destino del conflicto acontecerían cientos de kilómetros al Este... En El Amatillo. 
Tal y como anotáramos anteriormente, el feroz contraataque Hondureño a las posiciones Salvadoreñas en el frente de El Amatillo, había neutralizado cualquier avance hasta el poblado de Nacaome, el cual era el principal objetivo de los Salvadoreños. Sin embargo aún se sostenían cruentas batallas en diversos puntos, que indudablemente requerían de apoyo aéreo por parte de ambos bandos. De esa forma, cerca de las 12:00 PM, tres F4U-5N Hondureños tripulados por los Mayores Fernando Soto Henríquez (“FAH-609”), Edgardo Acosta y Francisco Zepeda (“FAH-605”) se aproximan a El Amatillo con la misión de atacar a la artillería Salvadoreña. 

Poco antes de iniciar el ataque, el líder de la escuadrilla ordena que revisen el funcionamiento de los cañones. Segundos después Zepeda informa que sus armas están trabadas y no disparan. Soto Henríquez le ordena que regrese a Toncontín, mientras que ellos proseguirán con la misión. Al mismo tiempo, dos Cavalier Mustang de la FAS, tripulados por los Capitanes Douglas Varela y Leonel Lobo, que habían sido enviados en misión de apoyo a las tropas del Batallón XI de infantería ubicadas al Sudoeste de El Amatillo, ven el avión de Zepeda que trata de regresar a Toncontín. Sin perder tiempo, los dos Cavalier Mustang inician la persecución del F4U Hondureño, el cual al verse perseguido, ejecuta violentas maniobras evasivas pero sin presentar combate debido al mal funcionamiento de sus cañones. El Capitán Varela logra posicionarse varias veces detrás del F4U de Zepeda, pero no logra acertarle ningún disparo. El Capitán Lobo por su parte, cubre a Varela intuyendo que el avión Hondureño no debe estar sólo. En medio de la persecución, y mientras evitaba ser derribado, Zepeda da aviso a sus compañeros de que está siendo atacado por dos aviones enemigos. En ese momento Soto Henríquez y Acosta sueltan sus bombas para aligerarse y vuelven rápidamente en busca de Zepeda, a quien ubican sin problemas. 
El Mayor Soto Henríquez se lanza al ataque, logrando acertarle varios disparos en el fuselaje al avión de Varela pero sin lograr dañarlo considerablemente. Varela a su vez, inicia maniobras evasivas mientras es seguido, a menos de 800 pies, por el Mayor Soto Henríquez. Segundos después, ambos aviones entran en un pronunciado viraje mientras descienden velozmente, pero Soto Henríquez no deja de hacer disparos que invariablemente impactan en el fuselaje y alas del avión de Varela. Mientras esto sucedía, el Mayor Acosta inicia el ataque sobre el avión del Capitán Lobo, pero éste logra evadirlo y escapa con rumbo al Golfo de Fonseca, volando a muy baja altura. Acosta decide no seguirlo y se queda a proteger a Soto Henríquez, quien en ese momento lograba acertarle varios disparos al motor del avión Salvadoreño, por lo que éste empieza a arder, dejando escapar una gruesa columna de humo. A partir de ese momento el avión de Varela, Cavalier Mustang “FAS-404”, inicia una picada brutal hasta estrellarse en los bosques aledaños al puerto de San Lorenzo, en territorio Hondureño. 

Como es usual en todo lo relacionado a éste conflicto, existen dos versiones de la muerte de éste excelente piloto Salvadoreño, ya que en una se asegura que el Capitán Varela logró saltar en paracaídas y que luego de caer fue capturado y asesinado por soldados Hondureños. La otra versión, la del mayor Soto Henríquez, dice que Varela falleció en la cabina de su Cavalier Mustang, a causa de los disparos recibidos. 
Luego de éste combate, los tres F4U Hondureños regresan a Toncontín, en donde recargan combustible y armamento. Los cañones del avión de Zepeda son sometidos a una profunda inspección por parte de los mecánicos de la FAH, pero no encuentran el desperfecto. Mientras tanto, los tres pilotos se retiran a almorzar. En El Salvador, la noticia del derribo del Capitán Varela se riega como pólvora entre los pilotos y mecánicos de la FAS y es recibida con sentimientos encontrados. Inevitablemente la moral de los aviadores Salvadoreños empieza a desmoronarse, hasta el punto de que el comandante de la FAS se ve forzado a pedir voluntarios para las siguientes misiones. 

 

Mientras esto ocurría, cerca de las 13:00, el C-47 “FAH-306” de nuevo hace gala de su improvisación como bombardero, y deja caer su carga explosiva sobre posiciones enemigas emplazadas en el cerro ‘El Ujuste.’ En total se lanzan 52 bombas que en algo ayudan a acallar el fuego Salvadoreño. El C-47 es seguido por dos F4U que también atacan dichas posiciones incesantemente. Por su parte, los AT-6 y T-28 de la FAH realizan vuelos de patrulla y apoyo a tropas en ambos frentes. Igual sucede con las pequeñas Cessna 185, que extienden sus vuelos desde La Mesa hasta Santa Rosa de Copán, San Pedro Sula y Marcala. 
Cerca de las 2:00 PM, los Capitanes Reynaldo Cortéz y Salvador Cezeña, despegan de Ilopango en sus FG-1D y se dirigen hacia El Amatillo con la misión de proteger el puente sobre el río Goascorán, pues se sospechaba que los Hondureños iban a volarlo. Sin embargo, luego de varios minutos de sobrevolar el área, los pilotos Salvadoreños deciden regresar a su base, seguros de que no se realizará el ataque a dicho puente. Casi al mismo tiempo, los Mayores Hondureños Soto Henríquez, Acosta y Zepeda regresaban al área de El Amatillo en sus F4U, ésta vez con la misión de neutralizar un cañón de 105mm Salvadoreño que estaba causándole problemas a las tropas Hondureñas en las inmediaciones de San José la Fuente, en el departamento de La Unión. 

Poco antes de entrar al área de operaciones, Zepeda, volando el “FAH-605”, de nuevo se da cuenta de que sus cañones no funcionan y decide regresar a Toncontín. Una vez más Soto Henríquez y Acosta deben continuar la misión sin el tercer elemento de la escuadrilla. Minutos después, mientras volaban a 5,500 pies de altura, el Mayor Soto Henríquez, en la cabina del “FAH-609”, detecta en la distancia a los dos FG-1D de la FAS que se retiraban del área del puente Goascorán con rumbo a territorio Salvadoreño. Sin romper el silencio de radio, Soto Henríquez hace señas a Acosta y ambos pilotos se lanzan en persecución de los FG-1D, tratando de darles alcance antes de que salgan de Honduras. Sin embargo, los dos aviones logran alcanzar territorio Salvadoreño en poco tiempo, sin darse cuenta de que eran perseguidos. 
En ese momento, el Mayor Soto Henríquez decide violar las instrucciones recibidas, e incursiona en territorio Salvadoreño, persiguiendo en rápido ascenso a los despreocupados pilotos durante diez minutos hasta alcanzar a colocarse en posición de tiro detrás del avión del Capitán Cezeña (“FAS-204”), el cual recibe varias ráfagas, obligándole a saltar en paracaídas. En ese momento, Cortéz se da cuenta del ataque y maniobra para ponerse detrás de Soto Henríquez, acertándole varios disparos en el ala de su F4U. Soto Henríquez por su parte, confiando en que Acosta lo sigue y que se hará cargo del avión Salvadoreño que lo persigue, inicia maniobras evasivas sin tratar de ponerse detrás. Sin embargo, luego de dos minutos, Soto Henríquez se da cuenta horrorizado de que Acosta no lo cubre, por lo que intenta dar la vuelta y poner en su mira al avión adversario. Segundos después, Soto Henríquez efectúa un rápido viraje cerrado aprovechando la potencia de su avión y se coloca en posición de tiro detrás de Cortéz, pero sin lograr centrarlo en su mira reflectiva. 
Luego de algunos minutos de tensa persecución, Soto Henríquez finalmente logra fijar al avión adversario en su mira y le dispara varias ráfagas que hacen blanco en el fuselaje y cabina. Cortéz, quien ha sido herido por los disparos, intenta evadirse, pero cualquier acción que pudiera haber tomado en aquél momento es neutralizada por otra ráfaga de los cañones de Soto Henríquez, que ésta vez, hace blanco en el motor y el ala. De pronto los virajes del avión Salvadoreño (“FAS-203”) se hacen más lentos y suaves, lo cual es aprovechado por Soto Henríquez para dar el golpe final. Poco después, el avión de Cortéz se desintegra en medio de una furiosa explosión, ya que al inicio del combate el piloto había olvidado despresurizar sus tanques de combustible, los cuales explotan al ser impactados por las balas de Soto Henríquez. 

Luego de terminado el combate, Soto Henríquez localiza el paracaídas de Cezeña a 2000 pies de altura, el cual lentamente desciende a tierra. Sorprendido por éste hecho, se da cuenta de lo rápido que han ocurrido los dos derribos. Poco después se retira a territorio Hondureño, mientras busca a Acosta pero sin lograr ubicarlo. El Mayor Acosta por su parte, ha sido testigo del violento combate que se había desarrollado más abajo, y del cual el Mayor Soto Henríquez había salido victorioso. Sin embargo tiene sus propios problemas ya que su radio a dejado de funcionar y para empeorar la situación, es seguido a cierta distancia por dos Cavalier Mustang de la FAS, cuyos pilotos parecen esperar el mejor momento para descender sobre él y atacarlo. Los minutos transcurren lentamente, y el tenso juego de observación se hace interminable. Por una parte Acosta esperando ser atacado, y por la otra, los pilotos Salvadoreños tratando de cerrar el cerco. Finalmente, y aprovechando lo que parece un descuido, Acosta inicia una pronunciada picada invertida y logra escapar del área, sin ser seguido por los aviones Salvadoreños. Poco después enfila hacia Toncontín a donde arriba a salvo, minutos después de que lo hiciera el Mayor Soto Henríquez. 

Con aquellos tres derribos, la FAH logra finalmente alcanzar la anhelada superioridad aérea, ya que los aviones de la FAS no volverían a aparecer sobre ninguno de los teatros de guerra. Y no era para menos, pues en su orden de batalla el componente ofensivo sólo listaba dos FG-1D y tres Cavalier Mustang activos. Esto, sumado a la baja moral, a la muerte de dos excelentes pilotos y el escrutinio del Estado Mayor debido a los fracasos operativos de los días anteriores, dio como resultado una parálisis psicológica y operativa en la FAS. Pero la mala racha no se detendría allí. Poco después del derribo de Cortéz y Cezeña, un FG-1D, el “FAS-219” piloteado por el Capitán Mario Echeverría, era derribado por baterías antiaéreas Salvadoreñas emplazadas en las costas del Golfo de Fonseca en un típico caso de “Fuego Amistoso.” 

En Tegucigalpa, el Coronel Soto Cano trata de convencer al presidente López y a su estado mayor sobre la necesidad de atacar blancos estratégicos dentro de El Salvador nuevamente, en especial a las bases de la aviación Salvadoreña. Sin embargo, el presidente y los oficiales insisten en que los recursos de la FAH se deben utilizar en vuelos de ataque y apoyo a tropas en los frentes de combate. 

De esa cuenta, cerca de las 5:00 PM, los F4U-4 “FAH-612” y “FAH-614” despegan de La Mesa con rumbo al teatro de Nueva Ocotepeque. Casi simultáneamente, las tropas Hondureñas ubican a la columna de la Guardia Nacional que avanzaba sobre la carretera a Llano largo y logran emboscarla en las inmediaciones de la finca San Rafael de Matarás, atacándola con fuego de ametralladoras, morteros y fusilería. Los dos aviones de la FAH son requeridos para que apoyen en la emboscada, y poco después, los pilotos Hondureños se lanzan al ataque. En la primera pasada, los F4U dejan caer cuatro bombas de 100 libras, logrando detener el convoy mientras que los soldados Salvadoreños abandonan los vehículos y buscan refugio en los costados de la carretera. Minutos después, durante la segunda pasada sobre el convoy, los aviones Hondureños disparan sus rockets, provocando más daños. Seguidamente empiezan a ametrallar a los soldados Salvadoreños que tratan de escapar, pero son cercados por las tropas Hondureñas. Al final del combate se han producido más de 30 bajas Salvadoreñas. 
Esta emboscada, denominada “La Batalla de San Rafael de Matarás” es considerada como la mayor victoria en la historia del Ejercito de Honduras, aunque fue opacada cuando las tropas Hondureñas se vieron forzadas a detener la persecución de la columna Salvadoreña que se retiraba a Nueva Ocotepeque, por falta de munición. 



Después de que el mando del Primer Batallón de Infantería Salvadoreño –que avanzaban sobre la carretera que conduce a Santa Rosa de Copán- se entera de la emboscada a la primera columna de la Guardia Nacional, decide retirarse a Nueva Ocotepeque y tomar posiciones defensivas mientras que le ordena a la segunda columna, que también avanzaba hacia Santa Rosa de Copán junto con el Primer Batallón, que cambie de rumbo y avance hasta Llano Largo para cumplir con la misión que se le había encomendado a la primera columna. En ese momento, la segunda columna inicia el avance por el lado derecho de la carretera, y aprovechando el crepúsculo, logra capturar Llano largo y establecer el bloqueo a Santa Rosa de Copán. La FAH concentra sus ataques sobre éstas tropas Salvadoreñas, pero no logra disolverlas. Poco después las misiones son suspendidas por que la noche dificulta los ataques de los aviones Hondureños. 

Mientras tanto, en Tegucigalpa, los mecánicos de la FAH lograban determinar cual era la raíz de los problemas de los cañones de 20mm instalados en algunos de los F4U-5N. Sucedía que los proyectiles de fabricación Inglesa, adquiridos poco antes de la guerra, eran un milímetro más gruesos que los de fabricación Norteamericana. En los cañones nuevos, los cuales no tenían desgastada el ánima, los proyectiles Ingleses quedaban trabados en su interior luego del disparo. Sin pérdida de tiempo los mecánicos de la FAH echan mano de tornos para reducirles el molesto milímetro a todos los proyectiles Ingleses. 

Otra muestra del ingenio de los mecánicos Hondureños puede verse el transcurso de éste día: En los depósitos de armamento de la FAH se han encontrado varios cientos de antiquísimas bombas de 30 libras, las cuales, por su tamaño, no pueden ser colgadas en los racks de ningunos de los aviones. Sin embargo, se determina que su carga explosiva aún esta en buenas condiciones. 

Poco después, un grupo de mecánicos da con la idea de colocarlas en una barra de acero, acomodando tres bombas en triangulo, seguidas por otras tres, todas sujetadas por cinchos de aluminio. A la mencionada barra le son adaptados ganchos los cuales permiten colgarla de los racks de los F4U. De esa forma nacían las “Piñas”, que al soltarse del avión esparcían seis bombas sobre el terreno –al igual que una bomba cluster actual- causando múltiples explosiones. Este tipo de armamento tendría su bautizo de fuego en el frente de El Amatillo, específicamente sobre posiciones Salvadoreñas en el cerro “El Ujuste.” 

Finalmente, en San Salvador, el Mayor Henríquez –comandante de la FAS- trataba desesperadamente de agilizar la obtención de los F-51 adicionales que se habían adquirido poco antes de la guerra. Sin embargo, los pilotos encargados de entregarlos estaban teniendo problemas para evadir a las autoridades Norteamericanas. En cierto momento, y por los siguientes dos días, habrían varios aviones Mustang, que trataban de llegar a El Salvador desesperadamente, haciendo escalas técnicas en lugares tan inverosímiles como República Dominicana y Haití. Sin embargo, con la entrega de los aviones no terminarían los problemas ya que se habían comprado a civiles en los Estados Unidos, por lo que no tenían armas instaladas y el proceso de ‘militarizarlos’ llevaría tiempo. En todo caso, y para cualquier propósito, la FAS como arma aérea seguía paralizada. 

8. Cese al Fuego (18 de Julio) 
En la mañana del 18, la FAH continuaba con los ataques aéreos en los teatros en apoyo del Ejercito Hondureño, especialmente contra la Guardia Nacional Salvadoreña en Llano Largo, Nueva Ocotepeque y contra el Tercer Batallón del Ejército en El Amatillo. Así mismo, el Coronel Soto Cano seguía insistiendo en la necesidad de efectuar una nueva acción ofensiva sobre territorio Salvadoreño aprovechando la recién lograda superioridad aérea. Sin embargo, el presidente López y su estado mayor se negaban una y otra vez a autorizar la misión. 

También desde muy temprano, los representantes de la Organización de Estados Americanos –OEA- habían iniciado una segunda ronda de negociaciones con los gobiernos de Honduras y El Salvador con el objetivo de alcanzar un cese al fuego y el retiro de las tropas Salvadoreñas. Desde el 16 de Julio estos representantes habían visitado los dos países, pero sin lograr acuerdo alguno ya que el gobierno Salvadoreño insistía en que el gobierno de Honduras debía pagarle por la destrucción de las propiedades de los Salvadoreños radicados en ese país y que debía garantizar la seguridad de sus ciudadanos que aún permanecían en Honduras. Obviamente éstas exigencias eran rechazadas por el gobierno Hondureño, mientras que la OEA amenazaba con sanciones económicas a El Salvador si no cumplía con el cese al fuego y el retiro de sus tropas. 

Como mencionáramos anteriormente, la FAH continuó con los ataques en ambos frentes. De esa forma, los F4U de Toncontín –portando bombas de Napalm- atacaban posiciones Salvadoreñas en San Marcos Ocotepeque y Llano Largo. Por su parte los F4U de La Mesa concentran sus ataques en el sector de Guarita y Cololaca, departamento de Lempira, en donde tropas Salvadoreñas con base en Chalatenango habían logrado cruzar la frontera. 

Horas después los F4U de Toncontín vuelan hacia el frente de El Amatillo, en donde atacan de nuevo las posiciones Salvadoreñas en el cerro “El Ujuste.” Durante ésta misión, los F4U logran detener un convoy de blindados y camiones Salvadoreños mientras cruzaban un puente cercano al área de operaciones. Poco después, las bombas de Napalm vuelven a hacer blanco sobre una columna Salvadoreña que se desplazaba en las inmediaciones de El Amatillo. 

En el frente de Nueva Ocotepeque, los F4U de La Mesa también hacían de las suyas, especialmente sobre una columna de vehículos Salvadoreños que se movilizaba sobre la carretera hacia “La Labor.” De nuevo son utilizadas bombas de Napalm de 750 libras, logrando detener el avance. Poco después, tropas Hondureñas posicionadas cerca de Llano Largo ubican una larga columna de buses y camiones Salvadoreños que transportaban soldados. Sin embargo los pilotos de los F4U no logran confirmar la identidad de los vehículos y se abstienen de atacarlos. Simultáneamente, el líder de la escuadrilla recibe instrucciones por radio para atacar una colina –que claramente está bajo control Hondureño- y la ignora. Después se descubriría que habían equipos de radio Salvadoreños que habían tratado de confundir a los aviadores Hondureños, dirigiéndolos a blancos propios. 

 
Al final de la tarde, el Estado Mayor Hondureño ordena al Segundo Batallón de Infantería que se movilice y capture el eje Arambala – Perquin, justo al Noroeste de El Amatillo, claramente en territorio Salvadoreño. De esa cuenta el Segundo Batallón logra llegar hasta las inmediaciones de Arambala sin enfrentar mucha resistencia por parte de las tropas Salvadoreñas, sin embargo a las 9:30 PM reciben la orden de replegarse hacia Honduras nuevamente, ya que la OEA había logrado un acuerdo de cese al fuego para las 10:00 PM. Dicho acuerdo mandaba que las tropas de ambos países regresaran a las posiciones que ocupaban antes del inicio de la guerra.

jueves, 10 de agosto de 2017

Conflictos americanos: La guerra de las 100 horas (4/6)


La Guerra de las 100 Horas (4/6) 
 

por Mario A. Overall | 20-Apr-04 

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C-47 “FAH-304” de la FAH

5. La Respuesta Hondureña (15 de Julio) 
En los primeros minutos del día 15, los mecánicos de la FAH empiezan a instalarle rieles de carga en el piso al C-47 “FAH-304”. Poco después, la sección de carga del avión recibía 18 bombas de 100 libras. Tal y como sus contrapartes Salvadoreños lo habían hecho, el venerable transporte era convertido en bombardero improvisado. El ansiado golpe que el Coronel Soto Cano quería darle a la Fuerza Aérea de El Salvador está materializándose. El presidente López Arellano le ha autorizado realizar solamente un ataque, el cual va a ser ejecutado por el C-47, sin embargo el Coronel Soto Cano tiene en mente realizar tres, por lo que ordena a los pilotos de los F4U en Toncontín y en La Mesa que se preparen. 
A eso de la 01:50 de la mañana, el “FAH-304” finalmente despega de la pista de Toncontín, y en medio de la obscuridad enfila hacia San Salvador. Sin embargo, pocos minutos después se ve forzado a regresar debido a fallas en sus sistemas. A su regreso, los rieles de carga le son removidos rápidamente y trasladados a otro C-47, en éste caso el “FAH-306”. Igual sucede con las 18 bombas, que una a una, son cargadas por los mecánicos a dicho avión. Cerca de las 03:30 el “FAH-306” despega de Toncontín y mientras asciende hasta los 10 mil pies, enfila hacia San Salvador. 

El piloto del C-47 Hondureño, Capitán Rodolfo Figueroa, debía confiar en sus cálculos de tiempo y distancia para llegar a su blanco. En aquellos dorados tiempos se carecía de lujos como el sistema de posicionamiento global –GPS- y para empeorar las cosas, los servicios de radioayuda Salvadoreños no estaban funcionando a la hora en que se inició la misión, por lo que sí Figueroa cometía errores en la navegación, podía acabar en cualquier parte menos en donde pretendía. Finalmente, al llegar sobre San Salvador, la tripulación se da cuenta de que la ciudad esta en obscuras. Sin poder ubicar visualmente el aeropuerto de Ilopango, el cual era su objetivo, el piloto se confía en sus cálculos y al considerar que está sobre el blanco, ordena que las bombas sean lanzadas. En menos de 4 minutos, las 18 bombas son lanzadas al vacío, haciendo varias pasadas sobre lo que suponían era el blanco. A su regreso, Figueroa reporta que había escuchado las explosiones de las bombas poco antes de retirarse del área, sin embargo, posteriores reportes decían que ni una sola de las bombas había caído cerca de Ilopango, ni siquiera en sus inmediaciones. De hecho, esta incursión ha sido puesta en duda por historiadores Salvadoreños, ya que esa noche no hubo reportes de bombas cayendo en ningún sitio cercano al aeropuerto o la ciudad. De allí que se especula que las bombas cayeron en el lago de Ilopango o en el mar, que al decir verdad, están un poco retirados del aeropuerto. 

A las 04:30 tres cazas F4U-5N y un F4U-4 de la FAH despegan de Toncontín y rápidamente se dirigen a El Salvador. Su misión es ‘rematar’ el ataque a Ilopango supuestamente realizado por el C-47 “FAH-306” horas antes, y de paso, también atacar el puerto de Cutuco, en el departamento de La Unión. Los líderes de las escuadrillas son los Mayores Oscar Colíndres y Fernando Soto Henríquez. 

Mientras los cazas Hondureños volaban hacía su objetivo, un FG-1D y un Cavalier Mustang de la FAS despegan de Ilopango con la misión de atacar de nuevo Toncontín. Los adversarios estuvieron muy cerca de verse, pero esto simplemente no sucedió. Han circulado versiones sobre que los pilotos Salvadoreños ubicaron a los cazas Hondureños mientras estos se dirigían a Ilopango, y que pidieron autorización para soltar sus bombas y lanzarse en su persecución. Sin embargo, posteriores investigaciones revelarían que en ningún momento los pilotos de ambas escuadrillas estuvieron cerca de verse. 

En todo caso, los cazas Hondureños logran llegar a Ilopango en donde arrojan cuatro bombas, de las cuales una cae en la encrucijada de las pistas norte-sur y este-oeste abriendo un agujero en el pavimento, la otra cae a 500 metros de la terminal aérea sin que se produjera una explosión, la tercera lo hace entre dos hangares vacíos en donde destruye un camión cisterna y causa daños a dos motores embancados pertenecientes al único cuatrimotor de la FAS (DC-4M) por esa época y al área de oficinas del hangar adyacente al impacto. La cuarta bomba definitivamente yerra el blanco, pues nunca fue encontrada ni se sabe de su explosión, al menos dentro del aeropuerto de Ilopango. Como era de esperarse, el ataque Hondureño se realizaría en medio de fuerte fuego antiaéreo, hasta el punto de que los pilotos se verían en la necesidad de hacer las pasadas de bombardeo a 9000 pies, mucho más alto de lo requerido. 

En contraste, fuentes de inteligencia de los Estados Unidos (Air Section de la USAF en El Salvador) reportaban daños a un C-47 y un Cavalier Mustang dentro de un hangar luego del ataque. Sin embargo, el historiador Salvadoreño Marco Lavagnino nos dice: “... El daño provocado a las Instalaciones de Ilopango no alcanzó ningún avión, todos los C-47 y todos los F-51 Mustang están bien documentados y no falta ninguno después de ese día sin que haya explicación.” 

Lo que posiblemente podría explicar el confuso reporte de inteligencia Norteamericano al respecto de éstos aviones dañados en Ilopango, es la presencia de los restos de un Cavalier Mustang que se había accidentado en Octubre de 1968, los cuales habían sido guardados en uno de los hangares, esto con el fin de usarlos como fuente de repuestos para el resto de la flota. 



Pero las confusiones sobre éste episodio no se detienen allí: Fuentes Salvadoreñas aseguran que al menos dos Cavalier Mustang despegaron en medio del ataque e hicieron frente a los F4U Hondureños, lo cual simplemente no ocurrió, básicamente por que la mayoría de Cavalier Mustang estaban regresando de sus misiones sobre Honduras o bien habían sido dispersados a la pista ubicada en la isla Madresal. Quizás la prueba más contundente de que no despegaron aviones Salvadoreños durante el ataque a Ilopango es que minutos después, los Hondureños descendían sobre el puerto de Cutuco, atacándolo con sus cañones y rockets, virtualmente sin oposición aérea alguna. Cabe decir que éste ataque produce varios incendios en los depósitos de asfalto del mencionado puerto, provocando las espectaculares humaredas que tanto llamaron la atención a los medios que cubrían los hechos. Así mismo, resultaron con algunos daños las instalaciones para el almacenamiento temporal de combustible. Como nota curiosa, de las instalaciones de Cutuco salían considerables cantidades de combustibles para abastecer a otros países del área, incluyendo –irónicamente- a Honduras. 

Sin embargo, el abastecimiento de combustible para los aviones de la FAH y los vehículos del Ejército Hondureño no se vería comprometido durante la guerra, ya que se había optado por adquirirlo en Belice y Nicaragua, de donde era transportado por los aviones de SAHSA y TAN. Por aparte, poco antes del comienzo de la guerra, el gobierno de Honduras había retirado la totalidad de su cuota de combustible del puerto de Cutuco, usando para el efecto camiones cisterna. El presidente de El Salvador, General Fidel Sánchez Hernández, fue advertido por su Estado Mayor sobre este inusual acontecimiento, y se le pidió no autorizar el despacho del combustible. Sin embargo el presidente se negó a tomar la decisión ya que prácticamente eso equivalía a un acto de guerra y evidentemente aún no se iniciaban las hostilidades. 

Mientras se efectuaba el ataque a Cutuco, cuatro F4U-4 Hondureños que habían despegado del aeropuerto de La Mesa, iniciaban su propio ataque contra los depósitos de combustible en el puerto de Acajutla, sin encontrar oposición por parte de los Salvadoreños, ya que las baterías antiaéreas, que habían sido emplazadas en las colinas circundantes, habían sido cambiadas de ubicación siguiendo órdenes del Estado Mayor. El ataque al puerto las había sorprendido en plena movilización. 

Por su parte, los aviones Hondureños, utilizando sus rockets y ametralladoras, logran incendiar algunos de los tanques de gasolina y diesel los cuales provocan impresionantes columnas de humo. Milagrosamente, los depósitos de gas propano no son dañados durante el ataque, evitándose así una grave tragedia que hubiera tenido como resultado la destrucción total del puerto y las poblaciones aledañas. Sin embargo, de 180,000 barriles de diversos combustibles que en ese momento se almacenaban en las instalaciones, se perdió aproximadamente el 20%, ya que el resto se logra evacuar por el sistema de protección contra incendios con que contaba el puerto, luego se almacenaría en nuevos tanques y posteriormente se refinaría de nuevo. 
El ataque a Acajutla tampoco representó un peligro para el abastecimiento de combustible de El Salvador. Si bien las reparaciones a la refinería y demás instalaciones tomarían más de un año, el gobierno Salvadoreño optaría por modificar el método de abastecimiento, ya que los barcos anclaban directamente en el puerto y no a las terminales marítimas como solía hacerse, permitiendo que los camiones cisternas cargaran directamente el combustible desde el barco. De hecho, los camiones cisterna, debidamente camuflados, incursionarían incluso dentro de territorio Hondureño en la zona de El Amatillo, Teatro Operaciones Chalatenango y Ocotepeque, con el objetivo de abastecer a las Fuerza Salvadoreñas operando en esos sectores. 

Durante el regreso al aeropuerto de La Mesa, el F4U-4 “FAH-617”, piloteado por el Capitán Walter López, empieza a perder combustible de forma alarmante. El silencio de radio se rompe cuando los pilotos de la escuadrilla conferencian sobre el problema. Se decide que continúe volando con la esperanza de alcanzar su base antes de que se le termine el combustible. Sin embargo, el indicador del tanque en uso sigue su marcha inexorable hacia la posición de “vacío”, mientras que la visibilidad se reduce sobre el aeropuerto de La Mesa. Poco después, López decide internarse en territorio Guatemalteco. De esa forma, el “FAH-617” realiza un aterrizaje de emergencia en la pista de la finca “El Pilar”, cercana al poblado de Morales en el Departamento de Izabal. Horas después, arribaría a la finca un C-47 de la Fuerza Aérea Guatemalteca trayendo mecánicos y al Capitán Leonel Solís, quien sería el encargado de llevar el “FAH-617” a la Ciudad de Guatemala, luego de que se le efectuaran las reparaciones pertinentes. El Capitán López también sería llevado a la Capital Guatemalteca, en donde permanecería –junto con su avión- hasta el final de la guerra. 

Existen versiones, principalmente de fuentes Salvadoreñas, que mencionan la presencia de un carguero de nacionalidad israelí anclado en Acajutla, el cual, al verse amenazado durante el ataque Hondureño, comienza a hacer fuego con sus propias armas antiaéreas, provocándole daños al avión “FAH-617.” Sin embargo ninguno de los pilotos Hondureños que participaron en la misión recuerda algo semejante. 

A eso de las 06:00 AM, el FG-1D y el Cavalier Mustang Salvadoreños que habían partido de Ilopango, finalmente llegan a Toncontín. Volando extremadamente bajo, los dos aviones han logrado evadir a un T-28 artillado que sobrevolaba Tegucigalpa, precisamente previniendo cualquier incursión. Al estar sobre su objetivo, El Cavalier Mustang, piloteado por el Capitán Girón Cortéz deja caer dos bombas, de las cuales una estalla en un campo baldío adyacente a la pista y la otra en un camino pavimentado cercano. Por su parte, el FG-1D deja caer sus bombas muy cerca del portón que de la calle conduce a los hangares. Luego ambos aviones realizan pasadas de ametrallamiento contra la fachada de la Escuela Militar de Aviación, los hangares y la terminal aérea, pero sin causar mayores daños. 

En medio del ataque, el T-28 “FAH-212” que volaba sobre Tegucigalpa, piloteado por el Subteniente Roberto Mendoza Garay, es alertado y rápidamente se dirige a Toncontín para tratar de darle caza a los aviones Salvadoreños. Casi simultáneamente, un F4U-5N de la FAH, piloteado por el Teniente Coronel José Serra, que despegaba para ir a reemplazar al T-28, mira que le pasa a un lado el FG-1D e inmediatamente maniobra para colocarse detrás de él. Sin embargo los cañones de su avión se traban y se ve forzado a retirarse. El piloto del Cavalier Mustang, volando a cierta distancia detrás del FG-1D, observa que el F4U-5N ha logrado despegar, por lo que rompe violentamente sobre la pista y escapa, poniendo proa hacia El Salvador. Segundos después, el FG-1D es alcanzado por los disparos del T-28 del Subteniente Mendoza, provocando que éste también emprenda la huída, dejando una larga estela de humo. 

En Toncontín, todo el mundo cree que el FG-1D ha caído cerca de Comayagüela. Más tarde, un grupo de soldados es enviado en su búsqueda, pero se encuentran con los testimonios de algunos de los pobladores sobre que, efectivamente, habían visto un avión echando humo y volando bastante bajo, pero que después se había elevado en dirección Sudoeste. Poco después aquél FG-1D Salvadoreño, piloteado por el Capitán Reynaldo Cortéz, aterrizaba en Ilopango donde se le repara un cable cortado de la batería (que Había provocado un cortocircuito y la ‘famosa’ estela de humo), reposta combustible y despega en corto tiempo con rumbo a su base de dispersión asignada. 

Luego de los ataques estratégicos de la FAH sobre El Salvador, el presidente Hondureño toma la decisión de prohibir cualquier otra operación similar, hasta el punto de ordenarle al Coronel Soto Cano que sus pilotos no deben ingresar –por ningún motivo- a territorio Salvadoreño, y así no comprometer el esfuerzo diplomático de declarar a El Salvador como agresor. 

Por su parte, la infantería del Ejército Salvadoreño en el teatro oriental empezaba a movilizarse hacia Honduras muy temprano en la mañana, atravesando el puente de El Amatillo hasta ubicarse frente a las pocas tropas Hondureñas que conformaban la primera línea de choque. Como se ha mencionado anteriormente, las posiciones Hondureñas había sido hostigadas con fuego de artillería durante el atardecer del día 14 y parte de la noche del día 15, pero con pobres resultados, siendo necesario movilizar al Escuadrón de Caballería motorizada y las piezas de artillería hasta posiciones dentro de Honduras con el objetivo de ‘martillar’ a las tropas Hondureñas con más exactitud. De allí que los tanques y cañones Salvadoreños debieron atravesar el puente de El Amatillo en una riesgosa maniobra que los había puesto momentáneamente en una situación vulnerable. 

El alto mando Salvadoreño esperaba la mayor resistencia por parte del Ejército de Honduras en el teatro oriental, ya que era la vía más directa para amenazar y comprometer a Tegucigalpa en caso fuera necesario. Sin embargo, el avance Salvadoreño se empieza a concretar sin mayor oposición, ni siquiera de la FAH, por lo que las tropas reciben ordenes de avanzar hasta tomar las poblaciones de Alianza, Goascorán, Aramecina, Caridad y Langue, con el objeto de establecer allí sus líneas defensivas. 
Cerca de las 8:00 AM, finalmente la FAH toma cartas en el asunto, y tres F4U-5N parten de Toncontín hacia el sector de El Amatillo. Luego de la revisión reglamentaria de sus armas, de nuevo se determina que a uno de los aviones no le funcionan los cañones, por lo que se le ordena regresar. Los otros dos F4U-5N continúan el vuelo hasta alcanzar el área de operaciones, y sin pérdida de tiempo inician ataques sobre las posiciones Salvadoreñas, utilizando fuego de cañones, rockets y bombas de 100lbs. Sin embargo el efecto es poco menos que nulo, pues las tropas Salvadoreñas siguen avanzando. Los aviones de la FAH tendrían trabajo para largo en dicha área, y de hecho, se realizarían innumerables misiones de apoyo a tropas a lo largo de todo el día, principalmente en las márgenes del río Goascorán. 

Mientras esto sucedía, dos C-47s de la FAS procedentes de Ilopango, bombardean las posiciones Hondureñas ubicadas en las rutas de acceso a Nueva Ocotepeque y áreas aledañas con el objeto de ablandar el camino para las fuerzas invasoras. Por su parte, las tropas Salvadoreñas en los teatros Norte y de Chalatenango inician su avance hacia Honduras, saliendo de Cítala por la franja Oeste del río Lempa hasta ubicarse en la cubierta del flanco izquierdo de la fuerza de ataque, luego el Primer Batallón prácticamente sobre la carretera que va a Nueva Ocotepeque y finalmente el Octavo batallón cubriendo el flanco derecho. Una cuarta columna, la de la Guardia Nacional, incursiona más al Este saliendo de Las Pilas. Los combates más intensos en este frente ocurren en la quebrada de Ticante, donde las tropas Salvadoreñas encuentran feroz resistencia por parte de los Hondureños. Sin embargo, la diferencia en ese punto la hacen los obuses de 105mm del Ejército Salvadoreño, que logran abrir espacios para el avance de las tropas hacia Nueva Ocotepeque, el poblado Hondureño que era su objetivo principal. Durante las primeras horas de la mañana, se reportan las siguientes misiones de la FAS: un FG-1D ataca posiciones de infantería en Alianza, dos FG-1D atacan posiciones en Aramecina; mientras que en la zona de Nueva Ocotepeque se reporta el ataque de un Cavalier Mustang a posiciones en El Platero. 
Luego de que el avance en los dos frentes se concreta, y a pesar de que la invasión a Honduras no era considerada como una guerra de “colonización”, el alto mando del Ejército de El Salvador nombra a los Coroneles Ramón A. Navas y César A. Mendoza como “Gobernadores Militares” de Nueva Ocotepeque y Goascorán respectivamente. Esta sorpresiva acción dio pie a acusaciones contra el gobierno Salvadoreño de aquella época, en relación a los verdaderos motivos para haber iniciado el conflicto, y de paso dándole validez a las hipótesis de que en realidad lo que se buscaba era la ocupación de Honduras, aún a pesar de la falta de recursos para la realización de tan descabellada idea. 

 

Cerca de las 8:00 AM, cuatro F4U-4 de la FAH parten de La Mesa con la misión de ayudar a detener el avance Salvadoreño hacia Nueva Ocotepeque. Los emplazamientos de artillería y nidos de ametralladora son atacados eficientemente, pero no logran detener el avance de las tropas. Uno de los F4U, el “FAH-615” piloteado por el Coronel Marco Tulio Rivera, mientras sale de una pasada de ametrallamiento sobre posiciones Salvadoreñas ubicadas en las inmediaciones del poblado de Citala, avista a uno de los C-47 de la FAS (“FAS-101”, piloteado por el mayor Sigfredo Velasco y capitán Adrián Panameño) que minutos antes habían bombardeado las posiciones Hondureñas en el sector. Sin perder un segundo, el Coronel Rivera decide atacarlo, logrando hacerle varios impactos en un motor y en el fuselaje. El C-47, sin embargo, logra escapar. Más tarde se sabría que el avión a duras penas había logrado llegar a Ilopango en donde había realizado un aterrizaje forzoso, quedando fuera de servicio por el resto de la guerra. Por su parte, luego de poner en fuga al C-47, el Coronel Rivera detecta la presencia de un Cavalier Mustang que a toda velocidad, trata de internarse en territorio Salvadoreño. El piloto trata de seguirlo y logra dispararle algunas ráfagas antes de quedarse sin municiones, pero no logra acertarle. Poco después, el piloto Hondureño regresaba a su base para repostar combustible y armamento. 

Sobre éste incidente en particular, se han vertido ríos de tinta, ya que el C-47 “FAS-101” tenía asignado un Cavalier Mustang como escolta, sin embargo al momento del ataque del “FAH-615”, el Cavalier Mustang no estaba en el área. Fuentes Salvadoreñas dicen que el avión abandonó momentáneamente al C-47 que escoltaba para ametrallar un convoy Hondureño, lo cual fue aprovechado por el piloto del F4U para atacarlo. Fuentes Hondureñas en contraste, no mencionan la presencia del avión escolta en las inmediaciones al momento del ataque, sino hasta después de efectuado el mismo, y claramente en actitud evasiva. Así mismo, en una reciente entrevista con el Doctor Marco Lavagnino, uno de los mecánicos que volaba en el “FAS-101”, de nombre Salvador Gómez Paz, le cuenta que “... Al C-47 lo escoltaba un Mustang que se retiró…” 
En todo caso, situaciones en las cuales los aviones escolta Salvadoreños abandonan a sus escoltados mientras son atacados empiezan a darse con cierta frecuencia a partir de éste día, dando pie a las versiones de que algunos de los pilotos probablemente eran mercenarios que no gustaban de situaciones comprometidas, optando siempre por retirarse sin presentar pelea. 

Durante la tarde, las fuerzas Salvadoreñas logran tomar las poblaciones Hondureñas de Valladolid, Guarita, Junigual y San Marcos Ocotepeque, logrando conformar un cerco alrededor de Nueva Ocotepeque. Con este avance se abre un capítulo que es poco conocido para los estudiosos de éste conflicto: El abastecimiento de las tropas Salvadoreñas dentro de territorio Hondureño por parte de la FAS. La pista de San Marcos Ocotepeque es rápidamente acondicionada para recibir a los C-47 Salvadoreños, que pronto empiezan a llegar cargados de municiones, equipo y alimentos que serán canalizados hacia las tropas que sitian Nueva Ocotepeque y hacia las que avanzan sobre el frente de Chalatenango. Sorprendentemente, ninguno de éstos vuelos es interceptado ni hostigado por aviones de la FAH. 

En el transcurso del día, la comandancia de la FAH se da cuenta de que el número de aviones disponibles no es suficiente para mantener el apoyo a las tropas en los dos frentes y al mismo tiempo montar una red de vigilancia aérea que impida las incursiones de los aviones Salvadoreños hasta las bases de Toncontín y La Mesa. De allí que se decide convocar a los pilotos civiles para conformar –con sus aviones- patrullas de vigilancia a lo largo y ancho de Honduras, pero principalmente en los alrededores de las dos bases aéreas. Así mismo, y previendo una inminente escasez de armamento, los mecánicos de la FAH empiezan a buscar soluciones para contrarrestarla. Es así como se inician las modificaciones de varios cientos de rockets de práctica, reemplazándoseles las cabezas inertes con granadas de demolición a las cuales se les modifica la espoleta. También empiezan a buscarle solución a los problemas crónicos de los cañones de 20mm de los F4U-5N, los cuales se han estado trabando, usualmente en el peor momento. 

Por su parte, el alto mando de la FAS también se da cuenta de sus propias limitaciones. En primer lugar, los pilotos de los Cavalier Mustang se quejan de que los tanques instalados en la punta de las alas de sus aviones les quitan bastante maniobrabilidad y rapidez, por lo que sugieren que sean removidos. Al final del día, y como medida temporal, se decide que los aviones vuelen sólo con el combustible requerido para completar las misiones de apoyo, tratando así de reducir el peso y aumentar la maniobrabilidad. Así mismo, se le encarga al señor Archie Baldocchi –civil que había sido nombrado “asistente extraordinario” del comandante de la FAS- que trate de buscarle solución al problema de los tanques de combustible y a la falta de radios y miras reflectivas en los aviones. 
Como nota de interés el Señor Baldocchi era propietario de un P-51D Mustang (Ex 44-73350), matrícula YS-210P, el cual había sido requisado por la Fuerza Aérea al momento de iniciarse la guerra. Dicho avión se había convertido en el “FAS-402” (segundo uso del número de serie) y para el día 15, éste famoso Mustang ya había volado varias misiones sobre los teatros de operaciones. 

Al terminar el día, el alto mando de la FAS decide lanzar una nueva misión estratégica en la cual se bombardearan las poblaciones de Puerto Cortés, Golosón y La Presa (Lago de Yojoa) al día siguiente. Sin embargo, el destino se interpondría en su camino.


Fuente original: Fuerzas Militares Dominicanas