Mostrando las entradas con la etiqueta Comandos Anfibios ARA. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Comandos Anfibios ARA. Mostrar todas las entradas

viernes, 25 de agosto de 2023

APCA: Entrenamiento militar en las playas de Monte Hermoso

Las Fuerzas Armadas realizan adiestramiento de comandos anfibios en las costas de Monte Hermoso

Noticias Monte Hermoso




Adiestramiento de las fuerzas armadas en Monte Hermoso



Integrantes de las Fuerzas Armadas Argentinas están realizando operaciones militares como parte tareas de adiestramiento de defensa de la soberanía marítima argentina.

El Teniente de Navío Juan Pablo Pappalardo, a cargo del operativo, explicó a este medio que se trata de “tareas de pasaje de rompiente, entrada y salida con botes a remo y otras inherentes a lo que se hace en las costas de nuestro país”.



“Las actividades tienen una progresión que nos va dando el entorno adecuado para que se puedan desarrollar todas las destrezas que se requieren para este tipo de actividades», detalló el uniformado.



También aclaró que cuentan con todo el material  para que la tarea sea segura y para darle el entorno militarizado que necesitan.



Pappalardo subrayó que se prevé la participación de un helicóptero. También nos informó que las actividades duran varios días y que se alojan en el predio del Faro Recalada.



domingo, 14 de agosto de 2022

Malvinas: El heroísmo del Capitán Giachino


Heroísmo en Malvinas

Por Nicolás Kasanzew || La Prensa

 

­­Hace un par de años fui contactado para presentar una lista de 16 imágenes emblemáticas de la guerra de Malvinas. La idea era convocar al talentoso artista Carlos Leonardo Gómez y que este creara un complejo escultórico, celebratorio del cuadragésimo aniversario de la Gesta de Malvinas. A causa de la pandemia y de la desidia de los gobernantes, el proyecto se frustró. ­

La siguiente fue mi selección, aunque entiendo bien que puede ser injusta: hay muchas otras imágenes de nuestra guerra contra los invasores británicos que merecerían una escultura de Gómez.­

 

ARMADA ARGENTINA­

Capitán Giachino­

El hombre que cumplió una orden única en la historia de las guerras: conquistar una ciudadela sin disparar un tiro que pudiera herir a ningún enemigo, inmolándose para ello. Abatido por una ráfaga de ametralladora, gravemente herido, soportando el dolor atroz, el capitán blande una granada de mano, le saca la chaveta e intima al gobernador Rex Hunt a rendirse. Mike Norton, jefe de los ingleses parapetados, le ofrece curarlo, aliviarlo y probablemente salvarle la vida, a cambio de que se entregue, pero Giachino se niega. Ernesto Urbina, el cabo enfermero que se lanzó a auxiliarlo también cayó herido, así como el teniente García Quiroga, que iba detrás de Giachino. Desangrándose, Pedro Giachino se mantiene amenazante hasta que se alcanza su objetivo: el gobernador

sábado, 2 de abril de 2022

Malvinas 40: Día D

Malvinas, Día D: la Operación Rosario, una furiosa tormenta y la adrenalina del desembarco del 2 de abril de 1982

Ese día, hace 40 años, las tropas argentinas pisaron las Malvinas, pero los preparativos y la guerra de nervios habían comenzado mucho antes, en el máximo de los secretos. Uno de esos protagonistas fue Roberto Reyes, por entonces un joven subteniente, que sentía que no merecía todo lo que le estaba ocurriendo. Día a día de una operación militar que llevaba meses de diseño

Por Adrián Pignatelli || Infobae


El buque Cabo San Antonio, en una fotografía tomada meses antes del 2 de abril. Se ven las compuertas de proa abiertas, por donde desembarcaban los anfibios (Gentileza General Brigada (r) VGM Roberto Reyes)

Ocurrió el viernes 26 de marzo de 1982. Los oficiales del Regimiento de Infantería 25 escuchaban concentrados al teniente coronel Mohamed Alí Seineldín, quien estaba acompañado por el jefe de la compañía de ingenieros. En medio de un silencio reverencial atendían las órdenes y las indicaciones que les estaba impartiendo en la sala de situación, con la mesa de arena donde se planificaban las acciones. Les estaban comunicando que se había puesto en marcha el operativo de recuperación de las islas Malvinas. Uno de esos jóvenes oficiales era el subteniente Roberto Reyes. Tenía 24 años y sentía que recibía más de lo que merecía.

Unos días antes, el 1 de febrero de 1982, Seineldín se había enterado que el Regimiento 25, al que estaba al mando, sería la única unidad de Ejército que integraría la fuerza de desembarco. Debía ejecutar el plan de acción.

El incidente que se inició el 19 de marzo en Puerto Leith, en las islas Georgias, cuando obreros de una empresa argentina que fueron a desguazar una factoría ballenera, precipitó los hechos. El 23 ya se le había preguntado a la Marina, que venía trabajando en el proyecto desde el año anterior, sobre la fecha más cercana para llevar adelante la operación.

El 25 por la tarde la Junta Militar había ordenado que la flota debía partir el 28 al mediodía y que el 1 de abril desembarcarían en las islas. Entre el 26 y el 28 los buques que participarían fueron debidamente aprovisionados.

Los vehículos anfibios usados en el desembarco, en la bodega del Cabo San Antonio. (Gentileza General Brigada (r) VGM Reyes).

De la fuerza de desembarco participaría la compañía C del Regimiento 25, a cargo del Teniente Primero Carlos Esteban. Estaba integrada por las secciones “Bote” al mando del Teniente Roberto Estevez y “Romeo” del Subteniente Juan José Gómez Centurión, las que encabezarían una operación anfibia para controlar y ocupar Darwin. Una tercera sección, denominada “Gato” al mando del Subteniente Roberto Reyes tendría la responsabilidad de una operación aeromóvil para capturar al gobernador.

Mientras Seineldín impartía las órdenes, ese 26 de marzo, Gómez Centurión disimuladamente se sacaba el yeso de su mano que llevaba desde hacía días por un accidente que había sufrido. No quería quedar afuera del histórico día por nada del mundo.

Debieron preparar rápido su equipo, ya que en unas horas más partirían. Seineldín les dio una orden que algunos hasta tomaron con fastidio: debían llevar su sable porque iban a ir a la batalla.

Dos protagonistas. El teniente coronel Seineldín dialoga con el almirante Büsser en Puerto Argentino (Gentileza General B (r) Reyes)

El sábado 27 de marzo fueron en avión a la base aeronaval Comandante Espora y al día siguiente, a la salida del sol, embarcaron en la flota.

El domingo 28 fue un día radiante. A la noche el Cabo San Antonio, un buque transporte de tanques, comenzó a bambolearse. Había zarpado ese día desde Puerto Belgrano llevando parte de la fuerza de desembarco.

El 29, el 30 y el 31 soportaron un temporal del suroeste que nunca las tropas de infantería embarcadas habían ni siquiera soñado tener que afrontar.

La operación debía ser “incruenta, sorpresiva y de corta duración”. La fuerza de desembarco estaba integrada por el Cabo San Antonio; el buque de transporte Islas de los Estados; el Rompehielos Almirante Irízar; el Submarino Santa Fe; las fragatas Santísima Trinidad y Hércules y las corbetas Drummond y Granville. Más alejados, el Portaaviones 25 de mayo, su Grupo Aeronaval y las bases de la fuerza aérea del continente.

Bandera inglesa capturada. El segundo desde la derecha es el subteniente Reyes (Gentileza General B. (r) Roberto Reyes)

Los de Reyes serían los únicos efectivos de Ejército en participar de las acciones en Puerto Argentino ese viernes 2 de abril. Debía armar con los soldados incorporados dos meses antes una fracción liviana con buen poder de fuego y rápido despliegue. Todos comprendieron que eran parte de algo importante. No podían creer lo que estaban viviendo.

En los dormitorios de cinco pisos con cuchetas del San Antonio se acomodaron, en el reducido espacio separado por estrechos pasillos y escasa ventilación, los 37 efectivos del Regimiento 25. La primera tarea a la que se abocaron fue al mejoramiento de la estiba de materiales.

El barco, una mole de 144 metros de largo, se movía mucho por el mar picado. Los mareos y las descomposturas de los que estaban acostumbrados a moverse con los pies sobre la tierra, enseguida hicieron mella. Lo que aun ignoraban es que los bamboleos durarían hasta el día del desembarco.

El vehículo anfibio 10 en el que desembarcó la sección de Reyes. En primer plano se ve a Seineldín y detrás, de boina, el subteniente Reyes (Gentileza General B. (r) Reyes)

Los oficiales procuraban mantener ocupados a sus hombres. En las cubiertas superiores se hacían prácticas de defensa, contra incendio y abandono del buque. Los soldados ignoraban hacia dónde se dirigían. Especulaban con un conflicto con Chile o que iban en auxilio de un país centroamericano. Estaban navegando hacia el sur y que, al llegar a la altura de Río Gallegos, pondrían proa hacia las islas.

Si el primer día el mar estaba picado, en el segundo las condiciones empeoraron a tal punto que las violentas inclinaciones del buque hacia babor y a estribor alternativamente, levantaba del piso a los soldados y los arrojaba contra las paredes. Los que podían, hacían algo de ejercicios físicos y otros limpiaban el armamento. Rogaban llegar lo más rápido a destino. Pocos prestaban atención a los tres turnos que había para comer. Hubo gente que esos cinco días no probó bocado.

El aeropuerto de la capital de las islas, uno de los objetivos de la operación del 2 de abril (Gentileza General B. (r) Roberto Reyes)

Temiendo que el temporal hiciera suspender el operativo, el teniente coronel Seineldín le propuso al Almirante Carlos Büsser, comandante de la fuerza de desembarco, cambiarle el nombre a la operación, bautizada como “Azul”. Seineldín recordó que en 1806, durante la primera invasión inglesa, las fuerzas que Santiago de Liniers había agrupado en Colonia y que había embarcado con proa a Buenos Aires, había quedado a merced de una sudestada. Liniers puso sus fuerzas a protección de la Virgen del Rosario. Pudieron llegar a salvo a puerto mientras que las naves inglesas que trataron de impedirlo sufrieron graves daños.

De ahí en más, la operación pasó a llamarse Rosario.

En el tercer día de navegación, los jefes de fracciones que desembarcarían fueron convocados para realizar los ensayos de las acciones que desplegarían el Día D. El subteniente Reyes recibió cartografía y demás detalles para ajustar la incursión que debían realizar en la casa del gobernador. El joven oficial debió exponer cómo haría dicha operación y se realizaron los ajustes correspondientes.

Estaba todo listo para el desembarco planeado para el 1 de abril.

Izamiento de la bandera en Puerto Argentino. (Gentileza Roberto Reyes)

En el cuarto día, Büsser decidió postergar el desembarco para el día siguiente. Los ingleses habían detectado a las fuerzas argentinas y preparaban la defensa, fortificando zonas de interés. Se había perdido la sorpresa táctica.

Se cambiaron las misiones. Se usaría como lugar de desembarco la zona oeste de la bahía Yorke; buzos tácticos que venían en el submarino Santa Fe debían marcar la playa de desembarco; se canceló la orden de apoderarse de los servicios públicos, a esa altura reforzados por los británicos; se decidió que los efectivos de Seineldín tomasen el control de la pista del aeropuerto y no el personal de Fuerza Aérea, como estaba planeado; los comandos tácticos y anfibios se dirigirían a la casa del gobernador; otro grupo de comandos debían apoderarse del cuartel de Moody Brook.

El helicóptero que debía transportar a Reyes y a su sección se había dañado por la navegación. Entonces, en lugar de tomar la casa del gobernador Rex Hunt, se determinó que debían apoderarse del aeropuerto eliminando la resistencia inglesa y despejar la pista, sembrada de vehículos y de maquinaria dejada por los Royal Marines y además habían apagado el faro San Felipe. Los comandos anfibios se ocuparían de la residencia del gobernador.

Seineldín en el momento en que entierra un rosario en la cabecera de la pista en el aeropuerto (Gentileza General B. (r) Roberto Reyes)

Reyes y sus hombres debieron entonces familiarizarse con prácticas de embarque y desembarque del vehículo anfibio a oruga (VAO) con el que se trasladarían a la playa. El VAO 10 tenía capacidad para 26 integrantes de la sección; los 11 restantes apoyarían el desembarco desde el San Antonio. La adrenalina los hizo olvidar de los mareos.

A las 18 horas del 1 de abril, luego de oír misa por altavoz, fue el comandante de la fuerza de desembarco que reveló el objetivo de la misión. En la Santísima Trinidad se leyó el mismo mensaje a la misma hora. Hubo emoción, alegría, gritos de júbilos y vivas a la Patria. Esa noche el mar se había calmado, pero nadie durmió.

La madrugada del 2 eran incesantes los desplazamientos por los angostos pasillos de las cubiertas bajas. La bodega del buque estaba impregnada del olor a los motores encendidos de los vehículos anfibios. Las órdenes y los gritos se mezclaban con el chillido de las radios buscando las frecuencias. Las luces permanecían apagadas.

Reyes ordenó a sus hombres colocarse el chaleco salvavidas. Cuando el sargento Colque terminó de repartirlos su mirada lo dijo todo: no había para él ni para Reyes. Rogaron no tener que necesitarlos.

A las 5:30 Reyes y sus hombres estuvieron listos. Así se lo hicieron saber a Seineldín, quien los arengó. Sus palabras las interrumpió la orden que vino de los parlantes de la bodega: hora de embarcar.

De izquierda a derecha: subteniente Guillermo Aliaga, del Regimiento de Infantería 8; teniente Roberto Estévez; teniente primero Carlos Esteban; subteniente Juan J. Gómez Centurión y subteniente Roberto Reyes (Gentileza Reyes)

Dentro de los vehículos anfibios se había ordenado silencio de radio; las compuertas laterales y superiores estaban cerradas y los soldados lograban adivinar el rostro de sus compañeros gracias a una tenue luz roja interior. En silencio esperaban la orden de “primera ola al agua”.

Entre las 6:05 y las 6:10 se abrieron las compuertas de proa, el ruido de los motores pareció atenuarse y el humo de los 21 vehículos se disipó por el cambio de aire. Minutos después los hombres sintieron carretear el vehículo y de pronto se encontraron flotando. Seineldín había ordenado al soldado Juan Pessaresi poner en el grabador Cala Cuerda, una marcha de fusileros ejecutada por los patriotas durante las invasiones inglesas.

Los vehículos anfibios pusieron proa a “Playa Rojo W”, punto donde desembarcarían. Ese lugar había sido asegurado horas antes por buzos tácticos llevados por el submarino Santa Fe.

Se percataron que no estaban recibiendo fuego, aunque a lo lejos se escuchaban disparos en dirección a la ciudad. Reyes había ordenado quitar las tapas de cubierta del vehículo y, en medio de un mar increíblemente calmo, iluminado por los destellos del amanecer, vio las luces de Puerto Argentino. Miró hacia atrás y contempló la flota de desembarco.

Los gritos de alegría volvieron cuando sintieron que las orugas habían tocado las rocas y transitaba por la arena. Estaban en Malvinas.

Puerto Argentino, nombre que recibió la capital de las islas a mediados de abril de 1982.

Tropas del Batallón de Infantería de Marina N° 2 y Reyes y su sección se dirigieron al aeropuerto. Lo hallaron vacío y los Royal Marines ni siquiera habían dejado trampas explosivas. Se dedicaron a remover una treintena de máquinas y camiones que obstruían la pista.

Luego, recibió la orden de rastrillar una de las calles de Puerto Argentino, en dirección a la casa del gobernador. Debían capturar a los soldados ingleses que encontrasen, y cuidarse especialmente de no producir bajas en la población. Solo encontraron a dos británicos paramédicos que se dirigían al hospital a atender a los primeros heridos.

Los argentinos tuvieron a su primer caído, el capitán de corbeta Pedro Giacchino cuando se generalizó un tiroteo con marines atrincherados en dependencias de la casa del gobernador. En esa acción fueron heridos el teniente de fragata Diego García Quiroga y el cabo primero Ernesto Urbina.

Mientras el comandante de la fuerza de desembarco estaba reunido con el gobernador en su residencia y en el jardín los Royal Marines eran custodiados por comandos anfibios, aterrizaba el Hércules que transportaba al resto del Regimiento 25. Y al aeropuerto llegaban efectivos transportados en helicópteros desde el Irízar.

Cerca del mediodía se realizó una formación en el patio de la casa para materializar oficialmente la recuperación de las islas. Durante los preparativos se cortó la driza del mástil, y el subteniente Reyes se trepó a la punta para engancharla. Algunos lo interpretaron como un mal augurio.

“Buenos días, argentinos”, saludó a las 7:30 el presidente de facto Leopoldo Galtieri a su gabinete. Estaba presente el flamante gobernador, el general Mario Benjamín Menéndez. Minutos antes de las 10 de la mañana, la Junta Militar emitió el primer comunicado: “Las Fuerzas Armadas, en una acción conjunta, con el fin de recuperar para el patrimonio nacional los territorios de las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, se hallan empeñadas en combate para alcanzar el objetivo señalado”.

La gente se dio cita en la Plaza de Mayo y pasadas las 2 y media de la tarde, Galtieri se asomó al balcón. “Aceptaremos el diálogo después de esta acción de fuerza, pero con el convencimiento de que la dignidad y el orgullo nacional han de ser mantenidos a toda costa y a cualquier precio”. Luego, salió a la plaza y se mezcló con la gente.

Rápidamente Puerto Stanley cambió por Puerto Rivero, en honor al Gaucho Rivero, y a partir del 16 de abril se bautizó oficialmente a la capital como Puerto Argentino.

Seineldín, el mismo que había ordenado a sus oficiales que llevasen sus sables, símbolo de mando, y el que propuso cambiarle el nombre al operativo, fue a la cabecera de la pista del aeropuerto y con una formación contemplándolo, hizo un pozo y enterró un rosario. Estaban en Malvinas. La guerra había comenzado.

sábado, 1 de enero de 2022

Malvinas: El TFN García Quiroga comenta el asalto a la casa del gobernador

Relato del Tte de Fragata Garcia Quiroga

La Perla Austral



Guerra de Malvinas Agrupacion comandos Anfibios

Relato del Tte de Fragata Garcia Quiroga

«……………..En ese instante sentí que me arrancaban el brazo. Fue como un hachazo, luego un empujón leve, indoloro y un fuego en el abdomen. Pensé en hablar, no sé que dije, llamé a mi mujer y me caí contra un pequeño cobertizo contra el que se incrustaban las balas. Vi el cielo, creí que me moría y pensé: ¿Será así?

El tiroteo seguía. A mi lado, mi Jefe de patrulla gemía, despacio. Me pregunté si él también moriría. Me desabroché la parka. No sentía mi brazo herido, solamente un fuerte dolor que lo anulaba. Quise moverme. Grité. Grité porque me dolía mucho y porque quería escucharme vivo.

Me di cuenta de que Giachino llamaba al enfermero y empecé yo también a llamarlo a gritos, mientras me soltaba el cinto y me aflojaba el pañuelo del cuello. No dejamos de llamarlo hasta que escuchamos el grito de respuesta de ese valeroso cursante, informando que no podía, que lo habían alcanzado también.

Esperé, consciente de un dolor que crecía en mi espalda. Sentía que algo se movía detrás mío, sobre mi cabeza y alcancé a ver a un grupo de gansos, lo que aumentó mi angustia al imaginar la posibilidad de que picotearan en mis heridas, de las que no alcanzaba a ver ninguna.

De a ratos arreciaba el tiroteo y yo bajaba una pierna que tenía encogida para aliviar el dolor, consciente de que otro balazo sería demasiado. Aparentemente (y como comprobé luego por declaraciones del Suboficial Cardillo) empecé a hablar en inglés, porque uno de los ingleses que nos había baleado me gritó que ordenase a los nuestros un alto el fuego y ellos mandarían al médico. Le contesté que no tenía aliento suficiente para gritar.

De pronto el Capitán Giachino me dijo:


-«Pibe, ojo por si me desmayo, que tengo en la mano una granada sin seguro».
Yo le pedí:
-«Tírela, por Dios».
Y él me contestó que no podía. Algo deben haber entendido los ingleses porque el que me hablaba me dijo que aquél de nosotros que tenía una granada la soltara.

Al explicarle que no tenía seguro, él me dijo: -«que la ate y la deje al costado porque si no lo hace disparo. Voy a contar hasta cinco». Traduje esto lo más rápido posible y el Capitán Giachino tomó vueltas a la granada con la correa de sus binoculares, la colocó en el suelo y giró para alejarse. Al girar, vi que tenía la espalda llena de sangre.

El resto de ese período que duró tres horas fue de una lenta espera por un helicóptero, cuyo ruido escuchamos más de una vez pero que nunca cruzó nuestro cielo. Yo escuchaba al radioperador de la casa (un inglés) pero acabé por no entender nada de lo que decía. Lloviznaba y pensé qué efecto tendría la lluvia en nuestras caras manchadas.

De pronto escuché un grito:


-«Pedro, soy yo, Tito».
Escuché que el Capitán Giachino contestaba: «Tito, apurate que no llego».

Alguien se acercaba. Vi de pronto ante mí la cara del Almirante Büsser que me hablaba. Le dije: «El brazo no. Tengo un balazo». Vi al Suboficial Cardillo y al Cabo Ledesma que se apresuró a inyectarme. Un Marine rubio me cubría con una manta (¿Por qué? -pensaba yo- si no tengo frío).

Alcancé a ver un jeep.
Lo alzaban a Giachino.
«Llegamos Jefe», creí decirle.

Me alzaron. Me metieron en un jeep. De nuevo el dolor.
Una camilla. Los techos del hospital de Malvinas y dos médicos que me tijereteaban toda la ropa, haciendo caso omiso de mis quejas.

Me dicen: «You’re through, baby».

Luego el helicóptero. Ya todas son caras, algunas conocidas, otras no.
El Rompehielos. La enfermería y más morfina. Comienza una sensación de asfixia que no me abandonará hasta el continente.

Vuelvo a Malvinas y obtengo un pantallazo de los Buzos Tácticos con mi Comandante al ser subida mi camilla al avión. Quiero dormir.

Durante el trayecto, un hombre al que le debo la vida, me golpea constantemente la cara y me repite, a sabiendas de mi apellido:

«Rodríguez, no te duermas».


Llegamos a Comodoro Rivadavia, ciudad que conozco desde mi infancia. Me recibe el doctor Zeballos, del Ejército Argentino. Me pregunta cómo estoy. ¿Qué puedo contestarle? Tuve la suerte de estar allí, con un grupo de valientes y probablemente tenga la suerte de vivir para contarlo. «Estoy feliz».

Salgo de un largo sueño para encontrar los ojos de mi señora, la cara de mi padre, el apoyo de mi Segundo Comandante, aún vestido de combate y con dos noches sin dormir.

Me confirman el éxito de la operación. Pregunto por mi jefe y lo bendigo, ejemplo de muchos y orgullo de los pocos que tuvimos la suerte de conocerlo y estar a sus órdenes.
Semanas más tarde, convaleciente de otra intervención, mi 2° Comandante me entregó otra muestra de la fatalidad: es una navaja suiza que colgaba de mi cinto a la altura de la ingle. Tiene las cachas rotas, y un balazo justo en el centro.

Sólo tengo la marca de la herida que me hubiera matado. Aun así, hubiera valido la pena.

sábado, 23 de enero de 2021

Operación Rosario: Un muy curioso y mal fundado relato ruso

Conflicto de Malvinas. Implementación de la Operación Rosario y sus resultados

Andrey Pospelov || Nauhka Tekhnika  (original en ruso)
Según el plan operativo del comando argentino, la Operación Rosario consistiría en una serie de 2 desembarcos operacionales secuenciales de infantes de marina (con el apoyo de la aviación) ... En consecuencia, luego de la captura de las islas del archipiélago de Malvinas y sobre la ocupación de la isla de Georgia del Sur. Se creía que después de su éxito, la ocupación de las deshabitadas Islas Sandwich del Sur ocurriría como si fuera por sí sola, sin ruido innecesario y una preparación seria.


Implementación de la Operación Rosario



RECUPERANDO MALVINAS
(Plan "Azul" (azul en español, al mismo tiempo es el nombre argentino para el viento que sopla hacia Malvinas), Operación "Tom" (el nombre desdeñoso del ejército británico común en América Latina) (Fig. 1) El 28 de marzo, un grupo de 12 nadadores de combate aterrizó desde el submarino diesel-eléctrico S-11 Santa Fe en la isla East Falkland (Gran Malvina) en la bahía de York cerca de Puerto Argentino. Durante tres días, los buzos tácticos realizaron un reconocimiento encubierto de la costa, determinando la mayor cantidad de Lugares convenientes para el desembarco de las fuerzas principales.Los nadadores de combate argentinos, además, se dedicaron al reconocimiento de la ubicación de las tropas británicas, violaron las líneas de comunicación, se dedicaron a evaluar la posibilidad de provocar a la población. todo mal tiempo ”. El 1 de abril," Buzo Tácticos ", en su conjunto, habiendo completado con éxito la misión, regresó a la" Santa Fe ".


Figura: 1. Implementación de la Operación Tom: la captura de las Islas Malvinas por parte de los argentinos. Las letras del alfabeto latino indican la secuencia de acciones del desembarco argentino.

Habiendo recibido información de exploradores navales, el comandante del destacamento de desembarco, el contralmirante K. Busser, ya sabía exactamente dónde aterrizar, y de la idea de utilizar la "quinta columna" de pobladores locales, incitada por saboteadores argentinos, se negó como de desesperada. Además, no tuvo tiempo. El 1 de abril, a las 0 en punto, se recibió una orden de Buenos Aires para tomar Malvina.
Mientras tanto, los planes de los argentinos ya eran conocidos por la dirección británica. Sin embargo, todavía esperaba resolver el conflicto por medios pacíficos de ruido de sables. Por lo tanto, a pedido de Margaret Thatcher, el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, llamó a L. Galtieri el 1 de abril. Durante 40 minutos, el presidente estadounidense persuadió a su homólogo argentino de que abandonara la invasión de las Islas Malvinas, pero no logró convencer al líder de la junta.

En la noche del 1 de abril de 1982, el gobernador de las Islas Malvinas, Rex Hunt (Fig. 2), recibió una advertencia del peligro de una invasión argentina. Dio la alarma sobre la guarnición, y que por la noche tomó posiciones en las afueras de Port Stanley y en su centro administrativo cerca del palacio del gobernador. Además, los infantes de marina británicos también se han fortalecido en el aeropuerto, bloqueando su pista con equipos y otros objetos extraños.


Figura: 2. Gobernador británico de las Islas Malvinas, Sir Rex Hunt

A última hora de la tarde del 1 de abril de 1982, las condiciones meteorológicas se deterioraron considerablemente. Además, Busser se dio cuenta de la pérdida del factor sorpresa: un mensaje de radio del gobernador británico a la población y la guarnición fue interceptado con una advertencia de una inminente invasión.

12 nadadores de combate fueron los primeros en desembarcar en Malvinas en la noche del 1 de abril al 2 de abril en la bahía de York desde submarinos diesel-eléctricos S-11 "Santa Fe" para realizar un reconocimiento encubierto y finalmente determinar y tomar el control del lugar de aterrizaje, que estaba planeado para comenzar. temprano en la mañana del 2 de abril.

En la misma noche del 1 de abril al 2 de abril de 1982, pero un poco más tarde, a pocos kilómetros de Port Stanley, 90 infantes de marina argentinos de la compañía comando anfibio, trasladados del DDG ARA D-2 "Santisima Trinidad" a botes de desembarco, se dirigieron hacia la orilla. A las 2.30 a.m. del 2 de abril, desembarcaron en la playa y, sin un solo disparo, eliminaron a una patrulla inglesa de 8 marines en el área del faro en Cabo Penbrook (quizás estas fueron las primeras víctimas de la Guerra de Malvinas, pero ninguno de los bandos confirma oficialmente la muerte de ocho británicos, sin embargo un misterio de la Operación Rosario). Gracias a esto, se eliminó el puesto de observación, que controlaba los accesos a Puerto Argentino. Luego, los "comandos" se dividieron en dos grupos y se dirigieron tierra adentro.

El primer grupo, de 60 personas, ocuparía el aeropuerto y el edificio de la aduana. Esto se hizo con bastante facilidad: la guarnición del aeropuerto (4 personas) se rindió sin luchar. Luego, el grupo se dirigió al área de Moody Brook, donde se encontraban los cuarteles y cuarteles de los Royal Marines. Los "comandos" se deslizaron casi en silencio hasta el objetivo y estallaron en sus profundidades desde varios lados. Sin embargo, no había nadie allí (eran las 6 am): los edificios de Moody Brook estaban completamente vacíos.

Mientras tanto, un segundo grupo de 30 comandos ocupó la oficina de correos y la estación de radio, y luego se dirigió a la residencia del gobernador con el objetivo de capturarlo. Fue allí donde se apostaron la mayoría de los marines británicos. Onito y se encontró con los argentinos con fuego feroz de todas las armas disponibles. Pese al acercamiento del primer grupo, los argentinos no se atrevieron a asaltar. Debido al denso fuego de los británicos, los argentinos no pudieron levantar la cabeza durante más de una hora. Solo cuando el fuego de los defensores se debilitó (muy probablemente por sobrecalentamiento elemental de los cañones de fusiles y ametralladoras), 6 argentinos pudieron pasar de la retaguardia a la Casa de Gobierno. Sin embargo, allí se encontraron con el fuego de 3 ingleses. El comandante del grupo argentino, capitán P. Giancho, resultó herido de muerte. Tres argentinos más se rindieron.


Figura: 3. "Buzo Tactico" argentino tras la recuperación de Malvinas. 2 de abril de 1982

A las 4.30 am, 4 km al oeste de Puerto Argentino, en el área de Milet Creek, helicópteros CH-47C "Chinook" aterrizaron dos grupos de 150 y 70 comandos de fuerzas terrestres del grupo 601 para operaciones especiales. Otros 70 exploradores de la Marina fueron entregados por helicópteros SH-3B Sea King a Moody Brook (el área de los deshabitados cuarteles británicos) desde el rompehielos Q-5 Almirante Irizar. Casi simultáneamente, en el aeropuerto de Puerto Argentino, un grupo de asalto aerotransportado "comando" de las fuerzas terrestres, con 210 personas, fue aterrizado por el método de aterrizaje ("americano") de 3 "Hercules". Ella, junto con los Marines que ya se habían apoderado del aeródromo, comenzaron a despejar la pista del aeródromo. Pronto llegaron también zapadores. Finalmente desmantelaron los escombros creados por los británicos y, a las 8.30 horas, el primer Hércules con una fuerza de aterrizaje aterrizó en el aeródromo de Puerto Argentino. Un total de 6 "Hércules" (de las bases aéreas de Commodoro-Rivadavia y Río Gallegos) entregaron 500 marines del 2º batallón de marines.

Mientras tanto, las tropas comenzaron a llegar a la isla a las 6.15 am: en el faro de Pembroke desembarcaron 300 personas del barco Q-42 "Cabo San Antonio", otras 450 personas desembarcaron directamente en Puerto Argentino. Aquí los británicos opusieron tenaz resistencia y dañaron el transporte de tropas B-8 Isla de los Estados con fuego de ametralladora y el PKK Karl Gustav. Sin embargo, ni una sola fuente hasta el día de hoy siquiera menciona la naturaleza de los daños a este transporte. ¿Quizás los marines británicos después de la guerra hicieron ilusiones?

Sin embargo, de hecho, a las 8.30 am del 2 de abril de 1982, la isla Soledad fue realmente capturada por el desembarco naval argentino (750 personas) y aéreo (500 personas), comandado por el general de brigada O. García (Fig.3).


Figura: 4. Los comando anfibios argentinos acompañan a sus homólogos de los Royal Marines de Gran Bretaña que se rindieron en Malvinas. Port Stanley. 2 de abril de 1982

Sin embargo, los infantes de marina británicos todavía resistieron tercamente cerca de la residencia del gobernador. Las escaramuzas fueron interrumpidas de vez en cuando por negociaciones, pero sin resultado. Aproximadamente a las 9 am, se entregaron morteros en helicópteros a la casa del gobernador desde el aeródromo. Sus primeras descargas convencieron a los británicos de la desesperanza de su situación. Al ver que una nueva resistencia era inútil, el gobernador de las Islas Malvinas a las 9.15 am ordenó deponer las armas. A las 9.25 am, los británicos se rindieron (en ese momento, solo 6 personas defendían la residencia del gobernador). La guarnición de Malvinas se había rendido oficialmente a las 9.30 horas, aunque en puntos distantes la resistencia continuó hasta las 14.00 horas (Fig. 4).

CAPTURA DE LAS GEORGIAS DEL SUR (Operación "Azul"). Mientras la Operación Rosario se desarrollaba en Malvinas, la fragata argentina F-3 Guerrico navegaba hacia la Isla Georgia del Sur, a más de 1000 km de las Malvinas. A bordo iban 60 paracaidistas (del 1er Batallón de Infantería de Marina). En la mañana del 3 de abril se incorporó al buque el buque de investigación antártica Q-6 "Bahía Paraíso" con dos helicópteros. Pronto este destacamento llegó a su destino, ya las 11.00 horas un helicóptero SA-319B "Alouette-III" partió a reconocimiento desde la Q-6 "Bahía Paraíso". Habiéndose contactado por radio con los meteorólogos que vivían en el pueblo de Grytviken, la tripulación se enteró de que no había militares británicos en la isla. Sin embargo, esto resultó ser desinformación.

Habiendo recibido en la mañana del 2 de abril de 1982 un mensaje sobre la invasión argentina de las Malvinas, el teniente K. Mills en la mañana del 3 de abril, descubriendo visualmente el acercamiento de barcos argentinos a la bahía de Cumberland, organizó una emboscada. Al mismo tiempo, se ordenó al barco auxiliar Endurance de la Royal Navy que navegara hacia el norte para encontrarse con los barcos británicos que se acercaban a la isla.


Figura: 5. Puerto de Gritviken en la isla Georgia del Sur. Abril de 1982

A las 12.00 horas, el SA-330L "Puma" del teniente Villagra despegó de la fragata y aterrizó los primeros 15 paracaidistas. Después de un tiempo, el helicóptero regresó a la fragata, tomó al segundo grupo de marines y nuevamente se dirigió al pueblo de Gryutviken. Al mismo tiempo, ambos barcos argentinos comenzaron a ingresar a la bahía de Cumberland (Fig. 5).

Fue durante este tiempo que los marines británicos abrieron fuego con todo tipo de armas a su disposición. El primero en ser atacado fue el SA-330L "Puma" con el segundo grupo de paracaidistas. Una granada bien apuntada de un RPG golpeó un helicóptero y lo incendió (Fig. 6). Dos argentinos resultaron heridos. Luego, los británicos derribaron el helicóptero Alouette-III con fuego de armas pequeñas. Murieron 4 argentinos a bordo.

Pronto, los barcos argentinos entraron en la bahía y aterrizaron a los paracaidistas restantes en el muelle de Grytviken. Como resultado, se produjo una pelea que duró 2 horas. Durante el mismo, los británicos dispararon contra la fragata F-3 "Guerrico", que se había acercado demasiado a la costa, desde un RPG (RPG de 66 mm LAW y RPG de 84 mm "Karl Gustav"), logrando 3 impactos y dañándolo levemente. En respuesta, la fragata abrió fuego con un cañón de 100 mm, disparando tres rondas, que fueron suficientes para que los británicos se rindieran (Fig. 7).

Figura: 6 Los restos del puma argentino y el teniente Villagra en la isla Georgia del Sur. 1987

Según la prensa británica, murieron 3-4 argentinos, 7 resultaron heridos durante la operación en Georgia del Sur y 1 marine resultó levemente herido entre los británicos. Los argentinos llevaron a los prisioneros 23 británicos y 13 civiles en el F-3 "Guerrico", que los dejó en Puerto Argentino. En el mismo lugar, se retiraron de la fragata cuatro lanzadores de misiles antibuque Exoset con misiles MM-38 y se instalaron en los automóviles, creando así una batería de misiles antibuque costera móvil (Fig. 8). La propia fragata regresó al continente para su reparación. El tiempo que lleva en reparación (3 días o mucho más) sigue siendo un misterio. Igualmente, cómo llegaron sus misiles antibuque a Puerto Stanley: durante el regreso de la fragata a la base, o fueron sacados de ella en el muelle de Puerto Belgrano y ya desde esta ciudad fueron entregados vía aérea a Malvinas.

Sea como fuere, la operación "Rosario" se completó a las 2 pm del 3 de abril de 1982 con éxito (Fig. 9). El comando argentino quedó satisfecho en general con los resultados, pero las pérdidas sufridas fueron desalentadoras. Y si en las Malvinas no parecían notarse, entonces en Georgia del Sur no todo fue tan simple.

Los argentinos, en principio, no esperaban una resistencia tan obstinada, y lo más importante, claramente organizada y poco estándar de los marines británicos. Y si se podía hacer la vista gorda ante las pérdidas de personas por diversos motivos (tanto muy lejanos como con mucho frío), entonces a la pérdida de equipo ... La guarnición de la isla se quedó sin un solo helicóptero, lo que la condenó a un comportamiento similar al británico, en un tiempo de lucha. El 3 de abril, los argentinos consumieron de 1,5 a 2 de los 3 juegos de munición disponibles. Teniendo en cuenta que ya había submarinos nucleares británicos en las Islas Malvinas y Georgia del Sur, se consideró extremadamente peligroso enviar barcos de superficie para abastecer a la guarnición de Georgia del Sur. Por eso al buen viejo S-11 "Santa Fe" se le dio la difícil tarea de abastecer la guarnición al mando del "ángel rubio de la muerte". Por lo tanto, al parecer, la muerte sin gloria de este submarino cerca de Grytviken el 25 de abril de 1982 fue bastante natural.


Figura: 7. Fragata argentina ARA "Guerrico" junto a Port Gritviken después de la rendición de la guarnición británica el 3 de abril de 1982

El barco realizó fuego de apoyo a sus marines durante el aterrizaje de un helicóptero que aterrizaba en la isla Georgia del Sur. El clima absolutamente desagradable también obligó a los argentinos a no desembarcar Islas Sandwich, por la inutilidad de esta acción. Y después del final de la Guerra de las Malvinas, se clasificó toda la información disponible sobre la naturaleza de la implementación de estos planes. ¿O tal vez no estaban allí en principio? Además, la junta decidió acatar todas las normas del derecho internacional, gracias a lo cual el mismo día, los marines británicos y el gobernador R. Hunt fueron enviados en avión a Uruguay. Allí fueron entregados los subordinados del teniente K. Mils el 16 de abril. El general de brigada Mario Menéndez se convirtió en el nuevo gobernador de las Islas Malvinas (su ceremonia de inauguración se llevó a cabo el 7 de abril).

Resultados

El desembarco de las Malvinas es sin duda un ejemplo de una operación anfibia combinada moderna, llevada a cabo con un estilo magnífico, en un sentido incluso "elegante". Además, en muchos aspectos de forma espontánea, prácticamente sin completar una formación seria y de larga duración y con recursos muy limitados. Como resultado, y sin pérdidas significativas. La única víctima del operativo fue el comandante del segundo grupo de las fuerzas especiales argentinas, herido de muerte. Curiosamente, otras cifras circularon en la prensa occidental: 15 argentinos muertos y 17 heridos durante el asalto a la Casa de Gobierno. En total, 25 argentinos fueron presuntamente muertos y aparentemente murieron a causa de las heridas. Al mismo tiempo, se encuentra información diametralmente opuesta en las fuentes y la literatura sobre el destino de 8 ingleses de la patrulla en Cabo Penbrook. Por supuesto, las fuerzas de las partes distaban mucho de ser iguales, pero si recuerdas cómo iría pronto la operación estadounidense en Granada, queda claro que la cantidad no siempre se traduce en calidad.

La captura de Georgia del Sur es significativa en muchos sentidos.

En primer lugar, esta es la primera batalla de un pelotón de infantería (cuerpo de marines) con armas estándar contra un enemigo marítimo, aéreo y terrestre simultáneamente en la historia mundial. A pesar de la derrota, el pelotón de K. Mils logró destruir 2 helicópteros y dañar la fragata (aparentemente, seriamente), sin contar con equipo especial de defensa aérea y antiaérea. Además, duró 2 horas con un clima desagradable y bajas temperaturas. Sólo el fuego de 100 mm FR ARA F-3 "Guerrico" obligó a los marines británicos a rendirse. En la situación actual, esta fue la única decisión correcta. K. Mils y sus subordinados solo tenían dos alternativas. O morir bajo los obuses de la artillería naval de la fragata argentina, o adentrarse en una isla deshabitada, donde era imposible sobrevivir sin suministros y viviendas adecuadas. Todavía había una opción: luchar hasta que las municiones se agotaran por completo, cambiando constantemente de posición. Los marines británicos hicieron precisamente eso, y en 2 horas de combate, las municiones ya se estaban agotando.


Figura 8. Lanzadores de misiles anti-buque MM-38 de la fragata "Guerrico" en Puerto Argentino.

Fueron los misiles antibuque con un lanzador de este tipo los que dañaron al destructor británico Glamorgan el 12 de junio de 1982. piensa, e incluso con información errónea correctamente proporcionada, puede dar un resultado tangible.

En tercer lugar, por parte de los argentinos, la captura de Georgia del Sur también se organizó correctamente. Sin embargo, el desembarco de tropas y la entrada de barcos en Cumberland Bay se llevó a cabo sin un reconocimiento previamente organizado. En esta situación, sería más correcto dividir las funciones de los helicópteros: SA330L "Puma" como transporte y asalto, y SA-319B "Alouette-III" como helicóptero de reconocimiento, spotter y fuego de apoyo. Al mismo tiempo, la fragata F-3 "Guerrico" no debería haberse acercado a la costa, sino que habría hecho un desembarco con la ayuda de botes y lanchas, con el apoyo activo de su artillería. Por cierto, así se realizó el desembarco en las Islas Malvinas en Puerto Argentino desde los destructores el día anterior.

En general, se puede afirmar el hecho de la credulidad de los argentinos, su subestimación del enemigo y sus acciones de formas muy estereotipadas. Con una abrumadora superioridad en las fuerzas, trajeron la victoria a los argentinos, pero el precio fue significativo.


Figura: 9. La Operación Rosario está completa. Los infantes de marina argentinos custodian la Casa de Gobierno en Puerto Argentino. Abril de 1982

La Operación Rosario le dio a la Argentina las tan deseadas Malvinas, o Islas Malvinas, y las casi deshabitadas pero tan prestigiosas Georgia del Sur. La popularidad de la tercera junta militar, encabezada por Leopoldo Galtieri, aumentó en algún momento y de manera bastante seria. Sin embargo, después de unos días quedó claro que los británicos decidieron recuperar las islas. Una reacción tan rápida y extremadamente dura del "león británico" desanimó a los generales argentinos. Sin embargo, decidieron defender las islas. Pero sus esfuerzos duraron solo hasta el 14 de junio de 1982 y llevaron a Argentina a la derrota en la famosa, pero ya casi olvidada Guerra de las Malvinas ...

FUENTES Y REFERENCIAS (PRINCIPALES)

Almirante Sandy Woodward y Patrick Robinson. Guerra de Malvinas. Memorias del comandante del Grupo de Ataque de las Malvinas. - Sebastopol, 2005.
Anichkin F. Conflicto angloargentino // Novoye Vremya, 1982. - No. 16. - P. 7-8. Cerca de las Islas Malvinas // http://alerozin.narod.ru/ Argen.htm Guerras de la segunda mitad del siglo XX / autor-compilador A. Gordienko. - Minsk, 1998. Dotsenko V. Flotas en guerras locales de la segunda mitad del siglo XX. - M. - SPb., 2001. Kozhukharov A. Desembarques en el curso de la crisis del Atlántico Sur // Colección marina. - 1996. - No. 6. - pág. 68 - 69; Kotlobovsky A. Guerra a las puertas de la Antártida // Aviación y tiempo. - 1999. - No. 6. - P. 25 - 26. Kotlobovsky A. Decreto op. - pág. 27; A. Kotlobovsky, R. Urribares ... y todos los hombres reales. // Aviación y tiempo. - 2002. - № 2. - P. 35. Crawford S. Enciclopedia de fuerzas especiales. SAS en acción. - M., 2003 .-- 132-133. Lazarev M.I. Cómo resolver la disputa de la isla (Como resolver et litigio sobre lasislas) (sobre las Islas Malvinas). - M., 1992. Miller D. Commandos: Formación, entrenamiento, operaciones destacadas. - Minsk, 1997. - P. 277. Shulgovsky A.F. Ejército y Política en América Latina. - M., 1979. - C. 540. Gran Bretaña. Parlamento. Cámara de los Comunes. Los debates parlamentarios (Hansard). - L .: HMSO, 1982. - Vol. 21 .-- Sesión 1981-1982. - 29 de marzo - 8 de abril de 1982. - P. 503. Kubiak K. Falklandy - Port Stanley 1982. - Warszawa, 2007. Middlebrook M. La lucha por las “Malvinas”. Las fuerzas argentinas en la guerra de Malvinas. L., 1990. Lambrecht R. Der Krieg im Sudatlantic. - Berlín: Militarverl, 1986. La invasión argentina de Georgia del Sur // http: // www. britains-smallwars.com/Falklands/South-Georgia.html. La estrella de la mañana. - 1982. - 6 de abril. La economía política argentina, 1946-1983 / Ed. por Di Tella G. Djrnbush R. - Oxford, 1989. Thather M. Los años de Downing street. - L., 1993. OBRAS DEL

AUTOR SOBRE ASPECTOS DEL TEMA

Pospelov A.S. Fuerzas navales en conflictos locales: la flota argentina en las batallas por las Islas Malvinas (2.04.82 - 14.06.82) // Derecho marítimo: historia, modernidad, perspectivas de desarrollo. - Problema. 1. - Odessa, 2002 .-- S. 130-137. Pospulov A.S. Diy de capillas submarinas británicas y argentinas cerca de las Islas Malvinsky (Malvinsky) 1982 b. // NOVIK: Trabaja sobre historia militar. Problema I. - Odessa, 2008 .-- S. 139-149. Pospulov A.S. Gran Bretaña en los conflictos locales 1975-1991 págs. (breve análisis) // La política británica y el mundo: los contornos de la interacción histórica. Colección de artículos científicos dedicados al 60 aniversario del profesor Oleg Borisovich Demin. - Odessa, 2008 .-- S. 120-125. Pospelov A.S. Operación de las Fuerzas Armadas de la República Argentina para apoderarse de las islas del archipiélago de Malvinas "Rosario" (1-3 de abril de 1982) // Polígono. Colección histórica de Vis'kovo. Edición 1. - Odessa, 2008 .-- S. 40-52. Pospulov A. La defensa británica de la isla Georgia del Sur en 1982 // La política británica y el mundo: contornos de la interacción histórica. Colección de artículos científicos dedicados al 55 aniversario del profesor Mikhail Stepanovich Buryan. - Lugansk-Odessa, 2011 .-- S. 173-183.






sábado, 21 de marzo de 2020

ARA: Entrenamiento de baja montaña de los Comandos Anfibios

Adiestramiento en técnicas de baja montaña estival

Fue desarrollado por el Curso Comandos Anfibios de la Escuela de Técnicas y Tácticas Navales con apoyo de la Agrupación Comandos Anfibios. 
Gaceta Marinera




Tornquist – Durante la semana pasada se llevó a cabo en cercanías de la ciudad de Tornquist (Pcia. de Buenos Aires), un adiestramiento en técnicas de baja montaña estival por parte del Curso Comandos Anfibios, dependiente la Escuela de Técnicas y Tácticas Navales (ESTT), con apoyo de la Agrupación Comandos Anfibios (APCA), quienes también operaron en el lugar.

Esta campaña se enmarca en una de las tantas etapas que tiene el curso durante sus diez meses de desarrollo y está orientada a la adquisición de las primeras destrezas en este tipo de terreno por parte de los futuros comandos. En este ambiente geográfico particular, las prácticas se orientan a técnicas de andinismo, escalada en roca, preparación de itinerarios y navegación terrestre.






“El objetivo del Curso de Comandos es formar psicofísica, técnica y tácticamente a los cursantes para que estén en condiciones de formar parte de la APCA, por lo que en su etapa inicial se busca poner a prueba las habilidades individuales y el carácter de los cursantes, de cara a las futuras etapas que irán presentando otro tipo de complejidades”, destacó el Jefe de Curso, Teniente de Fragata Juan Hernández.

Una vez superada esta fase, los cursantes deberán desarrollar otras formaciones técnicas como buceo y paracaidismo, que son cursos en sí mismos e integran la currícula; y etapas en otros espacios geográficos como monte, montaña invernal, etapa anfibia, entre otras.






“Siempre es muy productivo cambiar de zona geográfica para enriquecer los contenidos del curso. Un llano, un bosque o una montaña ofrecen condiciones diferentes que el cursante debe saber sortear y aprovechar, como así también realizar prácticas y adquirir experiencia en actividades que son propias de dicho ambiente, como en este caso, la escalada. La semana fue realmente positiva”.

El Curso Comandos Anfibios recibió el apoyo de la Agrupación Comandos Anfibios, que también operó en el lugar, con instructores que acompañaron las actividades de los cursantes en baja montaña y navegación terrestre. Asimismo, en los momentos donde la APCA no se abocaba al Curso de Comandos, desarrollaron adiestramientos propios de la Agrupación.






En tal sentido, la APCA llevó adelante técnicas individuales, grupales y de conjunto en baja montaña con actividades de andinismo, cordadas, cruce de obstáculos y navegación terrestre, que se corresponden a la etapa de adiestramiento en técnicas. Luego de completar dicha etapa en cada ambiente geográfico particular, llevarán adelante los respectivos adiestramientos en tácticas para toda la Agrupación.



martes, 2 de abril de 2019

Malvinas: Armour se rinde a Batista y la foto los une para siempre

La historia de dos soldados enemigos y de una foto icónica que sigue dando la vuelta al mundo 

El comando anfibio Jacinto Batista y el Royal Marine Lou Armour –en ese momento, vencedor y vencido–, sin saberlo, protagonizaron una definición de Borges: “A veces un instante justifica toda una vida”. O dos, en este caso…

Por Alfredo Serra |Infobae


  El comando anfibio Jacinto Eliseo Batista ordena la fila de Royal Marines que encabeza Lou Armour. La foto recorrió el mundo (Rafael Wollmann)

Acaso debió pensar, en ese instante, que el destino le había deparado una misión extraordinaria. Pero no tuvo tiempo. Porque en ese instante –2 de abril, 1982, Islas Malvinas– sostenía con la mano derecha el fusil colgado del hombro, listo para tronar ante cualquier movimiento sospechoso de sus prisioneros, guiados por el comando inglés Lou Armour, cabeza de su grupo.

Tampoco supo que ese instante fue captado por el fotógrafo Rafael Wollman, el único de su oficio en esa helada mañana. Y mucho menos que esa foto daría la vuelta al mundo sin fecha de vencimiento.

Hasta hoy. Hasta siempre.

Gorro de lana. La cara en sombras por la pintura de combate. Con la mano izquierda ordena la fila de soldados ingleses, que caminan con los brazos en alto: rendición.

En ese instante, también Port Stanley cambiaba de nombre: Puerto Argentino.

Nombre: Jacinto Eliseo Batista. Entrerriano. Clase 1950. Se alistó apenas cumplió, en la isla Martín García, sus 15 años. Sirvió en el rompehielos San Martín. Especialidad: explosivos.
Familia: su esposa Elsa Marina Matei, y tres hijas: Andrea, Nadia y Bárbara.

Su encuentro con el destino empezó con un misterio…
Era cabo principal cuando, sin órdenes ni explicación alguna, en Puerto Belgrano, lo embarcaron en la fragata Santísima Trinidad. Rumbo: desconocido.
"Pero todos sospechábamos que íbamos a las Malvinas", recordó a lo largo de su relato, repetido (casi) en cada aniversario. Recién en alta mar les dieron las órdenes: donde solo ellos podían oírlas. Top Secret…

  Batista y los comandos anfibios argentinos tenían instrucciones precisas: que no se produzcan bajas británicas


Desembarcaron el primero de abril, apenas pasadas las nueve de la noche. Batista fue el bote-guía, y de la playa en adelante, el explorador. Con el único visor nocturno, y marchando doscientos metros adelante.
Objetivo: tomar el cuartel de los Royal Marines y la casa del gobernador.
Orden tajante: "¡No matar!"
La conjetura: ocupar las islas y negociar la retirada.

Separados en dos grupos, Batista llegó al cuartel, pero estaba desierto: los Royal habían entrado en acción. Y allí, un segundo acto histórico: izaron por primera vez la bandera argentina.

En la casa del gobernador, en cambio, la resistencia fue muy dura, y casi hasta el alba. El grupo argentino venció, pero al precio de su primer muerto: el capitán y buzo táctico Pedro Giachino. Entró en la casa. Pero al salir lo alcanzó una bala inglesa…
Batista recuerda que le dijo "¿Qué te pasó, Pedrito?", y que le tocó la cabeza. Había perdido mucha sangre.
Era el fin.

En cambio, no recuerda en qué momento Rafael Wollmann tomó la foto-emblema, pero supo que era el soldado más odiado por los ingleses, y que el 14 de junio, día de la caída de Puerto Argentino, lo buscaron entre los prisioneros…, no para servirle un té.
"Para fotografiarme con los brazos en alto", suele bromear.

  “Me mandaron a cumplir una misión y eso hice”, dijo Batista años más tarde

Pero Batista ya no estaba en las islas. Los comandos volvieron al continente el mismo 2 de abril, y él jamás regresó. Tuvo la chance en una misión especial luego del desembarco de los ingleses, pero fue abortada mientras el avión Hércules ya carreteaba…
La pregunta de rigor en cada entrevista:
–¿Volvería a las Malvinas?
–De visita, no. Pero si hay que recuperarlas y me llaman… ¡sin duda!

Aunque tiene 62 años, y se retiró de las filas hace una década y media… Es seco en su juicio: "Los ingleses no eran mejores que nosotros, pero tuvieron más medios, y apoyo de los norteamericanos y los chilenos".

Y nada nostálgico: "Me mandaron a cumplir una misión, y fui. Para eso nos paga el Estado". Filosofía de comando anfibio. Hombres que son buzos, paracaidistas, expertos en explorar agua y tierra. Guerreros profesionales de elite entrenados para soportar todo hasta más allá de sus fuerzas.

  Los comandos anfibios custodian las armas británicas en la casa del gobernador

Pero a pesar de su prudencia, más de una vez se atrevió al pronóstico y a la crítica. Cree que la Operación Rosario debió terminar el mismo día de la ocupación, pero que todo se cambió sobre la marcha, y sin previsión. Supone que si el plan original hubiera sido resistir en lugar de negociar, la flota inglesa no habría llegado, bombardeada por las Fuerza Aéreas a la altura de Brasil. Y aun así, era necesario fortificar las islas, confiando en la potencia del cañón Sofman de 155 milímetros y alcance de 18 kilómetros, y en una defensa costera de cemento fabricada en el continente y llevada hasta el frente de combate.
Hipótesis para el juicio de especialistas…

El segundo hombre



  Lou Armour con los brazos en alto sigue las órdenes del comando anfibio Eliseo Batista

En la célebre foto de Wollmann, el otro protagonista es un Royal Marine: el primero que camina con las manos en alto, ya rendido su grupo y prisionero de Batista.

Su nombre: Lou Armour. Nacido en Inglaterra en 1958, a los 16 años –pequeño y muy flaco– se unió a los comandos de la Royal y se especializó en armas de infantería, despacho de helicópteros y paracaidismo militar sobre mar y tierra.
Casi un James Bond con uniforme…

Sirvió en Malta, Chipre, Turquía, Italia, Cerdeña, Alemania, Dinamarca, Holanda, Noruega, Estados Unidos y las Indias Orientales. En 1979, servicio activo en Irlanda del norte al frente de 40 comandos. Y tres años más tarde, batallando en las Malvinas…, vencido y prisionero. Pero volviendo al mismo escenario con el 42 Royal Marines Comandos para seguir en la lucha desde el 21 de mayo hasta el 14 de junio, día del final de una de las guerras más insólitas del siglo XX.

Lo sacaron de las islas en un Hércules. "Me sentí humillado y pedí regresar al frente". Una semana después entró en la terrible batalla de Goose Green. "Fue un espanto. Vi todo el suelo en llamas, y muertos y heridos del regimiento de paracaidistas que hizo la avanzada".

  El Royal Marine volvió a las islas con la flota británica para luchar en la guerra de Malvinas: “Me sentí humillado y pedí regresar al frente”

El 12 de junio, al final de la batalla de Monte Harriet, "todo quedó marcado por lo imprevisto. Había silencio, niebla y nieve. Tuve que sacarle las identificaciones a los soldados argentinos muertos. Me impactó encontrar fotos de sus familias… Un teniente enemigo agonizaba. Tenía una herida muy grande en el estómago. Hablaba inglés. Conversamos bastante. Murió esa noche. No pude sacármelo de la cabeza. No sé porqué, pero su muerte me afectó más que las de mis compañeros caídos en combate... Años después lo conté en un documental. Me sentí incómodo: temí que no me entendieran. No volví a ver a los comandos que dirigí. No fui a reuniones. Tenía culpa".

  Armour desembarcó en Malvinas, peleó durante la guerra e izó la bandera británica el 14 de junio de 1982

Un día, Armour fue a visitar a un soldado a quien había formado, y que perdió una pierna en Malvinas. "Estaba muy mal, con estrés postraumático. Hablamos de mi documental, y me dijo que me entendía, que somos humanos, que hicimos lo que pudimos…, y se sacó la pierna artificial, la llenó de cerveza… ¡y brindamos!"

Después de Malvinas, Armour trató de entrar a un batallón de fuerzas especiales, pero no aprobó el test. "No estaba en forma. Dejé la carrera militar, empecé la universidad, y me dejé el pelo largo, ¡a lo Robert Plant!"

Hoy, como contracara del pasado, es maestro de niños con problemas sociales y emocionales, y en el 86, en la Universidad de Lancaster, estudió Bachillerato en Artes, que incluye Sociología e Historia. Su tesis de doctorado: Filosofía del Color.

  En la obra de teatro “Campo minado” recrea su historia en la guerra junto a veteranos argentinos e ingleses

Y se enamoró del teatro… Que sería su gran catarsis. Hoy Lou forma parte de otro batallón: el elenco de "Campo minado" (Minefield, en inglés), una pieza teatral dirigida por Lola Arias. La experiencia escénica que reúne tres veteranos ingleses y tres argentinos y que intenta indagar en las huellas que deja una guerra. En mayo de 2016 se estrenó en Londres, sala Royal Court. En noviembre de 2016 levantó el telón en Buenos Aires, sala Centro de las Artes de la Unsam.

Pero antes, su toma de conciencia. "El 2 de abril del 82 vi a los argentinos con actitud de superioridad. En mayo y en junio los vi en combates. El 14 de junio los vi vencidos. Y ahora puedo verlos desde la amistad. Es la mejor experiencia de mi vida… después de algunas que tuve con chicas, en la universidad".

El casting fue interminable: sesenta postulantes para seis roles. Premisa: no tocar el tema soberanía. Fue un pacto para poder convivir fuera y dentro del escenario. Lou estaba nervioso. "Si bien era raro encontrarse con el enemigo, sabía que con los ex soldados argentinos iba a estar todo bien… porque todos habíamos estado en combate". La obra también se estrenó en Grecia y Alemania y recorrerá Europa en 2017 y 2018.

Última reflexión de Lou Armour: "Yo tenía una buena carrera. Me gustaba hacer las cosas duras y difíciles que hacen los infantes de marina. Hasta me gustaban las marchas con los equipos… ¡tan pesados! Pero no quiero ir a la guerra otra vez. Eso no me hace pacifista …. Volvería a pelear, pero tendría que creer en la causa".

  Armour reflexiona: “Vi a los argentinos triunfadores, en combate y vencidos. Ahora puedo verlos desde la amistad”

Pocas cosas han generado tantos libros, tantas películas, tantas series de tevé, como la guerra.

Pero si mañaña todo ese material, ese testimonio, desapareciera, habría que rogar que se salvara, al menos, un ejemplar de la novela El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, e inspiradora del monumental film Apocalypse Now, de Francis Coppola.

Porque en solo dos palabras que se repiten, el protagonista –el coronel Kurt–, desertor de la guerra y amo de una extraña comunidad en la selva, dice:
–El horror… El horror.

Y todo queda dicho.
Eso nos tocó hace 35 años.
Y lo evocamos en dos hombres, en dos historias, en una foto eterna.
Jacinto y Lou.