En el mundo del comercio internacional, pocos sectores combinan tanta opacidad, poder y pragmatismo como el de la venta de armamento. La industria de defensa no se mueve por las reglas tradicionales del mercado: aquí no basta con tener un buen producto, con prestaciones sólidas y confiables. La calidad técnica es apenas el punto de partida. Lo que realmente define si un misil, un drone o un sistema de defensa aérea se vende o no es un cóctel de factores que incluye diplomacia de alto nivel, intereses geopolíticos, financiamiento blando, alianzas militares, comisiones ocultas y, en no pocos casos, maniobras que rozan —o cruzan— los límites de la legalidad.
A diferencia de otros sectores industriales, la venta de productos militares está atravesada por estrategias de presión diplomática, incentivos económicos, redes de triangulación y, en no pocos casos, circuitos de mercado gris o negro. No se trata solo de ofrecer un producto con especificaciones técnicas atractivas: la venta de armas es, en esencia, un acto político, y su concreción depende tanto del rendimiento del material como de la red de intereses que lo sostiene.
Estrategias y tácticas comerciales habituales
Veamos algunos ejemplos:
1. Precios rebajados o financiaciones flexibles: Las potencias tradicionales y emergentes en la producción de armas han
desarrollado un manual propio, no escrito, para colocar sus productos.
Estados Unidos es el campeón indiscutido en volumen de exportaciones y
cuenta con una estructura aceitada para financiar compras a través del
programa Foreign Military Financing (FMF), que permite a países aliados
adquirir armamento estadounidense con préstamos subsidiados o,
directamente, con ayuda no reembolsable. Pero no es el único. Francia,
por ejemplo, ha vendido sus cazas Mirage y Rafale ofreciendo
coproducción, ensamblaje local y beneficios industriales a los
compradores. Rusia y China, por su parte, aplican rebajas a clientes
estratégicos a cambio de concesiones políticas o comerciales, como
acceso a recursos naturales o acuerdos logísticos.
Los países productores suelen ofrecer precios subsidiados o paquetes financieros blandos a los compradores, especialmente si se trata de naciones con menor poder adquisitivo o aliados estratégicos. Estados Unidos, por ejemplo, ofrece financiamiento a través del Foreign Military Financing (FMF), mientras que Rusia y China suelen aplicar descuentos a cambio de acuerdos estratégicos (como acceso a puertos, materias primas o alineamientos diplomáticos).
2. “Combat proven” como sello de venta:
Una de las tácticas más efectivas es mostrar el material en uso real. Equipos que hayan sido probados en combate, como los drones turcos Bayraktar TB2 en Siria, Libia y Ucrania, ganan un enorme prestigio y credibilidad. De hecho, muchos países ceden armamento a aliados en conflicto no solo como apoyo, sino también como inversión publicitaria con alto retorno.
Un sistema probado en combate, que haya demostrado efectividad real en
un entorno bélico, multiplica automáticamente su atractivo. En
muchos casos, países productores incluso regalan pequeñas cantidades de
armamento a aliados (ejemplo de esto fue la donación de 3 IA-58 Pucará al estado colombiano por parte del presidente Menem) en conflicto no solo por apoyo ideológico, sino como
inversión estratégica para potenciar futuras ventas. El campo de
batalla, así, se transforma también en una pasarela de exhibición.
3. Transferencia de tecnología y coproducción:
La oferta de coproducción parcial o ensamblaje local es otro incentivo potente. Francia, por ejemplo, ha firmado acuerdos para producir parcialmente sus cazas Mirage y Rafale en países compradores, lo que permite reducir costos y mejorar la aceptabilidad política local. Este modelo también lo ha usado Israel con sus drones, y Corea del Sur con su K2 Black Panther.
4. Offsets (compensaciones industriales): En paralelo, la estrategia comercial de las industrias de defensa incluye tácticas como los offsets, compromisos que el país vendedor asume con el comprador para reinvertir parte del valor del contrato en la economía local. Esto puede tomar la forma de transferencia tecnológica, capacitación de personal o incluso participación en la cadena de producción. De esta manera, el comprador justifica políticamente la operación ante su opinión pública, mientras el vendedor afianza su influencia y reduce los costos de producción. Muchos países exigen o reciben "offsets", es decir, compromisos del vendedor de reinvertir una parte del contrato en la economía local. Esto puede tomar la forma de inversiones en industrias locales, transferencia de conocimientos, formación técnica o incluso construcción de infraestructura.
5. Diplomacia de defensa:
Los agregados militares, embajadas y misiones diplomáticas cumplen un rol central en la promoción. Los países más activos (como EE.UU., Francia, Rusia, China, Turquía o Israel) organizan ferias, exhibiciones y demostraciones en vivo, muchas veces costeadas por el propio Estado.
Triangulación y mercado gris/negro
La triangulación es una práctica extendida y, en muchos casos, tolerada por los Estados, especialmente cuando el cliente final es políticamente incómodo. Un país "A" vende armas a un país "B", sabiendo que este las reenviará a un tercero (país "C") que está embargado o en conflicto. Esta práctica se vio en conflictos como Yemen, donde armamento europeo vendido a Arabia Saudita terminó en manos de milicias yemeníes.
El mercado negro o mercado gris funciona a través de:
Contratistas privados que desvían material
Estados colapsados con arsenales saqueados (caso Libia post-2011)
Compra mediante brokers con redes logísticas complejas que diluyen el origen
Uso de paraísos fiscales y empresas fantasma para enmascarar operaciones
Aunque ilegal o semi-legal, la triangulación ofrece a los Estados una vía para intervenir indirectamente en conflictos sin comprometerse oficialmente, o para vender armas donde hay restricciones internas o internacionales.
Formas de pago: del SWIFT al maletín
Pagos legales y formales:
En operaciones formales entre Estados o a través de entes autorizados, las formas de pago suelen incluir:
Transferencias bancarias internacionales (SWIFT)
Créditos a mediano o largo plazo
Compensaciones en especie (commodities, recursos naturales, infraestructura)
Pagos opacos o irregulares:
En ventas trianguladas, irregulares o directamente ilegales, las formas de pago pueden incluir:
Maletines con efectivo, entregas físicas en zonas de libre tránsito
Cuentas offshore y sociedades pantalla en paraísos fiscales
Bitcoins o criptomonedas en esquemas recientes de tráfico de armas
Trueque encubierto, como armas a cambio de petróleo, diamantes (como en África), o apoyo político
Comisiones ilegales y sobornos también forman parte habitual del paquete. Grandes contratos suelen incluir pagos ocultos a intermediarios, políticos o militares del país comprador, para destrabar aprobaciones o ganar licitaciones.
Conclusión
La venta de armamento no se rige por las lógicas puras del mercado. Es una combinación de capacidad técnica, estrategia diplomática, flexibilidad financiera y, en muchos casos, pragmatismo político sin apego estricto a la ética. Para que un país como Argentina pueda insertarse en este sistema con productos como el MP-1000, el Dardo 3 u otros, necesita asumir esta lógica: profesionalizar la promoción, articular diplomacia con oferta industrial y, sobre todo, entender que en el tablero del comercio de armas, no gana el que fabrica mejor, sino el que sabe vender, convencer y negociar mejor.
Imaginando un F-5F iraní portando dos MP-1000 Martín Pescador bajo sus alas en la Primera Guerra del Golfo
Mercados perdidos de armas argentinas: El caso del MP-1000 Martín Pescador
Esteban McLaren
El MP-1000 Martín Pescador, un misil aire-tierra (ASM) argentino guiado por radio comando, tuvo un ciclo de vida operativo desde mediados de los 70 hasta 1990. Sin embargo, a pesar de su potencial como exportación militar, Argentina no logró insertarlo en el mercado internacional de armas. ¿Por qué pudo ser valorado en el mercado internacional? Unas primeras razones se pueden asociar al hecho que era un misil de baja tecnología, el cual permitía a un avión atacar a la distancia (10-15km) blancos ligeros, sin ser afectado por la artillería antiaérea. No era ningún producto de tecnología compleja y sus capacidades eran aproximadas a las del AGM-12 Bullpup americano. De todos modos, era un arma que podría haber jugado un rol importante en conflictos de baja intensidad.
Tengamos en cuenta siempre que la venta de armas es una venta política. Muchas variables se combinan para que un arma no sea un bien transable cualquiera. Los efectos de proveer y adquirir armas tienen implicaciones más allá de cambiar dinero por cosas. Alteran las capacidades de proyección de fuerza de los participantes en la transacción y esa alteración extienden el efecto de la transacción a otras dimensiones más allá de las comerciales. Este tema será ampliado más adelante.
Para evaluar los mercados potenciales perdidos y las oportunidades que podría haber capitalizado Argentina, es esencial considerar los conflictos en curso durante ese período, los competidores y los posibles compradores interesados en un misil de estas características.
Las primeras evaluaciones se llevaron a cabo en 1975 disparándose alrededor de 60 misiles de prueba en el lapso de dos años. La Fuerza Aérea Argentina se bajó del proyecto, aduciendo absurdamente como lo demostraría la Guerra de Malvinas, que no estaba para "hundir barcos", y la Armada lo ralentizó, aunque hay fotos que muestran que fueron desplegados en el Conflicto del Beagle de 1978, al menos una docena, sobre todo para utilizar desde los Aermacchi de la Aviación Naval. No obstante, no fueron utilizados en la Guerra de las Malvinas, aduciendo entre otras cosas, la naturaleza de las defensas antiaéreas británicas. ¡Qué interesante hubiese sido que Owen Crippa hubiese podido atacar un par de barcos con MP-1000 sobre el estrecho de San Carlos! Finalmente, fueron homologados tras realizarse disparos desde aviones T-28P Fennec, y el primer disparo relacionado fue realizado por el capitán Rodolfo Castro Fox (primero desde la derecha en la foto debajo) de la Armada Argentina.
¿Qué escenarios/mercados existían en en los 1970s y 80s para intentar vender este producto? Repasemos someramente a quienes se podría haber enfocado la venta de este producto.
Aproximadamente así era disparar y guiar un MP-1000 viendo cómo se lo hacía con un AGM-12 Bullpup. La cabeza de guerra del misil norteamericana era de 110 kg comparado con los 40kg del modelo argentino.
Otro ejemplo de un Bullpup disparado desde un A-4 Skyhawk en Vietnam
Contexto geopolítico y mercados potenciales
Entre 1975 y 1990, el mundo experimentó una serie de conflictos y tensiones geopolíticas que generaron demanda de armamento aire-tierra. Entre ellos se destacan:
Guerra Irán-Irak (1980-1988): Ambos países buscaron constantemente mejorar sus capacidades militares. Irak, en particular, adquirió misiles aire-tierra de diversas fuentes, incluyendo Francia (AS-30) y la Unión Soviética (Kh-25). Irán, por su parte, tenía un acceso limitado a tecnología occidental debido al embargo, por lo que podría haber sido un cliente potencial del MP-1000 si Argentina hubiera ofrecido acuerdos favorables. Si Chile con Cardoen proveyó a Irak con bombas cluster, ¿por qué no pudimos venderles ASM?
Conflictos en América Latina: Durante los 80, países como Perú y Ecuador estaban en procesos de modernización militar debido a sus disputas fronterizas. Perú, que ya había adquirido armamento argentino, podría haber sido un comprador natural.
Sudáfrica y conflictos en África: Sudáfrica estaba en conflicto con Angola y necesitaba armamento sofisticado debido a su aislamiento internacional. La Fuerza Aérea Sudafricana podría haber estado interesada en un misil aire-tierra como el MP-1000.
India y Pakistán: Ambos países estaban en una constante carrera armamentista. India, con una relación positiva con Argentina en ciertos ámbitos militares, podría haber considerado el MP-1000 como una opción si el precio era competitivo.
Países del Pacto de Varsovia: A pesar de la predominancia de los sistemas soviéticos, algunos países del bloque socialista buscaron diversificar su armamento en los años 80. Argentina podría haber intentado vender su misil a países como Yugoslavia, que tenía una industria militar independiente.
Factores de competencia y precio
Uno de los problemas más serios que enfrentó el MP-1000 fue su alto costo unitario, estimado en 2,5 millones de dólares por unidad (la fuente de este dato es Wikipedia), lo que lo hacía significativamente más caro que alternativas como el AS-30 francés (aproximadamente 500.000 dólares por misil) o el Kh-25 soviético (entre 100.000 y 200.000 dólares por unidad). Para ser competitivo, Argentina habría necesitado subsidiar el costo del MP-1000 o buscar acuerdos de financiamiento militar con compradores potenciales. Los competidores era técnicamente buenos y competitivos en precios, mucho trabajo debía enfocarse en esas dimensiones del producto.
AS-25K
El
AS-25K fue la reconversión de los MP-1000 Martín Pescador devueltos por
el COAN a CITEFA para su overhauling. Reconvertidos, se les agregó
cabezas buscadoras de guiado por radiocomando, láser, infrarrojo o televisión con un alcance
de 25 kilómetros. El Bullpup se convirtió en un Penguin. Ese cambio de
capacidades les permitió nuevos horizontes, que ni siquiera fueron
adoptados por los aviadores navales nacionales debido a la
desmalvinización de las fuerzas armadas por parte de los gobiernos del
período. Otro caballo de carreras muerto.
Posibles estrategias de reducción de costos
Para mejorar la competitividad del MP-1000, Argentina podría haber aplicado varias estrategias:
Producción en serie: Un ejemplo directo para reducir el costo unitario de producción es el aumentar la escala de producción. Algo que puede favorecer el aumento de la producción es ampliar la base de plataformas capaces de operar el misil. En el caso inicial, podría haber sido adaptado para ser empleado por la mayor cantidad de tipos posibles de aviones en servicio en las fuerzas armadas argentinas. Para la época, las plataformas que podían o podrían haber portado el misil en Argentina eran:
Aermacchi MB326/339 (en servicio ya para la crisis del Beagle)
North American T-28P Fennec (en servicio para la crisis del Beagle)
FMA IA-58 Pucará (probado para la guerra de Malvinas)
Toda la línea Mirage (Mirage 3, 5/Finger, IAI Nesher/Dagger) (factible).
Toda la línea de A-4 Skyhawk (B,C y P así como Q) (factible).
Morane-Saulnier MS-760 Paris (factible)
Aviones de transporte (C-130 Hercules, DC-3, entre otros) y MPA (Lockheed L-188 Electra) para uso COIN o ataque a embarcaciones ilegales: Factible.
Acuerdos de coproducción: Ofrecer licencias de fabricación a países interesados como Irak, Irán, Perú o Egipto. Otra excelente opción para apalancar los costos de producción. Asimismo, dentro del plano nacional, la producción debiera hacerse licenciado a empresas locales o emprendimiento híbridos privado-estatal, con mayor experiencia ingenieril en producción en masa, para producir y montar las armas en instalaciones sin uso. De hecho, Argentina proveyó con diversos productos de producción nacional (TAM, ATGM CIBEL 2K y Mathogo, entre otros) a Irán pero por diversas razones nunca se concretó ninguna operación.
Venta con financiamiento flexible: Similar a lo que hacía Francia con sus misiles aire-tierra. Aquí debieran aparecer tasas subsidiadas o extensión de períodos de repago.
Subsidios estatales: Reducir el precio de venta para facilitar la exportación, absorbiendo costos a través de otras partidas del presupuesto militar.
Si Argentina hubiera subsidiado el MP-1000 para alinearlo con el costo de sus competidores, el precio objetivo habría estado entre 500.000 y 1.000.000 de dólares por unidad. A este precio, habría sido más atractivo para países con presupuestos militares limitados, sujetos tal vez a sanciones o restricciones de los principales productores la cual podía saltearse de manera legal o vía mercado negro.
Estimación de ventas perdidas
Dado el número de conflictos activos y la demanda de misiles aire-tierra en la época, se puede hacer una estimación conservadora de ventas perdidas. Supongamos que Argentina hubiese logrado captar una porción mínima del mercado, con ventas aproximadas a los siguientes países:
País
Potencial de compra (misiles)
Precio ajustado por subsidio (USD)
Ingreso potencial (USD)
Irak
50
750,000
37,5 millones
Irán
30
750,000
22,5 millones
Perú
20
600,000
12 millones
Sudáfrica
20
800,000
16 millones
India/Pakistán
50
700,000
35 millones
Otros (Egipto, Yugoslavia, Ecuador, etc.)
30
750,000
22,5 millones
Total estimado: 200 misiles vendidos, con un ingreso de aproximadamente 145 millones de dólares.
Es fundamental considerar que esos ingresos representarían una fuente directa de financiamiento para las Fuerzas Armadas, permitiéndoles continuar con proyectos de investigación, desarrollo y perfeccionamiento de los sistemas ya diseñados. A partir de este punto, inevitablemente surgirán una infinidad de factores condicionantes —desde la dinámica de la geopolítica internacional hasta las particularidades de la política interna pasando también por la meramente anecdótica— que ayudarán a explicar, en parte, los vaivenes y limitaciones del desempeño argentino en el mercado global de armamento.
Conclusión preliminar
El MP-1000 tenía el potencial de convertirse en un producto de exportación viable, pero su elevado costo y la falta de una estrategia comercial agresiva, pudieron ser las principales causas de condenar su destino al fracaso. No iba a ser un camino fácil pero si nunca se da el primer paso, el camino se hace imposible. Argentina, lejos de diseñar un plan para posicionar su industria de defensa en el mercado internacional, se limitó a producir armamento con un enfoque autárquico, basado en los preceptos de Savio, sin contemplar que la ampliación de la escala productiva, sustentada en exportaciones, habría reducido costos y permitido mayor competitividad. Si el país hubiera adoptado un modelo similar al de naciones con tradición exportadora en materia de defensa, como Francia, podría haber subsidiado el MP-1000 inicialmente y luego ajustado su precio según la demanda y las circunstancias del comprador. En términos prácticos, esto habría significado atraer clientes con un precio accesible en tiempos de paz y luego elevarlo en situaciones de conflicto o sanciones, como ha sido la práctica habitual de las potencias exportadoras de armas. Pregunten a la FACH cuánto pagó por sus primeros Mirage 50 en épocas de plena sanciones políticas o también a cuánto cotizaba el misil Exocet antes y después de la Guerra de Malvinas.
Sin embargo, la industria militar argentina siempre ha carecido de una verdadera visión comercial. Una actitud que comenzó a mostrar sus exponenciales desatinos cuando una industria aeronáutica rezagada como brasileña entró al mercado con una clara visión comercial y desbarrancó en muy pocos años los acervos de producción de la empresa estatal argentina. En general, las empresas de armamento, lejos de operar con una lógica de mercado, han sido administradas como organismos burocráticos o depósitos de favores políticos. En lugar de contar con gestores que comprendieran la dinámica del comercio internacional de armas, muchas veces han estado dirigidas por militares retirados sin formación en negocios o políticos con una visión pacifista ingenua, incapaces de entender que vender armas no es un acto ideológico sino una cuestión estratégica y económica. La falta de una política de exportación consistente ha hecho que Argentina sea un gran comprador de armas extranjeras, pero un pésimo vendedor de su propia producción.
La falta de apoyo del Estado ha sido otro factor determinante en la imposibilidad de insertar productos como el MP-1000 en el mercado internacional. Ni los gobiernos militares, que supuestamente debieron haber impulsado la industria bélica como una prioridad estratégica, ni los gobiernos democráticos posteriores promovieron activamente la exportación de armamento argentino. En el caso de los regímenes militares, su aislamiento internacional y la falta de visión comercial impidieron la construcción de alianzas sólidas para colocar productos en el exterior. Pero el golpe de gracia lo dio la democracia con decisiones que rozan lo absurdo. El mejor ejemplo de esta miopía lo protagonizó Raúl Alfonsín, quien, en su afán de debilitar a las Fuerzas Armadas, declaró con orgullo que "Argentina no vende armas a zonas calientes", como si una farmacéutica decidiera no vender medicamentos a personas enfermas. Esa postura, más ligada a un discurso ideológico que a una política de Estado pragmática, condenó aún más a la industria militar local al ostracismo comercial.
Por si fuera poco, la Cancillería argentina nunca tuvo una estrategia proactiva para insertar la producción de defensa en mercados internacionales. Mientras otros países han sabido mover sus piezas diplomáticas para colocar su industria militar en conflictos ajenos, Argentina se ha destacado por hacer exactamente lo contrario. Se ha mostrado sumamente activa en la compra de material extranjero, incluso en condiciones desventajosas, como demuestra la adquisición de los tanques SK-105 ex-chilenos, pero prácticamente ausente en términos de éxitos de ventas a la hora de promover sus propios desarrollos. Cuando se han dado intentos de venta de material bélico argentino, la reacción de ciertos sectores políticos y mediáticos ha sido de rechazo inmediato, como si la exportación de armas fuera un pecado capital que conllevara una sanción moral internacional.
Un problema de fondo es que la producción militar en Argentina ha estado siempre dirigida por personas ajenas al mercado. Primero, han sido en muchos casos militares retirados que vieron la administración de empresas estatales como un premio de jubilación, sin interés en la expansión comercial, reducir costos o ampliar la oferta de productos atentos únicamente a los requisitos de fuerzas nacionales y no de clientes extranjeros. En segundo lugar, hemos sufrido de políticos empapados en una moral pacifista culposa, temerosos de que vender armas genere reacciones adversas en la izquierda local o represalias de organismos internacionales. En tercer lugar, la misma cultura desmalvinizadora hizo que desmantelara todo el sistema de producción de armas en el país haciendo fracasar potenciales negocios como la venta del TAM VC a Ecuador o de los TR-1700 a Taiwán. Esta falta de pragmatismo ha condenado a la industria militar argentina a la irrelevancia en el comercio global de armamento, perpetuando la paradoja de un país que ha desarrollado tecnología bélica sofisticada pero que nunca ha sabido —o querido— venderla.
Entonces, por ejemplo, ¿cuál debería ser el camino lógico para la bomba inteligente FAS-850 Dardo 3? Una vez superadas las pruebas que validen sus especificaciones técnicas, su comercialización debería activarse de inmediato. Se necesita un paquete de presentación profesional, con dossier técnico, videos promocionales y plataformas digitales dedicadas, listo para ser distribuido a clientes potenciales. Cada embajada, consulado y agregado militar argentino debe convertirse en un punto de contacto clave para su promoción, generando interés antes incluso de su adopción oficial por la Fuerza Aérea Argentina.
Para consolidar su valor en el mercado, la Dardo 3 debe demostrar su capacidad en combate real. Mediante canales oficiales o acuerdos estratégicos discretos (mercado negro), una cantidad limitada de unidades debería ser utilizada en un conflicto activo—como el de Ucrania, Yemen o cualquier otro escenario donde la demanda por armamento de precisión esté en auge. La etiqueta "Combat Proven" no solo multiplica el atractivo del producto ante compradores internacionales, sino que fija un precio premiumque eleva su rentabilidad y posiciona a la industria de defensa argentina en un nuevo nivel de competitividad global. ¿O vamos a seguir en la mediocridad medieval de ver con desdén a quiénes tienen éxito en los negocios y pensando que las armas se producen por un amor sanmartiano desinteresado a la Patria?
Descargo de responsabilidad: Las opiniones expresadas en este texto son exclusivamente del autor y no representan necesariamente la postura de ninguna organización o entidad con la que esté vinculado.
Merkava para un batallón de asalto urbano en el EA
El Merkava Mk.4 es un tanque de batalla principal desarrollado por Israel, diseñado para enfrentar las exigencias de la guerra moderna, especialmente en entornos urbanos y asimétricos. Su blindaje avanzado, que incluye una protección modular, brinda una defensa efectiva contra proyectiles convencionales y amenazas como RPGs y artefactos explosivos improvisados (IED). Una de sus características más destacadas es la prioridad en la protección de la tripulación, con un diseño que permite evacuar heridos y transportar personal en su interior.
Su cañón de 120 mm y el sistema de control de tiro avanzado le otorgan una gran precisión y poder destructivo, permitiendo destruir tanto blindados enemigos como fortificaciones en combates urbanos. Además, el Merkava ha sido probado con éxito en los recientes conflictos en Gaza, donde demostró su eficacia en operaciones de combate en zonas densamente pobladas, donde predominan las emboscadas y el combate cercano.
El tanque también ofrece una gran movilidad en terrenos difíciles, manteniendo su capacidad ofensiva en diversos escenarios de batalla. Estas características hacen del Merkava Mk.4 un activo militar ideal para las fuerzas armadas que enfrentan amenazas modernas, ya sea en conflictos convencionales o en guerras asimétricas, al combinar protección, potencia de fuego y flexibilidad operacional en el campo de batalla moderno.
Exportación del Merkava Mk4
El Merkava Mk4, el tanque de batalla principal más avanzado de Israel, es la culminación de décadas de desarrollo en respuesta a las necesidades del campo de batalla israelí. En los últimos años, ha habido un creciente interés en la posibilidad de exportar el Merkava Mk4, un movimiento que representa un cambio importante en la política israelí, ya que, históricamente, el gobierno ha sido muy cauteloso respecto a la venta de esta plataforma.
Voluntad de Israel para Exportar el Merkava Mk4
Durante años, Israel no consideró la exportación de los tanques Merkava, principalmente debido a preocupaciones de seguridad y la sensibilidad sobre la tecnología involucrada en su diseño. Sin embargo, en la última década, ha habido un cambio en esta postura. Varias razones podrían explicar esta evolución:
Presión económica: Israel ha invertido considerablemente en el desarrollo de la familia de tanques Merkava y, como parte de su estrategia de crecimiento de la industria de defensa, ha buscado nuevas formas de capitalizar estas inversiones mediante la exportación de tecnología militar avanzada.
Mayor competitividad internacional: El Merkava Mk4 ha demostrado ser uno de los tanques más efectivos en combate, gracias a su capacidad de maniobra, su potencia de fuego y su sistema de defensa activa Trophy APS. Con el crecimiento de la demanda global de sistemas avanzados de defensa, Israel ha visto una oportunidad en el mercado internacional para exportar el Merkava Mk4 a países aliados.
Relaciones estratégicas: Las ventas militares pueden fortalecer alianzas estratégicas con otros países, y exportar una plataforma de tan alta calidad como el Merkava Mk4 ayudaría a Israel a profundizar relaciones de defensa con socios clave.
En 2021, Israel abrió oficialmente la posibilidad de exportar el Merkava Mk4, aunque con restricciones. Estas restricciones probablemente estén relacionadas con asegurar que el tanque no caiga en manos de países hostiles o que puedan comprometer las tecnologías clave.
Características del Merkava Mk4
El Merkava Mk4 es uno de los tanques de batalla más avanzados del mundo, diseñado específicamente para enfrentar las amenazas del siglo XXI. A continuación, se detallan algunas de sus principales características:
Armamento
Cañón de 120 mm: El Merkava Mk4 está equipado con un cañón de ánima lisa de 120 mm desarrollado por Israel. Este cañón es compatible con una variedad de municiones, incluidas municiones perforantes (APFSDS) y de alto explosivo (HEAT), así como proyectiles guiados.
Sistemas de control de fuego avanzados: El tanque cuenta con un sistema de control de fuego computarizado que permite disparos extremadamente precisos, incluso en movimiento. También está equipado con capacidad para disparar proyectiles guiados antitanque LAHAT, que pueden alcanzar objetivos a larga distancia con gran precisión.
Protección y Blindaje
Blindaje modular: El Merkava Mk4 cuenta con un blindaje modular de última generación que puede ser reemplazado o actualizado según las necesidades operativas. Esto ofrece una gran flexibilidad para adaptarse a nuevas amenazas sin necesidad de retirar el tanque del servicio.
Trophy APS (Active Protection System): Una de las características más innovadoras del Merkava Mk4 es el sistema de protección activa Trophy desarrollado por Rafael Advanced Defense Systems. Este sistema detecta y neutraliza proyectiles antitanque como misiles o cohetes antes de que impacten en el tanque, proporcionando una capa adicional de defensa más allá del blindaje pasivo.
Diseño de protección para la tripulación: Al igual que las versiones anteriores del Merkava, el Mk4 está diseñado con un enfoque en la protección de la tripulación, con el motor montado en la parte delantera del tanque, lo que añade una capa de protección adicional. El compartimento trasero puede utilizarse para evacuar soldados heridos o transportar municiones adicionales.
Movilidad
Motor diésel turboalimentado de 1,500 caballos de fuerza: Proporciona una velocidad máxima de 64 km/h en carretera y una buena maniobrabilidad en terrenos difíciles, ideal para operaciones en las diversas geografías de Israel.
Suspensión avanzada: El Merkava Mk4 tiene un sistema de suspensión que le otorga una gran capacidad para operar en terrenos montañosos o desérticos, manteniendo la precisión de disparo y la comodidad de la tripulación.
Tecnología y sistemas electrónicos
Sistemas electrónicos avanzados: El Merkava Mk4 está equipado con tecnologías de visión térmica, sensores de rastreo de objetivos, sistemas de comunicación en red, y otros sistemas que proporcionan conciencia situacional completa en el campo de batalla.
Capacidad de integración de redes: Se integra perfectamente con otros sistemas de las fuerzas armadas de Israel, lo que facilita la coordinación en el campo de batalla y permite compartir datos en tiempo real.
Precio estimado de venta del Merkava Mk4
El precio estimado de venta de un Merkava Mk4 en el mercado internacional podría oscilar entre 3 y 6 millones de dólares por unidad, dependiendo de las configuraciones, el equipamiento específico y el volumen de la compra.
Este precio incluye el tanque con el sistema de protección activa Trophy y otros sistemas avanzados que han demostrado ser efectivos en combate real.
Es importante tener en cuenta que los costos adicionales pueden incluir soporte logístico, capacitación para los operadores y mantenimiento, lo que puede aumentar el precio total de un paquete de adquisición.
En comparación con otros tanques de batalla principales de primera línea, como el M1A2 Abrams de EE.UU. o el Leopard 2A7 de Alemania, el Merkava Mk4 ofrece un precio competitivo con un alto nivel de protección, capacidad de fuego y tecnología avanzada.
Competitividad internacional del Merkava Mk4
El Merkava Mk4 se enfrenta a una fuerte competencia en el mercado internacional de tanques, donde otros modelos de tanques avanzados también están disponibles. A continuación, se mencionan algunos de los principales tanques con los que competirá:
M1A2 Abrams (EE.UU.): Uno de los tanques más reconocidos del mundo, el Abrams es ampliamente utilizado por varios países. Su blindaje y potencia de fuego lo convierten en un rival formidable, pero su alto consumo de combustible y complejidad logística pueden ser un desafío para algunos compradores.
Leopard 2A7 (Alemania): Este tanque europeo es altamente valorado por su precisión, movilidad y tecnología avanzada. Sin embargo, el alto precio del Leopard 2A7 puede hacer que algunos países prefieran alternativas como el Merkava Mk4.
T-90M (Rusia): Aunque es menos avanzado en algunas áreas en comparación con el Merkava Mk4 o el Leopard 2A7, el T-90M es un tanque más barato que ha atraído el interés de varios países debido a su relación costo-beneficio.
K2 Black Panther (Corea del Sur): El K2 es considerado uno de los tanques más avanzados tecnológicamente, con sistemas de control de fuego y armamento de última generación. Sin embargo, su alto precio y producción limitada lo hacen menos accesible para muchos países.
Países potenciales para la exportación
Dado que el Merkava Mk4 está restringido a la exportación hacia países aliados y con relaciones estratégicas con Israel, algunos de los compradores potenciales podrían incluir:
India: Un aliado clave de Israel en términos de defensa y cooperación tecnológica. India está modernizando su fuerza de tanques, lo que podría abrir una oportunidad para el Merkava Mk4, aunque India ya tiene acuerdos con Rusia para la adquisición del T-90.
Colombia: En América Latina, Colombia ha mostrado interés en modernizar sus fuerzas armadas, y su estrecha relación con Israel podría hacer del Merkava Mk4 una opción atractiva.
Países de Europa del Este y Asia Central: Algunos países de estas regiones podrían considerar el Merkava Mk4 para contrarrestar las amenazas de tanques más antiguos como el T-72, que están en uso en muchos países.
El Merkava Mk4 es un tanque altamente avanzado que Israel ha comenzado a ofrecer para la exportación a un mercado selecto de aliados estratégicos. Con su innovador sistema de protección activa Trophy, su potente armamento y su blindaje modular, se presenta como una opción atractiva en el mercado global de tanques. Con un precio competitivo en comparación con otras plataformas de tanques modernos, es probable que veamos a Israel utilizando el Merkava Mk4 como una herramienta clave para reforzar sus relaciones de defensa con otros países. Sin embargo, su exportación sigue estando limitada a países aliados confiables, lo que reduce su disponibilidad en el mercado global más amplio.
¿El Merkava Mk.4 en Argentina?
La incorporación del tanque pesado Merkava Mk.4 en las filas del
Ejército Argentino podría ofrecer un valor significativo, especialmente
en contextos de combate urbano. Este blindado israelí ha sido probado en
una amplia gama de escenarios de conflicto, incluyendo los recientes
enfrentamientos en Gaza, brindando una experiencia práctica y relevante
en operaciones complejas.
Uno de los principales aportes del
Merkava Mk.4 es su blindaje excepcional que le brinda una gran
protección a la tripulación. Está diseñado no solo para proteger contra
proyectiles convencionales, sino también contra amenazas asimétricas
como los ataques con RPG y artefactos explosivos improvisados (IED), los
cuales son comunes en entornos urbanos. La protección avanzada que
ofrece este blindaje modular es complementada por un diseño único que
prioriza la supervivencia de la tripulación. A diferencia de otros
tanques, el Merkava cuenta con una disposición interior que permite
evacuar heridos o transportar personal adicional, convirtiéndose en un
vehículo de apoyo logístico en situaciones de emergencia.
La
capacidad de fuego del Merkava Mk.4 se asienta en un cañón de 120 mm de
ánima lisa, con un avanzado sistema de control de tiro que permite
identificar y destruir objetivos con precisión, incluso en entornos
urbanos caóticos. Esta capacidad de fuego se ve reforzada por el uso de
proyectiles de alta tecnología, capaces de neutralizar vehículos
blindados enemigos y fortificaciones improvisadas, facilitando la
penetración en áreas densamente pobladas. Asimismo, es un caballo de
Troya de un pelotón de tropas alojado y protegido en su interior.
La
experiencia operativa israelí en Gaza ha demostrado que el Merkava es
particularmente efectivo en este tipo de escenarios. Las operaciones en
entornos urbanos exigen vehículos capaces de resistir emboscadas,
mantener un alto grado de movilidad y proyectar poder de fuego en
distancias cortas, todo lo cual el Merkava ha demostrado poder hacer
eficazmente. La experiencia israelí en conflictos urbanos con altos
niveles de resistencia insurgente ha permitido perfeccionar la
operatividad de este tanque, haciéndolo una opción atractiva para
fuerzas armadas que prevén enfrentar desafíos similares.
Un
número inicial ideal de unidades para el Ejército Argentino sería de
aproximadamente 60 a 80 tanques. Esta cifra permitiría una
implementación significativa sin generar sobrecargas logísticas o
financieras, y al mismo tiempo proporcionaría suficiente capacidad para
integrarlos en unidades clave.
En cuanto a su complementación con
el TAM C2A2, el Merkava Mk.4 actuaría como una fuerza de choque pesada,
mientras que el TAM podría operar en un rol de apoyo, proporcionando
movilidad y flexibilidad en áreas donde el terreno o la infraestructura
no permitan la operación efectiva de un tanque pesado. Esta dualidad
permitiría al Ejército disponer de una fuerza blindada versátil y capaz
de adaptarse a diversas situaciones operativas.
En términos de
ubicación geográfica, estos tanques podrían ser asignados a regimientos
de caballería blindada en áreas estratégicas, como la 11ª Brigada
Blindada con sede en La Pampa o la 10ª Brigada Mecanizada en Santa Rosa.
Estas unidades se encuentran en regiones clave para la defensa
territorial y ofrecen una excelente infraestructura para la operatividad
de los Merkava, mientras que su cercanía a centros logísticos
facilitaría el mantenimiento y suministro necesarios para estos
vehículos de alta tecnología. Otro destino sería el legendario 8ª
Regimiento de Caballería de Tanques de Magdalena que ya está recibiendo
los TAM 2C-A2. Si el destino fuese un arma de combate urbano, está
ubicación lo ubicaría cerca de la ciudad de Buenos Aires y el enorme
ambiente potencial del conurbano.
El arte de la doma: Cuando Argentina le quitó los SK-105 a Chile
Esteban McLaren para FDRA
Imagine que usted tiene un problema grave con un vecino. Compra un rifle para defenderse. Luego, se entera que su vecino comprará una escopeta con el mismo propósito. Aprovecha esa información y desbarata esa operación ofreciéndole más dinero al armero y se queda también con la escopeta. La situación es doblemente peor para su vecino: no solamente no tiene arma, sino que ayudó a que su vecino duplique las armas que posee. Así fue como Argentina convirtió la provisión de protección blindada a la Patagonia Austral en un juego de suma cero: lo que Chile perdió, lo ganó Argentina. ¡Una domada histórica!
La operación de inteligencia para re-adquirir los tanques ligeros Steyr SK-105 Kürassier es una de las historias más interesantes de inteligencia militar en Sudamérica, involucrando a Argentina y Chile durante un período de alta tensión en sus relaciones bilaterales. Los tanques Steyr SK-105 Kürassier adquiridos por el Ejército Argentino a principios de los 1980s provenían de un lote originalmente construido para Chile. En 1981, estos tanques llegaron rápidamente a unidades acorazadas en la Patagonia, una región de alta tensión. Para asegurarse estos vehículos, las autoridades argentinas tuvieron que pagar un precio superior, lo que no solo reforzó inmediatamente su capacidad blindada, sino que también impidió la modernización militar de Chile. Aunque más onerosos, la maniobra colocó a Argentina en una posición de clara superioridad mecanizada.
Contexto histórico
En la década de 1970, las relaciones entre Argentina y Chile se encontraban en un estado de tensión extrema, en parte debido a disputas territoriales como la del Canal de Beagle. En 1978, la situación se agravó al punto de casi estallar en un conflicto armado. En este contexto, ambos países comenzaron a reforzar sus capacidades militares.
Esa situación suena como una pesadilla geopolítica y militar, un escenario donde la planificación meticulosa se ve frustrada por factores fuera del control de los expertos. Imaginar a esos técnicos chilenos analizando cada detalle del terreno del sur de Chile—con sus montañas escarpadas, ríos, canales y caminos difíciles—y luego seleccionar cuidadosamente un tanque ligero que prometía cumplir con todas sus necesidades, sólo para descubrir que su adquisición ha sido frustrada por una jugada estratégica de último momento, añade un nivel de complejidad emocional e histórica.
"los tanques que solicitaron y fabricaron para nosotros quedaron del otro lado de la frontera"
Este tipo de situaciones no solo representa una derrota técnica, sino también una derrota moral, ya que esos tanques, diseñados para enfrentar desafíos similares en terrenos duros, están ahora en manos de una nación vecina con quien hay tensiones históricas. Además, podría verse como un reflejo de las dinámicas geopolíticas de la región, donde las decisiones de compra de armamento no solo dependen de las capacidades técnicas, sino también de las alianzas y rivalidades internacionales.
La ironía de que todo ese esfuerzo técnico y logístico haya terminado beneficiando indirectamente al "enemigo" sería devastadora para los involucrados. Además, esa situación pone en evidencia la fragilidad de la seguridad nacional cuando se depende de proveedores externos para equipos de defensa, y cómo un cambio inesperado puede alterar significativamente el equilibrio de poder en una región tan volátil como la del Cono Sur de América.
Por otro lado, también subraya la importancia de la diplomacia y la inteligencia en la adquisición de equipo militar, donde no solo se evalúan las capacidades del material, sino también la confiabilidad de los socios comerciales y las posibles consecuencias geopolíticas de tales adquisiciones.
La decisión de Chile de adquirir el tanque ligero austríaco SK-105 Kürassier en la década de 1980 se enmarca dentro de un contexto geopolítico y militar complejo, influenciado por diversas restricciones y necesidades operativas específicas del país.
Contexto de restricciones y sanciones
Durante los años 70 y 80, Chile, bajo la dictadura de Augusto Pinochet, enfrentaba importantes restricciones internacionales para la compra de armas, en gran parte debido a sanciones impuestas por varios países occidentales y la ONU debido a las violaciones a los derechos humanos cometidas por el régimen. Estas restricciones limitaban las opciones de Chile para adquirir material bélico de países con los que tradicionalmente había mantenido relaciones comerciales en defensa, como Estados Unidos y algunos países europeos. Por ejemplo:
Estados Unidos: Impuso un embargo de armas a Chile tras el golpe de Estado de 1973, lo que impidió la adquisición de material bélico de origen estadounidense.
Reino Unido: Si bien hubo ventas a Chile, también existían tensiones y restricciones debido a la política interna y la presión internacional.
Otros países europeos: Algunos países europeos también adoptaron una política restrictiva en relación con las ventas de armas a Chile debido a las sanciones por violaciones a los derechos humanos. Austria terminó adhiriendo también debido a fuertes presiones internas.
Elección de Austria y el SK-105 Kürassier
En este contexto, Austria emergió como una opción viable para Chile, dado que no estaba alineada con los bloques de poder que imponían sanciones. Austria, siendo un país neutral y no perteneciente a la OTAN, no tenía restricciones políticas significativas para la venta de armas a Chile en ese momento. Además, la industria de defensa austríaca buscaba expandir sus mercados y el SK-105 Kürassier representaba una oportunidad para ellos.
Características del SK-105 y su adecuación a las necesidades chilenas
El SK-105 Kürassier fue diseñado por Austria como un tanque ligero destinado a la defensa territorial, particularmente adaptado para operar en terrenos montañosos y accidentados, lo cual coincidía con las necesidades geográficas de Chile, un país con extensas zonas montañosas en la Cordillera de los Andes.
Aunque muy similar al AMX-13, el SK-105 Kürassier es 4 toneladas más pesado, con una presión sobre el suelo de 0,78 kg/cm². Su chasis es más grande que el del tanque francés, y está equipado con un motor más potente de 320 HP, refrigerado por agua. La transmisión es manual, con 6 velocidades hacia adelante y una marcha reversa. Estas mejoras permiten que el vehículo alcance una velocidad máxima de 70 km/h en carretera.
El sistema de rodadura consta de cinco pares de ruedas de rodamiento, tres rodillos de apoyo, y dos ruedas dentadas: una tensora y otra tractora. La primera rueda de rodamiento está equipada con un amortiguador y un resorte para mejorar la suspensión.
El vehículo cuenta con un tanque de combustible interno de 350 litros de gasoil, lo que le otorga una autonomía de 520 km en asfalto. Su cañón principal de 105 mm, el mismo utilizado en la versión AMX-13 105, es capaz de penetrar 360 mm de blindaje y está montado en una torreta oscilante.
Entre las características que hicieron al SK-105 atractivo para Chile están:
Movilidad en terreno montañoso: Su peso ligero (alrededor de 17 toneladas) y su capacidad de operar en terrenos difíciles lo hacían ideal para las zonas montañosas del país. Este vehículo está diseñado específicamente para el terreno montañoso y tiene una capacidad mejorada para subir, en comparación con los tanques de combate más pesados.
Armamento: Equipado con un cañón de 105 mm, el SK-105 ofrecía un poder de fuego significativo para un tanque ligero, adecuado para enfrentar amenazas blindadas en el contexto sudamericano.
Torreta oscilante: El cañón montado en una torreta oscilante (o basculante) permite disparar en ángulos más pronunciados que una torreta tradicional. La torreta oscilante presenta tres ventajas principales: una alta posición del cañón que mantiene la capacidad de depresión del arma, un bajo perfil que mejora la discreción en el campo de batalla, y un cargador automático que incrementa la cadencia de tiro. Sin embargo, estas ventajas se ven eclipsadas en la práctica por el bajo rendimiento del cargador automático. Además, el cañón principal experimenta un retroceso reducido, una ventaja menor atribuida a la mayor masa involucrada en la disipación de la energía durante el disparo. En terreno montañoso ello otorga una ventaja.
Costo y mantenimiento: Comparado con otros tanques más pesados, el SK-105 era más económico de operar y mantener, lo que lo hacía una opción práctica en términos logísticos y financieros para Chile.
Desarrollo de la operación
En los anales de la historia militar, pocas operaciones han sido tan cargadas de intriga y controversia como la que involucró a Chile, Austria y, finalmente, Argentina. La historia, digna de un thriller cinematográfico, comienza con un pedido ambicioso: Chile ordena a la Steyr austríaca una lista de 100 cazatanques SK-105 Kurassier, seis tanques de recuperación, tres vehículos de combate de infantería Saurer, tres vehículos de combate de infantería de mando, 360 metralletas y 124 ametralladoras. Todo ello, a un costo de unos 2.075 millones de chelines austríacos, lo que se traduce en unos 148.1 millones de dólares de 1978, o cerca de 721 millones de dólares a valores de 2024 (Pilz, 1982, págs. 125-127).
Chile, en medio de su dictadura militar, estaba a punto de recibir estos tanques Steyr SK-105 Kürassier cuando un giro inesperado cambió el rumbo de la historia. Bajo una presión política abrumadora, el gobierno austríaco canceló el envío. Este pedido, desde el principio, había sido una fuente de intensa controversia. En una Austria democrático, vender armamento a un régimen acusado de violaciones sistemáticas a los derechos humanos resultaba impensable. Exiliados chilenos y movimientos políticos de izquierda se movilizaron con fuerza, exigiendo al gobierno austríaco que bloqueara la exportación, aunque los vehículos ya estaban listos para ser enviados (Kabl, 2022).
Las justificaciones morales se convirtieron en el eje de las protestas: ¿Cómo podía Austria, un país comprometido con la defensa de los derechos humanos, vender armas a un dictador como Pinochet, señalado por la represión y las ejecuciones extrajudiciales? Por otro lado, existían un dilema de reputación que enfrentaba Austria al incumplir un contrato tan significativo. Ello se "mitigaba" al señalar que Chile podría adquirir vehículos similares en otros mercados, como el AMX-13 francés. También se había buscado que Chile firmara un condicionante con la compra, difícilmente controlable a posteriori: los tanques no podían ser usados para reprimir a la población, solo para la defensa en caso de ataque exterior. Así y todo, el envío fue cancelado, y los tanques fueron enviados a depósito, lo que desató una nueva polémica en Austria, pues la cancelación de la operación amenazaba con pérdidas económicas y la eliminación de puestos de trabajo.
En medio de este escándalo, la inteligencia militar argentina, siempre atenta a las oportunidades, vio la ocasión de convertir la desgracia de Chile en una victoria para Argentina. Con una astucia digna de una novela de espionaje, los servicios de inteligencia argentinos orquestaron un plan para desviar esos tanques a su propio país. El 15 de junio de 1981, el New York Times (haga clic aquí) reveló la audaz maniobra: Argentina había adquirido los vehículos austríacos por un sobrecosto de 32 millones de dólares respecto al pedido original de Chile. La noticia sacudió al mundo.
La operación no estuvo exenta de drama en su fase final. Manifestantes se congregaron a las puertas de Steyr-Werks, la fábrica donde se construyeron los tanques, con la intención de impedir su salida hacia Argentina. Sin embargo, la historia tomó un giro violento cuando los propios trabajadores de la planta, furiosos por la posible pérdida de sus empleos, arremetieron contra los manifestantes, dejando a 60 de ellos malheridos y allanando el camino para que los tanques partieran.
La historia culminó con un giro irónico: al año siguiente, Steyr, que había estado en una delicada situación económica, pasó de tener un déficit a un superávit, gracias en gran parte a esta operación. Así, lo que comenzó como una disputa moral en Austria terminó con un beneficio económico inesperado, recordando al mundo que, en el intrincado juego de suma cero de la política y la guerra, siempre hay vencedores y vencidos.
En el mundo de la diplomacia y la venta de armas, nada es lo que parece, y la historia de cómo Argentina logró desviar los tanques destinados a Chile es un ejemplo perfecto de intriga y corrupción. Es casi seguro que el plan argentino incluyó sobornos a funcionarios y personas clave involucradas en el proceso de entrega de los tanques. No hay que olvidar que todo el proceso de venta de armas en Austria estaba profundamente politizado, un terreno fértil para maniobras bajo la mesa.
A través de un intermediario astuto, los argentinos ofrecieron a Austria un precio mayor que el acordado con Chile. De este modo, los tanques, que originalmente debían ser enviados a Santiago, terminaron en Buenos Aires. Pero aquí surge una pregunta incómoda: ¿por qué Austria prohibió la venta al régimen de Pinochet, pero no aplicó el mismo criterio a la junta militar argentina? La respuesta sigue siendo esquiva para los historiadores, aunque es probable que los problemas económicos de Steyr, que amenazaban con llevar a la empresa a la quiebra, hayan influido significativamente en la decisión de permitir esta segunda operación. Cabe aquí mencionar que de no haber presentado Argentina la oferta, esos tanques hubiesen quedado en depósito, produciendo costos de almacenamiento y hubiesen sido el recordatorio de una mala decisión. La oferta de Buenos Aires fue una segunda oportunidad para Viena para entender que era un negocio y no una lucha por principios.
¿Por qué se aceptó la venta a Argentina? Primero, a pesar de las similitudes en cuanto a violaciones de derechos humanos, la relación diplomática entre Austria y Argentina era diferente. Austria consideraba a Argentina un mercado estratégico en Sudamérica y, en parte, la decisión de vender los Kürassier fue influenciada por el interés económico y las relaciones comerciales entre ambos países.En segundo lugar, aunque Argentina también estaba bajo una dictadura militar, la percepción internacional de su situación de derechos humanos, aunque también condenada, no tuvo el mismo nivel de escrutinio que Chile en algunos círculos europeos en ese momento. Esto facilitó que la venta pudiera justificarse de manera diferente ante la comunidad internacional. El desenlace de esta historia tuvo lugar en 1981, cuando, en el puerto francés de Le Havre, se embarcaron los primeros 57 cazatanques austriacos SK 105 Kürassier a bordo de un buque argentino, con destino a Argentina. Este envío inicial formaba parte de un pedido mayor de 120 unidades. Para noviembre de 1982, los últimos 27 cazatanques completaron el lote. Pero la relación entre Argentina y Steyr no terminó ahí; en 1985 se enviaron diez vehículos de recuperación adicionales, y en 2006, cuatro SK-105 más.
Hoy en día, estos tanques están en servicio en el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindado 11 “Coronel Juan Pascual Pringles,” con cuartel general en Rospentek Aike, y en el Regimiento de Caballería de Tanques 11, con sede en Puerto Santa Cruz. Curiosamente, Rospentek Aike está ubicado a pocos kilómetros de la frontera con Chile, un recordatorio silencioso de las tensiones que alguna vez llevaron a esta compleja danza de poder y engaño.
Escuadrón
de Exploración de Caballería Blindado 11 “Coronel Juan Pascual
Pringles” (Rospentek Aike) y Regimiento de Caballería de Tanques 11
(Puerto Santa Cruz)
Es importante destacar que la operación no solo implicó un acto de inteligencia y potencial soborno, sino también una táctica de desinformación para asegurarse de que las autoridades chilenas no descubrieran lo que estaba ocurriendo hasta que ya fuera demasiado tarde. Chile, descubrió con la nota del New York Times, que "sus" tanques pasaban al otro lado de la frontera, que habían sido desviados a Argentina, y con ello se vio obligado a buscar una solución alternativa para reforzar su capacidad militar en medio de una escalada de tensiones con su vecino.
Así,
lo que comenzó como una simple transacción comercial se convirtió en
una obra maestra de intriga internacional, donde la necesidad económica
de una empresa se encontró con la ambición militar de un país. Y en este
juego de suma cero, Argentina salió ganando, dejando a Chile con las
manos vacías y a Austria con una conciencia pesada, pero con las arcas
llenas.
Impacto y repercusiones
La operación tuvo un impacto considerable en las relaciones diplomáticas y militares entre Argentina y Chile. Si bien no desencadenó un conflicto abierto, precisamente porque jamás Chile podía haber resistido un conflicto en el Teatro de Operaciones Austral con este desbalance militar, aumentó la desconfianza entre ambos países y evidenció las tensiones subyacentes en una época de dictaduras militares y rivalidades regionales.
Desde un punto de vista militar, Argentina logró reforzar su flota de tanques en un momento crítico, aunque a un costo considerable debido al sobreprecio pagado y al riesgo involucrado en la operación. Chile, por su parte, tuvo que reevaluar sus estrategias de adquisición de armamento y la seguridad de sus operaciones internacionales.
Razones por las que es fascinante este caso
Esta historia es fascinante por varias razones:
El engaño y la audacia: La operación fue un acto de espionaje y negociación encubierta que involucró una serie de movimientos rápidos y arriesgados. La capacidad de Argentina para ganar de mano y comprar un cargamento de tanques destinados a su enemigo potencial y adquirirlos para su propio ejército demuestra un nivel de audacia y habilidad en operaciones encubiertas que es digno de mención.
Las repercusiones geopolíticas: El evento exacerbó las tensiones en una región ya volátil. Aunque no llevó directamente a una guerra, contribuyó al clima de desconfianza y paranoia que caracterizó las relaciones entre los dos países durante esa época.
El costo de la operación: Desde un punto de vista económico y estratégico, el hecho de que Argentina pagara un sobreprecio para adquirir estos tanques muestra hasta qué punto estaba dispuesta a llegar para mantener una ventaja militar sobre Chile, subrayando la importancia que ambos países otorgaban al poder militar en su relación bilateral.
En resumen, la operación para re-adquirir los tanques Steyr SK-105 Kürassier es un ejemplo de la compleja y a menudo oscura interacción entre espionaje, diplomacia y estrategia militar en América del Sur durante la Guerra Fría. Es una historia que resalta cómo los países pueden recurrir a métodos extraordinarios para asegurarse una ventaja estratégica en situaciones de alta tensión.
Referencias
Knabl, Leonhard Lorenz, Österreichische Waffenexporte in den Globalen Süden. Der Diskurs um Panzerexporte im öffentlich-rechtlichen Rundfunk, in: Historia.Scribere 14 (2022), S. 229–255. DOI 10.15203/historia.scribere.14.614
Pilz, Peter, Die Panzermacher. Die österreichische Rüstungsindustrie und ihre Exporte, Wien 1982.
Mantenerse neutral durante la Segunda Guerra Mundial
fue una forma de arte que Türkiye logró dominar a través de una
diplomacia inteligente. Tomaría
hasta febrero de 1945 cuando el país finalmente declaró la guerra a la
Alemania nazi y Japón, e incluso entonces ninguna tropa turca participó
en el resto de la Segunda Guerra Mundial. De
hecho, la entrada tardía de Türkiye en la guerra fue poco más que una
formalidad después de que los Aliados condicionaron la beligerancia
total de Türkiye para ser invitado a las Naciones Unidas. Sin
duda, esta ausencia fue para gran consternación de los británicos, que
en realidad esperaban que Türkiye declarara la guerra a Alemania ya el
28 de octubre de 1940, cuando Italia lanzó su invasión de Grecia.
Esta expectativa surgió de una alianza militar
concluida entre Türkiye, el Reino Unido y Francia el 19 de octubre de
1939. [1] Ansiosos por asegurar la futura participación de Türkiye en la
Segunda Guerra Mundial que había comenzado solo un mes antes, el Reino
Unido y Francia prometieron para entregar grandes cantidades de
armamento para modernizar significativamente el ejército en ruinas de
Türkiye. Ankara se mostró
especialmente firme en la construcción de una fuerza de primera línea de
500 aviones modernos que serían superiores o al menos iguales a
cualquiera de sus vecinos. [1]
Sin los fondos para adquirir siquiera la mitad de ese número, el Reino
Unido y Francia finalmente acordaron proporcionar a Türkiye más de 300
aviones de combate modernos.
Incluso entonces, no se esperaba que Türkiye luchara
por su cuenta contra una gran potencia como Italia o Alemania. Al
tener poca armada a su disposición y con la mayoría de su ejército aún
montando a caballo, las Fuerzas Armadas turcas tardarían una cantidad
considerable de tiempo en absorber todo su nuevo equipo, desarrollar
tácticas de combate para ellos y desplegar ellos en conjunto con otras
ramas de las fuerzas armadas. Para
compensar la esperada falta de eficacia de combate de Türkiye, se
previó un futuro despliegue de fuerzas británicas y francesas en el país
en caso de que surgiera la necesidad, y la construcción de unas 95
pistas de aterrizaje en su mayoría rudimentarias en todo Türkiye para
uso de los británicos, franceses y turcos. se comenzó. [1]
Pero con la guerra en Europa, Türkiye terminó recibiendo solo una parte del equipo que había pedido. En
octubre de 1939, la Fuerza Aérea Turca solicitó la entrega de 159
aviones del Reino Unido, incluidos los cazas Supermarine Spitfire y
Hawker Hurricane y los bombarderos ligeros Bristol Blenheim y Fairey
Battle. [1] Solo la mitad de los aviones solicitados (y ordenados) finalmente se entregaron, incluidos solo dos Spitfire Mk I. Cuando
Italia lanzó su invasión de la vecina Grecia en 1940, las Fuerzas
Armadas turcas probablemente apenas eran capaces de defender sus propias
fronteras, y mucho menos iniciar operaciones ofensivas contra las
fuerzas italianas (y más tarde alemanas) ubicadas en el área.
Una alineación de Spitfires y Hurricanes turcos en 1940. Türkiye recibió solo dos de los quince Spitfires que ordenó en 1939. Otro Spitfire destinado a Polonia se recibió después de la caída de ese país en octubre de 1939. Los tres aviones tuvieron que ser retirados en diciembre de 1940 por falta de repuestos.
El volumen de armas suministrado desde Francia tampoco estuvo a la altura de las expectativas turcas. Mientras
recibía 36 aviones de combate Morane-Saulnier MS.406C1 (visto en la
imagen del encabezado) y 100 tanques ligeros Renault R-35 a principios
de 1940, las entregas posteriores se detuvieron después de la invasión
de Francia en mayo de 1940. El Reino Unido también se vio incapaz de
cumplir con las repetidas solicitudes de Türkiye en 1940 y 1941, que
mientras tanto había aumentado a 546 aviones, después de sufrir pérdidas
significativas en Dunkerque y durante la Batalla de Gran Bretaña. La
Batalla de Gran Bretaña presentó una oportunidad única para que Türkiye
adquiriera repuestos para sus bombarderos He 111 después de que
Alemania notificó a Ankara que ya no podía entregarlos en 1941. [2]
Türkiye luego se dirigió al Reino Unido con la peculiar solicitud de si
podía suministrar piezas de repuesto He 111 recuperadas de los aviones
que se estrellaron durante el bombardeo de 1940, que obtuvo una
respuesta positiva de Londres. [3]
Otro desarrollo relacionado con la guerra apenas
conocido fue la construcción de un extenso búnker y un sistema de
túneles subterráneos desde el Mar de Mármara hasta el Mar Negro para
proteger Estambul de una posible invasión terrestre alemana. Conocida
como la Línea Çakmak, llamada así por su inventor, el mariscal Fevzi
Çakmak, la Línea Çakmak se inspiró en la Línea Magniot, que en 1940 fue
fácilmente superada durante la Batalla de Francia. Se
invirtieron grandes sumas de dinero y hormigón en el proyecto, y se
utilizaron aproximadamente 350 000 toneladas de cemento durante la
construcción de las fortificaciones, lo que equivalía a un año completo
de producción de cemento de Türkiye en ese momento. [4]
Después de que los alemanes se retiraran de Grecia en 1944, la Línea
Çakmak perdió su único propósito y rápidamente cayó en desuso.
Uno de los muchos búnkeres supervivientes de la línea Çakmak situado al oeste de Estambul.
Cuando
la guerra comenzó a tornarse a favor de los Aliados a partir de 1942,
el Reino Unido (y en menor medida los Estados Unidos) por primera vez
pudieron satisfacer las solicitudes de Türkiye de cantidades
significativas de material de guerra. En
ese momento, los aliados no solo tenían que preocuparse por las
capacidades defensivas de Türkiye, sino también por la creciente
influencia de Alemania en Türkiye. En
enero de 1941, Alemania y Türkiye firmaron un tratado de amistad a
pesar de que Ankara todavía estaba oficialmente en una alianza militar
con el Reino Unido. Después
de que las fuerzas alemanas presionaron en su avance hacia las
profundidades de la Unión Soviética, Berlín buscó el permiso turco para
que los submarinos alemanes pasaran a través del Bósforo hacia el Mar
Negro y la entrega de mineral de cromita. Si bien Ankara rechazó la primera solicitud, en un golpe de genialidad, Ankara luego filtró los
detalles de estas negociaciones con Berlín a los británicos y
estadounidenses, quienes luego se apresuraron a ir a Ankara para superar
a los alemanes. Cuando
Berlín se enteró de esto, aceptó de inmediato las condiciones de Ankara,
lo que resultó en un pedido de 72 aviones de combate Fw 190 A-3s y 35
tanques Panzer III y 35 Panzer IV en 1943. [5] Las entregas sustanciales
de armas aliadas continuaron al igual que Londres. y Washington
intentaban nuevamente llevar a Türkiye al pacto. En
diciembre de 1943, Churchill, Roosevelt y el presidente İsmet İnönü se
reunieron en El Cairo, pero no pudieron llegar a un consenso. Como
resultado, los Aliados a principios de 1944 anunciaron que reducirían
drásticamente las entregas de armas y cortarían prácticamente todas las
exportaciones de petróleo a Türkiye hasta que Ankara terminara con los
envíos de cromita a Alemania y abriera sus bases aéreas.
El fin de la exportación de mineral de cromita, que
se utiliza para la producción de acero, fue seguido más tarde por un
cese total de las relaciones diplomáticas y comerciales con Alemania en
agosto de 1944 y una declaración de guerra a Berlín en febrero de 1945.
Curiosamente, Berlín tenía ya anticipó una declaración de guerra turca
tarde o temprano, planeando bombardeos estratégicos en Estambul en caso
de una declaración de guerra. En
última instancia, la decisión de Türkiye de elegir un bando llegó
demasiado tarde para que tal retribución fuera practicable. [5]
Si Alemania hubiera llevado a cabo sus planes originales, los He 111 de
la Luftwaffe podrían haber sido interceptados por Fw 190 A-3 de
fabricación alemana al servicio de la Fuerza Aérea Turca. Evidentemente,
la no participación de Türkiye durante la Segunda Guerra Mundial no
significa necesariamente que sus hazañas de guerra sean
Un Supermarine Spitfire Mk Vb (izquierda) y Focke-Wulf Fw 190 A-3 (derecha) de la Fuerza Aérea Turca.
La siguiente lista intenta realizar un seguimiento
del equipo militar pesado entregado a Türkiye poco antes, durante y poco
después de la Segunda Guerra Mundial. Las entradas a continuación están ordenadas por categoría de armamento (con una bandera que indica el país de entrega). La artillería remolcada y los cañones antiaéreos no están incluidos en esta lista. El
objetivo de esta lista no es proporcionar una descripción general de la
fuerza de Türkiye en tiempos de guerra, sino mostrar el inventario
exótico de las Fuerzas Armadas turcas de equipos de la era de la Segunda
Guerra Mundial recibidos entre 1933 y 1949.
(Haga clic en el equipo para obtener una imagen de ellos en el servicio turco)