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domingo, 23 de octubre de 2022

Invasión: Derribo de piloto ruso en primera persona

Derribo de piloto ruso en primera persona

Filmación en primera persona muy alocada de un piloto ruso eyectándose de un Su-25SM (09 Rojo) que fue alcanzado por el fuego ucraniano.





domingo, 6 de febrero de 2022

Malvinas: Philipi y Blake desarrollan una amistad luego de hundir a la Ardent

Los tres axiomas de un admirador del Barón Rojo


Al desatarse la guerra, el capitán de corbeta Alberto Philippi era el segundo jefe de la Base Aeronaval Río Grande. Pero un aviador que había bautizado a su hijo Manfred, en honor al Barón Rojo, - von Richthofen, - no se iba a quedar detrás de un escritorio. Al igual que el legendario as de la aviación alemana (1892-1918) estaba dispuesto a morir en combate. Y más allá del apellido italiano y del argentinísimo sobrenombre "Mingo", este hijo de inmigrantes alemanes y nieto de un combatiente de la Primera Guerra Mundial ostentaba las clásicas características teutonas que tanto le sirvieron en el conflicto de Malvinas: disciplinado, ordenado, estricto, eficaz. Pero aún más clave fue su religiosidad sin fisuras.
Incorporado voluntariamente al Escuadrón de Skyhawk A4Q, aquel 21 de mayo despegó rumbo al Estrecho de San Carlos con los tenientes Arca y Márquez de numerales. Un rato después los seguirían Sylvester, Rótolo y Lecour.
Ya en Malvinas el terceto comenzó a descender sobre la Isla de los Pájaros. Las condiciones meteorológicas eran totalmente adversas: lluvia, techos bajos y visibilidad de apenas una milla. Lo cual significaba que una fragata podía lanzarle sus misiles mucho antes de que los pilotos la vieran. Lejos de desistir, Philippi ordenó conectar el master de armamento. Pasaron por el Cabo Belgrano, que lucía negro y amenazador, y antes de llegar a San Carlos divisaron los mástiles de una fragata detrás de una roca. Y la fragata los divisó a ellos, precipitándose a navegar a toda potencia hacia el centro del estrecho.



Mingo echó una última mirada al tablero. De las 5300 libras de combustible que cargaba el avión, necesitaba 5000 para ir y volver. Sólo le quedaban 300 libras para atacar y escapar. Iba al límite absoluto del JP1 y no se había previsto reabastecimiento en vuelo.
Philippi ordenó dispersarse a sus numerales, para atacar desde distintos ángulos y al mismo tiempo complicarle a los brits la selección del blanco. El jefe de la escuadrilla fue el primero en impactar, tras lo cual escuchó la voz de Arca: «¡Muy bien, señor!”. Le había dado a la Ardent en la popa. Los aviadores navales arrojaron sus doce bombas MK82 en reguero y comenzaron el escape.
Sin embargo, al ser atacada, la fragata había emitido todas las alarmas posibles y los dos aviones de su escolta, que la sobrevolaban a 10 mil pies de altura – y que habían fallado en su misión de prevenir el ataque - se lanzaron en picada sobre los argentinos. “¡Harrier,Harrier!” se escuchó la voz de Márquez.

-¿Cómo estabas en ese momento?
-Con la adrenalina y el oxígeno al cien por ciento.

Philippi ordena eyectar las cargas externas que los demoran: tanques auxiliares y lanzadores de bombas. “Después de eso, el A4 se convierte en una mariposa”, me dice.
Pero el Sidewinder L se muestra como implacable cazamariposas. Haciendo maniobras evasivas, Philippi observa que uno de los Harrier le dispara precisamente ese misil. El proyectil lo sigue por espacio de algunos segundos y explota debajo del avión volándole la cola. El A4Q tiembla y se encabrita. El piloto se da vuelta y ve que el Harrier se está acomodando para rematarlo con sus cañones. “Me dieron, me eyecto, estoy bien”, avisa lacónicamente por radio a sus camaradas.
El manual del Skyhawk dice que hay que eyectarse a 150 nudos por hora, con las alas estabilizadas. “Hacerlo a 350 nudos te puede arrancar un brazo, o la cabeza”, me explica. Sin embargo, no quedaba otra, y Philippi tiró de la manija entre sus piernas. De los ocho aviones en servicio del Escuadrón, seis tenían el cohete eyector vencido. Por suerte, este funcionó igual.
Estrellarse contra el aire a esa velocidad le provocó un desmayo. Cuando recuperó el conocimiento, estaba cayendo en paracaídas, inclinado hacia delante, viendo bajo sus pies el estrecho de San Carlos y alrededor suyo el combate entre aviones argentinos y británicos. Su primer pensamiento fue dar gracias a Dios.
El golpe contra el agua fue durísimo. Afortunadamente, el paracaídas se recostó sobre las olas y lo arrastró hacia la costa. Cerca de ella se desembarazó de la tela y comenzó a nadar, pero debió luchar denodadamente contras las “kelps”; algas o cachiyuyos, que dieron nombre a los pobladores anglos de Malvinas (ver foto debajo sobre los kelps en el estrecho de San Carlos).


Algas kelpers

Llegó tan agotado, que tuvo que salir del agua gateando, no podía pararse. Muy cerca se encontraba escorado el mercante Río Carcarañá, que los ingleses atacaron el 16 de mayo, abandonado por su tripulación. Tirado exhausto en la arena veía pasar aviones de combate. El de Márquez había explotado en el aire, mientras que el de Arca, averiado, se dirigía hacia Puerto Argentino. A todo esto, Sylvester, Rótolo y Lecour habían rematado a la Ardent. Cuando recuperó el aliento, con su cuchillo de caza Puma White Hunter (ver foto debajo) cavó un pozo de zorro para pasar la noche. Cada tanto, el frío lo obligaba a levantarse y se calentaba haciendo más profundo su refugio.


Cuchillo Puma White Hunter

Alrededor de las dos de la mañana activó su señal de radio de emergencia, para que pudieran rescatarlo los efectivos propios. Pero al ser detectada por los ingleses, estos abrieron fuego contra el Río Carcarañá. Y los tiros cortos caían cerca de Philippi, quien decidió ponerse en marcha. Iba de cerro en cerro activando la señal. Desde uno de ellos vio al buque mercante despidiendo humo negro; lo habían convertido en un colador. Pasó la noche siguiente en un galpón de esquila. Con el revolver de supervivencia Smith & Wesson calibre 38 (ver foto debajo) mató una oveja y la asó en un fuego que prendió con su pistola de señales.



Revólver Smith & Wesson cal 38

Al tercer día, el 24 de mayo, avistó tres vehículos y les hizo señales apelando al espejo de supervivencia. Le pareció ver un jeep Mercedes Benz y dos Unimog del Ejército, pero al acercarse comprobó que se trataba de un Land Rover y dos tractores: eran kelpers. “Esto viene mal”, pensó, y reemplazó las balas luminosas de su revolver por balas de plomo. Se tranquilizó empero al ver que el principal del grupo le tendía la mano sonriente.
-Soy un piloto argentino derribado el día 21 y quiero volver con mi gente. Si nos ponemos de acuerdo, bien, y si no, sigan su camino, y yo seguiré el mío.
-Lo vamos a ayudar. Usted es una persona de suerte. En esta zona, totalmente deshabitada, nosotros pasamos sólo un día cada seis semanas, para hacer rotación de ganado. Y hoy nos tocaba.




Quien así le respondió resultó ser Tony Blake, administrador de la estancia North Arm, de cien mil hectáreas de extensión. A partir de ese momento Philippi fue tratado a cuerpo de rey. Lo instalaron en el dormitorio del dueño, se bañó con jabón perfumado, fumó cigarrillos Rothmans, tomó whisky del mejor y degustó los exquisitos scones preparados por la esposa de Tony. “Me trataron igual que si fuera un piloto británico”, se admira.
Más aún, Philippi encontró en Blake un alma gemela; tenían las mismas pasiones: la caza de puma, ciervo y jabalí, la pesca de trucha con mosca, el golf, ambos eran fanáticos radioaficionados y fotógrafos, y hasta poseían idéntica cámara, la Canon A1.
A la mañana siguiente, Blake lo llevó a conocer la estancia y a sus empleados. Uno de ellos, conocido por su furibundo odio a los argentinos, al ver Philippi, se llevó la mano a la cintura debajo del abrigo. Blake se quedó helado, pensó que sacaría un arma para matar al piloto.
El capataz, en cambio, extrajo una petaca de brandy y propuso brindar por dos razones:
“Porque usted se salvó, y por su día nacional, que se celebra hoy».
Cuando al rato arribó el helicóptero de rescate argentino, despidiéndose, todos lloraban.
-Mingo, ustedes estuvieron menos de 24 horas juntos, ¿cómo es que se pudo generar un afecto tan entrañable?
-No tiene explicación.

Tony Blake le mandó un autito Matchbox al hijo de Philippi, Manfred, de tres años. Y la esposa del kelper, la receta de los scones a Graciela Philippi.
La mujer del piloto, desde su casa aledaña a la Base, había visto despegar seis aviones y regresar sólo tres. Sin embargo, al darle la noticia de que su marido estaba desaparecido, el jefe del Escuadrón le dijo: «Arca vio un paracaídas. Si era el de Mingo, conociéndolo, te aseguro que va a aparecer”. Efectivamente, siete días después Graciela lo tenía entre sus brazos.
Tony Blake visitó a Philippi en la Argentina, y hasta llevó una ofrenda floral al cenotafio de Puerto Belgrano, demostrando un gran sentimiento por nuestros caídos.
Philippi, en cambio, a pesar de la insistencia en invitarlo de su amigo kelper, sostiene que iría a Malvinas de una sola manera: “Por la puerta grande, en un avión de la Armada”.
-¿Mingo, qué es lo que te permitió sobrellevar tamaña odisea, a los 43 años, con todo en contra, si ni siquiera saliste con el avión del comandante, que tenía navegador?

-El buen adiestramiento, desde ya. Pero sobre todo los tres axiomas que me acompañaron siempre. Son tres párrafos de la Biblia: "Ayúdate y Dios te ayudará", "Ni una hoja cae si no es la voluntad del Señor" y "Dios es mi pastor, nada me faltará. Aunque ande en el valle de sombras de muerte, no temeré mal alguno, Tú estarás conmigo…". Esas palabras retumbaban en mi cabeza.
-¿En esos momentos difíciles?
-En todos los momentos, la vida entera, hasta el día de hoy. Y Dios siempre apartó el daño que aparecía por delante, siempre me despejó el camino.

Conocí a Philippi cuando lo evacuaron a Puerto Argentino. Obviamente quise entrevistarlo, pero se negó. Años después lo crucé en Bahía Blanca y dijo que me debía esa nota. Hoy ya no me la debe…

(c) Nicolás Kasanzew

sábado, 24 de abril de 2021

COAN: El accidente del Panther de Borzone y el toro

Pequeña plaza de toros

Escrito por Claudio MEUNIER.




Compartido por Capitán de Navío Dn. Jorge TROITIÑO.

30 de marzo de 1964, son las 08.50 hs, dos Grumman Panther (0451/3-A-103) y (0449/3-A-101) piloteados por los Tenientes de Fragata Carlos Humberto Raimondi y Osvaldo Hugo Borzone despegan desde la Base Aeronaval Comandante Espora, inician un vuelo cuyo tema de instrucción es vuelo en formación. Poco después del despegue y mientras trepan ganando los 2400 metros de altura Raimondi observa la cabina de Borzone, hay presencia de humo. Raimondi informa al líder la novedad. Borzone observa dentro de la cabina con detenimiento, nota una humareda blancuzca que ingresa y escapa por alguna junta de la cabina, verifica la potencia y su presión de aceite, está desconcertado pues los niveles son normales, en ese momento un rugido grosero seguido de un martillazo y luego silencio total se apoderan del avión. Borzone comienza a sentir el sonido de la turbina a través de su casco, emite un sonido intermitente acompañado de vibraciones, el origen parece ser la turbina. El equipo radioeléctrico comienza a tener apagones, hay golpes fuertes en la turbina, variaciones anormales de potencia, extraños ruidos metálicos y lo más grave, se enciende la luz de fuego en el avión. Raimondi llama a Borzone que se debate en la emergencia.
  • 103: Le está saliendo una espesa columna de humo blanco del tubo de chorro".
  • 101: Recibido- contesta Borzone - voy a reducir la potencia, dígame si sigue saliendo humo.
  • 103: Le sigue saliendo mucho humo blanco.
  • 101: Informe a Espora que estoy en emergencia.
  • 103: Recibido, ¿quiere que le lea de la lista de vuelo el procedimiento de emergencia?
  • 101: Negativo, comunique a Espora la emergencia.
  • 103: Pantera Móvil, Espejo, tengo al Panther de mi numeral en emergencia, solicito se despeje la pista, frecuencia 118.7.
  • Espora: hay un Panther en emergencia, solicito despeje la pista.
  • Operaciones Panther: el Teniente Borzone está en emergencia, acoplarse a la frecuencia 118.1.
  • Espora: Recibido, estamos dando instrucciones para despejar la pista.
  • Operaciones Panther: 101 ¿puede informar que tipo de emergencia es?
  • 103: ¡SE EYECTÓ, SE EYECTÓ! Veo el paracaídas flotando y el Teniente Borzone aparentemente bien.
  • Operaciones Panther: 101 informe lugar de la eyección.
  • 101: Desciende al norte de Punta Alta próximo a la ruta que va de Punta Alta a la Ruta 3.
  • Operaciones Panther: Recibido 101, prosiga para localizar donde cae el avión.
  • 101: Lo veo descendiendo normal, el avión se estrello a unos 300 metros de una casa incendiándose de inmediato y dejando una estela de fuego de 150 metros. También veo al Teniente Borzone incorporándose y recogiendo el paracaídas dentro de un corral.
  • Operaciones Panther: 101 orbite sobre el punto de caída hasta que le queden 2500 libras de combustible y oriente al avión de salvamento y luego vuelva a Espora.

‘El Pulpo’ Borzone, se encuentra ileso y se convierte en el tercer piloto de la Aviación Naval Argentina que abandona su jet utilizando el moderno asiento eyectable.
Borzone será recordado también en su ámbito por operar en la Antártida, piloto de los North American AT6 embarcados. Jugador de rugby, narrador de cuentos, boxeador nato, amante de la buena música, esposo, padre, abuelo, no le falto nada.
Falleció el 28 de marzo de 2011 en Buenos Aires.
Acerca de la eyección, Borzone dejo sus impresiones:

‘El ruido del viento fue ensordecedor, volé por el aire dando vueltas y no podía localizar el horizonte. Cuando mi cuerpo se separo del asiento, se abrió el paracaídas y supe que iba a aterrizar, pero atemorizado ante la posibilidad de haber perdido una extremidad o comprobar que estaba muerto, no quise mirarme el cuerpo. Empecé a tantearme y abrí los ojos, justo para observar cómo caía dentro de un corral cuyo único animal adentro era un toro y me miro de muy mala manera. Yo estaba vestido con el overol naranja característico y el toro comenzó a encaminarse hacia mí con alguna idea que a mí no me atrajo. No lo dude, corrí y salte la tranquera, caí en unos arbustos llenos de espinas. Al incorporarme mire hacia atrás y me di cuenta que el toro había corrido en dirección opuesta a la mía, la explosión del Panther asustó al animal y eso me salvo de morir, en una pequeña y desierta, plaza de toros ‘


El avión accidentado es el primero desde arriba de esta fila de Panthers (101).



Pilotos aeronavales con el overol naranja mencionado en el relato.

miércoles, 15 de abril de 2020

AMD Rafale: Un civil se eyecta luego de abordar por sorpresa

Se aferró de la manija equivocada: un civil se eyecta desde un avión de combate

Welt (original en alemán)





Al principio solo, fuerzas de más de 3 g afectaron al hombre
Crédito: dpa / Michel Euler


Debería ser una sorpresa: los colegas llevaron a un hombre a una base de la fuerza aérea sin decirle nada y le dieron un avión de combate. El hombre no se atrevió a negarse. Luego activó el asiento de eyección.

Un civil se disparó desde un avión militar con el asiento de expulsión, esto sucedió el 20 de marzo de 2019 en la base de la fuerza aérea Saint-Dizier en el este de Francia. Según el "Guardian", el avión tenía una velocidad de 500 km / h. Un año después, el informe de la agencia de investigación de aviación civil francesa revela hechos espeluznantes.

Aparentemente, el hombre se eyectó accidentalmente del avión de combate Dassault Rafale porque la situación lo había abrumado mental y físicamente. "El pasajero nunca ha expresado ningún interés en este tipo de vuelo, especialmente no en un avión de combate", escriben los expertos.
El hombre de 64 años recibió el vuelo como una sorpresa de sus colegas. Él y sus colegas fueron a Saint-Dizier la noche anterior sin conocer el programa para los días siguientes, según el informe. Según The Guardian, el hombre es un oficial superior en una compañía de defensa, pero sin ninguna experiencia de vuelo en aviones militares.

El pasajero probablemente estaba "estresado"

"El deseo de mantener la sorpresa hasta el momento del vuelo resultó en que el tiempo para cada fase de la preparación del vuelo se redujera lo más posible", dijeron los expertos. Esto causó una sensación de estrés para el pasajero. Además, de acuerdo con el "Guardián", se ignoraron las advertencias médicas de que un huésped no debería simplemente estar expuesto a la fuerza de 3,7 g al comienzo.

A esto se sumó la "falta total" de experiencia en aviación militar. "Esta situación alentó la capacidad del pasajero para tomar decisiones limitadas".

Como se enfrentó a un hecho consumado el día del vuelo, al hombre le resultó particularmente difícil negarse a participar en el vuelo. Además, el hombre se había quedado solo con los preparativos del vuelo, y el examen médico preliminar tampoco fue satisfactorio.

Cuando el avión finalmente despegó, el hombre quedó completamente abrumado por las fuerzas g, el efecto de la aceleración, y probablemente accionó accidentalmente el asiento de eyección. Incluso perdió su casco. Milagrosamente, el hombre solo resultó levemente herido: el piloto también pudo aterrizar el avión de manera segura. Un mal funcionamiento impidió que el piloto fuera expulsado automáticamente.

domingo, 8 de septiembre de 2019

COAN: El accidente fatal de Peña en 1973

El avión de la guerra de Vietnam que se estrelló en Bahía Blanca

Maximilano Allica || La Nueva

La ciudad guarda miles de historias ocultas o poco conocidas. Una ocurrió en la zona de La Vitícola hace 46 años, cuando un brillante piloto de la Aviación Naval sufrió un problema que terminó con su vida.




Foto periodística del accidente en La Vitícola (Fotos: Archivo La Nueva y gentileza Claudio Meunier)


“¡Me estoy desnucando como Peña!”, pensó Jorge Philippi el 21 de mayo de 1982, plena guerra de Malvinas, mientras su cuerpo flameaba por los aires a 900 kilómetros por hora tras haberse eyectado de su avión. Un misil de la aviación inglesa le había volado la cola de la nave y el aparato parecía una cañita voladora.

El entonces capitán de corbeta se eyectó a una velocidad muy superior a la recomendada. Los manuales piden que un piloto se despida con la mayor desaceleración posible, nunca por encima de los 350 nudos (500 km/h), pero delante de la muerte decidió activar el mecanismo a 500 nudos (900 km/h) a riesgo de desmembrarse en el vacío.

“Recuerdo que estaba dando vueltas carnero en el aire y la máscara de oxígeno me tironeaba para adelante. Sentí un fortísimo dolor en la nuca y pensé: 'Me estoy desnucando como Peña'”, le dice Philippi a La Nueva.

Se desmayó unos instantes y despertó con el paracaídas abierto, sobre el estrecho de San Carlos. Lo rescataron milagrosamente sin heridas que le fueran a dejar secuelas. Hoy lo puede contar.



Un escuadrón de Skyhawk A-4Q.


Mario, medalla de oro

El teniente de fragata Mario Peña era medalla de oro de la promoción número 43 de la Escuela de Aviación Naval. Tenía condiciones naturales para volar, sentía al avión como una extensión de su cuerpo.

Porteño de origen, su instructor directo en ese verano de la temporada 1972/73 era Philippi.

El 6 de enero de 1973, el joven piloto se subió al jet Skyhawk A-4Q para un vuelo de adiestramiento sobre La Vitícola, un ejercicio a cargo del teniente de navío Ruiz.

“El superior le ordenó a Peña seguirlo en uno de los temas del vuelo, la acrobacia, y la maniobra era un rizo. Los dos Skyhawks se elevaron apuntando la nariz al sol y fue en el momento en que Peña realizaba la maniobra que experimentó una entrada en tirabuzón perdiendo el control del aparato”, recuerda el escritor y cazador de historias Claudio Meunier.

El comportamiento, denominado departure, era conocido por los aviadores norteamericanos y el consejo era soltar el comando para dejar que el jet saliera naturalmente de la maniobra. Entre los aviadores que habían recibido un adiestramiento básico, el dato no era conocido.

Ruiz recibió en los auriculares de su casco la voz de Peña: “Señor, estoy en tirabuzón, estoy en tirabuzón”. Contestó: “¡Guarda! Pueden ser los slats”, mientras buscaba con la mirada al avión de Peña, hasta que lo vio en su caída descontrolada.

Segundos más tarde la cortante voz de Peña informó: “Eyecto”. Hubo una breve explosión seguida de una llamarada en la cabina del A-4Q que confirmaba el escape de Peña y allí Ruiz observó el paracaídas abriéndose en forma normal. Solo le llamo la atención que, al orbitar alrededor del paracaídas, Peña no hiciera ninguna señal para informar que se encontraba en perfectas condiciones.

Al tocar el suelo, el paracaídas se infló por el viento y arrastró a Peña dando la impresión de estar desmayado. Ruiz llamo a la Base Espora solicitando el helicóptero de rescate. El Alouette (4-H-7) descendió cerca de donde yacía Peña aún enganchado al paracaídas con su velamen inflado y detenido contra un alambrado.



El cráter que dejó el avión caído.

El teniente de fragata Luis Paniego, médico a bordo, cortó las cuerdas del paracaídas. Vio a Peña con su casco puesto y el visor abajo, sin la máscara de oxígeno y el soporte roto. Tenía sangre en el cuello, manchando el overol y desgarrando la parte delantera. Le destrabó el arnés, abrió el overol, rasgó la camiseta para ser auscultado y comprobó su fallecimiento.

“Peña obvió durante el prevuelo un detalle: abrochar correctamente la manguera de su máscara de oxígeno sobre su traje de vuelo. Al entrar en barrena, la manguera suelta comenzó a flotar por obra de la ingravidez y se enredó sobre el acelerador de velocidad que tiene forma de T. Al eyectarse, la manguera quedó trabada en la T, tirando hacia abajo mientras el cuerpo salía despedido hacia arriba, desnucando al joven aviador en forma instantánea”, explica Meunier.

En el USS Saratoga

El cráter con los restos humeantes del Skyhawk A-4Q contenía un secreto histórico. Este poderoso jet, años antes, había operado en la guerra de Vietnam con el escuadrón 224 desde el portaaviones norteamericano USS Saratoga.

Más tarde fue almacenado en el depósito de Davis Monthan y poco tiempo después era adquirido por la Aviación Naval Argentina pasando a formar parte de la Tercera Escuadrilla de Caza y Ataque.

Esos mismos aviones, el 21 de mayo de 1982, atacaron y hundieron la fragata británica HMS Ardent durante la guerra de Malvinas, en uno de los tantos episodios que demostraron el espectacular heroísmo de los pilotos argentinos.

En las próximas semanas Meunier emprenderá la búsqueda en La Vitícola de los restos metálicos del A-4Q de Peña. Pedazos de historia.