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jueves, 25 de abril de 2024

Argentina: Perón inicia la debacle argentina



Juan Perón de Argentina: Su encubrimiento de criminales de guerra nazis no trajo los beneficios que esperaba para su país



Ian Harvey || The Vintage News


A mediados del siglo XX , la nación sudamericana de Argentina fue gobernada por el carismático Juan Domingo Perón, quien era tan popular entre los argentinos que lo eligieron presidente por tres mandatos. Perón había dirigido la nación durante dos mandatos consecutivos, de 1946 a 1955, cuando fue derrocado por un golpe de Estado ; fue reelegido en 1973 y se desempeñó como presidente hasta su muerte en 1974.

La esposa de Perón, Eva, se convirtió en un ícono nacional durante su primera presidencia al defender los derechos de los trabajadores y las mujeres. Después de su temprana muerte por cáncer de cuello uterino en 1952, la historia de vida de Eva quedó inmortalizada en el popular musical y película Evita, cuyo apodo se usó como título. A pesar del poderoso legado de su esposa y su propia habilidad como líder, hubo aspectos de la presidencia de Perón que fueron preocupantes, el más notable fue cómo apoyó a los criminales de la Segunda Guerra Mundial que huían. Nazis infames como Adolf Eichmann y Josef Mengele fueron admitidos, incluso bienvenidos, en Argentina. Comprender por qué Perón permitió esto requiere un examen de la historia de Argentina antes y durante la Segunda Guerra Mundial, las propias creencias políticas de Perón y otros factores importantes, como el antisemitismo generalizado del país.




Presidente Juan Domingo Perón, tomada en 1973, luego alentar a la guerrilla izquierda para que aterrorizara el país y de crear el terrorismo de derecha para que acabase con la primera. Archivo General de la Nación

Antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Argentina tenía vínculos de larga data con España, Italia y Alemania, países que luego se unirían como las potencias del Eje. Argentina había sido colonizada por España, el idioma oficial del país es el español, y durante décadas inmigrantes de Alemania e Italia poblaron el país. Juan Perón incluso había servido como oficial militar adjunto en Italia durante los años de guerra de 1939 a 1941, y admiraba mucho al líder fascista italiano Benito Mussolini.

Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, Argentina era técnicamente neutral, pero había un gran apoyo a las potencias del Eje en todo el país, no solo por los lazos históricos y ancestrales de la nación con los países del Eje, sino también por su flagrante antisemitismo. La pequeña población judía de Argentina, que contribuyó mucho a la economía de la nación, estaba siendo perseguida por los no judíos incluso antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial. Argentina rechazó la inmigración judía al país durante los pogromos nazis, y el ministro de Inmigración de Perón, Sebastián Peralta, no hizo ningún esfuerzo por ocultar sus propias creencias antisemitas. Sin embargo, a veces se permitía la entrada a judíos europeos con los medios apropiados para sobornar a los burócratas o con las conexiones adecuadas en el gobierno argentino.

El país apoyó la causa del Eje de la manera más activa posible, y Argentina se llenó de agentes nazis, mientras que oficiales y espías argentinos vagaban por Alemania, Italia y partes de la Europa ocupada. Argentina compró armas a Alemania por temor a las hostilidades con Brasil, que apoyó a los países aliados en la guerra. A cambio, Alemania prometió importantes concesiones comerciales a Argentina una vez que terminara la guerra.

Argentina también usó su estatus neutral para fomentar acuerdos de paz entre el Eje y las fuerzas aliadas. Bajo la presión de los Estados Unidos, rompió lazos con Alemania en 1944, uniéndose a los Aliados en 1945 un mes antes de que terminara la guerra y cuando la derrota de Alemania era segura. Mientras la percepción pública era que Argentina estaba haciendo lo correcto, Juan Perón les dijo en privado a sus conocidos alemanes que todo era pura apariencia. A la mayoría de los argentinos les entristeció que Alemania se rindiera en 1945, lo que hizo que los nazis fugitivos buscaran asilo en un ambiente acogedor.


Deshonra para el uniforme militar: Perón luce su estúpida sonrisa, tomando café.

El propio Perón creía que estaba ayudando a sus asociados y ayudó activamente a los nazis que huían a Argentina. Se enviaron agentes a Europa para proporcionar a los fugitivos dinero, documentos y arreglos para viajar al país. A nadie se le negó, por horribles que fueran sus crímenes de guerra, y se instalaron en Argentina con dinero y trabajo. Perón se reunió personalmente con muchos de ellos.

En los confusos años de la posguerra, Perón creía firmemente que estos hombres serían útiles. Mucha gente creía que la Unión Soviética era una amenaza mucho mayor que Alemania; algunos incluso pensaron que durante la guerra Estados Unidos debería aliarse con Alemania contra la Unión Soviética y su sistema de comunismo.

Perón también lo creía; al final de la Segunda Guerra Mundial, predijo que estallaría una tercera guerra mundial entre los Estados Unidos y la Unión Soviética a más tardar en 1949. Su plan era que Argentina se convirtiera en un importante país neutral en una "tercera posición"; no afiliada ni al capitalismo ni al comunismo, la Argentina podría ser el país que compense el equilibrio entre un sistema u otro. Los ex nazis serían valiosos en tal escenario, ya que eran soldados altamente capacitados con un odio profundamente arraigado hacia el comunismo.



El presidente Perón en su desfile inaugural de 1946, el inicio de la debacle argentina.

Perón continuó su apoyo a Alemania a lo largo de su presidencia, expresando su enojo por los notorios Juicios de Nuremberg, que responsabilizaron a ex nazis de alto rango por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. También trabajó con la Iglesia Católica para lograr la amnistía para los nazis refugiados en Argentina.

Luego del golpe de Estado que puso fin a su presidencia en 1955, Perón se exilió y no regresó a la Argentina hasta casi 20 años después. Los nazis que había protegido Perón estaban alarmados por el cambio de liderazgo, pero tenían otras razones para estar preocupados. Los agentes del Mossad del país recién formado de Israel estaban cazando criminales de guerra nazis con ganas de venganza. En 1960, el ex nazi Adolf Eichmann, uno de los principales organizadores del Holocausto, fue capturado en Buenos Aires por agentes del Mossad y llevado a Israel para ser juzgado. La denuncia del gobierno argentino ante Naciones Unidas por el asunto no llegó a ningún lado.


El dictador Perón (derecha) firma la nacionalización de los ferrocarriles británicos bajo la mirada del embajador Sir Reginald Leeper, marzo de 1948. Se pagó por unos ferrocarriles cuya concesión vencían en un año y los mismos se hubiesen devueltos sin pagar nada.

En los años siguientes, Argentina comenzó a extraditar a algunos de sus criminales de guerra nazis a Alemania para enfrentar la justicia, incluidos Gerhard Bohne, Erich Priebke y Josef Schwammberger. Uno de los criminales de guerra nazis más infames que se escondió en Argentina fue Josef Mengele, el médico de Auschwitz que realizó horribles experimentos médicos con los prisioneros.

En lugar de enfrentarse a la captura, huyó de Argentina a Brasil, donde permaneció oculto hasta su muerte en 1979. Otros fugitivos nazis en Argentina también huyeron en busca de refugio en los países sudamericanos cercanos. Los que se quedaron y nunca fueron descubiertos se mezclaron con las comunidades alemanas de Argentina y mantuvieron la boca cerrada sobre su pasado. Se convirtieron en miembros discretamente productivos de la sociedad argentina, informó About Education.


Culto a la personalidad. Como dictador, Perón se interesó activamente en el desarrollo del deporte en Argentina, organizando eventos internacionales y patrocinando a atletas como el gran boxeador José María Gatica (izquierda).

A Argentina no le ayudó proteger a los criminales de guerra nazis de la manera que Perón esperaba. En cambio, su reputación mundial se vio empañada a medida que más personas se dieron cuenta de que Argentina no solo había albergado a nazis fugitivos, sino que los había reclutado activamente.

A pesar de la popularidad entre los argentinos que lo llevó a su reelección en 1973, el legado de Juan Perón también se ve empañado por sus acciones y decisiones políticas de la posguerra.

viernes, 16 de junio de 2023

Argentina: Los antecedentes al bombardeo para matar a Perón

Los antecedentes del bombardeo para matar a Perón

@OldArg1810

Un 16 de junio de 1955 (haga clic aquí para revisar ese evento) tuvieron lugar los bombardeos a Plaza de Mayo que llevo a cabo la Marina de Guerra con el objetivo de asesinar al presidente Juan Domingo Perón.

Pero, ¿Por qué pasó? ¿Cuáles fueron los factores que desencadenaron el hecho?


Cuatro años antes, en 1951, se inició el nuevo año con una gran huelga ferroviaria en reclamo de aumentos salariales y en contra de las autoridades de la Unión Ferroviaria. La huelga continuó aunque el presidente Perón la había declarado ilegal.




Esta terminó siendo reprimida brutalmente por el Ejército con los trabajadores ferroviarios siendo despedidos de sus empleos y detenidos por la policía por violar la Ley de Seguridad del Estado.




La participación de las Fuerzas Armadas en aspectos de la seguridad interior estaba permitida desde agosto de 1948, cuando la Cámara de Diputados aprobó en el lapso de unos pocos minutos, sin despacho de comisión ni debate previo,



la Ley de Organización de la Nación para Tiempos de Guerra, que legitimaba e institucionalizaba la participación de las Fuerzas Armadas en la represión interna.




Ante la interpretación de un “peligro inminente”, el presidente de la Nación podía asumir funciones judiciales y someter a los civiles a la justicia militar.



Esta ley fue aplicada por primera vez a los obreros ferroviarios en la huelga de 1951, cuya responsabilidad fue adjudicada por el gobierno a elementos socialistas y comunistas.




Esto se sumaba a que desde el año 1947 el gobierno había comenzado a atacar con dureza a la oposición, siendo detenidos muchos dirigentes opositores por el crimen de “desacato” o por violar el edito policial sobre reuniones públicas.




En mayo de 1951 se siguió en esa línea con el secuestro y tortura por parte de la policía del estudiante universitario y militante comunista, Ernesto Bravo, quien había sido detenido ilegalmente en su domicilio del barrio de La Paternal.





Hubo una intensa movilización estudiantil y de los partidos opositores exigiendo la reaparición de Bravo y la Federación Universitaria de Buenos Aires, presidida por David Viñas, decretó un paro de dos días en el mismo sentido.




El 12 de junio de 1951 el rector de la UBA, que era un funcionario nombrado por el Poder Ejecutivo, negaba la versión estudiantil de los hechos y la Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia afirmaba que a Bravo lo mantenían oculto los mismos comunistas.




La CGT, los medios de prensa oficialistas y la bancada del Congreso del Partido Peronista denunciaron "las absurdas mentiras" de los comunistas, y que todo el llamado caso Bravo era una conspiración comunista para tomar el poder.



El gobierno intervino la Federación Universitaria de Buenos Aires, deteniendo a sus miembros, y clausurando los Centros de Estudiantes, debido al paro que realizaron exigiendo la aparición de Bravo con vida.



Bravo fue encontrada con vida, y declaró que había sido llevado a una comisaria, donde fue torturado reiteradamente con picana eléctrica, golpes de cachiporra y duchas de agua helada, permaneciendo inconsciente por mucho tiempo.

Imagen


Por las torturas a Bravo fueron acusados los comisarios Cipriano Lombilla y José Faustino Amoresano pero en agosto del mismo año la Cámara de Apelaciones revocó la medida arguyendo que no había evidencias de torturas.



El médico que contrastó las lesiones de Bravo, el doctor Alberto J. Caride, y el juez que dispuso la libertad de Bravo tuvieron que exiliarse en el Uruguay debido a las amenazas que comenzaron a recibir.




En noviembre de 1949, un hecho similar había ocurrido en Tucumán, cuando diez sindicalistas de la capital de la provincia fueron detenidos por planear un paro general de solidaridad con la huelga de obreros de los ingenios azucareros.



Uno de ellos, Carlos Antonio Aguirre, dirigente del sindicato de mozos e integrante del comité provincial del Partido Comunista de Tucumán, fue secuestrado, torturado y asesinado por la policía; al parecer, en el subsuelo de la Casa de Gobierno.



A posteriori se hizo desaparecer el cuerpo, mientras fuentes policiales y gubernamentales, y desde la propia CGT oficialista, promovían la hipótesis del auto secuestro y se responsabilizaba a los comunistas, lo que generó nuevos allanamientos en casas de militantes comunistas.




Empero, la investigación judicial permitió hallar su cuerpo dos semanas después en la provincia de Santiago del Estero. A contragusto de la CGT, el 20 de diciembre de 1949 hubo una huelga general en la ciudad de Tucumán de repudio al asesinato, que se extendió a los



ingenios azucareros de Santa Lucia y La Florida. Los policías que tuvieron una responsabilidad directa contaron con penas de prisión en suspenso y quedaron en libertad.



En esos tiempos, algunos científicos como Bernardo Houssay eran perseguidos y fueron apartados de sus cátedras en las distintas universidades del país debido a sus críticas al gobierno nacional.




El Premio Nobel de Medicina que le fue galardonado en 1947, fue ignorado en el país. El gobierno, a través de la Subsecretaria de Prensa y Difusión, dio la orden de no darle difusión al acontecimiento, por lo tanto muchos no se enteraron de tal distinción hasta tiempo después.



En 1951 también se produjo la expropiación del diario La Prensa, principal medio opositor al gobierno peronista junto al diario La Nación (que tuvo problemas con el acceso al papel de diario). Alberto Gainza Paz, director del diario, se exilio en los Estados Unidos.



En los años anteriores se habían prohibido la circulación, y por lo tanto clausurado, distintos diarios opositores como La Vanguardia, órgano del Partido Socialista, El Intransigente de Salta, propiedad del dirigente radical David Michel Torino.






Otros diarios que sufrieron la clausura incluyen las publicaciones comunistas La Hora y Orientación, La Nueva Provincia de Bahía Blanca, La Capital de Rosario, Los Andes de Mendoza, El Liberal de Santiago del Estero, Democracia de Junín, y otros.




Con exepción de La Nación, que operaba con reducida capacidad, y de los diarios que circulaban clandestinamente, el gobierno había montando un exclusivo y gigantesco aparato propagandístico que incluía diarios, radios, revistas y noticieros oficialistas.




También se clausuraron las oficinas de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, organización de derechos humanos que denunciaba los secuestros y torturas, distintas radiodifusoras del país, y se secuestraban libros.




El encargado de ordenar todas estas acciones era el diputado peronista José Emilio Visca, antiguo hombre de Manuel Fresco en la provincia de Buenos Aires, que mediante la llamada "Comisión Visca", formada en 1949 y que estaba formada por diputados y senadores peronistas,



se encargaba de cerrar publicaciones opositoras con las excusas más insignificantes o esgrimiendo "razones de seguridad, higiene y moralidad".


En noviembre de 1951 se celebraron las elecciones presidenciales que decidirán al sucesor de Perón. De acuerdo a la nueva Constitución Nacional, sancionada en 1949, Perón podría buscar la reelección.



Perón anunció su candidatura a la presidencia, y como acompañante de su fórmula los sindicatos y el Partido Peronista Femenino reclamaban a Eva Perón, quien en un dramático discurso terminaría rechazando el ofrecimiento.




Mientras eso sucedía dentro del ejército se preparaban movimientos golpistas que buscaba terminar con el gobierno de Perón, uno encabezado por el general (R) Benjamín Menéndez y otro por el general Eduardo Lonardi.





Menéndez y Lonardi no pudieron ponerse de acuerdo en una estrategia en común y el segundo terminó retirándose del plan, siendo Menéndez el ejecutor. La revolución tuvo lugar el 28 de septiembre de 1951 con muy poca preparación.




Firmaron la proclama revolucionaria dirigentes del Partido Demócrata (Reynaldo Pastor, Felipe Yofre, y Héctor González Iramain), de la Unión Cívica Radical (Arturo Frondizi, Eduardo Laurencena, Mauricio Yadarola),




del Partido Demócrata Progresista (Julio A. Noble y Horacio Thedy), y del Partido Socialista (Américo Ghioldi). La proclama que difundieron los rebeldes, mediante panfletos lanzados desde aviones, decía lo siguiente:





Debido a esto el golpe fallo y fue contenido por las autoridades peronistas. Los militares golpistas fueron detenidos y también políticos opositores por conspirar con ellos como Arturo Frondizi, Reynaldo Pastor, Américo Ghioldi, etc.




Algunos de los jóvenes militares que integraron el golpe incluían a Julio Alsogaray, Alejandro Agustín Lanusse, y Francisco Manrique, futuros protagonistas de la política argentina, quienes estuvieron detenidos entre 1951 y 1955 bajo duras condiciones en el sur del país.



Esto provocó la declaración del estado de guerra interno por parte de Perón, que terminó extendiéndose por lo que seguiría de su mandato hasta 1955. Bajo esas circunstancias se desarrollaron las elecciones presidenciales de 1951.




La campaña electoral, que estuvo marcada por el intento de golpe encabezado por el general Menéndez, fue difícil para la oposición ya que no les era permitido el acceso a las radioemisoras, y los diarios se manifestaban abiertamente partidarios de los candidatos peronistas.




Sólo por medio de reuniones al aire libre la oposición podía exponer sus programas, y aún para ello dependían de las autoridades policiales para obtener autorización para el lugar y la fecha que tendrían que llevarse a cabo.




Aún cuando las reuniones eran permitidas por la policía, estos opositores eran blanco de ataques físicos, como ocurrió con el candidato comunista Rodolfo Ghioldi, que fue baleado por la espalda en un acto electoral de su partido en Paraná.




Otra desventaja que tuvieron fue que una gran parte de los candidatos opositores estaban detenidos al momento de la campaña electoral y de la elección. Por ejemplo los candidatos del Partido Socialista a la presidencia y vicepresidencia, Alfredo Palacios y Américo Ghioldi,




así como la mayoría de los nominados para integrar el Congreso, estaban en presión o permanecían ocultos de la policía. Reynaldo Pastor, candidato a presidente por el Partido Demócrata, también estaba detenido, al igual que otros dirigentes conservadores y también radicales.