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domingo, 24 de febrero de 2019

Argentina: Los submarinos presentan el desastre defensivo de la politica argentina

¿Necesita la Argentina de una flota de submarinos?

Por Emilio Luis Magnaghi
Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana.
Fuente: https://www.ciudadanodiario.com.ar/





El Snorkel

Lo ideal sería que Argentina cuente con seis submarinos para patrullar la gran extensión de nuestros mares, pero en el país hay dos. No necesitamos un astillero nuevo para lograr ese objetivo, pero sí que inviertan en él. La muestra está en que el ARA Santa Cruz solo será reparado para navegar, pero no para combate

Nosotros que tenemos a la única Armada con experiencia moderna de guerra del subcontinente sudamericano, solo disponemos de dos submarinos, de los cuales el Santa Cruz debe ser reparado

Ha trascendido, por estos días, que el Ministerio de Defensa tiene planes para concluir las reparaciones de media vida del submarino ARA Santa Cruz y que se encontraban suspendidas por problemas presupuestarios. Entre sus aparentes fundamentos se encontraría la necesidad de reemplazar al desaparecido y gemelo del anterior, el ARA San Juan.

Una rápida cuenta nos dice que no hay tal reemplazo, ya que ambos submarinos, el San Juan y el Santa Cruz, ya existían como parte de nuestra flota de mar. Una, que cuenta como cualquier otra del mundo con lo que se denomina: “Arma submarina”. Pero antes de entrar en los detalles, vayamos por partes, como dijo Jack el Destripador.

El submarino para uso militar, como muchas otras armas modernas, fue utilizado por primera vez en el marco de la Guerra Civil norteamericana, a fines del siglo XIX. Pero fueron ambas guerras mundiales las que lo llevaron a la fama.
Una fama que estuvo muy bien justificada, ya que su empleo estuvo a punto de lograr la victoria para Alemania que era el beligerante que había privilegiado su uso por sobre otros medios navales.
Mediante su empleo, los alemanes –que no disponían de una gran flota de superficie– estuvieron a punto de cortar el abastecimiento por mar a las islas Británicas y que era la sede del poder político-militar que se les oponía. De ello, podemos deducir que la denominada arma submarina es una propia de las armadas pobres y no de las poderosas. Lo dicho no implica que un submarino moderno sea un sistema de armas barato. Ninguno lo es, por otra parte.
Pero más allá de los números, parece ser que pocas marinas han podido sustraerse al encanto de disponer de submarinos. Para no irnos muy lejos, la de Brasil dispone de cinco y se encuentra en un plan para construir cuatro más (incluido uno a propulsión nuclear). La de Chile tiene cuatro y la del Perú, que es la pionera de esta arma en la región, alista seis.
Nosotros que tenemos a la única Armada con experiencia moderna de guerra del subcontinente sudamericano, solo tenemos dos submarinos, uno de los cuales es el ya mencionado Santa Cruz que debe ser reparado.
Antes de pasar al tipo de submarino que necesitamos es conveniente que nos pongamos de acuerdo respecto de las cantidades. Al respecto, hay que saber que si deseo tener dos submarinos patrullando, en realidad necesito disponer de seis en total, ya que habrá, normalmente, dos en reparación y dos con sus tripulaciones descansando.
La extensión de nuestros mares, ya que son varios: el territorial, hasta las 12 millas, nuestra Zona Económica Exclusiva que llega hasta la milla 200 y el recientemente extendido mar Continental que llega a la milla 350, nos dan una superficie total de aproximadamente 4.799.000 km2. Vale decir, como se la ha denominado una verdadera “Pampa Azul” que se extiende a partir de nuestra costas, que abarca a nuestras Islas Malvinas, sus dependencias y que se proyecta hacia la Antártida.





En pocas palabras, una superficie inmensa, rica en recursos y que es continuamente depredada por pesqueros que vienen desde la otra punta del mundo por lo que debe ser constantemente patrullada tanto por aire como por mar y que exige la disponibilidad de una flota de mar con sus correspondientes sistemas de armas, entre los cuales se encuentra, en forma ineludible, el arma submarina.
Pasando al tipo de submarino que necesitamos, tenemos que explicar que hay dos grandes tipos: los convencionales y los nucleares. Estos últimos, a su vez, se dividen entre los que portan misiles intercontinentales con cabezas nucleares y los que los escoltan y los cuidan del ataque de otros submarinos, los submarinos de ataque.
La gran ventaja que tienen los nucleares, por sobre los convencionales, es que su tiempo de permanencia sumergidos es mucho mayor, ya que los segundos tienen que salir cada tanto a ‘respirar’, aunque ese problema ha sido casi totalmente solucionado con los submarinos que disponen del sistema IAP (Air Independent Propulsión), vale decir de un sistema de propulsión autónomo del aire y que les permite un tiempo de inmersión mucho mayor.
Otro factor a tener en cuenta es la diferencia de precios. Un submarino nuclear de ataque ronda los US$ 2,5 mil millones, uno convencional unos US$ 450 millones y uno IAP unos US$ 630 millones.
Pero luego de estas elucubraciones, bajemos a nuestra realidad, una triste por cierto, pero también una que puede mejorarse si tomamos las decisiones adecuadas.
Nos dicen que el submarino ARA Santa Cruz será reparado a medias. Vale decir que podrá navegar, pero no combatir, ¿por qué?, se preguntará el lector. Porque, en estos momentos nuestros astilleros navales –que son los mismos que repararon al San Juan– no cuentan con los medios (materiales y humanos) para hacer una reparación con el nivel de excelencia necesario.

Para estar a ese nivel sería necesario volver adquirir los equipos y la tecnología que se fue enajenando con los años o que fue quedando desactualizada. La Argentina no necesita construir desde 0 un astillero para submarinos. Ya lo tiene. Pero ha ido quedando desactualizado con el paso de los años y las faltas de inversiones.
¿De cuánta plata estamos hablando?, volverá a interrogarse nuestro lector. En principio, estaríamos hablando de unos US$ 300 a 400 millones, lo que es menos de lo que nos costaría comprar uno convencional nuevo. Pero bien mirado, se trata de una cantidad módica que nos permitiría no solo terminar las reparaciones de media vida para que el Santa Cruz pueda operar con todas capacidades. Además, estaríamos en condiciones con ese equipamiento en funcionamiento de terminar al submarino Santa Fe que se encuentra en el mismo astillero, construido en un 70%. También, construir otros tantos hasta alcanzar el deseable número de seis.
Finalmente, nuestro cansado lector se hará una última e importante pregunta. ¿Para qué queremos gastar ese dinero para reparar submarinos, cuando tenemos tantos otros problemas sin solucionar? A él le digo que, simplemente, porque es mucho más caro no tenerlos. Si tener FFAA es caro, no tenerlas o tenerlas mal nos puede resultar en la pérdida de nuestra libertad y de nuestro estilo de vida. Basta comprobar que vivimos en un mundo con cada vez más hambre y más sed, cuando nosotros tenemos agua y comida.


viernes, 6 de abril de 2012

Armas Argentinas: Una luz de esperanza

¿Hay un rearme argentino?
Mar-30-12 - por Rosendo Fraga 

El diputado nacional del Frente Amplio Progresista (FAP) Claudio Lozano ha presentado el documento “Acerca de la Causa Malvinas. Estrategia integral o proclama vacía de soberanía. Una oportunidad para la integración regional”, en el que presenta un análisis interesante sobre los intereses en juego en el Atlántico Sur y la Antártida sin los cuales no puede interpretarse adecuadamente el conflicto entorno a las islas Malvinas. 

Este es posiblemente el primer acierto de su propuesta: la vinculación que establece entre Malvinas-Atlántico Sur-Antártida. 
FAdeA (Córdoba)

El segundo es plantear que el control de los recursos naturales de esta amplia región es la clave central del conflicto. 

En las propuestas que realiza para que el país tenga una política eficaz frente a la cuestión Malvinas se destaca la de sudamericanizar la estrategia, tomando como eje para ello UNASUR. Pero esta propuesta debe incluir también la dimensión sudamericana no sólo a Malvinas, sino también al Atlántico Sur y a la Antártida, algo en lo que todavía falta avanzar. 

Argentina y Chile son los países con pretensión de soberanía antártica y los demás no la tienen. Este sería el primer problema a resolver si se pretenden sudamericanizar la estrategia entorno a Malvinas. En esta cuestión crucial quizás esté el punto más polémico de la propuesta del Lozano, que incluye la denuncia del Tratado Antártico que internacionaliza. 
FMA IA-63 Pampa

Pero el documento de Lozano da especial relevancia a la reactivación de la defensa nacional como estrategia disuasoria para el Reino Unido y como una forma de incrementar los costos que paga por retener las islas. 

Al respecto hay que reparar que el costo militar de las islas es hoy aproximadamente la octava parte de los 1600 millones de dólares que las islas reciben por ingresos de pesca, y que al comenzar dentro de dos años la extracción de petróleo -si se cumple el cronograma previsto- el costo de la base irá bajando en significación respecto a lo que significan económicamente las islas. 

También destaca que si bien se trata de medidas no coordinadas y falta en algunos casos de coherencia, hay algunos procesos que tienen relevancia para la elaboración de una estrategia disuasoria que fortalezca nuestra posición en el Atlántico Sur, ya sea por la disputa territorial con el Reino Unido como así también para proteger nuestros derechos sobre las riquezas de todo el sector austral incluyendo la Antártida. 

Los procesos que menciona son: 

Cohete Gradicom II

  1. la reestatización de la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba (FADEA); 
  2. la reestatización del Astillero Tandanor y la reactivación de las instalaciones para montaje de submarinos Ministro Domecq García (CINAR); 
  3. reapertura de las instalaciones subterráneas de Falda del Carmen (Córdoba), donde hace más de 20 años se fabricaba el misil Cóndor II y ahora se construye el cohete Tronador II, que permitirá poner en órbita satélites propios; 
  4. el desarrollo de radares militares 3D por el INVAP; 
  5. la reactivación de la base de ensayos espaciales de El Chamical (La Rioja), donde el CITEDEF (Centro de Investigaciones Tecnológicas para la Defensa) ensaya con los cohetes de dos etapas Gradicom II; 
  6. la programación para el año en curso de tres patrulleros oceánicos multipropósito (POM), con opción a otros tres más, que son construidos en combinación por los astilleros Tandanor y Río Santiago, este último con capacidad de construir fragatas Tipo 42; 
  7. el anuncio de que el INVAP realizará pruebas sobre el reactor de diseño nacional CAREM para la instalación en la planta motriz de alguna nave (podría tratarse del submarino Santa Fe, suspendida su fabricación en 75% hace dos décadas, para transformar su capacidad de convencional a nuclear); 
  8. la finalización de la modernización y botadura del submarino San Juan en marzo de 2012, llevando la dotación de submarinos en servicio a tres (en la ocasión, la Presidenta anunció que el próximo paso será la finalización del Santa Fe, agregando pero con alguna sorpresita más, lo que podría interpretarse como la confirmación de su transformación en nuclear); 
  9. el anuncio de la construcción de 40 aviones Pampa en la Fabrica Militar de Aviones de Córdoba que ha sido reestatizada, incluyendo una versión aeronaval. 

Submarino San Juan en el CINAR
Todas estas acciones y anuncios contrastan con una realidad: que el presupuesto de Defensa es el más bajo de la historia en cuanto a porcentaje del PBI, que las horas de adiestramiento han sido reducidas por debajo del mínimo necesario, que las reservas de munición son casi inexistentes y que hay un claro desequilibrio militar en perjuicio de Argentina en la región. Concretamente, en 1983 el gasto en defensa era 3,1% del PBI y ahora alcanza sólo 0,81%. Las recientes declaraciones del Ministro de Defensa británico, Philip Hammond, diciendo que Argentina hoy no es una amenaza militar para las islas y que por eso no se justifica reforzar la actual guarnición, son una evidencia al respecto. 

Radar 3D de INVAP
Volviendo al documento de Lozano, propone para aumentar las capacidades defensivas y disuasivas de Argentina: 

  1. una reactivación seria y coherente de la industria naval, que requerirá una fuerte inversión estatal; 
  2. estatizar el modelo de negocio del CINAR y de FADEA, las fábricas de submarinos y de aviones recientemente reactivados; 
  3. acelerar la ejecución de los proyectos que sean prioritarios para el Atlántico Sur (submarinos y las lanchas multipropósito); 
  4. la urgente radarización de la Patagonia, acelerando la construcción de los radares de INVAP. 

Pero ante todo, la estrategia argentina respecto a las islas, debe incorporar los grandes cambios económicos que se han gestado y se están gestando entorno a ellas. Hoy los isleños tienen el cuarto PBI per capita del mundo, con 65.000 millones de dólares por habitante, por debajo de Qatar, Liechtenstein y Luxemburgo. Argentina tiene 15.000. 

Los ingresos de las islas por pesca -el monto de la producción alcanza 1.600 millones de dólares anuales- que en 1985 eran de sólo 8 millones de dólares, este año superarían los 200. La pesca hoy explica el 60% del PBI de las islas. Mientras el total de la pesca de Argentina alcanza 900.000 toneladas, sólo las Malvinas extraen 200.000. 
Patrullera de Alta Mar proyectada para la ARA

En cuanto al petróleo, que se busca desde 1998 y se extraerá a partir del 2014, fuentes británicas sostienen que las reservas de las cuatro cuencas entorno a las islas, aportan más de 12.000 millones de barriles de reservas, Si la mitad de ellas fueran realidad, ello sería tres veces las reservas de Argentina. 

La propuesta de Lozano puede ser polémica y parece en las antípodas del documento difundido semanas atrás por 17 intelectuales cuestionando la base de la estrategia actual respecto a Malvinas, al sostener que debe tenerse en cuenta a los isleños, pero ambas tienen la virtud de aportar puntos de vista nuevos para la estrategia de este conflicto. 

Nueva Mayoría