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miércoles, 19 de octubre de 2022

Argentina: ¿Una base espacial en Bahía Blanca?

¿En dónde estará la base espacial más importante de Argentina en los próximos años?

Argentina espera poder lanzar sus propios cohetes con satélites nacionales en los próximos años. Para eso, se está construyendo una base espacial que tenga salida al mar.





Argentina tendrá una base espacial en Puerto Belgrano.


Por Astrid Galetti || Aire de Santa Fé



El próximo gran objetivo espacial de Argentina es poder tener una base de lanzamiento de satélites a la órbita de la Tierra que sea propia. Para construirla, se eligió a la Base Naval Puerto Belgrano de la Armada Argentina, que está ubicada en la ciudad de Punta Alta, en el partido bonaerense de Coronel Rosales. El ingeniero Juan Cruz Gallo, subgerente de Segmento de Vuelo y Servicios de Lanzamiento de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), le dijo a AIRE que este lugar tiene todas las condiciones para poder construir la base espacial del país. ¿Por qué?

"El único lugar" en donde puede levantarse esta base espacial es "en la panza de la provincia de Buenos Aires", señaló Gallo. "La base tiene que permitirnos lanzar hacia el mar, en la dirección del polo sur. Tiene que ser en una zona no poblada y que nos aseguren que, de acá al futuro, no se va a poblar. A esto nos lo permite la Base Naval Puerto Belgrano", sostuvo.

 
Así será la base de lanzamiento del Centro Espacial Manuel Belgrano en Bahía Blanca.

Cuando la base espacial esté terminada, que prevén que ocurra para la década del 2030, se lanzará desde ahí el cohete Tronador II-250, el primero que permitirá poner un satélite argentino en órbita (a unos 600 kilómetros de altura). Hasta el momento, se realizan en Argentina vuelos suborbitales (a unos 100 kilómetros de altura).

La base espacial en Puerto Belgrano está en construcción. Mientras tanto, los científicos realizan pruebas en las bases espaciales que la Conae tiene en Córdoba y en la provincia de Buenos Aires, en Punta Indio.

Tres cohetes para un gran proyecto

El plan espacial nacional tiene como protagonistas a los cohetes Tronador II-70, Tronador II-150 y Tronador II-250.

El cohete Tronador II-70 es un vehículo experimental y realiza vuelos suborbitales. Prevén lanzarlo en el 2026 desde la base espacial de Punta Indio, en donde se desarrollan estructuras.

A finales de esta década (o principios de la próxima), se espera poder lanzar los Tronador II-150 y Tronador II-250 desde la base espacial de Puerto Belgrano, que debería estar terminada para entonces.
 
Así son los tres cohetes Tronador II de la CONAE.

"El Tronador II-250 apunta a poder poner en una órbita polar helio-sincrónica o sincrónica con el sol, una carga útil (un satélite) de 500 kilos, a una altura de 600 kilómetros, donde están la mayoría de los satélites del mundo", dijo Gallo a AIRE.

"Queremos órbitas que van de polo a polo, ligeramente inclinadas. Pero para tener esta órbita, tenemos que lanzar hacia el polo. Como estamos en el hemisferio sur, lanzamos hacia el sur. Lanzar sobre el mar nos permite lanzar en una zona no poblada para maximizar la seguridad", señaló el ingeniero. La base de Puerto Belgrano permite esto.

 
El primer Tronador II-70, se lanzará en el 2026 desde la base espacial que Argentina tiene en Punta Indio, provincia de Buenos Aires, a unos 20 kilómetros de Pipinas.

Mientras tanto, en el 2026, lanzarán el Tronador II-70, que permitirá probar el motor de la segunda etapa del Tronador II-250. Cuando lancen el Tronador II-150, probarán uno de los tres motores de la primera etapa del Tronador II-250 y, finalmente, cuando lancen el Tronador II-250, intentarán colocar el órbita el primer satélite argentino.

"Tenemos un conjunto de vehículos que nos permite ir logrando esa madurez tecnológica necesaria para poder cerrar el ciclo del manejo de la tecnología espacial y tener nuestro propio lanzador", cerró Gallo.

domingo, 12 de diciembre de 2021

Antártida Argentina: La base Belgrano II tendrá una estación terrena

Argentina avanza en la instalación de una estación terrena en la Antártida

La futura estación, a construir en la base Belgrano II, permitirá duplicar la capacidad de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales para operar los satélites argentinos de observación de la tierra y acceder a los datos que estos producen.
Por Julio Mosle || Telám



Foto: Conae.

Dos antenas parabólicas de seis metros de diámetro serán montadas sobre estructuras metálicas de dos metros de altura en la base antártica Belgrano II, la más austral de los emplazamientos argentinos en el continente, desde donde duplicarán la capacidad de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) para operar los satélites argentinos de observación de la tierra y acceder a los datos que estos producen.

La futura estación terrena de Belgrano II será una de las instalaciones Seguimiento, Telemetría y Telecomandos (TT&C, por su sigla en inglés) y de descarga de datos de ciencia de misiones satelitales más cercanas a los polos terrestres, lo que además de multiplicar la capacidad de acceso a los satélites argentinos también creará nuevas oportunidades de cooperación con otras agencias espaciales.

La Base Belgrano II está ubicada el Nunatak Bertrab, en bahía de Vahsel sobre la costa Confín en la Tierra de Cotas a unos 1.300 kilómetros del Polo Sur y a cerca de 5.000 de la Ciudad de Buenos Aires.

La región se caracteriza por tener cuatro meses de noche polar y cuatro meses de día, en la que las temperaturas pueden alcanzar decenas de grados bajo cero con vientos de hasta 200 kilómetros por hora.


Foto: Conae.

Con apenas una ventana meteorológica de algunas semanas durante el verano, la Conae deberá coordinar con el Comando Conjunto Antártico (Cocoantar) del ministerio de Defensa y con la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur (Semas) las operaciones logísticas para completar el emplazamiento de ambas antenas en las campañas antárticas del verano 2023 y el verano 2024.

Gustavo Rébola, Jefe de Unidad de Estaciones Terrenas de la Conae, afirmó en diálogo con Télam que "cuanto más cerca del Polo Sur ubiquemos las antenas, más veces podemos observar por día a nuestros satélites. Por ejemplo, los Saocom 1A y 1B dan unas 15 vueltas al planeta por día, de las cuales desde la Estación Terrena de Córdoba los podemos ver 4 veces, en Tierra del Fuego, en cambio, los podemos ver siete veces y, en Belgrano II, los veríamos las 15 veces".

"En cada vuelta que da un satélite en órbita polar como los Saocom tenemos 12 minutos de contacto con el satélite que son los que tenemos que aprovechar para enviarle instrucciones y descargar los datos que producen sus instrumentos, mientras más veces lo vemos por día más oportunidades tenemos de controlarlo y de obtener los datos que produce", señaló.

Rébola sostuvo que "las antenas que se van a llevar a Belgrano II tienen la misma tecnología para transmitir en banda S y en banda X que las antenas de las estaciones terrenas de Córdoba y Tierra del Fuego, pero en este caso ante la particularidad del ambiente en el que deberán ser instaladas el diseño de su ingeniería fue adaptado a las posibilidades logísticas y operativas disponibles".


Foto: Conae.

Explicó que "el rompehielos Almirante Irízar no puede llegar directamente hasta Belgrano II por las condiciones del mar congelado, por lo que hubo que pensar en antenas que puedan transportarse en módulos de no más de 2 toneladas de peso que deberán ser trasladados en helicópteros desde el buque hasta la base y que van a estar montados sobre patines y ruedas para que puedan moverlos en tierra".

En ese sentido, añadió que "tampoco se pueden llevar allí las grandes grúas que usaríamos en Córdoba o Tierra del Fuego para montar una antena de 6 metros de alto, así que todo debió ser concebido para que pueda ser montado por un equipo de pocas personas por sus propios medios".

"Además, estamos comenzando la licitación para la construcción de las bases metálicas de 2 metros de altura sobre las que se instalarán las antenas, que además deberán incluir un rampa que facilite el ascenso de los componentes de la misma y que también deberán poder ser trasladadas en componentes de no más de 2 toneladas de peso", detalló.

El funcionario indicó que "a pesar del clima hostil que reina en Belgrano II, especialmente en invierno, ambas antenas van a estar protegidas por los mismos radomos que se utilizan para proteger a las de de la estación de Tierra del Fuego".


Infografía.

Ambas antenas ya fueron adquiridas y se esperan esperamos que lleguen a la Argentina en junio próximo.

"Las montaremos y probaremos en la estación terrena de Córdoba, en una operación que vamos a realizar junto a la dotación que va a operar en la Base Belgrano II durante el invierno 2023 con la idea de que ellos que van a ser responsables del armado en el sitio puedan incorporar todos los conocimientos necesarios", agregó.

Rébola remarcó que "no tenemos referencia de alguna otra estación terrena de estas características en la Antártida a una latitud tan cercana al Polo Sur, Noruega dispone de una un poco más al norte y de otra muy cercana al Polo Norte en una latitud similar a Belgrano II y que forman parte de los acuerdos de cooperación de Conae".

"Nuestra estación en Tierra del Fuego es muy demandada por su ubicación, por lo que entendemos que la estación de Belgrano II va a ser muy apetecible para muchos programas espaciales y también va a multiplicar nuestras capacidades de cooperación internacional", concluyó.


La estación terrena de Conae en Belgrano II “es uno de los hitos más importantes en la Antártida"

El comandante conjunto antártico, general de brigada, Edgar Calandín, resaltó hoy que la próxima instalación de una estación terrena en la base antártica Belgrano II implica "un posicionamiento estratégico de los más importantes" que se desarrollan en los últimos años en el continente austral.

"Desde el punto de vista geopolítico, poder tener esta base terrena en la Antártida profunda, que no es algo al alcance de todo el mundo, es un posicionamiento estratégico interesantísimo y de los más importantes que se vienen desarrollando en los últimos años en la Antártida Argentina, junto a la reactivación de la Base Petrel”, indicó el comandante a Télam.

Calandín, con experiencia de tres invernadas y siete campañas de verano en distintas bases antárticas, señaló que “todo es difícil en la Antártida y cuando se trata de una tarea de esta envergadura con grandes cargas en cuanto a volúmenes y pesos, no estamos sólo ante un trabajo complejo por el trabajo físico en bruto que imponen las dimensiones de las dos antenas sino también en el trabajo fino que requiere la instalación de equipos de estas características y la colocación de las bases que las van a portar, que requieren de mucha precisión desde la colocación de sus basamentos hasta la calibración para que puedan cumplir su misión de manera óptima”.

“Estas son tareas que requieren de mucho tiempo y todos sabemos que ir a la ubicación de la base Belgrano II al sur del Mar de Weddell en la Antártida profunda hace que el tiempo se vuelva un factor limitante y determinante para cualquier actividad y más en una tan compleja”, señaló.

“Estamos pensando alternativas para ver cómo hacemos para que el Rompehielos Almirante Irízar (RHAI) pueda esperar ahí mientras se desarrolla esta tarea; eso trae aparejado un incremento en la capacitación del personal, que va a tener que ser adiestrado para una tarea que no forma parte de sus funciones más cotidianas, por eso los técnicos ya están instruyendo al personal que va a estar en el lugar y va a tener que montar las antenas, para que cuando los técnicos lleguen puedan dedicarse al trabajo fino de enlace final”, completó Calandín.

lunes, 16 de febrero de 2015

Argentina: Se diseña el lanzador del Tronador II

Tronador: cómo se construye el lanzador argentino
Por Nora Bär | LA NACIÓN



Para este año estarían previstos dos o tres lanzamientos más del vehículo experimental, VEx5. Foto: Ministerio de Planificación

Marcos Actis decidió ser ingeniero espacial hace 40 años, cuando estaba terminando la primaria y vivía en Arroyo Dulce, un pueblo de la provincia de Buenos Aires de apenas 3000 habitantes.

"Era un fanático de Viaje a las Estrellas y soñaba con irme a trabajar a los Estados Unidos -confiesa mientras camina por el patio de la facultad donde hizo colocar una maqueta del Pulqui, el avión a reacción diseñado y construido en el país a mediados del siglo XX, el primero en su tipo en fabricarse en América latina y el noveno en el mundo-. Me acuerdo cuando vimos el alunizaje con mi padre. Él había dejado la escuela en 6° grado, era molinero y trabajaba en el campo. Un día le dije que me iba a estudiar a La Plata. Me decidí por la ingeniería aeronáutica porque era la que más se acercaba a la ingeniería espacial. Y acá estoy, viviendo un sueño hecho realidad."

Un cohete como el Tronador, diseñado para inyectar satélites de unos 250 kg en órbitas de baja altura, a alrededor de 700 km de la superficie terrestre, puede tener más de 3000 piezas
Hoy es el decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata y dirige un equipo de 150 investigadores, docentes, becarios y técnicos que tiene a su cargo la fabricación de seis vehículos experimentales y del Tronador II, el primer lanzador espacial para colocar satélites en órbita que desarrolla íntegramente un país latinoamericano.

No están solos. El ambicioso proyecto liderado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales agrupa a más de 600 profesionales, contando los 250 que trabajan en la compañía VENG SA, contratista principal, y otros dos centenares en numerosos institutos de investigación del Conicet, como el Centro de Investigaciones Ópticas, el Instituto Argentino de Radioastronomía, las universidades de Buenos Aires, Tecnológica Nacional, la de Córdoba y la de Mar del Plata, el Instituto Universitario Aeronáutico, la Comisión Nacional de Energía Atómica, el Servicio Meteorológico Nacional, el Instituto Balseiro, Invap, Y-TEC (centro de desarrollo de tecnología de YPF) y la Planta Piloto de Ingeniería Química (Plapiqui). También participan pymes encargadas de desarrollar algunas partes específicas.

Como ingeniero, Actis es un veterano en materia espacial. Él y colegas de la UNLP trabajan en proyectos de la Conae desde la época del SAC-B, el satélite argentino de observación astronómica que se lanzó en 1996.


Ingeniero Marcos Actis. "La navegación anda bien, los motores funcionan; ahora es tiempo de construcción.". Foto: Patricio Pidal / AFV

"Participamos en toda la serie SAC -subraya-. De los cinco instrumentos argentinos del SAC-D, cuatro se construyeron en la facultad. Y dos de los más importantes, el radiómetro y la cámara infrarroja, se hicieron en el Grupo de Ensayos Mecánicos Aplicados (GEMA, de la UNLP). Ahora estamos haciendo allí el centro tecnológico aplicado aeroespacial, que ya fue aprobado por la universidad."

Un cohete como el Tronador, diseñado para inyectar satélites de unos 250 kg en órbitas de baja altura, a alrededor de 700 km de la superficie terrestre, puede tener más de 3000 piezas. En este caso, la idea fue que, salvo excepciones, estuviera íntegramente diseñado y producido en el país. Un desafío mayor si se tiene en cuenta que exige desarrollar materiales delgados, soldaduras de alta calidad e instrumental liviano, todo prácticamente sin disponer de información técnica.

"Muchos creen que la «receta» para hacer un lanzador se baja de Internet y listo -sonríe Actis-, que es fácil encontrarla en papers o trabajos científicos, pero éstos sólo ofrecen información analítica, teórica, no procesos de construcción."

La empresa VENG SA, de Falda del Carmen, Córdoba, está encargada del diseño de los motores de 4000 kg de empuje y el sistema de propulsión
El Tronador está pensado como un vehículo de navegación autónoma, es decir que una vez programado busca su órbita, algo que nunca se había hecho en el país.

Tendrá dos "etapas". La primera es la que lo impulsa algo más de los primeros dos minutos de vuelo hasta que logra vencer la fuerza de gravedad. Ésta llega hasta los 100 km de altura, se desprende y cae al océano. Para eso se emplea el 90% del combustible. Con el 10% restante, la segunda etapa sigue hasta inyectar el satélite en la órbita predeterminada.

"Por ser un vehículo de combustible líquido (a diferencia de un misil, que usa combustible sólido), despega a muy baja velocidad -explica Actis-. Un misil sale a una aceleración de 7 u 8G [1G es la aceleración que produciría la gravedad en un objeto cualquiera en condiciones ideales] y éste despega a 1,4 G y se va acelerando: de 800 km/h pasa a 1000, 2000, 3000, 4000. A medida que se va consumiendo el líquido y se aliviana, aumenta la velocidad."

Completo, el Tronador pesará alrededor de 70.000 kilos, de los cuales 63.000 corresponderán al combustible. El vehículo en sí, que medirá algo más de 30 metros de altura por dos metros y medio de diámetro, sólo pesará 7000 kilos.

La empresa VENG SA, de Falda del Carmen, Córdoba, está encargada del diseño de los motores de 4000 kg de empuje y el sistema de propulsión.

"El Tronador II se diseñó para inyectar con alta precisión en órbitas polares cargas útiles livianas para observación de la Tierra. Todos sus motores son de desarrollo local y funcionan con combustibles y oxidantes líquidos en sus dos etapas, también desarrollados localmente -explica el ingeniero Pablo Servidia, responsable del Sistema de Navegación, Guiado y Control, e investigador principal del área de Acceso al Espacio de la Conae-. Los motores con propelentes líquidos se destacan por su alta energía específica, su escalabilidad, la posibilidad de regular fácilmente el tiempo de quemado y, en consecuencia, por lograr la precisión de posicionamiento requerida. Además, para mejorar la confiabilidad de la fase final del vuelo, el motor que se desarrolló para la última etapa utiliza propelentes hipergólicos, es decir que se encienden al simple contacto."

Según explica Servidia, el motor de la primera etapa ya se probó en 2014 y, junto con el de la última etapa, que impulsa la parte superior, se ensayará este año en los vehículos experimentales VEx5. Durante las pruebas tratarán de ajustar el encendido en condiciones de ingravidez y vacío, que son difíciles de replicar en tierra.

Los científicos y tecnólogos que trabajan en el programa Tronador esperan que este esfuerzo también ofrezca beneficios en áreas más terrenales
Este combustible que utilizará el Tronador está en manos de un equipo de Y-TEC. "Es de un tipo que sólo producen tres países: Estados Unidos, China y Rusia", describe Gustavo Bianchi, doctor en Ciencia de los Materiales de la Universidad de Mar del Plata, ex investigador de la Comisión Nacional de Energía Atómica y hoy director del centro de desarrollo tecnológico de YPF.

Se trata de un tipo de kerosene al que se aplica un proceso especial cuyos detalles no se pueden comentar por ser secreto industrial. "Lo desarrollamos nosotros desde cero -asegura Bianchi-. Ya estamos comenzando a construir una planta para producirlo exclusivamente para la Conae." Debido al interés que despiertan estos desarrollos, tanto los investigadores de la UNLP como de grupos que desarrollaron el GPS y otros dispositivos del vehículo, así como empresas privadas que trabajaron sobre las baterías de litio, deben respetar una cláusula de confidencialidad, y no pueden compartir sus hallazgos ni publicarlos en congresos ni revistas científicas.

Es sabido que la exploración espacial dejó como subproducto un sinnúmero de nuevas tecnologías. Es el caso del GPS, el código de barras, los detectores de humo, la pintura anticorrosión, los pañales desechables, nuevos metales aislantes, el Kevlar, el cierre velcro, el termómetro digital, el tubo para la pasta de dientes, los alimentos deshidratados y el microondas.

Los científicos y tecnólogos que trabajan en el programa Tronador esperan que este esfuerzo también ofrezca beneficios en áreas más terrenales. Un ejemplo son los aluminios de alta calidad que se están desarrollando en la UNLP.

"La Argentina exporta aluminio, pero de bajo precio -explica Actis-. El barato se exporta y después compramos aluminio caro. Nuestro aluminio vale unos 2000 dólares la tonelada, pero el que importamos, unos 20.000. Y el espacial, que es el que estamos haciendo en la facultad, alrededor de 200.000. El dato importante es que este último se usa para vehículos espaciales, pero también sirve para la industria automotriz. Es una tecnología de gran valor agregado. Lo mismo ocurre con los sistemas de navegación."

El sensor se compone esencialmente de un metal con un grabado particular que se llama "red de Bragg"
En el Centro de Investigaciones Ópticas del Conicet, Ricardo Duchowicz y Gustavo Torchia lideran dos de los grupos que, junto con el de Mario Garavaglia, desarrollan desde hace más de una década los giróscopos que estarán encargados de monitorear el vuelo del lanzador y sensores que permiten controlar su salud estructural. Los tres grupos están vinculados desde 2009.



"Nuestros giróscopos demostraron una calidad incluso superior a algunos de los modelos comerciales -comenta Duchowicz-. Ya estamos en una etapa madura y la idea es que los dispositivos que diseñamos para el Tronador u otros similares también se puedan vender."

El giróscopo es un sistema interferométrico que detecta una señal cuya frecuencia se corre si uno rota el dispositivo. Mediante el control de una tensión que compensa ese corrimiento se puede determinar el grado de giro que está realizando. Tiene tal precisión que si se lo colocara sobre la mesa frente a la que estamos sentados podría registrar la rotación de la Tierra.

"El que desarrollamos hasta ahora -explica Duchowicz- tiene 500 metros de fibra óptica y un solo eje. En los próximos dos años pensamos compendiarlo en un sistema de tres ejes, lo que permitiría medir cualquier tipo de movimiento, algo fundamental para mantener la estabilidad de un lanzador o de un satélite."

Otros dos equipos están desarrollando sensores de fibras ópticas que permiten controlar temperatura y deformación. "Con estos dispositivos hacemos análisis de la salud estructural del vehículo -dice Gustavo Torchia-. En el espacio, las variaciones de temperatura pueden llegar a los 150 grados, según si el aparato está en la cara iluminada u oscura del planeta. Los sensores están preparados para monitorear desde -10 hasta 150 grados, y es posible desarrollar dispositivos que lleguen a 500 y hasta 1500 grados. Como la fibra óptica es un elemento pasivo, se utiliza una consola con la electrónica y un emisor que ilumina en una banda ancha los distintos tipos de sensores, colocados a lo largo del lanzador. Si algo se calienta o varía su temperatura, se desplaza a mayor longitud de onda. Es decir, lo que medimos son variaciones de la longitud de onda, solamente importan los corrimientos. Ocurre lo mismo si el material se deforma o se estira."

El sensor se compone esencialmente de un metal con un grabado particular que se llama "red de Bragg", para lo cual los científicos desarrollaron una planta de grabado de redes en el propio CIOP.
Se prevé que este año se realicen pruebas con el vehículo experimental VEx5, que ya tiene dos etapas
"En el mercado, grabar cada una de esas redes cuesta 200 dólares -detalla Torchia-. Así, como los testeos tienen que ser destructivos, porque hay que probar cuánto es lo máximo que toleran, podemos disponer de las nuestras sin necesidad de comprarlas." Y más adelante agrega: "La consola se coloca en la parte del vehículo que está refrigerada o con temperatura controlada; en cambio, la línea de sensores puede llegar hasta donde se quiera. Dentro de una fibra se pueden colocar 20 sensores a la vez, que monitorean distintos puntos del sistema. Entonces con un mismo aparato se controlan varios simultáneamente. Después, mediante la telemetría, se conocen perfectamente desde tierra, en tiempo real, la temperatura y la deformación".

Hasta ahora, el lanzador fue sometido a dos pruebas, ambas con la primera etapa, desde la localidad de Pipinas. En la primera, realizada en febrero de 2014, sólo se elevó un par de metros, en lo que se interpretó como un rotundo fracaso. Sin embargo, Actis aclara que para los ingenieros el balance fue ampliamente positivo.

"Hay que tener en cuenta que el vehículo se carga y se activa automáticamente, a distancia. El módulo se elevó apenas dos metros y medio porque falló un enganche, que es algo externo -dice-. Toda la ingeniería y el encendido del vehículo anduvieron bárbaro. Eso permitió hacer las correcciones y ya en el segundo intento sabíamos que todo lo demás andaba bien y lo único que tenía que hacer era desengancharse. Se aprende más de las fallas que de los éxitos. Como decía Wernher von Braun: «Los resultados de una prueba valen por mil opiniones expertas»."



El 14 de agosto del año pasado se realizó otra prueba con resultados ampliamente satisfactorios: "Ascendió hasta 3000 metros de altura; la idea era que llevara poco combustible porque teníamos un radio de acción muy chiquito: estábamos limitados por los ocho km de exclusión que se establecen para prevenir accidentes si algo no funciona -cuenta Actis-. Probamos el sistema de navegación y fue un éxito. Ahora estamos ensayando la segunda etapa, donde viajan todos los sistemas de control para buscar la órbita exacta donde se inyecta el satélite."

Además de promover el desarrollo de nuevas tecnologías que actualmente no se producen en el país, el proyecto también estimula la formación de recursos humanos. "Enviamos docentes y estudiantes a capacitarse afuera -cuenta Actis-: algunos viajaron gracias al plan Becar, otros, a hacer másteres y doctorados en ingeniería aeroespacial... Para medir el impacto que tiene este proyecto, baste con mencionar que la carrera de Ingeniería Aeronáutica solía tener 70 inscriptos y este año tuvo 140."

Se prevé que este año se realicen pruebas con el vehículo experimental VEx5, que ya tiene dos etapas. Según detalla Servidia, esto "implica la evaluación progresiva de una serie de objetivos, como separación de etapas, vuelo controlado, encendido e impulso del motor de la última etapa y del mecanismo de apertura de cofia [donde va alojado el satélite]. Las pruebas se realizarán desde el área cercana a la localidad de Pipinas, al norte de la bahía de Samborombón".

Marcos Actis.


El decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de La Plata dirige uno de los grupos que, liderados por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, trabajan en el diseño y la construcción de un lanzador satelital autónomo desarrollado íntegramente con tecnología local. Para este año estarían previstos dos o tres lanzamientos más del vehículo experimental, VEx5

lunes, 15 de septiembre de 2014

jueves, 11 de septiembre de 2014

Argentina: Nuevo video del lanzamiento exitoso del Tronador 2



Lanzamiento del VEX1b - Tronador 2

Futuro lanzador espacial de la CONAE. Este vector es desarrollado por una empresa de capitales estatales asociadas a CONAE. Se planea desarrollar una base de lanzamientos en un predio de la ARA ubicado entre la Base Naval de Puerto Belgrano y Pehuén-Co. Es un proyecto civil por ello utiliza combustible líquido el cual es desarrollado localmente.




miércoles, 20 de agosto de 2014

Argentina: Lanzamiento exitoso de Tronador 2

Exitoso primer lanzamiento del Tronador 2

El Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios informa que esta tarde a las 19.25 se realizó con éxito en Pipinas, Provincia de Buenos Aires, un nuevo ensayo de las pruebas del futuro lanzador de satélites 100 por ciento argentino Tronador II, con el lanzamiento del Vehículo Experimental VEX 1 B.
Este ensayo, para probar en vuelo el sistema de propulsión y el de navegación, guiado y control, todo desarrollo nacional, sirvió para verificar la madurez tecnológica del Proyecto.



El ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, Julio De Vido, destacó que “esta prueba constituye un avance más en el camino hacia un desarrollo tecnológico soberano en materia de satélites” y recordó que “es posible por la política que puso en marcha Néstor Kirchner, que continúa la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, de recuperar capacidades nacionales en sectores estratégicos para el país, como el aeroespacial, con el desarrollo de nuestro propio lanzador, Tronador II, y la construcción de nuestro primer satélite de telecomunicaciones Arsat 1, que será puesto en órbita en octubre desde la Guyana Francesa, además de los de observación de la tierra que podrá lanzar el Tronador II como la serie de arquitectura segmentada SARE”.

“Todos estos desarrollos 100 por ciento nacionales nos permitirán realizar solos una misión satelital completa, es decir, la construcción de los satélites y su puesta en órbita, que además nos permitirá poner en órbita satélites de terceros, convirtiendo a la Argentina en el único país del hemisferio sur con esa capacidad y uno de los 11 del mundo”, aseguró De Vido y recalcó que “con estas iniciativas se profundiza el proceso de industrialización de la Argentina de sectores de alto valor agregado y alta tecnología”.


El vehículo VEX 1B, es el segundo de una serie de 3 a 6 cohetes experimentales a lanzar como prototipos para perfeccionar el lanzador satelital Tronador II, y tiene una altura de 14,5 metros, equivalente a un edificio de 5 pisos, pesa 2,8 toneladas y alcanza una velocidad máxima de 828 kilómetros.
De acuerdo a los resultados se realizarán más pruebas hasta pasar a la etapa siguiente, el VEX 5 para luego pasar al Tronador II, que es el podrá colocar en órbita satélites de hasta 250 kilogramos y será lanzado desde Puerto Belgrano, en el sur de la provincia de Buenos Aires.
El ensayo anterior, el lanzamiento del vehículo VEX 1ª fue realizado en forma satisfactoria el 27 de febrero de 2014 y permitió verificar el funcionamiento correcto de todos sus sistemas y subsistemas por separado por separado estos vehículos experimentales se ensayan todas las operaciones requeridas para el lanzamiento de un sistema complejo, que permitirá acceder al espacio con tecnología propia. Una vez puestos en órbita, estos satélites brindarán información aplicable en agricultura, pesca, hidrología, gestión de emergencias, salud, entre otros fines.
Participan en este emprendimiento nacional, entidades públicas, empresas de base tecnológica y universidades, con un fuerte apoyo de la comunidad y la municipalidad de Pipinas, provincia de Buenos Aires; donde se emplaza el centro de ensayos de los vehículos experimentales en el área de Capetinas.

CONAE

lunes, 11 de noviembre de 2013

Argentina: El Tronador II asoma venturoso



Argentina lanzará un cohete de diseño nacional que pondrá en órbita satélites de observación

Por: Jorge García - Infobae

El proyecto Tronador II es un prototipo fabricado en el país que será testeado este mes. El "bicho", como identifican los científicos el vehículo experimental, llevará al espacio aparatos que brindarán datos para el agro y la pesca



Malas noticias. Avisan que está lloviendo y "debemos guardar el "bicho"". A la vera de la ruta provincial 36, esa que antes contenía a la familias en su hoja de ruta a la Costa Atlántica asoma un pueblo casi olvidado: Las Pipinas.

Un cartel del "Más Cerca, Más Municipio" es la señal de alerta para bajar la velocidad y girar a la derecha, por la calle 9. Donde termina el pueblo aparece Corcemar, el Centro de Control de Lanzamiento del Tronador II, un ambicioso proyecto encarado por el gobierno nacional.
Si el plan tiene suceso, la Argentina pasará a tener su propia plataforma de lanzamiento de cohetes para transportar satélites al espacio bajo la consigna de "arquitectura segmentada", es decir aparatos por debajo de los 250 kilos en lugar de los de 3000.

Con un presupuesto de 2000 millones de pesos para los próximos tres años, el proyecto de Cohete Tronador II está más cerca de convertir en realidad el sueño de los científicos y permitirá tener a estos satélites "dedicados" para tener información sobre la tierra, salinidad, plagas y clima.
El ministerio de Planificación Federal, a cargo de Julio De Vido, lo explica así: "El disparador permitirá el lanzamiento de satélites que brindarán información aplicable en agricultura, pesca, hidrología, gestión de emergencias y planificación territorial, entre otras" y "ubicará al país entre los 11 del mundo con tecnología para transportar satélites".

Efectivamente "el bicho", como denominan los científicos al Cohete Tronador II, ha sido guardado debido a la lluvia. Los visitantes, entre ellos Infobae, son parte de una caravana por camino de conchilla hasta una inmensa carpa donde reposa el aparato.
"No!...el motor, no!!!", exclama alterado el pacífico doctor Conrado Varotto, director ejecutivo de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). Y señala con su dedo índice a la parte posterior del cohete.

Varotto comenta la idea de la "arquitectura segmentada", donde en lugar de tener un satélite de alto desarrollo que permite tener información de varias áreas con el cambio de paneles, la modalidad propuesta por la Argentina será que estos aparatos trabajen de manera "dedicada"."Si un fulano quiere información de algo, en tres o cuatro meses se podrá avanzar con el plan", cuenta el doctor en física, nacido en Italia pero "tremendamente enamorado de la Argentina".
El "VEX1" (Vehículo Experimental) mide 14,5 metros, pesa casi 3 toneladas y alcanzará una velocidad superior a los 800 kilómetros. El artefacto formará parte de un paquete que podría incluir hasta 6, ya que son experimentales y deben llegar a la perfección.
El viento castiga en la zona y los sensores recomiendan no mover el trailer con el proyecto Tronador II.

En los próximas semanas, cuando se realice la prueba, el objetivo será testear el sistema de navegación del aparato, guiado y control. Y después definir si mudarán el cohete y la planta de lanzamiento a Bahía Blanca, donde está la base aeronaval.
"Para nosotros es fundamental, creemos que habrá un antes y un después en nuestro municipio", apuntó el jefe comunal Hernán Yzurieta. El dirigente manifestó que con el centro de control de lanzamiento (incluye oficinas en Corcemar) incentivará a la población para tener más trabajo y que los jóvenes estudien.
Varotto explicó que si bien el lanzamiento -por cuestiones técnicas- se realizará en Bahía Blanca, el emprendimiento "a Punta Indio vino para quedarse". Además garantizó: "Los ambientalistas que se queden tranquilos, que lo hacemos con la mayor responsabilidad".
"No tenemos expectativas altas, los primeros tests siempre son prueba y error", comenta el científico; por tal motivo, los "VEXs" llegarían hasta 6.
Desde el proyecto "Cóndor", de características militares para uso de defensa y que luego fue desmantelado, el país no se había propuesto un plan de desarrollo espacial.

La presidente Cristina Kirchner le dio impulso e incluso se encuentra para su firma el nuevo programa con otros proyectos.
En junio de 2010, la Argentina puso en órbita el satélite desarrollado en la estatal INVAP por más de 200 científicos pero de la mano de la NASA. El "Aquarius" viajó desde California en el cohete Delta II de casi 40 metros de altura y toma información sobre los océanos.

Los motores del vehículo fueron diseñados en la planta CONAE de Córdoba y trasladados hasta esta ciudad que vieron modificada su rutina a partir de la llegada del emprendimiento.
Lucía, en la estación de servicio del pueblo, alienta expectativas para su negocio: "Espero que ahora venga más gente y que haya más trabajo".

La pequeña empresaria aún tiene fresco el recuerdo de las familias que colmaban las Estancieras o Ford Falcon familiar camino a la Costa Atlántica. Y "Pipinas" era un punto obligado en la hoja de ruta para detenerse; la Autovía 2 redujo la afluencia de viajeros.
"¿Vamos a llegar a los diarios?", pregunta un vendedor de artículos y fiambres regionales. Los habitantes están entusiasmados, tanto como los encargados del proyecto que prometen ser noticia nacional y ganarse la confianza internacional.