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lunes, 17 de junio de 2024

Malvinas: Día de la Máxima Resistencia

Guerra de Malvinas: ¿por qué el 14 de junio se conmemora el Día de la Máxima Resistencia?

42 años atrás, en las Islas Malvinas, se acordó el cese del fuego. Aquella fue una de las jornadas más tristes de la historia argentina. Para resignificar esa fecha y reconocer el enorme esfuerzo de quienes dieron todo en defensa de nuestra soberanía, se realizan distintas ceremonias en todo el país. 

Una resolución firmada por el ministro de Defensa Luis Petri, el 31 de mayo de este año, establece las acciones que deberán llevar adelante las Fuerzas Armadas y de Seguridad para reconocer a quienes, hace 42 años, dieron todo de sí en nombre de nuestra soberanía en las Islas Malvinas.

De acuerdo con el documento, a partir del 2024, cada 14 de junio deberá conmemorarse el Día de la Máxima Resistencia con el objetivo de “resaltar el heroísmo, entrega y valentía demostrados” por los Veteranos y Caídos en la Guerra de Malvinas en la defensa final de Puerto Argentino.

De hecho, según la normativa, en esta fecha -que corresponde con el día de mayor resistencia por parte de la Guarnición Militar Malvinas y con el inicio del regreso al continente por parte de los militares argentinos- los efectivos de las FF.AA. y de las FF.SS. deberán asistir al acto central que se llevará adelante a partir de las 9.30 horas en el Paseo Victorica, en Tigre.

Resistencia, coraje y bravura: así se luchó por nuestras Islas Malvinas.

Además, en las guarniciones y unidades militares de todo el país se realizarán otras ceremonias conmemorativas. 

La organización detrás del Día de la Máxima Resistencia

El teniente coronel (retirado) Ernesto Fernández Maguer, presidente de la Comisión Permanente de Homenaje a la Gesta del Atlántico Sur, explicó a DEF que esta organización fue la que creó el Día de la Máxima Resistencia.

“En el año 1999 uno de sus miembros -y uno de los pocos Veteranos de Guerra que la integran- propuso la conmemoración. Por entonces, todos lo miramos y le preguntamos cómo íbamos a hacer una ceremonia el día en el que depusimos las armas. Él nos respondió que debíamos recordar esa fecha porque había que homenajear a todos los que lucharon y ofrecieron máxima resistencia”, relató.


Fernando Maguer, presidente de la Comisión Permanente de Homenaje a la Gesta del Atlántico Sur.

Fernández Maguer, que escuchaba atento, se quedó con las dos últimas palabras y le parecieron sugerentes para el homenaje que pretendían llevar adelante. Sin embargo, a esa historia todavía le quedaba un capítulo: querían ver cómo les caería la iniciativa a los Veteranos de Guerra de Malvinas de todo el país. 

El acto a los héroes de Malvinas en Tigre

Pese a las dudas, desde la Comisión se lanzaron y llevaron adelante el primer acto en el cenotafio del partido de Pilar. “A los Veteranos les expliqué que iba a ser la continuación de la guerra por otros medios. Pasaron muchos años y eso se empezó a ver. En aquella oportunidad, tiramos una semilla que hoy está prendiendo”, contó el oficial del Ejército Argentino. 

Y añadió que, con los años, el acto terminó haciéndose en el partido bonaerense de Tigre. Resulta que debieron dejar atrás el cenotafio de Pilar y recurrieron a llevar adelante la ceremonia en la Fragata ARA “Libertad”. En aquella ocasión tuvieron la idea de arrojar flores al río, pero entonces no podían hacerlo en Puerto Madero. Por eso acudieron al Municipio de Tigre: querían saber si podrían arrojarlas en el río Luján.


Desde la Comisión presidida por Maguer se lanzaron y llevaron adelante el primer acto en el cenotafio del partido de Pilar.

“La municipalidad se entusiasmó. Así que lo hicimos. Luego, un oficial de Prefectura propuso que, durante el acto, pase un guardacosta. Eso es lo que hacemos ahora. Además, asisten los alumnos de las escuelas, quienes arrojan las flores. He visto a algunos de ellos lagrimear por el significado de lo que llevan adelante. Así es como encendemos el amor por Malvinas”, contó. 

¿Qué opinan los Veteranos de Guerra de Malvinas?

DEF contactó al coronel (retirado-artículo 62) y Veterano de Guerra de Malvinas Jorge Gustavo Zanela, titular de la Oficina de Coordinación Veteranos y Veteranas de Guerra del Ministerio de Defensa, para conocer más detalles sobre el Día de la Máxima Resistencia

La resolución salió de nuestra Oficina, porque la idea es retomar estas fechas importantes para los Veteranos que vienen a dar un giro temporal al recibimiento que no tuvieron hace 42 años”, dijo. 

En ese sentido, Zanela explicó que, al regresar, muchos combatientes fueron encerrados en los cuarteles y hasta pasaron por interrogatorios puntuales. Incluso, en Córdoba, fueron alojados en una estación de ferrocarril secundaria, con la orden de que nadie los fuera a recibir por ser unidades que volvían de una derrota. “Por supuesto que con el tiempo eso fue cambiando y hoy la sociedad tiene una visión distinta”, aclaró.


Esteban Vigré La Madrid junto al soldado Britos, el 14 de junio de 1982.

¿El 14 de junio puede ser resignificado?

Para Zanela, la máxima resistencia también existió cuando desembarcó la tropa británica, en Longdon, Harriet y en todos los otros montes donde se combatió: “Quizá debería ser la última resistencia. Pero creo que cualquiera de los dos nombres cabe bien en la idea de reforzar el esfuerzo que hicieron los efectivos que estuvieron en Malvinas”. 

En palabras del coronel del Ejército Argentino, el primer reconocimiento que tuvo él y su gente vino del enemigo. “En Darwin se acercó a nosotros, que éramos prisioneros de guerra, un capitán de artillería inglés. Nos fue a felicitar porque él pensaba que había 6 cañones argentinos, cuando en realidad hubo solo 3”, recordó.




sábado, 23 de marzo de 2024

Malvinas: ¿Cómo se pudo cambiar el curso de la guerra terrestre?

¿Qué pudo haber hecho un general argentino enfrentando la situación de la defensa de Puerto Argentino?





En su momento, el periódico británico The Guardian hizo público una denuncia en un editorial titulado "Veinte años después", señalando que el público británico solo pudo acceder a información que se les negó hace dos décadas hasta el año 2002. Después de este largo período de silencio, el almirante Sir John Woodward, comandante de la Fuerza de Tarea enviada por Margaret Thatcher para recuperar las Islas Malvinas, reveló a los periodistas de The Guardian, Jeevan Vasagar y Alex Bellos: "Ganamos la guerra con un importante grado de suerte. Cuando los argentinos se rindieron, las pérdidas británicas estaban aumentando y estábamos a punto de quedarnos sin alimentos y municiones. Si hubieran resistido una semana más, la historia podría haber tomado un rumbo muy diferente. Imagínense qué diferente podría haber sido nuestra historia política reciente".
Woodward también recordó haber enviado un mensaje desesperado a las fuerzas de tierra el 6 de junio de 1982, advirtiéndoles que el grupo aeronaval bajo su comando estaba "exhausto". Estas revelaciones coinciden con las afirmaciones de otros altos mandos militares británicos, quienes sostienen que la guerra de Malvinas distó mucho de ser el "paseo" que ciertos propagandistas del tatcherismo pretendían. En una entrevista realizada en 1996 en Londres, uno de los coroneles que comandó el Regimiento 2 de Paracaidistas (2 Para) respaldó esta tesis, señalando que si el alto mando argentino hubiera resistido una semana más, las tropas británicas hubieran enfrentado un colapso logístico.
Las revelaciones del almirante Woodward son especialmente relevantes al conocerse ahora lo que escribió en su diario durante esos días de junio: "Estamos al borde del abismo: si los argentinos nos soplan en la nuca, nos mandan al fondo. A lo mejor les pasa lo mismo: espero que así sea porque de otra manera nos espera una carnicería".



Julián Thompson, líder de los Royal Marines durante la guerra, expresó: "Si hubieran esperado un poco más, seguramente no hubiéramos podido responder de la misma manera". En efecto, a finales de 1981, debido a una crisis interna, Gran Bretaña había decidido vender sus dos portaaviones y retirar del servicio sus grandes buques de desembarco, lo que la dejaría sin capacidad para realizar operaciones anfibias a gran escala. La Royal Navy se reduciría a una fuerza de defensa costera.



El general Jeremy Moore, comandante de las fuerzas terrestres británicas en Malvinas, afirmó que sin los portaaviones y los grandes barcos anfibios, no habrían podido enfrentar a la Fuerza Aérea Argentina ni llevar a cabo un desembarco terrestre de manera profesional con sus tropas. Además, en mayo de 1982, Argentina estaba programada para recibir una entrega de veinte misiles Exocet de Francia (a pesar de su caos económico, el gasto militar era alto), pero en abril, durante la ocupación de las islas, solo contaban con cuatro. El misil Exocet y el avión Super Etendard formaban un sistema ofensivo diseñado para atacar buques, una tecnología avanzada en ese momento y que aún se mantiene operativa en la actualidad.



Nos podemos hacer la pregunta de qué faltó hacer en tierra para devolver a los soldados británicos a sus barcos. Como general argentino estacionado en las Islas Malvinas con suministros limitados y enfrentando ataques terrestres a posiciones fijas propias, la situación ciertamente presentaría desafíos importantes. A continuación se presentan algunas estrategias que potencialmente podrían cambiar la dirección de la guerra en estas circunstancias:


Fortificación y defensa
se debió priorizar la fortificación de posiciones defensivas para resistir los ataques terrestres enemigos. Mejorar los sistemas de trincheras, búnkeres y fortificaciones para brindar cobertura y protección a las tropas contra ataques de artillería e infantería enemigas. Implementar tácticas de defensa en capas para crear obstáculos y perímetros defensivos que obliguen al enemigo a exponerse al fuego defensivo.

  • Identificar posiciones defensivas clave: evaluar el terreno e identifique posiciones defensivas clave que ofrezcan ventajas naturales, como terrenos elevados, cuellos de botella y áreas con buena visibilidad y campos de tiro. Priorizar la fortificación defensiva de estas posiciones para establecer fortalezas que puedan dominar el área circundante y negar al enemigo objetivos estratégicos.
  • Mejorar los sistemas de trincheras: mejorar los sistemas de trincheras existentes y establecer otros nuevos para brindar cobertura y protección a las tropas contra ataques de artillería e infantería enemigas. Construir trincheras con patrones en zigzag para minimizar el impacto del fuego enemigo y crear múltiples capas de defensa. Reforzar las zanjas con sacos de arena, movimientos de tierra y otros materiales para aumentar su durabilidad y resistencia.
  • Establecer búnkeres y puntos fuertes: construir búnkeres y puntos fuertes fortificados para que sirvan como centros de comando, puestos de observación y posiciones de apoyo de fuego. Construye búnkeres con hormigón armado y acero para resistir los bombardeos aéreos y los bombardeos de artillería enemigos. Coloca ametralladoras, armas antitanques y equipos de francotiradores en posiciones fortificadas para proporcionar campos de tiro superpuestos y apoyo mutuo.
  • Crea obstáculos y perímetros defensivos: coloca obstáculos como alambre de púas, zanjas antitanques y campos minados para impedir el movimiento del enemigo y canalizar su avance hacia zonas de muerte. Establecer perímetros defensivos alrededor de posiciones clave con campos de fuego superpuestos y sectores de responsabilidad entrelazados para evitar la infiltración y el cerco del enemigo.
  • Utilice cobertura y ocultación natural: aproveche las características naturales como colinas, crestas y vegetación para proporcionar cobertura y ocultación adicional para las posiciones defensivas. Camufle trincheras, búnkeres y fortificaciones para mezclarse con el terreno circundante y minimizar el riesgo de detección por parte del reconocimiento enemigo.
  • Implementar defensas antiaéreas: instalar defensas antiaéreas como misiles tierra-aire, armas de fuego y sistemas portátiles de defensa aérea (MANPADS) para protegerse contra las amenazas aéreas enemigas. Coloque baterías antiaéreas en ubicaciones estratégicas para proporcionar cobertura de espacio aéreo superpuesto y disuadir los ataques aéreos enemigos en posiciones defensivas.
  • Establecer nodos de comando y control: establecer nodos de comando y control dentro de posiciones defensivas para coordinar el movimiento de tropas, dirigir los activos de apoyo de fuego y comunicarse con los cuarteles generales superiores. Equipe los centros de comando con equipos de comunicaciones, mapas y pantallas de inteligencia para facilitar el conocimiento de la situación y la toma de decisiones en tiempo real.

Movilidad y flexibilidad
Mantener la movilidad y la flexibilidad en las operaciones defensivas para evitar que el enemigo se afiance o explote las debilidades en las posiciones defensivas. Se debió utilizar reservas y unidades de respuesta rápida (comandos e infantes de marina) para contrarrestar los intentos de avance del enemigo y reforzar los sectores críticos bajo ataque. Realizar retiradas tácticas cuando sea necesario para consolidar las líneas defensivas y preservar la mano de obra. Algo que fue recalcado en acción los por los comandos del EA y por el mismo Capitán Robacio que solicitó que las tropas que estaban en el capital se movilizaran a las trincheras para combatir.

  • Creación urgente de unidades de respuesta rápida: Establecer unidades de respuesta rápida compuestas por infantería altamente móvil, apoyadas por vehículos blindados ligeros (AML-90) y elementos de reconocimiento. Estas unidades deben estar estacionadas en ubicaciones estratégicas en toda la isla para reaccionar rápidamente ante los intentos de avance del enemigo o para reforzar sectores críticos bajo ataque. Sobre todo puede alimentarse de tropas ya probadas en combate y descansadas.
  • Fuerzas de reserva: mantener fuerzas de reserva que puedan desplegarse rápidamente para reforzar las posiciones de primera línea o explotar oportunidades de contraataques. Estas reservas deben mantenerse preparadas y coordinar sus movimientos en función de la evolución de la situación táctica y la evaluación de las amenazas.
  • Postura de defensa ágil: se podía adoptar una postura de defensa ágil que permita la asignación flexible de fuerzas en función de los movimientos e intenciones del enemigo. En lugar de comprometer todas las fuerzas en posiciones defensivas estáticas, mantenga una reserva de tropas capaces de realizar operaciones de defensa móviles, incluidas maniobras de flanqueo y contraataques.
  • Artillería móvil: desplegar unidades de artillería móviles equipadas con obuses autopropulsados o piezas de artillería remolcadas para brindar apoyo de fuego a las posiciones defensivas en toda la isla. Estas unidades de artillería deben ser capaces de desplazarse rápidamente para evitar la detección y el fuego de contrabatería enemigo, manteniendo al mismo tiempo la capacidad de brindar apoyo de fuego preciso y oportuno a las unidades comprometidas.
  • Operaciones aerotransportadas y de asalto aéreo: utilizar operaciones aerotransportadas y de asalto aéreo para realizar ataques profundos detrás de las líneas enemigas, interrumpir las líneas de suministro enemigas y capturar objetivos clave. Despliega fuerzas de operaciones especiales y unidades de infantería aerotransportadas mediante helicópteros o aviones de transporte para llevar a cabo misiones de reconocimiento, incursiones y sabotaje contra zonas de retaguardia enemigas.
  • Retiradas coordinadas: cuando se enfrente a una presión enemiga abrumadora o posiciones defensivas insostenibles, realiza retiradas coordinadas para consolidar las líneas defensivas y reagrupar las fuerzas en posiciones más defendibles. Utilice la movilidad y la flexibilidad para ejecutar retiradas tácticas mientras mantiene el contacto con el enemigo e inflige bajas mediante emboscadas y acciones dilatorias.
  • Redespliegue estratégico: se pudo mantener la capacidad de redistribuir fuerzas estratégicamente entre diferentes sectores de la isla en función de las amenazas cambiantes y los requisitos operativos. Utilice activos de movilidad como aviones de transporte, helicópteros y lanchas de desembarco anfibio para trasladar rápidamente tropas y equipos a las áreas de mayor necesidad.
  • Explotar las características naturales: explota el terreno accidentado y las características naturales de las Islas Malvinas, como colinas, valles y acantilados costeros, para crear oportunidades para defensa móvil y tácticas de emboscada. Usa camuflaje y enmascaramiento del terreno para ocultar movimientos y sorprender al enemigo con contraataques inesperados o maniobras de flanqueo.

Contraataques y emboscadas
Se pudo aprovechar el conocimiento local del terreno para lanzar contraataques y emboscadas contra las fuerzas enemigas. Identificar líneas de suministro enemigas vulnerables, rutas de comunicación y áreas de retaguardia para ataques selectivos que interrumpan las operaciones y la moral del enemigo. Utilizar tácticas de ataque y fuga para infligir bajas y desmoralizar a las tropas enemigas mientras conserva sus propios recursos.

Reabastecimiento y refuerzo
Establecer rutas de suministro alternativas y redes de apoyo logístico para garantizar el flujo continuo de suministros esenciales, municiones y refuerzos a las posiciones de primera línea. Se pudo utilizar lanzamientos aéreos desde helicópteros o aviones desde el continente, misiones clandestinas de reabastecimiento y logística encubierta nocturna para evitar los bloqueos enemigos y mantener la preparación operativa.

Coordinación con activos navales y aéreos
Se pudo coordinar estrechamente la labor con activos navales y aéreos argentinos para proporcionar capacidades de apoyo de fuego, reconocimiento e interdicción en apoyo de las operaciones terrestres. Utilizar fuego y ataques aéreos y tácticas de bloqueo aeronaval para interrumpir los movimientos del enemigo (tal como se intentó en sus casos extremos con los Hercules bombarderos y los Pucará torpederos), reforzar las posiciones defensivas y mantener el control de las vías marítimas de aproximación críticas.

Mantener la moral y la disciplina

En todo momento se debe fomentar un sentido de camaradería, moral y disciplina entre las tropas para mantener la resiliencia y la determinación frente a la adversidad. Proporcionar servicios adecuados de descanso, recreación y apoyo para mantener la moral y la eficacia en el combate. Implementar una disciplina y un liderazgo estrictos para garantizar la cohesión y la unidad de esfuerzo en la defensa contra los ataques enemigos. Asimismo, se debía acceder a pleno a los recursos alimenticios civiles de la población kelper (sobretodo, el abundante ganado ovino presente en el territorio).

Tácticas de guerra urbana
Finalmente, si el avance británico se tornaba indetenible, entonces enfrentar la posibilidad del combate urbano en Puerto Argentino. Si se defiende áreas urbanas o urbanizadas, se debe emplear tácticas de guerra urbana para maximizar la ventaja defensiva. Utilizar edificios, calles y otras características urbanas para crear obstáculos y puntos de emboscada para las fuerzas enemigas. Llevar a cabo combates cuerpo a cuerpo y combates callejeros para negar al enemigo el control de infraestructuras y áreas urbanas clave. La infraestructura mayormente hecha de madera no brindaba un buen escenario para la creación de escombros y estructuras de cobertura y protección, pero es una alternativa que podía ser explorada.

Guerra psicológica

También se pudo explotar y aprovechar las tácticas de guerra psicológica para socavar la moral y la resolución del enemigo. Utilizar propaganda, desinformación y engaño para sembrar dudas y confusión entre las filas enemigas. Explotar factores culturales, lingüísticos y psicológicos para crear divisiones y disidencia dentro de las fuerzas enemigas.

En conclusión, se debía enfrentar dificultades abrumadoras en una situación defensiva en las Islas Malvinas lo cual requeriría una combinación de ingenio táctico, resiliencia y determinación para resistir los ataques enemigos mientras se buscan oportunidades para recuperar la iniciativa y cambiar la dirección de la guerra.


sábado, 25 de noviembre de 2023

Malvinas: El final, los combates cuerpo a cuerpo y el miedo a la aviación argentina

 

Las horas finales en Malvinas: combates cuerpo a cuerpo, heroica resistencia y el miedo británico a la aviación

El 14 de junio la guerra de Malvinas terminó. En los últimos instantes hubo arduas conversaciones entre argentinos y británicos, órdenes de Galtieri hacia Menéndez que no fueron obedecidas, el resquemor inglés a los ataques aéreos y batallas que pasaron a la historia como las de mayor bravura de las tropas argentinas



El general Mario Benjamín Menéndez era el gobernador. En esta imagen se dirige a las tropas en Darwin el 25 de mayo de 1982. (AP)

Desde los primeros días de junio, los ingleses iniciaron los intentos por llegar a un alto el fuego. Lo hicieron comunicándose con el radio teléfono ubicado en el hospital “King Edward”, usado habitualmente por los isleños para evacuar consultas médicas. La mañana del 6 de junio la doctora Alison Bleaney atendió una llamada y estuvo a punto de cortar porque creía que era una broma. Desde la flota, un oficial del estado mayor británico deseaba comunicarse con las autoridades argentinas.

La mujer envió un mensajero al gobierno a pasarle la novedad al comodoro Carlos Bloomer Reeve, secretario general de la gobernación. Este le informó al gobernador Mario Benjamín Menéndez, quien designó al capitán de la Armada Barry Melbourne Hussey a escuchar lo que querían decir, pero sin responder ante ninguna cuestión. El mensaje británico era el de encontrar un punto de acuerdo para terminar con la batalla.

Ambos interlocutores acordaron hablar todos los días siempre a las 13 horas. Lo harían hasta el día 12.

Las últimas horas de la guerra se las conoce como de las de mayor resistencia argentina.

Monte Longdon fue escenario de un dramático combate de los soldados del Regimiento 7. (AFP)

A partir del 9 de junio, los británicos aumentaron la intensidad de fuego de artillería. Entre el 11 y 13 se sucedieron los combates de Monte Harriet, Monte Longdon, Dos Hermanas, Monte Tumbledown y Wireless Ridge. Constituían la última barrera defensiva antes de llegar a Puerto Argentino.

En los montes Harriet y Dos Hermanas los británicos encontraron una dura resistencia. Un francotirador logró frenar por horas a una compañía de Marines Reales y también había quedado inmovilizada una compañía del 45° en las laderas de Dos Hermanas, resistencia que mereció el elogio del enemigo.

Jeremy Moore, el comandante británico. El día anterior a la rendición salvó su vida en un ataque aéreo.

En Monte Longdon hubo una batalla durísima con alta cantidad de bajas. Los ingleses debieron avanzar a bayoneta calada y, una vez en la cima, tuvieron que defenderse de dos contraataques argentinos. Un pelotón de 46 hombres de la compañía C del Regimiento 7 obligó a la Compañía B inglesa a un repliegue.

La dureza de los combates quedó reflejada en los números: de los 278 hombres de la Compañía «Maipú» pudieron replegarse solamente 78, luego de doce horas de combate contra el 3 PARA. Los británicos sufrieron 23 muertos y 70 heridos.

A las 3 y media del sábado 12 de junio por primera vez en la historia se lanzó un misil Exocet MM-38 desde una rampa que se montó cercana al aeropuerto de Puerto Argentino. Se lo disparó al Glamorgan, un buque británico que todas las noches bombardeaba la capital. El tiro fue exitoso: el misil impactó en su cubierta dejando inoperantes sus dispositivos electrónicos.

El combate de Tumbledown, el 13 de junio de 1982. Pintura de Steve Noon, artista británico.

Durante el 13 se realizaron cerca de veinte misiones aéreas sobre posiciones británicas. En su campamento en Monte Dos Hermanas, el comandante Jeremy Moore salvó su vida de milagro en un ataque aéreo.

En la noche del 13 de junio, unos 50 soldados escoceses atacaron la base del monte William, donde los defensores argentinos recibieron la orden de replegarse. Antes de la medianoche, en la península Camber, al norte de la rada de Puerto Argentino, se rechazó una incursión británica con lanchas rápidas.

A la noche del 13 de junio, una sección de la Compañía de Ingenieros Anfibios se replegó desde el noroeste del monte Tumbledown hacia el puesto de comando del Batallón de Infantería de Marina 5. A las tres de la mañana, en medio de una tormenta de nieve, una fracción de ellos junto a miembros de la Compañía de Ingenieros Anfibios y una sección de tiradores de la Compañía del Regimiento de Infantería 6 se prepararon para contraatacar en el oeste del monte Tumbledown. Dos horas más tarde la Compañía Nácar intentó recuperar el control del monte. Hubo un intento de contraatataque, en el que terminaron heridos media docena de escoceses, pero ante el nutrido fuego enemigo, el general Menéndez autorizó el repliegue de las fuerzas.

Pilotos, mecánicos, técnicos y soldados del Escuadrón M5 Dagger antes de una de las misiones en Comodoro Rivadavia. Las acciones de los pilotos de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval fueron la mayor preocupación de los británicos.

Durante la Batalla de Wireless Ridge, las trincheras del Regimiento 7 fueron blanco de cerca de 6 mil proyectiles disparados por la artillería británica. Primero, los ingleses tomaron el sector norte y dos compañías, que venían combatiendo desde el día anterior, se dirigieron hacia Moody Brook, en medio del fuego de los cañones ingleses.

El avance inglés continuó a pesar de la lucha de las tropas argentinas por mantenerse en el terreno. La infantería británica, apoyada por tanques ligeros, lograron llegar a las posiciones y rodear a efectivos del BIM 5. En la ladera sur de Wireless Ridge, unos 40 hombres de la Compañía A del Regimiento 3 encabezó un contraataque contra soldados del Para 2.

En el amanecer del 14, soldados sobrevivientes del combate de Wireless Ridge formaron una línea defensiva en cercanías del arroyo Felton. Unos 50 sobrevivientes del Regimiento 7 lanzaron un contraataque contra los cuarteles de Moody Brook, ya en poder británico, pero fueron rechazados por el fuego de artillería. Los británicos se admiraron por la actitud de los argentinos.

Algunos de los soldados del Regimiento 3 que protagonizaron uno de los últimos contraataques de la guerra.

La Fuerza Aérea lanzó su última misión: dos bombarderos Canberra y dos Mirage atacaron posiciones británicas en Furze Bush Pass. Uno de los Canberra fue derribado.

A las 6 de la mañana, la artillería argentina disparó hacia la cima del Wireless para frenar el avance de los paracaidistas británicos y hubo fuego para cubrir el repliegue de los soldados argentinos. Una hora después los británicos dominaban Tumbledown y desde helicópteros dispararon misiles contra la artillería argentina cercana a Moody Brook.

Antes de retirarse, un subteniente y 21 artilleros del Grupo Aerotransportado 4 se quedaron para operar la última pieza, la que dispararon sobre paracaidistas británicos. Cuando un proyectil quedó atascado, se retiraron.

A esa altura Carlos Robacio, el comandante de BIM 5, había desobedecido dos órdenes de repliegue y seguía peleando.

En la última acción de la guerra, una sección de la Compañía Mar del BIM 5 había puesto fuera de acción a dos helicópteros Sea King británicos. El BIM 5 finalizó su repliegue a las 15, marchando a paso redoblado en las calles de Puerto Argentino con las tropas encolumnadas y en poder de sus armas. Querían reorganizarse para el combate urbano.

El capitán de fragata Carlos Robacio era el comandante del Batallón de Infantería de Marina N° 5. En más de una oportunidad, rechazó la orden de repliegue.

En sus memorias, el almirante Woodward anotaba, en esos últimos días de la guerra: “Estábamos ya en el límite de nuestras posibilidades, con sólo tres naves sin mayores defectos operativos, como el Hermes, el Yarmouth y el Exeter. De la fuerza de destructores y fragatas, el 45% está reducido a capacidad cero de operar. De los “guardavallas”, el Sea Wolf del Andromeda está inutilizado; todos los sistemas del Brillant padecen de una gran variedad de defectos; el Broadsword tiene un sistema y medio de armas, pero uno de sus ejes de propulsión con daños prácticamente permanentes. Ninguno de los 21 está en condiciones: el Avenger está descompuesto; el Arrow está roto y tiene una de las turbinas Olimpus inutilizada… y muchas cosas más. Todos están cayéndose a pedazos”.

Esta tarde quedé en este hermosísimo lugar para los Etendard con una sola vía de fuego de Sea Dart. Los convoyes que dirijo hacia y desde la costa durante la noche están “escoltados” por una fragata medio paralítica. La línea de cañones comenzó con cuatro naves y ha quedado reducida a dos por los desperfectos. El área de remolque, reparaciones y logística está “protegida” por el pobre viejo y averiado Glamorgan, y las Georgias del Sur son valientemente defendidas por el pobre viejo y averiado Antrim y el formidable barco de guerra Endurance”.

El repliegue del BIM 5 desde el cerro Sapper Hill marcaba el final de la resistencia que había planeado el general Jofre. La mayor parte de las fracciones habían abandonado sus posiciones y llegaban caminando a Puerto Argentino. Algunos lo hacían junto a soldados británicos, quienes no se molestaban en quitarles las armas.

El Para 2 dominaba Wireless Ridge, el Para 3 el monte Longdon, el Comando 42 monte Harriet y el Comando 45 Dos Hermanas. Con la Guardia Escocesa controlando Tumbledown, los gurkhas monte Williams y los galeses Sapper Hill, Puerto Argentino estaba dominada por dos brigadas inglesas.

Los generales Menéndez y Jofre acordaron que continuar la lucha significaría una mayor pérdida de vidas. Jofre dijo que “esto no da para más”.

El gobernador se comunicó con el general Leopoldo Galtieri y en el medio de la conversación la llamada se cortó por un bombardeo inglés. Galtieri estaba en Casa Rosada: “Parece que Menéndez se rinde…”, dijo. Pidió hablar con él.

El gobernador mandó a uno de sus ayudantes a hablar con los efectivos ingleses para pactar el alto el fuego.

Galtieri llamó. Que saque a los soldados de los pozos de zorro y contraataque, exigió a los gritos. Menéndez le explicó que ya no contaba con apoyos suficientes, y menos con naval y aéreo. Galtieri le insistió una y otra vez que contraatacase y que emplease a efectivos de los regimientos 3 y 25 y a la infantería de marina. Ante la negativa, le advirtió que al regreso del continente debería rendir cuentas. El gobernador era de la idea de invocar la Resolución 502 de Naciones Unidas, que determinaba que Argentina era agresora, cese de hostilidades, el retiro de tropas y negociar. Galtieri se opuso. Menéndez apuraba una decisión, “para salir con honor”.

Del Fearless, despegó un helicóptero Gazelle con los parlamentarios británicos. En su panza le ataron la tela blanca de un paracaídas. Viajaban los oficiales Bell -hablaba español- Reid y un radio operador que llevaba un teléfono satelital.

Fueron caminando hacia la sede del gobierno. Menéndez los esperaba en la puerta. En las conversaciones, lo acompañaron el capitán Melbourne Hussey los vice comodoros Carlos Bloomer Reeve y Eugenio Miari, especialista en tratados internacionales.

En una primera reunión se percibió la preocupación de los británicos por la aviación argentina; pidieron que cesasen sus ataques.

Moore and Menéndez agreed to a ceasefire. The governor demanded to remove the word "unconditional" from the terms of surrender.

A las 11 de la mañana, cuando comenzó a caer una nevada, se acordó un alto el fuego. Para los ingleses, haberlo logrado fue un hecho caído del cielo: las tropas que llevaban adelante el ataque hacia Puerto Argentino habían quedado solo con seis tandas de munición. El resto se había ido al fondo del mar con el Atlantic Conveyor.

Las condiciones de Galtieri era que Menéndez no firmase ningún documento; que no se hablase de rendición, sino de evacuación; que cada hombre volviese en uniforme y con su armamento y que el compromiso debía ser en términos del honor. A Menéndez le extrañó la orden de no firmar, sabía que eso sería imposible.

Moore y Menéndez acordaron el alto el fuego. El gobernador exigió quitar la palabra "incondicional", de los términos de la rendición.

Cada una de las partes se retiraron para hablar con sus superiores y quedaron volver a reunirse, esta vez con los jefes, por la noche.

A las 19:45 Jeremy Moore, comandante de las fuerzas británicas, descendió de un helicóptero, visiblemente contrariado por la tormenta de nieve que la nave debió atravesar. Iba acompañado con siete oficiales de su Estado Mayor, el radio operador con comunicación directa con Londres, y un oficial abogado. En una mano llevaba un documento con los términos de la rendición y en la otra una botella de whisky.

Los argentinos se negaron a suscribir una rendición “incondicional”, que no se haría una ceremonia pública de rendición, los oficiales mantendrían el mando de tropa y conservarían sus banderas.

Telegrama de Moore anunciando que todo había terminado.

La preocupación de Moore eran los aviadores. Por acción de la aviación, la flota había perdido 7 buques, 5 habían quedado fuera de combate y 12 tenían averías. Llamaron al brigadier Ernesto Crespo, que dijo, cuando comenzó la guerra: “Si alguien creyó que la frase ‘defender la Patria hasta perder la vida’ era solo una declaración, esta es la hora de la verdad”. Crespo, titular del comando aéreo, dio su palabra de acatar el cese de hostilidades, aunque aclaró que no se rendía.

Una vez que se quitó del documento la palabra “incondicional” y se tuvo garantías del comando aéreo, todo se destrabó. Menéndez puso sus iniciales en el documento. Luego firmó Moore y un oficial británico en condición de testigo.

Tapa del diario Clarín que daba cuenta del alto el fuego en las islas.

El cese de fuego comenzaría a las 23:59 del 14 de junio. Menéndez pidió autorización para reunirse con su Estado Mayor pero la misma le fue denegada, informándosele que en breve se lo trasladaría al “Fearless” en calidad de detenido.

La guerra había terminado.

Fuentes: La guerra inaudita. El conflicto del Atlántico Sur, de Rubén Oscar Moro; 1982. Los documentos secretos de la guerra de Malvinas/Falklands y el derrumbe del proceso, de Juan B. Yofre; Los cien días. Las memorias del comandante de la flota británica durante la guerra de Malvinas, de Sandy Woodward; Una cara de la moneda. La guerra de Malvinas según la versión completa del The Sunday Times Insight Team de Londres; diarios junio 1982.


sábado, 9 de septiembre de 2023

Operación Alcázar: El casi motín y última resistencia en Puerto Argentino

Operación Alcázar: los comandos que planearon sacar Menéndez y hacer un contraataque “en serio” contra los ingleses

Los mayores Mario Castagneto y Aldo Rico idearon un plan para resistir el embate final inglés y, de ser necesario, morir peleando. Iban a tomar la casa del gobernador en Puerto Argentino y atrincherarse. Cómo le llegó esa información a Menéndez, la acción que tomó y la misión suicida a la que fueron enviados cuando la guerra ya se terminaba

El jefe de la Compañía de Comandos 601consideraba que un contraataque era perfectamente posible. Mario Castagneto recorría permanentemente las posiciones y sabía de lo que hablaba. Pero los generales estuvieron siempre con los borceguíes lustrados, jamás se acercaron a recorrer los pozos de zorro de primera línea para calibrar la situación. De haberse animado a ensuciar su calzado, se hubieran anoticiado de que los soldados estaban enteramente dispuestos a jugarse. Siempre y cuando, claro está, los generales se pusieran al mando.

Excepto las posiciones del Regimiento 8, que estaba en Bahía Fox, el mayor Castagneto recorrió todas las unidades. Y pudo constatar que los combatientes esperaban y necesitaban la presencia de sus jefes. Esos jefes que están cerca de la tropa, que no le escurren el bulto a la primera línea, que recorren las posiciones, que tienen el conocimiento profundo de cómo está la situación por la que se está atravesando, que llevan a todas partes su aliento, que hacen la arenga final. Lo que los soldados querían era el ejemplo personal, no que los generales se quedaran encerrados en el pueblo. En vez de ello, estos generales vivían lo más tranquilos en sus casas de Puerto Argentino. Con cocinero y calefacción.

Si los de Malvinas no hubieran sido generales de escritorio, nada les hubiera impedido reunir a oficiales y suboficiales, incluyendo a aquellos que pululaban en el pueblo y en la retaguardia y, sumándoles a los comandos, lanzar ese contraataque que los ingleses tanto temían.

Pero Mario Benjamín Menéndez, jefe de la Guarnición Malvinas y gobernador del archipiélago, hacía gala de una indiferencia rayana en la resignación. Siempre me pareció que el general ya se había rendido internamente hacía mucho tiempo atrás.

Mario Benjamín Menéndez con el mayor Castagneto en Malvinas (Fotos: Nicolás Kasanzew)

El talentoso periodista Manfred Schönfeld, escribió después de la rendición:

Faltó el último coraje personal en la conducción. Si hubo sentimientos humanitarios, si no se quiso exponer a la tropa a ser víctima de una carnicería generalizada –suponiendo que verdaderamente, el armamento del enemigo era tan superior que casi diez mil hombres no pudieron resistirlo siquiera un poco más– pero en fin, si hubo ese acto de compasión para con la masa de jóvenes civiles conscriptos, nadie hubiera impedido, sin embargo, a los oficiales superiores al mando de la guarnición, licenciar a sus tropas, ordenarles rendirse, dar a conocer amplia y profundamente tal decisión a los cuatro vientos –para evitar posibles represalias ulteriores contra la tropa inerme– y una vez hecho eso, atrincherarse un puñado de hombres cuyo honor profesional los hubiera obligado a semejante acto de heroísmo, alrededor de su bandera, y pelear por ella hasta morir. De haberse dado un gesto de esta naturaleza, hoy los argentinos andaríamos con la frente más alta, e incluso en aquellos hogares atribulados por la tragedia de la pérdida o la mutilación de un hijo se sentiría que ese sacrificio impuesto por el destino fue correspondido, fue igualado, sin que quedasen sueltos los cabos de la duda y de la incertidumbre sobre la justificación del sacrificio”.

Aldo Rico en una Kawasaki KE 125 en la costa de Puerto Argentino

Sin embargo, hubo dos oficiales que quisieron hacer exactamente lo imaginado por Schonfeld: atrincherarse con un puñado de hombres y vender cara la derrota. Eran los jefes de las Compañías de Comandos 601 y 602, mayores Mario Castagneto y Aldo Rico.

La iniciativa partió del primero, quien le planteó a Rico la idea de preparar la última resistencia en Puerto Argentino. La operación se llamaría “Alcázar”, un término muy caro a Castagneto, ya que evocaba la heroica resistencia del asediado Alcázar de Toledo en 1936. El jefe de la 602 no estaba muy convencido, pero finalmente accedió ante el ímpetu y la convicción irreductible de Castagneto.

Bastante antes del arribo de Rico a Malvinas, el jefe de la 601 había anticipado que ese momento podía llegar. Y su idea era atrincherarse en la casa del gobernador. Es que en una campaña, lo que simboliza el triunfo es la conquista del objetivo estratégico; en este caso la ciudad de Puerto Argentino. Pero el enemigo no podría cantar victoria, mientras la casa del gobernador no estuviese en su poder.

Desde tiempo atrás, Castagneto creía que iba a ser necesaria una resistencia final, sin posibilidades de éxito tal vez, pero que encarnara el deseo de combatir hasta la muerte. Erróneamente se dijo luego que la idea era resistir casa por casa, pero Castagneto nunca lo imaginó así. Por empezar, era imposible con los efectivos de que disponía en aquel momento. Contaba sólo con unos sesenta hombres, ya que había perdido gente que tenía en la Gran Malvina. Sumados a los comandos de Gendarmería y los de Rico no superaban un total de noventa o cien. Pero sobre todo, Castagneto no quería escudarse en la población civil, contra la cual los ingleses no iban a disparar.

Mohamed Alí Seinldín (izquierda) se negó a formar parte de la Operación Alcázar. Dijo que no se podía alterar la cadena de mandos de esa manera, que era una falta de disciplina

Discretamente, ambos mayores y sus jefes de sección reconocieron por dentro y por fuera la casa del gobernador, para determinar la mejor manera en que podía ser defendida. Y por expresa orden del jefe de la 601, a la que se plegó Rico, a partir del 5 de junio los comandos, tanto de Ejército, como de Gendarmería realizaron un relevamiento completo del poblado: tipos de casas, particularidades de los terrenos baldíos, lugares para hacer voladuras o tender trampas, vías de repliegue, cantidad de radios y vehículos de toda clase. Sin pedir permiso a la superioridad.

Es evidente que para Castagneto era una cuestión de honor mostrar a los ojos del mundo entero que los cuadros argentinos eran capaces de combatir hasta la muerte, aunque no tuvieran posibilidades de triunfo.

Lamentablemente, Menéndez tenía una idea bien distinta del sentido de la vida militar.

Seineldín habla frente a los Comandos. Sentado, Aldo Rico (Fotos: Nicolás Kasanzew)

Sólo quedaba la opción de desplazarlo. Pero, ¿quién tenía la talla suficiente para conducir a los cuadros a un sacrificio heroico? Las miradas de Castagneto y Rico convergieron sobre el teniente coronel Mohamed Alí Seineldín. Por su prestigio, porque no estaba comprometido directamente en el combate, porque su regimiento estaba en las cercanías, parecía la persona más adecuada para ponerse al frente de la defensa de Puerto Argentino.

De ahí que, a renglón seguido de la reunión de camaradería de los integrantes de ambas Compañías de Comandos, el domingo 6 de junio ambos oficiales visitaron a Seineldín en su amplia casamata subterránea de las posiciones del Regimiento 25 y le ofrecieron un plan: apartar a Menéndez y que él se ponga al frente de una defensa en serio. Inesperadamente, el Turco rechazó de plano la propuesta. Adujo que no se podía alterar la cadena de mandos de esa manera, que era una falta de disciplina.

Años más tarde, sin embargo, no tuvo los mismos miramientos al liderar, al menos formalmente, las asonadas de 1988 y 1990. Si bien decepcionados por la actitud de este jefe, Castagneto y Rico no abandonaron la idea de una postrera defensa de Puerto Argentino: la encabezarían ellos mismos. Al parecer, no los amilanaba siquiera que sus actitudes fueran pasibles de consejo de guerra y fusilamiento inmediato.

Pero la intención de resistir llegó al conocimiento de Menéndez, y abruptamente todos los comandos fueron sacados de Puerto Argentino en el anochecer del 13 de junio. Se les dijo que del otro lado de Wireless Ridge, donde estaban los tanques de combustible, en la península de Freycinet, desembarcaron comandos del SAS y había que neutralizarlos. En realidad, mandaron allí un rejuntado, ya que la 602 había perdido parte de su capacidad militar y la 601 estaba desparramada, tenía gente en Howard, que no había logrado cruzar a Soledad.

Decepcionados por la actitud de Seineldín, Castagneto y Rico no abandonaron la idea de una postrera defensa de Puerto Argentino: la encabezarían ellos mismos

Los comandos pasaron la noche bajo la nieve, mirando con los visores nocturnos, pero el SAS nunca apareció. Y a eso de las cuatro de la mañana Castagneto los impone de una nueva orden que acababa de recibir: ocupar una posición de bloqueo al oeste de la península de Cambers, en dirección a Monte Longdon, para evitar el avance de los ingleses, que venían de superar al Regimiento 7. Se trataba lisa y llanamente de una misión suicida. Unos cuarenta hombres sin armamento pesado eran ubicados a la intemperie frente a la artillería británica y dos o tres de sus batallones. “No me pregunten el por qué de esta orden”, se atajó Castagneto. Pero cuando el capitán Ricardo Frecha, que tenía con él una relación especial más allá de la profesión, lo agarra en un aparte, el mayor le dice: “No quieren que estemos en Puerto Argentino y hagamos la Operación Alcázar”.

Para evitar eso, los mandaban a una misión suicida.

“Ponernos en esa posición de bloqueo era una locura –me comenta Frecha–. Pero te aseguro que de ahí no nos íbamos a mover, moriríamos allí. Castagneto moría ahí, Rico moría ahí, yo moría ahí. Pensaba en mi esposa: bueno, ella va a poder rehacer su vida, es una linda mujer, todo pasará para ella. ¿Y mis hijos? ¡Los dejo huérfanos! ¿Trascenderé en ellos? Pero no había marcha atrás. Milagrosamente, la guerra terminó esa madrugada, y pararon todo”.

El capitán Ricardo Frecha supo que los sacaron a último momento de Puerto Argentino para impedir la Operación Alcázar (Fotos: Nicolás Kasanzew)

Ese día Castagneto agotó las baterías, llamando por radio para que los cruzaran nuevamente a Puerto Argentino. Quería volver para poner en práctica la Operación Alcázar. Y no hubo manera. Recién cuando escuchó por la radio militar que la rendición estaba acordada, después de unos cuarenta llamados que había hecho pidiendo que mandaran el barquito para cruzarlos, vio al Forrest que salía de enfrente a recogerlos,

El jefe de comandos nunca imaginó que la rendición se produciría en forma tan precipitada y sin haber ofrecido la resistencia final. Él había propuesto lo que haría cualquier soldado verdaderamente profesional: combatir sin parar. Su postura era, asimismo, altamente espiritual: pensaba en el juicio de la Historia, antes que en la propia supervivencia.

El mayor Mario Castagneto (centro) pensó que podían tomar la Casa del gobernador y resistir

Sin embargo, no necesariamente la iniciativa de Castagneto iba a ser coronada con la muerte de todos los valientes atrincherados. En 1984, ese brillante intelectual que fue Manfred Schönfeld, me decía: “No acepto de modo alguno la típica excusa de que Menéndez estaba preocupado por su tropa. Hay ejemplos en la historia de cómo resuelve eso un oficial pundonoroso. Si entre esa muchachada se hubiese corrido la voz ‘¡El general en persona está lanzándose al ataque! ¡Carga frente a nosotros contra el enemigo!’ eso los hubiera galvanizado. Porque no hay soldado; ni profesional, ni conscripto, que resista eso. Y eso es lo que debiera haber hecho el general Menéndez. También, si se hubiera atrincherado en la casa del gobernador con cuadros, anunciando a los cuatro vientos que ha licenciado a su tropa, especialmente a los conscriptos, pero que él de ahí no se mueve, que tendrán que sacarlo muerto, yo me juego la cabeza, conociendo como creo conocer a los ingleses, en cuyo país viví nueve años seguidos, que si él hace eso, los ingleses se frenan. Si llega el mensaje a Londres –y a todo el orbe–: ‘El hombre no se va a rendir. Habrá que pasarlo a cuchillo a él y a sus doscientos selectos. ¿Qué hacemos? ¿Vamos a pasar por unos monstruos? ¿Cinco mil hombres vamos a masacrar a doscientos, cuando ellos con sus diez mil respetaron a nuestros ochenta Marines que estaban antes del 2 de abril?’ –me juego nuevamente la cabeza que la respuesta iba a ser: ‘Negocie con el hombre’. Y entonces, cuando se negocia, algo se saca. Algo más honorable, más digno. Pero irse así al mazo, es lamentable. Demostrativo de que ese general evidentemente no domina su oficio, ni tampoco tiene las cualidades esenciales del militar, que son el coraje y el espíritu de sacrificio”.

Después de todo, los jefes están justamente para hacer esa clase de gestos, interpretando la necesidad histórica. Menéndez, en cambio, no se rindió el 14 de junio. Ya había llegado rendido a las islas el 7 de abril.

sábado, 1 de octubre de 2022

Malvinas: Goose Green, Tumbledown, Wireless y el 2 Para buscando fuego de apoyo

La batalla de Goose Green de 1982 y mas allá...

Weapons and Warfare
 
 



4 Scorpions, 4 Scimitars y un Samson fueron a las Malvinas de 3 y 4 Troop, 'B' Sqn, The Blues and Royals. Desempeñaron un papel importante en la recuperación de las islas, ya que fueron los únicos blindados que llegaron a tierra.


Coordinación inadecuada del apoyo de fuego y ausencia de un enfoque de todas las armas

El 2 Para se fijó el objetivo totalmente irrazonable de derrotar a un enemigo atrincherado, establecido en profundidad y desplegado en un frente estrecho con campos de tiro despejados, sin posibilidad de lograr la sorpresa, prácticamente sin posibilidad de flanquear a Piaggi y, quizás lo más imperdonable de todo, sin nada que se acerque al apoyo de fuego adecuado. El hecho de que el HMS Arrow experimentara dificultades técnicas con su arma principal se puede atribuir simplemente a los caprichos de la guerra: la "fricción" de Clausewitz o la "Ley de Sod", y sin duda los artilleros y los técnicos hicieron todo lo posible, aunque, como se supo, sin éxito. para que su arma sea operativa. Pero la falta de apoyo de artillería adecuado en el campo es menos perdonable, a pesar de la pérdida crítica de helicópteros de carga pesada el 25 de mayo. cuando el error de cargar tantas máquinas de vital importancia en un solo barco de transporte expuso lo peor de la mala planificación. En cuanto a la ausencia de apoyo aéreo hasta las fases finales de la batalla, la RAF no tuvo ninguna responsabilidad por ello. Con mejor clima el día 27, los ataques aéreos de Harrier lanzados contra el istmo a pedido de Jones podrían haber logrado gran parte del trabajo antes de que 2 Para incluso abandonara su línea de salida temprano a la mañana siguiente, incluso teniendo en cuenta la presencia de cañones antiaéreos. que ya había demostrado su valía al derribar dos Harriers antes de la batalla. No fue sino hasta las 15:30 horas que aparecieron tres Harriers sobre el campo de batalla, solo uno de los cuales logró atacar la península al este de Goose Green, pero no logró alcanzar los cañones de 35 mm situados allí. Todavía,

Sin embargo, si se puede explicar con justicia la falta de disparos navales o apoyo aéreo, la lamentable falta de apoyo de artillería es menos comprensible, con solo tres cañones de 105 mm disponibles; tan pocos, de hecho, que cambiaban continuamente su fuego de una compañía a la siguiente según fuera necesario. Esto significó, por ejemplo, que aunque la Compañía B necesitaba apoyo de fuego durante su avance sobre Boca House, negó a la Compañía A el mismo apoyo que necesitaba Farrar-Hockley para romper el punto muerto en su sector al este, que llegó casi exactamente al mismo tiempo. : 1200 horas. La artillería también gastó una cantidad considerable de municiones en un esfuerzo inútil en el fuego de contrabatería, cuando la falta de inteligencia sobre la ubicación de las armas argentinas hizo que este esfuerzo fuera inútil. La prioridad debería haber sido apoyar a las compañías de fusileros, en particular A y B, aquellos cuyo avance los argentinos sostuvieron con más éxito. Si bien los cañones operaron casi continuamente durante la lucha de catorce horas, y dispararon alrededor de 900 proyectiles, dando una velocidad de disparo de aproximadamente uno por minuto, no lograron proporcionar el peso de fuego requerido para mantener el impulso de las tropas. En resumen, un ataque terrestre requiere el máximo apoyo de fuego para ayudar en su avance; incluso, o quizás especialmente, el soldado ordinario aprecia la solidez de este principio. No obstante, 2 Para prevaleció, pero el nivel de apoyo de fuego proporcionado quince días después durante los asaltos en, en particular, Mount Harriet y Wireless Ridge, debería haber estado presente en Goose Green. Finalmente, dada la naturaleza plana del suelo, incluso la turba blanda, empapada y empapada de agua podría soportar el peso de los tanques ligeros.

Operaciones del 12 al 13 de junio: Mount Tumbledown y Wireless Ridge

En la noche del 12 al 13 de junio, se reanudó la ofensiva, con el esfuerzo principal proveniente de la 5 Brigada en el sur contra las defensas de Puerto Argentino, lo que implicó un ataque del Segundo Batallón de la Guardia Escocesa contra Tumbledown y más al norte, un asalto de 2 Para contra la cresta inalámbrica. La Artillería Real proporcionaría cinco baterías de cañones para apoyar estos esfuerzos, junto con cuatro buques de guerra y los ocho tanques de los Blues and Royals, que habían cruzado la isla desde San Carlos. Mount Tumbledown constituía una posición muy formidable en manos de elementos del 5.º Batallón de Infantería de Marina, quizás la unidad de mayor tamaño que poseían los argentinos en las islas, y representaba el puesto clave en las defensas al oeste de Puerto Argentino. En la evaluación del teniente coronel Scott, comandante del batallón, un ataque a través de las expuestas laderas del sur de la montaña representaba un riesgo demasiado grande para sus guardias, por lo que eligió un avance occidental a lo largo de la cresta de la cumbre sin el beneficio del fuego de apoyo, asegurando así un acercamiento lo más silencioso posible. En la primera fase, una incursión de distracción realizada a lo largo de la vía Fitzroy-Puerto Argentino precedería a la toma por parte de una compañía del extremo occidental de la eminencia, mientras que en la segunda fase otra compañía debía capturar el área alrededor de la cumbre. Por último, una tercera empresa se apoderaría del extremo este.

El desvío comenzó a las 20:30 horas, y el avance principal comenzó media hora más tarde en medio de condiciones de congelación. Con el apoyo de tanques ligeros, la fuerza de distracción se enfrentó a los argentinos durante dos horas, seguida de un éxito limitado de otras subunidades que emplearon armas antiblindaje contra la fuerza de distracción que enfrentó a los argentinos durante dos horas, seguida de un éxito limitado de otras subunidades que emplearon armas antiblindaje. -armas blindadas contra búnkeres argentinos; de hecho, a pesar de los esfuerzos de los guardias para usar granadas a una distancia peligrosamente cercana, su avance se vio seriamente frenado. Alrededor de las 02:30 h, los atacantes pidieron apoyo de artillería para romper el callejón sin salida y, después de varios combates cuerpo a cuerpo, un puñado de hombres finalmente llegó a la cima, pero solo después de una lucha de siete horas, con las bayonetas ensangrentadas. Otras compañías hicieron un uso extensivo de sus armas antiblindaje Carl Gustav de 84 mm y armas antitanque ligeras. La lucha no cesó hasta alrededor de las 08.15 horas del 13 de junio, mucho después del amanecer, en el transcurso de la cual los guardias escoceses sufrieron nueve muertos: dos durante la diversión y cinco en el asalto principal, más otros dos por fuego de mortero cuando los proyectiles cayeron mientras los hombres atendían a los heridos. Pasaron poco más de once horas desde el momento en que abandonaron la línea de salida para que los guardias arrebataran la cresta a los argentinos, de los cuales doce fueron hechos prisioneros y quizás el triple de muertos. Representó un logro significativo, aunque tomó mucho más tiempo del previsto, circunstancia que casi con seguridad se atribuye al hecho de que allí se desplegaron las mejores unidades argentinas. Con la caída de Tumbledown se fue el elemento clave en la defensa de Puerto Argentino. Los argentinos evacuaron a sus tropas de Mount William esa noche, dejando solo Wireless Ridge como la última posición elevada para interponerse en el camino de la ofensiva británica.

Animado por su victoria en Goose Green y la única unidad importante a la que se le dio una segunda oportunidad a los argentinos, al 2 Para se le asignó la tarea de apoderarse de Wireless Ridge la misma noche que el ataque de la Guardia Escocesa en Tumbledown, 12 y 13 de junio. . Situada a 3,2 km (2 millas) al noreste de Tumbledown, Wireless Ridge constituía de hecho dos partes separadas de terreno elevado, que el teniente coronel David Chaundler decidió atacar desde el norte. Mientras que 2 Para había recibido muy poco apoyo de fuego en Goose Green, se planeó todo lo contrario para el ataque contra Wireless Ridge. Aquí, el batallón poseía muchos morteros propios, así como algunos del 3 Para, dos baterías de artillería puestas a su disposición durante el transcurso de la noche, otras armas proporcionadas por la Artillería Real si era necesario y la potencia de fuego del HMS Ambuscade. Finalmente, dos Scorpions y dos Scimitars de Blues and Royals estaban disponibles, capaces de ofrecer un apoyo cercano ya que el suelo aquí, en contraste con las otras características asaltadas hasta ahora, no ofrecía lados empinados. El 7º Regimiento defensor, que había luchado contra el 3 Para en Mount Longdon, desplegó las compañías de fusileros habituales, además de francotiradores, ametralladoras pesadas, morteros y artillería.

Chaundler dividió su plan en cuatro fases para incluir fuego de artillería preparatorio. La compañía líder abandonó su línea de salida a las 21:45 h, con el apoyo de Scimitars y Scorpions, y al llegar a una de las alturas descubrió que los defensores se habían retirado bajo el peso del fuego entrante. Sin embargo, mientras los paras buscaban consolidar este terreno recién ocupado, ellos mismos se convirtieron en el objetivo de un bombardeo de artillería. En este punto, hacia el este, otras dos compañías iniciaron su avance desde la línea de salida y se prepararon para enfrentarse a los defensores cuando los argentinos, doblegándose ante la presión de la combinación de fuego de artillería, morteros y ametralladoras dirigido contra su posición, se retiraron. . Mientras tanto, otra compañía de paracaidistas, apoyada por los tanques ligeros de los Blues and Royals junto con Milans y ametralladoras, avanzaba a paso firme. Por cierto, el 2 Para logró apoderarse de la primera mitad de la cresta con poco esfuerzo, pero los defensores ofrecieron una obstinada resistencia en la mitad restante, y los atacantes se vieron obligados a despejar un búnker tras otro. Sin embargo, su avance nunca flaqueó y, finalmente, la defensa se derrumbó, dejando al batallón de Chaundler en posesión de la cresta. Al amanecer, una pequeña fuerza de argentinos asaltó la posición, solo para ser rechazada por los defensores y el fuego de apoyo de morteros y cañones de 105 mm. Cuando el sol salió más alto, los argentinos huyeron en dirección a Puerto Argentino. 

A diferencia de Goose Green, en Wireless Ridge el 2 Para había encontrado poca resistencia, recibió un apoyo de fuego significativo de tanques y artillería y había aprendido de la dura experiencia de quince días antes. La caída de Wireless Ridge y Monte Tumbledown rompió la parte posterior de la red defensiva argentina cerca de Puerto Argentino y el 14 de junio, desafiando las órdenes de Galtieri de resistir, Menéndez acordó un alto el fuego y su rendición total se hizo efectiva a las 20:59 horas hora local.