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sábado, 2 de abril de 2022

Malvinas 40: ¿Por qué se nombró a la operación Virgen del Rosario?

De Santiago de Liniers a Seineldín: por qué se llamó Virgen del Rosario la operación para recuperar Malvinas

La acción militar del 2 de abril debe su nombre a la Virgen cuya imagen se encuentra en el Convento de Santo Domingo desde las invasiones inglesas a Buenos Aires. La tormenta que unió ambos momentos históricos. Y la posición de la Iglesia Católica frente al conflicto bélico
Una imagen del desembarco argentino en Malvinas. Y la Virgen del Rosario que se encuentra en el convento de Santo Domingo en San Telmo

Desde los primeros momentos del siglo XIX, la Iglesia Católica argentina se fue fundiendo con la ideología de crear un ser nacional. El ideal último, para ellos, era que ser reconocido católico y argentino fuese una sola amalgama. Por supuesto que este ideal fue plenamente compartido con las Fuerzas Armadas: durante las batallas de la guerra de independencia, muchas victorias fueron atribuidas a la intercesión de la Virgen María. Por lo tanto, si Dios estaba del lado de los independentistas esta alianza no podría romperse nunca. Y así, cuando se fue consolidando una entidad del ser nacional, se ubicó al catolicismo romano en el centro, como fusión de un todo.

Esta unidad indivisa se mantuvo por mucho tiempo dentro de la mentalidad Argentina. Y a partir del primer gobierno del presidente Juan Domingo Perón, la imagen de la Virgen de Luján se volvió un icono omnipresente en todo el país, comenzó a formar parte del ideario argentino y fue nombrada patrona de casi todo.

Más adelante hubo gobiernos de todos colores y tendencias, aunque la mayor parte de la segunda mitad del S. XX fueron gobiernos militares de facto, los que debido a su formación crearon fuertes lazos con la jerarquía católica, sobre todo con el alto clero: los obispos.

El gobierno militar de facto que derrocó a la presidente María Estela Martínez de Perón el 24 de marzo de 1976 fue en un principio, para la gran mayoría de los argentinos, otro más en la cadena de interrupciones a la Democracia. Pero no fue así.

El nombre completo de la imagen que se venera en Santo Domingo es Virgen del Rosario de la Defensa y la Reconquista. Una réplica se iba a llevar a Malvinas para ser entronizada en la futura catedral de las islas

En los primeros años de la dictadura, la gran mayoría de la alta jerarquía católica aplaudió el desempeño de la Fuerzas Armadas en su lucha contra “los eternos enemigos de la nación argentina” que por carácter transitivo, eran enemigos de la Iglesia Católica. El pro vicario castrense, Mons. Bomanín, consideraba que el acciones represivas de las fuerza armadas estaban “en los planes de Dios” y la lucha contra los subversivos era, pues, una especie de “guerra santa”. Por supuesto no toda la jerarquía católica lo sostenía. A muchos les costó la vida.

Para 1981 el gobierno de la dictadura era insostenible, ya se sabía de las torturas y de las desapariciones. La economía y el desempleo estaban haciendo mella. Para el 30 de marzo de 1982 se realizó una gran movilización como hacía muchos años no se veía por las calles.

Los militares no comprendían porque cada vez perdían más apoyo a su cruzada. Creían que debían mantenerse en el gobierno a perpetuidad y así poder salvaguardar la moral y la santa religión de los avatares y desórdenes del mundo. Al fin y al cabo Francisco Franco había gobernado España desde 1939 hasta 1975 ¿Por qué ellos no?

En medio de este contexto de agotamiento de la ciudadanía se decidió la ocupación de las islas Malvinas, algo que se venía pensando desde hacía tiempo. Levantando la bandera de la soberanía sobre el archipiélago, los militares buscarían recuperar la legitimidad perdida ante la sociedad civil.

El 8 de mayo, en Malvinas, se hizo una procesión con la imagen de la Virgen de Luján. Los soldados Palacios y Ortiz la llevaron. A la izquierda se encuentra Seineldín, que bautizó a la operación para recuperar las islas como Virgen del Rosario. La fotografía está dedicada a Palacios por el capellán de guerra

El mismo día de la ocupación de las islas, el episcopado católico emitió un comunicado que llevaba la firma del cardenal Primatesta, que por aquellos tiempos era presidente de la Conferencia Episcopal Argentina: “En este momento crucial en que la patria, guiada por sus autoridades, ha afirmado sus derechos, buscando asegurar su mantenimiento, la conferencia episcopal Argentina exhorta vivamente a todo el pueblo de Dios a expresar su unión en una permanente y constante súplica, para que el Señor abra muy pronto aquellos caminos de Paz que, asegurando el derecho de cada uno, ahorren los males de cualquier conflicto”.

Pero esta gesta tuvo un nombre: “Operación Rosario”. Para muchos obispos se luchaba contra herejes cismáticos anglicanos, que se habían apartado de la verdadera y única fe gracias a Enrique VIII. No solo sería una guerra por cuestiones territoriales sino una verdadera cruzada de fe. ¿De quién fue la idea del nombre? Del teniente coronel Mohamed Alí Seineldin.

En la etapa de planeamiento la operación se denominó “Carlos”. Luego la acción militar se rebautizó como “Operación Azul”. Fue en medio del fuerte temporal que el entonces teniente coronel Mohamed Alí Seineldín, embarcado en el buque “Cabo San Antonio”, recordó que cuando ocurrieron las invasiones inglesas al Río de la Plata, Santiago de Liniers había enfrentado inclemencias climáticas que cesaron cuando invocó a la Virgen del Rosario. Por esa sugerencia el contraalmirante Büsser, Jefe de la fuerza de desembarco, rebautizó la operación como “Operación Rosario”. El cambio en las condiciones climáticas fue “milagroso” y posibilitó el inicio de las acciones desde horas antes del 2 de abril, por tanto quedó para siempre adjudicado dicha mudanza meteorológica y el éxito del desembarco a la intercesión de la Virgen.

La advocación de la Virgen del Rosario por la cual Seineldin solicitó que se cambiara el nombre de la operación bélica, se refiere a la imagen que se venera en el Convento de Santo Domingo, la basílica de Ntra. Sra. del Rosario de Buenos Aires. Dicha imagen es una talla de vestir o de candelero, de 1,20 cm de altura, la cual sostiene un niño en sus brazos, que también es de vestir, con cabello natural y corona.

La entrada a la iglesia de Santo Domingo, en la avenida Belgrano al 300, en San Telmo (Nicolás Stulberg)

Esta imagen posee su historia: en la noche anterior a la reconquista de la ciudad de la Santa Trinidad (actual Buenos Aires), que había sido invadida por las tropas británicas el 25 de junio de 1806, Santiago de Liniers realizó ante dicha imagen de la virgen una vigilia y le prometió a ella que si lo ayudaba a defender la ciudad de los invasores, entregaría sus banderas como ofrenda por el triunfo. Así fue: la ciudad resistió el embate de las fuerzas británicas y Santiago de Liniers cumplió con su voto, ofreciendo a la virgen dos banderas del Regimiento nº 71 Highlanders, y dos estandartes de la marina real británica.

Dichos trofeos de guerra permanecen, hasta hoy, en exhibición en el templo. En el convento de Santo Domingo también se atesoran dos banderas realistas que donó Manuel Belgrano a dicha imagen. Pero fue por la gracia concedida en defensa de la ciudad de la santa Trinidad (actual Buenos Aires) que la imagen tomó el nombre de “Nuestra Señora del Rosario de la Defensa y Reconquista”.

Santiago de Liniers le ofrendó las banderas capturadas a los ingleses a la Virgen del Rosario

Debido a que la acción militar se denominó “Operación Rosario”, desde el lunes 12 de abril se convocó a los fieles al “Operativo Espiritual Rosario”, que consistió en oraciones que se sucedían sin interrupción a lo largo de toda la jornada, y que tomaba ese nombre porque no era otra cosa que “una colaboración religiosa a la acción militar” según expresó el padre Daniel Zaffaroni, uno de sus organizadores, quien agregaba que dicho operativo duraría hasta “obtener la victoria en esta causa justa y noble de defender a nuestra patria”.

Asimismo se instó a que los católicos porteños llevaran claves rojos para cubrir la capilla en donde se venera la imagen de la Virgen. Tal fue el entusiasmo que se decidió que una copia más pequeña de la Virgen venerada en ese templo fuera hacia Malvinas, para ser entronizada en la futura catedral de la diócesis que se crearía. La imagen nunca llegó a Malvinas, pero se trajo para el templo un cofre con tierra del archipiélago. El tema Malvinas no era solo la recuperación de las islas, sino también la lucha de la verdadera y única fe católica por parte de los militares argentinos sino también una cruzada contra los anglicanos.

Una de las banderas inglesas que se encuentran en el Convento de Santo Domingo (Captura Youtube)

Volviendo a las islas, pocos recuerdan que durante la jura del general Mario Benjamín Menéndez como gobernador del archipiélago concurrieron el nuncio apostólico y ocho obispos: el cardenal Aramburu y el pro vicario del ejército monseñor Bonamín, los obispos Collino, Galán, Menéndez, Villena, Canale y Di Monte, quien envió 10.000 rosarios para los soldados.

El decidido apoyo a la “Operación Rosario” por cierta parte del episcopado era notorio. El cardenal Aramburu, en su homilía del viernes santo dijo: “ha surgido en el país entero una histórica hora de unanimidad de sentimientos, de objetivos y de adhesión a nuestras Fuerzas Armadas (...) Nuestro país se encuentra en este momento conmocionado por un hecho que está basado en sólidos fundamentos jurídicos, pero que no deja de ser actualmente serio y grave: es el hecho de la integridad de su soberanía territorial”.

Este evento bélico era providencial para la jerarquía católica, en el cual vislumbraba una inmejorable oportunidad para presentarse como símbolo de la unidad nacional, como amalgama total y general, misión y cargo que hacía ya tiempo que comenzaba a menguar.

El cardenal Aramburu participó en Malvinas de la jura del general Menéndez como gobernador (Captura Youtube)

Entre las voces discordantes de la mayoría de la conferencia episcopal, la del obispo de Neuquén Jaime de Nevares sostuvo: “que las islas Argentinas del Atlántico Sur hayan vuelto al dominio de nuestra Patria es un gesto de reparación histórica, pero que este hecho de justicia y las negociaciones posteriores sean conducidas por ambos países con tal cordura política que impida una guerra”. Sostenía que el hecho de la recuperación de las islas no debía ser usado para excitar en el pueblo ánimos belicista o como “una pantalla para sofocar, olvidar y desviar la atención de los graves problemas internos de desocupación y hambre”. El documento no sólo fue firmado por el obispo, sino por todo el clero de la diócesis.

Mientras tanto en la nueva capital del archipiélago, llamada Puerto Argentino después del 2 de abril, el general Menéndez juró sobre una Biblia que le dedicara especialmente monseñor Collino, obispo de Lomas de Zamora, quien bendijo para la ocasión ocho crucifijos y una imagen de la Virgen de Luján.

Fuentes: “La Iglesia católica durante la guerra del Atlántico Sur” (Martín Obregón, Universidad Nacional de La Plata) y Documentos de la Conferencia Episcopal Argentina


Malvinas 40: Día D

Malvinas, Día D: la Operación Rosario, una furiosa tormenta y la adrenalina del desembarco del 2 de abril de 1982

Ese día, hace 40 años, las tropas argentinas pisaron las Malvinas, pero los preparativos y la guerra de nervios habían comenzado mucho antes, en el máximo de los secretos. Uno de esos protagonistas fue Roberto Reyes, por entonces un joven subteniente, que sentía que no merecía todo lo que le estaba ocurriendo. Día a día de una operación militar que llevaba meses de diseño

Por Adrián Pignatelli || Infobae


El buque Cabo San Antonio, en una fotografía tomada meses antes del 2 de abril. Se ven las compuertas de proa abiertas, por donde desembarcaban los anfibios (Gentileza General Brigada (r) VGM Roberto Reyes)

Ocurrió el viernes 26 de marzo de 1982. Los oficiales del Regimiento de Infantería 25 escuchaban concentrados al teniente coronel Mohamed Alí Seineldín, quien estaba acompañado por el jefe de la compañía de ingenieros. En medio de un silencio reverencial atendían las órdenes y las indicaciones que les estaba impartiendo en la sala de situación, con la mesa de arena donde se planificaban las acciones. Les estaban comunicando que se había puesto en marcha el operativo de recuperación de las islas Malvinas. Uno de esos jóvenes oficiales era el subteniente Roberto Reyes. Tenía 24 años y sentía que recibía más de lo que merecía.

Unos días antes, el 1 de febrero de 1982, Seineldín se había enterado que el Regimiento 25, al que estaba al mando, sería la única unidad de Ejército que integraría la fuerza de desembarco. Debía ejecutar el plan de acción.

El incidente que se inició el 19 de marzo en Puerto Leith, en las islas Georgias, cuando obreros de una empresa argentina que fueron a desguazar una factoría ballenera, precipitó los hechos. El 23 ya se le había preguntado a la Marina, que venía trabajando en el proyecto desde el año anterior, sobre la fecha más cercana para llevar adelante la operación.

El 25 por la tarde la Junta Militar había ordenado que la flota debía partir el 28 al mediodía y que el 1 de abril desembarcarían en las islas. Entre el 26 y el 28 los buques que participarían fueron debidamente aprovisionados.

Los vehículos anfibios usados en el desembarco, en la bodega del Cabo San Antonio. (Gentileza General Brigada (r) VGM Reyes).

De la fuerza de desembarco participaría la compañía C del Regimiento 25, a cargo del Teniente Primero Carlos Esteban. Estaba integrada por las secciones “Bote” al mando del Teniente Roberto Estevez y “Romeo” del Subteniente Juan José Gómez Centurión, las que encabezarían una operación anfibia para controlar y ocupar Darwin. Una tercera sección, denominada “Gato” al mando del Subteniente Roberto Reyes tendría la responsabilidad de una operación aeromóvil para capturar al gobernador.

Mientras Seineldín impartía las órdenes, ese 26 de marzo, Gómez Centurión disimuladamente se sacaba el yeso de su mano que llevaba desde hacía días por un accidente que había sufrido. No quería quedar afuera del histórico día por nada del mundo.

Debieron preparar rápido su equipo, ya que en unas horas más partirían. Seineldín les dio una orden que algunos hasta tomaron con fastidio: debían llevar su sable porque iban a ir a la batalla.

Dos protagonistas. El teniente coronel Seineldín dialoga con el almirante Büsser en Puerto Argentino (Gentileza General B (r) Reyes)

El sábado 27 de marzo fueron en avión a la base aeronaval Comandante Espora y al día siguiente, a la salida del sol, embarcaron en la flota.

El domingo 28 fue un día radiante. A la noche el Cabo San Antonio, un buque transporte de tanques, comenzó a bambolearse. Había zarpado ese día desde Puerto Belgrano llevando parte de la fuerza de desembarco.

El 29, el 30 y el 31 soportaron un temporal del suroeste que nunca las tropas de infantería embarcadas habían ni siquiera soñado tener que afrontar.

La operación debía ser “incruenta, sorpresiva y de corta duración”. La fuerza de desembarco estaba integrada por el Cabo San Antonio; el buque de transporte Islas de los Estados; el Rompehielos Almirante Irízar; el Submarino Santa Fe; las fragatas Santísima Trinidad y Hércules y las corbetas Drummond y Granville. Más alejados, el Portaaviones 25 de mayo, su Grupo Aeronaval y las bases de la fuerza aérea del continente.

Bandera inglesa capturada. El segundo desde la derecha es el subteniente Reyes (Gentileza General B. (r) Roberto Reyes)

Los de Reyes serían los únicos efectivos de Ejército en participar de las acciones en Puerto Argentino ese viernes 2 de abril. Debía armar con los soldados incorporados dos meses antes una fracción liviana con buen poder de fuego y rápido despliegue. Todos comprendieron que eran parte de algo importante. No podían creer lo que estaban viviendo.

En los dormitorios de cinco pisos con cuchetas del San Antonio se acomodaron, en el reducido espacio separado por estrechos pasillos y escasa ventilación, los 37 efectivos del Regimiento 25. La primera tarea a la que se abocaron fue al mejoramiento de la estiba de materiales.

El barco, una mole de 144 metros de largo, se movía mucho por el mar picado. Los mareos y las descomposturas de los que estaban acostumbrados a moverse con los pies sobre la tierra, enseguida hicieron mella. Lo que aun ignoraban es que los bamboleos durarían hasta el día del desembarco.

El vehículo anfibio 10 en el que desembarcó la sección de Reyes. En primer plano se ve a Seineldín y detrás, de boina, el subteniente Reyes (Gentileza General B. (r) Reyes)

Los oficiales procuraban mantener ocupados a sus hombres. En las cubiertas superiores se hacían prácticas de defensa, contra incendio y abandono del buque. Los soldados ignoraban hacia dónde se dirigían. Especulaban con un conflicto con Chile o que iban en auxilio de un país centroamericano. Estaban navegando hacia el sur y que, al llegar a la altura de Río Gallegos, pondrían proa hacia las islas.

Si el primer día el mar estaba picado, en el segundo las condiciones empeoraron a tal punto que las violentas inclinaciones del buque hacia babor y a estribor alternativamente, levantaba del piso a los soldados y los arrojaba contra las paredes. Los que podían, hacían algo de ejercicios físicos y otros limpiaban el armamento. Rogaban llegar lo más rápido a destino. Pocos prestaban atención a los tres turnos que había para comer. Hubo gente que esos cinco días no probó bocado.

El aeropuerto de la capital de las islas, uno de los objetivos de la operación del 2 de abril (Gentileza General B. (r) Roberto Reyes)

Temiendo que el temporal hiciera suspender el operativo, el teniente coronel Seineldín le propuso al Almirante Carlos Büsser, comandante de la fuerza de desembarco, cambiarle el nombre a la operación, bautizada como “Azul”. Seineldín recordó que en 1806, durante la primera invasión inglesa, las fuerzas que Santiago de Liniers había agrupado en Colonia y que había embarcado con proa a Buenos Aires, había quedado a merced de una sudestada. Liniers puso sus fuerzas a protección de la Virgen del Rosario. Pudieron llegar a salvo a puerto mientras que las naves inglesas que trataron de impedirlo sufrieron graves daños.

De ahí en más, la operación pasó a llamarse Rosario.

En el tercer día de navegación, los jefes de fracciones que desembarcarían fueron convocados para realizar los ensayos de las acciones que desplegarían el Día D. El subteniente Reyes recibió cartografía y demás detalles para ajustar la incursión que debían realizar en la casa del gobernador. El joven oficial debió exponer cómo haría dicha operación y se realizaron los ajustes correspondientes.

Estaba todo listo para el desembarco planeado para el 1 de abril.

Izamiento de la bandera en Puerto Argentino. (Gentileza Roberto Reyes)

En el cuarto día, Büsser decidió postergar el desembarco para el día siguiente. Los ingleses habían detectado a las fuerzas argentinas y preparaban la defensa, fortificando zonas de interés. Se había perdido la sorpresa táctica.

Se cambiaron las misiones. Se usaría como lugar de desembarco la zona oeste de la bahía Yorke; buzos tácticos que venían en el submarino Santa Fe debían marcar la playa de desembarco; se canceló la orden de apoderarse de los servicios públicos, a esa altura reforzados por los británicos; se decidió que los efectivos de Seineldín tomasen el control de la pista del aeropuerto y no el personal de Fuerza Aérea, como estaba planeado; los comandos tácticos y anfibios se dirigirían a la casa del gobernador; otro grupo de comandos debían apoderarse del cuartel de Moody Brook.

El helicóptero que debía transportar a Reyes y a su sección se había dañado por la navegación. Entonces, en lugar de tomar la casa del gobernador Rex Hunt, se determinó que debían apoderarse del aeropuerto eliminando la resistencia inglesa y despejar la pista, sembrada de vehículos y de maquinaria dejada por los Royal Marines y además habían apagado el faro San Felipe. Los comandos anfibios se ocuparían de la residencia del gobernador.

Seineldín en el momento en que entierra un rosario en la cabecera de la pista en el aeropuerto (Gentileza General B. (r) Roberto Reyes)

Reyes y sus hombres debieron entonces familiarizarse con prácticas de embarque y desembarque del vehículo anfibio a oruga (VAO) con el que se trasladarían a la playa. El VAO 10 tenía capacidad para 26 integrantes de la sección; los 11 restantes apoyarían el desembarco desde el San Antonio. La adrenalina los hizo olvidar de los mareos.

A las 18 horas del 1 de abril, luego de oír misa por altavoz, fue el comandante de la fuerza de desembarco que reveló el objetivo de la misión. En la Santísima Trinidad se leyó el mismo mensaje a la misma hora. Hubo emoción, alegría, gritos de júbilos y vivas a la Patria. Esa noche el mar se había calmado, pero nadie durmió.

La madrugada del 2 eran incesantes los desplazamientos por los angostos pasillos de las cubiertas bajas. La bodega del buque estaba impregnada del olor a los motores encendidos de los vehículos anfibios. Las órdenes y los gritos se mezclaban con el chillido de las radios buscando las frecuencias. Las luces permanecían apagadas.

Reyes ordenó a sus hombres colocarse el chaleco salvavidas. Cuando el sargento Colque terminó de repartirlos su mirada lo dijo todo: no había para él ni para Reyes. Rogaron no tener que necesitarlos.

A las 5:30 Reyes y sus hombres estuvieron listos. Así se lo hicieron saber a Seineldín, quien los arengó. Sus palabras las interrumpió la orden que vino de los parlantes de la bodega: hora de embarcar.

De izquierda a derecha: subteniente Guillermo Aliaga, del Regimiento de Infantería 8; teniente Roberto Estévez; teniente primero Carlos Esteban; subteniente Juan J. Gómez Centurión y subteniente Roberto Reyes (Gentileza Reyes)

Dentro de los vehículos anfibios se había ordenado silencio de radio; las compuertas laterales y superiores estaban cerradas y los soldados lograban adivinar el rostro de sus compañeros gracias a una tenue luz roja interior. En silencio esperaban la orden de “primera ola al agua”.

Entre las 6:05 y las 6:10 se abrieron las compuertas de proa, el ruido de los motores pareció atenuarse y el humo de los 21 vehículos se disipó por el cambio de aire. Minutos después los hombres sintieron carretear el vehículo y de pronto se encontraron flotando. Seineldín había ordenado al soldado Juan Pessaresi poner en el grabador Cala Cuerda, una marcha de fusileros ejecutada por los patriotas durante las invasiones inglesas.

Los vehículos anfibios pusieron proa a “Playa Rojo W”, punto donde desembarcarían. Ese lugar había sido asegurado horas antes por buzos tácticos llevados por el submarino Santa Fe.

Se percataron que no estaban recibiendo fuego, aunque a lo lejos se escuchaban disparos en dirección a la ciudad. Reyes había ordenado quitar las tapas de cubierta del vehículo y, en medio de un mar increíblemente calmo, iluminado por los destellos del amanecer, vio las luces de Puerto Argentino. Miró hacia atrás y contempló la flota de desembarco.

Los gritos de alegría volvieron cuando sintieron que las orugas habían tocado las rocas y transitaba por la arena. Estaban en Malvinas.

Puerto Argentino, nombre que recibió la capital de las islas a mediados de abril de 1982.

Tropas del Batallón de Infantería de Marina N° 2 y Reyes y su sección se dirigieron al aeropuerto. Lo hallaron vacío y los Royal Marines ni siquiera habían dejado trampas explosivas. Se dedicaron a remover una treintena de máquinas y camiones que obstruían la pista.

Luego, recibió la orden de rastrillar una de las calles de Puerto Argentino, en dirección a la casa del gobernador. Debían capturar a los soldados ingleses que encontrasen, y cuidarse especialmente de no producir bajas en la población. Solo encontraron a dos británicos paramédicos que se dirigían al hospital a atender a los primeros heridos.

Los argentinos tuvieron a su primer caído, el capitán de corbeta Pedro Giacchino cuando se generalizó un tiroteo con marines atrincherados en dependencias de la casa del gobernador. En esa acción fueron heridos el teniente de fragata Diego García Quiroga y el cabo primero Ernesto Urbina.

Mientras el comandante de la fuerza de desembarco estaba reunido con el gobernador en su residencia y en el jardín los Royal Marines eran custodiados por comandos anfibios, aterrizaba el Hércules que transportaba al resto del Regimiento 25. Y al aeropuerto llegaban efectivos transportados en helicópteros desde el Irízar.

Cerca del mediodía se realizó una formación en el patio de la casa para materializar oficialmente la recuperación de las islas. Durante los preparativos se cortó la driza del mástil, y el subteniente Reyes se trepó a la punta para engancharla. Algunos lo interpretaron como un mal augurio.

“Buenos días, argentinos”, saludó a las 7:30 el presidente de facto Leopoldo Galtieri a su gabinete. Estaba presente el flamante gobernador, el general Mario Benjamín Menéndez. Minutos antes de las 10 de la mañana, la Junta Militar emitió el primer comunicado: “Las Fuerzas Armadas, en una acción conjunta, con el fin de recuperar para el patrimonio nacional los territorios de las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, se hallan empeñadas en combate para alcanzar el objetivo señalado”.

La gente se dio cita en la Plaza de Mayo y pasadas las 2 y media de la tarde, Galtieri se asomó al balcón. “Aceptaremos el diálogo después de esta acción de fuerza, pero con el convencimiento de que la dignidad y el orgullo nacional han de ser mantenidos a toda costa y a cualquier precio”. Luego, salió a la plaza y se mezcló con la gente.

Rápidamente Puerto Stanley cambió por Puerto Rivero, en honor al Gaucho Rivero, y a partir del 16 de abril se bautizó oficialmente a la capital como Puerto Argentino.

Seineldín, el mismo que había ordenado a sus oficiales que llevasen sus sables, símbolo de mando, y el que propuso cambiarle el nombre al operativo, fue a la cabecera de la pista del aeropuerto y con una formación contemplándolo, hizo un pozo y enterró un rosario. Estaban en Malvinas. La guerra había comenzado.

sábado, 8 de enero de 2022

Operación Rosario: Los prolegómenos del desembarco

El desembarco del 2 de abril en el recuerdo de un protagonista: una tormenta furiosa, la épica de Liniers y una fuerza dispuesta a todo

El entonces joven subteniente Roberto Reyes, jefe de una sección que participó de la operación del desembarco en Puerto Argentino en 1982 aún tiene grabado a fuego en su memoria aquellas frenéticas jornadas, que 39 años después recuerda para Infobae

En la noche del domingo 28 de marzo el Cabo San Antonio, un buque transporte de tanques, comenzó a bambolearse. Había zarpado ese día desde Puerto Belgrano llevando parte de la fuerza de desembarco que debía participar de la recuperación de las islas Malvinas.

La operación debía ser “incruenta, sorpresiva y de corta duración”. La fuerza de desembarco estaba integrada por el Cabo San Antonio; el buque de transporte Islas de los Estados; el Rompehielos Almirante Irízar; el Submarino Santa Fe; las fragatas Santísima Trinidad y Hércules y las corbetas Drummond y Granville. Más alejados, el Portaaviones 25 de mayo, su Grupo Aeronaval y las bases de la fuerza aérea del continente.

El buque Cabo San Antonio, en una fotografía tomada meses antes del 2 de abril. Se ven las compuertas de proa abiertas, por donde desembarcaban los anfibios (Gentileza General Brigada (r) VGM Roberto Reyes)

El 1 de febrero de 1982 el Teniente Coronel Mohamed Alí Seineldín supo que el Regimiento 25, al que estaba al mando, sería la única unidad de Ejército que integraría la fuerza de desembarco. Debía ejecutar el plan de acción.

El 26 de marzo comunicó a sus oficiales la histórica misión que tenían por delante, y que el 28 embarcarían rumbo al sur.

De la fuerza de desembarco participaría la compañía C del Regimiento 25, a cargo del Teniente Primero Carlos Esteban. Estaba integrada por las secciones “Bote” al mando del Teniente Roberto Estevez y “Romeo” del Subteniente Juan José Gómez Centurión, las que encabezarían una operación anfibia para controlar y ocupar Darwin. Una tercera sección, denominada “Gato” al mando del Subteniente Roberto Reyes tendría la responsabilidad de una operación aeromóvil para capturar al gobernador.

Los vehículos anfibios usados en el desembarco, en la bodega del Cabo San Antonio. (Gentileza General Brigada (r) VGM Reyes/Asociación de veteranos de Malvinas/Revista Naval)

Los de Reyes serían los únicos efectivos de Ejército en participar de las acciones en Puerto Argentino ese viernes 2 de abril. Debía armar con los soldados incorporados dos meses antes una fracción liviana con buen poder de fuego y rápido despliegue. “En ese momento tomé conciencia que era parte de algo importante”, destacó a Infobae. “Sentí que me daban más de lo que merecía”. Tenía entonces 24 años y no lo podía creer.

Camino al Día D

En los dormitorios de cinco pisos con cuchetas del San Antonio se acomodaron, en el reducido espacio separado por estrechos pasillos y escasa ventilación, los 37 efectivos del Regimiento 25. La primera tarea a la que se abocaron fue al mejoramiento de la estiva de materiales.

El problema sobrevino esa misma noche cuando el barco, una mole de 144 metros de largo, comenzó a moverse debido al mar picado. Los mareos y las descomposturas de los que estaban acostumbrados a moverse con los pies sobre la tierra, enseguida hicieron mella. Lo que aun ignoraban es que los bamboleos durarían hasta el día del desembarco. Pocos prestaban atención a los tres turnos que había para comer, ya que muchos no probarían bocado.

Dos protagonistas. El teniente coronel Seineldín dialoga con el almirante Büsser en Puerto Argentino. (Gentileza General B (r) Reyes)

Reyes mantuvo ocupada a su sección. En las cubiertas superiores se hacían prácticas de defensa, contra incendio y abandono del buque. Los soldados ignoraban hacia dónde se dirigían. Especulaban con un conflicto con Chile o que iban en auxilio de un país centroamericano. Solo Reyes sabía sus órdenes. Estaban navegando hacia el sur y que, al llegar a la altura de Río Gallegos, pondrían proa hacia las islas.

Si el primer día el mar estaba picado, en el segundo día las condiciones empeoraron a tal punto que las violentas inclinaciones del buque hacia babor y a estribor alternativamente, levantaba del piso a los soldados y los arrojaba contra las paredes. Los que podían, hacían algo de ejercicios físicos y otros limpiaban el armamento. Rogaban llegar lo más rápido a destino. “El buque nos destruyó”, confesó Reyes. “Hubo gente que en esos cinco días no comió”.

El vehículo anfibio 10 en el que desembarcó la sección de Reyes. En primer plano se ve a Seineldín y detrás, de boina, el subteniente Reyes. (Gentileza General B. (r) Reyes)

Rosario por Azul

Temiendo que el temporal hiciera suspender el operativo, el teniente coronel Seineldín le propuso al Almirante Carlos Büsser, comandante de la fuerza de desembarco, cambiarle el nombre a la operación, bautizada como “Azul”. Seineldín recordó que en 1806, durante la primera invasión inglesa, las fuerzas que Santiago de Liniers había agrupado en Colonia y que había embarcado con proa a Buenos Aires, había quedado a merced de una sudestada. Liniers puso sus fuerzas a protección de la Virgen del Rosario. Pudieron llegar a salvo a puerto mientras que las naves inglesas que trataron de impedirlo sufrieron graves daños.

De ahí en más, la operación pasó a llamarse Rosario.

En el tercer día de navegación, los jefes de fracciones que desembarcarían fueron convocados para realizar los ensayos de las acciones que desplegarían el Día D. El subteniente Reyes recibió cartografía y demás detalles para ajustar la incursión que debían realizar en la casa del gobernador. El joven oficial debió exponer cómo haría dicha operación y se realizaron los ajustes correspondientes.

De izquierda a derecha: subteniente Guillermo Aliaga, del Regimiento de Infantería 8; teniente Roberto Estévez; teniente primero Carlos Esteban; subteniente Juan J. Gómez Centurión y subteniente Roberto Reyes. (Gentileza Reyes)

Estaba todo listo para el desembarco planeado para el 1 de abril.

Los movimientos del buque provocaban que los vehículos en la bodega se movieran más de la cuenta –”parecían autitos chocadores”- por eso Reyes con la ayuda de un guardiamarina aprovechaban esos desbalanceos para ajustar las cuerdas. Las olas pasaban por arriba del buque.

En el cuarto día de navegación, Büsser decidió postergar un día la operación. Sería el 2 de abril. Los ingleses habían detectado a las fuerzas argentinas y preparaban la defensa, fortificando zonas de interés. Se había perdido la sorpresa táctica.

Bandera inglesa capturada. El segundo desde la derecha es el subteniente Reyes. (Gentileza General B. (r) Roberto Reyes)

El helicóptero que debía transportar a Reyes y a su sección se había dañado por la navegación. Entonces, en lugar de tomar la casa del gobernador Rex Hunt, Büsser determinó que debían apoderarse del aeropuerto eliminando la resistencia inglesa y despejar la pista, sembrada de vehículos y de maquinaria dejada por los Royal Marines. Los comandos anfibios se ocuparían de la residencia del gobernador.

Reyes y sus hombres debieron entonces familiarizarse con prácticas de embarque y desembarque del vehículo anfibio a oruga (VAO) con el que se trasladarían a la playa. El VAO 10 tenía capacidad para 26 integrantes de la sección; los 11 restantes apoyarían el desembarco desde el San Antonio. La adrenalina los hizo olvidar de los mareos.

En la tarde del 1 de abril luego de oír misa por altavoz, fue el comandante de la fuerza de desembarco que reveló el objetivo de la misión. Hubo emoción, alegría, gritos de júbilos y vivas a la Patria. Esa noche el mar se había calmado, pero nadie durmió.

“Primera ola al agua”

La madrugada del 2 eran incesantes los desplazamientos por los angostos pasillos de las cubiertas bajas. La bodega del buque estaba impregnada del olor a los motores encendidos de los vehículos anfibios. Las órdenes y los gritos se mezclaban con el chillido de las radios buscando las frecuencias. Las luces permanecían apagadas.

El aeropuerto de la capital de las islas, uno de los objetivos de la operación del 2 de abril. (Gentileza General B. (r) Roberto Reyes)

Reyes ordenó a sus hombres colocarse el chaleco salvavidas. Cuando el sargento Colque terminó de repartirlos su mirada lo dijo todo: no había para él ni para Reyes. Rogaron no tener que necesitarlos.

A las 5:30 Reyes y sus hombres estaban listos. Así se lo hicieron saber a Seineldín, quien los arengó. Sus palabras las interrumpió la orden que vino de los parlantes de la bodega: había que embarcar.

Dentro de los vehículos anfibios se había ordenado silencio de radio; las compuertas laterales y superiores estaban cerradas y los soldados lograban adivinar el rostro de sus compañeros gracias a una tenue luz roja interior. En silencio esperaban la orden de “primera ola al agua”.

Entre las 6:05 y las 6:10 se abrieron las compuertas de proa, el ruido de los motores pareció atenuarse y el humo de los 21 vehículos se disipó por el cambio de aire. Minutos después los hombres sintieron carretear el vehículo y de pronto se encontraron flotando. Seineldín había ordenado al soldado Juan Pessaresi poner en el grabador Cala Cuerda, una marcha de fusileros ejecutada por los patriotas durante las invasiones inglesas.

Los vehículos anfibios pusieron proa a “Playa Rojo W”, punto donde desembarcarían. Ese lugar había sido asegurado horas antes por buzos tácticos llevados por el submarino Santa Fe.

Se percataron que no estaban recibiendo fuego, aunque a lo lejos se escuchaban disparos en dirección a la ciudad. Reyes había ordenado quitar las tapas de cubierta del vehículo y, en medio de un mar increíblemente calmo, iluminado por los destellos del amanecer, vio las luces de Puerto Argentino. Miró hacia atrás y contempló la flota de desembarco.

Los gritos de alegría volvieron cuando sintieron que las orugas habían tocado las rocas y transitaba por la arena. Estaban en Malvinas.

Reyes y su sección se dirigieron al aeropuerto. Lo hallaron vacío y los Royal Marines ni siquiera habían dejado trampas explosivas. Se dedicaron a remover una treintena de máquinas y camiones colocados en la pista.

Luego, la sección recibió la orden de rastrillar una de las calles de Puerto Argentino, en dirección a la casa del gobernador. Debían capturar a los soldados ingleses que encontrasen, y cuidarse especialmente de no producir bajas en la población. Solo encontraron a dos británicos paramédicos que se dirigían al hospital a atender a los primeros heridos. Fue cuando Reyes vio al capitán de corbeta Pedro Giacchino.

Seineldín en el momento en que entierra un rosario en la cabecera de la pista en el aeropuerto. (Gentileza General B. (r) Roberto Reyes)

Mientras el comandante de la fuerza de desembarco estaba reunido con el gobernador en su residencia y en el jardín los Royal Marines eran custodiados por comandos anfibios, aterrizaba el Hércules que transportaba al resto del Regimiento 25. Y al aeropuerto llegaban efectivos transportados en helicópteros desde el Irízar.

Cerca del mediodía se realizó una formación en el patio de la casa para materializar oficialmente la recuperación de las islas. Durante los preparativos se cortó la driza del mástil, y el propio Reyes se trepó a la punta para engancharla. Algunos lo interpretaron como un mal augurio.

Seineldín, en la cabecera de la pista y con una formación contemplándolo, hizo un pozo y enterró un rosario.

Esa misma tarde, a Reyes le ordenaron volar a Río Gallegos. Debía participar junto a otros oficiales de una conferencia de prensa de la que casi no recuerda qué dijo. Hoy Reyes, un general retirado, insiste en destacar el reconocimiento a sus soldados y a esos héroes que quedaron de guardia en las islas. Hace ya 39 años pero con el recuerdo siempre presente.


sábado, 8 de mayo de 2021

Malvinas: De la recuperación a la re-invasión británica (1/2)

Los últimos fuegos de un sol poniéndose sobre el Imperio. El desembarco británico en las Malvinas

Parte 1 || Parte 2


21 de mayo de 1982. 4.500 Royal Marines y paracaidistas británicos se preparan para desembarcar en la Bahía de San Carlos, en la isla principal de las Malvinas, al final de un viaje marítimo de casi 13.000 kilómetros. Se trata del primer desembarco por la fuerza de las tropas de Su Majestad desde el de Suez en 1956. Enfrente, los argentinos, tres veces más numerosos, los aguardan con firmeza, apoyados por una poderosa fuerza aérea.


¡Costa de las Malvinas a la vista!
fuente: http://nationalinterest.org/blog/jacob-heilbrunn/refighting-the-falklands-war-margaret-thatcher-versus-jeane-7919

¿Cómo es este desembarco de especial? ¿Cómo van a ganar los ingleses al final? ¿Qué lecciones podemos aprender de él?

Jérôme Percheron || L'autre côté de la colline (original en francés)


Islas en disputa

Archipiélago de islas perdidas en el culo del mundo a unos 500 km al este de la costa argentina y a 1.000 km de la Antártida, las Malvinas (Falklands para los ingleses) son un territorio británico de ultramar, de las cuales las dos islas más grandes, West Malouines o Gran Malvina y East Malouine o Soledad, casi sin árboles y azotada por el viento, tienen la mayoría de sus 3.000 habitantes (poco menos de 2.000 en 1982), dos tercios de los cuales se encuentran en su capital, Port Stanley o cómo sería rebautizada: Puerto Argentino. Son descendientes de colonos traídos por los británicos en el siglo XIX y viven principalmente de la cría extensiva de ovejas. El clima varía de templado-húmedo, con un duro invierno de abril a junio, para las dos islas grandes, a casi polar para la más meridional, Georgia del Sur, habitada por unos pocos científicos.

Descubiertos en el siglo XVI por ingleses y españoles (persiste la controversia sobre la primacía) y reclamados alternativamente entre sí, fueron ocupados en el siglo XVIII por franceses de Saint-Malo (de ahí el nombre de Malvinas). Después de arrebatar su independencia a los españoles en 1816, los argentinos reanudaron sus reclamos sobre las islas. Cuando los ingleses se apoderaron de ella en 1833, por razones estratégicas dada su posición en las rutas marítimas, comenzaron a poblarlas de colonos. Desde entonces, los argentinos han seguido desafiando esta soberanía, llevando el problema a la ONU en 1964, pero sin lograr resolverlo.


fuente: http://www.latinreporters.com/argentinepol19022010.html

La recuperación argentina

En 1982, Argentina había estado bajo el control de una dictadura militar durante 5 años, incluida en la lista negra por la comunidad internacional por su supuesta brutalidad, pero discretamente apoyada por Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría. Confrontado a una grave crisis economica y desafiado cada vez más por sus gentes, el general Galtieri, Comandante en Jefe [1] de la junta de gobierno, decide poner manos a la obra para un plan de recuperación de las Malvinas preparado por años por la ARA. Debería ayudar a restaurar su prestigio y unir a la población en torno a un objetivo común. El momento parece ideal, porque los ingleses, también sumidos en una crisis económica, se han embarcado en vastas restricciones presupuestarias de su aparato militar, concernientes en particular a su flota y sus medios de proyección, para reenfocarse en el cara a cara en Europa. Bloque soviético.

En marzo, un intento incruento de ocupar temporalmente a Georgia del Sur por parte de comandos argentinos vestidos de civil puso a prueba la determinación de los británicos. Estos últimos luego hacen que su personal estudie un plan para reconquistar las Malvinas en caso de que ocurra la invasión. Sin embargo, la primera ministra Margaret Thatcher y su equipo inicialmente no creen que los argentinos sean capaces de tal extremo. De hecho, el sistema de inteligencia británico en Argentina (escuchas de radio y agentes encubiertos) no detectó nada anormal. Pero el 31 de marzo fotos satelitales proporcionadas por los estadounidenses revelaron movimientos inquietantes de la flota argentina, incluidos barcos de asalto anfibio, que no dejaron dudas sobre su destino.

La fase anfibia de la Operación Rosario Argentina comienza en la noche del 1 de abril, sin una declaración de guerra. Consiste, tras unos ejercicios navales a 800 millas al norte del archipiélago destinados a enmascarar el acercamiento de la flota invasora, a desembarcar, tanto en las islas principales como en Georgia del Sur, 9.043 hombres de las tropas de élite. Los 85 Royal Marines presentes en el lugar4, advertidos el día anterior, sólo pueden oponer una resistencia simbólica pero resuelta. En efecto, para lo que se suponía era una “caminata de liberación”, las pérdidas son pesadas para los argentinos, limitados por reglas de enfrentamiento muy estrictas para no causar víctimas entre la población: 4 muertos y varios heridos, una fragata dañada, un helicóptero perdido. Los ingleses sólo registran 2 heridos.


Royal Marines hecho prisionero el 2 de abril (fuente: http://www.britishempire.co.uk)


Reacción británica

Las fotos publicadas por la prensa de soldados británicos hechos prisioneros y registrados en decúbito prono (procedimiento normal) desencadenan una ola de indignación y un deseo de venganza en la opinión pública inglesa, en la que el Primer Ministro está encantado de seguir cabalgando, dada su impopularidad en ese momento.

La decisión se tomó en la tarde del 31 de marzo de movilizar una flota de intervención, articulada en torno a los portaaviones HMS5 Hermes (que se prometió para desguace) y HMS Invincible (entró en servicio 2 años antes y ofrecido a Australia en el marco de restricciones presupuestarias). . Tienen una vocación predominantemente antisubmarina, e incluso entre ellos llevan un pequeño número de helicópteros (22 Sea Kings) y aviones de despegue / aterrizaje cortos / verticales (20 Sea Harriers). Además, su pequeño tamaño no les permite abordar un avión radar de alerta temprana. Posteriormente serán reforzados por diez Royal Air Force Harrier GR3. Los únicos dos muelles de desembarco (porta helicópteros de asalto anfibio, lancha de desembarco) HMS Fearless (transformado en un buque escuela) y HMS Intrepid (retirado del servicio) son retirados en caso de desastre y deben permitir una brigada de comandos Royal Marines, reforzados con paracaídas. unidades, para poder desembarcar. Estos barcos están escoltados por todos los edificios necesarios: fragata antisubmarina, destructores antiaéreos, barcos de suministros, transportes de tropas ... todos representando aproximadamente 2/3 de la Royal Navy y prácticamente la totalidad de la Royal Fleet Auxiliary6. Muchos edificios, que fueron desmantelados o reacondicionados, están siendo reparados por trabajadores de los astilleros que acababan de recibir su carta de despido, siguiendo las restricciones presupuestarias.

La junta argentina habría esperado incluso unos meses, los británicos no habrían tenido medios para reconquistar las islas ... La flota, al mando del contralmirante Woodward, zarpó el 5 de abril, de manera muy publicitada, desde Portsmouth. y Gibraltar, las bodegas llenas apresuradamente por un verdadero tour de force logístico7. Está precedido por 3 submarinos de ataque nuclear.


"¡Brittannia gobierna!" (inscripción en la pancarta): salida del HMS Invincible, 5 de abril de 1982 (fuente: http://www.telegraph.co.uk)

Las estrategias de cada oponente

Una ofensiva diplomática sostenida permite a los británicos aislar a Argentina y obtener ayuda de sus aliados. La ONU condena la invasión argentina. Estados Unidos, en un tiempo indeciso entre su aliado más leal en el continente sudamericano y su aliado más leal en Europa, finalmente optará por este último, considerando que su prioridad es permitir que Gran Bretaña retome rápidamente su lugar en el Sistema de la OTAN contra el bloque soviético. De esta manera, pondrán a disposición sus instalaciones en la Isla Ascensión (posesión británica arrendada a los estadounidenses, a medio camino entre el Reino Unido y las Malvinas), que demostrará ser una valiosa base de retaguardia, donde la flota podrá reorganizarse y abastecerse antes de la final. viaje, y desde donde la RAF puede despegar bombarderos estratégicos. También les proporcionarán información obtenida por sus satélites espías, dando en particular la posición de los barcos argentinos, y les permitirán adquirir diversos armamentos como los últimos misiles sidewinder aire-aire para equipar a los Harriers. Francia también jugará un papel importante, por un lado, parando sus ventas de armas a Argentina y a los países que puedan ayudarla, en particular los famosos misiles antibuque Exocet, y por otro lado, permitiendo que la flota británica entrene, durante su travesía frente a la costa francesa, organizando ataques simulados por aviones del mismo tipo que los que equipaban a los argentinos (Mirage III y Super-Etendard).


El viaje a las Malvinas (fuente: http://web.univ-pau.fr)

El general Menéndez, al mando de las tropas argentinas en las islas, está convencido de que el desembarco principal se realizará cerca de Puerto Argentino/Stanley. Efectivamente, las condiciones climáticas y el suelo impracticable para los vehículos pesados ​​(el 85% está constituido por turberas, el resto se reparte entre pantanos y páramos), sin olvidar la ausencia de cobertura (prácticamente sin árboles) haría, en el caso de un desembarco lejos del objetivo, una progresión terrestre muy difícil y vulnerable a los ataques. Por lo tanto, consolidará la mayoría de sus recursos alrededor de Port Stanley. Un puente aéreo y marítimo permitirá desplegar a más de 13.000 hombres en el lugar, en su mayoría reclutas. También se envían helicópteros y aviones de apoyo tácticos ligeros (Pucara), pero los aeródromos de las islas son demasiado básicos para que logren permitir que los jets funcionen.


Refuerzos argentinos desembarcando en Puerto Argentino, abril de 1982 (fuente: http://thebeerbarrel.net)

Los argentinos no pretendían dejar que la Royal Navy se acerque con los brazos cruzados: su flota y su fuerza aérea son poderosas y recientemente modernizadas. Su arma más sofisticada es el tándem avión / misil antibuque Super-Etendard / AM 39 Exocet, pero solo tienen 4 de estos aviones y 5 de estos misiles, porque Francia ha detenido las entregas bajo la presión británica.

El plan de reconquista británico (operación corporativa) sigue los principios fundamentales de las operaciones anfibias:

  • Aislar el teatro de operaciones (las islas): efectivamente es imprescindible frenar la llegada de refuerzos en la zona de la futura cabeza de puente, como hicieron los aliados en 1944 con Normandía al destruir metódicamente los ferrocarriles, puentes, ... en para "enjaular" la región. Para las Malvinas, esto equivale, en cuanto esté allí el primer submarino nuclear británico, a pronunciar el 12 de abril una zona de exclusión de 200 millas alrededor del archipiélago en la que cualquier buque no autorizado puede ser atacado.
  • Obtener la supremacía marítima y aérea en la zona de desembarco: este es un requisito previo si queremos que los barcos que transportan a los hombres sean desembarcados para llegar a su destino. En 1944, la enorme flota aliada realmente no tenía ese problema, especialmente porque estaba muy cerca de sus bases (al otro lado del Canal). En nuestro caso, resultará mucho más difícil, ya que la distancia entre las bases británicas y el lugar de aterrizaje está desproporcionada. Por otro lado, el poder político en Reino Unido se ha marcado un límite que no se debe traspasar: ningún ataque al continente, para no generar complicaciones diplomáticas con los demás estados sudamericanos, así como con Estados Unidos. Por tanto, no será posible neutralizar, al menos oficialmente, las bases aéreas ubicadas en Argentina. Por lo tanto, el bajo número de Harriers se utilizará mucho entre las misiones de superioridad aérea y las de apoyo a las tropas terrestres, especialmente porque este avión no es realmente versátil: el Sea Harrier, inicialmente transportado, está optimizado para la caza, de ahí la incorporación de Harrier. GR3 para el ataque terrestre.
  • Engaña al enemigo sobre la ubicación real del aterrizaje para retrasar la reacción del enemigo. En 1944, la Operación Fortaleza iba a engañar a los alemanes hasta el último momento (e incluso un poco más tarde) sobre el lugar exacto del desembarco. En Malvinas, los ingleses no harán nada para socavar la certeza argentina de un desembarco cerca de Port Stanley.
  • Reconocer con precisión costas y playas. Los ingleses tenían reconocimientos muy precisos realizados por un oficial apasionado por la navegación que había estado en servicio en las Malvinas unos años antes8, lo que les permitió elegir cuidadosamente el lugar de desembarco.
  • Adquirir la mayor cantidad de inteligencia posible sobre las fuerzas enemigas: su posición, su número ... este es el papel del SAS (Special Air Service) y SBS (Special Boat Service), unidades de fuerzas especiales creadas durante la Segunda Guerra Mundial, que, Tan pronto como la flota esté lo suficientemente cerca, será dejada en helicóptero por la noche en las islas y, perfectamente camuflada en la naturaleza, brindará información sobre todo el sistema argentino.
  • "Suavizar" o eliminar las defensas enemigas en las costas: a diferencia de las playas de Normandía, la ubicación elegida está débilmente defendida.
  • Adquiera rápidamente una cabeza de puente lo suficientemente profunda como para ser viable: debe ser capaz de resistir los contraataques enemigos y permitir que lleguen refuerzos.



Un Sea Harrier despegando del HMS Hermes, usando el trampolín (fuente: http://tech.uk.msn.com)

El encuentro de las flotas

La Armada Argentina (marina) se prepara para enfrentarse a la flota enemiga y ha lanzado sus dos buques insignia: el crucero ARA9 General Belgrano, un ex crucero estadounidense que data de la Segunda Guerra Mundial con 15 cañones de 152 mm, modernizado y equipado con misiles anti-buque Exocet, y el portaaviones ARA 25 de Mayo, también construido durante la Segunda Guerra Mundial (originalmente para la Royal Navy ...), cuyo grupo de portaaviones está formado por aviones caza-bombarderos a reacción Douglas A-4 SkyHawk y radares Tracker.

El 2 de mayo, el submarino de ataque nuclear británico HMS Conqueror, que había estado rastreando al ARA General Belgrano durante varios días, recibió luz verde del gabinete de guerra para neutralizarlo y le envió 2 torpedos, aunque el viejo crucero se encontraba ligeramente fuera de la zona de exclusión. Se hundió en menos de una hora, matando a más de 300 marineros. Este es el primer caso de un barco hundido por un submarino desde la Segunda Guerra Mundial, y el primero en la historia donde se debió a un submarino nuclear. El Mando Argentino, al darse cuenta de la vulnerabilidad de su flota de superficie, que carece de recursos para la guerra antisubmarina, decide retirar rápidamente sus otras embarcaciones. Por tanto, no habrá encuentro entre los portaaviones contrarios. Los ingleses acaban de ganar la superioridad marítima. Sigue existiendo la amenaza de los submarinos argentinos (clásicos), pero la flota británica, a diferencia de su adversario, tiene una amplia capacidad para hacerle frente.


El hundimiento del ARA Belgrano (fuente: http://www.rna-10-area.co.uk/belgrano.html)

Ya sin atreverse a aventurarse mar adentro, los argentinos solo pueden abastecer las islas por avión, lo que ya no posibilita el envío de los medios pesados ​​que pudieron haber hecho posible el fortalecimiento y alargamiento de la pista del aeródromo desde Port Stanley. Éste, bombardeado regularmente desde el 1 de mayo por el Vulcan que opera desde la Isla Ascensión, y por el Harrier tan pronto como la flota está lo suficientemente cerca, no permite por tanto acoger grandes portaaviones, ni aviones de reacción. Este último, por tanto, tendrá que partir de las bases del continente, un viaje de al menos 700 km. Esto no les impedirá intentar un atrevido ataque contra la flota invasora que se aproxima. Este último, al no tener aviones de radar de alerta temprana, confía en sus destructores antiaéreos Sheffield Type-42 para servir como un "piquete de radar": frente a la flota, deben usar su poderoso radar para detectar cualquier intrusión enemiga. Uno de ellos será víctima, el 4 de mayo, del ataque de dos Super-Etendards, procedentes del continente y repostados en vuelo. Su objetivo principal es alcanzar uno de los dos portaaviones británicos pero, si no los localizan, recurrirán al objetivo principal más cercano, el HMS Sheffield. Disparan sus misiles Exocet a unos cincuenta kilómetros de distancia e inmediatamente se dan la vuelta. Uno de los dos misiles, mal configurado, se estrelló en el mar. Los aviones fueron detectados por el radar británico, pero no el segundo misil que continuó su curso a ras de las olas. Cuando este último, llegado a pocos kilómetros del barco, enciende su buscador de radar para pasar al modo "autónomo", se detecta, pero demasiado tarde: tiene unos segundos de recorrido a 1000 km / h antes del impacto10. El barco muerto fue evacuado horas después, presa de un incendio que duraría varios días antes de hundirse el 10 de mayo. El saldo es de 20 muertos y 24 heridos.


HMS Sheffield en llamas (fuente: http://fs.huntingdon.edu)

Este es el primer ataque de este tipo en la historia y es un punto de inflexión en la historia militar naval: de ahora en adelante, grandes unidades de superficie, tan modernas y caras como son, pueden ser víctimas de un solo misil disparado desde un avión a una distancia segura.

La reconquista de Georgia del Sur

Desde el 21 de abril, el destructor HMS Antrim deja a los comandos de SBS en helicóptero en Georgia del Sur. El clima espantoso provocó la pérdida de 2 helicópteros, afortunadamente sin víctimas. Al darse cuenta de estas infiltraciones, los argentinos despacharon el submarino ARA Sante Fe para reforzarlo, pero al llegar a su destino el 25 de abril fue perseguido por helicópteros antisubmarinos del destructor. Lo obligan a subir a la superficie con cargas de profundidad y lo incapacitan con misiles antibuque AS 12. Encalla y su tripulación pierde un marinero. Esta es la primera vez en la historia militar que un submarino es víctima de un helicóptero. Aprovechando el desorden argentino, las pocas decenas de SAS, SBS y Royal Marines presentes en el HMS Antrim fueron trasladados en helicóptero a la isla y, apoyados por los cañones del destructor, rápidamente obligaron a los 121 argentinos, sorprendidos por la velocidad de la maniobra, a rendirse. sin poder disparar un tiro.


Día D

Finalmente se elige el sitio para el desembarco: las playas de la bahía de San Carlos. Bien resguardado, relativamente aislado y poco defendido, se encuentra frente a Port Stanley en la isla principal de las Malvinas. Su fuerte carácter debería obstaculizar cualquier ataque aéreo argentino.


Lugar de desembarco en la isla Soledad (fuente: http://wikitravel.org). En rojo, la ruta final de la flota invasora.

Su ubicación requerirá un largo viaje hasta la capital, Port Stanley, ubicada frente a la isla (a unos 80 km en línea recta). Esta distancia debe compensarse mediante el uso de helicópteros de maniobra para transportar tropas en saltos sucesivos. El aterrizaje se realizará de noche para retrasar al máximo su detección por parte de los argentinos. Las fuerzas a desembarcar representan una brigada de soldados de élite reforzados: la 3ª Brigada de Comando de la Royal Marines, a la que se suman los 2º y 3º batallones del Regimiento de Paracaidistas, es decir unos 4.500 hombres en total. Vio el tamaño de las tropas argentinas en la isla, que supera los 13.000 hombres, una segunda brigada (la 5ta Brigada de Infantería), compuesta por 3.500 hombres, se embarcó el 12 de mayo desde el Reino Unido en el transatlántico RMS11 Queen Elisabeth 2, pero no estará en sitio antes de principios de junio.

El aeródromo de Peeble Island, al noroeste de la bahía, equipado con aviones de ataque a tierra Pucara, representa una amenaza para la operación. No puede ser neutralizado desde la distancia por los cañones de la flota debido a la presencia de familias de criadores de ovejas cerca. Por tanto, es objeto de una operación SAS. Helicópteros por la noche, destruyen aviones en tierra y colocan cargas de demolición en la pista.

Una última posición argentina, bien equipada con cañones sin retroceso de 106 mm y morteros de 81 mm, controla la entrada a la bahía cerca de Puerto San Carlos. Fue asaltado por un helicóptero SAS cercano en la noche del 20 de mayo, en el que se perdieron 2 helicópteros Gazelle. Pero el oficial argentino a cargo del puesto tuvo tiempo de ver muchas siluetas de barcos emergiendo de la bruma y dio la alerta por radio[12].


Nave de desembarco que sale del HMS Fearless (fuente: http: //www.militaryimages.net)

De hecho, en la noche del 20 al 21 de mayo, alrededor de las 3:00 a.m., la fuerza de aterrizaje entró silenciosamente en la bahía, todos los incendios apagados. Se trata de los Muelles de Desembarco (LSD) HMS FearLess y HMS Intrepid que lanzan su lancha de desembarco en la que se apiñan los Royal Marines y paracaidistas, seguidos de los 5 Landing Ship Logistics (LSL) de la clase Sir Galahad, a cargo del material. necesario para el establecimiento de la cabeza de puente. Todo está protegido por las fragatas antiaéreas y antisubmarinas de la flota. Al mismo tiempo, fuera de la isla, el destructor HMS Glamorgan creó un desvío bombardeando posiciones cerca de Puerto Argentino.


Las tropas tocan tierra (fuente: http://mickeywerlen.canalblog.com)

En la mañana del 21 de mayo, la primera oleada de 2.500 hombres estaba en tierra, sin reacción de los argentinos, todavía esperando el desembarco principal en Port Stanley. Se liberan los primeros habitantes. Los Sea Harriers se turnan para proporcionar cobertura aérea, operando desde los 2 portaaviones que permanecieron a 150 millas náuticas de la costa por seguridad, fuera del alcance de un ataque al Exocet. En efecto, es impensable arriesgarse a la pérdida de uno de ellos, porque esto reduciría a la mitad la flota aérea disponible y ya no permitiría asegurar la permanencia de la cortina antisubmarina erigida por rotaciones de helicópteros Sea King. Como resultado, los aviones, en el límite de su alcance, no pueden permanecer ni muy numerosos (2 patrullas de 2 aviones de forma permanente) ni muy largos (30 minutos) por encima de la cabeza de puente, lo que es preocupante ya que no se adquiere la superioridad aérea. La primera tarea de los hombres desmontados es, por lo tanto, cargar los sistemas de misiles antiaéreos Rapier para completar la protección contra un ataque aéreo. Los cañones de 105 mm tienen helicópteros, y los LSL lanzan algunos tanques ligeros Scorpion y Scimitar para brindar un apoyo cercano a la infantería, aunque no está claro si la turba y el suelo del pantano soportarán su peso. Por otro lado, se han previsto para la logística algunas orugas Volvo Bv 202 articuladas, especialmente diseñadas para suelos de poca carga o nevados13. Tres Pucara del aeródromo de Goose Green, al sur de la posición, intentan atacar la cabeza de playa. Uno de ellos es derribado por un misil Stinger tierra-aire, los demás se vuelven atrás.


Los habitantes de Puerto San Carlos son los primeros civiles en ver a los soldados ingleses (fuente: http://article.wn.com)

¡Los argentinos contraatacan!

Los argentinos, cuya fuerza principal todavía se concentra alrededor de Port Stanley, no tienen suficientes recursos terrestres cercanos para atacar masivamente la cabeza de puente británica. Luego deciden interrumpir el desembarco actual atacando a la flota invasora en la Bahía de San Carlos. Entre el 21 y el 25 de mayo, se sucederán incesantes incursiones de los A-4 SkyHawks de la Armada, el Dagger[14] y el Mirage III de la FAA[15].


Dagger atacando a la flota británica a muy baja altura en la Bahía de San Carlos (fuente: http://www.roguegunner.com)

Dejando el continente, llegan a ras de las olas para escapar de los misiles antiaéreos, el dosel incrustado de sal. La bahía profunda les deja solo unos momentos para identificar y apuntar a sus objetivos, luego lanzar sus bombas. Casi todos los vasos presentes se ven afectados en diversos grados. Afortunadamente para los británicos, la mayoría de las bombas, lanzadas a una altitud demasiado baja, no tienen tiempo para armarse antes del impacto y atraviesan los barcos o se alojan sin ellos sin explotar. Sin embargo, muchos de ellos sucumbirán. La fragata Tipo-21 HMS Ardent, impactada varias veces el 21 de mayo, terminó hundiéndose el 22 de mayo. Otra fragata de la misma clase, HMS Antelope, recibió varias bombas que no explotaron. Desafortunadamente, el 23 de mayo, cuando los fuegos artificiales intentaban desactivarlos, estalló uno, provocando un incendio que finalmente llegó a una bahía de municiones donde se almacenaban misiles antiaéreos. La explosión resultante desintegra el barco que se hunde. El día 24, los argentinos se acercaron a su objetivo al sorprender por la mañana a 3 buques de desembarco (LSL): el FRG Sir Galahad, Sir Lancelot y Sir Bedivere. Estos, plagados de autobuses, permanecerán fuera de servicio durante varios días, frenando el refuerzo de la cabeza de puente, que ahora solo se puede repostar de noche. El día 25, el destructor Tipo 42 HMS Coventry (clase Sheffield) sucumbió a su vez a las bombas de los SkyHawks de la fuerza aérea naval argentina. Estos últimos lograron entrenarse extensamente en el ataque a este tipo de barcos, habiéndolo comprado los argentinos a Inglaterra unos años antes.



Una de las fotos más famosas del conflicto: HMS Antelope explotando el 23 de mayo (fuente: http://transformersuk.blogspot.fr)


HMS Coventry acaba de recibir una primera bomba (fuente: http://www.dailymail.co.uk)


El mismo día, un buque vital para la continuación de las operaciones debe entregar su carga. Se trata del RFA Atlantic Conveyor, un buque portacontenedores convertido apresuradamente en buque auxiliar16. Trajo carpas para 4.500 hombres, una planta de producción de agua potable, refuerzos Harrier, los elementos de un aeródromo de campaña para ellos y, sobre todo, helicópteros de maniobra Chinook para las tropas en tierra. Para la ocasión, el grupo de portaaviones se acerca a las islas para escoltarlo. La ocasión es demasiado buena para los argentinos, que quieren conmemorar la ocasión en esta fiesta nacional. Deciden atacar al portaaviones Hermes con dos Super-Etendards equipados con Exocets. Esta vez, estos últimos son bien detectados por los británicos y todos los barcos lanzan señuelos, desviando los misiles del portaaviones. Todos excepto ... el buque portacontenedores que no tiene uno. Uno de los dos misiles se estrelló contra el mar, pero el otro, cuyo buscador estaba buscando un nuevo objetivo, lo atrapó. El impacto incendia su cargamento. Solo los Harriers pudieron unirse al HMS Hermes por su cuenta, todo lo demás se encuentra en el fondo del océano.

Este episodio de unos días, apodado "Callejón de las bombas" por los ingleses, provocó grandes pérdidas en ambos bandos. Allí murieron decenas de marineros ingleses, mientras la fuerza aérea argentina literalmente se inmolaba en su desesperado intento por detener el desembarco: casi la mitad de los sesenta aviones enviados fueron derribados, principalmente por el Sidewinder del Harrier y en menor medida por los misiles Sea Dart y Sea Wolf de la flota. Los misiles antiaéreos Rapier y BlowPipe17 desplegados en el suelo no brillaron particularmente en su efectividad. Los aviones supervivientes, plagados de impactos, estaban tan dañados que pocos pudieron repararse rápidamente, por lo que las incursiones remitirían por falta de combatientes.


Una batería de misiles Rapier dispara contra aviones que atacan barcos en la Bahía de San Carlos (opinión del artista, fuente: http://www.naval-history.net)

Saliendo de la cabeza de playa - La batalla de Goose Green

La pérdida del RFA Atlantic Conveyor, junto con los helicópteros para las tropas terrestres que transportaba, tiene serias consecuencias planificadas. De hecho, los helicópteros restantes siendo utilizados principalmente por la Royal Navy para la guerra antisubmarina, abasteciendo la cabeza de puente y las misiones de fuerzas especiales, sólo quedan unos pocos a disposición de las tropas terrestres. Su comandante, el general de brigada Thomson, no puede aspirar a obtener más en detrimento de la marina, dado que su superior directo para esta operación se encuentra en el cuartel general de Londres, poco hasta el punto de regular este nivel de detalle, y que quien asegura efectivamente la coordinación general en el lugar no es otro que ... El contraalmirante Woodward, quien lidera la flota de invasión. Por lo tanto, sus tropas tendrán que caminar la mayor parte del camino hasta Port Stanley. Por lo tanto, el progreso será mucho más lento y más vulnerable a los ataques, especialmente porque el invierno austral se acerca rápidamente: ya hace mucho frío por la noche y la previsión meteorológica prevé la primera nevada en los próximos días. Por lo tanto, la posición argentina de Goose Green, que comprende un aeródromo y artillería, que inicialmente debía ser evitada, no puede dejarse en el flanco sur del eje principal, especialmente porque se ejerce una fuerte presión política para obtener un primer éxito terrestre significativo.

El 26 de mayo, la mayor parte del 3era Brigada de Comando tomó la carretera a Port Stanley, mientras que el 2. ° Batallón del Regimiento de Paracaidistas tomó la carretera a Goose Green por la noche, a unos 30 km de distancia. A pie, sin armadura de apoyo, con solo 2 morteros de 81 mm, desmontados y cargados a lomos de un hombre, además del mínimo de 50 kg de equipo individual, los 600 paracaidistas llegan agotados a la mañana siguiente a sus líneas de salida ... para escuchar la BBC en la radio anunciando su próxima llegada a Goose Green! El elemento sorpresa se cancela. Pensando en enfrentar el equivalente a un batallón de conscriptos con la moral vacilante por el frío y la falta de comida, llegaron a posiciones defensivas bien preparadas y sostenidas por la fuerza de un regimiento (más de 1000 hombres) bien dotado de artillería, salvo el istmo de menos de 2 km de ancho que deben cruzar para alcanzar el objetivo.


Posición de mortero argentino defendiendo a Goose Green. Al fondo: el pueblo y la bahía (fuente: http://fdra.blogspot.fr)

Luego de un impreciso bombardeo de las posiciones argentinas realizado por dos Harriers, uno de los cuales fue derribado por cañones antiaéreos, los zapadores despejaron los puntos de cruce en la tarde del día 27. Durante la noche, el asalto británico se lanzó bajo un lluvia helada de dos compañías… para venir y romper frente a las trincheras opuestas, bajo el fuego de ametralladoras bien resguardadas y el fuego coordinado de cañones de 105 mm. Una compañía (A Coy en el mapa) se encuentra en una situación crítica, varada al pie de la colina de Darwin, firmemente sostenida por los argentinos. Las bajas comienzan a aumentar y es difícil evacuar a los heridos bajo el fuego. El teniente coronel Jones, comandante del batallón, se reincorporó a la compañía bloqueada y, al ver que corría el riesgo de que sus tropas se desvanecieran rápidamente al permanecer en el lugar, tomó la delantera de un pequeño destacamento que iba a asaltar, con granadas y cuerpo a cuerpo. las trincheras argentinas rodeando la colina hacia el oeste. Allí dejará su vida. Galvanizados por la pérdida de su líder, los otros paracaidistas se infiltran en las trincheras y reducen toda oposición con lanzacohetes de 66 mm.

En la mañana del 28 de mayo, el Pucará argentino atacó el nivel logístico del batallón derribando un helicóptero. Al este del istmo, la otra compañía de asalto (B Coy en el mapa) ataca los fuertes argentinos que bloquean el paso de Boca House con misiles antitanques de Milán, cuyo fuerte poder penetrante los silencia uno a uno, permitiéndole sortear los principales. línea de defensa. Atrapado entre las dos compañías, el dispositivo argentino que bloquea el istmo se derrumba y los soldados comienzan a rendirse en masa. Las otras dos compañías mantenidas en reserva toman el control y de inmediato empujan hacia el pueblo y su aeródromo ... para ser recibidos por el fuego tenso de cañones antiaéreos de 20 y 35 mm, a los que pronto se unen los 105 cañones y los morteros. Perfectamente escondido en medio de viviendas. La fuerza aérea argentina intervino, pero de manera imprecisa, con dos MB 339 atacando con cohetes, uno de los cuales fue derribado por un misil Blowpipe, y 3 Pucará lanzando ... ¡napalm! Uno de ellos también es asesinado a tiros.


Las diferentes fases de la batalla (fuente: http://www.britishempire.co.uk)

Los británicos luego intentaron eludir las posiciones argentinas. En medio de uno de ellos aparece una bandera blanca. Luego avanzan un teniente y dos suboficiales ingleses ... pero un disparo de las líneas británicas pasa por encima de ellos. Los argentinos cambian de opinión y disparan a los tres hombres. Los paracaidistas ya no buscaron hacer cuartel [18], y se precipitaron a las posiciones argentinas, ahogándolos bajo cohetes y granadas de fósforo. 3 Harrier GR3 luego llega del HMS Hermes y pulveriza los cañones antiaéreos argentinos mientras arroja bombas de racimo sobre la infantería. Esto es demasiado para los reclutas argentinos cuya moral está comenzando a fallar. Pero cae la noche y el pueblo sigue en pie. Durante el día, varias rotaciones de helicópteros trajeron refuerzos argentinos, unos 200 hombres, 19 de la posición de importancia más cercana, Mount Kent. En la mañana del 29 de mayo, después de una noche pasada bajo las estrellas en el viento y la escarcha, el escenario está listo para el asalto final. La situación es delicada porque los civiles liberados informan a los británicos que 114 de ellos están detenidos en el salón del pueblo. Ante el alto riesgo de bajas civiles y el agotamiento de sus propias tropas, el comandante británico, que acababa de recibir 3 cañones adicionales y 6 morteros, decidió entonces montar una operación de intoxicación para conducir sin luchar a la rendición de la por último, defensores, cuya moral se considera vacilante. Luego envía a dos prisioneros argentinos a llevar un ultimátum, cuidando de hacerlos que circule frente a todo el parque de artillería listo para disparar. Se logra el efecto deseado y las tropas argentinas se rinden al mediodía.


Paracaidista inglés en la lucha por Goose Green. La gran mayoría de los soldados británicos, al igual que sus oponentes argentinos, están equipados con diferentes variantes del rifle automático FN FAL diseñado por la firma belga FN Herstal (fuente: http://www.chroniclelive.co.uk)

El saldo de este intenso combate, caracterizado por enfrentamientos cuerpo a cuerpo de infantería no muy diferentes a los de la Segunda Guerra Mundial, es elevado: 17 muertos y 66 heridos en el bando inglés, 55 muertos, 86 heridos y más de 1000 prisioneros entre los Argentinos. El avance a Port Stanley es ahora seguro y los británicos, en este primer gran enfrentamiento por tierra, han ganado una influencia moral innegable sobre su adversario. Sin embargo, la dureza de los compromisos y las elevadas pérdidas auguran una campaña difícil en el futuro. De hecho, los ingleses necesitarán dos semanas más de feroz lucha para obtener la rendición de los argentinos, que no han dicho su última palabra. Pero este será el tema de un artículo futuro.


Análisis y lecciones

Primero, intentemos responder la primera pregunta que se hizo en la introducción: ¿qué hace que este desembarco sea especial? En primer lugar, este conflicto se da entre dos aliados de Estados Unidos, aunque uno es una democracia y el otro una dictadura. Ambos están equipados con equipo occidental y, a veces, las mismas armas (rifles FAL, destructores de la clase Sheffield, por ejemplo). El enfrentamiento es simétrico, que se ha vuelto excepcional: cada beligerante cometerá medios pesados ​​en un combate de alta intensidad. La operación aérea naval y anfibia montada por los británicos destaca por la distancia que separa el objetivo de sus bases. No se espera apoyo cerca. Los únicos medios disponibles para el desembarco son los que la flota se lleva consigo desde Reino Unido y Gibraltar, tras una escala logística en Ascensión. El equilibrio de poder de las tropas terrestres, algo raro en un desembarco, es desfavorable para el atacante (del orden de 1 contra 3, se reducirá a 2 contra 3 con la llegada de la 5ª Brigada de Infantería a principios de junio). . Se compensa en gran medida con el uso de tropas profesionales, a diferencia de los reclutas que constituyen casi el 75% de la fuerza argentina[20]. Otra peculiaridad es la debilidad de los activos aéreos navales británicos: dos pequeños portaaviones con vocación antisubmarina utilizados contra el empleo como buques capitales, que transportan un número reducido de aviones cuya principal cualidad es poder despegar y aterrizar vertical o brevemente, en detrimento del desempeño y la autonomía. Se oponen a la flota aérea argentina, relativamente reciente y sobre todo 4 veces más numerosa. Podemos decir que los ingleses se arriesgaron, calculado ciertamente, pero no desdeñable.

Segunda pregunta: ¿cómo ganarán los ingleses? Primero, veamos por qué tenían muchas posibilidades de no hacerlo. De hecho, en el momento de la invasión argentina, Gran Bretaña estaba atrapada en el acto de la "paga del imperio": la severa crisis económica que atravesaba resultó en restricciones presupuestarias aplicadas a su aparato militar. Ya no puede permitirse mantener una flota que le permita intervenir en todo el mundo para salvaguardar sus intereses y mantener su rango en la OTAN frente al bloque soviético. El Ministro de Defensa, Sir John Nott, de acuerdo con el Primer Ministro, fallará a favor de la última opción, y se ve que la Royal Navy se prepara para separarse de sus portaaviones y barcos de desembarco en favor de sus activos submarinos en especial. En estas condiciones, el Reino Unido solo pudo haber presenciado la anexión de las Malvinas por parte de los argentinos con los brazos cruzados. Pero este último no elegirá en última instancia el mejor momento para atacar: los medios navales y anfibios que iban a ser abandonados en unos meses se volverán a poner en condiciones in-extremis, y lo serán las fortalezas debidas a su elección de la OTAN. precioso. De hecho, los submarinos de ataque nuclear le permitirán paralizar la flota enemiga. Sus recursos antisubmarinos, adaptados para hacer frente a los soviéticos, permitirán que los ingleses nunca se preocupen por los submarinos argentinos. Las herramientas de comunicación estándar de la OTAN, en particular por satélite, permitirán al gabinete de guerra en Londres permanecer en contacto permanente con la flota, la fuerza expedicionaria y las fuerzas especiales infiltradas en el lugar, sin riesgo de descifrado. Los tiempos de reacción para las grandes decisiones serán, por lo tanto, mucho más cortos que para los argentinos, especialmente porque el triunvirato

Al frente de la dictadura hay que buscar primero una posición común antes de actuar. A esto hay que agregar varios otros factores clave. Además de una brillante intoxicación en el lugar real del desembarco, el uso exclusivo de tropas de élite experimentadas como los paracaidistas, el SAS, SBS y por supuesto los Royal Marines resultará decisivo. Vienen de entrenar en condiciones invernales en el norte de Escocia. Esto no será demasiado para permitirles soportar las terribles condiciones climáticas, materiales y humanas que tendrán que afrontar. Este no será el caso de los reclutas argentinos. Finalmente, el éxito inglés no hubiera sido posible sin la ayuda de Estados Unidos y, en menor medida, de Francia. En efecto, el primero le proporcionará la información obtenida por sus satélites espías (Gran Bretaña no tiene ninguno propio), en particular la posición de las unidades de la flota argentina. Pero también le dotará de una de las armas clave del éxito: la última versión del misil aire-aire sidewinder, que les permitirá resistir los asaltos de la fuerza aérea argentina durante los primeros días de existencia de la cabeza de puente en la bahía de San Carlos. Francia está desempeñando un papel importante en detener las ventas de Super-Etendard de Exocet a Argentina, limitando su número a un nivel que no tendrá un impacto estratégico en el conflicto.

Pese a todo, los británicos cometieron errores que nos permiten sacar varias lecciones. En primer lugar, cuando queremos mantener una ambición estratégica internacional, es necesario mantener medios de proyección significativos (portaaviones, buques de asalto anfibios). A continuación, es evidente que falta un comandante de "teatro" que hubiera supervisado tanto la flota como las tropas desmontadas. Por lo tanto, podría haber resuelto las demandas competitivas de asignación de recursos, en particular cuando estos escasean como helicópteros de maniobra tras la pérdida del RFA Atlantic Conveyor. Para continuar, hemos sido testigos de una nueva forma de guerra aérea naval en la que los barcos son muy vulnerables a los ataques aéreos, en particular los "piquetes de radar", como el HMS Sheffield y Coventry. La flagrante falta de aviones de alerta avanzada y la baja autonomía de los interceptores (resultante de la elección de pequeños portaaviones del tipo STOVL[21]) no permite la creación de la burbuja de protección necesaria para que una flota se mantenga a salvo de los ataques aéreos y anti misiles de barco. Otra lección: el papel principal de los submarinos de ataque nuclear. Estos últimos pueden aparecer como las nuevas naves capitales en una estrategia de denegación de acceso a una zona, a través de su capacidad para permanecer ocultos durante largos meses, sus medios de detección y su capacidad de destrucción. Por último, todo esto no hubiera sido posible sin la información proporcionada por los satélites de observación militar, amablemente proporcionada por los estadounidenses. El satélite espía puede verse como un nuevo indicador de la independencia militar nacional.


Bibliografía

  • Admiral Sandy Woodward, One hundred days, HarperPress, revised edition, London, 2012
  • Henri Masse, Une guerre pour les Malouines, thèse de doctorat en histoire, Université de Metz (accessible en pdf à cette adresse : ftp://ftp.scd.univ-metz.fr/pub/Theses/1997/Masse.Henri.LMZ9710.pdf)
  • Stephen Badsey, Mark Grove, Rob Havers, The Falklands Conflict Twenty Years On: Lessons for the Future (Sandhurst Conference Series), Franck Cas, 2005
  • Martin Middlobrook, The fight for the Malvinas, London, Viking, 1989
  • Julian Thompson, 3rd Commando Brigade in the Falklands, No Picnic, Pen & Sword Military, Barnsley, 2008


Notas al final

  1. 1De hecho, se trata más de un triunvirato que une las cabezas de los tres brazos (aire, mar, tierra), en el que cualquier decisión importante es el resultado de un compromiso entre sus intereses.
  2. 2Stephen Badsey, Mark Grove, Rob Havers, The Falklands Conflict Twenty Years On: Lessons for the Future (Sandhurst Conference Series), Franck Cas, p 67.
  3. 3Martin Middlobrook, The fight for the Malvinas, London, Viking, 1989, p.19
  4. 4D’après le site officiel de la Royal Navy : http://www.royalnavy.mod.uk/sitecore/content/home/about-the-royal-navy/organisation/life-in-the-royal-navy/history/battles/the-falklands-conflict-1982/the-time-line
  5. 5HMS : Her Majesty’s Ship
  6. 6Royal Fleet Auxiliary (RFA) : buques de servicio con tripulación civil pero dependientes del Ministerio de Defensa.
  7. 7Los recursos logísticos, rápidamente desbordados, son los de la brigada Royal Marines, y no están dimensionados para gestionar todos los refuerzos a los que ha estado adscrito. (Benoist Bihan, De la mer à la terre, Histoire et Stratégie n°7, pp. 81-82)
  8. 8Dereck Oakley, The Falklands military machine, London, Spellmount, 1989,p.120.
  9. 9ARA : Armada de la República Argentina
  10. 10Jean-Robert Daumas et Sven Ortoli, La leçon d'électronique des Malouines, Science et Vie N° 778, Juillet 1982, p.70
  11. 11RMS : Royal Mail Ship
  12. 12Henri Masse, Une guerre pour les Malouines, Thèse de doctorat en histoire, Université de Metz, p. 307
  13. 13David Brown, The Royal Navy and the Falkands war, London, Leo Cooper, 1987, p.68
  14. 14Versión israelí del Mirage 5
  15. 15Fuerza Aérea Argentina : Force Aérienne Argentine
  16. 16Con una plataforma de despegue en particular para el Harrier
  17. 17Sistema de misiles antiaéreos portátiles guiados ópticamente, ineficaz en comparación con el American Stinger
  18. 18Max Arthur, Men of the red beret, Wamor, London, 1990, p.574
  19. 19Henri Masse, Une guerre pour les Malouines, Thèse de doctorat en histoire, Université de Metz, p. 370-373.
  20. 20Martin Middlobrook, The fight for the Malvinas, London, Viking, 1989, p.147
  21. 21Short Take Off and Vertical Langing : décollage court et atterissage vertical