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miércoles, 18 de septiembre de 2024

Costos sociales de armamentismo y el militarismo: Chile, USA, URSS, España y Corea del Norte

Los costos sociales del armamentismo

Por Esteban McLaren
 

La carrera armamentística naval entre Argentina y Chile (1880-1905): Un ejemplo de prioridades nacionales en tensión

La carrera armamentística naval entre Argentina y Chile, que tuvo lugar principalmente entre 1880 y 1905, es uno de los episodios más intrigantes de la historia militar de Sudamérica. A pesar de la tensa rivalidad entre estos dos países, nunca se llegó a una guerra abierta, pero los esfuerzos por mantener la superioridad naval exigieron sacrificios extraordinarios, tanto en términos económicos como sociales. Para Chile, esto significó destinar recursos originalmente previstos para mejorar la infraestructura y el bienestar de la población, sacrificando, entre otros aspectos, los fondos que estaban destinados al alcantarillado de Santiago. Este episodio es un ejemplo elocuente de cómo el gasto militar en tiempos de paz puede afectar negativamente el desarrollo social y económico de un país.

 

Contexto de la carrera naval

Durante el siglo XIX, tanto Argentina como Chile estaban en proceso de consolidar sus fronteras nacionales, especialmente en regiones ricas en recursos naturales como la Patagonia. Las tensiones derivadas de estos territorios compartidos y la ambición de expandir sus zonas de influencia marítima en el Atlántico y el Pacífico contribuyeron a un aumento de las tensiones entre ambas naciones.

Uno de los puntos álgidos de la rivalidad fue la adquisición de buques de guerra. Ambos países, en un esfuerzo por dominar las aguas sudamericanas, buscaron modernizar sus flotas, con un enfoque particular en la construcción y compra de acorazados, cruceros y destructores. Este tipo de armamento era no solo costoso, sino también tecnológicamente avanzado para la época, lo que implicaba la necesidad de adquirirlo a través de países extranjeros como el Reino Unido y Alemania.

Para Chile, este impulso por mantenerse a la par con Argentina en términos navales vino a un costo social significativo. En 1887, el gobierno chileno tomó la controvertida decisión de desviar fondos que originalmente estaban destinados al sistema de alcantarillado de Santiago hacia la compra de buques de guerra. El sistema de alcantarillado era una necesidad urgente en la capital chilena, que enfrentaba serios problemas de saneamiento debido al crecimiento poblacional y la falta de infraestructura adecuada. Esta decisión demostró que la competencia militar, incluso en ausencia de un conflicto armado directo, podía llevar a priorizar la defensa nacional por encima de las necesidades básicas de la población.

Impacto económico y social en Chile

La decisión de Chile de destinar fondos al gasto militar en lugar de a proyectos sociales como el alcantarillado de Santiago tuvo consecuencias a largo plazo. A corto plazo, la falta de una infraestructura de saneamiento adecuada contribuyó a problemas de salud pública, exacerbando la propagación de enfermedades como el cólera y la fiebre tifoidea, que afectaban gravemente a la población urbana. La inversión en defensa, sin duda, fortaleció la posición de Chile en términos de poder naval, pero lo hizo a expensas del bienestar de sus ciudadanos, creando una disonancia entre las necesidades militares percibidas y las necesidades sociales reales.

Aunque la carrera armamentística no culminó en una guerra abierta entre Argentina y Chile, la carga económica de mantener una flota moderna pesó significativamente sobre ambos países. En 1902, ambas naciones firmaron el Pacto de Mayo, un acuerdo que puso fin a la rivalidad naval al establecer limitaciones sobre las compras de armamento naval. Sin embargo, el daño económico ya estaba hecho: Chile y Argentina habían gastado sumas exorbitantes en sus respectivas flotas, fondos que podrían haber sido invertidos en desarrollo económico y social.

Otros ejemplos de sacrificios sociales por gasto militar excesivo

La historia está llena de ejemplos en los que los gastos militares excesivos en tiempos de paz han tenido un impacto devastador en las condiciones de vida de las poblaciones civiles. A continuación, se detallan algunos casos notables de países que sacrificaron el bienestar social en favor de la carrera armamentística o la defensa nacional, sin que esto condujera a una guerra inmediata.

1. La Unión Soviética y la Guerra Fría

Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética gastó una cantidad desmesurada de su presupuesto en la carrera armamentística contra Estados Unidos. Desde la década de 1950 hasta su colapso en 1991, el gobierno soviético destinó una parte significativa de su Producto Interno Bruto (PIB) a la construcción de un ejército gigantesco, el desarrollo de armas nucleares y la carrera espacial.

Aunque la URSS se convirtió en una superpotencia militar, el costo para la economía fue inmenso. La inversión masiva en armas y tecnología militar redujo drásticamente los fondos disponibles para la infraestructura civil, la vivienda, la salud y el suministro de alimentos. Como resultado, la población soviética soportó décadas de escasez de bienes básicos, largas colas para comprar productos esenciales y un sistema de salud pública deteriorado. Al final, el gasto militar contribuyó al colapso económico del país, lo que a su vez condujo a la disolución de la Unión Soviética.

2. Corea del Norte: Militarización en desmedro de la población

Corea del Norte es un claro ejemplo de un país que ha priorizado su gasto militar a costa del bienestar de su población. Desde la Guerra de Corea en los años 50, el régimen norcoreano adoptó la política de Songun ("primero el ejército"), que coloca a las fuerzas armadas en el centro de las decisiones políticas y económicas del país. Esto ha resultado en una de las mayores proporciones de gasto militar en relación con el PIB a nivel mundial, a pesar de ser uno de los países más pobres del mundo.

El régimen ha invertido fuertemente en el desarrollo de su arsenal nuclear y mantiene una de las fuerzas armadas más grandes en términos de personal. Sin embargo, este enfoque ha tenido un costo devastador para la población civil. La gran mayoría de los recursos se destinan a la defensa, dejando a la población en condiciones de pobreza extrema, con graves problemas de desnutrición y falta de acceso a servicios básicos como la salud y la educación.



Los ciudadanos norcoreanos enfrentan restricciones severas en su acceso a alimentos, y los sistemas de atención médica y educativo son deficientes, marcados por la falta de recursos y personal capacitado. A pesar de estas dificultades, el gobierno continúa priorizando su programa militar, reforzando su poderío armamentístico mientras desatiende las necesidades más urgentes de su gente.

Este desequilibrio entre la inversión en defensa y el bienestar social refleja una política centrada en la supervivencia del régimen, dejando a gran parte de la población en condiciones precarias, sin mejoras significativas en su calidad de vida.

En este mismo sentido aunque obviamente sin llegar a estos extremos, tenemos la Ley Reservada del Cobre en Chile, la cual establecía un vínculo directo entre los ingresos generados por la exportación de cobre y el financiamiento de las Fuerzas Armadas del país. Esta ley, promulgada en 1958 y modificada posteriormente en 1973 durante el gobierno de la Junta Militar, dispone que un porcentaje de los ingresos que genera la empresa estatal Codelco (Corporación Nacional del Cobre de Chile) por la venta de cobre sea destinado al financiamiento de las adquisiciones y modernización de las Fuerzas Armadas chilenas.
La Ley Reservada del Cobre establecía que el 10% de los ingresos brutos por la exportación de cobre debía ser destinado a un fondo exclusivo para las Fuerzas Armadas. Este fondo se utilizaba principalmente para la adquisición de equipamiento militar y la modernización de las tres ramas de las Fuerzas Armadas: Ejército, Armada y Fuerza Aérea.
Los fondos generados por la Ley del Cobre se depositaban en un fondo reservado que no formaba parte del presupuesto general del Estado, lo que permitía a las Fuerzas Armadas acceder a recursos financieros considerables de manera automática y sin necesidad de aprobación parlamentaria. Esto proporcionaba estabilidad y previsibilidad en el financiamiento de la defensa.
Gracias a la Ley del Cobre, las Fuerzas Armadas chilenas lograron financiar una serie de programas de modernización durante las décadas posteriores, permitiéndoles adquirir sistemas de armas avanzados, renovar su flota de aviones y buques, y mejorar sus capacidades tecnológicas. Esto se hizo especialmente evidente durante las décadas de los 90 y 2000, cuando Chile invirtió en la compra de aviones F-16, submarinos y otros equipos de alto costo.
Sin embargo, a lo largo de los años, la Ley del Cobre fue objeto de críticas por parte de sectores políticos y sociales, ya que otorgaba a las Fuerzas Armadas un acceso privilegiado y discrecional a fondos públicos sin supervisión civil o control democrático. Además, se consideraba que la ley vinculaba de manera rígida los ingresos del cobre al gasto militar, lo que limitaba la flexibilidad del Estado para utilizar esos recursos en otras áreas, como educación o salud. Finalmente, en 2019, tras años de debate, se derogó la Ley Reservada del Cobre, reemplazándola por un nuevo sistema de financiamiento para las Fuerzas Armadas, basado en un presupuesto plurianual y supervisado por el Congreso. Este cambio buscaba modernizar la forma en que se financia el gasto militar en Chile, dándole mayor transparencia y control civil sobre los recursos destinados a la defensa.

3. La España de Felipe II y la bancarrota del Imperio Español

Durante el reinado de Felipe II en el siglo XVI, el Imperio Español se comprometió en una serie de costosas campañas militares para proteger y expandir su vasto imperio, que abarcaba territorios en Europa, América y Asia. Estas guerras, motivadas tanto por el deseo de preservar la hegemonía española como por razones religiosas y políticas, resultaron en un gasto económico descomunal. A pesar de las enormes riquezas que llegaban de las Américas, España declaró la bancarrota en múltiples ocasiones a lo largo del siglo, ya que los ingresos no eran suficientes para cubrir los inmensos costos militares.

El tesoro español, alimentado principalmente por la plata y el oro del Nuevo Mundo, fue en gran parte destinado a financiar las guerras en Europa, el mantenimiento de grandes ejércitos y la construcción de poderosas flotas navales. Sin embargo, estos recursos, que podrían haber sido utilizados para modernizar la infraestructura, impulsar la industria o mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, fueron canalizados casi exclusivamente hacia el esfuerzo bélico.


Esta estrategia tuvo consecuencias devastadoras para la economía española. La constante necesidad de recursos para sostener el imperio, combinado con una administración ineficaz de las finanzas, generó un estancamiento económico. La industria local no se desarrolló adecuadamente, y España comenzó a depender de productos importados, mientras que el flujo de metales preciosos provocó inflación. La serie de bancarrotas y la incapacidad para adaptarse a las nuevas realidades económicas globales socavaron la estabilidad del imperio y, a largo plazo, contribuyeron a su declive como superpotencia mundial.

La España de Felipe II es un claro ejemplo de cómo el exceso de militarización y la mala gestión económica pueden agotar incluso los recursos más abundantes, dejando a una nación debilitada y vulnerable en el escenario internacional.

4. Estados Unidos en la Guerra de Vietnam

Durante la década de 1960, Estados Unidos se sumergió profundamente en la Guerra de Vietnam, dedicando una gran parte de su presupuesto federal a este conflicto. Este gasto militar no solo fue considerable por el despliegue de tropas y el equipo bélico necesario, sino que también se vio exacerbado por la Guerra Fría, en la que Estados Unidos competía con la Unión Soviética por la supremacía global, lo que implicó una expansión masiva de los programas de defensa.

El impacto económico de la guerra fue significativo. Mientras se destinaban recursos al esfuerzo bélico, los programas sociales que el presidente Lyndon B. Johnson había impulsado como parte de su visión de una "Gran Sociedad" empezaron a sufrir. Estos programas estaban diseñados para combatir la pobreza, mejorar el acceso a la educación y expandir los servicios sociales en todo el país, especialmente para las comunidades más desfavorecidas. Sin embargo, el desvío de fondos hacia la guerra limitó la capacidad del gobierno para implementar plenamente estas reformas.


Aunque Estados Unidos no cayó en la pobreza extrema como otros países que priorizaron el gasto militar, la guerra de Vietnam y el enorme costo asociado exacerbaron las desigualdades sociales. Las tensiones económicas aumentaron y contribuyeron a un periodo de inestabilidad social en los años posteriores, con protestas masivas contra la guerra, el crecimiento del movimiento por los derechos civiles y un mayor malestar entre los sectores más vulnerables de la población.

Además, el elevado costo de la guerra generó inflación y una creciente deuda pública, debilitando la economía y afectando la percepción del gobierno de Johnson, lo que llevó a un profundo escepticismo en torno al involucramiento militar de Estados Unidos en el extranjero. La guerra de Vietnam es un ejemplo de cómo el gasto militar, incluso en una nación rica como Estados Unidos, puede tener efectos colaterales negativos en el bienestar social y la estabilidad económica.

Al final...

La carrera armamentística naval entre Argentina y Chile es un recordatorio de cómo las rivalidades militares en tiempos de paz pueden llevar a decisiones que sacrifican el bienestar de la población civil en nombre de la seguridad nacional. Al igual que otros ejemplos históricos, desde la Unión Soviética hasta Corea del Norte y el Imperio Español, el gasto militar excesivo en ausencia de guerra puede tener efectos devastadores en el desarrollo económico y social de un país.

La clave está en encontrar un equilibrio entre las necesidades de defensa y las necesidades sociales, algo que a menudo se ve comprometido en tiempos de tensión internacional o rivalidad militar.

jueves, 19 de enero de 2023

La carrera armamentística de Asia

Abrazar la carrera armamentista en Asia

 




Hay mucha preocupación de que la rápida acumulación en Asia del poderío militar chino y estadounidense haga más probable la guerra , y que tal guerra entre potencias con armas nucleares sea enormemente destructiva . Desde este punto de vista, las carreras armamentistas son tragedias inútiles que se desarrollan cuando los adversarios no logran negociar la seguridad con un nivel de gastos más bajo. Las advertencias sobre carreras armamentistas también son utilizadas por grupos pacifistas preocupados y por China como parte de su campaña de diplomacia pública. Por ejemplo, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijianadvirtió que “la cooperación de Estados Unidos, Reino Unido y Australia en submarinos nucleares daña gravemente la paz y la estabilidad regionales, intensifica la carrera armamentista”.

Pero las carreras armamentistas no provocan la guerra. Cada caso de guerra que siguió a una acumulación de armas fue la consecuencia de la debilidad de la parte atacada. Cualquier cautela por parte de Estados Unidos y sus aliados a la hora de equiparse para la guerra reducirá la disuasión y establecerá las circunstancias para decidir si se decide ir a la guerra en Beijing . Tentará a Beijing con la perspectiva de un exitoso ataque hecho consumado contra Taiwán y sus islas periféricas de Kinmen , Wuqiu , Matsu , Pratas , Itu Aba y Penghu .

La idea popular de una carrera armamentista es que dos países adversarios se enfrentan en una acumulación de armas y soldados, cuya acumulación empeora las tensiones, produce malentendidos y conduce a la guerra, ya sea por un accidente o por una desesperada lucha. oferta por un lado para tomar la iniciativa y atacar debido a una ventana de oportunidad que se cierra de forma impredecible. La noción de una competencia de armamentos se remonta a los sustos de la guerra naval anglo-francesa de 1859-1861 , durante los cuales la experiencia técnica francesa superó temporalmente a la inglesa en la construcción de acorazados acorazados en alta mar. El término "carrera armamentista" es una expresión periodística británica , posiblemente utilizada por primera vez en 1921, de la ola competitiva de construcción naval anglo-alemana.a partir de 1898.

La carrera de armamentos navales en el noreste de Asia generalmente implica comparar el número total de barcos en el Ejército Popular de Liberación-Marina y la Marina de los EE. UU. Con este crudo indicador, se espera que la flota naval de China aumente de 355 en 2021 a 460 en 2030 , en comparación con los 297 barcos que actualmente tiene la Marina de los EE . UU . Sin embargo, en la guerra naval en mar abierto, las plataformas de conteo capaces de lanzar misiles antibuque y los barcos anfibios proporcionan una mejor comparación del poder naval. Aunque, según Military Balance del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos , China solo ha aumentado su flota de 138 a 145 grandes buques de combate.desde 2005, de estos, 49 submarinos y 68 barcos de superficie fueron construidos después de 2005. China tiene otros 179 combatientes costeros (55 Tipo-056, 60 Tipo-022, 24 Tipo 037) con 840 tipos de misiles de cubierta que pueden jugar un papel importante. papel a lo largo del litoral taiwanés y la isla filipina de Luzón. Los sensores limitados, la defensa aérea y la resistencia a tormentas los hacen de uso limitado en aguas abiertas. En contraste, la flota estadounidense ha disminuido en 12 buques a 213 grandes combatientes navales desde 2005, excluyendo los portaaviones. También se espera que China supere a Estados Unidos en número de submarinos . Según el último informe del Departamento de Defensa sobre el poder militar de China, si Beijing mantiene la misma tasa y proporción de construcción naval, entonces para 2030, contará con 187 buques de guerra de superficie y 70 submarinos de ataque. Sin embargo, la Marina de los EE. UU. mantiene una gran ventaja en el número de tubos de misiles. Actualmente posee 9.044 tubos de lanzamiento vertical (aunque no todos están llenos), en comparación con los 1.696 de China , una medida crítica de la potencia de fuego de una flota. Estos sistemas de lanzamiento son una mejora notable con respecto a las torretas, porque su eliminación de los retrasos en la recarga permite una mayor tasa de respuesta contra un ataque de saturación de misiles antibuque.

Sin embargo, en una lucha por establecer el control del mar y los bloqueos en los océanos, los portaaviones predominarán debido a su alcance de exploración insuperable y porque la cantidad de artillería lanzada desde aviones supera con creces a los misiles antibuque lanzados desde barcos, a distancias de hasta varios cientos de millas náuticas. Y aquí, Estados Unidos tiene una clara ventaja: si incluimos los barcos anfibios capaces de transportar el F-35, la Marina de los EE. UU. tiene una ventaja crítica en portaaviones sobre China (20 versus, pronto serán 3, para 2024), aunque — preocupantemente — Estados Unidos todavía tiene dificultades para tomar las decisiones políticas necesarias para concentrar los recursos militares en el Indo-Pacífico.

Es cierto que los portaaviones estadounidenses serían vulnerables si los submarinos chinos , los aviones de patrulla marítima y los satélites fueran superados por sus técnicas anti-exploración. Pero esto habla de la importancia del esfuerzo de EE. UU. para mantenerse al día con la acumulación de armas de China. Además, a menudo se observa que China tiene una gran red de detección de milicias marítimas y 16.000 barcos pesqueros . Si la próxima guerra sigue las prácticas de la Segunda Guerra Mundial, estos no combatientes perderán la protección legal que les brinda la Convención de La Haya de 1907 ., y no podrá permanecer en el mar. Japón, anticipándose a la vulnerabilidad de sus flotas comerciales, las retiró del Atlántico el 2 de julio de 1941. Durante la guerra, el bloqueo de los EE. UU. apuntó a embarcaciones japonesas de hasta 25 toneladas , causando 70.000 bajas en la marina mercante de Japón. La plataforma 130 P-8A/I Poseidon utilizada por los Estados Unidos y sus aliados en Asia puede equiparse para la aplicación rentable del bloqueo. Además, dada la precaria situación de seguridad alimentaria de China, un bloqueo naval de las importaciones de alimentos de China puede ser un elemento disuasorio importante.

Medir el alcance preciso de una carrera armamentista y el equilibrio de fuerzas se vuelve más complicado cuando consideramos la disposición de armadas de terceros en mares más distantes. Aunque la flota china se concentra en el Pacífico nororiental, frente a una flota estadounidense dispersa por los océanos del mundo, China también debe enfrentarse a las importantes flotas aliadas de Japón, Taiwán y Australia, que comprenden 73, 30 y 17 grandes combatientes de superficie, respectivamente. . Suman además 1.372 tubos lanzamisiles , casi el mismo número que China. India está predispuesta a vigilar las rutas marítimas a través del Océano Índico, pero se ha visto involucrada en extensas discusiones relacionadas con el ejército a través de los auspicios del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (conocido como Quad ) y surelación cada vez más estrecha con los Estados Unidos . La forma en que Rusia usaría su flota es el gran comodín.

A menudo se teme que las carreras armamentistas sean la causa de la guerra entre las grandes potencias, porque los magnates de las armas y los especuladores de la guerra influyen en la política exterior , como lo elaboró ​​por primera vez John Hobson en su libro de 1902, Imperialismo , una obra influyente para Vladimir Lenin y los teóricos marxistas posteriores. Sin embargo, como señaló el historiador naval y estratégico Bernard Brodie , Hobson luego repudió todo su argumento por considerarlo poco sofisticado. Estados Unidos ciertamente tiene una experiencia forense y legislativa significativa en el control de sus proveedores de armas.. Además, una comparación directa de los gastos con China es engañosa porque el 38 por ciento del presupuesto de defensa de EE. UU. de $ 690 mil millones se dedica a salarios y beneficios , y al menos el 10 por ciento de ese presupuesto se dedica al transporte estratégico. Mientras que los militares en el mundo en desarrollo suelen gastar el diez por ciento o menos en salarios, el gasto de personal de China informado a las Naciones Unidas es un promedio de aproximadamente el 30 por ciento , lo que plantea problemas de comparabilidad.

Hay un debate académico influyente y paralelo que enfrenta a los defensores del modelo en espiral , que afirman que la dinámica de la carrera armamentista aumenta la probabilidad de guerra, contra la perspectiva de la disuasión argumentada aquí. El modelo en espiral se basa en el mecanismo de un dilema de seguridad , en el que los preparativos para la defensa se malinterpretan como preparativos para la guerra, y la variable independiente de tensión , en la que el aumento de la hostilidad mutua aumenta la probabilidad de guerra. Las debilidades del modelo en espiral son que depende de factores psicológicos difíciles de medir y se basa en modelos matemáticos .que tienden a desvincularse de la realidad. Los teóricos de la espiral a menudo mencionan la Primera Guerra Mundial como el arquetipo de las tensiones anteriores a la guerra que involuntariamente escalan las disputas a la guerra. Esta interpretación es en gran parte el resultado del sesgo dentro de la ciencia política de buscar mecanismos no intencionales de guerra asociados con la disuasión nuclear, mientras que entre los historiadores militares existe un consenso de que el culpable fue el militarismo alemán . La crisis de julio de 1914 que la precedió se usó posteriormente como modelo para el riesgo de una escalada a un conflicto nuclear durante la Guerra Fría e influyó en los tomadores de decisiones clave. Por ejemplo, el presidente John F. Kennedy había leído Guns of August de Barbara Tuchman justo antes de la crisis de los misiles en Cuba de 1962 ..

Sin embargo, la historiografía más reciente ha llegado a un consenso y ha descubierto que Alemania explotó deliberadamente la crisis de julio de 1914 para movilizar manipuladoramente a Austria-Hungría. El mejor nuevo tratamiento del caso es el de Dale Copeland , quien demuestra que los estados explotan las ventanas de oportunidad que se cierran, en lugar de deslizarse hacia la guerra sin querer. Por el contrario, aquellos que piensan que las carreras armamentistas son peligrosas, predicen que la fácil disponibilidad de armas, o la presencia de grandes arsenales en sí mismos, aviva las tensiones que provocan la guerra. La prueba más cruda de esto es la ausencia paradójica de competencia de seguridad entre Pakistán e Irán., a pesar de sus importantes arsenales, el uso cómodo de la fuerza por parte de ambos regímenes y la afirmación agresiva de sus respectivas esferas de influencia. De hecho, Teherán e Islamabad se ignoran estratégicamente.

Por el contrario, los enfoques de disuasión tienen mucha mejor evidencia. Desde la década de 1940, académicos y grupos de expertos han explorado conceptos de armas nucleares tan contrarios a la intuición como la estabilidad perfecta , la inestabilidad de la defensa antimisiles , la negociación tácita , la protección de los aliados y el impacto de la proliferación en la guerra . Los programas de investigación que utilizan el conjunto de datos de disputas interestatales militarizadas del proyecto Correlates of War y el International Crisis Behavior Project culminaron en el debate de la disuasión racional a fines de la década de 1980. El resultado fue también una rica colección deestudios de casos Los buenos modelos predictivos de disuasión siguen siendo esquivos debido a la rareza del fracaso de la disuasión y las diferentes orientaciones de riesgo de los líderes (lo que explica por qué los poderes más débiles a veces atacan a los poderes más fuertes). También es difícil estimar el poder y la credibilidad del estado , sobre todo porque los estados siempre tienen un incentivo para tergiversar su fuerza .

Las carreras armamentistas no son, por tanto, la causa de la guerra, sino que tanto la carrera armamentista como la guerra son el resultado de la causa previa común de un desacuerdo político. Si se enfoca lo suficiente en el desencadenante de un conflicto o en su causa subyacente, encontrará, en cambio, el fracaso de la disuasión : donde los líderes buscaron deliberadamente usar la fuerza, ya sea con éxito o sin éxito porque subestimaron la fuerza de su adversario. . Las carreras armamentistas aumentan los temores de la guerra de dos maneras: en primer lugar, los líderes estatales se preocupan por quedarse sin recursos para mantener su defensa y, en segundo lugar, se preocupan por dejar de cerrar ventanas de oportunidad para la acción, que tal vez nunca se repitan.

Pero la carrera armamentista en sí misma es simplemente la propiedad emergente de la interacción estratégica de dos estados comprometidos en una acumulación militar por razones defensivas u ofensivas. Aquí, examino los supuestos efectos de las carreras armamentistas abordando tres creencias comunes sobre su vínculo con las guerras. Primero, que las carreras armamentistas provocan guerras al desencadenar accidentes no intencionados. Segundo, que las armas tienen una influencia independiente en la política. Tercero, que los arsenales juegan un papel importante en las decisiones de guerra.

Primero, las guerras resultantes de accidentes técnicos no intencionados nunca han ocurrido en la historia . La marcha china al Tíbet en 1949, la intervención en Corea en 1950, el asalto a la India en Aksai China en octubre de 1962, el ataque a los vietnamitas en las islas Paracel en 1974, la operación punitiva contra Vietnam en 1979, fueron todas sorpresas, pero ninguna. involuntario Todos estos compromisos y campañas fueron fieles a la máxima de Carl von Clausewitz de que la guerra es un instrumento de política. El conflicto fronterizo chino-soviético de 1969 puede no haber sido intencionado , pero fue el resultado de un régimen fragmentado de Beijing durante la Revolución Cultural.

Un escenario de accidente concebible es el de un encuentro confuso entre embarcaciones chinas y estadounidenses en aguas restringidas en el Mar de China Meridional, y los comandantes de flotillas locales intensifican el enfrentamiento en un importante intercambio naval de misiles antibuque. Sin duda, es una preocupación que vale la pena en el ámbito de las armas nucleares, ya que un cohete fallado, un evento meteorológico o globos 99 , que activan una alerta de radar falsa , pueden conducir al lanzamiento de un misil que desencadena un ataque nuclear de represalia. Un colega mío contó cómo durante un ejercicio de entrenamiento británico en la Alemania Occidental de la Guerra Fría durante la década de 1970, su unidad móvil de misiles disparó un Honest JohnRocket se olvidó de desmontar el tráiler y observó con horror cómo el tráiler se elevaba hacia el cielo sobre la campiña alemana.

Más bien, la guerra puede ser causada por accidentes interpretados como tomar riesgos: cuando vamos a la panadería a comprar pan antes de que cierre, no tenemos la intención de tener un accidente de tráfico, pero nos arriesgamos. Los tomadores de decisiones pueden desencadenar o aprovechar las crisis, amenazando con escalar la violencia para obligar a un adversario a retroceder. Esta crisis de riesgo es lo que sucedió entre los Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Crisis de los Misiles en Cuba . Sin embargo, las crisis son más psicológicas que tangibles. Estados Unidos obligó a la Unión Soviética a retroceder al obligar a Moscú a tomar la última mejor decisión para evitar la guerra, específicamente para dar la vuelta a su flota mercante antes de atacar el bloqueo estadounidense. El equivalente a esto es jugar al pollo., en el que dos adolescentes conducen un coche cada uno hacia el otro para obligar al otro a salir de una carretera estrecha, y uno de ellos tira el volante por la ventana , empoderándose al ceder la capacidad de desescalar. En consecuencia, el líder soviético Nikita Khrushchev podría haber cambiado fácilmente la decisión de evitar la guerra al presidente John F. Kennedy, navegando a través del bloqueo y obligando a Washington a enfrentar la difícil decisión de disparar el primer tiro. Todavía se está debatiendo por qué Jruschov parpadeó y se rindió . La carrera armamentista, o su ausencia, no provocó la Crisis de los Misiles en Cuba. La Crisis de los Misiles Cubanos ocurrió cuando Washington desafió una iniciativa política del Kremlin en el Caribe.

En segundo lugar, aunque la influencia de las armas en las decisiones de guerra es complicada y difícil de rastrear a través del proceso político, su efecto suele ser fundamental para lograr un objetivo político. Las armas fueron simplemente una influencia facilitadora en la Segunda Guerra Mundial: los regímenes fascistas iniciaron la guerra una vez que su acumulación de armas les dio una superioridad suficiente sobre sus vecinos. Sin embargo, la dinámica más típica es que los países se enredan en crisis repetidas con adversarios que transforman la composición de sus gobiernos. Si los regímenes son predominantemente no militares, estas disputas caen en la arena de los abogados internacionales, porque se reconoce que la guerra es mucho más costosa que la negociación. Sin embargo, las crisis enseñan lecciones fatales a los políticos inconscientes de los costos. Cada crisis perdida educa a los líderes a ser menos transigentes, y cada crisis ganada reivindica la coerción : En ambos caminos, la toma de decisiones del gabinete se militariza con la incorporación creciente de asesores militares. Fue una serie de crisis en el norte de África, los Balcanes y Europa en la década anterior a la Primera Guerra Mundial lo que militarizó sistemáticamente el sistema diplomático europeo y convirtió el asesinato del archiduque Fernando en Sarajevo en julio de 1914 en una guerra costosa.

En tercer lugar, las armas rara vez son causa de guerra porque, excepto en lo que respecta a las armas nucleares, los países pueden obtener más poder de las alianzas que de su propia industria armamentística. Comúnmente se piensa que Israel atacó a Egipto, Siria y Jordania en junio de 1967 debido a la abrumadora ventaja de su fuerza aérea en el primer ataque .. Sin embargo, repetidas votaciones en el gabinete israelí negaron la demanda militar de un primer ataque durante la crisis anterior a la guerra, a pesar de los altos costos para la fuerza aérea de Israel si era atacada primero. Fue solo después de que el presidente Lyndon B. Johnson revocó su amenaza de sancionar a Israel si Tel Aviv atacaba primero, que los miembros civiles del gabinete israelí finalmente votaron a favor de la guerra. El problema fue que en 1956, junto con sus aliados anglo-franceses, Israel derrotó cómodamente al ejército egipcio, pero luego fue humillantemente obligado por la administración de Eisenhower a retirarse del Sinaí .

La intervención de China en Corea en 1950 (con la aprobación y el apoyo de Moscú) , la invasión india de Pakistán Oriental en 1971 (tras una campaña diplomática internacional de la primera ministra india Indira Gandhi), el ataque de Egipto a Israel en 1973 (objetivo del deseo de Estados Unidos para excluir la influencia soviética en el Medio Oriente), y el ataque de Irak a Irán en 1980 (con la aprobación de EE. UU. y los países árabes del Golfo), fueron respaldados por estrategias diplomáticas sólidas que tomaron primacía sobre las preocupaciones de poder relativo. En circunstancias en las que las estrategias diplomáticas fueron mal concebidas por el iniciador de la guerra, como el desembarco anfibio de Argentina en las Malvinas en 1982 y el conflicto ruso-georgiano de 2009, las decisiones no estaban influenciadas por nada más que la disponibilidad de algún arsenal mínimo suficiente. Los países van a la guerra porque perciben su propio declive a largo plazo , como lo hicieron Alemania y el Imperio Otomano frente a Rusia en 1914 y 1915, o como lo hizo Pakistán en 1965 contra India , pero estas decisiones tampoco fueron influenciadas por armas, tanto como por el poder subyacente anticipado que permitió la fabricación de armas.

Mis estudiantes chinos en las clases de estudios estratégicos que enseño a menudo argumentan que Washington está maniobrando para engañar a Beijing para que inicie una guerra que luego lo dejará diplomáticamente aislado frente a la comunidad internacional. Esto se llama una crisis de justificación de la guerra . Se cree comúnmente pero falsamente que esta es la estrategia utilizada por los Estados Unidos para atacar a España en 1898 (el asunto principal), Alemania en 1917 (el telegrama de Zimmerman), Japón en 1941 (que el presidente Franklin Roosevelt anticipó el ataque aéreo de Pearl Harbor) , Vietnam del Norte en 1965 (el incidente del Golfo de Tonkin), Granada en 1983 (los estudiantes de medicina vulnerables), Irán en 1988(el derribo de un avión iraní), Irak en 1991 (ultimátum del Secretario de Estado James Baker al Ministro de Relaciones Exteriores iraquí Tariq Aziz) y Serbia en 1999 (el supuesto ataque con mortero serbio contra un mercado).

Es posible que la acumulación de armas de Reagan en la década de 1980 no haya terminado directamente con la Guerra Fría o liberado a los países del Pacto de Varsovia de sus regímenes títeres, pero evitó que la confrontación con la Unión Soviética se volviera caliente. También ganó un tiempo precioso para que los rusos resolvieran las contradicciones en su desarrollo político, reduciendo significativamente el nivel de hostilidad subsiguiente. Las consecuencias de los vacilantes intentos de disuadir el expansionismo nazi son un recordatorio mucho más vívido de los costos de la falta de preparación militar que la afirmación estilizada y sin fundamento de que la Primera Guerra Mundial fue causada por las tensiones de la carrera armamentista.

Como era de esperar, China avivará las preocupaciones sobre las carreras armamentistas , al tiempo que evitará cualquier restricción de control de armas en su propia acumulación militar. Si China cierra la brecha, por ejemplo, en el número de plataformas oceánicas, submarinos o tubos de misiles totales, o logra una concentración suficiente en los sistemas de negación del mar, como las minas marinas o los misiles balísticos antibuque, entonces Beijing ven la guerra como una opción atractiva. La probabilidad de guerra se reducirá drásticamente, por lo tanto, si Estados Unidos y sus aliados democráticos se comprometen a procurar una defensa robusta y sostenible.

miércoles, 14 de julio de 2021

Inteligencia Artificial: ¿Hay una carrera armamentísta?


Desmintiendo la teoría de la carrera armamentista de la Inteligencia Artificla (IA)

Paul Scharre || Texas National Security Review

No hay carrera de armamentos de IA. Sin embargo, la competencia militar en IA todavía presenta ciertos riesgos. Estos incluyen la pérdida del control humano y la aceleración de la guerra, así como el riesgo de que las percepciones de una carrera armamentista hagan que los competidores tomen atajos en las pruebas, lo que lleva al despliegue de sistemas de IA inseguros.


En 2015, un grupo de destacados investigadores de inteligencia artificial y robótica firmó una carta abierta advirtiendo sobre los peligros de las armas autónomas. “La pregunta clave para la humanidad hoy”, escribieron, “es si comenzar una carrera armamentista global de IA o evitar que comience. Si cualquier potencia militar importante sigue adelante con el desarrollo de armas de IA, una carrera de armamentos global es virtualmente inevitable ”. 1 Hoy en día, muchas naciones están trabajando para aplicar la IA para obtener ventajas militares, y el término“ carrera de armamentos de IA ”se ha convertido en un eslogan utilizado por ambos críticos y defensores de la militarización de la IA. En 2018, el entonces subsecretario de Defensa Michael Griffin, pidiendo a Estados Unidos que invierta más en inteligencia artificial, declaró: "Puede que haya una carrera armamentista de inteligencia artificial, pero todavía no estamos en ella". Will Roper, entonces director de adquisiciones de la Fuerza Aérea de EE. UU., advirtió sobre los riesgos de quedarse atrás en una "carrera de armamentos digitales con China". 3

La llamada carrera de armamentos de la IA se ha convertido en una característica común en los titulares de las noticias, 4 pero el encuadre de la carrera de armamentos no se ajusta a la realidad. Si bien las naciones compiten claramente para desarrollar y adoptar tecnología de inteligencia artificial para uso militar, el carácter de esa competencia no se ajusta a la definición tradicional de carrera armamentista. Sin embargo, la competencia de IA militar presenta riesgos. La adopción generalizada de la IA militar podría hacer que la guerra evolucione de una manera que conduzca a un menor control humano y a que la guerra se vuelva más rápida, más violenta y más desafiante en términos de poder gestionar la escalada y poner fin a una guerra. Además, las percepciones de una "carrera" para desplegar sistemas de IA antes que los competidores podrían hacer que las naciones reduzcan las pruebas, lo que lleva al despliegue de sistemas de IA inseguros que están en riesgo de accidentes que podrían causar una escalada o destrucción involuntaria. Incluso si los temores de una "carrera armamentista de IA" son exagerados, la competencia de IA militar conlleva riesgos reales a los que las naciones deberían asistir. Hay pasos concretos que las naciones pueden tomar para mitigar algunos de estos peligros.

La competencia actual de IA militar no es una "carrera armamentista"

Como ha escrito Heather Roff, el encuadre de la carrera armamentista “tergiversa la competencia que se desarrolla entre países”. 5 Para empezar, la IA no es un arma. La IA es una tecnología habilitadora de uso general con una gran variedad de aplicaciones. No es como un misil o un tanque. Es más como la electricidad, el motor de combustión interna o las redes de computadoras.6 Las tecnologías de propósito general como la IA tienen aplicaciones en una variedad de industrias. El cofundador de la revista Wired, Kevin Kelly, ha argumentado que “dará vida a los objetos inertes, como lo hizo la electricidad hace más de un siglo. Todo lo que antes electrificamos ahora lo conoceremos ”7.

Es muy posible que las naciones estén en una carrera tecnológica para adoptar la IA en una variedad de industrias. La IA ayudará a mejorar la productividad económica y, por extensión, el poder económico y militar. Durante la revolución industrial, los primeros en adoptar la tecnología industrial aumentaron significativamente su poder nacional. De 1830 a 1890, Gran Bretaña y Alemania, que fueron ambos industrializadores tempranos, más que duplicaron su producto nacional bruto per cápita, mientras que Rusia, que estaba rezagada en la industrialización, aumentó su producto nacional bruto per cápita en un mero 7 por ciento durante ese período de 60 años .8 Estas ventajas tecnológicas dieron lugar a un aumento del poder económico y militar, sobre todo para Europa en relación con el resto del mundo. En 1790, Europa (colectivamente), China e India (incluyendo lo que ahora es Pakistán y Bangladesh) tenían aproximadamente la misma participación en la producción manufacturera global, con Europa e India cada una con aproximadamente una cuarta parte de la producción manufacturera global y China con aproximadamente una. -tercera. Todos tenían niveles aproximadamente equivalentes de industrialización per cápita en ese momento. Pero la revolución industrial disparó la productividad económica europea. Para 1900, Europa controlaba colectivamente el 62 por ciento de la producción manufacturera mundial, mientras que China tenía solo el seis por ciento e India menos del dos por ciento. Estas ventajas económicas se tradujeron en poder militar. En 1914, los europeos ocuparon o controlaron más del 80 por ciento de la superficie terrestre del mundo.9

Es probable que estar a la vanguardia en la adopción de IA genere importantes ventajas a nivel nacional. Aunque la IA puede aumentar las capacidades militares, las ventajas más importantes a largo plazo pueden provenir de aplicaciones de IA no militares en la sociedad. Los beneficios a largo plazo de la IA podrían incluir una mayor productividad, mejores resultados de atención médica, crecimiento económico y otros indicadores de bienestar nacional. Incrementar la productividad es especialmente significativo porque tiene un efecto compuesto sobre el crecimiento económico. A largo plazo, el progreso tecnológico es el principal motor del crecimiento económico.10

La escala del gasto militar en IA, al menos en la actualidad, no es lo suficientemente grande como para merecer el título de "carrera armamentista".

Por supuesto, la IA también se puede utilizar para armas. Los militares de todo el mundo están trabajando activamente para adoptar la IA para mejorar sus capacidades militares. Sin embargo, la militarización de la IA no se ajusta, en la actualidad, a la definición tradicional de carrera armamentista, a pesar de la urgencia retórica de muchos líderes nacionales. Michael D. Wallace, en su artículo de 1979 "Arms Races and Escalation", definió una carrera armamentista como "que implica tasas anormales simultáneas de crecimiento en los desembolsos militares de dos o más naciones" como resultado de "la presión competitiva de los militares mismos, y no de fuerzas internas exógenas a esta rivalidad ". Wallace afirmó además que el concepto de carrera armamentista solo se aplicaba “entre naciones cuyas políticas exteriores y de defensa son muy interdependientes” y que tienen capacidades “aproximadamente comparables ”.11 La IA está siendo adoptada por muchos países de todo el mundo.12 Podría decirse que al menos algunos de las díadas, como Estados Unidos y China, cumplen la definición de Wallace en términos de ser naciones con capacidades "aproximadamente comparables", encerradas en la competencia, "cuyas políticas exterior y de defensa son muy interdependientes". Sin embargo, la IA no pasa la prueba de la carrera armamentista en el área crítica del gasto.

Wallace distinguió las carreras armamentistas del comportamiento normal de los estados para mejorar sus fuerzas militares. Un estado que adopta una nueva tecnología y moderniza sus fuerzas militares no está automáticamente en una carrera armamentista, según la definición de Wallace, incluso si la modernización tiene como objetivo competir con otro país. El factor decisivo para calificar como carrera armamentista, según Wallace, es la tasa de crecimiento del gasto en defensa. Wallace caracterizó las carreras armamentistas como resultado de tasas de crecimiento anormalmente elevadas en el gasto en defensa, más allá del promedio histórico de crecimiento anual del 4 al 5 por ciento (en dólares reales). En una carrera de armamentos, las tasas de crecimiento anual están por encima del 10 por ciento o incluso tan altas como del 20 al 25 por ciento.13 Otros académicos definen las carreras de armamentos usando diferentes umbrales cuantitativos, y algunas definiciones carecen de umbrales cuantitativos claros en absoluto, pero la existencia de aumentos rápidos en El gasto en defensa o las fuerzas militares por encima de los niveles normales es un criterio común en la literatura académica sobre carreras armamentistas.14

Las carreras de armamentos dan como resultado situaciones en las que dos o más países están atrapados en un gasto de defensa en espiral, acaparando cada vez más partes del tesoro nacional, a menudo con poca o ninguna ganancia neta en ventaja relativa sobre el otro. Los ejemplos históricos clásicos incluyen la carrera armamentista naval anglo-alemana antes de la Primera Guerra Mundial y la carrera armamentista nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. El gasto en IA militar de hoy claramente no cumple con estos criterios de tasas de crecimiento anormalmente grandes en el gasto de defensa. El gasto en defensa de la IA es difícil de calcular debido a la naturaleza de propósito general de la tecnología de IA. A diferencia de los barcos o los misiles balísticos, los sistemas de IA no se pueden contar fácilmente. Sin embargo, incluso estimaciones burdas del gasto en defensa muestran que las inversiones en inteligencia artificial militar no son lo suficientemente grandes como para constituir una carrera armamentista. Una estimación independiente realizada por el Gobierno de Bloomberg sobre el gasto de defensa de EE. UU. En IA identificó $ 5 mil millones en investigación y desarrollo relacionados con la IA en el año fiscal 2020, o aproximadamente el 0,7 por ciento del presupuesto del Departamento de Defensa de más de $ 700 mil millones.15 La escala del gasto militar en IA, en al menos en la actualidad, no es lo suficientemente grande como para merecer el título de "carrera armamentista". (Agregar el gasto del sector privado, que constituye la mayor parte de la inversión en IA, daría lugar a cifras más grandes, pero desmentiría aún más la afirmación de una carrera de "armamentos", ya que la mayor parte de la inversión en IA del sector privado no está en armas).

Competencia de IA y el dilema de seguridad

Incluso si el gasto en IA militar no se eleva al nivel de una "carrera armamentista", muchas naciones, sin embargo, están involucradas en una competencia de seguridad en la adopción de IA militar, una competencia que presenta riesgos. La situación en la que se encuentran los estados con respecto a la competencia de la IA se describe con mucha más precisión como un dilema de seguridad, 16 una dinámica competitiva más generalizada entre estados que la "carrera armamentista" definida de manera más estricta. En su artículo de 1978, "Cooperación bajo el dilema de la seguridad", Robert Jervis definió el dilema de la seguridad de la siguiente manera: "[M] Cualquiera de los medios por los que un estado intenta aumentar su seguridad disminuye la seguridad de los demás". 17 Como Charles Glaser ha señalado, no es obvio a partir de esta definición por qué sería intrínsecamente malo que un aumento en la seguridad de un estado se produzca a expensas de la seguridad de otro.18 De hecho, disminuir la seguridad de otros estados podría tener efectos beneficiosos para mejorar la disuasión y reducir los riesgos de agresión o lograr un equilibrio de poder favorable en una región, lo que podría a una mayor influencia política. El problema viene en los efectos de segundo y tercer orden que podrían desarrollarse cuando otro estado reacciona ante la reducción de su seguridad. Las respuestas podrían incluir un contrapeso con un efecto neto de ningún cambio en la seguridad (o empeoramiento de la seguridad). Glaser sostiene que hay algunas situaciones en las que la competencia en seguridad es una estrategia racional que debe perseguir un estado, incluso si los competidores se armarán en respuesta. En otras situaciones, armar puede ser una estrategia subóptima para un estado, que estaría mejor servido con moderación o persiguiendo el control de armas19.

La competencia en seguridad incluso podría dejar a ambos estados peor que antes. Esto puede ocurrir durante una carrera armamentista tradicional si las naciones gastan grandes sumas de dinero en un intento fallido de obtener una ventaja sobre las otras, con el resultado de que ambas naciones desvían fondos de gastos no relacionados con la defensa. Si el resultado de una competencia de seguridad es el mismo equilibrio militar relativo que antes, es posible que el equilibrio de poder no haya cambiado de manera significativa, pero ambas naciones podrían enfrentar una disminución del bienestar económico y social en casa en comparación con si hubieran evitado una competencia de seguridad. Sin embargo, incluso en ausencia de esta disyuntiva de “armas contra mantequilla”, hay otras formas en las que la competencia por la seguridad puede conducir a un resultado negativo neto para ambos estados.

Una forma en que esto podría ocurrir es si la innovación militar y el desarrollo de nuevas capacidades alteran el carácter de la guerra de una manera más dañina, más destructiva, menos estable o menos deseable que antes. En su artículo de 1997, “El dilema de seguridad revisado”, Glaser dio el ejemplo de las capacidades militares que cambiaron la guerra a un régimen más dominante en el ataque.20 Hay otras formas en las que la guerra también podría evolucionar en una dirección netamente negativa. Por ejemplo, en la Primera Guerra Mundial, el interés de Alemania en desarrollar y desplegar armas químicas se estimuló en parte debido a los temores sobre el desarrollo de Francia en el gas venenoso.21 El resultado fue la introducción de un arma que aumentó el sufrimiento de los combatientes en ambos lados, sin entregar un ventaja militar significativa para cualquiera. Lo mismo podría ocurrir con la IA: podría alterar el carácter de la guerra de una manera que sería netamente negativa para todos los participantes.

Un ritmo de guerra acelerado

Una posibilidad de cómo la IA podría alterar la guerra de una manera que dejaría a todos los estados en peor situación sería si acelerara el ritmo de la guerra más allá del punto de control humano, haciendo que la guerra sea más rápida, más violenta y menos controlable. Hay ventajas en agregar inteligencia a las máquinas, pero dadas las limitaciones de los sistemas de IA actuales, el modelo óptimo para lograr la toma de decisiones de la más alta calidad sería una arquitectura conjunta hombre-máquina que combine la toma de decisiones humana y mecánica. Sin embargo, una forma en que las máquinas superan a los humanos es en velocidad. Es posible imaginar una dinámica competitiva en la que los países se sientan obligados a automatizar cantidades cada vez mayores de sus operaciones militares para mantenerse al día con los adversarios. El entonces subsecretario de Defensa, Robert O. Work resumió el dilema cuando preguntó: “Si nuestros competidores van a Terminators y todavía estamos operando donde las máquinas ayudan a los humanos y resulta que los Terminators pueden tomar decisiones más rápido, incluso si son malos, ¿cómo responderíamos? ”22 Este es un clásico dilema de seguridad. La búsqueda de un estado de una mayor automatización y tiempos de reacción más rápidos socava la seguridad de otros estados y los lleva a buscar de manera similar más automatización solo para mantenerse al día.

Si los estados caen víctimas de esta trampa, podría llevar a que todos los estados sean menos seguros, ya que la búsqueda de una mayor automatización no sería simplemente una evolución en armas y contramedidas que simplemente conduciría a la creación de nuevas armas en el futuro. En algún momento, la guerra podría cambiar a un régimen cualitativamente diferente en el que los humanos tienen menos control sobre la fuerza letal a medida que las decisiones se vuelven más automatizadas y el ritmo acelerado de las operaciones empuja a los humanos “fuera del circuito” de la toma de decisiones. Algunos académicos chinos han planteado la hipótesis de una "singularidad" en el campo de batalla, en la que el ritmo del combate eclipsa la toma de decisiones humana.23 Los académicos estadounidenses han utilizado el término "hiperguerra" para referirse a un escenario similar.24 En algunas áreas limitadas hoy, como la defensa localizada inmediata de barcos, bases y vehículos contra ataques con cohetes y misiles, expandir esta zona de control de máquinas a áreas de guerra más amplias sería un avance significativo. Un menor control humano sobre la guerra podría conducir a guerras que son menos controlables y que se intensifican más rápidamente o más ampliamente de lo que los humanos pretenden. De manera similar, limitar la escalada o terminar los conflictos podría ser más desafiante si el ritmo de las operaciones en el campo de batalla excede la toma de decisiones humana. Los líderes políticos tendrían un problema de comando y control en el que sus fuerzas militares están operando "dentro" (es decir, más rápido que) el ciclo de decisión sus propias fuerzas armadas. El efecto neto del deseo bastante racional de que las naciones ganen una ventaja en la velocidad podría conducir a un resultado peor para todos. Sin embargo, la dinámica competitiva podría impulsar ese resultado.
La búsqueda de un estado de una mayor automatización y tiempos de reacción más rápidos socava la seguridad de otros estados y los lleva a buscar de manera similar más automatización solo para mantenerse al día.
Los mercados financieros proporcionan un ejemplo de esta dinámica en un entorno competitivo no militar. La automatización introducida en los mercados financieros, especialmente las operaciones de alta frecuencia en las que las operaciones se ejecutan a velocidades sobrehumanas en milisegundos, ha contribuido a la inestabilidad de las condiciones del mercado que pueden provocar "caídas repentinas", en las que los precios cambian rápida y drásticamente.25 Reguladores financieros han respondido empleando "disyuntores" que detienen automáticamente la negociación durante un período de tiempo predeterminado si el precio se mueve demasiado rápido.26 Los mercados financieros tienen el beneficio de un regulador que puede obligar a los competidores a adoptar medidas de cooperación para abordar resultados subóptimos. En condiciones de anarquía en el entorno de seguridad internacional, dicha cooperación tendría que provenir de los propios estados.

La dinámica de una competencia de velocidad es como una carrera de armamentos, si ampliamos la definición de carrera de armamentos para que esté más en línea con los ejemplos biológicos de coevolución competitiva. Los biólogos a menudo usan la metáfora de una carrera armamentista para explicar "una escalada descontrolada e inestable" de adaptación y contraadaptación que puede ocurrir en los animales.27 Esto puede ocurrir entre especies, como depredadores y presas, o dentro de especies, como machos en evolución. en competencia por las hembras. Las carreras de armamentos biológicos pueden manifestarse de diversas formas, como las competencias entre depredadores y presas con respecto al camuflaje frente a la detección y la armadura frente a las garras, así como la velocidad, las habilidades cognitivas, el veneno, el engaño u otros atributos que pueden aumentar las posibilidades. de supervivencia.28 Esta definición biológica más amplia de una carrera de armamentos está más en línea con el potencial de una creciente "carrera de armamentos en la velocidad" entre las naciones que conduce a una mayor automatización en la guerra. Si bien este concepto no cumple con la definición tradicional de carrera de armamentos en la literatura de estudios de seguridad, es un concepto útil para describir el potencial de una coevolución en la velocidad que no conduce a una ventaja relativa neta y, de hecho, puede dejar a ambos lados en peor situación.

Carrera hacia abajo en seguridad

Un riesgo relacionado de una dinámica de "carrera" entre competidores podría provenir de una aceleración, no del ritmo de las operaciones en el campo de batalla, sino del proceso de desplegar nuevos sistemas de IA. Los sistemas de inteligencia artificial de hoy tienen una serie de problemas de seguridad y protección que pueden hacerlos frágiles, poco confiables e inseguros.29 Debido a que el aprendizaje automático en particular puede crear nuevas formas en las que los sistemas pueden fallar, los militares enfrentan nuevos desafíos al adoptar sistemas de inteligencia artificial.30 Los militares lo harán. tienen que adoptar nuevos métodos para probar, evaluar, verificar y validar los sistemas de inteligencia artificial (también conocidos como TEVV) .31 Tales preocupaciones relacionadas con la autonomía son bien conocidas en la comunidad de defensa de EE. UU., 32 aunque en la actualidad no se han resuelto de manera satisfactoria. la licenciatura. El aprendizaje automático presenta desafíos adicionales con respecto a las pruebas, la evaluación, la verificación y la validación. Una prisa por desplegar sistemas de IA antes de que se prueben por completo podría resultar en una "carrera hacia el fondo" en seguridad, con los militares desplegando sistemas de IA propensos a accidentes.

Existen fuertes imperativos burocráticos e institucionales para que los ejércitos utilicen sistemas de campo que sean robustos y seguros. De hecho, diseñar sistemas según los estándares de especificaciones militares a menudo significa hacerlos más robustos para una gama más amplia de condiciones ambientales y choques que los sistemas comerciales comparables, incluso a expensas de otros aspectos del rendimiento, como el tamaño, el peso o la facilidad de uso. Sin embargo, la IA presenta desafíos novedosos para lograr la solidez necesaria para operar en los entornos complejos, peligrosos y adversarios que a menudo caracterizan las operaciones militares.

Ciertos métodos de IA actuales, como el aprendizaje profundo, siguen siendo relativamente inmaduros con importantes desafíos de confiabilidad. Un informe del Departamento de Defensa de 2017 del grupo asesor científico JASON explicó que las redes neuronales profundas

son inmaduros en lo que respecta a las "enfermedades", incluida la confiabilidad, la capacidad de mantenimiento, la responsabilidad, la validación y verificación, la capacidad de depuración, la capacidad de evolución, la fragilidad, la capacidad de ataque, etc. … Además, no está claro que el paradigma de IA existente sea inmediatamente susceptible de cualquier tipo de validación y verificación de ingeniería de software. Este es un problema serio, y es un obstáculo potencial para el uso de estos modernos sistemas de IA por parte del Departamento de Defensa (Departamento de Defensa), especialmente cuando se considera la responsabilidad y la responsabilidad del uso de IA en sistemas letales.33

La estrategia de inteligencia artificial de 2018 del Departamento de Defensa exige la construcción de sistemas de inteligencia artificial que sean "resistentes, robustos, confiables y seguros" .34 Sin embargo, el estado actual de la tecnología hace que el logro de su objetivo es particularmente difícil para los sistemas de inteligencia artificial que incorporan el aprendizaje profundo, un subcampo de la inteligencia artificial que ha experimentado un crecimiento y una atención significativos en los últimos años. Si bien hay una investigación activa en curso para mejorar la seguridad y la protección de la inteligencia artificial, los militares tendrán que adaptarse a la tecnología tal como está actualmente, al menos por el momento. Un proceso ideal sería que los militares se involucren en la experimentación, la creación de prototipos y el desarrollo de conceptos, pero también someter los sistemas de IA a una TEVV rigurosa en condiciones operativas realistas antes del despliegue. Tomar atajos en las pruebas y evaluaciones y desplegar un sistema antes de que esté completamente probado podría provocar accidentes que, en algunos entornos, podrían socavar la estabilidad internacional.

Al evaluar las nuevas tecnologías, los militares pueden aceptar relativamente el riesgo de accidentes, lo que puede llevarlos a tolerar el despliegue de sistemas que tienen problemas de confiabilidad. Al construir y desplegar nuevas capacidades, los militares deben sopesar la posibilidad de que ocurra un accidente con otras preocupaciones, como renunciar a capacidades militares valiosas. El entorno operativo militar está plagado de riesgos, tanto en el entrenamiento como en las operaciones del mundo real. Las instituciones militares equilibran la gestión de este riesgo con otros factores, como la necesidad de formación, el desarrollo de nuevas capacidades o el cumplimiento de la misión. Las instituciones militares ven las víctimas de accidentes de entrenamiento o la prueba de nuevas capacidades como una parte trágica pero inevitable del negocio de prepararse para la guerra. Los militares esperan un alto rendimiento de sus fuerzas, a menudo mientras realizan tareas peligrosas, pero los militares ni exigen ni esperan operaciones sin accidentes en la mayoría de los entornos.35 De 2006 a 2020, más de 5.000 militares estadounidenses murieron en accidentes no relacionados con la guerra. la mayoría de los cuales ocurrieron en los Estados Unidos. Los accidentes en general representaron casi el 32 por ciento de las muertes de miembros del servicio de EE. UU. Durante este período, e incluso representaron una parte significativa de las muertes de miembros del servicio en Irak (19 por ciento) y Afganistán (16 por ciento) .36 Estas tasas de accidentes no son inusuales para las fuerzas armadas de EE. UU. . Este es el negocio habitual. Los accidentes llaman la atención de altos funcionarios militares y civiles cuando se produce una serie de accidentes en un período corto de tiempo, como una serie de choques de aeronaves, 37 colisiones de barcos, 38 o accidentes de entrenamiento39. Sin embargo, como un informe sobre accidentes navales de Las notas de 1945 a 1988, “los accidentes navales en tiempos de paz son una realidad” 40. Lo mismo ocurre con las operaciones militares aéreas y terrestres. Los ejércitos de otras naciones pueden hacer un trabajo aún peor en la gestión del riesgo cuando se trata de accidentes que el ejército de los EE. UU. Por ejemplo, la comunidad submarina soviética / rusa tiene una tasa de accidentes mucho más alta que la comunidad submarina estadounidense.41

Las nuevas tecnologías, en particular, presentan un mayor riesgo de accidentes, sin embargo, los militares pueden seguir adelante con el deseo de desarrollar y desplegar lo que perciben como una capacidad valiosa. Por ejemplo, la aeronave de rotor basculante V-22 Osprey sufrió cuatro accidentes durante el desarrollo, matando a 30 militares estadounidenses en total, sin embargo, el Departamento de Defensa continuó el desarrollo.42 El gerente del programa V-22 citó la prisa por desarrollar la tecnología como un factor en los accidentes. , afirmando: “Cumplir con una fecha límite de financiamiento fue más importante que asegurarnos de haber hecho todas las pruebas que pudimos”. 43 En particular, tomar atajos en las pruebas parece haber sido un factor en al menos un accidente fatal. Según una investigación de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno sobre el programa V-22, las "presiones de programación" llevaron al programa a realizar solo 33 de las 103 pruebas planificadas de un fenómeno aerodinámico llamado "estado de anillo de vórtice" 44, un fenómeno que más tarde provocó una crisis en abril de 2000. accidente que mató a 19 miembros del servicio.45

En ausencia de una dinámica competitiva, los militares pueden manejar los desafíos de desplegar sistemas de IA seguros en un grado más o menos satisfactorio, aunque con cierto riesgo de que ocurra un accidente. Sin embargo, debido al deseo de desplegar capacidades de IA antes que sus competidores, los ejércitos pueden estar más dispuestos a aceptar el riesgo de lo que estarían de otra manera y a desplegar sistemas que son propensos a contratiempos.46 Dinámicas competitivas similares pueden haber jugado un papel en los accidentes con uno mismo. -conducir automóviles y tecnología de piloto automático de aerolíneas comerciales, mientras las empresas se apresuraron a ganarle a otras en el mercado.47 Estas dinámicas, aunque no son una carrera armamentista, podrían llevar a los militares a participar en una “carrera hacia el fondo” en materia de seguridad. Este riesgo podría volverse particularmente agudo en tiempos de guerra.

Las nuevas tecnologías, en particular, presentan un mayor riesgo de accidentes, sin embargo, los militares pueden seguir adelante con el deseo de desarrollar y desplegar lo que perciben como una capacidad valiosa.

La gestión de estos riesgos es un desafío porque evaluarlos puede resultar difícil, especialmente cuando se trata de nuevas tecnologías. Las tasas de accidentes pueden ser bien conocidas para las tecnologías maduras, pero se desconocen para las tecnologías aún en desarrollo. En el caso del desarrollo V-22 Osprey, para examen por ejemplo, no es que el Departamento de Defensa supiera que desarrollarlo conduciría a múltiples accidentes y 30 muertes, pero decidió que lograr la capacidad valió la pena el costo. Los ingenieros, probadores y gerentes de programas están volando en la oscuridad cuando se trata de nuevas tecnologías; después de todo, ese es el objetivo de probar nuevos sistemas. La preocupación no es solo que las organizaciones puedan tomar riesgos medidos para desplegar nuevas capacidades, sino también que los imperativos institucionales y burocráticos pueden llevar a las organizaciones a distorsionar sus propias percepciones de riesgo, contribuyendo aún más a los accidentes. Este fenómeno sociológico se ha citado como causa de la explosión del transbordador espacial Challenger de 1986, por ejemplo.48

El hecho de que los ejércitos puedan correr riesgos si se mueven demasiado rápido en la adopción de nuevas tecnologías va en contra de la caricatura común de la cultura militar como conservadora, rígida y resistente a la innovación. Si bien esta caricatura no es del todo justa (los ejércitos innovan incluso en tiempos de paz49), la falta de retroalimentación directa y observacional sobre el desempeño en un entorno competitivo realista, similar a la dinámica del mercado para las empresas comerciales, puede significar que los ejércitos a menudo tardan en adaptarse a las circunstancias cambiantes. . Una variedad de factores pueden afectar la adopción militar de nuevas tecnologías, 50 y las tasas de adopción pueden variar considerablemente según la tecnología, el estado y la comunidad militar. A través de una gama de tecnologías contemporáneas, los ejércitos van por detrás del sector privado. Por ejemplo, los ejércitos de hoy en día están detrás del sector privado en la adopción de tecnología de la información, tecnologías de optimización del desempeño humano y mejores prácticas para el personal. Con una cantidad cada vez mayor de innovación tecnológica que se produce fuera del sector de defensa, es probable que este retraso continúe.51 Sin embargo, el factor de riesgo clave para los sistemas de inteligencia artificial militares no es el momento en que los ejércitos comienzan el proceso de adopción, sino la toma de atajos. en seguridad para acelerar el despliegue de nuevas capacidades de IA.

La adopción de tecnología es un proceso de múltiples etapas, que involucra investigación y desarrollo, experimentación, creación de prototipos, maduración de tecnología, producción, pruebas y campo. Es posible que los ejércitos se muevan lentamente en una etapa y rápidamente (o mediante atajos) en otras. Si bien hay muchas áreas en las que la adopción de inteligencia artificial, autonomía, robótica y vehículos deshabitados por parte de las fuerzas armadas de EE. UU. Se está moviendo lentamente debido a una variedad de obstáculos burocráticos, también es posible que los Estados Unidos apresuren partes del proceso de adopción y terminen con tecnología inmadura en producción o incluso en el campo. Esta dinámica mixta, de avanzar lentamente en algunos aspectos del desarrollo tecnológico y tomar atajos en otros, ha estado presente en otros programas de defensa. El avión de combate F-35 entró en producción antes del primer vuelo de prueba, una decisión que el principal funcionario de adquisiciones del Departamento de Defensa, Frank Kendall, caracterizó más tarde como "negligencia en las adquisiciones" .52 Sin embargo, todo el programa de adquisiciones tomó 25 años desde su concepción inicial. hasta su primer despliegue operativo.53 El F-35 todavía no está en plena producción, 28 años después de su concepción inicial.54 El programa F-35 se movió demasiado rápido en algunas áreas, introduciendo riesgos innecesarios, incluso cuando estaba en general estorbado por el laborioso ritmo típico de los principales programas de adquisición de defensa. La lenta burocracia de los militares, por lo tanto, no es una defensa contra las pruebas de mala calidad y el despliegue prematuro.

Evitando los riesgos nocivos de la competencia de seguridad de IA

¿Qué pueden hacer los estados para evitar una carrera a la baja en materia de seguridad o una aceleración del ritmo de la guerra más allá del control humano? En ambos casos, existen incentivos compensatorios que empujan contra estas tendencias. Los militares desean sistemas confiables en el campo de batalla y un control efectivo sobre sus propias fuerzas. Hay varias acciones que los estados pueden tomar para fortalecer estos incentivos a fin de garantizar sistemas de IA robustos, seguros y controlables en sus propias instituciones, así como en las de otros países.

Primero, los estados deben invertir en procesos internos adecuados para probar, evaluar, verificar y validar los sistemas de IA, a fin de garantizar que los sistemas que están implementando sean robustos y seguros.55 Los estados deben fortalecer de manera similar sus procesos internos: doctrina, capacitación, sistema diseño y pruebas, interfaces hombre-máquina, etc., para mantener un control humano efectivo sobre las operaciones de combate.

En segundo lugar, los estados deben tomar medidas específicas para alentar a otros estados a hacer lo mismo a fin de mitigar los incentivos perversos para reducir las pruebas o ceder el control humano a las máquinas donde de otro modo no sería preferible. Tales acciones podrían incluir medidas voluntarias de transparencia sobre los procesos de TEVV, aunque sin duda habrá detalles técnicos que los estados no están dispuestos a compartir. Los Estados también podrían comunicar la importancia de la seguridad y confiabilidad de la IA y de mantener el control humano sobre las operaciones de combate, tanto públicamente como en canales diplomáticos internacionales como el Convento.sobre ciertas armas convencionales.57 Por ejemplo, en 2020 el Departamento de Defensa de EE. UU. publicó un conjunto de principios éticos para la IA.58 Las señales costosas, como invertir en investigación de seguridad de IA o procesos e infraestructura de TEVV, pueden ser incluso más efectivas para demostrar a otras naciones que un estado valora desplegar sistemas de IA seguros que operen bajo un control humano efectivo. Los Estados deben evitar mensajes que puedan incentivar a otros Estados a tomar atajos en estos procesos, como las afirmaciones de una "carrera armamentista de IA".

Por último, los estados deben explorar oportunidades para tomar medidas de cooperación que puedan mitigar estos riesgos. Lograr que los adversarios cooperen es intrínsecamente desafiante, pero los estados han logrado en el pasado regular la conducción de la guerra de diversas formas para mitigar el daño mutuo. Las declaraciones conjuntas, los códigos de conducta o las medidas de fomento de la confianza pueden ayudar a reducir los mayores peligros de la competencia de la IA y alentar a los estados a adoptar la IA de manera responsable.59

Estados Unidos ha hecho más hasta la fecha que cualquier otra nación para promover las normas que rodean el uso responsable de la IA, aunque el Departamento de Defensa podría ser más deliberado en su enfoque para abordar los riesgos de la competencia de la IA militar. Los líderes de defensa de EE. UU. Se han centrado principalmente en implementar y demostrar aplicaciones de inteligencia artificial en un esfuerzo por demostrar el valor de la inteligencia artificial en las operaciones militares. Esto es comprensible. El Departamento de Defensa tiene muchos desafíos prácticos para desplegar sistemas de IA incluso en aplicaciones de riesgo relativamente bajo, incluidos problemas con los datos, la infraestructura informática, la contratación y la financiación.60 Sin embargo, puede y debe hacer más para garantizar que, mientras compite en AI, lo hace de una manera que no genera riesgos innecesarios ni socava la estabilidad internacional.
Las señales costosas, como invertir en investigación de seguridad de IA o procesos e infraestructura de TEVV, pueden ser incluso más efectivas para demostrar a otras naciones que un estado valora desplegar sistemas de IA seguros que operen bajo un control humano efectivo.
El paso más importante que los líderes de defensa podrían tomar a corto plazo para mitigar los riesgos derivados de la competencia de la IA sería implementar los procesos internos necesarios para garantizar una VETE adecuada de los sistemas de IA. Una evaluación independiente ordenada por el Congreso en 2019 de los esfuerzos de inteligencia artificial del Departamento de Defensa realizada por la Corporación RAND encontró que los procesos actuales de TEVV no estaban "ni cerca de garantizar el rendimiento y la seguridad de las aplicaciones de inteligencia artificial, particularmente en lo que respecta a los sistemas críticos para la seguridad", y emitió recomendaciones para abordar esta brecha.61 De manera similar, un estudio independiente de 2020 dirigido por Michèle Flournoy y Avril Haines identificó una serie de pasos procesables que el departamento podría tomar para mejorar su IA TEVV.62 La Comisión Nacional de Seguridad en IA también concluyó que “la TEVV del legado tradicional sistemas no es suficiente "para proporcionar una garantía adecuada para los sistemas de IA, y que" se necesitará un tipo completamente nuevo de TEVV ".63 El informe emitió una serie de recomendaciones para mejorar la IA TEVV y establecer una" confianza justificada en los sistemas de IA "64.

El Departamento de Defensa debería adoptar las recomendaciones de estos informes para mejorar AI TEVV, un paso que no solo reforzaría la seguridad de sus sistemas de inteligencia artificial, sino también su efectividad. Además de aumentar los recursos y llamar la atención de los altos directivos, la mejora de la TEVV requerirá cambiar la forma en que los líderes superiores del Departamento de Defensa piensan sobre la construcción de sistemas de IA robustos, confiables y efectivos. A veces, los líderes de la defensa de alto nivel han caracterizado la seguridad y la ética como un obstáculo con el que Estados Unidos tiene que lidiar y que sus adversarios no lo hacen.65 Si bien es indudable que Rusia y China están menos preocupados por la ética, la seguridad o el derecho internacional que el Estados Unidos, garantizar que los sistemas de inteligencia artificial militares operen de manera efectiva y de una manera que sea consistente con la intención humana es una fortaleza a largo plazo, incluso si se necesitan procesos de TEVV más rigurosos a corto plazo para lograr ese objetivo.

Otro elemento para mitigar los riesgos de la competencia de la IA militar es con respecto a cómo los estados caracterizan a la IA. Los mensajes de EE. UU. Han sido consistentes y firmes sobre la necesidad de un uso responsable, legal, ético y seguro de la IA.66 Sin embargo, en sus mensajes, los formuladores de políticas de EE. UU. Se han abstenido con frecuencia de resaltar los riesgos de la competencia de IA militar, como los descritos en Este artículo. A veces, han enfatizado un deseo de velocidad que podría alimentar las preocupaciones del dilema de seguridad sobre una carrera hacia el campo que podría socavar la seguridad. En su artículo de 2020 Wired, Will Roper escribió: “Nuestra nación debe despertar rápido. Lo único peor que temer a la IA en sí es temer no tenerla ”67. Si bien pidió usar la IA“ de manera segura y eficaz ”, su énfasis primordial fue que el Departamento de Defensa se moviera más rápido.68

Es bastante comprensible que los legisladores estadounidenses que trabajan para acelerar la adopción de la inteligencia artificial en una burocracia esclerótica y de movimiento lento puedan estar reacios para retratar la tecnología como inmadura, no preparada o poco confiable. Además, los legisladores estadounidenses pueden temer que resaltar los riesgos de la IA militar podría contribuir a que los ingenieros de IA se nieguen a trabajar con los militares, incluso si esos temores son infundados.69 Sin embargo, al igual que otras tecnologías emergentes, como las redes informáticas, se abrieron nuevos desafíos estratégicos en En la forma de operaciones cibernéticas, los analistas de defensa deberían comenzar a pensar ahora en las formas en que la IA puede complicar la estabilidad internacional. Un reconocimiento directo de los riesgos de la competencia de IA militar es el primer paso hacia una estrategia de competir inteligentemente mientras se abordan esos riesgos. Reconocer los riesgos de la competencia de la IA militar no significa que Estados Unidos deba abstenerse de adoptar la IA más que reconocer los riesgos de estabilidad de competir en el espacio, el ciberespacio o las armas nucleares requiere un desarme unilateral en esas esferas. La respuesta de Estados Unidos a estos riesgos no debería ser abstenerse de la competencia de IA, sino más bien moldear el carácter de la competencia para que los estados, como mínimo, sean conscientes de estos riesgos.

La Comisión de Seguridad Nacional sobre IA ha demostrado cómo podría ser un enfoque de este tipo en la práctica. El informe de más de 700 páginas de la comisión emitió amplias recomendaciones para mejorar la competitividad de EE. UU. En IA y adopción militar, pero también dedicó un capítulo completo a "Sistemas de armas autónomos y riesgos asociados con la guerra habilitada por IA" .70 Con respecto a las preocupaciones de seguridad, el informe admitido:

Es probable que Rusia y China coloquen sistemas habilitados por IA que se han sometido a TEVV menos rigurosos que los sistemas estadounidenses comparables y pueden ser inseguros o poco confiables ... Estados Unidos debería ... destacar cómo la implementación de sistemas inseguros podría arriesgarse a una escalada inadvertida del conflicto [y] enfatizar la necesidad de realizar una TEVV.71 rigurosa

La comisión emitió una serie de recomendaciones para mitigar los riesgos de la competencia de IA, incluida la mejora de los procesos de TEVV del Departamento de Defensa y el trabajo con aliados para desarrollar "estándares internacionales de práctica para el desarrollo, prueba y uso de sistemas de armas autónomos y habilitados para IA" para reducir el riesgo de accidentes.72

Recientemente, el Departamento de Defensa ha tomado medidas positivas para enfatizar la seguridad de la IA y mejorar los procesos de TEVV. En mayo de 2021, la subsecretaria de Defensa Kathleen Hicks emitió un memorando sobre la implementación de la "IA responsable". El memorando lanzó una serie de estructuras burocráticas internas, que incluyen "establecer un marco de prueba y evaluación y verificación y validación que integra monitoreo en tiempo real, métricas de confianza de algoritmos y comentarios de los usuarios para garantizar capacidades de inteligencia artificial confiables y confiables" .73 Además, en público comentarios Hicks enfatizó la importancia de la “seguridad” de la IA. 74 Estos son pasos importantes y valiosos hacia el establecimiento de los procesos burocráticos necesarios para garantizar que los sistemas de IA militares de EE. UU. sean robustos y confiables, además de establecer un tono constructivo públicamente. Estados Unidos ha estado activo en la promulgación de normas sobre el uso responsable de la IA militar. Un enfoque deliberado para reconocer y mitigar los riesgos de la competencia de la IA no tiene por qué producirse a expensas de la adopción de la IA para mejorar la eficacia militar.

Idealmente, una evaluación franca de los riesgos de la competencia de la IA y la transparencia de los EE. UU. sobre las medidas que está tomando para mitigar estos riesgos abriría la puerta a medidas de cooperación entre los competidores. Puede haber una variedad de medidas de fomento de la confianza que los estados podrían adoptar para reducir los riesgos de la competencia de la IA.75 Ya se están llevando a cabo diálogos de “Vía II” entre expertos académicos para comprender mejor estos riesgos y posibles medidas de cooperación. Los futuros diálogos directos de gobierno a gobierno podrían explorar si existe la oportunidad de un terreno común. Las medidas de cooperación para reducir el riesgo dependerán de que otros estados como Rusia y China se comprometan de buena fe. Sin embargo, no hay garantía de que lo hagan. Lo que Estados Unidos puede hacer es mejorar sus propios procesos internos para AI TEVV y garantizar la responsabilidad humana. Estados Unidos también debería articular públicamente por qué sería beneficioso para otros estados cooperar para evitar algunos de estos riesgos mutuos. Incluso cuando Estados Unidos adopte la inteligencia artificial para mejorar su defensa nacional, debería tomar medidas, e incentivar a otros a que lo hagan también, para garantizar que los sistemas militares de inteligencia artificial sean seguros y que la guerra permanezca bajo un control humano efectivo.