"No soy digno de ser su Jefe" - Por Esteban D. Ocampo
de Escuadrón De Caballería HistóricaRecuerdo un tiempo de Gloria donde los Jefes de Batallón marchaban al frente de sus hombres para mostrarse como ejemplos, y no quedar en las ordenes... Tiempo en el cual junto al último de sus soldados sufrieron la Batalla; donde sangraron con ellos; donde su corazón se deshizo al ver caer a sus muchachos por el fuego del enemigo... Un tiempo donde cada uno de ellos fue como un padre para sus hombres.
"El 1ro de Línea y el 1ro de Guardias Nacionales de Corrientes, atacados por un fuego infernal de fusilería y coheteras, se vieron pronto envueltos por dos batallones de infantería y un regimiento de caballería paraguayos que, resueltos e impetuosos, los obligaron a replegarse. No obstante, repuestos de la sorpresa inicial y a pesar de las grandes bajas sufridas, el 1ro. de Línea logró hacer pie y detener el avance arrollador del enemigo. Sosteniéndose a duras penas, esperando el envío de refuerzos con los que retomarán la ofensiva. Pero éstos no llegan, muy por el contrario, reciben una orden inesperada: ¡replegar el batallón! Ello significaba abandonar el campo al enemigo, y lo que era peor aún, dejar allí a los heridos y a los muertos.
El coronel Rosetti, jefe del 1ro de Línea, aduciendo estas razones, solicitó se le enviase protección para salvar a aquellos y también el honor del batallón. Pero la respuesta fue la confirmación de la orden anterior.(...)
Como es natural, el movimiento hacia retaguardia que se efectuó, alentó al enemigo que, emprendiendo el avance y llegando al campo abandonado, cayeron con saña feroz a ultimar a bayonetazos a los heridos y a cobrar su botín de la victoria.
Momentos antes, uno de los heridos que quedaba abandonado, el sargento 2do José María Abrego, que tenía una pierna fracturada por una bala a la altura del muslo (y que fue ultimado luego a bayonetazos), se incorporó y levantando su fusil gritó con voz enérgica:
-"¿Es posible, camaradas, que se retiren y nos dejen tomar prisioneros? ¡Vengan compañeros!"
El soldado Alejandro Sider, que tenía un balazo en un tobillo, gritó que no lo abandonasen, y así se dejaron oír otros llamados. El batallón se había alejado 80 pasos cuando estos hechos ocurrieron. El coronel Rosetti, tan valiente como noble soldado, escuchando esto, no pudo soportarlo y decidido a desobedecer la orden a cualquier precio, dirigiéndose a su batallón expresó:
-"Es la primera vez que el 1ro de Linea se retira frente a sus enemigos", y dejándose llevar por esta cruel idea, se arrancó una de las presillas de grado y arrojándosela a los paraguayos, agregó: "No soy digno de ser su jefe", y dando vuelta cargó sólo sobre el enemigo.
Sus palabras y su acción hicieron reaccionar a las destrozadas filas del 1ro que, al ver la desesperación heroica de su jefe, dio cara al enemigo y se lanzó al combate al grito de: "¡Viva el Batallón 1ro de Infantería!"
Así, como obedeciendo un mandato de la historia, el 1ro de Línea dio frente al enemigo y contraatacó.
Sus tropas se desmembraron, no hubo orden y se apreció en distintas direcciones destacarse grupos de soldados acaudillados por oficiales y suboficiales, corriendo al encuentro de los paraguayos (...)
Después de recoger a los caídos, el batallón formó en columna y marchó a su campo y aunque en el rostro de todos se veía claramente la pena que embargaba sus espíritus por la pérdida de tantos compañeros, llevaban en sus corazones la convicción de haber cumplido la palabra empeñada por su jefe, el coronel Rosetti, al presidente de la República, al contestar la alocución que éste dirigió al batallón al marchar a la campaña del Paraguay y que concluyó, diciendo:
"Sois el 1ro en glorias y el 1ro en presentarse en el campo de batalla a hacer flamear esa bandera que tantas veces habéis cubierto de glorias..."
A lo que contestó su valiente jefe:
"Excelentísimo señor: podéis estar seguro de que el batallón sabrá cumplir con su deber en el puesto que se le designe".
Y así fue." (1)
Hubo un tiempo de Gloria donde se luchaba por la Patria con arrojo temerario, valor y compañerismo... donde cuando uno caía, era como un golpe certero al corazón, porque uno de los hijos de la Patria estaba entregando lo más sagrado que un hombre tiene: su propia vida.
Un tiempo de Gloria, donde los Jefes se pensaban no ser dignos de sus valientes muchachos, y por ello cargaban por la Gloria junto a ellos... junto a sus hombres...
Un tiempo donde todos sabían que:
"Perecer donde se eleve la libertad e independencia de la Patria, es la tumba más gloriosa para el bravo..."
Aunque no fueran Jefes dignos de sus hombres...
Aunque hoy, ante su ejemplo dejado, yo no sea digno de ser llamado ARGENTINO como ellos lo fueron...
Esteban D. Ocampo
(1) Giunti, Luis Leopoldo "Páginas de Gloria", Círculo Militar, pag. 88
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