Escuela de Aviación Naval en la Operación Tronador
La semana pasada fue noticia un scramble (despegue priotario de urgencia de un caza interceptor para responder a una amenaza inmediata) de dos F-5E Tiger III de la FACh para identificar una "amenaza desconocida" en la boca del estrecho de Magallanes. Obviamente no encontraron nada, pero las aeronaves despegaron desde la base Chabunco (Aeropuerto Internacional Presidente Carlos Ibañez) en Punta Arenas. En 1978 ese aeropuerto, de haber habido una guerra producto de la crisis del Beagle, iba a ser blanco de un ataque destinado a inutilizar los principales aviones chilenos que operaban en la zona: los Hawker Hunter. Esa osadía se le había encomendado a unos aviones de motor radial, rechonchos, biplazas de entrenamiento y ataque ligero del Comando de Aviación Naval de la Armada Argentina: los T-28 Fennec. Escondidos en un pista de dispersión a 50km de Río Grande, estos aviones iban a dedicarse a apoyar el desembarco helitransportado a las islas en disputa así como hundir embarcaciones pequeñas. Su misión más osada: atacar a los Hunter cuando se disponían a aterrizar. Veamos esta historia apasionante.
La Escuela de Aviación Naval va a la guerra
A finales de 1977, la Escuela de Aviación Naval contaba con un número reducido de solo nueve aviones T-28 en servicio, de un total de 20 asignados. En ese periodo, se planificó la última navegación de estos aviones entre Punta Indio y Ushuaia, denominada "Operación Austral," que implicó el traslado de los nueve aviones operativos en ese momento.
T-28P 0628/3-A-208 en la base aérea de Ushuaia, 11 Agosto de 1978. El es el Guardiamarina Goñi y el Suboficial Segundo Ruiz.
Inicialmente concebida como la despedida de estos aviones, la misión se convirtió involuntariamente en el preludio de la Operación Tronador para la Escuela. Ante la creciente tensión en la Zona Austral, el Comando de la Aviación Naval (COAN) recibió instrucciones de aumentar el nivel de alistamiento debido a la posible ocurrencia de un conflicto armado. Como parte de estas medidas, se suspendió la desactivación de los T-28.
B-80 usados como apoyo al despliegue de los Fennec
A principios de 1978, una división de cuatro aviones de la Escuela de Aviación Naval fue destacada a la Base Aeronaval Río Grande, donde permaneció durante todo el año, con los aviones siendo reemplazados periódicamente.
A medida que aumentaba la tensión en noviembre, la Escuadrilla de la Escuela de Aviación Naval alcanzó un total de 19 T-28 en condiciones operativas, aumentando también el número de pilotos disponibles. El Teniente de Fragata Hugo Ortiz quedó a cargo del grupo, compuesto por varios oficiales.
Pista de dispersión de 1.2km de la Estancia La Sara donde operaron los T-28 Fennec
En el marco de la Operación Tronador, a la Escuadrilla de T-28 se le asignaron misiones de apoyo aéreo cercano, ataque a embarcaciones menores en Bahía Inútil y la arriesgada tarea de atacar a los aviones Hunter de la Fuerza Aérea de Chile durante su fase de aterrizaje en Punta Arenas. Se llevaron a cabo prácticas de tiro, ataques con cohetes y bombardeos a 30º, usualmente en cooperación con las tropas del Batallón de Infantería de Marina Nº5 (BIM-5). Se estableció una base operativa avanzada en la pista de la estancia "La Sara," donde se mantuvo una división de T-28 en alistamiento permanente, mientras que el resto se concentró en Río Grande.
Foto tomada por el Teniente de Fragata Urberti al Guardiamarina Goñi a bordo del T-28P 0588/3-A-203. Se ve la pequeña característica pintada en los T-28 camuflados. Estancia La Sara, Diciembre de 1978.
Durante este periodo, se realizaron vuelos de reconocimiento, incluso sobre el espacio aéreo chileno. En uno de estos vuelos, el 13 de agosto de 1978, una sección de T-28 descubrió un aeródromo de campaña con presencia de tropas y un C-47 de la Fuerza Aérea de Chile, a solo 15 millas al noroeste de la estancia "La Sara."
La pista donde se encontraba este C-47 es la que corresponde al complejo fronterizo San Sebastián, con una pista muy similar en tamaño a la de la Estancia La Sara. Abajo en el mapa se aprecia la distancia (son poco más de 20 millas, unos 38km al NO en realidad)
Pistas de dispersión de la FACH y el COAN en la zona norte de Tierra del Fuego
Finalmente, poco antes del 22 de diciembre, se completó el alistamiento y la Escuadrilla quedó a la espera de las órdenes de ataque, las cuales nunca llegaron. La Escuadrilla de T-28 fue una de las últimas en replegarse, haciéndolo el 27 de enero de 1979, volando desde La Sara hacia Punta Indio. A pesar de las precarias condiciones operativas y el desgaste de los aviones, no se registraron mayores inconvenientes. En junio de 1979, se dispuso la baja operativa de los últimos T-28F, que fueron desguazados y chatarreados.
Restos de los T-28F de la ESAN
La región comprendida por esta historia se aprecia en este mapa debajo. Desde la pista improvisada de la Estancia La Sara se debía volar un recorrido directo de 185km para realizar un ataque a la base área Chabunco y de 100km para patrullar y acosar navíos en la Bahía Inútil. La pista se halla a unos 50km al NNO de Río Grande, donde operaba otra sección de T-28 Fennec de la ESAN. Finalmente, desde la pista a Ushuaia sólo hay 155 km.
Conclusiones
En la vasta extensión del sur argentino, en medio de la gélida y desolada región de la Tierra del Fuego, los valientes pilotos e instructores de la Escuela de Aviación Naval se preparaban para lo impensable. A bordo de sus robustos y rechonchos T-28 Fennec, aviones que eran considerados obsoletos por muchos, estos hombres no solo enfrentaron el desafío de operar en las condiciones más extremas, sino que lo hicieron con una audacia que aún hoy inspira admiración.
Cuando la tensión en la crisis del Beagle alcanzó su punto máximo, estos pilotos recibieron una misión que parecía sacada de un relato épico: atacar a los temidos Hawker Hunter chilenos justo en el momento en que aterrizaban en Punta Arenas. Imagina el valor necesario para enfrentarse a un enemigo más moderno y mejor armado, sabiendo que las posibilidades estaban en contra. Sin embargo, estos hombres, desde una pista de dispersión camuflada en Estancia La Sara, se mantuvieron listos, con el rugido de sus motores radiales como único compañero en la espera tensa de la orden que nunca llegó.
El espíritu de estos pilotos argentinos, capaces de desafiar lo imposible con ingenio y determinación, es un legado de coraje y dedicación que trasciende el tiempo. Siguiendo la misma impronta de Owen Crippa en Malvinas cuatro años después, estos pilotos iban a atacar con entrenadores un blanco bien defendido y a los activos más valiosos del enemigo. No se trataba solo de máquinas, sino de hombres que, en sus T-28 Fennec, demostraron al mundo que la verdadera fuerza de una nación reside en la valentía de sus defensores. Hoy, su ejemplo es un faro de orgullo para todo argentino, un recordatorio de que, cuando la patria llama, su gente responde con valor inquebrantable.
Fuentes
Adaptación y ampliación de North American T-28 Fennec, Serie Aeronaval Nº28.
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