sábado, 5 de octubre de 2024

Crisis del Beagle: La batalla aeronaval del Beagle/Cabo de Hornos


Crisis del Beagle: Las flotas se enfrentan en el Mar Austral

Esteban McLaren para FDRA


El 22 de diciembre de 1978, Día D, se hubiera iniciado coordinadamente a lo largo de las fronteras con Chile, diversas acciones militares dentro del marco de la operación Soberanía. Es muy difícil estimar a ciencia cierta cuál de todas las acciones planificadas iniciaría propiamente la guerra pero sí está claro que hubiese sido un asalto simultáneo en, por lo menos, cuatro frentes. El principal sería la batalla naval y desembarco en el canal de Beagle donde la infantería de marina de la Armada de la República Argentina (IMARA) desembarcaría tropas en las islas Lennox, Nueva (ya ocupada por tropas del Cuerpo de Infantería de Marina, CIM, chilenas) y Picton. El propósito de este artículo es ensayar un escenario de historia alternativa. La guerra nunca ocurrió, pero ¿qué hubiese ocurrido si Argentina no aceptaba la mediación papal?

En diciembre de 1978, las tensiones entre Argentina y Chile por la soberanía de las islas Picton, Lennox y Nueva en el Canal de Beagle alcanzaron un punto crítico. La diplomacia había fallado, y ambos países se preparaban para una confrontación armada. La Flota de Mar (FLOMAR) argentina, con su poderosa combinación de portaaviones, cruceros, destructores y submarinos, se preparaba para enfrentar a la Armada de Chile (ACh), una fuerza bien equipada pero en desventaja numérica y tecnológica. Autores chilenos especulan que las fuerzas argentinas en términos de infantería levemente duplicaban en número a las chilenas, en términos de blindados la diferencia era 5:1, en términos de aviones era 3:1 y en términos navales era levemente superior en algunos aspectos (combatientes de superficie), en otros decisivamente inferior (submarinos operativos en la zona) y otros cualitativamente incomparable (portaaviones).

Orden de Batalla al 20 de Diciembre de 1978

Armada de Chile (ACh)

  • Buques Principales:
    • Crucero ligero clase Tre Kronor: Almirante Latorre.
    • Crucero ligero clase Brooklyn: Capitán Prat.
    • Destructores clase Almirante: Almirante Riveros, Blanco Encalada y Cochrane.
    • Fragatas clase Leander: Almirante Williams, Almirante Condell y Almirante Lynch.
    • Destructores clase Fletcher: Blanco Encalada (DD-14) y Cochrane (DD-15).
    • Destructores clase Allen M. Sumner: Ministro Portales.
  • Submarinos:
    • SS-21 Simpson, el único operativo, ya que los submarinos clase Oberon estaban en mantenimiento mayor.
  • Aviación Naval:
    • Bell Jet Ranger 406, Helicópteros AS-332 Super Puma.

Flota de Mar (FLOMAR) de Argentina

  • Buques Principales:
    • Portaaviones ARA Veinticinco de Mayo.
    • Crucero clase Brooklyn: ARA General Belgrano.
    • Destructores Tipo 42: ARA Hércules
    • Destructor clase Gearing: ARA Py
    • Destructores clase Allen M. Sumner: ARA Comodoro Seguí. ARA Bouchard y ARA Piedrabuena.
    • Destructores clase Fletcher: ARA Rosales (D-22), ARA Almirante Domecq García (D-23) y ARA Almirante Storni (D-24) 
    • Corbeta clase A69: ARA Drummond y ARA Guerrico
  • Submarinos:
    • ARA Santiago del Estero, ARA Salta, ARA San Luis y ARA Santa Fe.
  • Aviación Naval:
    • 8 A-4Q Skyhawk embarcados en el portaaviones, con uno en alerta caza interceptor en cubierta 24/7. El caza de interceptor en cubierta interceptó 2 veces a un CASA 212 de patrulla marítima asentado en Puerto Williams.
    • Helicópteros SH-3 Sea King.


2. Análisis cualitativo y cuantitativo de ambas flotas

Armada de Chile (ACh)

  • Cualitativo:

    • Alta capacidad defensiva con fragatas equipadas con misiles Exocet.
    • Limitada capacidad submarina con un solo submarino operativo.
    • Buena coordinación entre unidades de superficie y aérea.
  • Cuantitativo:

    • 1 crucero ligero
    • 3 fragatas
    • 6 destructores
    • 1 submarino operativo

Flota de Mar (FLOMAR) Argentina

  • Cualitativo:

    • Superioridad aérea con el portaaviones Veinticinco de Mayo.
    • Mayor capacidad submarina con 4 submarinos operativos.
    • Alta capacidad de proyección de fuerza con destructores y fragatas modernas.
  • Cuantitativo:

    • 1 portaaviones
    • 1 crucero ligero
    • 8 destructores
    • 2 corbetas lanzamisiles
    • 4 submarinos

 

Expansión del Conflicto

El conflicto no se disolvió, por el contrario, se agravó. La FLOMAR decidió lanzar un ataque a la Armada de Chile, que rápidamente zarpó desde Valparaíso hacia el sur, dirigiéndose al Canal de Beagle. La última posición detectada de la FLOMAR estaba a 120 millas (alguna fuente cita 193 millas) al suroeste del Cabo de Hornos, preparándose para apoyar la operación Soberanía, cuyo objetivo principal era el desembarco anfibio y captura de las islas Picton, Lennox y Nueva.

Análisis de Capacidades

Armada de Chile (ACh) La ACh contaba con un crucero ligero, destructores y fragatas, todos capaces de defensa antiaérea y antisubmarina. Sin embargo, los problemas operativos del SS Simpson dejaban a la flota sin una cobertura submarina efectiva, una desventaja crucial en una guerra naval moderna.

Flota de Mar (FLOMAR) La FLOMAR, por su parte, tenía la ventaja del portaaviones ARA Veinticinco de Mayo, que proporcionaba superioridad aérea con sus A-4Q Skyhawk. Los destructores modernos y los múltiples submarinos operativos daban a la FLOMAR una capacidad robusta de defensa y ataque.

 

Puntos clave de avance y lugares de refugio de la ACh

Para llegar al Canal de Beagle, la flota chilena avanzaría desde Valparaíso hacia el sur, pasando por Puerto Montt, el Canal Chacao, el Golfo de Penas, Bahía Inútil y el Estrecho de Magallanes, antes de dirigirse al Canal de Beagle. En caso de necesitar refugio, los fiordos chilenos como el Fiordo de Última Esperanza, el Fiordo Quintupeu, Fiordo de Aysén o el Fiordo Comau serían lugares estratégicos para esconderse y lanzar contraataques.

Fiordos Quintupeu y Comau 


Fiordo o Seno de la Última Esperanza 

Aproximación final al Canal de Beagle (o Cabo de Hornos)


El mapa superior marca el recorrido de la Flota trasandina de acuerdo a la bibliografía oficial chilena y argentina. Nótese que la derrota de la flota araucana pasa por encima de la posición del submarino ARA Santa Fé porque, precisamente, éste los detectó días previos al 21 de diciembre. Es decir, la flota enemiga había sido detectada y seguida ya por un submarino del CFS. La misma se dirigía al sur del Cabo de Hornos en apostaderos de combate, con dos buques anclados a la par esperando la orden de ataque. Los buques se hallaban dispuesto de este modo para poder intercambiar personal y vida social en la espera (Arancibia Clavel y Bulnes Serrano, 2017). Volveremos a este punto más adelante.

Estrategias de detección y enfrentamiento

La FLOMAR emplearía sus S-2 Tracker y P-2 Neptune para misiones de reconocimiento (tal como se emplearían exitosamente cuatro años después en Malvinas) y los A-4Q Skyhawk para ataque, mientras que los submarinos argentinos emboscarían a los buques chilenos en puntos críticos del Estrecho de Magallanes y el paso de Drake. Los destructores y fragatas de la FLOMAR proporcionarían apoyo de fuego y defensa antiaérea para proteger operaciones anfibias y de asalto helitransportado.

Resulta clarificadora nuevamente caer en la lectura del libro "oficial" sobre el desplazamiento de la flota trasandina (libro Arancibia Clarivel y Bulnes Serrano, 2017). En ella se detalla cómo los oficiales chilenos se entrenaban en un simulador terrestre (no es broma) llamado Redifon, que en forma de cubículos interconectados simulaban buques y ensayaban maniobras en un sótano del Centro de Entrenamiento Táctico de la Academia de Guerra Naval de Valparaíso. Merino y López, ensayando con este simulador analógico, diversas combinaciones de ataque a la FLOMAR llegaron a la conclusión que se debía lograr el "dominio en el mar", buscando una batalla naval decisiva estilo Mahan. El resultado de estos ensayos determinó una formación de ataque donde "todos los misileros iban por delante y los artilleros atrás" (p. 86). No entiendo por qué se requirió del Redifon para algo de simple sentido común ¿O acaso mandar a los cañoneros primero (Prat, Latorre) y los misileros detrás (clase Almirante, Leander) tenía alguna lógica?

Por su parte, la FLOMAR "carecía" de este simulador simplemente porque las tripulaciones no simulaban sino que pasaban gran parte del año naval embarcados maniobrando con los buques reales, en tiempos reales y enfrentando problemas reales. Aproximadamente dos tercios del año las tripulaciones permanecían embarcadas, algo que cualquiera con parientes marinos en esa época lo puede corroborar. Gran parte de quiénes fueron marinos en este período de oro de la ARA y que fueron padres al inicio del año terminaron conociendo a sus hijos con 8 o 9 meses de vida dado que su vida embarcada les impidió visitarlos antes. La distancia entre ambas flotas, más allá de la geográfica propiamente dicha, era sideral. Tome nota de otro evento: en octubre de 1978, el Teniente de Corbeta Augusto Bedacarratz del Grupo Aéreo Embarcado del ARA "25 de Mayo" realizó el primer aterrizaje nocturno. Es decir, para diciembre, si la "Escuadra" era iluminada por un radar naval argentino, podría echada a pique entera de noche sin esperar a la luz diurna. Bedacarratz fue quién 4 años después, echo a pique al HMS Sheffield. Ya veremos en futuras entregas que los pilotos chilenos ni manuales de sus aviones tenían.

 

Análisis del choque de fuerzas

En el marco de la crisis del Beagle de 1978, las tensiones entre Argentina y Chile alcanzaron un punto crítico, llevando a ambas naciones al borde de un conflicto armado. La operación Soberanía, planificada por Argentina, tenía como objetivo principal el desembarco anfibio y la captura de las islas Picton, Lennox y Nueva, ubicadas en el canal de Beagle. Esta operación debía realizarse bajo una sólida cobertura naval y aérea proporcionada por la Flota de Mar (FLOMAR) argentina.

Preparativos y composición de Fuerzas

A finales de diciembre de 1978, la FLOMAR estaba plenamente equipada y lista para la acción. Contaba con el portaaviones ARA Veinticinco de Mayo, un activo crucial que embarcaba A-4Q Skyhawks y S-2 Trackers, proporcionando tanto capacidad de intercepción aérea como de patrullaje marítimo y guerra antisubmarina. La flota incluía también varios destructores modernos, como el ARA Hércules, así como fragatas como el ARA Piedrabuena y el ARA Espora. Adicionalmente, Argentina disponía de una fuerza submarina significativa con los submarinos ARA Santiago del Estero, ARA Salta, ARA Santa Fe y ARA San Luis.

La Armada de Chile (ACh), aunque menos numerosa, mantenía una fuerza defensiva robusta. Su principal activo era el crucero ligero CL-02 Capitán Prat y el todavía amenazante Almirante Latorre, acompañado por fragatas y destructores equipados con misiles Exocet MM-38. La flota chilena incluía también el submarino SS-21 Simpson, el único operativo en ese momento, ya que los otros submarinos de la clase Oberon estaban en mantenimiento mayor.

 

Desarrollo de la Operación

La operación de desembarco planificada por Argentina se centraba en la Isla Nueva, donde se sabía que había unos 150 infantes de marina chilenos atrincherados. La estrategia argentina consistía en desembarcar en la costa sur de la isla, evitando las defensas chilenas en el norte. Para ello, se emplearía el transporte anfibio ARA Cabo San Antonio, escoltado por destructores y fragatas que proporcionarían apoyo de fuego y protección.


Los chilenos esperaban una imagen de este tipo en las islas cuando lo más probable era que la ocupación de las mismas se haría por asalto vertical helitransportado.

La fase final de aproximación de la FLOMAR se estableció con la flota argentina avanzando desde su última posición detectada, a 120 millas al sur del Cabo de Hornos, hacia el este, aproximándose al canal de Beagle. Mientras tanto, la ACh se movilizaba desde Puerto Williams, dirigiéndose hacia el canal para interceptar las fuerzas argentinas. Aquí podemos evaluar dos cursos de acción simultáneos: el primero, la flota principal se dirigía la Mar de Drake para enfrentar a la FLOMAR a mar abierto; segundo, las torpederas más pequeñas (Quidora, Fresia, Tegualda y Guacolda) enfrentarían a la fuerza de desembarco.


En cualquier caso, barcos de desembarco se hallaban apostados en la BNU (base naval de Ushuaia) para que, una vez tomadas las islas o una sección de las mismas, se ocuparan con tropas.

La guerra submarina

El libro ya mencionado, La Escuadra en Acción, de Arancibia Clavel y Bulnes Serrano, relata la actividad militar y política del conflicto, con un enfoque en la Armada de Chile. Aunque el texto no es muy técnico en cuanto a los medios empleados, resulta interesante por su descripción general de las operaciones de la Escuadra en el sur de Chile.

En este relato se menciona que la Fuerza de Submarinos chilena estaba compuesta por el submarino de la clase Balao "Simpson" (SS-21) y los modernos, para la época, submarinos de la clase británica Oberon, denominados "Hyatt" (SS-23) y "O'Brien" (SS-22).

De acuerdo con esta fuente, el "O'Brien" se encontraba en dique seco durante el conflicto y el "Hyatt" tuvo que interrumpir su tránsito hacia el sur y regresar a su base en Talcahuano debido a una avería mecánica. El otro submarino de la clase Balao, el "Thomson" (SS-20), ni siquiera es mencionado, posiblemente porque ya había sido retirado del servicio debido a su antigüedad. De hecho, tanto Brasil como Argentina habían retirado sus submarinos de esta clase a principios de la década de 1970, tras recibir los Guppy.


Vistas desde periscopio de submarinos argentinos: a la izquierda, una de las fotos obtenidas del submarino Simpson chileno, único activo submarino de la ACh. A la derecha, un S-2 Tracker argentino, avión antisubmarino del que carecía Chile.

A pesar de que el "Simpson" no estaba a la altura tecnológica de las circunstancias, logró cumplir su misión de pasearse por el teatro de operaciones con el capitán en un alto estado de nerviosismo. El viejo submarino debía emerger con frecuencia para recargar sus baterías, exponiéndose peligrosamente a los radares y periscopios argentinos. Por lo menos dos veces fue fotografiado por los submarinos argentinos en superficie (una foto se ve arriba). Por su desgaste, no sería sorprendente que esta operación tuviera que realizarse con mayor frecuencia de lo normal. Habiendo sido detectado en dos ocasiones por submarinos argentinos, éstos optaron por no disparar sus torpedos. Aun así, es posible que su comandante, Rubén Scheihing, intentara atacar, pese a su desventaja tecnológica.

Áreas de patrulla asignadas a los submarinos argentinos. (Fuente: Deyseg)

Sin poder precisar las fechas exactas, los submarinos Guppy estuvieron muy cerca de entrar en combate, aunque afortunadamente sus comandantes interpretaron las órdenes con buen criterio. A mediados de diciembre, el submarino "Santa Fe" patrullaba la entrada de Bahía Cook a una profundidad de 50 metros. Los sonaristas detectaron el sonido de hélices de buques de guerra en aproximación. El comandante del S-21 dio la alarma de combate, la tripulación tomó sus posiciones y se alistaron todos los tubos lanzatorpedos. Los sonidos de las hélices se fueron sumando hasta convertirse en lo que parecía ser "una flota". La escuadra chilena navegaba sobre el S-21, abriéndose hacia las aguas abiertas del Pacífico sur.

Los sonaristas contaron tres, cuatro, seis... hasta 13 naves. Algunas tenían hélices "pesadas", como cruceros, y la mayoría hélices "livianas", similares a las de destructores.

Sin embargo, la flota chilena navegaba sin emitir señales, es decir, sin usar sonares activos en los buques de escolta. La decisión de un comandante de escuadra de navegar sin emitir puede tener varias justificaciones, como no estar buscando submarinos, o preferir ser más discreto, ya que las emisiones de sonar se propagan a grandes distancias y pueden ser detectadas por los equipos de contramedidas de los submarinos, revelando su rumbo o trayectoria.

No es difícil imaginar la gran tensión que vivió la tripulación del "Santa Fe". Suspendidos en silencio a decenas de metros bajo el Pacífico, esperaban la actitud de la flota chilena, con las armas listas para ser lanzadas si llegaba el momento adecuado para atacar desde una posición táctica favorable.

Finalmente, la flota chilena se adentró en aguas abiertas, alejándose del S-21. Siguiendo sus órdenes, el comandante del "Santa Fe" no interpretó la maniobra de la escuadra chilena como un acto hostil, especialmente en un momento en el que no había una declaración formal de guerra.

Con esto queda claro que el ARA Santa Fe sabía la posición de la flota chilena, en caso de guerra hubiera sido la primera en lanzar torpedos contra la flota trasandina.



Punto de encuentro y enfrentamiento

El punto de encuentro de las flotas se situaría en las proximidades del canal de Beagle. La FLOMAR debía enfrentar la amenaza de los misiles MM-38 Exocet de la ACh, con un alcance de 35-40 km. Existe recurrentemente en los diálogos, discusiones e intercambios con expertos y neófitos transcordilleranos una cierta contabilidad de Exocets para presuponer que una supuesta batalla naval se volcaría "claramente" a favor de la ACh. Chile dispondría de 4 u 8 bocas de fuego más que la ARA en ese momento. Es el negacionismo de la evidente derrota que hace a estos gestores de opinión sacar del juego analítico a los principales activos de la ARA: su portaaviones y sus 4 submarinos operativos. Para brindar más claridad, el portaaviones ARA Veinticinco de Mayo proporcionaba a Argentina una ventaja significativa, permitiendo ataques desde distancias de más de 200 millas (370 km). Otro detalle no menor, comparado con el caso de la experiencia de Malvinas, es que la aviación naval argentina tenía experiencia plena en los ataque antibuque y las espoletas de las bombas estarían ajustadas correctamente para detonar al impacto de los buques. Detectada la flota chilena con los S-2 Tracker y P-3 Neptune, su posición sería informada a las bases aéreas de la FAA y a los submarinos del CFS y sería cuestión de tiempo ver quien llegaba primero a la cacería.

Escenarios de Desembarco y Enfrentamiento

  1. Aproximación de la Flota Chilena para detener el desembarco La ACh avanzaría con rapidez desde Puerto Williams hacia el canal de Beagle, desplegando sus fragatas y destructores para interceptar y atacar las fuerzas de desembarco argentinas. Emplearía las lanchas rápidas también para detener los desembarcos y barcos de apoyo. Los chilenos lanzarían misiles Exocet y usarían su artillería naval para hostigar las lanchas de desembarco. Además, coordinarían ataques aéreos desde Punta Arenas utilizando aviones Hawker Hunter y A-37 Dragonfly. Introducirse en el canal de Beagle es una estrategia perdedora para cualquiera de las dos flotas por las restricciones de movimiento, perturbación de sensores por terreno (clutter) y consecuente baja en la performance de las armas.

  2. Respuesta de la FLOMAR a este movimiento Ante la aproximación chilena, la FLOMAR desplegaría sus A-4Q Skyhawks y S-2 Trackers desde el portaaviones para realizar ataques preventivos contra las unidades de la ACh. Los submarinos argentinos patrullarían áreas estratégicas para interceptar buques chilenos. La FLOMAR utilizaría sus sistemas de defensa aérea para interceptar aviones aproximándose y lanzaría sus propios misiles antibuque para neutralizar las amenazas principales. Al contrario de la flota trasandina, la ARA contaba con un elemento externo a las naves para el ataque como era la aviación embarcada. La encerrona del canal facilitaba el ataque aeronaval y hubiese sido un elemento ideal para una secuencia de ataques y rearmes para reiniciar el ciclo.

  3. ACh se enfoca en buscar a la FLOMAR para derrotarla directamente. Por la literatura citada, este fue el camino elegido por la armada araucana. Si la ACh hubiese decidido buscar y enfrentar directamente a la FLOMAR, rodearía la isla Navarino o accedería por el mar de Drake hacia el cabo de Hornos (derrota sureste). Coordinarían con el submarino Simpson y patrullas aéreas para localizar la flota argentina y lanzarían misiles y ataques de artillería naval en cuanto la detectaran. También por la literatura, el ARA Santa Fe estaba debajo de la flota cuando está accedió al mar abierto: objetivo detectado primero. Nuevamente aquí, la aviación naval argentina los encontraría a medio camino en cualquier escenario y debería soportar varias oleadas de ataques de A-4Q Skyhawks. Lo que quede remanente de estas oleadas es lo que podrían enfrentar a una FLOMAR intacta. Jaque.

  4. FLOMAR se enfoca en buscar la ACh para derrotarla directamente Si la FLOMAR decidiera buscar y enfrentar directamente a la ACh, avanzaría desde su posición al sur del Cabo de Hornos hacia el noreste. Utilizarían sus aviones embarcados para reconocimiento y ataque, primero realizaría ataques aéreos repetidos para hundir o dejar fuera de combate a los principales activos de superficie, luego hundir o averiar diversos buques, acercaría para lanzar misiles antibuque desde sus destructores y fragatas, y coordinarían ataques con sus submarinos. Y aquí traemos a colación la formación de "apostadero de combate" de la ACh: los buques se hallan anclados apareados para compartir la espera con vida social e intercambio de insumos. Si la ARA lanzaba los A-4Q Skyhawk cuando esta formación no se hubiese desarmado, hubiese facilitado enormemente el accionar de las bombas. Una misma pasada de bombardeo de 3 aviones con 3 bombas de 450 kilos hubiesen impactado de a dos buques duplicando su eficiencia. Mate.


Roles de la Aviación Naval y Militar

  • Aviación Naval embarcada argentina:

    • A-4Q Skyhawk: Realizarían misiones de intercepción y superioridad aérea, así como ataques a buques enemigos para proteger las fuerzas de desembarco. 8 unidades embarcadas.
    • S-2 Tracker: Efectuarían patrullas marítimas, detección de submarinos y coordinación de ataques antisubmarinos y antibuque. 2 unidades embarcadas.
    • P-3 Neptune: Operando desde bases terrestres, tenía muy largo alcance y eran tripulaciones altamente entrenadas a lo largo del año en el Mar Argentino.
  • Aviación Naval con Base en Río Grande:

    • T-28 Fennec: Misiones de apoyo aéreo cercano y ataques a tierra para cubrir las tropas desembarcadas (dispersos en Río Grande y Estancia La Sara). 19 unidades.
    • MB-326 Aermacchi: Misiones de interdicción y ataque a tierra para apoyar las operaciones anfibias y terrestres (Río Grande). Número indeterminado.
    • T-34C Turbo Mentor: Misiones de ataque ligero, apoyo logístico y transporte de suministros. Más de 12 unidades.
  • Aviación Militar Chilena en Chabunco:

    • Hawker Hunter: Intercepción y combate aéreo, ataques a buques y apoyo a las fuerzas terrestres (6 unidades).
    • A-37 Dragonfly: Ataques a tierra y apoyo cercano, interdicción y hostigamiento de fuerzas de desembarco argentinas (12 unidades).
  • Aviación Militar Argentina en Río Gallegos:

    • A-4B/C/P Skyhawk: Ataques a buques y apoyo a las fuerzas terrestres, intercepción y combate aéreo en caso necesario (12 unidades).
    • Mirage IIIEA/Mirage 5 Dagger/IAI Nesher: Más de 30 unidades de los tres modelos.
    • F-86 Sabre: Caza de intercepción puro, desplegado para enfrentarse a los Hawker Hunters debido a la experiencia de las guerras indo-pakistaníes. El número concreto no está claro pero por declaraciones de pilotos había más de 4 unidades.
    • Sus objetivos eran, primero, iniciar bombardeos contra objetivos militares de las ciudades de Punta Arenas (base aérea Chabunco) y Puerto Williams (aeródromo Zañartú) y la destrucción de la Fuerza Aérea de Chile, usando una técnica muy semejante a la utilizada por Israel en la Guerra de los Seis Días en 1967. Lo mismo sería implementado en todos los frentes abiertos.

 


A-4Q despegado del portaaviones ARA "25 de Mayo" impacta al APD-29 Uribe de la ACh

 

La ofensiva sobre Chile seguiría la siguiente secuencia (Wikipedia):

  • A partir de las 20:00 horas (H-2) del Día D, el 22 de diciembre de 1978, la FLOMAR y la Infantería de Marina —Batallón N.º 5— ocuparían las islas Freycinet, Hershell, Wollaston, Deceit y Hornos (ver mapa debajo).
  • A las 22:00, la Hora H, la FLOMAR e infantes de marina —Batallones N.º 3 y N.º 4— ocuparían las islas Picton, Nueva y Lennox, logrando además el control del canal Beagle (ver mapa debajo).
  • La ofensiva terrestre se iniciaría a las 24:00 horas (Hora H+2). El V Cuerpo de Ejército atacaría desde la zona de Santa Cruz tratando de conquistar el máximo territorio chileno de la zona patagónica. Simultáneamente, la Fuerza Aérea Argentina iniciaría bombardeos estratégicos.
  • A las 06:00 (H+8) del día 23 de diciembre de 1978 (23.06:00.DIC.978) se procedería a la destrucción de la Fuerza Aérea de Chile en tierra.

 


El enfrentamiento naval entre Argentina y Chile en 1978 hubiera sido una compleja operación multidimensional, involucrando fuerzas navales, aéreas y terrestres en un entorno geográfico desafiante. La superioridad aérea y submarina de Argentina le daba una ventaja significativa, aunque las defensas costeras y la coordinación táctica de Chile ofrecían una resistencia formidable. Los resultados habrían dependido de numerosos factores tácticos y estratégicos, así como de la eficacia en la ejecución de las operaciones planificadas por ambas naciones.


En este escenario específico, debe notarse que las fuerzas armadas argentinas poseían tres bases aéreas en el frente, una de ellas móvil (ARA Veinticinco de Mayo) y las dos bases bases aéreas en Río Grande y Río Gallegos, las cuales demostrarían ser altamente operativas cuatro años más tarde en Malvinas. Contra ello, sólo la base aérea de Chabunco en Punta Arenas llevaría la carga de intentar detener las operaciones de desembarco, realizar misiones antibuque contra la FLOMAR, combatir los ataques aéreos desde el Noreste de la base aérea Río Gallegos y desde el Este-noreste de la base aeronaval Río Grande y luego planear ataques ABA (Airbase Attack) contra las mismas. ¿No es demasiados objetivos para una sola pista de despegue y aterrizaje? Por su parte, el COAN se dedicaría exclusivamente a ataques antibuques o de apoyo aéreo muy cercano, mientras que la FAA apoyaría el avance del asalto blindado a Punta Arenas, un ABA contra la base aérea Chabunco y la superioridad aérea sobre Punta Arenas así como, a pedido de la ARA, proporcionaría apoyo aéreo a las operaciones de desembarco.



Probabilidades de éxito

Fuerzas Argentinas: Con la superioridad aérea proporcionada por el portaaviones y una flota de superficie y submarinos modernos, las fuerzas argentinas tenían una ventaja significativa. Las operaciones conjuntas aire-mar-submarino de la FLOMAR aumentarían sus probabilidades de éxito.


Comparativo de fuerzas entre la ACh (izquierda) y FLOMAR (derecha). Las franjas rosadas indican una distancia del alcance de sus armas principales (MM38 Exocet, 35 a 42km). El portaaviones ARA V2 "25 de Mayo" indica un A-4Q con carga completa de bombas y combustible de 350km de alcance. Esos son los espacios vitales a cubrir antes de hablar de una amenaza real para el adversario. Me cuesta como analista ver siquiera un atisbo de igualdad entre ambas fuerzas.

Previo al análisis del caso chileno, repasemos que probabilidad tenía la "escuadra" de repeler un ataque aéreo, que iba a ser la principal arma de la ARA. Todos los destructores chilenos contaban con un (1) cañón de 20mm para uso antiaéreo. Algunos destructores (clase Almirante) chilenos poseían la instalación de un sistema Short Seacat británico. Es un pequeño misil subsónico, impulsado por un motor cohete de combustible sólido con dos etapas. En vuelo es dirigido por cuatro alas en flecha, de estructura cruciforme y es estabilizado por cuatro aletas pequeñas en la cola. Se guía por la línea de comandos de visión (CLOS) a través de un radio-enlace, es decir, comandos de vuelo que se transmiten a partir de un operador remoto tanto con el misil y el objetivo a la vista. El mismo sistema lo poseía el crucero ARA General Belgrano argentino y, en su versión terrestre Tigercat, se encontraban desplegados en Tierra del Fuego (IMARA) y Río Gallegos (EA). El misil se mostró enormemente impreciso en Malvinas dado que no es autónomo y depende de la coordinación del pulso y visión del operador, con los concurrentes problemas del ojo humano de apreciar claramente las profundidades y distancias en el espacio sobre un blanco altamente maniobrable. Para marcar otra diferencia, el único buque de defensa aérea moderno se hallaba en la FLOMAR y era el ARA Hércules (Tipo 42), equipado con el Sea Dart con 40km de alcance con guiado de radar semiactivo. Más aún, el Sea Dart se podía usar como complemento del Exocet en función antibuque sin volar en modo sea-skimming (volar pegado al mar). Luego, tal vez el buque chileno mejor equipado para autodefensa aérea era tal vez el crucero Almirante Latorre o el Prat con hasta 14 instalaciones del pom-pom Bofors de 40mm. Este hubiese sido el blanco más difícil de aproximar y atacar y, si las comunicaciones lo hubiera permitido, una tarea tal vez delegada a los submarinos.

Otro ejercicio intelectual válido que nadie ha realizado hasta donde mi conocimiento alcanza es el siguiente:

Los buques chilenos se aproximarían a 21/28 nudos (velocidad media/toda máquina) hacia la FLOMAR (si es que los CASA -212 ubicaban correctamente a la misma, otros "ojos" no tenía Chile; existe el mito de la intercepción electrónica que se menciona más abajo). La distancia a cubrir se encontraba en el rango de entre 140/193 millas según diversos reportes chilenos. Ello llevaría a flota trasandina poco más de 5/8 horas de navegación para llegar a 20 millas de los barcos argentinos (siendo 20 millas el primer momento para intentar golpear a la flota dado que era el alcance de un MM38 Exocet, única arma decisiva chilena). Durante 5/8 horas los buques no podría hacerle ningún disparo/daño al enemigo. Bien, durante ese período de tiempo, el portaaviones ARA "25 de Mayo" podrían lanzar y recuperar 3 a 5 salidas de combate de todo su GAE (Grupo Aéreo Embarcado). Para ello, supongamos que cada grupo de ataque volara a  400 nudos ida y vuelta, aterrizara y tardara 25 minutos en recargar bombas y combustible para despegar de nuevo. A la distancia de ataque y dependiendo de los vientos, cada A-4Q Skyhawk despegaría con 3 bombas de 450kg en el pilón central con espoleta adaptada para impactar buques. La primera pasada sola, arrojaría 24 bombas sobre la "Escuadra". Suponiendo ausencia de bajas en los aviones argentinos, a la cuarta/quinta pasada, serían 96/120 bombas las arrojadas sobre los buques. Si suponemos que por cada pasada, un avión argentino es derribado hasta 4 bajas, serían en el peor escenario hasta 36 bombas lanzadas contra la "Escuadra". Es decir, en el lapso de cortar la brecha entre las flotas, la flota chilena recibiría entre 36 y 120 bombas (ver la tabla abajo). Todo eso antes de que ningún operador de puesto de combate pudiera apretar el botón de lanzamiento de un solo Exocet chileno. ¿Se entiende lo grave de esta planificación para el mando chileno? ¿En qué estaban pensando? Tal vez lo peor de todo es que al final de ese pasillo de la muerte, esperaba una armada básicamente similar a la Escuadra en términos de bocas de fuego de Exocet de sus combatientes de superficie pero intacta. Los que lograran sobrevivir serían recibidos por una andanada del misil francés.

Tiempos de aproximación a las 20 millas, pasadas y cantidad de bombas considerando bajas


Fuerzas Chilenas: La flota chilena a mar abierto estaba a merced de la aviación naval, primero, y submarinos argentinos, posteriormente. Como se expuso arriba, la distancia entre ambas flotas jugaba a favor de la FLOMAR. Si la ACh era detectada a 190 millas, las pasadas de bombas lanzadas por los Skyhawks hubiesen dejado poco a flote aún considerando derribos. Es hasta triste imaginar una flota acelerando para poder golpear el enemigo siendo progresivamente bombardeada una y otra vez sin absolutamente ninguna ayuda. Posibilidad de éxito: Cero.

Jorge Martínez Bush, un oficial chileno, declaraba lo siguiente en el libro Soldados de Mar en Acción (Sánchez Urra, 2020), una recopilación de las actividades del CIM.

De lo que pudo haber sido la “Batalla Naval de Drake”, el entonces Capitán de Fragata Jorge Martínez Bush, Segundo Comandante del crucero “Prat” señala que “estuvimos a punto de entrar en combate e íbamos preparados. En táctica naval la posición estaba con nosotros, porque el mar y el viento jugaba a nuestro favor, de manera que los argentinos tenían una posición muy complicada” (p. 196)
Este oficial acusa al Vicealmirante López Silva de confiar en el mar y en el viento para derrotar a la aviación naval argentina. ¿Tomó un lápiz y un papel e hizo un diagrama mínimo para ver si sus afirmaciones tienen algún asidero? ¿Qué opinará Martínez Bush del GAE del 25 de Mayo? ¿O no existía? Si está leyendo ésto, pudiera aclararle al público chileno esta cuestión. Por cierto, Sánchez Urra hace un racconto de la FLOMAR que es sospechosamente incompleto (olvida 2 submarinos argentinos y habla de "submarinos chilenos", en plural, poniendo al Simpson como plenamente operativo a la par de los argentinos), lo que pone en duda muchas otras descripciones y listados que presenta a lo largo de su obra.





Escenario de derrota y consuelo en los fiordos chilenos

Si la ACh sufría una derrota un resultado probable hubiese implicado el hundimiento o puesta fuera de combate de sus principales activos. Por valor como objetivo naval, sin dudas las fragatas clase Leander serían el primer foco del ataque y los cruceros ligeros Prats/Latorre, el segundo, dada la capacidad de sus cañones de afectar las operaciones desembarco. El resto de los objetivos se iría definiendo por circunstancia. Cabe agregar aquí una información que no poseía el Almirante López Silva (teóricamente el mejor preparado en guerra aeronaval) de la ACh: Cuatro años después los aviones argentinos demostraron que una flota encajonada en un canal (como el estrecho de San Carlos) o muy cercana a la costa (como lo es el sur de islas del cabo de Hornos) era blanco perfectamente alcanzables para aviones jets volando a baja altura. La Royal Navy, armada con misiles de defensa aérea mucho mejores que los poseía la ACh, sólo obtuvo derribos puntuales y sólo la falla en la espoletas de las bombas lanzadas por la FAA impidió su anulación como fuerza de combate de superficie antes del fin del conflicto. Quiénes atacarían a la ACh serían los A-4 Skyhawk, tanto en sus variantes B y P y Mirage israelíes de la FAA así como los consabidos A-4Q del COAN, y todos probarían ser letales atacando una flota. ¿La flota trasandina esperaba que para su caso emergería un resultado diferente?



Si la ACh pasara por el canal sería su fin asegurado. Estaría encerradas en el canal de Beagle o avanzando cercana a la costa sur de las islas, facilitando la aproximación de los aviones fuera de la detección del radar. El ataque, tal como ocurriría luego en Malvinas, se realizaría con el aprovechamiento de la geografía, tal cual lo fue en el estrecho de San Carlos. Ahora sabemos que la probabilidad de escape de los principales unidades de la ACh de un ataque aéreo eran casi nulas. Una vez puestas fuera de combate las unidades principales, el resto de flota chilena sería atacada por los destructores y corbetas argentinas y sus Exocets. Ese no sería la derrota elegida de acuerdo al libro de Arancibia Clavel y Serrano Bulnes.

La ACh estaría obligada a recurrir a la ayuda aérea de la FACh, asentada en la base aérea Chabunco. A las 6 AM del 21 de diciembre dicha base sería el objetivo principal de un ataque preventivo de todos los activos aéreos de la BAM Río Gallegos. Sobre llovido, mojado: si los cazas chilenos lograban despegar, el COAN aguardaba escondido a poco menos de 200km de Chabunco con una docena de T-28 Fennec esperando que los cazas chilenos aterrizaran para atacarlos con metralla y cohetes.

Aún así, si consideramos un remanente de unidades a flote, en caso de derrota en los canales fueguinos, se retiraría a fiordos como el Fiordo de Última Esperanza, el Fiordo Quintupeu o el Fiordo Comau. Con superioridad aérea argentina, las fuerzas chilenas tendrían pocas probabilidades de éxito, ya que la FLOMAR podría llevar a cabo ataques precisos y sostenidos. Sin superioridad aérea, las fuerzas chilenas tendrían una mejor oportunidad de defenderse, pero aún enfrentarían una amenaza significativa debido a la capacidad de la FLOMAR para coordinar ataques desde el aire y el mar.


Corbeta clase D'Estienne D'Orves (A69) ARA Guerrico (P-35), equipada con 4 MM-38 Exocet y recién ingresada a la FLOMAR para Diciembre de 1978.

Quiero agregar dos últimos detalles antes de las conclusiones. Primero, la literatura chilena, sea académica o periodística, así como los reportes de medios televisivos, desarrollan un repetido juego de fingir demencia. Es casi imposible encontrar libros refrendados por la ACh u otras fuerzas militares y, mucho menos, por medios periodísticos que mencionen la palabra clave "A-4Q Skyhawk". Aparentemente esta arma no existió en el TOA. Y si existió nunca fue una amenaza. Es más, probablemente ni volasen. Ah, si... y los marinos argentinos se marearon por un mar picado. Fingen demencia los libros del CIM o el de la "Escuadra" dado que reflejan en todo momento y absolutamente, sin desvío, que lo que se iba a presenciar era una batalla naval, al estilo Jutlandia/Latakia. Dos grandes escuadras, ahora sin cañones pero con misiles, llegarían a distancia de tiro y cada una tiraría sus salvas y ganaría el mejor. Hasta parece que el portaaviones argentino se iba a quedar en la retaguardia mirando la escena como si fuese un aficionado en una tribuna. Es una completa falta de respeto al lector informado ese escenario. Es realmente vergonzoso que oficiales navales profesionales chilenos esquiven el bulto de no apreciar un clara batalla aeronaval que estaba en ciernes y mientan a su público hablando de coraje y patriotismo para tapar un aspecto completa y básicamente técnico. Tristemente llena está la literatura "técnica" chilena de esta apelación al valor y no a los instrumentos ni tácticas.

Finalmente, esa misma literatura apela a un estado de información sobre el movimiento de las fuerzas argentinas mucho mejor del que disfrutarían hoy mismo teniendo dos AWACS británicos donados por la colaboración en la guerra de Malvinas. Aparentemente se tenía información del movimiento de tropas, del movimiento de aviones, de la posición de la flota argentina, del orden de operaciones de las distintas unidades y Dios sabe que más. Es más, esa información era actualizada hora a hora. Ni con satélites propios hubiesen tenido un panorama en tiempo real tan instantáneo. Aparentemente las comunicaciones argentinas había sido "descifradas" al estilo código Púrpura japonés. Ello aparece mencionado por autores anónimos con el misterioso término "intercepción o seguimiento electrónico". Bueno, no era el caso. Las comunicaciones argentinas cifradas no fueron decodificas y, lo que si hizo la inteligencia naval, era mantener canales abiertos para difundir la información que se deseaba estuviera al alcance de los puestos de escucha chilenos (contrainteligencia). Las comunicaciones argentinas sí fueron interceptadas pero eso fue en 1982 y por agencias de inteligencia de la OTAN, específicamente una estación en Noruega. Pero no confundamos OTAN con Chile jamás bajo ninguna circunstancia. El mismo Martinez Smith en la declaración previa comenta que la flota argentina estaba a una hora de navegación de los límites chilenos, sabiendo ésto solo por intercepción de comunicaciones. Estimado, en la lucha aeronaval no se ordena un ataque a una flota cuya ubicación no ha sido confirmada por sensores propios (un observador o radar que informe la posición). Si se iba a atacar a la FLOMAR por información "interceptada", era probablemente una emboscada planificada por el mando naval argentino.

La Escuadra trasandina, tal y como la detectó el ARA Santa Fe

En resumen, la superioridad tecnológica, doctrinaria y operativa de la FLOMAR otorgaba a las fuerzas argentinas una ventaja considerable en un enfrentamiento directo con la ACh. La geografía de los fiordos chilenos proporcionaría un refugio natural, pero las fuerzas chilenas seguirían enfrentando desafíos significativos sin la capacidad de contrarrestar la superioridad aérea y naval argentina.

Huida a los fiordos, tal vez el mejor final para la ACh...

Este informe no desmerece el desempeño ni la planificación ejecutada por la ACh. Hicieron lo mejor que pudieron con lo que tuvieron. Dicho esto, no era suficiente. Los planetas se alinearon para no poseer una capacidad submarina suficiente (el SS-21 Simpson fue detectado y fotografiado dos veces previo al 21 de diciembre mientras sus mejores submarinos estaban en mantenimiento mayor). El apoyo aéreo iba a ser nulo porque se carecía de aviación naval de ataque y los activos aéreos de la FACh iban a recibir su bautismo de fuego esa misma madrugada por lo que estarían luchando por su propia supervivencia. Por la planificación prevista, para el 21 de diciembre a la tarde Chabunco iba a dejar de estar operativa, sea por los A-4 y Mirage de la FAA a la madrugada o los T-28 Fennec/MB326 todo el resto del día. Eso lo exploraremos en un artículo posterior donde quedará claro que la FACh en el TOA iba a dejar de existir es mismo día.

Una crítica que se puede hacer a la planificación de López Silva es la de seguir con su filosofía mahaniana de buscar la gran batalla naval decisiva. Estaba comprometiendo a toda la escuadra (all-in) en una maniobra de la que iba a sufrir muchas bajas antes de siquiera llegar a ver en las pantallas de sus radares al enemigo. Una vez desencadenado los eventos, la suerte de la flota chilena estaría echada para el resto del conflicto. Y aquí vale reflexionar alternativas: cuando una flota más pequeña enfrenta a una más grande, pues debe recurrir mejor a guerrilla naval o pequeños combates de desgaste. La armada argentina nació así: enfrentando a marinas mucho mayores, como la española o la imperial brasileña, arrastrándola a pequeños combates que favorecían pequeñas pero desgastantes victorias contra el enemigo. Sin ir más lejos, el marco de los fiordos es ideal para esa tarea: esconder buques para realizar posteriormente ataques coordinados. Con superioridad aérea enemiga ese ejercicio puede perder efectividad pero los alemanes demostraron en la SGM que se puede resguardar un buque en un fiordo protegido para densas capas de defensa aérea y tener éxito. Esta alternativa podría ser más razonable que enfrentar en mar abierto a un portaaviones con brazo aéreo completo, sin superioridad aérea propia y con un submarino rengo. Y aquí, el término "flota más grande" es más cualitativo que cuantitativo: la "Escuadra" iba en solitario muy escaso apoyo desde las profundidades y ningún apoyo aéreo a enfrentar a pilotos aeronavales que practicaban a destajo cada año en como hundir buques y estaban muy afinados.

¿Acaso pensaba López Silva que la ARA iba a acercar a sus activos navales principales a la distancia de los Exocet chilenos para que se diera un duelo de caballeros? ¿Acaso López Silva estaba esperando un Jutlandia o un Latakia mientras se dirigía a un Midway? ¿Habrá ocurrido que el comando naval chileno pensaba que la ARA no iba a ordenar el aprovechamiento de la ventaja submarina y aeronaval empeñando sus submarinos y cazas embarcados antes de que siquiera pudieran detectar en sus radares a la FLOMAR? ¿Sería que pensaba López Silva que los A-4Q Skyhawk no iban a ser lanzados contra sus barcos? Mucho antes que permitirle a un marino trasandino apretar el botón de disparo de un Exocet, la flota chilena iba a conocer al COAN y al CFS en secuencia o en simultáneo.




Fuentes consultadas

  • Arancibia Clavel, Patricia y Bulnes Serrano, Francisco. La escuadra en acción. 1978: el conflicto Chile-Argentina visto a través de sus protagonistas, Santiago, Chile: Catalonia, 2017 (ISBN: 978-956-324-298-0)
  • Burzaco, Ricardo. La Fuerza de Submarinos de la Armada Argentina en la crisis de 1978. DeySeg
  • Sánchez Urra, Francisco, Los soldados del mar en acción (1958-1978), Colección Historia Militar y Pensamiento Estratégico, 2020. ISBN 978-956-9839-08-5 

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