miércoles, 3 de abril de 2013

Malvinas: Un caso de estudio (1/3)

Malvinas: un caso de estudio 
Parte 1/3
Sigue en Parte 2 - Parte 3
Por Harry Train,
Almirante USN 


Análisis crítico del Conflicto de Malvinas. Abarca cronológicamente desde los incidentes previos hasta la finalización de la batalla por Puerto Argentino. Estratégicamente comprende los niveles de estrategia general, militar y operacional. El análisis considera los conceptos de la operación desde la óptica de cada bando. 




En el Hemisferio Sur, se lo llama Conflicto de Malvinas; en América del Norte y Europa, Conflicto del Atlántico Sur. Los británicos lo llaman "Guerra del Atlántico Sur". 

En la Universidad de Defensa Nacional de los EE.UU. donde dicto el Curso Final para generales y almirantes recientemente promovidos, nosotros enseñamos, entre otros temas, dos casos dignos de especial estudio: uno es el de la crisis de Grenada, la que estudiamos y discutimos porque, aunque los EE.UU. triunfaron y lograron sus objetivos, nuestros militares cometieron muchos errores y la operación pudo haberse realizado en forma más satisfactoria.

Muchos de mis alumnos participaron en los combates en Grenada y por eso ellos tienden a justificarse en base a razonamientos dictados por la emoción y están propensos a interpretar o racionalizar decisiones según criterios que, vistos retrospectivamente, no fueron los mejores. 

Por eso enseñamos un segundo caso de estudio, en un evento político-militar en que los EE.UU. fueron sólo observadores y no participantes. Este segundo caso es el Conflicto de Malvinas. Este conflicto rico en decisiones político-militares y lleno de errores y cálculos equivocados en ambos bandos, provee una excelente oportunidad para que nuestros generales y almirantes examinen una compleja construcción diplomática y comprueben cómo los factores políticos, algunos de los cuales aún pasan desapercibidos, causaron el fracaso del proceso diplomático dando por resultado la guerra. Es también posible examinar un período de desarrollo de un conflicto durante el cual un bando actuaba todavía según las reglas para el manejo de crisis, mientras el otro ya estaba en guerra, fenómeno político-militar éste nunca acaecido antes en la moderna historia militar. 

Este segundo caso brinda una oportunidad a los generales y almirantes norteamericanos que justamente examinan las ventajas de las organizaciones conjuntas de defensa, para observar la nueva estructura de comando conjunto argentina, que en la práctica fue conjunta sólo de nombre. En este caso hubo también lecciones para el Congreso de los EE.UU., útiles para la aprobación de la organización de defensa de nuestro país. Y el conflicto también fue una oportunidad para verificar el impacto de la suerte en el resultado de una guerra. 

-¿Hubieran sido diferentes los resultados, si la televisión británica no hubiera comunicado erróneamente la zarpada de dos de sus submarinos nucleares desde Gibraltar hacia las cercanías de las Islas Georgias del Sur el 26 de Marzo? -¿Hubieran sido diferentes los resultados, si el viento y el mar no hubieran estado en calma el 1 ° de Mayo? -¿Hubieran los resultados sido diferentes, si las 14 bombas que, penetraron en los cascos de buques de guerra británicos sin explotar, hubieran explotado? 
-¿Hubiera el resultado sido diferente si los torpedos Telefunken argentinos hubieran funcionado como debían? 
-¿Hubieran los mismos ingleses reaccionado usando su fuerza militar si no hubieran habido huelgas en las minas de carbón de Gran Bretaña? 

Y finalmente el conflicto provee la oportunidad con el beneficio de un análisis retrospectivo, para examinar el impacto de algunas decisiones como el fracaso argentino en prolongar la pista de Puerto Argentino para que pudieran operar los A4 y Mirage; el no empleo de buques de carga para transportar artillería pesada y helicópteros a las Islas entre el 2 y el 12 de Abril; la división de las fuerzas de Ejército argentino entre las Islas Soledad Gran Malvina la decisión argentina de no explotar la crítica vulnerabilidad en Fitz Roy y Bluff Cove y la decisión británica de atacar al Crucero "General Belgrano".

Analizamos el curso que la guerra terrestre pudo haber tenido si las fuerzas de Gran Malvina hubieran estado en San Carlos, forzando en consecuencia a los británicos a establecer su cabeza de playa en Gran Malvina en lugar de Soledad, porque esto es lo que ellos hubieran hecho.

Mi ventajosa ubicación durante el conflicto fue la de Comandante en Jefe de la Flota del Atlántico de los EE.UU. y Comandante Supremo de la NATO en Atlántico. En ese cargo yo no tenía rol que no fuera el de observador de un conflicto que enfrentaba a dos preciados amigos. Como mi amigo Horacio Fisher, en aquel entonces oficial de enlace argentino en mi Estado Mayor nos podrá decir, nosotros no recibíamos mucha información sobre el curso de la guerra en mi Comando de Norforlk. Nuestras apreciaciones allí previeron la victoria argentina hasta las semanas finales de la lucha, puesto que ignorábamos algunas de las decisiones cruciales, cuya adopción hiciera que nuestro pronóstico fuera erróneo.

Lo que voy a compartir con Uds. es mi personal visión del Conflicto de Malvinas, producto de meses de estudio de informes y registros y de entrevistas con los principales jefes de ambos bandos. Estos estudios, resultaron difíciles porque los informes y entrevistas reflejaban conflictivas percepciones sobre lo ocurrido antes y durante algunos eventos políticos y militares críticos. Ello, en sí mismo instructivo, ya que refleja muy correctamente el sentido de la expresión "niebla de guerra". En mis estudios, yo he tenido libre acceso a los líderes argentinos y británicos, a documentos y a análisis realizados luego del conflicto.

Mientras yo relato este doloroso episodio de la historia, ustedes mentalmente podrán ir analizando en qué medida cada contrincante adhirió a los principios militares de objetivo, ofensiva, masa, maniobra, simplicidad, seguridad, sorpresa, economía de la fuerza y unidad de comando.

Mientras el estudio completo comprende la cronología de todos los hechos, de acuerdo con los registros de ambos bandos, las primeras bases para análisis por los alumnos están constituidas por una serie de ensayos que he escrito concretando los diversos aspectos del conflicto, incluyendo: el preludio diplomático; el derrumbe de la disuasión resultante de percepciones de la política de defensa británica posterior a la Segunda Guerra Mundial; el reconocimiento del problema y la planificación inicial de ambos bandos y el incidente Davidoff.

Entendiendo el problema 

Si los sucesivos gobiernos argentinos han podido haber considerado el uso de la fuerza militar como un ingrediente o en sustitución de los medios diplomáticos para recuperar la soberanía sobre las Malvinas, esas acciones fueron desalentadas por la percepción de las capacidades militares británicas y por la decisión británica de usar esas capacidades para defender sus intereses. En ningún momento previo al envío de fuerzas militares argentinas a Puerto Argentino el 2 de Abril de 1982, la Junta pensó que los británicos iban a responder con la fuerza militar.
Ni tampoco en ningún momento previo o durante el conflicto de Malvinas, los jefes militares argentinos creyeron que la Argentina podía prevalecer en una confrontación militar con Gran Bretaña. Estas dos creencias dominaron el proceso de toma de decisiones de la conducción política y militar argentina antes y durante el conflicto.
El conflicto fue el resultado de décadas persistente determinación de la parte argentina para recuperar la soberanía sobre las Islas Malvinas y de persistente determinación de los sucesivos gobiernos británicos de respaldar la autodeterminación de los habitantes de esas Islas. Esas actitudes se mantuvieron balanceadas durante muchos años, por una confluencia personalidades, y de aptitudes políticas ambos bandos); la habilidad de la Falkland Islands Company para influir sobre las decisiones políticas en Londres y una cambiante percepción poder militar británico y del interés nacional británico, formaron la base de las decisión en ambos bandos que dieron por resultado conflicto.
Agreguemos a esto el desgaste del Partido Conservador que estaba en el poder en Gran Bretaña, el creciente descontento laboral ese país, una sensación de amenaza de muerte en el ánimo de los jefes de la marina británica y el escenario estaba preparado para el intrincado esquema de decisiones que siguió.
Aproximadamente mil vidas se perdieron en el conflicto, casi una por cada dos habitantes de las Islas. Treinta buques de combate y apoyo fueron hundidos o averiados y ciento treinta y ocho aviones destruidos o capturados. Los "intereses" de los habitantes de las islas fueron exitosamente defendidos por los británicos y los esfuerzos argentinos para recuperar soberanía sobre las islas fracasaron. La marina británica recuperó su importancia a los ojos de los dirigentes políticos de ese país y los militares argentinos fueron reemplazados por un gobierno civil.
La mayor parte de los textos y tratados relacionados con la soberanía en Malvinas, dedican cientos de páginas a los ciento cincuenta años de puja diplomática. Los argentinos dan mucha importancia a cada paso de ese proceso y profesan gran fe en la diplomacia, pero advierten un claro encadenamiento entre las capacidades militares y la misma. Están convencidos de que la capacidad militar puede dar un "pequeño empujón con el codo" a la diplomacia dentro de ciertos límites y sin cruzar el umbral de la guerra.
Los británicos son, por otra parte, los maestros mundiales del proceso diplomático y del uso de la fuerza militar en el clásico estilo clausewitziano, como una extensión de1 proceso político por otros medios, haya sido o no cruzado el umbral de la guerra.
La conducción argentina durante el conflicto , expresó el punto de vista de que la Argentina tiene demasiada historia como para no tomar decisiones. En los EE.UU. y Gran Bretaña decimos que uno comienza su historia con cada guerra. Eso hace las contabilidades y las tomas de decisiones más sencillas.
No tiene importancia sí estos puntos de vista argentinos son históricamente correctos o no. Lo que cuenta es que esos criterios tuvieron un profundo impacto en las decisiones argentinas durante el preludio del conflicto.
De particular interés para los militares profesionales es la brecha entre las premisas en que basaron sus decisiones los gobernantes británicos por un lado y las que usaron para basar las suyas los argentinos por el otro. Entre la ocupación de las islas el 2 de abril y el hundimiento del Belgrano, el 2 de Mayo, las autoridades argentinas actuaron en la convicción de que estaban envueltas en el manejo de una crisis diplomática. Los británicos lo hicieron en la convicción de que estaban en guerra.
El objetivo político argentino era "una solución diplomática para recuperar la soberanía sobre las islas". Los objetivos británicos, "defender los intereses de los residentes en las islas y castigar la agresión".
Se puede afirmar que Argentina perdió la guerra entre el 2 y 12 de Abril, cuando no aprovechó la oportunidad que tenía para emplear buques de carga en el transporte de artillería pesada y helicópteros para sus fuerzas de ocupación y equipo pesado para el movimiento de tierra que hubiera permitido al personal en la isla prolongar la pista de Puerto Argentino para que pudieran operar sus A4 y Mirage. La indecisión basada en el preconcepto argentino de que era imposible derrotar a los británicos en un conflicto armado, fue el elemento dominante en el resultado final.

El incidente Davidoff 

El incidente Davidoff es crucial para el análisis o examen del conflicto de Malvinas. El representa el arrancador de guerra o como dijo el almirante Anaya el detonador. Es importante porque las percepciones del incidente Davidoff hechas después de la guerra, en Gran Bretaña y Argentina son completamente diferentes. Esto es lo que yo creo que ocurrió:

En septiembre de 1979, Constantino Sergio Davidoff firmó contrato con una compañía escocesa por el que se le transferían el equipo e instalaciones de cuatro factorías de ballenas en Leith, islas Georgias del Sur. Este contrato le daba derecho para mover el metal de chatarra de la isla hasta marzo de 1983. Las autoridades de las Islas Malvinas fueron informadas de ese contrato en agosto de 1980.
El Convenio sobre Comunicaciones de 1971 permitía los viajes entre las Malvinas y Argentina usando solamente una tarjeta blanca, pero recordemos que en respuesta a la Resolución 1514 de las Naciones Unidas, los británicos inscribieron Georgias del Sur como una colonia separada de las Malvinas y gobernada directamente desde Gran Bretaña, administrada por el gobierno de Malvinas sólo por razones de conveniencia. Recordemos también que la Argentina rechazó la demanda de status de colonia para Georgias del Sur sosteniendo que al igual que Malvinas habían pertenecido siempre a Argentina por lo que no podían ser colonias de nadie.
El problema surgió cuando Davidoff visitó Leith por primera vez para inspeccionar las instalaciones que había adquirido y debía retirar, dado su valor como chatarra. Los británicos en Puerto Stanley sostuvieron que nadie podía desembarcar en Georgias del Sur sin antes haber obtenido permiso en la base de British Antartic Survey en Grytviken, también en Georgia del Sur, donde los pasaportes serian solicitados para su sellado. Los argentinos sostuvieron que bastaba con la "tarjeta blanca" para entrar y salir cuando quisieran de acuerdo con lo establecido en el Acuerdo de 1971.
Hay muchas preguntas sin contestación referidas al momento, autenticidad y notificación a la Argentina de que Gran Bretaña reclamaba la designación de Georgias del Sur como una colonia separada, pero alcanza con decir que los dos países vieron la situación según diferente luz. Es también curioso que Gran Bretaña eligiera para dar comienzo a rigurosos procedimientos en relación con las visitas a Georgias del Sur, justamente el momento en que ella se beneficiaba financieramente de los irrestrictos viajes permitidos por la tarjeta blanca.
El incidente comenzó formalmente cuando Davidoff dejó Buenos Aires en el rompehielos Almirante Irizar que había contratado y arribó a Leith el 20 de diciembre de 1981. Habiendo informado a la embajada británica en Buenos Aires de sus intenciones, viajó directamente a Leith sin detenerse en Grytviken para obtener permiso, probablemente ignorando el requisito de hacerlo y luego regresó a Argentina.
El Gobernador Hunt de las Islas Malvinas aparentemente se enteró de la visita por informes de que el rompehielos Almirante Irizar se encontraba en Stromness Bay y por informes de gente de Grytviken de que alguien había estado en Leith. Parece probable que la embajada británica en Buenos Aires no informara a Hunt. Hunt presionó solicitando un accionar con Davidoff por haber éste desconocido las normas, pero recibió directivas de Londres de no empezar con problemas.
El embajador británico protestó al Gobierno argentino por este incidente el 3 de febrero, advirtiendo que esto no debía repetirse. La protesta fue rechazada el 18 de febrero.
Davidoff se disculpó en la embajada británica por las dificultades que había causado y solicitó directivas detalladas sobre la manera adecuada de regresar a Georgias del Sur a desmantelar las instalaciones. La embajada preguntó al Gobernador Hunt. Este no respondió hasta después de la partida de Davidoff el 11 de marzo, luego de notificar formalmente en la embajada británica que 41 personas estaban embarcadas en el Bahía Buen Suceso, un buque argentino de aprovisionamiento antártico. Todo lo concerniente le debió haber sido informado antes del desembarco en Leith el 19 de marzo, dejando una vez más de lado a Grytviken. Los operarios izaron la bandera argentina.

Los detonadores de la guerra - El punto de vista argentino 

Las autoridades argentinas describen los sucesos del 19 de marzo de 1982 como "el detonador". Aunque esos eventos en Georgias del Sur estuvieron lejos de forzar el episodio militar clave, a partir del cual no había otra salida sino la guerra, y consecuentemente no se encuentran en la categoría de un arrancador de la guerra, el 19 de marzo fue ciertamente la piedra de toque de una serie de confrontaciones en cascada y de decisiones político-militares que crearon el escenario para que la guerra comenzara. 
La reacción británica por el incidente Davidoff motivó una modificación de la planificación argentina. El mensaje del British Antartic Survey en Georgias del Sur informando que "los argentinos han desembarcado" polarizó la reacción británica en Londres. En Buenos Aires, la Junta comenzó a estudiar la posibilidad de ocupar las Islas Malvinas y Georgias antes de que los británicos pudieran reforzarlas. El vicealmirante Lombardo recibió órdenes de preparar urgentemente la operación Malvinas. Hubo órdenes y contraórdenes. 
El HMS Endurance fue destacado a las Georgias del Sur por el gobierno británico para retirar a los trabajadores argentinos. Los británicos no estaban informados de la cancelación del plan argentino de incluir personal militar en el legítimo proyecto de Davidoff, pero sí fueron informados de la orden del Comandante de Operaciones Navales argentino de que dos fragatas interceptaran el HMS Endurance si éste evacuaba a los civiles argentinos, pero no de la cancelación de esa orden por las autoridades políticas argentinas quienes temían una confrontación militar. 
El personal argentino del Grupo Alfa, que había sido originalmente concebido para participar en el plan de explotaciones de Davidoff, fue destacado ahora a Georgias a medida que los eventos se fueran desarrollando y desembarcaron allí el 24 del ARA Bahía Paraíso. Un pequeño enfriamiento se produjo el 25 de marzo cuando Gran Bretaña tomó conocimiento de la presencia del ARA Bahía Paraíso y autorizó su permanencia hasta el 28 de marzo. Mientras esto ocurría, Davidoff entregaba una explicación de su operación a la embajada británica. 
El detonante fue el anuncio del hecho por la TV británica (que luego se probó era erróneo) de que dos submarinos nucleares habían zarpado de Gibraltar para el Atlántico Sur. Las autoridades argentinas tomaron como cierta esa información. No deseando comprometerse en un desembarco frente a una amenaza de submarinos nucleares británicos contra sus fuerzas navales, calcularon la primera fecha de arribo posible de los submarinos. Estaban convencidos de que a partir de ese momento seguirían destacados allí por varios años. Inclusive las autoridades argentinas no deben haber estado informadas ni siquiera sobre el momento en que la zarpada se hubo concretado. 
El apoyo de la opinión pública argentina para lo que había sido percibido como una válida operación comercial bajo los términos del Acuerdo de Comunicaciones de 1971 presentó un cuadro de fuerte interés nacional. argentino contra un interés británico percibido como en disminución. En un esquema mental de "ahora o nunca" la Junta dispuso la ejecución de la operación Malvinas, estableciendo como día D el 2 de abril de 1982. 

Operación Rosario 

La ocupación de Puerto Argentino el 2 de abril sin derramamiento de sangre británica fue una operación ejemplar. Bien planeada e impecablemente ejecutada. Los 700 Infantes de Marina y 100 integrantes de Fuerzas Especiales, desembarcaron, lograron sus objetivos y se reembarcaron a medida que fueron reemplazados por fuerzas de ocupación del Ejército. La Fuerza de Tarea Naval, proveyó tanto el transporte anfibio como el apoyo naval.

Yo no trato la operación Rosario en este estudio porque ella fue impecable. Los eventos que vienen a continuación y la falta de un planeamiento militar conceptual para el desarrollo posterior son de interés para mis alumnos. Dos viñetas: 

1°- En la tarde del 2 de abril, la Fuerza Aérea Argentina en Malvinas, negó autorización para aterrizar a un F28 conduciendo al comandante de la aviación naval. El avión aterrizó finalmente luego de una espera de 45 minutos. 

2°- La Fuerza Aérea Argentina solicitó el 2 de abril que el Estado Mayor Conjunto hiciera transportar inmediatamente por mar a las islas planchas de aluminio para alargar la pista y ampliar la playa de estacionamiento para aviones en operación. 

El ARA Cabo San Antonio, que transportó a las islas LVTs y miembros del Batallón de Infantería de Marina N° 2 





Actuación de las autoridades argentinas responsables del transporte 
Y así comienza la historia de las dificultades argentinas para efectivizar la cooperación entre sus Fuerzas Armadas. El incidente de la autorización para que aterrizara el comandante de la aviación naval en Puerto Argentino, marcó el comienzo de lo que luego se convertiría un serio problema. El transporte marítimo de los elementos para la pista puso en evidencia la incapacidad para establecer adecuadas prioridades para el apoyo logístico de las islas.
La Junta Militar había desarrollado a esa altura de los acontecimientos la preocupación de que el reaprovisionamiento de Malvinas iba a representar un serio peligro para lo que ellos esperaban iba a ser una solución diplomática del problema, porque desde que los submarinos británicos llegaran a la zona, cualquier buque mercante en ruta hacia las islas podría ser un blanco. Ese blanco podría ser atacado y con el ataque vendría la confrontación armada que querían evitar. Por eso el reaprovisionamiento debía limitarse a lo posible con los pocos buques que la Argentina pudiera cargar y hacer llegar antes de la fecha estimada del arribo de los submarinos.
Era entonces de crucial importancia dar alta prioridad tanto a la provisión de artillería como a la de apoyo de movilidad en las islas, o proveyendo las planchas para construir las pistas y el equipo pesado para movimiento de tierra necesario para su posterior colocación. Las planchas solas eran inútiles.
La incapacidad para dar prioridad adecuada a las cargas y usar al máximo la capacidad disponible de esos pocos buques fue una falla fatal y tuvo profundo impacto tanto en la guerra marítima como en la terrestre. Y Uds. podrán notar que el vuelco a una participación activa de los EE.UU. en el conflicto se produce cuando ya es imposible que se efectúe la prolongación de la pista de Puerto Argentino.

Los detonadores de la guerra - El punto de vista británico 

Al ocurrir el incidente de Islas Georgias del Sur, el secretario de estado británico para la Defensa, John Nott, el jefe del estado mayor de Defensa, almirante Sir Terrance Lewin y el comandante de la flota, almirante Sir John Fieldhouse estaban en Colorado Springs, participando en la reunión del Grupo de Planeamiento Nuclear de la NATO, de la que yo también participaba.
Al profundizarse la crisis, estos jefes clave se dispersaron: el almirante Lewin se trasladó a Nueva Zelandia, el almirante Fieldhouse al Mediterráneo y John Nott a Europa. Durante los diez días de ausencia de estos jefes, el Reino Unido había aumentado la apuesta argentina.
Habían sucedido demostraciones en las calles argentinas y el hecho de que existía una extendida presencia argentina en Thule y Sandwich del Sur era de público conocimiento en Londres.
La ocupación argentina se concretó un viernes. El Gabinete Británico de Guerra con las ausencias señaladas habían fijado como objetivo: "Lograr el retiro de las fuerzas argentinas y restaurar la administración británica en las islas".
Que en Gran Bretaña existían varaduras políticas, económicas y militares, fue reconocido. El lunes el Gabinete de Guerra dispuso la partida de la Fuerza de Tareas Británica, así es que zarpó esa flota y se contrataron los buques mercantes, que fueron retirados de su actividad comercial, aunque aún se ignoraba la magnitud del esfuerzo que se iba a necesitar. El gobierno había previamente completado su concepto de la operación: "desalentar y rechazar". Esto constituyó la única base de la respuesta inicial.

La estrategia naval argentina 

En Buenos Aires, las autoridades navales establecían su estrategia:

-La interdicción con portaaviones de la zona de las líneas de comunicaciones marítimas, fue considerada y descartada.
- El uso de buques en puerto en Malvinas como baterías móviles, fue considerado y descartado también.
- En definitiva se resolvió emplear el concepto de "Flota en Potencia" y conscientes como estaban de la necesidad de conservar una capacidad naval en reserva, como defensa ante una posible agresión chilena de postguerra, la conducción argentina decidió no comprometer sus fuerzas en batallas navales frontales y llevar una guerra de desgaste lo que a la postre demostró ser la decisión más atinada.
- La mayor esperanza de la Armada Argentina era dañar la Fuerza de Desembarco británica. La idea era atacar durante los desembarcos y aferrar a los británicos mientras su libertad de maniobra estaba limitada por esas operaciones.
- Se agregaba a la preocupación argentina sobre la supervivencia, la generada por la afirmación del almirante Hayward de la Marina de los EE.UU. en el sentido de que los satélites eran aptos para mostrar en todo momento la ubicación de la flota argentina.

La estrategia naval británica 

En Londres las autoridades navales planificaron en forma conjunta una estrategia compuesta por cuatro fases, en forma de permitir un adecuado dimensionamiento de sus fuerzas:

- La Primera Fase comenzó el 12 de abril cuando, los submarinos nucleares de ataque llegaron para efectuar patrullados antisuperficie al oeste de las Islas con la Misión primaria de hacer cumplir la Zona de Exclusión.
- La Segunda Fase se inició el 22 de abril con el arribo de las unidades de superficie y duró hasta el desembarco en San Carlos el 21 de mayo. La misión era establecer superioridad aérea y en el mar en preparación para el desembarco. Esta fase se podría describir mejor llamándola de "guerra en el mar". Durante el período, las Georgias del Sur fueron retomadas y el ARA Belgrano, HMS Sheffield y B/m Isla de los Estados, hundidos.
La Tercera Fase comenzó con el desembarco el 21 de mayo y continuó hasta el 30 de ese mes, con el objetiva de establecer una cabeza de playa, apoyar a los tropas en tierra y protegerlas de ataques aéreos. Los HMS Ardent, Antelope, Coventry y el B/m Atlantic Conveyor ingleses y el B/m Río Carcarañá fueron hundidos durante esta fase.
- La Fase Final comenzó el 30 de mayo y continuó hasta e1 cese de las hostilidades. La misión para esta fase fue de apoyo a la guerra terrestre y protección de las líneas de comunicaciones marítimas. El buque de desembarco HMS Galahad fue hundido en ese período.

El hundimiento del ARA Belgrano. 

Al comando de la Flota Argentina el 1° de mayo, el vicealmirante Lombardo tenia pensado una operación que esperaba sirviera para distraer de su misión a la flota británica, la que según informes de inteligencia argentina, era el apoyo de un desembarco en Malvinas ese mismo día.
Su idea era llegar desde el norte con el Grupo de Tareas del ARA 25 de Mayo, hasta el límite de la Zona de Exclusión y con el Grupo de Tareas del ARA Belgrano desde el sur, también fuera de zona de exclusión, en un movimiento de pinzas que obligaría a la Fuerza de Tarea británica a abandonar el apoyo a la operación de desembarco.
Cuando el ARA 25 de Mayo se preparaba para el ataque contra la Fuerza de Tareas británica, los vientos se convirtieron en calma. Por motivos técnicos, el ARA 25 de Mayo tenía su velocidad reducida a 15 nudos. El pronóstico meteorológico preveía calmas durante las siguientes 24 horas, lo que forzó a descargar tres de las cuatro bombas que llevan los A4, quedando sólo una por avión.
Las dudas sobre los resultados de un ataque con tan escasa carga de bombas y el informe de que los ingleses no habían desembarcado como se esperaba, determinaron la orden de poner ambos Grupos de Tareas rumbo hacia el oeste.



El ARA Belgrano había navegado contorneando la zona de exclusión y hacia el este y luego norte entre las Islas Malvinas y Georgias del Sur, para distraer la atención de la flota británica del desembarco y el 25 de Mayo.
Mientras tanto, advirtiendo un muy real riesgo para sus fuerzas, el almirante Woodward solicitó y luego recibió autorización de Londres, para atacar el ARA Belgrano fuera de la zona marítima de exclusión para neutralizar este riesgo.
En el momento en que el HMS Conqueror atacó y hundió el ARA Belgrano, el crucero argentino llevaba catorce horas con rumbo al oeste.
Con el hundimiento del ARA Belgrano terminaron todas las esperanzas de una solución diplomática y comenzó la guerra en el mar.

Zonas de Exclusión Marítima y otras restricciones a la libre navegación 

El concepto de Zona Marítima de Exclusión como la impuesta por los británicos durante el conflicto no es nuevo ni bien entendido por todos los dirigentes militares y políticos. Los pro y contra del uso de un "cordón sanitario" han sido debatidos en la NATO por años. Esos términos y similares de "Zona Marítima de Defensa" han sido sujetos a exámenes legales y análisis por parte de militares. Y hay significativos desacuerdos entre los abogados sobre si una zona marítima de exclusión es legal, de acuerdo con el derecho internacional así como también hay desacuerdo sobre su valor táctico y estratégico.
Declaratoria en su naturaleza, como son sus primos lejanos el Bloqueo y la Cuarentena, la Zona debe ser anunciada en términos de límites geográficos, fecha de efectivización y tipo y nacionalidad de los buques y aviones a los que se aplica.
El bloqueo, un término militar más tradicional y con sólida base en el derecho internacional, se define normalmente como la acción de guerra dispuesta para evitar que buques de todas las naciones entren o dejen áreas específicas bajo control de un enemigo.
Las expresiones bloqueo pacífico y cuarentena han evolucionado de las leyes de bloqueo. La más clara distinción entre ellas y el clásico bloqueo es que ellas no han sido previstas como acto de guerra y que no se han previsto acciones militares salvo el caso en que el Estado contra el que las acciones fueran impuestas prefiera resistirse.
El término cuarentena se hizo conocer en octubre de 1962 cuando el presidente de los EE.UU., proclamó una estricta cuarentena de todo equipo militar ofensivo embarcado con destino a Cuba.

Boletin del Centro Naval 748 (1987)

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