La Guerra de las 100 Horas (Parte 6)
por Mario A. Overall | 20-Apr-04
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9. Epilogo
En la mañana del 19 de Julio, los siete Mustang que el gobierno de El Salvador había adquirido empiezan a llegar a Ilopango y se iniciaba la ardua tarea de militarizarlos. En los frentes de batalla, y pese al cese al fuego, se seguían dando combates de regular intensidad. Sería hasta el día 20 que el cese al fuego se concretaría, cuando las reservas de armamento y municiones de ambos países llegaban a su punto crítico.
La FAS por su parte, empieza una lenta reactivación y durante el día, se observan varios vuelos de sus C-47 en misiones de abastecimiento a las tropas, utilizando para el efecto la pista de San marcos de Ocotepeque. Estas misiones, que eran una clara violación a la resolución de la OEA, contrastaban con la total inactividad de la FAH, que mantenía sus aviones en tierra siguiendo las disposiciones del cese al fuego.
En el frente político, El Salvador finalmente era declarado país agresor por la OEA, sin embargo, el gobierno se resistía a toda presión ejercida por esa institución internacional tendiente a producir un retiro de sus tropas de Honduras. Días después, y luego de persuasivas maniobras que incluían la amenaza de imponer fuertes sanciones económicas al El Salvador, el gobierno de éste país ofrecía retirar sus tropas a principios de Agosto, a cambio de que se enviaran observadores internacionales a verificar la situación de los Salvadoreños que aún vivían en las áreas fronterizas de Honduras. Sin embargo, el 24 de Julio, de nuevo los C-47, escoltados por varios Mustang de los recién adquiridos, son vistos sobrevolando las cercanías de la población Hondureña de Sumpul, en el teatro de operaciones de Nueva Ocotepeque. Poco después, en los primeros días de Agosto, se produce el primer retiro masivo de tropas Salvadoreñas de territorio Hondureño.
En El Salvador, la popularidad alcanzada por las Fuerza Armadas durante la guerra rápidamente se disiparía en las siguientes semanas luego de terminado el conflicto, dando paso a fuertes criticas provenientes de la población, la opinión pública e incluso de los oficiales de bajo rango, que culpaban a sus superiores por los resultados de la aventura militar, muy a pesar de que las tropas Salvadoreñas se habían desempeñado con bastante eficiencia durante el conflicto. Poco después, una severa división en las filas del Ejército se hacía notoria, la cual duraría varios años.
Con relación a la FAS, su rápida paralización en medio de la guerra obligaría a los oficiales del Estado Mayor y a su propia comandancia a replantearse sus objetivos, lo cual contribuiría en gran medida para que la FAS emergiera poco después convertida en un arma aérea bastante profesional y mucho mejor equipada. Prueba de ello es el desempeño que tendría durante la guerra civil que se desataría a principios de los años 80.
En Honduras por su parte, la guerra produjo un efecto sin precedentes, ya que el patriotismo se hizo presente y se fortalecieron los lazos de unión entre la sociedad. El hecho de que miles de civiles se acercaran voluntariamente a prestar sus servicios por la defensa de Honduras, muchas veces armados únicamente de palos y machetes, provocaría que las autoridades se preocuparan un poco más por el desarrollo y bienestar económico de la población en claro agradecimiento a esos gestos. También la FAH saldría beneficiada del conflicto, pues su prestigio y profesionalismo serían ampliamente reconocidos, tanto en Honduras como en el resto de la región. Así mismo, el desempeño de la FAH confirmaba lo acertado de confiar la defensa nacional a la aviación militar, lo que dio paso a un impresionante re equipamiento de la FAH, durante el cual se convertiría en la Fuerza Aérea más importante de la región Centroamericana.
Con relación a las bajas, se contabilizaron más de 2000, la mayoría civiles de ambos países, que habían muerto durante las operaciones militares o a causa de los excesos de los soldados de ambos países. Sin embargo el número exacto quizás no se sepa nunca.
La guerra como tal había durado cuatro días. Sin embargo tomaría más de dos décadas para que ambos países llegaran a un acuerdo pacífico que los beneficiara a ambos y les permitiera iniciar relaciones bilaterales constructivas. Quizás quien mejor resume los resultados militares de la guerra en general es Dan Hagedorn, quien en su libro Central American and Caribbean Air Forces escribe: De hecho, hay mucha evidencia que sugiere que la FAH estableció casi completo control sobre su propio territorio durante este breve y poco glorioso conflicto, tras la sorpresa inicial de los ataques Salvadoreños. Este fue quizás el único punto brillante en lo que fue, por otro lado, considerada una derrota humillante para las fuerzas armadas Hondureñas como un todo.
En 1997, casi treinta años después de finalizado el conflicto, el Coronel Fernando Soto Henríquez as de la aviación Hondureña- llegaba a Guatemala para participar en una reunión de directores de Aeronáutica Civil de Centroamérica. Cuando ésta termina, Soto Henríquez regresa a Honduras en un avión de TACA acompañado por su contraparte Salvadoreño, el Mayor José Corleto Andrade. El avión haría escala en el nuevo aeropuerto internacional de Comalapa, ubicado en las afueras de San Salvador, en donde Soto Henríquez debía abordar otro avión que lo llevaría a Tegucigalpa.
Luego de despegar del aeropuerto La Aurora, en Guatemala, el Mayor Corleto Andrade se levanta de su asiento y se dirige a la cabina del avión. Poco después llama al Coronel Soto Henríquez para que le acompañe. Conoce usted a nuestro capitán? le pregunta Corleto a Soto Henríquez. No, aún no he tenido el gusto replica éste. Entonces, le presento al Capitán Salvador Cezeña, el hombre que saltó en paracaÃ-das luego de que usted le disparara a su avión.
Soto Henríquez cuenta que a partir de ese momento él y Cezeña entablaron una conversación como si fueran viejos amigos, hablando sobre las características del avión, los nuevos instrumentos de vuelo y las ventajas que éstos representaban en la actualidad. Poco después, y previo al aterrizaje, Soto Henríquez regresaba a su asiento.
Cuando los pasajeros empiezan a abandonar el avión, luego de aterrizar en Comalapa, Soto Henríquez observa que el Capitán Cezeña esta despidiéndolos en la puerta del avión. Soto Henríquez se le acerca y ambos hombres se estrechan la mano, viéndose directamente a los ojos y sonriendo cordialmente. Poco antes de bajar, el Coronel Soto Henríquez vuelve la vista hacia la cabina de pasajeros, y advierte que el Mayor Corleto los observa, haciendo esfuerzos por no reírse.
Finalmente, ya no había tensión en el aire...
Foto de La Prensa / Archivo
Monumento al soldado caído en Nueva Ocotepeque, Honduras. La Guerra no fue un juego: Del 14 al 18 de julio de 1969, El Salvador y Honduras libraron la famosa "Guerra del fútbol", pero sus causas trascendían el resultado de una eliminatoria mundialista.
La Fuerza Aérea Salvadoreña contaba con una menor flotilla de aviones en comparación a la hondureña.
Foto de La Prensa / Archivo
El ex presidente Fidel Sánchez Hernández (centro) durante un descanso en la ciudad de Nueva Ocotepeque. (Ex presidente de El Salvador 1967-1972) murió el 28 de febrero de 2003
Foto de La Prensa / Archivo
La población salvadoreña salió a las calles a recibir al ejército de El Salvador de su regreso de la guerra con Honduras.
Foto de La Prensa / Archivo
El capitán Roberto López posa junto a una pared derrumbada de la antigua guarnición de Nueva Ocotepeque.
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