Presupuesto y gasto militar
por Rosendo Fraga
Hay distintas formas de medir el gasto militar. Una de ellas es el porcentaje que representa en el presupuesto nacional; otra es estimarlo en cuanto a su monto en moneda constante; una tercera es cuánto representa como porcentaje del PBI.
Por lo general, esta última es la más utilizada internacionalmente, tanto porque permite una estimación más clara comparando con el pasado, como porque permite establecer relaciones más claras para cotejar lo que destinan al rubro militar distintos países del mundo.
La visión histórica es la que compara el gasto del año en curso con el de años o períodos anteriores. En esto resulta importante la relación con los hechos históricos que en cada período sirven para entender los incrementos o decrecimientos de la inversión en materia militar. La mirada comparada, en cambio, es la que compara las cifras de un país con otros del mundo o la región.
En el caso argentino, lo destinado al gasto militar en 2012 está levemente por debajo del 1% del PBI. Ello implica que es el más bajo de la historia y ello podría explicarse porque el país tiene menor riesgo de conflicto con empleo del instrumento militar que en el pasado.
La comparación con otros países evidencia que está muy por debajo del promedio mundial (levemente por encima del 3% del PBI).
Pero ello también sucede con América del Sur, que es la región del mundo que destina menos porcentaje de su PBI al gasto militar (aproximadamente 2%).
Es así como los países de la región destinan en promedio el doble que Argentina a la defensa.
A ello se agrega la medición de cuánto del gasto se destina a personal (salarios, retiros y pensiones) y a funcionamiento, entrenamiento y reequipamiento. En promedio, se estima que para tener un equilibrio adecuado el 60% debe ir a personal.
En el caso argentino, el porcentaje destinado a dicho gasto se acerca al 90%, con lo cual sólo uno de cada diez pesos presupuestados se dirige a funcionamiento, adiestramiento y reequipamiento.
Pero no se trata de una situación nueva ni mucho menos. En 1998 el Congreso sancionó por unanimidad en las dos Cámaras (PJ, UCR, Frepaso, etc.) la llamada Ley de Reestructuración Militar, por la cual se destinó el 3% del gasto militar total de ese año -y durante los cinco años siguientes en términos anuales- a reequipamiento.
Ninguno de los sucesivos gobiernos cumplió con esta norma, aunque se registró en la primera década del siglo una fuerte recuperación económica.
En conclusión, el gasto militar argentino es el más reducido de la historia como porcentaje del PBI y al mismo tiempo es el más bajo de los diez países latinoamericanos de UNASUR.
Nueva Mayoría
Al gobierno actual le importa nada las fuerzas armadas, pero lo peor es que a la mayoría de los políticos de la oposición tampoco les interesa (o al menos eso parece), eperemos que nunca llegue el día en que tengamos que lamentar esta situación.
ResponderBorrarSaludos.