Por Javier Merchán - Hipertextual
No sólo hizo falta armas y hombres para ganar la II Guerra Mundial, y prueba de ello es El Ejército Fantasma, una unidad que engañó al ejército nazi mediante vehículos inflables, sonidos y transmisiones de radio falsas. Esta es su historia.
Miembros de El Ejército Fantasma levantando un tanque M4 Sherman de señuelo y fabricado en goma. Fuente.
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"El arte de la guerra es el arte del engaño." Esta frase puede ser encontrada en el primer capítulo de "El arte de la guerra" del general chino Sun Tzu, y que se convirtió en uno de los principales tratados para estrategia militar. Así, hemos visto a lo largo de la historia numerosos engaños en la guerra, pero uno de los períodos más prolíficos para este tipo de engaños fue durante la II Guerra Mundial, con claros ejemplos como El Ejército Fantasma. Veamos como este "ejército" fue capaz de engañar a las fuerzas nazis durante los últimos compases de la guerra.
"El arte de la guerra es el arte del engaño." Esta frase puede ser encontrada en el primer capítulo de "El arte de la guerra" del general chino Sun Tzu, y que se convirtió en uno de los principales tratados para estrategia militar. Así, hemos visto a lo largo de la historia numerosos engaños en la guerra, pero uno de los períodos más prolíficos para este tipo de engaños fue durante la II Guerra Mundial, con claros ejemplos como El Ejército Fantasma. Veamos como este "ejército" fue capaz de engañar a las fuerzas nazis durante los últimos compases de la guerra.
La historia de El Ejército Fantasma comienza con su formación en Camp Forrest, una base estadounidense en Tennessee, dónde se reclutaron a los primeros miembros de la 23º Compañía de Tropas Especiales (23rd Headquarters Special Troops), que estaría compuesta por tres unidades diferentes encargadas de varias partes del engaño: la 603º de Ingenieros de Camuflaje, encargados del engaño visual, la 3132º Compañía de Señales, encargados del engaño sónico, y la Compañía Especial de Señales, encargados de transmitir vía radio órdenes falsas de movimiento de tropas. Estas tres unidades estaban protegidas en todo momento por la 406º de Ingenieros de Combate, situadas alrededor de la 23º como perímetro de seguridad.
Al principio, ni el propio ejército estadounidense no tenía claro cómo iba a operar esta unidad especial ni qué clase de soldados iban a formar parte de la 23º. Así, los soldados que fueron reclutados de escuelas de arte o agencias de publicidad se les animó a que usaran su imaginación y talento para engañar utilizando lo que encontraran a su alrededor para formar estructuras similares a cañones tanques o todoterrenos, lo que dio lugar a una unidad amalgamada formada por 1100 artistas, arquitectos, actores, diseñadores e ingenieros que creaban figuras muy simples intentando emular equipamiento militar, con unos primeros resultados bastante desastrosos durante el entrenamiento.
Así, en un cuartel de desarrollo en el desierto de California se empezaron a crear diversas formas para simular vehículos militares bastante imaginativas, como cubiertas metálicas en forma de tanque y que iría colocada encima de un todoterreno para poder ser una estructura móvil, o vehículos montados por piezas y con un recubrimiento de tela para poder se montado y desmontado a voluntad. Finalmente, se optó por una tercera opción: vehículos hinchablesque eran un reproducción extremadamente fiel de los auténticos tanques, todoterrenos y cañones que utilizaban los americanos.
Sin embargo, con un engaño visual no bastaba, y la 23º se ayudó de los laboratorios Bell para realizar una serie de grabaciones de diferentes vehículos militares circulando, así como grabaciones del sonido que se escucha cuando los soldados montaban un puente móvil para poder cruzar un río en un punto determinado. Estas grabaciones eran posteriormente reproducidas por unos altavoces gigantes montados en camiones, los cuales estaban orientados hacia el enemigo para que pudieran escuchar de primera mano como se "preparaban para atacar".
Este último aspecto fue aún más perfeccionado gracias a la unidad de radio, formada por diferentes operadores de radio sacados de sus antiguas unidades y que estaban allí para transmitir órdenes falsas y que fueran interceptadas por los alemanes. Con todo esto, la 23º fue preparada para hacerse pasar por una fuerza de más de treinta mil hombres, a pesar de ser poco más de una trigésima parte de los mismos. Una vez preparada y entrenada esta extraña unidad, era hora de probar si sería efectiva, y para ello el Alto Mando aliado desplegó a la 23º en Normandía, concretamente 8 días después del Día D.
La 23º era un experimento que asentó lo que serían las bases del engaño y la desinformación para futuras guerras.La prueba de fuego de la 23º, que en realidad sólo involucró a una unidad de 15 hombres de la 603º de Ingenieros de Camuflaje (el resto de la Compañía seguía entrenando en Inglaterra), fue ayudar durante un mes al 980º Batallón de Artillería para que los alemanes descargaran su munición en los señuelos colocados y no destruyeran los cañones del batallón. La misión resultó un éxito, por lo que el resto de la compañía (salvo la unidad de sonido) fueron embarcadas a la costa del norte de Francia para ayudar en operaciones a mayor escala.
No obstante, mientras esperaban a que le asignaran una misión, a la 23º se le ocurrió otra idea ingeniosa para confundir al enemigo llamada "Efectos Especiales", y que consistía en hacerse pasar por soldados de unidades que o bien no existían o bien aún no estaban desplegadas, y difundir esa información falsa mientras fingían estar de fiesta en pueblos antiguamente ocupados por alemanes y ahora liberados por la fuerza aliada. Esta información iba destinada a los posibles espías que se habían quedado rezagados esperando obtener alguna información, y los de la 23º se tomaron esto tan en serio que diseñaron parches nuevos para identificar unidades ficticias, así como pintar identificativos falsos en los camiones que conducían. Sobra decir que esta técnica resultó muy efectiva.
A mediados de agosto, la fuerza aliada se empezaba a expandir por toda Francia para aumentar el frente aliado y dirigirse en dirección este, hacía las puertas del Tercer Reich. Sin embargo, la 23º, una vez completa con la recién llegada unidad de sonido viajó hacía el Oeste, concretamente hacía Brest, una ciudad portuaria la cual era crítica para la llegada de nuevos suministros desde Norteamérica. Su misión era simple, hacerse pasar por la 6º División Acorazada y "atacar" por los flancos, mientras que las auténticas fuerzas atacaban en un ataque frontal para aislar las fuerzas alemanas separadas en los dos flancos.
A mediados de agosto, la fuerza aliada se empezaba a expandir por toda Francia para aumentar el frente aliado y dirigirse en dirección este, hacía las puertas del Tercer Reich. Sin embargo, la 23º, una vez completa con la recién llegada unidad de sonido viajó hacía el Oeste, concretamente hacía Brest, una ciudad portuaria la cual era crítica para la llegada de nuevos suministros desde Norteamérica. Su misión era simple, hacerse pasar por la 6º División Acorazada y "atacar" por los flancos, mientras que las auténticas fuerzas atacaban en un ataque frontal para aislar las fuerzas alemanas separadas en los dos flancos.
Su desempeño fue excelente: con camiones circulando ida y vuelta con dos soldados al final de cada camión para que pareciera que hubiera un gran movimiento de tropa, así como cincuenta piezas de tanques y artillería hinchables y transmisiones de radio falsas, acompañado de la unidad sónica y cuyo desempeño en general fue excelente. De hecho, los oficiales nazis capturados e interrogados a posteriori creyeron que la 6º División estaba realmente allí, aunque este gran trabajo perdió importancia por un terrible suceso: un ataque de un batallón de tanques norteamericanos lanzado justamente dónde El Ejército Fantasma estaba atrayendo la atención de los alemanes nazi, y que fue totalmente destruido.
Debido a la naturaleza secreta de la 23º, no pudieron avisar a esta unidad de tanques de lo que estaba pasando en realidad, y esto pesó mucho en las conciencias de los hombres en El Ejército Fantasma. Sin embargo, no había tiempo para lamentaciones y, tras una breve estancia en París para descansar y ver las maravillas de la Ciudad de la Luz, la 23º fue movilizada otra vez para ayudar al 3º Ejército, comandado por el General George S. Patton. La situación era peliaguda: si los alemanes descubrían que no había efectivos americanos, podrían movilizarse y flanquear a todo el ejército de Patton, perdiendo muchísimas vidas en el proceso.
Durante siete largos días la 23º se empleó a fondo para no descubrir la verdad, hasta que finalmente fue reemplazada por la 83º División de Infantería para rellenar el hueco con tropas reales. A continuación centraron su base de operaciones en Luxemburgo, dónde estarían ubicados hasta el final de sus operaciones. Tras cinco operaciones previas y exitosas, en diciembre de 1944 fueron movilizados en lo que iba a ser en teoría una misión rutinaria, pero que sería una de las batallas más cruentas en el bando aliado durante la II Guerra Mundial: la batalla de las Ardenas.
Los aliados estaban en clara desventaja: la gran mayoría de unidades norteamericanas estaban enfrentadas en la zona del frente situada cerca de la ciudad alemana de Colonia, pero lo crítico se situaba al sur, a lo largo del bosque de las Ardenas, en la que noventa kilómetros de frente estaban custodiados por sólo cuatro cansadas y mal equipadas divisiones norteamericanas. Por tanto, la asistencia de El Ejército Fantasma era necesaria, y llegaron al sur de Luxemburgo representando a la 75º División de Infantería.
Afortunadamente, la 23º fue retirada de ahí horas antes de que la batalla de las Ardenas empezara, y de haber estado ahí seguramente hubiera supuesto una masacre para la compañía entera. Por ello, y una vez de vuelta en la capital de Luxemburgo, montaron ametralladoras en edificios elevados y dispararon contra aviones de la Luftwaffe, siendo así el único momento de la II Guerra Mundial en el que tuvieron la oportunidad de devolver el fuego contra los alemanes. Pero el Alto Mando aliado rápidamente retiró del frente a la 23º, debido a su status de unidad secreta.
Pero el peor momento para la 23º llegó después, concretamente el 12 de marzo de 1945, en el que haciéndose pasar por la 80º División de Infantería, atrajo demasiado el fuego nazi de artillería, y el Ejército Fantasma sufrió su peor ataque, con dos muertos y casi dos decenas de heridos graves. Tras este traumático evento, la 23º cumpliría la que sería su última misión en la guerra y en la que más recursos emplearon, utilizando todos sus efectivos posibles para hacerse pasar por dos divisiones completas de infantería, un equivalente total de treinta mil hombres.
La distracción, cuyo nombre en clave sería Operación Viersen era hacer pensar a los alemanes que atacarían diez kilómetros al sur de la auténtica zona objetivo, situándose para ello entre las ciudades de Anrath y Dülken, cerca del río Rin en Alemania. Para ello recurrieron a todos los trucos bajo la manga que tenían, desde juntar a tanques reales con señuelos para simular movimientos de tropas, zonas de estacionamiento de vehículos situados por todas partes, estaciones falsas de reparación de vehículos e incluso pistas de aterrizaje para aviones de reconocimiento Stinson L-5 (también falsos).
También aprovecharon los sistemas sónicos para simular que estaban construyendo puentes para cruzar el Rin, y las falsas transmisiones ayudaron una vez más a convencer a los alemanes que sabían todo sobre las tropas enemigas. Finalmente, el 24 de marzo de 1945, día elegido para la ofensiva, se descubrió que el engaño había sido tan efectivo que las auténticas tropas no sufrieron bajas ante una defensa alemana débil y desorganizada, síntoma de la efectividad del engaño perpetrado por la 23º. La 23º se retiraba con un balance extremadamente positivo de la II Guerra Mundial y un número estimado de quince a treinta mil vidas salvadas gracias a sus maniobras.
Una vez acabada la guerra, los hombres de la 23º volvieron a sus vidas haciendo a lo que se dedicaban desde antes de la guerra: el arte. De hecho, estos hombres ocuparon un amplio rango de empleos, desde diseñadores de moda, ilustradores, pintores, fotógrafos, arquitectos... Todos ellos manteniendo el secreto de lo que hicieron durante la guerra hasta que sus operaciones fueron desclasificadas en 1996. Sin duda, este es un ejemplo de cómo no sólo las balas o las bombas podían acabar con el enemigo y salvar sus vidas, y si queréis saber más sobre esta unidad, en 2013 la PBS hizo un documental sobre ellos, en el que explica no sólo los movimientos militares, sino un poco sobre la forma de ser de los propios soldados y anécdotas sobre su vida en el ejército siendo artistas, así como una página web en la que puedes ver algunas de las obras creadas por ellos.
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