Guerras de los Bóers
Comandos bóers durante la Segunda Guerra Anglo-Bóer.
La primera de las Guerras de los bóers se desarrolló entre el 16 de diciembre de 1880 y el 23 de marzo de 1881, y la segunda entre el 11 de octubre de 1899 y el 31 de mayo de 1902. Ambas enfrentaron al Reino Unido con los colonos de origen neerlandés (llamados bóer, afrikaners o voortrekkers) en Sudáfrica, y dieron como resultado la extinción de las dos repúblicas independientes que los últimos habían fundado.
Primera Guerra de los bóers
También conocida como Guerra de Transvaal, la Primera Guerra de los bóer fue el primer enfrentamiento entre el Reino Unido y los bóers de Transvaal. Se desencadenó cuando Sir Theophilus Shepstone anexionó Transvaal (la República Sudafricana) al Reino Unido en 1877. Los británicos consolidaron su poder sobre la mayoría de las colonias de Sudáfrica en 1879, tras la Guerra Zulú. Los bóer protestaron ante el hecho consumado y, en diciembre de 1880, estalló una revuelta.
La guerra comenzó el 16 de diciembre de 1880, tras la declaración de independencia del Reino Unido, con el ataque de los bóer a un fuerte británico en Potchefstroom. Esto desencadenó una operación en Bronkhorstspruit el 20 de diciembre de 1880 en la que los bóer se emboscaron y destruyeron una caravana militar británica. Desde el 22 de diciembre de 1880 al 6 de enero de 1881, las guarniciones británicas de todo Transvaal sufrieron asedio.
Unidades Boers implicadas
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Los bóers vestían sus ropajes de granjero cotidianos, fabricados en paño de color caqui, mientras que los uniformes británicos seguían siendo rojo escarlata, algo que llamaba notablemente la atención en el paisaje africano y permitió a los bóer, expertos francotiradores, hostigar fácilmente a las tropas británicas a distancia.
El cerco de las guarniciones británicas desembocó en la Batalla de Laing's Neck el 28 de enero de 1881, en la que un destacamento británico compuesto por las fuerzas de Natal bajo el mando del General Sir George Pomeroy-Collery intentó romper las líneas de los bóer sobre la cordillera de Drakensberg para liberar sus guarniciones. Por su parte los bóer, a las órdenes de P.J. Joubert, rechazaron los ataques de la caballería e infantería británicas.
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Otras acciones fueron la Batalla de Schuinshoogte (también conocida como Ingogo) el 8 de febrero de 1881, donde otro destacamento británico estuvo a punto de ser destruido. No obstante, la humillación definitiva de los británicos llegó con la Batalla de Majuba Hill el 27 de febrero de 1881, en la que varias compañías de bóer atacaron la colina y los expulsaron, y en la que Collery resultó muerto.
Incapaz de involucrarse más en una guerra que daba por perdida, el gobierno británico de William Gladstone firmó una tregua el 6 de marzo y, en el tratado de paz definitivo del 23 de marzo de 1881, concedió a los bóer el autogobierno de Transvaal bajo la supervisión teórica de los británicos.
Segunda Guerra de los bóers
En 1887, los buscadores de oro descubrieron el mayor filón del mundo en Witwatersrand, una cordillera de unos 96 km que se extiende de este a oeste a unos 48 km al sur de Pretoria. Tratando sobre los posibles beneficios de tal hallazgo, el presidente de Transvaal, Paul Kruger, mostró su clarividencia al manifestar que «En lugar de regocijaros haríais mejor en llorar, pues este oro será causa de un baño de sangre en nuestro país».
Con el descubrimiento del oro de Transvaal, miles de colonos británicos cruzaron en oleadas la frontera desde la Colonia del Cabo. El tamaño de la ciudad de Johannesburgo explotó y se transformó en núcleo de infraviviendas de un día para otro a medida que los extranjeros (uitlanders en neerlandés) llegaban y se establecían en las inmediaciones de las minas. Los extranjeros superaron rápidamente en número a los bóer de Witwatersrand, aunque en general siguieron siendo una minoría en Transvaal. Los afrikaners (colonos neerlandeses), nerviosos y resentidos por la presencia de los extranjeros, se negaron a reconocerles derechos electorales e impusieron pesadas cargas fiscales sobre la industria del oro. Como respuesta, creció la presión de los extranjeros y de los propietarios británicos de las minas para que cayera el gobierno de los bóer. En 1895, Cecil Rhodes promovió un fallido golpe de estado respaldado por una incursión armada conocida como Jameson Raid.
El fracaso en la lucha por los derechos de los británicos se utilizó para justificar una intervención militar en toda regla en el Cabo, y diversos líderes coloniales británicos se mostraron favorables a la anexión de las repúblicas de los bóer. Entre ellos se contaba el gobernador de la Colonia del Cabo, Sir Alfred Milner, el secretario colonial británico Joseph Chamberlain y los propietarios de minas asociados como Alfred Beit, Barney Barnato y Lionel Phillips. Convencidos de que los bóer serían derrotados rápidamente, intentaron provocar una guerra.
El presidente del Estado Libre de Orange, Marthinus Steyn, convocó a Milner y Kruger a una conferencia en Bloemfontein que se celebró el 30 de mayo de 1899 (la Conferencia de Bloemfontein), pero las negociaciones se interrumpieron muy pronto. En septiembre de 1899, Chamberlain presentó un ultimátum por el que exigía igualdad legal para los ciudadanos británicos residentes en Transvaal.
Kruger, seguro de que la guerra era ya inevitable, presentó su ultimátum antes de recibir el de Chamberlain. En él se comunicaba a los británicos que disponían de 48 horas para retirar todas sus tropas de la frontera de Transvaal, de lo contrario la república se aliaría con el Estado Libre de Orange y les declararía la guerra.
La guerra claramente puede diferenciarse en tres etapas:
Primera fase: ofensiva de los bóer (de octubre a diciembre de 1899)
La guerra fue declarada el 12 de octubre de 1899 y los bóer tomaron la iniciativa invadiendo la Colonia del Cabo y la Colonia de Natal entre octubre de 1899 y enero del siguiente año. A continuación se produjeron varios éxitos militares de los afrikaner contra el tremendamente incompetente general Redvers Buller. Los bóer fueron capaces de sitiar las ciudades de Ladysmith, Kimberley y Mafeking (defendida por tropas al mando de Robert Baden-Powell).
El asedio se cobró un alto precio entre los soldados defensores y los civiles de estas ciudades tan pronto como los alimentos empezaron a escasear tras varias semanas. En Mafeking, Sol Plaatje escribió: «Era la primera vez que se consideraba la carne de caballo como un alimento humano». Las ciudades cercadas tuvieron también que soportar el bombardeo constante de la artillería, que convirtió las propias calles en el lugar más peligroso. Hacia el final del cerco de Kimberley, se esperaba que los bóer intensificarían los bombardeos, por lo que se publicó un bando recomendando a los ciudadanos que se protegiesen en las minas. El pánico cundió entre los habitantes y éstos se abalanzaron sobre las minas durante doce horas. Si bien el bombardeo esperado nunca llegó, el nerviosismo de la ciudadanía no disminuyó lo más mínimo.
A mediados de diciembre el ejército británico empezó a tener problemas. En un periodo conocido como la Semana negra (del 10 al 15 de diciembre de 1899), los británicos sufrieron una serie de pérdidas devastadoras en Magersfontein, Stormberg y Colenso. En la Batalla de Stormberg, el 10 de diciembre, el general británico Sir William Gatacre, al mando de 3.000 soldados encargados de combatir las incursiones de los bóer en la Colonia del Cabo, intentó retomar un nudo ferroviario a unos 80 km al sur del río Orange. Gatacre optó por atacar las posiciones de los bóer del Estado Libre de Orange, para lo que tuvo que escalar una escarpada montaña rocosa en la que perdió 135 hombres entre muertos y heridos, así como dos cañones, y más de 600 soldados fueron hechos prisioneros. En la Batalla de Magersfontein, el 11 de diciembre, 14.000 soldados británicos a las órdenes de Lord Methuen intentaron liberar Kimberley. Los comandantes de los bóer, Koos de la Rey y Piet Cronje, trazaron un plan para excavar trincheras en un lugar poco previsible con el fin de engañar a los británicos y ofrecer a sus fusileros un mejor ángulo de tiro. El plan funcionó a la perfección y los británicos fueron derrotados, sufriendo en la batalla la pérdida de 120 soldados muertos y 690 heridos, lo que les impidió además acudir en ayuda de Kimberley y Mafeking. Pero el peor momento de la Semana negra fue la Batalla de Colenso, que tuvo lugar el 15 de diciembre, en la que 21.000 soldados británicos bajo el mando de Redvers Buller intentaron cruzar el río Tugela para asistir a la ciudad de Ladysmith, y donde 8.000 bóer de Transvaal comandados por Louis Botha les estaban esperando. Combinando artillería y sus experimentados fusileros, los bóer rechazaron todos los intentos británicos de cruzar el río. Las tropas británicas tuvieron 1.127 bajas y, lo que es peor, durante la retirada tuvieron que abandonar 10 piezas de artillería que los bóer capturaron con menos de 40 bajas.
Segunda fase: ofensiva británica (de enero a septiembre de 1900)
La liberación de Ladysmith. Sir George White saluda al mayor Hubert Gough el 28 de febrero. Pintura de John Henry Frederick Bacon (1868-1914)Los británicos sufrieron otras derrotas en sus intentos de liberar Ladysmith, como la Batalla de Spionkop, que se desarrolló entre el 19 y el 24 de enero de 1900, en la que Redvers Buller volvió a intentar cruzar el Tugela al oeste de Colenso y volvió a ser derrotado por Louis Botha tras una dura batalla por una colina que concluyó con 1.000 bajas británicas y cerca de 300 bóer muertos. Buller volvió a atacar a Botha el 5 de febrero en Val Krantz, con el mismo resultado de las anteriores batallas.
La liberación de Ladysmith. Sir George White saluda al mayor Hubert Gough el 28 de febrero. Pintura de John Henry Frederick Bacon (1868-1914).
Hasta la llegada de refuerzos el 14 de febrero de 1900, las tropas británicas a las órdenes de Lord Roberts no fueron capaces de contraofensivas para liberar las guarniciones. Kimberly fue liberada el 15 de febrero por una división de caballería bajo el mando del general John French. En la Batalla de Paardeberg, que tuvo lugar entre el 18 y el 27 de febrero de 1900, Lord Roberts consiguió finalmente derrotar a los bóer y forzó la rendición del general Piet Cronje, que fue capturado junto a sus 4.000 hombres, un hecho que debilitó aún más las líneas de los bóer y resultó en la Liberación de Ladysmith al día siguiente. La Liberación de Mafeking el 18 de mayo de 1900 provocó celebraciones en Inglaterra que culminaron en algaradas. A continuación los británicos avanzaron hacia el interior de las dos repúblicas, capturando en su camino la capital del Estado Libre de Orange, Bloemfontein, el 13 de marzo y la capital de Transvaal, Pretoria, el 5 de junio.
Numerosos observadores británicos dieron la guerra prácticamente por concluida tras la captura de las dos capitales. Por el contrario, los bóer se reagruparon en una nueva capital, Kroonstad, y planificaron una campaña de guerrillas con la que castigar las líneas de abastecimientos y comunicaciones de los británicos. El primer enfrentamiento con este nuevo tipo de estrategia militar se produjo el 31 de marzo en Sanna's Post, en el que 1.500 bóer a las órdenes de Christian De Wet atacaron la presa de Bloemfontein a unos 37 km al este de la ciudad y tendieron una emboscada a una caravana escoltada con un gran destacamento; en la batalla hubo 155 bajas británicas y se capturaron siete cañones, 117 carros y 428 soldados. Una de las últimas batallas formales fue la de Diamond Hill el 11 y 12 de junio, en la que Lord Roberts intentó conducir a los restos del ejército bóer a una distancia desde la que no pudiesen atacar Pretoria. Si bien Roberts expulsó a los bóer de la colina, el comandante de los bóer, Louis Botha, no consideró el resultado una derrota, puesto que infligió 162 bajas en las filas británicas por sólo 50 de su ejército. Esta batalla concluyó las operaciones militares formales y dejó paso a una nueva fase de la guerra.
Tercera fase: guerra de guerrillas (de septiembre de 1900 a mayo de 1902) [editar]Aunque habían sido vencidos en el campo de batalla, los bóer se negaron a aceptar la derrota. La mayoría de ellos se refugió en pequeños grupos en las montañas, desde donde promovieron una interminable guerra de guerrillas que se fue recrudeciendo con el tiempo. Los guerrilleros bóer empezaron a atacar los ferrocarriles y tendidos telegráficos del ejército británico en todo Transvaal, el Estado Libre de Orange e incluso dentro de la Colonia del Cabo. Su nueva táctica cambió la estrategia general de la guerra y demostró que las tradicionales formaciones militares británicas de gran tamaño no eran efectivas en estas situaciones.
Conferencia Kitchener-Botha (1901)
El nuevo comandante del ejército británico, Lord Kitchener, respondió construyendo bloques, pequeños edificios de piedra rodeados de alambre de espino con los que restringían los movimientos de los guerrilleros a un pequeño espacio en el que era posible derrotarlos. El alambre, del que pendían campanas, latas, bengalas e incluso rifles cargados, solía extenderse entre los bloques, a unos 900 m de distancia, y hacían las veces de alarmas. Entre enero de 1901 y el final de la guerra se construyeron cerca de 8.000 bloques en una malla de unos 6.000 km. Cada bloque estaba al cargo de un suboficial y unos seis soldados, más un teniente al mando de tres o cuatro bloques. En un momento de la guerra, los británicos habían desplegado en el país a unos 450.000 soldados entre británicos y reclutas de las colonias.
Los bloques resultaron efectivos a la hora de obstaculizar los movimientos de los guerrilleros, pero no podían ser la clave de su derrota. Kitchener formó nuevos regimientos de caballería ligera constituida por irregulares, incluidos los Carabineros de Bushveldt, que patrullaban por los territorios controlados por los bóer y se dedicaban a dar caza y destruir grupos de guerrilleros bóer.
En marzo de 1901, el general adoptó la política de tierra quemada y empezó a privar a las áreas rurales de cualquier artículo que pudiese ser de utilidad para los guerrilleros bóer, a saber: hizo confiscar ganado, envenenar pozos, quemar cosechas y granjas, y desplazar a las familias que las habitaban a campos de concentración.
Esta política condujo a la destrucción de 30.000 granjas y 40 pequeñas ciudades. En total, 116.572 hombres, mujeres y niños bóer fueron desplazados a campos de concentración, aproximadamente un cuarto de la población, más unos 120.000 africanos negros.
Estas nuevas tácticas pronto desmoralizaron y entorpecieron los suministros de los resistentes bóer. En diciembre de 1901, muchos de los internados en los campos habían sido puestos en libertad, y muchos de los hombres se alistaron en dos nuevos regimientos que luchaban del lado británico: los Transvaal National Scouts y los Orange River Volunteers, que contribuyeron a poner fin a la guerra, el 31 de mayo de 1902.
Los campos de concentración
Estos habían sido concebidos originalmente para los refugiados cuyas granjas habían sido destruidas durante las batallas, y el término "campo de concentración" no tenía el significado negativo actual, puesto que no era más que un campo donde se concentraban los refugiados. No obstante, a consecuencia de la nueva política de Kitchener, hubieron de construirse muchos más y fueron transformados en prisiones. Esta nueva idea era fundamentalmente respetuosa con los derechos humanos cuando se planificó en Londres, aunque acabó demostrándose brutal por una puesta en práctica errónea.
Campo de concentración.
Se construyeron un total de 45 campos de tiendas para los internados bóer y 64 para los africanos negros. Los campos de los bóer albergaban fundamentalmente a ancianos, mujeres y niños, ya que de los aproximadamente 28.000 bóer prisioneros de guerra, 25.630 fueron enviados a campos en el extranjero. Incluso cuando fueron expulsados por la fuerza de las áreas controladas por los bóer, los africanos negros no eran considerados enemigos de los británicos, por lo que fueron simplemente considerados mano de obra remunerada.
Las condiciones en los campos eran insalubres, y las raciones de comida escasas; en el caso de las mujeres e hijos de los combatientes, las raciones eran aún más pequeñas. La dieta insuficiente y las condiciones higiénicas inadecuadas provocaron la aparición de enfermedades contagiosas endémicas como sarampión, tifus y disentería. Todo ello, unido a la escasez de instalaciones médicas, provocó un gran número de muertes, como indica un informe posterior a la guerra en el que se concluía que 27.927 bóer (de los cuales 22.074 eran niños menores de 16 años) y 14.155 africanos negros murieron de hambre, enfermedades y penalidades. En total, aproximadamente un 25 % de los bóer y un 12 % de los africanos presos murieron (aunque investigaciones recientes indican que el número de fallecimientos de africanos negros se subestimó en su día, y que en realidad podría haber estado cerca de los 20.000).
La delegada de la Fundación para Mujeres y Niños Surafricanos Damnificados, Emily Hobhouse, contribuyó notablemente a hacer públicos los problemas de los internos a su vuelta al Reino Unido tras visitar algunos campos del Estado Libre de Orange. Su informe de quince páginas provocó indignación generalizada y la creación de una comisión gubernamental, la Comisión Fawcett, que se encargó de visitar los campos entre agosto y diciembre de 1901 y corroboró los datos de su informe. Ambas fuentes se mostraron muy críticas con la gestión de los campos e hicieron numerosas recomendaciones, por ejemplo de mejora de la alimentación y el aumento de las instalaciones sanitarias. Hacia febrero de 1902, la tasa de mortalidad anual descendió del 6,9 % al 2 %.
El final de la guerra
En total, la guerra costó unas 75.000 vidas: 22.000 soldados británicos (de los cuales 7.792 causaron baja en batalla y el resto por enfermedad), entre 6.000 y 7.000 soldados de los bóer, de 20.000 a 28.000 civiles de los bóer y quizá 20.000 africanos negros. A causa del alargamiento de la guerra y de su mala salud dimitió el primer ministro Robert Gascoyne-Cecil. Los últimos bóer se rindieron en mayo de 1902 y la guerra finalizó con el Tratado de Vereeniging en el mismo mes. No obstante, los bóer recibieron una compensación de 3.000.000 de libras, se les prometió cierto nivel de autogobierno y en 1910 se fundó la Unión Sudafricana. El tratado acabó con la existencia de las repúblicas de Transvaal y el Estado Libre de Orange como estados bóer e integró estos territorios en el Imperio Británico. Los bóer se refieren a las dos guerras como las «Guerras de liberación». Durante el conflicto se concedieron 78 Cruces Victoria al valor ante el enemigo a soldados británicos y coloniales, el más alto y prestigioso galardón de las fuerzas armadas británicas.
Lecturas
-Byron Farwell: The Great Anglo-Boer War. New York: Harper and Row, 1976 ISBN 0-06-011204-2 (publicado también en el Reino Unido bajo el título The Great Boer War. London: Allen Lane, 1977 ISBN 0-7139-0820-3).
-April A. Gordon and Donald L. Gordon (eds.): Understanding contemporary Africa. 3rd ed. Boulder, Colorado: Lynne Rienner, 2001 ISBN 1-55587-850-4.
-David Harrison: The white tribe of Africa: South Africa in perspective. Los Angeles: University of California Press, 1981 ISBN 0-520-04690-0.
Thomas Pakenham: The Boer War. New York: Random House, 1979 ISBN 0-394-42742-4.
-Sol T. Plaatje: Mafeking diary: a black man's view of a white man's war. Cambridge: Meridor Books; Athens: Ohio University Press, 1990. ISBN 0-852550-64-2 (Meridor) ISBN 0-8214-0944-1 (Ohio UP). Publicado originalmente con el título The Boer War diary of Sol T. Plaatje; an African at Mafeking (Johannesburg: Macmillan, 1973 ISBN 0-8695-4002-5).
Arthur Conan Doyle: The Great Boer War. London: Smith, Elder, 1900.
Wikipedia
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