domingo, 13 de mayo de 2018

Argentina: La dubitativa administración Alfonsín y el mercado de armas

Las Relaciones con los Países asiáticos


Historia de las Relaciones Exteriores

Alfonsin: la situación post:Malvinas 


En marzo de 1984, llegó a Buenos Aires una delegación de parlamentarios de Israel con el objetivo de solicitar a la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP) informes sobre la situación de casi 400 ciudadanos de ese país desaparecidos durante el Proceso militar (1).
    Cabe destacar también el viaje a Israel emprendido entre fines de marzo y principios de abril de 1989 por el ministro de Defensa argentino, José Horacio Jaunarena, con el objetivo de destrabar la venta de aviones norteamericanos Skyhawk, que venía congelada desde 1982. Pero las gestiones de Jaunarena se toparon con un requisito planteado por los negociadores israelíes: la venta de aviones estaría condicionada a que la Argentina rompiera el acuerdo con Egipto para fabricar el misil Cóndor II -que había sido probado exitosamente en una base de la Fuerza Aérea en la Patagonia el 3 de marzo-, y negociara la participación de Tel Aviv en el proyecto (2).


Mirages israelíes  fueron adquiridos para reponer las perdidas de Malvinas

    Por otra parte, el fin del Proceso militar y la instauración del gobierno democrático no interrumpieron el negocio de la venta de armas a Irán. Paradójicamente, esta continuidad se debió a la decisión del presidente Alfonsín de reducir el presupuesto militar total del 4% del PBI al 2,5%. Esta medida obligó a que el Ejército argentino, hasta entonces principal adquirente de armas y municiones a la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM), interrumpiera sus compras. A su vez, esta situación movió a que un dirigente radical amigo del ministro de Defensa Raúl Borrás, el contador Raúl Abel Tomás, secretario de Producción para la Defensa a cargo de la DGFM, decidiera incrementar las exportaciones de armas como "una forma de paliar la disminución del mercado interno y de conseguir fondos frescos" para mantener las fuerzas armadas (3).



Misil Cóndor II fue quizá el proyecto mas ambicioso y controvertido de la industria militar argentina

Operativo EZARIM: antes de los atentados, buenos negocios

    El decreto presidencial secreto 1723 del 7 de junio de 1984 -firmado por el ministro de Defensa Raúl Borrás, el canciller Dante Caputo y el ministro de Economía Bernardo Grinspun- puso en marcha la primera venta de armas a Irán durante el gobierno democrático, el "Operativo Ezarim", que consistió en la venta al contado de 18 cañones CITER de 155 milímetros; 200.000 proyectiles para dichos cañones; 100 equipos electrónicos de vigilancia terrestre y 100 radios mochila (4). Por su parte, el titular de Defensa desmintió que hubiera efectuado una venta de 100 tanques argentinos medianos (TAM) y de dos destructores tipo 42 -el Hércules y el Santísima Trinidad- al mercado iraní (5).
    Además del comercio de armas, otro rubro de intercambio relevante con Irán fueron las exportaciones argentinas de granos. A fines de abril de 1984, la Junta Nacional de Granos de la Argentina concretó la venta de 60.000 toneladas de arroz a la República Islámica de Irán (6).
    Decididas a no perder el lucrativo negocio que implicaba la existencia por esos años del conflicto entre Irán e Irak, las autoridades de la DGFM presionaron al gobierno del presidente Alfonsín para que no interrumpiera el comercio de armas. Así, el secretario de Producción para la Defensa Tomás logró convencer a Alfonsín de que aprobara un nuevo decreto presidencial secreto, el 987 del 5 de junio de 1985, que autorizó la exportación a Irán con fines de demostración los siguientes elementos: un avión Pucará; dos lanzadores de cohetes para Pucará; 56 cohetes Pampero para Pucará; cuatro bombas de 250 kilos y proyectiles para Pucará; diez tanques con dotación de armamentos y munición completa; diez misiles antitanque hiloguiado Mathogo y setenta y seis misiles aire-superficie Albatros y ocho coheteras para lanzarlos. En esa misma fecha, Alfonsín autorizó otro decreto secreto, el 988, por el cual el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas de las Fuerzas Armadas de la Argentina (CITEFA) enviaba a Irán un sistema de comando para misil Mathogo 2000 y otro para misil Mathogo 3000 disparado desde helicóptero (7).
Alfonsín, un enorme incapaz

    Por cierto, esta medida contrastaba con la aparición, en la sesión del 19 de junio en la Cámara Alta, de un proyecto de resolución que, en clave abiertamente pacifista, condenaba el uso de armas químicas en el conflicto entre Irán e Irak. Dicho proyecto fue firmado por senadores pertenecientes tanto a las filas del oficialismo -Adolfo Gass, Luis León, Miguel Mathus Escorihuela, Fernando de la Rúa- como de la oposición -los peronistas Julio A. Amoedo, Luis Salim, Eduardo Menem, Olijuela del Valle Rivas, Edgardo Murguía, Jorge Castro y el bloquista sanjuanino Carlos Gómez Centurión  8.
    El 9 de octubre de 1985, el decreto presidencial secreto 1978 autorizó la venta a Irán de 1500 cohetes del modelo Cohete Argentino Mediano (CAM), 7 lanzadores de esos cohetes y 2 sistemas de guiado. Este decreto tiene las firmas de los ministros de Defensa, Roque Carranza; Relaciones Exteriores, Dante Caputo, y Obras Públicas, Roberto Tomasini (9).
    Más tarde, el 27 de febrero de 1987, Alfonsín firmó el decreto secreto 307 que autorizó un contrato para vender al gobierno de Irán 18 mil granos propulsantes para cohetes, por medio de la empresa argentina Proveedores Argentinos de Equipos Sociedad Anónima (PRADESA) (10). El 3 de junio de 1987, Alfonsín autorizó a través del decreto secreto 852 un nuevo convenio con Irán para la venta de 600.000 fojas negras, 1400 toneladas de pólvora para los cañones de 155 milímetros y 100 toneladas de pólvora CBI (a base de nitroglucosa monobásica). Esta operación había sido impulsada por el titular de PRADESA, José Mondino, quien de acuerdo con el decreto recibiría 10% del total del contrato (cuyo monto ascendía a 38.174.000 dólares en condiciones FOB en el puerto de Buenos Aires). Pero cuando se había cumplido con una parte del decreto, la Argentina e Irán decidieron de común acuerdo suspender el contrato, lo que desató una batalla legal de Mondino para cobrar la totalidad de la comisión. El proceso judicial finalizó con el fallo de la Suprema Corte de Justicia del 15 de marzo de 1994 en contra de las exigencias de Mondino, ya que la resolución sostenía que se trataba de una comisión del 10% que "revestía un carácter de tope máximo y no de suma fija e irrevisable (11)".

Irak: Con Dios y con el Diablo o cordobeses versus entrerrianos

    Meses después de concretada la "Operación Ezarim" con Irán, a principios de 1985, el gobernador de Córdoba, Eduardo Angeloz, se reunió con el presidente Alfonsín en forma reservada. En dicha ocasión, Angeloz pidió al primer mandatario el permiso para concretar la venta de 20 aviones argentinos Pucará a Irak al precio de 3.825.000 dólares, es decir, una operación cuyo monto total ascendía a casi 80 millones de dólares. Pero esta demanda iraquí dividió las opiniones de las personas que tenían poder de decisión al respecto. A favor de la operación estuvieron el gobernador de Córdoba -quien sostenía que la venta del Pucará, producido en el Area Material Córdoba de la Fuerza Aérea daría trabajo a cientos de personas en su provincia- y el jefe de la Fuerza Aérea, brigadier general Ernesto Crespo. En contra de la venta de los aviones argentinos estuvieron el ministro de Defensa, Raúl Borrás; el secretario de Producción para la Defensa a cargo de la DGFM, Raúl Tomás -quien temía el impacto negativo de esta operación en las ventas de armas a Irán-; el canciller Dante Caputo -por sus efectos para la imagen externa de la Argentina tanto en Washington como en el resto de la comunidad internacional-; y el gobernador de Entre Ríos, Sergio Montiel -en representación de los intereses de los productores de arroz que exportaban a Irán y no querían interrumpir sus operaciones comerciales por una venta de Pucará a Irak-. Así, a pesar de que el 29 de marzo de 1985 se firmó un contrato que contemplaba la venta de seis Pucará a Irak en seis meses, y el entrenamiento de pilotos de la Fuerza Aérea Iraquí por parte de oficiales argentinos, la compra de estos aviones se frustró porque el presidente del Banco Central, José Luis Machinea, negó la prefinanciación necesaria argumentando que se necesitaban divisas para el inminente lanzamiento del Plan Austral (12).


Se quiso vender Pucará a Irak para combatir a la guerrilla kurda

Extremo Oriente

    Por otra parte, cabe mencionar la visita del presidente de la India, Zail Singh, a la Argentina, a fines de abril de 1984. Fruto de las conversaciones con su colega argentino Alfonsín fue la firma de un acuerdo naviero para que las embarcaciones de ambos países pudieran operar en forma conjunta tanto en puertos argentinos como indios. Asimismo, ambos presidentes trataron la convocatoria a una reunión extraordinaria de Países No Alineados (13).
    Al año siguiente, en ocasión de la Reunión del Grupo de los Seis sobre Desarme en enero de 1985 en la capital india, Nueva Delhi, el presidente Raúl Alfonsín y el primer ministro Rajivh Gandhi firmaron, en un contexto de importantes convergencias políticas en torno del desarme y de un intercambio comercial cuyo saldo era notoriamente favorable a la Argentina, tres acuerdos sobre complementación en materia económica y comercial; científica y tecnológica, y cultural y educativa. Un punto relevante de estos acuerdos fue la decisión de crear empresas comunes para la fabricación y exportación a terceros países de manufacturas de cuero, productos farmacéuticos, petroquímica y máquinas herramientas de alta tecnología (14).
    En el caso de China, cabe destacar que, a fines de agosto de 1984 llegó a la Argentina una delegación de este país encabezada por el viceministro de Gestiones Económicas Estatales, Lin Zhontag, y compuesta por nueve especialistas en temas nucleares, con el objeto de establecer vinculaciones económicas en el campo de la energía nuclear con fines pacíficos -ámbito en el que China tenía falencias dado su énfasis en el aspecto militar de dicha energía (15)-.
    En abril de 1985 el canciller Caputo viajó a China, ocasión en la que firmó con su colega, Wu Xuequian, un acuerdo para la aplicación de los usos pacíficos de la energía nuclear. Este convenio preveía el uso pacífico de cualquier material o equipo transferido; coloca toda transferencia de tecnología nuclear bajo el sistema de salvaguardias de la OIEA y establece las siguientes áreas de cooperación: a) investigación, diseño, construcción y operación de centrales nucleares y reactores; b) exploración, minería y procesamiento de minerales de uranio; c) ingeniería, fabricación y suministro de elementos combustibles nucleares, incluyendo materiales para su uso en reactores nucleares; d) gestión de desecho radiactivo; e) producción y aplicación de radioisótopos; f) protección radiológica y seguridad nuclear, y g) protección física de materiales nucleares (16).
    En el marco de las relaciones con China -en ese momento un importante socio comercial de la Argentina, y uno de los que sostenían junto con Irán y la URSS el reducido saldo favorable de la balanza comercial argentina-, se destacó en mayo de 1988 el viaje de Alfonsín a Pekín. En esta ocasión, el primer mandatario argentino estuvo acompañado de una nutrida comitiva integrada por representantes de grandes empresas comerciales y de la pequeña y mediana industria. De acuerdo con Russell, el resultado más importante de esta visita presidencial fue la decisión de los gobiernos argentino y chino de crear un órgano de consulta permanente de alto nivel, con el objetivo de intercambiar ideas sobre la evolución de la situación política internacional. Este acuerdo político se vio en gran medida facilitado por las coincidencias existentes en los dos países en el seno de Naciones Unidas, donde China respaldó más del 80% de las posiciones sustentadas por la diplomacia argentina (entre ellas los reclamos de soberanía argentinos sobre las islas Malvinas); y por el diagnóstico coincidente respecto del rol moderador y crecientemente activo que deberían jugar tanto Buenos Aires como Pekín en un contexto global más complejo e interdependiente que el de los años de la pax americana (17).
    Por cierto, los temas más conflictivos de la agenda política fueron intencionalmente dejados de lado para no perturbar el alto nivel de convergencias políticas. Entre aquéllos figuraban la indefinición de la Cancillería argentina respecto de la situación de las islas Spratly -disputadas entre China y Vietnam desde 1979-; el acuerdo firmado en 1985 por el canciller Caputo -que despertó la preocupación norteamericana ya que ninguno de los dos países había firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP)-, y el frustrado ofrecimiento chino de armamentos a la Fuerza Aérea argentina -en particular aviones F7, que no cubrían los requerimientos argentinos porque no tenían suficiente autonomía de vuelo como para alcanzar las islas Malvinas (18)-.


Argentina se interesó por el J7 pero se lo descartó por sus pobres funcionalidades

    No obstante la existencia de estos acuerdos políticos de mediano y largo plazo, la visita de Alfonsín evidenció también la persistencia de obstáculos económicos: la naturaleza de las importaciones argentinas, centradas en equipos y materias primas, rubros donde China no ha sido competitiva; el excesivo peso de los productos primarios en las exportaciones argentinas (principalmente lanas, cereales, productos oleaginosos y cueros); la limitada capacidad de compra del mercado chino en este rubro de las exportaciones argentinas; y las rígidas políticas cambiarias adoptadas por ambos países, que han impedido la diversificación del intercambio comercial bilateral (19).
    De todas maneras, la visita presidencial dejó como saldo la firma de seis acuerdos bilaterales entre Alfonsín y su colega chino Yang Sankjun, sobre temas tan diversos como la cooperación aeroespacial, el intercambio tecnológico-agropecuario, la sanidad animal, las compras de carbón mineralizado para SOMISA y térmico para Agua y Energía y SEGBA, y la puesta en marcha de una granja experimental modelo, en la que China cedía unas 2000 hectáreas y la Argentina proveía la tecnología (20).
    Por último, respecto del Japón, debe mencionarse, en julio de 1986 el viaje del presidente Alfonsín a dicho país, en el contexto de una nueva política que buscaba formas de asociación con potencias económicas que, en palabras del canciller Caputo no intentaban "ninguna forma de hegemonía política", y que por esta razón no ofrecían "riesgos de generar ninguna posibilidad de dependencia económica (21)".
    Como resultados concretos de la visita presidencial a Japón, se destacaron: la constitución de un grupo bilateral de seguimiento -integrado por representantes de entes oficiales y privados de ambos países-; el crédito de 100 millones de dólares otorgado por el Eximbank a la Argentina -relevante porque, a diferencia del resto de los créditos, era de libre disponibilidad, aunque debía utilizarse para la compra de productos de origen japonés-; la firma de dos convenios de pesca -uno para el financiamiento de investigaciones de pesca de fondo en la zona económica exclusiva de la Argentina, y otro que consistía en un acuerdo marco para la cooperación bilateral en la explotación de la misma área; y el compromiso de Japón de comprar a la Argentina alrededor de 3 millones de granos -paso importante dado que durante 1986 la URSS no había cumplido plenamente el convenio de granos firmado con la Argentina (22).
    En octubre de 1987 Japón otorgó otro respaldo financiero importante a la economía argentina, cuando el Eximbank de Japón, aprobó, conjuntamente con el Banco Mundial, la concesión de un crédito por 737 millones de dólares a bajo interés y amortización prolongada para proyectos petroquímicos y de gas natural. Lo importante de este nuevo crédito radicó en que, a diferencia del otorgado en 1986, la Argentina no estaba obligada a adquirir productos de fabricación japonesa (23).

Notas


1. Ver al respecto "Misión israelí", Clarín, 16 de marzo de 1984, p. 11; "Un grupo de parlamentarios de Israel llegó a esta ciudad", La Prensa, 18 de marzo de 1984, p. 4; y Cronología relaciones internacionales de Argentina, marzo / diciembre de 1984, op. cit., p. 51.

2. Ver al respecto los editoriales "Jaunarena negocia aviones en Israel", Ambito Financiero, 30 de marzo de 1988, p. 11, y "El Cóndor voló 504 km y llegó a la mesa de negociación en Israel", por Horacio Verbitsky, Página /12, 4 de abril de 1989, p. 4.

3. Esta decisión de Tomás de incrementar las exportaciones de armas argentinas tropezó con varios obstáculos: uno fue la autonomía con la que se movían los representantes de la DGFM en el exterior. Nombrados durante el Proceso, éstos seguían negociando ventas de armas a países lejanos o limítrofes, lo cual atentaba contra la imagen de credibilidad externa que buscaban Alfonsín y Caputo en la política exterior. Para tratar de solucionar este problema, Tomás quitó todas las representaciones de Fabricaciones Militares en el exterior y centralizó en su secretaría todo tipo de venta de materiales bélicos para tratar de desmantelar los negocios turbios en los que estaban involucrados los militares argentinos y sus socios civiles. Pero los países sin conflictos compraban directamente las armas a las grandes potencias y no a un país como la Argentina, lo cual, sumado al compromiso del gobierno de Alfonsín de no violar los embargos de armas dispuestos por la ONU, reducía el espectro de posibles compradores a países en conflicto como Taiwán, Irak o Irán. Taiwán debió ser descartado porque venderles armas implicaba entrar en conflictos con Pekín, que consideraba a la isla de Formosa como parte irredenta de su territorio. Irak tampoco podía ser un cliente de la Argentina. Ante el peligro de una proyección de la Revolución Islámica en su territorio, el régimen de Bagdad obtenía armas directamente de la URSS, Estados Unidos, Francia o Gran Bretaña. Por lo tanto, el único candidato posible era Irán, pero esta opción contaba con la oposición norteamericana. D. Santoro, op. cit., pp. 52-53.

4. Este "Operativo Ezarim" de venta de armas argentinas a Irán estuvo precedido por una historia no exenta de presiones externas. Vale mencionar que antes de que esta operación se concretara, los representantes del Ministerio de la Juventud de Irán (controlado por el ala radical de la Revolución Islámica) se reunieron en Buenos Aires con el secretario de Producción para la Defensa a cargo de la DGFM, Raúl Tomás, y exigieron una serie de armamentos de enorme poder de fuego, entre ellos las fragatas misilísticas de origen británico Santísima Trinidad y Hércules -que la Armada argentina no podía usar desde 1982 por el embargo militar británico- y el excedente de misiles franceses Exocet. Debido a que Irán era en ese momento uno de los principales compradores de granos argentinos (800.000.000 de dólares anuales), Tomás decidió ganar tiempo. Por un lado, contestó a los iraníes que primero había que empezar con armas de poco poder de fuego antes de pasar a los armamentos solicitados por Teherán. Paralelamente, inició consultas con el resto del gobierno radical. El canciller Caputo, alarmado con el pedido iraní, decidió a su vez sondear la opinión de Washington, subrayando la necesidad del gobierno democrático de vender las dos fragatas misilísticas a Irán para obtener fondos para mantener a las fuerzas armadas. El secretario de Estado norteamericano, George Shultz, respondió que la venta de fragatas de ese tipo alteraría el equilibrio estratégico en la guerra Irán-Irak, altenativa que no era del agrado de las autoridades de la Casa Blanca, que apoyaban a Irak. En cambio, Shultz transmitió a Caputo que la administración Reagan no tenía objeciones a la venta de armas argentinas con poco poder de fuego. Tomando en cuenta la posición norteamericana, Alfonsín dio órdenes discretas de congelar las negociaciones por la venta de las dos fragatas a Irán, y autorizó la venta de otras armas que no alteraran el equilibrio en la guerra entre Teherán y Bagdad. Ver al respecto D. Santoro, op. cit., pp. 54-56.

5. "Desmienten la venta de tanques a Irán", Clarín, 7 de junio de 1984, p. 14, y Cronología relaciones internacionales de Argentina, marzo / diciembre de 1984, op. cit., p. 51.

6. Cronología relaciones internacionales de Argentina, marzo / diciembre de 1984, op. cit., p. 51.

7. Ambas variantes de misil Mathogo (2000 y 3000) eran de corto alcance y disparo directo. Ver al respecto D. Santoro, op. cit., p. 60.
8. Proyecto de resolución de los senadores Gass, Amoedo y otros, Congreso Nacional, Diario de sesiones de la Cámara de Senadores 1985, Reunión 8ª, Junio 19 de 1985, Tomo I, op. cit., pp. 622-623.

9. D. Santoro, op. cit., p. 60.

10. Ibid., pp. 77-80.

11. Ibid., pp. 80-81.

12. Ibid., pp. 57-59; "La venta de aviones Pucará a Irak. Será vetada por la Cancillería y Defensa", La Nación, 20 de mayo de 1985, p. 5; "Crespo apoya la venta de los aviones Pucará a Irak", La Nación, 21 de mayo de 1985, p. 5; "Con la guerra de Irán-Irak como trasfondo. A pesar de los ataques, el canciller está firme", La Nación, 28 de junio de 1985, p. 1; "En cielos árabes. El Pucará va a Irak y aquí se reactiva el Pampa", Somos, Nº 481, 11 de diciembre de 1985, p. 21, que consigna la venta de 40 aviones Pucará IA-58 a un país árabe como cobertura de una operación cuyo mercado de destino final fue Irak; y "Pacifismo con dificultades", por Oscar Raúl Cardoso, Somos, Nº 568, 12 de agosto de 1987, p. 15; proyecto de resolución del diputado Luis S. Casale, Congreso Nacional, Diario de sesiones de la Cámara de Diputados año 1985, Reunión 8ª, Junio 5 y 6 de 1985, Tomo II: Sesiones ordinarias (del 29 de mayo de 1985 al 19 de junio de 1985), Buenos Aires, Imprenta del Congreso de la Nación, 1987, pp. 1218-1219.

13. Cronología relaciones internacionales de Argentina, marzo / diciembre de 1984, op. cit., p. 50.

14. "La balanza comercial con la India. Intercambio favorable", Clarín, 19 de enero de 1985, p. 8; "Coincidencias de Alfonsín y Gandhi, que firmaron acuerdos bilaterales", Clarín, 25 de enero de 1985, pp. 4-5; "Un ‘enfoque común’ de los dos jefes de Estado. El desarme imprescindible", por Carlos Quirós, Clarín, 25 de enero de 1985, p. 6. Para Roberto Russell, no cabe duda de que el incremento de los vínculos comerciales entre la Argentina y la India durante la primera etapa del gobierno de Alfonsín estuvo íntimamente ligado al restablecimiento de la democracia en la Argentina. Las importaciones de productos argentinos por parte del mercado hindú crecieron de 37 millones en 1983 a 200 millones en 1984. Ver al respecto R. Russell, "La política exterior de Argentina en 1985", op. cit., pp. 44-45.

15. Cronología relaciones internacionales de Argentina, marzo/diciembre de 1984, op. cit., p. 49. Ver también editorial "Cooperación nuclear con China. El contacto con Pekín", por Oscar Raúl Cardoso, Clarín, 4 de septiembre de 1984, p. 12.

16. "Compraría Pekín acero argentino", La Nación, 15 de abril de 1985, pp. 1 y 2; R. Russell, "La política exterior de Argentina en 1985", op. cit., p. 47.

17. R. Russell, "Política exterior de Argentina en 1988...", op. cit., p. 25.

18. "Primer día en Beijing de la comitiva oficial. Un banquete de acuerdos políticos" y "La Argentina en el interés estratégico", Página /12, 14 de mayo de 1988, p. 3; "Alfonsín en China. Fuerte contenido político de la visita presidencial", La Prensa, 14 de mayo de 1988, p. 3; y "Organo de consulta permanente con China", La Prensa, 15 de mayo de 1988, pp. 1 y 4.

19. R. Russell, "Política exterior de Argentina en 1988...", op. cit., p. 26.

20. "Alfonsín viajó a China para incrementar el intercambio", La Prensa, 12 de mayo de 1988, pp. 1 y 4; "Después de marchas y contramarchas, Alfonsín levanta vuelo hacia China", Página /12, 11 de mayo de 1988, p. 6; "Culminó Alfonsín su visita oficial a China", Ambito Financiero, 17 de mayo de 1988, p. 14; "Se firmaron con China importantes acuerdos", La Prensa, 16 de mayo de 1988, pp. 1 y 3; y "Alfonsín", Página /12, 17 de mayo de 1988, p. 4.

21. Declaraciones del canciller Caputo citadas en Roberto Russell y Juan Tokatlian, "La visita del presidente Alfonsín a Japón: Límites y posibilidades", América Latina / Internacional, Vol. 3, Nº 10, octubre-diciembre 1986, p. 66.

22. Sobre un balance del viaje de Alfonsín a Japón ver los trabajos de R. Russell y J. Tokatlian, op. cit., p. 68; M. Wilhelmy, "La política exterior argentina en 1986...", op. cit., p. 40; y A. Frohmann, "¿Occidentalismo o interés nacional?. Argentina y los países desarrollados", op. cit., pp. 38-39. Ver también editorial "Hora de balance. El viaje de Alfonsín a Japón tuvo más logros en lo político que lo económico, donde todavía subsisten las dudas", Somos, Nº 514, 30 de julio de 1986, p. 20.

23. R. Russell y G. Fernández, op. cit., p. 29.

1 comentario:

  1. En esas épocas Argentina exportaba armas, las que le dejaban exportar EEUU, ya que para vender algo más pesado que fusiles y cañones, tenía que tener el "permiso" de la Casa Blanca. Una vergüenza. Muchas ventas del TAM y del Pucará se vieron frustradas por presiones de los EEUU. Para vender ese tipo de cosas estaban ellos. La compra de los A4 israelies hubiera devuelto a nuestro país la capacidad de cazabombardeo perdida por las pérdidas de Malvinas.
    Hicieron bien en no comprar los F-7 chinos, eran aviones cuasi descartables.

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