Chile y el problema de la Patagonia y del estrecho de Magallanes
Aparte de lograr la alianza antihispánica, el enviado chileno José Victorino Lastarria traía a Buenos Aires el objetivo secundario de llevar a cabo lo estipulado por el artículo 39º del tratado de 1856 de paz, amistad, comercio y navegación entre la Argentina y Chile, que proponía o bien la negociación diplomática directa o bien el arbitraje como mecanismos para saldar el conflicto sobre la Patagonia y el estrecho de Magallanes. Pero Lastarria, procediendo más allá de sus instrucciones, propuso al gobierno argentino en febrero de 1865 una transacción que implicaba renunciar a las 9/10 partes de la Patagonia, a cambio de que el gobierno argentino reconociera al chileno la posesión de las 2/3 partes del Estrecho de Magallanes, toda la Tierra del Fuego y la faja que quedaba al sur de la línea imaginaria que se extendía desde Bahía San Gregorio hasta el grado 50 de latitud sur y desde allí hasta el paralelo de Reloncaví. (1) El memorándum que Lastarria envió a la cancillería chilena el 22 de febrero de 1865 permite conocer el contenido de la propuesta. En él decía lo siguiente:
La transacción sería ventajosa para nosotros porque no son sostenibles nuestros títulos a la Patagonia, y aunque lo fueran, no debemos hacernos ilusiones creyendo que aquella extensión sea otra cosa que tierras primitivas, incultivables y de todo punto ingrata a los hábitos y aspiraciones de la industria.
Nuestro límite en el Estrecho hasta la bahía Gregorio nos deja en él una extensión necesaria y aún mayor que la que necesitamos, para nuestra seguridad y para la ocupación de nuestro territorio austral, y como nuestra colonia allí necesita los territorios adyacentes, propongo que nos den el cuadrilátero que formaría una línea que se prolongase desde aquella bahía hasta el grado 50 en dirección recta, al norte, sin embargo, de que nos bastaría con el triángulo que formase esta línea, si se prolongase desde el mismo paraje al punto de intersección del grado 50 con la línea de nuestro límite oriental en la cordillera... Este será el último término de la transacción si no admiten el otro.
En cuanto a nuestro límite oriental al norte del grado 50 hasta el paralelo del cerro Reloncaví, propongo una línea en la base de las ramas exteriores orientales de la cordillera, con ánimo de cederles en este punto y fijar una línea en las alturas culminantes que determinan corrientes, como la tenemos en el resto de la cordillera que no está en disputa. Al sur del grado 50, el límite correría por una de las líneas propuestas para dejar territorios adyacentes a la colonia de Magallanes. (2)
José Victorino Lastarria |
Lastarria estaba personalmente convencido de que Chile no poseía derechos válidos sobre la Patagonia y así se lo hizo saber al jurista chileno Miguel Luis Amunátegui, quien justificaba los derechos chilenos sobre la Patagonia y Magallanes. Decía Lastarria:
Siento saber por su carta del 14 que Ud. se ocupa en probarme que somos dueños de la parte austral del continente americano. Semejante tarea es completamente inútil y no servirá más que para que Ud. luzca su ingenio. Puede ser que no sepa yo como Ud., pero el estudio que he hecho de la cuestión me da la convicción invencible de que no somos dueños de la Patagonia (...). (3) |
En el caso del gobierno chileno, la oposición de aquellos de sus miembros convencidos de la importancia de la región patagónica quitó posibilidad a las gestiones de Lastarria. Además el hecho de que el gobierno chileno desaprobara las negociaciones de Lastarria pero no repudiara formalmente sus acciones constituyó un error que la Argentina explotaría frecuentemente en las negociaciones futuras, presionando a Chile para que abandonara sus reclamos sobre la Patagonia. Esta semidesautorización por parte del entonces canciller chileno Alvaro Covarrubias a Lastarria fue planteada en los siguientes términos:
las bases propuestas por V.S., están lejos de ser ventajosas, y por mucho que hubiéramos de restringir nuestras exigencias, no podríamos renunciar, en ningún caso, al dominio de todo el Estrecho de Magallanes y de las tierras adyacentes. (5)
Respecto del dominio de la Patagonia, V.S. cree que nuestros títulos al dominio de la parte austral del continente son mucho más sólidos que los que puede alegar el gobierno argentino y que, por tanto, están lejos de ser ventajosas las bases propuestas por mí. Yo adopté esas bases porque estoy persuadido de que no tenemos tales títulos, pues que aun el señor Amunátegui, tratando de probar ese dominio, no emplea como medio de prueba sino puras inducciones, fundadas en la interpretación que da muy ingeniosamente a los documentos oficiales antiguos que señalan el límite austral de Chile en el estrecho de Magallanes (...) Si no son otros los títulos que tenemos para reclamar la parte de la Patagonia que se extiende al sur del grado 50, como V.S. me lo ordena, es necesario que reconozcamos entre nosotros que dichos títulos no merecen el nombre de tales, y que, si ellos no son bastantes para darnos derechos a reclamar de San Luis, de Córdoba y de Buenos Aires, tampoco lo son para autorizarnos a reclamar la Patagonia desde dicho grado al sur, mucho menos cuando desde ese paralelo, en que se encuentra el puerto de Santa Cruz, hasta la boca del Estrecho, hay además otros muchos varios puertos que los argentinos navegan y en los cuales esta República (Argentina) ejerce jurisdicción.
En cuanto al dominio de todo el Estrecho, a mí me parece inútil reservárselo a Chile, porque ese dominio no nos daría la posesión exclusiva ni nos salvaría de que las demás naciones del mundo nos forzaran a respetar las leyes de libre navegación; por eso no había trepidado en ceder a la Argentina la parte de ese Estrecho que corre desde la Bahía Gregorio al oriente. (6)
Este sentimiento americanista, por el cual la Argentina y Chile debían hermanarse y resolver de una vez y para siempre sus conflictos limítrofes, era un sentimiento que Lastarria compartía con otros miembros destacados de la clase política chilena, tales como Barros Arana, Matta, Vicuña Mackenna -éste tenaz crítico de Amunátegui-. Estos nombres tendrían un importante papel en las negociaciones con la Argentina. Para estos "americanistas" la posibilidad de guerra con la Argentina resultaba equivalente a una locura y, a diferencia del futuro canciller Adolfo Ibañez, percibían que la incorporación de la Patagonia a Chile sería un factor de debilitamiento del poder económico chileno. Encina, citando al "americanista" Vicuña Mackenna, afirma que la incorporación de la Patagonia, percibida como "tierra maldita",
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Pero paralelamente a la existencia de esta corriente americanista mencionada por Encina se produjo el creciente fortalecimiento de un sentimiento nacionalista en ambos países, provocado por el resultado exitoso de las guerras en que Chile y la Argentina participaron. El conflicto de la Triple Alianza -la Argentina, Brasil y Uruguay- contra Paraguay, y el de la Cuádruple Alianza -Chile, Perú, Ecuador y Bolivia- contra España si bien obligaron a la Argentina y Chile a aplazar sus problemas territoriales, produjeron el mencionado efecto que sería disfuncional para la solución del conflicto limítrofe.
Por otra parte, Rauch señala como un dato interesante que existen indicios de que el gobierno chileno asistió con hombres y armas modernas a Felipe Varela -el montonero que intentó desafiar al gobierno de Mitre- en su invasión a La Rioja. Este hecho y otros posteriores en que el gobierno chileno intentó sacar provecho de los compromisos externos y los problemas internos del gobierno argentino -en la década de 1860, la Guerra del Paraguay y el conflicto entre el gobierno central y las montoneras provinciales; en la década de 1870, las invasiones indígenas y la posibilidad de guerra con el gobierno de Brasil- demostrarían según este autor que el gobierno de Chile, motivado por la disputa limítrofe, intentó desestabilizar a la Argentina y aprovechó esas circunstancias para comenzar la exploración y asentamiento en la costa patagónica. (8)
NOTASFrancisco A. Encina, La cuestión de límites entre Chile y la Argentina desde la independencia hasta el tratado de 1881, Santiago de Chile, Nascimento, 1959, p. 131.
Nota de José Victorino Lastarria, 22 de febrero de 1865, citada en Legación de Chile en las Repúblicas de la Plata y Brasil, tomo III, citado a su vez en ibid., pp. 25-26.
Domingo Amunátegui Solar, Archivo epistolar de Don Miguel Luis Amunátegui, Santiago, 1942, pp. 166-167, cit. en F.A. Encina, op. cit., p. 29 y en George Victor Rauch, The Argentine-Chilean boundary dispute and the development of the Argentina armed forces: 1870-1902, Ph.D. dissertation, New York University, 1989, p. 52 y nota 30, pp. 70-71.
F.A. Encina, op. cit., pp. 21-26 y 133-134.
Covarrubias a Lastarria, citado en ibid., p. 26.
Lastarria a Covarrubias, 2 de mayo de 1865, cit. en ibid., pp. 27-28.
Ibid., pp. 129-130.
Ver G.V. Rauch, op. cit., pp. 54-55.
Historia de las Relaciones Internacionales de Argentina
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