Nomenclatura de la cartuchería metálica
Este es un tema muy interesante y que no todos los profesionales conocen profundamente y de ahí la cantidad de errores que se suelen cometer a la hora de hacer referencia a un cartucho o calibre determinado.
El error más habitual, lo presenciamos muchas veces en conversaciones con otros agentes de policía, sean del cuerpo que sean, pues el tema es desconocido por lo general por los profesionales del ramo, sin que la pertenencia a determinados cuerpos o unidades pueda atribuir maestría y dominio del asunto. También es habitual oír en televisión y demás medios de prensa, como profesionales de la información dicen verdaderas barbaridades al hablar del arma y/o cartucho que determinados delincuentes o agentes de policía usaron en la acción protagonista de la noticia.
Los cartuchos suelen estar identificados con un nombre o denominación que está compuesto por alguna cifra seguida a veces de otra cifra o de un nombre. La cifra suele ser el diámetro o calibre, bien del arma para el cual se diseñó el cartucho, o bien el diámetro del propio proyectil y la segunda cifra suele ser la longitud de la vaina o casquillo, o también puede ser el peso del proyectil o de la Carga de Proyección (peso de la pólvora que contiene la vaina); a veces, incluso la segunda cifra que sigue a la del calibre o diámetro, puede ser la velocidad que se estima aproximada y que tendrá el proyectil en la salida desde la boca de fuego, lo que se llama Velocidad Inicial; otras veces, es el año de diseño del cartucho o año en que dicho calibre fue adoptado por un ejército.
Es por lo que el cartucho que aquí en España denominamos 9 mm Parabellum, es conocido también en otros países con la denominación de 9x19mm o 9mm Luger, pero en todos los casos nos referimos a un mismo calibre/cartucho, solo que según el país donde se fabrique o según la marca del fabricante, etc., unos lo denominan de un modo o de otro.
Tres culotes del mismo calibre, el 9 m/m Parabellum y tres modos distintos de denominarlos
Recordemos que el calibre 9mm Parabellum, fue diseñado por George Luger en 1902 para la pistola Luger P08 y que fue denominada Pistola Parabellum, de ahí que ciertos fabricantes usen para definir al cartucho con una u otra denominación, es más, cada vez es más común, es ver que se le denomina 9x19mm, significando esto, que el diámetro del proyectil es de 9 mm y que la longitud de la vaina es de 19 mm.
Este sistema de nomenclatura que hemos visto en el archipopular calibre 9mm Parabellum, es el sistema más usado en Europa; es un sistema basado en el sistema métrico decimal de amplia o casi total implantación en el viejo continente.
Otro calibre muy popular en España dentro del seno de las FYCS* y de las FAS**, es el 9 m/m Corto, el cual recibe otras denominaciones en otras partes del planeta, ya sea por el sistema de medida del país en cuestión o por la norma del fabricante, así pues, en los países que utilizan el sistema métrico decimal, se conoce a este calibre como 9m/m Kurz ó 9x17 m/m y en las zonas del planeta con influencia anglosajona se le conoce como .380 Automático ó .380 Auto.
Existe otro sistema de denominación de calibres y cartuchería, es el sistema usado en los países anglosajones o países de histórica influencia anglosajona, por ejemplo EEUU, Gran Bretaña, Canadá, Australia, etc. En estos Estados, el sistema de medición es bien distinto al usado en nuestro país, ellos no usan el metro, ni el centímetro ni el milímetro, sencillamente ellos NO usan el sistema métrico decimal y utilizan la pulgada para sus mediciones. También usan otras medidas para medir las velocidades y pesos.
Tres modos de denominar al 9m/m Corto
El sistema usado en esos países es más complejo a veces. Aún conociendo el sistema, son muchas las ocasiones que uno debe pensar un poco para saber de que cotas o medidas estamos hablando. No ocurre tanto, cuando se trata de hablar de cartuchos más comunes o más cercanos, como son el calibre .22LR, el .38 Spl, .357 Magnum ó el .45 ACP, quizás estos sean los cartuchos de armas cortas (aunque todos esos son usados por armas largas también) de origen anglosajón que más uso tienen en España, aunque cada día el .40 SW tiene más aceptación tanto en calibre para defensa y seguridad con en tiradas de recorridos de tiro, las llamas tiradas de IPSC.
El error más común de todos los aficionados y profesionales de las FYCS y FAS es denominar a estos cartuchos del siguiente modo…”22 milímetros, 45 milímetros, etc.…” el error está en creer que al igual que un 9 mm Parabellum, estos cartuchos de origen anglosajón deben ser “apellidados” con lo de: milímetros.
Varios de los calibres mencionados en este artículo
(.45ACP, .357Mg, .38Spl, 9mmP, 9mmC y .22LR)
Los que de ese modo equivocado así se expresan, olvidan o desconocen que no se habla de milímetros al hablar de un calibre .45, de lo contrario el diámetro de la boca de fuego del arma y el diámetro del propio proyectil del cartucho, sería del tamaño de una pelota de tenis y estaríamos hablando de armas militares de tiro antiaéreo o antitanque.
Para poder comprender mejor el sistema, es necesario saber que 1 pulgada equivale a 25,4 mm, de ese modo al decir que un cartucho es del calibre .45 ACP estamos diciendo que tiene un diámetro de 0,45” (“ = Pulgada) por lo tanto habría que hacer una sencilla operación matemática que consiste en multiplicar 0,45 x 25,4, el resultado que se obtenga en mm, será el diámetro en dicha medida, de ese modo un calibre .45 ACP (u otros tipos como el .45 Long Colt por ejemplo) posee en milímetros el siguiente diámetro, 11,43 mm. Las siglas ACP significan Automatic Colt Pistol.
Otro ejemplo, el famoso y tan usado durante años por la policía del todo mundo, y plenamente vigente en España en los revólveres de 4” de cañón, y que reglamentaria usan los Vigilantes de Seguridad. Me refiero al .38 Especial, en este caso abría que ir a la misma operación, a saber:
0,38 x 25,4 = 9,6 mm
Como ven, el calibre .38 Especial posee un diámetro de algo más de 9 mm, como el actual calibre de dotación en los cuerpos policiales españoles -el 9 mm Parabellum- pero debo hacer un comentario que algunos desconocen y que a los neófitos puede despistar.
El famoso .38 Especial recibió ese nombre cuando en realidad su verdadera medida de diámetro es 0,357 pulgadas, pero al fabricante le pareció una cifra excesivamente larga; además, esto ocurría en una época, 1902, en la que ya existían muchos calibres con la nomenclatura 38, por ejemplo el .38 Long Colt y otros más, así pues la casa S&W -fue la creadora- decidió por marketing y por popularidad, mantener el nombre de .38 y “apellidarlo” Especial para distinguirlo de los ya existentes.
Cuando en 1935 nación el calibre .357 Magnum para ser usado en el revólver S&W mod. 27, los responsables de su nacimiento, usaron un cartucho de .38 Especial y le alargaron la vaina en algo más de 3 mm. Ahora ya no se usó la cifra “38” para dar nombre y apellido al nuevo cartucho, sino que usaron las verdaderas medidas, eso 0,357 pulgadas.
En este artículo, se han tratado ejemplos y calibres de los más cercanos para los usuarios policiales españoles, pero existen infinitos calibres y cartuchos, muchos de los cuales merecen estudio y análisis aparte, quizás en otro momento, vayamos a por ellos. También debo decir que con calibres de arma larga ocurre exactamente lo mismo, pero me he querido centrar sólo en ejemplos de calibres de armas cortas.
Policías en la red
miércoles, 21 de noviembre de 2012
martes, 20 de noviembre de 2012
EW: JN1601 (China)
Estación de contramedidas de comunicaciones JN1601
La estación de contramedidas de comunicaciones HF JN1601 es un sistema de reconocimiento e interferencia integrado de comunicaciones y diseñado para buscar, interceptar, supervisar, analizar e interferir señales enemigas de alta frecuencia de comunicación convencionales y no convencionales.
La estación JN1601 puede funcionar como una unidad independiente o integrarse en otros sistemas de contramedidas de comunicación. También es adecuado para los propósitos de comunicación, si es necesario. Además, la estación de JN1601 también está diseñado para llevar a cabo el entrenamiento militar de las tropas de comunicación EW para mejorar sus capacidades operativas.
Sinodefence (c)
La estación de contramedidas de comunicaciones HF JN1601 es un sistema de reconocimiento e interferencia integrado de comunicaciones y diseñado para buscar, interceptar, supervisar, analizar e interferir señales enemigas de alta frecuencia de comunicación convencionales y no convencionales.
La estación JN1601 puede funcionar como una unidad independiente o integrarse en otros sistemas de contramedidas de comunicación. También es adecuado para los propósitos de comunicación, si es necesario. Además, la estación de JN1601 también está diseñado para llevar a cabo el entrenamiento militar de las tropas de comunicación EW para mejorar sus capacidades operativas.
Sinodefence (c)
Historia Argentina: El cañón de Obligado (1845)
El Cañón de Obligado
El cañón de Obligado contestó tan insolentes provocaciones.
Su estruendo resonó en mi corazón.
Coronel artillero Martiniano Chilavert.
Batalla de la Vuelta de Obligado.
El 20 de noviembre de 1845, a orillas del Paraná, en un recodo del río llamado Vuelta de Obligado, a la altura de San Pedro; se produjo la memorable batalla de artillería entre las tropas de la Confederación Argentina y las flotas navales de Inglaterra y Francia.
Las dos principales potencias mundiales se habían acostumbrado a imponer sus intereses comerciales desde la boca de los cañones de sus poderosas flotas navales. Su poder de fuego ya lo habían sufrido Egipto y China, quedando Hong Kong como trofeo del imperialismo salvaje, y posteriormente sus víctimas serían México y Venezuela. Vieja historia que se repetiría en éste siglo con la sola variación del calibre del armamento.
En el río de la Plata contaban como aliados a un grupo de políticos ambiciosos que habían huido de Buenos Aires para escapar al castigo de sus crímenes y de otros que ponían su ideología por encima de su patria.
La flota interventora había bloqueado el puerto de Buenos Aires, había capturado la isla de Martín García y también la pequeña flota naval argentina. Exigían, sin otro derecho que la prepotencia de sus cañones, la libre navegación de los ríos interiores de la República. La obsecuencia y cobardía de los exiliados en Montevideo les hizo suponer que estaban ante otra republiqueta fácilmente dominable.
Pero la costumbre, que aún mantienen, de lograr fáciles triunfos mediante la presión diplomática o la amenaza de la fuerza, chocó contra la férrea postura de un gobernante que no era ni pusilánime ni corrupto. El general Juan Manuel de Rosas les presentó batalla en todos los frentes. En el diplomático con su hábil manejo de las debilidades del enemigo y con la inestimable colaboración del general San Martín; en el financiero produciéndoles fuertes pérdidas y un conflicto en su frente interno; y en el militar dándoles una batalla que causó la admiración de los propios agresores.
En la mañana del 20 de noviembre los buques de la flota tomaban posición frente a las baterías que a toda prisa había mandado a construir el general Lucio Norberto Mansilla, veterano de Chacabuco y Maipú. El diseño de las baterías estuvo a cargo del héroe de ese día, el coronel Juan Bautista Thorne. Todo el ancho del río fue atravesado por tres líneas de cadenas colocadas sobre lanchones y barcos desmantelados, las que estaban atadas por un extremo a tres anclas y por el otro al bergantín “Republicano”, al mando del capitán Tomás Craig, irlandés llegado a Buenos Aires con la invasión inglesa de 1806 y que luego de acriollarse combatió en el Ejercito del Norte a órdenes de Belgrano, e hizo la campaña de Perú con San Martín.
Lograron construir cuatro de las siete baterías que estaban previstas. Estas eran: la batería “Restaurador” con 6 piezas al mando del Ayudante Mayor Alvaro de Alzogaray; la batería “General Brown” con 8 piezas al mando del Tte. Eduardo Brown, hijo del Almirante; la “General Mansilla” con 8 piezas, al mando del Tte. de artillería Felipe Palacios y, mas allá de las cadenas que cerraban el paso del río, la batería “Manuelita” con 7 piezas (dos de tren volante) al mando del coronel Juan B. Thorne. La mayoría de los cañones argentinos eran de 10 libras y solo algunos de 24.
A la derecha de las baterías, en un bosque se estacionaron las tropas del Regimiento de Patricios de Buenos Aires y su banda militar, a órdenes del coronel Ramón Rodriguez. Detrás de la batería “Restaurador” había un cuerpo rural de 100 hombres al mando del Tte .Juan Gainza, seguidos por los milicianos de San Nicolás al mando del Cte. Barreda y otro cuerpo rural al mando del coronel Manuel Virto.
La reserva era comandada por el coronel José M. Cortina e incluía dos escuadrones de caballería a órdenes del Ayte. Julián del Río y del Tte. Facundo Quiroga, hijo del Tigre de los Llanos. Detrás de la reserva se encontraban unos 300 vecinos incluyendo mujeres, de San Pedro, Baradero y San Antonio de Areco, que se reunieron a último momento, armados con lo que pudieron traer.
La flota estaba constituida por once buques que sumaban 99 cañones, la mayoría de ellos de 32 libras, algunos de 80 y otros con el sistema Paixhans de bala con espoleta cuyos explosivos causaron estragos en la defensa.
A las 9 de la mañana el buque inglés Philomel lanzó el primer cañonazo, la banda del Regimiento Patricios rompió con los acordes del Himno Nacional y entre vivas a la patria comenzaron a responder las baterías argentinas.
En pocos minutos, la tranquila ribera del Paraná se convirtió en una imitación del infierno. Desde ambos bandos se lanzaban unos cuarenta proyectiles por minuto, generalizándose las bajas en las tropas de la Confederación. A las once un grupo de infantería francés intentó desembarcar y fue atacado por las tropas de Virto, pereciendo la mayoría de ellos bajo los sables argentinos o ahogados al huir.
General Lucio N. Mansilla
Hacia el mediodía el general Mansilla envió un parte a Rosas diciéndole que no sabía por cuanto tiempo más podría contener al enemigo pues se le agotaban las municiones. No obstante ello el fuego de las baterías argentinas había logrado dejar fuera de combate a los buques Pandour y Dolphin y generado graves daños en otros buques; pero el costo en vidas entre los artilleros criollos era altísimo. El capitán Craig debió hundir el bergantín “Republicano” que ya estaba casi desmantelado a cañonazos y se reunió con los hombres que le quedaban en las baterías de tierra.
A las cuatro de la tarde, los ingleses protegidos por el buque Fireband lograron cortar las cadenas y sobrepasar las defensas. En tierra, únicamente respondía la batería Manuelita, cuyo jefe, el coronel Thorne causaba la admiración de los enemigos, dando órdenes desde lo alto de su posición con todo su cuerpo expuesto al fuego enemigo. El general Mansilla le ordenó cesar el fuego y retirarse, pero Thorne rechazó la orden respondiendo que sus cañones le demandaban hacer fuego hasta vencer o morir. En esa posición se mantuvo hasta que un cañonazo lo hizo volar por el aire dejándolo gravemente herido y sordo de por vida. Sus soldados lo retiraron del campo llevándolo hasta el convento de San Lorenzo.
Hacia el atardecer, cuando ya no quedaban cañones ni artilleros en pie, desembarcaron los invasores; Mansilla ordenó cargar al enemigo pero un golpe de metralla lo derribó, hiriéndolo en el estómago. Entonces encabezó el ataque el coronel Ramón Rodriguez con los Patricios, dándoles una brillante carga a la bayoneta pero finalmente hubo de retirarse ante la superioridad numérica del enemigo.
La bandera argentina que, manchada de sangre, fue tomada por los ingleses en la batería de Thorne, la devolvería 38 años después el almirante Sullivan (capitán del Philomel) como muestra de su admiración por el jefe de la batería Manuelita.
En Obligado tuvieron 150 bajas los interventores y 650 las tropas de la Confederación. Fue, si se quiere, una victoria anglo-francesa. Pero poco después los invasores comprenderían que las sabias palabras de San Martín, quien les auguró un desastre, eran una realidad. Era imposible hacer pie y mantenerse en territorio argentino; por el contrario fueron combatidos a todo lo largo del Paraná. Quebracho, Ensenada, Acevedo, Tonelero y San Lorenzo marcaron serios reveses para la flota y fundamentalmente demostraron la imposibilidad de mantener un tráfico comercial, que era su principal objetivo. Los ingleses primero y luego los franceses, terminaron por doblegarse y acatar la voluntad del pueblo argentino.
En este fin de siglo dominado por el “verso” de la globalización es bueno que recordemos los ejemplos que dejaron los grandes hombres de nuestra historia como Rosas, San Martín y los héroes de Obligado. Como dijo el poeta catalán: “Que no trafique el mercader / con lo que un pueblo quiere ser”.
Oscar Fernando Larrosa (h)
“La Nueva Provincia”, 20 de noviembre de 1999, página 7.
El cañón de Obligado contestó tan insolentes provocaciones.
Su estruendo resonó en mi corazón.
Coronel artillero Martiniano Chilavert.
Batalla de la Vuelta de Obligado.
El 20 de noviembre de 1845, a orillas del Paraná, en un recodo del río llamado Vuelta de Obligado, a la altura de San Pedro; se produjo la memorable batalla de artillería entre las tropas de la Confederación Argentina y las flotas navales de Inglaterra y Francia.
Las dos principales potencias mundiales se habían acostumbrado a imponer sus intereses comerciales desde la boca de los cañones de sus poderosas flotas navales. Su poder de fuego ya lo habían sufrido Egipto y China, quedando Hong Kong como trofeo del imperialismo salvaje, y posteriormente sus víctimas serían México y Venezuela. Vieja historia que se repetiría en éste siglo con la sola variación del calibre del armamento.
En el río de la Plata contaban como aliados a un grupo de políticos ambiciosos que habían huido de Buenos Aires para escapar al castigo de sus crímenes y de otros que ponían su ideología por encima de su patria.
La flota interventora había bloqueado el puerto de Buenos Aires, había capturado la isla de Martín García y también la pequeña flota naval argentina. Exigían, sin otro derecho que la prepotencia de sus cañones, la libre navegación de los ríos interiores de la República. La obsecuencia y cobardía de los exiliados en Montevideo les hizo suponer que estaban ante otra republiqueta fácilmente dominable.
Pero la costumbre, que aún mantienen, de lograr fáciles triunfos mediante la presión diplomática o la amenaza de la fuerza, chocó contra la férrea postura de un gobernante que no era ni pusilánime ni corrupto. El general Juan Manuel de Rosas les presentó batalla en todos los frentes. En el diplomático con su hábil manejo de las debilidades del enemigo y con la inestimable colaboración del general San Martín; en el financiero produciéndoles fuertes pérdidas y un conflicto en su frente interno; y en el militar dándoles una batalla que causó la admiración de los propios agresores.
En la mañana del 20 de noviembre los buques de la flota tomaban posición frente a las baterías que a toda prisa había mandado a construir el general Lucio Norberto Mansilla, veterano de Chacabuco y Maipú. El diseño de las baterías estuvo a cargo del héroe de ese día, el coronel Juan Bautista Thorne. Todo el ancho del río fue atravesado por tres líneas de cadenas colocadas sobre lanchones y barcos desmantelados, las que estaban atadas por un extremo a tres anclas y por el otro al bergantín “Republicano”, al mando del capitán Tomás Craig, irlandés llegado a Buenos Aires con la invasión inglesa de 1806 y que luego de acriollarse combatió en el Ejercito del Norte a órdenes de Belgrano, e hizo la campaña de Perú con San Martín.
Lograron construir cuatro de las siete baterías que estaban previstas. Estas eran: la batería “Restaurador” con 6 piezas al mando del Ayudante Mayor Alvaro de Alzogaray; la batería “General Brown” con 8 piezas al mando del Tte. Eduardo Brown, hijo del Almirante; la “General Mansilla” con 8 piezas, al mando del Tte. de artillería Felipe Palacios y, mas allá de las cadenas que cerraban el paso del río, la batería “Manuelita” con 7 piezas (dos de tren volante) al mando del coronel Juan B. Thorne. La mayoría de los cañones argentinos eran de 10 libras y solo algunos de 24.
A la derecha de las baterías, en un bosque se estacionaron las tropas del Regimiento de Patricios de Buenos Aires y su banda militar, a órdenes del coronel Ramón Rodriguez. Detrás de la batería “Restaurador” había un cuerpo rural de 100 hombres al mando del Tte .Juan Gainza, seguidos por los milicianos de San Nicolás al mando del Cte. Barreda y otro cuerpo rural al mando del coronel Manuel Virto.
La reserva era comandada por el coronel José M. Cortina e incluía dos escuadrones de caballería a órdenes del Ayte. Julián del Río y del Tte. Facundo Quiroga, hijo del Tigre de los Llanos. Detrás de la reserva se encontraban unos 300 vecinos incluyendo mujeres, de San Pedro, Baradero y San Antonio de Areco, que se reunieron a último momento, armados con lo que pudieron traer.
La flota estaba constituida por once buques que sumaban 99 cañones, la mayoría de ellos de 32 libras, algunos de 80 y otros con el sistema Paixhans de bala con espoleta cuyos explosivos causaron estragos en la defensa.
A las 9 de la mañana el buque inglés Philomel lanzó el primer cañonazo, la banda del Regimiento Patricios rompió con los acordes del Himno Nacional y entre vivas a la patria comenzaron a responder las baterías argentinas.
En pocos minutos, la tranquila ribera del Paraná se convirtió en una imitación del infierno. Desde ambos bandos se lanzaban unos cuarenta proyectiles por minuto, generalizándose las bajas en las tropas de la Confederación. A las once un grupo de infantería francés intentó desembarcar y fue atacado por las tropas de Virto, pereciendo la mayoría de ellos bajo los sables argentinos o ahogados al huir.
General Lucio N. Mansilla
Hacia el mediodía el general Mansilla envió un parte a Rosas diciéndole que no sabía por cuanto tiempo más podría contener al enemigo pues se le agotaban las municiones. No obstante ello el fuego de las baterías argentinas había logrado dejar fuera de combate a los buques Pandour y Dolphin y generado graves daños en otros buques; pero el costo en vidas entre los artilleros criollos era altísimo. El capitán Craig debió hundir el bergantín “Republicano” que ya estaba casi desmantelado a cañonazos y se reunió con los hombres que le quedaban en las baterías de tierra.
A las cuatro de la tarde, los ingleses protegidos por el buque Fireband lograron cortar las cadenas y sobrepasar las defensas. En tierra, únicamente respondía la batería Manuelita, cuyo jefe, el coronel Thorne causaba la admiración de los enemigos, dando órdenes desde lo alto de su posición con todo su cuerpo expuesto al fuego enemigo. El general Mansilla le ordenó cesar el fuego y retirarse, pero Thorne rechazó la orden respondiendo que sus cañones le demandaban hacer fuego hasta vencer o morir. En esa posición se mantuvo hasta que un cañonazo lo hizo volar por el aire dejándolo gravemente herido y sordo de por vida. Sus soldados lo retiraron del campo llevándolo hasta el convento de San Lorenzo.
Hacia el atardecer, cuando ya no quedaban cañones ni artilleros en pie, desembarcaron los invasores; Mansilla ordenó cargar al enemigo pero un golpe de metralla lo derribó, hiriéndolo en el estómago. Entonces encabezó el ataque el coronel Ramón Rodriguez con los Patricios, dándoles una brillante carga a la bayoneta pero finalmente hubo de retirarse ante la superioridad numérica del enemigo.
La bandera argentina que, manchada de sangre, fue tomada por los ingleses en la batería de Thorne, la devolvería 38 años después el almirante Sullivan (capitán del Philomel) como muestra de su admiración por el jefe de la batería Manuelita.
En Obligado tuvieron 150 bajas los interventores y 650 las tropas de la Confederación. Fue, si se quiere, una victoria anglo-francesa. Pero poco después los invasores comprenderían que las sabias palabras de San Martín, quien les auguró un desastre, eran una realidad. Era imposible hacer pie y mantenerse en territorio argentino; por el contrario fueron combatidos a todo lo largo del Paraná. Quebracho, Ensenada, Acevedo, Tonelero y San Lorenzo marcaron serios reveses para la flota y fundamentalmente demostraron la imposibilidad de mantener un tráfico comercial, que era su principal objetivo. Los ingleses primero y luego los franceses, terminaron por doblegarse y acatar la voluntad del pueblo argentino.
En este fin de siglo dominado por el “verso” de la globalización es bueno que recordemos los ejemplos que dejaron los grandes hombres de nuestra historia como Rosas, San Martín y los héroes de Obligado. Como dijo el poeta catalán: “Que no trafique el mercader / con lo que un pueblo quiere ser”.
Oscar Fernando Larrosa (h)
“La Nueva Provincia”, 20 de noviembre de 1999, página 7.
Conflictos limítrofes: Incidente en el Islote Perejil (2002)
El incidente de la isla Perejil
La Crisis del Islote Perejil suele causar hilaridad en el extranjero, sobre todo por desconocimiento de las posibles implicaciones que este minúsculo acto podía conllevar con Ceuta y Melilla, asi como por el desconocimiento de la historia de las relaciones Marruecos/España y el que actos tan minúsculos como este en el pasado fueron el comienzo de conflictos armados entre ambos países.
Este es un articulo de la Revista General de Marina que explica pormenorizadamente el desencadenante, la crisis y su resolución.
La conducción operativa de la crisis del Islote del Perejil
VA Julio Aalbert Ferrero
RGM, Noviembre de 2002
Como es sabido, el 11 de julio pasado fuerzas de la gendarmería marroquí ocuparon el islote Perejil, de soberanía española, situado en las cercanías de Ceuta. Posteriormente fueron relevadas por fuerzas del Ejército marroquí.
El Gobierno español pidió explicaciones al Gobierno marroquí sin obtener respuesta alguna. La Unión Europea solicitó la retirada marroquí y la OTAN instó a Rabat a dar fin a la ocupación, considerándola como un acto inamistoso.
España consideró inadmisible este acto de fuerza, que ponía fin a la situación de hecho establecida y mantenida desde los años 60, como situación de statu quo, por la cual ambos países se abstenían de establecer cualquier asentamiento permanente en el islote, así como a desplegar cualquier símbolo de soberanía.
Ante esta situación el Gobierno español podía llevar a cabo las tres líneas de acción siguientes:
-Línea de acción A: reconquistar el islote mediante una acción inmediata en fuerza.
-Línea de acción B: iniciar una conducción operativa de crisis.
-Línea de acción C: admitir la ocupación iniciando únicamente protestas por vía diplomática.
No cabe duda que la línea de acción A era la que más satisfacía al orgullo y al honor nacional y la que hubiera reportado mayor prestigio ante el mundo y, sobre todo, ante nuestros aliados, con excepción de "honrosas excepciones" que respondían a fines bastardos cínicamente aireados.
La línea de acción B suponía una actitud más conservadora y prudente.
La línea de acción C era la menos peligrosa, pero también la menos digna.
El Gobierno español decidió emprender la línea de acción B, que consistía en iniciar una protesta formal diplomática y, en caso de no recibir una respuesta que incluyese la finalización de la ocupación, proceder a la reconquista del islote.
Esta decisión implicaba el llevar a cabo acciones propias de una crisis de nivel medio, que podría desembocar en una situación de crisis de nivel alto en la que se emplean las armas.
A efectos ilustrativos expondremos el desarrollo conceptual de la conducción operativa de las crisis con aplicación al caso que nos ocupa. En general, la conducción operativa de las crisis consiste en una serie de acciones políticas, diplomáticas, económicas y militares que se desarrollan en tres fases: el desafío, la reacción y el acuerdo.
El desafío es la acción seguida para conseguir un objetivo. Su característica fundamental es la sorpresa. Así pues la ocupación de Perejil ha sido un auténtico desafío con el objeto de realzar las reivindicaciones marroquíes sobre nuestros territorios del norte de África,
La reacción es la conducción de la crisis propiamente dicha, doctrinalmente se conoce como la maniobra, v en ella se pretende:
- Evitar una escalada peligrosa.
- Mantener la libertad de acción.
- Permitir al oponente una salida honrosa.
- Posibilidad de llegar a un acuerdo.
El acuerdo es el final de una buena maniobra, que tratará de ser una solución de compromiso capaz de satisfacer a ambas partes. La maniobra ha fracasado cuando, tras una escalada peligrosa, se llega al conflicto armado.
El Gobierno inició la maniobra activando el Gabinete de Crisis, creado por un Decreto de la Presidencia del Gobierno del año 1986. Está constituido por el presidente del Gobierno, como presidente, y el vicepresidente del Gobierno, como vicepresidente, y como vocales permanentes los ministros de Asuntos Exteriores, Defensa, Interior, Economía y Hacienda. El director del Gabinete del Presidente del Gobierno actúa como secretario. Al propio tiempo el decreto establece que coyunturalmente también pueden incorporarse al gabinete aquellas personas que por las características de la crisis puedan tener una relación directa. Llama poderosamente la atención que el jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), máximo mando militar del Estado, si exceptuamos a S. M. el Rey, no sea miembro permanente (perdón por el inciso).
Esta acción fue secundada por la protesta oficial presentada por nuestro embajador en Rabat y la comunicación a nuestros aliados de la OTAN y de la UE, así como a la ONU, seguida por la conversación telefónica entre ambos ministros de Asuntos Exteriores. Con todo ello, el Gobierno cumplió con el primer requisito de "evitar una escalada peligrosa".
Ante la negativa del Gobierno marroquí se procedió a ocupar el islote desalojando a la fuerza marroquí, conservando, por tanto, el segundo principio doctrinal de "libertad de acción".
Esta operación fue concebida, planeada y ejecutada con brillantez bajo el mando operativo del JEMAD, que promulgó las preceptivas reglas de enfrentamiento (ROEs=Rules of Engagement), según la doctrina vigente. Participaron fuerzas de los tres ejércitos bajo el mando táctico de sus jefes directos constituyendo una acción conjunta bajo el control operativo del comandante del Grupo de Unidades de Proyección de la Flota a bordo del buque de mando Castilla.
Seguidamente España retiró la fuerza de ocupación, con lo que cumplió el requisito de permitir al oponente "una salida honrosa".
Tanto España como Marruecos decidieron mantener la situación de statu quo, lo que de hecho ha supuesto implícitamente llegar al "acuerdo", cuarto y último requisito de la maniobra, previa intención de reunirse próximamente los ministros de Asuntos Exteriores.
Como conclusión final puede decirse que el Gobierno ha realizado una correcta conducción operativa de la crisis conforme a la doctrina oficial, y que en este caso concreto está referida únicamente a la situación creada por la ocupación del islote del Perejil y, por tanto, es independiente de las crisis que surgirán en un futuro inmediato ante las constantes reivindicaciones marroquíes, en las que España tendrá que emprender acciones de retorsión de índole económica, política y militar que le permitan conservar la libertad de acción.
La Operación Romeo Sierrra y la acción conjunta
CA José Mª Treviño Ruiz
RGM, Octubre de 2002
La primera operación militar española en la que intervinieron fuerzas terrestres, navales y aéreas, fue el desembarco de Alhucemas del 8 de septiembre de 1925, operación que, además de conjunta, fue combinada al intervenir unidades de la flota francesa, al mando del contralmirante Hallier.
Mandaba toda la operación el general Primo de Rivera, a la sazón presidente del Gobierno, Y sus mandos componentes eran el general Sanjurjo, al frente de la fuerza de desembarco; el vicealmirante Yolif, con las fuerzas navales, y el general Soriano, director de la aviación militar, como jefe de la Fuerza Aérea.
Tres cuartos de siglo más tarde, y teniendo de nuevo como escenario el norte de África, en este caso la minúscula isla del Perejil, se desarrolló la primera operación conjunta real desde la unificación de los tres ministerios militares, hace un cuarto de siglo, acción realizada bajo el mando operativo (OPCOM), del almirante general Moreno Barberá, jefe del Estado Mayor de la Defensa que promulgaría el plan de operaciones (OPLAN) y en la que intervendrían efectivos de los tres ejércitos, siendo el comandante de la Fuerza Operativa (COMANFOR) otro oficial general naval, el contralmirante Bringas, comandante del Grupo de Unidades de Proyección de la Flota (COMGRUFLOT), que tendría el OPCON o control operativo de la Fuerza. Como mandos componentes intervendrían el Mando Operativo Terrestre, que delegaría el planeamiento de la toma de la isla en sí en el jefe del reciente mente constituido Mando de Operaciones Especiales, el general Andreu, con sede en Rabasa (Alicante), y que tendría el Mando Táctico o TACOM de los efectivos terrestres.
El Mando Operativo Naval, a su vez, delegaría el planeamiento de la fase anterior a la operación propiamente dicha y el despliegue naval inicial en el almirante de la Flota, almirante Balbás, con su cuartel general en Rota, que delegaría previamente el TACOM de las unidades navales qué se encontraban desplegadas en el área en el comandante de la fragata Navarra, capitán de fragata Rodríguez Garat. Por último, todo lo referente a las operaciones de defensa aéreas sería delegado por el Mando Operativo Aéreo en el general jefe del Mando de Combate (GJMACOM), general Rubio, ubicado en la base aérea de Torrejón, y que tendría el TACOM de las unidades del Ejército del Aire, mostrando una gran flexibilidad y adaptación a la situación.
Cuando los periódicos del viernes 12 de julio de 2002 anunciaron en su primera página la ocupación de la española isla del Perejil, por parte de una docena de gendarmes marroquíes, pocos sabían dónde ubicarla y casi nadie de su azarosa historia.
Como un farallón más entre punta Leona y punta Almansa, oculta a los distraídos ojos de los buques mercantes que a diario transitan por el estrecho de Gibraltar, la isla del Perejil o Peregil se yergue, a seis millas de Ceuta, cual pétreo centinela frente a la costa marroquí, distante apenas 1,5 cables de su rocoso y escarpado perímetro. Su forma es casi triangular con una milla de bojeo; su lado mayor de apenas 500 metros y el menor de 300 le otorgan una superficie aproximada de unos 75.000 m2 formando una meseta con una altura máxima de 74 m, de escasa vegetación y carente de agua.
La isla fue posesión portuguesa desde el año de 1415, y albergó en épocas pretéritas alguna edificación para defenderse de las acometidas de los piratas berberiscos que merodeaban por sus costas, atentos al paso de los buques cristianos que cruzaban por el Estrecho. Tras la unión de los reinos de España y Portugal en la persona de Felipe 11, la ciudad de Ceuta y la isla del Perejil pasaron en 1581 a la corona española, permaneciendo en ese mismo estatus al separarse España y Portugal, gracias al tratado firmado el 13 de marzo de 1663, por el que el monarca español devolvía al lusitano todas las posesiones portuguesas menos la plaza fuerte de Ceuta y la isla del Perejil.
A lo largo de su historia, en 1580, 1610, 1746 y 1762, los ingenieros militares españoles realizaron diferentes estudios para artillarla y controlar el Estrecho, pero siempre se abandonó el proyecto por oneroso. En 1808, y tras la invasión napoleónica, tropas españolas guarnecieron la isla hasta 1813, siguiendo los consejos de los ingleses, que a su vez trataron de ocuparla sin éxito en 1848. Por la firma de la paz de Wad?Ras, el sultán de Marruecos cedía a Su Majestad la Reina de las Españas, "a perpetuidad y en pleno dominio y soberanía, todo el territorio comprendido desde el mar, siguiendo las alturas de la sierra Bullones, hasta el barranco de Anghera". En 1887, el Gobierno español mandó construir un faro, izándose la bandera española de forma permanente. El 1 de abril de 1889, el sultán de Marruecos quiso colocar una garita de vigilancia en la isla, pero ante las protestas del gobierno español hubo de abandonar esa idea. Con el final del protectorado español de Marruecos en 1956, no se hizo ninguna referencia a la isla, que mantuvo una pequeña guarnición, compuesta por un cabo y cuatro soldados de la Compañía de Mar de Ceuta, hasta comienzos de los años 60, en que se retiró el último soldado. La última mención oficial de la isla vino en la presentación, ante el Congreso de los Diputados el 26 de febrero de 1986, del Estatuto de la Ciudad de Ceuta, que en su artículo 2.' del título preliminar decía así: "... el territorio de la ciudad de Ceuta es, junto con el peñón de Vélez de la Gomera y la isla del Perejil, el comprendido en la delimitación actual de su territorio municipal".
La situación
El 11 julio de 2002, una embarcación de la Guardia Civil del Mar procedente de Ceuta, avistaba poco después de las 1400 horas dos banderas marroquíes izadas, una tienda de campaña y a una docena de individuos que, trepando por la escarpada costa de la ensenada de Levante o del Rey, se habían instalado en la isla del Perejil. Los individuos iban uniformados con unos monos de la Gendarmería marroquí, y su mando lo ostentaba el capitán de corbeta Said Gournari de la Marina Real Marroquí -antiguo alumno de la extinta ETEA (Escuela de Transmisiones y Electrónica de la Armada, en Vigo) donde cursó la especialidad de Electrónica-, que se negó a obedecer a los requerimientos de los guardias civiles de abandonar la isla.
Puesto el hecho en conocimiento de la cadena de mando de los ministerios del Interior y Defensa, esa misma tarde se reunía el ministro de Defensa con los miembros de la junta de jefes de Estado Mayor para tratar esa flagrante violación de la soberanía española en una isla, que aunque situada frente a la costa de Marruecos, dista tan sólo siete millas de Tarifa, estando además dentro del radio de acción de las piezas de artillería de costa del MACTAE (Mando de Artillería de Costa del Estrecho). Naturalmente la situación no se debía resolver a cañonazos, y el problema que se debatía a los más altos niveles era la forma de recuperar la isla del Perejil sin escalar desmesuradamente la crisis ni empeorar de forma irreversible las relaciones entre España y Marruecos. Quizá si esa misma noche se hubieran enviado dos estol helitransportados de la Unidad de Operaciones Especiales (UOE) de la Infantería de Marina, cuyo acuartelamiento de San Carlos en San Fernando se encontraba a tan sólo 50 millas náuticas del escenario de la invasión, la crisis se hubiera abortado antes de nacer; pero no fue así, y al día siguiente la invasión era noticia de primera página en todos los medios de comunicación social, y las reivindicaciones de Marruecos eran una provocación constante para todos los españoles dignos de este nombre.
En tanto en cuanto no se tomaba una decisión a nivel político, los estados mayores de los tres ejércitos y el Estado Mayor Conjunto de la Defensa empezaron a estudiar las diferentes líneas de acción, teniendo en cuenta los diversos factores que afectaban al problema y las distintas hipótesis a considerar. No había que olvidar el caso de las Malvinas, en que los argentinos consideraron la hipótesis que los británicos no iban a organizar una fuerza expedicionaria para recuperar las islas, y cuando la task force de la Marina británica se hizo a la mar, no existía un plan alternativo para evitar su reconquista.
Lo primero a considerar era la amenaza que podría cernirse sobre las tropas españolas en el caso de intentar una operación para recuperar la isla. Extrayendo y analizando los datos de Marruecos en el conocido anuario Military Balance, llama la atención el desequilibrio existente entre los tres ejércítos, a favor del de Tierra, algo que tiene su explicación si pensamos que Marruecos siempre tiene omnipresente el conflicto del Sáhara, donde el Frente Polisario materializa una guerrilla sin elementos aéreos ni navales.
El potente Ejército de Tierra, creado en 1956 a raíz de la independencia de Marruecos, ha sufrido en los últimos 25 años, y como consecuencia de la expansión hacia el sur, un enorme crecimiento, habiendo pasado de 80.000 hombres en 1975, año de la ocupación del Sáhara Español, a más del doble, unos 175.000, aunque, eso sí, con el 80 por 100 de sus efectivos desplegados en las provincias saharauis, estacionando el resto de sus unidades en las proximidades de su potencial enemigo argelino, con el que sostuvo una corta guerra a comienzos de los 60. En esencia el Ejército Real consta de una brigada ligera de seguridad, de guarnición en el área de Rabat para guardia y protección del rey Mohamed VI, una brigada acorazada con carros M-60, dos brigadas paracaidistas y tres brigadas de infantería mecanizadas. Además de estas grandes unidades, existe una pléyade de regimientos y batallones desplegados a lo largo y ancho del extenso territorio marroquí, amén de unidades de operaciones especiales. El total de unidades acorazadas y mecanizadas se estima en unas 2.600, contando con 320 carros de combate norteamericanos M-60 y 185 M-48A5 similares a los españoles, estando pendientes de recibir los más modernos T-72B de origen bielorruso
En el ámbito naval, sus buques son bien conocidos, pues la mayoría han sido construidos en astilleros españoles, como es el caso de la hasta ahora su unidad más potente de su Marina, la corbeta clase Descubierta, Lt. Col. Arrahmani, dotada de misiles Exocet y torpedos antisubmarinos. De acuerdo con el prestigioso anuario Jane's Fighting Ships, mucho más moderna es la fragata Mohamed V, entregada en marzo de este mismo año por los astilleros franceses de L´Átlantique en Saint Nazaire, similar a las de la clase Floreal de la Marina francesa y dotada asimismo de misiles antibuque Exocet. El grueso de las unidades de la Marina real marroquí lo forman una treintena de patrulleros de las clases Lazaga (4) y Cormorán (6), construidos igualmente por Izar; Osprey Mk-II (4), de construcción danesa; PR-72 (2), PR-32 (10) y OPV- 64 (6) de construcción francesa; en total 32 patrulleros de diversas características.
Exceptuando los cuatro Lazaga que cuentan con misiles Exocet MM-38 antibuque, el resto de los patrulleros sólo cuenta con cañones con calibres que oscilan entre los 76 mín de los Lazaga y PR-72 a los 40 mm del resto, con la excepción de los pequeños PR-32, que sólo llevan un cañón de 20 mm. Existen además una treintena de lanchas de la Gendarmería, Arcor 46 (18) y Arcor 53 (15), de nulo valor militar, dedicadas a la represión del contrabando y tráfico de drogas.
Todas estas unidades se encuentran repartidas entre el Mediterráneo y el Atlántico, estacionadas en sus base principales de Casablanca y Alhucemas. Los efectivos totales alcanzan ¡os 8.000 hombres, la mayoría procedentes del servicio militar obligatorio que dura 18 meses, incluyendo a los 1.500 infantes de marina, en su mayoría estacionados en Alhucemas, que cuentan con un reducido número de buques y embarcaciones de desembarco.
Los comienzos de la Real Fuerza Aérea marroquí fueron con aviones soviéticos, Mig-15 y Mig-17, y su modernización posterior consistió en la adquisición de aviones norteamericanos F-5 y franceses Mirage F-1 que todavía perduran, aunque se está pendiente de adquirir aviones F-16 de origen saudí, que elevarán notablemente la capacidad aérea. En total la Fuerza Aérea marroquí cuenta con unos 200 aparatos entre aviones y helicópteros, de los que aproximadamente unos 70 son cazas de los dos tipos antes mencionados.
Un rápido análisis de todo lo anteriormente expuesto nos lleva a la conclusión que las FAS marroquíes están compuestas por un numeroso y mecanizado Ejército de Tierra, con tropas aguerridas y adiestradas gracias a ese extenso campo de maniobras que es el Sáhara Occidental, aunque desplegadas en su mayoría en el sur. La Marina, más propia de un servicio de guardacostas que de una armada oceánica, se compone de unidades de pequeño porte, armadas con cañones de pequeño calibre, con la excepción de los seis buques antes mencionados dotados de misiles Exocet, estando organizadas y concebidas para cubrir sus prolongadas costas, desde la frontera con Argelia hasta la de Mauritania, para vigilar y controlar sus ricos bancos pesqueros y reprimir el contrabando y el tráfico ¡legal de drogas e inmigrantes. Su Fuerza Aérea, a todas luces necesitada de una modernización (de ahí la adquisición de los F-16), y con un adiestramiento que presuponemos inferior al de cualquier fuerza aérea de la OTAN, puede no obstante alcanzar objetivos al otro lado del Estrecho si el país atacado no dispone de una defensa aérea eficaz.
El desarrollo de los acontecimientos posteriores
A las pocas horas de la invasión, helicópteros Cougar y Chinook del Ejército de Tierra, operando desde el helipuerto ceutí de Viña Acevedo y del melillense de Rostrogordo, reforzaban las guarniciones del peñón de Vélez de la Gomera, enclavado en la bahía de Alhucemas, la isla de este nombre y el archipiélago de las Chafarinas, poco después que un patrullero marroquí se aproximara a la isla del Rey, de este archipiélago, también deshabitada. Simultáneamente las guarniciones de Ceuta y Melilla, con más de 7.000 efectivos, eran puestas en estado de máxima alerta y acuarteladas.
La fragata Navarra, con una unidad de Infantería de Marina y embarcaciones Supercat a bordo, a la que más tarde se le uniría su gemela Numancia, alistada en un tiempo récord, se incorporaba el mismo día 12 para tomar el mando táctico de los patrulleros Laya, Cándido Pérez y P-114, que ya se encontraban en las proximidades de la isla del Perejil, ejerciendo además una poderosa disuasión con su sola presencia, dadas las características de sus misi¡les Harpoon antibuque y Standard SM-1MR antiaéreos. Simultáneamente las corbetas Infanta Elena y Cazadora se dirigían a la zona del cabo Tres Forcas para controlar los accesos al puerto de Melilla y vigilar el archipiélago de las Chafarinas. Desde el arsenal de Ferrol, saldrían con rumbo sur las fragatas Baleares y Asturias de la 31.' Escuadrilla, con gran capacidad antiaérea gracias a sus radares tridimensionales SPS-52B y sus misiles SAM Standard SM-1MR.
El Ejército del Aire tampoco permanecía ocioso, alertando sus Alas 11, 12, 14, y 15 de aviones F/A-18 Hornet y Mirage F-1, desplegados en las bases aéreas de Morón, Albacete, Torrejón y Zaragoza, al mismo tiempo que su red de alerta y control, compuesta por todos los EVA (Escuadrón de Vigilancia Aérea) más el GRUMOCA (Grupo Móvil de Control Aéreo) desplegado, estratégicamente dispuestos en el perímetro exterior de la península Ibérica, islas Canarias y Baleares, constituían un telón impenetrable a cualquier raid que pretendiese violar el espacio aéreo español.
En la misma mañana del viernes día 12, el contralmírante Bringas, comandante del Grupo de Unidades de Proyección de la Flota COMGRUFLOT, recibía una llamada del almirante de la Flota en la que le comunicaba que había sido designado COMANFOR o comandante de la Fuerza Operativa que debía restituir el islote a la soberanía española. En la base militar de Rabasa, en Alicante, sede del Mando de Operaciones Especiales (MOE), el general de brigada Andreu, jefe del MOE, recibía la orden del Mando Operativo Terrestre (MOT) de alistar y preparar una unidad de operaciones especiales que sería helitransportada cuando el gobierno así lo decidiese para recuperar la isla del Perejil sin derramamiento de sangre y en el menor tiempo posible una vez dada la orden de tomar la isla.
Desde el centro de operaciones aéreas CAOC-8 ubicado en la base aérea de Torrejón, el teniente general Rubio, general jefe del Mando Aéreo de Combate (GJMACOM), dirigía todo lo concerniente a la defensa aérea de España: la alerta de los cazas F-18 y F-1 puestos a su disposición, la adquisición de información relativa a la operación, se obtendría por medio de aviones Aviocar 212, Falcon 20, Cessna Citation y aviones de patrulla marítima P3 Orion basados en la base aérea de Motón. Esta información posteriormente sería procesada en el Centro de Inteligencia Aérea (CIA).
Mientras continuaba el intercambio de notas diplomáticas entre Madrid y Rabat sin llegar a ningún acuerdo, los estados mayores de los tres ejércitos seguían planeando la operación conjunta, coordinados por el EMACON. El estado mayor del almirante Bringas se encontraba a bordo del buque anfibio Castilla, LPD especialmente configurado para actuar como buque de mando de una fuerza, al estar dotado de todos los sistemas CIS (command information system) necesarios en operaciones conjunto combinadas. El día 16 salió a la mar estacionándose en el área del Estrecho, listo para dirigir las operaciones de recuperación de la isla, controlando la actuación de buques, aviones, helicópteros, fuerzas de operaciones especiales y de Infantería de Marina.
La operación conjunta de recuperación de la isla
En la tarde del 16 de julio, festividad de la virgen del Carmen, patrona de la Armada, la normalidad reinaba a bordo de los buques que patrullaban el mar de Alborán y el Estrecho. En la mar se encontraban las fragatas Navarra, Numancia y Baleares en el área del Estrecho, junto con los patrulleros Laya, Cándido Pérez, Izaro, P-111 y P-114. En el área de Melilla, las corbetas Caza dora e Infanta Elena seguían proporcionando cobertura naval a las Chafarinas y a la ciudad autonómica. No muy lejos de Tarifa, la Unidad de Operaciones Especiales del Tercio de Armada a bordo del Castilla, con helicópteros de las 3ª' y 5ª escuadrillas de aeronaves, se encontraba lista para intervenir. En el aeropuerto de Málaga la EZAPAC, o Escuadrón de Zapadores Paracaidistas, había destacado un equipo táctico o TACP que se encontraba igualmente alistado para entrar en acción.
En Rabasa ya se ubicaban los cuatro helicópteros Cougar que debían transportar a los 23 hombres del Grupo de Operaciones Especiales III (GOE III) que iban a intervenir directamente en la recuperación de la isla, a ellos se unirían cinco infantes de marina, dos tenientes, un brigada y dos cabos, que participarán asimismo en la operación. Estos helicópteros de transporte irían escoltados, desde la base de El Copero (Sevilla), por tres helicópteros de ataque HU-10 armados con AMP de 12,7 mm.
A las 2343 horas el presidente del Gobierno tomó la decisión de emplear la alternativa militar, orden que transmitió el ministro de Defensa a todos los miembros de la JUJEM, llegando a Bétera la orden de despegue de los helicópteros que deberían transportar a elementos del GOE III, desde Rabasa a la base de El Copero en Sevilla, donde repostarían para iniciar el salto final a las 0400 horas, junto con los tres helicópteros de escolta HU-10, no sin antes recoger en Facinas, Cádiz, a los cinco infantes de marina, dos de ellos controladores aéreos avanzados ó ACAF y el resto de operaciones especiales.
La hora H se fijó a las 0617 horas del día 17 de julio, es decir, al comenzar el crepúsculo matutino, de forma que los helicópteros dejasen a los incursores con las primeras luces del alba. Paralelamente un helicóptero de la 10ª escuadrilla de la FLOAN, estacionado en Rota, había estado haciendo un vuelo FLIR, actualizando los contactos de superficie en el área que pudiesen afectar a la operación, contactos que afortunadamente se reducían a simples patrulleros, no habiendo rastro ni de la corbeta Arrahmani ni de la fragata Mohamed V, que hubieran podido comprometer el éxito de la operación en el último instante; tan sólo el patrullero Al Hahiq (308), de la clase Osprey Mk-III de 475 t y armado con un cañón Bofors 40/60 y dos Oerlikon 20 mm, se encontraba frente a la isla del Perejil, pudiendo suponer un peligro para los helicópteros y sus ocupantes.
A las 0627 horas, con un ligero retraso sobre el horario previsto debido al fuerte viento de levante reinante que ya alcanzaba los 35 nudos, tomaba tierra en la isla el primer Cougar, siendo seguido por el segundo y el tercero, que depositaron a los 23 efectivos del GOE III y los cinco infantes de marina, sin otro percance que el toque de una de las aspas del rotor de un Cougar con una protuberancia de tierra, afortunadamente sin consecuencias.
Paralelamente dos patrulleros de la Armada, ízaro y Laya, dando muestras de arrojo y decisión, ya que desplazaban bastante menos que el Al Hahiq se situaron a banda y banda del patrullero marroquí emparedándolo prácticamente, sin permitirle reaccionar ante la incursión hel ¡transportadas, y mucho menos abrir fuego, todo ello ante la vigilante mirada de la fragata Navarra, atenta a la maniobra con todos sus sensores y armas alistados.
Afortunadamente los seis infantes de marina marroquíes, ocupantes de la isla, no reaccionaron violentamente y, siguiendo las indicaciones del Cougar que portaba un equipo de megafonía, los tres centinelas depusieron sus armas, mientras que los tres soldados restantes que descansaban fueron súbitamente despertados. La bandera marroquí fue reemplazada por la española, y aquí acabó la operación militar propiamente dicha, que si bien su ejecución apenas duró una hora, mientras se rastreaba la isla en busca de más ocupantes, su preparación duró cinco días.
El único daño fue, además de la pala del rotor ya mencionada, un golpe en la rodilla de un soldado español producido al saltar desde su helicóptero. Una hora más tarde la Legión de Ceuta relevaba en la isla a los efectivos de operaciones especiales, y los seis militares marroquíes, a los que se trató de forma correcta, dándoles un desayuno caliente y una muda limpia en Ceuta, fueron devueltos sobre las 10 de la mañana en El Tarahal, punto fronterizo de Ceuta con Marruecos, junto con su armamento personal: cuatro fusiles de asalto AK-47 y dos H&K.
Durante el desarrollo de la operación y horas posteriores, se mantuvieron alertados los Harrier de la 9ª escuadrilla y en el aire aviones F-18 que actuaron como CAP (combat air patrol), dispuestos a interceptar cualquier traza no identificada que tratase de penetrar en el espacio aéreo español.
Conclusiones
Una acción por parte de uno de los centinelas disparando su Kalashnikov hubiera podido suponer la pérdida de un helicóptero Cougar, con el riesgo de perecer todos sus ocupantes. A su vez, si el patrullero clase Osprey hubiera abierto fuego, podía igualmente haber hecho abortar la operación, por lo que posiblemente habría sido necesario acallarlo. La pérdida de un solo marroquí hubiese supuesto una serie de protestas por parte del mundo árabe, con consecuencias políticas y económicas incalculables para España. Las bajas de efectivos españoles hubieran sido difícilmente justificables frente a la opinión pública. Por ello no se podía correr ningún riesgo gratuito, que habría convertido la operación militar en un fracaso, si no militar, al menos político.
La efectividad de las unidades de operaciones especiales, probada durante la guerra de Afganistán, y los riesgos asimétricos actuales han obligado a adquirir una mayor y más veloz capacidad de proyección por parte de los tres ejércitos. La discreción y disuasión del submarino, al mismo tiempo que su inmunidad, lo hacen una pieza valiosísima, no sólo como fuente de inteligencia, sino también para el desembarco de unidades de operaciones especiales en costas hostiles. Pensemos en cuán distinta hubiese sido la operación desde el punto de vista naval si en el Orbat adversario hubiese habido un solo submarino. El rápido alistamiento de las fragatas de la Armada, al igual que el de los efectivos del Tercio de Armada, embarcados en los diferentes buques que intervinieron y destacados en Ceuta con sus embarcaciones Supercat, hacen de estas fuerzas unidades de alta disponibilidad. La defensa aérea de España estuvo en todo momento garantizada por el Mando de Combate, gracias a sus aviones F-18 y F-1 y los aviones Harrier de la FLOAN, así como a sus escuadrones de vigilancia aérea (EVAs).
La adquisición de helicópteros de combate tipo Apache o Tigre por parte de las FAS españolas puede considerarse una necesidad, si no para esta ocasión sí para el futuro, previendo una reacción hostil por parte de un numeroso y aguerrido Ejército de Tierra adversario dotado de más medio millar de carros de combate. La posibilidad de contar con patrulleros dotados con mis¡les antibuque, un viejo proyecto olvidado con los patrulleros clase Lazaga tristemente desguazados, evitaría en el futuro exponer costosas fragatas frente a patrulleros lanzamisiles adversarios ante ataques de un misil Exocet. Igualmente la necesidad de contar con más baterías de misiles antiaéreas para defender la costa sur de España es otra realidad para el caso de una incursión aérea procedente del norte de África.
La invasión de la minúscula isla de Granada por parte de los Estados Unidos en la década de los 80 sirvió para comprobar que los tres ejércitos no tenían procedimientos normalizados y que no se entendían en el campo de las comunicaciones. La crisis de la isla del Perejil ha servido para demostrar que las Fuerzas Armadas españolas son capaces de realizar una operación conjunta de forma impecable, pero que es necesario realizar una serie de adquisiciones en las dotaciones armamentísticas de los tres ejércitos, pues, llegado el caso de una confrontación con algún vecino norteafricano, los ejércitos españoles se verían irremisiblemente solos para afrontarla.
Fin.
La Crisis del Islote Perejil suele causar hilaridad en el extranjero, sobre todo por desconocimiento de las posibles implicaciones que este minúsculo acto podía conllevar con Ceuta y Melilla, asi como por el desconocimiento de la historia de las relaciones Marruecos/España y el que actos tan minúsculos como este en el pasado fueron el comienzo de conflictos armados entre ambos países.
Este es un articulo de la Revista General de Marina que explica pormenorizadamente el desencadenante, la crisis y su resolución.
La conducción operativa de la crisis del Islote del Perejil
VA Julio Aalbert Ferrero
RGM, Noviembre de 2002
Como es sabido, el 11 de julio pasado fuerzas de la gendarmería marroquí ocuparon el islote Perejil, de soberanía española, situado en las cercanías de Ceuta. Posteriormente fueron relevadas por fuerzas del Ejército marroquí.
El Gobierno español pidió explicaciones al Gobierno marroquí sin obtener respuesta alguna. La Unión Europea solicitó la retirada marroquí y la OTAN instó a Rabat a dar fin a la ocupación, considerándola como un acto inamistoso.
España consideró inadmisible este acto de fuerza, que ponía fin a la situación de hecho establecida y mantenida desde los años 60, como situación de statu quo, por la cual ambos países se abstenían de establecer cualquier asentamiento permanente en el islote, así como a desplegar cualquier símbolo de soberanía.
Ante esta situación el Gobierno español podía llevar a cabo las tres líneas de acción siguientes:
-Línea de acción A: reconquistar el islote mediante una acción inmediata en fuerza.
-Línea de acción B: iniciar una conducción operativa de crisis.
-Línea de acción C: admitir la ocupación iniciando únicamente protestas por vía diplomática.
No cabe duda que la línea de acción A era la que más satisfacía al orgullo y al honor nacional y la que hubiera reportado mayor prestigio ante el mundo y, sobre todo, ante nuestros aliados, con excepción de "honrosas excepciones" que respondían a fines bastardos cínicamente aireados.
La línea de acción B suponía una actitud más conservadora y prudente.
La línea de acción C era la menos peligrosa, pero también la menos digna.
El Gobierno español decidió emprender la línea de acción B, que consistía en iniciar una protesta formal diplomática y, en caso de no recibir una respuesta que incluyese la finalización de la ocupación, proceder a la reconquista del islote.
Esta decisión implicaba el llevar a cabo acciones propias de una crisis de nivel medio, que podría desembocar en una situación de crisis de nivel alto en la que se emplean las armas.
A efectos ilustrativos expondremos el desarrollo conceptual de la conducción operativa de las crisis con aplicación al caso que nos ocupa. En general, la conducción operativa de las crisis consiste en una serie de acciones políticas, diplomáticas, económicas y militares que se desarrollan en tres fases: el desafío, la reacción y el acuerdo.
El desafío es la acción seguida para conseguir un objetivo. Su característica fundamental es la sorpresa. Así pues la ocupación de Perejil ha sido un auténtico desafío con el objeto de realzar las reivindicaciones marroquíes sobre nuestros territorios del norte de África,
La reacción es la conducción de la crisis propiamente dicha, doctrinalmente se conoce como la maniobra, v en ella se pretende:
- Evitar una escalada peligrosa.
- Mantener la libertad de acción.
- Permitir al oponente una salida honrosa.
- Posibilidad de llegar a un acuerdo.
El acuerdo es el final de una buena maniobra, que tratará de ser una solución de compromiso capaz de satisfacer a ambas partes. La maniobra ha fracasado cuando, tras una escalada peligrosa, se llega al conflicto armado.
El Gobierno inició la maniobra activando el Gabinete de Crisis, creado por un Decreto de la Presidencia del Gobierno del año 1986. Está constituido por el presidente del Gobierno, como presidente, y el vicepresidente del Gobierno, como vicepresidente, y como vocales permanentes los ministros de Asuntos Exteriores, Defensa, Interior, Economía y Hacienda. El director del Gabinete del Presidente del Gobierno actúa como secretario. Al propio tiempo el decreto establece que coyunturalmente también pueden incorporarse al gabinete aquellas personas que por las características de la crisis puedan tener una relación directa. Llama poderosamente la atención que el jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), máximo mando militar del Estado, si exceptuamos a S. M. el Rey, no sea miembro permanente (perdón por el inciso).
Esta acción fue secundada por la protesta oficial presentada por nuestro embajador en Rabat y la comunicación a nuestros aliados de la OTAN y de la UE, así como a la ONU, seguida por la conversación telefónica entre ambos ministros de Asuntos Exteriores. Con todo ello, el Gobierno cumplió con el primer requisito de "evitar una escalada peligrosa".
Ante la negativa del Gobierno marroquí se procedió a ocupar el islote desalojando a la fuerza marroquí, conservando, por tanto, el segundo principio doctrinal de "libertad de acción".
Esta operación fue concebida, planeada y ejecutada con brillantez bajo el mando operativo del JEMAD, que promulgó las preceptivas reglas de enfrentamiento (ROEs=Rules of Engagement), según la doctrina vigente. Participaron fuerzas de los tres ejércitos bajo el mando táctico de sus jefes directos constituyendo una acción conjunta bajo el control operativo del comandante del Grupo de Unidades de Proyección de la Flota a bordo del buque de mando Castilla.
Seguidamente España retiró la fuerza de ocupación, con lo que cumplió el requisito de permitir al oponente "una salida honrosa".
Tanto España como Marruecos decidieron mantener la situación de statu quo, lo que de hecho ha supuesto implícitamente llegar al "acuerdo", cuarto y último requisito de la maniobra, previa intención de reunirse próximamente los ministros de Asuntos Exteriores.
Como conclusión final puede decirse que el Gobierno ha realizado una correcta conducción operativa de la crisis conforme a la doctrina oficial, y que en este caso concreto está referida únicamente a la situación creada por la ocupación del islote del Perejil y, por tanto, es independiente de las crisis que surgirán en un futuro inmediato ante las constantes reivindicaciones marroquíes, en las que España tendrá que emprender acciones de retorsión de índole económica, política y militar que le permitan conservar la libertad de acción.
La Operación Romeo Sierrra y la acción conjunta
CA José Mª Treviño Ruiz
RGM, Octubre de 2002
La primera operación militar española en la que intervinieron fuerzas terrestres, navales y aéreas, fue el desembarco de Alhucemas del 8 de septiembre de 1925, operación que, además de conjunta, fue combinada al intervenir unidades de la flota francesa, al mando del contralmirante Hallier.
Mandaba toda la operación el general Primo de Rivera, a la sazón presidente del Gobierno, Y sus mandos componentes eran el general Sanjurjo, al frente de la fuerza de desembarco; el vicealmirante Yolif, con las fuerzas navales, y el general Soriano, director de la aviación militar, como jefe de la Fuerza Aérea.
Tres cuartos de siglo más tarde, y teniendo de nuevo como escenario el norte de África, en este caso la minúscula isla del Perejil, se desarrolló la primera operación conjunta real desde la unificación de los tres ministerios militares, hace un cuarto de siglo, acción realizada bajo el mando operativo (OPCOM), del almirante general Moreno Barberá, jefe del Estado Mayor de la Defensa que promulgaría el plan de operaciones (OPLAN) y en la que intervendrían efectivos de los tres ejércitos, siendo el comandante de la Fuerza Operativa (COMANFOR) otro oficial general naval, el contralmirante Bringas, comandante del Grupo de Unidades de Proyección de la Flota (COMGRUFLOT), que tendría el OPCON o control operativo de la Fuerza. Como mandos componentes intervendrían el Mando Operativo Terrestre, que delegaría el planeamiento de la toma de la isla en sí en el jefe del reciente mente constituido Mando de Operaciones Especiales, el general Andreu, con sede en Rabasa (Alicante), y que tendría el Mando Táctico o TACOM de los efectivos terrestres.
El Mando Operativo Naval, a su vez, delegaría el planeamiento de la fase anterior a la operación propiamente dicha y el despliegue naval inicial en el almirante de la Flota, almirante Balbás, con su cuartel general en Rota, que delegaría previamente el TACOM de las unidades navales qué se encontraban desplegadas en el área en el comandante de la fragata Navarra, capitán de fragata Rodríguez Garat. Por último, todo lo referente a las operaciones de defensa aéreas sería delegado por el Mando Operativo Aéreo en el general jefe del Mando de Combate (GJMACOM), general Rubio, ubicado en la base aérea de Torrejón, y que tendría el TACOM de las unidades del Ejército del Aire, mostrando una gran flexibilidad y adaptación a la situación.
Cuando los periódicos del viernes 12 de julio de 2002 anunciaron en su primera página la ocupación de la española isla del Perejil, por parte de una docena de gendarmes marroquíes, pocos sabían dónde ubicarla y casi nadie de su azarosa historia.
Como un farallón más entre punta Leona y punta Almansa, oculta a los distraídos ojos de los buques mercantes que a diario transitan por el estrecho de Gibraltar, la isla del Perejil o Peregil se yergue, a seis millas de Ceuta, cual pétreo centinela frente a la costa marroquí, distante apenas 1,5 cables de su rocoso y escarpado perímetro. Su forma es casi triangular con una milla de bojeo; su lado mayor de apenas 500 metros y el menor de 300 le otorgan una superficie aproximada de unos 75.000 m2 formando una meseta con una altura máxima de 74 m, de escasa vegetación y carente de agua.
La isla fue posesión portuguesa desde el año de 1415, y albergó en épocas pretéritas alguna edificación para defenderse de las acometidas de los piratas berberiscos que merodeaban por sus costas, atentos al paso de los buques cristianos que cruzaban por el Estrecho. Tras la unión de los reinos de España y Portugal en la persona de Felipe 11, la ciudad de Ceuta y la isla del Perejil pasaron en 1581 a la corona española, permaneciendo en ese mismo estatus al separarse España y Portugal, gracias al tratado firmado el 13 de marzo de 1663, por el que el monarca español devolvía al lusitano todas las posesiones portuguesas menos la plaza fuerte de Ceuta y la isla del Perejil.
A lo largo de su historia, en 1580, 1610, 1746 y 1762, los ingenieros militares españoles realizaron diferentes estudios para artillarla y controlar el Estrecho, pero siempre se abandonó el proyecto por oneroso. En 1808, y tras la invasión napoleónica, tropas españolas guarnecieron la isla hasta 1813, siguiendo los consejos de los ingleses, que a su vez trataron de ocuparla sin éxito en 1848. Por la firma de la paz de Wad?Ras, el sultán de Marruecos cedía a Su Majestad la Reina de las Españas, "a perpetuidad y en pleno dominio y soberanía, todo el territorio comprendido desde el mar, siguiendo las alturas de la sierra Bullones, hasta el barranco de Anghera". En 1887, el Gobierno español mandó construir un faro, izándose la bandera española de forma permanente. El 1 de abril de 1889, el sultán de Marruecos quiso colocar una garita de vigilancia en la isla, pero ante las protestas del gobierno español hubo de abandonar esa idea. Con el final del protectorado español de Marruecos en 1956, no se hizo ninguna referencia a la isla, que mantuvo una pequeña guarnición, compuesta por un cabo y cuatro soldados de la Compañía de Mar de Ceuta, hasta comienzos de los años 60, en que se retiró el último soldado. La última mención oficial de la isla vino en la presentación, ante el Congreso de los Diputados el 26 de febrero de 1986, del Estatuto de la Ciudad de Ceuta, que en su artículo 2.' del título preliminar decía así: "... el territorio de la ciudad de Ceuta es, junto con el peñón de Vélez de la Gomera y la isla del Perejil, el comprendido en la delimitación actual de su territorio municipal".
La situación
El 11 julio de 2002, una embarcación de la Guardia Civil del Mar procedente de Ceuta, avistaba poco después de las 1400 horas dos banderas marroquíes izadas, una tienda de campaña y a una docena de individuos que, trepando por la escarpada costa de la ensenada de Levante o del Rey, se habían instalado en la isla del Perejil. Los individuos iban uniformados con unos monos de la Gendarmería marroquí, y su mando lo ostentaba el capitán de corbeta Said Gournari de la Marina Real Marroquí -antiguo alumno de la extinta ETEA (Escuela de Transmisiones y Electrónica de la Armada, en Vigo) donde cursó la especialidad de Electrónica-, que se negó a obedecer a los requerimientos de los guardias civiles de abandonar la isla.
Puesto el hecho en conocimiento de la cadena de mando de los ministerios del Interior y Defensa, esa misma tarde se reunía el ministro de Defensa con los miembros de la junta de jefes de Estado Mayor para tratar esa flagrante violación de la soberanía española en una isla, que aunque situada frente a la costa de Marruecos, dista tan sólo siete millas de Tarifa, estando además dentro del radio de acción de las piezas de artillería de costa del MACTAE (Mando de Artillería de Costa del Estrecho). Naturalmente la situación no se debía resolver a cañonazos, y el problema que se debatía a los más altos niveles era la forma de recuperar la isla del Perejil sin escalar desmesuradamente la crisis ni empeorar de forma irreversible las relaciones entre España y Marruecos. Quizá si esa misma noche se hubieran enviado dos estol helitransportados de la Unidad de Operaciones Especiales (UOE) de la Infantería de Marina, cuyo acuartelamiento de San Carlos en San Fernando se encontraba a tan sólo 50 millas náuticas del escenario de la invasión, la crisis se hubiera abortado antes de nacer; pero no fue así, y al día siguiente la invasión era noticia de primera página en todos los medios de comunicación social, y las reivindicaciones de Marruecos eran una provocación constante para todos los españoles dignos de este nombre.
En tanto en cuanto no se tomaba una decisión a nivel político, los estados mayores de los tres ejércitos y el Estado Mayor Conjunto de la Defensa empezaron a estudiar las diferentes líneas de acción, teniendo en cuenta los diversos factores que afectaban al problema y las distintas hipótesis a considerar. No había que olvidar el caso de las Malvinas, en que los argentinos consideraron la hipótesis que los británicos no iban a organizar una fuerza expedicionaria para recuperar las islas, y cuando la task force de la Marina británica se hizo a la mar, no existía un plan alternativo para evitar su reconquista.
Lo primero a considerar era la amenaza que podría cernirse sobre las tropas españolas en el caso de intentar una operación para recuperar la isla. Extrayendo y analizando los datos de Marruecos en el conocido anuario Military Balance, llama la atención el desequilibrio existente entre los tres ejércítos, a favor del de Tierra, algo que tiene su explicación si pensamos que Marruecos siempre tiene omnipresente el conflicto del Sáhara, donde el Frente Polisario materializa una guerrilla sin elementos aéreos ni navales.
El potente Ejército de Tierra, creado en 1956 a raíz de la independencia de Marruecos, ha sufrido en los últimos 25 años, y como consecuencia de la expansión hacia el sur, un enorme crecimiento, habiendo pasado de 80.000 hombres en 1975, año de la ocupación del Sáhara Español, a más del doble, unos 175.000, aunque, eso sí, con el 80 por 100 de sus efectivos desplegados en las provincias saharauis, estacionando el resto de sus unidades en las proximidades de su potencial enemigo argelino, con el que sostuvo una corta guerra a comienzos de los 60. En esencia el Ejército Real consta de una brigada ligera de seguridad, de guarnición en el área de Rabat para guardia y protección del rey Mohamed VI, una brigada acorazada con carros M-60, dos brigadas paracaidistas y tres brigadas de infantería mecanizadas. Además de estas grandes unidades, existe una pléyade de regimientos y batallones desplegados a lo largo y ancho del extenso territorio marroquí, amén de unidades de operaciones especiales. El total de unidades acorazadas y mecanizadas se estima en unas 2.600, contando con 320 carros de combate norteamericanos M-60 y 185 M-48A5 similares a los españoles, estando pendientes de recibir los más modernos T-72B de origen bielorruso
En el ámbito naval, sus buques son bien conocidos, pues la mayoría han sido construidos en astilleros españoles, como es el caso de la hasta ahora su unidad más potente de su Marina, la corbeta clase Descubierta, Lt. Col. Arrahmani, dotada de misiles Exocet y torpedos antisubmarinos. De acuerdo con el prestigioso anuario Jane's Fighting Ships, mucho más moderna es la fragata Mohamed V, entregada en marzo de este mismo año por los astilleros franceses de L´Átlantique en Saint Nazaire, similar a las de la clase Floreal de la Marina francesa y dotada asimismo de misiles antibuque Exocet. El grueso de las unidades de la Marina real marroquí lo forman una treintena de patrulleros de las clases Lazaga (4) y Cormorán (6), construidos igualmente por Izar; Osprey Mk-II (4), de construcción danesa; PR-72 (2), PR-32 (10) y OPV- 64 (6) de construcción francesa; en total 32 patrulleros de diversas características.
Exceptuando los cuatro Lazaga que cuentan con misiles Exocet MM-38 antibuque, el resto de los patrulleros sólo cuenta con cañones con calibres que oscilan entre los 76 mín de los Lazaga y PR-72 a los 40 mm del resto, con la excepción de los pequeños PR-32, que sólo llevan un cañón de 20 mm. Existen además una treintena de lanchas de la Gendarmería, Arcor 46 (18) y Arcor 53 (15), de nulo valor militar, dedicadas a la represión del contrabando y tráfico de drogas.
Todas estas unidades se encuentran repartidas entre el Mediterráneo y el Atlántico, estacionadas en sus base principales de Casablanca y Alhucemas. Los efectivos totales alcanzan ¡os 8.000 hombres, la mayoría procedentes del servicio militar obligatorio que dura 18 meses, incluyendo a los 1.500 infantes de marina, en su mayoría estacionados en Alhucemas, que cuentan con un reducido número de buques y embarcaciones de desembarco.
Los comienzos de la Real Fuerza Aérea marroquí fueron con aviones soviéticos, Mig-15 y Mig-17, y su modernización posterior consistió en la adquisición de aviones norteamericanos F-5 y franceses Mirage F-1 que todavía perduran, aunque se está pendiente de adquirir aviones F-16 de origen saudí, que elevarán notablemente la capacidad aérea. En total la Fuerza Aérea marroquí cuenta con unos 200 aparatos entre aviones y helicópteros, de los que aproximadamente unos 70 son cazas de los dos tipos antes mencionados.
Un rápido análisis de todo lo anteriormente expuesto nos lleva a la conclusión que las FAS marroquíes están compuestas por un numeroso y mecanizado Ejército de Tierra, con tropas aguerridas y adiestradas gracias a ese extenso campo de maniobras que es el Sáhara Occidental, aunque desplegadas en su mayoría en el sur. La Marina, más propia de un servicio de guardacostas que de una armada oceánica, se compone de unidades de pequeño porte, armadas con cañones de pequeño calibre, con la excepción de los seis buques antes mencionados dotados de misiles Exocet, estando organizadas y concebidas para cubrir sus prolongadas costas, desde la frontera con Argelia hasta la de Mauritania, para vigilar y controlar sus ricos bancos pesqueros y reprimir el contrabando y el tráfico ¡legal de drogas e inmigrantes. Su Fuerza Aérea, a todas luces necesitada de una modernización (de ahí la adquisición de los F-16), y con un adiestramiento que presuponemos inferior al de cualquier fuerza aérea de la OTAN, puede no obstante alcanzar objetivos al otro lado del Estrecho si el país atacado no dispone de una defensa aérea eficaz.
El desarrollo de los acontecimientos posteriores
A las pocas horas de la invasión, helicópteros Cougar y Chinook del Ejército de Tierra, operando desde el helipuerto ceutí de Viña Acevedo y del melillense de Rostrogordo, reforzaban las guarniciones del peñón de Vélez de la Gomera, enclavado en la bahía de Alhucemas, la isla de este nombre y el archipiélago de las Chafarinas, poco después que un patrullero marroquí se aproximara a la isla del Rey, de este archipiélago, también deshabitada. Simultáneamente las guarniciones de Ceuta y Melilla, con más de 7.000 efectivos, eran puestas en estado de máxima alerta y acuarteladas.
La fragata Navarra, con una unidad de Infantería de Marina y embarcaciones Supercat a bordo, a la que más tarde se le uniría su gemela Numancia, alistada en un tiempo récord, se incorporaba el mismo día 12 para tomar el mando táctico de los patrulleros Laya, Cándido Pérez y P-114, que ya se encontraban en las proximidades de la isla del Perejil, ejerciendo además una poderosa disuasión con su sola presencia, dadas las características de sus misi¡les Harpoon antibuque y Standard SM-1MR antiaéreos. Simultáneamente las corbetas Infanta Elena y Cazadora se dirigían a la zona del cabo Tres Forcas para controlar los accesos al puerto de Melilla y vigilar el archipiélago de las Chafarinas. Desde el arsenal de Ferrol, saldrían con rumbo sur las fragatas Baleares y Asturias de la 31.' Escuadrilla, con gran capacidad antiaérea gracias a sus radares tridimensionales SPS-52B y sus misiles SAM Standard SM-1MR.
El Ejército del Aire tampoco permanecía ocioso, alertando sus Alas 11, 12, 14, y 15 de aviones F/A-18 Hornet y Mirage F-1, desplegados en las bases aéreas de Morón, Albacete, Torrejón y Zaragoza, al mismo tiempo que su red de alerta y control, compuesta por todos los EVA (Escuadrón de Vigilancia Aérea) más el GRUMOCA (Grupo Móvil de Control Aéreo) desplegado, estratégicamente dispuestos en el perímetro exterior de la península Ibérica, islas Canarias y Baleares, constituían un telón impenetrable a cualquier raid que pretendiese violar el espacio aéreo español.
En la misma mañana del viernes día 12, el contralmírante Bringas, comandante del Grupo de Unidades de Proyección de la Flota COMGRUFLOT, recibía una llamada del almirante de la Flota en la que le comunicaba que había sido designado COMANFOR o comandante de la Fuerza Operativa que debía restituir el islote a la soberanía española. En la base militar de Rabasa, en Alicante, sede del Mando de Operaciones Especiales (MOE), el general de brigada Andreu, jefe del MOE, recibía la orden del Mando Operativo Terrestre (MOT) de alistar y preparar una unidad de operaciones especiales que sería helitransportada cuando el gobierno así lo decidiese para recuperar la isla del Perejil sin derramamiento de sangre y en el menor tiempo posible una vez dada la orden de tomar la isla.
Desde el centro de operaciones aéreas CAOC-8 ubicado en la base aérea de Torrejón, el teniente general Rubio, general jefe del Mando Aéreo de Combate (GJMACOM), dirigía todo lo concerniente a la defensa aérea de España: la alerta de los cazas F-18 y F-1 puestos a su disposición, la adquisición de información relativa a la operación, se obtendría por medio de aviones Aviocar 212, Falcon 20, Cessna Citation y aviones de patrulla marítima P3 Orion basados en la base aérea de Motón. Esta información posteriormente sería procesada en el Centro de Inteligencia Aérea (CIA).
Mientras continuaba el intercambio de notas diplomáticas entre Madrid y Rabat sin llegar a ningún acuerdo, los estados mayores de los tres ejércitos seguían planeando la operación conjunta, coordinados por el EMACON. El estado mayor del almirante Bringas se encontraba a bordo del buque anfibio Castilla, LPD especialmente configurado para actuar como buque de mando de una fuerza, al estar dotado de todos los sistemas CIS (command information system) necesarios en operaciones conjunto combinadas. El día 16 salió a la mar estacionándose en el área del Estrecho, listo para dirigir las operaciones de recuperación de la isla, controlando la actuación de buques, aviones, helicópteros, fuerzas de operaciones especiales y de Infantería de Marina.
La operación conjunta de recuperación de la isla
En la tarde del 16 de julio, festividad de la virgen del Carmen, patrona de la Armada, la normalidad reinaba a bordo de los buques que patrullaban el mar de Alborán y el Estrecho. En la mar se encontraban las fragatas Navarra, Numancia y Baleares en el área del Estrecho, junto con los patrulleros Laya, Cándido Pérez, Izaro, P-111 y P-114. En el área de Melilla, las corbetas Caza dora e Infanta Elena seguían proporcionando cobertura naval a las Chafarinas y a la ciudad autonómica. No muy lejos de Tarifa, la Unidad de Operaciones Especiales del Tercio de Armada a bordo del Castilla, con helicópteros de las 3ª' y 5ª escuadrillas de aeronaves, se encontraba lista para intervenir. En el aeropuerto de Málaga la EZAPAC, o Escuadrón de Zapadores Paracaidistas, había destacado un equipo táctico o TACP que se encontraba igualmente alistado para entrar en acción.
En Rabasa ya se ubicaban los cuatro helicópteros Cougar que debían transportar a los 23 hombres del Grupo de Operaciones Especiales III (GOE III) que iban a intervenir directamente en la recuperación de la isla, a ellos se unirían cinco infantes de marina, dos tenientes, un brigada y dos cabos, que participarán asimismo en la operación. Estos helicópteros de transporte irían escoltados, desde la base de El Copero (Sevilla), por tres helicópteros de ataque HU-10 armados con AMP de 12,7 mm.
A las 2343 horas el presidente del Gobierno tomó la decisión de emplear la alternativa militar, orden que transmitió el ministro de Defensa a todos los miembros de la JUJEM, llegando a Bétera la orden de despegue de los helicópteros que deberían transportar a elementos del GOE III, desde Rabasa a la base de El Copero en Sevilla, donde repostarían para iniciar el salto final a las 0400 horas, junto con los tres helicópteros de escolta HU-10, no sin antes recoger en Facinas, Cádiz, a los cinco infantes de marina, dos de ellos controladores aéreos avanzados ó ACAF y el resto de operaciones especiales.
La hora H se fijó a las 0617 horas del día 17 de julio, es decir, al comenzar el crepúsculo matutino, de forma que los helicópteros dejasen a los incursores con las primeras luces del alba. Paralelamente un helicóptero de la 10ª escuadrilla de la FLOAN, estacionado en Rota, había estado haciendo un vuelo FLIR, actualizando los contactos de superficie en el área que pudiesen afectar a la operación, contactos que afortunadamente se reducían a simples patrulleros, no habiendo rastro ni de la corbeta Arrahmani ni de la fragata Mohamed V, que hubieran podido comprometer el éxito de la operación en el último instante; tan sólo el patrullero Al Hahiq (308), de la clase Osprey Mk-III de 475 t y armado con un cañón Bofors 40/60 y dos Oerlikon 20 mm, se encontraba frente a la isla del Perejil, pudiendo suponer un peligro para los helicópteros y sus ocupantes.
A las 0627 horas, con un ligero retraso sobre el horario previsto debido al fuerte viento de levante reinante que ya alcanzaba los 35 nudos, tomaba tierra en la isla el primer Cougar, siendo seguido por el segundo y el tercero, que depositaron a los 23 efectivos del GOE III y los cinco infantes de marina, sin otro percance que el toque de una de las aspas del rotor de un Cougar con una protuberancia de tierra, afortunadamente sin consecuencias.
Paralelamente dos patrulleros de la Armada, ízaro y Laya, dando muestras de arrojo y decisión, ya que desplazaban bastante menos que el Al Hahiq se situaron a banda y banda del patrullero marroquí emparedándolo prácticamente, sin permitirle reaccionar ante la incursión hel ¡transportadas, y mucho menos abrir fuego, todo ello ante la vigilante mirada de la fragata Navarra, atenta a la maniobra con todos sus sensores y armas alistados.
Afortunadamente los seis infantes de marina marroquíes, ocupantes de la isla, no reaccionaron violentamente y, siguiendo las indicaciones del Cougar que portaba un equipo de megafonía, los tres centinelas depusieron sus armas, mientras que los tres soldados restantes que descansaban fueron súbitamente despertados. La bandera marroquí fue reemplazada por la española, y aquí acabó la operación militar propiamente dicha, que si bien su ejecución apenas duró una hora, mientras se rastreaba la isla en busca de más ocupantes, su preparación duró cinco días.
El único daño fue, además de la pala del rotor ya mencionada, un golpe en la rodilla de un soldado español producido al saltar desde su helicóptero. Una hora más tarde la Legión de Ceuta relevaba en la isla a los efectivos de operaciones especiales, y los seis militares marroquíes, a los que se trató de forma correcta, dándoles un desayuno caliente y una muda limpia en Ceuta, fueron devueltos sobre las 10 de la mañana en El Tarahal, punto fronterizo de Ceuta con Marruecos, junto con su armamento personal: cuatro fusiles de asalto AK-47 y dos H&K.
Durante el desarrollo de la operación y horas posteriores, se mantuvieron alertados los Harrier de la 9ª escuadrilla y en el aire aviones F-18 que actuaron como CAP (combat air patrol), dispuestos a interceptar cualquier traza no identificada que tratase de penetrar en el espacio aéreo español.
Conclusiones
Una acción por parte de uno de los centinelas disparando su Kalashnikov hubiera podido suponer la pérdida de un helicóptero Cougar, con el riesgo de perecer todos sus ocupantes. A su vez, si el patrullero clase Osprey hubiera abierto fuego, podía igualmente haber hecho abortar la operación, por lo que posiblemente habría sido necesario acallarlo. La pérdida de un solo marroquí hubiese supuesto una serie de protestas por parte del mundo árabe, con consecuencias políticas y económicas incalculables para España. Las bajas de efectivos españoles hubieran sido difícilmente justificables frente a la opinión pública. Por ello no se podía correr ningún riesgo gratuito, que habría convertido la operación militar en un fracaso, si no militar, al menos político.
La efectividad de las unidades de operaciones especiales, probada durante la guerra de Afganistán, y los riesgos asimétricos actuales han obligado a adquirir una mayor y más veloz capacidad de proyección por parte de los tres ejércitos. La discreción y disuasión del submarino, al mismo tiempo que su inmunidad, lo hacen una pieza valiosísima, no sólo como fuente de inteligencia, sino también para el desembarco de unidades de operaciones especiales en costas hostiles. Pensemos en cuán distinta hubiese sido la operación desde el punto de vista naval si en el Orbat adversario hubiese habido un solo submarino. El rápido alistamiento de las fragatas de la Armada, al igual que el de los efectivos del Tercio de Armada, embarcados en los diferentes buques que intervinieron y destacados en Ceuta con sus embarcaciones Supercat, hacen de estas fuerzas unidades de alta disponibilidad. La defensa aérea de España estuvo en todo momento garantizada por el Mando de Combate, gracias a sus aviones F-18 y F-1 y los aviones Harrier de la FLOAN, así como a sus escuadrones de vigilancia aérea (EVAs).
La adquisición de helicópteros de combate tipo Apache o Tigre por parte de las FAS españolas puede considerarse una necesidad, si no para esta ocasión sí para el futuro, previendo una reacción hostil por parte de un numeroso y aguerrido Ejército de Tierra adversario dotado de más medio millar de carros de combate. La posibilidad de contar con patrulleros dotados con mis¡les antibuque, un viejo proyecto olvidado con los patrulleros clase Lazaga tristemente desguazados, evitaría en el futuro exponer costosas fragatas frente a patrulleros lanzamisiles adversarios ante ataques de un misil Exocet. Igualmente la necesidad de contar con más baterías de misiles antiaéreas para defender la costa sur de España es otra realidad para el caso de una incursión aérea procedente del norte de África.
La invasión de la minúscula isla de Granada por parte de los Estados Unidos en la década de los 80 sirvió para comprobar que los tres ejércitos no tenían procedimientos normalizados y que no se entendían en el campo de las comunicaciones. La crisis de la isla del Perejil ha servido para demostrar que las Fuerzas Armadas españolas son capaces de realizar una operación conjunta de forma impecable, pero que es necesario realizar una serie de adquisiciones en las dotaciones armamentísticas de los tres ejércitos, pues, llegado el caso de una confrontación con algún vecino norteafricano, los ejércitos españoles se verían irremisiblemente solos para afrontarla.
Fin.
lunes, 19 de noviembre de 2012
AAM: Proyecto Brazo (USA)
Brazo / PAVE ARM
En 1972, Hughes y la Marina de los EE.UU. iniciaron el programa Brazo para probar el concepto de un misil aire-aire anti-radiación ARM (Anti-Radar Missile). El nombre Brazo era la palabra española para ARM (arm) en inglés. El Brazo fue un fuselaje de AIM-7 Sparrow modificado por Hughes con un sensor de banda ancha pasiva desarrollada por el Naval Electronics Center. El Brazo debía guiarse por las emisiones de los radares de los cazas enemigos.
En 1973, se unió al Brazo la Fuerza Aérea con su programa similar llamado PAVE ARM y se convirtió en responsable de las pruebas y la evaluación. En abril de 1974 se realizó la primera prueba del Brazo contra un BQM-34A Firebee con éxito. Otras cuatro pruebas se llevaron a cabo entre octubre de 1974 y enero de 1975, e incluyendo la interceptación en el alcance máximo, todos ellos con éxito. Sin embargo, la Brazo / Pave ARM no se tradujo en un programa operativo. Una de las razones fue que era un problema para un misil teledirigido pasivo si el emisor enemigo apagaba su radar.
Foto de un Brazo a ser montado en un F-4.
Sistemas de Armas
En 1972, Hughes y la Marina de los EE.UU. iniciaron el programa Brazo para probar el concepto de un misil aire-aire anti-radiación ARM (Anti-Radar Missile). El nombre Brazo era la palabra española para ARM (arm) en inglés. El Brazo fue un fuselaje de AIM-7 Sparrow modificado por Hughes con un sensor de banda ancha pasiva desarrollada por el Naval Electronics Center. El Brazo debía guiarse por las emisiones de los radares de los cazas enemigos.
En 1973, se unió al Brazo la Fuerza Aérea con su programa similar llamado PAVE ARM y se convirtió en responsable de las pruebas y la evaluación. En abril de 1974 se realizó la primera prueba del Brazo contra un BQM-34A Firebee con éxito. Otras cuatro pruebas se llevaron a cabo entre octubre de 1974 y enero de 1975, e incluyendo la interceptación en el alcance máximo, todos ellos con éxito. Sin embargo, la Brazo / Pave ARM no se tradujo en un programa operativo. Una de las razones fue que era un problema para un misil teledirigido pasivo si el emisor enemigo apagaba su radar.
Foto de un Brazo a ser montado en un F-4.
Sistemas de Armas
Artillería de campaña: Tipo 59 (China)
Cañón remolcado de 130 mm Tipo 59
PROGRAMA
El primer cañón de campaña de 130 mm producida por China fue el Tipo 59, una copia casi directa del ruso M-46. Más tarde los chinos modificaron el carro artillería por lo que es 2,5 toneladas más ligero que el original M-46. El cañón modificado fue designado como Tipo 59-I.
El Tipo 59 es una excelente arma de fuego indirecto con alta velocidad de salida y alcance excepcional (27 km), sino que también es un arma antitanque formidable con impresionante capacidad de penetración de armadura. El rol táctico suele ser de contrabatería.
El Tipo 59 se encuentra en batallones de cañones de regimientos/brigadas de artillería orgánicos a nivel de grupo del ejército. Estos batallones se asignan también a maniobras divisiones como parte de un grupo de artillería divisional (DAG). Más de 1.000 Tipo 59 se han construido para el EPL desde la década de 1960, y el funcionamiento de los cañones fue muy elogiada por el EPL durante el conflicto fronterizo entre China y Vietnam 1979.
CARACTERÍSTICAS DEL DISEÑO
El cañón de campaña de 130 mm Tipo 59 incluye un tubo largo y delgado con un freno de boca cilíndrico y perforado (tipo pimentero) y tiene un recuperador hidroneumático y un cilindro de retroceso situados por encima y por debajo del tubo, respectivamente. Cuando está en posición de viaje, el tubo se retira de la batería para reducir la longitud total del arma, y el recuperador por encima del tubo puede entonces ser oculto a la vista por el desplazamiento hacia atrás en ángulo recto, con escudo alado.
El cañón tiene un accionamiento de cerrojo deslizante manual horizontal en cuña y dispara casquillos de tipo municiones de carga separada y variable. Tiene miras nocturnas de fuego directo (IR y / o pasiva en naturaleza). El arma está montada sobre un carro de remolque de dos ruedas divididos con grandes neumáticos de caucho llenado de esponja en cada una de las ruedas individuales. Para el viaje, está provista de una avantrén de dos ruedas y puede ser remolcado por un camión.
Los servidores del arma Tipo 59 (8 personas) está provisto de protecciones frontales limitado en virtud de un frontal en forma de V escudo (aproximadamente 7 mm de espesor). De lo contrario, el equipo, el suministro de municiones y equipos son vulnerables a las bajas y daños por fuego de armas pequeñas, el fuego de artillería y metralla de bomba.
El cañón Tipo 59 de 130 mm, con una tasa máxima de fuego está en 8 ~ 10 tiros / min, dispara un proyectil HE capaz de penetrar 250 mm de armadura fija en 0 grados en un rango de 1.500 m. El peso de la batalla cañón es de 8,5 toneladas.
El cañón Tipo 59 dispara también proyectiles dealcance mejorado: el MP-130 RAP que pesa 33,4 kg con un alcance máximo de 34.360 m, y un ERFB el que pesa 32,7 kg, con un alcance máximo de 30 km. La munición Extended Range Full Bore-Base Bleed fue diseñada específicamente para su uso por NORINCO con los cañones de campaña chinos de 130 mm Tipo 59.
ESPECIFICACIONES
Calibre: 130 mm
Longitud del cañón: 52 calibres (aproximadamente)
Vida del cañón: N / A
Alcance de fuego máximo: (alto explosivo): 27 km
Velocidad de disparo: intenso 8 ~ 10 revoluciones / min, N / A sostenidos
Tripulación: 8
Control de fuego: fuego directo o indirecto con indicador óptico
Peso de combate: 8,5 ton
Vehículo tractor: 6x6, 8 ton
Sinodefence (c)
Ejemplares iraquíes
Tirador especial: LWRC REPR (EE.UU.)
Rifle de francotirador LWRC REPR (EE.UU.)
Rifle LWRC REPR con cañón de 12 pulgadas
Rifle LWRC REPR con cañón de 18 "
Rifle de francotirador LWRC REPR con un cañón de 20"
Calibre 7,62 x51 OTAN / .308 Win
Acción Semi-automática, operada por gas
Longitud total 952-1036 mm / 37.5-40.8 "con cañón de 16"
Longitud del cañón 305, 406, 457 o 508 mm / 12 ", 16", 18 "o 20"
Peso, con cargador vacío
4,3 kg con cañón de 16"
5,1 kg con cañón de 20"
Capacidad del cargador 5, 10 o 20 tiros
El REPR LWRC (Rapid Engagement Precision Rifle) es un arma semi-automática adecuada tanto para uso paramilitar/policial y civil, sea tanto para tirador de patrulla o designado, rifle francotirador o un arma deportiva para tiro al blanco y la caza mediana. Es producida por LWRC Internacional, en un número de versiones que se diferencian por la longitud del cañón y el perfil y materiales, y aparentemente está en uso por varias agencias de aplicación de la ley en EE.UU. y en otros lugares. La precisión esperada con la munición adecuada y en el largo cañón de configuración debe estar cerca de 1 MOA.
El REPR LWRC es un arma semi-automático, operada por gas con bloqueo de cerrojo rotativo. Se basa en el concepto AR-10/AR-15, pero se ha modificado en gran medida. Los cambios más importantes incluyen la adopción de pistón de gas auto-ajustable de carrera corta en lugar del sistema de impacto directo de gas, y palanca de carga, que se encuentra en el lado izquierdo del receptor de parte superior plana. Cabe señalar que los receptores LWRC superior e inferior son de diseño propio y no compatible con receptores de calibre .308 de cualquier otro fabricante. El arma se alimenta mediante cargadores compatible SR25/DPMS de 0.308. Dependiendo de la versión, el material de las partes pueden incluir culata telescópica tipo M4 de versiones de cañones de 12 "y 16", o culatas ajustables UBR Magpul PRS o culatas en las versiones más largas de cañón. El guardamanos tubular tiene puntos de montaje para la instalación opcional de rieles Picatinny. El equipamiento de serie incluye miras plegables Bius (miras de respaldo de hierro), y el usuario puede instalar casi cualquier tipo de mira óptica utilizando el carril integral Picatinny en la parte superior del receptor y soportes adecuados.
World-Guns
Rifle LWRC REPR con cañón de 12 pulgadas
Rifle LWRC REPR con cañón de 18 "
Rifle de francotirador LWRC REPR con un cañón de 20"
Calibre 7,62 x51 OTAN / .308 Win
Acción Semi-automática, operada por gas
Longitud total 952-1036 mm / 37.5-40.8 "con cañón de 16"
Longitud del cañón 305, 406, 457 o 508 mm / 12 ", 16", 18 "o 20"
Peso, con cargador vacío
4,3 kg con cañón de 16"
5,1 kg con cañón de 20"
Capacidad del cargador 5, 10 o 20 tiros
El REPR LWRC (Rapid Engagement Precision Rifle) es un arma semi-automática adecuada tanto para uso paramilitar/policial y civil, sea tanto para tirador de patrulla o designado, rifle francotirador o un arma deportiva para tiro al blanco y la caza mediana. Es producida por LWRC Internacional, en un número de versiones que se diferencian por la longitud del cañón y el perfil y materiales, y aparentemente está en uso por varias agencias de aplicación de la ley en EE.UU. y en otros lugares. La precisión esperada con la munición adecuada y en el largo cañón de configuración debe estar cerca de 1 MOA.
El REPR LWRC es un arma semi-automático, operada por gas con bloqueo de cerrojo rotativo. Se basa en el concepto AR-10/AR-15, pero se ha modificado en gran medida. Los cambios más importantes incluyen la adopción de pistón de gas auto-ajustable de carrera corta en lugar del sistema de impacto directo de gas, y palanca de carga, que se encuentra en el lado izquierdo del receptor de parte superior plana. Cabe señalar que los receptores LWRC superior e inferior son de diseño propio y no compatible con receptores de calibre .308 de cualquier otro fabricante. El arma se alimenta mediante cargadores compatible SR25/DPMS de 0.308. Dependiendo de la versión, el material de las partes pueden incluir culata telescópica tipo M4 de versiones de cañones de 12 "y 16", o culatas ajustables UBR Magpul PRS o culatas en las versiones más largas de cañón. El guardamanos tubular tiene puntos de montaje para la instalación opcional de rieles Picatinny. El equipamiento de serie incluye miras plegables Bius (miras de respaldo de hierro), y el usuario puede instalar casi cualquier tipo de mira óptica utilizando el carril integral Picatinny en la parte superior del receptor y soportes adecuados.
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