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sábado, 19 de marzo de 2022

Malvinas: Pictorial de 28 fotos

La detención de un comando argentino y otras 28 impactantes fotos del Museo Imperial de Guerra británico sobre Malvinas

Las imágenes son parte de las distintas exhibiciones que comenzó a hacer esa institución como parte de cumplirse los 40 años del conflicto del Atlántico Sur
Por Hugo Martin || Infobae
El portaaviones HMS Invincible, parte de la Task Force británica, se recorta contra el horizonte mientras navega hacia el Atlántico Sur. El Invincible partió de Portsmouth el 5 de abril de 1982 y llegó a las Islas Malvinas a principios de mayo. El Task Force estaba compuesto por 127 buques en total. (© IWM FKD 543)

Entrenamiento con armas de los Royal Marines durante el viaje al Atlántico Sur. A las Islas Malvinas fueron transportados alrededor de 9.000 efectivos, 5.000 toneladas de equipo y 70 aviones. (© IWM FKD 2200)
Una víctima del HMS Sheffield es trasladada en camilla a Sick Bay a bordo del HMS Hermes. El HMS Sheffield fue alcanzado por un misil Exocet lanzado desde un avión Súper Etendard argentino el 4 de mayo y se hundió el mismo día. Veinte miembros de la tripulación perdieron la vida. Dos días antes, el submarino nuclear británico HMS Conqueror había torpedeado y hundido al buque argentino ARA General Belgrano en un controvertido ataque. Al momento del atentado, en el que murieron 323 argentinos, el Belgrano estaba fuera de la Zona de Exclusión Total. (© IWM FKD 534)
Un avión Sea Harrier despega del portaaviones HMS Hermes mientras varios misiles, helicópteros y vehículos llenan la cubierta de vuelo. El armamento incluía bombas GP (General Purpose, de Uso General) de 1000 libras, misiles aire-aire Sidewinder y misiles aire-tierra Sea Skua (© IWM FKD 127)
Hombres del 2º Batallón del Regimiento de Paracaidistas a bordo del ferry MV Norland antes de los desembarcos en la Bahía San Carlos en las Islas Malvinas el 20 de mayo de 1982. La Operación Sutton de desembarco se llevó a cabo desde el 21 al 23 de mayo. Alrededor de 4.000 soldados británicos desembarcaron en San Carlos y Bahía Ajax en la Isla Soledad. (Foto: Sgt. Ronald Hudson © IWM FKD 851)
Un Royal Marine de 3 Commando Brigade ayuda a otro a aplicar pintura facial de camuflaje en preparación para el desembarco de San Carlos el 21 de mayo de 1982. (© IWM FKD 178)
Hombres del 3er Batallón del Regimiento de Paracaidistas durante el desembarco en San Carlos. Los desembarcos de la tropa de infantería casi no tuvieron oposición, pero los helicópteros y buques de guerra británicos en San Carlos Water y Falkland Sound fueron atacados por los aviadores argentinos. El HMS Ardent fue hundido al día siguiente y varios helicópteros británicos fueron derribados. (Foto: Sgt. Graham Colbeck, © IWM FKD 2744)
Después de desembarcar en San Carlos, un efectivo del 2° Batallón del Regimiento de Paracaidistas camina el 21 de mayo de 1982 rumbo al sur con todos sus pertrechos. Su destino es el Monte Sussex, desde donde atacaron a Goose Green. (Foto: Sgt. Ronald Hudson © IWM FKD 856)
Las secciones de proa y popa del HMS Antelope flotan sobre la superficie en el estrecho de San Carlos después de que el barco comenzara a hundirse el 24 de mayo de 1982. Dos bombas fueron lanzadas sobre el HMS Antelope por aviones argentinos que volaban a un nivel extremadamente bajo el 23 de mayo. Las bombas, que no explotaron, se alojaron en la sala de máquinas del buque. Una detonó mientras estaba siendo desactivada. La explosión atravesó el barco, que se partió por la mitad y se hundió. (Foto: Rick Toyer, © IWM FKD 192)
Un efectivo del Batallón 40 de Comandos de la Royal Marine patrulla cerca de San Carlos en mayo de 1982. (Foto: Alistair Campbell, fotógrafo oficial de la Royal Navy, © IWM FKD 427)
El Teniente Dante Camiletti, comando de la Infantería de Marina es arrestado el 27 de mayo de 1982. El y su grupo, llamados luego de ser detenidos e interrogados “Los 12 del Patíbulo”, hacía observaciones de los movimientos de los navíos británicos desde una posición oculta en el Estrecho de San Carlos. (© IWM FKD 2024)
Un helicóptero Sea King HC4 del Escuadrón Naval Aéreo despega con comandos de la Compañía J de los Royal Marines desde San Carlos a Darwin el 28 de mayo de 1982. En la noche lanzaron el ataque contra las unidades argentinas en Darwin y Goose Green. (Foto: Paul Haley, Soldier Magazine, © IWM FKD 264)
Prisioneros argentinos capturados en Tumbledown caminan bajo vigilancia. En el combate del 28 de mayo participaron alrededor de 600 hombres del 2º Batallón del Regimiento de Paracaidistas (Foto: Paul Haley, Soldier Magazine, © IWM FKD 363)
El 3er Batallón del Regimiento de Paracaidistas británico avanza a campo abierto desde Teal Inlet hacia Estancia House el 30 de mayo de 1982. Habían asegurado Teal Inlet el día anterior y continuaban su avance sobre la capital de las Islas Malvinas (Foto: Sgt. Graham Colbeck, © IWM FKD 2755)
Un cañón ligero L118 de 105 mm del 29º Regimiento de Comandos de la Artillería Real ubicado bajo una red de camuflaje en Fitzroy y Bluff Cove en la Isla Soledad, en junio de 1982. (© IWM FKD 170)
El operador de una batería de misiles tierra-aire Rapier FSB 1, parte de la línea defensiva de los barcos de la Task Force en el estrecho de San Carlos en junio de 1982. Se desplegaron doce lanzadores Rapier FSB1 durante la guerra, pero tuvieron un pobre rendimiento contra aviones que volaban al ras del suelo y lejos de la plataforma de lanzamiento. Dijeron que produjeron 14 bajas, pero informes posteriores revelaron que derribaron sólo un avión (© IWM FKD 168)
Un tanque ligero FV101 Scorpion del Escuadrón B -los Blues and Royals-, en junio de 1982. El Scorpion fue uno de los pocos vehículos británicos capaces de operar en el accidentado terreno de las Malvinas. Dos grupos del Escuadrón B sirvieron en las Malvinas. Operaron los únicos vehículos blindados utilizados por los británicos durante la campaña, con un total de cuatro Scorpions, cuatro Scimitars y un Sansom (© IWM FKD 167)
La silueta de un soldado del 3er. Batallón del Regimiento de Paracaidas se recorta en el atardecer de Windy Gap, en la Isla Soledad (Sgt. Graham Colbeck, © IWM FKD 2750)
Pleno combate del incendio desatado a bordo del RFA Sir Galahad en Bluff Cove, cerca de Fitzroy, después de un ataque aéreo argentino el 8 de junio de 1982. Tanto Sir Galahad como RFA Sir Tristram resultaron gravemente afectados en el ataque. El Sir Galahad fue alcanzado por varias bombas, que incendiaron el barco. Hubo 48 muertos, 38 de los cuales eran miembros de la Guardia Galesa. El HMS Plymouth también resultó dañado en un ataque aéreo argentino ese día. Sir Galahad fue remolcado mar adentro y hundido por el HMS Onyx el 25 de junio de 1982. Hoy ese sitio, para los británicos, es una tumba de guerra oficial (© IWM FKD 109)
Un miembro del 1er Batallón del 7.º Regimiento de Rifleros Gurkhas maneja una ametralladora de 7,62 mm en una defensa antiaérea, probablemente en el área de Bluff Cove el 8 o 9 de junio de 1982. Ese batallón fue la única unidad Gurkha en tomar parte en la Guerra de las Malvinas (Foto: Ronald Hudson, © IWM FKD 933)
Miembros del Batallón 42 de Comandos de los Royal Marines rumbo a la batalla de Monte Harriet del 11 de junio de 1982 (© IWM FKD 165)
Una víctima de la Guardia Escocesa es trasladada en camilla a un helicóptero Gazelle para su evacuación en Goat Ridge. El 2.º Batallón de la Guardia Escocesa llevó a cabo el asalto a Tumbledown entre el 13 y 14 de junio (Foto: Paul Haley, Soldier Magazine, © IWM FKD 165)
Soldados británicos del pelotón 11, Compañía D, del 2º Batallón del Regimiento de Paracaidistas esperan para trepar a un helicóptero en Fitzroy. En la foto, de izquierda a derecha, el soldado Dave Parr, el cabo Neil Turner y el soldado Terry Stears. Es la última fotografía conocida del soldado Parr, que murió en el combate de Wireless Ridge la noche del 13 al 14 de junio. Anteriormente había sido herido durante la Batalla de Goose Green (© IWM FKD 2124)
Hombres del 7º Pelotón, Compañía G del 2do. Batallón de Guardias Escoceses celebran la noticia del final de la guerra el 14 de junio en Monte Tumbledown (Foto: Paul Haley, Soldier Magazine, © IWM FKD 314)
Royal Marines del Regimiento 40 de Comandos iza la bandera británica en la isla Gran Malvina tras el fin del conflicto armado el 14 de junio de 1982 (Foto: Alistair Campbell,© IWM FKD 435)
La estampita de la Virgen María y el Niño Jesús en medio de la montaña de fusiles entregados por soldados argentinos el 14 de junio de 1982 luego del cese de fuego (Foto: Paul Haley, Soldier Magazine, IWM)
Prisioneros argentinos, la mayoría con sus mantas, esperan para entregar sus armas y otros equipos en Puerto Argentino después del final de la guerra. (Paul Haley, Soldier Magazine, © IWM FKD 303)



martes, 25 de diciembre de 2018

Malvinas: El glorioso 25 de Mayo (2/2)

Aguas de San Carlos 

Parte I | Parte II
Weapons and Warfare




Llegó la noche y trajo alivio de la acción y el peligro. El trabajo de descarga de los barcos británicos avanzó lo suficiente como para permitir la liberación del Canberra y otros tres barcos grandes, y estos se enviaron de vuelta a la seguridad comparativa de la fuerza de tarea en el mar. El destructor dañado Antrim también partió como su escolta. Los cruceros de estos barcos proporcionaron espacio en las aguas de San Carlos para los buques de guerra que habían quedado fuera en el Estrecho de San Carlos expuestos al ataque aéreo el día anterior. En menos de veinticuatro horas, los británicos desembarcaron todas sus unidades de combate: más de 3.000 de infantería, 24 cañones de campaña, 8 tanques ligeros y una batería de lanzadores de misiles antiaéreos Rapier.

Los comandantes argentinos en Puerto Argentino habían discutido la posibilidad de que los británicos pudieran desembarcar lejos de Puerto Argentino y habían reconocido que un ataque directo contra tal movimiento británico sería difícil de lograr. La primera acción del brigadier general Menéndez fue solicitar un ataque aéreo desde el continente, y esto se había concedido claramente. Menéndez y su personal siempre habían creído que las primeras cuarenta y ocho horas después de un desembarco serían críticas; después de eso, los británicos estarían demasiado bien establecidos en tierra para que un ataque tuviera alguna posibilidad de éxito. La gran pregunta que debía decidirse en Puerto Argentino era si este era el desembarco británico principal o solo una desviación. No había tropas argentinas en contacto con la cabeza de playa o incluso observándola desde la distancia. Los futuros vuelos aéreos sobre el área tendrían pocas posibilidades de obtener detalles confiables de cuántas tropas británicas estaban en tierra.



Menéndez ordenó dos estudios inmediatos de personal, el primero combinado por su propio personal y el del general de brigada Parada, porque el desembarco había tenido lugar en el área de Parada, y el segundo por el personal del general de brigada Jofre, quien, como responsable del área de Puerto Argentino no estuvo directamente involucrada, pero su opinión por separado podría ser útil. Luego se llevó a cabo una última conferencia conjunta bajo el mando del Coronel Cervo, jefe de inteligencia de Menéndez. La conclusión a la que se llegó fue que los británicos habían desembarcado menos que una brigada de tropas en San Carlos y que la mayor parte de una segunda brigada todavía estaba disponible para otro desembarco en otro lugar. Se decidió no lanzar la reserva en helicóptero; la única compañía de infantería disponible habría tenido un momento difícil de todos modos contra un desembarco tan sustancial. El único movimiento directo ordenado fue que se enviarían unos cañones de 105 mm por mar a Goose Green; La guarnición de allí no tenía artillería. Dos cañones del 4º Regimiento Móvil Aéreo fueron desmantelados y cargados en el barco de la Prefectura Naval Argentina Rio Iguazú, que zarpó de Puerto Argentino a las 4:00 a.m. del día siguiente.

Pero a la mañana siguiente, el 22 de mayo, comenzó con un revés inmediato argentino. Debido a su navegación tardía, el Río Iguazú estaba en el mar cuando llegó la luz del día, aún a 13 millas de su destino. En un ejemplo de pura mala suerte para los argentinos, los dos primeros Sea Harriers del día que despegaron de Hermes pasaron por el barco, y uno de ellos bajó y lo dañó gravemente con cañones de fuego. Dos marineros de la PNA resultaron heridos, y uno de ellos murió más tarde. El barco encalló, pero más tarde se montó una misión desde Goose Green para salvar las dos armas y otras tiendas. Un helicóptero bajó a un bote a un oficial de la fuerza aérea, un joven oficial del ejército y varios hombres, y estos fueron a la bodega de carga inundada y recuperaron las armas, que fueron llevadas a Goose Green a tiempo para la batalla allí; Una de los cañones fue dañado, pero la otra fue reparada. El joven oficial del ejército se reunirá de nuevo. Su nombre era teniente segundo Juan Gómez Centurión.

El hombre herido de la Prefectura Naval Argentina fue la única persona que murió el 22 de mayo. El resto de ese día fue un anticlímax. El mal tiempo en la Argentina continental impidió las operaciones aéreas desde sus bases durante la mayor parte del día. Sólo dos Skyhawks llegaron a la zona de desembarco en la noche; sus bombas no causaron daños, y regresaron sanos y salvos a su base.

Los dos días siguientes, 23 y 24 de mayo, constituyeron otro período de golpes diversos y contraataques. Estos empezaron con el pequeño Monsunen (230 toneladas) siendo atacada. Este fue uno de los dos barcos locales tomados por los argentinos. La británica se había enterado, probablemente de las interceptaciones de radio, que navegaba de noche desde Goose Green a Puerto Argentino, y dos helicópteros Lynx la atraparon en las primeras horas del 23 de mayo. La tripulación de los Monsunen se defendió bien con ametralladoras, pero el barco finalmente fue forzado a tierra. Más tarde la remolcaron de regreso a Goose Green, pero estaría fuera de uso hasta que los británicos capturaran a Goose Green y pusieran a la nave a trabajar de su lado. La pérdida para el servicio argentino de Monsunen ahora hace un total de cinco barcos utilizados por los argentinos para trabajos de suministro local inhabilitados por buques o aeronaves navales británicas: Isla de los Estados, Bahía Buen Suceso, Río Carcaraña, Río Iguazú y Monsunen. . Esto dejó solo a la gran e incómoda Formosa y los pequeños barcos Forrest, Islas Malvinas y Yehuin para llevar a cabo el peligroso trabajo de transporte de suministros a las guarniciones periféricas. De hecho, no hubo mucho más movimiento, y esas operaciones menores de la Royal Navy fueron una causa importante de la falta crónica de maniobrabilidad sufrida por las fuerzas argentinas en las Malvinas en las últimas semanas de la guerra.

El daño de Monsunen fue seguido inmediatamente por otro golpe a la movilidad argentina. Dos Sea Harriers en patrulla sobre la Gran Malvina vieron a un grupo de cuatro helicópteros del ejército argentino, tres Pumas y un Augusta, que transportaban municiones a la guarnición de Port Howard. Los Harriers atacaron con cañones de fuego, y dos Pumas y Augusta fueron destruidos, aunque sorprendentemente nadie fue asesinado. La fuerza de helicópteros del ejército argentino en Malvinas ahora se redujo a diez aviones útiles, de los diecinueve originalmente disponibles.

Pero el foco principal de atención durante esos dos días continuó siendo en el área de San Carlos, donde la acumulación de la cabeza de playa británica se vio interrumpida por muchos ataques aéreos argentinos. Estas incursiones todas vinieron del continente; las unidades aéreas con base local se redujeron a un número muy bajo de aviones útiles, y no se arriesgaron contra el área ahora fuertemente defendida. La peligrosa tarea de atacar los desembarcos británicos se dejó a los Skyhawks y Daggers de los Grupos de combate 4, 5 y 6 con un poco de ayuda de los pocos pilotos de Skyhawk navales restantes. No se sabe cuántas salidas se enviaron desde el continente durante esos dos días, pero se cree que solo treinta y tres llegaron al área de San Carlos. Los ataques argentinos se volvieron más irregulares ahora bajo la presión constante y la tensión de las operaciones; más aviones se volvieron inservibles; Los enlaces con los camiones cisterna Hercules no siempre tuvieron éxito. Pero los pilotos argentinos no mostraron falta de coraje y presionaron sus ataques con tanta valentía como siempre. Cuatro barcos fueron alcanzados por bombas durante estos dos días; de nuevo, los ataques eran de una altitud demasiado baja, y ninguna de las bombas explotó al golpear los barcos. Pero la fragata Antelope, golpeada por dos bombas lanzadas por los Skyhawks del 5º Grupo de Combate el 23 de mayo, explotó la noche después del ataque mientras se intentaban desactivar una de las bombas. La mayor parte de la tripulación del barco ya había sido evacuada, y solo dos hombres murieron, pero Antelope se hundió más tarde, el primer gran éxito para la Fuerza Aérea Argentina. Las bombas en los otros tres barcos que fueron alcanzados fueron retiradas de manera segura, y no estuvieron fuera de combate por mucho tiempo.



Por estos éxitos, los argentinos perdieron seis aviones más, cuatro Daggers y dos Skyhawks, aunque los barcos británicos y las defensas terrestres reclamaron muchos más. Los argentinos nombraron el área "Valle de la Muerte"; los británicos lo llamaron 'callejón de las bombas'. Cuatro de los seis pilotos derribados murieron. El 3er Escuadrón de Caza y Ataque Naval y el tuvieron que retirarse de la acción después del 23 de mayo. Envió cuatro Skyhawks en ese día; dos fueron dañados por San Carlos, y un tercero sufrió una calamidad en su regreso a Río Grande. Las cuatro bombas de 500 lb se habían "colgado" sobre San Carlos, y el piloto, el teniente comandante Carlos Zubizarreta, no pudo deshacerse de ellas. Un fuerte viento cruzado en la única pista de Río Grande hizo que el Skyhawk se desviara durante el aterrizaje. Probablemente temiendo la explosión de las bombas, Zubizarreta salió eyectado, pero el Skyhawk estaba inclinándose y no fue lanzado lo suficientemente claro como para que el paracaídas se abriera y murió. Las bombas no explotaron, y el Skyhawk fue reparado más tarde, pero las víctimas en este día dejaron a esta pequeña unidad con solo un avión útil de los ocho disponibles tres días antes, y el escuadrón fue retirado temporalmente de las operaciones ofensivas. Este fue un gran revés para el esfuerzo aéreo argentino porque estos pilotos navales fueron los mejor calificados para el ataque de barcos.

La muerte del teniente comandante Zubizarreta hizo que el número de pilotos argentinos muriera en esos dos días a cinco. Sólo otros dos argentinos perdieron la vida en ese momento. Un conscripto del 12, Regimiento en Goose Green murió de enfermedad; el diario de un miembro de su unidad menciona la desnutrición, pero probablemente fueron las privaciones de la campaña al aire libre lo que causó la enfermedad y la muerte del joven. La otra muerte fue en el aeródromo de Puerto Argentino, donde un artillero antiaéreo tuvo la desgracia de ser golpeado en la cabeza por un trozo de roca cuando una bomba de acción demorada explotó justo cuando caminaba desde su zanja hasta la cocina de campo para almorzar; murió a la vez.

Las muertes británicas durante los dos días fueron dos hombres en HMS Antelope y un piloto de Sea Harrier que murió cuando su avión explotó y se estrelló en el mar poco después de despegar del HMS Hermes en la tarde del 23 de mayo.

El martes 25 de mayo fue el Día Nacional de Argentina, y una combinación de circunstancias casuales y la habilidad de los pilotos argentinos lo convertirían en uno de los mejores días de la guerra por su causa, un día de gloria comparable solo al 2 de abril cuando ocuparon las Islas Malvinas.

La acción temprana del día se debió a la decisión del contraalmirante Woodward de arriesgar a dos de sus naves de defensa aérea en una posición expuesta hacia adelante para dar alivio del ataque aéreo a las naves y unidades terrestres en el área de San Carlos. Los dos barcos eran Coventry, equipados con Sea Dart, y Broadsword, que estaba equipado con Sea Wolf. Trabajando desde una posición de mar abierto frente a isla Bordón, a 40 millas al noroeste de San Carlos, el papel principal de los barcos era dar una alerta temprana de las incursiones entrantes a las defensas de San Carlos. Pero la combinación de misiles y radares en los barcos podría involucrar directamente a los aviones argentinos en rangos de hasta 12 millas y transportar a los Sea Harriers a otros aviones a mayores rangos. El plan estaba funcionando bien. Los Sea Harriers habían sido atacados en una redada el día anterior, y tres aviones argentinos habían sido derribados. Pero los barcos eran claramente detectables por los radares argentinos en la isla Bordón e incluso podían ser vistos visualmente por los "observadores del aire" en las colinas allí. El comando aéreo argentino decidió atacar a estos barcos.

La primera oportunidad de atacar a los barcos fue entregada al 5º Grupo de Combate en Río Gallegos. Se hicieron cuidadosos preparativos. El despegue de los cuatro Skyhawks involucrados fue antes del amanecer, y todos los aviones fueron reabastecidos con combustible por un petrolero Hércules, también durante la oscuridad, para darles suficiente tiempo para configurar su ataque en el área de combate. Otro Hércules hizo un reconocimiento preliminar, establecido por radar la ubicación exacta de los dos barcos y transmitió por radio esta información al vuelo Skyhawk. Pero esta operación bien preparada terminó en un desastre para el lado argentino. El vuelo del Skyhawk probablemente dejó su descenso al nivel del mar demasiado tarde, y Coventry detectó los aviones y disparó un dardo marino que golpeó al Skyhawk del líder del vuelo, el capitán Hugo del Valle Palaver. El Skyhawk se estrelló; el piloto murió y los tres aviones restantes decidieron abandonar la operación. (Una primera versión de la posguerra, que los artilleros antiaéreos argentinos en Goose Green derribaron por error al Skyhawk del Capitán Palaver en Goose Green).

Otra incursión contra el área de la cabeza de playa siguió poco después. Cuatro Skyhawks del Cuarto Grupo de Combate de San Julián hicieron un buen acercamiento indirecto por tierra, pero cuando atacaron el anclaje, las bombas de dos aviones no se lanzaron y los ataques de los otros Skyhawks no lograron anotar ningún impacto. El avión del teniente Ricardo Lucero fue derribado, pero Lucero logró expulsarlo y fue rescatado del agua por los británicos. Sus amigos en San Julián vieron cómo sus heridas eran tratadas en el HMS Fearless en un programa de noticias de televisión esa noche. Fue el único piloto de una unidad aérea continental que los británicos hicieron prisionero durante la guerra. La mala suerte de la formación continuó cuando el avión del líder de vuelo, el capitán Jorge García, fue derribado por otro de los Sea Darts de Coventry; Este fue el segundo líder de la formación Coventry derribado ese día. Nadie vio el Accidente Skyhawk de García, pero debió haber sido expulsado y sobrevivió temporalmente, porque su cuerpo fue encontrado en un bote en una playa remota en West Falkland más de un año después. Los dos Skyhawks restantes llegaron a su base, aunque uno de ellos resultó gravemente dañado y perdió combustible todo el camino a casa. Algunos reclamos extravagantes se hicieron más tarde en nombre de este vuelo. Uno de los aviones que regresaba tenía el símbolo de una fragata Tipo 21 y la fecha del día pintada en su nariz, y al Capitán García muerto se le acreditó erróneamente que obligó a un Sea Harrier a volar hacia el suelo en su camino hacia el área objetivo.

Esa tarde se montó una nueva redada contra los dos barcos que se encontraban frente a la isla Bordón, que causaban tantos problemas. Se prepararon dos vuelos de tres Skyhawks del 5º Grupo de caza, pero un avión se retiró antes del despegue y otro tuvo que regresar antes. Así que solo dos pares de Skyhawks procedieron. Fueron ayudados en su enfoque final por varios medios interesantes. Estaban en contacto con dos pilotos superiores de Skyhawk que volaban como pasajeros en un avión de apoyo, probablemente un Hércules, que mantenía una vigilancia lejana por radar en los barcos británicos. También estaban en contacto con el control aéreo de Puerto Argentino, que a su vez recibía información de isla Bordón, donde un piloto naval, el subteniente Daniel Manzella, estaba posado en una colina con un par de binoculares y podía ver ambos barcos y el mar local. Harrier patrulla en este día claro. Un oficial de habla hispana en el HMS Coventry estaba escuchando los informes argentinos. Los cuatro Skyhawks se acercaron en silencio de radio, tomando toda la información transmitida para su beneficio.

Por una vez, la suerte de la guerra osciló a favor de los argentinos. Los dos pares de Skyhawks llegaron casi simultáneamente pero desde diferentes direcciones. Fueron detectados por los radares de los barcos, pero algunas fallas en el equipo de misiles y algunos mal manejo táctico de los barcos mismos impidieron que se lanzaran los primeros Sea Darts de Coventry y también impidieron que Broadsword lanzara cualquiera de sus misiles Sea Wolf de defensa cercana. Peor aún, se advirtió a dos Sea Harriers que habían estado en una posición perfecta para interceptar que se separaran y se mantuvieran alejados para permitir la libertad de acción de los sistemas de misiles de los barcos. Coventry solo logró disparar un Sea Dart, pero estaba demasiado cerca para ese tipo de misil, y los Skyhawks entrantes lo evitaron hábilmente. Los disparos de las dos naves tampoco lograron detener el ataque entrante.

La pareja del capitán Pablo Carballo llegó primero. Carballo había tenido una guerra aventurera pero frustrante hasta ahora. En su primera misión, el 1 de mayo, había atacado a un barco mercante argentino por error. El 21 de mayo, sus aleros habían atacado a otro barco argentino, dejando que Carballo continuara y realizara un ataque en solitario contra el HMS Ardent, pero su bomba casi no alcanzó a ese barco. Dos días después, otro de sus hombres de ala había lanzado las bombas que eran responsables de la posterior explosión y pérdida de Antelope. Ahora Carballo se enfrentaba nuevamente al fuego británico, su tercer ataque cercano a un buque de guerra británico en cinco días, obstaculizado esta vez por una película de sal que se había formado en la parte delantera de la carlinga de su cabina. Un bioquímico de la fuerza aérea había desarrollado una solución anti-sal especial para este trabajo de bajo vuelo, pero un hombre de tripulación demasiado pulido había pulido el toldo de la cabina de Carballo tan vigorosamente esa mañana que se había eliminado la solución. Carballo y su compañero de ala, el teniente Carlos Rinke, comenzaron su carrera de ataque, muy abajo en el agua, corriendo rápido. Esta es el relato de Carballo:

Los dos imponentes buques de guerra estaban rodeados por una ligera neblina, recortada contra el horizonte, lejos de la costa. Me dije a mí mismo: 'Las cosas van a ser difíciles, porque estaremos expuestos a su fuego durante mucho tiempo'. Apliqué toda mi potencia, presioné el botón de mi equipo VHF y grité: '¡Viva la Patria!' Y comencé mi carrera final para atacar. Recuerdo lo pequeño que me sentí cuando, con mi solitario pero robusto wingman, comencé a atacar esas enormes estructuras de acero. Para disuadirnos, comenzaron a disparar tan pronto como bajamos el agua, mucho antes de que estuviéramos dentro del alcance.

Al principio, sus disparos cayeron muy por delante de nosotros, los proyectiles formaban trazadores en el aire y el agua salpicaba, mientras que los barcos estaban cubiertos de humo con cada disparo. Por un momento pensé que estaba viviendo una película de una de esas viejas batallas navales. Nunca podría haber soñado, tres meses antes, con una experiencia tan terrible y fascinante. La cortina de fuego era realmente densa, ya que ambos barcos nos dieron todo lo que tenían. No pude ver qué tan cerca estaban sus disparos porque tenía que mirar por el lado del parabrisas.
El capitán Pablo Carballo (de espaldas) junto a su escuadrilla antes de una misión. Recibió la Cruz al Heroico Valor en Combate y participó de siete misiones durante la guerra de Malvinas, incluyendo los hundimientos del Coventry, Ardent y los serios daños al Broadsword
Mi alero me preguntó: "¿Cuál debemos abordar?" "El trasero; está menos bien protegido ", respondí. Las dos naves habían comenzado a moverse rápido, dirigiéndose hacia el este, navegando aproximadamente 200 metros una de la otra. Cuando pude ver la enorme nave que estaba atacando a través de ambos lados de mi parabrisas parcialmente cubierto, presioné el interruptor de liberación de la bomba, probablemente tardando un poco más de lo normal debido a la dificultad que tenía para ver. Recuerdo que cuando dejé caer mis bombas, el otro barco todavía estaba disparándome. Inmediatamente pregunté: "¿Está usted allí, número dos?" Y con profunda alegría lo escuché gritar: "Sí, señor. Justo detrás de ti.
Puedo verte ". Casi al mismo tiempo, oí otra voz en la frecuencia que decía:" Mi objetivo está a la vista, y voy a entrar ". Fueron los otros dos pilotos que comenzaron su ataque.

Carballo y su wingman habían hecho un buen ataque, pero nuevamente tuvo que ser desafortunado. Una de las bombas saltó del mar y cruzó el costado de Broadsword, cruzó la cubierta, retiró la nariz del helicóptero Lynx del barco y volvió a caer al mar sin explotar. Esta fue una suerte extremadamente mala porque un nuevo tipo de fusible de nariz se ajustó a las bombas que se usaron ese día, y si la bomba hubiera golpeado algo sustancial, habría explotado, al menos causando graves daños al barco británico.

El segundo par de Skyhawks fue llevado por el primer teniente Mariano Velasco, quien también buscaba algún éxito después de varias incursiones decepcionantes, y el joven alférez Jorge Barrionuevo, quien probablemente estaba en su primera misión de guerra. Estos pilotos volaron ilesos a través del fuego británico. Las bombas de Barrionuevo no se lanzaron, pero, en uno de los mejores ataques de barcos de la guerra, Velasco puso todas sus tres bombas en Coventry. Se hundieron profundamente en la nave, explotaron e hicieron que la nave se hundiera. Los cuatro Skyhawks regresaron sanos y salvos al continente y a una gran cena de celebración. La unidad había hundido una nave, dañó otra y eliminó la presencia británica en isla Bordón que había estado causando tantos problemas a los argentinos. Sus compañeros creyeron que el único piloto de la unidad perdido en una redada anterior en el día, el capitán del Valle Palaver, tuvo una buena oportunidad de expulsar con seguridad por tierra, por lo que su ausencia no afectó la celebración. Sus amigos no sabían que estaba muerto.

La historia del segundo gran éxito argentino del día se puede contar más rápidamente, porque no hubo un contacto cercano entre las fuerzas opuestas y porque no hay una cuenta personal disponible del lado argentino; pero era tan importante como el hundimiento de Coventry, probablemente más. El escuadrón de Super Étendard había estado esperando pacientemente en Rio Grande la inteligencia firme que le permitiría llevar a cabo otro ataque de Exocet. Esa mañana, el comando aéreo de Puerto Argentino detectó la ubicación del principal grupo de trabajo británico a unas 100 millas al noreste de Puerto Argentino; la fuerza de tarea se había visto obligada a acercarse más que antes debido a la necesidad de apdesembarcooyar a la fuerza de desembarco bajo un ataque aéreo en San Carlos. El teniente comandante Roberto Curilovic y el teniente Julio Barraza encabezaron la lista y despegaron a media tarde. En una operación perfectamente ejecutada, las dos Super Étendards fueron reabastecidas de combustible y luego se acercaron al grupo de trabajo desde el norte. Detectaron los barcos británicos en su primer intento, lanzaron sus Exocets y se dieron la vuelta, esperando como siempre que los portaaviones británicos fueran alcanzados. Un Exocet encontró un objetivo cuando el gran barco de contenedores Atlantic Conveyor fue golpeado en su lado de babor. El misil penetró profundamente en la nave, explotó y comenzó un feroz fuego. Los pilotos argentinos se habían acercado a golpear a un portaaviones de lo que sabían. El grupo de trabajo siempre se desplegó de tal manera que otros barcos se colocaron entre los portaaviones vitales y el posible acercamiento de Exocets. Atlantic Conveyor estaba en la última fila de esas naves protectoras, y si ella no hubiera atraído el misil, podría haber chocado contra el área de portaaviones.

Así terminó el día nacional argentino más exitoso. A un costo de tres aviones perdidos, con dos pilotos muertos y un prisionero de guerra, las unidades argentinas habían hundido al destructor Coventry, dañaron el Broadsword y causaron la pérdida total a través del fuego del Transportador Atlántico con su inmensamente valioso cargamento de tiendas militares. y helicópteros. Diecinueve marineros británicos murieron en Coventry y doce en Atlantic Conveyor.

Pero los éxitos del 25 de mayo demostrarían ser la marca de agua más alta del esfuerzo aéreo argentino. Solo hubo dos pequeñas incursiones más contra el área de de San Carlos: seis Skyhawks el 27 de mayo y cuatro Daggers dos días después. La primera redada causó siete muertes y algunas lesiones a las tropas británicas cuando las posiciones en la costa fueron bombardeadas por primera vez. Mariano Velasco, el piloto que había hundido Coventry dos días antes, fue abatido en esta incursión, pero fue expulsado y sobrevivió. No se logró ningún éxito en la segunda incursión, pero se perdió otro avión. Esta vez el piloto fue asesinado; era el teniente Juan Bernhardt, el hombre que había puesto la primera bomba en HMS Ardent el 21 de mayo.

Esas redadas concluyeron el esfuerzo aéreo continental contra la zona de  británica. En nueve días de operaciones intensivas, se iniciaron aproximadamente 120 salidas, de las cuales cerca de 90 llegaron al área operativa. Tres barcos de guerra - Ardent, Antelope y Coventry - habían sido hundidos en o cerca del área de . Tres barcos de guerra más y tres barcos anfibios habían sido alcanzados por bombas que no explotaron. Otras naves habían sufrido daños superficiales por cañonazos. Las bajas se habían infligido a unidades de la tierra en una redada. Además, los Super Étendards habían destruido el Transportador Atlántico. Los pilotos de la Fuerza Aérea y la Armada argentinas habían hecho todo lo posible y estaban dispuestos a continuar los ataques, pero las defensas británicas estaban tan bien establecidas que ya no había ninguna posibilidad de lograr un éxito decisivo que influyera en el resultado de la guerra. . Los británicos habían sido gravemente afectados por los ataques aéreos, pero ahora estaban firmemente establecidos en tierra y listos para salir de la cabeza de playa. Las derrotas argentinas habían sido espantosas. Veintiún aviones habían sido derribados, casi una cuarta parte de los que alcanzaron el área operativa. Doce de los aviones fueron derribados por Sea Harriers, ocho por las armas de los barcos o las unidades costeras y uno por una combinación de las tres causas.

Desafortunadamente, el servicio de propaganda argentino manchó los esfuerzos de las unidades aéreas mediante la publicación de reclamos escandalosos en su nombre. La Gaceta Argentina en Puerto Argentino reflejó sin duda la línea de Buenos Aires cuando publicó una lista de todos los éxitos argentinos hasta el 25 de mayo: 5 buques de guerra hundidos (la cifra real era 3); 3 buques de transporte, incluido Canberra hundido (Atlantic Conveyor fue la única pérdida); 14 Sea Harriers destruidos (solo 2 derribados más 3 perdidos accidentalmente); 12 helicópteros destruidos (solo 3 más algunos accidentes); muchos barcos están "gravemente dañados", incluido el HMS Hermes (que no había sido rayado). La Gaceta concluyó: "Todos estos detalles se refieren solo a reclamaciones comprobadas y no a reclamaciones estimadas o no comprobadas".

El ataque aéreo había sido la única amenaza real para el éxito de los desembarcos británicos. La Armada Argentina no apareció, aunque sus escuadrones aéreos Skyhawks y Super Étendard se habían desempeñado con valentía y eficacia. La poderosa guarnición del ejército en las Malvinas no interfirió en los desembarques de ninguna manera, ni siquiera con las operaciones de comando. Después de que el primer teniente Esteban y sus hombres se retiraron de Puerto San Carlos la primera mañana, no hubo un solo contacto entre las tropas británicas y argentinas hasta el 27 de mayo, cuando los infantes de marina reales capturaron a un oficial de la marina argentino que se había instalado en un terreno elevado con vistas a San Carlos y fue presumiblemente reportando los movimientos británicos por radio a Puerto Argentino. El nombre de este valiente hombre era el teniente comandante Dante Camiletti.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Malvinas: La patrulla de observación hacia San Carlos de la APCA

La Fracción Pereyra de la APCA
Segunda nota

Durante el Conflicto de Malvinas, los británicos desembarcaron masivamente el 21 de Mayo en la zona del establecimiento San Carlos en la Isla Soledad. Una vez asegurada la Cabeza de Playa, en los días siguientes, iniciaron una penetración hacia el Este con el fin de retomar Puerto Argentino, nuestra Base principal, a la vez que atacaron hacia el Sur en dirección a Darwin.

En Puerto Argentino casi nada se sabía del desembarco, ni siquiera si éste era el esfuerzo principal de los británicos o habría otros. Pese a ésto, la Conducción Militar en Puerto Argentino decidió enviar tres Patrullas terrestres a San Carlos con la Misión de "aclarar la Actividad Operativa en la zona".

Una de estas Patrullas, la de la Armada, estuvo integrada por Suboficiales Comandos Anfibios presentes en Puerto Argentino. A las órdenes del Capitán de Corbeta de Infantería de Marina Dante Juan Manuel Camiletti, quien se presentó como Voluntario para ejercer la Jefatura de la Patrulla pese a no ser Comando Anfibio. Debemos recordar que se da esta situación por el hecho de que el resto de los Comandos Anfibios se encontraban en Río Gallegos preparándose para una posible incursión sobre Malvinas.


Foto: Grupo de Comandos Anfibios en Puerto Argentino


El 24 de Mayo, la Patrulla embarcó en dos helicópteros del Ejército Argentino y se dirigió hasta Chata Hill a unos 50 Km al Oeste de Puerto Argentino. Este movimiento se efectuó con el fin de acortar lo más posible la marcha de la Patrulla sin ponerla en peligro, dada la proximidad del enemigo. En Chata Hill establecieron una Base de Patrulla Reducida (BPR) y enterraron parte de su material y abastecimiento con el fin de aligerar su equipo y utilizar esta base como lugar de reencuentro luego de cumplir con la Misión. Solo retuvieron la bolsa cama, buena cantidad de munición y víveres fáciles de transportar y luego esperaron la oscuridad para empezar sus movimientos. En la noche del 24 al 25 de Mayo, con una tenue llovizna se dirigieron hacia Bombilla Hill, altura importante desde donde se podía ver el extremo este de la ríe de San Carlos y el Cerro Montevideo, objetivo final de la Patrulla. Desde la zona de Bombilla Hill vieron que en el Cerro Montevideo ya se notaba una intensa actividad enemiga. Evidentemente la altura estaba ocupada, se oían ruidos de máquinas y se lograron ver helicópteros enemigos con misiones de transporte de cargas y otros en evidente patrulla. Por estas razones se descartó ocupar una Base Patrulla y Observatorio en dicho cerro, pero en su lugar se pensó en dirigirse hacia el Cerro Tercer Corral, altura importante ubicada más al sur-oeste, desde la cual se creía que se podía cumplir con la Misión impuesta.

En su marcha a Tercer Corral fueron sobrevolados varias veces por 2 Harriers. Durante el vadeo de un brazo del río San Carlos, perdieron parte de su equipo y se aligeraron del resto, a la vez que quedaron totalmente empapados. Continuaron su marcha prácticamente con lo puesto. El miércoles 26 Mayo, se llegó al Cerro Tercer Corral y se estableció una BPR. El Puesto de Observación se ubicó con una buena visión sobre el Cerro Montevideo y el Puerto San Carlos. Hasta el momento no se había podido establecer comunicaciones radiales con Puerto Argentino. El Capitán Camiletti adelantó movimientos para completar el cuadro de información que estaban obteniendo. Entusiasmado, posiblemente se expuso algo más que lo necesario, hecho que le acarreó fuertes cambios de opinión con los Comandos más veteranos.

Del análisis de la situación general se decidió dividir la Patrulla. Una parte "Fracción Basualdo", integrada por los Suboficiales de Infantería de Marina Miguel Ángel Basualdo y Ramón López y los Cabos Principales de Infantería de Marina Juan Héctor Márquez, Osvaldo César Ozán, Juan Carrasco y Pedro Baccili regresaría a Puerto Argentino con la importante información recogida y el resto con el Capitán Camiletti "Fracción Pereyra": Cabo Principal Enfermero Jesús A. Pereyra, Cabo Primero de Infantería de Marina Pablo Alvarado y los Cabos Segundos de Infantería de Marina Omar A. López y Pedro C. Verón, quedará en la zona tratando de ampliar aún más el cuadro de situación sobre el enemigo.

La Patrulla Basualdo tuvo un regreso realmente azaroso. En uno de sus movimientos fue tomado prisionero el Cabo Principal IM Juan Carrasco en Teal Inlet. En su recorrido Basualdo debió evitar las columnas británicas que marchaba en igual dirección y sentido, pero su mayor preocupación era, sin embargo, llegar al contacto con las propias líneas, las que ignoraban la existencia de esta Patrulla. Tuvieron la fortuna de encontrarse antes con Comandos del Ejército Argentino que estaban operando delante del frente propio. El Sargento Cisnero fue el nexo que permitió penetrar en las defensas propias sin inconvenientes, el domingo 30 de Mayo. De allí en más todo fue sencillo y pudieron transmitir al Comando Superior la información recogida que resultó valiosísima. El resto de los Comandos que quedaron en Tercer Corral a órdenes del Capitán Camiletti marcharon el 26 de Mayo en dirección a Montes Verdes a unos 300 mts al Oeste con el fin de aproximarse aún más al Establecimiento San Carlos.

Al día siguiente treparon la altura y a la madrugada se estableció una BPR. Con los visores nocturnos se detectó al enemigo en la cresta topográfica de esa misma altura. Se decidió dejar la Patrulla en ese lugar y el Capitán Camiletti y el Cabo Principal Pereyra avanzaron para observar mejor los movimientos del enemigo. El Cabo Pereyra le hizo notar a Camiletti el peligro que corría toda la Patrulla si eran descubiertos. El Capitán le ordenó a Pereyra a reunirse con el resto y él intentó avanzar algo más, ya en el crepúsculo matutino. El Cabo Pereyra y el resto de la Patrulla vieron claramente al enemigo que se movía en la altura y luego oyeron algunos disparos. Supusieron, con acierto, que el Capitán Camiletti habría sido descubierto y decidieron iniciar el regreso cumpliendo lo acordado con el Capitán.

Mientras marchaban de regreso observaron efectivos enemigos desplegados en cadena que exploraban la zona, avanzaban con mucha precaución y con una gran alerta. Tres Comandos de nuestra Patrulla se ocultaron en un pozo inundado, allí en cuclillas permanecieron con el agua helada hasta la cintura, tapados con algunas matas de pastos que afortunadamente lograron poner. El Cabo Verón, no tuvo tiempo ni lugar para entrar en el pozo y permaneció de espaldas y con su fusil sobre el pecho, en el agua en un socavón de 20 centímetros de profundidad de un chorrillo y también cubierto con pastos y ramas. El enemigo pasó prácticamente sobre ellos, pero no los descubrió.Cuando comenzó a oscurecer y habiendo permanecido varias horas en esas posiciones, con los cuerpos entumecidos por la temperatura del agua, del sector derecho se escuchó un disparo de fusil, seguido éste por una apertura de fuego de todas las armas en dirección al valle, donde estaba ocultos nuestros hombres, cuyos proyectiles pasaban por sobre las cabezas de los Comandos Anfibios. ¿Ejecutaban una exploración por el fuego?. Seguido de esto se produjo un silencio de 30 minutos aproximadamente, el cual fue roto por helicópteros que cumplían un movimiento constante en el sector. Para los Comandos Anfibios la noche sería el mejor momento para su desprendimiento. Recién con la oscuridad de la noche y luego de permanecer muchas horas en el agua helada, pudieron salir de la posición, primero arrastrándose porque tenían las piernas entumecidas por el frío, luego gateando para recuperar los movimientos, luego agazapados finalmente para proseguir el escape. También ellos marcharon entre tropas británicas que se dirigían a Puerto Argentino. Hasta que a mitad de camino, el lunes 31 de Mayo, al Sudeste de Monte Estancia fueron emboscados, dos de ellos fueron heridos gravemente (Pereyra y Lòpez) y los dos ilesos restantes (Alvarado y Verón) tomados prisioneros. Allí comenzó otra historia, la de su vida de prisioneros que no les fue fácil, ya que recibieron un trato muy duro por su condición de tropas especiales...

Relato: Referente al Capitán de Corbeta de Infantería de Marina Dante Juan Manuel Camiletti

Relatos Históricos de la Guerra de Malvinas

sábado, 26 de mayo de 2012

Malvinas: La fracciones Pereyra y Basualdo de la APCA

Una observación innecesaria

Versión revisada, 2/8/11

Esta patrulla de Comandos Anfibios había llegado al área de San Carlos el día 26 de mayo de 1982. Partió de Puerto Argentino el día 24 y su aproximación se hizo por terrenos prácticamente dominados por el enemigo. Tuvo muchas bajas pero cumplió acabadamente con su misión. En esta anécdota qquiero rescatar un pasaje del accionar de la Patrulla, con el solo fin de señalar todo el profesionalismo y sacrificio de estos bravos Infantes de Marina.

Durante el Conflicto Malvinas, los británicos desembarcaron masivamente el 21 de mayo en la zona del establecimiento San Carlos en la Isla Soledad. Una vez asegurada la cabeza de playa, en los días siguientes, iniciaron una penetración hacia el Este con el fin de retomar Puerto Argentino, nuestra base principal, a la vez que atacaron hacia el Sur en dirección a Darwin.

En Puerto Argentino, 75 Km al este de San Carlos, casi nada se sabía del desembarco, ni siquiera si éste era el esfuerzo principal de los británicos o habría otros. Debemos recordar que la conducción argentina sufría enormes limitaciones para informarse sobre los movimientos del enemigo. Le sobraban razones; solo había 8 hs y 30 minutos de luz de día para fines de Mayo, con excesiva nubosidad y nieblas matinales, el dominio del aire era prácticamente británico. Además de la carencia de una razonable movilidad terrestre dada la imposibilidad de utilizar vehículos sumado a aires de marcha a pie de 1 Km/h con luz y 0,5 Km/h de noche. Mientras que las patrullas enemigas se movían libremente apoyadas por su dominio del aire y del mar.

Pese a las diferencias, la conducción militar en Puerto Argentino, decidió enviar tres patrullas terrestres a San Carlos con la Misión de "aclarar la actividad operativa en la zona".

 Una de estas patrullas, la de la Armada, estuvo integrada por Suboficiales Comandos Anfibios presentes en Puerto Argentino.


En una misión de observación avanzada, se creó la fracción “Pereyra” al mando del Capitán de Corbeta Dante Camiletti, junto al Cabo Primero IM Pablo Alvarado y los Cabos Segundos IM Omar A. López y Pedro C. Verón.


A las órdenes del Capitán de Corbeta de Infantería de Marina Dante Juan Manuel Camiletti, quien se presentó como voluntario para ejercer la jefatura de la Patrulla, pese a no ser Comando Anfibio. Debemos recordar que se da esta situación por el hecho de que el resto de los Comandos Anfibios se encontraban en Rio Gallegos (Santa Cruz) preparándose para una posible incursión sobre Malvinas ("Operación Buitre").

El 24 de mayo, la patrulla embarcó en dos helicópteros del Ejército Argentino y se dirigió hasta Chata Hill a unos 50 Km al Oeste de Puerto Argentino. Este movimiento se efectuó con el fin de acortar lo más posible la marcha de la patrulla sin ponerla en peligro, dada la proximidad del enemigo.

En Chata Hill establecieron una Base de Patrulla Reducida (BPR) y enterraron parte de su material y abastecimiento con el fin de aligerar su equipo y utilizar esta base como lugar de reencuentro luego de cumplir con la misión. Solo retuvieron la bolsa cama, buena cantidad de munición y víveres fáciles de transportar (chocolates, cigarrillos, galletitas. caramelos, caldos, pastillas de alcohol, etc)

Luego esperaron la oscuridad para empezar sus movimientos. En la noche del 24 al 25 MAY, con una tenue llovizna se dirigieron hacia Bombilla Hill, altura importante desde donde se podía ver el extremo este de la ría de San Carlos y el Cerro Montevideo, objetivo final de la patrulla.

Desde la zona de Bombilla Hill vieron que en el Cerro Montevideo ya se notaba una intensa actividad enemiga. Evidentemente la altura estaba ocupada, se oían ruidos de máquinas y se lograron ver helicópteros enemigo con misiones de transporte de cargas y otros en evidente patrulla. Por estas razones se descartó ocupar una Base Patrulla y Observatorio en dicho cerro, pero en su lugar se pensó en dirigirse hacia el Cerro Tercer Corral, altura importante ubicada más al sur-oeste, desde la cual se creía que se podía cumplir con la misión impuesta.

Ya en estos primeros movimientos se notó la necesidad de mantener la disciplina de marcha propia de los Comandos Anfibios y que atentaba contra este procedimiento, la velocidad que quería imponerle el Capitán Camiletti, lo que provoca unos de los roces innecesario entre el jefe y sus subordinados cuando entienden y llevan a la práctica doctrinas diferentes.

El Suboficial Comando más antiguo (Basualdo) reclama el apego a los procedimientos dada la evidente proximidad del enemigo "que estaba por todas partes" al decir de unos de los Cabos Comandos.

En su marcha a Tercer Corral fuero sobrevolados varias veces por 2 Harriers.

Durante el vadeo de una brazo del río San Carlos, perdieron parte de su equipo y se aligeraron el resto, a la vez que quedaron totalmente empapados. Continuaron su marca prácticamente con lo puesto.

El miércoles 26 Mayo, se llegó al Cerro Tercer Corral y se estableció una BPR. El Puesto de Observación se ubicó con una buena visión sobre el Cerro Montevideo y el Puerto San Carlos. Hasta el momento no se había podido establecer comunicaciones radiales con Puerto Argentino.

El Capitán Camiletti adelantó movimientos para completar el cuadro de información que estaban obteniendo. Entusiasmado, posiblemente se expuso algo más que lo necesario, hecho que le acarreó fuertes cambios de opinión con los Comandos más veteranos.

Del análisis de la situación general (a lo que se suma la situación anteriormente expuesta) se decidió dividir la Patrulla.

Una parte ("Fracción Basualdo", integrada por los Suboficiales de Infantería de Marina Miguel Ángel Basualdo y Ramón López y los Cabos Principales de Infantería de Marina Juan Héctor Márquez, Osvaldo César Ozán, Juan Carrasco y Pedro Baccili) regresaría a Puerto Argentino con la importante información recogida y el resto con el Capitán Camiletti ("Fracción Pereyra": Cabo Principal Enfermero Jesús A. Pereyra, Cabo Primero de Infantería de Marina Pablo Alvarado y los Cabos Segundos de Infantería de Marina Omar A. López y Pedro C. Verón), quedará en la zona tratando de ampliar aún más el cuadro de situación sobre el enemigo.

La Patrulla Basualdo tuvo un regreso realmente azaroso. En uno de sus movimientos fue tomado prisionero el Cabo Principal de IM Juan Carrasco en Teal Inlet. En su recorrido Basualdo debió evitar las columnas británicas que marchaba en igual dirección y sentido, lo que provoca que esta Patrulla se encolumne prácticamente detrás de las Unidades británicas, logrando evitar el contacto con el enemigo pese a que éstos conocían la existencia de nuestros Comandos en su zona debido a la captura de Carrasco.

Su mayor preocupación era, sin embargo, llegar al contacto con las propias líneas, las que ignoraban la existencia de esta Patrulla. Tuvieron la fortuna de encontrarse antes con Comandos del Ejército Argentino que estaban operando delante del frente propio. El Sargento Cisneros fue el nexo que permitió penetrar en las defensas propias sin inconvenientes, el domingo 30 de mayo.

De allí en más todo fue sencillo y pudieron transmitir al Comando Superior la información recogida que resultó valiosísima. El Sargento Cisneros caería en una emboscada enemiga días más tarde.

El resto de los Comandos que quedaron en Tercer Corral a órdenes del Capitán Camileti marcharon el 26 de mayo en dirección a Montes Verdes a unos 300 mts al oeste con el fin de aproximarse aún más al Establecimiento San Carlos. Al día siguiente treparon la altura a la madrugada se estableció una BPR.

Con los visores nocturnos se detectó al enemigo en la cresta topográfica de esa misma altura. Se decidió dejar la Patrulla en ese lugar y el Capitán Camiletti y el Cabo Principal Pereyra avanzaron para observar mejor los movimientos del enemigo. El Cabo Pereyra le hizo notar a Camiletti el peligro que corría toda la Patrulla si eran descubiertos. El Capitán le ordenó a Pereyra a reunirse con el resto y él intentó avanzar algo más, ya en el crepúsculo matutino.

El Cabo Pereyra y el resto de la Patrulla vieron claramente al enemigo que se movía en la altura y luego oyeron algunos disparos. Supusieron, con acierto, que el Capitán Camiletti habría sido descubierto y decidieron iniciar el regreso cumpliendo lo acordado con el Capitán.




Momento de la captura del Cap. Camiletti (IMARA) 

Mientras marchaban de regreso observaron efectivos enemigos desplegados en cadena que exploraban la zona, avanzaban con mucha precaución y con una gran alerta.


Tres Comandos de nuestra Patrulla se ocultaron en un pozo inundado, allí en cuclillas permanecieron con el agua helada hasta la cintura, tapados con algunas matas de pastos que afortunadamente lograron poner. Pereyra, Alvarado, López y Verón fueron los cuatro combatientes que permanecieron ocultos en pozos de agua. Los tres primeros permanecieron en fila y en cuclillas ocultos en un pozo inundado, con el agua hasta la cintura y tapados por una matas de pasto que lograron poner sobre ellos. El Cabo Verón, no tuvo tiempo ni lugar para entrar en el pozo y permaneció de espaldas y con su fusil sobre el pecho, en el agua en un socavón de 20 centímetros de profundidad de un chorrillo y también cubierto con pastos y ramas. El enemigo pasó prácticamente sobre ellos, pero no los descubrió. 


Cuando comenzó a oscurecer y habiendo permanecido varias horas en esas posiciones, con los cuerpos entumecidos por la temperatura del agua, del sector derecho se escuchó un disparo de fusil, seguido éste por una apertura de fuego de todas las armas en dirección al valle, donde estaba ocultos nuestros hombres, cuyos proyectiles pasaban por sobre las cabezas de los Comandos Anfibios. ¿Ejecutaban una exploración por el fuego?. Seguido de esto se produjo un silencio de 30 minutos aproximadamente, el cual fue roto por helicópteros que cumplían un movimiento constante en el sector.

Para los Comandos Anfibios la noche sería el mejor momento para su desprendimiento.

Recién con la oscuridad de la noche y luego de permanecer muchas horas en el agua helada, pudieron salir de la posición, primeros arrastrándose porque tenían las piernas entumecidas por el frío, luego gateando para recuperar los movimientos, luego agazapados finalmente para proseguir el escape. También ellos marcharon entre tropas británicas que se dirigían a Puerto Argentino.



Lo que sigue es una charla personal que mantuve con Jesús Pereyra, residente en Pehuen Có, una playa a 80km de Bahía Blanca. Pereyra estuvo en Malvinas desde la Operacion Rosario. Junto con su gente eran personal experimentado. Camiletti era oficial de reciente graduación, oficial de escritorio sin ninguna experiencia de campo. Sin embargo, como era oficial, fue puesto al mando de la mision de observación adelantada.

Pereyra me contó que la misión nunca tuvo razón de ser. El objetivo de la misma fue confirmar el desembarco británico, algo que la BBC ya habia transmitido y a poco nomás directamente mostraba imágenes en vivo. De hecho, Owen Grippa había ya volado sobre el sector con un MBB326 y atacado a la HMS Argonaut, confirmando la presencia británica. Sin embargo, los mandos navales diero el OK para esta misión. Pereyra al enterarse, supo que era una misión suicida, asi que no pidió voluntarios sino que fueron todos los miembros de la agrupación (nadie se quería hacer responsable de llevar a la muerte a nadie en particular, si iban a morir, iban todos.)

Tan pobremente preparado estaba Camiletti que llevaba sus vituallas en una mochila antártica, de color naranja fluor. A poco de comenzar la misión, Pereyra y sus hombres le dieron a conocer a Camiletti que sus ordenes serían "interpretadas" dada su falta de experiencia en combate (no iban a hacer todo lo que él ordenara dado que ellos consideraban que carecía de idoneidad). La patrulla arribó subrepticiamente a las playas de San Carlos y confirmó la presencia británica irradiando un parte a Puerto Argentino. A pesar de ello, Camiletti insistió en ver "mas de cerca" a los británicos. Es por ello que él solo fue capturado y los suboficiales no. La imagen de Camiletti, siendo encapuchado con una campera y con una Sterling apuntada a la cabeza, dio la vuelta al Mundo.






Traslado del Cap. Camiletti (IMARA) 

La versión del Capitán Camiletti enviada a este autor dice que "no es cierto [que] me ofrecí como voluntario para esa misión, sino que comandé la patrulla durante casi 2 meses, les conseguí alojamiento, vehículo para trasladarse, los saqué del letargo a pesar que se oponían a salir de misión como yo pretendía hacerlo diariamente. Lograr que saliéramos a recorrer la costa, a buscar infiltrados en las estancias próximas al mar, preparar emboscadas durante la noche en zonas aptas para el desembarco de patrullas inglesas". Respecto a su captura y a la razón de su avance en solitario hacia las posiciones inglesas, comenta "y la fracción que regresó era porque estaban muy cansados y no querían continuar avanzando y los que se quedaron era solo porque su estado físico era menos lamentables y además tuve que obligarlos a quedarse." (comunicación personal, 24/03/11) 



Luego de la captura del oficial argentino y el estado de alerta general de las tropas inglesas, ocurrió efectivamente, las tropas británicas pasaron a centímetros de los soldados argentinos y no los detectaron. El escondite en sí, era una rajadura en la tierra por donde emergía una vertiente de agua de unos 40 cm de profundidad. Allí se ubicaron los tres desde las 8 AM de un día hasta las 2 AM del otro, en esa posición y mojados en el clima malvinense.

Ese mismo día, partieron hacia el cerro Dos Hermanas donde era el punto de reingreso a la zona argentina. Todo el trayecto fue muy lento porque fueron seguidos de cerca por patrullas del SAS y RM.

Al llegar al cerro Dos Hermanas, Pereyra me contó que "olfateó algo raro". Estaba todo muy tranquilo, sin movimientos de tropas en las alturas. Igual se acercaron y cuando estuvieron a unos metros los británicos, que habian recapturado el cerro el dia anterior, abrieron fuego. Una bala le pegó en la mochila de Pereyra, atravesando e incrustandosele en la espalda. Pereyra cayó prisionero. Camiletti, apenas llegó al continente, fue dado de baja y no se supo nada de él.

Hasta que a mitad de camino, el lunes 31 de mayo, al Sudeste de Monte Estancia fueron emboscados, dos de ellos fueron heridos gravemente (Pereyra y Lòpez) y los dos ilesos restantes (Alvarado y Verón) tomados prisioneros. Allí comenzó otra historia, la de su vida de prisioneros que no les fue fácil, ya que recibieron un trato muy duro por su condición de tropas especiales. 


Luego vino en el HMS Canberra y reingresó al servicio activo. Jamás la Armada le pidió que transmitiese a las nuevas generaciones de comandos anfibios sus experiencias en combate. Siempre hubo verguenza de mostrarlos. Producto de ello entró en una fuerte depresión y se embarcó en el viaje de la Fragata Libertad de 1984 como único veterano de guerra a bordo. En cada puerto norteamericano y europeo que tocó la fragata fue homenajeado por sus pares navales locales. Así, en Annapolis, marines y oficiales navales lo invitaron con una copa a que contara sus experiencias. Lo mismo le ocurrió en Francia, España e Italia. Los oficiales navales estaban ansiosos por escuchar sus experiencias, cuando lo mismo no ocurría de los propios colegas nacionales. 

Él no fue el unico. Sus compañeros de patrulla cayeron en profundas depresiones. Verón, que era de Misiones, pidió la baja y al tiempo fue arrestado por provocar incidentes. Pereyra, sacó de su propio sueldo los recursos y se fue a Posadas a sacarlo de la cárcel. Lo encontró vestido solo de remera, malla de baño y ojotas. Pagó la multa, lo sacó de la cárcel y lo encarrilló. Pereyra mismo pagó con su matrimonio las pesadillas que le provocaron Malvinas.

Hoy Pereyra esta de baja y da clases de seguridad náutica. Vive en Pehuen Co, una pequeña playa a 80km de Bahía Blanca. Tuve el honor de conocerlo hace 2 años cuando sin saberlo alquilé su casa. Le dicen "El Brujo" Pereyra, porque no hay problema que él no solucione. Es un hombre humildisimo y un gran tipo, de esos que uno los reconoce al minuto de hablar. Todavia se sigue encontrando en alguna que otra reunión con Robacio, otro humildisimo héroe de la República comandante del BIM 5 en Tumbledown, y se pregunta para qué diablos se armó esa patrulla. Nadie sabe la respuesta.



Fuente:
La Nación, 14 de agosto de 1999
Clarín, 17 de agosto de 1999
Charla personal con Jesús Pereyra, febrero de 2007
Forista APCA del foro Batallas