✅Aspirantes Infantes de Marina de la promoción 126 y 127 de la Escuela
de Suboficiales de la Armada, realizaron adiestramientos en diversos
espacios de la Base de Infantería de Marina Baterías (BNIM), como parte
del plan de instrucción para la formación de los futuros suboficiales
que egresarán durante el presente ciclo lectivo.
·
⚓Los aspirantes lograron afianzar conceptos generales de combate individual anfibio, navegación terrestre, formaciones de combate a nivel grupo y sección. Para ello, se contó con el apoyo del Batallón Comando y Apoyo Logístico y del Batallón de Vehículos Anfibios Nº1 (BIVH). La campaña inició con un ejercicio de instrucción básica anfibia, consistente en un movimiento motorizado desde las instalaciones del BIVH hasta la zona general Baliza Chica, en terrenos de la BNIM. Desde allí los Vehículos Anfibios de Combate (VAC), con aspirantes embarcados, simularon la primera ola de asalto para un desembarco anfibio. ✅La Agrupación Infantería de Marina de la ESSA, concluyó así, la última campaña del año. Para la Promoción 126 todas las actividades fueron realizadas con el objetivo de lograr un alto nivel de adiestramiento en pelotón y grupo, proporcionándoles las herramientas necesarias para prepararlos como futuros Cabos Segundos. En el caso de la promoción 127, se continuará su formación para seguir perfeccionándolos y garantizar su éxito en segundo año.
El Ejército Argentino, desde hace más de dos siglos, sirve a la Patria y tiene como razón de ser la preparación de su personal y organizaciones para emplearlas en forma disuasiva o efectiva contra amenazas estatales militares externas.
El Ejército tiene como responsabilidad permanente alistar, adiestrar y sostener los medios puestos a su disposición a fin de garantizar su eficacia de empleo. Esto significa que, en tiempos de paz, quienes integran el Ejército Argentino se preparan de manera constante para la ejecución de operaciones militares.
El alistamiento es un proceso para prevenir, preparar y disponer una fuerza militar y sus medios para llevar a cabo una misión determinada. Incluye disponer de la capacidad militar de los recursos humanos y materiales para realizarla, y las acciones necesarias para proveer los elementos y llevar a cabo los preparativos que permitan el empleo de las unidades.
Este adiestramiento es un proceso mediante el cual se mantiene y mejora la capacidad individual y de conjunto para ejecutar una tarea militar determinada a fin de solucionar un problema militar operativo. Podrá ser específico (solo del Ejército), conjunto (con una o más fuerzas armadas) o combinado (con fuerzas armadas de otros países).
Incluye preparación para combatir en los distintos climas y terrenos, la realización de cursos militares individuales y de conjuntos, el desarrollo de ejercicios en las unidades militares o campos de instrucción e innumerables actividades operativas y técnicas.
El sostenimiento es el conjunto de actividades que tiene por objeto hacer a las fuerzas tan independientes de sus bases como sea posible, manteniendo sus características fundamentales: movilidad, capacidad de destrucción, flexibilidad y permanencia en la zona de operaciones.
En forma permanente y en toda la extensión del territorio nacional se desarrollan ejercicios operacionales por todas las unidades y grandes unidades de la Fuerza Operativa del Ejército. Asimismo los institutos militares de formación y perfeccionamiento dependientes de la Dirección General de Educación incluyen en sus planes de estudios las actividades de adiestramiento necesarias para cumplir con el proceso que les permita alcanzar el perfil necesario para integrarse a la fuerza.
El principal valor de esta preparación de permanente alistamiento, adiestramiento y sostenimiento es que posibilita alcanzar y mantener la aptitud para el combate. Este hace del Ejército una Fuerza cuyos integrantes están específicamente preparados profesional y personalmente para actuar en defensa de la Patria, y de los valores que sostiene la Institución.
Costos de formar y mantener pilotos de F-16 Fighting Falcon para la Fuerza Aérea Argentina
¿Cuánto cuesta crear y mantener calificado a un piloto de F-16?
¿Cómo sería el ciclo de vida de un piloto en la Fuerza Aérea Argentina?
Cifras al 2024 y un análisis económico-financiero al final
Por Esteban McLaren para FDRA
Supongamos un futuro piloto argentino, oficial recién graduado. Los aviones disponibles para entrenamiento son los Grob G 120, AT-6 Texan II, EMB 312 Tucano y FMA IA-63 Pampa, luego viene, a partir del año que viene, el F-16 Block 15 MLU ex-Dinamarca. ¿Cuántas horas de vuelo se requiere que cumpla en cada aparato un piloto para llegar a volar en un F-16? Luego, si el piloto llega a calificar para volar F-16, cuantas horas por año debe mantener para seguir calificado en el aparato. Buscamos sumar en una tabla todas las horas realizadas por aparato más las horas por año de volar un F-16 hasta alcanzar el límite de edad permitido para un piloto para poder volar un moderno caza de combate. Para ello vamos a suponer un ciclo de vida del piloto, suponiendo edades razonables del piloto cuando inicia con el Grob G-120 y luego establecer una edad de corte para poder operar el F-16 tal como se emplea bajo los estándares de la OTAN. Un análisis económico-financiero optativo se encuentra al final.
Para determinar cuántas horas de vuelo un piloto argentino, siguiendo los estándares de la OTAN (NATO), necesita completar en cada avión antes de calificar para volar un F-16 Block 15 MLU, así como cuántas horas anuales debe mantener para seguir calificado, es necesario basarnos en el perfil estándar de entrenamiento de pilotos militares en fuerzas aéreas occidentales. A continuación, se desglosan las etapas de formación y la acumulación de horas de vuelo según los tipos de aviones disponibles: Grob G 120, AT-6 Texan II, EMBV 312 Tucano, FMA IA-63 Pampa, y finalmente el F-16 Block 15 MLU.
Etapas de Entrenamiento de Vuelo
Grob G 120 (Entrenamiento Primario)
Este es el avión de entrenamiento primario básico. Los estándares de la OTAN y los de muchas fuerzas aéreas occidentales requieren que los cadetes completen entre 70 y 100 horas de vuelo en esta etapa antes de avanzar.
AT-6 Texan II o EMB 312 Tucano (Entrenamiento Intermedio/Avanzado)
Después del entrenamiento primario, los cadetes pasan a un avión de entrenamiento turbohélice como el AT-6 Texan II o el Tucano. Este entrenamiento intermedio/avanzado suele requerir entre 120 y 150 horas de vuelo, dependiendo de la fuerza aérea.
FMA IA-63 Pampa (Entrenamiento en Jet)
En esta etapa, los cadetes vuelan un jet de entrenamiento avanzado como el IA-63 Pampa para familiarizarse con las características de los aviones a reacción. Normalmente, se requieren entre 150 y 200 horas de vuelo en este avión antes de pasar a un caza supersónico.
F-16 Block 15 MLU (Conversión Operacional)
Tras completar el entrenamiento en jet, el piloto entra en un curso de Conversión Operacional para volar el F-16. Este curso incluye tanto simulación como horas reales de vuelo. Por lo general, se requiere un mínimo de 200 horas de vuelo en el F-16 para obtener la calificación completa.
Horas de Vuelo para Mantener la Calificación en el F-16
Una vez calificado en el F-16, para mantener la calificación como piloto operativo, los estándares de la OTAN requieren que el piloto mantenga entre 120 y 180 horas de vuelo anuales en un avión de combate moderno como el F-16.
Edades y Progresión
Asumimos que el piloto comienza su entrenamiento alrededor de los 21 años (tras haber completado la formación académica en la Escuela de Aviación Militar - EAM) y que la edad de retiro de un piloto de caza en un moderno avión de combate se sitúa alrededor de los 45 años, siguiendo los estándares de las fuerzas aéreas occidentales.
A continuación, se presenta una tabla que resume las horas de vuelo por cada etapa de entrenamiento y las horas necesarias para mantener la calificación en el F-16 hasta la edad de retiro:
Tabla Resumen de Horas de Vuelo
Etapa
Avión
Horas Requeridas
Edad Aproximada
Entrenamiento Primario
Grob G 120
80
21 años
Entrenamiento Intermedio
AT-6 Texan II / Tucano
140
22 años
Entrenamiento en Jet
FMA IA-63 Pampa
180
23 años
Conversión Operacional
F-16 Block 15 MLU
200
24 años
Horas Totales Entrenamiento
600
Horas de Vuelo Anuales
F-16 Block 15 MLU
150 (promedio anual)
25-45 años
Horas Anuales por 21 años (de los 24 a los 45 años)
3,150
Total de Horas de Vuelo
Concepto
Horas Totales
Horas totales de entrenamiento (hasta F-16)
600
Horas de vuelo anuales en F-16 (21 años)
3,150
Total de horas de vuelo
3,750
Un piloto argentino, siguiendo los estándares de la OTAN, necesitaría acumular aproximadamente 600 horas de vuelo en entrenamiento básico, intermedio y avanzado antes de calificar para volar un F-16. Una vez calificado, deberá mantener alrededor de 150 horas anuales de vuelo en el F-16. A lo largo de una carrera de 21 años (desde los 24 hasta los 45 años), el piloto habrá acumulado aproximadamente 3,750 horas de vuelo.
Cálculo de costos
Para calcular el costo total de entrenar a un piloto argentino y mantener su calificación en el F-16 Block 15 MLU, vamos a utilizar estimaciones razonables del costo por hora de vuelo para cada avión en la flota de entrenamiento y operación mencionada: Grob G 120, AT-6 Texan II, EMBV 312 Tucano, FMA IA-63 Pampa, y el F-16 Block 15 MLU. Luego, sumaremos todos los costos para tener un estimado total del costo de entrenar y operar a un piloto en su vida útil como piloto de combate en Argentina.
Estimaciones de costo por hora de vuelo
Grob G 120: Fuentes globales estiman alrededor de $500 USD por hora de vuelo.
AT-6 Texan II o EMBV 312 Tucano: El costo estimado por hora de vuelo para el AT-6 es de alrededor de $1,000 USD, y el EMBV 312 Tucano se ubica en una categoría similar.
FMA IA-63 Pampa: Siendo un entrenador a reacción, sus costos operativos son más altos, estimados en alrededor de $2,000 USD por hora según datos disponibles de jets comparables.
F-16 Block 15 MLU: De acuerdo con varias fuentes, el costo por hora de vuelo del F-16 varía entre $8,000 y $22,470 USD, dependiendo de factores como mantenimiento y condiciones operativas (Executive Flyers)(Wikipedia).
Estas cifras son aproximadas y pueden variar dependiendo del país, la estructura de costos, mantenimiento, combustible y otros factores. Sin embargo, son cifras razonables basadas en el costo de operación de aviones similares en fuerzas aéreas occidentales.
Con base en la información actualizada, incluiremos dos estimaciones del costo de volar el F-16 Block 15 MLU: una basada en un límite inferior de $8,000 por hora de vuelo y otra basada en un límite superior de $22,470 por hora de vuelo. A continuación se muestra la tabla revisada y el desglose de costos.
Tabla actualizada: Horas de vuelo y costos por aeronave (F-16 Block 15)
Etapa
Avión
Horas Requeridas
Costo por Hora (USD)
Costo Total (USD)
Edad Aproximada
Entrenamiento Primario
Grob G 120
80
500
40,000
21 años
Entrenamiento Intermedio
AT-6 Texan II / Tucano
140
1,000
140,000
22 años
Entrenamiento en Jet
FMA IA-63 Pampa
180
2,000
360,000
23 años
Conversión Operacional
F-16 Block 15 MLU
200
8,000
1,600,000
24 años
Horas Totales Entrenamiento
600
2,140,000
Horas de Vuelo Anuales (baja estimación)
F-16 Block 15 MLU
150 (anual)
8,000
1,200,000 (anual)
25-45 años
Horas Totales por 21 años (baja estimación)
3,150
8,000
25,200,000
Costo Total con estimación baja
$27,340,000 USD
Estimación Alta: F-16 a $22,470 por hora (F-16C)
Etapa
Avión
Horas Requeridas
Costo por Hora (USD)
Costo Total (USD)
Edad Aproximada
Entrenamiento Primario
Grob G 120
80
500
40,000
21 años
Entrenamiento Intermedio
AT-6 Texan II / Tucano
140
1,000
140,000
22 años
Entrenamiento en Jet
FMA IA-63 Pampa
180
2,000
360,000
23 años
Conversión Operacional
F-16 Block 15 MLU
200
22,470
4,494,000
24 años
Horas Totales Entrenamiento
600
5,034,000
Horas de Vuelo Anuales (alta estimación)
F-16 Block 15 MLU
150 (anual)
22,470
3,370,500 (anual)
25-45 años
Horas Totales por 21 años (alta estimación)
3,150
22,470
47,327,500
Costo Total con estimación alta
$52,361,500 USD
Cálculo del Costo Total
Costo total de entrenamiento (600 horas):
Baja estimación: $2,140,000 USD
Alta estimación: $5,034,000 USD
Costo total de operación en el F-16 (21 años):
Baja estimación: $25,200,000 USD
Alta estimación: $47,327,500 USD
Resumen de Costos
Estimación
Costo Total (USD)
Estimación baja
$27,340,000 USD
Estimación alta
$52,361,500 USD
Conclusión
El costo total de entrenar y mantener a un piloto argentino calificado para volar un F-16 Block 15 MLU oscila entre $27,340,000 USD y $52,361,500 USD a lo largo de su carrera, dependiendo del costo por hora de vuelo en el F-16.
“Quería
seguir peleando”. La campaña de Eduardo Villarruel, el padre de la
vicepresidenta, en Malvinas: combates y misiones de inteligencia
Los
19 días de guerra del padre de Victoria Villarruel en Malvinas: dos
combates “cuerpo a cuerpo” con las fuerzas especiales británicas y más
de 15 misiones de inteligencia
Mariano Chaluleu || LA NACION
Eduardo
Villarruel aterrizó en Puerto Argentino el 27 de mayo de 1982 a las
19.30 horas. Tenía 35 años, era capitán en el Ejército Argentino y se
había formado como Comando. Era un soldado de élite, el segundo jefe de
la Compañía de Comandos 602, que dirigía el mayor Aldo Rico.
Durante
los 19 días de guerra que vivió en Malvinas, Villarruel participó en
dos combates “cuerpo a cuerpo” con las fuerzas especiales británicas y
en más de 15 misiones de inteligencia. Fue uno de los últimos argentinos
en abandonar las islas, luego de permanecer prisionero de los ingleses,
tras la rendición argentina.
Días antes de embarcarse rumbo a Malvinas, su única hija, Victoria Villarruel, actual vicepresidente de la Argentina, había cumplido 7 años.
Eduardo Villarruel en una imagen del álbum personal, tomada en el Aeropuerto de El Palomar el día que se embarcó rumbo a las Islas Malvinas
“Las olas salpicaban en el avión”
El coronel Horacio Lauría (VGM), miembro de la Compañía de Comandos 602, recuerda cómo fue el viaje de los Comandos al archipiélago: " Fuimos todos los comandos en el mismo avión, un Hércules C-130. Volamos a 10 metros del agua para no ser detectados por los radares. Tuve la oportunidad de entrar un segundo a la cabina de mando y me impresioné: las olas salpicaban en el avión”.
Eduardo Villarruel con su hija bebé, Victoria
En
el aeropuerto, al llegar a la plataforma asignada, la tropa descendió
por las escaleras. Rico y sus hombres fueron alojados en un gimnasio que
los comandos de la Compañía 601 bautizaron “la halconera”. Procuraron
descansar, pero sin mucho éxito. Esa misma noche, cuando todos dormían,
una fuerte explosión sacudió al edificio. Hubo pedazos de cielo raso que
cayeron sobre ellos mientras los incesantes estallidos iluminaban las
paredes.
Los Comandos se incorporaron
velozmente y se prepararon para combatir. Pero sus compañeros de la
Compañía 601 los contuvieron. “¡Tranquilos, no pasa nada, permanezca
todo el mundo en su lugar! Es fuego de desgaste, de perturbación”, dijo
un jefe de sección. Todos intentaron recuperar la calma. El lugar estaba
repleto de armas y municiones, era tremendamente inflamable. Algunos
hombres matizaron el momento haciendo bromas.
-Hay dos cosas que me molestan en esta vida: los mosquitos y el cañoneo naval inglés, dijo el teniente primero Luis Brun.
El
chiste fue festejado por sus compañeros de arma. Unas horas después,
los disparos cesaron y los efectivos se dispusieron a dormir un poco
más. Fue el primer contacto que Villarruel y sus colegas tuvieron en
Malvinas.
Los comandos, una fuerza capacitada para todo
Los Comandos son el cuerpo de combate élite del Ejército Argentino. “Son soldados profesionales de operaciones especiales capacitados para conducir y ejecutar tareas de alta complejidad, en cualquier ambiente geográfico y bajo cualquier condición meteorológica, integrando fracciones reducidas que operaran normalmente aisladas”, dice el historiador Isidoro Ruiz Moreno, que recopiló todas las misiones de las Compañías 601 y 602 en el libro “Comandos en acción”.
Eduardo Villarruel en "la halconera", recibiendo la visita del teniente coronel Mohamed Alí Seineldín
Sus
integrantes reciben la instrucción más rigurosa y exigente. Durante
meses son llevados física y mentalmente al límite de sus posibilidades.
Aprenden a orientarse en los entornos más extremos, donde la ayuda pocas
veces llega, donde solo ellos pueden salvarse a sí mismos. Son
soldados, pero con un grado de autonomía mayor al de un combatiente
regular.
En la Guerra de Malvinas, las
Compañías 601 y 602 de los Comandos tuvieron un rol destacado. Fueron
los únicos que tomaron prisioneros y le arrebataron una bandera al
enemigo. Siempre combatieron a las SAS (el grupo Special Air Service),
su equivalente en el ejército británico.
El
comienzo de la guerra fue duro para el capitán Villarruel: dos días
después de su llegada, en su primera misión, perdió a dos compañeros.
Cuenta el Coronel Lauría: “El 29 de mayo, por la tarde, los Comandos salieron en helicópteros hacia el monte Kent”.
-¿Cuál era su misión?
-Teníamos que ir y enterrar nuestros suministros para luego infiltrarnos en territorio ocupado por los ingleses y realizar acciones como emboscadas, tomar prisioneros, recoger información sobre el enemigo. La noche del 29 salió mi patrulla, la 3ra Sección de Asalto, de la cual yo era el segundo jefe. En otro grupo salió Villarruel con la misma misión. Los helicópteros nos dejaron al pie del monte Kent. A Villarruel lo habrán dejado a unos 500 metros. Yo fui con dos hombres a hacer una exploración nocturna. Cuando estábamos a 40 metros de la cima del monte, nos abrieron fuego desde tres posiciones distintas con ametralladoras. Pensé que quizás era Villarruel que nos confundió, porque nuestros uniformes eran muy parecidos a los de los ingleses, hasta que los escuché hablar en inglés. “Nos mandaron a la boca del lobo”, pensé. Era una emboscada.
Eduardo Villarruel con su hija bebé, Victoria
-¿Tuvieron bajas?
-Ese
día tuvimos un herido: el sargento Viltes, a quien le dispararon en un
talón. El grupo de Villarruel tuvo dos muertos, Rubén Márquez y Oscar
Humberto Blas. Estuvimos combatiendo durante más de 14 horas: yo, en un
lugar, con 12 hombres, y Villarruel, a 500 metros, probablemente con un
grupo de no más de 10 hombres.
A
Villarruel le pasó lo mismo que a nosotros, los estaban esperando.
Sufrió esa emboscada... En situaciones así, no te queda otra que
replegarte. Villarruel decidió replegarse a otra posición en monte
Estancia con su gente. Al día siguiente llegué a donde estaba
Villarruel, nos dimos las novedades, y él dijo que había que avisarle a
Rico que no viniera porque también iba a caer en la emboscada.
Combate en el Monte Dos Hermanas
La
noche del 9 de junio, con las últimas horas de luz, la Compañía 602
partió hacia el monte Dos Hermanas. Minutos más tarde se desataría una
de las batallas más intensas de la guerra de Malvinas. A continuación,
el recuerdo de Lauría:
“Ahí no
esperábamos que el comando superior nos diera inteligencia, porque la
primera que nos dieron nos hizo pelota, con la emboscada en el monte
Kent. Así que nos basamos en información conseguida por nosotros en las
tareas de infiltraciones que habíamos hecho previamente. Llegamos a la
conclusión de que lo conveniente era tenderles a los ingleses una
emboscada en el monte Dos Hermanas.
Salimos
de Puerto Argentino a eso de las 7 de la tarde y llegamos al monte a
las 9 de la noche. Nos organizamos de la siguiente forma: un escalón de
asalto, cuya finalidad de encerrar y maniobrar a los ingleses; un
escalón apoyo, en el cual estaba yo; y luego el escalón de recepción,
cuya misión era recibir a cualquier herido, más allá de apoyar con el
fuego y combatir. En ese estaba Villarruel.
En un momento dado, somos sorprendidos por una pequeña fracción inglesa que ataca a los argentinos que estaban a cargo de la ametralladora: Jorge Vizoso y Mario Cisnero. Abren fuego sobre ellos, matan a Cisnero y hieren a Vizoso. Y se desata la pelea... Fue un combate violento, con mucho intercambio de fuego, en medio de la oscuridad y el frío”.
Victoria Villarruel bebé, abrazada por su padre Eduardo
En
un testimonio que dio para el libro Comandos en Acción, de Isidoro Ruiz
Moreno, Villarruel supo decir: “Noté la superioridad del intenso fuego
de los ingleses: las balas pasaron por encima de mi cabeza y
prácticamente no me podía levantar; entonces, por un momento, pensé que
íbamos a ser sobrepasados”.
Pero
resistieron. Los argentinos, cada uno desde sus posiciones, y con la
desventaja de contar con un muerto y un herido, se sobrepusieron
rápidamente. “Abrimos fuego y les pegamos una paliza muy grande”,
asegura Lauría.
“Diría que les
ganamos. Aprecio que esa noche tienen que haber muerto muchos ingleses
porque el fuego de nuestra artillería era tremendo”, escribió, años
atrás, Hugo Ranieri, también miembro de la Compañía 602.
Sigue
Lauría: “Luego Rico me ordena que junte a la gente y la repliegue,
porque creía que los ingleses, para cubrir el repliegue de ellos, iban a
abrir fuego de artillería contra nosotros. Villarruel recibe a Vizoso mientras combatía c. Es más, él no quería replegarse cuando Rico lo ordenó.
-¿Qué le dijo?
-Se
quería quedar combatiendo... y de hecho lo hizo durante un rato, hasta
el momento en que los ingleses empezaron a tirar con artillería.
Recuerdo que pasé por su posición y le dije: “Vamos”. Y él respondió:
“Sigan, yo después voy”. Lo que hizo Villarruel fue clave para que todos
pudieran retirarse tranquilos”.
La Compañía de Comandos 602 antes de subir al Hércules que los trasladaría a Malvinas
“Era duro, estricto en el mejor sentido de la palabra”
El
General Mauricio Fernández Funes (VGM), que también formó parte de la
Compañía 602, conoció a Eduardo Villarruel siete años antes de la guerra
de Malvinas, en 1975.
“Fue mi instructor en el curso de Comandos. Él era 3 años más antiguo que yo: Villarruel era de la promoción 99 y yo de la 102. El recuerdo que tengo es el de un hombre muy duro, muy estricto, en el mejor sentido de la palabra. Una persona a la que uno miraba como un muy buen profesional. Después, bueno, el entrenamiento era tan duro que queríamos que pasara rápido (ríe). Pasábamos días y noches sin dormir, con el agua a la cintura en medio de pantanos y ciénagas. El campo de entrenamiento era durísimo. Era en una isla en el delta. Le llamaban ‘El paraíso’, irónicamente.”, dice a LA NACION.
Recién llegados: los comandos reunidos en su cuartel, un gimnasio requisado a los kelpers que bautizaron como La Halconera
-¿Qué les enseñaba Villarruel?
-Él
estaba a cargo de dos materias: navegación terrestre y acción
psicológica. La primera consistía en saber orientarse solo, con la ayuda
de las estrellas, la naturaleza y cálculos geométricos. No había GPS.
El curso en sí duraba unos 3 meses. Pero en esa materia, pasamos entre
10 y 15 días con el agua a la cintura; vivíamos y dormíamos en las
ciénagas.
-Al año siguiente,
tuvo la oportunidad de ser instructor usted mismo y, entiendo, compartir
con él la oportunidad de enseñar juntos. ¿Qué impresiones le dio
entonces?
-Ya trabajando con
él, encontré a un hombre que me dio su afecto y su confianza. Lo
reconozco por el rigor con el que preparaba los ejercicios, un hombre
con un culto al detalle, muy exigente y riguroso.
Quien recuerda muy bien la segunda materia es Lauría, quien también había tenido como instructor a Villarruel.: “Hice el curso de Comandos en 1976. La exigencia más dura es la psicológica, y él era precisamente el instructor de acción psicológica. Villarruel se transformaba en algo insoportable (ríe), en el buen sentido de la palabra. Realmente era un fenómeno, brillante, brillante. Pero había que soportarlo (ríe). Gracias a él, y a lo exigente que era, yo, en la guerra de Malvinas, pude sobrellevar las situaciones difíciles salvando mi vida y la de mis compañeros”, dice Lauría.
La Compañía de Comandos 602: Villarruel es el más alto, al fondo, a la izquierda
Malvinas: “Los comandos nunca nos rendimos”
El 13 de junio de 1982, un día antes de la rendición, los Comandos recibieron la orden de darle seguridad a la casa del gobernador. “Rico estaba enojado, no era una tarea que debieran hacer los Comandos, pero cumplimos con las órdenes”, dice Lauría.
Combatieron hasta el último minuto. “En la mañana del 14, nos estaban tirando con todo. Nos atacaban con artillería para que sus tropas de pie se pudieran acercar con cobertura. Eso habrá durado 5 minutos, hasta que los ingleses que venían hacia nosotros pararon el avance. Nosotros estábamos listos para sacudirlos. Pero se ve que ahí hubo negociaciones del alto al fuego. A los 10 minutos recibimos la orden de replegarnos 100 metros atrás. Estuvimos 4 horas esperando. Luego nos mandaron a una casa en Puerto Argentino. Al día siguiente, nos tocó la puerta un soldado inglés y nos dio la noticia. Nos dieron la orden de marchar hacia el aeropuerto. Allá estaba uno de los campos de prisioneros. Villarruel estuvo en el centro de prisioneros de San Carlos. No nos pusieron a todos en el mismo lugar. Estábamos calientes, todavía con la adrenalina alta, con ganas de seguir luchando. Pero no se podía hacer nada. Quizás suene como una fanfarronada, pero quiero destacar que nosotros no nos rendimos nunca, simplemente seguimos órdenes”.
Eduardo Villarruel
Tras la guerra, el accionar de los Comandos fue reconocido y destacado por los ingleses: “Cuando combatíamos contra unidades de conscriptos el asunto era relativamente fácil, pero cuando enfrentábamos soldados profesionales el asunto era difícil, y nos causaron serios problemas”, expresó tiempo después John Jeremy Moore, el comandante de las fuerzas terrestres británicas durante la guerra de Malvinas.
Sobre el final de la charla con LA NACION, el coronel Lauría vuelve sobre su compañero de armas Eduardo Villarruel: “Creo que su hija, la vicepresidenta, está muy orgullosa por lo que él demostró en la guerra, así como él también estaría orgulloso de verla en el lugar en el que está ahora”, arriesga.
La vida de Javier Catoni, un empresario argentino de 51 años, bien podría ser el guion de una película de acción, con efectos especiales, operaciones desde el aire, situaciones de riesgo inminente, y misiones contra el narcotráfico y el terrorismo. Pero no es ficción, sino una carrera profesional real, que comenzó de forma inesperada. El experto en seguridad y defensa gubernamental, que además es piloto, trabajó para algunas de las familias y personalidades más poderosas del mundo. Toda la experiencia que acumuló la volcó en un proyecto muy ambicioso, de tecnología de punta y sin precedentes en nuestro país. Creó una base de entrenamiento militar en la provincia de La Pampa, con una extensión de 300 hectáreas, una “mini ciudad” que incluye un helipuerto, dos aeronaves de ala alta para lucha de fuego, y una gran variedad de sectores con distintas finalidades. “Es un paraíso táctico porque en un mismo lugar se puede practicar todo, tanto los ejercicios terrestres como en lo aeronáutico y naval”, detalla en diálogo con Infobae.
En 2018 empezaron las tareas de planeamiento y construcción de la base, de la mano de Special Missions, la compañía que fundó Catoni. “Desde ese entonces no paramos ni un día, los únicos momentos que frenamos fue por las inclemencias del tiempo, después se mantuvo en constante mantenimiento y desarrollo logístico”, asegura, con el entusiasmo intacto. Se define como alguien “estructurado” y confiesa que a la hora de proyectar ideas no improvisa. “Así como soy resolutivo y puedo improvisar y reaccionar rápido frente a la presión o el peligro, en lo proyectual me desenvuelvo de la manera contraria; soy muy del método de científico, de chequear a conciencia cada cosa, y soy quien hace la mayoría de los planos, los croquis, y diseños de ideas, que luego derivo a la parte técnica, de ahí a los ingenieros, a los arquitectos y al seguimiento de obra”, indica.
A 70 kilómetros de la ciudad de Santa Rosa, en una ubicación estratégica por tratarse del centro del mapa de la Argentina, se emplazan cada uno de los circuitos. “Terminamos una ampliación ahora, de un sector nuevo, y ya estamos pensando en el siguiente, le ponemos mucha vocación y pasión; solo hay tres bases así en el mundo, y esta es la primera en Latinoamérica”, dice, entre el orgullo y la ilusión de que el lugar alcance su máximo potencial. “El objetivo es que lo puedan utilizar, que sea visto por la clase dirigente y puedan entrenar todo tipo de fuerzas de seguridad y armadas del país, desde el policía de raso de la esquina, hasta el mejor comando, que puedan entrenar y capacitarse ahí, en simultáneo”, manifiesta.
Son muchas las prácticas que pueden realizarse, desde rescate de rehenes, allanamientos, hasta operativos de seguridad, y también se pueden recrear condiciones externas con un sistema de lluvia de artificial, otro de efectos de humo y explosiones. “Tenemos un helicóptero con un sistema de cámaras y domo que puede identificar una patente o un rostro a 10 kilómetros de distancia, imágenes termales de día y de noche, trasladar perros de rescate, evacuaciones sanitarias y transporte de tropas”, detalla. Cuando visitan las instalaciones los entendidos en la materia le dicen que es como “un Disney táctico”, porque encuentran todo lo que pueden soñar en un solo lugar. “En Buenos Aires para hacer técnicas de rapel o de escalada táctica hay que ir al CeNARD, pero para otro tipo de ejercicios de seguridad hay que trasladarse, y acá está todo junto, hasta un edificio de siete pisos con helipuerto y tirolesa”, señala.
Son más de dos décadas de su experiencia puestas al servicio, y su mayor anhelo es que todo este despliegue cumpla con su finalidad. “Es un gran regocijo y un reconocimiento recibir tantos comentarios, después de muchos años haciendo cosas, no por grandeza sino para ayudar y devolverle algo a la vida de lo mucho que me dio, pero también sería una pena que algo así quede abandonado; la idea es que tenga circulación permanente con capacitaciones”, expresa. Y agrea: “Hoy hay un pedacito del primer mundo en La Pampa, y me gustaría que empiecen a visitarlo entidades nacionales, ponerlo a disposición para que lo puedan utilizar, ya sea el Misterio de Seguridad o distintos ministerios de otras provincias”, proyecta.
La profesión que no eligió
A los 18 años, cuando estaba en plena decisión sobre su futuro académico, vivió una situación que jamás olvidará. El 17 de marzo de 1992, Javier estaba a dos cuadras de la Embajada de Israel cuando se produjo el atentado, y una bomba explotó en la esquina de Suipacha y Arroyo. “Caí al piso aturdido, había mucho humo, polvareda, gritos, y ni bien pude me levanté y empecé a correr”, rememora. En vez de seguir a las personas que trataban de escapar del epicentro de la explosión, él fue exactamente en el sentido contrario, hacia el centro del caos. “Me di cuenta que estaba yendo al revés cuando me choqué de frente con una persona”, explica. Ya en ese entonces le surgió una incontenible vocación de ayudar, y quiso levantar escombros para ayudar a rescatar a todos los que pudiese
“No sabía nada de protocolos, de posibles aplastamientos, de técnicas de evacuación, y aunque algo se encendió en mí en ese momento, me pasó que no escuché lo que yo quería, me dejé llevar por el mandato familiar; a pesar de que sabía que lo estaba haciendo a regañadientes, en ese momento seguí con mis estudios”, confiesa. Había encarado la carrera de Ingeniería Biomédica, que le iba a llevar un promedio de siete años. “Cuando estaba en quinto obtuve un título intermedio de tecnicatura, y organizaron una gran conferencia con profesionales de Brasil que vinieron a hablarlos sobre innovaciones y el mercado brasilero”, relata. Las siguientes palabras que escuchó definieron sus próximos pasos.
“Nos dijeron que cuando tuviéramos el título bajo el brazo, íbamos a estar 10 años atrasados en conocimiento con respecto al resto del mundo. Ahí abandonamos la mitad; yo no iba a seguir quemándome la pestañas dos o tres años más para graduarme y ser obsoleto”, expresa. Luego se formó en Ingeniería en Sistemas, una profesión que tampoco ejerció, porque se presentó una oportunidad que capturó toda su atención. “Siempre fui muy afín a competencias de tiro deportivo al aire libre, campamentos, y solía ir a practicar a un polígono de tiro”, indica. Notó que un hombre vestido de traje observaba su desempeño, e incluso le preguntó si trabajaba como agente de seguridad, por su habilidad
“Cuando salí me avisaron en recepción que me había dejado su tarjeta, y era el responsable de la custodia de la familia Pérez Companc”, revela. Sin dudarlo, se contactó, y así comenzó su formación en técnicas militares, con capacitaciones que incluyeron maniobras de vehículo ante choque y vuelco, armamento y defensa personal. “Cuando empecé a trabajar en seguridad sentí que era fabuloso, que había tocado el cielo con las manos, y pensaba: ‘Estoy en el mejor equipo de seguridad del país, con los mejores recursos, y cursos por todos lados”, expresa.
Desde siempre, la intuición fue su gran aliada, y a medida que iba ganando más conocimiento, empezó a preguntarse cuáles serían sus próximos pasos. “Me preguntaba si dentro de 10 años podría estar haciendo lo mismo, porque empezás de abajo, y son muchas las cosas que uno hace cuando lo contratan, algunas son más de rutina como llevar y traer a los hijos de determinadas familias, acompañarlos a comprar ropa, a sus actividades, y con el tiempo se puede volver un poco monótono y repetitivo”, explica. Siguió haciendo cursos y perfeccionó su nivel en idiomas, con la certeza de que más adelante serían de utilidad. “Hoy el inglés lo hablo sin tener ni que pensarlo, y eso te abre muchísimas puertas, porque accedés a material de afuera, a más conocimiento de última generación, y te vas preparando de otra manera”, sostiene.
Su vocación y el camino propio
Allá por 2005 apostó a un cambio personal y se perfiló como director de una empresa multinacional de Estados Unidos especializada en seguridad y lucha contra el lavado de dinero. Consiguió el puesto, y se adentró en otro rubro, el de seguridad patrimonial y electrónica, con funciones de forense informático y legal. La compañía llegó a manejar casos de 54 países, y fue durante aquellos años que estableció una gran cantidad de red de contactos y experiencia, que fueron claves para luego lanzarse como empresario de manera independiente. Así creó Special Missions -en Instagram @special_missions-, su propia empresa, y como muchos ya conocían su trabajo y su trayectoria, las solicitudes no tardaron en llegar.
“Presté mis servicios al Palacio de Buckingham, poco después de los atentados que hubo en los subtes de Inglaterra y en Madrid; hice los planes antiterrorismo, y coordiné toda la seguridad de los Juegos Olímpicos de Londres 2008?, cuenta. Luego trabajó con la Familia Real de España, la corona británica, jeques árabes y empresarios multimillonarios, con viajes que realizaba cada tres meses. “Así, desde cero, y desde abajo, empecé a generar mi propia fortuna, y después cuando conocí a mi esposa me concentré en el proyecto familiar y en echar raíces”, indica. Hace 12 años que se instaló en la provincia de La Pampa, ya es padre de dos hijas, y considera que sin el apoyo de su entorno más íntimo hubiera sido imposible cumplir tantos sueños.
Cuando se convirtió en papá se replanteó la constante exposición al peligro, y decidió analizar a profundidad cada caso, para tomar aún más precauciones. “Ahora si hay un 50% de riesgo inminente, no elijo estar en ese tipo de trabajos más conflictivos, para eso tenemos a los diferentes equipos altamente capacitados, y yo me quedo en la parte directiva, para poder elegir cuándo, cómo y dónde”, sentencia. A su vez, cuando asumió muchas más responsabilidades al llevar las riendas de su empresa, su agenda se llenó de actividades, y muchas veces tuvo que hacer malabares con los tiempos para encontrar un equilibrio entre su profesión y la vida familiar.
“El tiempo es un recurso que no se puede comprar, sin importar el dinero que tengas, al igual que el amor y la salud, y hay que tenerlo muy en claro eso, que el dinero es solo un ‘medio de’ o un ‘medio para’, que nada tiene que ver con ser feliz”, remarca. Nunca dejó de ir tras la búsqueda de algo que le llenara el alma, y no solo los bolsillos, porque considera que esa es la clave para encontrar dicha en el día a día. “Mi vocación es ayudar al resto, siempre lo que hago es para otros, y me parece que intentar dedicarse a lo que a uno le guste ya es un gran paso; y nunca es fácil, conlleva una enorme energía, pero tengo el empuje, y hoy trato de transmitir el legado a las nuevas generaciones”, indica.o
En su faceta de instructor muchas veces capacitó futuros profesionales, y disfruta mucho de ese rol, donde puede orientar a otros y compartirle todos sus secretos. “No me guardo nada, porque esa es la clave, darles todas las herramientas, y me ha tocado hacer de padre, de amigo, de cura, de psicólogo, porque durante los entrenamientos son más de 20 días donde nos vemos todos los días, donde tienen muy poco contacto con sus familias, y los instructores nos convertimos en su segunda familia”, describe. Considera que más allá de los ejercicios o la fortaleza física, también intervienen en el proceso cuestiones humanas y emocionales, y si alguno de esos pilares tambalea, la ejecución de las tareas se vuelve un desafío.
Con gran cariño y admiración pone como ejemplo a su primer instructor de helicóptero, Pablo Loubet, excombatiente y piloto de la Guerra de Malvinas. “Hoy en día sigue volando, y todos mis conocimientos aeronáuticos se los debo a él; por eso en vida le puse su nombre a uno de los hangares que tenemos en la base, porque es como un padre para mí, por todas las enseñanzas que ha dejado en esas dos islas y las vidas que ha salvado”, expresa.
La base de sus sueños
Desde que empezó con el proyecto, estuvo atento a todos los detalles, y mantuvo la tradición de pedirle críticas constructivas a todos los que lo visitaron. “Siempre pregunto en qué podemos mejorar, porque yo miro todo, hasta el cartelito del tacho de basura, y nos ocupamos de todo, incluso del mantenimiento de los caminos rurales, con maquinarias viales para repararlos cuando traemos equipamiento y materiales”, indica. Tomó como inspiración a las grandes potencias en materia de seguridad, y algunas las adaptó para optimizar los recursos nacionales. “Afortunadamente no fue difícil equipar la base, si bien hay elementos que solo se consiguen en el exterior, y hay que ir a traerlos, tenemos equipos en muchas partes del mundo, así que pudimos concretar lo que habíamos planeado”, celebra.
En el área de simulacro de catástrofes aéreas se encuentra desmantelado un avión que perteneció a Lázaro Báez. No quiere ahondar en el tema, pero señala: “Fue un regalo de un amigo como souvenir por el fin de una época”. Uno de los requisitos que se impusieron fue el respeto por el medioambiente, y por eso mantuvieron el entorno agreste, sin asfalto ni cemento que pudiese afectar el ecosistema natural. La otra condición fue que se tratase de una iniciativa sin fines de lucro. “No hacemos negocio, lo poco que se gana se reinvierte o se dona”, aclara. La inversión principal fue destinada a las tácticas operativas, y tomaron todas las precauciones necesarias, para que dos aviones y dos helicópteros pudieran funcionar de manera operativa. “Hay gente fija ahí todo el tiempo, en materia de construcción y control perimetral, porque es una zona restringida por los materiales que hay”, comenta.
A fin de año sumarán a las instalaciones un un helicóptero MD530F versión militar. “Es de 2025, está actualmente en fabricación, va a ser el único en nuestro país, y se van a hacer demostraciones para otros países de Latinoamérica”, anticipa. Considera fundamental que por cada adquisición exista una proyección a futuro y que se le pueda dar utilidad. “No se trata de comprar un montón de cosas que después no haya capacitación para usarlas, que no haya presupuesto para mantenerlas, que no haya alguien con las capacidades técnicas para resolver los problemas que tengan todas esas maquinarias, y por eso la capacitación siempre es la mejor inversión”, enfatiza.
Ese mismo consejo es el que brinda cuando le consultan por políticas de Estado en materia de seguridad. “Lo único constante es el cambio y con ello las necesidades; lo que se enseñó en la Escuela de Policía hace 10 años no tiene nada que ver con los conflictos sociales de hoy, ya no nos sirven los manuales de seguridad y defensa de hace cinco años, ni de hace tres, ni siquiera del año pasado”, asegura. Y agrega: “Lamentablemente siempre vamos un paso atrás, no tenemos el efecto sorpresa para contrarrestar la delincuencia ni los problemas que hoy azotan a nuestro país”.
Tal como decía al principio, le gustaría que el centro de entrenamiento militar que creó pudiese ser una herramienta para combatir la falta de presupuesto en las capacitaciones. “La parte privada tiene los recursos para poder hacerlo, y creo que la base no hubiera sido posible en forma pública, por protocolos y burocracia; por eso me encantaría que haya visitas institucionales oficiales. Es un paraíso para aprender y hacer las cosas a conciencia, como las estamos haciendo; falta decisión política y ojalá a futuro podamos hacer convenios con el Gobierno y con distintos Ejecutivos provinciales para entrenar a las fuerzas de seguridad”, manifiesta.
“Hoy tenemos muchísimos casos llevados a cabo, de lucha contra el terrorismo y narcotráfico, en todo Centroamérica y Medio Oriente, tanto de equipos que han venido hasta La Pampa para capacitarse, como de servicios donde nosotros nos hemos trasladado”, detalla. A través de sus redes sociales reciben muchas consultas, alguna para solicitar información de cursos y actividades, otras con solicitudes de empleo, y muchos son mensajes de agradecimiento. “Nos dan las gracias por hacer algo para el pueblo argentino, nos dicen que los inspiró, y hasta se ofrecen de manera desinteresada a colaborar, y eso es realmente gratificante”, expresa. Siente que encontró aquel concepto de “trascendencia” que tanto buscaba cuando era estudiante universitario. “Volvería a hacer el mismo camino de piedra, a revivir las cosas malas, para estar exactamente donde estoy hoy, con proyectos constantes que sean de utilidad y hagan la diferencia”, reafirma.