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sábado, 20 de diciembre de 2025

ARA: Las noticias de la compra de los dos acorazados Moreno y Rivadavia


Las vicisitudes de la compra de los acorazados ARA Moreno y ARA Rivadavia según el New York Times










BUQUE DE GUERRA ARGENTINO ALCANZA 22,56 NUDOS

El acorazado Rivadavia, construido en Fore River, establece un nuevo récord para acorazados.
PRUEBA DE RESISTENCIA HOY
Oficiales de la Marina de EE.UU. muy interesados en la prueba, pero niegan rumores sobre oferta para comprar el barco.

ROCKLAND, Maine, 16 de septiembre. — La bandera de la República Argentina flameó en el mástil delantero del nuevo superacorazado Rivadavia cuando aceleró en la última milla de su prueba de estandarización de cinco millas sobre el recorrido de medición del Gobierno de Estados Unidos, alcanzando una velocidad de 22,56 nudos por hora.
Esta fue la milla más rápida de las cinco, lo que permitió que el "buque de guerra más grande a flote" cumpliera con el requisito contractual de 22,50 nudos por hora.

El gran buque realizó cuatro recorridos de ajuste a lo largo del trayecto y luego, tras girar en la línea, aceleró durante la primera milla a una velocidad de 22,651 nudos por hora.
En el segundo recorrido, luchando contra la corriente, su velocidad cayó a 22,480.
En el tercero, ya en ritmo, alcanzó 22,536, aunque la marea la redujo a 22,388 en el cuarto.
En la última milla, el enorme acorazado encontró su punto óptimo y, entre los aplausos de la tripulación, alcanzó 22,567 nudos.

La potencia promedio desarrollada fue de 40.000 caballos de fuerza, con un desplazamiento de 27.686 toneladas.

Al desembarcar, el almirante O. Bethbedder de la Armada Argentina envió un cablegrama a su gobierno, en el que decía:

"Las calderas proporcionaron vapor en cantidad suficiente y los tornillos demostraron ser muy eficientes. La velocidad máxima se logró con menos potencia y un número menor de revoluciones de hélice de lo estimado."

El presidente Francis T. Bowles de la Fore River Shipbuilding Corporation, que construyó el Rivadavia, declaró:

"Es sin duda un excelente récord de velocidad para un acorazado, superando por más de medio nudo todo lo visto en barcos de este tipo en este país.

Mañana por la mañana, el Rivadavia saldrá para su prueba de resistencia de 30 horas, en la que deberá mantener un promedio de 20 nudos por hora.
Luego hará otra prueba de 30 horas para medir el consumo de combustible a 15 nudos por hora, concluyendo con una prueba de ocho horas a velocidad máxima, donde el contrato exige una media de 22½ nudos.

Cerca del puerto de Boston, probará sus armas, disparando una o más de sus torretas de 12 pulgadas y algunos de sus cañones de 6 pulgadas.

Un funcionario de la Fore River Company declaró esta noche que el Gobierno argentino ya había recibido varias ofertas para comprar el barco, incluyendo una de los Estados Unidos.

Publicado por The New York Times

Fecha: 17 de septiembre de 1913
Copyright © The New York Times






BUQUE DE GUERRA ARGENTINO — TERRITORIO NO SECO

El Moreno tiene un bar y agasaja al astillero naval mientras es pintado aquí.
CANTINERO DE GUARDIA
No se esconden “refrescos” en los armarios — El acorazado es un gran y capaz combatiente.

Con proa americana y popa británica, y un moderno y muy acogedor café en el centro, el nuevo superacorazado argentino Moreno zarpó a la 1 de la tarde de ayer. El Moreno, construido por la New York Shipbuilding Company en Camden, Nueva Jersey, llegó a Nueva York hace unos días sin anuncio previo y se dirigió directamente al astillero naval para pintar su casco. Ese trabajo terminó el sábado por la noche, y ayer el Moreno zarpó para realizar pruebas de mar, tras las cuales Argentina decidirá su aceptación.

Durante su corta estadía en el astillero, el Moreno atrajo mucha atención. Los oficiales navales, en particular, se interesaron, ya que sólo hay otro barco en el mundo como el Moreno de 26.600 toneladas, y ese es su gemelo, el Rivadavia. Hasta donde saben los oficiales del astillero, es el único acorazado con un café.

El Secretario Daniels desaprueba los cafés, y todo el mundo en la Marina, desde el fogonero más joven hasta el oficial de mayor rango, lo sabe. Si se inspeccionara la Flota del Atlántico con lupa, no se encontrarían suficientes bebidas alcohólicas como para alegrar a un bebé.

Pero es diferente en la Armada Argentina. El Moreno está impecable por dentro y por fuera. Por todos lados hay cañones, incluyendo una docena de los más nuevos y poderosos de 12 pulgadas. Pero el café ha sido colocado lo suficientemente lejos de los grandes cañones como para que no tiemblen los vasos del bar. Las bebidas en el Moreno se sirven en el café más encantador de los siete mares.

En el pasado, cuando se encontraban bebidas alcohólicas en los barcos americanos, estaban escondidas en los armarios de los oficiales, y la hospitalidad no siempre era conveniente. En el Moreno, el oficial argentino te pone una mano en el hombro, te dice “¡Tómate una conmigo!”, y camina derecho al bar. Allí, los marineros uniformados sirven bebidas que son tan buenas como las que se consiguen en los mejores cafés de Nueva York.

El encargado del bar aún no tiene título oficial. Se ha sugerido que su designación sea algo así como:
“cantinero de primera clase”,
“cantinero de segunda clase”,
“jefe maestro de armas del café”,
“primer escribiente del café”,
“vino-escribiente”,
y así sucesivamente.

Pero el café es solo una pequeña parte de este nuevo superacorazado. En tonelaje, es aproximadamente igual al superacorazado estadounidense New York. De proa se parece mucho al New York, ya que tiene un mástil de celosía y una disposición de torretas similar a la construcción americana. A popa, el Moreno tiene un mástil sólido como los de los acorazados británicos clase Iron Duke.

Además de su batería principal de doce cañones de 12 pulgadas, el Moreno tiene una batería secundaria de doce cañones de 6 pulgadas y dieciséis de 4 pulgadas. Está diseñado para alcanzar 22.5 nudos y su costo será de unos 12 millones de dólares.

Publicado por The New York Times

Fecha: 26 de octubre de 1914
Copyright © The New York Times





DISPUTA POR BUQUE DE GUERRA

F. D. Roosevelt intenta lograr un acuerdo entre los constructores y Argentina

Especial para The New York Times

WASHINGTON, 17 de febrero. — Mil marineros de la Armada Argentina, acompañados por sus oficiales, están alojados en el Astillero Naval de Filadelfia, a la espera del resultado de las gestiones que está realizando Franklin D. Roosevelt, Subsecretario de la Marina, para resolver la controversia que ha retrasado la entrega del acorazado argentino Moreno.

El acorazado, construido por la New York Shipbuilding Company en Camden, debería haber estado terminado hace más de un año. El retraso se debe a una serie de circunstancias, algunas de las cuales los contratistas atribuyen al Gobierno Argentino, y otras por las que se ha culpado a distintos contratistas.

Se entiende que, aunque el Gobierno Argentino está listo para recibir el buque, los contratistas se han negado a realizar la entrega hasta que se encuentre una forma de resolver las reclamaciones derivadas del retraso.

El Moreno es uno de dos acorazados; el otro es el Rivadavia, contratado por el Fore River Shipbuilding Company de Quincy, Massachusetts.
El contrato para el Moreno permitió a la empresa Fore River subcontratar la construcción a la New York Shipbuilding Company.

Publicado por The New York Times

Fecha: 18 de febrero de 1915
Copyright © The New York Times






DISPUTA POR ACORAZADO FINALIZADA

El Moreno entregado a Argentina tras una larga disputa

FILADELFIA, 20 de febrero. — El acorazado argentino Moreno fue entregado hoy a Argentina por la New York Shipbuilding Company, en cuyos astilleros, en Camden, fue construido.
Hubo una demora en la entrega del Moreno debido a diferencias sobre el pago por trabajos adicionales realizados por la empresa constructora.

El Moreno partirá hacia su puerto de origen tan pronto como se carguen los suministros necesarios.

Parte de la tripulación argentina, que llevará el acorazado a Sudamérica, subió hoy a bordo del barco.
El resto de los marinos aún está alojado en acorazados estadounidenses en el astillero naval de Filadelfia.

Publicado por The New York Times

Fecha: 21 de febrero de 1915
Copyright © The New York Times





BOTADURA DEL MORENO PARA LA ARMADA ARGENTINA

Buque de guerra de $12.000.000, lo último en la clase de cañones de 12 pulgadas, supera a nuestros mayores acorazados.
VELOCIDAD DE 22½ NUDOS
Su gemelo, el Rivadavia, es el único buque a flote que la iguala.

FILADELFIA, 23 de septiembre. — El acorazado argentino Moreno, diseñado para ser uno de los acorazados más formidables del mundo, fue botado esta tarde desde los astilleros de la New York Shipbuilding Company en Camden, Nueva Jersey.

La señora Isabel Betbeder, esposa del Contralmirante Betbeder, jefe de la comisión naval argentina en este país, actuando como representante de la esposa del expresidente José Figueroa Alcorta de la República Argentina, fue la madrina del buque.

La quilla del buque fue colocada el 9 de julio de 1910. Al ser botado, el buque pesaba 12.000 toneladas y se utilizaron 13 toneladas de sebo para facilitar su deslizamiento hacia el río Delaware. Cuatrocientos obreros trabajaron durante horas para preparar la botadura.
Cuando se retiraron todos los soportes, solo quedaba un pequeño “disparo hidráulico” sosteniendo la estructura de acero, de casi 200 pies de largo. Se activó el disparador y el enorme buque descendió por la grada.

Luego fue remolcado por remolcadores a un muelle en esta ciudad, donde continuará su acondicionamiento. Muchos funcionarios argentinos estuvieron presentes en la botadura.

El único otro buque comparable es el Rivadavia, recientemente botado por Fore River Shipbuilding Company en Quincy, Massachusetts.
El Moreno lleva el nombre de Mariano Moreno, figura histórica importante en la historia de la República Argentina. Representa lo más avanzado en el desarrollo de acorazados con cañones de 12 pulgadas. Es mayor en eslora y desplazamiento que los acorazados estadounidenses Utah y Florida, los más grandes hasta entonces.

Según los constructores, el Moreno y el Rivadavia son incluso más grandes que el New York, cuya quilla fue colocada recientemente y que tendrá un desplazamiento de 27.000 toneladas.
Los diseñadores británicos están trabajando para superarlos con el proyecto del Queen Mary, que tendría un desplazamiento de 29.000 toneladas.

El Moreno tendrá doce cañones de 12 pulgadas. Sus equivalentes en la Armada de EE.UU. serían los Arkansas (construido en Camden) y el Wyoming (construido por Cramp en Filadelfia), pero ninguno estaba aún en servicio. También se mencionan buques equivalentes en Austria (Viribus Unitis), Alemania (Thüringen), Japón (Kawachi), Rusia (Sebastopol) y Francia (Jean Bart), todos botados recientemente.

El avance más reciente en construcción naval consiste en reducir el número de cañones principales, pero aumentar su calibre a 14 pulgadas, como en el nuevo New York. Un buque aún mayor se encuentra en construcción en Gran Bretaña.

La velocidad del Moreno superará a cualquier otro buque de su clase, que promedian 21 nudos. Según su contrato, el Moreno deberá alcanzar 22½ nudos. Se espera que desarrolle 40.000 caballos de fuerza, aunque sus motores están diseñados para 32.000.

El Moreno y el Rivadavia miden 595 pies de eslora total, mientras que el Utah y el Florida miden 521½ pies. Los acorazados argentinos tienen una manga de 95 pies y un calado normal de 27 pies.

El contrato para ambos buques fue otorgado a la Bethlehem Steel Company, que subcontrató la construcción. Bethlehem también suministrará el blindaje y armamento de ambos.
Cada acorazado costará alrededor de $12.000.000.

Publicado por The New York Times

Fecha: 24 de septiembre de 1911
Copyright © The New York Times



lunes, 1 de diciembre de 2025

ARA: Barca Ushuaia, 1888.

Barca “Ushuaia” 1888


 Barca “Ushuaia”, c. 1893

Astillero

Saint John Port, Canadá

Tipo

Barca

Adquisición

Comprada por la Junta Superior de Marina en 1888

Colocación quilla

 

Botado

1864

Comisionado

 

Desplazamiento

1.081 toneladas

Eslora

53,50 metros

Manga

11,06 metros

Puntal

7,16 metros

Calado

6,00 metros

Aparejo

Casco de madera forrado de roble y olmo en la obra viva, y de pino en la obra muerta. Forrada en zinc. Popa elíptica, toldilla con alojamiento, casillaje a proa del trinquete. Cubierta de pino corrida. Aparejo de barca de tres palos con bauprés.

Propulsión

 

Velocidad

8,5 nudos a toda vela

Autonomía

 

Armamento

 

Tripulación

 

 

Baja

Hundida en 1894 en Cañadón Quemado, Santa Cruz

Fue adquirida en 1888 y en su viaje al país, al mando del teniente de fragata Emilio V. Barilari, además de 1.000 toneladas de carbón trajo 150 marineros ingleses, contratados como maquinistas y foguistas para los buques argentinos.

Zarpó de Cardiff el 14 de marzo de 1889 y llegó al Riachuelo el 7 de junio de ese año. Antes de entrar en el río de la Plata salva a la tripulación del buque inglés “Combria”, el 20 de mayo de 1889, que traía rieles para el Ferrocarril Central Argentino.

Hasta septiembre de 1889 hace de pontón carbonero en el Riachuelo, zarpando el 5 de octubre hacia El Havre, via Liverpool, donde llega el 18 de diciembre. Está en reparaciones cinco meses en Inglaterra, y el 29 de mayo de 1890 embarca en El Havre, totalmente desarmado, el pabellón argentino de la Exposición Universal de París. La carga es distribuída en 6000 bultos. Las crónicas relatan que debido a una tormenta al cruzar el Atlántico, fue necesario arrojar al mar varios cajones que estaban en cubierta porque entorpecían el manejo del velamen, perdiéndose así varios componentes del edificio, incluyendo grandes pinturas al óleo.

Información proporcionada por Alejandro Milberg, Enero de 2019:

Después de muchas idas y vueltas, el Pabellón fue armado en el gran terreno sobre la ceja de la barranca donde estuvo el Cuartel del Retiro, en Arenales entre Maipú y Florida (en aquella época Arenales llegaba a Florida), frente a la plaza San Martín. Pasó por una serie de utilizaciones comerciales desde su inauguración porteña en 1894 hasta 1909, cuando se lo destinó como sede del Museo Nacional de Bellas Artes, y así funcionó hasta 1933, cuando fue desmontado para la ampliación de la plaza San Martín.

En 1891 vuelve a su condición de pontón carbonero, y en 1892 se instala a bordo la Escuela de Aprendices Marineros, alistando el buque para albergar 230 aprendices. Producida la revolución de 1893 se la convierte en prisión militar, alojándose a bordo hasta 54 detenidos, entre ellos el general Teodoro García y los doctores Hipólito Irigoyen y Adolfo Saldías.

A fines de 1893 se decide convertirla en forma definitiva en prisión militar, con asiento en Santa Cruz, adonde arriba a fines de enero de 1894, y por decreto del 15 de febrero de ese año se la renombra barca “Santa Cruz”.

Se entrega el buque a las autoridades del puerto de Santa Cruz, reduciendo su tripulación a quince hombres a cargo del guardiamarina Ricardo Hermelo. En julio el guardiamarina Hermelo informa sobre la imposibilidad de mantener el buque a flote por el estado del casco, debiendo mantener día y noche una dotación al pie de las bombas para achicar los rumbos que tiene.

Por orden de la superioridad se entrega la unidad al subprefecto de Santa Cruz, quien remonta la barca hasta Cañadón Quemado, y allí, en el mes de octubre, un violento temporal la abate sobre la costa, abriéndose en dos y yéndose a pique. 

 

Interior de la barca “Ushuaia” c.1894


Datos a portados por Osvaldo Sidoli



viernes, 25 de julio de 2025

Libro: La Guerra Tibia, por Peter J. Bush


La Guerra Tibia

Un libro de Peter J. Bush

 

Conflictos y desencuentros entre Argentina y Chile desde 1776 hasta nuestros días

 

 ‘La Guerra Tibia’ es un relato novelado de crónicas y hechos comprobados que en su gran mayoría sucedieron en la larga historia de desavenencias entre Argentina y Chile que hoy, gracias a Dios, parecen haberse sosegado.

 ‘La Guerra Tibia’ es un relato novelado de crónicas y hechos comprobados que sucedieron en la larga historia de desavenencias entre Argentina y Chile que hoy, gracias a Dios, parecen haberse sosegado.

El Autor basó los hechos aquí narrados y novelizados en entrevistas a personas que vivieron las historias, crónicas, libros de texto e información online.

Este es el quinto libro publicado por Peter J. Bush, luego de haber publicado las novelas ‘Hermano contra Hermano’, año 2014, ‘Regreso a Malvinas’, año 2015, ‘Tango Rojo’, año 2016, ‘Comando Poeta’ en enero de 2017 y posteriormente a esta obra, ‘Sur en Llamas’ en 2019; como ‘e-books’ en ‘Amazon’.

Peter también ha escrito y publicado como e-books en ‘Amazon’; dos libros como ‘Lautaro Capri’; estos son: ‘28 Cuentos Cortos para Volar’ -tambien existe version impresa de este- y ’28 Poemas de Amores, Amoríos y Cruces’.

 

Diseño de tapa: Damián Hadji damianhadyi@yahoo.com

 


1. A modo de prólogo y entre hermanos

El hecho fundamental y casi indiscutible de que naciones como Argentina y Chile, compartieron, comparten y van a compartir una raíz común que abarca el idioma y cultura española, parentesco familiar en muchos casos en ambos países, un origen independentista común y por sobre todo, una religión común: La Católica Apostólica Romana; además del judeo-cristianismo como base, cultural e histórica; ha funcionado como una póliza de seguro o un freno capaz de retardar y hasta frenar un pico de conflicto, tal como en el caso del año 1978. De haber sucedido este conflicto u otras hipótesis de conflicto históricos, sin duda el precio en sangre y el daño al espíritu nacional de ambos países; hubiese sido casi irreparable.

Más allá de estos hechos relatados arriba, nunca en la historia de la humanidad dos naciones vecinas tan armadas y listas para ir a la guerra; vencieron la enemistad; saltando por encima a los gobernantes de la época del 1978; gobiernos militares de cada país; que como se sabe, son cuadros entrenados para la guerra. Es de mi consideración personal, que este no ir a la guerra en 1978, fue un milagro divino, de un Dios bueno, padre y activo. En este sentido, les pido encarecidamente perdón a los paganos, eclécticos y otros tipos de espiritualidades, si esta afirmación ofendió de algún modo al lector.

No es difícil ir más allá de la evidencia con nuestra imaginación; cuando las fotos de época mostraban a militares de ambos bandos rezando el rosario o celebrando misa. Esos hechos, ciertamente aunaron de una manera invisible y sobrenatural a las fuerzas militares de ambas partes; que, en su gran mayoría, tenían el solo objetivo de defender la soberanía nacional y los intereses que ellos racionalmente comprendían sobre la misma.


También sería demasiado inocente el negar que la Argentina perdiera en su historia más territorios de los que ganó; la razón de esto se podría observar claramente en la falta de población y por sobre todo de unidad interna capaz de enhebrar la territorialidad de manera eficiente. Caso contrario; Chile siempre tuvo más unidad nacional; y su territorio se ha expandido desde su original mapa. Hoy en día, gran parte de la riqueza económica de Chile se basa en la minería del cobre; que es extraído directamente de territorio conquistado por Chile a Bolivia durante la sangrienta ‘Guerra del Pacífico’ (1879-1883).

Finalmente, es necesario destacar que durante la crisis del 78 Argentina poseía una abrumadora superioridad militar y económica por sobre Chile, y el hecho de que la guerra no se haya desatado, entre dos países gobernados por gobiernos militares, da claros indicios de una hermandad superadora de las diferencias entre dos países no solo ‘limítrofes’. Lo que quedará para la imaginación, es preguntarse: ¿qué hubiese sucedido si Chile hubiese poseído tal abrumadora superioridad, y no Argentina, durante la crisis del 78? Esto lo dejo en manos del lector que en páginas venideras explorará una historia pegajosa y extremadamente vecinal.

 

Capítulo 4. Bagüales [1] por armas, el negocio chileno

El plan del Poder Ejecutivo es contra el desierto para poblarlo, y no contra los indios para destruirlos [2].

Párrafo tomado de una carta firmada por el Presidente Mitre y su Ministro de Guerra Alsina al Congreso Nacional el 25 de agosto de 1875.

Ganado por pólvora

Los pobladores originales de la cuenca del Río de la Plata, eran grupos de indios nómades y recolectores, que se trasladaban de un lado a otro a pie y siempre siguiendo los cursos de agua. Los estudiosos dicen que un indio podría llegar a caminar hasta unas 30 leguas diarias y que muchos al internarse tierra adentro sobrevivían hasta encontrar fuentes de agua, succionando la humedad de tubérculos y raíces. Claro está, esto último era una excepción.

Mayoritariamente, el oeste y sudoeste de la provincia de Buenos Aires, era un territorio inhabitado e intransitable. Esta característica permaneció de ese modo hasta tiempo después de que llegaron los primeros españoles. Las crónicas históricas indican que Pedro de Mendoza arribó al Plata en 1536 con su expedición, acompañado de setenta y dos caballos. El caballo, de modo consensuado según los historiadores, provocó un cambio total en cuanto a la accesibilidad del terreno y la movilidad de los habitantes de aquellos parajes inexplorados.

En corto tiempo, tanto caballos como indios, aumentaron exponencialmente en número. Los aborígenes locales descubrieron en el caballo un medio de transporte y combate que como consecuencia igualó casi en poder militar en cuanto a movilidad entre indios y colonizadores. Esto sucedió hasta la llegada del fusil a repetición ‘Remington’ utilizado por las tropas de Roca durante la ‘Segunda Campaña del Desierto’ que volvió el balance militar favorable a los blancos o también llamado ‘cristianos’ por los indios.

La entrada de los equinos en el ‘Plata’, cambió para siempre no solo la vida del europeo sino particularmente la del indio, que pronto convirtió al caballo en su socio fundamental durante el dominio indígena del territorio hasta el fin la ‘Segunda Campaña del Desierto’, en 1885. La explosión de caballos en la región fue tal que el mismo jesuita inglés y explorador de la región, Thomas Falkner, casi murió atropellado por una estampida de caballos salvajes cuando tomaba agua en un arroyo allá por el año 1744.

La región también se vio modificada y cambiada en su desarrollo con el ingreso del ganado bovino y ovino que se incorporó a la zona de modo paralelo con los caballos. Las grandes estancias que rodeaban Buenos Aires comenzaron a generar cantidades inconmensurables de ganado bovino y ovino producto de su suelo fértil, pasturas abundantes y precipitaciones bastante estables.

Como resultado hasta casi ‘natural’ y ‘esperado’, los indios que habían sido impulsados por la civilización lejos de la costa y otras tribus que vivían en el oeste y sudoeste de Buenos Aires y del otro lado de la cordillera, comenzaron a encontrar comida y ‘bien de comercio’ en el ganado abundante y fácil de capturar en las inicialmente desprotegidas estancias de Buenos Aires. Como consecuencia y del mismo modo se vieron atraídas un sinnúmero de tribus que pronto escucharon da bonanza de la región. Vale la pena aclarar que los indios chilenos igualmente sufrieron la presión de la civilización, en este caso chilena, que los empujó hasta el sur de dicho país, empujando también a los aborígenes a cruzar los Andes hacia territorio argentino.

El número de indígenas en el área aumentó de manera tal que en una misiva desde el ‘Fuerte Argentino’ (fuerte creado en 1828 por Estomba) y futura ciudad de Bahía Blanca, se advirtió al Ministro de Guerra:

‘…la gran cantidad de indios que están viniendo de Chile a establecerse crea una situación alarmante para la Provincia de Buenos Aires, que quizás más que nunca ha tenido una reunión igual de indiada…’ [3].

Con este cruce, no solo se comenzó el robo de ganado, sino que las tribus de origen chileno comenzaron a dominar a las tribus argentinas y la razón principal para ello fue superioridad numérica de los indios que cruzaron desde Chile hacia el actual territorio argentino.

El asunto del indio y del robo de ganado, además de horrendos actos como el rapto de niños y mujeres, pronto llevó a la reacción del gobierno de Buenos Aires y luego de la República Argentina que se materializó en la ‘Primera Campaña al Desierto’ dirigida por Juan Manuel de Rosas entre 1833 y 1834 y de resultados no definitivos. Esta fue luego seguida por la estrategia de Alsina de establecer una defensa pasiva de las estancias por medio de un entramado de zanjas y fortines para terminar con la definitiva ‘Segunda Campaña del Desierto’ iniciada en 1878 y concluida de modo determinante, para la soberanía argentina, por Julio Argentino Roca en 1885.

La ida y venida de tribus de indios provenientes desde Chile con el propósito de robar ganado y realizar estragos comenzó incluso antes de 1820, sucediendo el grueso de la inmigración ladina y foránea por los años 1860. Las crónicas del explorador Basilio Villarino, quien recorriera el Río Negro allá por 1782, cuentan que al descubrir la isla fluvial denominada Choele-Choel, encontró está llena de aborígenes además de unas 8.000 cabezas de ganado con marcas y señales de Buenos Aires dirigiéndose hacia Chile.

Sin duda alguna, existió connivencia entre Chile y la compra de ganado argentino robado. Los transandinos otorgaban armas, bebidas y otros enseres, mientras compraban grandes cantidades de ganado robado por los indios, en su mayoría de origen chileno. El General Julio Argentino Roca da prueba interesante que refleja la clara relación comercial entre el indio y los chilenos:

‘Hay que interceptar y cortar para siempre el comercio ilícito que desde tiempo inmemorial hacen con las haciendas robadas por los indios, las provincias del Sur de Chile: Talca, Maule, Linares, Ñuble, Concepción, Arauco y Valdivia’ [4].

Prueba que casi no merece ‘contraprueba’ fue dada por el Diputado Puelma, representante del departamento de San Carlos, provincia chilena de Maule en sesión del congreso chileno del 18 de agosto de 1870, quien aseveró:

En cuanto al comercio, vemos que el de animales, que es el que más se hace con los araucanos, proviene de animales robados de la República Argentina. Es sabido que últimamente se han robado 40.000 animales más o menos y que son llevados por tierra, y nosotros, sabiendo que son robados, los compramos sin escrúpulo alguno, luego decimos que los ladrones son los indios. ¿Nosotros qué seremos?’ [5].

No al azar y siguiendo el muestreo de evidencia casuística de esta realidad geográfica, invasiva, comercial y quimérica, vale la pena recordar que para el explorador y publicista chileno, Don Guillermo Cox, la Patagonia fue y quizás es en algunos reductos, denominada como ‘Chile Oriental’ [6].

Otro documento, en este caso una carta de Alsina al Cacique Namuncurá, es también un indicio claro de la presencia de indios chilenos. De la misiva se lee lo siguiente:

Señor Cacique General don Manuel Namuncurá, esto es lo que el gobierno le ofrece. Si Ud. acepta, necesito saber cuáles son las garantías que Ud. me da de que su tribu no invadirá, ni dejará invadir a los chilenos, ni a Catriel [7]…’.

Vale la pena aclarar que Namuncurá, era hijo de Calfulcurá, Gran Cacique Chileno, aborigen con más influencia en la época de los malones. De un mismo modo, su padre Calfulcurá recomendó enfáticamente a Namuncurá que nunca dejase las fértiles tierras de ‘Carhué’ [8]; y tal es así; que cuando Roca emprendió la ‘Segunda Campaña del Desierto’, reconoció y ofreció estos territorios a Namuncurá quien prefirió pelear a muerte con el Ejército Argentino. La historia demuestra que la campaña distó de ser una ‘Campaña de eliminación’, sino de ‘asimilación’ del indio, incluso del chileno, al cual se le ofrecieron reiteradas veces tierras que ellos ya ocupaban como en el caso del Cacique Namuncurá.

El dueño de las Pampas

La máxima expresión del problema con el indio relacionada con Chile se enmarcó de modo terriblemente ejemplar en la cabeza del Cacique Calfulcurá o ‘Piedra Azul’ en español. Dicho líder, natural de Llona, Chile, cruzó hacia la Argentina alrededor del año 1830. El indio chileno era hijo del cacique Huentecurá, que habría ayudado al General San Martín en el cruce de los Andes.

Con su grupo inicial de 200 jinetes, Calfulcurá atacó inicialmente a la tribu ‘Voronga’ cuyos jefes principales pasó a degüello. Luego se asentó en la región pampeana de ‘Salinas Grandes’ y desde allí comenzó a expandir su dominio que pronto llegó a llamarse ‘La Confederación Indígena’.

El Cacique Calfulcurá llegó a tener hasta un ‘sello real’ y siempre que se presentaba y se comunicaba con otras autoridades hablaba de que el actuaba por ‘voluntad de Dios’. Su ejército llegó a tener hasta 2.000 lanceros con tres a cuatro caballos de recambio para cada combatiente. El gran cacique tuvo asimismo a un lenguaraz o ‘secretario letrado’, un chileno educado llamado Manuel Acosta, quien lo aconsejaba en diplomacia además de escribir sus cartas a otras autoridades. Su alcance fue también internacional, puesto que visto en apuros solicitó ayuda a más tribus en Chile. Como consecuencia, desde Chile cruzó el Cacique Reuque Curá con unos 1.500 jinetes quienes se sumaron al líder de las pampas.

El poder de este Cacique Chileno se vio demostrado con el hecho de que en 1855, el ejército araucano comandado por Calfucurá, infligió dos duras derrotas al ejército porteño. La primera a Bartolomé Mitre en la batalla de ‘Sierra Chica’, y luego en ‘San Jacinto’ al general Hornos.

Calfulcurá terminó su reinado, el 4 de Junio de 1873, cuando murió con los suyos en su enclave de Salinas Grandes.

El Nerón chileno

Luego del mediodía, la caballada ya parecía nerviosa e indicando un malón próximo. El personal del fortín ya en el inconsciente supo bien lo que se venía. Avanzada aquella tarde calurosa de enero, desde el mangrullo el Cabo Préndez fue el primero en ver la nube de polvo. Abriendo más los ojos, volvió a ver a través del catalejo a los efectos de confirmar lo que había visto pero aún no definido como un peligro seguro. En segundos gritó a un compañero que daba de beber agua a su caballo:

‘Che, avisale al Comandante, se viene el Malón [9] nomás’.

El Capitán Severo Baldrich, se hallaba justo en la matera hecha de adobe y con techo de paja en un montecito de acacias que filtraban un poco el ardiente sol. Dentro del recinto, el aire era fresco y reconfortante, afuera los teros daban la música en la llanura que se extendía hasta más allá del horizonte. Baldrich, quien mateaba tranquilamente, al recibir la noticia, ordenó toque de trompeta que en segundos causó un revuelo descomunal en los 42 soldados que se hallaban desparramados por el caserío circundante y el monte. Desde el casco de la estancia ‘San José’, se vio en apuro y con demasiado griterío llegar en carretas y a caballo unos cuatro hombres, 6 mujeres, 10 niños e incontables perros.

Con ya toda la guarnición y los civiles dentro del fortín, el ruido de vacunos y ovejas más el sonido incomparable de los indios se comenzó a sentir con toda claridad. El Capitán Baldrich, quien había subido al mangrullo, observó y analizó junto con Préndez la masa humana y de animales que se aproximaba:

‘Deben ser 500 esos indios. Al ganado no lo puedo contar, pero calculo más de 10.000 cabezas. Deben estar de pasada, acá no hay mucho ganado y ellos lo saben. ¡Préndez, bloquee la entrada con un carro. Quiero 20 hombres montados, el resto y los civiles todos armados y distribuidos. Dele armas a las mujeres también. Los niños en el centro del fuerte. Entre a los caballos también!’.

Fue la orden Baldrich a su subalterno, mientras este bajó del mangrullo para impartir las directivas y poner y tratar de poner un poco de calma a tal revuelo.

No pasó ni un rato cuando los primeros indios comenzaron a rodear galopando y gritando el fortín. Del enclave cristiano comenzaron a salir algunos disparos. En minutos los aborígenes habían prendido fuego ranchos y taperas y el humo comenzó a cubrirlo todo. En medio del pandemonio, un jinete indio en caballo blanco e inmaculado, el gran Cacique Calfulcurá, junto a un europeo, el chileno Manuel Acosta, observaron minuciosamente el ataque mientras que el Cacique daba órdenes a sus lugartenientes.

A la media hora el carrusel de indios que rodeaban el fortín comenzó a hacerse más y más espeso; en un abrir y cerrar de ojos, el carro que bloqueaba la entrada al fortín fue prendido fuego y acto seguido movido por una veintena de indios. La masacre fue total.

Los indios penetraron la precaria fortaleza, y ya dentro prendieron fuego lo poco restante además de eliminar a casi todos los cristianos a fuerza de lanzazos, boleadoras y facón. Hacia el final de la carnicería, un hombre alcanzó a montar un caballo con su mujer y un niño, y saltando el zanjón de dispusieron a huir a toda velocidad del malón. Todo fue en vano, como transportados por caballos con alas; tres indios alcanzaron a los que huían que inicialmente parecieron tener clara ventaja en cuanto a distancia y velocidad. Boleando al tordillo que cayó con peso y carga al suelo. Lo que siguió fue algo más de lo que ya había sucedido, los tres ‘huincas’ [10] fueron degollados sin piedad ni remordimiento alguno.

Ya silenciado el entorno, luego de que el malón se retirara hacia el horizonte, los teros volvieron a gritar y los perros a ladrar y ahora con el humo y el ruido de las brasas de la empalizada todavía humeante, un hombre resucitó de la zanja maloliente de barro y aguas verdes llena de cadáveres que circundaba defensivamente al fortín.

El Capitán Severo Baldrich fue el único sobreviviente de aquella matanza. Golpeado por una maza, cayó al zanjón ya lleno de muertos donde permaneció inconsciente por un buen rato. Los indios por suerte lo confundieron con un cadáver y ahí lo dejaron. Levantándose se dirigió trastabillando hasta la salida del fortín; allí vio a un peludo [11] tratando de comer el cadáver de un niño. A las patadas y mal decires expulsó al animal oportunista y carroñero que ni siquiera espero a que los cuerpos se enfriaran.

Baldrich, en la soledad, se sentó a ver el horizonte con un rosario en la mano; horizonte que ahora era carmesí y sin polvaredas amenazantes. Como signo de piedad de la providencia, un perro se acercó y le dio afecto al valiente soldado argentino que antes de perder el conocimiento había matado a más de 12 indios con fusil y espada.

Algunos historiadores calculan que el malón tomó más de mil colonos cautivos y robó un millón de cabezas de ganado, siendo este el saldo de las incursiones indígenas entre 1868 y 1874.

 

 Capítulo 11. ¿Invasión?

La espina dorsal de la sorpresa está en fusionar la velocidad con el secreto.

Carl Von Clausewitz

Amigos alemanes

En enero de una tarde calurosa de Buenos Aires, en 1930, a las apuradas, a eso de las cinco de la tarde un delegado diplomático pidió entregar una misiva del Presidente alemán al Presidente argentino. El mismo presidente de Alemania, el Mariscal Hindenburg, hizo llegar un cable secreto a su contraparte argentina, el Presidente Irigoyen; como parte del seguimiento de una relación excelente que aún sostenía la Argentina con Alemania desde que Argentina había apoyado significativamente a los teutones durante la Primera Gran Guerra.

La comunicación alemana informó que el servicio de inteligencia alemán había obtenido pruebas casi contundentes de un plan de sorpresa de ataque a la Patagonia que sería llevado a cabo por la República de Chile.


El supuesto ataque se llevaría a cabo sobre Zapala para luego avanzar por Neuquén con objetivo final en Bahía Blanca. El informe también hablaba de otro frente cuyo objetivo sería Comodoro Rivadavia. En aquel entonces, ese territorio argentino aun carecía de suficientes fuerzas con capacidad de repeler tamaña invasión. Además, el plan incluía atacar la flota naval argentina en Puerto Belgrano, comprometiendo de ese modo la movilidad militar argentina en un grado casi definitivo.

El plan era, teóricamente, perfecto.

Vuelo de reconocimiento

Inmediatamente, el presidente argentino convocó al Inspector General del Ejército, General Severo Toranzo, quien debió regresar a las apuradas desde la localidad de Miramar, donde gozaba de sus vacaciones. La primera decisión fue la de ejecutar una serie de reconocimientos aéreos por sobre los pasos fronterizos de los Andes, además, de algún sobrevuelo sobre bases chilenas en el Pacífico. A tal efecto, dos hidroaviones tipo ‘Fairey’, con base en Puerto Belgrano, fueron movilizados el 30 de enero a Río Negro, donde acuatizaron en el Lago Nahuel Huapí, que funcionaría como base de operaciones a fin de cumplir con el objetivo asignado. Ambas aeronaves, fueron camufladas bajo una arboleda lacustre que como consecuencia escondió a los aviones de reconocimiento argentinos de ojos demasiados curiosos.

Los pilotos involucrados en los vuelos de reconocimiento sobre suelo chileno tenían conocimiento de que los dormitorios de los pilotos chilenos de las escuadrillas aéreas de la zona, en la base de Puerto Montt, se encontraban bastante lejos de pista, además de que los vuelos serían realizados durante un domingo, día de descanso lo cual daría tiempo suficiente a los pilotos de los lentos hidroaviones a volver a cruzar la cordillera rumbo este y a esconderse en su escondite bien camuflado en Nahuel Huapí.

Los sucesivos vuelos fueron una sorpresa, puesto que los aviones caza y de reconocimiento chilenos buscaron sin suerte a los aviones espías argentinos que habían sobrevolado impunemente territorio chileno soberano. El fotógrafo Jaime Mut, completo una serie de fotografías que claramente indicaron una concentración de fuerzas chilenas en la zona.

La República Argentina, movilizó en real apuro una fuerza aproximada de 20.000 hombres, además de su poderosa flota hacia la potencial zona de conflicto. Con estos actos, el factor sorpresa chileno desapareció, y las intenciones de ocupación también.

La Patagonia siguió siendo argentina, y el sueño de ocupación chileno hacia el ‘Chile Oriental’ se desvaneció una vez más ante el viento que sopla lamiendo los Andes como queriendo marcar un límite eterno.

 

Capítulo 19. In fraganti

Si alguna vez fuera capturado, no quiero ninguna negociación y si debo solicitar una negociación del cautiverio deben considerar eso un signo de coacción.

Henry Kissinger

Entrenando a Mr. Bond

En los tiempos en que sucedió el presente relato, la información no fluía por internet ni por otros medios tan rápido como en nuestros días. En aquel entonces, las prácticas de espionaje utilizando recursos humanos eran todavía indispensables. Argentina y Chile aún mantenían un conflicto latente y las fuerzas armadas de ambos países estaban sedientas de información sobre sus vecinos.

Carlos Lobo era un hombre entrenado y preparado por la FACh con el claro objetivo de recolectar información sobre la FAA en el área de ‘El Plumerillo’, base área militar en Mendoza, donde la FAA entrena a sus pilotos.

Primeramente, Lobo fue capacitado por la FACh durante 6 meses en el aeropuerto de La Serena donde el oficial Mauricio Ibáñez adoctrinó a Lobo en como observar los movimientos de una base aérea. El entrenamiento incluyó vuelos en avioneta e incluso visitas a otras bases de la FACh. El objetivo de la misión sería el de averiguar cantidad operativa de pilotos de capacidad avanzada de la FAA y por supuesto equipos, tácticas y técnicas utilizados por la FAA.

Finalizado el proceso de capacitación como oficial de inteligencia de Lobo, el ‘Bond’ chileno ingresó a la Argentina por la provincia de Tucumán donde consiguió la ciudanía albiceleste gracias a un policía corrupto de dicha provincia. Un mes después, Lobo se instaló en Mendoza donde trabajó como vendedor de autos en una concesionaria céntrica.

Operativo

El espía Lobo se instaló en el barrio de Dorrego, Mendoza, donde alquiló una pequeña casa en una esquina. Para Carlos Lobo, Mendoza paso a ser su hogar, el clima, el acento y la idiosincrasia de la provincia argentina, no despertó muchas diferencias ni nostalgia de su patria. Lobo, en menos de dos meses, desarrolló una red de amigos con los cuales iba a ver todos los domingos fútbol como hincha de Independiente de Rivadavia, uno de los equipos locales más populares.



Su trabajo de 6 horas en la concesionaria, a 3 cuadras de su domicilio, permitió al oficial de inteligencia chileno a moverse con libertad por Mendoza, e iniciar sus actividades en las cercanías de la base del ‘Plumerillo’ donde operaba la IV Brigada Aérea de la FAA que empezó a visitar frecuentemente.

Lobo intercalaba visitas durante la semana y/o los fines de semana a la base, ya sea durante la mañana o la tarde. Sigilosamente, se dirigía hacia la base misma por distintas rutas y estacionaba el auto en alguna alameda, desde donde observaba con binoculares los movimientos aéreos o escuchaba las emisiones radiales de la base argentina. Normalmente, el espía manejaba tranquilamente su vehículo los casi 10 kilómetros de distancia que lo separaban de la base, dirigiéndose por la Avenida Mitre hacia el norte para luego doblar por Almirante Brown a la izquierda y tomar la autopista número 40 hacia el norte.

Con las manos en la masa

Hacia fin de año, Lobo recibió la orden de viajar a Chile para votar como ciudadano en el proceso de ‘Consulta Nacional’ llevada a cabo por el gobierno de Pinochet. Lobo dejó a cargo de su casa a un buen vecino y también amigo. Durante el primer fin de semana de ausencia, su casa fue robada por ladrones y a resultas de los hechos, la policía mendocina ingresó a su domicilio descubriendo equipo sofisticado de comunicación y documentos; cuestión que inmediatamente fue comunicada de manera encubierta a la SIDE [12]. Dicha agencia, inmediatamente analizó la información y equipo encontrado pero dejando todo en su lugar. De esta manera inició un proceso de seguimiento del presunto espía chileno.

Avisado Carlos Lobo de lo sucedido, inmediatamente inició su regreso al país, no sin antes pedirle a su vecino que retuviera una valija con elementos de valor que se encontraba debajo de su cama.

El contenido de dicha valija, incluía un equipo de comunicación sofisticado, importado y hecho en Gran Bretaña, además de documentos y fotografías que eran claros indicativos de la actividad de Lobo como oficial de inteligencia chileno.

72 horas después de que Lobo regresó a su vida oculta en Mendoza; en un operativo sorpresa llevado a cabo por la Policía Federal, policía local y la SIDE, el oficial de inteligencia chileno fue capturado a fin de ser interrogado por cargos de espionaje y su equipo e información incautados.

El gobierno chileno negó toda conexión con el procesado y el caso ‘Lobo’ prosiguió su rumbo judicial hasta que finalmente fue liberado 4 años después.



[1] Término indígena para denominar a los caballos salvajes.

[2] Campañas Militares Argentinas, Tomo 5, Isidoro J. Ruiz Moreno.

[3] ‘Historia Argentina’ de Diego Abad de Santillán, Editorial TEA, BsAs, 1965.

[4] Campañas Militares Argentinas, Tomo 5, Isidoro J. Ruiz Moreno.

[5] El Indio del Desierto, por Dionisio Schoo Lastra.

[6] Campañas Militares Argentinas, Tomo 5, Isidoro J. Ruiz Moreno.

[7] Otro Cacique indio que azotó Las Pampas.

[8] En lenguaje mapuche significa ‘tierra verde’.

[9] Nombre indígena que significa el conjunto de indios y sus presas, ya sea ganado, caballos o prisioneros que se movilizan ya sea huyendo luego de cometer desmanes o en pos de atacar las estancias y fortines.

[10] Así llamaban a los blancos los indios. En realidad significaba ‘cristiano’.

[11] Armadillo.

[12] Agencia federal de análisis de información y espionaje de la República Argentina.


Libro La Guerra Tibia

Formato: ebook.
Autor: Peter J. Bush
‘La Guerra Tibia’ es un relato novelado de crónicas y hechos comprobados que en su gran mayoría sucedieron en la larga historia de desavenencias entre Argentina y Chile que hoy, gracias a Dios, parecen haberse sosegado.
El Autor basó los hechos aquí narrados y novelizados en entrevistas a personas que vivieron las historias, crónicas, libros de texto e información online.



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