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sábado, 25 de mayo de 2024

Georgias del Sur: El accionar heroico del Tte. Astiz

Alfredo Astiz, héroe de las Georgias

Lo nuestro no es la apología de Alfredo Astiz sino difundir 
la verdad, una verdad que ha sido ocultada incluso hasta
por sus mismos camaradas, temerosos de represalias. En 
las Georgias se luchó, se defendió la bandera y se mantuvo
en alto el honor nacional. Nos guste o no, Astiz fue parte de
ello y de ese capítulo apasionante y controvertido que es la
crisis del Atlántico Sur

La Voz de la Historia
La Argentina es un país donde las cosas se hacen carne y ya nada logra cambiarlas. Donde se hecha a volar una versión y se la toma como la verdad más absoluta, donde se cree lo primero que se escucha y se lo acepta sin el más mínimo análisis.
Así tenemos a los nazis entrando en París con la Marcha de San Lorenzo, a los aliados hablando de la Argentina en Yalta, a Churchill exclamando en el Parlamento que la caída de Perón era el mayor triunfo del imperio británico desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, que los italianos hicieron bien las cosas porque derrotaron a las Brigadas Rojas, que en la Argentina hubo 30.000 desaparecidos, que Hitler llegó en un submarino y murió en Bariloche, que los judíos pusieron las bombas que volaron la embajada de Israel y la AMIA, que a Maldonado lo mataron y un sinfín de otras sandeces que ya son parte del folklore nacional.
Y por más esfuerzo que uno haga por razonar con esta gente, por hacerle entender que está equivocada, diciendo cualquier cosa, que tal creencia es mentira o una simple fábula, continuará repitiendo lo mismo, sin temor al ridículo, muchas veces por estupidez, otras por simple necedad.


Desembarco en las Georgias
La crisis del Atlántico Sur es un capítulo que no hemos resuelto como sociedad, una cuenta pendiente, una herida abierta como la guerra antisubversiva y el período peronista. Un suceso que muchos se niegan a abordar y menos a profundizar (hablamos de nuestro país). Y como nuestra sociedad es simple y evasiva, opina de lo que no sabe o de cosas que apenas conoce.
Sobre Alfredo Astiz y su participación en la guerra se ha mentido a más no poder. Se lo ha difamado, se lo ha rebajado a la categoría de canalla, de ruin, de cobarde, de un pusilánime que se rindió sin combatir y humilló nuestra bandera con su actitud.
Todo falso, versiones sin sustento que se repiten y repiten sin solución de continuidad, como esa otra de que el hundimiento del “Gral. Belgrano” fue un genocidio, un crimen, un acto de piratería.
Pues si los argentinos no queríamos que nos hundieran el buque, no hubiésemos ido a la guerra y asunto arreglado. ¿O acaso nosotros podíamos disparar y ellos no? ¿Qué razonamiento es ese? Vamos, desembarcamos, abrimos fuego, iniciamos un conflicto armado ¿y cuando nos la devuelven son asesinos? Porque, por si alguien no lo sabe todavía, la guerra es eso, disparar y recibir.
También están quienes insisten con esas famosas 200 millas de exclusión marítima, demostrando una carencia absoluta de conocimientos.

Los ingleses establecieron ese espacio para que ningún buque penetrase en él antes de comenzar las acciones, pero cuando estas se inician, la guerra se extiende a donde sea. ¿O acaso nosotros no enviamos un grupo comando a Gibraltar para hundirles un barco? ¿Ahí sí era lícito accionar fuera del Teatro de Operaciones?


Grytviken, capital de las Georgias del Sur. En su extremo oriental, King Edward Point, residen sus autoridades

Así fue como las mentiras comenzaron a tomar cuerpo y se convirtieron en éxito de ventas: los gurkas degollando conscriptos, los “chicos de la guerra” abandonados a su suerte por sus superiores, los británicos trayendo armas nucleares, Galtieri borracho, Nicolás Kasanzew vendiéndole alimento a los soldados, el “Invinsible” hundido... todas falsedades que se difundieron durante el gobierno de Alfonsín con el objeto de desacreditar a los militares y de paso lucrar. Y el hombre común, siempre ávido de sensacionalismo, capitalizó esas historias y ahí se quedó.
De todo se hizo un circo, como de los desaparecidos y los “jóvenes idealistas” y aun hay quienes siguen repitiendo esas cosas pese a que el telón se fue descorriendo y la verdad comenzó a develarse. Lamentablemente, en lo que respecta a Malvinas, conocimos esa verdad gracias al enemigo, a lo que han escrito británicos, estadounidenses o autores provenientes de la OTAN.
Y fue gracias a ellos que supimos del increíble valor de nuestros pilotos, admirados en todo el mundo, tanto los de la Fuerza Aérea como los de la Aviación Naval; de la abnegación y el sacrificio de los conscriptos, luchando cuerpo a cuerpo contra soldados profesionales y mucho mejor entrenados, la determinación de oficiales y suboficiales combatiendo codo a codo con sus subalternos, tal como lo reconoció el general Julian Thompson. Nos maravillamos también del accionar de nuestros comandos, los submarinistas, los prefectos, los gendarmes y hasta esos civiles que integraron el valeroso Escuadrón Fénix para atraer sobre sí el fuego enemigo y posibilitar el paso de los cazas propios.
Fue entonces que el hombre común, o mejor dicho los pocos que se pusieron a indagar, descubrieron nombres increíbles como Pablo Marcos Carballo, Carlos Cachón, Carlos Rincke, Eduardo Carmona, Luciano Guadagnini, Alberto Philippi, Benito ítalo Rotolo, Rodolfo Castro Fox, Esteban Vilgré La Madrid, Aldo Rico, Mohamed Alí Seineldín, Roberto Estevez, Horacio Bicain, Fernando Azcueta, Héctor O. Feldman y tantos más, imposibles de nombrar en su totalidad.
Pero ni las loas llegadas de diferentes partes del mundo como la emotiva carta el as de la Segunda Guerra Mundial Pierre Clostermann, el Corazón Púrpura del veterano de Vietnam Robert F. Pitt, la reseña del corresponsal español José María Carrascal y hasta las palabras de Margaret Thatcher llamando a los nuestros “enemigo casi suicida”1, lograron sacar al argentino de su letargo. Expresiones impensables en décadas anteriores, que deberían haber generado toda una corriente de pensamiento, un reverdecer patriótico, orgullo genuino por nuestra tierra y nuestra gente, cayeron en el más profundo olvido y hoy, salvo honrosas excepciones, son completamente ignoradas
Tampoco las que llegaron después, como las del ex secretario de Marina de la administración Reagan, almirante John F. Lehman o las del analista británico Nigel West, experto en guerra fría y espionaje, revelando al mundo -al igual que otros-, que sin la ayuda de Estados Unidos y la OTAN el Reino Unido perdía la guerra.


Puerto Leith, Georgias del Sur

Ahí están esas expresiones, ahí la admiración que la Argentina ha despertado a nivel internacional (y no supo explotar), y la valorización de nuestros hombres de guerra pero en lo que a nosotros se refiere, seguiremos produciendo películas denigrantes que nos ponen en ridículo ante el mundo, que hacen hincapié en el lloriqueo, el derrotismo, la flojera y la inoperancia; en el frío que pasaron los conscriptos, el hambre, las penurias y el sufrimiento, es decir en situaciones que han experimentado todos los combatientes del mundo en todas las guerras; nos seguiremos enfocando en la crueldad de oficiales y suboficiales, en los soldados estaqueados y llenaremos páginas teorizando sobre la incapacidad de quienes dirigieron nuestra política mientras el enemigo sigue hablando de batallas, de coraje, de los enfrentamientos, de la lucha y el profesionalismo de sus cuadros, una visión más digna, menos lacrimógena, menos latina.
De nada servirá insistir con que los gurkas no tomaron parte en ningún combate ni degollaron a nadie, que los “chicos de la guerra” pelearon como leones, que los oficiales estuvieron junto a ellos, que los británicos no trajeron material nuclear, que el crucero “General Belgrano” fue hundido lícitamente, pues estábamos en guerra (guerra iniciada por nosotros), que Galtieri no era borracho y Nicolás Kasanzew tuvo un comportamiento correcto.
La cobardía la mostraron otros, quienes no pelean de frente pero pasan información por detrás, cuando su enemigo enfrenta a potencias; los oficiales y suboficiales que salen corriendo a ponerse a cubierto no resultaron ser argentinos sino los de un ejército improvisado que por jugar a la guerra envía a la muerte a sus “niños soldados” en medio de una borrasca, en lo alto de un volcán o pilotos que por miedo e impericia confunden el blanco (una casa particular y un edificio vacío) y terminan bombardeando su propio hospital.
Inoperantes son esas fuerzas armadas que aunque bien pertrechadas y apoyadas por naciones poderosas, no pueden contra los carteles de la droga y les masacran en las narices 43 estudiantes de una manera atroz, solo por citar un caso.
Pero nada de eso bastará porque el argentino medio, cada vez más ignorante y resentido, seguirá repitiendo lo mismo. Y lo peor, seguirá renegando de su historia y olvidando a sus héroes.

La guerra de Malvinas

Efectuado este introito, pasemos al tema que nos ocupa.
Hemos dicho al comienzo que sobre la participación de Astiz en la guerra se ha mentido descaradamente y vamos a demostrar por qué.
La gente, en su mayoría, cree que el conflicto comenzó el 2 de abril de 1982 y finalizó el 14 de junio del mismo año. Esa es otra falsedad. La crisis comenzó en las islas Georgias el 18 de marzo de ese año, con el desembarco de los 39 chatarreros en Puerto Leith, y finalizó en las Sandwich del Sur, con el desalojo de la Estación Científica Corbeta Uruguay, entre el 20 y el 21 de junio del mismo año.
El grupo de operarios llegó a bordo del ARA “Bahía Buen Suceso” (B-6), transporte de la Armada Argentina de 5000 toneladas de desplazamiento, a cuyo mando se encontraba el capitán de ultramar Osvaldo Marcelino Niella, que en la Marina ostentaba el grado de teniente de corbeta2.
Venían contratados por el empresario Constantino Davidoff para desmontar una antigua factoría ballenera propiedad de la compañía escocesa Christian Salvensen, cuyas oficinas centrales se hallaban en Edimburgo
El buque ingresó lentamente en la Bahía Stromness y atracó junto al muelle de la población, la segunda en importancia de la isla San Pedro, por entonces completamente abandonada.


Los chatarreros de Davidoff desembarcan en Puerto Leith

Ni bien los motores se detuvieron y la nave quedó amarrada, los operarios comenzaron a descender precedidos por Roberto Caccace, técnico en desarmado de 39 años de edad y los hermanos Carlos y Antonio Patané, técnicos industriales y directores de obra.
Inmediatamente después bajó a tierra el Dr. Rubén Pereira, médico de la expedición y detrás suyo una sección de infantes de Marina luciendo uniformes de camouflage, a quienes encabezaba un joven apuesto, de buen porte, contextura robusta y cabellos rubios.
Eran los lagartos, grupo comando naval, quienes junto a su comandante, el teniente de corbeta Alfredo Astiz, conformaban el Grupo Alfa, avanzada argentina en la invasión a los archipiélagos australes.
Una vez en tierra, civiles y militares -incluyendo la tripulación del buque- se dirigieron al oxidado mástil que se erguía junto al edificio principal y formados en hilera procedieron a izar la bandera, la cual venía prolijamente plegada en un baúl que portaba Antonio Patané3.
Era un cuadro realmente de ficción. Aquel conjunto de hombres bajo ese cielo plomizo, rodeados por un paisaje tenebroso, enfundados en gruesos gabanes, gorros de lana, guantes de cuero y botas de goma, luciendo casi todos barba y bigotes, parecía salido de una novela de aventuras, de aquellas historias de Julio Verne, Jack London o Herman Melville que hicieron las delicias de nuestra juventud. Ni que hablar de la tropa, cuyo aspecto e indumentaria recordaban las viejas películas bélicas ambientadas en el ártico.
La enseña patria se agitaba con fuerza sacudida por los vientos helados, mientras se entonaba el Himno Nacional, los comandos en posición de firme y haciendo la venia. Ignoraban que eran observados desde los riscos por personal del British Antartic Survey (BAS) , quienes seguían atentamente sus movimientos a través de binoculares4.
Finalizada la ceremonia, los argentinos lanzaron vivas a la patria e inmediatamente después procedieron a reconocer el área, ubicando previamente sus pertenencias en los edificios. Poco después comenzaron a escucharse disparos aislados y eso decidió a los del BAS a abordar el jeep en el que habían llegado y partir presurosamente hacia Grytviken, para informar sobre la invasión5.



Grupo Alfa de la Infantería de Marina, avanzada de la invasión argentina a los archipiélagos australes. Astiz de pie junto a sus lagartos quienes enfrentaran solos el desembarco británico en Puerto Leith, 15 hombres contra un destructor, dos fragatas, un buque de apoyo, al menos dos helicópteros más una sección de la Compañía M del Comando 45 de Royal Marines
Constatada la presencia, el oficial Steve Martin, comandante del destacamento asignado al archipiélago, dio curso de la novedad a Londres y de esa manera se desató el incidente que desembocó en guerra. El plan que la Armada elaboró en base al contrato firmado por Constantino Davidoff con la compañía Salvensen había dado resultados.
Por vía diplomática, el gobierno británico solicitó a Buenos Aires el paso de los trabajadores por la aduana de Grytviken a efectos de regularizar su situación, así como el retiro del destacamento militar y la bandera que flameaba en Puerto Leith.
Ninguno de los reclamos fue atendido y la crisis siguió su curso hasta la noche del 1 de abril, cuando dio comienzo el desembarco en Malvinas.
El día 3, las fuerzas argentinas se presentaron en las Georgias y luego de un intenso combate cuyo saldo fue de tres efectivos propios abatidos y un británico gravemente herido (terminó perdiendo su brazo derecho), redujeron a la guarnición local.
Los 22 royal marines fueron hechos prisioneros, los heridos evacuados y la población ocupada, quedando a su frente el capitán de corbeta Luis Lagos junto a su segundo, el teniente de fragata Guillermo Luna, comandante y subcomandante respectivamente, de las tropas apostadas en el archipiélago.
En este punto, comienza la campaña de negación contra la figura de Astiz.
Aclaramos que no nos mueve ningún interés y mucho menos ideales políticos sino el respeto a la verdad, único fin al que debe apuntar la Historia como ciencia. Si este señor cometió algún crimen deberá pagarlo y asumir las consecuencias pero que eso no lleve a sus detractores a mentir y manipular los hechos.
Tal actitud nos recuerda a esos pobres de espíritu que se desviven por minimizar la figura del Che Guevara argumentando que no era medico (falso, pues lo era de mucho antes de ser famoso), que era sucio, que no existen pruebas de que haya matado a alguien en combate (más falso aun)6, que era resentido, un mediocre, un incapaz y cosas por el estilo.
El Che fue un asesino, un psicópata homófobo, soberbio, posiblemente racista y extremadamente violento pero nadie puede poner en duda sus capacidades, su valentía y temeridad. Prueba de ello es su final en esa selva desierta, rodeado de montañas en medio de un paraje hostil, a donde había ido a combatir con apenas un puñado de hombres y unas pocas carabinas, enfrentándose a dos divisiones del ejército boliviano, a su aeronáutica, sus fuerzas de seguridad, la CIA, los asesores del Pentágono y el apoyo material enviado desde la Argentina. Un hombre que lo tuvo todo, que ocupó los sitiales más elevados, que reunió en su persona un poder ilimitado, número dos de la revolución cubana, un jerarca que pudo terminar sus días viviendo como un rey pero no dudó en meterse primero en las selvas del Congo para morir posteriormente en el rincón más recóndito de América.
Nosotros no pretendemos equiparar el accionar de Astiz con la temeridad suicida de Guevara pero en honor a la verdad, tampoco fue el pusilánime que nos han querido vender.



Serge Briez y parte de su equipo junto a Astiz y sus lagartos

La batalla de Grytviken
Los sucesos de las Georgias han sido detallados en nuestro trabajo Malvinas, Guerra en el Atlántico Sur7, por lo que pasaremos por alto las incidencias y nos concentraremos en lo que sucedió en Puerto Leith.
La ocupación argentina duró hasta el 25 de abril, cuando una fracción de la Fuerza de Tareas británica se desprendió de su grueso y puso proa a Grytviken.
La noche anterior, el submarino “Santa Fe” emergió en aguas abiertas e ingresó en la Bahía Cumberland, bordeando lentamente los acantilados de Caleta Vago en busca de la estación del BAS, donde debía desembarcar refuerzos y suministros para la guarnición local.
Después de establecer contacto con el capitán Lagos, jefe de la guarnición argentina en las islas, el comandante del sumergible, capitán Horacio Bicain, ordenó enfilar hacia King Edward Point desde donde se aproximaba una lancha requisada al BAS a la cual debían transferir el equipo, los hombres y un cañón sin retroceso destinado al dispositivo de defensa, maniobra que se extendería por espacio de cinco horas.
Alrededor de las 4.15 a.m. las naves se separaron y el “Santa Fe” viró hacia el noreste, buscando aguas abiertas.
Salir de la caleta le llevó 50 minutos y fue entonces que impedido de sumergirse por la escasa profundidad, fue sorprendido por un Wessex HAS Mk.3 de la dotación del “Antrim”, que después de dar aviso al puente de mando, le arrojó dos bombas de profundidad, las cuales estallaron cerca de la proa, cortando las comunicaciones.
Inmediatamente detrás llegaron dos Wasp Mk.1 del HMS “Plymouth” y el HMS “Endurance”, listos para apoyar la acción.
Buscando desesperadamente el amparo de la caleta, el submarino inició un nuevo viraje en tanto personal de su dotación, encabezado por el cabo Héctor O. Feldman, corría hacia la vela para repeler la agresión.
El “Santa Fe” comenzó a navegar en zigzag tratando de eludir los proyectiles en tanto Feldman y su gente accionaban frenéticamente sus fusiles FAL y su ametralladora GARANT, manteniendo a raya a los helicópteros. Eso les negó (a los británicos) el ángulo de tiro y permitió esquivar dos nuevos torpedos que pasaron por la izquierda, a escasos metros del casco. Sin embargo, no pudieron evitar que un tercer Wasp aparecido de la nada, atravesase la cobertura de fibra de vidrio con un misil SS.11 y le arrancase la pierna derecha al cabo Alberto Macías, camarero de la dotación, quien en esos momentos disparaba desde el tren de amunicionamiento a la vela (por fortuna el proyectil no estalló).
A los Wasp y los Wessex se les sumaron los Lynx del HMS “Brilliant” que llegaron disparando sus Sea Cua aunque siempre a la distancia debido al fuego sostenido de la gente de Feldman.



Un Westland Wasp Mk.1 dispara un misil contra el submarino "Santa Fe" mientras recibe fuego de armas automáticas

De ese modo, en esas condiciones, el veterano Guppy alcanzó King Edward Point y guiándose por el periscopio logró atracar junto al muelle para dejar en tierra a sus hombres.

Impartida la orden de desembarco, la dotación saltó fuera cargando armas y municiones al tiempo que arrastraban entre varios al malherido Macías.
La tripulación cubrió a la carrera los 400 metros que la separaban de Grytviken en tanto los hombres de Lagos disparaban frenéticamente, intentando brindarle cobertura. Incluso lanzaron misiles antitanque Bantam que forzaron a los helicópteros a mantenerse a distancia.
Dos horas después, los británicos llevaron a cabo un helidesembarco en Hestesletten, cerca del fiordo Moraine, depositando efectivos del SAS y el SBS, los cuales, sin perder tiempo, se pusieron en marcha hacia la capital insular8.
A las 16.15, el HMS “Antrim” comenzó a accionar sus cañones de 4,5 pulgadas y diez minutos después hicieron lo propio el “Plymouth” y el “Brilliant”.
Con un destructor y dos fragatas bombardeando las posiciones, apoyados por dos buques logísticos, helicópteros y tropas de asalto, a los argentinos no les quedó mas remedio que cesar toda resistencia y deponer las armas. Habían cumplido su misión desviando una parte de la fuerza expedicionaria hacia ellos y ofrecido una resistencia que superaba sus posibilidades.
Antes de hacerlo, Lagos se comunicó con Astiz y lo puso al tanto de la situación. El comando naval y sus lagartos, así como los 39 chatarreros de Davidoff quedaban librados a su suerte, aislados y prácticamente sin contacto con el continente.
Al día siguiente, cuando el “Santa Fe” era trasladado hacia el muelle de Grytviken, un soldado británico ametralló al suboficial Félix Oscar Artuso, creyendo que intentaba sabotear la nave. Fue la única baja fatal del enfrentamiento9.


Bajo fuego en Bahía Stromness
La mañana del 26, todo era incertidumbre en Puerto Leith. El día anterior, civiles y militares habían escuchado el fragor del combate y esperaban la llegada del enemigo de un momento a otro.
En vista de ello, Astiz adoptó todas las precauciones con el objeto de poner a resguardo a los chatarreros y defender la posición. El oficial se dirigió a los hermanos Patané y en tono grave les ordenó llevar a su gente hasta el asentamiento de Stromness, un caserío ubicado más al sur, a mitad de camino entre Leith y el pueblo de Husvik, y mientras lo hacía les extendió un equipo de radio al tiempo que les indicaba mantenerse en alerta y no moverse del lugar, pasase lo que pasase.
Los comandos estaban tensos, muy concentrados, con sus rostros cubiertos de betún y su escaso armamento listo, colocando minas en torno a las posiciones.
Cumpliendo las directivas, los trabajadores se alejaron en grupos, caminando en paralelo a la orilla hasta desaparecer detrás de unos peñascos.


Uno de los dos Wessex británicos que se estrellaron en el glaciar Fortuna durante las acciones

Así llegó la noche y para sorpresa de todos, lo hizo en medio de un clima bastante benévolo, con vientos leves y cielo despejado. Mientras tanto, en la Argentina se generaba toda una fábula en torno a los lagartos y su cinematográfica resistencia, destacando entre sus principales mentores a la desvergonzada revista “Gente” y el noticiero “60 Minutos” que dirigía el presentador oficialista José Gómez Fuentes.
El amanecer sorprendió a los argentinos preparados para la acción. Las comunicaciones con Grytviken estaban cortadas y no se recibían señales del continente. Aun así, permanecieron en sus puestos, esperando al enemigo, que apareció en el horizonte pasado el mediodía. Se trataba del HMS “Antrim” (D18), destructor clase County dotado de cañones de 4,5 libras y cuatro lanzaderas de misiles Exocet más un Westland Wessex HAS.Mk3, el mismo que se había utilizado para rescatar a los 16 efectivos del SAS accidentados en el glaciar Fortuna cuando ensayaban un desembarco el día anterior.
Los argentinos lo vieron en el horizonte, notando como su silueta se iba agrandando a medida que se aproximaba. Detrás apareció una fragata e inmediatamente después otra, seguida por al menos un buque de mayor calado.
Con la tranquilidad que le daba saber a los chatarreros a resguardo, Astiz miró su reloj y se dirigió a sus hombres, ordenándoles tener el armamento listo.
Para ese momento se tenían indicios de que los royal marines habían desembarcado y avanzaban sobre la posición, razón por la cual, el oficial desplegó a sus hombres dentro del perímetro defensivo y les indicó mantenerse en alerta.
Su decisión no estaba errada. Tropas de la Compañía M del Comando 42 avanzaban hacia ellos al mando del mayor Guy Sheridan, decididas a estrechar el cerco y cortar las vías de escape.
La idea de Astiz era atraerlos hacia el campo minado y acribillarlos cuando lo estuviesen atravesando. Y en ese sentido, ordenó batir el único sector por donde se presumía podían aparecer. Fue el primero en disparar, accionando con determinación su FN FAL 50-64, seguido inmediatamente después por el resto de la fracción.
Como los ingleses no se dejaron ver ordenó detener el fuego para observar con sus binoculares. En ese preciso momento, llegó a través de la radio la orden de rendición en perfecto idioma español.
Eran cerca de las 17 y comenzaba a caer una fina llovizna.
Comprendiendo su situación, viéndose amenazado por una fuerza inmensamente superior, el oficial naval decidió enviar aquel celebre radiomensaje y destruir el equipo de radio:

-La fragata está cerca. Se está poniendo obscuro. Está un poco lejos. Aparentemente son muchos. Creo que desembarcaron detrás de la loma y vienen caminando. Terreno preparado. Los civiles se destacaron. Van para Stromness. La fragata apunta hacia acá. Empezó el fuego. Rompo la radio y reviento los pacos (se refería a las claves). Julito, un abrazo y un beso grande para todos. Viva la Patria. 17.10

Sin dar curso al pedido de rendición, Astiz procedió a destruir el equipo junto con las claves y luego ordenó batir nuevamente el sector donde habían desembarcado los marines, en espera de respuesta.
En lugar de ello, un estampido rebotó contra las laderas cercanas haciendo temblar la tierra y casi enseguida una columna de fuego, humo y pedregullo se alzó fuera de Puerto Leith.



Los lagartos abren fuego sobre las avenidas de aproximación del enemigo. Astiz es el primero en accional su FN FAL 50-64 (foto alusiva)

En ese mismo momento, el suboficial enfermero R. Ramos y el cabo principal Zamudio creyeron percibir movimientos a la izquierda y sobre ese punto concentraron todos el fuego, sin que nadie les respondiese.
Quienes sí lo hicieron fueron los buques, cuya artillería comenzó a batir la posición con mayor fuerza y precisión.
Desde el caserío Stomness, Patané y los suyos seguían las incidencias, escuchando a través de la radio las intimaciones que hacían los británicos.

-Yo escuché los bombazos porque entraron dos corbetas a la bahía y tiraban contra la factoría –relataría veinticinco años después Carlos Patané en el programa Telenoche de Santo Biasatti (Canal 13), desmintiendo lo que se venía diciendo hasta ese momento.

Su hermano Antonio refirió en la misma edición que uno de los comandos le narró las incidencias del ataque, explicando que al recibir proyectiles de todas partes, lo único que podían hacer era permanecer tirados en el piso, viendo como pasaban sobre sus cabezas.
Los lagartos permanecieron agazapados, sin moverse, aguardando la llegada de los británicos, conscientes de que el fuego naval reducía notablemente sus capacidades.
Fue en ese momento que los royal marines abrieron fuego, disparando desde la loma es decir, el mismo punto batido por los argentinos. Acribillaron instalaciones, edificios y defensas mientras los proyectiles navales detonaban aquí y allá.
Al cabo de un tiempo el fuego cesó y fue entonces que llegó el segundo mensaje, siempre en lengua española:

-¡Astiz, ríndase. No queremos bajas!

Tampoco en esa ocasión el marino respondió. Estaba determinado a resistir y en ese sentido intentó un cambio de posiciones pero el reinicio del cañoneo se lo impidió, forzándolo a mantenerse aferrado al terreno.
Eran el “Antrim”, la “”Brilliant” y el “Plymouth” batiendo la costa con el apoyo del “Tidespring” y las tropas que desde tierra reglaban el fuego. Y por segunda vez, una andanada de proyectiles estremeció la comarca como un terremoto, impidiendo a los lagartos responder.
El joven oficial comprendió que todo estaba perdido y que seguir resistiendo era inútil, razón por la cual, a la tercera intimación, aceptó parlamentar.
Los argentinos han gastado chorros de tinta detallando la toma de las Georgias y su recaptura por las fuerzas británicas, hablando de nuestros muertos, nuestros heridos, de los helicópteros averiados, de la inoperante corbeta “Guerrico” recibiendo impactos desde todos los ángulos, pero liquidan en dos renglones estas acciones, la del submarino “Santa Fe”, la de Grytviken y lo acontecido en Puerto Leith, cediéndole al enemigo el detalle de lo ocurrido.
Otro típico ejemplo de derrotismo latino que todo lo ve desde el punto de vista negativo.


Unidades navales británicas abren fuego sobre las posiciones de Astiz

Durante el parlamento que se entabló entre ambas partes, Astiz indicó la presencia de los civiles en Stromness, recalcando que de acuerdo a la Convención de Ginebra, se los debía asistir y evacuar. Luego se encaminó hasta el refugio y les ordenó (a los chatarreros) dirigirse a Leith con una bandera blanca delante y otra detrás.
Los trabajadores tomaron el camino de los renos, subiendo primero una loma para dejar a un lado el cerro, pasar junto a una pequeña laguna y descender la pendiente hasta donde se encontraban las fuerzas británicas. La Operación Paraquat había finalizado.
Este ha sido, a grandes rasgos, el combate de Puerto Leith. Como se podrá apreciar, nadie se rindió sin pelear, Astiz y sus hombres accionaron sus armas, estuvieron en dos ocasiones bajo intenso fuego naval y recién se entregaron cuando el enemigo hizo sentir el peso de su poder.
Tanto él como el capitán Lagos, tenían órdenes expresas del vicealmirante Juan José Lombardo, comandante del Teatro de Operaciones Atlántico Sur, de ofrecer resistencia solo a grupos reducidos que intentasen desembarcos aislados. Pero debían evitar el derramamiento de sangre frente a fuerzas inmensamente superiores como las que enfrentaron.
Astiz fue conducido al HMS “Plymouth” y una vez allí firmó el acta donde rendía la pequeña fracción a su mando.
La célebre fotografía en la que se lo ve frente al capitán David Pentreath y su estado mayor, la misma que dio la vuelta al mundo, no fue la capitulación de las Georgias como siempre se ha dicho sino la de sus 14 hombres. La guarnición argentina había depuesto las armas el día anterior, una vez finalizada la batalla de Grytviken.
Los prisioneros fueron llevados a los buques y de ahí a la isla Ascención, donde serían repatriados el 1 de junio junto a los sobrevivientes del “Narwal”.
Astiz permaneció detenido en calidad de prisionero de guerra. Francia y Suecia reclamaron su extradición para juzgarlo por secuestro y asesinato pero las autoridades británicas se negaron a entregarlo, invocando la Convención de Ginebra. Recién lo devolvieron el 11 de junio, vía Río de Janeiro.


El submarino "Santa Fe" semihundido en Grytviken


Epílogo

Estos fueron los hechos y esta es la verdad. Los paladines de las "causas justas" se rasgarán las vestiduras al leer estas líneas y el pueblo argentino emitirá sus típicos juicios, repitiendo como autómata cosas que no comprende y escucha al pasar. Poco nos importa, por no decir nada, mucho menos viniendo de una sociedad como la nuestra, traicionera, acomodaticia, negadora e indiferente, esa que aun teniendo a su gente muriendo en el sur prefirió desviar la vista y sumirse en cosas vanas10.
Un pueblo así, que por abulia no se desasna y le hace el juego a sus políticos delincuentes, que denigra a sus fuerzas armadas y lo peor, reniega de su historia y su tradición, no inspira el menor respeto ni la más mínima consideración.

Ilustraciones y video


Otra imagen del equipo de Serge Briez donde se ve en primer lugar a los operarios de Davidoff y algo mas allá a los cineastas franceses y un efectivo de Infantería de Marina


La corbeta "Guerrico" ingresa lentamente en la bahía de Cumberland
(Centro Naval)
Un Wessex británico arroja bombas de profundidad sobre el
ARA "Santa Fe" interrumpiendo sus comunicaciones
 

Los royal marines desembarcan en Hestesletten, cerca del fiordo Moraine e inician el avance sobre Grytviken


Un Wasp Mk.1 sobrevuela al semihundido "Santa Fe" frente a la capital de las islas


Royal marines montan guardia junto a la vela del "Santa Fe"



Astiz en la publicación Men-At-Arms Seriesy Soldados del Mundo (https://soldadosyuniformes.wordpress.com/2009/04/06/soldados-guerra-islas-malvinas/#comment-29143)


Finalizadas las acciones Astiz es conducido al HMS "Plymouth" y de allí a la isla Ascención


Durante años se dijo -y se lo sigue haciendo- que en esta foto Astiz rendía la guarnición argentina de las Georgias, una falsedad como esa otra de que se entregó sin pelear. En la imagen se lo ve deponiendo las armas de la pequeña fracción a su cargo, 14 hombres armados con rifles livianos contra dos fragatas, un destructor, un buque de apoyo y una sección del Comando 45 de Royal Marines helitransportada. Sometida su posición a fuego naval, se negó en dos ocasiones a rendirse


Esta es la rendición de las fuerzas argentinas en las islas Georgias. El capitán Luis Lagos y el comandante del submarino "Santa Fe", Horacio Bicain capitulan luego de varias horas de lucha contra fuerzas inmensamente superiores


Suboficial primero Félix Oscar Artuso. Le dispararon por la espalda mientras manipulaba los controles del "Santa Fe". El guardia británico creyó que intentaba sabotear la nave y abrió fuego con su ametralladora



Ceremonial inglés durante las exequias de Artuso en el cementerio de Grytviken. A la izquierda el sacerdote oficiante. En el mismo sitio se halla enterrado el gran navegante irlandés Lord Shackleton


Esta publicación indigna fue la que hizo circular la versión de Astiz, los lagartos y su cinematográfica resistencia. Por si fuera poco le puso palabras que aquel jamás pronunció: "Estamos volviendo locos a los ingleses". A varios años de la guerra habla de la rendición y se escandaliza por ver al marino veraneando en su ciudad de nacimiento


La corbeta "Guerrico" en la bahía Stromness
(Imagen: Centro Naval)

Alfredo Astiz durante los juicios a las juntas

Royals marines frente a Puerto Leith


Notas
1 John “Sandy” Woodward, Los 100 Días, Editorial Sudamericana, Bs. As., 1992, “Prólogo”.
2 Llevaba como primer oficial al capitán Rodolfo Simian.
3 El Dr. Pereira llevó a cabo el izado luego de comprobar que el hilo del mástil circulaba sin inconvenientes.
4 Por fortuna, para bien de la posteridad, un equipo de cineastas franceses llegó en esos días a las islas para realizar un documental sobre la Antártida. Lo hicieron a bordo del velero particular “Cinq Gars Pour” encabezados por el director Serge Briez, a quien debemos imágenes inéditas de los hechos.
5 Los argentinos procedieron a cazar algunos ciervos, actividad vedada por las autoridades locales.
6 En los combates de Arroyo del Infierno y El Hombrito, acaecidos el 22 de enero de 1957 y el 28 de agosto de 1958 respectivamente, el Che Guevara abatió a dos soldados cubanos. Durante el ataque al cuartel de La Plata librado el 17 de enero de 1957, hirió de gravedad a un tercero.
7 https://guerraaltlanticosur.blogspot.com/
8 En otros intentos de desembarco efectuados en horas de la mañana, los ingleses perdieron dos helicópteros Wessex en el glaciar Fortuna además de varios gomones con gente a bordo, los cuales fueron rescatados luego de innumerables peripecias.
9 Artuso fue enterrado con los honores del ceremonial inglés. Su cuerpo yace en el cementerio de Grytviken, cerca de los de Lord Shackleton.
10 El 13 de junio de 1982, mientras nuestros soldados se enfrentaban al enemigo en las batallas más sangrientas de la guerra, sufriendo decenas de muertos, heridos y mutilados, el pueblo argentino se concentraba en la inauguración del mundial de fútbol que se disputaba en España. El lunes 15 de junio de 2009, History Channel estrenó el extraordinario documental Malvinas. La guerra desde el aire, del realizador bahiense César A. Turturro. Ese día, la ciudadanía sintonizó masivamente la final de Gran Cuñado, otra “perla” de nuestra televisión, creación de Marcelo Tinelli.



sábado, 10 de junio de 2023

Malvinas: ¿Qué puede aprender el USMC del conflicto?

¿Cómo pueden los infantes de marina aprender de la Guerra de las Malvinas?




  

¿Cómo se evita que una autocracia revisionista invada a su isla vecina? Si la invasión aterriza en las costas de esta nación, ¿cómo se fuerza la retirada de un adversario con superioridad numérica local mientras opera a cientos o incluso miles de millas de los principales centros logísticos? En 1982, los británicos tuvieron que resolver exactamente este problema cuando la junta militar de Argentina invadió las Islas Malvinas después de años de reclamar la soberanía sobre el Territorio Británico de Ultramar. Hay paralelos inquietantes entre la Operación Corporativa , la victoria británica en su operación expedicionaria de largo alcance para recuperar las Malvinas de Argentina y los desafíos centrados en la defensa de Taiwán de China. 

El Cuerpo de Marines de EE. UU. ha convertido en una prioridad abordar el aumento de la competencia entre las grandes potencias en el Indo-Pacífico. Las fuerzas británicas en las Malvinas operaron de manera similar a cómo el comandante prevé que los infantes de marina operarán en el futuro: pequeñas formaciones distribuidas en vastas extensiones de terreno marítimo, apoyo de fuego indirecto relativamente limitado y apoyo aéreo cercano tradicional limitado. Los aviones de elevación vertical fueron fundamentales para permitir la maniobra británica y el mantenimiento logístico en el Atlántico Sur. Pero estos aviones están en gran parte ausentes de los nuevos conceptos del Cuerpo de Marines.

Para abordar estas discrepancias, ofrezco una breve descripción de las lecciones relevantes aprendidas durante la Operación Corporativa. Después de capturar estas lecciones aprendidas, busco formas de incorporarlas mejor en los conceptos de Marine, específicamente enfocados en maximizar las capacidades de elevación vertical actuales y futuras. 

Operación Corporate

El 2 de abril de 1982, las fuerzas armadas de Argentina invadieron el territorio británico de las Islas Malvinas en el Atlántico Sur. Las sucesivas administraciones británicas habían llegado a la conclusión de que cualquier desembarco por parte de Argentina representaría un hecho consumado con poco margen de recurso. Sin embargo, el gobierno de la Primera Ministra Margaret Thatcher se comprometió rápidamente a la devolución de las Islas Malvinas al Reino Unido. En cuestión de horas, se puso en marcha la Operación Corporativa para sacar a Argentina del rocoso archipiélago. Los primeros buques de guerra partieron de Gran Bretaña menos de tres días después de la invasión. Un grupo de trabajo combinado formado rápidamente superó obstáculos significativos y transitó más de 8,000 millas para finalmente recuperar la posesión de las islas el 14 de junio. La victoria no estaba garantizada. Desde el momento en que el grupo de trabajo zarpó, la falta de anticipación de los requisitos de sustentación vertical, las relaciones de mando ambiguas y un diseño de fuerza que marginó las operaciones anfibias amenazaron el éxito final.


La operación británica tuvo que superar grandes distancias y desafíos asociados ( Fuente : Departamento de Historia, Academia Militar de EE. UU.)

El grupo de trabajo británico estaba compuesto principalmente por un grupo de batalla de portaaviones para establecer la superioridad aérea y marítima, y ​​un grupo de asalto anfibio, que incluía a la 3ª Brigada de Comando, tenía la tarea de recuperar las islas. El rápido despliegue de la fuerza de tarea naval británica fue impresionante, pero inicialmente se llevó a cabo para forzar un acuerdo político con la esperanza de que una solución militar resultara innecesaria. Cuando el grupo de trabajo británico zarpó de los puertos históricos de Sir Francis Drake y el almirante Lord Horatio Nelson, sus suministros y equipos logísticos se almacenaron en gran medida sin consideración de una eventual operación anfibia. Se requirió una importante reorganización logística en Ascension Island, la única base firme intermedia disponible para los británicos. El uso de embarcaciones de superficie para reorganizar el equipo debería haber resultado una tarea sencilla para la Royal Navy, pero las fuertes pendientes, la arena suave y el fuerte oleaje de las playas requerían un uso extensivo de helicópteros para el movimiento de barco a tierra. Incluso después de que el equipo aterrizara en la Isla Ascensión, el terreno accidentado significaba que los helicópteros eran esenciales para el transporte interior. Con una restauración mínima y la coordinación del personal completa, el grupo de trabajo navegó hacia su objetivo donde el clima y el terreno implacables requerirían aún más apoyo de la aviación.

La defensa aérea demostró ser una consideración vital a lo largo de la Operación Corporativa. La decisión de aterrizar elementos de la 3ª Brigada de Comando solo después de que el grupo de batalla del portaaviones estableciera la superioridad aérea finalmente se consideró poco práctica y se aceptó el riesgo de los aviones argentinos por conveniencia. Argentina poseía seis veces el número de aviones de la fuerza de tarea británica y los sistemas de defensa aérea orgánicos de la Royal Navy no podían proporcionar una protección adecuada de la fuerza.a las tropas después de desembarcar. El sistema de defensa aérea Rapier basado en tierra estaba destinado a mitigar el riesgo de ataque aéreo en ausencia de superioridad aérea. El terreno más adecuado para que el Rapier realizara esta función era inaccesible para los vehículos terrestres y el sistema en sí era demasiado pesado para transportarlo a mano. Como resultado, el comandante del grupo de batalla anfibio, Michael Clapp, se vio obligado a dedicar activos limitados "para suministrar a los Rapiers un Sea King en llamada permanente para la entrega de provisiones y gasolina para sus generadores". Para una fuerza de helicópteros que se vería fuertemente gravada, la dependencia de estos aviones solo aumentó a medida que Gran Bretaña hizo la transición del desembarco anfibio a las operaciones ofensivas en tierra.

La geografía de las Islas Malvinas limitó el número de lugares de aterrizaje adecuados. San Carlos Water en el noroeste de East Falklands fue seleccionado como el sitio para el desembarco. El 21 de mayo, desembarcaron los primeros elementos de la 3ª Brigada de Comando, pero la construcción de la cabeza de playa se retrasó debido a ineficiencias no resueltas en los suministros logísticos, así como a la medida de protección de la fuerza de los buques de superficie en constante movimiento dentro y fuera de San Carlos Water. El único medio para mantener el impulso en estas circunstancias era el uso constante de helicópteros. Desde el aterrizaje inicial hasta la eventual capitulación de Argentina el 14 de junio, “los helicópteros siguieron siendo vitales para las operaciones logísticas durante la guerra debido al terreno accidentado y sin caminos de isla Soledad”. Cuando los misiles Exocet lanzados desde el airehundió el SS Atlantic Conveyor el 25 de mayo, se perdió toda su carga crítica de helicópteros adicionales, excepto uno, lo que desafió aún más la movilidad limitada de la fuerza terrestre. La falta de caminos adecuados para atravesar el pantano rocoso aseguró que la fuerza limitada de helicópteros estuviera ocupada transportando externamente toda la artillería y el equipo pesado, mientras que los infantes de marina y soldados británicos se vieron obligados a marchar sobre el paisaje implacable. Como ejemplo claro de los requisitos de los helicópteros, se necesitaron 82 salidas del Sea King para transportar una sola batería de seis obuses de 105 milímetros y la munición requerida. Esta reducción de los activos de maniobra sin duda se extendió el conflicto ya que la mayoría de los helicópteros se destinaron al transporte de equipos y no de personal.


La campaña de las Malvinas ( Fuente : Departamento de Historia, Academia Militar de EE. UU.)

Las relaciones de mando entre las unidades entre servicios y la asignación inadecuada de activos de helicópteros incluso para una sola brigada fueron un punto de fricción tangible a medida que crecía el grupo de trabajo. La brigada de la Marina Real desplegó aproximadamente 4.600 efectivos, que el Ministerio de Defensa determinó que era demasiado pequeño para enfrentar a los 10.000 argentinos en las Malvinas. Con la adición de la 5ª Brigada de Infantería, el Mayor General Jeremy Moore comandaría un cuartel general de división dentro del grupo de trabajo. La mayoría de los batallones de esta brigada estaban compuestos por soldados que dividían el tiempo entre el servicio de guardia operacional y ceremonial sin entrenamiento en operaciones anfibias. Esta brigada adicional representó un aumento en el número total, pero produjo relaciones de mando confusas que contribuyeron a la pérdida más grande de tropas británicas desde la Segunda Guerra Mundial.

Cuando todavía se creía que era posible una solución política, se hizo poco esfuerzo para definir el papel exacto de la 5ª Brigada de Infantería. La pregunta de qué hacer con estas tropas fue respondida cuando la Brigada Comando 3 realizó sus primeras acciones ofensivas luego de desembarcar en Agua San Carlos. El éxito inicial en el asentamiento de Goose Green hizo que el 2.º Batallón, Regimiento de Paracaidistas se adelantara mucho al apoyo logístico, dejándolos vulnerables al ataque enemigo sin la posibilidad de un refuerzo rápido. Un proceso de solicitud de apoyo mal construido y falta de experiencia en helicópteros en el personal anfibio permitió que el ambicioso batallón requisara el apoyo de helicópteros que se necesitaba con urgencia en otros lugares. En respuesta, elementos de la 5ª Brigada de Infantería serían desembarcados en los asentamientos de Bluff Cove y Fitzroy para relevar a los paracaidistas aislados. La mala asignación de helicópteros requirió conectores de superficie para transportar a estos soldados a pesar de su falta de experiencia anfibia. El movimiento de 35 millas en lanchas de desembarco abiertas tomó varias horas mientras los soldados estaban expuestos al clima gélido del Atlántico Sur y al ataque aéreo argentino. Cuando se puso el sol el 8 de junio, se atacaron múltiples conectores de superficie , se hundió LSL Sir Galahad y 51 soldados y marineros murieron y 46 resultaron heridos.

Para comprender mejor cómo ocurrieron tales tragedias, es importante retroceder en el tiempo a los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial. La competencia entre servicios afectó a la Royal Navy de manera particularmente dura en este período con la cancelación de un programa de portaaviones actualizado en 1966 y el desmantelamiento del último portaaviones de catapulta de Gran Bretaña, el HMS Ark Royal, en 1979. Esto tuvo efectos en cascada en las capacidades anfibias de la marina. en los próximos años. Los únicos dos portaaviones restantes capaces de realizar operaciones de ala fija eran el HMS Hermes y el HMS Invincible, cuyas pequeñas cubiertas utilizaban Sea Harriers de despegue y aterrizaje vertical a expensas de las operaciones de helicópteros. 

Thatcher heredó restricciones presupuestarias que contribuyeron a una visión cada vez más específica del propósito de la Royal Navy. El Libro Blanco de Defensa de 1981 de su gobierno recomendó la eliminación de todos los buques anfibios para 1984. La creencia de Gran Bretaña de que el requisito improbable de capacidades anfibias solo se utilizaría como parte de una operación más grande de la OTAN degradó la preparación de la Royal Navy. Los dos portaaviones de ala fija estaban programados para la venta a militares extranjeros con el muelle de la plataforma de desembarco, HMS Intrepid, ya en proceso de desmantelamiento. Afortunadamente para Gran Bretaña, Argentina no esperó el impacto total de los cambios proyectados en las capacidades anfibias británicas. La venta de los portaaviones se retrasó y el desmantelamiento del HMS Intrepid se revirtió para el uso de sus lanchas de desembarco y helicópteros de carga media asociados. 

En retrospectiva, la brecha entre las capacidades británica y argentina parece inevitable. Sin embargo, ninguna cantidad de profesionalismo militar podría haber salvado la brecha de 8,000 millas entre Gran Bretaña y las Islas Malvinas sin los medios apropiados no solo para llegar al teatro, sino también para mover tropas, suministros y equipos por el terreno inhóspito de las islas. Si el conflicto se hubiera retrasado por cuestión de meses, la falta total de embarcaciones anfibias y sus helicópteros asociados habría hecho imposible la recuperación de las Islas Malvinas. Mucho se ha escrito sobre el momento fortuito de la invasión antes de la transferencia final de los portaaviones de Gran Bretaña. El grupo de batalla de portaaviones, sin embargo, no logró cumplir su tarea principal: la superioridad aérea. Al final, fue la movilidad esencial que proporcionó la aviación de elevación vertical lo que aseguró que las Islas Malvinas regresaran al control británico.

Implicaciones para Force Design 2030 

La guía de planificación del comandante de la Infantería de Marina para 2019 establece un plan ambicioso, pero necesario, para mitigar la amenaza de los adversarios emergentes. Cada año desde entonces, sus actualizaciones anuales Force Design 2030 se han basado en esta guía inicial, colocando el servicio en un camino que está directamente en línea con la guía estratégica de la Casa Blanca y el Departamento de Defensa. Múltiples documentos conceptuales han informado la guía del comandante. el conceptode las operaciones de bases avanzadas expedicionarias busca mitigar las ventajas potenciales del adversario “al mejorar nuestra propia capacidad de maniobrar y explotar el control sobre terreno marítimo clave”. La incorporación de las lecciones de la experiencia británica con la utilización de helicópteros en las Malvinas es fundamental para garantizar que la Infantería de Marina no repita errores similares durante la maniobra y el sostenimiento de sus propias fuerzas distribuidas.

Es fundamental que la aviación de sustentación vertical se integre mejor en la movilidad marítima. No se garantiza el uso de embarcaciones de superficie para desembarcar personal y equipos en tierra. Las representaciones artísticas de los buques de guerra anfibios ligeros conceptuales representan la descarga de equipos en playas vírgenes que el ejemplo de la Isla Ascensión demuestra como problemática. La Guerra de las Malvinas también demostró que el requisito de movilidad no termina en la costa. Excluyendo cuatro tanques ligeros, todos los suministros, artillería y sistemas de defensa aérea eran lo suficientemente livianos para ser transportados en helicóptero, demostrando la rápida movilidad que proporciona la aviación. El terreno interior restrictivo o la falta de aeródromos existentes sigue siendo una consideración para los planificadores marinos, particularmente en las islas del Indo-Pacífico que a menudo carecen de grandes aeródromos e infraestructura vial mejorada. Los helicópteros CH-53E/K brindan una capacidad única para transportar rápidamente radares, sistemas móviles de defensa aérea y artillería para artillería de precisión de largo alcance crítica para nuevos conceptos. Las capacidades de recarga de aire de estas plataformas permiten operaciones a distancias exponencialmente mayores que las cubiertas por los helicópteros británicos. Un aumento del 100 por cientoen el componente activo, los escuadrones de transporte de cisternas KC-130 estacionados en el Pacífico proporcionarán una extensión de rango a los aviones CH-53E/K y MV-22 Osprey que brindan la opción de autodespliegue desde fuera de First Island Chain a bases expedicionarias distribuidas dentro de ella. La capacidad de superar la tiranía de la distancia en los aviones de sustentación vertical no tiene precedentes. Dos veces en 1989, los helicópteros MH-53 utilizaron reabastecimiento de combustible aéreo para transitar casi 1,400 millas, aproximadamente la distancia entre Guam y Taiwán, sin aterrizar para realizar operaciones de combate en Panamá. Operar a tales rangos sería claramente la excepción, pero brinda a los comandantes de la Infantería de Marina la opción de emplear rápidamente la aviación de elevación vertical cuando la amenaza, el terreno o la asignación de activos alternativos resultan prohibitivos. 

Las relaciones de comando de la Marina proyectadas podrían desafiar la utilización de la aviación de elevación vertical por parte del servicio, probablemente de manera que refleje la fricción que experimentó la Fuerza de Tareas Británica en 1982. El regimiento litoral de la Marina se desarrolló a través del proceso Force Design 2030 teniendo en cuenta las operaciones de base avanzadas expedicionarias. El comandante ha dejado en claro que esta nueva unidad no es la única entidad que puede realizar este tipo de operaciones, pero la base de los regimientos litorales de la Marina actuales y futuros dentro del Pacífico asegura que llevarán a cabo una preponderancia del nuevo concepto. La doctrina provisional solo describe aproximadamente la aviación en un papel de apoyo general a la fuerza litoral sin delinear la fuente de estos aviones. El énfasis del manual tentativo y “Un concepto para fuerzas suplentes” sobre incendios de aviación e inteligencia, vigilancia y reconocimiento sobre elevación vertical amenaza con replicar la utilización ineficiente de helicópteros en Gran Bretaña en 1982. Además, sin recursos orgánicos de aviación capaces de elevación vertical, un regimiento litoral de la Marina la dependencia de escuadrones compuestos de una unidad expedicionaria de la Marina para apoyar su maniobra resultará insostenible. No existirá suficiente sustentación vertical para soportar las operaciones de ambas unidades al mismo tiempo, ya que el único avión entre los dos elementos está dimensionado deliberadamente para soportar las operaciones de la unidad expedicionaria de la Marina. Las alas aéreas que asignan escuadrones a los ciclos de despliegue actuales tendrán dificultades para obtener tareas adicionales, especialmente en una comunidad CH-53 reducida en un 35 por ciento. Esta reducción se diseñó conscientemente para que coincidiera con una reducción simultánea de los batallones de infantería en un 13 por ciento. Sin embargo, no fue simplemente el número de plataformas elevadoras verticales disponibles, sino las relaciones de mando ad hoc lo que amenazó el éxito de la fuerza de tarea británica en 1982. La falta de relaciones de apoyo definidas dentro de cualquier publicación doctrinal o tentativa actual entre un comandante de la las fuerzas de desembarco y un comandante de la fuerza litoral complicarían cualquier fusión de sus respectivas entidades. Dondequiera que se encuentre la fuente, debe definirse una asignación clara de apoyo de aviación durante las operaciones de base avanzadas expedicionarias, específicamente elevación vertical, en el futuro. 

El abrumador énfasis en la movilidad contenido en "Un concepto para las fuerzas suplentes" ignora la marcada disparidad en la velocidad, el alcance y la flexibilidad de la aviación en comparación con los buques de superficie propuestos que la Marina de los EE. UU. duda en financiar. De hecho, a pesar del papel crítico que anticipa que jugará la movilidad dentro del terreno marítimo, la aviación de sustentación vertical nunca se menciona en este documento. Cualquier dependencia de drones logísticos inexistentes sin continuar integrando las plataformas de elevación vertical de largo alcance y reabastecidas de aire actualmente en el campo pone en riesgo aún más la viabilidad de estos nuevos conceptos. Los drones ofensivos y de reconocimiento han demostrado enfáticamente su utilidad no solo en las pruebas operativas realizadas por la Infantería de Marina, sino también en combate en Ucrania. La capacidad de las plataformas no tripuladas para sostener logísticamente a los infantes de marina en un entorno previsto por el comandante es menos segura. Si bien se han propuesto conceptos no tripulados más recientes , una de las plataformas de elevación vertical no tripuladas más capaces es el helicóptero Kaman K-MAX. Durante un experimento de 33 meses en Afganistán en 2011, demostró su capacidad contra un adversario insurgente, pero su velocidad de 80 nudos, su alcance de 267 millas náuticas en un solo sentido y su carga útil de 6000 libras es abrumadoramente superada tanto por el MV-22 como por el CH . -53E/K. A una fracción del precio del ascensor vertical tripulado, los sistemas no tripulados solo proporcionarían una fracción del apoyo logístico. Estas alternativas para sostener a los marinos en todo el Pacífico deben continuar desarrollándose, pero actualmente una brecha de capacidades limita estas opciones a un papel de apoyo. 

Conclusión

“El avance tecnológico está cambiando drásticamente el entorno de defensa. El poder de rápido crecimiento de las armas modernas para encontrar objetivos con precisión y golpearlos con fuerza a largas distancias está aumentando la vulnerabilidad de las principales plataformas, como aviones y barcos de superficie”. Uno podría creer que este pasaje describe el entorno global actual, pero esta cita del secretario de Estado de Defensa de Thatcher demuestra que muchas de las consideraciones que dieron forma al Cuerpo de Marines eran relevantes hace cuarenta años. 

El Cuerpo de Marines debe tomar medidas concretas para aprender de la experiencia británica durante la Operación Corporativa. En primer lugar, el regimiento litoral de la Marina debe capitalizar la movilidad y la flexibilidad inherentes de la aviación de elevación vertical a través de un entrenamiento totalmente integrado a larga distancia en terreno marítimo. A continuación, las relaciones de mando factibles entre la aviación y las fuerzas terrestres en operaciones distribuidas deben desarrollarse y codificarse claramente en la doctrina en evolución. Finalmente, el Cuerpo de Marines debe continuar desarrollando plataformas aéreas y de superficie no tripuladas innovadoras con el entendimiento de que los sistemas existentes deben aprovecharse hasta que estas tecnologías estén completamente implementadas. La incorporación exitosa de la aviación de elevación vertical en la visión del comandante de la Infantería de Marina será un desafío.