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sábado, 6 de diciembre de 2025

Argentina: Kast, el pan-araucanismo y las futuras hipótesis de conflicto


Milei, Kast y un mapa cada vez más chico

EMcL



Las declaraciones de José Antonio Kast sobre que “Argentina ya nos ha robado suficiente territorio a los chilenos”, acompañadas del hashtag “LaAntarticaEsChilena”, no son un exabrupto aislado, sino la expresión política de una línea intelectual que postula a la Argentina como usurpadora sistemática de espacios en la Patagonia, en la Antártida y en la plataforma continental. Esa narrativa, alimentada por su asesor Jorge Guzmán, que propone abandonar la vía política y preparar una larga batalla jurídico–estratégica contra Buenos Aires, instala de hecho una hipótesis de conflicto permanente con nuestro país.


1. Milei y Kast: luna de miel con minas antipersonal
Sobre el papel, Milei y Kast parecen almas gemelas: ambos reivindican a Bolsonaro y Trump, despotrican contra “la izquierda radical”, aman el libre mercado y se saludan en redes con entusiasmo libertario. Kast incluso agradeció públicamente a Milei su apoyo, celebrando que en ambos lados de la cordillera se levantara una “ola” anti–progresista.

El problema es que cuando se pasa del póster ideológico a la geopolítca concreta, la cosa se complica bastante. No es lo mismo coincidir en que “el Estado es gigante e ineficiente” que tener a tu supuesto aliado diciendo, por escrito y sin borrar el tuit, que tu país “ya ha robado suficiente territorio” y que padece “delirios expansionistas”.

Si Kast llegara a la presidencia, Milei se encontraría con un socio que lo aplaude en conferencias liberales pero que, al mismo tiempo, necesita mostrar dureza contra la Argentina para sostener su discurso soberanista frente a su propia opinión pública. El resultado probable es una relación esquizofrénica: foto sonriente para la tapa, comunicados secos y tensos sobre Antártida, los Hielos Continentales (llamados Campos de Hielo Sur en la tierra de Condorito) y plataforma continental. Cada encuentro bilateral sería una combinación rara de think tank libertario y reunión de Estado Mayor. De todos modos, Kast tendría que enfrentar otros frentes geopolíticos internos: la inmigración venezolana, el tráfico en la frontera con Perú y otros temas más.

En el mejor de los casos, Milei intentaría minimizar las diferencias como “debates técnicos” entre cancillerías. En el peor, podría verse tentado a responder con la misma retórica inflamada, alimentando un ping–pong verbal donde ambos presidentes se alaban como cruzados anti–socialistas mientras erosionan, tuit a tuit, la confianza estratégica entre sus países. No sería la primera vez que el ego presidencial pesa más que un mapa.

2. Desbalance militar: cuando la realidad te baja el tonito

En este contexto, el desbalance militar entre Chile y Argentina opera como un silencioso corrector de discursos. Las fuerzas armadas argentinas llegan a esta discusión con décadas de desinversión, sistemas de armas obsoletos y capacidades limitadas en el sur marítimo y antártico. Del otro lado, Chile mantiene desde hace años una política de inversión sostenida y profesionalización de sus fuerzas.

¿Favorecen las declaraciones de Kast ese desbalance? No lo generan —eso lo hizo Argentina solita dejando pudrir su aparato de defensa—, pero sí lo vuelven políticamente relevante. Cuando un candidato con chances reales en Santiago dice que Argentina roba territorio y se alinea con un asesor que niega la utilidad de los arreglos políticos y prefiere una estrategia de largo plazo, sustentada en “el derecho, la historia y la geografía” a favor de Chile, está marcando que ve estos temas como un eje estructural de su política exterior, no como un detalle técnico. Kast viene con la cantinela del post-araucanismo... recomponer el alienado Chile grande que existe en los cerebros más afiebrados del país pasillo.

En otras palabras: mientras Argentina todavía discute si Defensa sirve “para algo” que no sea desfile del 9 de julio, al otro lado de la cordillera hay gente planificando cómo maximizar sus ventajas jurídicas, diplomáticas y, llegado el caso, operacionales en el Atlántico Sur y la Antártida. El desbalance militar, que en Buenos Aires muchos trataban como curiosidad de mesa de café, se vuelve de golpe un factor que condiciona qué tan lejos se puede llegar en cualquier disputa sin quedar en ridículo.



Prestemos atención porque la última vez que Chile estuvo desbalanceado militar a su favor, no dudó en mostrar la hilacha provocando la Guerra del Pacífico, invadiendo Perú y Bolivia, robándoles territorios, humillando cada vez que pudo e intentando hacer lo propio con la Patagonia argentina. Está en el patrón cultural ladino del araucano robar primero y justificar después. Que esa tentación no se haga presente nuevamente en estos momentos.


3. Hipótesis de conflicto: revisar tratados sin decir “revisar tratados”

¿Puede Kast pedir la revisión de acuerdos ya firmados respecto a diferendos limítrofes? En la práctica, no hace falta que lo diga tan brutalmente. El guión ya está escrito por Guzmán y compañía: sostener que existe un “nuevo diferendo limítrofe” por la plataforma continental y la proyección antártica, insistir en que Argentina tiene “pretensiones exóticas”, y empujar, dentro del marco del Tratado de Paz y Amistad de 1984, a mecanismos de solución de controversias que reabran, de hecho, la discusión.

Formalmente se respetan los tratados; políticamente se los vacía de efecto estabilizador. La idea de evitar “arreglos políticos” porque relativizan “nuestros mejores derechos” apunta justamente a eso: endurecer la posición chilena, reducir los márgenes de negociación y alargar el conflicto en tribunales, comisiones técnicas y foros internacionales. No hace falta quemar un mapa en cadena nacional: alcanza con instalar, una y otra vez, que Argentina es expansionista, que roba territorio y que Chile es la víctima responsable que se defiende con paciencia y superioridad moral.

En ese esquema, cualquier gesto argentino de presencia en el sur —un radar en Río Grande, un puente aéreo a Tierra del Fuego, un refuerzo logístico para Antártida— puede ser presentado como confirmación de la “tesis geopolítica de la prolongación natural de su territorio” que tanto obsesiona a los planificadores chilenos. La hipótesis de conflicto no necesita tanques cruzando el Beagle: vive muy cómoda en powerpoints, notas de opinión y discursos de campaña.

Tengamos presente que en los Hielos Continentales, el gobierno chileno ya ha enviado tropas de seguridad (carabineros) y militares haciendo casetas, retenes, helipuertos, etc. creando un hecho consumado, como lo quisieron hacer en Lago del Desierto. Ya sabemos cómo terminó eso. Sin embargo, todo ese territorio está sujeto a delimitación definitiva: NO es parte de Chile. Más aún, la evidencia satelital de sensores (LIDAR) sustentarían mucho más a los reclamos argentinos que a los chilenos. Por lo que no sería raro que toda esa avanzada deba desmontarse y rearmarse en el país de los maremotos y terremotos. ¿Cómo reaccionaría Kast a eso?



4. Cancillería, Defensa y la siesta estratégica

Para el Ministerio de Defensa y la Cancillería argentinos, las declaraciones de Kast son una alarma que suena en una casa donde muchos prefieren seguir durmiendo la siesta. El hackeo de correos del Estado Mayor Conjunto chileno ya mostró que las fuerzas de ese país analizan con detalle los movimientos argentinos en Tierra del Fuego, los radares, los puentes aéreos y la idea de consolidar un polo logístico antártico. Es decir: nos están mirando con mucha más atención de la que solemos mirarnos nosotros mismos.

¿Debe Argentina acelerar su rearme? La respuesta incómoda es sí, pero no en clave de carrera armamentista caricaturesca, sino de mínima racionalidad estratégica. Un país que reclama presencia en la Antártida, que tiene un conflicto irresuelto con el Reino Unido en Malvinas y que comparte con Chile zonas sensibles de soberanía no puede seguir tratando a Defensa como un gasto culposo que se tapa con un plancito logístico cada tanto. Ya las tropas araucanas han estado haciendo un retardado boxeo de sombras invitando a tropas gurkhas, esas que se acobardaron de enfrentar a conscriptos argentinos en Malvinas, junto con marinos británicos para tirar tiros cerca de la frontera argentina. Así también han invitado a autoridades del ministerio de defensa para planear la construcción naval y otras "paiasáas" para mandar el mensaje de que el Califato Unido y la Araucania son un solo corazón. La respuesta argentina fue magnífica: en el aniversario del vergonzoso tratado de paz y amistad que Alfonsín le regaló a Pinochet, nuestro país mandó una buque menor a navegar en conjunto con un par pasillesco. Por suerte, nuestras fuerzas armadas ya gestionan tomando a Perú como un país sanmartiniano, aliado natural de la República Argentina. Chile también debiera ser más sanmartiniano aún pero al que nace araucano es añudo que no traicione.

Acelerar el rearme no significa comprar juguetes caros para alimentar nostalgias de generales aburridos. Significa recuperar capacidades básicas de vigilancia, control, disuasión y apoyo a la política exterior. Sin eso, cualquier canciller argentino que se siente a discutir Hielos Continentales, plataforma continental o Antártida tendrá detrás un aparato estatal que puede imprimir hermosos folletos, pero no sostener presencia efectiva y duradera en el territorio en disputa. Y en geopolítica, quien no está, no cuenta; y el que llega tarde mira el mapa por televisión.

5. Peores escenarios y cómo no llegar a ellos

Si uno estira el hilo de las declaraciones de Kast, de su asesor Guzmán y de los documentos militares chilenos, el peor escenario no es una guerra abierta —eso hoy sería un despropósito monumental para ambos países—, sino algo más sutil y dañino: una erosión lenta de la posición argentina en el sur. No descontemos que la asociación estratégica actual de Milei-Trump va a jugar un rol fundamental para detener cualquier ambición oral del fuhrer chileno.

Ese deterioro podría tomar varias formas: disputas permanentes en organismos internacionales donde Chile, mejor preparado, logre imponer interpretaciones favorables de los tratados; presión diplomática para limitar la proyección argentina en la Antártida; utilización sistemática del discurso de “Argentina roba territorio” para justificar cualquier movimiento de consolidación chileno en áreas grises. Todo envuelto en un relato donde Santiago aparece como defensor responsable del derecho internacional, y Buenos Aires como vecino imprevisible y poco serio.

En un escenario más áspero, un incidente menor —un patrullero marítimo, un vuelo militar, una operación logistica mal coordinada— podría convertirse en crisis política, amplificada por redes sociales, medios y la propia retórica inflamable de ambos lados. Con dos lideres que viven de la polarización, el riesgo de que un episodio técnico se vuelva símbolo identitario no es menor. Allí es donde las bravuconadas en Twitter/X se vuelven peligorsas.

Para prevenir esos escenarios, Argentina necesita tres cosas muy sencillas de describir y muy difíciles de hacer. Primero, una política de Estado clara sobre Patagonia, Atlántico Sur y, por sobre todo, la Antártida, que sobreviva a los cambios de gobierno y no dependa del humor del presidente de turno. Segundo, un fortalecimiento serio de las capacidades de Defensa y presencia efectiva en el sur, con objetivos concretos y plazos realistas, no con powerpoints de ocasión. Tercero, una diplomacia activa y consistente con Chile: firme en los reclamos, pero obsesivamente cuidadosa en bajar la temperatura, aislar a los halcones y construir, cuando se pueda, intereses compartidos.

Kast puede borrar o no su tuit; puede modular su discurso si llega a La Moneda, o redoblarlo si le funciona electoralmente. Eso está fuera del control argentino. Lo que sí depende de Buenos Aires es dejar de comportarse como si todo fuera un malentendido pasajero entre amigos liberales. En el tablero real, detrás de las sonrisas y los chistes sobre la “zurda”, hay mapas, doctrinas, documentos filtrados y asesores que piensan en décadas.

Si la Argentina quiere estar a la altura de los peores escenarios —para que nunca ocurran—, necesita algo más que indignarse en redes cada vez que Kast dice que le “robamos” territorio. Necesita demostrar, en el terreno, en las bases, en las pistas y en los foros internacionales, que está decidida a defender lo que dice ser suyo. Y que, a diferencia de sus tuits, esa decisión no se borra. Por un lado, es hora de definir una política de defensa apuntada a volver a la superioridad militar natural de Argentina frente al pasillo trascordillerano. Para recordarlo, hacia 1978 durante el conflicto del Beagle, la Armada Argentina sola tenía un poder aéreo más grande que todo Chile. La Fuerza Aérea y el Ejército, estaban para temas más serios. Por otro lado, existe un deporte en que los chilenos son campeones del mundo casi sin rival, y es precisamente en la boconería y el lloriloquio de  tamaño industrial. Increíblemente, más alto se asciende en la jerarquía, aparentemente más bocón se necesita ser en Chile. Kast podría ser un fruto más de ese árbol.


Referencias


1. Perfil – Sección Internacional.
«José Antonio Kast, el chileno que está en balotaje y disputa la Patagonia: “Argentina ya nos ha robado suficiente”».
Reproduce el tuit del 25 de julio de 2020 («Argentina ya nos ha robado suficiente territorio a los chilenos…»), el contexto del mapa de la plataforma continental difundido por Cafiero y el hashtag #LaAntarticaEsChilena, además de su alineamiento ideológico con Milei.
URL: https://www.perfil.com/noticias/internacional/jose-antonio-kast-el-chileno-que-esta-en-balotaje-y-reclama-la-patagonia-argentina-ya-nos-ha-robado-suficiente.phtml
2. La Política Online (LPO) / republicado en El Extremo Sur.
«Documento chileno alienta hipótesis de conflicto en la Patagonia por avances de Argentina».
Analiza los correos hackeados del Estado Mayor Conjunto chileno, la preocupación por la narrativa sobre la Patagonia, la tesis argentina de la “prolongación natural de su territorio” y el rol de las FF.AA. de ambos países en el rediseño estratégico de Tierra del Fuego y la Antártida.
URL: https://www.elextremosur.com/nota/39722-documento-chileno-alienta-hipotesis-de-conflicto-en-la-patagonia-por-avances-de-argentina/
3.Página/12.
«El tuit de José Kast en el que acusó a la Argentina de robar territorio».
Recoge el mensaje de Kast contra el mapa argentino, su frase «Argentina ya nos ha robado suficiente territorio» y el hashtag antártico, además de describir su perfil ideológico y su propuesta de una “coordinación internacional antirradicales de izquierda”.
URL: https://www.pagina12.com.ar/384566-el-tuit-de-jose-kast-en-el-que-acuso-a-la-argentina-de-robar/
4. El Destape Web.
«Kast y la Patagonia: la disputa del candidato a presidente de Chile con Argentina».
Nota del 26 de noviembre de 2025 que sistematiza su postura sobre Patagonia y Antártida, recoge que ha sostenido que la Antártida “es chilena” y explica su alineamiento con las tesis de Jorge Guzmán sobre península antártica, plataforma continental, Estrecho de Magallanes y Campos de Hielo Sur.
URL: https://www.eldestapeweb.com/internacionales/elecciones-en-chile/kast-y-la-patagonia-la-disputa-del-candidato-a-presidente-de-chile-con-argentina-20251126141858
5. La Política Online (LPO).
«Kast quiere disputarle a Argentina un sector de la Patagonia y alimenta la hipótesis de conflicto».
Desarrolla el rol de Jorge Guzmán como cerebro de la línea soberanista dura, su rechazo a la “vía política” para los conflictos limítrofes, la idea de un “nuevo diferendo” vinculado a la plataforma magallánico–antártica y la prioridad que ocupan Campos de Hielo Sur, plataforma continental y Patagonia en la agenda militar chilena.
6. Cobertura sobre el hackeo al Estado Mayor Conjunto de Chile (LPO + Elextremosur/BioBioChile).
Artículos que detallan la filtración masiva de correos, la reacción del Ministerio de Defensa chileno y cómo los documentos internos analizan la narrativa argentina sobre Patagonia y la “prolongación natural” del territorio, así como los planes argentinos para robustecer presencia militar en Tierra del Fuego y Antártida.
URL principal del dossier citado: https://www.elextremosur.com/nota/39722-documento-chileno-alienta-hipotesis-de-conflicto-en-la-patagonia-por-avances-de-argentina/

martes, 5 de marzo de 2024

Argentina: Milei transfiere a la FAA toda la Aviación Presidencial

Javier Milei le transferirá a la Fuerza Aérea toda su flota de aviones, incluido el ARG 01 comprado por Alberto Fernández

En el marco de su plan de ajuste, el Presidente decidió entregarle todas las aeronaves a las Fuerzas Armadas, que se encargarán del mantenimiento y la operación de los mismos

Por Federico Galligani || Infobae






La flota presidencial

Por decisión de Javier Milei, el Gobierno definió que toda la flota de aviones de la Presidencia sea transferida en los próximos días a las Fuerzas Armadas, para que el organismo disponga de las aeronaves, tanto en lo que respecta al mantenimiento como a la operación.

De acuerdo con lo que precisaron a Infobae fuentes oficiales, los vehículos pasarán a estar en manos de la Fuerza Aérea, que desde hace unos meses encabeza el brigadier mayor Fernando Luis Mengo, designado por el ministro de Defensa, Luis Petri.

Entre las aeronaves que serán entregadas a esa institución, se encuentra el imponente Boeing 757-256 que Alberto Fernández compró recientemente para que funciones como el ARG 01, ex Tango 01, el cual comenzó a ser utilizado el año pasado.

La medida se tomó en el marco de la intención de Milei de reducir el gasto público del Estado, por lo que ahora Presidencia ya no deberá hacerse cargo de los costos de mantenimiento de los aviones, sino que de eso se ocupará la Fuerza Aérea.

El ministro de Defensa, Luis Petri, junto a Carlos Alberto Presti, jefe del Estado Mayor General del Ejército Argentino

En total, son dos aviones, el Boeing 757 (ARG 01) y un Boeing 737 (ARG 02) -también existe un Leart 60 (ARG 03) que ya estaba en manos de la Fuerza Aérea- y tres helicópteros, un Black Hawk S70 (ARG 10), un Sikorsky S 76 (ARG 11) y un Sikorsky S 76 (ARG 12).

Todos ellos se traspasarán y el objetivo es que el organismo de defensa tenga, además del mantenimiento de la flota, también la conducción operacional, aunque, en caso de necesitarlo, el Presidente continuará contando con estos vehículos para su traslado.

El avión que compró Alberto Fernández

El Estado Argentino compró el Boeing 757-256 en diciembre del 2022, luego de un largo proceso administrativo, pero el avión recién llegó a fines de mayo del 2023 y fue usado varias veces por el entonces presidente, Alberto Fernández, así como también por el ex ministro de Economía Sergio Massa.

Para comprar el ARG 01, el Gobierno tuvo que invertir USD 21.730.000 y entregar el viejo Tango 01, que estaba valuado en unos USD 3 millones. Con capacidad para 39 pasajeros, la aeronave cuenta con un dormitorio principal con todas las comodidades, y otros dos dormitorios de visitas que se pueden adaptar como salas de reuniones.

Así es el lujoso interior del ARG 01

La aeronave nació como avión de pasajeros en el 2000, se modificó a configuración VIP en 2004, y tuvo una remodelación en 2012. Su último dueño, un millonario israelí, se lo había entregado a su ex mujer en la división de bienes hasta que finalmente pasó a ser propiedad del gobierno argentino.

La compra del avión puso fin a un proceso de casi ocho años. El Tango 01 estuvo parado desde 2015. Durante l administración de Mauricio Macri hubo varios intentos frustrados para comprar otro avión: la primera licitación ante la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), se cayó por las internas dentro del Gobierno y la segunda, por la situación económica del país.

Desde que asumió en el cargo, Milei no usó ni una vez este vehículo, ya que para ahorrar costos prefirió viajar siempre en vuelos de línea, incluso cuando tuvo que trasladarse al exterior, como para su visita a Israel, a los Estados Unidos, a Italia y al Vaticano.

sábado, 2 de marzo de 2024

Carrera armamentística Argentina-Chile: El abrazo del estrecho

El histórico abrazo del Estrecho: la muñeca diplomática de Roca cuando estuvimos por ir a la guerra con Chile

En 1899 el presidente Julio A. Roca decidió tomar el toro por las astas y viajar a Chile para coronar las negociaciones que se hacían a contrarreloj. Los reclamos de territorios en disputa habían llevado a ambos países a una carrera armamentística que por poco no terminó en un conflicto armado

 
Ya en su segundo mandato, Roca tenía más experiencia. Los que trabajaron entonces con él, lo encontraron más reflexivo y observador

Martín Rivadavia, un marino de 46 años ascendido a comodoro en octubre de 1896 y ministro de Marina en el segundo gobierno de Julio Argentino Roca, no se movía del puesto de mando del Acorazado General Belgrano, comprado a nuevo a Italia el año anterior. Llevaba un pasajero ilustre, al propio Presidente, que iba a reunirse con su par chileno, Federico Errázuriz.

El encuentro sería en Punta Arenas y el ministro tuvo una idea de la que se arrepintió cuando era demasiado tarde: en lugar de acceder a Chile por el Canal de Beagle y el Estrecho de Magallanes, le propuso a Roca hacerlo por los canales fueguinos, lo que representaba una navegación mucho más complicada y riesgosa, pero que sabía que sorprendería a los chilenos. Aclaró que él mismo respondería personalmente por la decisión tomada.

El Presidente aceptó gustoso y cuando llegaron a destino se enteró de que Rivadavia había sudado a mares y que guardaba una pistola con la que pensaba volarse la cabeza si se hundía el acorazado con el Presidente a bordo, en esos canales que no eran del todo conocidos.

Cuando la tensión con Chile iba en aumento, y muchos imaginaban una guerra, el presidente argentino decidió ir a encontrarse con Federico Errázuriz

Había asumido la primera magistratura el 12 de octubre de 1898. En la carrera hacia la Casa Rosada, asomaban dos candidatos potables: uno era él y otro Carlos Pellegrini. El general Bartolomé Mitre intentó cortar el avance de Roca a la presidencia al proponer una alianza entre radicales y nacionalistas. Pero Hipólito Yrigoyen la rechazó de plano. Él era el líder indiscutido desde el suicidio de su tío Leandro Alem el año anterior.

Lo que primó a la hora de ungir a Roca presidente fue la situación internacional, especialmente con nuestros vecinos los chilenos. Ese país venía de proclamarse triunfador en su guerra contra Perú y Bolivia y ese ambiente de un posible enfrentamiento por cuestiones limítrofes amenazaban la paz. Para algunos políticos, la guerra era un hecho, y quién mejor para conducirla que el único militar que nunca había sido derrotado. Así se afianzó la idea de su candidatura.

Invitación cursada por el gobierno de Chile, para participar de la histórica jornada (Gentileza Museo Roca)

Ya no era un joven de 37 años, sino que a sus 55 años se había convertido, según lo describe Ibarguren, en una persona flexible, tolerante, reflexiva y observadora.

Fue elegido gracias al voto de 218 electores. Su vice era Norberto Quirno Costa, con experiencia en política exterior.

“Felizmente, nos hallamos en paz y concordia con todas las naciones del mundo”, señaló Roca. “Las últimas cuestiones de límites, que heredamos del coloniaje, marchan a su solución, por los medios y procedimientos que presenten los tratados internacionales. La cuestión de Chile, resuelta desde 1891, ha sido entregada al arbitraje y de acuerdo con el tratado de este año y el de 1893. Esperamos tranquilos el fallo del árbitro, confiados en que nada turbará nuestras relaciones internacionales y en que la terminación pacífica de este largo pleito que será una victoria de la razón y del buen sentido, influirá en las relaciones de los estados sudamericanos”.

De etiqueta y ambos con la banda presidencial, en la cubierta del O'Higgins (Archivo General de la Nación)

Era consciente de la situación irresuelta con Chile. Unas de las cuestiones que se resolvería entonces sería la Puna de Atacama, un conflicto que se arrastraba desde el fin de la guerra del Pacífico, cuando Chile ocupó tierras que estaban en disputa entre Argentina y Bolivia. A partir de un laudo celebrado en Buenos Aires entre el 1 y el 9 de marzo de 1899, Argentina terminó quedándose con el ochenta por ciento y Chile con el veinte restante del sector en disputa.

De la mano de su ministro de guerra Pablo Riccheri modernizó el Ejército y adquirió armamento. También se creó el ministerio de Marina, a cuyo frente puso a Martín Rivadavia y compró barcos, en un vasto plan que incluyó la ley 4031 del servicio militar obligatorio.

Devolución de gentilezas. Luego del encuentro en el buque chileno, Errázuriz abordó el acorazado Belgrano. Fotografía revista Caras y Caretas.

El objetivo de Roca era mostrarse fuerte, en el ajedrez del cono sur, frente a Chile y a Brasil.

“Roca fue una figura central del proceso de consolidación del Estado nacional entre fines del siglo XIX e inicios del XX, y por aquellos años sus gobiernos tuvieron que enfrentar delicados conflictos con el Vaticano y con países limítrofes. También se retomaron antiguos reclamos de soberanía sobre las Islas Malvinas. Asimismo, se dio gran importancia a la organización y desarrollo de un cuerpo diplomático, enviado a diversas partes del mundo”, explican desde el Museo Roca.

Como los peritos de ambos países no lograban ponerse de acuerdo, Roca tomó el toro por las astas y decidió concretar un viejo anhelo, el de viajar al sur y cerrar él la cuestión.

A comer. El menú que se sirvió la noche del 16 de febrero (Gentileza Museo Roca)

No fue una decisión apresurada: daba el puntapié inicial de los presidentes argentinos que se involucraban personalmente en la solución de diferendos internacionales. Se la llamó la diplomacia presidencial, algo novedoso para la época. “Era consciente que la guerra había sido un impedimento en los procesos de modernización del Estado y de desarrollo económico”, se explica en un trabajo del citado museo. Sabía que su par chileno opinaba lo mismo.

Junto a su ministro de Marina y secretarios, el 20 de enero de 1899 partió en el ferrocarril del Sud hasta Bahía Blanca, donde abordó el acorazado Belgrano. Luego, el ministro de Relaciones Exteriores Amancio Alcorta lo alcanzó con el Transporte Chaco. Una comitiva de periodistas lo seguía en el crucero liviano Patria.

Junto al menú, se distribuyó el programa musical ejecutado en la cena (Gentileza Museo Roca)

En Puerto Belgrano -entonces se llamaba Puerto Militar- visitó las obras que se estaban realizando. A Puerto Madryn llegaron con lluvia y fueron en ferrocarril hasta Trelew. De ahí se trasladó en carruaje a Rawson y Gaiman.

Nuevamente a bordo, continuaron el viaje bordeando la costa patagónica. En Río Gallegos se hospedó en la casa del gobernador del territorio de Santa Cruz, Matías Mackinlay Zapiola. Cuando los pobladores se enteraron se concentraron y Roca les habló desde el balcón, donde prometió la concreción de obras. Era la primera vez que un Presidente los visitaba. Esa casa se demolió pero se conservó el balcón.

Cuando navegaban hacia Ushuaia, quiso visitar la estancia Haberton, donde fue agasajado por la viuda del dueño. El Presidente aprovechó a conversar con los indígenas onas y yaganes que trabajaban allí.

Debía cumplir con la agenda. Para el 15 de febrero al mediodía el mandatario chileno lo esperaba en Punta Arenas, tramo que cumplieron siguiendo la ruta propuesta por el comodoro Rivadavia. Al anochecer del 14, la comitiva argentina fondeó en Puerto Hambre, donde se sumó la fragata Sarmiento, el buque escuela que había decidido modificar su itinerario para sumarse al viaje.


El acorazado General Belgrano, comprado a Italia. En ese buque viajó Roca. Fue desguazado en el Riachuelo en 1947 (Wikipedia)

Los chilenos apostados en el muelle del puerto se sorprendieron al ver cerca de las dos de la tarde que la flota argentina aparecía por el sur y no por el este, el camino fácil y conocido. Junto al buque insignia O’Higgins, estaban los cruceros livianos Zenteno y Errázuriz y el transporte Argamos.

Apenas se avistó a los buques, en un día soleado en el que soplaba una brisa helada, fueron recibidos con interminables salvas de cañones. Había expectativa y ansiedad entre los funcionarios chilenos.

Errázurriz envió una embarcación con una comisión integrada por el general Vergara y el coronel Quintavalla para arreglar los detalles del ceremonial. El chileno ofrecía ir al buque argentino, pero Roca, vestido de civil y con banda presidencial -dejó a bordo su uniforme militar y medallas- se adelantó y abordó el O’Higgins, junto a sus ministros Alcorta y Rivadavia. Su par chileno estaba acompañado por sus ministros de Relaciones Exteriores, Guerra y Marina, Justicia e Instrucción Pública y por el director de la Armada, Jorge Montt, ex presidente.

Se saludó con Errázuriz con un apretón de manos, no con un abrazo. Igualmente pasó a la historia como “El abrazo del Estrecho”. La banda militar de la marina chilena ejecutó los himnos.

Luego, el chileno abordó el Belgrano y repitieron los saludos.

Hubo una reunión importante entre ellos al día siguiente, por la noche, en la que organizó un banquete. Se imprimió el menú, escrito en francés y con platos que aludían a la jornada, como “pigeons aux a vocats, a la Belgrano” y “soufflé de volaille, a la O’Higgins”. Una orquesta ejecutó diversas piezas musicales a lo largo de la velada.

A la hora de los brindis, el mandatario transandino expresó que “la paz, siempre benéfica, es fecunda entre naciones vecinas y hermanas, armoniza sus intereses materiales y políticos, estimula su progreso, da vigor a sus esfuerzos, hace más íntimos sus vínculos sociales y contribuye a la solución amistosa de sus dificultades y conflictos. La paz es un don de la Divina Providencia”.

Por su parte, Roca dijo que “la paz, como medio y como fin de civilización y engrandecimiento es, en verdad, un don de la Divina Providencia, pero es también un supremo deber moral y práctico para las naciones que tenemos el deber de gobernar. Pienso, pues, como el señor presidente de Chile y confundo mis sentimientos y mis deseos con los suyos, como se confunden en estos momentos las notas de nuestros himnos, las salvas de nuestros cañones y las aspiraciones de nuestras almas”.

Acordaron dirimir las disputas de límites por el camino diplomático. Tres años después se firmarían los Pactos de Mayo, donde ambos países renunciaban a reclamos de expansiones territoriales, que alejaron el fantasma de la guerra. Errázuriz falleció en julio de 1901 en el ejercicio de su cargo, y su sucesor Germán Riesco continuó con la misma política.

Roca permaneció tres días en Punta Arenas. El 22 de febrero ya estaba de regreso en Buenos Aires.

Ese mismo año viajó a Uruguay y Brasil. A este último país lo hizo acompañado, entre otros, por los generales Nicolás Levalle, José Garmendia y Luis María Campos, veteranos de la Guerra de la Triple Alianza.

El objetivo principal del viaje fue el encuentro con el presidente brasileño Campos Salles, con quien estableció muy buenas relaciones y le sirvió a Roca para estrechar lazos y mantener el equilibrio en la región.

Algo ducho en la materia debía ser, ya que cuando ya no era más presidente, le encomendaron dos misiones diplomáticas al Brasil, a fin de aquietar tensiones derivadas de la carrera armamentística y de ocupación de territorios. La última la cumplió en 1912, dos años antes de su muerte.

Tapa de Caras y Caretas del 25 de febrero de 1899, ironizando sobre el viaje del presidente. Roca se había transformado en un clásico en el semanario

Pasaron 124 años del aquel histórico encuentro entre Roca y Errázuriz, donde el sentido común solo estuvo ausente en el comodoro Martín Rivadavia, que sorprendió a propios y a extraños con sus dotes de navegante y experto conocedor de los peligrosos canales fueguinos. Todo lo vale para evitar una guerra.

Fuentes: Museo Roca – Instituto de Investigaciones Históricas; Félix Luna – Soy Roca; Carlos Ibarguren – La historia que he vivido; diario El Mercurio; revista Caras y Caretas